AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Juguemos a conocernos. (Privado)
2 participantes
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Juguemos a conocernos. (Privado)
"Los jaguares acechan a su presa, la observan paciente como el viento sopla los arboles, entenderás joven guerrero, la paciencia es la madre de todas las virtudes"
Relatos de los nativos.
¡Despierta!
Te frotaba el viento sobre la cara y la risa de niños corriendo de un lugar a otro, era necesario exhalar el aroma a dulce de leche y el azúcar en algodón, nunca fui un amante de las cosas dulces ni menos de las concurrencias sociales
¿Que hacia aquí? necesitaba distraerme un rato, entre todo el ajetreo en mis tierras no tenia tiempo para distraerme ni nunca lo tuve de pequeño de ser niño, cerraba los ojos y escuchaba el murmullo de niños o de los juegos y su música, en Chile era raro ver cosas así y ni pensar ver a un niño mapuche jugando estas cosas del hombre blanco.
Pero estaba aquí, sentado en una banca, mirando hacia todos lados como esperando a una persona que no conocía, el olor de los dulces me tenia hastiado pero necesitaba estar aca y lo sabia, nunca había hecho caso a mis instintos pero siempre acertaban...
¡Si, siempre acertaban!
- Señor, ¿quiere una golosina? - se me había acercado un niño ofreciéndome dulces, se los agradecí pero no acepte, no era de buen gusto aceptar ese tipo de cosas más de niños pequeños con sus padres cerca.
Estos... parques de diversiones eran algo nuevo para mi, entre tanto ver juegos que no entendía como funcionaban, entre obras de magia que parecían trucos oscuros y una que otra chuchería que cegaban a la gente que necesitaba consumir y consumir, pero era todo lindo después de todo y me parecía agradable a pesar de no conocerlo...
- Cierra los ojos... - escuchaba desde ayer en mis sueños una voz dulce que me hacia despertar, pero había olvidado su rostro en el sueño, mi madre decía que los mapuches teníamos esa habilidad, de conocer tiempo antes a la persona que se nos cruzaría, pero yo jamas desarrolle aquella habilidad, la encontraba aburrida... ¡Pero claro que me serviría en este momento!
Sentía me tocaba el viento como si fuese una mujer y una voz que me murmuraba al odio... despierta...
Volteaba a todos lados como buscando a una persona que no tenia idea existía, que escuchaba en mi cabeza y no sabia donde estaba o si llegaría, pero lo sabia, sabia llegaría.
- Me gustaría comprar una bolsa de maní, por favor... -
¿Porque no podía distraerme un rato? si esa persona, esa dulce voz iba a toparse conmigo, al menos que me viera tranquilo.
Cierra los ojos...
Relatos de los nativos.
¡Despierta!
Te frotaba el viento sobre la cara y la risa de niños corriendo de un lugar a otro, era necesario exhalar el aroma a dulce de leche y el azúcar en algodón, nunca fui un amante de las cosas dulces ni menos de las concurrencias sociales
¿Que hacia aquí? necesitaba distraerme un rato, entre todo el ajetreo en mis tierras no tenia tiempo para distraerme ni nunca lo tuve de pequeño de ser niño, cerraba los ojos y escuchaba el murmullo de niños o de los juegos y su música, en Chile era raro ver cosas así y ni pensar ver a un niño mapuche jugando estas cosas del hombre blanco.
Pero estaba aquí, sentado en una banca, mirando hacia todos lados como esperando a una persona que no conocía, el olor de los dulces me tenia hastiado pero necesitaba estar aca y lo sabia, nunca había hecho caso a mis instintos pero siempre acertaban...
¡Si, siempre acertaban!
- Señor, ¿quiere una golosina? - se me había acercado un niño ofreciéndome dulces, se los agradecí pero no acepte, no era de buen gusto aceptar ese tipo de cosas más de niños pequeños con sus padres cerca.
