Ven deja que alimente tu cuerpo y cure tus heridas - Privado

por **Leire Mallarme** Miér Ago 29, 2018 5:07 pm

Leire, siempre había sido una mujer que adoraba la familia, pero el destino, la maldad de un ser, la había llevado a vivir apartada de su padre y de su única hermana. Por años, intentó encontrar la manera de comunicarse con ellos de una forma segura, pero todo parecía imposible. Al principio, por no contar con un poder económico el cual le permitiera costear a las investigaciones privadas. Con el tiempo, y la ayuda de amigos de su difunta madre, pudo adquirir el local del que hoy era dueña. Un Hostal, un pequeño pero coqueto edificio, con cuatro pisos, que otrora fuera una petit mansión, de las tantas que la revolución de mil ochocientos ochenta y nueve, dejó sin dueño, a tantos edificios y fortunas.

Tras hacer su recorrido meticuloso por las doce habitaciones con que contaba el edificio, para observar personalmente que las doncellas hubieran dejado impoluto el lugar. Se detuvo con ojo crítico, sobre las camas bien tendidas, las chimeneas limpias, los pisos pulidos y los balcones profusamente decorados con vivos colores, por hermosas plantas de estación. Puesto que su reputación estaba en juego, ella no deseaba que su establecimiento fuera una guarida de malvivientes. Podían ser cazadores, inquisidores, comerciantes de paso por la ciudad, y hasta prostitutas de clase alta, que preferían un hotelito, a tener que atender a sus clientes en sus residencias, pero no por eso, debía verse como una taberna con cuartos adyacentes para todo uso. Además, contaba en su planta baja, un pequeño restaurante de comida típica de la campiña francesa, un salón de música, biblioteca, y dos habitaciones o pequeños despachos para reuniones. En toda regla, un negocio que se podía apreciar próspero y que podría, en poco tiempo, catapultar a la mallarmé, a una clase social más alta. Si aún aquello no había pasado, era solo, que hacer tal cosa, podría provocar su propia ruina, ya que su peor enemigo, quien la alejara de su familia, podría dar con ella y destruirla completamente.

Pensar solo en ello, hacía que la piel de todo su cuerpo se erizara, por lo que movió la cabeza, intentando dejar atrás ese pensamiento. Cerró la habitación, mientras hacía un gesto a la doncella y sonreía complacida - Muy buen trabajo Clara - Tras lo cual, siguió su camino, aún le quedaba pasar por la cocina del restaurante,comprobar que la comida estuviera en marcha, pronto llegaría el primer comensal, a pedir su cena, y si en algo eran exigentes los comensales, era que no faltase ni buenos vinos, como sabor a los platos. Por lo que se apresuró a cumplir con su tarea.