AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dandole rienda suelta [Privado]
4 participantes
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Dandole rienda suelta [Privado]
- Información:
- Este es un rol libre para quien desee participar o quienes deseen invitar a alguien a unirse a la celebracion.
La idea es que sea rol instantaneo (respuestas cortas, media hoja de word aprox. salvo primer respuesta), para que sea mas dinámico.
Todas las posibilidades y sorpresas son aceptadas!
A divertirse!!
Las invitaciones habían sido repartidas. Con el fin de hacerse conocer había dado el espacio para que cualquier vampiro de la zona tuviera la libertad de acercarse hasta la mansión alquilada con tal fin. Un amplio vestíbulo, alfombra roja como si se tratara de un acontecimiento real, vajilla – innecesaria en parte pero muy bonita a la vista -, amplios cortinados por posibles demoras y ese inmenso sótano donde los esclavos de sangre y secuestrados se encontrarían con los preparativos para una larga noche después de un largo descanso previo. Incluso los mozos habían sido contratados sabiendo que tendrían que lidiar con vampiros. Había seguridad también, por posibles inconvenientes con algún que otro vampiro poco controlado, aunque Julien pensaba que era innecesario había que ser precavido.
Era por la noche cuando el vampiro, meticuloso como siempre, después de pasar horas cerrando cada detalle previo se dispuso a acceder al lugar a disposición para celebrar su primer cumpleaños, su primer año de muerte. Aun no podía creer esto de disponer de una celebración como tal pero era un momento que no se repetiría mas… sabía que su condición de neófito era digna para poder dar lugar a las peores atrocidades que pudieran cometerse. Estaba conforme con que asi fuera. Ser un hijo de la noche tenía sus buenos momentos.
Apenas bajó del coche notó la humedad del clima en el aire. No sentía esos corazones palpitantes que se disponían a la espera de la llegada de los invitados, todos en el sótano preparados, vestidos con prendas que revelaban esos puntos vitales, expectantes. La invitación había sido clara “sean bienvenidos quienes deseen dar rienda suelta a sus condiciones mas primitivas”. Tan claro como el agua. No pensaba reprimirse esa noche, tenía todo controlado para que nadie pudiera interrumpir esa velada, y el hecho de alquilar una mansión tan alejada era por la posibilidad de ruidos molestos para los vecinos. No quería quejas. En una de las mesas se disponían unos envases con pequeñas dosis de la poción creada por Junno Kimura, su efecto era un sedante, por si alguno quería sobrepasar las posibilidades y probar algo fuera de lo común con algún humano. Muchos eran esclavos de sangre sedientos, otros por el contrario eran humanos solitarios secuestrados.
Saludó a los mozos de la noche, los asistentes y demás y se dispuso a aguardar en el balcón la llegada de los invitados. Se lo veía casi tan formal como en una boda con su traje impoluto, su peinado con coleta para controlar esos cabellos largos y oscuros como la noche.
Última edición por Julien el Mar Feb 23, 2016 10:53 pm, editado 1 vez
Julien- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/02/2014
Localización : Paris
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Re: Dandole rienda suelta [Privado]
Mi alma parecía haberse alejado por fin, de aquel cuerpo lleno de muerte y carente de cualquier sentido humano. Pero ya no había la misma crueldad, la misma penumbra en mí, que solía teñir cualquier recuerdo y pensamiento con una total, y más bien falsa… frialdad.
Sin embargo…
Ya no era de la misma manera.
Un pequeño brillo, una cierta calidez se había arrimado a mi gélido corazón. Y aunque tras todos aquellos meses el tormento de mi triste humanidad resurgida me había dominado, por fin recuperaba al ser en que me había convertido. El ser maldito, sediento, incontrolable… pero inteligente.
Sí, quizás esa era la cuestión.
Mi inteligencia, mi lógica y mi adecuación se habían escondido tras la locura alternante que me había supuesto aceptar que mi egoísmo llevó a mi familia a la ruina.
Pero… Ahí estaba, ese cosquilleo… ese sentimiento expectante de excitación ante un derramamiento de sangre, siempre envuelto de juego, de travesuras.
Yo misma me había sorprendido al verme animada por la invitación de Julien, al encontrar por fin al antiguo ser lleno de sentimientos oscuros pero siempre controlados por mí, por lo que yo era en el fondo, lejos de ser una más de la estirpe de neófitos vampiros que no podían pensar por sí mismos. Quizás la mano que descansaba sobre mi muslo tenía algo que ver con todo aquello, quizás su locura envejecida, pulida con los años, me habían devuelto a mi lugar, de una forma extraña y exasperante, pero efectiva.