Estos... parques de diversiones eran algo nuevo para mi, entre tanto ver juegos que no entendía como funcionaban, entre obras de magia que parecían trucos oscuros y una que otra chuchería que cegaban a la gente que necesitaba consumir y consumir, pero era todo lindo después de todo y me parecía agradable a pesar de no conocerlo...
- Cierra los ojos... - escuchaba desde ayer en mis sueños una voz dulce que me hacia despertar, pero había olvidado su rostro en el sueño, mi madre decía que los mapuches teníamos esa habilidad, de conocer tiempo antes a la persona que se nos cruzaría, pero yo jamas desarrolle aquella habilidad, la encontraba aburrida... ¡Pero claro que me serviría en este momento!
Sentía me tocaba el viento como si fuese una mujer y una voz que me murmuraba al odio... despierta...
Volteaba a todos lados como buscando a una persona que no tenia idea existía, que escuchaba en mi cabeza y no sabia donde estaba o si llegaría, pero lo sabia, sabia llegaría.
- Me gustaría comprar una bolsa de maní, por favor... -
¿Porque no podía distraerme un rato? si esa persona, esa dulce voz iba a toparse conmigo, al menos que me viera tranquilo.
Cierra los ojos...
Re: Juguemos a conocernos. (Privado)
Sé amable, pues todos los que te rodean libran una dura batalla.
(Platón)
(Platón)
- Las circunstancia de lo vivido, nos orillan a cometer actos de gran maldad, aunque nuestras almas nos adviertan del cruento peso que deberemos llevar de por vida – repitió mentalmente, la frase que había descubierto en un libro en el café de Paris, y que lo había guardado y remarcado, como una forma de intentar justificar su pecado. Cada noche su dedo recorrió cada una de las letras que formaban las palabras de aquella frase, que le recordara su pecado.
- ¿puede el hombre cometer un pecado, un solo pecado en su vida y éste ser perdonado, aunque fuera horrendo? – preguntó al cura que confesaba, en una pequeña capilla solitaria de las afueras de la ciudad de París. El religioso permaneció en silencio, mientras su mirada intentaba divisar a la feligresa que esperaba una contestación a tan difícil pregunta, más aquella mujer, se mantenía oculta tras una gruesa mantilla de encaje negro. Tras meditar un instante más, contestó – Dios fue capaz de perdonar aún al soldado que lo clavaba en la cruz, ¿por qué no perdonaría un pecado, aunque éste fuera horrendo?... Por supuesto, debería existir la genuina intención de arrepentirse, por parte de aquella persona que ha cometido tal pecado – concluyó, satisfecho de tal respuesta, con una gran sonrisa en el rostro y a la espera que la mujer le contara el terrible secreto. Mas la joven tras un suave “gracias”, se levantó y se fue. Por más que el sacerdote se apresuró a salir del cubículo, cuando pudo moverse con libertad e intentar seguir a la joven, se encontró con la iglesia vacía y solo un rastro de un perfume que le recordó a las silvestres flores de las verbenas.
Aldana, recorrió varias calles pensando en lo que aquel hombre le dijera, y por un leve instante sintió que el peso de su gran pecado, era tan liviano como la pluma de un ave. En su bello rostro se formó una sonrisa complaciente, que duró solo hasta recordar las últimas palabras del religioso , - … debería existir la genuina intención de arrepentirse, por parte de aquella persona que ha cometido tal pecado- entonces toda la alegría y libertad, volvió a esfumarse, porque ella no estaba arrepentida de sus actos, - si volviera a vivir nuevamente ese calvario… no dudaría en acabar con él, de la misma forma como lo hice una vez – su mirada se enturbió, dejando ver el conflicto interno en que se debatía aquella alma.
