AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Every day could be the first... [Privado]
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Every day could be the first... [Privado]
La sangre teñía el agua que caía de las manos de Kellan. Suspiró, no le gustaba aquel trabajo. Nunca le había gustado. Pero tampoco tenía mucho más que hacer.
Se limpió las manos y se dirigió a una pequeña caja que hacía las veces de botiquín para vendar sus nudillos. Aquella había sido una pelea dura, y aunque el tal Brock al final había caído como lo hacían todos, había magullado el labio y los nudillos del oso.
También le dolía un costado, supuso que de una de las patadas que había recibido. Se curó con cuidado y suspiró de nuevo. Ahora tendría que hablar con Redford. Sabía de sobra lo que iba a decirle. Subió las escaleras de aquel antro y llamó a la puerta. La voz rasposa de Maximilian le indicó que entrara. Kellan se introdujo en el despacho y cerró la puerta, pero incluso antes de encarar al viejo empresario ya estaba oyéndole perjurar:
- ¿Pero se puede saber que has hecho? ¡Has estado a punto de perder! - Maximilian Redford salió de detrás de su mesa con su enorme barriga y su calva, mesándose la perilla que llevaba en la cara y con sus enrojecidos pómulos aún más rojos por la botella de vino que se acababa de terminar.
Kellan le miró desde arriba y frunció el ceño. Maximilian se pegó al grandullón y le puso un dedo acusador en el pecho, provocando un sordo gruñido de la garganta de Kellan. Hoy no estaba de humor para esas mierdas. Continuó con su perorata:
- Si llegas a perder el combate contra ese enclenque, hubiera perdido mil francos. ¡Mil! Y créeme, no te interesa hacerme perder tanto dinero...
Kellan le apartó el dedo de un manotazo que hizo trastabillar al corredor de apuestas.
- Olvídame, Redford. No quiero seguir con esto. Ya no. Quédate tu dinero, no quiero mi parte, me voy. - Kellan se giró para abrir la puerta e irse, pero las palabras del viejo le hicieron quedarse paralizado.
- ¿Sabes lo que les hace la Inquisición a los montruos como tú? Asesino y un animal... te torturarán hasta matarte. Yo mismo me ocuparé de ello. ¿Es eso lo que quieres, Kellan? ¿Vas a traicionar al hombre que te ha dado de comer y te ha salvado de morir enlas calles como un vagabundo más? - Kellan se giró intentando aparentar una estoicidad que no sentía. Desde que era un crío había escuchado lo que les hacían en aquellas cámaras de tortura a los que eran diferentes. Redford le había incluso obligado a presenciar varias quemas de brujas. No quería acabar así. Maximilian siguió hablando, suavizando el gesto. - Mírate, eres fuerte y duro, no sientes el dolor. Sirves para pelear. Vamos, amigo, no lleguemos a puntos drásticos desagradables para ambos. Ten. disfrútalo, te lo has ganado.
El viejo sacó una pequeña bolsa tintineante y la puso sobre la mano de Kellan, que temblaba por la impotencia que le embargaba. No quería seguir luchando, pero no tenía nada a lo que aferrarse. No podía volver a casa ni marcharse, o ese cabrón le delataría. Respiró hondo para calmarse antes de abrir la puerta con lentitud y guardarse la bolsa de monedas en el bolsillo con rabia.
Salió a la calle, taciturno. Llovía y el sólo iba con una camisa y unos pantalones, pero le dio igual. Buscó la taberna más cercana y entró, directo a la barra. Necesitaba beber para olvidarse de todo, un día más.
Se limpió las manos y se dirigió a una pequeña caja que hacía las veces de botiquín para vendar sus nudillos. Aquella había sido una pelea dura, y aunque el tal Brock al final había caído como lo hacían todos, había magullado el labio y los nudillos del oso.
