The lost Queen [Privado]

por **Alain Vial** Mar Dic 02, 2014 1:31 pm

Las dificultades de manejar un reinado iban en aumento para Alain. La vida de alguien que aceptaba cargar con el peso de toda una nación no era nada sencilla, pero él, había aceptado el reto que eso significaba. El ahora rey estaba consciente que lo mejor era cambiar la manera que hasta en esos momentos tenían los demás de él; se estaba volviendo responsable y esa palabra le resultaba increíble. ¿Él responsable? Algo que antes creyó no ocurriría ni en mil años y sin embargo, un cargo impuesto por la dificultad de los tiempos que se vivían le llevo a tomarse la vida con mayor seriedad.

Ya había ido a Italia, se acoplo a estar en un sitio diferente y fingiendo mantener la calma se encargo de los asuntos prioritarios. Ahora que algo de la perdida calma tras la repentina partida de la reina se restablecía con pasos pequeños, él estaba listo para regresar a Francia y dejar todo perfectamente organizado para nunca más regresar a menos que fuera por asuntos con el reinado francés. Su hogar cambio en demasía, pese al corto periodo de tiempo en que se asuntara de su hogar desde hacía tanto tiempo. No podían evitarse los cambios en la manera de ver las cosas y mucho menos en las rutinas que se seguían, solo restaba acoplarse a los cambios.

Aunque Alain estaba acoplándose mejor de lo que esperaba a todo aquello, aún existía un punto sobre el que no podía alejar los pensamientos. Sophia. Esa mujer era la original gobernante de Italia y los esfuerzos de Alain por encontrarla en aquel país fueron inútiles. De hecho, le dejaron en claro que los intentos de encontrarla no habían cesado jamás y que acudieron a él como la única opción que les quedaba antes de que todo se viniera abajo. El ahora rey también se unió a las insistencias en incrementar la búsqueda, en que no se cediera hasta saber dónde es que se encontraba la mujer y sin embargo, en lugar de respuestas, recibió muchas más incógnitas. Por esas dudas sin resolver y la aparente inexistencia de pistas nuevas, es que su viaje a París resultaba una bocanada de aire fresco.

Apenas habían puesto un pie el centro de París y desapareció por completo sin dar explicaciones o decir que iría a tal o cual lugar, deseaba únicamente sumirse en la tranquilidad de las calles, las personas, la rutina que no tendría más pero que sin embargo resultaba tan relajante. Los sonidos de las personas le transportaban a un lugar de calma que era complicado explicar y justo andaba entre toda esa calma mental, entre la somnolencia a los sentidos que le causaba sentirse en un sitio donde no debía preocuparse de nada cuando tuvo su primer encuentro visual con ella. Primeramente, Alain no capto de quien se trataba realmente. No hasta que su mirada fue de nuevo a ella, que caminaba entre las calles y parecía un gato que se ocultaba de las miradas curiosas, pero ni esos movimientos le pudieron ocultar de la vista masculina. Alain no podía creer lo que veían sus ojos. Tanto buscar y se la topaba en el lugar menos esperado en la circunstancia menos probable. Los pies del monarca se movieron entonces en otra dirección, una orientada a seguir a la reina desaparecida. No detuvo su andar aunque choco con algunas personas que se quejaron por su falta de sutileza, eso no importaba cuando estaba tan cerca de quien tanto buscaba y como no pensaba dejar que se le escapara; al estar cerca de ella, estiro su mano y le tomo del hombro. Lo mejor era asegurarse del todo que fuera ella y no simplemente una mujer muy parecida.
– ¿Sophia? – la pregunta floto en el aire, a la espera de la confirmación o negación de sus sospechas.

por **Sophia D'Luca** Lun Dic 29, 2014 7:49 pm

El olvido no es más que un sentimiento de abandono, eso pasa cuando tratas de olvidar ¿Pero a caso uno puede ser aquello el olvido? Mientras paseaba por las calles de la ciudad que me había dado las mayores satisfacciones en la vida, París, observaba cada rincón lleno de recuerdos y también de olvido. Me había escapado de mi realidad para ir en busca de mi destino ¿tenía uno? En realidad no lo sabia, solo podía decir que me encontraba gastando mis energías para sentirme viva, para sentir que aun hay algo dentro de mí que no se ha muerto.

Mi fuga conllevaba mucha responsabilidad y a la vez irresponsabilidad el hecho era que había dejado todo botado por la simple razón de que yo no estaba hecha para formar parte de un algo tan grande como lo era ser Reina, gobernar y ser soberana de un País, uno que me había visto nacer pero que no me había criado. Un escalofríos recorrió mi cuerpo al pensar en todo lo que había dejado atrás y ahí estaba en la magnífica París siendo una extraña mas, pasando desapercibida y rogando al cielo que nunca vengan por mí.

