It's time...to be a little bad { Privado }

por **Lionel D'Maine** Dom Oct 10, 2010 1:18 pm

-¿Qué hora era? Serían quizás unas horas lejanas para los ricos de aquel país en especial aquellos que tenían alguna agenda que seguir o simplemente...simplemente podía decir que a esas horas era cuando la noche empezaba a nacer e irónicamente los asesinos también, aunque sería una exageración ya que tan el trabajo de asesino no era tan bien pagado para muchos los que en su mayoría preferían el oficio del hurto, las zonas comerciales ahora mismo se estaban llenando de ladrones, de comerciantes ilegales que se hallaban en una esquina alejados de las tiendas pero como decía la frase “mostrándose al público de manera descarada”.

El no habría conocido aqueste mercado de no ser porque un amigo suyo le habia dicho de él, se trataba de un esclavo que vendía cosas que su amo decia que las tirase, eran de demasiado valor asi que fingía tirarlas y se cobraba un buen dinero por aquestas; Cuando le dijeron de aquel mercado que nacía en la noche tuvo curiosidad ¿que podía encontrar? ¿cuanto podía comprar? Los precios según le habian dicho eran muy poco comunes lo que en otras palabras quería decir “disparatadamente baratos” aunque claro, todo eso habría que verlo.

Los cabellos de Lionel estaban descaradamente acariciando su anatomia, sus hombros, sus brazos, era lo malo de poseer un cabello tan largo, pero no le molestaba a pesar de las miradas que los parisinos que aún rondaban por las calles le estaban otorgando, no era para menos ya que vestia una camisa de color canela sin estar apegada a su cuerpo, unos pantalones anchos y unos zapatos silenciosos que no dejaban al descubierto cada paso que estaba dando su dueño. Miró a un lado y luego a otro para adentrarse a la zona comercial mientras con las manos metidas en los bolsillos del pantalón acariciaba las monedas que habia traído-

por **Aurora Dormstrang** Vie Oct 29, 2010 6:54 pm

Otra noche. No era diferente a las otras. La luna jugaba con las sombras de la ciudad, y los condenados, habitaban la obscuridad. Todo era igual, y no había nada para evitar la monótona rutina. Su turno en el burdel había terminado hacia solo unas horas. No quería quedarse allí para ver como su vida se convertía en un vago eco de lo que alguna vez fue. No deseaba presenciar la lenta y tortuosa muerte de su alma. Eso podía ocurrir en silencio, sin que ella lo notase. Así que vestida como una prostituta se viste, salio sin rumbo fijo por las calles parisinas. Su mente divagaba en lejanos recuerdos. Sus piernas se movían por Motus propio, y ella solo se dejaba arrastrar. Sentía un profundo vacío en su cuerpo, y nada podría llenarlo. Nada. Porque simplemente no merecía llenarlo, y porque su destino era seguir sufriendo por ser tan humanamente débil. Tan..Tan..Vulnerable.

Custodiada por pequeños diablos invisibles, Aurora, la eterna condenada, llegó sin darse cuenta hasta la zona comercial de Paris. El viento silbaba y movía la rubia cabellera de la humana, que sintiéndose completamente abatida, apoyó su espalda en una fría pared. ¿Qué buscaba allí? ¿Qué había en ese lugar que pudiese ser de su interés? Nada. No existía en ese lugar cosa alguna que reclamase la atención de la cortesana. Era invisible para el resto y le gustaba ser de esa manera. Por lo cual, nada la ataba..¿Nada? Todo..Todo la ataba a este vil y cruento mundo. Hubiese marchado hacía tiempo de no ser por la promesa que grabada a fuego en su piel, recorría sus venas con creciente fervor. Maldita su suerte..Pero no era momento de maldecir a nadie. Porque la culpa era una constante visita en su mente. El remordimiento y la soledad, eternas compañeras en su alma destruida. No era el momento de pensar en posibles castigos para ella misma. No cuando el dolor que sentía precisamente en ese instante, era demasiado fuerte como para seguir resistiendo.

Su rostro no había sufrido cambio alguno. Por dentro, podía estar cayéndose a pedazos, pero su rostro jamás cambiaría de expresión. Siempre sublime y hermoso, pero frío y completamente distante. Ajeno a todo lo que habitaba a su alrededor. Cerró los ojos, creyéndose capaz de olvidar. Pero no. Olvidar..No podía olvidarlos..No debía, no..Olvidarlos sería regalarle una parte de su alma al mismo diablo. Desprenderse del pasado era..La muerte misma. La muerte completa del corazón. ¿es que aun le quedaba corazón?No. Se había perdido para siempre.

por **Lionel D'Maine** Sáb Nov 06, 2010 6:55 am

-Ahora mismo podía perderse en todas las sensaciones que estaban alardeando con altivez al pasar al lado de aquel gitano que observaba todo lo que habia a su alrededor, la noche devolvía la quietud por donde tocaba pero tambien era cierto que duraba unos pocos segundos antes de que el mundo de la noche despertase completamente. Habia pasado instantes en los que se habia emocionado cuando la noche habia hecho su aparición porque eso significaba el poder admirar de nuevo los rostros de las personas, cierto era que todos esos rostros no mostraban demasiada amistad hacia él. Por ejemplo el de una mujer de aspecto huraño que colocaba ordenadamente todo su material. Unos niños con ropas deshechas por el tiempo y el uso de la juventud que estaban correteando alrededor de un hombre que al parecer estaba cada vez más convencido de que debería de haber dejado a sus hijos en la casa. Muchas personas tambien dedicaban miradas a Lionel ¿quien era? ¿comprador? ¿mirón? ¿seguridad?.

