Un acuerdo un tanto tentador. ||- Privado.

por **Daniro Zaccagnini** Dom Ene 24, 2016 11:54 pm

Pareciera que un balde de agua fría le hubiera caído encima o como si mil dagas se le encajara en su cuerpo de repente. Una noticia que realmente nunca pensó escuchar nuevamente, que pensó que estaba en el olvido, pero no era así. Justo hace cinco minutos atrás le acababan de informar que finalmente habían encontrado una esposa digna para el gobernante de Alemania, no era una dama fina ni tampoco una mujer de cuna de oro, pero si era una mujer con un coño y sobre todo que podría tener hijos y eso, para Daniro, era como estar en la mismísima horca, era la peor noticia que escucho en su vida. Apretó con fuerza la hoja de papel que tenía en la mano, su cuerpo vibro por rabia, pero conto hasta diez para calmarse, pero era tanto el enfado que no lograba calmarse con nada, lo único que hizo fue estañar su puño en el escritorio de su despacho, viendo a cada hombre que estaba sentando cómodamente en su silla, si las miradas mataran ellos estarían muertos y Daniro en prisión.

-¿Están jodidamente bromeando? Verdad. –Preguntó entre dientes, el inquisidor estaba más que furioso y eso es decir poco. Él nunca quiso casarse, las razones eran que estaba enamorado, pero no precisamente de una mujer, vaya dilema tenia este hombre. Tenía un secreto que nadie, absolutamente nadie sabía más que él; Daniro es un hombre diferente, sus tendencias sexuales están más inclinaciones hacia los hombres, sí, como escucharon, aparte, tenía una pareja oculta aquí en parís, por eso no se quería ir tan rápido, era un amor oculto, secreto nada más de ellos y ahora este estúpido plan estaría arruinado. Daniro no le gusta los coños si no las pollas. Su papa Zaccagnini estuviere aún vivo, le apostaría un huevo que nuevamente morirá por el gran coraje que tuviera por descubrir lo que realmente es su hijo mayor.

-Gobernador, por favor evite esos lenguajes delante de nosotros. –El muy cerdo regaño al nombrando, esté frunció el ceño pero no volvió a decir nada más, por el momento. -Y no, no estamos bromeando. –Habló otros de los invitador, eran como consejeros de la familia Zaccagnini, ellos decidieron todo, por ende, Daniro estaba más que enfurecido ni muerto su bastado padre lograba tener control con su vida. –Le encontramos una bella mujer, es una gitana, pronto será su esposa, es hermosa la verdad, tendrán unos hijos hermosos. –Los cuatro hombres que estaban en el despacho del inquisidor rieron a no más poder, mientras él no hacia otra cosa que apretar sus puños y maldecir mentalmente. -De hecho, ella está aquí, solo queríamos informarle, en dos semanas se casaran y no hay replica, usted señor Zaccagnini, se casara, aquí, sin invitados sin nada, simplemente ustedes dos, el juez y nosotros, ya luego iremos Alemania para prestarlos formalmente.-Con cada palabra que salía de la boca cerda del hombre más viejo de los cuatro, se sentía mareado. -Dile a la mujer que pase, por favor. –Daniro, sin pensarlo se levantó de su asiento, como si le hubiera metido un palo por el culo, entrecerró los ojos, viendo a cada uno de ellos.

La puerta se abrió dejando entrar a una mujer, alta, cabellera negra larga, bello rostro, aunque su ropa decía otra cosa.

-Daniro, te presento a Sashenka Pratts, tú futura esposa. –Dijo, sin más. Dejando al pobre inquisidor de la fracción de espía sin palabra, viéndola, abría y cerraba la boca, parecía un pez recién salido del agua.

¿Qué mierda está pasando?...

por **Sashenka D. Pratts** Lun Ene 25, 2016 8:56 am

Nada dura para siempre. Nada duraba para siempre…

Luego de la inmensa alegría que me embargó encontrarme con mi medio hermano Matías y el tener un trabajo estable en la compañía de actores itinerantes de Kurt Callahan, pensaba que mi vida por fin tendría un motivo real. Que todos aquellos años de soledad y sufrimiento al encontrarme completamente sola y desamparada, habían llegado a su fin. Sin embargo estaba equivocada, en nueva prueba por demás difícil venía en camino. Pero no importaba, todo lo hacía para que mi hermano recuperara su libertad, puesto que le bien encarcelado injustamente por algo que él no había cometido. Ser pobre y ser gitano, era sinónimo de "ladrones" ante la sociedad parisina, entre la sociedad en general, que no nos veían con buenos ojos. Siempre despreciados, siempre humillados, y señalados como la clase más baja de todo lo universo.

No obstante siempre caminábamos con la frente en alto, porque no teníamos nada que esconder, ya que teníamos principios básicos muy arraigados dentro de la familia que nada ni nadie podía romper. Lastimosamente no me iban a servir de mucho ya que estaba acorralada.

