AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Secretos en las sombras ~#Privado
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Secretos en las sombras ~#Privado
A pesar de que hubiera deseado que tardara mas en suceder, el momento se acercaba inevitablemente y el tiempo para mi estadía en París se había terminado de forma inevitable. Ahora solo me quedaba observar por la ventana, esperando llegar a dónde se suponía que me estaban esperando. Un suspiro lánguido se escapó entre mis labios, llevaba ya días metida en ese carruaje, sin mucha mas compañía que la de algunos libros y de que mi vida, a cada kilómetro que los caballos realizaban se me iba deslizando entre los dedos, perteneciéndome un poco menos a cada momento. A pesar de que en ningún momento hubiera hecho la mas mínima mención, no podía evitar pensar, una y otra vez en qué motivos podrían haber causado la mueca de desagrado de mi madre ante el anuncio que había hecho mi padre al regresar a casa. Si, era cierto, en ese momento había sentido que ya nunca nada sería lo mismo, que todo cambiaría y, a pesar de que no sabía exactitud la magnitud total de su alcance, estaba segura que no sería poco.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al percibir cómo la velocidad del carruaje disminuía hasta finalmente parar y pude observar, finalmente, la magnificencia del lugar que, a partir de hoy, iba a ser mi hogar, probablemente por el resto de mis días. No era que temiera lo que el destino pudiera depararme ni a aquello o aquel que pudiera esperarme tras las murallas del imponente castillo. No, mi preocupación no tenía nada que ver con ello si no con el hecho de que había algo que hacía que mi intuición se mantuviera alerta, vigilante. Frené mis propios pensamientos en cuando finalmente abrieron la puerta del carruaje y un mayordomo se dispuso a ayudarme a bajar y me condujo hacia el interior, dejándome a cargo del ama de llaves que se dispuso a hacerme un breve recorrido por los lugares mas “frecuentados” del lugar y la misma corte, algo que a simple vista parecía desértico, algo que quedó en evidencia en cuando pasamos cerca del vacío salón del trono en dónde terminaron tanto el paseo como sus pertinentes explicaciones tras un “milady, es usted libre de recorrer el castillo si así lo desea, antes de que, en unas horas, su majestad la reciba en la biblioteca real” e indicarme en dónde se encontraba dicha biblioteca.
A pesar de que, en las últimas palabras del ama de llaves me pareció percibir un deje de pánico, miedo ante la mención del rey. Era cierto que las menciones que había oído al respecto de la corona española no habían sido alentadoras, pero en ese momento, ni me incumbían ni podía hacer nada al respecto, pero... ahora, debido a mi compromiso, me afectaban de lleno y no sabía que pensar con exactitud. Dejando escapar un suspiro, y tras un largo tiempo vagando por los desiertos pasillos, sin nada mas que el servicio yendo y viniendo sumidos en sus propios quehaceres dirigí finalmente mis pasos hacia el que era mi destino: la biblioteca. Quizás ahí encontraría algo que me entretuviera, que mantuviera capturada mi atención mientras esperaba que llegara la hora de la entrevista antes de que fuera la hora en que tuviera que retirarme a las habitaciones dónde, se suponía, que me instalaría antes de que la boda que mi padre había acordado y pactado se llevara a cabo. Tomando un libro de una de las estanterías, tomé asiento en un butacón en una esquina alumbrado por unos cuantos candelabros, con velas encendidas, proporcionando la suficiente luz cómo para leer mientras anochecía.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al percibir cómo la velocidad del carruaje disminuía hasta finalmente parar y pude observar, finalmente, la magnificencia del lugar que, a partir de hoy, iba a ser mi hogar, probablemente por el resto de mis días. No era que temiera lo que el destino pudiera depararme ni a aquello o aquel que pudiera esperarme tras las murallas del imponente castillo. No, mi preocupación no tenía nada que ver con ello si no con el hecho de que había algo que hacía que mi intuición se mantuviera alerta, vigilante. Frené mis propios pensamientos en cuando finalmente abrieron la puerta del carruaje y un mayordomo se dispuso a ayudarme a bajar y me condujo hacia el interior, dejándome a cargo del ama de llaves que se dispuso a hacerme un breve recorrido por los lugares mas “frecuentados” del lugar y la misma corte, algo que a simple vista parecía desértico, algo que quedó en evidencia en cuando pasamos cerca del vacío salón del trono en dónde terminaron tanto el paseo como sus pertinentes explicaciones tras un “milady, es usted libre de recorrer el castillo si así lo desea, antes de que, en unas horas, su majestad la reciba en la biblioteca real” e indicarme en dónde se encontraba dicha biblioteca.
A pesar de que, en las últimas palabras del ama de llaves me pareció percibir un deje de pánico, miedo ante la mención del rey. Era cierto que las menciones que había oído al respecto de la corona española no habían sido alentadoras, pero en ese momento, ni me incumbían ni podía hacer nada al respecto, pero... ahora, debido a mi compromiso, me afectaban de lleno y no sabía que pensar con exactitud. Dejando escapar un suspiro, y tras un largo tiempo vagando por los desiertos pasillos, sin nada mas que el servicio yendo y viniendo sumidos en sus propios quehaceres dirigí finalmente mis pasos hacia el que era mi destino: la biblioteca. Quizás ahí encontraría algo que me entretuviera, que mantuviera capturada mi atención mientras esperaba que llegara la hora de la entrevista antes de que fuera la hora en que tuviera que retirarme a las habitaciones dónde, se suponía, que me instalaría antes de que la boda que mi padre había acordado y pactado se llevara a cabo. Tomando un libro de una de las estanterías, tomé asiento en un butacón en una esquina alumbrado por unos cuantos candelabros, con velas encendidas, proporcionando la suficiente luz cómo para leer mientras anochecía.
Última edición por Estefanía del Castillo el Sáb Jul 30, 2016 7:17 am, editado 2 veces
Estefanía del Castillo- Hechicero Clase Alta
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
Francia – París
España
Las lunas y soles habían pasado de buenos grados para el castillo oscuro del monarca que en cuya cabeza reposa la corona de Rey, lo que lo hace amo y señor de las tierras españolas, pero como siempre no todo es en tono de bienestar porque aquel que debería hacer el trabajo de “dios” para aquellas tierras no estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer, al contrario su trabajo comenzaba cuando la oscuridad cernía la tierra, en aquellos momentos era en los que todos veían el rostro de él así como como los cadáveres que su mayordomo principal y único “aliado” retiraba y enterraba.
