AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Moradores En Las Sombras [Azazel]
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Moradores En Las Sombras [Azazel]
“El destino es el que baraja las cartas,
pero nosotros somos los que jugamos”
William Shakespeare
pero nosotros somos los que jugamos”
William Shakespeare
Habían pasado varias semanas desde mi llegada a París, y cada día en la capital parisina era un día lleno de sorpresas, donde cada vez más aprendía un poco más sobre la ciudad. Me había perdido entre sus calles muchas veces al principio de mi estancia, y poco a poco me había ido quedando en donde estaba cada lugar, y el camino que debía de tomar para poder llegar. Había descubierto que en París había lugares muy bonitos que fueron una grata sorpresa, y que se convertirían en mi refugio particular cada vez que tuviera algún problema y quisiera evadirme de todo.
En Japón, donde vivía, tenía varios sitios a los que acudía cada vez que algún problema se presentaba y necesitaba estar a solas. Uno, en particular, era en la rivera de un pequeño río, donde había una pradera inmensa repleta de flores. La pradera tenía un desnivel llegando hacia el río que hacía que el terreno estuviera algo en desnivel… pero era uno de mis lugares favoritos. Había distribuida por toda la pradera grandes árboles que daban una sombra reconfortante y refrescante, donde podías tumbarte bajo ella en los días de verano, huyendo del sol y del calor.
Otro de los lugares preferidos que solía visitar era la playa. Un lugar que me traía buenos recuerdos de cuando era pequeña y solía llevarme mi padre… había descubierto que en París había una playa, y ya me había acercado un par de veces a dejarme maravillar por su cálida arena, su brisa marina… y el suave susurro de las olas, mecidas por la mar.
Me sorprendió, gratamente, cuando oí hablar al señor Ishikawa sobre la laguna y, mi curiosidad, afloró rápidamente con la clara intención de visitarla. Tenía que ir a ese lugar, era una persona a la que le gustaba demasiado la naturaleza… mucho más que la ciudad en sí. Quizá fuera porque donde vivía a pesar de las evidentes expansiones de las ciudades, todo estaba envuelto y rodeado por naturaleza; ríos, bosques, praderas, playas… todo cuanto podía recordar de mi ciudad eran los paisajes, lo verde de los bosques… quizás por eso necesitase un lugar donde sentir que estaba, en cierto modo, allí.
Sin perder más el tiempo decidí que debía de visitar la laguna sin falta, y como el tiempo era algo que en París me sobraba… decidí que iría en ese momento a ver la laguna. La señora Ishikawa me miraba de reojo mientras preparaba en una cesta algo para tomar una vez llegara allí, sintiendo que aunque no se atreviera a decirme nada, estaba segura de que no compartía la misma idea que yo.
Una vez tuve todo preparado y tras escuchar que llevara cuidado y que regresara pronto por parte de la señora Ishikawa, puse rumbo a la laguna.
Había tardado algo más en llegar de lo esperado, había tenido que preguntar un par de veces para llegar hasta allí y… finalmente, aquí estaba. Los casi cuarenta y cinco minutos que tardé de más en llegar valieron la pena totalmente. No había visto casi nada y nada más entrar ya me había quedado prendada del lugar; los árboles grandes y frondosos y la espesura era lo primero que te encontrabas al entrar. Decidida a recorrer algo más y aprovechando que era todavía de tarde me di el lujo de dar un pequeño paseo por los alrededores. Debido a la cantidad de árboles que había los rayos del sol se colaban débilmente entre los árboles, creando haces de luz que hacían juego con el color del bosque, haciendo que todo fuera más etéreo, mucho más místico.
Finalmente llegué hasta donde se encontraba el lago donde el sol era mucho más visible ya que no habían tantos árboles a su alrededor. Decidí que era el momento de tomar algo de lo que me habían preparado, y cuando encontré un lugar cómodo saqué una pequeña manta y, rodeada por la tranquilidad que se podía respirar en el ambiente, comencé a sacar las cosas disfrutando del momento. Aquel sitio era lo que andaba buscando, un lugar repleto de paz y tranquilidad rodeado por naturaleza. Me quedé en aquel lugar más tiempo del que hubiera pensando en un principio, porque cuando me quise dar cuenta ya estaba oscureciendo… y no quería perderme en aquel lugar.
-¡Shimatta*! –dije mientras recogía las cosas y las volvía a meter en la cesta, sacudí algunas hojas que se habían quedado en la tela azul del kimono que llevaba y me apresuré a salir del lugar para no perderme en la oscuridad. ¿Cómo había sido tan despreocupada, y no me había dado cuenta del tiempo? Maldije interiormente por no haberme dado cuenta de ello, y recé para que pudiera salir sin perderme por aquel lugar. No sabía porqué pero tenía el presentimiento de que, si me quedaba aquella noche, algo extraño iba a suceder… y no quería tentar al destino.
*Shimmata: Maldición
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2015
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
La noche había caído en París, yo ya había despertado y conmigo mi apetito. No quedaría mucho tiempo en la ciudad así que decidí darme una vuelta por aquellos rincones que no suelo visitar bastamente, como el Teatro de mis coleguillas vampiros, uno de ellos me paso una entrada con un susurro en la mente “os vais a divertiros mucho”, quizás la verdad tenía tiempo desde aquella bruja que no me divertía como una persona ya sea hombre o mujer, tomé aquella invitación para deleitarme con el sacrificio de una joven inocente a la vista de muchos estúpidos mortales, era un favor todo aquellos que hacíamos los vampiro.
Al entrar los miles de aromas muertos y unos que otros vivos, que ha sido invitados por vampiros para deleite de sus ojos sobre los actos más crueles ¡bah que sabrá ellos de lo que es la crueldad si solo vivid de miserias! Suelto al aire molesto por ver con que naturalidad pueden ser llevados al abismo de lo absurdo, pero eso es el vampirismo la absurda vida de los demonios, hijos malditos de lucifer.
Un bostezo dejo salir sin prisas ni remordimientos al contrario con todo el gusto, Belfegor siempre es el primero en aparecerse, quizás porque no hay nada que me aburra más que ver la “dicha” de la vida mortal sin el dolor ni el sufrimiento, hasta que vislumbré un vestido ceñido y una mirada curiosa como un pajarillo que recién sale de su jaula para admirar el mundo, quizás y solo quizás ella pueda abrir todas las puertas del averno, entonces podría desatar el infierno en su cuerpo, con la sonrisa en el rostro y como un acechador pervertido decidí acercarme a la joven por detrás de ella tocando ligeramente su hombro mi mano
-Acaso vais perdida por la vida pequeñaja- esbozo en un susurro y una sonrisa con el pensamiento ¡time to act! mantengo para mi mis propios pensamientos dejando a los ojos que devoren a primera vista aquel bocado que estaba a punto de probar, lo que más anhelo, ver el dolor de las siete puertas abiertas y comenzamos:
El camino por las calles hacía más difícil mi labor, pero eso lo hacía interesante hasta que no pudiendo soportar más utilicé la tan querida persuasión para llevarla a los rincones más alejados de la fas, un lugar tranquilo en donde solo el eco de sus gritos podría hacer el vals de los demonios. La hermosa laguna, que con sus cálidas aguas dejarían la cumbre de la obra para dejarlo en un acto intermedio. Que dicha imaginarla descubierta y flotando como claras señas de ser violada y asesinada, el horror en los rostros de todos ellos, si es que se la encuentran, porque en la ciudad rondan los perros del infiernos, aquellos que se deleitan de las miserias que dejan por ahí gente como yo.
El paseo es tranquilo hasta llegar, el silencio y la calma pero aquel bocadillo no grita, no emula el dolor que deseaba, es solo un desperdicio más, no vale la pena beber más de su muslo y ni siquiera el acabar con su vida. La dejo ir con una clara orden, de olvidar mi rostro o mi falso nombre, de olvidar todo y decir que fue asaltada. La dejo ir sola de regreso quedándome a la vereda de aquel lugar tranquilo, nuevamente Belfegor aparece dejando mi cuerpo en un estado de somnolencia, aunque los sentidos se agudizan más con los ojos cerrados, y es por ello que el retumbar de un pulso tranquilo paro agitado, con la prisa característica de los mortales me despierta, el aroma de flores agitándose sensualmente en una danza erótica y y colorida me lleva de la mano a la dueña de aquellos enigmáticos aromas.
Una joven que movía todo con desesperación, ¿Qué hacía alguien como ella ahí? La sonrisa que emule no puede reflejar la éxtasis que sentí al ver a otra palomilla perdida de su nido, con sigilo me acerqué –Vaya, que sorpresa, se encuentra bien señorita, ¿acaso está perdida?– mentía vilmente con una fachada de caballerosidad, al menos eso para que el corderito confíe y pueda devorarlo con calma, como me gusta, con el eco de sus gritos muy en alto, una mentira de las tantas que el diablo hace –Permítame ayudarla señorita, no es recomendable que alguien tan bello como usted ande por aquí podrían robarle, o asaltar su pudor– extendí la mano como buena señal de “solidaridad”, solo para que la damisela se dejara tentar –Vamos, no voy a morderte– ¡no tan fuerte! Añado con la mente, con un guiño dejo la promesa de ser su “amable cuidador y protector” para la dama hasta que conozca todo lo que quizás no ha visto y que no vera porque será su perdición, para siempre.
Al entrar los miles de aromas muertos y unos que otros vivos, que ha sido invitados por vampiros para deleite de sus ojos sobre los actos más crueles ¡bah que sabrá ellos de lo que es la crueldad si solo vivid de miserias! Suelto al aire molesto por ver con que naturalidad pueden ser llevados al abismo de lo absurdo, pero eso es el vampirismo la absurda vida de los demonios, hijos malditos de lucifer.
Un bostezo dejo salir sin prisas ni remordimientos al contrario con todo el gusto, Belfegor siempre es el primero en aparecerse, quizás porque no hay nada que me aburra más que ver la “dicha” de la vida mortal sin el dolor ni el sufrimiento, hasta que vislumbré un vestido ceñido y una mirada curiosa como un pajarillo que recién sale de su jaula para admirar el mundo, quizás y solo quizás ella pueda abrir todas las puertas del averno, entonces podría desatar el infierno en su cuerpo, con la sonrisa en el rostro y como un acechador pervertido decidí acercarme a la joven por detrás de ella tocando ligeramente su hombro mi mano
-Acaso vais perdida por la vida pequeñaja- esbozo en un susurro y una sonrisa con el pensamiento ¡time to act! mantengo para mi mis propios pensamientos dejando a los ojos que devoren a primera vista aquel bocado que estaba a punto de probar, lo que más anhelo, ver el dolor de las siete puertas abiertas y comenzamos:
El camino por las calles hacía más difícil mi labor, pero eso lo hacía interesante hasta que no pudiendo soportar más utilicé la tan querida persuasión para llevarla a los rincones más alejados de la fas, un lugar tranquilo en donde solo el eco de sus gritos podría hacer el vals de los demonios. La hermosa laguna, que con sus cálidas aguas dejarían la cumbre de la obra para dejarlo en un acto intermedio. Que dicha imaginarla descubierta y flotando como claras señas de ser violada y asesinada, el horror en los rostros de todos ellos, si es que se la encuentran, porque en la ciudad rondan los perros del infiernos, aquellos que se deleitan de las miserias que dejan por ahí gente como yo.
