AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Time Will Cure Me [Privado]
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Time Will Cure Me [Privado]
No solía ir a lugares tan alejados de la ciudad y menos sola, los demás miembros de la hermandad preferían estar a su lado, pues, siendo una de las líderes importantes, Arkana podía ser blanco fácil del enemigo. Pero ya a estas alturas, su seguridad poco le importaba; consideraba que la Orden ya estaba lo suficientemente sólida como para depender de sus líderes. Quizás estaba siendo egoísta o quizás... Los recuerdos le pesaban demasiado. Las dispustas con sus enemigos se estaban volviendo en algo de nunca acabar y aunque avanzaran en algunas cosas, todo parecía esta igual. No había tanta diferencia cuando Agartha fue formada. Obviamente, no podían bajar la guardia, pero entre tanto lío, Arkana sólo quería estar sola y olvidarse, por un instante, del pasado. Lo que había ocurrido con Badr, la tenía dispersa.
Para un vampiro, no era nada complicado desplazarse en la oscuridad, ni siquiera, en las zonas más boscosas. Sus sentidos estaban lo bastante desarrollados, que infiltrarse en ese tipo de lugares, no implicaba el riesgo que lo era para un humano corriente. Aunque, claro, siempre habían situaciones que pudieran convertirse en un amenaza, como enfrentamientos con licántropos, otros vampiros y hasta cazadores e inquisidores. Pero, por suerte, esa noche no tendría que lidiar con nada que fuese a pertubar su paz. Ella necesitaba la soledad de la naturaleza para meditar y comprender cosas que aún le parecían verdades disfrazadas de mentiras.
Las pequeñas luciérnagas se precipitban entre los matorrales y algunas veces se quedaban suspendidas sobre las aguas pantanosas. Era un verdadero espéctaculo para Arkana. Lo que hizo pensar en todas las cosas que a veces se dejaban a un lado por darle excesiva importancia a asuntos meramente superficiales. Lamentablemente, ese era el día a día de la humanidad. Recordó cuando en antaño solía quedarse horas extasiada contemplando el inmenso cielo estrellado que se alzaba sobre las arenas místicas de oriente.
Cerró sus ojos y después de tanto tiempo, estaba rodeada de una paz que no había tenido la oportunidad de disfrutar. No se quejaba de los deberes de Agartha, pero hay veces, que lo mejor es, estar a solas con si mismo y que sólo sea el silencio quien guíe los pensamientos. Sin embargo, al escuchar una rama crujir en el suelo, se dio cuenta que no estaba sola. No pudo evitar esbozar una sonrisa y negar con la cabeza. Sólo alzó la mirada hacia el manto nocturno. No tenía miedo, tampoco lo sentía...
—Si así lo desea, podría venir a acompañarme... Le doy la bienvenida desde ya.
Para un vampiro, no era nada complicado desplazarse en la oscuridad, ni siquiera, en las zonas más boscosas. Sus sentidos estaban lo bastante desarrollados, que infiltrarse en ese tipo de lugares, no implicaba el riesgo que lo era para un humano corriente. Aunque, claro, siempre habían situaciones que pudieran convertirse en un amenaza, como enfrentamientos con licántropos, otros vampiros y hasta cazadores e inquisidores. Pero, por suerte, esa noche no tendría que lidiar con nada que fuese a pertubar su paz. Ella necesitaba la soledad de la naturaleza para meditar y comprender cosas que aún le parecían verdades disfrazadas de mentiras.
Las pequeñas luciérnagas se precipitban entre los matorrales y algunas veces se quedaban suspendidas sobre las aguas pantanosas. Era un verdadero espéctaculo para Arkana. Lo que hizo pensar en todas las cosas que a veces se dejaban a un lado por darle excesiva importancia a asuntos meramente superficiales. Lamentablemente, ese era el día a día de la humanidad. Recordó cuando en antaño solía quedarse horas extasiada contemplando el inmenso cielo estrellado que se alzaba sobre las arenas místicas de oriente.
Cerró sus ojos y después de tanto tiempo, estaba rodeada de una paz que no había tenido la oportunidad de disfrutar. No se quejaba de los deberes de Agartha, pero hay veces, que lo mejor es, estar a solas con si mismo y que sólo sea el silencio quien guíe los pensamientos. Sin embargo, al escuchar una rama crujir en el suelo, se dio cuenta que no estaba sola. No pudo evitar esbozar una sonrisa y negar con la cabeza. Sólo alzó la mirada hacia el manto nocturno. No tenía miedo, tampoco lo sentía...
—Si así lo desea, podría venir a acompañarme... Le doy la bienvenida desde ya.
Arkana- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/07/2013
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Después de su encuentro en Luna Park con un pequeño hechicero de la inquisición, Baptiste no había dejado de pensar si el que ingresaran a un niño tan pequeño no era idea de su padre. Desmond era un hombre poco inusual, alguien que vendió su propia mortalidad por un ideal y que estaba dispuesto a sacarificarlo inclusive a él con tal de conseguir un soldado inquisidor perfecto, como si eso pudiera llegar a pasar. ¿Qué su padre no se daba cuenta de que el mundo era imperfecto y que en esa imperfección radicaba su belleza? Claro que no, Baines era un ciego pero en cierta manera Baptiste también lo era. El joven vampiro era después de todo el ayudante de su padre en sus locos experimentos, alguien que sin nada que perder y teniendo la idea de un mundo donde solo la perfección era importante, cedió al ofrecimiento de su padre y se transformó en un inmortal. Si bien Baptiste no tenía lazo alguno con la inquisición, era conocido por ser hijo de Desmond, tal motivo le dejaba en una situación benéfica. Conocía a la inquisición pero no era dañado por ellos y ahora además, tenía un pequeño amigo bastante interesante.
Así pues, esa noche no acompaño a Desmond en su búsqueda de sujetos para los experimentos y en cambio, guió sus pasos a un lugar que bien podía considerarse de todo, menos perfecto, el pantano. Caminando con calma, se adentraba poco a poco en aquel sitio que no le hacía sentir del todo cómodo pero que en aquellos momentos era algo que necesitaba. Sin finalidad definida, esquivaba las peores zonas y espantaba de vez en cuando las luciérnagas que iban en su dirección, así pues, llevando ese paso calmo y desinteresado de la dirección, termino en una zona cerca de donde parecía existir uno de los suyos y sin afán de molestar, trato de regresar sobre sus pasos, solo para detenerse en seco ante las palabras que escuchaba de la inmortal que al igual que él decidía sumergirse en aquel lugar de imperfecciones y no solo eso, además invitaba a Baptiste a unirse a ella.
– Lamento el inconveniente, la verdad es que creí que no habría nadie en estos lugares tan poco usuales – mencionó avanzando aun más hasta donde ella se encontraba. La luz que se colaba en aquel lugar junto con la que irradiaban las luciérnagas, dejo ante la mirada del joven vampiro a una inmortal de cabellos rubios y apariencia tanto frágil como inofensiva a quien sonrió de manera amable – pero parece que los sitios donde menos pensamos, terminamos por toparnos con otros – se detuvo a una distancia que le permitiese mirarla pero tampoco tan cerca de ella – ¿Qué hace usted aquí? – cuestionó aunque no le interesara realmente, después de todo generalmente los inmortales no tenían razones muy usuales para hacer determinadas cosas.
Así pues, esa noche no acompaño a Desmond en su búsqueda de sujetos para los experimentos y en cambio, guió sus pasos a un lugar que bien podía considerarse de todo, menos perfecto, el pantano. Caminando con calma, se adentraba poco a poco en aquel sitio que no le hacía sentir del todo cómodo pero que en aquellos momentos era algo que necesitaba. Sin finalidad definida, esquivaba las peores zonas y espantaba de vez en cuando las luciérnagas que iban en su dirección, así pues, llevando ese paso calmo y desinteresado de la dirección, termino en una zona cerca de donde parecía existir uno de los suyos y sin afán de molestar, trato de regresar sobre sus pasos, solo para detenerse en seco ante las palabras que escuchaba de la inmortal que al igual que él decidía sumergirse en aquel lugar de imperfecciones y no solo eso, además invitaba a Baptiste a unirse a ella.
