AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
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A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Los pasos del Jeque de Jeques resuenan en el amplio pasillo por el que camina con varios pergaminos en las manos. Las noticias no son nada alentadoras y la urgencia de reunir a su gente para discutirlo se transformó en algo primordial al transcurso de la arena en los relojes. Ahora mismo tiene al menos a Ra'hae y a Kala en la sala de reuniones, espera tener pronto a los otros dos, pero no es algo seguro. Las afrentas contra los sobrenaturales que buscan la destrucción de lo que ellos tanto custodian son perennes y hoy en día demasiado intensas como para dejar descuidadas las cinco ciudades.
A menos que estén todos los Frentes bien resguardados, es que espera que los Jeques comparezcan a la reunión. Por Kala no se preocupa, sabe bien del ejército que tiene de Assassins, lo que le hace sonreír un segundo, recuperando al siguiente la seriedad, puesto que el pensamiento de verla entrenar a sus soldados siempre ha sido divertido. La forma en que la tratan cuando la ven llegar, para pasar a la expresión de asombro y después, total respeto una vez que ella se les impone en la lucha cuerpo a cuerpo siempre le causa un orgullo respecto de su pequeña.
Qué decir de su mejor amigo: Ra'hae. Es tan escrupuloso con su misión, que es más fácil que derroten a Kala en batalla antes de que el Jeque del Cairo descuide la seguridad de su ciudad. Algunos sirvientes le hacen una reverencia cuando él pasa frente a ellos; a los que conoce, los saluda con bendiciones. A los que no, hace una inclinación de cabeza y les pone una mano en el hombro para tranquilizarlos. Ama a su pueblo como a nada en el mundo, después de su familia.
Aunque ahora mismo sus prioridades empiezan a cambiar. En sus recámaras se encuentra la mujer más hermosa del mundo, la flor más exquisita y exótica que está causando revolución en su mente, en sus pensamientos: Katra Di Alessandro. Una simple capa le obligó a fijar su atención en ella. Una alianza fue el pretexto para conocerla o perseguirla. Ahora, tras la caída de sus padres y dos de los integrantes de la sociedad, Kareef se convirtió en el mecenas, protector e incluso... sí, prometido y futuro esposo de la yegua más indomable, rezongona y admirable de todas.
El Creador sonríe al recordar cómo la dejó apenas una hora antes, extendida su rubia cabellera en las almohadas, con los labios hinchados de sus besos, la pasión visible en su cuerpo, el agotamiento cobrándole a la hermosa joven de una forma seductora y sensual, haciéndola dormir plácidamente en el lecho del Jeque más poderoso de los Cinco Frentes. Le gusta este sentimiento de posesividad, de saber que por fin, tiene a alguien a su lado de nuevo, que comparte sus días, sus noches. Que ríe con él, que escucha sus preocupaciones (aunque intente no atribularla con tantas) y con la que puede desfogar sus ansias de cariño, de protección, de cuidado.
Por fin, sus pasos dan con la puerta cerrada de la habitación donde hablarán largo y tendido sobre las estrategias y las posiciones que tomarán sobre los últimos asuntos que envuelven a los Frentes y a la Sociedad. Entra sin tocar la puerta, porque no lo considera necesario. No es que Ra'hae y Kala tengan una estrecha relación como la que ella tiene con el Equilibrador o el Destructor en el menor de los casos y en el peor, por supuesto exagera, con Alastair Parthenopaeus quien pronto será más que un simple aliado, puede estar seguro.
La sala está decorada de forma soberbia, con paredes en color arena de grandes dimensiones con arquerías en sus lados menores y paredes lisas laterales con puertas y ventanas ajimezadas con paños de escayola encuadrados por alfices, con sebka y atauriques. Algunos de ellos pintados en color rojo y otros en azul; con dos cúpulas decoradas de ricos mocárabes de yeso y tambor estrellado
Soberbiamente posicionados, varios candelabros lanzan su luz sobre la estancia eliminando las sombras y haciéndola más acogedora. Alfombras persas en el piso crean una ilusión de colorido. Cojines alrededor de una pequeña mesita, algunos otros muebles, pero nada más interesante que el balcón con un doble ventanal que daba a un jardín más que cuidado: el oasis del Creador. Ahí donde pasara mucho tiempo en compañía de su ahora prometida y a quien había jurado ahí mismo, protegerla contra todo y todos. En donde curiosamente no hay aún nadie presente, por lo que Kareef sonríe sabiéndose solo y se acerca al ventanal, poniendo una mano sobre el balcón para mirar hacia el frente. El cielo estrellado es fiel testigo de su tranquilidad, lo que se nota en todos los músculos relajados.
El Jeque de Jeques por fin está feliz con su vida. Quiera Alá bendecirlo para que la disfrute así como está, durante mucho tiempo. Sin embargo, las tormentas de arena se crean tan rápido, que pudiera ser que no tardara tanto en caer de nuevo sobre los Al'Ramiz. Abre los ojos y mira la luna llena, señal de que hombres lobo están sueltos, pero no en su ciudad. Ya no... al menos los que no se controlan, los que sí, están más abajo, en otro lugar. Un mundo... subterráneo.
A menos que estén todos los Frentes bien resguardados, es que espera que los Jeques comparezcan a la reunión. Por Kala no se preocupa, sabe bien del ejército que tiene de Assassins, lo que le hace sonreír un segundo, recuperando al siguiente la seriedad, puesto que el pensamiento de verla entrenar a sus soldados siempre ha sido divertido. La forma en que la tratan cuando la ven llegar, para pasar a la expresión de asombro y después, total respeto una vez que ella se les impone en la lucha cuerpo a cuerpo siempre le causa un orgullo respecto de su pequeña.
Qué decir de su mejor amigo: Ra'hae. Es tan escrupuloso con su misión, que es más fácil que derroten a Kala en batalla antes de que el Jeque del Cairo descuide la seguridad de su ciudad. Algunos sirvientes le hacen una reverencia cuando él pasa frente a ellos; a los que conoce, los saluda con bendiciones. A los que no, hace una inclinación de cabeza y les pone una mano en el hombro para tranquilizarlos. Ama a su pueblo como a nada en el mundo, después de su familia.
Aunque ahora mismo sus prioridades empiezan a cambiar. En sus recámaras se encuentra la mujer más hermosa del mundo, la flor más exquisita y exótica que está causando revolución en su mente, en sus pensamientos: Katra Di Alessandro. Una simple capa le obligó a fijar su atención en ella. Una alianza fue el pretexto para conocerla o perseguirla. Ahora, tras la caída de sus padres y dos de los integrantes de la sociedad, Kareef se convirtió en el mecenas, protector e incluso... sí, prometido y futuro esposo de la yegua más indomable, rezongona y admirable de todas.
