AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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De paseo - Privado -
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De paseo - Privado -
Había decidido salir a caminar, en su cabeza, muchas preguntas estaban sin respuestas, definitivamente se preguntaba su había sido lo correcto, aceptar un compromiso como el que ahora la ataba a un extraño. Porque Ivan era eso, un completo desconocido, es que ni siquiera sabía cuales eran sus gustos, a mas que era aficionado a la bebida como el whiskys y por supuesto, eso a la joven, no le hacía la mas mínima gracia.
Suspiró, mientras se detenía para observar si era seguro cruzar la calle, deseaba llegar a una tienda de zapatos, había descubierto un par que le gustaban mucho y que podrían ir perfectamente bien con los últimos dos vestidos confeccionados para su ajuar, - mi ajuar - caviló, - espero tener donde ir a estrenarlos, y que no termine siendo uno de esos hombres que piensan dejar a sus mujeres en el hogar, mientras se van de juerga... desde ya que no seré una esposa abnegada... si él sale, yo también lo haré - se dijo muy segura de la decisión tomada, - jamás me convertiré en una sombra, si él pretende anularme y solo usar mi dinero, es que no sabe con quien se va a casar -, sus ojos destellaron furia, sus manos se cerraron en puño, no era una mujer fácil, aunque así le hiciera creer en la velada de compromiso, - todo ese teatro lo hice por mi padre, mas cuando estemos casado, si intentas hacer de mi vida un infierno... Ivan... te juro que tu vida no será mucho mejor -.
Intentó tranquilizarse, distender las tensiones que se habían apoderado de su cuerpo, definitivamente primero compraría los zapatos y luego se dedicaría a tomar algo caliente en alguno de los coquetos café que se encontraban por la zona.
Suspiró, mientras se detenía para observar si era seguro cruzar la calle, deseaba llegar a una tienda de zapatos, había descubierto un par que le gustaban mucho y que podrían ir perfectamente bien con los últimos dos vestidos confeccionados para su ajuar, - mi ajuar - caviló, - espero tener donde ir a estrenarlos, y que no termine siendo uno de esos hombres que piensan dejar a sus mujeres en el hogar, mientras se van de juerga... desde ya que no seré una esposa abnegada... si él sale, yo también lo haré - se dijo muy segura de la decisión tomada, - jamás me convertiré en una sombra, si él pretende anularme y solo usar mi dinero, es que no sabe con quien se va a casar -, sus ojos destellaron furia, sus manos se cerraron en puño, no era una mujer fácil, aunque así le hiciera creer en la velada de compromiso, - todo ese teatro lo hice por mi padre, mas cuando estemos casado, si intentas hacer de mi vida un infierno... Ivan... te juro que tu vida no será mucho mejor -.
Intentó tranquilizarse, distender las tensiones que se habían apoderado de su cuerpo, definitivamente primero compraría los zapatos y luego se dedicaría a tomar algo caliente en alguno de los coquetos café que se encontraban por la zona.
Última edición por Lenya Bleier el Sáb Mar 12, 2016 7:33 pm, editado 1 vez
Lanya Bleier- Humano Clase Alta
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Re: De paseo - Privado -
Un día más como cualquier otro, aún se mantiene la estación invernal y el frío corre por toda la ciudad con los vestigios de una fresca sábana blanca donde los niños juegan tranquilamente, por toda la calle se puede ori solamente las risas de los pequeños que alegran a los tristes corazones con el mío; aunque el burdel estaba cerrado por hoy no dejaba de trabajar, mis días de descanso se habían extinguido y ahora solo los vería una vez al mes, requería un poco de sosiego.
Era todo lo que pedí al ir por las calles con las bolsas de las compras que había hecho, comida, cosas de costura, otras para mí y otras para el jefe, mientras caminaba podía ir viendo como unos cuantos descansaban en absoluta pa, otros se hallaban ajetreados con el movimiento comercial, ver toda esa diversidad hizo que ría un poco; no sé cuánto paso pero quedé absorta por la situación de los niños que corrían en juego blanco de guerra con gritos que crean un verdadero campo de batalla con todo el bullicio que armaban. Ver los tan inocentes me recordó un poco mi niñez y quizás por ello es que fueron mis pies directo a jugar con ellos lanzando aquellas bolas de nieve a cada uno.
