Encuentro de caníbales — Elle Lawliet

por **Zack X. Gavrilovic** Lun Ene 25, 2016 8:55 pm

El destino no es más que una ruleta rusa de circunstancias que se lanzan al azar y de las cuales cualquiera de las opciones posibles puede desembocar un dulce o agrio momento, sin embargo, no está en nosotros decidirlo sino simplemente aceptarlo tal cual como es, nos guste o no lo que arrastre consigo.

Luego de tan peculiar dialogo con la anciana del circo gitano, mi cabeza se encontraba aún mas ahogada de dudas e incertidumbre de lo que ya estaba. Tenía que encontrar a alguien, pero no soy yo quien la encontrará sino ella a mí. Puede ser cualquiera, puede ser ahora, puede que nunca ocurra tal encuentro y el discurso de la anciana se pierda en los confines vacuos del horizonte. Quizás el destino de la muerte sea otro, el que sea su emisario o quizás solo una retórica más escrita

Mis pasos me retornaron automáticamente hacia los callejones de París. Andaba por inercia mas no por decisión propia. Lidiaba con mi destino, intentando encontrar el punto de inflexión para erradicar esta pesadez que trajo consigo. Recuerdo que Elise era la loca de los acertijos, una mujer extraña pero que sabía jugar con las palabras y sacar el significa de ellas con solo oírlas unos instantes. Dentro del grupo era la rara de todo el equipo. Aunque no negábamos que era perspicaz, su mente trabajaba diferente que la del resto, pero aún a pesar de ello sabía como armar y desarmar dispositivos explosivos y armas, tenía un amor a ello. Lástima que se la llevó un ser nocturno

Distraído del mundo que me rodeaba, caminaba por las calles de París a la espera de alguna señal de mis compañeros. Aquella ciudad había resultado ser un infierno para nosotros porque nada salió como habíamos planeado. Sumido en mis pensamiento no tomo atención del pequeño toque de un cuerpo el cual hizo detener mis pasos trayéndome nuevamente a la realidad, dejando el pasado de tres semanas atrás.

por **Elle Lawliet** Mar Ene 26, 2016 1:47 pm

Tan solo fue un sueño. Acaricié suavemente mi rostro mientras mi mirada se perdía en el blanco de los espacios de mis frases. La libreta desprendía el olor a rosas de mi perfume, pero solo lo tenía presente en pocas ocasiones.

La angustia se apoderaba de mi ser, abduciéndome en borrosos fragmentos del pasado asesinato. Lo tenía que encontrar, sabía que lo tenía que hacer, pero mi pesar y cansancio lo evitaba.

Los sorbos de terror abrasaban mi interior. Habían vuelto a ser ellos quienes seguramente habían matado ese pobre niño cambiante. El mal sabor del pasado secaba mi lengua y hacía que una leve capa de sudor cubriera mi pálida y suave piel.

Un pequeño toque alarmó mis sentidos. La libreta cayó a saber donde y mi mente se refugió en la oscuridad de mis ojos cerrados.

Me agaré al cuerpo contrario. Estaba aturdida, pero no lo suficiente para darme cuenta que me había dado un golpe con una persona.

Recobrando la compostura me retiré unos pasos y coloqué mis manos sobre mi falda, una sobre otra. Bajé la cabeza con apuro, mirando el suelo.

-Discúlpeme -susurré con vergüenza. El orgullo quiso que reprimiera esas palabras, pero lo solté-. Fue mi culpa. No volverá a pasar, se lo aseguro.

Mi cuerpo permaneció inmóvil. El terror de mi pasado y la vergüenza me impedía el movimiento.

por **Zack X. Gavrilovic** Jue Feb 25, 2016 10:30 pm

El mundo es tan pequeño que siempre está girando y no sabemos en qué momentos nos topamos con lo mismo de siempre una y otra y otra vez, hasta que nos familiarizamos y logramos hacer las cosas bien, pero aun así, en algunas ocasiones no nos damos cuenta y perdemos la cabeza porque no toleramos aquella que no va con nosotros, porque no entendemos lo que otros son y nos burlamos de ello pensando que se hace un bien. ¿Quién puede saber del bien a estas alturas? Nadie, porque todo es tan subjetivo y efímero.

Una palabra, una voz en eco proveniente de las sombras fue todo lo que necesité para optar por una la conocida actitud de defensa; había estado tan perdido en el tiempo y espacio que me rodeaba, o intentaba hacerlo, que al ser atraído abruptamente a la realidad de aquella manera hizo que tomara la actitud primaria de ataque con los ojos atentos, aunque parecían más perdidos.

Solo tomó unos segundos hasta que la reacción del momento llegara, sobre todo aquella voz que se terminó de formar en mi mente como tono femenino; el esfuerzo que hago para ver y oír lo que la mujer opta como unas ¿disculpas? ¿De qué? ¿Del Choque? ¿Por qué?. Niego ante esas posibilidades acercándome a la mujer —¿Está usted bien?— enarco una ceja que con una rápida ojeada trato de asegurarme del bienestar ajeno —No parece como si estuviera bien, ¿señorita?— chasqueo los dedos intentando traerla de nuevo, pero es inútil.

