La Noche alberga horrores | Lumier

por **Gael Lutz** Miér Dic 30, 2015 6:56 am

La noche es oscura y alberga horrores

Siempre nada más acostarme esa frase cruzaba mi mente con la voz de mi madre, siempre nos la repetía, cada noche, hasta sus últimos días antes de acostarnos para que tuviésemos miedo a la noche y no se no ocurriese salir en la oscuridad y acabar asesinados en cualquier parte con nuestros restos comidos por las bestias y los perros. Pero todo había cambiado, ya no había miedo en mí, ahora, los que debían de tener miedo eran aquellas bestias que nos atormentaban de pequeños. Mujeres con colmillos que bebían sangre humana hasta dejar el cuerpo completamente vacío, hombres con aspecto de lobo que de un mordisco podían mandarte al más allá con tus seres queridos e infinidad de bestias que en realidad eran hombres o mujeres dispuestos a acabar con la raza humana. Pero aquí estaba yo y muchos otros como yo, dispuestos a sacrificar nuestro pellejo para salvar a los humanos, queríamos acabar con esta lacra que nos estaba invadiendo poco a poco.

Así pues, mis pasos me llevaron a un oscuro pantano, era muy entrada la noche y no había luna, por lo que tampoco podía disponer de su preciosa luz para intentar ver algo. Las bestias esta noche tenían ventaja, al menos dos de ellas, la tercera, esta noche no saldría a cazar carne fresca. Iba vestido con mi ropa de cazar, un pantalón de material duro, muy difícil era de romper por las simples ramas que se enganchaban en estos, un cinturón provisto de todos las armas que iba a necesitar, algún cuchillo, unas dagas e incluso un revolver, el cual no me gustaba utilizar mucho, pues era ruidoso al disparar y no me gustaba llamar tanto la atención. Colgado en mi hombro llevaba una ballesta y a su lado, las flechas.

Caminé durante un rato hasta llegar a la claridad del pantano, solo se oían ruidos de ranas y algún que otro animal correteando. Me paré, cerré los ojos y comencé a escuchar, agudizando mi oído lo más posible, la veda acababa de abrirse para mí y estaba como un niño pequeño con un juguete nuevo...

por **Lumier Cavelliet** Jue Ene 28, 2016 11:06 pm

En las noches de lunas rojas, los demonios danzan
Esperando tener un cazar una inocente alma.
Los monstruos buscan el vals
Que acabe con su agonía inmortal

Entre el cielo despejado no hay lugar que se pueda ocultar nada incluso en noches como estas las estrellas prefieren ocultarse lejos de la vista de las bestias y demonios que habitan entre las pobres almas que viven y respiran, pobres condenados que solo son vistos como simple ganado del cual alimentarse sin siquiera preguntarles si anhelan el beso de la muerte, esos pensamientos cruzan la mente de aquella mujer que tras los vidrios de su carruaje admira a los simples mortales que ignoran su presencia, que desconocen la mayoría de ellos lo que oculta en las sombras en cada esquina.

El carruaje oscuro en su tonalidad como el alma perdida de su dueña avanza, el jinete que conduce aquel par de corceles blancos los guía como si de un paseo se tratase al menos hasta llegar a la última morada de aquellos cuerpos que trasporta. El aroma fétido de los pantanos se hace evidente al avanzar por la senda marcada, los caballos relinchan y el jinete tira de las riendas hasta llegar a donde se ha propuesta quien dentro se haya. La puerta se abre mostrando el fino vestido oscuro, tan negro como las almas condenadas, una piel blanca como la de los ángeles en las figuras religiosas y una fiera mirada que se trasluce en unos colmillos. Aquella que anda con parsimoniosa calma chasquea sus dedos y el cochero obediente desciende una bolsa con cuerpos arrojándolos a las creaturas de aquel pútrido lugar, el rostro pálido no se puede visualizar una malla negra lo cubre, solo se puede ver unos labios rojos que apenas se mueven en una palabra de agradecimiento al anciano que la aguarda y entrega un bucket de rosas negras.

Se sienta observando como los lagartos de la zona se devoran los restos de una cena que podría definirse como banquete de reyes, solo la sonrisa de quien arroja aquellas flores como honrando a los fallecidos junto su cínica sonrisa y aquellas palabras de alientos –El camino al infierno está lleno de halagos, su utilidad ha sido probada, han alimentado a la reina, a la bestia y por ello irán directo al infierno– ríe sin mostrar respeto, como si nadie pudiera detener su hambre.

–Esta noche habrá una nueva cena, es mejor que salgas– murmura molesta sin regresar la vista a donde aquel corazón palpitaba tan ruidosamente; su sonrisa es más cínica que antes, pero más que nada aquellos colmillos que se muestran

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