Cansada de pensar, intentando dejar de lado el pasado y todo lo que la atormentaba, sus pasos la condujeron a un lugar que ni siquiera creyó que existía. Un gran cartel presentaba aquel sitio como una de las máximas atracciones de Paris, allí, niños y adultos jugaban por igual. Enormes maquinas, se movían haciendo que la gente disfrutara con ello. Los celestes orbes de Aldana, se abrieron con sorpresa ante una imponente rueda, parecida a un gigantesco molino, que giraba haciendo que las personas subidas a unos endebles asientos divisaran los alrededores, como si de pájaros se tratasen, elevadas hasta una altura que le provocaron un repelús a la joven campesina. Sonrió divertida, aunque le pudiera asustar, deseaba subir a ese portento, - ¿será peligroso? – se preguntó en voz alta, sin darse cuenta que no existía nadie que le pudiera contestar, ¿o sí?
Sonae- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 02/01/2016
Re: Juguemos a conocernos. (Privado)
"Deja que respire el aire, hasta lo más obvio necesita respuesta alguna vez."
Frase anónima
¿Porqué lo infantil de alguna manera me atraía? Seria por que nunca tuve una infancia que disfrutar, o nunca la pude disfrutar como yo quise... de manera tranquila.
Me dediqué a observar como funcionaban esos artilugios, Europa vivía el apogeo de su revolución industrial y ya sonaban conceptos como "maquinaria" o "fabricas", me causaba curiosidad que a ese montón de metales les llamaran maquinas y que sirvieran para entretener a las personas, sobre todo a niños.
Debía ser sincero, si fuese padre lo pensaría dos veces antes que dejar a mi hijo subirse a una de esas cosas, edificaciones wincas que parecían peligrosas y que eran muy nuevas, distinto era quizás... como convertían los caballos en seres de cerámica o algún material que desconocía y los hiciesen móviles, parecido a lo logrado por Grecia en la batalla de Troya pero a escala infantil, me parecían menos peligrosos que grandes... ¿como había escuchado? "carruseles" que parecían ser más aparatosos que otros juegos como el tirar un anillo dentro de unas vasijas y si entraban te ganabas algún regalo, no comprendía realmente el desarrollo del hombre blanco.
Había una señorita, hermosa... sin duda, se notaba algo perdida como si nunca hubiese tocado este lugar, "me recordaba a mi" pensé internamente, ¿que la traería por aquí sino el entretenerse?, me quede observándola simplemente mientras comía algo de maní varado en una esquina al frente de su persona, parecía una niña... o seria que yo me encuentro viejo.
- ¿Sera peligroso?... -
Mire hacia todos lados buscando a quien le hablaba, pero nadie se volteaba a responderle. ¿Si era peligroso? tal vez podía serlo si eras un niño, jugar si eras más grande..
¿Que problema habría?...
- Quizás lo sea señorita, si es que anda sola... o es un niño, la tecnología de vez en cuando impresiona... -
Noté su inocente mirada posándose en mi, llegue incluso a sentirme extraño o era que nunca me habían mirado con tal dulzura... no que recuerde. Me extrañaba que su voz se pareciese a la de mis sueños, pero descarte de plano se tratase de ella, ¿como una persona que jamas había visto en mi vida se cruzaría en cosa de minutos frente a mi?
- También vine a caer acá y si disculpa la intromisión, me cuesta acostumbrarme a esto, pero parece interesante, sobre todo para alguien que no es de estas tierras, me llamo Carlos señorita, mucho gusto. -
Juré en un instante que saldría corriendo o que de entrometido me llegaría algún regaño, pero si ninguna voz le responde a una señorita, pensaba era de mala educación no ser yo quien le respondiera.
No puedo evitar sentir que me parece conocida... aunque nunca la haya visto en mi vida.
Frase anónima
¿Porqué lo infantil de alguna manera me atraía? Seria por que nunca tuve una infancia que disfrutar, o nunca la pude disfrutar como yo quise... de manera tranquila.
Me dediqué a observar como funcionaban esos artilugios, Europa vivía el apogeo de su revolución industrial y ya sonaban conceptos como "maquinaria" o "fabricas", me causaba curiosidad que a ese montón de metales les llamaran maquinas y que sirvieran para entretener a las personas, sobre todo a niños.