El Creador sonríe al recordar cómo la dejó apenas una hora antes, extendida su rubia cabellera en las almohadas, con los labios hinchados de sus besos, la pasión visible en su cuerpo, el agotamiento cobrándole a la hermosa joven de una forma seductora y sensual, haciéndola dormir plácidamente en el lecho del Jeque más poderoso de los Cinco Frentes. Le gusta este sentimiento de posesividad, de saber que por fin, tiene a alguien a su lado de nuevo, que comparte sus días, sus noches. Que ríe con él, que escucha sus preocupaciones (aunque intente no atribularla con tantas) y con la que puede desfogar sus ansias de cariño, de protección, de cuidado.
Por fin, sus pasos dan con la puerta cerrada de la habitación donde hablarán largo y tendido sobre las estrategias y las posiciones que tomarán sobre los últimos asuntos que envuelven a los Frentes y a la Sociedad. Entra sin tocar la puerta, porque no lo considera necesario. No es que Ra'hae y Kala tengan una estrecha relación como la que ella tiene con el Equilibrador o el Destructor en el menor de los casos y en el peor, por supuesto exagera, con Alastair Parthenopaeus quien pronto será más que un simple aliado, puede estar seguro.
La sala está decorada de forma soberbia, con paredes en color arena de grandes dimensiones con arquerías en sus lados menores y paredes lisas laterales con puertas y ventanas ajimezadas con paños de escayola encuadrados por alfices, con sebka y atauriques. Algunos de ellos pintados en color rojo y otros en azul; con dos cúpulas decoradas de ricos mocárabes de yeso y tambor estrellado
Soberbiamente posicionados, varios candelabros lanzan su luz sobre la estancia eliminando las sombras y haciéndola más acogedora. Alfombras persas en el piso crean una ilusión de colorido. Cojines alrededor de una pequeña mesita, algunos otros muebles, pero nada más interesante que el balcón con un doble ventanal que daba a un jardín más que cuidado: el oasis del Creador. Ahí donde pasara mucho tiempo en compañía de su ahora prometida y a quien había jurado ahí mismo, protegerla contra todo y todos. En donde curiosamente no hay aún nadie presente, por lo que Kareef sonríe sabiéndose solo y se acerca al ventanal, poniendo una mano sobre el balcón para mirar hacia el frente. El cielo estrellado es fiel testigo de su tranquilidad, lo que se nota en todos los músculos relajados.
El Jeque de Jeques por fin está feliz con su vida. Quiera Alá bendecirlo para que la disfrute así como está, durante mucho tiempo. Sin embargo, las tormentas de arena se crean tan rápido, que pudiera ser que no tardara tanto en caer de nuevo sobre los Al'Ramiz. Abre los ojos y mira la luna llena, señal de que hombres lobo están sueltos, pero no en su ciudad. Ya no... al menos los que no se controlan, los que sí, están más abajo, en otro lugar. Un mundo... subterráneo.
Última edición por Kareef Al'Ramiz el Sáb Mayo 05, 2012 7:29 pm, editado 1 vez
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae caminaba lenta y silenciosamente a lo largo de los amplios pasillos que lo llevarían hasta la 'sala' de reuniones. El vástago tenia vagas ideas de lo que estaba sucediendo, y ciertamente ninguna de las nociones que tenia lo alentaban demasiado. En su opinión la situación se estaba degenerando rápidamente y no parecía estar tomando un buen rumbo.
Con una mano se acariciaba suavemente la barbilla mientras que avanzaba. A diferencia de otras veces, esta vez Ra'hae caminaba con una túnica larga de un color azul gastado por los años. Un cinturón la ceñía a su cuerpo y un manto negro con capucha ocultaba el resto de las cosas que traía encima, como su arma.
El hombre recién había llegado a Alejandría esta noche y lo primero que había hecho apenas había puesto los pies sobre la tierra fue marchar hasta el palacio. Sus ropas todavía estaban un poco manchadas y gastadas por el viaje... Ra'hae había optado por recorrer la distancia entre el Cairo y Alejandría por tierra en vez de usar barcos para recorrer los ríos y luego bordear la costa por el mar.
Su cabello como siempre lo mantenía corto, muy corto y su barba tenia algunos días sin ser afeitada, para ser precisos desde que había comenzado su viaje, lo cual le daba al hombre un apariencia un poco menos amable de lo normal. Sus ojos sin embargo mantenían el mismo brillo de siempre.
A medida que camina por el palacio, los guardias deben tomarse un momento para reconocer al Jeque debido a su apariencia en esta noche, pero eventualmente al hacerlo le permiten pasar. Finalmente, Ra'hae se encontró frente a la puerta y golpeo suavemente antes de esperar un momento y luego abrir.
Observando la habitación, Ra'hae finalmente observa a Kareef en el ventanal y se sonríe suavemente antes de entrar y cerrar la puerta tras de si. Caminando con una tranquilidad que antes no parecía tener, el hombre lentamente entra en la habitación mientras que se quita la capucha para observar a su viejo amigo y mentor.
"Viejo amigo... ha pasado demasiado tiempo" le dijo con una pequeña sonrisa mientras que sus ojos lo estudiaban de arriba abajo, buscando diferencias entre el presente y la ultima vez que lo había visto.
Con una mano se acariciaba suavemente la barbilla mientras que avanzaba. A diferencia de otras veces, esta vez Ra'hae caminaba con una túnica larga de un color azul gastado por los años. Un cinturón la ceñía a su cuerpo y un manto negro con capucha ocultaba el resto de las cosas que traía encima, como su arma.
El hombre recién había llegado a Alejandría esta noche y lo primero que había hecho apenas había puesto los pies sobre la tierra fue marchar hasta el palacio. Sus ropas todavía estaban un poco manchadas y gastadas por el viaje... Ra'hae había optado por recorrer la distancia entre el Cairo y Alejandría por tierra en vez de usar barcos para recorrer los ríos y luego bordear la costa por el mar.
Su cabello como siempre lo mantenía corto, muy corto y su barba tenia algunos días sin ser afeitada, para ser precisos desde que había comenzado su viaje, lo cual le daba al hombre un apariencia un poco menos amable de lo normal. Sus ojos sin embargo mantenían el mismo brillo de siempre.
A medida que camina por el palacio, los guardias deben tomarse un momento para reconocer al Jeque debido a su apariencia en esta noche, pero eventualmente al hacerlo le permiten pasar. Finalmente, Ra'hae se encontró frente a la puerta y golpeo suavemente antes de esperar un momento y luego abrir.
Observando la habitación, Ra'hae finalmente observa a Kareef en el ventanal y se sonríe suavemente antes de entrar y cerrar la puerta tras de si. Caminando con una tranquilidad que antes no parecía tener, el hombre lentamente entra en la habitación mientras que se quita la capucha para observar a su viejo amigo y mentor.