El paseo es tranquilo hasta llegar, el silencio y la calma pero aquel bocadillo no grita, no emula el dolor que deseaba, es solo un desperdicio más, no vale la pena beber más de su muslo y ni siquiera el acabar con su vida. La dejo ir con una clara orden, de olvidar mi rostro o mi falso nombre, de olvidar todo y decir que fue asaltada. La dejo ir sola de regreso quedándome a la vereda de aquel lugar tranquilo, nuevamente Belfegor aparece dejando mi cuerpo en un estado de somnolencia, aunque los sentidos se agudizan más con los ojos cerrados, y es por ello que el retumbar de un pulso tranquilo paro agitado, con la prisa característica de los mortales me despierta, el aroma de flores agitándose sensualmente en una danza erótica y y colorida me lleva de la mano a la dueña de aquellos enigmáticos aromas.
Una joven que movía todo con desesperación, ¿Qué hacía alguien como ella ahí? La sonrisa que emule no puede reflejar la éxtasis que sentí al ver a otra palomilla perdida de su nido, con sigilo me acerqué –Vaya, que sorpresa, se encuentra bien señorita, ¿acaso está perdida?– mentía vilmente con una fachada de caballerosidad, al menos eso para que el corderito confíe y pueda devorarlo con calma, como me gusta, con el eco de sus gritos muy en alto, una mentira de las tantas que el diablo hace –Permítame ayudarla señorita, no es recomendable que alguien tan bello como usted ande por aquí podrían robarle, o asaltar su pudor– extendí la mano como buena señal de “solidaridad”, solo para que la damisela se dejara tentar –Vamos, no voy a morderte– ¡no tan fuerte! Añado con la mente, con un guiño dejo la promesa de ser su “amable cuidador y protector” para la dama hasta que conozca todo lo que quizás no ha visto y que no vera porque será su perdición, para siempre.
Azazel- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/02/2014
Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
“Mira que a veces el demonio nos engaña con la verdad,
y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes”
William Shakespeare
y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes”
William Shakespeare
Comencé a guardar todas las cosas que había metido en la cesta para pasar aquella tarde en el la laguna, había que decir que me había quedado maravillada con el lugar. En cierta forma, me recordaba a los paseos que daba con mi familia de vez en cuando, cuando las obligaciones de mí padre como defensor de uno de los señores Imperiales más importantes del país se lo permitían. Algo que no pasaba muy a menudo.
Me había dejado llevar tanto por el lugar, por las emociones y por esa tranquilidad que reinaba en el lugar que se me había echo completamente tarde. En un lugar que apenas acababa de conocer y donde, estaba segura, no vería mucho en cuando comenzara a oscurecer más… porque dudaba que la luz de la luna pudiera colarse entre aquellos frondosos árboles.
Maldije de nuevo mientras miraba hacia ambos lados intentando recordar por qué camino había llegado hasta allí, ya que no lo recordaba muy bien y para mí todo era igual, todavía no podía defenderme por aquel lugar y no quería dar un paso falso, porque podría ser que me quedara allí perdida durante toda la noche y… tenía un presentimiento sobre aquel lugar. No sabía porqué, pero algo me decía que debía de salir de allí lo antes posible. Seguramente era el miedo hablando ante la idea de quedarme en un lugar totalmente desconocido, y desconociendo qué clase de animales rondarían por aquel lugar… pero estaba convencida de que no sería la cena de ninguno de ellos, y agradecía interiormente que mi padre me hubiera enseñando artes marciales. Quizás no lograba matar al animal, y dudaba realmente que pudiera hacer, pero sí lograría algo de ventaja para poder escapar antes de meterme de lleno en la boca del lobo.
Iba a comenzar a andar tomando un camino que había decidido al azar cuando, apenas di un par de pasos, escuché una voz a mis espaldas. Aquella voz que me tomó totalmente desprevenida ya que no había oído que se acercara nadie, hizo que pegara un pequeño bote asustándome uno segundo levemente, haciendo que mi corazón comenzara a latir con demasiada rapidez. Ahogué el gemido que salió de mis labios al verme sorprendida, mientras que el hombre seguía hablando y me preguntaba si estaba perdida. Bueno, ¿acaso no era aquello evidente? Me giré para encarar al hombre que me había dado aquel susto y me quedé de cara a él, recorriéndolo con la mirada durante unos segundos hasta parar en su rostro.
Aquel joven parecía que era unos años mayor que yo, quizás pudiera rondar casi los treinta, pero se veía bastante joven. Su rostro era de facciones marcadas y notaba sus ojos que me recorría al igual que lo había echo yo. Unos ojos que llamaron mi atención durante varios segundos, encontrándolos sin saber porqué hermosos e intrigantes que me hicieron quedarme observándolos unos segundos, hasta que finalmente desperté de aquella ensoñación y relajé algo mi cuerpo, que había estado tenso desde el momento en que oí su voz a mis espaldas.
-Muchas gracias, señor. La verdad es que no sé muy bien cómo salir… -dije con una medio sonrisa, ladeando un poco la cabeza y mordiéndome el labio, como si fuera una niña pequeña a la que le habían preguntado algo sumamente difícil, y no sabía cómo contestar. Sus siguientes palabras provocaron una sensación extraña en mi vientre que no supe muy bien cómo definir, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. No me preocupaba realmente que alguien pudiera robarme, estaba segura de que podría defenderme sin ningún tipo de problema… en cuanto a “asaltar mi pudor”, como él había dicho, hizo que un sonrojo cruzara mi rostro durante unos segundos, haciendo que me mordiera más fuerte el labio y desviara mi mirada de él durante unos segundos. Me había sentido, sin siquiera proponérselo, intimidada con aquellas palabras. No es que fuera una niña pequeña pero… realmente no quería que nadie me asaltara, no si yo no lo quería tampoco.
Miré la mano que extendía delante de mí y me pregunté, durante unos segundos, si debía de cogerla o no. Era un completo extraño que acababa de conocer y, aunque no debía de fiarme por eso… realmente no quería terminar perdida en el bosque. Por lo que aún titubeando de si hacerlo o no, cogí su mano finalmente dejándome llevar mostrándole una débil sonrisa. Siempre tendría tiempo de liberarme si veía que algo no iba del todo bien.
-Soy Asura Nanami, ¿señor...? –dije recogiendo la cesta que había en el suelo mientras con su mano todavía en la mía, me acercaba más a él observándolo más de cerca. Su barba le daba un aspecto algo más mayor de lo que quizá podría ser, y dado que era algo más alto que yo, tenía que levantar mí rostro para contemplarlo a sus ojos. Me reí entre dientes ante su última frase y negué con la cabeza, mientras lo seguía por aquel lugar y aquella sensación en mi vientre no remitía- Espero que no lo haga, señor… creo que sería doloroso para mí –hice una pequeña pausa- Aunque siempre podría devolveros el golpe, no lo dudéis –Le dije sonriendo de lado. Podía parecer que era como una muñequita que si la tocabas con más fuerza de la cuenta, podía romperse. Pero no era así exactamente, y me enorgullecía tirar por el suelo esa simple y ridícula suposición. –Decidme, ¿venís mucho por este lugar? Me ha parecido maravilloso, y me gustaría explorarlo con más tiempo.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
A veces olvido lo peligrosas que resultan ser las mujeres, tan frágiles pero tan sensuales con esa mirada de inocencia que te va seduciendo a que te pierdas en los pliegues de sus cuerpos, en explorar cada curva hasta que se termine mezclando el sudor de ambos entre las manos de la muerte. Que bello rostro, que bella inocencia y pureza a la que uno puede destrozar manchando con el rojo la impoluta calma del silencio blanquecino y mortuorio. Y aquella jovencita tenía todo lo que se puede pedir en noches como estas, su sonrisa, su mirada incluso esa presión que ejecuta sobre su suave labio siendo torturado.
Realmente Belfegor se ha marchado y me ha dejado en la nada, sintiendo poco a poco las puertas del infierno temblar completamente, pero solo es el rechinar de Asmodeo el que se deja ver. Los ojos centellan al ver a aquel corderito tan sumiso y tierno que se entrega a las fauces del mismo demonio para ser devorada como un sacrificio.
Su mano lleva el pulso calmado que invita a un trago, pero debo refrenarme ante ese impulso innecesario, por el momento, sonrío al notar como su mano tiembla entre las mías, y no es para menos, un beso cual caballero le dejo en aquel dorso, un beso que solo es la cortina de mis deseos por hincar aquella piel que se oculta a la vista, bien, en eso estábamos de acuerdo, como yo era un caballero mi deber consistía en complacer a las damas que me obsequiaban con su compañía así lo haría, solo que tendríamos que jugar un doble juego, el de ella y el mío.
Sentía cada vez más presión por parte de sus palabras, cuanto más se puede ser inocente y tierno, que codicia era aquella, no es que me molestase al contrario me parecía muy pícaro de su parte y eso me deleitaba de maneras que aquella dama no podría siquiera imaginar, más cuando trajo a la imaginación de una lucha, una lucha en donde sus labios terminen abiertos y con gotas de sangre. Sonreí más ante el comentario esperando que tomara aquella cesta estorbosa más cuando sus dedos la tenían mis manos la acercaron más, la zurda recorrió la curva de su delicado cuello bajando por el hombro hasta la cintura en donde los dedos bailan en ligeros repiques
–Entonces, me estas invitando a morderte Asura, vaya que niña más atrevida y elocuente– susurro sobre su frente con la sonrisa ¡Oh pequeña no sabes cuánto deseo que me devuelvas los golpes con otros cantares! suelto su cintura extendiéndola con la mano, como si fuera un baile aquello, me resultaba gracioso pero estaba aburrido y era tiempo de diversiones. Sonrió soltando a la dama para hacer la más estúpida y sin sentido reverencia que evoca solo un saludo formal, los que prefiero son otros, pero aun así hay que mantener la treta y engaño y era hora de pensar un nombre creíble antes que dar el del hijo del demonio –A su servicio señorita Nanami, Abel Levefre para ayudarla en esta noche– una digna respresentación de un conde de las mentiras pero había algo de cierto en mis palabras, aquella noche la mujer conocería otra forma de depredadores y muchas maneras de terminar muerta, aunque regrese luego a su casa y piense que jamás paso aquello –Siempre vengo por aquí, es un lugar lleno de misterios y ciertos rumores corren por aquí, además de que me gusta pensar en esta soledad con el sonido de la naturaleza– claro que esa naturaleza es de otro tipo, pero ella no tenía que saberlo –¿quieres que te guíe? Será que tu también conoces las historias Asura, oh entonces somos amantes, amantes de historias de misterio– me acerque a ella con la sonrisa de la confianza y sinceridad, debía tener cuidado de no exagerar o la máscara se caería, tomo a su mano a dejar un beso entre los nudillos sin dejar de ver aquellos ojos que te invitan a pecar.
Realmente Belfegor se ha marchado y me ha dejado en la nada, sintiendo poco a poco las puertas del infierno temblar completamente, pero solo es el rechinar de Asmodeo el que se deja ver. Los ojos centellan al ver a aquel corderito tan sumiso y tierno que se entrega a las fauces del mismo demonio para ser devorada como un sacrificio.
Insisto, que peligrosas son las mujeres.