Cansado de ello, opto por otro camino —No se disculpe, también he venido distraído, pero venga que no es noche para que una mujer ande a solas por las calles, sobre todo en luna llena— un ruido proveniente de uno de las callejas me alerta de otra presencia miro a las alrededores entrecerrando los ojos buscando en la oscuridad a aquello que ha hecho aquel ruido, sobre todo porque estaba acompañado de una mujer, que aunque hermosa, era alguien a quien debía proteger, nada más y ello no ayudaba a mi mente que deseaba maldecir y explotar.

por **Elle Lawliet** Vie Feb 26, 2016 12:22 am

Ojo a ojo, eso necesitaba para poder ver toda la información primaria que necesitaba. Con tan solo levantar la vista podía apreciar con quién me choqué, pero a saber por qué mi cuerpo no quería reaccionar de esa manera.

Mi cuerpo quería seguir mis instintos básicos, quería huir y dejar atrás el extraño con quién me topé, pero la curiosidad, o fuere lo que fuere, impedía mi huida.

Sus palabras de compasión se mezclaron con mi confusión; alguna de sus palabras no las entendía, pero no eran tantas para no entender su preocupación sobre mi bienestar.

Asentí con la cabeza mientras mi mirada se retiraba hacia un lado. Estaba aterrorizada. Estaba incómoda. A un que no podía apreciar su aura, podía notar un aire familiar que me repugnaba y a la vez me achicaba.

Cuando preguntó sobre su compañía negué rápidamente; no fui consciente de ese movimiento. Debía ser producto de toda esa aglomeración de sentimientos lo que me hizo hacer eso.

Justamente necesitaba ver uno de esos seres, o eso se repetía mi mente una y otra vez. El ruido interrumpió mi pelea interna. La piel se me erizó y por un instinto primario me acerqué al caballero, tan solo un paso, mi orgullo no quería depender de otro.

El corazón me empezó a latir rápido. Pensaba que solo estábamos nosotros dos, que no había nadie más alrededor. Ya me dijeron que aceptar el caso, en esos tiempos, suponía la muerte segura, pero mi necesidad de justicia ignoró el aviso.

Un aura ilegible se mostró débil al otro lado de un callejón. Entrecerré los ojos para poder ver qué o quién era, pero estaba demasiado lejos, no lo podía apreciar.

por **Zack X. Gavrilovic** Jue Mar 24, 2016 6:14 pm

Entre las noches tranquilas y agitadas siempre se prefiere las apacibles donde el ser pueda ser lo que es, sin tener que medirse a los peligros y instantes de perdición más que los pecados aceptados por el alma y la mente misma. Más incluso en los momentos de paz la guerra no cesa, al contrario es cuando más latente está en busca de más y más sangre que derramar sin importa de quien sea.

El sonido de una respiración pesada que se confunde con el jadeo incesante de un ser que aúlla leve en una sintonía poco audible pero que aun así se puede sentir en la piel; como para erizarla; cubrí a la mujer con el cuerpo haciendo un bloqueo para ella, estaba listo para ese encuentro; el estruendo de unas garras que rasgan las paredes mohosas y húmedas, y aun así no daba el primer ataque, solo olía el lugar como si buscara algo. Eso perturba completamente al grado de molestarme —Señorita es mejor que no sea mueva en lo absoluto, no reclame, no abra la boca y menos haga movimientos bruscos de lo contrario serían los últimos que haría— indico susurrando las palabras para no alertar al ¿vigía?

Aquella inspección tomó solos unos minutos hasta que la bestia en un aullido más fuerte se alejó de ahí, quise correr pero, saber que estaba la mujer ahí no podía hacerlo o de lo contrario ella sería la cena de la noche —Es mejor que se vaya, AHORA, a su casa— marco con fuerza la palabra, para hacerle entender que no era buena idea estar fuera —Le acompañaré, y no admito una negativa de su parte, así que podemos hacerlo a las buenas o las malas, usted decide señorita— chasqueo los la lengua cruzando los brazos frente a la mujer.

Aquello no estaba bien y sabía que algo más estaba por pasar, y por ello no quería arriesgarme a que mis bellezas acabaran con la vida de inocentes, a aquellas creaciones no las pude controlar como a las otras bombas.

por **Elle Lawliet** Vie Mar 25, 2016 3:54 am

Tenía entendido que el pasado podía remover el presente y el futuro, pero no sabía que lo haría tanto. Al primer ruido ya identifiqué el peligro sin necesidad de observar su aura. Mis párpados empezaron a separarse lentamente mientras mi cuerpo se paralizaba para refugiarse en el temor. ¿Era así como me defendería?

El abrazo de protección que me proporcionó el joven fue la gota que colmó el vaso; la primera desesperación salió de mi. La dulce voz de mi difunto marido sonaba junto el chasquido del fuego partiendo un tronco. "No te muevas".