Me arriesgué a desviar la mirada de reojo hacia aquél que aparecía en mis pensamientos con frecuencia, y me encontré aliviada con aquellos iris azules que ponían atención a mis silencios.
Alcé una comisura, inevitablemente divertida por aquella actitud tan distinta a la que tiempo atrás me había demostrado. No era yo la única implicada en aquel truco peligroso, dónde perdíamos la noción de ser criaturas de la noche, y dejábamos que irracionales y estúpidos sentimientos humanos nos invadieran.
Era justo.
Aquello me daba una razón por la que ser yo misma.
Los caballos cesaron su trote súbitamente, y la voz aguda del cochero nos advirtió de que habíamos llegado a nuestro destino. Por inercia, me dejé ayudar por Kane para bajar del coche, tal como indicaba el protocolo. Enlacé nuestros brazos y sin esperar mucho más, nos dirigimos hacia la mansión que se alzaba frente a nosotros.
Por supuesto, la ostentación no podía faltar en aquel lugar, y el olor era realmente enloquecedor: sangre joven, aromas dulces de gargantas femeninas, el almizcle del sudor que rezumaba pánico de los muchachos, los perfumes suaves y estridentes de los depredadores…
Julien esperaba en el balcón, y al encontrarme con los ojos de mi cómplice amigo no pude evitar que una sonrisa juguetona se alzara en mi rostro.
-La nuit nous rassemble à nouveau, cher ami -saludé, cuando sólo unos pasos nos separaban de él.
Incliné ligeramente la cabeza en una leve reverencia cortés, divertida.
-Monsieur Julien, le presento a mi acompañante, el señor Caristeas… -dije, haciendo las debidas presentaciones con cierta burla.
Me adelanté un paso sin soltar a Kane, para poder susurrar al oído del vampiro impolutamente trajeado.
-Ciertamente, señor… su poco sentido del decoro… se me hace realmente prometedor, ¿o son sólo imaginaciones mías lo que se esconde aquí abajo, Julien?
Me aparté, con un brillo rojizo en los ojos, acorde con los pensamientos que inundaban mi cabeza.
Molly Winslet- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 308
Fecha de inscripción : 29/11/2011
Localización : Nuevamente en París.
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Re: Dandole rienda suelta [Privado]
Como había prometido, la mezcla había estado lista mucho antes de ese día. Ahora estaba allí, frente a aquell lugar, a punto de entrar y por un momento se quedó de pie observando. Había llegado solo. Había informado que iría sin embargo. Las cosas se habían medianamente arreglado para ese momento, sin embargo él aún tenía muchas cosas de las que preocuparse acerca de sí mismo.
Se quedó allí por varios segundos, le parecieron largos. Aunque habría podido llegar en un carruaje habia terminado por acercarse entre las sombras, hasta estar a merced de la luz que emanaba aquella morada.
Caminó a paso seguro. En su mano estaba la invitación que hubiese llegado a sus manos días después de que viese a Julien por primera vez. Intentó mantenerse lo más calmado posible, no quería ninguna clase de alteración en su pulso, no en un lugar lleno de vampiros.
Suspiró y tomó aire. Estaba listo. No sabía si estar ahí le traería algo bueno o no. Había prometido además no juzgar lo que viese ahí dentro. No es como si pudiese hacerlo cuando él les había proporcionado un veneno. Cuando se acercó al vestíbulo su porte era tan impecable como siempre, a pesar de haber llegado hasta ahí por sus propios medios, no había ningún indicio de ello en sus ropas. Para él no estaba permitido lucir de mala manera sin importar el lugar en el que estuviese ni la situación misma en la que pudiese meterse.
Había decidido ir allí más que por curiosidad, por medir el límite de su propia mente. Siendo un asesino, sus valores no eran muy parecidos a los de otros seres humanos, sin embargo, tampoco distaban tanto. Lo que había ahí, sin embargo, eran vampiros, cuya visión había cambiado tras haber sido transformados en lo que eran ahora.
Miró con tranquilidad y con un desinterés fingido a su alrededor viendo a los que ya estaban presentes. No esperaba conocer los rostros que encontraría allí, pero siempre cabía la posibilidad, dado que la invitación abierta podría llevar a él a algún conocido.