Su mano lleva el pulso calmado que invita a un trago, pero debo refrenarme ante ese impulso innecesario, por el momento, sonrío al notar como su mano tiembla entre las mías, y no es para menos, un beso cual caballero le dejo en aquel dorso, un beso que solo es la cortina de mis deseos por hincar aquella piel que se oculta a la vista, bien, en eso estábamos de acuerdo, como yo era un caballero mi deber consistía en complacer a las damas que me obsequiaban con su compañía así lo haría, solo que tendríamos que jugar un doble juego, el de ella y el mío.
Sentía cada vez más presión por parte de sus palabras, cuanto más se puede ser inocente y tierno, que codicia era aquella, no es que me molestase al contrario me parecía muy pícaro de su parte y eso me deleitaba de maneras que aquella dama no podría siquiera imaginar, más cuando trajo a la imaginación de una lucha, una lucha en donde sus labios terminen abiertos y con gotas de sangre. Sonreí más ante el comentario esperando que tomara aquella cesta estorbosa más cuando sus dedos la tenían mis manos la acercaron más, la zurda recorrió la curva de su delicado cuello bajando por el hombro hasta la cintura en donde los dedos bailan en ligeros repiques
–Entonces, me estas invitando a morderte Asura, vaya que niña más atrevida y elocuente– susurro sobre su frente con la sonrisa ¡Oh pequeña no sabes cuánto deseo que me devuelvas los golpes con otros cantares! suelto su cintura extendiéndola con la mano, como si fuera un baile aquello, me resultaba gracioso pero estaba aburrido y era tiempo de diversiones. Sonrió soltando a la dama para hacer la más estúpida y sin sentido reverencia que evoca solo un saludo formal, los que prefiero son otros, pero aun así hay que mantener la treta y engaño y era hora de pensar un nombre creíble antes que dar el del hijo del demonio –A su servicio señorita Nanami, Abel Levefre para ayudarla en esta noche– una digna respresentación de un conde de las mentiras pero había algo de cierto en mis palabras, aquella noche la mujer conocería otra forma de depredadores y muchas maneras de terminar muerta, aunque regrese luego a su casa y piense que jamás paso aquello –Siempre vengo por aquí, es un lugar lleno de misterios y ciertos rumores corren por aquí, además de que me gusta pensar en esta soledad con el sonido de la naturaleza– claro que esa naturaleza es de otro tipo, pero ella no tenía que saberlo –¿quieres que te guíe? Será que tu también conoces las historias Asura, oh entonces somos amantes, amantes de historias de misterio– me acerque a ella con la sonrisa de la confianza y sinceridad, debía tener cuidado de no exagerar o la máscara se caería, tomo a su mano a dejar un beso entre los nudillos sin dejar de ver aquellos ojos que te invitan a pecar.
Azazel- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/02/2014
Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
Aquel hombre estaba envuelto por un aura bastante misteriosa que podía notarla sin estar tan cerca de él, misteriosa y atrayente al mismo tiempo que me hacía pensar en todo lo que podía desvelarme aquel hombre. Había ido sola a la laguna y se me había echo de noche, era totalmente cierto, pero sin embargo parecía que no era la única que se había dejado seducir por ella pues mi acompañante parecía que iba por allí de vez en cuando, o al menos, era lo que pensaba.
Su mano entre la mía era mucho más fuerte, más grande y algo más fría como si hubiera estado expuesta a bajas temperaturas, pero no le di importancia porque en el tiempo que corríamos era normal que los cambios bruscos alteraran de forma diferente a las personas, en mí caso, pensaba que en París iba a pasar mucho más frío del que estaba pasando, pero si lo comparábamos con las temperaturas tan bajas que hacían en Japón, aquello no era nada.
Mi mano tembló en la suya cuando dejó un beso sobre el dorso de esta, de forma algo caballerosa y recogí la cesta del suelo para seguirlo y que me sacara de allí, porque no tenía mucha de idea de dónde podía quedar la salida. Lo que no me esperaba, en ningún momento, era que cuando tuve la cesta en mis manos me acercó más a él, quedando mucho más cerca, tanto que incluso podía sentir el aroma que desprendía su cuerpo por la cercanía en la que estábamos.
Una de sus manos fue a parar a mí cuello y aquello hizo que soltara un leve jadeo, sintiendo el contraste con mí piel, y un pequeño escalofrío me recorriera por el cuerpo mientras él sin ningún tipo de pudor, continuaba bajando por mi hombro hasta llegar a mí cintura, haciendo que cerrara los ojos durante unos breves segundos y notara su mano entorno a mí cintura. Abrí mis ojos para mirarlo de forma algo más fija por sus palabras, y me mordí el labio cuando habló de incitarle a morder. Aquello era un juego, ¿verdad?
-No os estoy invitando a morderme, señor, os estoy advirtiendo de que como hagáis tal cosa que sepáis que no me quedaré de brazos cruzados. Parezco delicada cual flor pero, os aseguro, que tengo espinas que pueden haceros daño –una advertencia, había sido esa maquillada de una forma bonita. Mi padre me había enseñado a defenderme muy bien y no iba a permitir que nadie me tocara, o hiciera algo más, sin mí permiso.– Soy atrevida y soy elocuente, pero incluso hasta yo sé cuando debo serlo, ¿vos no, señor? –Finalmente acabó por soltarme y le miré haciendo una leve reverencia que correspondí inclinado mí cabeza de forma algo leve, había aprendido que en París no tenían esas costumbres de mí país, y sonreí porque me había dicho por fin su nombre- Encantada, señor Levefre, habéis acudido como todo un héroe llegando en el momento oportuno –hice una pequeña pausa y lo miré de forma más curiosa- ¿Hay una rumores… sobre este lugar? Me gustaría conocerlos todos, Abel, es un lugar que ciertamente es algo misterioso y quisiera saber todo lo que entraña este lugar. Soy una persona que adora la naturaleza y por ello he estado tan tentada de venir a la laguna para conocer su encanto, he oído hablar de este lugar y no he podido resistir la tentación de visitarlo por mí propia cuenta. Menos mal que vos me habéis encontrado, porque es la primera vez que vengo y no tengo mucha idea de cómo salir de aquí –noté que se acercó más a mí y le miré a los ojos mientras él cogía mi mano de nuevo y dejaba otro beso sin dejar de mirarme- No conozco las historia, pero me encantaría que me las contras… soy una apasionada de esas cosas. Por esta noche, serás mí guía.
Su mano entre la mía era mucho más fuerte, más grande y algo más fría como si hubiera estado expuesta a bajas temperaturas, pero no le di importancia porque en el tiempo que corríamos era normal que los cambios bruscos alteraran de forma diferente a las personas, en mí caso, pensaba que en París iba a pasar mucho más frío del que estaba pasando, pero si lo comparábamos con las temperaturas tan bajas que hacían en Japón, aquello no era nada.
Mi mano tembló en la suya cuando dejó un beso sobre el dorso de esta, de forma algo caballerosa y recogí la cesta del suelo para seguirlo y que me sacara de allí, porque no tenía mucha de idea de dónde podía quedar la salida. Lo que no me esperaba, en ningún momento, era que cuando tuve la cesta en mis manos me acercó más a él, quedando mucho más cerca, tanto que incluso podía sentir el aroma que desprendía su cuerpo por la cercanía en la que estábamos.
Una de sus manos fue a parar a mí cuello y aquello hizo que soltara un leve jadeo, sintiendo el contraste con mí piel, y un pequeño escalofrío me recorriera por el cuerpo mientras él sin ningún tipo de pudor, continuaba bajando por mi hombro hasta llegar a mí cintura, haciendo que cerrara los ojos durante unos breves segundos y notara su mano entorno a mí cintura. Abrí mis ojos para mirarlo de forma algo más fija por sus palabras, y me mordí el labio cuando habló de incitarle a morder. Aquello era un juego, ¿verdad?
-No os estoy invitando a morderme, señor, os estoy advirtiendo de que como hagáis tal cosa que sepáis que no me quedaré de brazos cruzados. Parezco delicada cual flor pero, os aseguro, que tengo espinas que pueden haceros daño –una advertencia, había sido esa maquillada de una forma bonita. Mi padre me había enseñado a defenderme muy bien y no iba a permitir que nadie me tocara, o hiciera algo más, sin mí permiso.– Soy atrevida y soy elocuente, pero incluso hasta yo sé cuando debo serlo, ¿vos no, señor? –Finalmente acabó por soltarme y le miré haciendo una leve reverencia que correspondí inclinado mí cabeza de forma algo leve, había aprendido que en París no tenían esas costumbres de mí país, y sonreí porque me había dicho por fin su nombre- Encantada, señor Levefre, habéis acudido como todo un héroe llegando en el momento oportuno –hice una pequeña pausa y lo miré de forma más curiosa- ¿Hay una rumores… sobre este lugar? Me gustaría conocerlos todos, Abel, es un lugar que ciertamente es algo misterioso y quisiera saber todo lo que entraña este lugar. Soy una persona que adora la naturaleza y por ello he estado tan tentada de venir a la laguna para conocer su encanto, he oído hablar de este lugar y no he podido resistir la tentación de visitarlo por mí propia cuenta. Menos mal que vos me habéis encontrado, porque es la primera vez que vengo y no tengo mucha idea de cómo salir de aquí –noté que se acercó más a mí y le miré a los ojos mientras él cogía mi mano de nuevo y dejaba otro beso sin dejar de mirarme- No conozco las historia, pero me encantaría que me las contras… soy una apasionada de esas cosas. Por esta noche, serás mí guía.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
Será que por aquella noche podría olvidarme de todo y arrojarme a los brazos del bendito pecado de la inocencia marcada en los finos pliegues y curvas de aquella jovencita frente a mí, ¿cuántos años tendría ella? Veinte, dieciséis, quizás hasta menos o más, no importa ello en absoluto solo su piel sonrojándose lentamente mientras sus jadeos son aplacados por las manos infernales que la llevarán por miles de pecados no solo con su cuerpo si no también con su mente corrompiéndola completamente hasta que no quede más que esa expresión placentera.
La amenaza ha quedado hecha y solo es una invitación para alguien como yo ¡oh pequeña mía, si supieras lo que ese tipo de invitaciones provoca en mi cuerpo, no lo habrías hecho! Solo puedo mirarla y sonreír por lo bajo con una pequeña risilla de quien oculta algo oscuro por dentro, su mirada tan llena de fuerza y vivaz como de quien daría todo por defenderse, solo verla es excitante en todo sentido. Me acerco al peligro movido por los hilos de sus ojos y labios que me invitan a rendirme y entregarle las llaves del infierno solo por verla ahí sentada en el trono conmigo y, dejaremos el resto a la imaginación.
