AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
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La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Tatiana, subida a la copa de un árbol en su forma de zorro, alzó sus rojas orejas peludas de pronto. Su habilidad de rastreo le había advertido que cierta persona que ya conocía se estaba aproximando a ella.
Llevaba junto a aquel pequeño lago varias horas. A cualquiera podría haberle parecido aburrido estar escondiéndose en forma hmana o correteando y subiendo a los árboles constantemente en forma zorruna... a Tanya también, pero era su trabajo, y ella era muy paciente...
Había seguido a su objetivo durante todo el día. La había observado durante sus largas horas de trabajo, se había ocultado en el parque de diversiones donde su objetivo había conversado con un vampiro, y finalmente, la había seguido hasta lo que sin duda era la mansión de dicho vampiro.
El objetivo de la misión que Skolvet le había encargado a Tatiana, y sólamente a ella, era Maia Roham... Maia era una gitana adivina, que por este motivo, había atraído la atención de cierto personaje que...
Tatiana interrumpió el curso de sus pensamientos, que la llevaban inevitablemente hacia el momento en el que le habían encargado aquella misión que la convertía en secuestradora, puesto que su objetivo estaba muy cerca, cada vez más cerca... No podía permitirse perderlo. Llevaba demasiados días siguiendo sus movimientos, y sin saberlo, yendo allí, la gitana le había regalado el momento perfecto: aún no había amanecido, estaba en un lugar bastante solitario, y su objetivo debía estar terriblemente cansado tras tantas horas de ir de arriba para abajo.
Tanya llevaba tanto tiempo como ella despierta y activa, sólo que la rusa tenía bastante más aguante que la gente común, sin contar con el hecho de que se había limitado prácticamente a permanecer inmóvil observando a su objetivo.
Tatiana bajó velozmente de la copa del árbol, aunque no tan rápido como para inquietar a su objetivo. Seguramente, la gitana la miraría y pensaría: vaya, qué susto, pero no es más que un zorro inofensivo... Pero no era así.
La rusa permaneció alerta, rondando el árbol del que se acababa de bajar, y clavó sus ojillos de zorro en Maia Roham... Muy pronto, la atraparía como un zorro a un indefenso conejo... Ya estaba cerca, sólo tenía que esperar unos minutos más para el momento perfecto... Y esperó...
Llevaba junto a aquel pequeño lago varias horas. A cualquiera podría haberle parecido aburrido estar escondiéndose en forma hmana o correteando y subiendo a los árboles constantemente en forma zorruna... a Tanya también, pero era su trabajo, y ella era muy paciente...
Había seguido a su objetivo durante todo el día. La había observado durante sus largas horas de trabajo, se había ocultado en el parque de diversiones donde su objetivo había conversado con un vampiro, y finalmente, la había seguido hasta lo que sin duda era la mansión de dicho vampiro.
El objetivo de la misión que Skolvet le había encargado a Tatiana, y sólamente a ella, era Maia Roham... Maia era una gitana adivina, que por este motivo, había atraído la atención de cierto personaje que...
Tatiana interrumpió el curso de sus pensamientos, que la llevaban inevitablemente hacia el momento en el que le habían encargado aquella misión que la convertía en secuestradora, puesto que su objetivo estaba muy cerca, cada vez más cerca... No podía permitirse perderlo. Llevaba demasiados días siguiendo sus movimientos, y sin saberlo, yendo allí, la gitana le había regalado el momento perfecto: aún no había amanecido, estaba en un lugar bastante solitario, y su objetivo debía estar terriblemente cansado tras tantas horas de ir de arriba para abajo.
Tanya llevaba tanto tiempo como ella despierta y activa, sólo que la rusa tenía bastante más aguante que la gente común, sin contar con el hecho de que se había limitado prácticamente a permanecer inmóvil observando a su objetivo.
Tatiana bajó velozmente de la copa del árbol, aunque no tan rápido como para inquietar a su objetivo. Seguramente, la gitana la miraría y pensaría: vaya, qué susto, pero no es más que un zorro inofensivo... Pero no era así.
La rusa permaneció alerta, rondando el árbol del que se acababa de bajar, y clavó sus ojillos de zorro en Maia Roham... Muy pronto, la atraparía como un zorro a un indefenso conejo... Ya estaba cerca, sólo tenía que esperar unos minutos más para el momento perfecto... Y esperó...
- OFF:
- Tú postea tranquila, que esto era para ponerme en situación... tras tu post, empezará la acción... O.O
Tatiana Volkov- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/03/2013
Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
La sorpresa me abrumó cuando descubrí que afuera todavía no amanecía del todo. Ciertamente, el horizonte iba bañándose de la luz rosada de la madrugada, y suponía que para un vampiro, sería suficiente luz solar para quemar su piel de porcelana. No quería comprobarlo. Las horas con Hero Jaejoong pasaban de prisa, volaban y se despedían con una de sus sonrisas, o siendo muy afortunada, con la caricia de sus manos sobre mi cabello; nunca me había enamorado, y sin duda no estaba enamorada de Hero, pero era lo más cercano que había sentido jamás. Me entristecía el temor y la distancia que él profesaba a los gitanos, pero quizás por eso mismo, me sentía agradecida de poder haber pasar toda una noche en su compañía, disfrutando su charla, sus expresiones, un par de caricias y, sobre todo, sus sonrisas cálidas. Estaba terriblemente cansada cuando alcanzaba el sendero que había afuera de la propiedad, no muy lejos del lago; mis pies dolían y mis hombros lloriqueaban de rigor, pero mi sonrisa permanecía sobre mis labios como si no conociera el cansancio.
Cada paso que daba en paralelo al lago me parecía un logro extenuante. Afuera hacía frío, si bien no tanto como había hecho durante la noche en el parque. Todavía quedaba mucho por recorrer entre aquella zona apartada y la plaza donde solía tomar mis descansos. No tenía un lugar propio, pero conseguía medios para descansar, ya fuese en habitaciones rentables de las tabernas, o en alguna caravana no muy tradicional. Esperaba tener suerte ese día y tener la oportunidad de dormir todo el día.