Mientras avanzaba, recordó aquella noche en que Julien se despidiese de él. No estaba acostumbrado a que la gente se acercara a él. un beso en la mejilla podría ser algo muy simple para otros, pero con su educación lo cierto es que no lo era, no solía abrazar o dar muestras como aquella, por lo que tras su desconcierto, esperaba bien disimulado, había puesto todos sus pensamientos en tener lo que le habían pedido lo más pronto posible.
Junno se percató de lo visible que era su obra en aquella mesa, ladeó ligeramente el rostro. Los olores que se percibían allí eran algo que no sabría describir. Los vampiros no eran seres humanos como tales, pero había humanos ahí. Su olfato era bueno, pero no tanto como para saber que estaban en el sótano. No podía percibir demasiado desde su sitio, salvo el olor peculiar de las telas, un olor limpio, incluso podía percibir el suave aroma de los venenos dispuestos para los invitados. Lo había hecho a propósito, dejarles un leve, casi imperceptible olor.
Buscó con la mirada al anfitrión de la fiesta, después de todo, presentar un saludo era lo menos que podía hacer para informarle de su arrivo, aunque estaba seguro ya lo sabría antes de que él pudiese sorprenderlo.
Debajo de sus ropas, como era costumbre se escondían las dagas y los venenos que solía llevar consigo por todos lados. No estaba de más ser precavido en un lugar en el cual no pertenecía. Y contrario a ello, se movió como si fuese justo lo contrario, como si estar allí fuese su derecho. Le hubiese gustado sonreír en ese momento. Toda esa falsa seguridad, sabía que no había nadie que pudiese decir que no era cierta. Él podía controlar cada aspecto, solo debía mantener la mente fría y no dejar que ningún sentimiento le dominara mientras estuviese ahí y viese cómo era en realidad una de esas fiestas. No sabía si su señor estaría ahí. Él mismo había entregado la invitación, pero eso no garantizaba nada.
Cuando vio a Julien a lo lejos le miró con atención, analizando su vestimenta, la forma en que la portaba dejaba claro su rango, tan diferente al suyo si se ponía a pensar en ello. ¿Se notaría en ese momento? Había cosas que no cambiaban, él solo era un mayordomo, un asesino, no ostentaba ningún cargo o un título especial. Era un simple ser humano con habilidades poco comunes.
Para quien lo conociera bien, sabría que estaba actuando por una simple razón, en su rostro no estaba aquella sonrisa que antes solía portar, sincera y luminosa.
La gente comenzaba a llegar, todo estaba por empezar. Solo debía sumarse a ello, pasar desapercibido no era una opción pero tampoco lo era llamar la atención sobre sí mismo.
Aquel perfume de violetas emanaba de él, era por un lado una advertencia por otro solo su propia vanidad. Una señal que tal vez no podía leerse fácilmente. Era tenue, mezclándose con su propio aroma, diciendo claramente 'No te acerques' y al mismo tiempo invitando a quien se dejara atrapar por ella.
Se quedó allí por varios segundos, le parecieron largos. Aunque habría podido llegar en un carruaje habia terminado por acercarse entre las sombras, hasta estar a merced de la luz que emanaba aquella morada.
Caminó a paso seguro. En su mano estaba la invitación que hubiese llegado a sus manos días después de que viese a Julien por primera vez. Intentó mantenerse lo más calmado posible, no quería ninguna clase de alteración en su pulso, no en un lugar lleno de vampiros.
Suspiró y tomó aire. Estaba listo. No sabía si estar ahí le traería algo bueno o no. Había prometido además no juzgar lo que viese ahí dentro. No es como si pudiese hacerlo cuando él les había proporcionado un veneno. Cuando se acercó al vestíbulo su porte era tan impecable como siempre, a pesar de haber llegado hasta ahí por sus propios medios, no había ningún indicio de ello en sus ropas. Para él no estaba permitido lucir de mala manera sin importar el lugar en el que estuviese ni la situación misma en la que pudiese meterse.
Había decidido ir allí más que por curiosidad, por medir el límite de su propia mente. Siendo un asesino, sus valores no eran muy parecidos a los de otros seres humanos, sin embargo, tampoco distaban tanto. Lo que había ahí, sin embargo, eran vampiros, cuya visión había cambiado tras haber sido transformados en lo que eran ahora.