Tomo uno de sus mechones envolviéndolo entre mis dedos deslizando las sedosas hebras entre los falanges en una indirecta caricia aspirando su aroma que era la más tentadora de todas las especies humanas, y quien no, si la fragancia floral que despide es la más dulce, quien podría no resistirse y perder el control para probar el más bello de los manjares desde esos puntos sensibles en el cuerpo mortal –Asura, Asura, pero ¿Acaso quieres seducir a un hombre como yo? Para alguien cuyo atractivo es la naturaleza hablar de rosas con espinas solo aumenta el deseo de querer morder las espinas de la rosa hasta sangrar solo para verla adquirir otro tono, uno más salvaje y adecuado, sobre todo si la rosa es tan blanca y pura, tan fuerte y bravía como las que se ocultan en los bosques oscuros y malditos de las tierras nórdicas– suelto los largos pero finos cabellos extendiendo la mano del lobo que se disfraza de oveja para invitar al pequeño ángel a que caiga en pecado –La elocuencia se puede revestir en el atrevimiento, e incluso con una sonrisa y medias palabras podría sonar muy atrevido y no verme como un pervertido, o quizás es al revés. Además ¿Por qué guardar composturas cuando nadie más me ve? Asura, acaso no te cansas de toda la sociedad con sus reglas y parámetros de conducta que solo hacen que uno se comporte de forma aburrida y simplona. Acaso no quisieras arrojar todo eso y sentir lo opuesto, al menos por una noche– que era lo que le estaba diciendo a aquel pequeño conejito. Oh, si era el estilo de vida que llevaba el demonio que era, lástima que solo había sonado como un idiota más entre los mortales, a donde se había ido mi sonrisa. Estaba oculta tras el rostro riéndome a mis adentro por todo lo que estaba tramando
–Te podría mostrar todas esas historias, indicarte cada exacto rincón donde podrías disfrutar de vistas únicas, llevarte por los rincones más tenebroso y a la vez a los más paradisiacos, sería nuestra aventura de amantes– enarco una ceja mirándole con el rostro de la diversión y perversión que se oculta en aquellos ojos negros que poseo –Espero no serlo solo por esta noche, Asura– su nombre lo saboreo con la lengua con cada palabra haciendo el énfasis correcto al dejar escapar ese nombre –Y ya que nos tuteamos pequeña Asura, porque no nos conocemos más a fondo, por ejemplo ¿de dónde eres? No tienes acento francés, así que debes ser de muy lejos, eso y que tu cuerpo es diferente al de las francesas, españolas, italianas, no logro sacarte. No te he visto en las eventos ni privados y públicos– le tomo la mano colocándola alrededor de mi brazo comenzando el tour por aquel lugar.
Un lugar donde se espera encontrar la magia de la desolación y lujuria.
Bendito pecado inocente
La amenaza ha quedado hecha y solo es una invitación para alguien como yo ¡oh pequeña mía, si supieras lo que ese tipo de invitaciones provoca en mi cuerpo, no lo habrías hecho! Solo puedo mirarla y sonreír por lo bajo con una pequeña risilla de quien oculta algo oscuro por dentro, su mirada tan llena de fuerza y vivaz como de quien daría todo por defenderse, solo verla es excitante en todo sentido. Me acerco al peligro movido por los hilos de sus ojos y labios que me invitan a rendirme y entregarle las llaves del infierno solo por verla ahí sentada en el trono conmigo y, dejaremos el resto a la imaginación.
Tomo uno de sus mechones envolviéndolo entre mis dedos deslizando las sedosas hebras entre los falanges en una indirecta caricia aspirando su aroma que era la más tentadora de todas las especies humanas, y quien no, si la fragancia floral que despide es la más dulce, quien podría no resistirse y perder el control para probar el más bello de los manjares desde esos puntos sensibles en el cuerpo mortal –Asura, Asura, pero ¿Acaso quieres seducir a un hombre como yo? Para alguien cuyo atractivo es la naturaleza hablar de rosas con espinas solo aumenta el deseo de querer morder las espinas de la rosa hasta sangrar solo para verla adquirir otro tono, uno más salvaje y adecuado, sobre todo si la rosa es tan blanca y pura, tan fuerte y bravía como las que se ocultan en los bosques oscuros y malditos de las tierras nórdicas– suelto los largos pero finos cabellos extendiendo la mano del lobo que se disfraza de oveja para invitar al pequeño ángel a que caiga en pecado –La elocuencia se puede revestir en el atrevimiento, e incluso con una sonrisa y medias palabras podría sonar muy atrevido y no verme como un pervertido, o quizás es al revés. Además ¿Por qué guardar composturas cuando nadie más me ve? Asura, acaso no te cansas de toda la sociedad con sus reglas y parámetros de conducta que solo hacen que uno se comporte de forma aburrida y simplona. Acaso no quisieras arrojar todo eso y sentir lo opuesto, al menos por una noche– que era lo que le estaba diciendo a aquel pequeño conejito. Oh, si era el estilo de vida que llevaba el demonio que era, lástima que solo había sonado como un idiota más entre los mortales, a donde se había ido mi sonrisa. Estaba oculta tras el rostro riéndome a mis adentro por todo lo que estaba tramando
–Te podría mostrar todas esas historias, indicarte cada exacto rincón donde podrías disfrutar de vistas únicas, llevarte por los rincones más tenebroso y a la vez a los más paradisiacos, sería nuestra aventura de amantes– enarco una ceja mirándole con el rostro de la diversión y perversión que se oculta en aquellos ojos negros que poseo –Espero no serlo solo por esta noche, Asura– su nombre lo saboreo con la lengua con cada palabra haciendo el énfasis correcto al dejar escapar ese nombre –Y ya que nos tuteamos pequeña Asura, porque no nos conocemos más a fondo, por ejemplo ¿de dónde eres? No tienes acento francés, así que debes ser de muy lejos, eso y que tu cuerpo es diferente al de las francesas, españolas, italianas, no logro sacarte. No te he visto en las eventos ni privados y públicos– le tomo la mano colocándola alrededor de mi brazo comenzando el tour por aquel lugar.
Un lugar donde se espera encontrar la magia de la desolación y lujuria.
Azazel- Vampiro Clase Baja
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
No sabía realmente por qué pero algo en todo lo que él hacía y decía me invitaba de una forma sobrenatural a querer acercarme mucho más a él, mientras la parte racional relegada un poco en el olvido, me decía que tuviera cuidado. Era un joven que había aparecido de la nada y que, tenía que reconocer, que podía ser mí salvación al sacarme de la laguna puesto que yo no tenía ni idea de dónde me encontraba… pero no debía de olvidar, también, que no sabía nada de él. Y que debía de llevar cuidado, pero parecía que algo le envolvía, algo que me hacía querer acercarme a él como si fuera una polilla atraída por una llama… y no sabía hasta qué punto aquello era bueno, o era del todo malo.
Su mirada y su risa provocan un escalofrío por mí cuerpo que no puedo evitar ocultar, sintiendo como algo dentro de mí crece en forma de chispa no sabiendo si era de advertencia, o de qué era. Pero ahí estaba. Sus oscuros ojos se clavaban en los míos y durante unos segundos me quedé observándolos intentando descifrar algo más allá de su mirada… pero no consigo ver nada, y no porque fuera de noche, sino porque es como si él tuviera una barrera puesta que no dejara traspasar nada, como si hubiera un muro que lo separaba de todo. Se acerca aun más a mí y no me muevo dejando que se aproximara aún más, dándole también a entender que no le tenía miedo, y que la amenaza que había salido de mis labios no era un burdo, sino que era real.
Sus dedos se deslizan por mí pelo tomando un mechón entre estos, jugando con el y acariciándolo mientras su cercanía me abruma de sobremanera. Sus palabras hicieron que un leve sonrojo brotara en mis mejillas y me mordí el labio, porque para nada había pensado en aquello como que lo estaba seduciendo… aún me quedaba mucho por aprender sobre aquel tema y dudaba que hubiera sonado como tal. Y no pude evitarlo al escuchar sus palabras que mí cuerpo reaccionara a ellas y se encendiera… sabía muy bien de lo que estaba hablando, o creía entender qué me estaba diciendo.
-No estaba intentando seducirte, al menos, no era mí intención –no sabía qué más decirle, ¿qué podía decirle sobre aquello? No quería que notara la inexperiencia que tenía en ese aspecto, por lo que decidí callar a dar más a entender que carecía de ella. Sus dedos finalmente soltaron mí pelo y lo miré escuchando sus palabras. ¿Por qué todo lo que decía, sonaba con una razón abrumadora? Si yo le contara sobre conducta… era muy diferente la conducta que había en París, que en donde vivía- El hecho de que esté aquí es prueba suficiente de eso. Si supieras la diferencia que hay entre las conductas que uno puede observar en París, y de donde soy… os quedaríais con la de París sin duda alguna. La de allí es más… restrictiva, que la de aquí. He visto en el tiempo que llevo demasiadas conductas liberales que allí estarían prohibidas. Así que, respondiendo a su pregunta; sí, me gustaría –En París todo era más liberal y te daba mucho más margen para hacer lo que quisieras, era una de las cosas que me gustaban de la ciudad. No sentía que debía de estar tan ligada y atada a ciertas costumbres, normas y demás… Allí era mucho más libre.
Sus palabras invitándome a que lo acompañara para que me mostrara todos y cada uno de los rincones que existían eran demasiado tentadores como para rechazarlos. Amaba todas aquellas cosas y si alguien podía aportarme algo de luz no iba a rechazarlo, por mucho que sonara a locura, y por mucho que algo me dijera que debía de llevar cuidado. Dejé un leve jadeo escapar de mis labios ante sus últimas palabras y al pronunciar mí nombre de aquella manera, y al ver aquellos ojos que me miraban de aquella forma. Como si fueran algo hipnóticos y no pudieras más que hacer caso de lo que decía, y de la forma en la que te miraba. Dejé que colocara mi mano alrededor de su brazo y me dejé guiar sin poder hacer otra cosa.
-Eso es porque no soy de ninguno de esos lares, Abel. Soy de una tierra mucho más lejana, concretamente, provengo del país del sol naciente. Y, para ser más exactos aún, soy de Japón. Vine aquí con la intención de viajar y conocer mundo, otras culturas y… bueno, ya sabe a lo que me refiero –hice una leve pausa y sonreí- No pensé que me gustaría tanto París y creo que ofrece muchas cosas para una cultura como la mía… aquí soy algo más libre de lo que allí sería. En cuanto a las fiestas y demás… he asistido a pocas. No es algo que me guste demasiado y todavía tengo que acostumbrarme a esta sociedad tan diferente de la mía, ¿qué me decís de vos? –pregunté no queriendo ser demasiado entrometida.
Su mirada y su risa provocan un escalofrío por mí cuerpo que no puedo evitar ocultar, sintiendo como algo dentro de mí crece en forma de chispa no sabiendo si era de advertencia, o de qué era. Pero ahí estaba. Sus oscuros ojos se clavaban en los míos y durante unos segundos me quedé observándolos intentando descifrar algo más allá de su mirada… pero no consigo ver nada, y no porque fuera de noche, sino porque es como si él tuviera una barrera puesta que no dejara traspasar nada, como si hubiera un muro que lo separaba de todo. Se acerca aun más a mí y no me muevo dejando que se aproximara aún más, dándole también a entender que no le tenía miedo, y que la amenaza que había salido de mis labios no era un burdo, sino que era real.
Sus dedos se deslizan por mí pelo tomando un mechón entre estos, jugando con el y acariciándolo mientras su cercanía me abruma de sobremanera. Sus palabras hicieron que un leve sonrojo brotara en mis mejillas y me mordí el labio, porque para nada había pensado en aquello como que lo estaba seduciendo… aún me quedaba mucho por aprender sobre aquel tema y dudaba que hubiera sonado como tal. Y no pude evitarlo al escuchar sus palabras que mí cuerpo reaccionara a ellas y se encendiera… sabía muy bien de lo que estaba hablando, o creía entender qué me estaba diciendo.