Me sentí un poco incomoda de pronto, como si alguna parte de mi cuerpo, inalcanzable para mis manos, estuviese picando. Era más bien un olor en el ambiente, o un sonido peculiar. Miré por todos lados y nada sospechoso se mostró ante mí. Seguramente sería mi imaginación de nuevo. La visión que había tenido hacía unas horas seguía siendo el centro de mis pensamientos. Para alguien que supiera que tales visiones no podían ser cambiadas de ningún modo, era un tema a tratar con urgencia. Mientras caminaba pensé en el tipo de significado que podía tener; gritos, angustia y una fuerte pelea, era lo más reconocible de la visión. Verme a mi misma amordazada había sido impactante, pero había llegado a ver cosas peores.
― Tal vez solo te estás complicando tu sola. ― me repliqué a mi misma en voz baja, cuando iba pasando al lado de un gran árbol. ― Si fuese algo cercano, ya algo habría indicado que… ― me detuve en seco al notar la pequeña y astuta figura de una criatura con pelaje rojizo. Un zorro. Se veía paciente y sigiloso, como cualquier otro que hubiese visto, pero también había algo diferente… en su aura. Había visto esa aura antes, con mi amigo más reciente. Un cambiaformas. No estaba segura por qué, o que significaba la presencia de un cambiaformas ahí, pero me apresuré en una carrera hasta el final del sendero. El viento frío arremetió contra mi rostro, el cual golpeó mi rostro cuando choqué contra la pared de un callejón sin salida. Maldición.
Cada paso que daba en paralelo al lago me parecía un logro extenuante. Afuera hacía frío, si bien no tanto como había hecho durante la noche en el parque. Todavía quedaba mucho por recorrer entre aquella zona apartada y la plaza donde solía tomar mis descansos. No tenía un lugar propio, pero conseguía medios para descansar, ya fuese en habitaciones rentables de las tabernas, o en alguna caravana no muy tradicional. Esperaba tener suerte ese día y tener la oportunidad de dormir todo el día.
Me sentí un poco incomoda de pronto, como si alguna parte de mi cuerpo, inalcanzable para mis manos, estuviese picando. Era más bien un olor en el ambiente, o un sonido peculiar. Miré por todos lados y nada sospechoso se mostró ante mí. Seguramente sería mi imaginación de nuevo. La visión que había tenido hacía unas horas seguía siendo el centro de mis pensamientos. Para alguien que supiera que tales visiones no podían ser cambiadas de ningún modo, era un tema a tratar con urgencia. Mientras caminaba pensé en el tipo de significado que podía tener; gritos, angustia y una fuerte pelea, era lo más reconocible de la visión. Verme a mi misma amordazada había sido impactante, pero había llegado a ver cosas peores.
― Tal vez solo te estás complicando tu sola. ― me repliqué a mi misma en voz baja, cuando iba pasando al lado de un gran árbol. ― Si fuese algo cercano, ya algo habría indicado que… ― me detuve en seco al notar la pequeña y astuta figura de una criatura con pelaje rojizo. Un zorro. Se veía paciente y sigiloso, como cualquier otro que hubiese visto, pero también había algo diferente… en su aura. Había visto esa aura antes, con mi amigo más reciente. Un cambiaformas. No estaba segura por qué, o que significaba la presencia de un cambiaformas ahí, pero me apresuré en una carrera hasta el final del sendero. El viento frío arremetió contra mi rostro, el cual golpeó mi rostro cuando choqué contra la pared de un callejón sin salida. Maldición.
- Spoiler:
- Jajajaja Me lo imagino. Dame una buena pelea, Tatiana, aunque no sea una batalla muy violenta, me gustan las persecusiones~
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Tatiana sintió todo su cuerpo en tensión. Observó todos los movimientos de la gitana; parecía extrañamente nerviosa, miraba a todas partes, y finalmente, comenzó a hablar sola.
La rusa estaba inquieta también. Presentía algo, como un cambio en el ambiente; llevar tantos años en su trabajo le había ayudado a desarrollar una especie de instinto que le resultaba extremadamente útil. Cuando su objetivo calló en mitad de una frase y se paró en seco, un estremecimiento le recorrió la columna vertebral.
Supo de inmediato que la gitana sospechaba algo. Pero Tatiana no estaba dispuesta a dejarla escapar. La recompensa iba a ser demasiado grande, y la espera había sido demasiado larga.
Cuando la gitana comenzó a correr, la rusa sonrió para sí. Dejó su forma de zorro y se convirtió en una persona... con el rostro totalmente pintado, emulando a un lobo. Se lo había hecho un amigo que afirmaba que, en la confusión, su víctima sería incapaz de distinguir bien los rasgos de su rostro; y de hecho, era más práctico que una máscara... mejor no dejar ningún cabo suelto, nunca se sabía por dónde iba a salir una gitana.
Tatiana no necesitaba estar transformada para ser más veloz que una humana. Siguió a su objetivo por el sendero, ya sin preocuparle lo más mínimo que se diera cuenta de lo que ocurría... ya era tarde...
La rusa tuvo que contener una carcajada inoportuna al darse cuenta de que la gitana se había metido, ella solita, en un callejón sin salida.
Lo que quedaba de su tarea seguramente sería muy sencillo. Sólo tenía que amordazarla e inmovilizarla... Tatiana sacudió levemente la cabeza, y se aproximó a su objetivo hasta quedar a un metro de ella, aunque asegurándose de bloquearle la salida con su cuerpo; no era tonta, aprendía de sus errores, y la última vez que se había acercado demasiado, le habían arrebatado el arma... así que esta vez tendría más cuidado.