También le dolía un costado, supuso que de una de las patadas que había recibido. Se curó con cuidado y suspiró de nuevo. Ahora tendría que hablar con Redford. Sabía de sobra lo que iba a decirle. Subió las escaleras de aquel antro y llamó a la puerta. La voz rasposa de Maximilian le indicó que entrara. Kellan se introdujo en el despacho y cerró la puerta, pero incluso antes de encarar al viejo empresario ya estaba oyéndole perjurar:
- ¿Pero se puede saber que has hecho? ¡Has estado a punto de perder! - Maximilian Redford salió de detrás de su mesa con su enorme barriga y su calva, mesándose la perilla que llevaba en la cara y con sus enrojecidos pómulos aún más rojos por la botella de vino que se acababa de terminar.
Kellan le miró desde arriba y frunció el ceño. Maximilian se pegó al grandullón y le puso un dedo acusador en el pecho, provocando un sordo gruñido de la garganta de Kellan. Hoy no estaba de humor para esas mierdas. Continuó con su perorata:
- Si llegas a perder el combate contra ese enclenque, hubiera perdido mil francos. ¡Mil! Y créeme, no te interesa hacerme perder tanto dinero...
Kellan le apartó el dedo de un manotazo que hizo trastabillar al corredor de apuestas.
- Olvídame, Redford. No quiero seguir con esto. Ya no. Quédate tu dinero, no quiero mi parte, me voy. - Kellan se giró para abrir la puerta e irse, pero las palabras del viejo le hicieron quedarse paralizado.
- ¿Sabes lo que les hace la Inquisición a los montruos como tú? Asesino y un animal... te torturarán hasta matarte. Yo mismo me ocuparé de ello. ¿Es eso lo que quieres, Kellan? ¿Vas a traicionar al hombre que te ha dado de comer y te ha salvado de morir enlas calles como un vagabundo más? - Kellan se giró intentando aparentar una estoicidad que no sentía. Desde que era un crío había escuchado lo que les hacían en aquellas cámaras de tortura a los que eran diferentes. Redford le había incluso obligado a presenciar varias quemas de brujas. No quería acabar así. Maximilian siguió hablando, suavizando el gesto. - Mírate, eres fuerte y duro, no sientes el dolor. Sirves para pelear. Vamos, amigo, no lleguemos a puntos drásticos desagradables para ambos. Ten. disfrútalo, te lo has ganado.
El viejo sacó una pequeña bolsa tintineante y la puso sobre la mano de Kellan, que temblaba por la impotencia que le embargaba. No quería seguir luchando, pero no tenía nada a lo que aferrarse. No podía volver a casa ni marcharse, o ese cabrón le delataría. Respiró hondo para calmarse antes de abrir la puerta con lentitud y guardarse la bolsa de monedas en el bolsillo con rabia.
Salió a la calle, taciturno. Llovía y el sólo iba con una camisa y unos pantalones, pero le dio igual. Buscó la taberna más cercana y entró, directo a la barra. Necesitaba beber para olvidarse de todo, un día más.
Kellan McKlein- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
Nada más entrar, pudo escuchar una risa. Alegre, cristalina, despreocupada. En la barra, un hombre se reía con la camarera. Debía estar contándole alguna anécdota divertida, de ésas en las que el protagonista acaba golpeado, haciendo el ridículo o en una situación embarazosa. Todo eso contado desde el punto de vista de quien no duda en añadir algo de su propia cosecha para acrecentar las risas.
Cualquiera que tuviera un olfato privilegiado, o capacidad para ver auras, sabría que se trataba de un hombre lobo, pero nada en su aspecto lo revelaba. Estaba tan enfrascado en la conversación que no pareció echar cuentas a quien llegaba o dejaba de llegar. Estaba acostumbrado a dejar eso de estar tan pendiente de todo en manos del alfa. Primero su padre, luego su hermano... pero ahora estaba solo, sin manada, y debía encargarse él mismo de su seguridad... Debería... pero no siempre lo hacía. ¡¡Menos mal que era un lobo con suerte!!
Un día de estos llegarían cazadores o vampiros o cambiantes... o simplemente los humanos que sabían que existían, y acabaría mal. Pero hasta que ese día llegara... Disfrutaría de su buena suerte, apurando cada día como si fuera el último... porque cada día podría ser el último.