Debía ser sincero, si fuese padre lo pensaría dos veces antes que dejar a mi hijo subirse a una de esas cosas, edificaciones wincas que parecían peligrosas y que eran muy nuevas, distinto era quizás... como convertían los caballos en seres de cerámica o algún material que desconocía y los hiciesen móviles, parecido a lo logrado por Grecia en la batalla de Troya pero a escala infantil, me parecían menos peligrosos que grandes... ¿como había escuchado? "carruseles" que parecían ser más aparatosos que otros juegos como el tirar un anillo dentro de unas vasijas y si entraban te ganabas algún regalo, no comprendía realmente el desarrollo del hombre blanco.
Había una señorita, hermosa... sin duda, se notaba algo perdida como si nunca hubiese tocado este lugar, "me recordaba a mi" pensé internamente, ¿que la traería por aquí sino el entretenerse?, me quede observándola simplemente mientras comía algo de maní varado en una esquina al frente de su persona, parecía una niña... o seria que yo me encuentro viejo.
- ¿Sera peligroso?... -
Mire hacia todos lados buscando a quien le hablaba, pero nadie se volteaba a responderle. ¿Si era peligroso? tal vez podía serlo si eras un niño, jugar si eras más grande..
¿Que problema habría?...
- Quizás lo sea señorita, si es que anda sola... o es un niño, la tecnología de vez en cuando impresiona... -
Noté su inocente mirada posándose en mi, llegue incluso a sentirme extraño o era que nunca me habían mirado con tal dulzura... no que recuerde. Me extrañaba que su voz se pareciese a la de mis sueños, pero descarte de plano se tratase de ella, ¿como una persona que jamas había visto en mi vida se cruzaría en cosa de minutos frente a mi?
- También vine a caer acá y si disculpa la intromisión, me cuesta acostumbrarme a esto, pero parece interesante, sobre todo para alguien que no es de estas tierras, me llamo Carlos señorita, mucho gusto. -
Juré en un instante que saldría corriendo o que de entrometido me llegaría algún regaño, pero si ninguna voz le responde a una señorita, pensaba era de mala educación no ser yo quien le respondiera.
No puedo evitar sentir que me parece conocida... aunque nunca la haya visto en mi vida.
Re: Juguemos a conocernos. (Privado)
Se sorprendió ante la voz que le respondía, pues por un momento pensó que su pregunta solo había rondado su cabeza y no la había expresado en voz alta. Giró su rostro lentamente, como una niña, que sabe que ha cometido una falta. Las voces de los hombres, le traían el recuerdo de su marido y éste, siempre había sido un demonio con ella, lo que provocó que su mirada buscara con cierto temor, el origen de aquella voz.
Cuando por fin sus pupilas encontraron las ajenas, su mirada se dulcificó. Aquellos orbes de mirar sereno, del color de la arena y el olivo, la hicieron sentir reconfortada, a pesar de que era un completo extraño quien le hablaba. Asintió con un suave movimiento de cabeza, -si, debe ser así, como usted dice... pero... de donde vengo, lo mas parecido a éste artilugio, es un molino... y os puedo jurar, que sería mortal intentar mantenerse en sus aspas - Sonrió con timidez mientras acortaba paso a paso la distancia que los separaba.
- Vaya, somos dos los que hemos sido atrapados por la curiosidad - se dedicó a estudiarlo, los cabellos de un tono castaño obscuro, la forma de su rostro, su mandíbula cuadrada y de filos rectos, la nariz levemente respingada y armónica, las cejas pobladas y rectas, enmarcando aquellos ojos que había llamado tanto su atención. Aquella minuciosa observación, solo le llevó segundos, los mismos que el caballero dedicó en comentar que era foráneo - al igual que ella - y que presentarse.