Miró con tranquilidad y con un desinterés fingido a su alrededor viendo a los que ya estaban presentes. No esperaba conocer los rostros que encontraría allí, pero siempre cabía la posibilidad, dado que la invitación abierta podría llevar a él a algún conocido.
Mientras avanzaba, recordó aquella noche en que Julien se despidiese de él. No estaba acostumbrado a que la gente se acercara a él. un beso en la mejilla podría ser algo muy simple para otros, pero con su educación lo cierto es que no lo era, no solía abrazar o dar muestras como aquella, por lo que tras su desconcierto, esperaba bien disimulado, había puesto todos sus pensamientos en tener lo que le habían pedido lo más pronto posible.
Junno se percató de lo visible que era su obra en aquella mesa, ladeó ligeramente el rostro. Los olores que se percibían allí eran algo que no sabría describir. Los vampiros no eran seres humanos como tales, pero había humanos ahí. Su olfato era bueno, pero no tanto como para saber que estaban en el sótano. No podía percibir demasiado desde su sitio, salvo el olor peculiar de las telas, un olor limpio, incluso podía percibir el suave aroma de los venenos dispuestos para los invitados. Lo había hecho a propósito, dejarles un leve, casi imperceptible olor.
Buscó con la mirada al anfitrión de la fiesta, después de todo, presentar un saludo era lo menos que podía hacer para informarle de su arrivo, aunque estaba seguro ya lo sabría antes de que él pudiese sorprenderlo.
Debajo de sus ropas, como era costumbre se escondían las dagas y los venenos que solía llevar consigo por todos lados. No estaba de más ser precavido en un lugar en el cual no pertenecía. Y contrario a ello, se movió como si fuese justo lo contrario, como si estar allí fuese su derecho. Le hubiese gustado sonreír en ese momento. Toda esa falsa seguridad, sabía que no había nadie que pudiese decir que no era cierta. Él podía controlar cada aspecto, solo debía mantener la mente fría y no dejar que ningún sentimiento le dominara mientras estuviese ahí y viese cómo era en realidad una de esas fiestas. No sabía si su señor estaría ahí. Él mismo había entregado la invitación, pero eso no garantizaba nada.
Cuando vio a Julien a lo lejos le miró con atención, analizando su vestimenta, la forma en que la portaba dejaba claro su rango, tan diferente al suyo si se ponía a pensar en ello. ¿Se notaría en ese momento? Había cosas que no cambiaban, él solo era un mayordomo, un asesino, no ostentaba ningún cargo o un título especial. Era un simple ser humano con habilidades poco comunes.
Para quien lo conociera bien, sabría que estaba actuando por una simple razón, en su rostro no estaba aquella sonrisa que antes solía portar, sincera y luminosa.
La gente comenzaba a llegar, todo estaba por empezar. Solo debía sumarse a ello, pasar desapercibido no era una opción pero tampoco lo era llamar la atención sobre sí mismo.
Aquel perfume de violetas emanaba de él, era por un lado una advertencia por otro solo su propia vanidad. Una señal que tal vez no podía leerse fácilmente. Era tenue, mezclándose con su propio aroma, diciendo claramente 'No te acerques' y al mismo tiempo invitando a quien se dejara atrapar por ella.
Junno Kimura- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/03/2011
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Re: Dandole rienda suelta [Privado]
Aquel siglo estaba siendo bastante entretenido para el vampiro, no podía creer que casi ya estuviera terminando para entrar en otra nueva etapa, nuevos descubrimientos, nacimientos de lo que sería añadido todo a la historia de aquellos humanos. No era nada nuevo para él, había estado en muchos de los acontecimientos que tan sorprendentes les parecían a aquella especie a la que Kane había pertenecido muchos, muchos años atrás…
Pero lo más extraordinario que había ocurrido estaba sentada a su lado y era aquella neófita de ojos azules que no paraba de pensar y analizar todo en aquella cabeza que tanto le gustaba y descolocaba a veces. Era sorprendente como aquella mujer podía captar toda su atención sin proponérselo, incluso cuando él estaba en otros asuntos siempre había una pequeña luz en su mente, en sus recuerdos que iluminaban aquella angelical cara.