Quedé mirando todo el espectáculo con una sonrisa, deseando en el fondo de mi corazón el poder encontrar algo así, algo relajante y que me clamara de aquella manera, un poco de tranquila, un respiro de todo lo agobiante del trabajo. No reaccione hasta que un golpe me hizo despertar, había chocado contra alguien, pude ver el cuerpo ajeno que iba siendo movido por mi culpa, por ello dejé caer las bolsas para asegurarme que aquella persona no había salido herida, realmente fue por miedo mi reacción, ya era costumbre para alguien como yo ello.
Miré a la mujer con una mirada preocupada y asustada –Se encuentra bien?– pregunte presurosa a limpiarle el vestido –Disculpe, fue sin intención, no quería causarle mal o lastimarla, realmente lo siento– estaba muy apenada por mi error.
“Denme un respiro”
Era todo lo que pedí al ir por las calles con las bolsas de las compras que había hecho, comida, cosas de costura, otras para mí y otras para el jefe, mientras caminaba podía ir viendo como unos cuantos descansaban en absoluta pa, otros se hallaban ajetreados con el movimiento comercial, ver toda esa diversidad hizo que ría un poco; no sé cuánto paso pero quedé absorta por la situación de los niños que corrían en juego blanco de guerra con gritos que crean un verdadero campo de batalla con todo el bullicio que armaban. Ver los tan inocentes me recordó un poco mi niñez y quizás por ello es que fueron mis pies directo a jugar con ellos lanzando aquellas bolas de nieve a cada uno.
Quedé mirando todo el espectáculo con una sonrisa, deseando en el fondo de mi corazón el poder encontrar algo así, algo relajante y que me clamara de aquella manera, un poco de tranquila, un respiro de todo lo agobiante del trabajo. No reaccione hasta que un golpe me hizo despertar, había chocado contra alguien, pude ver el cuerpo ajeno que iba siendo movido por mi culpa, por ello dejé caer las bolsas para asegurarme que aquella persona no había salido herida, realmente fue por miedo mi reacción, ya era costumbre para alguien como yo ello.
Miré a la mujer con una mirada preocupada y asustada –Se encuentra bien?– pregunte presurosa a limpiarle el vestido –Disculpe, fue sin intención, no quería causarle mal o lastimarla, realmente lo siento– estaba muy apenada por mi error.
Gene M. Garbo- Prostituta Clase Baja
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Re: De paseo - Privado -
Un segundo, eso era lo que la vida puede durar, el carruaje que pasa, sus pies en el borde de la acera un golpe, un empujón, y su cuerpo que se derribaba para caer irremediablemente delante del carruaje. Sus ojos se abrieron asombrados, los oídos se taponaron efecto de los acelerados latidos que alocados intentaban que su cuerpo reaccionara, intentando salvarla de una muerte segura bajo el peso del vehículo. Su boca entre abierta expresó un nombre, su pensamiento se fijó en lo triste que era morir sin haber amado en la vida. Todo aquello aconteció en una partícula de segundo, antes de que una mano tirara de ella y la hiciera caer sobre la acera, devolviéndola a la vida y sin saber qué diablos había ocurrido, no pudo dejas de sonreír e inspirar profundamente, como si el aroma enrarecido de la ciudad, fuera la mejor de las fragancias.
Aun se encontraba en shock cuando una adorable señorita le preguntaba si se encontraba bien y le pedía perdón por la torpeza. Lenya intentó encontrar las palabras para calmarla y calmarse ella misma, - No se preocupe, me ha salvado a tiempo – dijo cuándo pudo por fin mover sus labios y articular palabras. Con la ayuda de la señorita y la de un caballero que pasó por el lugar, pudo levantarse, y tras comprobar que se había doblado levemente el pie, supo que no podría seguir con su caminata de compras. Suspiró desilusionada, aunque pronto sonrió, para que la joven no se sintiera mal. – Parece que me he doblado el pie derecho, creo que si lo descanso un momento, tal vez, pueda continuar con mi paseo – le dijo intentando darle poca importancia al dolor que se iba apoderando de su tobillo.