-No estaba intentando seducirte, al menos, no era mí intención –no sabía qué más decirle, ¿qué podía decirle sobre aquello? No quería que notara la inexperiencia que tenía en ese aspecto, por lo que decidí callar a dar más a entender que carecía de ella. Sus dedos finalmente soltaron mí pelo y lo miré escuchando sus palabras. ¿Por qué todo lo que decía, sonaba con una razón abrumadora? Si yo le contara sobre conducta… era muy diferente la conducta que había en París, que en donde vivía- El hecho de que esté aquí es prueba suficiente de eso. Si supieras la diferencia que hay entre las conductas que uno puede observar en París, y de donde soy… os quedaríais con la de París sin duda alguna. La de allí es más… restrictiva, que la de aquí. He visto en el tiempo que llevo demasiadas conductas liberales que allí estarían prohibidas. Así que, respondiendo a su pregunta; sí, me gustaría –En París todo era más liberal y te daba mucho más margen para hacer lo que quisieras, era una de las cosas que me gustaban de la ciudad. No sentía que debía de estar tan ligada y atada a ciertas costumbres, normas y demás… Allí era mucho más libre.
Sus palabras invitándome a que lo acompañara para que me mostrara todos y cada uno de los rincones que existían eran demasiado tentadores como para rechazarlos. Amaba todas aquellas cosas y si alguien podía aportarme algo de luz no iba a rechazarlo, por mucho que sonara a locura, y por mucho que algo me dijera que debía de llevar cuidado. Dejé un leve jadeo escapar de mis labios ante sus últimas palabras y al pronunciar mí nombre de aquella manera, y al ver aquellos ojos que me miraban de aquella forma. Como si fueran algo hipnóticos y no pudieras más que hacer caso de lo que decía, y de la forma en la que te miraba. Dejé que colocara mi mano alrededor de su brazo y me dejé guiar sin poder hacer otra cosa.
-Eso es porque no soy de ninguno de esos lares, Abel. Soy de una tierra mucho más lejana, concretamente, provengo del país del sol naciente. Y, para ser más exactos aún, soy de Japón. Vine aquí con la intención de viajar y conocer mundo, otras culturas y… bueno, ya sabe a lo que me refiero –hice una leve pausa y sonreí- No pensé que me gustaría tanto París y creo que ofrece muchas cosas para una cultura como la mía… aquí soy algo más libre de lo que allí sería. En cuanto a las fiestas y demás… he asistido a pocas. No es algo que me guste demasiado y todavía tengo que acostumbrarme a esta sociedad tan diferente de la mía, ¿qué me decís de vos? –pregunté no queriendo ser demasiado entrometida.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
¡Crueldad, pura crueldad había en los dioses y demonios!
Su inocencia podría desarmar a cualquier hombre incluso a los más letales depredadores se dejarían llevar por esa voz de inocencia pura y real, pero lástima que yo sea ni caballero ni hombre y menos depredador, sino solo una bestia que adora y disfruta en el placer de la corrupción tanto de mente como de cuerpo, que mal que aquella pequeña no pueda salvarse de su infernal condena, pero que bien por mí que no lo haga.
Su voz realmente invita a la perdición entre los pliegues de su falda, sus ojos son como la chispa que quieres encender antes de explotar todo ¿con cuántos cuerpos no había disfrutado momentos tan íntimos como depravados? Y todos ellos ahora eran superados por el reto de aquellos ojos al imaginarlos embriagados en el placer. Sonrió caminando por el sendero de la oscuridad y perdición, apenas el claro de la luna menguante nos acompañaba y que bueno que estaba así, justo para mostrar los cambios que se cuecen en los cielos como en la tierra. Dos pasos más y estábamos más cerca de la orilla del lago, un paso en falso y ella podría caer al agua fría de aquel lugar, sería una buena idea pero, no del todo, quizás para el final, pero para evitar que arruine algo de la diversión suelto su brazo tomándola de la cintura apegándola a mi cuerpo para “resguardarla” y “protegerla”. Sonrió al ver su rostro sorprendido.
¡Demonios como adoro esas expresiones en los rostros inocentes!
Suelto el agarre disculpándome con una reverencia pero la sonrisa en mi rostro muestra que no estoy del todo arrepentido por la acción y ¿por qué debería estarlo? Si aquel cuerpo está perfecto para las ideas que pueden reaccionar con el contacto, pero obviaremos ello por las relaciones sociales; –Asura, incluso en los lugares más restrictivos de este mundo podremos romper algunas pequeñas reglas, no he visitado aun tu tierra, pero he visto en algunos lugares algunas bellas geishas cuyos cuerpos podrían encender al más beato de los sacerdotes, con sus movimientos gráciles y esa delicadeza al bailar y atender, pero ¿acaso eso no es prohibido en tu tierra? Si es así ¿por qué hay geishas? Ves, incluso en sociedades tna cerradas se puede romper algo y ser libre de una manera un poco ¿hipócrita sería?, si ya que no sería tan abiertamente y tendría que usarse la cautela, claro si pueden llevarla, porque incluso eso a veces mata a las personas– vuelve a tomar el brazo de la joven llevándola por un sendero más oscuro directo a la entrada de un pequeño bosque –Asura, a veces se coquetea y seduce sin desearlo, con una palabra, un gesto, una mirada, incluso con un poco de silencio se pude llamar la atención de alguien– no estaba mintiendo en ello, era lo mejor, la seducción sin palabras. Eso trae buenos recuerdos.
Al llegar por el sendero a los bosques su voz se vuelve más grave –Hay una historia en este bosque, se cuenta que unos amantes que se conocieron y se amaron con amor a primera vista decidieron jurarse amor eterno frente a un gran árbol que esté en el centro de este pequeño bosque, pero, cada uno debía entrar en distintos caminos y distintas horas, pero si llegaban al árbol juntos su amor sería duradero, lastimosamente nunca encontraron a la pareja, se dice que llegaron juntos y en el momento de poner su mano en el árbol este los devoró por eso ese viejo árbol está siempre humedecido por la sangre de los amantes que devora para que el amor dure– era una mentira esa historia, pero era buen momento para comenzar a hacer que la presa tuviera el mejor de los sabores, era momento para que aquella joven concibiera el elixir de su propia sangre.
Tomo su mano besando sus nudillos uno a uno, mirándole directamente a los ojos –¿Quieres entrar a conocer el gran árbol?– sabía que había un árbol y era donde mis victimas terminaban, pero no como la historia el verdadero no tenía hojas, ni frutos solo era un tronco con ramas secas –Yo vine aquí Asura para ser libre también, libre de todo y todos, para ser mi propio camino y por qué para disfrutar de todo lo que el mundo puede ofrecerme en cada individuo que conozco, ya sabes, mi padre quería que fuera sacerdote y mi madre que me casara, dos destinos me esperaban que era monstruoso, así que hui a recorrer el mundo para encontrarme a mí mismo– la verdad y la mentira, pero que se puede esperar si esa es la máscara que reviste los pecados.
Ahora el dolor, la desolación y el deseo estaba a punto de abrir las compuertas de los infiernos.
Azazel- Vampiro Clase Baja
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
Había tomado su brazo, o más bien, él había tomado mí mano posándola en su brazo y ahora me dejaba guiar de una forma totalmente ciega por él, por aquellos senderos que había en la laguna. Él decía que conocía el lugar y yo apenas había tenido tiempo para quedarme cómo era el lugar… por lo que tendría que confiar en él para salir de aquel lugar. Me arrepentía un poco de haberme metido, pero había encontrado a alguien que conocía el lugar y por el que esperaba salir de vuelta a la ciudad.
La luz de la luna apenas se colaba por el lugar y hacía que viera algo más lejano que un par de pasos delante de mí, había un sendero que era el que estábamos recorriendo pero no veía mucho más allá, por lo que tenía que dejarme llevar por la orientación de él y confiar en que supiera por donde me estaba llevando. Estuvimos andando un pequeño rato en el que mis ojos, poco a poco, se iban acostumbrando cada vez más a la oscuridad que había en el lugar pero no era suficiente para ver del todo.
Distinguí cerca de nosotros la luz del agua del claro que se reflejaba por la luz de la luna, pero no podía discernir dónde comenzaba la orilla más próxima a nosotros por lo que seguí andando cuando, de repente, sentí abandonaba mí brazo para envolver el suyo alrededor de mí cintura y pegarme a su cuerpo. Era más alto que yo y mí cabeza y rostro quedaban a la altura de su cuello. Mis manos se habían cerrado entorno a su camisa cogiéndola con fuerza y había soltado un gemido algo ahogado, fruto de la sorpresa ante su acción y su agarre.
Mis mejillas comenzaron a arder y sabía que estaban algo rojas por la vergüenza que me había dado, si no llegaba a ser que estaba él habría caído al agua sin remedio alguno, viendo que la orilla quedaba a tan solo un par de pasos de donde yo estaba. Me alejó de su cuerpo y alcé mí vista para mirarlo viendo como hacía una leve reverencia, pero en su rostro todavía surcaba una sonrisa que me hizo morderme el labio. Había estado contra su pecho el cual había sentido firme y duro cuando me acercó a él, me había envuelto con su brazo y me había hecho sentir que era mucho más pequeña de lo que aparentaba, envuelta entre sus brazos. Como si el fuera un gigante y yo una pequeña hormiga, me había visto intimidada solamente por aquella simple acción.
-Quizás tengas razón; pero en mí país no es algo que esté prohibido. Tienen prohibido verse con hombres a solas y, a diferencia de lo que la gente piensa, las Geishas lo que hacen es conversar, entretener con bailes y canciones, y te atienden cuando estás con ellas. No es nada más allá de unos protocolos, y nada tiene que ver con una relación sexual. En cierta parte ellas mismas están restringidas en ciertas cosas; no pueden tener una pareja, tienen que vivir en casas solamente con sirvientas… para mí ser Geisha, aunque lo respeto, sería encerrarme en una jaula. Son muy respetadas en mí sociedad pero eso no es vivir –dejé que cogiera de nuevo mí brazo y dejé también que tirara de mí puesto que solamente él sabría por donde debíamos de ir, y me había salvado de caer a la laguna por lo que… ¿por qué no iba a fiarme? Aunque algo dentro de mí todavía sentía que algo no cuadraba en todo aquello, y un escalofrío recorría mí cuerpo sin poder evitarlo. Me mordí el labio ante sus siguientes palabras y lo miré algo asombrada- ¿Cómo se puede seducir sin siquiera pretenderlo? -¿De verdad había hecho esa pregunta? Qué ingenua había sonado, tal como era realmente, y aparté mi vista de la suya cohibida por haber hecho tal pregunta como esa. Ahora se pensaría, de verdad, que era una completa ingenua por decirle aquello.
Parte de la vergüenza se me pasó cuando comenzó a contarme aquella historia sobre aquel árbol y los amantes, puse especial atención a ello y me quedé pensando por un momento lo que debíamos de hacer. Aunque sentía curiosidad por ver cómo era aquel árbol y si él se sabía el camino y había ido más veces no teníamos nada que perder. Sus ojos estaban fijos en los míos a la par que besaba mis nudillos cogiendo mí mano con la suya. ¿Quería? Claro que quería entrar a ver aquel árbol.