Aquel hombre era el encargado de cuidar de su majestad las veinticuatro horas, y por ello fue él quien recibió la carta de una antigua, ¿error?, podría llamarse así a los pasos que había cometido su majestad luego de haber perdido toda esperanza de su familia y amor que la muerte se llevó de maneras muy trágicas sumiéndolo en un estado deplorable de devastación, en el que error tras error que iba cometiendo la vida se le sorteaba hasta llegar a lo que ahora es.
Las noticias no son del agrado de su majestad José Alfonso que con sus garras había terminado con todo lo que estaba a su paso hasta las doncellas que sin pecado se habían acercado en aquel momento. Bueno al menos la furia había desaparecido luego de una semana de recibida la noticia; ahora estaba de mejor trato.
Los días habían pasado lentos para aquellos en el castillo siniestro, las horas del día pasaban trabajando y por la noche trataban de no caer en manos de aquel que se ocultaba. Su fiel mayordomo lo recibe mientras se alista para estar a tiempo a su reunión inesperada. Puede olerle, está cerca de su propiedad y aunque aún el sol no se ha ocultado del todo esperará para darle la bienvenida correspondiente a la pequeña intrusa. Aguarda el momento perfecto para aparecer frente a ella, pero algo mejor cruza por su mente.
Abandona el castillo en completo silencio, deja su morada para encontrar en las calles de sus tierras en busca de su alimento más deseado, dejando a la invitada por horas y horas sola, al menos hasta la media noche.
La sonrisa malvada se muestra en aquel rostro manchado de sangre.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
Las horas transcurrieron lentamente, haciendo que la espera que, supuestamente no iba a ser mucha, se alargaba mas y mas hasta el punto en que incluso el sol se escondió en el horizonte, dejando el cielo oscuro y plagado de estrellas que, tal vez en otro momento hubiera admirado y observado con atención, pero que, en este momento, no tenía cabeza para ello... no cuando estaba haciendo acopio de gran parte de mi fuerza de voluntad para no desesperar, para no perder la paciencia y la calma ante la eterna espera. Soltando un suspiro resignado, finalmente cerré el libro que había tomado horas antes en el momento en que había llegado. Levantándome de dónde me encontraba, me acerqué al lugar exacto de la estantería de dónde lo había tomado y lo volví a colocar con todo el cuidado que fui capaz. Debido a que no sabía con exactitud el tiempo que aún me quedaría de espera, aunque esperara que no fuera mucho mas puesto que me sentía cansada y agotada por el viaje, empecé a caminar entre las estanterías, buscando algún otro libro en el que centrar toda mi atención en vez de estar contando los minutos y horas que pasaban sin señal alguno de vida.
Durante unos pocos minutos, me encontré paseando entre libros y mas libros, sin que ninguno me llamara particularmente me llamara la atención, mientras acariciaba distraídamente los lomos de los mismos, hasta que, finalmente, el titulo de uno de ellos llamó mi atención. Parándome delante del mismo, lo saqué cuidadosamente tras acariciar lentamente el lomo. Apenas pude observar la cubierta de éste antes de que mi visión se volviera borrosa durante unos momentos en los cuales solo pude vislumbrar sombras y figuras moviéndose pero sin que ninguna de ellas alcanzara la suficiente nitidez cómo para ver con claridad. Finalmente, las sombras se volvieron claras, nítidas mostrando un oscuro callejón, un callejón que nunca antes había visto pero que, por lo que podía suponer, tenía que ser un barrio pobre por el estado o el tipo de casas que se encontraban a un lado y otro del mismo. Durante unos momentos, solo vislumbré eso, hasta que finalmente otras siluetas aparecieron ante mis “ojos”, una cayendo al suelo, inerte y la otra, manchada de sangre y sonriendo.
Dejando escapar una sorda exclamación, el libro se deslizó entre mis dedos produciendo un sonido que me hizo salir del todo del trance en el que me encontraba. ¿Qué había pasado? Técnicamente, sabía la respuesta, lo que no comprendía era el motivo por el que había “sucedido” puesto que, hasta el momento, eso no había sucedido si no tenía algo que ver conmigo y, hasta dónde yo sabía, no conocía a ningún vampiro. Si, era cierto, conocía de su existencia, pero mi camino nunca se había cruzado con el de uno de ellos. Por un momento, cerré los ojos e intenté concentrarme en lo que había visto, intentando conseguir detalles del rostro sin éxito alguno, antes de agacharme y recoger el libro que, ésta vez, no produjo ningún efecto ni me llevó de vuelta a ese callejón. Demasiado agotada cómo para intentar ponerme a leer, lo volví a colocar en su lugar y volví al butacón mientras, sin que pudiera hacer nada para evitarlo, mi mente giraba en torno a lo que había visto, intentando sacarle o encontrarle algún sentido, algo que pudiera ayudarme a comprenderlo.
Durante unos pocos minutos, me encontré paseando entre libros y mas libros, sin que ninguno me llamara particularmente me llamara la atención, mientras acariciaba distraídamente los lomos de los mismos, hasta que, finalmente, el titulo de uno de ellos llamó mi atención. Parándome delante del mismo, lo saqué cuidadosamente tras acariciar lentamente el lomo. Apenas pude observar la cubierta de éste antes de que mi visión se volviera borrosa durante unos momentos en los cuales solo pude vislumbrar sombras y figuras moviéndose pero sin que ninguna de ellas alcanzara la suficiente nitidez cómo para ver con claridad. Finalmente, las sombras se volvieron claras, nítidas mostrando un oscuro callejón, un callejón que nunca antes había visto pero que, por lo que podía suponer, tenía que ser un barrio pobre por el estado o el tipo de casas que se encontraban a un lado y otro del mismo. Durante unos momentos, solo vislumbré eso, hasta que finalmente otras siluetas aparecieron ante mis “ojos”, una cayendo al suelo, inerte y la otra, manchada de sangre y sonriendo.
