A orillas del Sena (Abierto)

por **Paul Brel** Miér Feb 10, 2016 8:45 am

había terminado su trabajo en la Catedral y aunque la noche bañaba ya la ciudad, Alvaro se negaba a volver al lugar donde pasaba sus días cuando no estaba trabajando, prefería vagabundear por las calles de París, observar sus antiguas construcciones, las elegantes fachadas, la margen del río Sena, en donde parejas se dedicaban a caminar y prodigarse requiebros. El solía sonreír, pensando en lo efímero que era en realidad el amor, tal vez lo pensaba porque todas las pareja que había conocido, terminaban siendo aquella relación, en un tormento para alguno de los involucrados. Tal vez por esa razón, él se había dedicado a excusarse de las posibles relaciones, huir en cuanto alguna dama mostraba el mas mínimo interés en él. Prefería estar así, disfrutando de su soledad, de sus pensamientos, sin estar preocupado de ofender a un alma pura y noble.

Sus ojos se fijaron en una pareja, la que sentada en una banca junto al río, charlaban amenos, sin percatarse de peligro alguno. El inquisidor no poseía poderes para ver auras de sobrenaturales, ni contaba con armas secretas, mas le era relativamente fácil descubrirlos por diferentes actitudes, movimientos, miradas y una extensa características que le permitían sabes si quien estaba cerca de él, era un ser sobrenatural o un simple mortal. Fue gracias a todos aquellos conocimientos, que decidió acercarse a donde se encontraba aquella criatura, no deseaba pelear, mientras no fuera necesario, siempre había confiado en que aún el ser mas belicoso, en algunas ocasiones, suele cambiar de parecer cuando un buen argumento le es presentado.

Lentamente, con la simplicidad y la calma de quien sabe que no es su intención crear espectáculos, ni poner en peligro a nadie, se fue acercando a la criatura. Cuando estuvo cerca, le observó detenidamente antes de decidir intentar dialogar. Se paró sacó pecho tirando sus hombros para atrás y dirigiendo su mirada desde el río al sobrenatural, - ¿No cree que la noche se encuentra especialmente tranquila? - preguntó, mientras no dejaba de estar atento a los movimientos del individuo y la de aquella pareja totalmente ajena al peligro que los rodeaba.

por **Lisa Liebermann** Dom Feb 14, 2016 12:40 pm

No era la artificialidad de Paris lo que había atraído a la alemana, ni sus calles cubiertas por el tenue color níveo, ni los ostentosos colores de la indumentaria. A Liebermann le movía un sentimiento más oscuro, más visceral. La tonalidad de la venganza era la que pintaba sus días y noches y era precisamente en este punto donde prefería salir a distraer su mente, de otro modo, habría cedido a la locura de los recuerdos y la sangre mancillando sus manos. Con un dejo de desgano bebió el ultimo sorbo del líquido que reposaba sobre el vaso de cristal y depositó un par de francos sobre la barra, el ébano cabello estaba sujeto al listón que había usado el mismo día de la muerte de Elise y desde entonces, raramente se le veía con el cabello suelto.

Sus pasos mezquinos le condujeron a través de las aceras que apenas eran iluminadas por el lánguido resplandor amarillento de las farolas y durante su trayecto la mirada se topó con la de extraños, detalle apenas significante para ella.No fue sino hasta admirar la forma en la cual un individuo acechaba a un par de extraños más que agudizó la mirada entre la penumbra. Todo se encontraba en aparente calma aunque de igual modo, el arma de fuego reposaba entre sus indumentarias para apuntar si fuese necesario. Se aproximó un par de pasos más, si este era un sobrenatural seguramente esperaba el momento indicado para atacar, era la forma en la cual ellos se regían, el instinto animal que emerge de ese cuerpo frágil y la sed de sangre que opaca su razonamiento destrozando a cualquiera que se interpusiera en su camino.

Si algo existía en Lisa era por desgracia la habilidad de recordar las cosas y el suceso del cual había sido presa años atrás resentían su alma y el temple que necesitaba para encañonar a quien mereciera una de sus balas. Respiró con calma dispuesta a soltar solo un tiro al aire, como advertencia al sospechoso y de acuerdo a su reacción sabría con qué clase de sujeto estaba tratando. Sin embargo una figura más entre la espesura de la noche hizo acto de presencia, chasqueó la lengua puesto que no necesitaba involucrar a mas individuos. Calmó sus instintos y dedujo que una pieza más en el tablero siempre podía jugar a favor si sabía moverla con cautela. Aguardó.

por **Paul Brel** Vie Mar 18, 2016 8:53 am

Aquel ente lo contempló, con su mirada vacua y un rictus en los labios que denotaba el desprecio que sentía por los humanos. Alvaro, maldijo por lo bajo, era evidente que aquel vampiro no pensaba mantener un dialogo y que si deseaba salvar a esas personas, debía encontrar la forma de alejarlos de aquella contienda que parecía inminente.

- Crees que no puedo saber que eres un inquisidor - siseo el sobrenatural, quien se deslizó unos metros, acercándose a la espesura del bosque. - ciego y sin olfato, debería estar, para no percibir el olor a cirios, pólvora, acero y madera - sonrió con superioridad - desde aquí distingo tus armas y la daga que intentas cubrir con tu abrigo... ¿crees que soy tonto? - bramó, haciendo que la pareja que se encontraba absorta en su idilio, se asustara y huyera de aquel lugar.

El vampiro los vio escapar, adiós la cena, tal vez las únicas presas que habría podido atrapar sin mucho esfuerzo, ya que se notaba la falta de alimentación, la piel demacrada, hundida, sus ojos vidriosos y ensombrecidos por profundas ojeras, nada que mostrara la belleza típica de los seres de la noche. La furia se apoderó aquel ser, culpando al inquisidor por haberse metido entre éste y su alimento. Como una exhalación se abalanzó sobre Alvaro, - maldito bastardo, acabas de fregarme la cena... pues, ocuparas su lugar -. Los dos, sobrenatural y humano, cayeron al piso, rodaron por la alfombra de pasto humedecido por el rocío y las hojas muertas, aunque la fuerza del inquisidor no eran despreciables, el vampiro tenía varios puntos a su favor, por un lado, estaba furioso, tenía demasiada hambre y por sobretodo, era un inmortal.

Podía sentir las manos heladas del vampiro, atenazando sus hombros clavados al suelo, Intentó darle un cabezazo en la frente, pero le fue inútil, aunque se retorcía intentando zafarse, parecía que esa empresa estaba destinada al fracaso. Un segundo, un descuido, y el sobrenatural cayó sobre su cuello, hundiendo sus colmillos y estreneciéndose ante el paso de la sangre por su garganta.

Tan extasiado se encontraba que no esperó la maniobra del inquisidor, dos movimientos fueron necesarios, para clavar la estaca en mitad del pecho, - Per istam sanctan unctionem et suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus quidquid per visum, audtiotum, odorátum, gustum et locutiónem, tactum, gressum deliquisti - susurró Alvaro en el oído del asombrado vampiro, quien lo miraba sin comprender aún como habia perdido la batalla - ¡In nomine patris et filii et spiritus sancti! - sus manos hundieron aun más el arma y el sobrenatural dio un grito estremecedor.

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