"Viejo amigo... ha pasado demasiado tiempo" le dijo con una pequeña sonrisa mientras que sus ojos lo estudiaban de arriba abajo, buscando diferencias entre el presente y la ultima vez que lo había visto.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/10/2011
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
La luna ilumina con sus rayos el rostro del Jeque de Jeques quien cierra los ojos y aspira los aromas del desierto, de las flores que hay frente a él. Se llena los pulmones de un aire innecesario, pero que ansía tener, poseer mientras que su mente viaja al pasado. A donde alguna vez estuvo con toda su familia feliz, en uno de los oasis más apreciados de todos. Cuando ella aún estaba a su vera. Su felicidad fue completa en ese entonces y su mente llega con diversas incógnitas que Kareef reconoce, no puede contestar ahora.
¿Era más feliz ahora? ¿Qué era diferente entre ambas? ¿Qué significaban en su vida? Si ambas estuvieran en peligro ¿A quién salvaría? Verdaderamente no tiene respuestas a esas preguntas aún. No es que no quiera, es que no puede. Su corazón aún está en el proceso de aceptar su nueva realidad. Sus sentimientos y otra duda emerge: ¿Debió enamorarse ahora que su pueblo está en peligro con la Inquisición tan encima de ellos? Cierra los ojos con fuerza y niega sacudiendo la cabeza.
Se pasa ambas manos por todo el largo de su rubio cabello observando al frente, entrecerrando los ojos. No, no fue lo más sabio, pero definitivamente entiende algo: si ella no estuviera ahora, seguiría buscándola. Las peleas entre la Primera Esposa y él, siempre lo desestabilizaron. Su ausencia llegó a insensibilizarlo. Su odio a inhumanizarlo. Se transformó con sus actitudes, con sus mohines, sus desplantes. Se obsesionó por tenerla a su lado y Kala, su pequeña Kala fue la que pagó las consecuencias. El verla ensangrentada, sumida en un letargo espantoso y con el Destructor desesperado había sido su karma. El perderla luego, cuando la Shamballah decidió que debía quedarse en Agharta durante mil años y que nadie podía llegar a ella, su penitencia.
No lo sabe aún, si es algo sabio o no tener una pareja en la actualidad, pero verdaderamente la necesita. Entiende a la perfección el dolor de Sanat Kumara hoy en día tras perder a la Shamballah en esa horrible tormenta de arena, pero comprende igual la necesidad de un pueblo por sus dirigentes. Él mismo tiene que pagar el precio por sus atenciones y constantes cuidados. Se debe a su pueblo y no al revés. Eso hizo ver al Sanat Kumara y aunque hoy en día, tras veinte largos años de ausencia de la Shamballah, el Líder en Tiempos de Guerra avanzó a pasos agigantados en el aprendizaje de su gobierno, Kareef sabe las ansias que tiene por encontrarla. Algo más que "Los Cinco Frentes" deben tomar en cuenta.
Pasos tras él le sacan de sus cavilaciones, sonríe con alegría al escuchar a Ra'hae y voltea para abrazarlo. La alegría por fin llega a sus ojos, se le ve igual que siempre, pero pequeñas diferencias se notan en su cuerpo: las arrugas alrededor de los ojos por la sonrisa, la pose despreocupada y relajada que jamás ha tenido porque su Primera Esposa era justamente una caja de alimañas que no sabías cuándo se soltarían a aguijonear al otro. No hay tensión en sus músculos, simplemente ha desaparecido. Kareef se acerca y le abraza riendo, palmeándole la espalda.
- Hermano, te esperaba, has tardado, pero mírate cómo estás - niega mirando todo el polvo que el otro Al'Ramiz tiene - ¿No quieres darte un baño antes de que Kala llegue? Sabes que... - se queda callado al escuchar las risas y sonríe aún más, sus dientes pueden verse en ese gesto, algo hace décadas no puede admirarse - ven - pide como un chiquillo haciendo una maldad - quiero que me des tu opinión de alguien - discretamente se asoma por el balcón. Hacia su edén, se dirigen dos mujeres rubias, una de ellas, la amiga de su prometida: Marianne Louvier, una chiquilla muy joven para algunas ideas tan profundas que tiene. Otra, su propio amor: Katra Di Alessandro, con esos modales tan elegantes y sensuales, que ni siquiera parece advertir que son propios de su esencia, que le seducen e incitan a cada paso que da.
Esa noche las han vestido con ropas árabes, incluso velos. Los de Katra, en un hermoso color salmón, que realza la belleza de su piel y de sus formas. Los de su amiga, en un tono azul muy claro. Kareef las observa con deleite, sobre todo a la rosa del desierto que le robó el raciocinio. Voltea a ver a Ra'hae y le indica con la cabeza a la joven que durante todo el día mantuvo en su lecho escuchando sus gemidos e incluso, sus protestas ante algún comentario divertido.
- Ella... la de salmón... Katra Di Alessandro - dijo con emotividad y en árabe - Ra'hae, ¿Crees que el amarla pueda desviarme por completo de mis obligaciones? ¿Consideras imprudente el hecho de entregar de nuevo mi corazón a una persona tan joven que puede hacerlo trizas en cuanto lo desee por un capricho? - le observa - no me ciego, es una cría, una pequeña jovencita que aún no madura, a la que me ha costado mucho conquistar y quien me ha hecho cada berrinche y desplante que no quiero comentarle a mi hija - niega volviendo la mirada a la joven que voltea hacia ellos y los saluda con un ademán de su mano femenina.
Kareef contesta con una inclinación de cabeza, haciendo que la joven sonría ampliamente, para continuar su camino al interior del Edén. Desapareciendo de la vista de ambos Jeques. El mayor de éstos alza la mirada a la luna, temeroso de la respuesta de su amigo, pero confiando completamente en él. Muchas veces Ra'hae le ha demostrado su mesura en temas parecidos, pero sobre todo, su sinceridad. Si en alguien puede confiar que le dirá la verdad, ese es el Jeque de Alejandría, porque ni siquiera el Equilibrador tiene tal confianza con el Creador.
Voltea esperando su respuesta, inquieto ahora, con movimientos tensos al tiempo que recorre la estancia para echarse cómodamente entre los almohadones, tomando una copa de vitae y bebiendo un poco, paladeándola al tiempo que hace una mueca. Es fácil acostumbrarse a la vitae del ser amado cuando ésta es compartida en los momentos de mayor intimidad y ahora que bebe esta otra, le sabe insípida porque no le evoca los mismos sentimientos. Le hace una señal a Ra'hae para que se siente, a finales de cuentas es un Al'Ramiz, está en su casa aunque sea el hogar de Kareef.
- No te lo calles, amigo, dime ¿Qué piensas de todo ésto?
¿Era más feliz ahora? ¿Qué era diferente entre ambas? ¿Qué significaban en su vida? Si ambas estuvieran en peligro ¿A quién salvaría? Verdaderamente no tiene respuestas a esas preguntas aún. No es que no quiera, es que no puede. Su corazón aún está en el proceso de aceptar su nueva realidad. Sus sentimientos y otra duda emerge: ¿Debió enamorarse ahora que su pueblo está en peligro con la Inquisición tan encima de ellos? Cierra los ojos con fuerza y niega sacudiendo la cabeza.