– Lamento el inconveniente, la verdad es que creí que no habría nadie en estos lugares tan poco usuales – mencionó avanzando aun más hasta donde ella se encontraba. La luz que se colaba en aquel lugar junto con la que irradiaban las luciérnagas, dejo ante la mirada del joven vampiro a una inmortal de cabellos rubios y apariencia tanto frágil como inofensiva a quien sonrió de manera amable – pero parece que los sitios donde menos pensamos, terminamos por toparnos con otros – se detuvo a una distancia que le permitiese mirarla pero tampoco tan cerca de ella – ¿Qué hace usted aquí? – cuestionó aunque no le interesara realmente, después de todo generalmente los inmortales no tenían razones muy usuales para hacer determinadas cosas.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Hay veces que a pesar de que se está rodeado de muchas personas, la soledad es inevitable. Arkana compartía esa misma sensación. Aunque los miembros de Agartha eran todo lo que tenía en este mundo, se sentía, extrañamente, sola. Eso la hacía pensar que estaba siendo una egoísta, pero era demasiado para ella no aceptar esa triste realidad, después de todo, antes de ser honestos con otros, se debía serlo con uno mismo. Estaba consciente de ello y pesar de que era una situación que la llenaba de un profundo malestar, seguía adelante, muchas veces, fingiendo sonrisas o demostrando una fortaleza, que estaba empezando a quebrarse con los años.
Toda aquella situación la había obligado a aislarse esa noche; quería estar sola, salvo con la única compañía de la naturaleza y la de los recuerdos que invadían su mente. Desde hacía tantos siglos que no se sentía en paz, a pesar de todo el malestar en su interior, estaba en calma. Arkana luchaba constantemente con sus propios demonios, no se iba a permitir decaer. No era tarea sencilla, pero su orgullo y la lealtad a los suyos eran más importantes que cualquier cosa.
Pero no se esperó que, de cierta manera, sus planes de querer alejarse de todos, se viera "arruinado", de cierta forma. Arkana no se lamentó, en realidad, fue algo que la tomó por sorpresa y por suerte, quien había hecho su aparición repentina, no parecía ser alguien desagradable. Por eso lo invitó a unirse a la escena, porque, quizás, esa persona también necesitara tanta tranquilidad para su mente, como ella lo había estado ansiando desde hace bastante tiempo.
Observó de reojo a su nuevo acompañante. Era un vampiro joven, no sólo de apariencia, sino de esencia; pudo percibirlo desde el momento en que él irrumpió en el lugar.
—No tienes porque disculparte, no interrumpiste nada. Este es un lugar libre, puedes estar el tiempo que desees —mencionó con serenidad, mientras miraba de nuevo a los pequeños puntos de luz que flotaban en el aire—. No cualquiera es capaz de internarse tanto en el bosque. Algunos le temen, otros prefieren no relacionarse con la naturaleza... —Suspiró—. Puede ser que sea de los pocos que realmente disfrutan de la belleza particular de la madre tierra, que siempre nos está invitando a unirnos a ella, a que nos dejemos abrazar por su esencia fraternal.
Esta vez dirigió sus ojos al muchacho, dedicándole una sonrisa honesta. Era un desconocido, sí, pero hay veces que aquellos encuentros resultan ser los mejores, porque quizás, sea le destino mismo quien los cree.
—Yo he venido a hallar paz, la ciudad me descoloca un poco con tanta parafernalia. Así que vengo a estos lugares cuando necesito estar en paz —respondió—. Y dime, ¿qué es lo que le interesa a un joven como tú, un lugar como este? ¿También necesitas hallarte a ti mismo?
Toda aquella situación la había obligado a aislarse esa noche; quería estar sola, salvo con la única compañía de la naturaleza y la de los recuerdos que invadían su mente. Desde hacía tantos siglos que no se sentía en paz, a pesar de todo el malestar en su interior, estaba en calma. Arkana luchaba constantemente con sus propios demonios, no se iba a permitir decaer. No era tarea sencilla, pero su orgullo y la lealtad a los suyos eran más importantes que cualquier cosa.
Pero no se esperó que, de cierta manera, sus planes de querer alejarse de todos, se viera "arruinado", de cierta forma. Arkana no se lamentó, en realidad, fue algo que la tomó por sorpresa y por suerte, quien había hecho su aparición repentina, no parecía ser alguien desagradable. Por eso lo invitó a unirse a la escena, porque, quizás, esa persona también necesitara tanta tranquilidad para su mente, como ella lo había estado ansiando desde hace bastante tiempo.
Observó de reojo a su nuevo acompañante. Era un vampiro joven, no sólo de apariencia, sino de esencia; pudo percibirlo desde el momento en que él irrumpió en el lugar.
—No tienes porque disculparte, no interrumpiste nada. Este es un lugar libre, puedes estar el tiempo que desees —mencionó con serenidad, mientras miraba de nuevo a los pequeños puntos de luz que flotaban en el aire—. No cualquiera es capaz de internarse tanto en el bosque. Algunos le temen, otros prefieren no relacionarse con la naturaleza... —Suspiró—. Puede ser que sea de los pocos que realmente disfrutan de la belleza particular de la madre tierra, que siempre nos está invitando a unirnos a ella, a que nos dejemos abrazar por su esencia fraternal.
Esta vez dirigió sus ojos al muchacho, dedicándole una sonrisa honesta. Era un desconocido, sí, pero hay veces que aquellos encuentros resultan ser los mejores, porque quizás, sea le destino mismo quien los cree.
—Yo he venido a hallar paz, la ciudad me descoloca un poco con tanta parafernalia. Así que vengo a estos lugares cuando necesito estar en paz —respondió—. Y dime, ¿qué es lo que le interesa a un joven como tú, un lugar como este? ¿También necesitas hallarte a ti mismo?
Arkana- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Al Baines no le agradaba que las personas intervinieran en sus planes y ese era el motivo principal por el que al aparecer cerca de la inmortal que le llamaba, lo primero que hizo fue pedir una sincera disculpa. Él había tratado de alejarse únicamente de todo lo conocido, sin pensar que a donde iba se encontraría con alguien más. Baptiste necesitaba encontrarse en absoluta soledad, pero tampoco descartaba la posibilidad de que aquel encuentro fuera algo destinado a ocurrir, un encuentro del que fuera a aprender algo sumamente importante.
Una sonrisa fue dirigida a la inmortal que aún parecía estar bastante sumida en sus propios pensamientos y la amabilidad de la mujer hizo que Baptiste asintiera ante sus comentarios.
– Lo sé, es solo que no puedo evitar creer que interrumpí quizás algo importante aunque agradezco su sinceridad y que no le moleste mi presencia – observo en dirección a un par de luciérnagas que volaban cerca de él – cualquier otro hubiese reclamado este lugar como suyo y no como un sitio libre. - Con detenimiento escuchaba las palabras femeninas y la enorme sabiduría que contenían, siendo pues evidente que ella no era una inmortal joven sino una a la que los años educaron de una manera diferente. Los ojos de Baines recorrieron pues con lentitud el paisaje, admirando aquello a lo que ella llamaba belleza cuando él únicamente había encontrado repulsión, algo que lo llevo a fruncir el ceño, pensando que no importaba cuanto tratara de ser diferente a su padre pues en las circunstancias menos esperadas, se encontraba a si mismo pensando de la misma forma en que Desmond lo hacía.
Sin saber que responder ante los comentarios ajenos, permaneció en absoluto silencio, sintiéndose avergonzado una vez que ella giro el rostro para mirarle y dedicarle una sonrisa. No quería resultar grosero, pero consideraba que de no tener un comentario decente que hacer, lo mejor era mantenerse callado. Las siguientes palabras que salieron de los labios de la inmortal lo tranquilizaron, al parecer no era el único buscando algo de paz para su mente.