El presente empezaba a desaparecer, dejando paso a mis recuerdos. La risa de mi hija resonaba en mi cabeza, al igual que los rugidos de la guerra. ¿Perder un ser querido era tan doloroso? Pasaron años de esa masacre.

Algo sacó mi mente de la penumbra de mi vida. Un golpe de voz, una manera de salvación discreta.

La voz del hombre se mostraba distorsionada. Estaba agotada.

Levanté el rostro, intentando comprender sus palabras, pues a parte de mi básico francés, mis sentidos vacilaban. Entonces mis ojos quedaron en los suyos. La piel se erizó mientras una de las auras que tanto temía rodeaba su cuerpo. Tragué saliva.

Mis sentidos se agudizaron lo suficiente como para poder entender las palabras que decía y decía.

-¿Mi casa? -repetí para asegurarme de sus palabras-. No iré a mi casa, perdone. Tengo quehaceres importantes por cumplir -paré para coger aire. Mi voz sonaba muy áspera y asustada-. Igualmente agradezco su ayuda, pero puedo continuar sola, no se preocupe.

Antes de que su aviso se cumpliera salí rápida, a saber dónde. Tan solo dejaba que el terror fluyera por mis venas, fluyera en mi ser. Tenía que superarlo de una vez o no podría vivir o trabajar en paz.

por **Zack X. Gavrilovic** Dom Abr 24, 2016 11:52 pm

Maldiciones dichas en voz baja y en tonos altas, eso era todo lo que pude hacer ante la muestra de la jovencita que salía como alma que llevaba el mismo demonio; no profeso religión alguna aunque trabaje para cierta empresa religiosa, mi creencia está en aquello que puedo ver y hacer explotar tal como aquella bestia que se acercaba a grandes zancadas. Era hora de probar lo que había creado.

El pequeño artefacto cuadro negro, brillaba ante la luna llena, pero no serviría si estaba así porque lo que le cubría haría que el estallido fuera más fuerte y contundente, tenía que desarmarla dejando solo el sistema interno que era recubierto por láminas cristalinas, su alcance sería milimetrado al sujeto que sea dirigido, no habría muchas afectaciones humanas y físicas.

Permití que la mujer corriera para servirme de ella como carnada, era solo una mujer más de las que encuentra uno en cualquier lugar, pero no dejaba de ser una inocente que no tenía nada que ver con aquella guerra que se libraba en las calles —Maldita sea— mascullo molesto agarrando otro sendero al que correr, realmente quería subir a los tejados pero me era imposible, si lo hacía podría golpear mis artefactos y terminar todo ahí, así que opté por seguir un camino lateral al de la mujer.

Correr tanto no ayudaba al plan original de desarme, tenía que parar pero era arriesgado, bueno todo en este tipo de trabajo lo era, opté por ello, dejar que aquella bestia de vigía siguiera a la mujer como presa dejando segundos para desarmar la bomba para darle de regalo en su garganta, la cuestión era —¿Cómo demonios haré que se trague esto?— regreso corriendo nuevamente hasta encontrarme con el lobo que está a solo cinco pasos de la mujer. Con un silbido fuerte logro llamar la atención dde aquel mirando con odio a la mujer —A veces las mujeres son tanta tontas y estúpidas, que no ve que es por su bien, pero claro que va a entender, prefiere morir como todo idiota que no se ha enfrentado a la muerte, quizás un día por sus quehaceres terminará muerta— chasqueo los la lengua tronando los dedos y el cuello preparándome para la segunda fase del plan.

Aquello no estaba saliendo como espera, aquella bestia era difícil de matar, más que nada difícil de incrustarle aquel artefacto hasta que se lo trague. En tres intentos y con varios golpes y heridas en el cuerpo logré que se devore mi invento, pero mi mano no salió tan librada, terminando fracturada y con rasguños de aquellas zarpas que habían prácticamente abierto la carne. —A CORRER— grité a la mujer pero no me podía mover mucho, estaba muy herido como para correr lo suficiente para cubrirme, solo había diez segundos .

por **Elle Lawliet** Lun Abr 25, 2016 1:23 am

Y entonces fue cuando todo se volvió algo que me sonaba de algo. Mis pasos resonando por la calle. Mi respiración ajetreada era continua. Mi corazón latía con fuerza. Y la presencia de ese ser era el que marcaba una vuelta al pasado.

Frené, harta de huir, harta de continuar así. Paré, cerrando mis manos con fuerza, al igual que mis párpados. La indiferencia ya me poseía.

Entonces lo oí, una queja seguida por una serie de golpes. Me giré para mirar el espectáculo, cosa que solo me trajo más recuerdos desagradables.

-Hombres... -susurre acercándome al hombre de antes, el cual estaba en pésimas condiciones.

De paso cogí una piedra y la lancé a una callejuela paralela a la nuestra, cosa que llamó la atención.