Su mirada dejó la cristalina mirada de su compañera de situación y buscó un café o restaurante en el cual pasar una media hora, mientras pedía al cadete del comercio que llevara una nota a su hogar, para que su cochero pasara a llevarla de nuevo a su mansión. Pronto descubrió, la vidriera de un local, la palabra escrita en letras doradas y las delicadas cortinas que adornaban los ventanales, le hicieron pensar que era un lugar lo bastante acogedor como para pasar el rato hasta que llegara el coche. Volvió su mirada a la mujer, - Disculpe – dijo posando levemente su mano en la de aquella joven, - me podría acompañar hasta aquel comercio, podríamos tomar un chocolate caliente mientras logro comunicarme con mi cochero y así poder volver a mi hogar - le sonrió, aunque un dejo de preocupación se dibujó en su rostro, - es que no me animo a cruzar la calle y menos quedarme sola en un lugar así… dos señoritas… no llamarán tanto la atención… ¿Qué le parece? … a por cierto, mi nombre es Lenya – dijo mientras extendía la mano para saludarla, - gracias por salvarme -.
Aun se encontraba en shock cuando una adorable señorita le preguntaba si se encontraba bien y le pedía perdón por la torpeza. Lenya intentó encontrar las palabras para calmarla y calmarse ella misma, - No se preocupe, me ha salvado a tiempo – dijo cuándo pudo por fin mover sus labios y articular palabras. Con la ayuda de la señorita y la de un caballero que pasó por el lugar, pudo levantarse, y tras comprobar que se había doblado levemente el pie, supo que no podría seguir con su caminata de compras. Suspiró desilusionada, aunque pronto sonrió, para que la joven no se sintiera mal. – Parece que me he doblado el pie derecho, creo que si lo descanso un momento, tal vez, pueda continuar con mi paseo – le dijo intentando darle poca importancia al dolor que se iba apoderando de su tobillo.
Su mirada dejó la cristalina mirada de su compañera de situación y buscó un café o restaurante en el cual pasar una media hora, mientras pedía al cadete del comercio que llevara una nota a su hogar, para que su cochero pasara a llevarla de nuevo a su mansión. Pronto descubrió, la vidriera de un local, la palabra escrita en letras doradas y las delicadas cortinas que adornaban los ventanales, le hicieron pensar que era un lugar lo bastante acogedor como para pasar el rato hasta que llegara el coche. Volvió su mirada a la mujer, - Disculpe – dijo posando levemente su mano en la de aquella joven, - me podría acompañar hasta aquel comercio, podríamos tomar un chocolate caliente mientras logro comunicarme con mi cochero y así poder volver a mi hogar - le sonrió, aunque un dejo de preocupación se dibujó en su rostro, - es que no me animo a cruzar la calle y menos quedarme sola en un lugar así… dos señoritas… no llamarán tanto la atención… ¿Qué le parece? … a por cierto, mi nombre es Lenya – dijo mientras extendía la mano para saludarla, - gracias por salvarme -.
Lanya Bleier- Humano Clase Alta
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Re: De paseo - Privado -
Lo que había hecho traía sus consecuencias de manera amarga y lamentable, me cocinaban por dentro, sobre todo al ver la amabilidad de la joven junto a su sonrisa e invitación; el saber que por mi causa había conseguido aquel dolor tan grande como torcerse el pie solo aumentaba mi dolor y culpa, recriminándome por dentro la torpeza que había cometido, me sentía mal, muy mal por ello. Con un suspiro y una sonrisa falsa con la que trataba de mostrar que realmente estaba de acuerdo con ello, de que no me afectaba tanto, de que le restaba algo de importancia; lamentablemente la verdad era otra, porque por dentro temblaba y la culpa no me dejaba.