Mientras caminaba por las calles de esta magnífica ciudad me deleitaba con los aromas, con esa extraña libertad que sentía una que tal vez no me pertenecía, aun cuando lo tenía todo seguía sintiendo un vacío absoluto en mi interior. Tome aire inflando mis pulmones y me quede estática mientras una pequeña acariciaba a un gatito y mientras el gatito ronroneaba la niña recitaba - No son más silenciosos los espejos, ni más furtiva el alba aventurera; eres, bajo la luna, esa pantera, que nos es dado divisar de lejos. Por obra indescifrable de un decreto divino, te buscamos vanamente; más remoto que el Ganges y el poniente, tuya es la soledad, tuyo el secreto. – En alguna época muy atrás una gitana me recitaba aquellos versos, sentí una dicha en mi interior y me acerque a ella poniéndome casi a su altura y sin interrumpirla continué con el bello poema - Tu lomo condesciende a la morosa, caricia de mi mano. Has admitido, desde esa eternidad que ya es olvido, el amor de la mano recelosa. En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño. – La pequeña sonrió ampliamente y me estrecho a la criatura, la tome entre mis brazos y sentí su calor, tres meses mas no tenia, el gatito sintió mi aura y su tranquilidad me sobre paso, no acostumbraba a acariciar a los gatos por temor a represalias, pero este parecía estar cómodo conmigo como yo con él. Tener una parte felina me hacia tener una susceptibilidad increíble y en ese momento lo estaba disfrutando. Baje al gatito con su dueña y seguí mi camino.

Mis sentidos agudizados estaban luego del encuentro con el pequeño felino y sentí aquella extraña sensación de cuando alguien te está observando, moví mi cuello lentamente de un lado a otro pero no pude ver a nadie, con algo de cautela seguí mi andar lento relajado sin preocupaciones, pero con algo a mi favor mis sentidos… fue hasta ese momento que sentí la mirada penetrar por mi cabeza y la voz sonó tan repentina que al sentir aquel contacto gire sin pensarlo, la sorpresa me la lleve cuando su rostro no era el esperado, anonadada lo único que quería en ese momento fue salir corriendo, lo conocía, era igual… ¡porque! Me dije para mis adentros y pasando saliva por mi garganta que se había secado musite – Me pillaste – a secas sonó aquello, frío y con un deje de miedo apreté mi puño conteniendo la oleada de emociones que llegaron -Alain – dije al fin con una sonrisa en mi rostro, algo nerviosa, descolocada, alterada, triste, alegre… ¡Quien sabe cómo me sentía! Su voz era la misma que el… ¡Porque! Destino maldito destino, pensé.

por **Alain Vial** Dom Ene 04, 2015 9:40 pm

Un nerviosismo que no podía negar corría por su cuerpo. De ser aquella mujer la reina que tanto buscaba ¿Qué es lo que iba a suceder? ¿Aceptaría ella regresar al trono al saber que estaba en manos de alguien tan imprudente como él? Esperaba que esa fuera una de las opciones, aunque también existía la probabilidad de que ella se alejara y de alguna manera desapareciera para nuevamente no dejar rastro de su presencia. Con sinceridad, el ahora rey esperaba que la segunda opción no ocurriera por nada del mundo. Él acepto cargas que no le pertenecían y con las cuales debería cargar desde ese momento y en delante, pero no planeaba hacerlo a solas, no cuando podía tener la compañía de quien conocía mucho mejor la manera en la que se manejaba Italia.

Le llamo esperando que sus temores fueran infundados y Sophia se encontrara ahí. La necesitaba para reinar de una manera mejor y para que resolviera las dudas que le aquejaban sobre su desaparición y los motivos detrás de ellos. Cuando ella se giro y los ojos de ambos se encontraron, un suspiro de alivio salir de los labios de Alain; la había encontrado, pese a toda la negatividad que se sentía en Italia, estaba ahora frente a ella y no pudo evitar sonreírle con la esperanza de que las cosas irían para mejor. Se encontraba tan entusiasmado por dentro que creía podía gritar en cualquier instante que lo había logrado y que regresaría a Italia la gloria perdida en el tiempo en que no tuvieron un gobernante digno. Se enfrascaba únicamente en sus ideas, sin prestar del todo atención al tono de voz de la fémina, ni siquiera a la manera en que ella le miraba y como las emociones se arremolinaban en sus ojos.
– Daré infinitas gracias por haberte encontrado, pensé que nunca sería capaz de encontrarte y – rió de manera nerviosa, aún un tanto incrédulo de aquello – aquí estas Sophia – su mano ya se encontraba lejos del hombro femenino aunque de manera consciente seguía alerta, tratando de percatarse si es que ella trataba de escapar de ese encuentro que evidentemente era inesperado para ambos.