-¿Adónde escaparrr tú ahorrra?-inquirió con su fuerte acento. Sabía que era una temeridad, pero no pudo evitarlo.- ¿Kuda?-repitió, en ruso, el "adónde".
Se aproximó un poco más, y con un movimiento demasiado veloz para ser humano, dio un salto hacia delante y trató de agarrarle las muñecas a la gitana. Era el primer paso; si conseguía sujetarle las muñecas, todo sería el doble de fácil. La rusa tenía demasiada fuerza para que su objetivo pudiera escapar impune; era capaz de destrozarle los huesos de la muñeca con un gesto perfectamente calculado, pero no pensaba hacerlo... aunque, si la atrapaba, de unas marcas dolorosas no se libraría...
La rusa estaba inquieta también. Presentía algo, como un cambio en el ambiente; llevar tantos años en su trabajo le había ayudado a desarrollar una especie de instinto que le resultaba extremadamente útil. Cuando su objetivo calló en mitad de una frase y se paró en seco, un estremecimiento le recorrió la columna vertebral.
Supo de inmediato que la gitana sospechaba algo. Pero Tatiana no estaba dispuesta a dejarla escapar. La recompensa iba a ser demasiado grande, y la espera había sido demasiado larga.
Cuando la gitana comenzó a correr, la rusa sonrió para sí. Dejó su forma de zorro y se convirtió en una persona... con el rostro totalmente pintado, emulando a un lobo. Se lo había hecho un amigo que afirmaba que, en la confusión, su víctima sería incapaz de distinguir bien los rasgos de su rostro; y de hecho, era más práctico que una máscara... mejor no dejar ningún cabo suelto, nunca se sabía por dónde iba a salir una gitana.
Tatiana no necesitaba estar transformada para ser más veloz que una humana. Siguió a su objetivo por el sendero, ya sin preocuparle lo más mínimo que se diera cuenta de lo que ocurría... ya era tarde...
La rusa tuvo que contener una carcajada inoportuna al darse cuenta de que la gitana se había metido, ella solita, en un callejón sin salida.
Lo que quedaba de su tarea seguramente sería muy sencillo. Sólo tenía que amordazarla e inmovilizarla... Tatiana sacudió levemente la cabeza, y se aproximó a su objetivo hasta quedar a un metro de ella, aunque asegurándose de bloquearle la salida con su cuerpo; no era tonta, aprendía de sus errores, y la última vez que se había acercado demasiado, le habían arrebatado el arma... así que esta vez tendría más cuidado.
-¿Adónde escaparrr tú ahorrra?-inquirió con su fuerte acento. Sabía que era una temeridad, pero no pudo evitarlo.- ¿Kuda?-repitió, en ruso, el "adónde".
Se aproximó un poco más, y con un movimiento demasiado veloz para ser humano, dio un salto hacia delante y trató de agarrarle las muñecas a la gitana. Era el primer paso; si conseguía sujetarle las muñecas, todo sería el doble de fácil. La rusa tenía demasiada fuerza para que su objetivo pudiera escapar impune; era capaz de destrozarle los huesos de la muñeca con un gesto perfectamente calculado, pero no pensaba hacerlo... aunque, si la atrapaba, de unas marcas dolorosas no se libraría...
- OFF:
- Me lo has puesto muy fácil, ¿no? xD. Pero veremos lo que podemos hacer... si intentas escapar, habrá pelea...
Tatiana Volkov- Cambiante Clase Alta
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
No me sorprendió encontrar una figura humana a la contraluz del callejón. Más no esperaba que se tratara de una mujer. Daba por sentado que su transformación en zorro no era un simple adorno, y que sus sentidos como tal serían tan astutos y calculadores que como los del animal. Sentía la respiración dolorosamente acelerada, inhalando desesperada el aire frío de la mañana. Mis piernas parecían querer desmoronarse en cualquier momento, pero por la mirada de aquella mujer, sabía que se der cogida, algo malo me esperaría. Tragué con cierto esfuerzo y amargura. En pocos segundos, la tenía casi sobre mí, a una distancia peligrosa.
Ni siquiera pensé en moverme, solo lo hice.
Mi instinto fue mi salvación cuando mis manos se desplazaron a los lados, como si fuese un movimiento de baile. Si me atrapaba, no tendría fuerza suficiente para liberarme. Dios, si existía, sabía que la idea de ser enjaulada me daba tanta repulsión y miedo como el temor de los gadjos a perecer en el infierno. Me las ingenié para derrapar contra el suelo, sin importar el dolor que afligía a mis pies; rodeé a la cambiaformas lo suficiente y, como un acto de absoluto riesgo, pisé su espalda, escalé por sus hombros y trepé por encima de aquel muro de piedra fría. Cuando caí del otro lado pude sentir los latidos de mi corazón en mi garganta, pero no me detuve. Escapé como un gato viejo y cansado, con el puro instinto de supervivencia. La sangre golpeaba mis sienes con violencia mientras intentaba buscar una ruta menos despejada. No dejaría que me atraparan bajo ninguna circunstancia.
― Si tan solo mis pies tuviesen la fuerza de mi corazón. ― gemí con la voz ronca cuando me topé con la enorme ciudad. Faltaba aun un trecho de camino para estar bajo la protección de los callejones, corredores y escondites que proporcionaba la abundante París. Nunca me había sentido tan cansada.
Gemí de gratitud cuando encontré un maduro y firme roble, rodeado de otros arboles de copas tupidas. Trepé como una ardilla hasta ocultarme en las ramas más altas. No estaba segura de que la mujer de acento ruso no me hubiese seguido, pero correr más hacia el centro de la ciudad resultaba una tarea imposible. Tomé el aire fresco de entre las hojas con dificultad, y miré mis desastrosos pies que ahora, además de sucios, estaban sangrando. Perfecto.
Ni siquiera pensé en moverme, solo lo hice.
