Once Upon a Time, a God and his Queen | Privado

por **Arley White** Jue Mar 31, 2016 8:32 pm

Época Antigua

El tiempo de Perséfone en la tierra de los mortales terminaría y de nuevo regresaría a mi, a nuestro reino en las profundidades del inframundo. Después de mucho tratar conseguí una manera de hacer que ella no pudiera salir más, que estuviera junto a mí y me amara como yo a ella. Un hechizo más poderoso que las semillas de granada que le hice comer, ella me amaría no importaba el qué. Tal vez el hechizo me afectaría de un modo que despreciaba o despreciaría pero si con ello la tengo no importa lo que pase, el corazón de Perséfone será mío al fin. El carro de Selene salió del tártaro, la noche llegaba a la tierra de los mortales y yo me paré de mi trono y caminé hasta el estanque donde observaba lo que Perséfone hacía fuera de nuestro reino, pues sólo ella me importaba. La noche cubrió los cielos y la humadera azul a espaldas del trono cambió a verde por unos segundos recuperando su color azul; eso significaba que Perséfone acababa de llegar a nuestro reino, sonreí y caminé de vuelta a mi trono, esperaría a que llegara y se desatara el infierno en nuestro palacio.

Hice aparecer en mi mano ambrosia, bebía de la copa con tranquilidad, esa que pocas veces tenía en mi, cuando desplazaba la angustia y la ansiedad, una paz que no se vivía en el Hades, mi reino de sufrimiento y muerte, mi confinamiento a esa oscuridad por Zeus con la luz de Perséfone como mi único alivio. Me incliné hacia adelante, la copa desapareció de mi mano y empecé a impacientarme «¿por qué tardaba tanto en llegar?, ¡tenía que reportarse ante mi! »me levanté y caminé de un lado del palacio a otro, quizá me engañó y no ingresó, tal vez envió un alma para aparentar su llegada. Ese pensamiento me llevó al estanque e invoqué la imagen de Perséfone, necesitaba saber si me había engañado o sí realmente estaba en el inframundo, lo necesitaba saber con desesperación.

La imagen me mostró que estaba en el inframundo, recorría con calma el Hades, no llevaba prisa en llegar ante mi y eso me causó un brote de ansiedad que apenas podía controlar, mis gestos de desprecio se hicieron evidentes «¿por qué lo hacía?, ¿por qué no me amaba? »no dejaba de pensarlo, era una maldita agonía. —Llega ya, te lo ordena tu esposo —grité y mi voz se escuchó por todo el inframundo, la vi detenerse. Sí ella no venía a mi yo iría a ella y no creía que fuera a acabar en buenos terminos, aunque recordándolo iba a ejecutar un hechizo sobre nosotros abriera su corazón o no. Si en esta época no me aceptaría lo haría en otra, pero lo haría.

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por **Alondra de Castilla** Sáb Abr 09, 2016 2:18 am

El tiempo que disponía para permanecer al lado de mi madre, tal y cómo lo había hecho durante años y años, de nuevo se había agotado marcando con ello la llegada de un nuevo invierno para el mundo mortal. Si realmente había algo que despreciaba de la situación era el ver la expresión de mi madre cada vez que llegaba el momento de mi partida, sabía bien que ésta había intentado todo lo que estaba en sus manos para conseguir que me quedara permanentemente en la superficie, de la misma manera que sabía que Hades no descansaría hasta que consiguiera que me quedara de forma permanente en el inframundo. ¿Porqué no había simplemente un término medio que satisfaciera a todos? Sabía bien que eso nunca sucedería. Tan sumida estaba en mis pensamientos que apenas me di cuenta de que ya no me encontraba en el mundo de los vivos, algo de lo que no me di cuenta hasta que le oí. Frenando mis pasos, dejé escapar un suspiro; de nuevo, y para variar, parecía encontrarse de mal humor... concentrándome por unos momentos, visualicé la sala del trono antes de materializarme ahí, entre las sombras. Mirándole fijamente, sin apartar mi mirada de él mis pasos se acercaron tranquilos, pero a la vez firmes —serás mi esposo, pero eso no te convierte en mi dueño —respondí con un tono calmado, sereno y que no mostraba ni el mas mínimo indicio de molestia al respecto, ni siquiera mostraba un reproche que, tal vez, otra diosa en mi lugar no podría evitar dejar escapar.

Dejé escapar un suspiro, parando finalmente a unos escasos metros, en frente de él— son esta clase de reacciones y actitudes las que me hacen dudar sobre si hice bien comiéndome esas semillas de granada hace tantos y tantos años —musité mientras levantaba la mano en dónde brillaba, resaltando por encima de cualquier otra joya que pudiera llevar, mi anillo de casada y acaricié lentamente su mejilla—. No puedo seguir así Hades —volví a decir tras un momento de silencio, fijando mi mirada en el trono situado al lado del suyo— estoy cansada de buscar un equilibrio que al parecer solo yo quiero encontrar. —Dejé caer mi mano antes de darme la vuelta, caminar un par de pasos, alejándome de él, dejando que la distancia física entre ambos aumentara, y volverme a girar para mirarle—. Sé muy bien qué es lo que tú deseas —sentencié con la seguridad de quién sabe de lo que habla con total certeza— quieres que, a pesar de que sea la diosa de la primavera, permanezca eternamente aquí, contigo. Que te convierta en mi máxima y única prioridad, sin que me importe nada o nadie mas... pero yo no puedo hacer eso.

Desvié la mirada, evitando mirarle por un momento, mientras intentaba encontrar la serenidad que, me hacía falta para dejar salir aquello que había callado por tanto tiempo sin que se dieran a traslucir mis verdaderas emociones y sentimientos al respecto—. Dices amarme, pero nunca te has preocupado ni interesado por lo que piense o sienta yo al respecto —negué ligeramente con la cabeza y finalmente le miré, mientras el fantasma de una expresión triste hacía acto de presencia en mi rostro quebrando por momentos la expresión de calma y serenidad y dejando traslucir que tanto me dolía en realidad—. Pensé que lo único que hacía falta era tiempo, pero el tiempo me ha demostrado que no era lo único que hacía falta. Ahora solo quedan dos opciones: o bien ponerle solución o bien terminar con todo ésto —dije dejando que mis últimas palabras terminaran tornándose un leve susurro puesto que era consciente que él nunca aceptaría la segunda opción, pero yo ya no sabía que hacer con una situación que, a medida que pasaban los años, se me antojaba mas y mas insostenible y dañina para ambos.

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