Quizás por ello acepte el acompañarla, aunque también tenía miedo, si alguien me reconocía en aquel lugar el prestigio de aquella dama quedaría mal vista, estaría por los suelos por mi causa; nuevamente le causaría problemas.
Mordía mis labios pensando en una solución grata para las dos, pero no había, para esto mis manos corrieron a auxiliarla, caminamos las dos hasta aquel lugar, mis nervios comenzaban a hacerse notorios, llegábamos al lugar y ya estaba sudando frío, con las manos heladas. Tragué en seco sonriendo como si todo estuviera bien, ayudé a la mujer a sentarse, otro caballero nos ayudó llevándome las bolsas de trabajo que había tirado en aquel momento, al tomarle no pude verle a los ojos y solo le agradecí, por lo que aquel hombre respondió con una palmada en mi cabeza. Como si me dijera que no me preocupara por nada.
Miré a la mujer sentándome frente a ella, no sabía que decir, pero algo debía hacer –Y si yo voy a su casa a llamar a su cochero, eso estaría bien para pagar el susto que se llevó hoy– una voz que no era la mía, de manera chillona, había salido, por lo que me aclaré la garganta con el vaso con agua que trajo el joven. Al menos eso era gratis. –No es que no quiera estar con usted en un lugar como este, lo que pasa…lo que pasa es que…es que…– como decir la verdad sin que se alarme todo el mundo y sin que me echen de ahí a patadas –No soy una mujer muy grata o bienvenida en lugares como este señorita Lenya, si la ven conmigo podría dañarse su honra y reputación– murmuré mirándome los dedos, estaba muy avergonzada por lo que era, aunque muchas decían que no debía una avergonzarse de eso, pero para mí sí, porque sabía que no podría tener una amiga así de buena y decente como aquella joven frente a mí. Quizás por ello no quise darle mi nombre, para no ser descubierta.
Quizás por ello acepte el acompañarla, aunque también tenía miedo, si alguien me reconocía en aquel lugar el prestigio de aquella dama quedaría mal vista, estaría por los suelos por mi causa; nuevamente le causaría problemas.
“Que puedo hacer”
Mordía mis labios pensando en una solución grata para las dos, pero no había, para esto mis manos corrieron a auxiliarla, caminamos las dos hasta aquel lugar, mis nervios comenzaban a hacerse notorios, llegábamos al lugar y ya estaba sudando frío, con las manos heladas. Tragué en seco sonriendo como si todo estuviera bien, ayudé a la mujer a sentarse, otro caballero nos ayudó llevándome las bolsas de trabajo que había tirado en aquel momento, al tomarle no pude verle a los ojos y solo le agradecí, por lo que aquel hombre respondió con una palmada en mi cabeza. Como si me dijera que no me preocupara por nada.
“Como si pudiera”
Miré a la mujer sentándome frente a ella, no sabía que decir, pero algo debía hacer –Y si yo voy a su casa a llamar a su cochero, eso estaría bien para pagar el susto que se llevó hoy– una voz que no era la mía, de manera chillona, había salido, por lo que me aclaré la garganta con el vaso con agua que trajo el joven. Al menos eso era gratis. –No es que no quiera estar con usted en un lugar como este, lo que pasa…lo que pasa es que…es que…– como decir la verdad sin que se alarme todo el mundo y sin que me echen de ahí a patadas –No soy una mujer muy grata o bienvenida en lugares como este señorita Lenya, si la ven conmigo podría dañarse su honra y reputación– murmuré mirándome los dedos, estaba muy avergonzada por lo que era, aunque muchas decían que no debía una avergonzarse de eso, pero para mí sí, porque sabía que no podría tener una amiga así de buena y decente como aquella joven frente a mí. Quizás por ello no quise darle mi nombre, para no ser descubierta.