- Mucho gusto... Carlos, mi nombre es Aldana, y como habréis advertido, tampoco soy de éstas tierra... - dejó sin terminar su frase, en el momento que diría el lugar donde había crecido, pero recordó, que había huido por haber matado a su esposo y entonces simplemente enmudeció, dejando que su rostro mostrara una suave y pura sonrisa en sus labios.
Cuando por fin sus pupilas encontraron las ajenas, su mirada se dulcificó. Aquellos orbes de mirar sereno, del color de la arena y el olivo, la hicieron sentir reconfortada, a pesar de que era un completo extraño quien le hablaba. Asintió con un suave movimiento de cabeza, -si, debe ser así, como usted dice... pero... de donde vengo, lo mas parecido a éste artilugio, es un molino... y os puedo jurar, que sería mortal intentar mantenerse en sus aspas - Sonrió con timidez mientras acortaba paso a paso la distancia que los separaba.
- Vaya, somos dos los que hemos sido atrapados por la curiosidad - se dedicó a estudiarlo, los cabellos de un tono castaño obscuro, la forma de su rostro, su mandíbula cuadrada y de filos rectos, la nariz levemente respingada y armónica, las cejas pobladas y rectas, enmarcando aquellos ojos que había llamado tanto su atención. Aquella minuciosa observación, solo le llevó segundos, los mismos que el caballero dedicó en comentar que era foráneo - al igual que ella - y que presentarse.
- Mucho gusto... Carlos, mi nombre es Aldana, y como habréis advertido, tampoco soy de éstas tierra... - dejó sin terminar su frase, en el momento que diría el lugar donde había crecido, pero recordó, que había huido por haber matado a su esposo y entonces simplemente enmudeció, dejando que su rostro mostrara una suave y pura sonrisa en sus labios.
Sonae- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 02/01/2016
Re: Juguemos a conocernos. (Privado)
"Los hombres con frecuencia, confunden la simpatía con el sensualismo, ninguno de los dos tiene sentido sino se intenta conocer a quien lo expresa."
Anonimo.
Debe ser cierto que muchas veces, la sonrisa de una mujer cautivaba, aun en su timidez resultaba inquietante y notaba algún tipo de pasado oscuro del cual no me atrevia a indagar, prefería quedarme con la sensación, que dos extraños se cruzaban las miradas en un parque de diversiones, emocionados por la curiosidad pareciendo asi un buen comienzo, para conocer a quien profesaba tan bella sonrisa, en medio de una apariencia tranquila y cabizbaja.
- Es extraño ver señoritas solas por estos lugares, normalmente se ven niños y padres con ellos, es un honor señorita Aldana. -
No había pensado ni por un segundo, que su voz se asemejaba a la angelical voz que rondaba en mis sueños pasados, más bien parecía el eco de nociones pasadas, de vivencias extrañas y familiares, como si la conociera de toda la vida.
¿Que haría aquí una señorita de su tipo? Tenia la sensación que escapaba de algo o de preferencia, que debía encontrarse con alguien y que yo en ese momento molestaba, pero debía ser sincero y no me quería alejar de su presencia, me calmaba... a un hombre que vive siempre en guerra, una dulce fragancia quien lo calma es el mejor remedio a su alma herida y yo, me encontraba particularmente herido de ver a mi pueblo morir.
- La verdad es que, siendo sincero, no se que hago acá, tenia alguna estúpida noción de que debía encontrarme con alguien que era lógico no vendría... olvide las estupideces que digo, pensaría que estoy loco. -
Di la vuelta, como intentando ocultar la vergüenza de lo recientemente dicho... ¿Como podía saber ella que yo debía encontrarme con alguien? Era lógico no lo sabia y más aun, cualquiera pensaría que si alguien se acercase de ese modo con tales palabras, era porque andaba en algo raro, o alguna cuerda se había cortado en su cabeza.
Necesitaba encender un cigarrillo... miraba al suelo mientras el sabor a tabaco inundaba el filtro que sostenía mi boca, mi encendedor ya desgastado me impedía encender aquel cigarrillo, no sabia si producto de los nervios o de que efectivamente el encendedor fallaba, pero me puse más nervioso.