Cualquiera que tuviera un olfato privilegiado, o capacidad para ver auras, sabría que se trataba de un hombre lobo, pero nada en su aspecto lo revelaba. Estaba tan enfrascado en la conversación que no pareció echar cuentas a quien llegaba o dejaba de llegar. Estaba acostumbrado a dejar eso de estar tan pendiente de todo en manos del alfa. Primero su padre, luego su hermano... pero ahora estaba solo, sin manada, y debía encargarse él mismo de su seguridad... Debería... pero no siempre lo hacía. ¡¡Menos mal que era un lobo con suerte!!
Un día de estos llegarían cazadores o vampiros o cambiantes... o simplemente los humanos que sabían que existían, y acabaría mal. Pero hasta que ese día llegara... Disfrutaría de su buena suerte, apurando cada día como si fuera el último... porque cada día podría ser el último.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
La cerveza fría bajó por mi garganta como el néctar de los dioses en los que no creía. Me senté en la barra, con la cabeza gacha y los puños apretados. Ese cabrón me tenía cogido por los huevos. Si me iba, delataría mi crimen y mi condición a la Inquisición, que no pararía hasta darme caza. Y lo último que me apetecía era volver a huir, mucho menos pasarme la vida haciéndolo. Nunca había sido bueno ocultándome, simplemente era... demasiado grande.
Mis músculos llamaban la atención y siempre recordaban mi cara. Incluso alguna dama aficionada había intentado seducirme, llevada por aquella ilusión del chico malo dado a las peleas. Y alguna vez lo había intentado, pero... sabía que las mujeres no eran lo mío. No podía evitar, en ocasiones, admirar los pectorales de otros luchadores de reojo o los músculos de quien caía inconsciente tras uno de mis golpes. Sabía lo que era. Otro problema añadido a mi condición. Suspiré llevándome los dedos al puente de la nariz, cuando ésta captó un olor curioso. Olisqueé disimuladamente y miré a mi derecha. Un lobo.
Un licántropo charlaba con la camarera alegremente, pero... el caso es que su cara me sonaba. ¿Habría peleado contra él? Era guapo, de sonrisa bonita y ademanes enérgicos y alegres. ¿Un licántropo alegre? Eso sí que era raro. Los pocos que había visto eran taciturnos y agresivos, y todos habían caído ante la fuerza del oso. Aunque se rumoreaba que otro luchador invicto peleaba en otro de los antros de París. Un tal Uryan. Quizás algún día me tocara pelear contra él.
Me quedé mirando al lobo sin darme cuenta, pensando en cómo podía estar tan feliz si la Inquisición quería la cabeza de cualquier ser sobrenatural que se le pusiese a tiro.
No dejaba de darle vueltas a las amenazas de Redford, pero la verdad es que empezaba a hartarme de aquella situación. Si pudiera encontrar una solución...
Mis músculos llamaban la atención y siempre recordaban mi cara. Incluso alguna dama aficionada había intentado seducirme, llevada por aquella ilusión del chico malo dado a las peleas. Y alguna vez lo había intentado, pero... sabía que las mujeres no eran lo mío. No podía evitar, en ocasiones, admirar los pectorales de otros luchadores de reojo o los músculos de quien caía inconsciente tras uno de mis golpes. Sabía lo que era. Otro problema añadido a mi condición. Suspiré llevándome los dedos al puente de la nariz, cuando ésta captó un olor curioso. Olisqueé disimuladamente y miré a mi derecha. Un lobo.
Un licántropo charlaba con la camarera alegremente, pero... el caso es que su cara me sonaba. ¿Habría peleado contra él? Era guapo, de sonrisa bonita y ademanes enérgicos y alegres. ¿Un licántropo alegre? Eso sí que era raro. Los pocos que había visto eran taciturnos y agresivos, y todos habían caído ante la fuerza del oso. Aunque se rumoreaba que otro luchador invicto peleaba en otro de los antros de París. Un tal Uryan. Quizás algún día me tocara pelear contra él.