-Está bien, vayamos a ver ese gran árbol. Si dices que sabes el camino ¿qué más da si tardamos un poco más en salir? Tú eres el que guía así que, yo solamente te sigo –le sonreí y fue entonces cuando contó parte de su historia, de lo que sus padres querían que fuera, y del porqué él había salido de aquello. Suspiré, yo había tenido algo más de suerte- mis padres esperan mí regreso para el año que viene, y aunque no me lo han dicho, creo que tienen la idea de un matrimonio concertado –desvié mí vista de él durante unos segundos- Quieren asegurarse de que el linaje de la familia sigue y… por eso creo que me han concedido este pequeño viaje, porque quieren que disfrute de lo que me queda de libertad. Aunque no estoy segura de que tengan ese pensamiento en mente pero… mí padre es un hombre con influencias y, estoy segura, de que mientras no estoy allí ha comenzado a mover sus hilos. Sería una deshorna para él que su hija no se casara y quedara soltera –lo miré de nuevo- así que, en parte, yo también me fui para encontrar lo que realmente quería y me gustaba. Y no quiero volver para casarme, mucho menos, con alguien que ni siquiera conozco y del cual no estoy enamorada. Así no es la forma –negué con la cabeza- Perdona, no sé por qué te he contado esto. ¿Vamos a ver ese árbol? –pregunté aferrando su mano con una de las mías.
La luz de la luna apenas se colaba por el lugar y hacía que viera algo más lejano que un par de pasos delante de mí, había un sendero que era el que estábamos recorriendo pero no veía mucho más allá, por lo que tenía que dejarme llevar por la orientación de él y confiar en que supiera por donde me estaba llevando. Estuvimos andando un pequeño rato en el que mis ojos, poco a poco, se iban acostumbrando cada vez más a la oscuridad que había en el lugar pero no era suficiente para ver del todo.
Distinguí cerca de nosotros la luz del agua del claro que se reflejaba por la luz de la luna, pero no podía discernir dónde comenzaba la orilla más próxima a nosotros por lo que seguí andando cuando, de repente, sentí abandonaba mí brazo para envolver el suyo alrededor de mí cintura y pegarme a su cuerpo. Era más alto que yo y mí cabeza y rostro quedaban a la altura de su cuello. Mis manos se habían cerrado entorno a su camisa cogiéndola con fuerza y había soltado un gemido algo ahogado, fruto de la sorpresa ante su acción y su agarre.
Mis mejillas comenzaron a arder y sabía que estaban algo rojas por la vergüenza que me había dado, si no llegaba a ser que estaba él habría caído al agua sin remedio alguno, viendo que la orilla quedaba a tan solo un par de pasos de donde yo estaba. Me alejó de su cuerpo y alcé mí vista para mirarlo viendo como hacía una leve reverencia, pero en su rostro todavía surcaba una sonrisa que me hizo morderme el labio. Había estado contra su pecho el cual había sentido firme y duro cuando me acercó a él, me había envuelto con su brazo y me había hecho sentir que era mucho más pequeña de lo que aparentaba, envuelta entre sus brazos. Como si el fuera un gigante y yo una pequeña hormiga, me había visto intimidada solamente por aquella simple acción.
-Quizás tengas razón; pero en mí país no es algo que esté prohibido. Tienen prohibido verse con hombres a solas y, a diferencia de lo que la gente piensa, las Geishas lo que hacen es conversar, entretener con bailes y canciones, y te atienden cuando estás con ellas. No es nada más allá de unos protocolos, y nada tiene que ver con una relación sexual. En cierta parte ellas mismas están restringidas en ciertas cosas; no pueden tener una pareja, tienen que vivir en casas solamente con sirvientas… para mí ser Geisha, aunque lo respeto, sería encerrarme en una jaula. Son muy respetadas en mí sociedad pero eso no es vivir –dejé que cogiera de nuevo mí brazo y dejé también que tirara de mí puesto que solamente él sabría por donde debíamos de ir, y me había salvado de caer a la laguna por lo que… ¿por qué no iba a fiarme? Aunque algo dentro de mí todavía sentía que algo no cuadraba en todo aquello, y un escalofrío recorría mí cuerpo sin poder evitarlo. Me mordí el labio ante sus siguientes palabras y lo miré algo asombrada- ¿Cómo se puede seducir sin siquiera pretenderlo? -¿De verdad había hecho esa pregunta? Qué ingenua había sonado, tal como era realmente, y aparté mi vista de la suya cohibida por haber hecho tal pregunta como esa. Ahora se pensaría, de verdad, que era una completa ingenua por decirle aquello.
Parte de la vergüenza se me pasó cuando comenzó a contarme aquella historia sobre aquel árbol y los amantes, puse especial atención a ello y me quedé pensando por un momento lo que debíamos de hacer. Aunque sentía curiosidad por ver cómo era aquel árbol y si él se sabía el camino y había ido más veces no teníamos nada que perder. Sus ojos estaban fijos en los míos a la par que besaba mis nudillos cogiendo mí mano con la suya. ¿Quería? Claro que quería entrar a ver aquel árbol.
-Está bien, vayamos a ver ese gran árbol. Si dices que sabes el camino ¿qué más da si tardamos un poco más en salir? Tú eres el que guía así que, yo solamente te sigo –le sonreí y fue entonces cuando contó parte de su historia, de lo que sus padres querían que fuera, y del porqué él había salido de aquello. Suspiré, yo había tenido algo más de suerte- mis padres esperan mí regreso para el año que viene, y aunque no me lo han dicho, creo que tienen la idea de un matrimonio concertado –desvié mí vista de él durante unos segundos- Quieren asegurarse de que el linaje de la familia sigue y… por eso creo que me han concedido este pequeño viaje, porque quieren que disfrute de lo que me queda de libertad. Aunque no estoy segura de que tengan ese pensamiento en mente pero… mí padre es un hombre con influencias y, estoy segura, de que mientras no estoy allí ha comenzado a mover sus hilos. Sería una deshorna para él que su hija no se casara y quedara soltera –lo miré de nuevo- así que, en parte, yo también me fui para encontrar lo que realmente quería y me gustaba. Y no quiero volver para casarme, mucho menos, con alguien que ni siquiera conozco y del cual no estoy enamorada. Así no es la forma –negué con la cabeza- Perdona, no sé por qué te he contado esto. ¿Vamos a ver ese árbol? –pregunté aferrando su mano con una de las mías.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
¡Sedúceme más, Seduce a la bestia hasta que no pueda excitarse más!
Cuan crueles y diabólicas son las mujeres, era algo que siempre olvidaba y aunque me repetía mucho se marchaba de mi mente cuando sus ojos los cruzaban conmigo, pero ahora no era el descaro si no la propia timidez, una que reviste y engalana de la manera más seductora. Sus sonrojos, su respiración y el latir de su corazón ¡Maldito corazón que late de esa manera! Esos nervios que me hacen gritar ¡Déjame calmarlos con mis colmillos y tus jadeos!, por más que quiera devorarla en esos momentos no se me está permitido porque aun su sangre no contiene ese sabor y al ver sus expresiones sé que llevará tiempo pero valdrá la pena. Las mejores cosas se hacen esperar.
Y realmente valía la penas, el tono de su voz al comentar su pena, quería soltar una enorme carcajada pero tuve que contener las fuerzas para no hacerlo más bien solo podía oír en mi cabeza el agitar severo de las puertas del infierno que clamaban por aquella alma. El engaño se reviste en un rostro con una mirada de completo pesar, aunque la realidad sea otra, sin importar aquella que restrinja su sociedad tiro de su muñeca apegándola a mi cuerpo, la recorro con los brazos dejando una mano en su espalda y la otra en su cabeza acariciándola, al menos así podría disimular el hecho de llevar aquella sonrisa de satisfacción y malicia de mi rostro –No debes casarte si no hay amor, lo sé mejor que nadie y es lo más doloroso que puede ocurrirte, porque cuando encuentras el amor ya es muy tarde, y por más que te convenzas a ti mismo de que te enamorarás de aquel que ahora se ha convertido en tu pareja no lo logras porque hay un resentimiento y sabor amargo en ti por el compromiso obligado que se ha llevado, lo odiarás, le mentirás incluso llegarás solo a sentirte como una aliada o amiga y nada más, te marchitarás completamente hasta que la muerte te lleve, es más lo desearás para poder ser libre– aquello que decía no era del todo una mentira, era lo que veía en ciertas mujeres que solía terminar como mi alimento, era por ello que recurrían a mí, aunque el hecho de que lo haya sufrido era el engaño, aunque no del todo, pero ello es otra historia.
El silencio de aquel lugar nos acompañó por unos instante, realmente estaba riéndome mientras estábamos abrazados, podía sentir el aroma que desprende cada ser humano, uno embriagante y diferente y ella, ella tenía un aroma muy dulce. Al contar unos minutos la separé tosiendo como mera formalidad de una disculpa vaga –Tenemos tanto que hacer y muy poco tiempo, así que ahora te haré conocer todo aquello que jamás has visto y por partida doble, tan intenso que cuando te cases no serás capaz de olvidar y es más harás de todo para volver a sentir la adrenalina de la libertad– palabras con doble sentido de promesa, lo que realmente quería decir era ¡Ven, dame tu mano para cegarte y llevarte por los laberintos del placer al darme tu sangre!, pero todo se revestía en una cálida y amistosa sonrisa.
Tome su mano contra la mía, como si fuéramos amantes, solo quería trasmitir aquella sensación de seguridad, aunque para mí era peligroso por el estado frío de mis manos lo haría pasar como algo natural. Sonreí ante su completa devoción por entregarse a mis manos, cuan descarada podría ser y cuanto más podría llegar a serlo. La lleve adentrándonos en el bosque, sabía que no existía aquel árbol, aunque había algunos antiguos donde los amantes han tallado sus nombres cerca de un enorme montículo de piedras que sirve como altar para los amantes furtivos, aunque realmente aquello era para otro tipo de sacrificios. La lleve por el sendero más oscuro y largo, para que se cansara, tirando su mano un poco para buscar el que se lastimara, había un plan para ello, y esperaba que surtiera en aquella mujer tan apetecible.