– He de confesar que esta es la primera ocasión que me atrevo a venir a un sitio como este, los pantanos no son mis zonas favoritas – se encogió de hombros – pero yo también vine en busca de un lugar pacifico – le sonrió – y afectivamente, lo hice porque trató de encontrarme a mi mismo – de manera inevitable pensó en Desmond – ya no sé quien soy, ni si lo que hago es porque quiero o porque es lo que he hecho siempre. Hasta creo que me he vuelto incapaz de pensar de manera propia – y ante ese descubrimiento sobre si mismo, Baptiste se entristeció. Su existencia era un completo vacío.
Una sonrisa fue dirigida a la inmortal que aún parecía estar bastante sumida en sus propios pensamientos y la amabilidad de la mujer hizo que Baptiste asintiera ante sus comentarios.
– Lo sé, es solo que no puedo evitar creer que interrumpí quizás algo importante aunque agradezco su sinceridad y que no le moleste mi presencia – observo en dirección a un par de luciérnagas que volaban cerca de él – cualquier otro hubiese reclamado este lugar como suyo y no como un sitio libre. - Con detenimiento escuchaba las palabras femeninas y la enorme sabiduría que contenían, siendo pues evidente que ella no era una inmortal joven sino una a la que los años educaron de una manera diferente. Los ojos de Baines recorrieron pues con lentitud el paisaje, admirando aquello a lo que ella llamaba belleza cuando él únicamente había encontrado repulsión, algo que lo llevo a fruncir el ceño, pensando que no importaba cuanto tratara de ser diferente a su padre pues en las circunstancias menos esperadas, se encontraba a si mismo pensando de la misma forma en que Desmond lo hacía.
Sin saber que responder ante los comentarios ajenos, permaneció en absoluto silencio, sintiéndose avergonzado una vez que ella giro el rostro para mirarle y dedicarle una sonrisa. No quería resultar grosero, pero consideraba que de no tener un comentario decente que hacer, lo mejor era mantenerse callado. Las siguientes palabras que salieron de los labios de la inmortal lo tranquilizaron, al parecer no era el único buscando algo de paz para su mente.
– He de confesar que esta es la primera ocasión que me atrevo a venir a un sitio como este, los pantanos no son mis zonas favoritas – se encogió de hombros – pero yo también vine en busca de un lugar pacifico – le sonrió – y afectivamente, lo hice porque trató de encontrarme a mi mismo – de manera inevitable pensó en Desmond – ya no sé quien soy, ni si lo que hago es porque quiero o porque es lo que he hecho siempre. Hasta creo que me he vuelto incapaz de pensar de manera propia – y ante ese descubrimiento sobre si mismo, Baptiste se entristeció. Su existencia era un completo vacío.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/11/2013
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Comparado con ella, él era apenas un jovencito, alguien que estaba comenzando ese largo camino de la inmortalidad. Podía percibirlo en su aura, e incluso en sus facciones y también en esa necesidad por estar solo, por evitar la compañía de otros. Arkana lo comprendía mejor que nadie; ese mismo deseo de soledad fue el que la llevó ahí. Su mente tenía que despejarse de todo aquello que la atormentaba y la ataba a no estar contenta consigo misma; pero en vez de hallarse lejos de la presencia de otros seres, se encontró con alguien que estaba en las mismas condiciones que ella y pensó que el destino podría resultar caprichoso algunas veces.
Le escuchó en silencio, observando distraída la armonía que mantenían las luciérnagas en el aire, apenas moviéndose con agilidad cuando alguna tropezaba con la otra. Algunas aves nocturnas rondaban cerca, acechando a los pequeños roedores que se ocultaban entre los troncos húmedos de los árboles, intentando escapar de las garras voraces de sus depredadores. Era parte de las noches de los bosques; era parte del equilibrio que mantenía constantemente la naturaleza y que muchas veces terminó envidiando, por no sentirse parte de ella, no desde que fue llevada a la inmortalidad. Aquel suceso de su conversión empezó a volverse confuso y no hallaba paz en los recuerdos que acechaban su mente a cada momento.
—Reclamar algo que no le pertenece a nadie, es vanidad. Pero, ¿qué se puede hacer en contra de ello? El egoísmo ha estado en los corazones de los hombres desde el inicio de los tiempos; siempre se han empeñado en marcar territorios como suyos, cuando todo esto pertenece a la naturaleza. En algún momento se extinguen y ya ni su cuerpo les pertenece, porque se convierten en cenizas con el pasar de los años —dijo con voz neutral, manteniendo siempre una postura relajada—. Has venido aquí por algún motivo y ese mismo motivo es el que te ha llevado a pensar en que, aunque repudies la naturaleza, quieres ser parte de ella. No es fácil aceptarlo, pero con el tiempo te darás cuenta de que indudablemente es así...
Lo escudriñó con la mirada, estaba tan hundido en sus dudas, que casi parecía un reflejo de sí misma hacía siglos atrás. ¿Acaso Las Parcas se habían encargado de llevar al muchacho a ese mismo sitio para que se encontrara con ella? Era curioso, sin embargo, tampoco imposible. Arkana era una mujer sabia, alguien que había nacido en una civilización antigua, que adoraba a los dioses del destino y creía que la vida la trazaban los astros en el cielo. Hoy por hoy, creía lo mismo.
—Siempre has sabido quién eres —respondió, llevando una mano al hombre del muchacho—. Sólo que has estado silenciando tu propio ser durante muchos años por intentar creer algo que la misma sociedad te ha impuesto. No tienes porque lamentarte... Si esta noche has decidido venir aquí y considerar que algo está fallando en tu interior, es porque te estás abriendo a tu verdadero ser y eso es un gran paso.
Le escuchó en silencio, observando distraída la armonía que mantenían las luciérnagas en el aire, apenas moviéndose con agilidad cuando alguna tropezaba con la otra. Algunas aves nocturnas rondaban cerca, acechando a los pequeños roedores que se ocultaban entre los troncos húmedos de los árboles, intentando escapar de las garras voraces de sus depredadores. Era parte de las noches de los bosques; era parte del equilibrio que mantenía constantemente la naturaleza y que muchas veces terminó envidiando, por no sentirse parte de ella, no desde que fue llevada a la inmortalidad. Aquel suceso de su conversión empezó a volverse confuso y no hallaba paz en los recuerdos que acechaban su mente a cada momento.
—Reclamar algo que no le pertenece a nadie, es vanidad. Pero, ¿qué se puede hacer en contra de ello? El egoísmo ha estado en los corazones de los hombres desde el inicio de los tiempos; siempre se han empeñado en marcar territorios como suyos, cuando todo esto pertenece a la naturaleza. En algún momento se extinguen y ya ni su cuerpo les pertenece, porque se convierten en cenizas con el pasar de los años —dijo con voz neutral, manteniendo siempre una postura relajada—. Has venido aquí por algún motivo y ese mismo motivo es el que te ha llevado a pensar en que, aunque repudies la naturaleza, quieres ser parte de ella. No es fácil aceptarlo, pero con el tiempo te darás cuenta de que indudablemente es así...
Lo escudriñó con la mirada, estaba tan hundido en sus dudas, que casi parecía un reflejo de sí misma hacía siglos atrás. ¿Acaso Las Parcas se habían encargado de llevar al muchacho a ese mismo sitio para que se encontrara con ella? Era curioso, sin embargo, tampoco imposible. Arkana era una mujer sabia, alguien que había nacido en una civilización antigua, que adoraba a los dioses del destino y creía que la vida la trazaban los astros en el cielo. Hoy por hoy, creía lo mismo.
—Siempre has sabido quién eres —respondió, llevando una mano al hombre del muchacho—. Sólo que has estado silenciando tu propio ser durante muchos años por intentar creer algo que la misma sociedad te ha impuesto. No tienes porque lamentarte... Si esta noche has decidido venir aquí y considerar que algo está fallando en tu interior, es porque te estás abriendo a tu verdadero ser y eso es un gran paso.