Mi instinto fue mi salvación cuando mis manos se desplazaron a los lados, como si fuese un movimiento de baile. Si me atrapaba, no tendría fuerza suficiente para liberarme. Dios, si existía, sabía que la idea de ser enjaulada me daba tanta repulsión y miedo como el temor de los gadjos a perecer en el infierno. Me las ingenié para derrapar contra el suelo, sin importar el dolor que afligía a mis pies; rodeé a la cambiaformas lo suficiente y, como un acto de absoluto riesgo, pisé su espalda, escalé por sus hombros y trepé por encima de aquel muro de piedra fría. Cuando caí del otro lado pude sentir los latidos de mi corazón en mi garganta, pero no me detuve. Escapé como un gato viejo y cansado, con el puro instinto de supervivencia. La sangre golpeaba mis sienes con violencia mientras intentaba buscar una ruta menos despejada. No dejaría que me atraparan bajo ninguna circunstancia.
― Si tan solo mis pies tuviesen la fuerza de mi corazón. ― gemí con la voz ronca cuando me topé con la enorme ciudad. Faltaba aun un trecho de camino para estar bajo la protección de los callejones, corredores y escondites que proporcionaba la abundante París. Nunca me había sentido tan cansada.
Gemí de gratitud cuando encontré un maduro y firme roble, rodeado de otros arboles de copas tupidas. Trepé como una ardilla hasta ocultarme en las ramas más altas. No estaba segura de que la mujer de acento ruso no me hubiese seguido, pero correr más hacia el centro de la ciudad resultaba una tarea imposible. Tomé el aire fresco de entre las hojas con dificultad, y miré mis desastrosos pies que ahora, además de sucios, estaban sangrando. Perfecto.
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Si Tatiana fuera más joven e inexperta, la forma en que su objetivo se escabulló de su agarre hubiera provocado que un estremecimiento de rabia le recorriera todo el cuerpo. Pero la rusa estaba curtida en mil batallas, y por ello, sólo un breve brillo de ira se reflejó en sus ojos.
De hecho, el siguiente movimiento de la gitana fue tan imprevisto y tan acertado que, si hubiera tenido tiempo para ello, Tanya hubiera sentido una pequeña punzada de orgullo y respeto por aquella (no tan) desconocida. Sin embargo, la cambiaformas no tuvo tiempo para nada; en su mente sólo existía una necesidad: atrapar a su objetivo; el resto, se perdía en el mar embravecido que era su mente en aquellos instantes, esperando pacientemente para resurgir en otro momento más oportuno.
Tatiana apenas se detuvo unos instantes, antes de alejarse del muro y saltarlo tras correr unos metros a toda velocidad. Se le ocurrió, demasiado tarde, que si se hubiera transformado, habría podido saltarlo más fácilmente, y la caída habría sido más suave.
Y a pesar de su rapidez, la maldita gitana se le había escapado. Tanya contuvo un aullido lleno de ira, más propio de un lobo que de un ser humano, y se limitó a pensar velozmente... no tardó demasiado en ocurrírsele otra idea: tenía que utilizar su habilidad de rastreo; si su objetivo se encontraba en un radio de veinte metros, la encontraría. Y tuvo suerte.
Siguió su instinto, y tras unos metros, sintió a la gitana muy, muy cerca... estaba allí, sin duda alguna... Pero a su lado sólo había... ¡árboles! Al principio, Tatiana simuló haber encontrado a su objetivo, pero no tenía ganas de alargar demasiado el teatrillo; ya lo había hecho una vez, y la gitana se le había escapado.
De nuevo, se convirtió en zorro (aunque sospechaba que pronto tendría que dejar de hacerlo, porque comenzaba a sentirse cansada de tanta transformación), y subió como una flecha el árbol en el que había sentido a su objetivo. Y allí estaba.
Tatiana casi hubiera sonreído. Dudaba que la gitana pudiera escapársele de nuevo... aunque la última vez había pensado igual y lo había conseguido a pesar de todo...
La rusa era una mujer precavida, así que, por si acaso, volvió a su forma humana, y se quedó mirando a su objetivo unos instantes, sin sentir piedad, ni nada más que un fuerte instinto de atarla y amordazarla para finalizar aquella etapa de su misión; y entonces, se lanzó sobre ella, esperando que fuera el último forcejeo...
De hecho, el siguiente movimiento de la gitana fue tan imprevisto y tan acertado que, si hubiera tenido tiempo para ello, Tanya hubiera sentido una pequeña punzada de orgullo y respeto por aquella (no tan) desconocida. Sin embargo, la cambiaformas no tuvo tiempo para nada; en su mente sólo existía una necesidad: atrapar a su objetivo; el resto, se perdía en el mar embravecido que era su mente en aquellos instantes, esperando pacientemente para resurgir en otro momento más oportuno.
Tatiana apenas se detuvo unos instantes, antes de alejarse del muro y saltarlo tras correr unos metros a toda velocidad. Se le ocurrió, demasiado tarde, que si se hubiera transformado, habría podido saltarlo más fácilmente, y la caída habría sido más suave.
Y a pesar de su rapidez, la maldita gitana se le había escapado. Tanya contuvo un aullido lleno de ira, más propio de un lobo que de un ser humano, y se limitó a pensar velozmente... no tardó demasiado en ocurrírsele otra idea: tenía que utilizar su habilidad de rastreo; si su objetivo se encontraba en un radio de veinte metros, la encontraría. Y tuvo suerte.
Siguió su instinto, y tras unos metros, sintió a la gitana muy, muy cerca... estaba allí, sin duda alguna... Pero a su lado sólo había... ¡árboles! Al principio, Tatiana simuló haber encontrado a su objetivo, pero no tenía ganas de alargar demasiado el teatrillo; ya lo había hecho una vez, y la gitana se le había escapado.
De nuevo, se convirtió en zorro (aunque sospechaba que pronto tendría que dejar de hacerlo, porque comenzaba a sentirse cansada de tanta transformación), y subió como una flecha el árbol en el que había sentido a su objetivo. Y allí estaba.