Me quedé mirando al lobo sin darme cuenta, pensando en cómo podía estar tan feliz si la Inquisición quería la cabeza de cualquier ser sobrenatural que se le pusiese a tiro.
No dejaba de darle vueltas a las amenazas de Redford, pero la verdad es que empezaba a hartarme de aquella situación. Si pudiera encontrar una solución...
Kellan McKlein- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
-... ni idea. Hace días que no nos vemos.
-¿Ni siquiera en las peleas?
-No. Es que he estado unos días sin ir. Me dolía todo de la última. Me entalló bien, el cabrón.
No especificó que se refería al asalto en el callejón que habían sufrido Uryan y él y el que vino después en el orfanato, cuando estaban aún a medio recuperar. Hacía varios días que no sabía nada de Uryan. Pero le había echado con cajas destempladas, así que tampoco iba a ir a buscarle. París no era tan grande y mucho menos en la clandestinidad, así que estaba seguro de que volverían a verse. Tal vez entonces pudieran hablar con tranquilidad.
-Es raro oirte hablar así, como si nada, de un tipo con el que te has pegado.
-Ury es diferente. Nos hemos peleado en la arena. Pero es sólo parte de juego. No somos enemigos ni nada de eso.
-Lo sé, pero si hace días que no os veis...
Esthia se encogió de hombros.
-Ya nos veremos, mujer, París no es tan grande. Y tú ¿qué? ¿Me vas a contar en qué han quedado las visitas del panadero? Vamos, vamos, no te hagas, que sé que viene especialmente a traerte el pan en lugar de mandar al chiquillo con el recado.
Mientras esperaba la respuesta de la muchacha, los enormes ojos azules del licántropo se desviaron hacia el recién llegado cambiante. Le recorrió de arriba a abajo con la mirada, sin molestarse en disimular que lo hacía. Y sonrió. Con aquella sonrisa alegre y despreocupada que tenía siempre, como si nada ni nadie pudiera arruinarle el día.
-Mira, Amy, alguien nuevo. Y tiene pinta de necesitar una buena jarra de cerveza -con un cabeceo le invitó a unirse a ellos y aceptar la jarra que la muchacha había cogido del estante para llenarla de cerveza.
-¿Ni siquiera en las peleas?
-No. Es que he estado unos días sin ir. Me dolía todo de la última. Me entalló bien, el cabrón.
No especificó que se refería al asalto en el callejón que habían sufrido Uryan y él y el que vino después en el orfanato, cuando estaban aún a medio recuperar. Hacía varios días que no sabía nada de Uryan. Pero le había echado con cajas destempladas, así que tampoco iba a ir a buscarle. París no era tan grande y mucho menos en la clandestinidad, así que estaba seguro de que volverían a verse. Tal vez entonces pudieran hablar con tranquilidad.
-Es raro oirte hablar así, como si nada, de un tipo con el que te has pegado.
-Ury es diferente. Nos hemos peleado en la arena. Pero es sólo parte de juego. No somos enemigos ni nada de eso.
-Lo sé, pero si hace días que no os veis...
Esthia se encogió de hombros.
-Ya nos veremos, mujer, París no es tan grande. Y tú ¿qué? ¿Me vas a contar en qué han quedado las visitas del panadero? Vamos, vamos, no te hagas, que sé que viene especialmente a traerte el pan en lugar de mandar al chiquillo con el recado.
Mientras esperaba la respuesta de la muchacha, los enormes ojos azules del licántropo se desviaron hacia el recién llegado cambiante. Le recorrió de arriba a abajo con la mirada, sin molestarse en disimular que lo hacía. Y sonrió. Con aquella sonrisa alegre y despreocupada que tenía siempre, como si nada ni nadie pudiera arruinarle el día.