Se pasa ambas manos por todo el largo de su rubio cabello observando al frente, entrecerrando los ojos. No, no fue lo más sabio, pero definitivamente entiende algo: si ella no estuviera ahora, seguiría buscándola. Las peleas entre la Primera Esposa y él, siempre lo desestabilizaron. Su ausencia llegó a insensibilizarlo. Su odio a inhumanizarlo. Se transformó con sus actitudes, con sus mohines, sus desplantes. Se obsesionó por tenerla a su lado y Kala, su pequeña Kala fue la que pagó las consecuencias. El verla ensangrentada, sumida en un letargo espantoso y con el Destructor desesperado había sido su karma. El perderla luego, cuando la Shamballah decidió que debía quedarse en Agharta durante mil años y que nadie podía llegar a ella, su penitencia.
No lo sabe aún, si es algo sabio o no tener una pareja en la actualidad, pero verdaderamente la necesita. Entiende a la perfección el dolor de Sanat Kumara hoy en día tras perder a la Shamballah en esa horrible tormenta de arena, pero comprende igual la necesidad de un pueblo por sus dirigentes. Él mismo tiene que pagar el precio por sus atenciones y constantes cuidados. Se debe a su pueblo y no al revés. Eso hizo ver al Sanat Kumara y aunque hoy en día, tras veinte largos años de ausencia de la Shamballah, el Líder en Tiempos de Guerra avanzó a pasos agigantados en el aprendizaje de su gobierno, Kareef sabe las ansias que tiene por encontrarla. Algo más que "Los Cinco Frentes" deben tomar en cuenta.
Pasos tras él le sacan de sus cavilaciones, sonríe con alegría al escuchar a Ra'hae y voltea para abrazarlo. La alegría por fin llega a sus ojos, se le ve igual que siempre, pero pequeñas diferencias se notan en su cuerpo: las arrugas alrededor de los ojos por la sonrisa, la pose despreocupada y relajada que jamás ha tenido porque su Primera Esposa era justamente una caja de alimañas que no sabías cuándo se soltarían a aguijonear al otro. No hay tensión en sus músculos, simplemente ha desaparecido. Kareef se acerca y le abraza riendo, palmeándole la espalda.
- Hermano, te esperaba, has tardado, pero mírate cómo estás - niega mirando todo el polvo que el otro Al'Ramiz tiene - ¿No quieres darte un baño antes de que Kala llegue? Sabes que... - se queda callado al escuchar las risas y sonríe aún más, sus dientes pueden verse en ese gesto, algo hace décadas no puede admirarse - ven - pide como un chiquillo haciendo una maldad - quiero que me des tu opinión de alguien - discretamente se asoma por el balcón. Hacia su edén, se dirigen dos mujeres rubias, una de ellas, la amiga de su prometida: Marianne Louvier, una chiquilla muy joven para algunas ideas tan profundas que tiene. Otra, su propio amor: Katra Di Alessandro, con esos modales tan elegantes y sensuales, que ni siquiera parece advertir que son propios de su esencia, que le seducen e incitan a cada paso que da.
Esa noche las han vestido con ropas árabes, incluso velos. Los de Katra, en un hermoso color salmón, que realza la belleza de su piel y de sus formas. Los de su amiga, en un tono azul muy claro. Kareef las observa con deleite, sobre todo a la rosa del desierto que le robó el raciocinio. Voltea a ver a Ra'hae y le indica con la cabeza a la joven que durante todo el día mantuvo en su lecho escuchando sus gemidos e incluso, sus protestas ante algún comentario divertido.
- Ella... la de salmón... Katra Di Alessandro - dijo con emotividad y en árabe - Ra'hae, ¿Crees que el amarla pueda desviarme por completo de mis obligaciones? ¿Consideras imprudente el hecho de entregar de nuevo mi corazón a una persona tan joven que puede hacerlo trizas en cuanto lo desee por un capricho? - le observa - no me ciego, es una cría, una pequeña jovencita que aún no madura, a la que me ha costado mucho conquistar y quien me ha hecho cada berrinche y desplante que no quiero comentarle a mi hija - niega volviendo la mirada a la joven que voltea hacia ellos y los saluda con un ademán de su mano femenina.
Kareef contesta con una inclinación de cabeza, haciendo que la joven sonría ampliamente, para continuar su camino al interior del Edén. Desapareciendo de la vista de ambos Jeques. El mayor de éstos alza la mirada a la luna, temeroso de la respuesta de su amigo, pero confiando completamente en él. Muchas veces Ra'hae le ha demostrado su mesura en temas parecidos, pero sobre todo, su sinceridad. Si en alguien puede confiar que le dirá la verdad, ese es el Jeque de Alejandría, porque ni siquiera el Equilibrador tiene tal confianza con el Creador.
Voltea esperando su respuesta, inquieto ahora, con movimientos tensos al tiempo que recorre la estancia para echarse cómodamente entre los almohadones, tomando una copa de vitae y bebiendo un poco, paladeándola al tiempo que hace una mueca. Es fácil acostumbrarse a la vitae del ser amado cuando ésta es compartida en los momentos de mayor intimidad y ahora que bebe esta otra, le sabe insípida porque no le evoca los mismos sentimientos. Le hace una señal a Ra'hae para que se siente, a finales de cuentas es un Al'Ramiz, está en su casa aunque sea el hogar de Kareef.
- No te lo calles, amigo, dime ¿Qué piensas de todo ésto?
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae se sonrió mientras que observaba a Kareef con un brillo particular en sus ojos. Normalmente el Jeque de Jeques solía recibirlo con un abrazo, más por costumbre impuesta por Ra'hae que por que fuera algo normal en Kareef. Aún asi, ciertamente, Ra'hae no necesitaba ser tan perspicaz para darse cuenta de los cambios notorios en su amigo. Una parte suya se alegraba de ver al Jeque de Jeques con esos bríos frente a la crisis que se les avecinaba, otra parte suya, más conservadora y cautelosa comenzaba a preguntarse por dentro cual era la causa posible de las energías y la felicidad que emanaba. Por dentro rezaba para que no fuera gracias a que su primera esposa hubiera decidido darle una visita y de alguna manera hubieran nuevamente arreglado (muy temporalmente como siempre) sus diferencias.
No, esto era distinto, conocía la cara de Kareef cuando eso sucedía, esa alegría seguida de resignación y una pizca de horror, sabiendo que pronto todo terminaría de la misma manera en la que siempre lo hacia... y ese dejo de ilusión, mientras que trataba de decirse a si mismo que esta vez seria diferente.