Tatiana casi hubiera sonreído. Dudaba que la gitana pudiera escapársele de nuevo... aunque la última vez había pensado igual y lo había conseguido a pesar de todo...
La rusa era una mujer precavida, así que, por si acaso, volvió a su forma humana, y se quedó mirando a su objetivo unos instantes, sin sentir piedad, ni nada más que un fuerte instinto de atarla y amordazarla para finalizar aquella etapa de su misión; y entonces, se lanzó sobre ella, esperando que fuera el último forcejeo...
Tatiana Volkov- Cambiante Clase Alta
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Apenas conseguía recordar la suave caricia de Hero en mi cabello, su mirada gentil y su sonrisa inocente. Aun siendo vampiro, era la persona más pura que había conocido jamás, y él ni siquiera lo sabía. Quizás podría no volver a verlo. La idea me humedeció los ojos, e hizo temblar cada musculo de por si adolorido de mi cuero, arrancándome un leve jadeo. No, no debía llorar, por nada del mundo debía sucumbir al pánico y al abandono. Estaba una situación que no era poco común para mi gente, y tampoco me extrañaría descubrir que tipo de persona podía interesarse en mi, siendo que no llevaba encima ni un solo franco. El dolor en mi garganta fue disminuyendo lo suficiente para poder respirar profundamente; me llevé los pliegues de mi falda verde al rostro y limpié cualquier signo de debilidad. Debía pensar, aun si la posibilidad fuese mínima, que aun podía salir de esta; debía conservar una esperanza de que mi libertad no sería cortada como las alas de un colibrí, que volvería a ver a Hero y que descubriría sus secretos más íntimos.
Sonreí, angustiada de mi ingenuidad.
Antes de siquiera poder exhalar una vez más, el aire se cortó y ni mi instinto pudo salvarme del peso de aquella persona. No sabía si venía de abajo o de arriba, o si había premeditado la caída, solo sabía que por segunda vez en menos de diez horas, estaba cayendo de un árbol. En esta ocasión, una persona de complexión delgada cayó sobre mi, quitándome el aliento. Escuché un horroroso crujir, y un agudo dolor se apoderó de mi tobillo. El deseo de llorar volvió a embriagarme como una bebida dura.
― ¡Aléjate! ¿Qué quieres de mí, sadji? ― me sorprendí a mi misma gimiendo esas palabras en romaní, no con miedo, no buscando piedad o lástima, sino pronunciando cada sílaba con rabia y frustración. ― ¡No tengo fuerza suficiente para matarte en este mismo momento, zorra asquerosa! Pero te lo aseguro, oh si... ― escupí un poco de sangre al suelo caliente.― En cuanto recupere fuerzas, te haré lamentar haberme perseguido de esta forma. ¡Xulpa!
No era propio de mi insultar, pero confiaba en que importara poco el hecho de que una gitana soltara insultos durante el día en la antigua lengua romaní. Sin embargo... tenía el cuerpo deshecho. No podía retorcerme más de lo que haría una oveja moribunda, ni patalear más que una vieja cansada. Estaba atrapada, y aun con el conocimiento de que podría ser peor, mi estúpido instinto gitano me llevó a escupir directo a la cara de aquella maldita rusa.
Sonreí, angustiada de mi ingenuidad.
Antes de siquiera poder exhalar una vez más, el aire se cortó y ni mi instinto pudo salvarme del peso de aquella persona. No sabía si venía de abajo o de arriba, o si había premeditado la caída, solo sabía que por segunda vez en menos de diez horas, estaba cayendo de un árbol. En esta ocasión, una persona de complexión delgada cayó sobre mi, quitándome el aliento. Escuché un horroroso crujir, y un agudo dolor se apoderó de mi tobillo. El deseo de llorar volvió a embriagarme como una bebida dura.
― ¡Aléjate! ¿Qué quieres de mí, sadji? ― me sorprendí a mi misma gimiendo esas palabras en romaní, no con miedo, no buscando piedad o lástima, sino pronunciando cada sílaba con rabia y frustración. ― ¡No tengo fuerza suficiente para matarte en este mismo momento, zorra asquerosa! Pero te lo aseguro, oh si... ― escupí un poco de sangre al suelo caliente.― En cuanto recupere fuerzas, te haré lamentar haberme perseguido de esta forma. ¡Xulpa!
No era propio de mi insultar, pero confiaba en que importara poco el hecho de que una gitana soltara insultos durante el día en la antigua lengua romaní. Sin embargo... tenía el cuerpo deshecho. No podía retorcerme más de lo que haría una oveja moribunda, ni patalear más que una vieja cansada. Estaba atrapada, y aun con el conocimiento de que podría ser peor, mi estúpido instinto gitano me llevó a escupir directo a la cara de aquella maldita rusa.
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Al fin, Tatiana había conseguido atrapar a la gitana. Había sido dura de pelar, sin duda; bastante para ser poco más que una humana, y sin embargo, eso no le había servido para escapar de la rusa. Qué triste... para algunos.
Tanya, por su parte, estaba bastante complacida consigo misma. Por eso mismo tardó unos instantes en darse cuenta del crujido que había sonado repentinamente. ¿Qué demonios...? Hizo una rápida evaluación mental de los hechos: dudaba que el hueso que había crujido (pues sin duda había sido un hueso), fuera el que fuera, estuviera en tan mal estado como para que la gitana no pudiera moverse por sí misma... Bueno, en realidad, aunque le estuviera colgando una extremidad de un simple tendón, Tatiana pretendería que la gitana caminara sin emitir ni un quejido.
Tampoco los insultos de la gitana (por otra parte, totalmente merecidos, aunque no a juicio de la cambiaformas) molestaron a la rusa lo más mínimo. Estaba forjada en las rocas más duras y los hielos más fríos de Rusia, eso estaba claro. Además, no era la primera vez, ni sería la última, que alguien reaccionaba de aquella forma a alguna de sus misiones.
