Sangre envenenada [privado]

por **Heaven Cormag** Miér Ene 20, 2016 6:39 pm

Grandes descubrimientos hizo esa tarde, ese mes.

Resultando ser que no estaba demente, que había sido un error, Heaven aprovecho esa tarde para poder pasear por París sin ningún compromiso alguno. Era raro estar por Paris sin compromiso alguno, sin tener que ir a alguna casa a dar clases de alguna materia. Estaba situandose ¿quizás? No lo sabía con exactitud. El día aclamaba en toda su totalidad.

Esa mañana había mercadillo, gente comprando por los puestos coloridos de la plaza. Se quedo observando de lejos, se sentó en un banco de madera frente al mercado ambulante pero lo que se preguntaba ¿Que era un mercado ambulante? ¿Aquello que veía era un mercado ambulante? Y así era. Un cartel grande con garabatos extraños afirmaban sus preguntas.

No es que estuviera mas loca aún pero tras tanto tiempo encerrada en casa, de casa en casa siendo institutriz, enseñando y nunca se habia detenido en uno de estos mercadillos. Era realmente curioso, observaba a la gente pelear por un solo artículo, un vendedor dando lo mejor de sí por ver si vendía parte de su fruta saludable. -BRR- Heaven se sonrojó al escuchar su tripa rugir como si no hubiera comido en varias semanas. Buscó en su bolso por algo de dinero, simplemente pensó que podría coger alguna fruta para poder llevarse a la boca, encontro un billete y enseguida compró lo que necesitaba para saciar su hambre.

Se compró una manzana. La más brillante de todas las que había en el puesto. Tenía tantas ganas de tomarsela ahí mismo que no espero ni un segundo, le dió un mordisco a la manzana y enseguida comenzo a sentirse mal. Un hombre la cogio al aire antes de que colisionara al suelo y en ese instante, la gente comenzo a inquietarse, Heaven cayó, todos la vieron como cayó en brazos de un desconocido, envenenada por una manzana y como la manzana rodó de nuevo hasta el puesto que este enseguida comenzó a recoger para no ser atrapados.

Cuando el hombre cogió en brazos a Heaven la policia atrapo al grupo de gitanos que vendíeron la fruta envenenada y lo siquiente que pasó fue que enseguida todo volvió a la normalidad.

por **Archangelo Coleman** Vie Ene 29, 2016 5:56 pm

Caballo y jinete habían transitado por las calles desiertas, antes que el sol siquiera diera rastros de vida. Con su carga cruzada en la grupa de la montura, se dirigió hasta su destino, allí, quien lo había contratado recibió el encargo. Un cuerpo muerto, envuelto en una manta. Cuando el hombre lo desenvolvió, se quedó horrorizado, el licantropo que lo había estado molestando, que casi lo matara, no era mas que su propia mujer. Arcángelo lo vio postrarse, llorando y tomándose la cabeza, para luego abrazar el cuerpo inerte y besar con devoción los labios laxos y entre abiertos. Su mandíbula se contrajo, le molestaba aquella escena, al final de cuentas, ese esposo que ahora lloraba una perdida irreparable había sido el que pagara por aquella cacería. El caballo fue haciendo pasos hacia atrás, ya que el cazador solo quería salir de allí lo antes posible.

Como una tromba el hombre dejó a la muerta y se dirigió al jinete, con sus manos en puño, el rostro bañado en llanto, - asesino! mataste a mi esposa! - le recriminó, mas el cazador le dió una patada el la cabeza, desde donde se encontraba, haciendo que éste cayera - no seas imbécil, fuiste tú el que pidió su cabeza, no me eches la culpa, debiste cerciorarte de quien era el objetivo de tu caza- Le apuntaba con su cañón, enojado por como le recriminaba una culpa que no le correspondía. Refunfuño, al verle llorar como un niño, arrastrándose hasta las patas del caballo, - señor, os lo suplico, matádme, ¿como podré vivir sin ella? ¿que le diré a mis hijos? - El caballo se encabritó en cuanto el hombre hizo ademan de tocarlo. Arcángelo que había guardado su arma tenía la fusta en la mano y comenzó a descargarla con furia en la espalda y la cabeza de su cliente, - ¿matarte? soy cazador, no asesino, si quieres morir, ve y cuélgate de algún árbol, como Judas - el gritó antes de salir a todo galope de aquel callejón, en donde se había realizado la transacción.

Cuando llegó a su hogar, luego de cuidar su montura, se hizo preparar un baño, comió apenas y durmió unas pocas horas. Los sueños le hacían recordar a la mujer, aquel lobo que se fue transformando en su brazos, para terminar suplicando le ayudara a morir en paz. Se despertó sudado, con bronca por la mala caza. Volvió a refrescarse, tirando sobre su torso desnudo, cuello y rostro, el contenido de la jofaina, se secó con la toalla de manos y prosiguió a vestirse. Un rato después se encontraba en el mercadillo. Miraba las cosas sin prestar atención, recodando la vida cercenada, no entendía porqué le había afectado tanto, tal vez el ser mujer, o pensar en que por el capricho de un hombre había dejado sin madre a unas criaturas. Chasqueó la lengua y se dispuso a seguir.

Un grupo de personas que se amontonaban en un sector del mercado llamó su atención, también, unos policías que corrían tras unos hombres, - ¿gitanos? - caviló. Se fue acercando al grupo de personas, hasta que vio que una joven se encontraba inconsciente, el hombre que la sostenía no sabía que hacer, el rostro estaba cada vez mas azul y una manzana a los pies de la joven le proporcionó la información necesaria para saber que hacer. Comenzó a fustigar con su fusta a la gente, para que lo dejaran pasar, apartó al hombre, levantó a la joven, se puso detrás de ella y con sus manos unidas a la altura de la boca del estomago hizo presión, como si la levantara, la joven hizo una arcada y luego otra, hasta que en el tercer intento un trozo de manzana salió despedido de la boca. Pronto Arcángelo giró a la joven y la recostó, apoyando parte del torso en su pierna, - dad lugar, necesita aire y ustedes no ayudáis - se quejó.

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