Dejando escapar una sorda exclamación, el libro se deslizó entre mis dedos produciendo un sonido que me hizo salir del todo del trance en el que me encontraba. ¿Qué había pasado? Técnicamente, sabía la respuesta, lo que no comprendía era el motivo por el que había “sucedido” puesto que, hasta el momento, eso no había sucedido si no tenía algo que ver conmigo y, hasta dónde yo sabía, no conocía a ningún vampiro. Si, era cierto, conocía de su existencia, pero mi camino nunca se había cruzado con el de uno de ellos. Por un momento, cerré los ojos e intenté concentrarme en lo que había visto, intentando conseguir detalles del rostro sin éxito alguno, antes de agacharme y recoger el libro que, ésta vez, no produjo ningún efecto ni me llevó de vuelta a ese callejón. Demasiado agotada cómo para intentar ponerme a leer, lo volví a colocar en su lugar y volví al butacón mientras, sin que pudiera hacer nada para evitarlo, mi mente giraba en torno a lo que había visto, intentando sacarle o encontrarle algún sentido, algo que pudiera ayudarme a comprenderlo.
Estefanía del Castillo- Hechicero Clase Alta
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
España
Castillo de José Alfonso de Castilla
¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde su majestad de toda España había salido a alimentarse? Horas, minutos el tiempo es tan irrelevante como el apetito insaciable de aquella bestia imparable de su majestad que a su paso va dejando un camino de migas, solo que estas no son de pan si no cuerpos inertes y sin vida de mujeres que se han atrevido a seducir al León de España; lástima que terminaron en un viejo recuerdo de algo que pudo ser mejor, pero no lo será.
Aquel que como consejero sirve a su majestad le recuerda a José Alfonso de Castilla sobre la inesperada visita que aguarda en silencio en el castillo de su alteza; pobre e inocente chica, ingenua y estúpida que no sabe en las garras de quien a caído. Cubierto con sangre y con esa cínica sonrisa accede de buen grado volver para divertirse con la atracción principal de la noche; los caballos agitados que tiran del coche hasta que de este cae otro cuerpo más que sirve como alfombra para aquellas botas elegantes y ennegrecidas como la noche y el alma del Rey.
Los pasos van resonando por los pasillos secretos del castillos hasta llegar a la habitación de José Alfonso, pero no se limita solo a cambiar de apariencia si no al de demostrar que no ha tenido conocimiento de la llegada de la mujer. Por los mismos pasillos que ha ingresado secretamente se dirige al estudio del Rey, un lugar lleno de una extensa biblioteca a la que nadie le estaba permitido asistir, era un lugar donde el Rey tomaba sus decisiones y que el polvo se ha hecho cargo de él. El mayordomo a cuenta relata el lugar de la dama siendo indicado que en unos minutos le haga saber que su majestad ha estado todo este tiempo en aquel despacho.
Sentado en su silla real, con los pies sobre el escritorio mirando por aquella ventana abierta que el viento agitaba con fuerza las cortinas en tono carmesí, así como las estanterías que le rodeaba al Rey, mientras imaginaba a su presa desangrándose sobre los libros de la biblioteca, escribiendo con aquella tinta roja el mejor final para aquellas aburridas obras.
Una sonrisa emite al caminar directo a la ventana mostrando una máscara de mentira y engaños.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
El tiempo, implacable, sigue con su curso mientras mi mente gira sin parar en torno de las imágenes que momentos antes asaltaron mi mente. Por mucho que lo intente, no soy capaz de descifrar el significado de las mismas ¿serán tal vez un mal augurio?¿una advertencia?¿algo de lo que mi instinto quiera prevenirme? No puedo saberlo con certeza y mi mente se encuentra lo suficientemente confusa cómo para no poder pensar con total claridad. Es cierto que a pesar de pertenecer al mundo que se encuentra mas allá de la concepción de la mayoría, tampoco conozco con detalle cada una de las capacidades de todos los grupos que forman parte de aquello que para la mayoría forma parte solo de los cuentos negándose a aceptar que éstos pueden resultar bastante reales. Y, siendo sincera, no puedo culparles, no cuando antes de conocer mis propias habilidades, mis propios poderes, no había creído que la magia fuera algo que existiera, algo que fuera real, de la misma manera que había creído que criaturas cómo lo eran los hombres lobo, los vampiros y los cambiantes también formaban parte de las leyendas, las fábulas y las historias populares... hasta que había visto la verdadera realidad.
Sumida en mis pensamientos, me sobresalté en el momento en que oí la puerta abrirse y abrí los ojos de repente, buscando el origen del sonido. Finalmente, mis ojos se fijaron en el mayordomo, acercándose a dónde me encuentro antes de notificarme que, finalmente, el rey iba a recibirme y que me conduciría hasta dónde se encontraba. Sin decir nada, fruncí el ceño de forma imperceptible mientras me levantaba y alisaba la falda de mi vestido antes de seguirle hacia una puerta ante la cual me dejó sola. Tomando una respiración profunda, golpeé con delicadeza y permanecí quieta y en silencio hasta que oí una voz que me decía que entrara. La puerta se abrió con facilidad, a pesar de que apenas la había tocado, con un leve chirrido que puso de nuevo mis sentidos alerta: sabía que, pasara lo que pasara a continuación, mi vida ya nunca iba a ser tal y como la conocía; e involuntariamente, me vi deseando volver a un lugar en dónde siempre me había sentido fuera de lugar.
Ante la imagen que me recibió en el interior, me mordí ligeramente el labio mientras una multitud de preguntas surcaban mi mente con velocidad ¿había estado aquí todo ese tiempo?¿acaso me estaba poniendo a prueba? A pesar de que la parte mas curiosa de mi deseaba saber las respuestas, la parte lógica se impuso antes de que dijera algo que hiciera que me arrepintiera de haberlo dejar salir: luego ya tendría tiempo para la curiosidad. —Es un honor conocerle finalmente su majestad —musité con un tono calmo y sereno mientras realizaba la pertinente reverencia, evitando mirarle directamente, sin moverme de mi posición, a la espera de cualquier indicación, manteniendo a la vez una expresión calmada y tranquila, apartando de la superficie la inquietud que empezaba a sentir. Aunque no le mirara directamente, no pude evitar darme cuenta de que su aura era distinta, no era humano, eso podía asegurarlo con total certeza y saber que no me equivocaba. Aún así, de la misma manera que sabía que tampoco era como yo, no podía afirmar con firmeza qué era exactamente... mi mente volvió a las imágenes que había vislumbrado momentos antes ¿habría sido eso realmente algo relacionado con él? No lo sabía, lo único que podía hacer era mantener la calma, mantenerme alerta y no bajar la guardia en ningún momento puesto que mi instinto seguía diciéndome que todo estaba a punto de cambiar.