Aproveché, aproveché para dar una patada a la espinilla al señor y lo abracé, cubriéndole con mi cuerpo.

por **Zack X. Gavrilovic** Mar Mayo 24, 2016 11:13 pm

Sorpresas, las personas sabias y ancianas terminan siempre contando sobre estas, que la vida siempre nos dará ese tipo de momentos el cual nos dejará perplejos, pero siempre lo vemos tan lejano que creemos que será imposible que no ocurra; lástima que ya no pueda pensar de ese mismo modo, porque fue exactamente eso lo que me lleve realmente.

Con la cuenta en contra y con pocas probabilidades de poder escapar de una muerte inminente nada me preparó para lo que aconteció; aquella mujer a la que antes había despreciado realmente es todo lo opuesto, gruño por lo bajo por ver su determinación, ¿será que realmente no sabe su propio límite? Me pregunto observando cómo trata de no solo soportarse ella si no también conmigo, al menos unos cuantos pasos hasta…¿Hasta?.

La calidez de un cuerpo ajeno que tanto detesto la siento a través de aquella irregular respiración —¿Qué demonios haces?— chasqueo la lengua molesto por ver su actitud, aquella mujer realmente era una inconsciente —Acaso no te das cuenta que saldrás herida y podrías luego morir, bájate y corre, vete lo más lejos— trato de alejarla, realmente quiero que entienda el peligro de mi propia creación —Morirás inútilmente mujer, vete— una punzada siento en por el estómago, costillas y espalda, el panorama no pintaba bien. Solo había una cosa que hacer

Por vez primera me permito abrazar a una mujer, su aroma es dulce y algo molesto, pero lo tolero, el sentir a otro ser humano de esa forma me desconcierta, a un punto en el que tomo toda mi voluntad y fuerza para girar sobre nuestros cuerpos quedando junto a unos contenedores de basura que caen sobre mi cuerpo cerca de las heridas —Estúpida mujer morirás aquí, al menos no dejaré que te lastimes tanto, quédate quieta y en silencio— oigo el dispositivo con la cuenta haciendo clic a cada segundo, estábamos a tres no más de escuchar aquella explosión y ser bañados con vísceras y sangre, no era la primera vez que terminaba así, aunque sospecho que será la última.

por **Elle Lawliet** Miér Mayo 25, 2016 6:34 am

Los recuerdos. Dicen que cuando vas a morir ves la vida pasar veloz ante tus ojos, pero eso pasa porque tu mente tarda unos minutos en morir definitivamente, dejándote deleitar de hermosos y malos momentos que se pasó.

Una leve sonrisa se esbozó al oír sus quejas. Él se quejaba y se quejaba con desprecio, cosa que me había acostumbrado a escuchar. En mi carrera de detective te tenías que hacer pasar por cualquier cosa, dolor que nunca podías evitar.

Tanto me era acabar herida como muerta. A pesar de que debería ser temida la muerte, un leve deseo surgía en mi interior; podría ver mis amados difuntos, a mi pareja también. Eso era una noticia que amaría pero a la vez horrorizaría.

Sus brazos rodearon mi cuerpo. Un cosquilleo se deslizó cual gota por toda la zona compartida con él; ¿tanto hacía que no me abrazaban? Como máximo me agarraban la mano o el brazo. Mis labios también estaban acostumbrados al roce pero mi piel no.

No pude reaccionar cuando me cobijó. Tan solo abrí los ojos por sorpresa. No creía que un hombre como parecía él hiciera una cosa semejante.

Su orden me sacó una sorpresa.

-¿Temor ha de hacerme la muerte? -pregunté con mera indiferencia, escondiendo mi asombro. Mi tono se volvió un susurro. Mi orgullo no quería hacerme someter a sus mandatos-. Cúbrase también. Aquí nadie morirá, o al menos eso intentaré.

Cual madre cobijando a su hijo de un peligro lo cubrí como pude. Mi estatura no permitía poder salvar de heridas todas las zonas, pero al menos intentaba salvar las vitales. Tampoco era que tuviera mucha movilidad por su agarre.

Mis ojos se cerraron inmediatamente, sintiendo calor. Fue un reflejo, a la vez que un deseo de ignorar qué clase de persona estaba salvando.

por **Zack X. Gavrilovic** Vie Jun 24, 2016 11:18 pm

Inimaginable, realmente los seres humanos pueden llegar a hacer cosas sorprendentes que dejen a las demás personas en un estado de shock y corto de palabras, es verdad que por ahí comentan entre las sombras las sorpresas que pueden ciertas palabras se transforman en el asombro desmedido hasta caer en el silencio de las palabras.

Estaba sonando aquel dispositivo acercándose a la cuenta al igual que los gruñidos de aquel ser que molesto por haberse tragado aquel artefacto; se podía oír sus garras afilándose en las paredes acercándose a donde estábamos siendo llamado por el aroma del reguero de sangre que dejaba —Demonios— mascullo molesto, más que nada por sentir las manos de otro ser humano sobre mi, tanta cercanía realmente no la había experimentado de aquella forma pero ahora no era molesto aunque el aroma que expedía la mujer si.