Por su mente corrieron un montón de preguntas, las posibles respuestas y las acciones que se llevarían a cabo a partir de cada cosa que ambos dijeran pero antes de que abriera la boca y dijera alguna tontería que atemorizara a la reina, se detuvo a mirarle con más atención. Lucía diferente y no se relacionaba con el hecho de que no fuera elegantemente vestida, sino que algo en ella se había extinguido. Faltaba algo que le hiciera ser la Sophia que él conociera en un inicio y entonces, capto. Aprieto los puños sintiendo como el peso de su torpeza le golpeaba; había olvidado que aquella mujer que adoraba a su marido se había convertido en viuda de manera muy reciente. Se juro a si mismo que dejaría de pensar en si mismo y en lo que fuera mejor para él; fue muy bien en esos intentos hasta el momento donde olvidaba asegurarse de que aquella mujer se encontrara bien antes de emocionarse por cosas que no debía.
– ¿Cómo te encuentras? Lamento mucho la perdida que has tenido de manera tan reciente, ¿Existe algo que pueda hacer por ti?– En Italia se corrían rumores respecto a ella. Se decía que su desaparición era debido a que era la asesina del rey pero Alain no veía nada de eso, ante sus ojos solo veía una mujer dolida, confundida y perdida. Pero si Sophia se lo permitía, le ayudaría a encontrar el camino de regreso a su hogar y claro, la defendería de aquellas creencias estúpidas con respecto a algo tan natural como la muerte.

por **Sophia D'Luca** Dom Ene 18, 2015 12:19 am

¿Que tan difícil puede ser aceptar la realidad a la que nos encontramos? ¿Era posible escapar de la realidad? todos los sentimientos se agolparon como si fuera una gran marejada que venia a golpearme con todas las fuerzas, me sentí diminuta en ese momento, como si hubieran enjaulado todo mi ser con la sola presencia de aquel hombre que me traía a mi recuerdo a mi difunto esposo, lo quede mirando sin gesticular palabra alguna, había escapado de Italia para olvidar, ¿Los había logrado? claramente jamas olvidaría aquello, estaba pegado en mi piel. Italia mi tierra amada donde todo mi mundo se había caído a pedazos. ¿Quien lo reconstruiría? Era claro que tenia mis espías y aliados en aquella tierra que me mantenían al tanto de las operaciones y dichos de aquella tierra, Alain era el nuevo rey, heredero del trono por el linaje de la sangre, era el único que cumplía con las cualidades según Italia... Pero Italia seguía teniendo a una reina, fugitiva me llamaban algunos, otros pensaban que estaba en un convento y hasta de vacaciones... La verdad era una sola, había escapado para desligarme del poder real, pero Zarek me había dicho que nadie podía renunciar al reinado, cuando ya eres rey o reina... solo la muerte te quita el titulo... Y ahí me encontraba yo parada frente al Rey... ¿Y yo quien era que no le hacia una venia en honor? nada mas ni nada menos que la reina de Italia... Sophia.

No se por cuanto tiempo aguarde silencio, pero creo que había sido mas que suficiente, su ultimas preguntas me descolocaron de manera desbordante y pose en mis labios una sonrisa fingida, y le quede mirando directo a los ojos - ¿Realmente te interesa saber como me encuentro o solo es el protocolo que tienes? - si estaba sonando bastante dura, pero en realidad ¿que debía pensar, si repentinamente había llegado el a invadir mi nueva vida, si es que se le podía llamar así... había sido mal educada, baje la mirada cuando el dio aquel pésame, preferí quedarme callada y no decir alguna otra pesadez - Si existe algo que puedes hacer por mi... irte - sonreí de manera sarcástica, sabia que eso no ocurriría así que antes de que el dijera algo mas me adelante - No pienso regresar... - termine mi frase, me di la media vuelta y comencé a caminar. No alcance a avanzar mucho y me di media vueltas para quedar nuevamente frente a frente a él.

El nudo en la garganta se hizo mas fuerte a medida que pasabas los segundos - ¿Quieres que te diga la verdad? - me tome la libertad y el atrevimiento de con uno de mis dedos darle un pequeño empujón - Escape de Italia para no volver olvidar todo, pero no existe día que no recuerde con detalle como ocurrieron las cosas... Todos piensan que yo acabe con su vida... ¡Pero no fue así! - mi voz comenzaba a temblar mas cada vez lo veía menos - Perdí a la única persona que me dio la oportunidad de ser alguien en mi vida y me culpan por eso - me dolía en el alma hablar de aquello, era la primera vez en meses (desde la muerte del Rey) que conversaba con alguien, de aquello - Y aunque me de lo mismo lo que pienses tu, yo no fui - no deje que cayeran las lagrimas, era una mujer fuerte y si tenia que llorar lo haría a solas en la oscuridad de mi habitación, no delante de el, no ahí...