Así que, sencillamente, la rusa se limitó a sacar lentamente una gruesa y resistente cuerda, sin apartarse en ningún momento de la gitana, y tras atrapar sus manos, comenzó a atárselas tras la espalda con firmeza pero sin excesiva fuerza, aunque sin importarle si ella se resistía o no.
Lo que Tatiana ya no pudo ignorar fue que la gitana le escupiera en la cara. Aquello fue demasiado. No había perdido tanto tiempo con ella para que le escupiera en la cara; le daba igual que aquel secuestro le asustara o le enfureciera: era la misión de Tanya, y pensaba llevarla a cabo. Así que miró a la gitana con ojos llameantes y le dio una bofetada... y eso fue prácticamente toda su venganza; tampoco tenía tiempo ni ganas para ensañarse.
-Callarrr de una vez.-se limitó a exigir con voz dura, mientras se limpiaba con la manga, tratando de no mostrar repugnancia.- Si tú volverrr a hacerrr eso, castigo serrr mucho, mucho peorrr... y yo limpiarrrme con tu venda. Así que pensarrrlo bien.
Tatiana sacó la venda negra ya nombrada y tapó los ojos de la gitana. Le daba igual si se ponía a gritar, por lo que no pensaba ponerle ninguna mordaza; al fin y al cabo, allí estaban demasiado lejos para que nadie la oyera. Y quizás podría incluso resultar entretenida.
La rusa agarró a su víctima atada y con los ojos vendados, y la guió a lo que sería su "hogar" durante el tiempo que fuera necesario. Era una especie de refugio subterráneo, no muy profundo, en el bosque; un miembro de su organización lo había encontrado por pura casualidad algunas semanas atrás. El lugar sólo había necesitado algo de camuflaje y algunas puertas con cerraduras fuertes para convertirse en algo muy práctico para ciertas misiones... como aquella.
Tanya enlazó con más firmeza aún el brazo de la gitana con el suyo, como dos buenas amigas paseando por el bosque, y con la mano libre buscó la llave de la puerta.
-Prrronto estarrr en tu nuevo hogarrr y poderrr descansarrr...-aunque no especificó durante cuánto tiempo.- Si tú saberrr comporrrtarrr, yo quitarrrte la venda. Si no, yo dejarrr que tú darrr golpes a ciegas contrrra parrredes hasta morrrirrr.
Tanya, por su parte, estaba bastante complacida consigo misma. Por eso mismo tardó unos instantes en darse cuenta del crujido que había sonado repentinamente. ¿Qué demonios...? Hizo una rápida evaluación mental de los hechos: dudaba que el hueso que había crujido (pues sin duda había sido un hueso), fuera el que fuera, estuviera en tan mal estado como para que la gitana no pudiera moverse por sí misma... Bueno, en realidad, aunque le estuviera colgando una extremidad de un simple tendón, Tatiana pretendería que la gitana caminara sin emitir ni un quejido.
Tampoco los insultos de la gitana (por otra parte, totalmente merecidos, aunque no a juicio de la cambiaformas) molestaron a la rusa lo más mínimo. Estaba forjada en las rocas más duras y los hielos más fríos de Rusia, eso estaba claro. Además, no era la primera vez, ni sería la última, que alguien reaccionaba de aquella forma a alguna de sus misiones.
Así que, sencillamente, la rusa se limitó a sacar lentamente una gruesa y resistente cuerda, sin apartarse en ningún momento de la gitana, y tras atrapar sus manos, comenzó a atárselas tras la espalda con firmeza pero sin excesiva fuerza, aunque sin importarle si ella se resistía o no.
Lo que Tatiana ya no pudo ignorar fue que la gitana le escupiera en la cara. Aquello fue demasiado. No había perdido tanto tiempo con ella para que le escupiera en la cara; le daba igual que aquel secuestro le asustara o le enfureciera: era la misión de Tanya, y pensaba llevarla a cabo. Así que miró a la gitana con ojos llameantes y le dio una bofetada... y eso fue prácticamente toda su venganza; tampoco tenía tiempo ni ganas para ensañarse.
-Callarrr de una vez.-se limitó a exigir con voz dura, mientras se limpiaba con la manga, tratando de no mostrar repugnancia.- Si tú volverrr a hacerrr eso, castigo serrr mucho, mucho peorrr... y yo limpiarrrme con tu venda. Así que pensarrrlo bien.
Tatiana sacó la venda negra ya nombrada y tapó los ojos de la gitana. Le daba igual si se ponía a gritar, por lo que no pensaba ponerle ninguna mordaza; al fin y al cabo, allí estaban demasiado lejos para que nadie la oyera. Y quizás podría incluso resultar entretenida.
La rusa agarró a su víctima atada y con los ojos vendados, y la guió a lo que sería su "hogar" durante el tiempo que fuera necesario. Era una especie de refugio subterráneo, no muy profundo, en el bosque; un miembro de su organización lo había encontrado por pura casualidad algunas semanas atrás. El lugar sólo había necesitado algo de camuflaje y algunas puertas con cerraduras fuertes para convertirse en algo muy práctico para ciertas misiones... como aquella.
Tanya enlazó con más firmeza aún el brazo de la gitana con el suyo, como dos buenas amigas paseando por el bosque, y con la mano libre buscó la llave de la puerta.
-Prrronto estarrr en tu nuevo hogarrr y poderrr descansarrr...-aunque no especificó durante cuánto tiempo.- Si tú saberrr comporrrtarrr, yo quitarrrte la venda. Si no, yo dejarrr que tú darrr golpes a ciegas contrrra parrredes hasta morrrirrr.
