El secuestro [privado]

por **Virgile** Miér Ago 22, 2018 10:51 pm

Siempre les había movido el dinero. No importaba de que se tratara, siempre que el grupo al que pertenecía se viera favorecido harían cualquier cosa y la verdad es que de cierta manera era completamente divertido tener la oportunidad de sacarle buenos sustos a la gente ricachona. Virgile solía sin remordimientos alguno deshacerse de todo aquel que en algún momento fuera capaz de reconocerles y desaparecerlos de una manera o de otra, pero en esta ocasión que se presentaba la petición era muy clara “No asesinar a menos que fuera absolutamente necesario” después de todo aquello era un secuestro y deshacerse del secuestrado no sería de muy buen ver.

La operación llevaba ya algún tiempo porque su jefe había optado por servir a alguien más, ellos únicamente eran parte del plan y no los creadores, aspecto que molestaba a Virgile, pues desde su punto de vista eran perfectamente capaces de realizar un secuestro por sus propias manos y salir bien librados; sin embargo, el jefe opinaba diferente y hasta les había obligado a trabajar con otras personas absolutamente desconocidas para el grupo de ladrones. Cada uno de los que conformaban aquella banda mostraba la molestia de estar inmiscuidos de esa manera en algo que no sabían si saldría conforme lo planeado, pero igual estaban listo para actuar en cuanto se les pidiera y de hecho así fue. Apenas una orden había bastado para enviarles a los caminos que daban a aquella casa del vejete rico que debían secuestrar y aguardaron ahí, en busca de la señal que recibirían, indicando el momento y el lugar exacto en que debían atacar.

El ladrón, mano derecha de aquel grupo se mantenía con la vista fija en el cielo y sus colores. Trataba de expresar lo menos posible su descontento con la situación, después de todo, las cosas estaban por terminar. El vuelo de un ave era el incidió de que todo se había puesto en marcha, la hora de demostrar de que estaban hechos llegaba.
– Muévanse flojos, es momento de llevarnos al viejo – dijo para todos aquellos que estuviesen cerca para escucharle sin que debiera gritar y el grupo de ladrones avanzo de manera divertida. Eso era algo curioso en ellos, sin importar lo desagradable o en contra que estuviesen con alguno de sus objetivos, siempre se divertían de la mejor manera. Hasta Virgile avanzaba con ellos con una sonrisa en el rostro y cuando llegaron al carruaje se lanzaron al ataque. El anciano contaba con seguridad, algunos hombres que trabajaban como sus protectores pero que no significaron gran cosa para la comitiva de los bandidos – Rápido, tómenlo y salgamos de aquí antes de que venga alguien y decida ayudar al viejo – Los suyos soltaron aullidos y gritos de alboroto mientras sujetaban al hombre de manera firme y comenzaban a alejarse. Los que aún quedaban ahí se encargaban de que nadie de los que estaban para “defender” al viejo estuviera o vivo o consciente como para seguirles y cuando el ladrón se iba escucho un golpe cerca de donde se hallaba; su mirada fue a posarse al sitio de donde venía el sonido y encontró a una persona más que con sorpresa lo miraba. Virgile, quien sabía que no debía asesinar a nadie pero tampoco dejar testigos avanzo en dirección a quien se atrevía a espiarles, lo que debía proceder ahora estaba muy claro para él.