Gene M. Garbo- Prostituta Clase Baja
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Re: De paseo - Privado -
Lenya, agradeció la forma veloz como la joven se apresuró en ayudarla a cruzar la calle y juntas entraron al café. Pudo observar algunas miradas que se posaban en la joven, para luego fijarla en ella, con señor un tanto fruncidos y de reprobación. Con una rápida mirada comprobó que nada en su vestimenta estuviera incorrecta, aunque era cierto de que parte del ruedo de su vestido, estaba algo manchado por el traspié, no era un desastre social, como para que la juzgaran con esas miradas de reprobación. Por eso, decidió no darles mucha importancia y les devolvió la mirada, de una forma altiva, como quien miraba a otro de menor categoría o estatus social, aunque ella jamás lo hacía, se sintió con la libertad de hacerlo, cuando éstos intentaban juzgarla por algo que no comprendía.
El camarero solícito, les indicó una mesa, algo apartada y fuera de la vista de los demás comensales, - para que se sientan a gusto - dijo mientras le guiñaba un ojo a la joven que la acompañaba. Lenya enarcó una ceja, - ¿de que me estoy perdiendo?- se preguntó cuando el joven se retiró por un vaso de agua, que la joven había solicitado.
Su sorpresa fue mayor cuando la muchacha le aseguró que podía ir por su cochero y que pronto podría estar en su hogar, -¿es que le molesta mi presencia? - le dijo, algo ofuscada, pero sin dejar de hablar con un tono de voz cortes y amable. Se quedó en silencio cuando la joven se decidió a decir porqué se sentía tan incomoda en aquel lugar.
Lenya no pudo contener la risa cuando terminó de escuchar sus argumentos. Se tapó los labios con su mano enguantada y risueña la miró, sin importar que las mesas cercanas a ellas, se voltearan a verla por la risa cristalina que había surgido de su boca. Dio una suave palmadita en la mano de la joven, - mi querida, hablas como si fueras una fugitiva, o una asesina escapada de la justicia... - su sonrisa se borró para dar paso a un rostro serio, - y si aún fuera así, jamás le pondría en peligro... - miró con recelo a todos lados - dígame, ¿está huyendo de alguien? ¿necesita un lugar donde esconderse? - ella misma se sorprendió de lo que decía, tal vez porque en el fondo, si ella pudiera huir de su captor, de ese compromiso que debía cumplir, ella también se iría de la ciudad.
El camarero solícito, les indicó una mesa, algo apartada y fuera de la vista de los demás comensales, - para que se sientan a gusto - dijo mientras le guiñaba un ojo a la joven que la acompañaba. Lenya enarcó una ceja, - ¿de que me estoy perdiendo?- se preguntó cuando el joven se retiró por un vaso de agua, que la joven había solicitado.
Su sorpresa fue mayor cuando la muchacha le aseguró que podía ir por su cochero y que pronto podría estar en su hogar, -¿es que le molesta mi presencia? - le dijo, algo ofuscada, pero sin dejar de hablar con un tono de voz cortes y amable. Se quedó en silencio cuando la joven se decidió a decir porqué se sentía tan incomoda en aquel lugar.
Lenya no pudo contener la risa cuando terminó de escuchar sus argumentos. Se tapó los labios con su mano enguantada y risueña la miró, sin importar que las mesas cercanas a ellas, se voltearan a verla por la risa cristalina que había surgido de su boca. Dio una suave palmadita en la mano de la joven, - mi querida, hablas como si fueras una fugitiva, o una asesina escapada de la justicia... - su sonrisa se borró para dar paso a un rostro serio, - y si aún fuera así, jamás le pondría en peligro... - miró con recelo a todos lados - dígame, ¿está huyendo de alguien? ¿necesita un lugar donde esconderse? - ella misma se sorprendió de lo que decía, tal vez porque en el fondo, si ella pudiera huir de su captor, de ese compromiso que debía cumplir, ella también se iría de la ciudad.