Sumida en mis pensamientos, me sobresalté en el momento en que oí la puerta abrirse y abrí los ojos de repente, buscando el origen del sonido. Finalmente, mis ojos se fijaron en el mayordomo, acercándose a dónde me encuentro antes de notificarme que, finalmente, el rey iba a recibirme y que me conduciría hasta dónde se encontraba. Sin decir nada, fruncí el ceño de forma imperceptible mientras me levantaba y alisaba la falda de mi vestido antes de seguirle hacia una puerta ante la cual me dejó sola. Tomando una respiración profunda, golpeé con delicadeza y permanecí quieta y en silencio hasta que oí una voz que me decía que entrara. La puerta se abrió con facilidad, a pesar de que apenas la había tocado, con un leve chirrido que puso de nuevo mis sentidos alerta: sabía que, pasara lo que pasara a continuación, mi vida ya nunca iba a ser tal y como la conocía; e involuntariamente, me vi deseando volver a un lugar en dónde siempre me había sentido fuera de lugar.
Ante la imagen que me recibió en el interior, me mordí ligeramente el labio mientras una multitud de preguntas surcaban mi mente con velocidad ¿había estado aquí todo ese tiempo?¿acaso me estaba poniendo a prueba? A pesar de que la parte mas curiosa de mi deseaba saber las respuestas, la parte lógica se impuso antes de que dijera algo que hiciera que me arrepintiera de haberlo dejar salir: luego ya tendría tiempo para la curiosidad. —Es un honor conocerle finalmente su majestad —musité con un tono calmo y sereno mientras realizaba la pertinente reverencia, evitando mirarle directamente, sin moverme de mi posición, a la espera de cualquier indicación, manteniendo a la vez una expresión calmada y tranquila, apartando de la superficie la inquietud que empezaba a sentir. Aunque no le mirara directamente, no pude evitar darme cuenta de que su aura era distinta, no era humano, eso podía asegurarlo con total certeza y saber que no me equivocaba. Aún así, de la misma manera que sabía que tampoco era como yo, no podía afirmar con firmeza qué era exactamente... mi mente volvió a las imágenes que había vislumbrado momentos antes ¿habría sido eso realmente algo relacionado con él? No lo sabía, lo único que podía hacer era mantener la calma, mantenerme alerta y no bajar la guardia en ningún momento puesto que mi instinto seguía diciéndome que todo estaba a punto de cambiar.
Estefanía del Castillo- Hechicero Clase Alta
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
España
Castillo de José Alfonso de Castilla
¿Cuándo fue la última vez que alguien había sentido “placer” por haber conocido al León de España? Mucho, tanto como para decir que solo han sido unos minutos u horas quizás, pero lo que realmente fascinaba a José Alfonso era ver el rostro sumido de las damas tornarse lentamente en las expresiones de horror antes de encontrar su final, y todas y cada una de sus víctimas no le han decepcionado y ahora venía un pequeño borreguito dispuesto a morir por propia voluntad en sus manos.
El sonido de unos dedos chasqueando para invitar a la dama a retomar la postura adecuada, pero, había algo que no dejaría pasar y era el recrear su propio deseo en aquella pobre infeliz. Busco un acercamiento pero solo para rodearle a la joven, observaba con detenimiento a aquella bruja, si, su aura la delataba fácilmente y eso solo provocó una sonrisa oculta que se mezclada con un suspiro.
Regresó a tomar asiento, sus dedos se encontraron a la altura de sus ojos que no dejaban de observar a la mujer, el frío de la noche no se hizo esperar para ingresar a la morada de su majestad y abrazarlo completamente, incluso aunque él ya estuviera tocado por la muerte. El silencio se instauró en aquel despacho real, segundos se convierten en minutos hasta que la voz grave del Rey de España se hace presente cortando de tajo el gélido ambiente para traer otro peor.
—¿Un honor?— enarca una ceja sin invitar a la dama a tomar asiento —¿Propio o familiar?— y el castigo va comenzando, su diversión se abre paso —No me diga, usted es otra de las putas de la corte que desea entrar a mis aposentos y darme un heredero y así acomodar a toda su familia económica y socialmente ¿me equivoco? O quizás solo sea una mujer que ha oído horrores de Su Rey y ha decidido venir a constatar si son ciertos o falso, sin importarle que termine en una mazmorra eternamente, o termine en la horca por atentar contra su majestad— y el rostro impávido, serio pero que oculta la diversión insana que está teniendo al colocar en una postura comprometedora a la mujer —Si lo que quiere es darme un hijo entonces espero que sea virgen por lo menos, y si eso busca puede desnudarse ahora mismo que aquí y ahora le daré aquello que vino a buscar— la sonrisa que muestra deja al descubierto la punta de sus colmillos en referencia a la búsqueda de la muerte.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
Sorpresa, incredulidad, estupefacción y... decepción. Emociones que me atraviesan, en silencio y que no se muestran en ningún momento en mi expresión, mientras ésta sigue calmada, impávida. Ni siquiera cambiando durante los momentos en que éste se acercó antes de que volviera a su asiento y el ataque verbal empezara haciendo que las emociones giraran a mi alrededor pero sin llegar a mostrarse en ningún momento. En silencio durante unos momentos, dejando que parte de la estupefacción me abandonara, mi mente giró en torno de cuáles serían las mejores y mas adecuadas respuestas. Involuntariamente, una de mis cejas se arqueó, definitivamente yo no había elegido ni decidido el venir hasta aquí, podía bien sentirme ligeramente fuera de lugar en casa, pero tampoco habría preferido un viaje de meses para encontrarme en éste tipo de situación. — Dicen que los modales y la educación nunca mueren, de la misma manera que siempre es necesario el conocer los adecuados protocolos a seguir —respondí finalmente, con calma y con el mismo tono pacífico de siempre, intentando ignorar con todas mis fuerzas la parte de sus palabras que hacían referencia a mi virtud, no con alguien a quién ni siquiera conocía a pesar de que mi padre hubiera acordado un matrimonio con el mismo a pesar de que un ligero rubor apareciera en mis mejillas.