Arkana- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Su juventud, su similitud con su creador y la falta de contacto con otros vampiros que no fueran aquellos que de cierta manera su padre aprobaba, eran parte de los detalles que hacían que Baptiste se encontrase tan confundido sobre si mismo, aunando claro el hecho de que ya necesitaba él sentirse un ser independiente. Era hijo de Desmond, su vástago y eso era lo único. El Baines no tenía un propósito de existencia personal, detalle que le hacía sentirse más solo y más vacío que nunca, aun teniendo a su lado a una inmortal que mostraba mediante sus palabras una sabiduría de muchos años.
El razonamiento de aquella mujer resultaba sumamente acertado y el tono tranquilo de su voz junto a su presencia física, calmaban de cierta manera al joven vampiro, que observaba con admiración a la rubia.
– Yo hubiera reclamado la presencia de otra persona en este lugar si es que hubiera llegado primero – confesó – eso aunque realmente no me molestara ver a alguien más aquí – agacho la mirada avergonzado por hacer aquella confesión. La inmortal había llamado vanidosos a aquellos que reclamaban algo que no les pertenecía y quizás Baptiste no fuera verdaderamente vanidoso, solo que había tomado como suyas muchas de las formas de ser y comportarse de su propio padre – Todo se vuelve cenizas – susurró para si, observando entonces su mano. El vampiro era una existencia inmortal cuando se trataba de tiempo pero cuando se trataba de vida, bueno, ni siquiera en ese aspecto los vampiros eran realmente eternos porque tarde o temprano todos se convertían también en cenizas.
Un motivo. Claro que estaba ahí por un motivo, uno que le era aún tan confuso que le era imposible descifrarlo en aquellos instantes pero que sabía, iba a lograr descubrir, mucho más teniendo como compañía a aquella fémina que con sus palabras daba un poco de luz a la oscura mente de Baptiste.
– Algunas veces aún me cuesta saber que soy inmortal – rió observando de reojo a la rubia – sigo sintiéndome como un chiquillo al que necesitan decirle que debe hacer o que debe pensar – suspiro solo por el hecho de liberar cierta tensión de su cuerpo. La figura de su padre le había opacado por completo, en parte porque Desmond deseaba que su hijo fuera de cierta forma y en otra cierta parte porque Baptiste siempre trato de cumplir con las expectativas, esperando inútilmente convertirse en un hombre idéntico a su padre solo que para esos momentos de su existencia, ese parecido con su progenitor ya le asqueaba.
Sumido por unos instantes en sus propios pensamientos y en como se perdió a si mismo, Baptiste se sintió realmente miserable al menos hasta que las palabras de la inmortal a su lado le sacudieron las creencias. ¿Sabía de verdad quién era y qué quería? ¿Era aquel viaje a los pantanos el primer paso para convertirse realmente en un ser independiente y verdaderamente pensante? Una sonrisa se asomo a sus labios y su mirada se fijo en la rubia que para ese momento ya sujetaba su hombro.
– Eres la primer inmortal que conozco que tiene esta clase de pensamientos diferentes – ladeo el rostro ligeramente – Me agradas, pero seguramente mi padre te odiaría – mencionó aquello riendo. Estar al lado de una vampiro tan diferente en forma de pensar a Desmond, quizás no era lo que el antiguo Baptiste hubiera hecho pero si las palabras de aquella mujer eran verdaderas y estaba dando los primeros pasos para encontrar a su yo real, bien valía la pena enfrentarse a todo su sistema de creencias – Ojala él pensara como tu… – y tras decir eso la observo con curiosidad, esperando por ver si es que le decía su nombre o es que él debía presentarse primero como se esperaba de los caballeros.
El razonamiento de aquella mujer resultaba sumamente acertado y el tono tranquilo de su voz junto a su presencia física, calmaban de cierta manera al joven vampiro, que observaba con admiración a la rubia.
– Yo hubiera reclamado la presencia de otra persona en este lugar si es que hubiera llegado primero – confesó – eso aunque realmente no me molestara ver a alguien más aquí – agacho la mirada avergonzado por hacer aquella confesión. La inmortal había llamado vanidosos a aquellos que reclamaban algo que no les pertenecía y quizás Baptiste no fuera verdaderamente vanidoso, solo que había tomado como suyas muchas de las formas de ser y comportarse de su propio padre – Todo se vuelve cenizas – susurró para si, observando entonces su mano. El vampiro era una existencia inmortal cuando se trataba de tiempo pero cuando se trataba de vida, bueno, ni siquiera en ese aspecto los vampiros eran realmente eternos porque tarde o temprano todos se convertían también en cenizas.
Un motivo. Claro que estaba ahí por un motivo, uno que le era aún tan confuso que le era imposible descifrarlo en aquellos instantes pero que sabía, iba a lograr descubrir, mucho más teniendo como compañía a aquella fémina que con sus palabras daba un poco de luz a la oscura mente de Baptiste.
– Algunas veces aún me cuesta saber que soy inmortal – rió observando de reojo a la rubia – sigo sintiéndome como un chiquillo al que necesitan decirle que debe hacer o que debe pensar – suspiro solo por el hecho de liberar cierta tensión de su cuerpo. La figura de su padre le había opacado por completo, en parte porque Desmond deseaba que su hijo fuera de cierta forma y en otra cierta parte porque Baptiste siempre trato de cumplir con las expectativas, esperando inútilmente convertirse en un hombre idéntico a su padre solo que para esos momentos de su existencia, ese parecido con su progenitor ya le asqueaba.
Sumido por unos instantes en sus propios pensamientos y en como se perdió a si mismo, Baptiste se sintió realmente miserable al menos hasta que las palabras de la inmortal a su lado le sacudieron las creencias. ¿Sabía de verdad quién era y qué quería? ¿Era aquel viaje a los pantanos el primer paso para convertirse realmente en un ser independiente y verdaderamente pensante? Una sonrisa se asomo a sus labios y su mirada se fijo en la rubia que para ese momento ya sujetaba su hombro.
– Eres la primer inmortal que conozco que tiene esta clase de pensamientos diferentes – ladeo el rostro ligeramente – Me agradas, pero seguramente mi padre te odiaría – mencionó aquello riendo. Estar al lado de una vampiro tan diferente en forma de pensar a Desmond, quizás no era lo que el antiguo Baptiste hubiera hecho pero si las palabras de aquella mujer eran verdaderas y estaba dando los primeros pasos para encontrar a su yo real, bien valía la pena enfrentarse a todo su sistema de creencias – Ojala él pensara como tu… – y tras decir eso la observo con curiosidad, esperando por ver si es que le decía su nombre o es que él debía presentarse primero como se esperaba de los caballeros.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Arkana había acumulado gran sabiduría con los siglos, desde su mortalidad, hasta las fechas actuales, en las que seguía peregrinando en este mundo en busca de una utopía que, cada vez, parecía más distante. Aquel pensamiento nefasto se apoderaba de su mente cada noche, pero hacía un gran esfuerzo por apartarlo, pues no era mujer de rendirse tan fácilmente al cataclismo de la vida. Tanto su padre, como sus maestros, y Badr, le habían enseñado sobre el arte de la paciencia, del silencio y de la tolerancia; ahora, más que nunca, debía hacer uso de tan importantes facultades. Quizá así podría sobrevivir con mejor resistencia ante los caprichos del destino y quizá, también sería de gran utilidad para otros que estuvieran a punto de dejarse caer al vacío de la resignación. Otros como aquel jovencito que ahora le acompañaba. El mismo que irrumpió en el silencio de la noche y le arrebató la soledad, algo que no se esperaba.
A pesar de que él estuviera cercano al siglo de existencia, aún le faltaba mucho por aprender. Se le notaba inseguro y hasta sorprendido por las palabras formuladas por Arkana. Pero igualmente las recibió con bastante humildad, algo que ella admiró, pues no muchos suelen reconocer con sencillez sus errores, muy al contrario, suelen mostrarse indignados y un tanto altivos.
