El secuestro de un engaño || Libre

por **Azazel** Miér Dic 30, 2015 11:52 pm

A veces el mundo gira y crees que algunas cosas cambiaran pero te das cuenta de que lo que pareció un cambio no fue más que un parón en tu rutina. Bien, yo volvía a las andadas, a mis juegos y entretenimientos…pensaba que sería más fácil de lo que realmente fue. Estaba desentrenado, estaba aburrido de lo mismo. Si quería volver a ser el que era tendría que pensar en algo mejor q ir seduciendo a inocentes jovencitas para cenar.

Sentado en un cómodo sillón rodeado de humo y risas espera la puesta en marcha de mi último juego perverso. Había citado en aquel restaurante a dos de mis amantes más…lujuriosas por decirlo de alguna forma delicada. Pude escuchar la voz de la primera al bajar del carruaje con su delicada voz y discreta sensualidad, me había colocado estratégicamente de espaldas a la ventada con mi copa de brandy y mi habano solo por disimular.., a los pocos segundos mi segunda invitada un volcán encendido a punto de estallar, bajo de su transporte resuelta y en busca de un nombre. Termine el puro y salí de aquella habitación reservada para la sobremesa masculina, era momento de ir a cenar

Discretamente me asome al salón principal donde la gente charlaba y se llenaba el estómago sin reparos, al hacerlo algo me dejo ciertamente sorprendido…mis dos invitadas conversaban como si se conocieran, se conocían? En cierto modo no es de extrañar, tampoco es que seamos demasiado y al final acabas conociendo a todos tus “colegas” nocturnos., aun así no dejo de sorprenderme la situación. “mejor, así será más fácil” pensé mientras me encaminaba a ellas saliendo de las sombras y dejándome ver con una sonrisa cómplice.

–Siento interrumpir señoritas.– me senté en una de las sillas vacías de la mesa quedándome con una a cada lado. Coloque ligeramente mi espalda y me apoye en el respaldo de la silla dejando mis manos sobre las piernas y ladeando la cabeza mientras un sonrisa malvada se dibujaba en mi expresión –Veo que ya os conocíais– Asentí –Mejor así para lo que tengo pensado hacer con vosotras– Uno de los camareros nos interrumpió a lo que solo pude asentir al joven de ojos verdes que poco podía disimular las miradas que dejaba caer sobre mis bellas acompañantes.

por **Hans D'Altrui** Jue Dic 31, 2015 12:53 pm

Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Qué es más noble para el alma sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a ella, encontrar el fin? Morir, dormir… nada más; y con un sueño poder decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil choques que por naturaleza son herencia de la carne… Es un final piadosamente deseable. Morir, dormir, dormir… quizá soñar. Ahí está la dificultad. Ya que en ese sueño de muerte, los sueños que pueden venir cuando nos hayamos despojado de la confusión de esta vida mortal, nos hace frenar el impulso. Ahí está el respeto que hace de tan larga vida una calamidad. Pues quien soportaría los latigazos y los insultos del tiempo, la injusticia del opresor, el desprecio del orgulloso, el dolor penetrante de un amor despreciado, la tardanza de la ley, la insolencia del poder, y los insultos que el mérito paciente recibe del indigno cuando él mismo podría desquitarse de ellos con un puñal. Quejarse y sudar bajo una vida cansada, por el temor a algo después de la muerte – El país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve- aturde la voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a otros que desconocemos. La conciencia nos hace cobardes a todos. Y así el nativo color de la resolución enferma por el hechizo pálido del pensamiento y empresas de gran importancia y peso con lo que a esto se refiere, sus corrientes se desbordan y pierden el nombre de acción.

Al terminar de pronunciar ese monologo ante el director del teatro este por fin escucho un pequeño aplauso por parte de el, eso significaba que esta bien y que podía marcharse ya del escenario. El día de hoy había estado muy distraído en los ensayos así que tuvo que estar un poco mas de tiempo que los demás actores, para repasar el monologo que había fallado en el día entero de hoy. Fue al camerino donde tenia sus tocas, se cambio la ropa del personaje para así poderse ir a comer algo de comida fuera del teatro y pasar una buena noche en medio de la gente de la ciudad.

Salio del teatro y no miraba a nadie mientras lo hacia, solo quería llegar a su destino para comer un poco. Mientras caminaba pensaba lo difícil que era ser diferente a los demás, puesto su gusto por los hombre hacia que no pudiera expresar libre mente lo que le gusta porque se ve mal expresar tales emociones delante del publico y al no tener compañero de travesuras era algo comenzaba a extrañar. Seguía dando pasos por las calles, pensando ya seria mente que debía de pensar en buscar la compañía de un prostituto para sentirse un poco menos solo como se siente en el día de hoy.

Entro en el restaurante y vio que estaba casi lleno de gente de todo tipo, así que solo se movió entre la gente para poder llegar a una mesa vacía cerca de un hombre con dos mujeres. Rápidamente un camarero, se acerco a el y pidió lo mejor que tuviera para comer porque en verdad moría de hambre.

por **Azazel** Sáb Ene 30, 2016 9:33 pm

Aquel camarero entre sus nervios por los hermosos atributos de mis acompañantes no prestaba la atención a las peticiones que aquellas hacían, ver eso me hacía sonreír. El poder observar la lujuria y los pecados como plato servido en bandeja humana, que deleite más grande pero lástima que tendré que contar parte de mi diversión, al menos por el momento –Tráenos el mejor Oporto que tengas– Moví la mano indicando que eso era todo de momento. El camarero hizo una reverencia y se marchó aunque iba sonrojado en su rostro. Que bellas expresiones.