Kane no era de bailes, más bien de fiestas en general… sabia como era su carácter y sabía que no iba a controlarse con nadie más que no fuera Molly, pero no podía evitar tener una sensación de necesidad ante ella no solo física, sino… sentimental, quería hacer cosas con ella, quería conocerla como nadie más lo había hecho y… eso implicaba su vida social, sus amigos y todo ese mundo al que él había renunciado por decisión propia pero… de nuevo, se sorprendió al verse dentro de aquel carruaje con su mano en la pierna de Molly y atento a cada pequeño gesto. Sobre todo a esa media sonrisa de ella cuando se fijó en su ensimismamiento al mirarla.
No fue hasta que el carruaje paró que su cuerpo como un resorte pero de forma elegante se dirigió a ofrecer su brazo a su acompañante guiándola dentro donde, mientras Molly se dirigía hacia el que parecía ser el anfitrión, él se dedicó a inspeccionar ya que la desconfianza hacia el resto era algo que Kane siempre sentía.
Solo salió de su análisis a su alrededor cuando notó como Molly aun sin soltarse se acercó a Julien. Por un momento se tensó y dejó que su mente empezase algún tipo de plan en el caso de que aquel vampiro se tomase una excesiva confianza ante los ojos de Kane, pero el tono desenfadado de Molly y el pequeño gesto de mantenerle a su lado hicieron un efecto de bálsamo, al menos ese momento…
Buenas noches Julien…-Su voz grave, seria y con un matiz levemente peligroso salió en dirección de aquel vampiro del cual aún no tenía ninguna opinión. Había decidido, por Molly, no prejuzgar y ampliar su paciencia de 0 a…0,1. Por lo que como un caballero haría, estiró su mano en su dirección y se relajó por unos instantes confiando en el buen sentido de su acompañante.- Gracias por la invitación… cuando desee puede pasar por nuestra casa, sería un placer tener a un amigo de Molly y poder saber lo que ella no me cuenta.-Aquel hombre humano que había en Kane, aunque fuera muy poco, salió a la luz con una leve sonrisa que hizo que sus labios se separasen y dejase ver sus dientes blancos y aquellos colmillos que tan bien sabia enseñar.-Por supuesto no encontrará un… banquete tan preparado como este, ni unas intenciones parecidas pero… ¿Quién puede decir que no a una celebración como esta?-Miró a Molly de reojo, apartando toda aquella ajetreada fiesta de su mente, pensando si aquello sería bueno para ella, sabía que por su hambre sería capaz de cualquier cosa pero…¿el resto?. No estaba dispuesto a dejar que Molly se metiera en un bucle de autodestrucción por lo que…de algo debía servir todo su control, ¿verdad? Se lo debían ambos…
Aquella fiesta era como estar encima de un cuchillo… había que tener mucho cuidado.
Pero lo más extraordinario que había ocurrido estaba sentada a su lado y era aquella neófita de ojos azules que no paraba de pensar y analizar todo en aquella cabeza que tanto le gustaba y descolocaba a veces. Era sorprendente como aquella mujer podía captar toda su atención sin proponérselo, incluso cuando él estaba en otros asuntos siempre había una pequeña luz en su mente, en sus recuerdos que iluminaban aquella angelical cara.
Kane no era de bailes, más bien de fiestas en general… sabia como era su carácter y sabía que no iba a controlarse con nadie más que no fuera Molly, pero no podía evitar tener una sensación de necesidad ante ella no solo física, sino… sentimental, quería hacer cosas con ella, quería conocerla como nadie más lo había hecho y… eso implicaba su vida social, sus amigos y todo ese mundo al que él había renunciado por decisión propia pero… de nuevo, se sorprendió al verse dentro de aquel carruaje con su mano en la pierna de Molly y atento a cada pequeño gesto. Sobre todo a esa media sonrisa de ella cuando se fijó en su ensimismamiento al mirarla.
No fue hasta que el carruaje paró que su cuerpo como un resorte pero de forma elegante se dirigió a ofrecer su brazo a su acompañante guiándola dentro donde, mientras Molly se dirigía hacia el que parecía ser el anfitrión, él se dedicó a inspeccionar ya que la desconfianza hacia el resto era algo que Kane siempre sentía.