-Mira, Amy, alguien nuevo. Y tiene pinta de necesitar una buena jarra de cerveza -con un cabeceo le invitó a unirse a ellos y aceptar la jarra que la muchacha había cogido del estante para llenarla de cerveza.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
Kellan dio un respingo al notar el gesto del licántropo, se había quedado pensando en sus cosas y le había pillado de sorpresa. Le miró tímido y sonrió un poco, parecía que le estaba invitando a unirse a ellos. La camarera también parecía simpática, así que dudó un poco, pero como ya se había terminado su jarra, aceptó la invitación. Se acercó despacio y apoyó los codos en la barra, agradeciéndolo con una sonrisa a la camarera, a la que justo llamaban para atender otra parte de la barra. Así que se quedó a solas con el lobo. Le miró desde su altura, bastante mayor que la de él, preguntándose si todos serían violentos por instinto como los que conocía brevemente de las peleas o si simplemente se dedicaban a eso, como él.
Entre que sólo se relacionaba lo justo y que se consideraba un monstruo asesino, no había aprendido apenas de los sobrenaturales, solo lo que oía de los cotilleos de bar de algunos que hablaban de vez en cuando. Era un completo negado en cuanto a conocimientos de su especie o de otras. Patético, sí. Pero se contentaba con seguir teniendo un techo bajo el que dormir y dinero para comer, y eso lo hacía peleando e incluso le sobraba algo para ahorrar cada mes, aunque fueran un par de monedas.
Y aunque quería cambiar de vida, no sabía cómo alejarse de aquella. Salió de sus pensamientos y carraspeó antes de ofrecerle su enorme mano al lobo:
- Esto... gracias por la invitación. Soy Kellan... ¿y tú? - miró sonriendo tímidamente al lobo, que parecía bastante amable con esa sonrisa despreocupada y su actitud desenfadada.
Entre que sólo se relacionaba lo justo y que se consideraba un monstruo asesino, no había aprendido apenas de los sobrenaturales, solo lo que oía de los cotilleos de bar de algunos que hablaban de vez en cuando. Era un completo negado en cuanto a conocimientos de su especie o de otras. Patético, sí. Pero se contentaba con seguir teniendo un techo bajo el que dormir y dinero para comer, y eso lo hacía peleando e incluso le sobraba algo para ahorrar cada mes, aunque fueran un par de monedas.
Y aunque quería cambiar de vida, no sabía cómo alejarse de aquella. Salió de sus pensamientos y carraspeó antes de ofrecerle su enorme mano al lobo:
- Esto... gracias por la invitación. Soy Kellan... ¿y tú? - miró sonriendo tímidamente al lobo, que parecía bastante amable con esa sonrisa despreocupada y su actitud desenfadada.
Kellan McKlein- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
Esthia tomó la mano de Kellan y la estrechó con firmeza. Una pequeña sacudida, breve, corta, pero contundente. Un buen saludo, de esos que transmiten que la persona con la que tratas va de frente.
-Esthia -respondió, cambiando el apellido por una sonrisa.
Solía emplear nombre y apellido al presentarse, porque, aunque allí no significaba nada -o no demasiado-, él estaba muy orgulloso de pertenecer a su familia. Estaba pensando ahorrar para escaparse unos días a visitarles, pero todavía era pronto para plantearse un viaje así, sobre todo cuando vivía al día.
-No es nada, hombre. Es un coñazo estar ahí, bebiendo solo. Ya ves, yo llegué el primer día y ya estuve sacándole conversación a Amy, porque me subía por las paredes del aburrimiento. Te he visto por las peleas de pasada, ¿no? O te estoy confundiendo con alguien. Es que soy un poco desastre para esas cosas. Supongo que cuando me arrean en la cabeza pierdo un poco la noción de a quién veo y a quién no.
Hala, ya estaba hablando como una ametralladora, escupiendo tantas palabras por minuto que casi parecía que pudiera resumir toda una vida en el tiempo de un sorbo de cerveza. Pero el lobo blanco era así, hipersociable, hablador y despreocupado. Tampoco era que tuviera muchos secretos que ocultar. Y uno de ellos estaba a salvo, porque el hombre que tenía delante era exactamente igual que él: más animal que humano.
-Esthia -respondió, cambiando el apellido por una sonrisa.
Solía emplear nombre y apellido al presentarse, porque, aunque allí no significaba nada -o no demasiado-, él estaba muy orgulloso de pertenecer a su familia. Estaba pensando ahorrar para escaparse unos días a visitarles, pero todavía era pronto para plantearse un viaje así, sobre todo cuando vivía al día.