- La gente en estos lugares es algo callada, o sera que son indiferentes a los que no somos de estas tierras... ¿De donde proviene señorita? -
Trate rápidamente de cambiar el tema... procuraba no se notara lo nervioso que estaba y era que, con mucha vergüenza aceptaba que no tenia practica alguna en relacionarme con mujeres, comúnmente era algo torpe y no tenia ni nunca tuve las tácticas de gallardía con las que conquistaba mi maestro, Don Martín.
Quizás debía poner en marcha mis sentidos y marcharme... aunque quien sabia, quizás las cosas podían cambiar...
Anonimo.
Debe ser cierto que muchas veces, la sonrisa de una mujer cautivaba, aun en su timidez resultaba inquietante y notaba algún tipo de pasado oscuro del cual no me atrevia a indagar, prefería quedarme con la sensación, que dos extraños se cruzaban las miradas en un parque de diversiones, emocionados por la curiosidad pareciendo asi un buen comienzo, para conocer a quien profesaba tan bella sonrisa, en medio de una apariencia tranquila y cabizbaja.
- Es extraño ver señoritas solas por estos lugares, normalmente se ven niños y padres con ellos, es un honor señorita Aldana. -
No había pensado ni por un segundo, que su voz se asemejaba a la angelical voz que rondaba en mis sueños pasados, más bien parecía el eco de nociones pasadas, de vivencias extrañas y familiares, como si la conociera de toda la vida.
¿Que haría aquí una señorita de su tipo? Tenia la sensación que escapaba de algo o de preferencia, que debía encontrarse con alguien y que yo en ese momento molestaba, pero debía ser sincero y no me quería alejar de su presencia, me calmaba... a un hombre que vive siempre en guerra, una dulce fragancia quien lo calma es el mejor remedio a su alma herida y yo, me encontraba particularmente herido de ver a mi pueblo morir.
- La verdad es que, siendo sincero, no se que hago acá, tenia alguna estúpida noción de que debía encontrarme con alguien que era lógico no vendría... olvide las estupideces que digo, pensaría que estoy loco. -
Di la vuelta, como intentando ocultar la vergüenza de lo recientemente dicho... ¿Como podía saber ella que yo debía encontrarme con alguien? Era lógico no lo sabia y más aun, cualquiera pensaría que si alguien se acercase de ese modo con tales palabras, era porque andaba en algo raro, o alguna cuerda se había cortado en su cabeza.
Necesitaba encender un cigarrillo... miraba al suelo mientras el sabor a tabaco inundaba el filtro que sostenía mi boca, mi encendedor ya desgastado me impedía encender aquel cigarrillo, no sabia si producto de los nervios o de que efectivamente el encendedor fallaba, pero me puse más nervioso.
- La gente en estos lugares es algo callada, o sera que son indiferentes a los que no somos de estas tierras... ¿De donde proviene señorita? -
Trate rápidamente de cambiar el tema... procuraba no se notara lo nervioso que estaba y era que, con mucha vergüenza aceptaba que no tenia practica alguna en relacionarme con mujeres, comúnmente era algo torpe y no tenia ni nunca tuve las tácticas de gallardía con las que conquistaba mi maestro, Don Martín.
Quizás debía poner en marcha mis sentidos y marcharme... aunque quien sabia, quizás las cosas podían cambiar...
Re: Juguemos a conocernos. (Privado)
Los ojos de Aldana recorrieron los obres de aquel hombre que parecía estar mas nervioso que ella. Un dejo de preocupación la embargó cuando el señor Tucapel, le preguntó si debía encontrarse con alguien, y mas aun, creció su angustia, al escuchar las palabras del caballero diciendo que él justamente debía encontrase con alguien. Tal vez el hecho de estar huyendo durante meses, la mantenía en alerta y con el temor constante de encontrarse con alguien que la estuviera buscando.