Ya no había cuenta más que solo el eco de la explosión y con ello la aturdisión que sentía en mis oídos y parte del cuerpo donde algunas esquirlas de los objetos con los que aquella bestia había entrado en contacto rasgaron mi espalda y parte de las piernas, las heridas eran lo cortes aunque no tan profundos que obligaron a que agachara más la cabeza al punto de tenerla cerca del cuello de la mujer, solo podía sentir la calidez de la sangre y el ardor de la onda de explosión sobre mi cuerpo, todo había acabado, al menos por el momento.

Baje del cuerpo de la mujer con algo de dificultad encontrándome con un reguero de sangre y tripas, incluso estamos bañados de la sangre y restos de un cuerpo humano, trague en seco tratando de ponerme de pie con las manos en la pared para ayudarme —No eres normal mujer, cualquier en tu posición temería morir sin haber encontrado el amor o haber tenido hijos, generalmente corren y se esconden esperando que alguien les ayude, pero tú, tú no lo haces ¿por qué demonios?— el dolor y la quemazón de la piel así como los cortes que gané producto de la explosión se reflejaba en mi rostro en las muecas que hacía.

Pegué la espalda a la fría pared sintiendo algo de alivio pero el dolor no cesaba y no cesaría hasta tratarlo, pero para llegar a la iglesia tardaría mucho y podría terminar llamando la atención de más bestias, unos pálidos y colmilludos.

por **Elle Lawliet** Sáb Jun 25, 2016 3:41 am

El haber perdido todo hace que dejes tu cuerpo a merced de la vida de la suerte. La vida de la suerte te manipula cual muñeco, poniéndote innumerables obstáculos.

No sentía la necesidad de huir, y menos de abandonar a un ser vivo que no merece cubrir aún un velo blanco sobre su sano cuerpo por culpa una explosión indeseada.

Tampoco me molestaba el roce de su piel con la mía, ni el movimiento de cobijo que hizo tras la explosión; mis sentidos no me permitían reaccionar.

Un leve ruido, agudo y monótono, inundó el ambiente de nuestro alrededor. No sabía si él también lo oiría o si era yo la afectada auditivamente.

Sentí la onda que hizo, no cedí al movimiento que hizo este, agarrándome con más fuerza a la ropa del extraño.

No evité que se escabullera de entre mis brazos para encontrarse con los hechos, ni tampoco puse ayuda cuando se incorporó gracias a la pared; algo en mi evitaba el movimiento.

Sus palabras se clavaron en mi pecho cuales cuchillas en busca de sangre.

-Señor, sangra demasiado -mencioné por aquel entonces para huir de sus palabras; mi aspecto de adolescente podía delatar mi no humanidad por los hechos que viví-. Venga, lo sanaré.

Me arrodillé lentamente, empezando a sentir el dolor y escozor de mis sangrantes heridas; la adrenalina del momento retrasó el efecto de dolor.

-Tiene bastantes heridas pero no son muy profundas -murmuré acercando mi pálida y pequeña mano derecha a sus pantalones; el calor de la explosión hizo que se adhieran un poco a la piel, cosa que yo no puedo solucionar por mi falta de conocimiento-. Solo le puedo sanar poca cosa... ¿Sabe de algún lugar cercano dónde le den auxilio? -pregunté alzando la cabeza para mirarle a los ojos, manteniendo mi cuerpo aún arrodillado.

por **Zack X. Gavrilovic** Mar Jul 26, 2016 11:12 pm

Dolor punzante y agudo que va cubriendo todo hasta nublar los sentidos solo dejando la sensación de la cálida sangre que corre lentamente por entre la piel hasta crear los ecos fuertes de las gotas al golpear el suelo. El sonido del exterior solo se mezcla en un fuerte silbido anulando las palabras como eco lejano y casi imperceptible hasta que los minutos pasen y vuelva algo de consciencia a la desorientada alma. Así es como termina uno luego de una explosión.

Miraba perdido a la mujer que hablaba lentamente tratándome con ¿lástima? ¿Pena? ¿por qué? Porque siempre hacían eso las mujeres, era algo que no entendía para nada, me resultaba molesto y a la vez algo curioso el trato que tienen ellas con los “desvalidos” como si pudieran ponerse en el lugar del otro cuando uno mismo no logra hacerlo, verla tratando de ayudarme simplemente me recordó lo que era, un soldado, un tecnólogo de la iglesia y como tal debía seguir con mi misión y acabar con aquellos asesinos a toda costa. Trato de poner en pie pero me es imposible la espalda quema completamente así como el cuerpo entero, siento correr por la nuca algo de sangre que se queda en mi mano.