-No es nada, hombre. Es un coñazo estar ahí, bebiendo solo. Ya ves, yo llegué el primer día y ya estuve sacándole conversación a Amy, porque me subía por las paredes del aburrimiento. Te he visto por las peleas de pasada, ¿no? O te estoy confundiendo con alguien. Es que soy un poco desastre para esas cosas. Supongo que cuando me arrean en la cabeza pierdo un poco la noción de a quién veo y a quién no.
Hala, ya estaba hablando como una ametralladora, escupiendo tantas palabras por minuto que casi parecía que pudiera resumir toda una vida en el tiempo de un sorbo de cerveza. Pero el lobo blanco era así, hipersociable, hablador y despreocupado. Tampoco era que tuviera muchos secretos que ocultar. Y uno de ellos estaba a salvo, porque el hombre que tenía delante era exactamente igual que él: más animal que humano.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
El lobo parecía simpático, así que le ofreció una sonrisa de lado antes de estrecharle la mano con firmeza y escucharle mientras bebía su cerveza fría. Cuando nombró las peleas, frunció un poco el ceño. ¿Él también peleaba?
- ¿Tú también peleas? Pues no me suenas de nada... ah claro, no estaremos en la... misma categoría. ¿Luchas en peso ligero? - por supuesto, el oso no sabía que Esthia se las veía con grandullones como Uryan, pero por lo que fuera, o no habían coincidido o no se había fijado. Él iba a lo suyo, pelear y descansar, y otra vez lo mismo, para ir ahorrando poco a poco. Y estaba harto. - ¿Y... te gusta este mundo?
Había escuchado a algunos luchadores en los cuartuchos que utilizaban como vestuarios, y la mayoría eran seres sanguinarios que disfrutaban con la violencia o eran adictos a la adrenalina que generaba el infligir y soportar dolor. Nada muy loable, a su juicio, pero él no estaba allí para juzgar a nadie, precisamente porque él sólo luchaba porque no le quedaba más remedio.
- De todas maneras, ¿No eres muy...? - no sabía muy bien cómo decirlo, pero Esthia no tenía la típica pinta de luchador clandestino. Era muy mono como para que le destrozaran la cara de un puñetazo, y su carácter alegre no casaba mucho con el de los demás.
Y tampoco quería ofenderle llamándolo pequeño, él mismo sabía que su tamaño se excedía de la media. - ¿... guapo para estar metido en esto? No sé, por tu aspecto te hacía más... cantante, poeta, o algo así...
Se sonrojó ligeramente cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir. Aunque no era mentira, el lobo era guapo y sus vivaces ojos azules le llamaban la atención. Suspiró. Demasiado tiempo sin estar con nadie. - Perdóname, no quería ofenderte o... bueno, ya me entiendes, no es asunto mío el por qué estás metido en estos asuntos. - le dio un gran trago a la cerveza, le parecía que la estaba cagando por momentos.
- ¿Tú también peleas? Pues no me suenas de nada... ah claro, no estaremos en la... misma categoría. ¿Luchas en peso ligero? - por supuesto, el oso no sabía que Esthia se las veía con grandullones como Uryan, pero por lo que fuera, o no habían coincidido o no se había fijado. Él iba a lo suyo, pelear y descansar, y otra vez lo mismo, para ir ahorrando poco a poco. Y estaba harto. - ¿Y... te gusta este mundo?
Había escuchado a algunos luchadores en los cuartuchos que utilizaban como vestuarios, y la mayoría eran seres sanguinarios que disfrutaban con la violencia o eran adictos a la adrenalina que generaba el infligir y soportar dolor. Nada muy loable, a su juicio, pero él no estaba allí para juzgar a nadie, precisamente porque él sólo luchaba porque no le quedaba más remedio.
- De todas maneras, ¿No eres muy...? - no sabía muy bien cómo decirlo, pero Esthia no tenía la típica pinta de luchador clandestino. Era muy mono como para que le destrozaran la cara de un puñetazo, y su carácter alegre no casaba mucho con el de los demás.