Sonrió algo nerviosa, aunque el hecho de que cambara de tema la tranquilizó bastante, - pues... en verdad... - iba a contarle que estaba allí de casualidad, que un poco se había perdido entre las calles de aquella ciudad que era tan extraña para ella, pero nuevamente habló el caballero, cortando su respuesta, a lo que ella quedó totalmente sorprendida, aunque luego convino que en una sociedad tan machista, lo que pudiera decir una mujer, era totalmente insignificante. A lo que volvió a callar y asentir a los comentarios que el joven hacía.
Le observó girar, cohibido por su propio comentario - en ningún momento he creído que usted puede parecer loco - dijo casi en un susurro, - aveces el destino nos juega malas pasadas, o creemos cosas que solamente las soñamos - continuó, - tal vez, simplemente deberíamos aceptar las oportunidades como se presentan -, volvió a sonreír cuando por fin pudo decir una frase completa. No sabía si él la había escuchado, pues se encontraba muy ensimismado intentando encender un cigarrillo, al lograrlo, el humo del tabaco llegó a la nariz de Aldana, inspiró, y el recuerdo de las tardes en el jardín de su hogar allá en España volvió hasta ella, haciendo que la nostalgia por su infancia tranquila volviera a inundar su alma. Un dejo de tristeza le cubrió el rostro, como un velo, aunque en segundos se recuperó, mostrándose mas alegre y serena que antes.
A la pregunta de donde era, pensó en no decir la verdad, ¿importaba acaso contar que era de un lugar específico de España? no, en verdad no, lo importante era su nueva vida aquí, en París, el pasado debía quedar en donde estaba, con los recuerdos de cosas que ya no existen. - Pues en verdad soy de España, pero prefiero no pensar en el pasado, existen muchas tristezas, y mi intención es forjarme un nuevo comienzo aquí en París - dejó deslizar su postura de no hablar de su pasado. - Y usted, señor Carlos,¿también vino a París a comenzar una nueva vida?-.
Sonrió algo nerviosa, aunque el hecho de que cambara de tema la tranquilizó bastante, - pues... en verdad... - iba a contarle que estaba allí de casualidad, que un poco se había perdido entre las calles de aquella ciudad que era tan extraña para ella, pero nuevamente habló el caballero, cortando su respuesta, a lo que ella quedó totalmente sorprendida, aunque luego convino que en una sociedad tan machista, lo que pudiera decir una mujer, era totalmente insignificante. A lo que volvió a callar y asentir a los comentarios que el joven hacía.
Le observó girar, cohibido por su propio comentario - en ningún momento he creído que usted puede parecer loco - dijo casi en un susurro, - aveces el destino nos juega malas pasadas, o creemos cosas que solamente las soñamos - continuó, - tal vez, simplemente deberíamos aceptar las oportunidades como se presentan -, volvió a sonreír cuando por fin pudo decir una frase completa. No sabía si él la había escuchado, pues se encontraba muy ensimismado intentando encender un cigarrillo, al lograrlo, el humo del tabaco llegó a la nariz de Aldana, inspiró, y el recuerdo de las tardes en el jardín de su hogar allá en España volvió hasta ella, haciendo que la nostalgia por su infancia tranquila volviera a inundar su alma. Un dejo de tristeza le cubrió el rostro, como un velo, aunque en segundos se recuperó, mostrándose mas alegre y serena que antes.
A la pregunta de donde era, pensó en no decir la verdad, ¿importaba acaso contar que era de un lugar específico de España? no, en verdad no, lo importante era su nueva vida aquí, en París, el pasado debía quedar en donde estaba, con los recuerdos de cosas que ya no existen. - Pues en verdad soy de España, pero prefiero no pensar en el pasado, existen muchas tristezas, y mi intención es forjarme un nuevo comienzo aquí en París - dejó deslizar su postura de no hablar de su pasado. - Y usted, señor Carlos,¿también vino a París a comenzar una nueva vida?-.
Sonae- Cambiante Clase Alta
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