—Pero esas cenizas pueden volver a retornar. La energía nunca se destruye, siempre es constante y está en todo y en todos —dijo—, la existencia no termina cuando dejamos de ser algo físico. Los antiguos se referían a esto como ley de eterno retorno y se le representó de distintas formas. —Extendió la mano dejando así que una pequeña luciérnaga se posara en la palma de su mano—. No tienes porque lamentarte por sentirte así. Mira a este pequeño insecto, es diminuto, y muchos tendrán la idea de que es un ser insignificante por su tamaño; pero es capaz de brillar por si mismo y eso es lo que más importa. Su objetivo no se reduce en cuán pequeño es, su objetivo es que su luz iguala a la de las estrellas en el firmamento. ¿No encuentras en eso algo maravilloso?
El insecto extendió sus alas transparentes y volvió a alzar vuelo para unirse a los demás que flotaban sobre las oscuras aguas del pantano. Arkana se les quedó observando en silencio, recordando a su padre y a sus allegados. Había sido una época magnífica y conservaba hermosas memorias, que aún lograban hacerla sentir nostálgica, a pesar de los miles de siglos que habían transcurrido.
—¿Tu padre? —habló finalmente—, ¿Me odiaría por el simple de hecho de hacerte ver que eres libre? —inquirió, no tan sorprendida por aquellas palabras, terminando por reír un poco al caer en cuenta en ese detalle—. Entiendo. No todos comparten un mismo punto de vista, y tampoco está mal. Lo malo es cuando se pretende obligar a otros a pensar de la misma manera, porque ahí se rompe la libertad de pensamiento y la tolerancia. —Hizo una pausa y observó al joven con una sonrisa—. Pero, todavía no me dices tu nombre. ¿Cuál es? Ahora que hemos entrado en confianza, me puedes llamar Arkana.
A pesar de que él estuviera cercano al siglo de existencia, aún le faltaba mucho por aprender. Se le notaba inseguro y hasta sorprendido por las palabras formuladas por Arkana. Pero igualmente las recibió con bastante humildad, algo que ella admiró, pues no muchos suelen reconocer con sencillez sus errores, muy al contrario, suelen mostrarse indignados y un tanto altivos.
—Pero esas cenizas pueden volver a retornar. La energía nunca se destruye, siempre es constante y está en todo y en todos —dijo—, la existencia no termina cuando dejamos de ser algo físico. Los antiguos se referían a esto como ley de eterno retorno y se le representó de distintas formas. —Extendió la mano dejando así que una pequeña luciérnaga se posara en la palma de su mano—. No tienes porque lamentarte por sentirte así. Mira a este pequeño insecto, es diminuto, y muchos tendrán la idea de que es un ser insignificante por su tamaño; pero es capaz de brillar por si mismo y eso es lo que más importa. Su objetivo no se reduce en cuán pequeño es, su objetivo es que su luz iguala a la de las estrellas en el firmamento. ¿No encuentras en eso algo maravilloso?
El insecto extendió sus alas transparentes y volvió a alzar vuelo para unirse a los demás que flotaban sobre las oscuras aguas del pantano. Arkana se les quedó observando en silencio, recordando a su padre y a sus allegados. Había sido una época magnífica y conservaba hermosas memorias, que aún lograban hacerla sentir nostálgica, a pesar de los miles de siglos que habían transcurrido.
—¿Tu padre? —habló finalmente—, ¿Me odiaría por el simple de hecho de hacerte ver que eres libre? —inquirió, no tan sorprendida por aquellas palabras, terminando por reír un poco al caer en cuenta en ese detalle—. Entiendo. No todos comparten un mismo punto de vista, y tampoco está mal. Lo malo es cuando se pretende obligar a otros a pensar de la misma manera, porque ahí se rompe la libertad de pensamiento y la tolerancia. —Hizo una pausa y observó al joven con una sonrisa—. Pero, todavía no me dices tu nombre. ¿Cuál es? Ahora que hemos entrado en confianza, me puedes llamar Arkana.
Arkana- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Nunca había escuchado a nadie expresarse como ella lo hacía y aunque sabía que existían inmortales como ella que pensaban de una manera diferente, Baptiste nunca se espero toparse con uno y mucho menos tener la disposición para escucharle, sin embargo, al lado de la rubia experimentaba una paz sin igual, una que inclusive le llevaba a aceptar cosas de si mismo que en circunstancias diferentes ni siquiera le hubieran cruzado por la cabeza.
Atento a no únicamente a las palabras, sino también a los gestos de la mujer, Baptiste guardó silencio. La sabiduría de la inmortal era impresionante o al menos a él se lo parecía. Su prácticamente nulo contacto con otros seres que no fueran los sujetos de experimentación de su padre, su mismo padre y los amigos de él que pensaban de una manera similar lo dejaban en una evidente desventaja cuando se trataba de conocimiento del mundo. De hecho, Baptiste nunca había salido de tierras francesas, algo que al parecer su compañera no compartía con él. Donde el Baines no veía más que destrucción y miseria, ella veía posibilidades de cambio.
– Los antiguos… – susurró aquello, cuestionándose a él mismo sobre la edad que aquella rubia debía tener, pero sobre todo, preguntándose que era lo que había sido capaz de descubrir en todo su caminar sobre la tierra. Le hubiese encantado poder preguntar como un chiquillo acerca de las andanzas de la vampiro, sin embargo, existían hábitos que no podían romperse tan fácilmente y a pesar de las dudas que le carcomían por dentro, Baines no pregunto nada.
Observando embelesado la manera en que una pequeña luciérnaga se posaba en la mano de la vampira, Baptiste sintió como es que las palabras de la mujer le llenaban de esperanza. Tenía mucho que aprender sobre si mismo, sobre lo que era y lo que podía lograr, pero tal como ella decía, no importaba lo insignificante que su existencia pudiera ser, debía encontrar el propósito en ella y se encontraba seguro que su propósito no era seguir los pasos de su padre, o al menos, no todos sus pasos.
– Es completamente maravilloso – aseguró sonriendo, mostrando su blanca dentadura – y también es curioso. Muchas otras veces he visto luciérnagas pero esta noche tienen un significado diferente.
– Así es, mi padre te odiaría completamente y no solo por hacerme ver que soy libre – dijo justo antes de mirar a la vampiro reír – Mi padre no comparte los puntos de vista de nadie, es algo complicado – aseguró sonriendo – No es que me haya obligado a pensar como él – se encogió de hombros – es más bien como que nunca tuve otra opción, nunca tuve la posibilidad de ser diferente porque él es extraño y al ser su hijo bueno, soy igual de extraño o eso creo – se rió – mis palabras no tienen ningún sentido, ¿verdad? – y tras haber entrado quizás en un territorio demasiado personal, era momento de las presentaciones – Un placer Arkana, yo soy Baptiste y estoy para servirte – claro que siendo un vampiro tan joven probablemente no le fuera de utilidad a ella, aún así, quería ser educado con quien quería considerar una nueva mentora.
Atento a no únicamente a las palabras, sino también a los gestos de la mujer, Baptiste guardó silencio. La sabiduría de la inmortal era impresionante o al menos a él se lo parecía. Su prácticamente nulo contacto con otros seres que no fueran los sujetos de experimentación de su padre, su mismo padre y los amigos de él que pensaban de una manera similar lo dejaban en una evidente desventaja cuando se trataba de conocimiento del mundo. De hecho, Baptiste nunca había salido de tierras francesas, algo que al parecer su compañera no compartía con él. Donde el Baines no veía más que destrucción y miseria, ella veía posibilidades de cambio.
– Los antiguos… – susurró aquello, cuestionándose a él mismo sobre la edad que aquella rubia debía tener, pero sobre todo, preguntándose que era lo que había sido capaz de descubrir en todo su caminar sobre la tierra. Le hubiese encantado poder preguntar como un chiquillo acerca de las andanzas de la vampiro, sin embargo, existían hábitos que no podían romperse tan fácilmente y a pesar de las dudas que le carcomían por dentro, Baines no pregunto nada.
Observando embelesado la manera en que una pequeña luciérnaga se posaba en la mano de la vampira, Baptiste sintió como es que las palabras de la mujer le llenaban de esperanza. Tenía mucho que aprender sobre si mismo, sobre lo que era y lo que podía lograr, pero tal como ella decía, no importaba lo insignificante que su existencia pudiera ser, debía encontrar el propósito en ella y se encontraba seguro que su propósito no era seguir los pasos de su padre, o al menos, no todos sus pasos.