Ra'hae esbozó una sonrisa ante el comentario de Kareef, preocupándose porque estuviera presentable para cuando Kala apareciera... como si eso fuera a cambiar la relación que ambos tenían. Un baño y perfume, o un poco de polvo no cambiarían eso... al menos en lo que concernía a Ra'hae. Luego frunció el ceño con preocupación escuchando la primer parte de lo que su amigo le decía. ¿Que había sucedido ahora que requería su consejo? ¿Algo mas había sucedido mientras que el viajaba, había llegado algún emisario? Ra'hae se preparó para evaluar una situación delicada, aunque alzó una ceja al ver la expresión que tenia Kareef. Viendo que parecía ser algo que requería cierta discreción, el hombre volvió a ponerse la capucha para evitar ser reconocido mientras que seguía a su compañero a observar.
Al asomarse por el balcón, un poco confundido, Ra'hae miró los jardines, buscando que ver. Al ver a dos jóvenes y hermosas mujeres, el Jeque del Cairo por un momento suspiro por dentro. ¿Realmente le estaba por preguntar si una de las mujeres de su harem era apropiada? ¿A él?
Miró de reojo a Kareef cuando comenzó a hablar, esperando escuchar algo trivial. Le tomo un segundo registrar las palabras al vástago y cuando lo hizo, se sintió descolocado y pronto se giro a mirar por completo a Kareef antes de voltearse a mirar a la mujer de salmón.
Desde allá abajo en los jardines, Ra'hae se veía como una silueta siniestra de pie al lado de Kareef, la capucha cubría con sombras los ojos del vástago, tan solo permitiendo que se viera la barbilla tupida del hombre. Su túnica azul desgastada y el manto que traía hacia que pareciera un assassin más que un Jeque. Por toda respuesta ante el saludo de mano de las mujeres, el hombre tan solo inclino su cabeza sin sonreír siquiera; demasiados pensamientos corrían por dentro de la mente de Ra'hae.
Era bastante normal que ante una pregunta seria, Ra'hae tomara su tiempo en responder... aunque ciertamente a Kareef le resultaba algo tenso el ver como su amigo llevaba en silencio una mano a su barbilla. Sus dedos acariciaron su barba y luego la comisura de sus labios, jugueteando con eso para distraer a sus manos mientras que observaba a Kareef desde abajo de la sombra de su capucha. Se mantuvo así por cerca de un minuto, hasta que una suave sonrisa se formo en sus labios.
"Kareef, amigo mio, si me preguntas esto, es que ya es demasiado tarde... ¿Cuantas veces te he dicho que no tienes el poder para elegir estas cosas?" le preguntó Ra'hae suavemente.
"No existe un tiempo o un lugar apropiado para estas cosas, simplemente son... esta mujer... Katra..." dijo, recordando su nombre por un momento. "Es joven, eso tiene sus ventajas y sus desventajas... tal vez tenga berrinches y caprichos, pero probablemente no tenga esa amargura y ese veneno tan típico que arraigan tantos vástagos con el pasar de los siglos" le dijo con calma mientras que se alejaba del balcón y se quitaba la capucha nuevamente, sentándose con calma frente a Kareef, estudiándolo.
"Te conozco Kareef, nada podría desviarte completamente de tu deber así que no debes temer por ello..." le dijo el con calma, pero luego su mirada se volvió un poco mas dura.
"Sin embargo..." dijo haciendo una pequeña pausa "Ya te lo he dicho otras veces, el problema no es amar, sino como amas... eso es lo que puede llevar a que tu corazón se haga trizas... y eso no tiene nada que ver con esta pequeña jovencita" le dijo su viejo amigo mientras que tomaba una copa con vitae y la bebía sin demasiado entusiasmo, a pesar de no haber probado vitae en los últimos días. Beber de copas frías no era el estilo del Guardián ciertamente
No, esto era distinto, conocía la cara de Kareef cuando eso sucedía, esa alegría seguida de resignación y una pizca de horror, sabiendo que pronto todo terminaría de la misma manera en la que siempre lo hacia... y ese dejo de ilusión, mientras que trataba de decirse a si mismo que esta vez seria diferente.
Ra'hae esbozó una sonrisa ante el comentario de Kareef, preocupándose porque estuviera presentable para cuando Kala apareciera... como si eso fuera a cambiar la relación que ambos tenían. Un baño y perfume, o un poco de polvo no cambiarían eso... al menos en lo que concernía a Ra'hae. Luego frunció el ceño con preocupación escuchando la primer parte de lo que su amigo le decía. ¿Que había sucedido ahora que requería su consejo? ¿Algo mas había sucedido mientras que el viajaba, había llegado algún emisario? Ra'hae se preparó para evaluar una situación delicada, aunque alzó una ceja al ver la expresión que tenia Kareef. Viendo que parecía ser algo que requería cierta discreción, el hombre volvió a ponerse la capucha para evitar ser reconocido mientras que seguía a su compañero a observar.
Al asomarse por el balcón, un poco confundido, Ra'hae miró los jardines, buscando que ver. Al ver a dos jóvenes y hermosas mujeres, el Jeque del Cairo por un momento suspiro por dentro. ¿Realmente le estaba por preguntar si una de las mujeres de su harem era apropiada? ¿A él?
Miró de reojo a Kareef cuando comenzó a hablar, esperando escuchar algo trivial. Le tomo un segundo registrar las palabras al vástago y cuando lo hizo, se sintió descolocado y pronto se giro a mirar por completo a Kareef antes de voltearse a mirar a la mujer de salmón.
Desde allá abajo en los jardines, Ra'hae se veía como una silueta siniestra de pie al lado de Kareef, la capucha cubría con sombras los ojos del vástago, tan solo permitiendo que se viera la barbilla tupida del hombre. Su túnica azul desgastada y el manto que traía hacia que pareciera un assassin más que un Jeque. Por toda respuesta ante el saludo de mano de las mujeres, el hombre tan solo inclino su cabeza sin sonreír siquiera; demasiados pensamientos corrían por dentro de la mente de Ra'hae.
Era bastante normal que ante una pregunta seria, Ra'hae tomara su tiempo en responder... aunque ciertamente a Kareef le resultaba algo tenso el ver como su amigo llevaba en silencio una mano a su barbilla. Sus dedos acariciaron su barba y luego la comisura de sus labios, jugueteando con eso para distraer a sus manos mientras que observaba a Kareef desde abajo de la sombra de su capucha. Se mantuvo así por cerca de un minuto, hasta que una suave sonrisa se formo en sus labios.
"Kareef, amigo mio, si me preguntas esto, es que ya es demasiado tarde... ¿Cuantas veces te he dicho que no tienes el poder para elegir estas cosas?" le preguntó Ra'hae suavemente.
"No existe un tiempo o un lugar apropiado para estas cosas, simplemente son... esta mujer... Katra..." dijo, recordando su nombre por un momento. "Es joven, eso tiene sus ventajas y sus desventajas... tal vez tenga berrinches y caprichos, pero probablemente no tenga esa amargura y ese veneno tan típico que arraigan tantos vástagos con el pasar de los siglos" le dijo con calma mientras que se alejaba del balcón y se quitaba la capucha nuevamente, sentándose con calma frente a Kareef, estudiándolo.