—No creo que nadie hiciera un viaje de meses y meses sin que su criterio importara para poder constatar meras habladurías que ni le vienen ni le van —negué ligeramente con la cabeza mientras hacía una leve pausa antes de seguir hablando— si eso es lo que esperaba Su majestad, lamento decepcionarle, pero no es así, no dispongo de tanto tiempo libre como para prestar atención a los rumores que corran por la corte y mucho menos estando al otro lado del océano. —Negando de nuevo, me aparté con delicadeza un largo mechón de cabello del rostro y éste se tornó aún mas serio de lo que ya estaba a pesar de que mis mejillas aún no hubieran recuperado su color natural— ademas, alteza, no creo que “ESO” fuera posible —dije en apenas un calmado susurro— no con Su condición —la lucidez se dio paso, después de haber vislumbrado, de forma ligera, pero deliberada, sus colmillos, siendo éstos, la confirmación de que quién había hecho aparición en mi visión no había sido otro que él.
Entrecerrando ligeramente los ojos, le observé de nuevo, mis mejillas volviendo a su color natural y mi ceja arqueándose de forma ligera de nuevo— tal vez pueda fingir que lleva en este lugar desde hace horas, intentar que crea que así es. Tal vez con alguien mas éso hubiera funcionado, pero no conmigo. Regresó hace poco, no hace mas de una hora de su última “cacería” —la calma fluyó en mis palabras, quizás no supiera mucho mas de los sobrenaturales, pero sabía bien que aquellos que eran depredadores por naturaleza disfrutaban mas que nadie despertando el pánico y el terror en los demás y eso era algo que no iba a permitir que lograra conmigo, no cuando no estaba dispuesta a entrar en su juego de intimidación ni mucho menos estaba dispuesta a actuar como una pobre e inofensiva ovejita quién, aterrorizada ante un lobo, se dispusiera a suplicar por su vida y su existencia llevada por el pánico y el miedo, no, eso no iba a pasar de ninguna de las maneras. Quizás fuera alguien pacífica y bondadosa, pero no por ello iba a lloriquear y suplicar a la primera muestra de dificultad o ante la primera adversidad que se pudiera llegar a cruzar en mi camino. No, esa no era yo.
—No creo que nadie hiciera un viaje de meses y meses sin que su criterio importara para poder constatar meras habladurías que ni le vienen ni le van —negué ligeramente con la cabeza mientras hacía una leve pausa antes de seguir hablando— si eso es lo que esperaba Su majestad, lamento decepcionarle, pero no es así, no dispongo de tanto tiempo libre como para prestar atención a los rumores que corran por la corte y mucho menos estando al otro lado del océano. —Negando de nuevo, me aparté con delicadeza un largo mechón de cabello del rostro y éste se tornó aún mas serio de lo que ya estaba a pesar de que mis mejillas aún no hubieran recuperado su color natural— ademas, alteza, no creo que “ESO” fuera posible —dije en apenas un calmado susurro— no con Su condición —la lucidez se dio paso, después de haber vislumbrado, de forma ligera, pero deliberada, sus colmillos, siendo éstos, la confirmación de que quién había hecho aparición en mi visión no había sido otro que él.
Entrecerrando ligeramente los ojos, le observé de nuevo, mis mejillas volviendo a su color natural y mi ceja arqueándose de forma ligera de nuevo— tal vez pueda fingir que lleva en este lugar desde hace horas, intentar que crea que así es. Tal vez con alguien mas éso hubiera funcionado, pero no conmigo. Regresó hace poco, no hace mas de una hora de su última “cacería” —la calma fluyó en mis palabras, quizás no supiera mucho mas de los sobrenaturales, pero sabía bien que aquellos que eran depredadores por naturaleza disfrutaban mas que nadie despertando el pánico y el terror en los demás y eso era algo que no iba a permitir que lograra conmigo, no cuando no estaba dispuesta a entrar en su juego de intimidación ni mucho menos estaba dispuesta a actuar como una pobre e inofensiva ovejita quién, aterrorizada ante un lobo, se dispusiera a suplicar por su vida y su existencia llevada por el pánico y el miedo, no, eso no iba a pasar de ninguna de las maneras. Quizás fuera alguien pacífica y bondadosa, pero no por ello iba a lloriquear y suplicar a la primera muestra de dificultad o ante la primera adversidad que se pudiera llegar a cruzar en mi camino. No, esa no era yo.
Estefanía del Castillo- Hechicero Clase Alta
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
España
Castillo de José Alfonso de Castilla
La sonrisa de la muerte termina por crear una mueca de desagrado ante las palabras de la joven con el ceño fruncido con su ira creciendo y quizás por ello en su rostro se dibujó una sonrisa de aquellas que muestra el huracán que se avecina. Miró a la mujer con una ceja enarcada, llevó el pulgar cerca al labio inferior rozándolo como si meditara realmente las frases, mostrando una fingida y mentira de un arrepentimiento.
El tiempo se había detenido por todo el terreno de aquella propiedad porque su dueño, el ser oscuro, estaba de pie frente a la mujer con la diestra alzada y los dedos presionando la fina piel que conforma aquel frágil cuello, las garras sienten la tráquea con el impulso de romperla en cuestión de segundos, pero solo la empuja unos centímetros lejos de su presencia. Dando la espalda se aleja de la mujer hasta la puerta que se abre cuando su majestad llega —Venid ahora— autoritaria y fría suena su voz; el grito que ha pegado pone al mayordomo en cuestión de segundos frente a José Alfonso —Al parecer esta mujer ya quiere irse, y por favor si va a venir otra como esta al menos asegúrense que no sea como las estúpidas esas de la corte, al menos que sea divertida, ya estoy harto de este tipo de mujeres. Llévala al pantano— el rostro del hombre de avanzada edad palideció pero cuando miró a su majestad este tomó color.