Luego de varias presentaciones con buenos resultados haciendo el papel de Ophelia con buenas críticas, inesperadamente comenzaron a llegarme muchas invitaciones de hombres que no tenían buenas intenciones, mismos que rechacé por supuesto, porque yo no estaba interesada en tener ninguna clase de relación con ellos. Yo sabía que lo único que querían era hacerse con un buen polvo. Nunca le comenté a Matías ni a nadie, de las vicisitudes en las que me encontraba, porque no tenían mayor relevancia para mí, simplemente dejaba pasar las cosas, que las aguas se aplacaran y así sucesivamente día tras día, hasta cierta noche en que todo cambió: Mi querido hermano había sido aprendido por un grupo de policías que argumentaban haberle visto en flagrancia asaltando a un hombre muy acaudalado. Sin importar nada, sin escuchar explicaciones, le llevaron preso hasta esas asquerosas y malolientes mazmorras de las cuáles solamente conocíamos por habladas, por esas historias es que se contaban de boca que boca entre nuestro círculo de amistades.

¡Estaba desesperada ya que no me dejaban verle! Argumentaban que si no cubría la cantidad exacta de francos que pedían por su liberación y el resarcimiento del robo que había sufrido aquel hombre, pasaría el resto de sus días confinado a un oscuro calabozo. Había que decir, que la cantidad era una suma demasiado alta, imposible para mí de pagar. Para cualquiera que fuera de mi clase, en realidad.

Recuerdo que salí entristecida y con mucho nerviosismo. Tomé asiento en una de las bancas que se encontraban apostadas afuera de aquel lúgubre edificio y me desplomé llorando amargamente. Fue entonces que un par de individuos se acercaron hacia mí. Me extendieron una tarjeta, alegando que podían ayudarme con mi problema si acaso quisiera escuchar sus valiosos argumentos, en un lugar menos populoso, donde podríamos hablar tranquilamente.

Acepté inmediatamente, eran la luz al final del oscuro pasillo en el que me encontraba, cualquiera que fuera su idea, estaría gustosa de aceptar. Se miraron el uno al otro cómplices y sonrieron. Aquello no me daba buena espina, pero como dije anteriormente, no tenía otra alternativa, y si con la idea que ellos iban a plantearme salvaría a Matías, estaría más que agradecida con el destino.

Una vez que me dejaron a solas en la cafetería del centro, con un papel entre mis manos, y una dirección escrita en ella, me quedé fría completamente. Jamás de los jamás se me ocurrió que aquella propuesta sería concertar un matrimonio para conveniencia de la contraparte, pero que a su vez si yo aceptaba, salvaría mi futuro y el de mi hermano.

No pude conciliar el sueño los días subsiguientes pero había dado mi palabra. Había dicho que sí, y ya nada podía hacerse. Luego de que yo firmara el documento que me uniría aquel hombre en un matrimonio, darían la orden de liberar a mi Matías, el ser que yo más amaba en el mundo. Pero antes que otra cosa ocurriera, había pedido entrevistarme con mi... Futuro marido. Necesitaba dejar algunos puntos en claro, antes de que todo se formalizara.

La semana siguiente, se concertó la cita. Acudí puntual a la dirección que me fue proporcionada con los nervios a flor de piel. Le vería por primera vez, rogando que no fuera un hombre entrado en años, calvo y con bastón. Más fue todo lo contrario. Cuando me hicieron pasar a su despacho, me encontré con la imagen de un hombre muy joven , que al igual que yo, estaba sorprendido.

-Buenas tardes - Dije con la mirada al frente, mostrándome segura por fuera, aunque por dentro me estuviera derrumbando.

por **Daniro Zaccagnini** Mar Ene 26, 2016 12:45 am

Daniro Frederico Zaccagnini, donde su profesión es exterminar a todo ser sobrenatural que existe en el mundo, pertenece a la fracción de espía, y puede decir que es uno de los mejores, porque sabe cómo actuar en el momento de su trabajo, también, es un hombre sumamente serio, de hecho, nadie lo ha visto reír, más que dos personas, las más cercanas para él. El inquisidor siempre sabía que decir en cualquier circunstancias que se le presentaba, pero ahora, pareciera que hasta su nombre se había olvidado, tampoco sabía cómo le iba a decir a su pareja que en cuestión de días estaría casado con una mujer, tener intimidad con ella para concebir un hijo, varón precisamente, vaya dilema tenía el hombre; que él no le gustaba chupar coños sino pollas, mierda. En este preciso momento quería desaparecer de la faz de la tierra, por primera vez en sus veinticuatro años quería aventarse por la ventaba más cercana, correr y alejarse de la situación un poco incomoda. Pero ya estaba hecho, las cartas estaba sobre la mesa.