"Te conozco Kareef, nada podría desviarte completamente de tu deber así que no debes temer por ello..." le dijo el con calma, pero luego su mirada se volvió un poco mas dura.
"Sin embargo..." dijo haciendo una pequeña pausa "Ya te lo he dicho otras veces, el problema no es amar, sino como amas... eso es lo que puede llevar a que tu corazón se haga trizas... y eso no tiene nada que ver con esta pequeña jovencita" le dijo su viejo amigo mientras que tomaba una copa con vitae y la bebía sin demasiado entusiasmo, a pesar de no haber probado vitae en los últimos días. Beber de copas frías no era el estilo del Guardián ciertamente
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Si bien las palabras le dan a entender lo que se dice una y otra vez al anochecer y amanecer en brazos tan cálidos, olorosos y llenos de suavidad, Kareef aún tiene dudas. Así era su Primera Esposa antes de transformarla, puede recordarla como si fuera ayer. Sus ojos chocolate, su risa incansable, las formas de su cuerpo y sus sabias palabras que se dejaban caer cuales gotas de sudor en el rostro de un hombre en pleno desierto. Tan valiosas como llenas de sabiduría.
Y todo eso se acabó la noche que tomó para sí toda la vitae de su esposa y la transformó. Su vida apacible, llena de felicidad, se tornó violenta, dura, criminal. Ella no tenía la menor consideración para atacar a cualquier persona que la mirara de una forma inapropiada a palabras dichas de su otrora adoración. Simplemente uno tras otro caían a sus pies, desangrados y los enfrentamientos entre ambos subían de nivel conforme cada uno iba descontrolándose más y más, dejándose llevar por la ira.
Ciertas son las palabras de Ra'hae, el problema es cómo ama y Kareef siempre lo dio todo a manos llenas, pero hoy es más precavido, observa atento todos y cada uno de los movimientos, juzga, castiga, aunque se pregunta si debiera hacerlo o bien, dejarlo pasar. Es una niña aún, cómo compararla con los 4,000 años de vida del vampiro. Imposible, una total aberración de la naturaleza. Por eso es que las personas tienen un ciclo de vida, para evitar esta diferencia de conocimientos descomunal.
Aspira aire y bebe un poco, observando el líquido rojo. No tuvo oportunidad la pequeña, simplemente la vida le quitó a todos sus seres queridos y ahí estaba Kareef para protegerla y hacerla a su vera. Todo ésto y más le mostró a Ra'hae: los intentos de cortejarla, el episodio en los Montes Pirineos, el que por fin llegaran al barco tras ella perder a sus padres, su mellizo y parte de su familia, quedándole sólo el Minoico Alastair. Cómo Kareef se aprovechó y la rodeó de cariño, intentando serle indispensable.
- Muchas veces me he equivocado, querido amigo, pero ahora más que nada es cuando mis pasos son de plomo, evitando que la historia se repita, aunque en ocasiones, ni siquiera eso
Se recuesta entre los almohadones, aprovechando el cielo oscuro y estrellado, perdiendo la vista en él. Sin palabras, le hace ver a su amigo la necesidad de tener una pareja que siempre tuvo, pero el miedo de que la Primera Esposa llegue y le haga daño a aquélla que eligió es grande. Muchos guardias custodian ahora a Katra y aún así, Kareef sabe que no serán suficientes si su ex aparece ante ellos. Mortal y agresiva, una batalla más se vislumbra en el futuro en cuanto sepa que su antigua pareja ha desposado a otra.
Katra es una mujer fuerte, valiente, vivaz, pero por dentro es una joven con debilidades y sentimientos, tímida y al mismo tiempo, temerosa de fallar, de no dar la talla en las empresas que se propone conforme va avanzando su vida. Algunas tan grandes, que el mismo Kareef mete las manos para que llegue, impulsándola y guiándole para que no se pierda. Un solo fracaso, como el perder a sus padres, dejará a la Princesa sin un piso en el cual permanecer para seguir elevándose. Simplemente se hundirá en la nada.
Eso quiere evitar y al mismo tiempo teme hacerlo, si la monopoliza demasiado podría hacerse dependiente de él. Si le da demasiada libertad, tarde que temprano alguien le hará daño y teme que eso la aleje de él. ¿Qué hacer? Se ve en una encrucijada que le rompe el alma en pedazos dejando nada para las arenas. Cierra los ojos y aspira de n uevo aire, para mirar a Ra'hae, él normalmente no se pierde en la clase de amores que Kareef parece elegir como patrón. Aunque espera que esta vez, su elección no lo lleve a la destrucción.
- Dímelo, Ra'hae, ¿Qué harías tú en mi lugar? ¿Le darías la libertad o la frenarías? Kala es una mujer impresionante, hermosa, exótica, pero también es fuerte, aguerrida, valiente. Algo así veo en Katra, pero temo que darle demasiada confianza pueda hacer que se olvide de mí, que se golpée contra algo y reniegue de mi permisibilidad. Por otro lado, oprimirla sólo hará que piense que soy un captor, que no le permito hacer nada, no le tengo confianza. El equilibrio sería la parte más saludable, pero me temo que no pueda dejarla hacer mucho antes de monopolizarla y evitar que le pase algo. Por Alá, estoy más confundido que nada.
Las estrellas le miran fijamente, como una solución. No debe tenerlas tan cerca para oprimirlas o se quemaría, pero tampoco tan alejadas. Debía tomar su mano y sostenerla, dejarla ver a su vera como una pareja. Para ello, debe entrenarla mucho más de lo que ahora está. Darle todas las armas para que sean iguales, aunque eso signifique -si es su decisión- ser transformada. Le dolerá, será su prueba más grande, pero de ser necesario sí... lo haría. Voltea a ver a su amigo, esperando una respuesta a sus preguntas o un comentario. Seguramente él tiene las palabras perfectas para una situación como ésta.
Y todo eso se acabó la noche que tomó para sí toda la vitae de su esposa y la transformó. Su vida apacible, llena de felicidad, se tornó violenta, dura, criminal. Ella no tenía la menor consideración para atacar a cualquier persona que la mirara de una forma inapropiada a palabras dichas de su otrora adoración. Simplemente uno tras otro caían a sus pies, desangrados y los enfrentamientos entre ambos subían de nivel conforme cada uno iba descontrolándose más y más, dejándose llevar por la ira.
Ciertas son las palabras de Ra'hae, el problema es cómo ama y Kareef siempre lo dio todo a manos llenas, pero hoy es más precavido, observa atento todos y cada uno de los movimientos, juzga, castiga, aunque se pregunta si debiera hacerlo o bien, dejarlo pasar. Es una niña aún, cómo compararla con los 4,000 años de vida del vampiro. Imposible, una total aberración de la naturaleza. Por eso es que las personas tienen un ciclo de vida, para evitar esta diferencia de conocimientos descomunal.