Tatiana Volkov- Cambiante Clase Alta
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
"Tu ves lo que ellos nunca ven. Te daría el cien por cien. Me conoces... y ya no hay temor. Todo un mundo durmiendo y yo sigo soñando. ¿Por qué sus palabras susurran mentiras que nunca creeré?"
El agudo dolor en mi pie fue sofocado temporalmente por el impactante y violento manotazo que había recibido contra la mejilla, haciéndome girar la cabeza, desplazando el ardor del pómulo a los tendones del cuello. ¡Ay! Me había mordido la lengua. Por un breve momento, creí que el obsequio de la inconsciencia llegaría a mí, pero en lugar de eso, experimenté se atada y arrastrada sin piedad alguna, todo, con total consciencia del dolor y el cansancio. Moverme era imposible, e incluso gemir se convertía en un verdadero martirio. Atrapada en un cuerpo humano y frágil, con cada centímetro de piel ardiendo de aflicción.
― ¿A donde... m..me... llevas? ― conseguí susurrar, tal vez demasiado bajo para que ella o alguien más pudiera escucharme. No sabía cual sería mi destino, ni tampoco cuanto tiempo tardaría en mostrarse ante mis ojos; solo sabía que sería un lugar donde no pudiera escapar tan fácilmente, donde algo o alguien me mantuviese presa. La advertencia de la rusa me erizó la piel de horror, porque aunque sus palabras no eran lo suficientemente malas como otras que había escuchado por ahí, su tono mordaz era suficiente para saber lo mucho que disfrutaría torturarme.
Aunque los transigentes pudiesen imaginar que se trataba de un juego bizarro, vulgar y de mal gusto, no encontraba manera de hacerles ver la realidad. ¿Cómo hacerlo con la garganta reseca y los pulmones cansados? Imaginé a Hero de pie, frente a mí, con una expresión de reprobación por mi falta de energía. "¡Intenta gritar!", me habría reprendido con seguridad, pero temía no poder complacerlo. Para mi sorpresa, aunque sin sollozos, las lágrimas corrieron de nuevo por mi rostro, bajo la tela que me cubría la visión. Hero. Hero. Hero. Por dios... no volvería a verlo.
― Te lo suplico... ― exclamé casi sin voz, haciendo lo posible por mantener el ritmo de sus pasos. ― No le digas a nadie que he llorado.
Sabía a ciencia cierta que mis deseos, para aquella mujer, serían tan valiosos como una pieza de oro para un animal, inservible y estorbosa. Para mí lo era todo. Necesitaba saber que, de no salir de esa, nadie sabría que había mostrado tanta debilidad. Mucho menos Hero, u Odette. No debían saber nada del asunto. Después de todo... ya había causado demasiada tristeza.
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Tatiana se dio cuenta demasiado tarde, justo después de hacerlo en realidad, de que quizás la bofetada no hubiera sido tan moderada como había pensado. Al fin y al cabo, ella era más fuerte de lo normal, mientras que su objetivo... Maia, por qué no llamarla de una vez por su nombre... era poco más que una humana.
No era la primera vez que se percataba de ello, pero continuaba repugnándole la fragilidad de ciertos seres. En momentos como aquellos, y siempre de hecho, agradecía tremendamente ser cambiaformas.
Tanya ni siquiera había visto a la gitana llorar. Estaba demasiado ocupada buscando el refugio al que debía ir, y además, los sentimientos de aquella mujer le importaban bastante poco. Volvió a sentir cierta repugnancia: las lágrimas eran otra forma de debilidad, y una bastante patética, además.
Sin embargo, que le suplicara que no se lo contara a nadie fue algo sorprendente para la rusa. Le hizo pensar que quizás sí que tenía algo de dignidad. Así que hizo lo que, para ella, era todo un favor... a su manera, claro.
-¿Tú crrrerrr que poderrr perrrmitirrrme perrrderrr tiempo hablando de tus llorrriqueos? ¡No serrr estúpida!-gruñó.
Finalmente, encontró la llave de la primera puerta del refugio, y tras entrar y cerrarla de nuevo, guió a Maia hasta una estancia algo más pequeña, vacía por el momento y sin ventanas.
Cerró la puerta tras ella, y soltó finalmente el brazo de la gitana, para colocarse tras ella y quitarle la venda que le cubría los ojos con un gesto veloz.
Se preguntó durante un instante si sería mejor dejarla sola durante unas cuantas horas para que sucumbiera a la locura y se arrastrara por su libertad, pero decidió enseguida que no tendría sentido hacerla sufrir porque sí; la rusa odiaba las acciones inútiles. Mejor sería ser paciente y... sí, compasiva, dentro de lo posible... antes de tratar de sonscarle nada.
Así que se detuvo frente a Maia, con los brazos cruzados y una expresión adusta que encajaba a medias con las palabras que le siguieron:
-Bien, dobro pozhalovat, bienvenida a tu nuevo hogarrr.-dijo sarcásticamente.- Ahorrra serrr tu momento: soltarrr todas tus crrríticas, peticiones y prrreguntas, si es que tenerrr. ¡Perrro no hacerrrme perrrderrr tempo!-exigió impetuosamente.- Vamos.
No era la primera vez que se percataba de ello, pero continuaba repugnándole la fragilidad de ciertos seres. En momentos como aquellos, y siempre de hecho, agradecía tremendamente ser cambiaformas.
Tanya ni siquiera había visto a la gitana llorar. Estaba demasiado ocupada buscando el refugio al que debía ir, y además, los sentimientos de aquella mujer le importaban bastante poco. Volvió a sentir cierta repugnancia: las lágrimas eran otra forma de debilidad, y una bastante patética, además.
Sin embargo, que le suplicara que no se lo contara a nadie fue algo sorprendente para la rusa. Le hizo pensar que quizás sí que tenía algo de dignidad. Así que hizo lo que, para ella, era todo un favor... a su manera, claro.
-¿Tú crrrerrr que poderrr perrrmitirrrme perrrderrr tiempo hablando de tus llorrriqueos? ¡No serrr estúpida!-gruñó.