Y tampoco quería ofenderle llamándolo pequeño, él mismo sabía que su tamaño se excedía de la media. - ¿... guapo para estar metido en esto? No sé, por tu aspecto te hacía más... cantante, poeta, o algo así...
Se sonrojó ligeramente cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir. Aunque no era mentira, el lobo era guapo y sus vivaces ojos azules le llamaban la atención. Suspiró. Demasiado tiempo sin estar con nadie. - Perdóname, no quería ofenderte o... bueno, ya me entiendes, no es asunto mío el por qué estás metido en estos asuntos. - le dio un gran trago a la cerveza, le parecía que la estaba cagando por momentos.
Kellan McKlein- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: Every day could be the first... [Privado]
-En realidad peleo con todo el mundo, pero desde que Uryan me destrozó en la arena he estado un poco apartado. Sobrevivir a The Fear ya es un logro, así que he vuelto a las peleas sencillas, para no complicarme mucho. ¡¡No puedo dejar que me destrocen esta sonrisa!! ¡Es lo más bonito de París! -se echó a reír, porque siempre soltaba tonterías como aquella para liberar la tensión del ambiente. De hecho, solía soltarlas en la arena, de ahí que se hubiera extendido el rumor de que nada le borraba la sonrisa y hacerlo fuera un reto. Muchos decían que ni siquiera Uryan lo había logrado, a pesar de haberle dejado medio muerto. Ja, si ellos supieran...
-A ver, no es mi ideal de vida favorito, pero teniendo en cuenta que no tengo ni dónde caerme muerto en esta ciudad y que Lesbos estás demasiado lejos para ir andando... pues sobrevivo. Aunque reconozco que, de momento, no me ha ido tan mal. Apenas llevo aquí un par de meses o tres, tampoco me ha dado tiempo a hastiarme de una o dos peleas a la semana. Sobre todo porque he estado el último mes sin asomar el hocico. Después de una derrota tan estrepitosa como la que tuve con el grandullón, no era precisamente el hombre más deseado de la ciudad.
-Oh, así que soy guapo. Gracias. Tú tampoco estás mal -respondió resueltamente, sin darle demasiada importancia al intercambio de palabras o lo que pudiera subyacer bajo ellas-. Pero créeme, mejor que no cante, llovería torrencialmente. -Dio un trago a la cerveza-. Estoy en esto por dinero, como la mayoria. No necesito mucho para sobrevivir, lo justo para pagar la pensión, algunas ropas y algo para comer. Así que voy bastante al día. Lo cual es una ventaja, porque a nadie se le ocurriría tomarse la molestia de robarme. ¿Qué iba a sacar? ¿Cinco francos y un dolor de cabeza?
-A ver, no es mi ideal de vida favorito, pero teniendo en cuenta que no tengo ni dónde caerme muerto en esta ciudad y que Lesbos estás demasiado lejos para ir andando... pues sobrevivo. Aunque reconozco que, de momento, no me ha ido tan mal. Apenas llevo aquí un par de meses o tres, tampoco me ha dado tiempo a hastiarme de una o dos peleas a la semana. Sobre todo porque he estado el último mes sin asomar el hocico. Después de una derrota tan estrepitosa como la que tuve con el grandullón, no era precisamente el hombre más deseado de la ciudad.
-Oh, así que soy guapo. Gracias. Tú tampoco estás mal -respondió resueltamente, sin darle demasiada importancia al intercambio de palabras o lo que pudiera subyacer bajo ellas-. Pero créeme, mejor que no cante, llovería torrencialmente. -Dio un trago a la cerveza-. Estoy en esto por dinero, como la mayoria. No necesito mucho para sobrevivir, lo justo para pagar la pensión, algunas ropas y algo para comer. Así que voy bastante al día. Lo cual es una ventaja, porque a nadie se le ocurriría tomarse la molestia de robarme. ¿Qué iba a sacar? ¿Cinco francos y un dolor de cabeza?
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
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