Para el rey de España, aquello había sido una broma, solo para bajar las ínfulas a la mujer —¿Modales? ¿esa es su excusa para sus deseos? Que aburrida, realmente aburrida y común, es lo que todas mis presas me han dicho y de todas las putas que han venido por tener hijos, pero me pregunto yo ¿saben realmente lo que es tener modales?, si es así ustedes son las que no tienen modales al irrumpir en la propiedad de alguien sin invitación, y más en la de SU REY, con eso solamente me obligan a que las asesine, encarcele o corte sus cabezas— la sonrisa se mostró plenamente con sus colmillos afilados frente a la mujer. El mayordomo sale de la habitación cerrando la puerta dejándolos nuevamente solos.
El rey marca sus pasos de regreso a tomar asiento con las manos cruzadas como si tasara a la mujer su valor, o mejor dicho como si valorara el alma de la mujer con su mirada —Viene de mis colonias, entonces debió hacer como todos, hacer una cita previa señorita, y creo que por esta noche usted terminará en un bosque abandonada sin sus zapatos, si regresa antes que amanezca le concederé una cita— enarca una ceja como si le preguntara a la mujer “acepta”.
La diversion estaba en la orden del día.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
A pesar de que mi mente pudiera estar dando vueltas, incapaz de comprender qué era exactamente lo que podría estar pasando por su mente, intentando poder entender los motivos que se encontraban tras cada una de sus acciones, ésta no era capaz de llegar a una posible conclusión válida. Por unos momentos, el flujo de los pensamientos se arremolinó en el momento en que noté sus fríos dedos alrededor de mi cuello, a pesar de ello, de la consciencia de que tan fácil pudiera resultar encontrar el final en ellos, el miedo o el pánico no aparecen dejando en su lugar una extraña y fría tranquilidad. En el momento en que la puerta se abrió tras de mi, de forma instintiva, me di la vuelta posándose mi mirada no en el rey si no en los cambios de la expresión del mayordomo, quién no tardó mucho mas en volver a irse. En el momento en que éste volvió a hablar, mi mirada se volvió a centrar en él, mientras me veía prácticamente obligada a hacer mi mayor esfuerzo para ocultar la creciente incredulidad mientras éste volvía de nuevo a su asiento y sugería enviarme a pasar la noche en el bosque, algo que, realmente, no era algo que me causara el mas mínimo miedo pero sin ser algo que pudiera llegar a apetecerme a altas horas de la noche.
Dejando escapar un leve suspiro, evité mi instinto de negar con la cabeza y decir aquello que realmente pensaba al respecto. —Me temo que ha habido un... pequeño, mal entendido —dije finalmente con un tono tranquilo, sereno y que no mostraba el mas mínimo indicio de querer ni discutir ni hacer un espectáculo de ello— no es culpa del mensajero si el emisario no desempeña su papel correctamente —a fin de cuentas, a pesar de que mis palabras estuvieran siendo medidas con cautela y cuidado, éstas no dejaban, por otro lado, de ser ciertas— ni al mensajero le concierne saber con total exactitud la magnitud de los acuerdos hechos por el emisario con el destinatario en su nombre. —Haciendo una breve pausa, mis dedos sacaron de entre uno de los bolsillos escondidos entre los pliegues de mi vestido aquellos papeles en los que se había sellado mi destino; uno de ellos entregado por mi padre antes de que partiera en mi largo viaje, uno de los ejemplares del pergamino en donde constaba el acuerdo de compromiso que había sido firmado tanto por mi padre como por el rey, junto con el consiguiente sello real como muestra de su autenticidad, el segundo, aquel que había llegado a mis manos poco después de mi llegada a París en donde constaba las fechas aproximadas en qué debía llegar al palacio en España y, el tercero y último, la carta que yo misma había mandado hacía aproximadamente un mes confirmado, de nuevo, las fechas aproximadas de mi llegada a España y que había vuelto a mi, sellada, antes de que partiera.
Sin decir nada por un momento, acercándome tan solo lo justo, dejé cuidadosamente éstos en la mesa, delante de él antes de volver a mi posición anterior acomodando de nuevo el vestido antes de que mi mirada volviera a posarse en él con total calma mientras la inquietud fluía debajo la superficie—. Hasta dónde llega mi conocimiento, el procedimiento que se siguió y efectuó fue el correcto —mi voz sonó de nuevo tranquila sin un ápice de la inquietud que sentía en realidad— pero, si aún así aún desea castigarme por un procedimiento correcto, no tengo el mas mínimo problema con un paseo a la luz de la luna. —Mi voz sonó firme a la vez que tranquila, si bien no conocía el lugar o bien podía quitarme los zapatos, no podía quitarme ni mis poderes ni mis habilidades y controlaba y contaba lo suficiente con las mismas cómo para sentirme suficientemente capaz de salir de ello sin el menor daño de dicha expedición nocturna a pesar de sentirme completamente agotada por el largo y pesado día.
Dejando escapar un leve suspiro, evité mi instinto de negar con la cabeza y decir aquello que realmente pensaba al respecto. —Me temo que ha habido un... pequeño, mal entendido —dije finalmente con un tono tranquilo, sereno y que no mostraba el mas mínimo indicio de querer ni discutir ni hacer un espectáculo de ello— no es culpa del mensajero si el emisario no desempeña su papel correctamente —a fin de cuentas, a pesar de que mis palabras estuvieran siendo medidas con cautela y cuidado, éstas no dejaban, por otro lado, de ser ciertas— ni al mensajero le concierne saber con total exactitud la magnitud de los acuerdos hechos por el emisario con el destinatario en su nombre. —Haciendo una breve pausa, mis dedos sacaron de entre uno de los bolsillos escondidos entre los pliegues de mi vestido aquellos papeles en los que se había sellado mi destino; uno de ellos entregado por mi padre antes de que partiera en mi largo viaje, uno de los ejemplares del pergamino en donde constaba el acuerdo de compromiso que había sido firmado tanto por mi padre como por el rey, junto con el consiguiente sello real como muestra de su autenticidad, el segundo, aquel que había llegado a mis manos poco después de mi llegada a París en donde constaba las fechas aproximadas en qué debía llegar al palacio en España y, el tercero y último, la carta que yo misma había mandado hacía aproximadamente un mes confirmado, de nuevo, las fechas aproximadas de mi llegada a España y que había vuelto a mi, sellada, antes de que partiera.