– Es completamente maravilloso – aseguró sonriendo, mostrando su blanca dentadura – y también es curioso. Muchas otras veces he visto luciérnagas pero esta noche tienen un significado diferente.
– Así es, mi padre te odiaría completamente y no solo por hacerme ver que soy libre – dijo justo antes de mirar a la vampiro reír – Mi padre no comparte los puntos de vista de nadie, es algo complicado – aseguró sonriendo – No es que me haya obligado a pensar como él – se encogió de hombros – es más bien como que nunca tuve otra opción, nunca tuve la posibilidad de ser diferente porque él es extraño y al ser su hijo bueno, soy igual de extraño o eso creo – se rió – mis palabras no tienen ningún sentido, ¿verdad? – y tras haber entrado quizás en un territorio demasiado personal, era momento de las presentaciones – Un placer Arkana, yo soy Baptiste y estoy para servirte – claro que siendo un vampiro tan joven probablemente no le fuera de utilidad a ella, aún así, quería ser educado con quien quería considerar una nueva mentora.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Aunque en un principio había ido con la intención de estar sola, no podía negar que la compañía inesperada del muchacho le hiciera sentirse bien, era grato poder estar al lado de personas que fueran capaces de transmitir tanta paz. Tampoco estaba negando que en Agartha no las hubiera, sólo que en esta ocasión simplemente optó por distanciarse; quizás el cansancio y las flaquezas acumuladas la iban atormentando poco a poco. Sin embargo, esa noche se dio cuenta en el error que cometió al pensar en ello, en que se estaba encerrando a sí misma, y conforme había demostrado que una pequeña insignificante luciérnaga brillaba con luz propia sin importa nada, ella debía sentirse igual. Si estaba sirviendo de ejemplo a aquel joven, no podía sentirse apabullada por problemas a los que le estaba sumando demasiada grandeza. Fue tonto tener en cuenta la inseguridad, cuando siempre se mantuvo como una persona neutral y fuerte a las adversidades. Arkana no solamente empezó a acomodarse a la situación por la que pasaba a Agartha, sino que bendijo la hora en que se topó con Baptiste, quien lucía fascinado ante las palabras que le profería.
Tal vez la escena le pareció hermosa, especial, curiosa, o simplemente imaginaba cosas. Hubo un punto en que no supo cómo reaccionar, sólo se quedó observando a las luciérnagas danzar en su propio universo. Quiso que el silencio se encargara de ser quien dictara las palabras en ese pequeño instante, hasta que el vampiro decidiera quebrarlo con sus dudas. Arkana le dirigió una mirada que no dejaba de ser afable y hasta un poco tierna. Realmente estaba contenta de que hubiera podido ayudar a alguien, y también, enseñarse a sí misma lo valiosa que era, que no siempre se tenía que ser el más poderoso para ganar todas las batallas, que era cuestión de tiempo.
—Baptiste, que hermoso nombre —respondió con un halago totalmente sincero—. ¿Lo ves? Todos los días hay algo nuevo para aprender. Cada día tenemos una oportunidad más para conocernos mejor y descubrir cosas hermosas en las pequeñas cosas que nos rodean —explicó—. Te apuesto que la gran mayoría de las personas, con las que compartimos este mundo, no han atendido al valor de una pequeña luciérnaga. Que sólo se dejan llevar por su tamaño y no por su luz. Es triste, sabes. Hay cosas tan magníficas en este universo y siempre las ignoramos; incluso ignoramos las cosas maravillosas que nosotros mismos poseemos en nuestro interior. Así como tu padre...
Hubo una pausa antes de continuar. A Arkana le disgustaban esa clase de personas; incluso parecía que mientras más devotos fueran, más siniestros eran. Se lamentaba de que las cosas llegaran a tal punto, que el hombre terminó perdiéndose a sí mismo por su propia culpa.
—Y ahí está el problema. Si él no comparte los puntos de vista de los demás, es porque cree tener toda la razón, y no es así. Nunca tenemos la razón en todo, somos seres imperfectos, pero a medida que vamos aprendiendo, vamos creciendo y mejorando —le aseguró con una sonrisa. Quería ayudarlo, se había empeñado a ello y no iba a desistir tan rápido—. Y no, ¡claro que no! A mí me pareces un muchacho agradable, tal vez un tanto inseguro, pero no es tu culpa. Tú mismo has mencionado que no has tenido más opciones, pues, ¿por qué no buscarlas? No caigas en el conformismo. Muchas se convierten en nuestra propia amenaza. —Rió un poco y negó un par de veces—. No pienses que lo que dices carece de sentido, porque no es así. A mí se me hace que eres muy inteligente, aunque dudes de ello, yo creo que así; pasa que no has probado tus propias virtudes. Deberías intentarlo.
Tal vez la escena le pareció hermosa, especial, curiosa, o simplemente imaginaba cosas. Hubo un punto en que no supo cómo reaccionar, sólo se quedó observando a las luciérnagas danzar en su propio universo. Quiso que el silencio se encargara de ser quien dictara las palabras en ese pequeño instante, hasta que el vampiro decidiera quebrarlo con sus dudas. Arkana le dirigió una mirada que no dejaba de ser afable y hasta un poco tierna. Realmente estaba contenta de que hubiera podido ayudar a alguien, y también, enseñarse a sí misma lo valiosa que era, que no siempre se tenía que ser el más poderoso para ganar todas las batallas, que era cuestión de tiempo.
—Baptiste, que hermoso nombre —respondió con un halago totalmente sincero—. ¿Lo ves? Todos los días hay algo nuevo para aprender. Cada día tenemos una oportunidad más para conocernos mejor y descubrir cosas hermosas en las pequeñas cosas que nos rodean —explicó—. Te apuesto que la gran mayoría de las personas, con las que compartimos este mundo, no han atendido al valor de una pequeña luciérnaga. Que sólo se dejan llevar por su tamaño y no por su luz. Es triste, sabes. Hay cosas tan magníficas en este universo y siempre las ignoramos; incluso ignoramos las cosas maravillosas que nosotros mismos poseemos en nuestro interior. Así como tu padre...
Hubo una pausa antes de continuar. A Arkana le disgustaban esa clase de personas; incluso parecía que mientras más devotos fueran, más siniestros eran. Se lamentaba de que las cosas llegaran a tal punto, que el hombre terminó perdiéndose a sí mismo por su propia culpa.
—Y ahí está el problema. Si él no comparte los puntos de vista de los demás, es porque cree tener toda la razón, y no es así. Nunca tenemos la razón en todo, somos seres imperfectos, pero a medida que vamos aprendiendo, vamos creciendo y mejorando —le aseguró con una sonrisa. Quería ayudarlo, se había empeñado a ello y no iba a desistir tan rápido—. Y no, ¡claro que no! A mí me pareces un muchacho agradable, tal vez un tanto inseguro, pero no es tu culpa. Tú mismo has mencionado que no has tenido más opciones, pues, ¿por qué no buscarlas? No caigas en el conformismo. Muchas se convierten en nuestra propia amenaza. —Rió un poco y negó un par de veces—. No pienses que lo que dices carece de sentido, porque no es así. A mí se me hace que eres muy inteligente, aunque dudes de ello, yo creo que así; pasa que no has probado tus propias virtudes. Deberías intentarlo.
Arkana- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
¿Por qué su padre no podía pensar de la misma manera en que lo hacía Arkana? Baptiste estaba agradecido del padre que tenía, de eso no existía la menor duda. Desmond era un ser en muchos aspectos demente, le gustaba experimentar y hacer sufrir a otros, pero con Baptiste siempre se mostro como un buen padre. Desmond amaba a su hijo a su manera, hizo todo lo que estuvo a su alcance por mantenerlo siempre a salvo y por inculcarle lo que él consideraba lo mejor así que de cierta manera, Baptiste era realmente afortunado y al lado de aquella inmortal de cabellos rubios, se sentía mucho más.