Aspira aire y bebe un poco, observando el líquido rojo. No tuvo oportunidad la pequeña, simplemente la vida le quitó a todos sus seres queridos y ahí estaba Kareef para protegerla y hacerla a su vera. Todo ésto y más le mostró a Ra'hae: los intentos de cortejarla, el episodio en los Montes Pirineos, el que por fin llegaran al barco tras ella perder a sus padres, su mellizo y parte de su familia, quedándole sólo el Minoico Alastair. Cómo Kareef se aprovechó y la rodeó de cariño, intentando serle indispensable.
- Muchas veces me he equivocado, querido amigo, pero ahora más que nada es cuando mis pasos son de plomo, evitando que la historia se repita, aunque en ocasiones, ni siquiera eso
Se recuesta entre los almohadones, aprovechando el cielo oscuro y estrellado, perdiendo la vista en él. Sin palabras, le hace ver a su amigo la necesidad de tener una pareja que siempre tuvo, pero el miedo de que la Primera Esposa llegue y le haga daño a aquélla que eligió es grande. Muchos guardias custodian ahora a Katra y aún así, Kareef sabe que no serán suficientes si su ex aparece ante ellos. Mortal y agresiva, una batalla más se vislumbra en el futuro en cuanto sepa que su antigua pareja ha desposado a otra.
Katra es una mujer fuerte, valiente, vivaz, pero por dentro es una joven con debilidades y sentimientos, tímida y al mismo tiempo, temerosa de fallar, de no dar la talla en las empresas que se propone conforme va avanzando su vida. Algunas tan grandes, que el mismo Kareef mete las manos para que llegue, impulsándola y guiándole para que no se pierda. Un solo fracaso, como el perder a sus padres, dejará a la Princesa sin un piso en el cual permanecer para seguir elevándose. Simplemente se hundirá en la nada.
Eso quiere evitar y al mismo tiempo teme hacerlo, si la monopoliza demasiado podría hacerse dependiente de él. Si le da demasiada libertad, tarde que temprano alguien le hará daño y teme que eso la aleje de él. ¿Qué hacer? Se ve en una encrucijada que le rompe el alma en pedazos dejando nada para las arenas. Cierra los ojos y aspira de n uevo aire, para mirar a Ra'hae, él normalmente no se pierde en la clase de amores que Kareef parece elegir como patrón. Aunque espera que esta vez, su elección no lo lleve a la destrucción.
- Dímelo, Ra'hae, ¿Qué harías tú en mi lugar? ¿Le darías la libertad o la frenarías? Kala es una mujer impresionante, hermosa, exótica, pero también es fuerte, aguerrida, valiente. Algo así veo en Katra, pero temo que darle demasiada confianza pueda hacer que se olvide de mí, que se golpée contra algo y reniegue de mi permisibilidad. Por otro lado, oprimirla sólo hará que piense que soy un captor, que no le permito hacer nada, no le tengo confianza. El equilibrio sería la parte más saludable, pero me temo que no pueda dejarla hacer mucho antes de monopolizarla y evitar que le pase algo. Por Alá, estoy más confundido que nada.
Las estrellas le miran fijamente, como una solución. No debe tenerlas tan cerca para oprimirlas o se quemaría, pero tampoco tan alejadas. Debía tomar su mano y sostenerla, dejarla ver a su vera como una pareja. Para ello, debe entrenarla mucho más de lo que ahora está. Darle todas las armas para que sean iguales, aunque eso signifique -si es su decisión- ser transformada. Le dolerá, será su prueba más grande, pero de ser necesario sí... lo haría. Voltea a ver a su amigo, esperando una respuesta a sus preguntas o un comentario. Seguramente él tiene las palabras perfectas para una situación como ésta.
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae se quedo pensativo por algunos momentos mientras que acariciaba su mentón distraidamente con las yemas de sus dedos. ¿Como intentar explicarle a Kareef lo que fallaba? Y aun mas difícil que eso, ya teniendo la explicación ¿Como hacer para que Kareef lo entendiera, lo aceptara y lo pusiera en practica?
El jeque del Cairo inspiro profundamente aire y lo fue soltando en un muy largo suspiro. "Comencemos por lo primero..." dijo el suavemente.
"No puedes comparar a esta mujer con Kala... no existe punto de comparación y creo que tampoco tiene sentido el comparar a tu actual amante con tu hija" le dijo Ra'hae con una pequeña sonrisa, intentando hacerle ver a Kareef que no tenia sentido hacerlo por muchas razones.
"Es tu amante, si tu plan es que sea tu esposa, debes intentar verla como tal... y eso exige que la trates mas o menos como una igual o siempre sera tu juguete..." le dijo el hombre con calma.
"Una relación tan desigual como esta solo puede terminar mal si marcas mas aun las diferencias y las desigualdades entre tu y ella... esta joven es frágil y muy indefensa... pero es su naturaleza ser así... el lugar que ocupa en el mundo demanda que ella sea frágil e indefensa" le dijo Ra'hae suavemente.
"En cualquier momento, por infinidad de razones su existencia podría terminar... ¿Temes que si le das libertad se olvide de ti? Si por ser libre se olvida de ti Kareef, entonces lo que buscas con ella no tiene sentido... y conservarla en una jaula de oro destruirá todo lo que admiras de ella hasta que solo quede un juguete..." le dijo Ra'hae, intentando que Kareef viera lo que estaba adentro suyo realmente.
"Debes entender Kareef que cuando te encuentras frente a un mortal tu postura frente a él debe ser acorde a su naturaleza... ¿Que son cuatro o cinco décadas frente a cuatro milenios?" le pregunto Ra'hae
"Puedes poseerla tanto como puedes poseer la luz de esas estrellas, o los granos de arena del desierto mientras que se escurren entre tus dedos..."
"Debes aprender a vivir como un mortal si quieres estar junto a ella y poder entenderla... su vida es fugaz, frágil, llena de sorpresas, alegrías y tragedias que duran muy poco..."
"Si la amas, amala, si la quieres y ella te quiere, esta con ella... se consciente sin embargo de la fragilidad de su existencia y aprecia cada instante que tengas con ella... a menos que ella tenga pensado ser una de nosotros y tu estés dispuesto a ello, su muerte es simplemente una certeza, ya sea en un mes o en cincuenta años..." le dijo su viejo amigo con amplia experiencia sobre lo que era vivir entre mortales y adaptarse a sus ciclos. Ra'hae nunca había tenido una de esas historias de amor eterno como las que había tenido Kareef, pero si había caminado al lado de muchas mortales viéndolas envejecer, marchitarse y morir a su lado.
"No puedes cambiar lo que es, amala por lo que es Kareef... no puedes protegerla de su propia naturaleza... solo puedes apreciarla por su belleza particular" le dijo el hombre.
"Tu sabes que haría yo en tu lugar... pero yo no soy Kareef" le dijo el poniéndole una mano en el hombro
El jeque del Cairo inspiro profundamente aire y lo fue soltando en un muy largo suspiro. "Comencemos por lo primero..." dijo el suavemente.