El buscar refugio sería lo mejor, pero ¿Caminar tanto estaría bien con todo ese peligro? Mire a la mujer buscando la respuesta, pero no hay, suspiro resignado —Debería estar en casa atendiendo a los niños, y no a un hombre como yo, pero si quiere ayudar— mascullo mirando a otro lado, el orgullo es el que no deja que acepte realmente la ayuda de aquella —Hay un lugar, pero está lejos de aquí, es la iglesia aunque eso también nos deja dos opciones. A, que no esté el párroco o alguno igual a mi y nos espere una puerta cerrada y la muerte; o B que podemos terminar en el camino muertos asesinados por aquellas bestias— rio y el dolor comienza a crecer, uno que trato de ocultarlo tras el rostro ensangrentado.

por **Elle Lawliet** Miér Jul 27, 2016 2:14 am

Y me aturdía. No llegaba a poder entender como el hombre podía llegar a tener tanto orgullo acumulado en el alma a pesar de estar danzando con la mismísima muerte. No se dejaban ayudar gustosamente, y menos hacer sentir al otro la gratificante sensación de ayudar.

Ignoraba totalmente la situación caótica que presenciábamos; el cuadro de sangre y hedor se extendía durante un buen radio de camino que debíamos recorrer en algún momento u otro.

Tantos recuerdos me eran dolorosos, pero fáciles de ocultar. A pesar de ello mis ojos nunca vieron todo de la misma manera; ni al hombre ni a la muerte.

Sus palabras se clavaron en mi cuales cuchillas desbocadas por el deseo de sangre. Desde hace años que mi casa arrastra el silencio sepulcral que proporciono a mis difuntos.

-Nunca tuve el gusto de formar una familia -murmuro dolorosamente-, puedo perder mi tiempo si es lo que le preocupaba -cuando giró su rostro actué conscientemente, volviéndole a girar la mirada cara mi; desde pequeña me enseñaron que las cosas se hacen cara a cara-. Vamos, tenemos que ir recortando la distancia. Quien no arriesga no gana.

Di un pequeño paso para ver cómo estaba, si recibía bien la colisión de un simple desplazar. En todo el trayecto iban a salir todas las cartas del martirio; el orgulloso seguro que callaría las cosas sin decir palabra, o eso pensé al analizar la anterior situación. Tenía que andar con cautela.

-¿Y usted tiene familia? -pregunté para quitarle algún posible pensamiento que le mantenga a la raya de la dolorosa situación. Pensar en otras cosas podría ayudarle a ignorar el dolor-. Es apuesto, apuesto a que sí -ya me daba igual cómo tomara mis palabras, tan solo quería ayudar a un civil más, aunque fuera mínimamente diferente, como todos.

por **Zack X. Gavrilovic** Vie Ago 26, 2016 8:26 pm

Seguía creciendo aquel dolor, quemando por donde la sangre corría hasta el rostro se llenaba de muecas por esas sensaciones poco placenteras, gruñir o rechinar los dientes no ayudaría pero era lo único que se puede hacer en aquellos momentos, es lo único que ayuda a mantener ese infierno de agonía a un lado para tener algo de calma, aunque sea tan mínima con la fe.

Miro a mujer que trata con todas sus fuerzas en brindar una ayuda, ver su complexión que se dictaba en diferencias de la mía, sonrió de manera burlona por ello, ¿Cómo una mujer como ella podría cargar con todo mi peso? Era imposible y eso hacía más doloroso el camino, tener que soportar el peso, el andar, el apoyar el cuerpo contra los muros para descansar y tomar algo de fuerza una que iba perdiendo lentamente, eso no debía pasar debía controlar todo ello o de lo contrario la mujer estaría desprotegida, aunque realmente un caballero no soy, solo soy alguien que hace su trabajo bien nada más.

La pregunta que lanza la mujer me llevó a un doloroso pasado, uno que se mezcla con tonos dulces y oscuros —¿familia? ¿Se refiere a padres? Tengo pero es como si no los tuviera realmente, ahora es cuando me pregunto ¿Qué demonios es una familia? cuando solo hay mentiras y engaños todo por una efímera utopía de felicidad. Eso es estúpido realmente, estúpido e innecesario— detengo el andar apoyando las manos en un cubo de basura, la respiración agitada y la sangre que se secaba y por otros lados seguía corriendo de las heridas abiertas, el sudor comenzaba a hacerse visible, era una vergüenza para mí todo ello y por eso evitaba que aquella mujer me mirase con esos ojos de lástima, lo odiaba todas esas miradas —Prefiero estar solo que mal acompañado, además una esposa no hace falta en esta profesión ni hijos. Al final todo se volvería un estorbo, quizás por eso nunca tendré esa maldita familia que todos llaman y pregunta— enfrento con una mirada la mujer observándola atentamente, aquella mujer no tenía cuerpo de ser una doncella y eso en mi nuca comenzaba a picotear fuertemente, quizás por ello enarqué una ceja de manera inquisitiva a la mujer —Gracias a quien sea ambos no tenemos que pasar por esa estupidez de tener familias, ¿no es verdad?—suelto una sonrisa mirando a la mujer.