Lanya Bleier- Humano Clase Alta
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Re: De paseo - Privado -
El comentario del mesero me hizo sonrojar, estaba muy avergonzada y apenada de que hicieran aquellos gestos, unos a los que estaba más que acostumbrada a recibir en todo lugar que fuera, pero en esta ocasión aquella dama que se había portado tan gentilmente no los merecía. Tragué en seco encogiéndome de hombros, sentía la mirada de los comensales y el desagrado que sentían al ver a alguien de mi oficio cerca de ellos en una hora poco prudencial, tenía ganas de levantarme y gritarles que solo era yo la de ese oficio y no la dama de buen corazón que estaba conmigo, pero sabía que eso no pararía los cuchicheos de aquellas mujeres y hombres, incluso algunos me sonrieron y guiñaron el ojo viéndome de pies a cabeza.
Suspiré fuertemente y luego tomé una bocanada de aire tan grande, tenía que tomar valor para decirle a aquella joven la verdad; primero negué a todas sus preguntas, nada de eso era cierto –Su presencia no me molesta señorita, al contrario la veo y solo puedo ver a una bella dama de sociedad, tan linda, pulcra con educación y fina– sonríe porque no solía ver ese tipo de personas en mi vida, era la primera vez que había tanta amabilidad –Tampoco estoy huyendo al contrario, lo que pasa es que yo soy…– me acerqué a ella un poco más solo para poder susurrarle a que me dedicaba –prostituta– lo susurré lo más bajo posible para que solo ella pudiera oírlo –trabajo en el burdel como ayudante, limpiando y haciendo quehaceres pero también en ciertos momentos me vendo o venden a hombres que pagan bien, es decir que a veces ejerzo como una prostituta y por eso todos nos miran y murmuran, así que todos piensan que usted también es de mi mundo o es una clienta mia– suelto una risilla irónica ocultando mi rostro, mirando hacia otro lado para que no viera la vergüenza que estaba teniendo en aquel momento.
Suspiré fuertemente y luego tomé una bocanada de aire tan grande, tenía que tomar valor para decirle a aquella joven la verdad; primero negué a todas sus preguntas, nada de eso era cierto –Su presencia no me molesta señorita, al contrario la veo y solo puedo ver a una bella dama de sociedad, tan linda, pulcra con educación y fina– sonríe porque no solía ver ese tipo de personas en mi vida, era la primera vez que había tanta amabilidad –Tampoco estoy huyendo al contrario, lo que pasa es que yo soy…– me acerqué a ella un poco más solo para poder susurrarle a que me dedicaba –prostituta– lo susurré lo más bajo posible para que solo ella pudiera oírlo –trabajo en el burdel como ayudante, limpiando y haciendo quehaceres pero también en ciertos momentos me vendo o venden a hombres que pagan bien, es decir que a veces ejerzo como una prostituta y por eso todos nos miran y murmuran, así que todos piensan que usted también es de mi mundo o es una clienta mia– suelto una risilla irónica ocultando mi rostro, mirando hacia otro lado para que no viera la vergüenza que estaba teniendo en aquel momento.
Gene M. Garbo- Prostituta Clase Baja
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Re: De paseo - Privado -
Escuchó en silencio lo que Gene le contaba, notando como sin que fuera consciente de ello, la joven, se excusaba de su vida, mas para Lenya eso era una circunstancia, no una elección, y si aún así lo fuera, ¿quien era ella para juzgarla, o escandalizarse por el trabajo que debía realizar la joven?
Sonrió, mientras esperaba que el camarero volviera con el pedido, - querida, no me escandalizo por esas cosas - le dijo en tono de confidencia, sonriendo con picardía - que los ajenos, piensen lo que quieran - se encogió de hombros, - la verdad, que ni me interesa lo que piense mi prometido, vivimos en una sociedad tan llevada por las apariencias, ligera para juzgar y condenar, que aun sin cometer un solo acto reprochable, son capaces de endilgaros los peores insultos y culpas, tan solo por ser mujeres, permitiendo a los hombres, hacer lo que se les plazca, ¿acaso no son ellos, los que tratan a las mujeres como de su propiedad y nos mandan a ser humildes, calladas, impolutas, casi santas, para luego quejarse de que somos sosas, sin opinión, o unas casquivanas... he descubierto que nada les acomoda, son unos niños inconformistas, caprichosos e inmaduros, deberíamos dejar de permitir que nos dirijan como ganado - reflexionó en voz alta, haciendo girar inconsciente, el anillo de compromiso que lucia en su dedo anular.