Los ojos del vampiro iban de la inmortal a las luciérnagas, cada una de las palabras que salían de los labios de Arkana parecían ser lo que él necesitaba escuchar, lo que necesitaba descubrir. Mientras hablaban, Baptiste no pudo evitar mencionar a su padre y lo mucho que él odiaría a la inmortal. Desmond tenía una manera de pensar carente de flexibilidad, algo que afortunadamente Baptiste no heredó.
– Hoy ha sido gracias a ti que he aprendido algo nuevo – de no ser por ella sabía que seguiría sumergido en un mar de confusión – Y creo que gracias a ti podre descubrir muchas más cosas de mi mismo y de todo lo que me rodea – los ojos del inmortal siguieron entonces a una luciérnaga que se posó en los cabellos de Arkana. Mientras que sus ojos se mantenían fijos en la pequeña criatura sobre el cabello de la inmortal, su oídos escuchaban con atención lo que ella tenía para agregar – Eres muy buena – aseguro sin más, viendo como la luciérnaga abandonaba el cabello de la vampiro – Te entristece saber que existen seres como yo, incapaces de ver la belleza del mundo – sonrió – Me gustaría poder ver todo el mundo como lo haces tu, todo debe ser sumamente hermoso visto desde tus ojos – y de eso no tenia duda alguna, pues seres hermosos como Arkana solo eran capaces de ver belleza.
Pensar una vez más en su padre y en sus cualidades le hizo sonreír.
– Mi padre tiene algunas cosas buenas – se encogió de hombros – no muchas, pero las tiene; es solo que… esta obsesionado – frunció el ceño y la observo – Tienes razón en que cree tener toda la razón. Toda su vida como humano y ahora como inmortal ha esperado conocerlo todo y ser perfecto. También quiere que yo sea perfecto pero para serlo – su rostro se relajo – tengo que crecer y mejorar – sonrió, pues las palabras de Arkana realmente le estaban haciendo pensar que podía ser mejor.
La sonrisa se mantuvo en su rostro. Le gustaba sentirse halagado por alguien tan inteligente y conocedor como Arkana.
– Me encantaría buscar opciones – aseguro con voz animada – Sé que tendré algunos problemas con mi padre, pero, ¿Qué es una relación padre-hijo sin algo de drama? – estar al lado de ella le animaba a hacer de su existía algo más y por eso, estaría en eterna deuda con la vampiro – Y sé que no he sido de mucha ayuda para ti – la miro – ¿Pero has podido encontrar algo de ti misma aquí?.
Los ojos del vampiro iban de la inmortal a las luciérnagas, cada una de las palabras que salían de los labios de Arkana parecían ser lo que él necesitaba escuchar, lo que necesitaba descubrir. Mientras hablaban, Baptiste no pudo evitar mencionar a su padre y lo mucho que él odiaría a la inmortal. Desmond tenía una manera de pensar carente de flexibilidad, algo que afortunadamente Baptiste no heredó.
– Hoy ha sido gracias a ti que he aprendido algo nuevo – de no ser por ella sabía que seguiría sumergido en un mar de confusión – Y creo que gracias a ti podre descubrir muchas más cosas de mi mismo y de todo lo que me rodea – los ojos del inmortal siguieron entonces a una luciérnaga que se posó en los cabellos de Arkana. Mientras que sus ojos se mantenían fijos en la pequeña criatura sobre el cabello de la inmortal, su oídos escuchaban con atención lo que ella tenía para agregar – Eres muy buena – aseguro sin más, viendo como la luciérnaga abandonaba el cabello de la vampiro – Te entristece saber que existen seres como yo, incapaces de ver la belleza del mundo – sonrió – Me gustaría poder ver todo el mundo como lo haces tu, todo debe ser sumamente hermoso visto desde tus ojos – y de eso no tenia duda alguna, pues seres hermosos como Arkana solo eran capaces de ver belleza.
Pensar una vez más en su padre y en sus cualidades le hizo sonreír.
– Mi padre tiene algunas cosas buenas – se encogió de hombros – no muchas, pero las tiene; es solo que… esta obsesionado – frunció el ceño y la observo – Tienes razón en que cree tener toda la razón. Toda su vida como humano y ahora como inmortal ha esperado conocerlo todo y ser perfecto. También quiere que yo sea perfecto pero para serlo – su rostro se relajo – tengo que crecer y mejorar – sonrió, pues las palabras de Arkana realmente le estaban haciendo pensar que podía ser mejor.
La sonrisa se mantuvo en su rostro. Le gustaba sentirse halagado por alguien tan inteligente y conocedor como Arkana.
– Me encantaría buscar opciones – aseguro con voz animada – Sé que tendré algunos problemas con mi padre, pero, ¿Qué es una relación padre-hijo sin algo de drama? – estar al lado de ella le animaba a hacer de su existía algo más y por eso, estaría en eterna deuda con la vampiro – Y sé que no he sido de mucha ayuda para ti – la miro – ¿Pero has podido encontrar algo de ti misma aquí?.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Si algo agradecía profundamente, era poder servir de guía para otros; desde que era una humana se había dedicado a ayudar a otros, bien fuera escuchándolos o aconsejándolos, porque se le daba bastante bien. Por esa misma razón, Badr había fijado su interés en ella, convirtiéndola en una aliada incondicional para mantener a Agartha durante los siglos venideros. ¡Se trataba de eso! Siempre fue eso... El destino solía actuar con un capricho que ella pocas veces alcanzaba a comprender, sin embargo, la alegría rebosó en su interior y eso ya fue suficiente para continuar combatiendo, como lo había decidido hacía ya varios siglos atrás.
Quizás Baptiste había sido un enviado para ayudarla a abandonar las tinieblas de la apatía, y no podía evitar sentirse agradecida. Además, para él, ella misma se había convertido en una especie de señal que le hacía comprender que era más valioso de lo que creía, a pesar de tener a un padre un tanto detestable, al menos desde el punto de vista de Arkana, quien siempre miró con malos ojos a la mayoría de hombres así. Sí, a la mayoría, porque otros eran personas completamente dignas, aunque su carácter no fuera el más atractivo. Pero eso no era lo que interesaba a ambos esa noche, más bien, era parte de aquellas cosas de las que pretendían huir, así fuese por un breve instante, el necesario para sentirse parte de este mundo nuevamente.
—Entonces puedo darme por satisfecha, porque parte de mi inesperada misión está cumplida —aseguró, mientras dejaba que una luciérnaga reposara en su mano, tan pálida como el mármol. Realmente se sentía bien por haberlo ayudado, aunque no fue algo que esperara, de hecho, nunca imaginó que se iba a encontrar con alguien en aquel lugar tan apartado—. No hay peor enemigo que uno mismo, ¿alguna vez escuchaste eso? Mi padre siempre me lo decía, y no sabes cuánta razón tenía. Nosotros tenemos la nefasta idea de no querer darnos cuenta de lo importante que somos, que, a pesar de nuestros defectos, también poseemos virtudes. No te creas, yo también he caído a ese abismo de ignorancia. —Rió un poco, dejando que el pequeño insecto alzara vuelo nuevamente, uniéndose a los demás—. No somos perfectos... y buscar la perfección, me temo, es un mal innecesario. Debemos aceptarnos como somos, porque sólo así seremos capaces de reconocernos.
Hablaba desde la experiencia, desde ese pasado caótico al que se había expuesto por decisión propia, por un bien común y no por sí misma, porque no podía tolerarse ser tan egoísta, aunque algunas veces podía llegar a serlo, como todos, ¿no? Y justo esa vez lo había sido, pero los dioses la animaron para que dejara de torturarse con aquellos estigmas, como a Baptiste le mostraron que no todo podía ser siempre malo, a pesar de que tuviera un padre particularmente dañino. Arkana se creyó muy afortunada de haber tenido a un progenitor noble y sabio, que sólo buscaba el conocimiento común.