Sin decir nada por un momento, acercándome tan solo lo justo, dejé cuidadosamente éstos en la mesa, delante de él antes de volver a mi posición anterior acomodando de nuevo el vestido antes de que mi mirada volviera a posarse en él con total calma mientras la inquietud fluía debajo la superficie—. Hasta dónde llega mi conocimiento, el procedimiento que se siguió y efectuó fue el correcto —mi voz sonó de nuevo tranquila sin un ápice de la inquietud que sentía en realidad— pero, si aún así aún desea castigarme por un procedimiento correcto, no tengo el mas mínimo problema con un paseo a la luz de la luna. —Mi voz sonó firme a la vez que tranquila, si bien no conocía el lugar o bien podía quitarme los zapatos, no podía quitarme ni mis poderes ni mis habilidades y controlaba y contaba lo suficiente con las mismas cómo para sentirme suficientemente capaz de salir de ello sin el menor daño de dicha expedición nocturna a pesar de sentirme completamente agotada por el largo y pesado día.
Estefanía del Castillo- Hechicero Clase Alta
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
España
Castillo de José Alfonso de Castilla
El reto había sido aceptado de buen grado tanto así que ello logró en su majestad el crear una sonrisa de satisfacción por las palabras empleadas por aquella pequeña e insignificante persona. Un leve crujido de dientes, como si fuera un disgusto, pero muy bien disimulado era lo que se acontecía en el instante en que se pone de pie de su sillón. El silencio que reinó en aquel salón era tal que se podía oír el latir del corazón ajeno, aunque aquello solo sería audible para una sola persona, una persona oscura y retorcida.
El eco de sus zapatos hasta acercarse a la mujer fue tal que solo pareció como si hubieran sido dos pasos, cruzó junto a la mujer hasta llegar a la puerta la cual abrió abandonando el recinto. Los minutos pasaban y el silencio volvía a instaurarse en aquel castillo, minutos que parecieron horas, hasta convertirse en ello. Cuando el reloj toca las campanadas de la noche anunciada, las puertas crujen mostrando a su majestad de nuevo con un rostro diferente, calmado y hasta cierto punto con ligeras manchas de sangre. Sus ojos habían cambiado en el tono ambarino de los de su clase, aquellos ojos azules habían desaparecido.
—El matrimonio entre usted y yo fue concertado hace mucho tiempo atrás, por mi antecesor con su padre con el fin de alianzas políticas y económicas que nos beneficien a ambos, pero ¿su padre ha cumplido? Claro que no, al contrario le ha resultado pérdidas para la otra parte, en este caso para mí. Pero como represento a mi padre el anterior rey y como Rey de España, su rey, haré cumplir el acuerdo, pero tendré mis condiciones, su padre aceptó de buen grado ello, y no pregunte como lo sé, porque cuando usted hable con él le dirá que todo lo que yo diga él lo acepta con tal de que su hija se convierta en la puta, digo en la reina consorte de su majestad, ósea de mi— suelta una sonrisa acercándose a tomar las cartas las cuales rompe enfrente de la mujer. Había mentido en cierta parte al haber mencionado a su fallecido padre, pues la decisión había corrido por cuenta de él cuando aún existió aquella mujer que luego fue su mayor desgracia, pero ello no tenía que saberlo, nadie.
—Mi mayordomo la escoltará al bosque de este castillo, el bosque prohibido, como lo dije antes, si logra llegar aquí antes que salga el sol atenderé sus demandas si no, entonces deberá mantener silencio y acatar todo lo que yo diga y haga— arroja los restos de la carta por la ventana —¿Acaso creyó usted que con esas palabras medio altivas y altaneras que se escudan en una cautela sería perdonada? ¿Acaso pensó que podría encontrar en mí, el Rey de España, el que baje la cabeza ante usted? Se equivoca, y se equivocó mucho usted y su familia, pero yo puedo corregir todo eso, y como ha dicho está preparada para el castigo, pues entonces espero que le guste el frio porque irá sin zapatos y sin su vestido. Como emisario de órdenes espero que el mensajero lo acate esta vez correctamente—
Sonríe idicando a la mujer la salida. Se estaba más que divirtiendo.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
Mi expresión permaneció insoldable, sin cambiar en ningún momento, sabía bien que me encontraba pendiente de un hilo, que cualquier mínimo error lo único que lograría sería empeorar una situación que ya parecía, de por si, complicada. Mas la estupefacción no tardó en aparecer en el momento en que, sin decir nada, se marchó, de nuevo dejándome sola, en la habitación en dónde se había producido el intercambio de palabras. Minuto tras minuto, hora tras hora, el tiempo paso lánguidamente, cómo una cruel tortura ante la que no estaba dispuesta a doblegarme, si, me encontraba cansada y exhausta, pero no estaba para nada dispuesta a desmoronarme. ¿En que debía estar pensando mi padre en el momento en que hizo el acuerdo con el rey? Una oleada de molestia se instaló en mi estómago mientras el recuerdo de la expresión de satisfacción que había mostrado al regresar a casa y anunciar que había encontrado el marido “ideal” para mi volvía a mi mente con claridad. Sabía perfectamente qué era aquello que había deseado, ascender, ganar prestigio y escalar tanto como pudiera dentro de la jerarquía de la corona española. Pero... ahora que sabía la verdad, no podía evitar que la pregunta ¿a qué precio? rondara una y otra vez en mi mente, y mas ahora que sabía y poseía una información que había pasado por alto a los ojos de mi padre... la verdadera naturaleza del rey.
Las campanadas de un reloj cercano, me sacaron de mis cavilaciones en el momento en el qué, de nuevo, la puerta de la habitación se abría, franqueándole la entrada al rey cuyos ojos habían cambiado notablemente de color de la misma manera que parecía haber cambiado su estado de... humor, hecho que podía percibir a través de su aura. A pesar de que sabía que sus palabras parecían diseñadas para dañar y herir a su paso, mi expresión permaneció impasible, sin mostrar ningún cambio notable, puesto que, sabiendo las ansias de prestigio de mi padre, no dudaba lo mas mínimo que accediera a lo que fuera, aunque eso pudiera llegar a arrojarme a un destino peor que la misma muerte. Sin decir palabra alguna en respuesta a las suyas, simplemente asentí con levedad ante sus palabras antes de fuera conducida al “famoso” bosque, carente de mis ropas y mis zapatos. Debía admitir el hecho de que, a oscuras y sin conocer el lugar éste parecía ser peor que un laberinto, pero, de nuevo, no sentía el mas mínimo miedo del mismo, durante el camino que me había conducido hacia el corazón del mismo, había intentado retener con la mayor claridad posible el camino que habíamos realizado y, una vez sola, sabía perfectamente lo que debía hacer.