Realmente estaba sufriendo del dolor.

por **Elle Lawliet** Sáb Ago 27, 2016 2:05 am

A veces las palabras traen dolor, un dolor en el fondo de mi corazón; a pesar de que el joven parara y negara tener una hermosa posesión de familia la atacaba. Destruía, con su palabrería, un mundo perfecto que muchos poseían, que yo había poseido.

Mi cuerpo se tensaba por tanto desconocer, es que no tenía experiencia; se estaba perdiendo el lujo que es amar, luchar por alguien voluntariamente hasta el fin de nuestros días.

Cuando paró lo hice con él. Suspiré silenciosamente mientras mi cuerpo empezaba a temblar. Por aquel entonces no sabía si era por el frío del callejón o el terror que tenía de recordarlo todo.

Arranqué instintivamente un trozo de tela de mi vestido y, con ella, comprimí con fuerza una de sus heridas; por lo menos pararía una de ellas.

Su última pregunta me dejó clavada. La impotencia me entró dentro, llenándome de un angustioso dolor del cual quería huir. Sentía que en algún momento u otro me ahogaría por mis penas delante de él. Con fuerza me mordí el labio inferior, sonriendo con gran falsedad.

-Si la sinceridad ha de predominar... -murmuré a punto de estallar-. No me arrepiento de nada -los recuerdos, a medida que hablaba, se hacían presentes-. No me arrepiento de haber tenido o amado. No me arrepiento de haberme puesto una alianza -la voz se me intentó descontrolar por la angustia, pero resistí dejando caer alguna que otra lágrima por el aguante-. No me arrepiento nada de haber conocido qué es formar una familia, pues es lo más bello que nunca conocí; si tan limitada es vuestra vida no me pongáis en el mismo saco. Yo no soy vos.

Dicho esto arranqué otro trozo de tela de mis ropas, envolviéndola a él para sujetar la que me quité anteriormente.

-Retomemos el camino -ordené con un poco de ira en mis palabras; tocó fondo-. Por más que vuestro ego se vea tocado porque una mujer os ayude tenéis que continuar. Gran cobardía sería dejarlo todo a mitad de camino, ¿no creéis señor Inquisidor?

A pesar de tanto odio en mis palabras mi mirada y sonrisa se tornaron amables y sinceros.

-Permítame ayudar de verdad, no todas las mujeres valemos tan poco como pensáis; podemos con muchas más cosas de las que conocéis -invité al inquisidor a continuar el camino de forma indirecta. Así suavizaba la orden que anteriormente hice.

por **Zack X. Gavrilovic** Lun Sep 26, 2016 11:16 pm

La agonía se iba transfirieron de la carne al alma embebida en la oscuridad; ladee la cabeza unos grados mirando a la mujer con mayor precisión no me había dado cuenta de algunas cosas o será el hecho de haber perdido sangre lo que me llevó a observarla con detenimiento. Sus palabras duras y ciertas solo lograron obligarme a aceptar la ayuda, en algo ella tenía razón ¡No valía la pena dejar todo a la mitad del camino! Y como inquisidor jamás haría ni hice algo como eso, más, aun así me preocupaba el hecho de que ella tuviera que cargar con todo mi peso.

Con un fuerte suspiro me dejó tender la mano amiga, en silencio hasta ponerme de pie con aquel dolor de la herida, aun cuando el torniquete aplicado y la presión que ejercía aquellas prendas evitaba que me desangrara, aunque podría hacerlo internamente, sí, conocía perfectamente mi cuerpo, no era la primera ni la última vez que terminaría en aquella condición. Al dar el primer paso el dolor de la prenda me mantiene consciente, lo suficiente para indicarle que debemos ir en silencio, con nuestras respiraciones lo más bajo posible.

Cinco pasoso más y ya estaba que sudaba y me faltaba el aire, iba a ser peligroso, pero así mismo cansado si equilibraba mi peso entre ella y mis piernas. Opté por descansar un rato contra la pared, en aquel oscuro y silencio callejón, no era bueno con ello pero por vez primera fui consciente de ese silencio molesto —No me mal entienda, mi vida no es limitada como piensa, solo que no comparto esos gustos de formar una familia o tener esas cosas que llaman amor, aunque si tengo otros intereses mucho más personales y a nivel de mi profesión de inquisidor, quiero llegar a hacer algo y estoy lejos de ello y por eso no me limito solo una bola de sentimientos o sensaciones innecesarias y más con el cargo de una familia— tenso la mandíbula, porque aquello era lo que mis supuestos padres querían, una vida tranquila, una vida en la que termine como un padre de familia y llene de mentiras a todos —Quizás sea por cómo nos criaron a cada uno, yo no tengo buenos ejemplos de familia o de ello que llamamos sentimientos, quizás por eso los aborrezco a diferencia de usted— la miro a los ojos directamente acercándome un poco para dar una palmadita en su cabeza —Jamás pensé que estuviera casada y aun así ha soportado mi desprecio por ello, no le pido que se arrepienta de ello, solo veo en lo que fui educado y en lo que pienso conseguir más adelante, aunque muera solo, no temeré porque en las puertas del señor él me estará esperando—suelto una enorme carcajada por esa frase religiosa —No, quien me espera es el mismo demonio para atormentarme por todo lo que he hecho, estoy condenado y lo disfruto como tal—

Hay varios tipos de sufrimientos.

por **Elle Lawliet** Mar Sep 27, 2016 12:29 am

Acompaño tus pasos con los míos, intentando ser lo más delicada posible. No me gusta el sufrimiento por los demás, es una ingrata tortura que solo me lo hace pasar mal y mal.