Aun cuando era gitano el color de su piel podía sino ser un falso pálido de los parisinos, aunque faltaba nada más ver sus ropas, sus cabellos, como sus labios les sonreía con mucha suavidad, lo justo y necesario como para que las miradas iniciales se marchasen hacia otro lado y le dejaran por unos intantes tranquilo. Ahora, es cuando se maldecía por su curiosidad pero al mismo tiempo cuando se perdía en los pensamientos que navegaban por su cuerpo, era cierto que parecia que aquel comercio nocturno no tenía demasiada gente o incluso parecia que por ahora no habian despertado del todo ¿que había que ver? Por ahora nada, simplemente suspirar ante todo lo que habia a su alrededor como algunos puestos de comida casero que no tenian licencia para colocarse alli en las mañanas. Cada cual hacía lo que podía en especial para ganar dinero.

Mientras Lionel ojeaba algun lugar libre, sin que estuviera atestado de las miradas de la gente es cuando empezó a sentir la caricia de las cartas en el bolsillo trasero de su pantalón. Siempre las llevaba ya que nunca terminaba de desprenderse de ellas y nunca deseaba hacerlo; las cartas siempre habían sido caprichosas a veces cuando lo deseaban le avisaban de algún peligro al que tenia que enfrentar y otras en cambio se dedicaban a darle advertencias que no tenian ni pies ni cabeza, como ahora, una mujer, destino, odio, venganza-

¿No podeis ser mas claras verdad?

-Se sonrió pues conocía muy bien como ellas solian ser y como pensaban también, elevó la mirada suspirando e incluso pensando en el nuevo enigma que le habían desvelado las cartas pero fue entonces cuando su mirada se cruzó justo con la de una mujer, era cierto que era hermosa, los orbes de Lionel se fijaban con disimulo en su figura, sus ropas, pero en especial en su rostro pues no mostraba ninguna de las facciones de una dama feliz, de una persona que estuviera alli por curiosidad, era más todo lo contrario, no habia ninguna sonrisa. Iba a abandonar aquella visión de la joven hasta que vió a unos hombres detrás, sonriéndose.

Lionel no era de aquellos héroes que llegaban con un caballo blanco, era idiota aquel pensamiento que muchos tenían con respecto a los héroes...se levantó, caminando hacia la mujer mientras admiraba más los pasos de los hombres que los suyos propios. Desafortunadamente, dió un pequeño traspiés quedando justo en frente de la mujer. Los hombres le miraron al nuevo “intruso” por lo que mostraban claramente que no iban a perder a aquella mujer por las buenas o por las malas-

Oh, la policia

-Sonó demasiado convincente, como si hubiera huido de la policia y quisiera alertarles, fué gracioso que los hombres primero mirasen su rostro y luego, se mirasen entre ellos mirando a Lionel con un pequeño asentimiento y empezando a correr. Lionel luego sonrió suavemente-

por **Aurora Dormstrang** Sáb Nov 06, 2010 8:23 am

Siempre se había cuestionado lo mismo. Una y otra vez, la pregunta que la aterraba por las noches de insomnio era ese :¿Por qué a mi? A lo que su mente le respondía un turbio y cruel ¿Y porque no a ti?. Era un ida y venida de preguntas sin respuestas que solo acribillaban el alma de Aurora. ¿Acaso en alguna de sus vidas pasadas había sido tan malditamente retorcida como para que ahora, tanto tiempo después, la castigasen de tal manera? La idea de que el destino obrase solo para castigar, no era de su agrado. Pero tampoco la entusiasmaba el saber que el destino se había ensañado con su persona, cuando había tantos otros criminales a su alrededor. Si, ella había pecado, y desde temprana edad. Pero fue la necesidad lo que la impulsó a recurrir a eso. No fue más que el hambre y el frío, lo que le provocó buscar un techo, aunque sea el peor de todos. Lo había encontrado, y por ello al morir, bajaría metros en el averno.

Sus pensamientos derivaban en tantos cuestionamientos, que no se dio cuenta del grupo de hombres que se relamían detrás de ella. Hambrientos, sedientos de un cuerpo que jamás podrían poseer de verdad. Porque si pagaban podrían tenerla, pero nunca en una medida espiritual, siempre carnal, siempre. Iban a por ella, y solo pensaban en eso. Pero que podría hacer una simple chica que apenas tenia fuerza para enfrentarse con su propia y despiadada mente. Sin embargo, alguien más se había percatado de esa situación. Espantó de una manera poco sutil a los hombres, y fue ahí cuando Aurora se dio cuenta de lo que pasaba. Más otra vez, su rostro permaneció impasible. Observó al hombre de cabellos largos que le sonreía con suavidad.