Estaba cansada y sabía que lo que debía hacer tomaría cada gramo de fuerza y energía que me quedara, pero no tenía alternativa. Concentrándome, empecé por engañar a mi propio cuerpo y mente, creando en torno a mi la ilusión de seguir llevando tanto mis zapatos como mis ropas. Quizás no conseguiría olvidar por completo el frío, pero eso me permitiría ignorarlo mientras me concentraba en la segunda parte de la “tarea”. Invocando en mi mente la falsa e irreal proyección del bosque durante el día, empecé a moverme siguiendo la dirección contraria a la que había llegado, la dirección que, poco a poco debía llevarme de vuelta al punto de partida de la excursión: el castillo. Tras unos pocos errores y el tener que rehacer el camino un par de veces, tras varias horas y aún faltándome unas cuantas para el amanecer, finalmente logré llegar a mi cometido con el suficiente tiempo para poder tomar un respiro e intentar recuperar un poco de energía antes de tener que enfrentarme de nuevo al rey.
Las campanadas de un reloj cercano, me sacaron de mis cavilaciones en el momento en el qué, de nuevo, la puerta de la habitación se abría, franqueándole la entrada al rey cuyos ojos habían cambiado notablemente de color de la misma manera que parecía haber cambiado su estado de... humor, hecho que podía percibir a través de su aura. A pesar de que sabía que sus palabras parecían diseñadas para dañar y herir a su paso, mi expresión permaneció impasible, sin mostrar ningún cambio notable, puesto que, sabiendo las ansias de prestigio de mi padre, no dudaba lo mas mínimo que accediera a lo que fuera, aunque eso pudiera llegar a arrojarme a un destino peor que la misma muerte. Sin decir palabra alguna en respuesta a las suyas, simplemente asentí con levedad ante sus palabras antes de fuera conducida al “famoso” bosque, carente de mis ropas y mis zapatos. Debía admitir el hecho de que, a oscuras y sin conocer el lugar éste parecía ser peor que un laberinto, pero, de nuevo, no sentía el mas mínimo miedo del mismo, durante el camino que me había conducido hacia el corazón del mismo, había intentado retener con la mayor claridad posible el camino que habíamos realizado y, una vez sola, sabía perfectamente lo que debía hacer.
Estaba cansada y sabía que lo que debía hacer tomaría cada gramo de fuerza y energía que me quedara, pero no tenía alternativa. Concentrándome, empecé por engañar a mi propio cuerpo y mente, creando en torno a mi la ilusión de seguir llevando tanto mis zapatos como mis ropas. Quizás no conseguiría olvidar por completo el frío, pero eso me permitiría ignorarlo mientras me concentraba en la segunda parte de la “tarea”. Invocando en mi mente la falsa e irreal proyección del bosque durante el día, empecé a moverme siguiendo la dirección contraria a la que había llegado, la dirección que, poco a poco debía llevarme de vuelta al punto de partida de la excursión: el castillo. Tras unos pocos errores y el tener que rehacer el camino un par de veces, tras varias horas y aún faltándome unas cuantas para el amanecer, finalmente logré llegar a mi cometido con el suficiente tiempo para poder tomar un respiro e intentar recuperar un poco de energía antes de tener que enfrentarme de nuevo al rey.
Estefanía del Castillo- Hechicero Clase Alta
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Re: Secretos en las sombras ~#Privado
España
Castillo de José Alfonso de Castilla
El postre de la noche servido, la mujer fue conducida hasta el más oscuro de los lugares conocidos como el bosque tenebroso por la densa males que prolifera ahí además de los rumores de criaturas aterradoras, aunque lo más aterrador era su majestad el Rey de España que bebía en copa la sangre de una doncella desangrándose sobre la mesa de su comedor con otras atrás que han perdido la vida en saciar el apetito de su majestad. El reloj de la estancia toca las horas del demonio aquella que es la burla para los de su especie, sonríe dejando la copa sobre la mesa, aun tibia, al ver el contenido sonríe indicando al mayordomo lo que debe realizar con dicha copa para la joven bruja.
El reloj anuncia la hora de partida de su majestad que sube las escaleras al segundo piso de su habitación oscura y encantada que nadie puede ingresar más que solo él; la mujer tras de José Alfonso le sigue en silencio hasta la parte más alta —Espero que la ilusión sea lo suficiente como para asegurarme un descanso tranquilo, de lo contrario Tamzin te castigaré con una bebida extrema— suelta una sonrisa cargada de maldad pura al regresar al miarada seria a su paladín y mano derecha justo en el momento que se abre la puerta anunciando la llegada de una extraña que ha interrumpido el descanso de su majestad.
Miró con enojo a la mujer que ingresaba con esa petulancia ante su presencia pero solo soltó un suspiro agitando la mano justo en el momento que su mayordomo ingresaba con una charola y una copa con “vino” para la joven —Que lamentable y aburrida es usted señorita, lamentablemente ya estoy de retirarada a mis aposentos y otros asuntos de atención prioritaria de la Nación, es mejor que vaya a su casa tal como vino, a pie y diga a su padre que tiene que venir esta noche, solo, que su majestad le dará audiencia— se adentra a al pasillo de la habitación, pero antes de perderse del todo por aquella mañana —Pueden llevarla al comedor, podrá desayunar y luego podrá marcharse si así lo desea, no estoy de ánimos de una velada aburrida, Tamzin, encárgate de todo—
La mujer sonrió reverenciando a su majestad que solo se dejó devorar por la oscuridad hasta que llegar la noche para acabar con todo en un solo momento. Sus planes se estaban dando de una manera segura y para ello necesitaba a su espada y al diamante.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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