En ese momento descubrí que el encantamiento se había desvanecido, volvía a recordar... ahora el vacío era llenado de dolor, aquella bruja no había mentido, mas yo creí que si funcionaria. Tabatâ, me había hecho olvidar, pero me advirtió que cuando estuviera preparada para afrontar al mundo volverían los recuerdos de aquella noche, de mi vida... y así era, Alain un hombre había roto el encantamiento, me gire y cubrí mi rostro con ambas manos, aun sin soltar ninguna lagrima, tome mi cabeza y respire con fuerzas, sentía que todo me quemaba, que me desmayaría en cualquier momento. Tenia que cerrar el ciclo...

por **Alain Vial** Mar Feb 03, 2015 9:23 pm

Las mujeres estaban locas, eso era algo que no se podía negar desde el punto de vista del ahora Rey de Italia. Actuaban de maneras que para los hombres era imposible descifrar y cuando creían haber logrado descubrir sus intenciones, cambiaban las cartas y era un continuo volver a comenzar. Por eso era que se había preparado por si aquella mujer no era Sophia y también lo hizo por si era y terminaba por salir huyendo antes de que pudiese siquiera hablar con ella; contrario a lo que aguardaba, ella se giro para responderle como si nada realmente hubiese pasado, aparentando que apenas hacía unas cuantas semanas que no se veían cuando en realidad el tiempo que había transcurrido era demasiado. Sus palabras no eran las mejores, era un Rey y aún así seguía siendo bastante torpe cuando de asuntos importantes se trataba. Alain se esforzaba de eso no cabía la menor duda, pero aún así todo le resultaba novedoso, complicado, pues jurar cambiar de un día para otro las actitudes y modo de vida que hasta ese momento había llevado no era para nada sencillo.

Trato de demostrar educación, de hacerle saber que lamentaba de verdad su perdida y sus intentos fueron recibidos con una sonrisa que parecía una completa burla. La mirada de Alain se poso sobre la femenina, se miraban con una rudeza con la que no habían hablado hasta ese momento, entendible para quien supiera como el ahora rey cuando es que Sophia había amado a su esposo.
– Si fuera simplemente el protocolo que tengo, ni siquiera te preguntaría por como es que te encuentras, lo que preguntaría sería algo como ¿Qué tal Italia, Sophia?, ¿Todos reciben bien a la Reina viuda? pero no lo dije, porque no me estoy dejando llevar por el protocolo sino por las verdaderas ganas de saber si es que te encuentras bien – su respuesta denoto la carencia de empatía que tenía para con ella, cosa que no era intencional, sino que le surgió llevado por la molestia que le generaba esa manera de ser tratado cuando simplemente había preguntado algo orientado a conocer de ella. Chasqueo la lengua y negó. De cierta manera se sentía decepcionado, siempre la creyó más fuerte, capaz de soportar cualquier obstáculo y en esos momentos estaba demostrando lo contrario – ¿No piensas regresar? ¿Piensas dejar que todo lo que él hizo se hunda y quede en la nada? Pues perfecto por mi, no regreses – le miro con decisión – pero aunque no pienses volver, no desaparezcas. No eres una fugitiva, eres una Reina aunque no quieras aceptarlo.

Sonaba cruel, duro con ella. Las personas que prestaran atención pensarían que eran una pareja, parientes o socios que peleaban por algún motivo.
– Anda, dime – suspiro, cruzando los brazos sobre el pecho después de que ella le diera un empujón. Conforme hablaba, la voz de Sophia se volvía más quebrada, llena de un dolor que él no comprendía. Era un idiota, uno que se decía trataba de mejorar pero terminaba hiriendo los sentimientos de una mujer que había perdido lo que más amaba en el mundo. Le escucho con paciencia, notando como ella se abría de corazón a él.
– No sé si te sirva tampoco, pero yo sé que no has sido tu quien acabo con su vida – bajo los brazos a los costados – Nadie que hiciera algo así sufriría como tu lo haces – Las miradas de los que pasaban se detenían en la figura femenina, la fragilidad que trasmitía era tan intensa que Alain no tuvo más remedio que acercarse más y rodearle con sus brazos, tratando de tranquilizarla – ¿Quieres ir a otro sitio? La gente de París nunca deja de observar lo que no debe y – guardo silencio unos segundos – Lamento haber dicho esas cosas tan crueles, me enojo y digo cualquier cosa, pero de verdad que sé que no hiciste nada malo. Eres una buena mujer Sophia, siempre lo has sido.

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