Solo salió de su análisis a su alrededor cuando notó como Molly aun sin soltarse se acercó a Julien. Por un momento se tensó y dejó que su mente empezase algún tipo de plan en el caso de que aquel vampiro se tomase una excesiva confianza ante los ojos de Kane, pero el tono desenfadado de Molly y el pequeño gesto de mantenerle a su lado hicieron un efecto de bálsamo, al menos ese momento…
Buenas noches Julien…-Su voz grave, seria y con un matiz levemente peligroso salió en dirección de aquel vampiro del cual aún no tenía ninguna opinión. Había decidido, por Molly, no prejuzgar y ampliar su paciencia de 0 a…0,1. Por lo que como un caballero haría, estiró su mano en su dirección y se relajó por unos instantes confiando en el buen sentido de su acompañante.- Gracias por la invitación… cuando desee puede pasar por nuestra casa, sería un placer tener a un amigo de Molly y poder saber lo que ella no me cuenta.-Aquel hombre humano que había en Kane, aunque fuera muy poco, salió a la luz con una leve sonrisa que hizo que sus labios se separasen y dejase ver sus dientes blancos y aquellos colmillos que tan bien sabia enseñar.-Por supuesto no encontrará un… banquete tan preparado como este, ni unas intenciones parecidas pero… ¿Quién puede decir que no a una celebración como esta?-Miró a Molly de reojo, apartando toda aquella ajetreada fiesta de su mente, pensando si aquello sería bueno para ella, sabía que por su hambre sería capaz de cualquier cosa pero…¿el resto?. No estaba dispuesto a dejar que Molly se metiera en un bucle de autodestrucción por lo que…de algo debía servir todo su control, ¿verdad? Se lo debían ambos…
Aquella fiesta era como estar encima de un cuchillo… había que tener mucho cuidado.
Kane Caristeas- Vampiro Clase Alta
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Re: Dandole rienda suelta [Privado]
Un coche aparcó en la subida a la mansión. Un hombre elegante descendió primero y abrió la puerta de su acompañante cuyos cabellos de fuego no demoró en reconocer.
Pero… ¿Quien era él?
-La nuit est faite pour nous, mon chéri – pronunció en respuesta en un perfecto francés que estaba machacando a base de prácticas constantes en sus momentos libres. Alzó su mano para besarle el dorso de la mano de la joven mientras su mirada revoloteó de reojo al vampiro a su lado el cual no demoró en presentar formalmente como Monsieur Caristeas. De inmediato estrechó su mano contra la de este manteniendo sus gestos corteses de anfitrión a pesar de la clásica desconfianza que podía suponer la presencia de un vampiro con mas años la dejó de lado gracias a esos modales aprendidos en vida.
- Como sabes, amo lo simple así que… ¿Para que conformarse con mero decoro cuando nos conocemos tan bien?- simplificó en breves palabras a la pregunta de ella confirmando sus suposiciones.
- Sean bienvenidos, pasen por aquí – indicó adentrándose en el amplio vestíbulo del lugar que no dejaba espacio a la opulencia de Monsieur Burke.
Atentamente Julien sonrió al comentario del vampiro que acompañaba a su amiga y añadió – Ella es tal y como se muestra, un ser cristalino por naturaleza – alabó con mañas, aunque sinceras, le atraía saber qué tipo de conexión había entre ellos y lanzaba algunas miradas indiscretas a sus comportamientos, de momento reservados.
- Este banquete solo tiene un fin, el de despuntar los vicios mas naturales de nuestra raza. He notado que los vampiros aquí viven con mas miedo que en Rusia o en el Sacro Imperio – mencionó pensativo frunciendo el ceño – Quizá usted sea el mas indicado para aclararme esto, aun no termino de entender ni por cerca a esta sociedad… - comentó perdido en sus pensamientos aunque decididamente la pregunta era para Caristeas.
Se inmiscuyeron en la intimidad del salón decorado en madera donde el espacio era refinado sin ser esplendoroso y de dimensiones moderadas. Un telón como los de los teatros cubría la entrada de miradas indiscretas. Ya había en el lugar algunos vampiros que conversaban animadamente mientras aguardaban la llegada del resto.
Un aroma a violetas le llegó y un montón de imágenes se agruparon en torno a suaves recuerdos de una sangre envenenada en una noche cercana. No iba a admitirle al mayordomo que había tenido recurrentes pensamientos en torno a su persona las noches siguientes, no era propio de la vanidad de Julien.
Se separó un poco del dúo disculpándose y dándoles la posibilidad de descubrir el lugar mientras seguido por su olfato se acercaba al joven oriental que se mantenía tranquilo y estable como lo recordaba. Julien no sonreía a menudo pero le bastó acercarse y colocarle una mano en el hombro al joven agradeciéndole su presencia.