Cuando te apoyas en la pared miro hacia atrás, mirando los escasos metros que hemos recorrido. Mi cuerpo se tensa y me lleno de impotencia ante ello.

Mis oídos te escuchan con gran atención mientras intento pensar cómo te puedo ayudar, cómo puedo servir para ayudarte en cualquier cosa.

Mi estado de concentración desaparece al oír la palabra "marido". Mi mirada se posa a la tuya, mirándote sin temor alguno.

–No estoy casada, mi señor —murmuro con dolor en mi pectoral. Debería superarlo de una vez—. Tan solo tuve una preciosa pareja que su vida dio por mi —a pesar de todo sigo sin quitar mi mirada de ti—. La vida, Dios, nos da oportunidades por alguna razón, ¿no cree? —dicho esto extiendo mi mano derecha hacia ti, esbozando una pequeña sonrisa.

No quiero recordar nada de lo que pasó en mi antigua vivienda. Por algo el pasado pasado está.

por **Zack X. Gavrilovic** Miér Oct 26, 2016 11:20 pm

El dolor era más frecuente, más aturdido tanto así que el cuerpo comienza a exhalar, la respiración se hace imposible así como el sudor no para de perlar todo mi maldito cuerpo, siento el aliento pesado y eso solo significa una cosa, fiebre, la maldita fiebre que producen todas las heridas cuando no son atendidas en su momento solo podía esperar pasar por cada uno de esos suplicios pues era como estar en el mismo infierno del que salí, claro que yo creo otros con mis artefactos pero esta vez había pagado yo, había descendido tan bajo.

Miro de soslayo a todos lados aun en mi estado mantenía mi postura de inquisidor, si iba a morir al menos lo haría luchando hasta el final que no se diga que un inquisidor terminó muriendo entre lágrimas, eso jamás. Tomo una fuerte bocanada de aire acercándome a la mujer para continuar el lento paso hasta la iglesia más cercana, sería una tortura pero estaba dispuesto a pasarlo en silencio a soportar todo ese dolor en un santo silencio y no por mártir si no porque jamás me ha gustado las quejas por las heridas, como otros inquisidores. Me acomodo listo para caminar y emprendemos de nuevo el viaje cada paso se vuelve un martirio como estar sobre clavos caminando, aun cuando mis heridas están en otro lado, todo se estaba volviendo uno.

Miro a la mujer y por vez primera agradezco algo de compañía y plática, al menos me mantiene despierto y coherente —Si Dios nos da oportunidades entonces el diablo nos la quita, y a mi me han quitado todo tanto así que ya Dios no me da nada más que solo aquello de lo que yo mismo pueda crear y disfrutar— la tos se arremolina en mi garganta lo dejo salir y escupo algo de sangre, realmente estaba mal pero estaba fingiendo ahora delante de la mujer, porque su rostro mostraba que ella sentía el dolor en mayor cantidad —Lamento oír que no tiene esposo, pero si el dio su vida por usted entonces es un regalo que debe apreciar y si es así ¿por qué sigue aquí conmigo ayudándome, si sabe que la muerte acecha a personas como yo? ¿Acaso desea reunirse con su esposo tan pronto?— la fiebre era la que me hace hablar con sentido y sin él, a lo que venga

De todos sus años de experiencia es la única vez que calcula mal una explosión y por la que su sentido termina tan divido.

por **Elle Lawliet** Jue Oct 27, 2016 2:25 am

Con preocupación observé a mi nuevo compañero, malherido y sin energía de más. Tenía ganas de ayudar, pues ese es un fuerte valor que mi padre me impuso. Era una cosa esencial que me hizo quien en ese día era.

–Paremos y descansad, iré a buscar ayuda —propuse indirectamente, con gran precaución. Sentía su dolor. Sentía su enfermedad como si mía se tratara. Gracias a mis instintos caninos, simplemente, lo sentí—. Estáis débil y enfermo.

Detuve mi paso drásticamente, obligándolo a frenar conmigo.

–Y os equivocáis, mi marido no murió por mi —comenté mientras os miro a los ojos—. Él murió por la ilusión de poder engendrar alguna criatura con su apellido.

Miré directamente una esquina para indicarte que descanses. No le deseo mal a nadie.

–Sentaos, ahora volveré con ayuda.

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Encuentro de caníbales — Elle Lawliet

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