Uno, dos, tres, respira Daniro, respira profundamente porque esta historia apenas está comenzando. Se dijo a sí mismo, su conciencia lo apoyaba pero al contrario le decía que se alejara de la ventana porque en cualquier momento mandaría señales hacia su cerebro mientras este al cuerpo para que saltara por la ventana como si se tratara de un gato, su mente gritaba la palabra huye, pero para él, huir es como morir en batalla. Después de razonar el mismo, el pobre hombre comenzó a traspirar de las manos, sentía a la vez que su corazón se quería salir de su caja toxica, tragaba saliva, inclusive la garganta estaba tan seca que necesitaba un buen trago para aliviar la resequedad y eso que el inquisidor no toma. Ahora, enfrente de él estaba la que se suponía que sería su esposa por el resto de su vida. Dio lentos pasos hacia la invitada no esperada para él. Aunque cada paso que daba se sentía pesado, inclusive a la mujer la veía cada vez más lejos ¿o era una mala jugada de su mente? Sí, debe de ser eso, al estar finalmente delante de ella, la examino perfectamente, guapa la mujer, sí que sabían elegir los genes bien, se dijo a sí mismo, hasta parecía tímido el hombre. Con suavidad y algo delicado tomo la mano de la gitana, y la llevo hasta sus labios dándole un delicado, honesto beso, viéndole directamente a los ojos tan brillantes que por un momento se perdió en ellos.

-Lady, es un placer que finalmente la conozca. Me han hablado de usted –Dijo, con una voz ronca que hasta el momento nunca se le había escucho, aunque también fue un poco tímida. -¿Me permitiría tener una charla con usted? –Vio que asintió la dama, entrelazando sus dedos con los de ella, haciendo que se acercara a él. -Caballeros, necesito estar a sola con mi futura esposa, me llevaré a esta dama hacia el jardín, espero que nadie nos interrumpa, daré severas instrucciones a las sirvienta que nadie, absolutamente nadie vaya a molestarnos, ella y yo tenemos una larga charla, así que puede irse de mi casa –Prácticamente Daniro los estaba corriendo, no soportaba verlos un minutos más. –El ama de llaves los llevara hasta la salida, nos veremos en el mismo día de la boda, gracias. -Volteo hacia la mujer, que pronto sería la señora Zaccagnini, no logró sonreírle, él no podía sonreír alguien que apenas conoció, en vez de eso, clavo nuevamente su mirada en los ojos ajenos, quería volver a ver ese brillo especial que ella tenía. -Sigame, por favor. –No era una pregunta, si no era una orden. Salieron del estudio, para dirigirse al hermoso jardín que tenía la mansión de la familia Zaccagnini. Durante el trayecto hacia el jardín de la mansión, el sujeto trataba de pensar en cómo abordar el asunto, él simplemente quería alejaría de esos rabo verdes de los ancianos, aunque no le leyera las mente, con solo mirarlos, apostaría un huevo que ellos estaban teniendo pensamientos pecaminosos para con la pobre mujer que estaba aún agarrada de él y él, la apretaba más fuerte, sin dañarla. Quería saber del porque ella acepto esto ¿Por dinero? Por la roba que trae tal vez sería eso, pero su rostro mostraba otra cosa, otra cara mejor dicho ¿Sera doble cara? No sabía, no sabía absolutamente nada pero por eso la trajo hasta acá para saber todo.

Al llegar, le dijo que se sentara en esa banca blanca y alejada de la puerta, mientras él, se acuclillaba enfrente de la dama. Sí, era hermosa, su piel, sus ojos, su nariz, esos labios, no lograba comprender, él tenía alguien, él estaba enamorado de alguien más, precisamente de un hombre, ninguna mujer le llamaba la atención, y ella no iba hacer la primera ¿verdad? Respiro hondo, y coloco sus manos en cada lado de ella, bajando un poco la mirada, no era su intención verle los pechos, pero fue lo primero que vio, joder, esto estaba un poco raro ¿Desde cuándo le interesaba a él un par de tetas? ¿Desde cuándo? Gruño un poco, parecía un perro amarrado, termino en ponerse de rodillas y dejo caer su cabeza en el regazo de Sashenka, con sus ojos cerrados. -Lo siento, de verdad lo siento señorita, nunca pensé que esto iba a llevarse a cabo. –No quiso levantar la cabeza, y ni abrir los ojos. -No sé qué le digieren, simplemente esto no debió de ser así, usted no tendría que estar aquí y ni yo haciendo berrinches como un estúpido niño. –Hablaba rápido, estaba enojado pero a la vez desesperado.

Finalmente subió su cabeza, viéndole.

-Dígame. ¿Qué fue lo que le dieron? Para que aceptara esto…-

por Contenido patrocinado

Un acuerdo un tanto tentador. ||- Privado.

Un acuerdo un tanto tentador. ||- Privado.

Re: Un acuerdo un tanto tentador. ||- Privado.

Re: Un acuerdo un tanto tentador. ||- Privado.

Re: Un acuerdo un tanto tentador. ||- Privado.