Era peculiar sin duda. No era el tipo de persona que se veía con frecuencia. Resaltaba de la multitud, podría haber pasado desapercibido, pero Aurora, experta en la observación, supo que aquel, no era como los demás caballeros. Algo ocultaba en ese andar algo desprolijo, y esa mirada de grandes experiencias. – Gracias por ahuyentar a los lobos – Murmuró dejando que sus palabras se las llevase el viento. Luego, una pequeña reverencia, demostrando su gratitud, mientras que sus gélidos ojos celestes, seguían clavados en los del muchacho. Extendió una mano para saludarle. Sin duda, le generaba curiosidad, y quería averiguar su nombre por lo menos. –Aurora me llaman… ¿Cuál es vuestro nombre?

por **Lionel D'Maine** Dom Nov 14, 2010 9:36 am

-Lionel no pudo reprimir aquel respeto o incluso aquella curiosidad que también le inspiraba la joven desconocida que tenía en frente suya, en especial porque era la primera vez que habia visto a alguien que mantenía su cuerpo tranquilo, su mente inaccesible. Cuando habia mirado sus ojos no había visto miedo o incluso no le contempló haber dado un paso hacia atrás algo que al menos indicase debilidad, aquello, sin duda le sorprendió pues se habia topado innumerables veces en las que aunque la muchacha supiera cuidarse muy bien sola, habia dado algún paso atrás o a menudo se podia contemplar con solo mirarla que aquella situación no le gustaba. Por eso, aquel respeto tenaz que avanzaba silencioso por sus huesos sin mostrarse en el exterior, le habria querido decir “lo has hecho muy bien” pero sonaria ridiculo además de que no era su estilo decir aquellas cosas que carecían de sentido o al menos. Eso pensaba.

Se dejó observar sin preocupaciones o dramas, sabia que muchos dirían “yo soy el héroe porque demonios me mira así” pero comprendía o mejor dicho sabia que aunque fuera el héroe el punto entre ellos era que aun eran desconocidos, un hombre que salvaba a alguien o una mujer que salvaba a alguien no podían esperar que la victima les mirase como si hubieran bajado del cielo { no negaría que habia muchos que lo hacían } así que, pudo contemplar tambien mejor a la mujer. Parecía que ambos eran cautivadores de la observación, pues, aunque el silencio se habia formado como niebla entre ellos, no era aquel silencio incómodo, se quedo contemplando a la mujer siempre con aquel disimulo que solía, ya era especial que la gente que se sentía vigilada le mirase mal o incluso se planteara alguna pelea, además, Elliot siempre le decía a lionel que no debía de ser tan descarado con sus contemplaciones, eso hizo, admirar la belleza de la muchacha sin quedar como un idiota o quizás peor, como un pervertido.

Una sonrisa dejo acariciar su rostro, ¿lobos? No era lobos sino hienas, siempre habia respetado a los lobos en especial porque la mayoría de veces se identificaba con ellos, indomables e independientes, siempre orgullosos, pero ante todo, se encargan de sobrevivir dia a dia, las hienas como los hombres que habian visto era todo lo contrario. Pues, lo primero que hacían era vigilar a la presa y luego saltar a ella sobre todo si la veían débil, otra diferencia, un lobo nunca saltaria a una victima por la espalda y nunca sin haberla admirado antes, una hiena carecía de aquello y se guiaba por los juicios independientes, por ende, moría antes debido a que no observaba más alla de la debilidad de la propia persona-

Lo haría las veces que hiciera falta mademoiselle Aurora

-Cuando dijo su nombre, algo en Lionel se alegró como si al mismo tiempo pareciese que estuviera cogiendo ya confianza y que aquello significaba que confiaba en Lionel, al menos de momento, ¿porque se alegraba tanto? Aún no lo habia adivinado, estrechó su mano con suavidad sonriendo de una forma un poco más visible hasta que dicho aquello te quedas con su nombre, aurora...un nombre feliz para alguien con aquella mirada, pero sobre todo, pensó que eran de pasados recuerdos no pudo sino especular, dejando que despues de unos segundos su mente viajara a la realidad. Lionel colocó la mano sobre su propio pecho inclinándose hacia delante en una reverencia caballerosa a la par que respetuosa. No era aquel tipo de reverencia que siempre causaba vergüenza o resultaba embarazosa de contemplar-

Lionel D'Maine, un placer...oh, parece que ha comenzado

-Aunque, claro, de nuevo no pudo presumir de caballerosidad se dió cuenta de que algunos farolillos habian sido encendidos, velas, farolillos, inciensos, de todo parecia haber en aquel horizonte en el que al fin el mercado del que tanto habia oido hablar estaba emergiendo de su sueño, con una sonrisa suave esperó la respuesta de aurora, quizás, deseaba invitarla silenciosamente que mirase el mercadillo para ver, o al menos intentar que su mente se distrajese de aquellos pensamientos-

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