En un fingido momento jadeo como si me faltara el aire, como si estuviera corriendo desesperado por algo, hasta donde llegará mi extremo deseo de poseer aquella sangre? Ni yo mismo lo sé –¿Quieres descansar? Aunque no hay mucho tiempo quiero que lo disfrutes todo, Asura– lleve un mechón de cabello tras su oreja –Siempre hay formas de seducir a alguien sin saberlo o desearlo, al principio es tan inocente y casual que luego cuando nos damos cuenta se vuelve ya algo más consciente, aunque hay que tener cuidado de no caer en malos entendidos– un deje de amargura tiñe mi voz –Porque puedes terminar confesándote a aquella persona deseando que sean sentimientos recíprocos y luego te das cuenta que solo era de tu parte y quedas humillado y en ridículo, siendo la burla de todos y para colmo todo aquello que pensaste y deseabas se terminar por acabar, eso me ocurrió con una mujer, pensé que estaba enamorada como yo de ella, pero resulto ser que solo había sido de mi parte, al final ella me rompió el corazón y el alma y luego se llevó todo de mí, aunque debo agradecerle porque si no, hubiera terminado siendo sacerdote, gracias a ella hui de mi hogar, de todos y comencé a trabajar hasta conseguir lo que ahora tengo, ahora no dejo que nadie domine mi vida solo yo, por más poderoso que alguien sea ya no temo enfrentarlo y seguir mi camino, eso es lo que debes hacer Asura, debes crear tu camino– no podía soportar más tantas mentiras y engaños de mi parte, estaba por romper en una gran carcajada realmente, pero solo pude soltar una sonrisilla. –Es mejor conocernos ambos más, yo también no sé porque te digo estas cosas, porque te estoy contando partes de mi vida que nadie conoce, quizás sea porque eres alguien confiable Asura, si, debe ser por ello. Es mejor decirnos todo, confía en mí, además quiero conocer más de la bella dama que está frente a mí de nombre Asura–
Esto era lo más divertido que estaba ocurriendo en mi existencia
Cuan crueles y diabólicas son las mujeres, era algo que siempre olvidaba y aunque me repetía mucho se marchaba de mi mente cuando sus ojos los cruzaban conmigo, pero ahora no era el descaro si no la propia timidez, una que reviste y engalana de la manera más seductora. Sus sonrojos, su respiración y el latir de su corazón ¡Maldito corazón que late de esa manera! Esos nervios que me hacen gritar ¡Déjame calmarlos con mis colmillos y tus jadeos!, por más que quiera devorarla en esos momentos no se me está permitido porque aun su sangre no contiene ese sabor y al ver sus expresiones sé que llevará tiempo pero valdrá la pena. Las mejores cosas se hacen esperar.
Y realmente valía la penas, el tono de su voz al comentar su pena, quería soltar una enorme carcajada pero tuve que contener las fuerzas para no hacerlo más bien solo podía oír en mi cabeza el agitar severo de las puertas del infierno que clamaban por aquella alma. El engaño se reviste en un rostro con una mirada de completo pesar, aunque la realidad sea otra, sin importar aquella que restrinja su sociedad tiro de su muñeca apegándola a mi cuerpo, la recorro con los brazos dejando una mano en su espalda y la otra en su cabeza acariciándola, al menos así podría disimular el hecho de llevar aquella sonrisa de satisfacción y malicia de mi rostro –No debes casarte si no hay amor, lo sé mejor que nadie y es lo más doloroso que puede ocurrirte, porque cuando encuentras el amor ya es muy tarde, y por más que te convenzas a ti mismo de que te enamorarás de aquel que ahora se ha convertido en tu pareja no lo logras porque hay un resentimiento y sabor amargo en ti por el compromiso obligado que se ha llevado, lo odiarás, le mentirás incluso llegarás solo a sentirte como una aliada o amiga y nada más, te marchitarás completamente hasta que la muerte te lleve, es más lo desearás para poder ser libre– aquello que decía no era del todo una mentira, era lo que veía en ciertas mujeres que solía terminar como mi alimento, era por ello que recurrían a mí, aunque el hecho de que lo haya sufrido era el engaño, aunque no del todo, pero ello es otra historia.
El silencio de aquel lugar nos acompañó por unos instante, realmente estaba riéndome mientras estábamos abrazados, podía sentir el aroma que desprende cada ser humano, uno embriagante y diferente y ella, ella tenía un aroma muy dulce. Al contar unos minutos la separé tosiendo como mera formalidad de una disculpa vaga –Tenemos tanto que hacer y muy poco tiempo, así que ahora te haré conocer todo aquello que jamás has visto y por partida doble, tan intenso que cuando te cases no serás capaz de olvidar y es más harás de todo para volver a sentir la adrenalina de la libertad– palabras con doble sentido de promesa, lo que realmente quería decir era ¡Ven, dame tu mano para cegarte y llevarte por los laberintos del placer al darme tu sangre!, pero todo se revestía en una cálida y amistosa sonrisa.
Tome su mano contra la mía, como si fuéramos amantes, solo quería trasmitir aquella sensación de seguridad, aunque para mí era peligroso por el estado frío de mis manos lo haría pasar como algo natural. Sonreí ante su completa devoción por entregarse a mis manos, cuan descarada podría ser y cuanto más podría llegar a serlo. La lleve adentrándonos en el bosque, sabía que no existía aquel árbol, aunque había algunos antiguos donde los amantes han tallado sus nombres cerca de un enorme montículo de piedras que sirve como altar para los amantes furtivos, aunque realmente aquello era para otro tipo de sacrificios. La lleve por el sendero más oscuro y largo, para que se cansara, tirando su mano un poco para buscar el que se lastimara, había un plan para ello, y esperaba que surtiera en aquella mujer tan apetecible.
En un fingido momento jadeo como si me faltara el aire, como si estuviera corriendo desesperado por algo, hasta donde llegará mi extremo deseo de poseer aquella sangre? Ni yo mismo lo sé –¿Quieres descansar? Aunque no hay mucho tiempo quiero que lo disfrutes todo, Asura– lleve un mechón de cabello tras su oreja –Siempre hay formas de seducir a alguien sin saberlo o desearlo, al principio es tan inocente y casual que luego cuando nos damos cuenta se vuelve ya algo más consciente, aunque hay que tener cuidado de no caer en malos entendidos– un deje de amargura tiñe mi voz –Porque puedes terminar confesándote a aquella persona deseando que sean sentimientos recíprocos y luego te das cuenta que solo era de tu parte y quedas humillado y en ridículo, siendo la burla de todos y para colmo todo aquello que pensaste y deseabas se terminar por acabar, eso me ocurrió con una mujer, pensé que estaba enamorada como yo de ella, pero resulto ser que solo había sido de mi parte, al final ella me rompió el corazón y el alma y luego se llevó todo de mí, aunque debo agradecerle porque si no, hubiera terminado siendo sacerdote, gracias a ella hui de mi hogar, de todos y comencé a trabajar hasta conseguir lo que ahora tengo, ahora no dejo que nadie domine mi vida solo yo, por más poderoso que alguien sea ya no temo enfrentarlo y seguir mi camino, eso es lo que debes hacer Asura, debes crear tu camino– no podía soportar más tantas mentiras y engaños de mi parte, estaba por romper en una gran carcajada realmente, pero solo pude soltar una sonrisilla. –Es mejor conocernos ambos más, yo también no sé porque te digo estas cosas, porque te estoy contando partes de mi vida que nadie conoce, quizás sea porque eres alguien confiable Asura, si, debe ser por ello. Es mejor decirnos todo, confía en mí, además quiero conocer más de la bella dama que está frente a mí de nombre Asura–
Esto era lo más divertido que estaba ocurriendo en mi existencia
Azazel- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 24/02/2014
Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
Él decía que no debía de casarme por amor, algo que yo también pensaba y que no quería hacer por nada del mundo. Era joven y no quería casarme todavía, pero sabía que mí padre estaría haciendo los arreglos pertinentes para desposarme y que su linaje pudiera continuar, sería raro para una sociedad como la nuestra que no estuviera ya comprometida, por lo que aunque no estuviera allí para verlo con mis propios ojos, sabía de sobra que mí padre ya estarían tomando cartas en el asunto. No sabía por qué le había contado aquello, quizás porque contarle las cosas a un desconocido, que no sabía nada de ti, era mucho más fácil para que en cierta forma incluso no te juzgaran. O al menos era lo que pensaba.
Su agarre seguía siendo firme y se daba alguna que otra licencia que a mí me hacía sonrojarme y ponerme un poco nerviosa, no estaba acostumbrada a estar tan cerca de un hombre, al menos de uno desconocido, y eso hacía notorio el sonrojo de mis mejillas. Su mano la dejó en mí pelo como si quisiera consolarme por aquello y escuché sus palabras, suspiré cuando terminó de hablar pensando en lo que había dicho. No quería pasar por aquello, si me casaba quería que fuera por amor… pero no estaba convencida de que fuera ese el resultado que obtendría. Tosió y finalmente se separó un poco dejándome algo de espacio, asentí con la cabeza porque realmente quería ver aquel árbol y solamente él conocía el camino.
-¿Y qué es eso que vas a enseñarme? –Ya no hablaba del árbol, o al menos eso fue lo que entendí. Era una mujer a la que le gustaba descubrir mundo, París se quedaba pequeño con todo aquello que quería conocer pero también era realista, y sabía que ya había obtenido demasiado estando allí- Siempre me ha gustado sentirme libre –fue lo único que dije antes de dejar que volviera a tirar de mí para comenzar aquel camino. Andar por aquel lugar era una tarea un tanto complicada, el vestido impedía que me moviera con facilidad y el estar andando tanto tiempo con aquel calzado tampoco era demasiado bueno. Comenzaba a cansarme y por un breve segundo pensé, realmente, que no quería ver aquel árbol si tenía que pasar por todo aquello. Si hubiera ido con otro tipo de ropa y de calzado hubiera sido todo mucho más fácil, pero así era complicado y me cansaba con mayor facilidad.
Jadeé llegado un momento sintiendo que el corazón me iba más rápido por el esfuerzo que estaba haciendo y que incluso algunas pequeñas gotas se concentraban en mí frente. Cuando él paró y me pregunto si quería un descanso asentí con la cabeza, parar unos minutos para reponer fuerzas sería lo mejor. Levanté el brazo donde llevaba la cesta y saqué una pequeña petaca donde había metido agua y di un par de sorbos, sentía la boca completamente seca y le ofrecí por si quería beber, para luego guardarla en su sitio. Al levantar el rostro sentí que dejaba un mechón tras mí oreja, decía que había poco tiempo, pero necesitaba aquel pequeño descanso.
Desvié mí mirada hacia otro lado cuando dijo aquello de seducir sin darse cuenta, yo no sabía mucho de eso porque no era algo que hubiera hecho nunca, aunque sí era cierto que había un hombre que siempre me seducía, aunque lo hacía porque era su forma de ser realmente, alguien a quien le tenía aprecio realmente y que era la primera persona que había conocido al llegar. Cierto galán con una labia capaz de convencer a cualquiera que se interpusiera en su camino. Volví a mirarlo cuando me contó aquello, y me mordí el labio.
-Siento que acabara mal con aquella mujer y que no fueras correspondido –no serlo dolía bastante- Yo no he pasado por una experiencia como esa pero tampoco me gustaría hacerlo, aunque tienes razón, debo de ser quien elija mí camino, por mucho que a mí padre no le guste –me encogí levemente de hombros- Quizás me lo cuentas porque es más fácil contarle a quien no conoces, te cuesta menos, como me ha pasado a mí. No hay mucho más que contar, vine aquí porque quería conocer parte del mundo, aunque debería de volver a mí país y realmente no es algo que quiera hacer, me gusta la libertad que me da esta ciudad –muy diferente de la mía- Pero también añoro en parte mí hogar y a mí familia, es difícil estar tan lejos de ellos sin tener muchas noticias por su parte –me encogí de hombros- No sé que más decir… que tengo a alguien especial para mí y que me costaría dejar atrás. Es… bueno, es un amigo al que quiero mucho. Me gusta, pero no se trata de amor, es… atracción –me mordí el labio- Se supone que no debería de contar este tipo de cosas. ¿Qué hay de ti? Es justo que yo también sepa algo –lo miré- podemos continuar ya si quieres.