¿Por qué lo agradecía si él mismo había pedido asistir?
Quizá eso era un llamado de su necesidad…
Pero… ¿Quien era él?
-La nuit est faite pour nous, mon chéri – pronunció en respuesta en un perfecto francés que estaba machacando a base de prácticas constantes en sus momentos libres. Alzó su mano para besarle el dorso de la mano de la joven mientras su mirada revoloteó de reojo al vampiro a su lado el cual no demoró en presentar formalmente como Monsieur Caristeas. De inmediato estrechó su mano contra la de este manteniendo sus gestos corteses de anfitrión a pesar de la clásica desconfianza que podía suponer la presencia de un vampiro con mas años la dejó de lado gracias a esos modales aprendidos en vida.
- Como sabes, amo lo simple así que… ¿Para que conformarse con mero decoro cuando nos conocemos tan bien?- simplificó en breves palabras a la pregunta de ella confirmando sus suposiciones.
- Sean bienvenidos, pasen por aquí – indicó adentrándose en el amplio vestíbulo del lugar que no dejaba espacio a la opulencia de Monsieur Burke.
Atentamente Julien sonrió al comentario del vampiro que acompañaba a su amiga y añadió – Ella es tal y como se muestra, un ser cristalino por naturaleza – alabó con mañas, aunque sinceras, le atraía saber qué tipo de conexión había entre ellos y lanzaba algunas miradas indiscretas a sus comportamientos, de momento reservados.
- Este banquete solo tiene un fin, el de despuntar los vicios mas naturales de nuestra raza. He notado que los vampiros aquí viven con mas miedo que en Rusia o en el Sacro Imperio – mencionó pensativo frunciendo el ceño – Quizá usted sea el mas indicado para aclararme esto, aun no termino de entender ni por cerca a esta sociedad… - comentó perdido en sus pensamientos aunque decididamente la pregunta era para Caristeas.
Se inmiscuyeron en la intimidad del salón decorado en madera donde el espacio era refinado sin ser esplendoroso y de dimensiones moderadas. Un telón como los de los teatros cubría la entrada de miradas indiscretas. Ya había en el lugar algunos vampiros que conversaban animadamente mientras aguardaban la llegada del resto.
Un aroma a violetas le llegó y un montón de imágenes se agruparon en torno a suaves recuerdos de una sangre envenenada en una noche cercana. No iba a admitirle al mayordomo que había tenido recurrentes pensamientos en torno a su persona las noches siguientes, no era propio de la vanidad de Julien.
Se separó un poco del dúo disculpándose y dándoles la posibilidad de descubrir el lugar mientras seguido por su olfato se acercaba al joven oriental que se mantenía tranquilo y estable como lo recordaba. Julien no sonreía a menudo pero le bastó acercarse y colocarle una mano en el hombro al joven agradeciéndole su presencia.
¿Por qué lo agradecía si él mismo había pedido asistir?
Quizá eso era un llamado de su necesidad…
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Dandole rienda suelta [Privado]
Junno percibió el acercamiento de alguien familiar. Había algo peculiar en su caminar, en realidad él se dedicaba a detectar todos los pequeños detalles cuando estaba cerca de alguien, esperando así ser más consciente acerca de las particularidades y poder distinguirlos en un caso en el que se necesitara. Sonrió de forma tranquila al sentir su mano en su hombro. Aunque Junno no estaba acostumbrado a gestos como esos, la verdad no le parecía desagradable.
-Buenas Noches, Monsieur -Saludó acompañando sus palabras con una ligera reverencia hacia él -Agradezco me permita estar aquí esta noche - Su voz cambió ligeramente al decir eso, como si con ello pudiese fijar la atención del personas ya presentes y. Veía a las personas ya presentes y sabía que muchos más estarían por llegar. Por un momento se preguntó si había hecho lo correcto a ir. No tenía miedo pero sabía que ese no era su lugar, sabía que no pertenecía allí. Pero la curiosidad podía provocar tantas cosas y él debía alimentar a su espíritu si no quería perderse a sí mismo.
Estaba a la expectativa por lo que vería allí y al mismo tiempo creía que algo cambiaría en su interior al hacerlo. Era como si algo estuviera esperando por un detonante y algo le decía que estaba cerca de encontrarlo. Era como un nio esperando descubrir un mundo diferente, completamente distinto al que pertenece y al mismo tiempo sin darse cuenta que ya forma parte de él.