—Quizás seas tú quien le muestre el verdadero camino a tu padre, ¿no lo crees? Yo pienso que sí. Valdría la pena intentarlo, ¿qué es la existencia sin riesgos? —dijo, dirigiéndole la mirada, tan convincente como sólo podía ser ella—. Y no creas que no fuiste de mucha ayuda, porque no es así... Gracias a tu presencia en esta noche, he aprendido una pequeña lección, otras de las tantas que sólo el destino es capaz de dar.
Quizás Baptiste había sido un enviado para ayudarla a abandonar las tinieblas de la apatía, y no podía evitar sentirse agradecida. Además, para él, ella misma se había convertido en una especie de señal que le hacía comprender que era más valioso de lo que creía, a pesar de tener a un padre un tanto detestable, al menos desde el punto de vista de Arkana, quien siempre miró con malos ojos a la mayoría de hombres así. Sí, a la mayoría, porque otros eran personas completamente dignas, aunque su carácter no fuera el más atractivo. Pero eso no era lo que interesaba a ambos esa noche, más bien, era parte de aquellas cosas de las que pretendían huir, así fuese por un breve instante, el necesario para sentirse parte de este mundo nuevamente.
—Entonces puedo darme por satisfecha, porque parte de mi inesperada misión está cumplida —aseguró, mientras dejaba que una luciérnaga reposara en su mano, tan pálida como el mármol. Realmente se sentía bien por haberlo ayudado, aunque no fue algo que esperara, de hecho, nunca imaginó que se iba a encontrar con alguien en aquel lugar tan apartado—. No hay peor enemigo que uno mismo, ¿alguna vez escuchaste eso? Mi padre siempre me lo decía, y no sabes cuánta razón tenía. Nosotros tenemos la nefasta idea de no querer darnos cuenta de lo importante que somos, que, a pesar de nuestros defectos, también poseemos virtudes. No te creas, yo también he caído a ese abismo de ignorancia. —Rió un poco, dejando que el pequeño insecto alzara vuelo nuevamente, uniéndose a los demás—. No somos perfectos... y buscar la perfección, me temo, es un mal innecesario. Debemos aceptarnos como somos, porque sólo así seremos capaces de reconocernos.
Hablaba desde la experiencia, desde ese pasado caótico al que se había expuesto por decisión propia, por un bien común y no por sí misma, porque no podía tolerarse ser tan egoísta, aunque algunas veces podía llegar a serlo, como todos, ¿no? Y justo esa vez lo había sido, pero los dioses la animaron para que dejara de torturarse con aquellos estigmas, como a Baptiste le mostraron que no todo podía ser siempre malo, a pesar de que tuviera un padre particularmente dañino. Arkana se creyó muy afortunada de haber tenido a un progenitor noble y sabio, que sólo buscaba el conocimiento común.
—Quizás seas tú quien le muestre el verdadero camino a tu padre, ¿no lo crees? Yo pienso que sí. Valdría la pena intentarlo, ¿qué es la existencia sin riesgos? —dijo, dirigiéndole la mirada, tan convincente como sólo podía ser ella—. Y no creas que no fuiste de mucha ayuda, porque no es así... Gracias a tu presencia en esta noche, he aprendido una pequeña lección, otras de las tantas que sólo el destino es capaz de dar.
Arkana- Vampiro Clase Alta
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Re: Time Will Cure Me [Privado]
Baptiste fue incapaz de reprimir una sonrisa al escuchar como Arkana aseguraba que parte de su misión inesperada se cumplía. En otras circunstancias, el Baines hubiera creído que su encuentro con la vampiro aquella no tenía ningún significado profundo, que era solamente casualidad pero por la manera en que Arkana le abría los ojos, descubría que cualquier encuentro poseía un valor mucho mayor, si es que se aprendía a percibir ese valor.
– Me gustaría que tu misión no acabase nunca – admitió – tu presencia me hace bien – emitía aquel deseo en voz alta, esperando no retener a la vampiro a su lado, sino deseando que aquel encuentro no fuera a ser único, que ambos se reunieran en el futuro para así él recordarse que existían otras formas de vida mucho más satisfactorias y que no todo era destrucción.
– He escuchado la frase pero nunca significo nada para mi – observó los ojos de Arkana, esos que le parecían reflejar perfectamente la sabiduría interna que ella poseía – Estuve siempre rodeado de otra clase de frases más… destructivas – soltó una risita, misma que silencio para poder escuchar lo que Arkana tenía para compartirle – ¿También estuviste perdida alguna vez? – preguntó con los ojos muy abiertos, pues aquella revelación inesperada le daba mucha más confianza para creer que aun existía algo que podía hacer para cambiar su futuro de verdad y que lo único que necesitaba, era hacer lo que la vampiro decía, aceptarse a si mismo y no buscar la perfección dado que esa, nunca sería capaz de alcanzarla.
Suspiró. La idea de ser él quien mostrara a su padre que existían otros caminos no era tan mala, sin embargo, Baptiste conocía a su padre y era consciente de que aquello era un sueño imposible. Desmond era un hombre decidido, alguien que había renunciado a todo por su enfermizo ideal, mismo al que no estaba dispuesto a renunciar, además, ¿Podría hacer Baptiste que su padre renunciara quizás a la única cosa que le mantenía aun algo cuerdo? El Baines no era capaz, pues en su mente aparecía la posibilidad de que su padre, al cambiar su manera de pensar, descubriera todo aquel mal que hizo y que quizás, no podría aceptar. Aunque claro, esa posibilidad no era más que la creencia de un hijo que pese a la oscuridad de su padre, lo amaba.
– Puede ser… – susurró – y de nada. Me hace feliz haberte sido de ayuda – sonrió entonces, antes de observar a su alrededor – Creo que es hora de que regrese, papá debe estarme esperando – y tras decir aquello soltó una carcajada – Muchas veces aún siento que me trata como si fuera un niño – eso porque ante la mirada de Desmond y del mundo entero, Baptiste no era más que un adolescente.
– Me gustaría que tu misión no acabase nunca – admitió – tu presencia me hace bien – emitía aquel deseo en voz alta, esperando no retener a la vampiro a su lado, sino deseando que aquel encuentro no fuera a ser único, que ambos se reunieran en el futuro para así él recordarse que existían otras formas de vida mucho más satisfactorias y que no todo era destrucción.
– He escuchado la frase pero nunca significo nada para mi – observó los ojos de Arkana, esos que le parecían reflejar perfectamente la sabiduría interna que ella poseía – Estuve siempre rodeado de otra clase de frases más… destructivas – soltó una risita, misma que silencio para poder escuchar lo que Arkana tenía para compartirle – ¿También estuviste perdida alguna vez? – preguntó con los ojos muy abiertos, pues aquella revelación inesperada le daba mucha más confianza para creer que aun existía algo que podía hacer para cambiar su futuro de verdad y que lo único que necesitaba, era hacer lo que la vampiro decía, aceptarse a si mismo y no buscar la perfección dado que esa, nunca sería capaz de alcanzarla.
Suspiró. La idea de ser él quien mostrara a su padre que existían otros caminos no era tan mala, sin embargo, Baptiste conocía a su padre y era consciente de que aquello era un sueño imposible. Desmond era un hombre decidido, alguien que había renunciado a todo por su enfermizo ideal, mismo al que no estaba dispuesto a renunciar, además, ¿Podría hacer Baptiste que su padre renunciara quizás a la única cosa que le mantenía aun algo cuerdo? El Baines no era capaz, pues en su mente aparecía la posibilidad de que su padre, al cambiar su manera de pensar, descubriera todo aquel mal que hizo y que quizás, no podría aceptar. Aunque claro, esa posibilidad no era más que la creencia de un hijo que pese a la oscuridad de su padre, lo amaba.
– Puede ser… – susurró – y de nada. Me hace feliz haberte sido de ayuda – sonrió entonces, antes de observar a su alrededor – Creo que es hora de que regrese, papá debe estarme esperando – y tras decir aquello soltó una carcajada – Muchas veces aún siento que me trata como si fuera un niño – eso porque ante la mirada de Desmond y del mundo entero, Baptiste no era más que un adolescente.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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