Finalmente, encontró la llave de la primera puerta del refugio, y tras entrar y cerrarla de nuevo, guió a Maia hasta una estancia algo más pequeña, vacía por el momento y sin ventanas.
Cerró la puerta tras ella, y soltó finalmente el brazo de la gitana, para colocarse tras ella y quitarle la venda que le cubría los ojos con un gesto veloz.
Se preguntó durante un instante si sería mejor dejarla sola durante unas cuantas horas para que sucumbiera a la locura y se arrastrara por su libertad, pero decidió enseguida que no tendría sentido hacerla sufrir porque sí; la rusa odiaba las acciones inútiles. Mejor sería ser paciente y... sí, compasiva, dentro de lo posible... antes de tratar de sonscarle nada.
Así que se detuvo frente a Maia, con los brazos cruzados y una expresión adusta que encajaba a medias con las palabras que le siguieron:
-Bien, dobro pozhalovat, bienvenida a tu nuevo hogarrr.-dijo sarcásticamente.- Ahorrra serrr tu momento: soltarrr todas tus crrríticas, peticiones y prrreguntas, si es que tenerrr. ¡Perrro no hacerrrme perrrderrr tempo!-exigió impetuosamente.- Vamos.
Tatiana Volkov- Cambiante Clase Alta
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Algunas personas dicen que cuando el dolor se vuelve intenso, es una buena señal. Significa que uno está vivo, que su cuerpo tiene suficiente fuerza para sentir el dolor. Cuando el cuerpo lo pierde, y siente un intenso entumecimiento, uno puede saber que está muriendo. Yo no conseguía decidir si estaba medio viva o medio muerta. Sabía que no tenía ninguna herida profunda, o como dirían los médicos modernos, ninguna hemorragia interna. Sin embargo, había algo en mi cuerpo y en mi alma, que me alarmaban del peligro, de que algo iba terriblemente mal. El cansancio se había desvanecido, dejando solo una sensación de claustrofobia y salvajismo.
Muy tarde, cuando pensé que podía volver a escapar, me encontré encerrada en un lugar horrible. No podía verlo, pero saber que era un lugar cerrado y oscuro era suficiente para sentirme enferma. Para mi sorpresa, mi violenta secuestradora aceptó no hablar de mis lágrimas, aunque su manera de decírmelo no fue del todo amable. Reprimí el llanto con éxito, hasta sentir las mejillas secas. Me removí, cuando la venda fue removida de mi rostro y mis ojos pudieron acostumbrarse a la oscuridad. No estaba tan mal. Escuché atenta la advertencia de aquella mujer, y de inmediato mis cejas se fruncieron.
― Bueno... ― tuve que aclararme la garganta al escuchar mi propia voz tan ronca y áspera. ― Quisiera saber... ¿por qué estoy aquí? ― había mucho que no sabía, pero algo de lo que estaba segura, es que suplicar no serviría de nada. Me quité el resto de las lágrimas secas y levanté la mirada. ― ¿Por qué me has secuestrado?
Muy tarde, cuando pensé que podía volver a escapar, me encontré encerrada en un lugar horrible. No podía verlo, pero saber que era un lugar cerrado y oscuro era suficiente para sentirme enferma. Para mi sorpresa, mi violenta secuestradora aceptó no hablar de mis lágrimas, aunque su manera de decírmelo no fue del todo amable. Reprimí el llanto con éxito, hasta sentir las mejillas secas. Me removí, cuando la venda fue removida de mi rostro y mis ojos pudieron acostumbrarse a la oscuridad. No estaba tan mal. Escuché atenta la advertencia de aquella mujer, y de inmediato mis cejas se fruncieron.
― Bueno... ― tuve que aclararme la garganta al escuchar mi propia voz tan ronca y áspera. ― Quisiera saber... ¿por qué estoy aquí? ― había mucho que no sabía, pero algo de lo que estaba segura, es que suplicar no serviría de nada. Me quité el resto de las lágrimas secas y levanté la mirada. ― ¿Por qué me has secuestrado?
- Spoiler:
- Lamento haber tardado tanto y que esté tan cortito. Estoy teniendo problemas con el internet xDu
Yuna Rutledge- Gitano
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Re: La Zorra, la Cenicienta, y el secuestro {Maia Roham}
Mi paseo por aquel bosque habia durado mas de lo habitual y estaba saliendo el sol...
-Por todos los humanos buenorros del mundo ¿donde me meto?.
En ese momento vi a dos personasuna de ellas iba con los ojos vendadosy la otra parecia casi arrastrarla, la otra aparto unas hojas y levanto una trampilla por la que desaparecieron... era mi unica salvacion frente a la llameante luz solar con lo cual me meti dentro detras de ellas con el sigilo propio de mi raza, si me descubrian bastaba con detallar mi problema... aunque tuve curiosidad por saber que hacia esas dos personas en ese bosque perdido de la mano de Dios... con lo cual las segui hasta que se metieron en un cuarto y cerraron la puerta me acerque por si podia oir algo detras de la puerta, no distingui nada claramente pero no parecen muy amigables...
-Por todos los humanos buenorros del mundo ¿donde me meto?.
En ese momento vi a dos personasuna de ellas iba con los ojos vendadosy la otra parecia casi arrastrarla, la otra aparto unas hojas y levanto una trampilla por la que desaparecieron... era mi unica salvacion frente a la llameante luz solar con lo cual me meti dentro detras de ellas con el sigilo propio de mi raza, si me descubrian bastaba con detallar mi problema... aunque tuve curiosidad por saber que hacia esas dos personas en ese bosque perdido de la mano de Dios... con lo cual las segui hasta que se metieron en un cuarto y cerraron la puerta me acerque por si podia oir algo detras de la puerta, no distingui nada claramente pero no parecen muy amigables...
Kairi Ireland- Vampiro Clase Alta
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