–Bien, por donde iba?– intente retomar la conversación anterior, no fue complicado, aunque con sus sonrisillas y miradas traviesas era de suponer que terminaríamos el tema de la conversación a donde queríamos los tres –Ah, sí, lo que voy a hacer con vosotras– reí entre dientes sin quitarles la mirada, aunque de por si uno no podía hacerlo a como ellas iban vestidas, tan elegantes y despampanantes, con escotes atrevidos que dejaban volar a la imaginación, lástima que no volaba tanto como ellas deseaban, o al menos no conforme sus intereses. El mozo regresó con el pedido de licor y unas entradas que rechacé, más que obvio –Antes de nada me gustaría saber cómo o de qué os conocéis. Me carcome la curiosidad– sus risillas inundaban el lugar. Adopte una pose más relajada en la silla esperando oír la historia de cómo el camino de dos diablillos como aquellas había llegado a juntarse, sabía que no estaba preparado para nada de lo que fuese a escuchar después.

El cristal que se deslizaba fácilmente bajo las yemas de los dedos que una de ellas emitía en un sonido que comenzó a exasperarme. Rápidamente le aparte la mano de la copa y cogí una rosa. La roja. La que sobresalía entre el ramillete blanco. Pase por mi nariz los delicados pétalos deleitándome con el delicioso aroma. Una delicada voz me saco de mis pensamientos, comenzaban a hablar de cómo era que ambas se conocían, una historia de lo más aburrida que sonaría a un cliché barato, “vecinas, hermanas, amigas, enemigas” tanto de ello que ya es tan común en los seres mortales, aunque, podría hacerlo más interesante si…No, es hacer algo para gente que no vale la pena, aunque sean tan hermosas.

Aburrido de su conversación terminé mi trago, observé el lugar viendo a gente seguir enfrascada en conversaciones tan sin sentido y aburridas, ¿siempre habían sido así los humanos? me levante con rapidez sin soltar la rosa, depositando un beso en sus mejilla –Sera un enorme placer esta noche, pero creo que tengo otra invitación, una que al parecer ya arribó al lugar– giré la cabeza mirando al único comensal que no estaba acompañado, las mujeres en un puchero trataron de detenerme pero no me placía ya quedarme, Belfegor había despertado gracias a esas niñas y ahora estaba muy desmotivado para llevar a cabo mi plan.

Me acerqué a la mesa y sin preguntarle me senté emulando ante aquel par de ojos que aquella era otra cita, sonreí al muchacho –Que te puedo decir muchacho, que puedo decir que no sepas ya– Sufrí reproches por parte de ambas damas, por mi poca caballerosidad, he de admitirlo fue un error el hecho de pasar por alto la vulgaridad de aquellas jovencitas de clase noble, no intento justificarme pero al irse aquellas no esperaba que terminaran sus reclamos arrojándome una copa con agua.

Menuda sorpresa

por **Hans D'Altrui** Jue Feb 04, 2016 2:53 pm

Luego de que el camarero tomo su orden este solo tuvo que esperar que este llegara con su pedido, así que para no aburrirse en sus pensamiento tonto y como no tenia que esperar a nadie en estos momentos saco un libro de poemas que siempre lleva consigo. Rápidamente se puso a buscar un poema para leer en lo que traen su comida, así mientras se sumergen en la lectura se olvida de que tiene tantan hambre y no se pone a gritar como loco que le traigan algo de comida o morira. Su libro de peomas es de John Dryden, un gran poeta que lo tenia totalmente cautivado y que le gustaba cada cosa que podía leer de este hombre.

La fe católica

Como la luna pálida y les astros
Al viajador cansado, errante, solo,
Con prestado fulgor en vano alumbran,
Lo mismo al alma la Razón. Si aquellas
Erráticas lumbreras nos descubren
Lejano espacio, pero no el camino
Que allá conduce, la Razón al hombre
Región más bella en lontananza anuncia,

Sin enseñarle de salud la senda;
Y cual se apagan las estrellas, cuando
Asciende á este hemisferio el rey del día,
Tal cuando la alma. Religión al mundo
Vierte luz y calor, su débil llama
Humilla la Razón y desparece;

No termino de leer bien cuando una persona se acerca a el, así que cuando levanta la mirada puede ver que es el hombre de las dos mujeres y lo mira algo curioso por lo que le pide este.- Dime como puedo encontrar un amor, que me lleve el vació que muchas veces siento por las noches y la soledad siempre me recuerda.- Confesé poéticamente mientras lo ve fijamente a los ojos, a la verdad le gustaba lo que estaban viendo sus ojos ya que el hombre sentado junto a el es arrebatadoramente bello.

Salio un poco de sus pensamientos al ver como las mujeres que dejo le tiran un poco de agua, este se tapa la boca con las dos manos y luego toma su pañuelo de los bolsillos para acercárselo.- No creo te ayude a secar por completo, pero algo es algo.- Comento un poco avergonzado por su leve sonrisa que se dibujaba en su rostro, al ver como estas mujeres reaccionaron.

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