-No quisiera acaparar su tiempo cuando debe atender a sus invitados -Sonrió como mil soles, dedicándole aquel gesto a su anfitrión -Estaré aquí si me necesita, sea para algo laboral o para una conversación si se da la oportunidad -Aunque dudaba mucho que una vez que aquello empezara hubiese tiempo para tal. Con las personas a su alrededor podía notarlo. Vería aquellos rostros cambiar ante la visión que para ellos era tan llamativa y que les ofrecían en bandeja de plata esa noche.
Él no era nadie para juzgar cuando desconocía como era la naturaleza de un vampiro, no lo era y no podía comprenderlo. Tal vez algún día sería así, pero esta noche era un mero espectador, a punto de ver cómo aquellos seres se dejarían llevar por sus instintos y su sed.
No eran diferentes, eran como muchos humanos y a la vez tenían esa misteriosa aura rodeándoles, haciéndoles atractivos a la vista, a los sentidos. Y eso incluía los suyos. A pesar de haber tratado con más de uno, le intrigaban, llamaban su atención, le hacían preguntarse tantas cosas.
Incluso sus venenos habían llegado tan lejos solo por descubrir si podría afectar a un ser que naturalmente ya no posee vida. Descubrió que era posible, y era por ello que podía atreverse a convivir con ellos en ese instante, porque de saberse en peligro, al menos podría defenderse en un momento dado. Podría estar en desventaja, pero tampoco era un humano común y corriente.
Desvió la mirada del centro del salón a Julien. Era tan diferente a lo que estaba acostumbrado que había algo de incomodidad en su ser cuando le notaba verlo fijamente, al punto de sentirse ligeramente intimidado por sus profunda mirada.
-Buenas Noches, Monsieur -Saludó acompañando sus palabras con una ligera reverencia hacia él -Agradezco me permita estar aquí esta noche - Su voz cambió ligeramente al decir eso, como si con ello pudiese fijar la atención del personas ya presentes y. Veía a las personas ya presentes y sabía que muchos más estarían por llegar. Por un momento se preguntó si había hecho lo correcto a ir. No tenía miedo pero sabía que ese no era su lugar, sabía que no pertenecía allí. Pero la curiosidad podía provocar tantas cosas y él debía alimentar a su espíritu si no quería perderse a sí mismo.
Estaba a la expectativa por lo que vería allí y al mismo tiempo creía que algo cambiaría en su interior al hacerlo. Era como si algo estuviera esperando por un detonante y algo le decía que estaba cerca de encontrarlo. Era como un nio esperando descubrir un mundo diferente, completamente distinto al que pertenece y al mismo tiempo sin darse cuenta que ya forma parte de él.
-No quisiera acaparar su tiempo cuando debe atender a sus invitados -Sonrió como mil soles, dedicándole aquel gesto a su anfitrión -Estaré aquí si me necesita, sea para algo laboral o para una conversación si se da la oportunidad -Aunque dudaba mucho que una vez que aquello empezara hubiese tiempo para tal. Con las personas a su alrededor podía notarlo. Vería aquellos rostros cambiar ante la visión que para ellos era tan llamativa y que les ofrecían en bandeja de plata esa noche.
Él no era nadie para juzgar cuando desconocía como era la naturaleza de un vampiro, no lo era y no podía comprenderlo. Tal vez algún día sería así, pero esta noche era un mero espectador, a punto de ver cómo aquellos seres se dejarían llevar por sus instintos y su sed.
No eran diferentes, eran como muchos humanos y a la vez tenían esa misteriosa aura rodeándoles, haciéndoles atractivos a la vista, a los sentidos. Y eso incluía los suyos. A pesar de haber tratado con más de uno, le intrigaban, llamaban su atención, le hacían preguntarse tantas cosas.
Incluso sus venenos habían llegado tan lejos solo por descubrir si podría afectar a un ser que naturalmente ya no posee vida. Descubrió que era posible, y era por ello que podía atreverse a convivir con ellos en ese instante, porque de saberse en peligro, al menos podría defenderse en un momento dado. Podría estar en desventaja, pero tampoco era un humano común y corriente.
Desvió la mirada del centro del salón a Julien. Era tan diferente a lo que estaba acostumbrado que había algo de incomodidad en su ser cuando le notaba verlo fijamente, al punto de sentirse ligeramente intimidado por sus profunda mirada.
Junno Kimura- Hechicero Clase Media
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