Su mirada se posó en el delicado anillo que recordaba aquella decisión tomada, casarse con un completo extraño, ¿acaso ella en cierta forma no había vendido su vida? tal vez no de la misma manera, ni con el fin de subsistir, simplemente para conformar a su padre quien temía dejarla desamparada tras su muerte, en un mundo en que los hombres lo dirigían todo y una mujer podía caer en la aceitada maquinaria que las destruía sin remedio. Suspiró suavemente, levantando la mirada hasta su compañera de café, - pues, que a mí no me afecta en nada el que se imaginen que soy una prostituta, que las personas que están aquí, jamás me han visto en la vida y si alguna llegara a conocerme en el futuro... pues que disfrute escandalizándose, que poco me importa lo que vaya a pensar - dijo sonriendo con sinceridad y llevando su mirada al camarero que acababa de llegar trayendo su pedido, un te con una porción de pastel. Cuando el empleado se retiró, dejándolas de nuevo solas, Lenya endulzó con una cucharada de azúcar su té, para luego probar golosa el pastel - de lo único que me avergüenzo, es de no poder dejar de tentarme con una porción tan deliciosa, de los pasteles que suelen servir en éste lugar... ésto sí es un verdadero pecado - dijo señalando con el tenedor lo que acababa de probar.
Sonrió, mientras esperaba que el camarero volviera con el pedido, - querida, no me escandalizo por esas cosas - le dijo en tono de confidencia, sonriendo con picardía - que los ajenos, piensen lo que quieran - se encogió de hombros, - la verdad, que ni me interesa lo que piense mi prometido, vivimos en una sociedad tan llevada por las apariencias, ligera para juzgar y condenar, que aun sin cometer un solo acto reprochable, son capaces de endilgaros los peores insultos y culpas, tan solo por ser mujeres, permitiendo a los hombres, hacer lo que se les plazca, ¿acaso no son ellos, los que tratan a las mujeres como de su propiedad y nos mandan a ser humildes, calladas, impolutas, casi santas, para luego quejarse de que somos sosas, sin opinión, o unas casquivanas... he descubierto que nada les acomoda, son unos niños inconformistas, caprichosos e inmaduros, deberíamos dejar de permitir que nos dirijan como ganado - reflexionó en voz alta, haciendo girar inconsciente, el anillo de compromiso que lucia en su dedo anular.
Su mirada se posó en el delicado anillo que recordaba aquella decisión tomada, casarse con un completo extraño, ¿acaso ella en cierta forma no había vendido su vida? tal vez no de la misma manera, ni con el fin de subsistir, simplemente para conformar a su padre quien temía dejarla desamparada tras su muerte, en un mundo en que los hombres lo dirigían todo y una mujer podía caer en la aceitada maquinaria que las destruía sin remedio. Suspiró suavemente, levantando la mirada hasta su compañera de café, - pues, que a mí no me afecta en nada el que se imaginen que soy una prostituta, que las personas que están aquí, jamás me han visto en la vida y si alguna llegara a conocerme en el futuro... pues que disfrute escandalizándose, que poco me importa lo que vaya a pensar - dijo sonriendo con sinceridad y llevando su mirada al camarero que acababa de llegar trayendo su pedido, un te con una porción de pastel. Cuando el empleado se retiró, dejándolas de nuevo solas, Lenya endulzó con una cucharada de azúcar su té, para luego probar golosa el pastel - de lo único que me avergüenzo, es de no poder dejar de tentarme con una porción tan deliciosa, de los pasteles que suelen servir en éste lugar... ésto sí es un verdadero pecado - dijo señalando con el tenedor lo que acababa de probar.
Lanya Bleier- Humano Clase Alta
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