En las sombras [Privado]

por **Agnes Dòmine** Mar Ene 22, 2013 6:55 pm

Inercia. A veces reaccionamos por simple inercia, si nos duele nos quejamos, si nos golpean devolvemos; todo es parte de un todo y todo tiene consecuencias, quizás muchos son daños colaterales, pero ningún tipo de acción puede no tener repercusión.

Vio cómo sus manos intentaban zafarse de su abrazo y escuchó sus uñas quebrarse al rasguñarle, sus pupilas dilatadas por el dolor y el miedo confirieron a su cuerpo la adrenalina que necesitaba, justo lo que estaba buscando; el saborear de la sangre, del terror, era quizás mucho más lo que la motivaba a continuar antes que la propia sed o el hambre. ¡Pero qué digo! Al fin y al cabo resulta ser lo mismo. Su cabello, dorado como el sol, perdía el brillo con cada gota de lluvia que caía sobre sus cabezas; sus ropas se humedecieron al instante por hallarse en un rincón libre, sin techo.

Relamió su garganta un par de veces, había perdido el sabor.

Y entonces pensó en lo que le había llevado a cometer esa imprudencia. La caza se llevó a cabo en un espacio abierto y con gente en los alrededores, un par de ojos curiosos se habían vuelto hacia el lugar en el que una joven gritó aterrorizada. Él estaba allí y la cazadora estaba segura de haber sido reconocida. Sin embargo captó algo distinto en su mirada, ¿La esperaba? ¿Cómo podía ser? Fue lo más cuidadosa que pudo en cuanto a olor y huellas, quizás la conocía demasiado. ¿¡Y cómo no hacerlo!? De todos modos, su hallazgo parecía ser reciente y en eso ella le llevaba ventaja.

La forastera pasó muchos días observándolo, estudiándolo. Su andar, su voz, su forma de hablar habían tomado un matiz... extraño en cuanto a su antigua forma de vida. Él resultaba exasperante a los ojos de la mujer y probablemente fuese lo único que conseguiría en ese momento. Pero había venido a por él y no se iría con las manos vacías. En una noche de inminente tormenta, recurrió al juego de caza para llamar su atención. No debía tardar.

El olor de su nueva presa llenó sus sentidos y se agazapó cual felino en su rincón, a la espera de que apareciese. Dòmine estaba preparada y lo prepararía a él para su juego. Suspiró, enloquecida por lo cerca que se encontraba y sus labios formaron una imperceptible sonrisa cargada de añoranza y de peligro, sobre todo de peligro. No podía ser de otra manera.

— Un paso más —siseó con los ojos cerrados.

La excitación de su pronto reencuentro sumó un grado a su impaciencia, mientras se repetía una y otra vez que, si había esperado todo ese tiempo hasta aquel momento, no debería molestarle esperar otro minuto más. Él ya estaba cerca.

— Uno más —repitió desde la oscuridad, con una fina lluvia cayendo sobre su rostro.

por **Victorio Lambert** Jue Ene 31, 2013 5:30 pm

Eso no era bueno, nada bueno. El mal presentimiento que llevaba a cuestas desde hacía unos días tarde o temprano se haría real; mis sentidos nunca se equivocaban. Y gracias a ello, tuve que dedicarme a vigilar mis espaldas en lugar de estar pendiente de Carmmine. Ahora solo podía seguirla un par de horas a la noche, me era imposible continuar teniendo esa molesta sensación de que había alguien observando tras de mi. Al principio pensé que no era yo el destinatario de dicho seguimiento, que era Carmmine y, por tanto, yo quedaba en medio. Pero no. Incluso cuando no estaba a su vera, seguía picándome algo en la espalda. Obviamente, ni hacía el gesto de voltearme para "ver"; sería estúpido pensar que quien fuera que me observaba se dejaría ver con tanta facilidad. Mis instintos no reaccionarían por alguien mundano y simple, por desgracia para mi.

Las corazonadas de que pronto tendría que encontrarme con mi observador eran cada vez más latentes y algo me decía, no sé por qué, que no era un humano. Ni un cazador. Con el fin de asegurarme esto último, me había puesto a mi mismo en situaciones propicias. Y dado que todavía estaba vivo, quedaba claro que por lo menos muerto no quería verme o de lo contrario ya lo habría si quiera intentado. Eso le habría puesto al descubierto, por otra parte, algo que también pretendía. Y los días transcurrían de esa forma. Una semana, dos semanas... Hasta los huevos estaba ya de ese juego estúpido. Nunca me había caracterizado precisamente por tener paciencia y, además, quien fuese me estaba distrayendo de mi principal objetivo. No podía permitir que nada se interpusiera entre ella y yo, no de nuevo. Con ese fin, fue que esa noche decidí ser yo quien le diera caza. Y tal vez fue una ironía del destino, una simple coincidencia o que nuestras mentes pensaron por igual, ya que esa jodida noche parecía simplemente querer darse a conocer. ¡Como si nada! Nada más salir de casa, un rastro de olor me guió hacia dónde me imaginé estaban esperándome. ¿De verdad sería pura coincidencia? Sí, tenía que serlo. Era imposible que hubiesen entrado en mi mente sin yo haberme dado cuenta; que ya no utilizase mis facultades con tanta frecuencia como antaño no significaba que me hubiese vuelto descuidado. Nada más lejos.

El olor a sangre era cada vez más fuerte y a medida que me acercaba a la callejuela de dónde provenía se intensificaba. Un grito alertó ligeramente mis sentidos. Allí estaba, de dónde provenía la esencia, tirado cual bolsa de sangre que era para nosotros el cadáver de una fémina humana. Como si fuera lo más normal del mundo. ¿Entonces, había sido uno de los míos todo este tiempo? Definitivamente, había echo aquello para llamar mi atención. Alguien que es capaz de esconderse de mi día tras día, no puede ser tan descuidado como para dejar cadáveres en medio de la ciudad. Aunque fuese un callejón, no tardarían mucho en encontrarlo. Un paso hacia la muerta, otro más. ¿Estaría por allí? Agudicé los sentidos. Y nada bueno salió de lo que capté con ellos. ― ¡Maldita sea! No me jodas que todo este tiempo has sido tú.. Agnes. Hueles como una perra en celo ― ¿Podía ser posible..? Sí, claro que podía serlo. ¡Por supuesto! De repente, todo encajaba. Después de todo, ella me conocía mejor que yo mismo y si alguien era capaz de joderme de tal forma, era ella indiscutiblemente.

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