Su agarre seguía siendo firme y se daba alguna que otra licencia que a mí me hacía sonrojarme y ponerme un poco nerviosa, no estaba acostumbrada a estar tan cerca de un hombre, al menos de uno desconocido, y eso hacía notorio el sonrojo de mis mejillas. Su mano la dejó en mí pelo como si quisiera consolarme por aquello y escuché sus palabras, suspiré cuando terminó de hablar pensando en lo que había dicho. No quería pasar por aquello, si me casaba quería que fuera por amor… pero no estaba convencida de que fuera ese el resultado que obtendría. Tosió y finalmente se separó un poco dejándome algo de espacio, asentí con la cabeza porque realmente quería ver aquel árbol y solamente él conocía el camino.
-¿Y qué es eso que vas a enseñarme? –Ya no hablaba del árbol, o al menos eso fue lo que entendí. Era una mujer a la que le gustaba descubrir mundo, París se quedaba pequeño con todo aquello que quería conocer pero también era realista, y sabía que ya había obtenido demasiado estando allí- Siempre me ha gustado sentirme libre –fue lo único que dije antes de dejar que volviera a tirar de mí para comenzar aquel camino. Andar por aquel lugar era una tarea un tanto complicada, el vestido impedía que me moviera con facilidad y el estar andando tanto tiempo con aquel calzado tampoco era demasiado bueno. Comenzaba a cansarme y por un breve segundo pensé, realmente, que no quería ver aquel árbol si tenía que pasar por todo aquello. Si hubiera ido con otro tipo de ropa y de calzado hubiera sido todo mucho más fácil, pero así era complicado y me cansaba con mayor facilidad.
Jadeé llegado un momento sintiendo que el corazón me iba más rápido por el esfuerzo que estaba haciendo y que incluso algunas pequeñas gotas se concentraban en mí frente. Cuando él paró y me pregunto si quería un descanso asentí con la cabeza, parar unos minutos para reponer fuerzas sería lo mejor. Levanté el brazo donde llevaba la cesta y saqué una pequeña petaca donde había metido agua y di un par de sorbos, sentía la boca completamente seca y le ofrecí por si quería beber, para luego guardarla en su sitio. Al levantar el rostro sentí que dejaba un mechón tras mí oreja, decía que había poco tiempo, pero necesitaba aquel pequeño descanso.
Desvié mí mirada hacia otro lado cuando dijo aquello de seducir sin darse cuenta, yo no sabía mucho de eso porque no era algo que hubiera hecho nunca, aunque sí era cierto que había un hombre que siempre me seducía, aunque lo hacía porque era su forma de ser realmente, alguien a quien le tenía aprecio realmente y que era la primera persona que había conocido al llegar. Cierto galán con una labia capaz de convencer a cualquiera que se interpusiera en su camino. Volví a mirarlo cuando me contó aquello, y me mordí el labio.
-Siento que acabara mal con aquella mujer y que no fueras correspondido –no serlo dolía bastante- Yo no he pasado por una experiencia como esa pero tampoco me gustaría hacerlo, aunque tienes razón, debo de ser quien elija mí camino, por mucho que a mí padre no le guste –me encogí levemente de hombros- Quizás me lo cuentas porque es más fácil contarle a quien no conoces, te cuesta menos, como me ha pasado a mí. No hay mucho más que contar, vine aquí porque quería conocer parte del mundo, aunque debería de volver a mí país y realmente no es algo que quiera hacer, me gusta la libertad que me da esta ciudad –muy diferente de la mía- Pero también añoro en parte mí hogar y a mí familia, es difícil estar tan lejos de ellos sin tener muchas noticias por su parte –me encogí de hombros- No sé que más decir… que tengo a alguien especial para mí y que me costaría dejar atrás. Es… bueno, es un amigo al que quiero mucho. Me gusta, pero no se trata de amor, es… atracción –me mordí el labio- Se supone que no debería de contar este tipo de cosas. ¿Qué hay de ti? Es justo que yo también sepa algo –lo miré- podemos continuar ya si quieres.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 180
Fecha de inscripción : 21/11/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Moradores En Las Sombras [Azazel]
¡Tú puedes hacerlo niña, puedes hacer que las puertas del infierno se abran completamente y con la fuerza suficiente para arrastrar a todos!
Sus palabras tan inocentes y dulces solo cavaban más hondo su tumba entre mis garras, esos ojos y posturas de su cautivadora y suave presencia que no hacían otra cosa que hacer mella en mi cabeza gritándome que la tome y acabe con su sufrimiento pero no, no debía terminar así la función había que agotarla lo suficiente para que sus fuerzas no sean las que alejen y malogren mi plan. Sus manos tan delicadas y suaves que pueden pasar como las de una doncella en apuro fácilmente, pero no lo eran, había algo de seguridad en su agarre, una pizca ligera de una mujer que anhela aferrarse a su dulce sueño de libertad con uñas y dientes. ¿Cuántas veces no había encontrada a esas mujeres? Muy pocas y eran el mejor premio de todos.
La energía subía lentamente y ella era la causante de ese hervor del deseo de sangre y su cuerpo era la cúspide de ello, gruñía prácticamente por no poder arrancar las máscaras, su vestido y su piel hasta dejarla desfallecer a los ojos de la luna pidiendo la salvación de su alma pura, sus dolencias solo la mostraban de manera más agradable y apetecible. ¡oh, cuanta belleza puede haber en este mundo como el de las penas amargas contadas en el tono dulce de una voz confundida!, no hay mayor deleite que ese, pero tenía que ser cuidadoso; rechacé el tomar agua, eso no a mi no me hacía falta, y por tanto era inservible para alguien como yo, tomé su mano luego de un breve descanso, no podía dejarla tomar mucho aire y que sus pies estén bien descansados –Vamos, hay que caminar más adentro del bosque antes del amanecer, que será la hora en la que tendré que irme para trabajar, la vida de un hombre no es tan libre como quisiéramos– mentira tras mentira, engaño tras engaño en el que ella iba cayendo, tal como la tela de araña que envuelve a su presa. En mi rostro se dibuja una falsa mueca de tristeza por recuerdos que no eran míos –Amo a una mujer, pero es imposible acercarme a ella, tiene otro futuro que estar unida con un mercader como yo, para ella la grandeza es lo que le espera, y aun así la amo en secreto, pero ella solo me ve como un amigo, como alguien en quien puede depositar las dudas de su amor correspondido con otro joven ¿triste verdad?– sonríe tirando de su mano, envolviéndola entre mi brazo. Borro la supuesta tristeza mirándola de soslayo –Atracción no es amor, mi niña, Asura, sentimos atracción por animales, objetos, personas, pero no es un sentimiento tan fuerte como el amor, incluso yo siento atracción por ti Asura, por tu dulce inocencia, por la claridad de tus ojos que se muestran abiertamente– esa parte no era una mentira ni engaño, si no la realidad.
La adentré más al bosque, los arbustos que se enredan entre la ropa, así como ligeros charcos de lodo, era hora de usar la ilusión perfecta. Cree el mundo más oscuro y espeso del bosque, con sonidos guturales y extraños, sonidos que bestias desconocidas que se mezclan con garras en los árboles así como ojos antinaturales en tonos ámbar y rojizos que se muestran deseosos de devorar la inocencia de aquella criatura. Nuevamente los sonidos sonoros y roncos de bestias que se agitan contra los arbustos, el viento que se va enfriando lo suficiente para atacar el cuerpo de un humano, pero solo es la ilusión más grande que he creado, todo se vuelve más pesado para la humana, la niebla desciende envolviéndonos lentamente. Esta ilusión solo cegará los ojos de aquella humana, es parte del juego. Miro a la mujer como inquisitivo –¿Te ocurre algo, Asura?– pregunto con algo de preocupación como si no supiera la razón de ello.
Sus palabras tan inocentes y dulces solo cavaban más hondo su tumba entre mis garras, esos ojos y posturas de su cautivadora y suave presencia que no hacían otra cosa que hacer mella en mi cabeza gritándome que la tome y acabe con su sufrimiento pero no, no debía terminar así la función había que agotarla lo suficiente para que sus fuerzas no sean las que alejen y malogren mi plan. Sus manos tan delicadas y suaves que pueden pasar como las de una doncella en apuro fácilmente, pero no lo eran, había algo de seguridad en su agarre, una pizca ligera de una mujer que anhela aferrarse a su dulce sueño de libertad con uñas y dientes. ¿Cuántas veces no había encontrada a esas mujeres? Muy pocas y eran el mejor premio de todos.
La energía subía lentamente y ella era la causante de ese hervor del deseo de sangre y su cuerpo era la cúspide de ello, gruñía prácticamente por no poder arrancar las máscaras, su vestido y su piel hasta dejarla desfallecer a los ojos de la luna pidiendo la salvación de su alma pura, sus dolencias solo la mostraban de manera más agradable y apetecible. ¡oh, cuanta belleza puede haber en este mundo como el de las penas amargas contadas en el tono dulce de una voz confundida!, no hay mayor deleite que ese, pero tenía que ser cuidadoso; rechacé el tomar agua, eso no a mi no me hacía falta, y por tanto era inservible para alguien como yo, tomé su mano luego de un breve descanso, no podía dejarla tomar mucho aire y que sus pies estén bien descansados –Vamos, hay que caminar más adentro del bosque antes del amanecer, que será la hora en la que tendré que irme para trabajar, la vida de un hombre no es tan libre como quisiéramos– mentira tras mentira, engaño tras engaño en el que ella iba cayendo, tal como la tela de araña que envuelve a su presa. En mi rostro se dibuja una falsa mueca de tristeza por recuerdos que no eran míos –Amo a una mujer, pero es imposible acercarme a ella, tiene otro futuro que estar unida con un mercader como yo, para ella la grandeza es lo que le espera, y aun así la amo en secreto, pero ella solo me ve como un amigo, como alguien en quien puede depositar las dudas de su amor correspondido con otro joven ¿triste verdad?– sonríe tirando de su mano, envolviéndola entre mi brazo. Borro la supuesta tristeza mirándola de soslayo –Atracción no es amor, mi niña, Asura, sentimos atracción por animales, objetos, personas, pero no es un sentimiento tan fuerte como el amor, incluso yo siento atracción por ti Asura, por tu dulce inocencia, por la claridad de tus ojos que se muestran abiertamente– esa parte no era una mentira ni engaño, si no la realidad.
La adentré más al bosque, los arbustos que se enredan entre la ropa, así como ligeros charcos de lodo, era hora de usar la ilusión perfecta. Cree el mundo más oscuro y espeso del bosque, con sonidos guturales y extraños, sonidos que bestias desconocidas que se mezclan con garras en los árboles así como ojos antinaturales en tonos ámbar y rojizos que se muestran deseosos de devorar la inocencia de aquella criatura. Nuevamente los sonidos sonoros y roncos de bestias que se agitan contra los arbustos, el viento que se va enfriando lo suficiente para atacar el cuerpo de un humano, pero solo es la ilusión más grande que he creado, todo se vuelve más pesado para la humana, la niebla desciende envolviéndonos lentamente. Esta ilusión solo cegará los ojos de aquella humana, es parte del juego. Miro a la mujer como inquisitivo –¿Te ocurre algo, Asura?– pregunto con algo de preocupación como si no supiera la razón de ello.
Azazel- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 24/02/2014
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