"No puedes comparar a esta mujer con Kala... no existe punto de comparación y creo que tampoco tiene sentido el comparar a tu actual amante con tu hija" le dijo Ra'hae con una pequeña sonrisa, intentando hacerle ver a Kareef que no tenia sentido hacerlo por muchas razones.
"Es tu amante, si tu plan es que sea tu esposa, debes intentar verla como tal... y eso exige que la trates mas o menos como una igual o siempre sera tu juguete..." le dijo el hombre con calma.
"Una relación tan desigual como esta solo puede terminar mal si marcas mas aun las diferencias y las desigualdades entre tu y ella... esta joven es frágil y muy indefensa... pero es su naturaleza ser así... el lugar que ocupa en el mundo demanda que ella sea frágil e indefensa" le dijo Ra'hae suavemente.
"En cualquier momento, por infinidad de razones su existencia podría terminar... ¿Temes que si le das libertad se olvide de ti? Si por ser libre se olvida de ti Kareef, entonces lo que buscas con ella no tiene sentido... y conservarla en una jaula de oro destruirá todo lo que admiras de ella hasta que solo quede un juguete..." le dijo Ra'hae, intentando que Kareef viera lo que estaba adentro suyo realmente.
"Debes entender Kareef que cuando te encuentras frente a un mortal tu postura frente a él debe ser acorde a su naturaleza... ¿Que son cuatro o cinco décadas frente a cuatro milenios?" le pregunto Ra'hae
"Puedes poseerla tanto como puedes poseer la luz de esas estrellas, o los granos de arena del desierto mientras que se escurren entre tus dedos..."
"Debes aprender a vivir como un mortal si quieres estar junto a ella y poder entenderla... su vida es fugaz, frágil, llena de sorpresas, alegrías y tragedias que duran muy poco..."
"Si la amas, amala, si la quieres y ella te quiere, esta con ella... se consciente sin embargo de la fragilidad de su existencia y aprecia cada instante que tengas con ella... a menos que ella tenga pensado ser una de nosotros y tu estés dispuesto a ello, su muerte es simplemente una certeza, ya sea en un mes o en cincuenta años..." le dijo su viejo amigo con amplia experiencia sobre lo que era vivir entre mortales y adaptarse a sus ciclos. Ra'hae nunca había tenido una de esas historias de amor eterno como las que había tenido Kareef, pero si había caminado al lado de muchas mortales viéndolas envejecer, marchitarse y morir a su lado.
"No puedes cambiar lo que es, amala por lo que es Kareef... no puedes protegerla de su propia naturaleza... solo puedes apreciarla por su belleza particular" le dijo el hombre.
"Tu sabes que haría yo en tu lugar... pero yo no soy Kareef" le dijo el poniéndole una mano en el hombro
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Cada palabra hace mella en la coraza de Kareef, cada una de ellas forma un dique que contiene toda la insanidad mental formando una capa que recubre todo ésto dándole calma y tranquilidad. Cierra los ojos pensando y meditando las palabras vertidas, todas llenas de sabiduría como siempre ha sido Ra'hae. Su mano derecha, su amigo, la persona en quien más confía.
Entiende que lo expresado no es para dañarlo, si no para hacerle ver la realidad que hoy en día se le va de las manos. Alguna vez dio una libertad igual a la que ahora mismo Ra'hae le recomienda le dé a Katra y las cosas no funcionaron. Sin embargo, Katra no es su Primera Esposa. Nunca podría compararlas porque no tuvieron la misma educación, el mismo pensamiento, ni siquiera actuaban igual y pudiera ser que al momento de la transformación Katra no cayera en la enfermedad que su Primera Esposa padeció.
Una mascota, no es una perspectiva agradable, pero definitivamente es lo que está haciendo con la Sayyidat Di Alessandro. La cuida, la mima, la protege, la hace su mujer, pero es simple la vertiente que está usando: la está tomando como una odalisca más y no como su consorte, su igual, su pareja. Se talla la frente deshaciendo las líneas de expresión que se forman al tiempo que su mente regresa a donde ella sigue siendo protegida por sus eunucos. Cierto es que necesita guardias, pero no por las razones que Kareef tiene para asegurarse de que estén tras ella.
Quisiera tenerla en una caja y que no le pase nada, pero es imposible y si desde ahora no empieza a entrenarla como compete para que pueda defenderse sola, siempre estará a su sombra. Es una mortal y eso le pesa más porque es tan frágil como una muñeca de porcelana. Una actitud agresiva por parte de algún sobrenatural y ella podría resultar con un hueso roto. Gruñe de molestia al imaginárselo. Se incorpora caminando hacia el balcón, asomándose para volverla a ver, su hermoso cabello rubio, las ropas árabes que la cubren y se siente henchido de cariño por ella, de amor.
- Tenerla como un igual es una tarea muy difícil puesto que tengo más de tres mil años Ra'hae, pero estoy dispuesto a hacer lo que dices; deberás ayudarme porque nunca he tenido una relación parecida a ésta a diferencia de tí que has tenido demasiadas - ríe contento mirando a su amigo - no niego que soy un celoso con ella, posesivo y hasta intransigente en todo lo que versa alrededor de Sayyidat Di Alessandro, pero puedes estar seguro que deseo que sea mi igual, protegerla, cuidarla. Sólo dime cómo empiezo... quizá dejándola en manos de alguien que le enseñe a defenderse.
Se adentra en la habitación de nuevo para sentarse al lado del Jeque del Cairo mientras piensa durante largos instantes en quién confiarle esta misión, toma la narguile para fumar durante un instante, pasándosela a Ra'hae con tranquilidad, permitiendo que su hermano fume a su lado. Eso le relaja los nervios un poco al tiempo que descarta al Destructor, demasiado brutal. El Equilibrador no tiene aún la visión necesaria para darle los conocimientos necesarios para contrarrestar a la Primera Esposa o a cualquier otra amenaza que recaiga sobre ella.
Chasquea la lengua y toma de nuevo la narguile de manos de su hermano, dándole otra calada y permitiendo que el humo salga de su interior llevándose consigo muchos de los demonios que lo dominan. Mira de reojo a Ra'hae quien a su vez sonríe divertido al notar que el Jeque de Jeques medita sobre la conveniencia de que el Jeque del Cairo sea quien entrene en pelea a la joven prometida suya. Ambos ríen en silencio, mientras que entre las mentes de ellos forman los pros y los contras de que ella esté en manos del Guardián.
Un punto a favor es que Ra'hae le podría enseñar a no hacer desplantes, algo que Kareef considera realmente imposible con otros, pero no con su amigo; otro es que la técnica del Guardián es diferente a la de los demás Jeques porque al ser el más joven aprendió de todos y su estilo es una amalgama de los mejores movimientos de éstos y al mismo tiempo una adición de maniobras de defensiva y ofensiva que aún el mismo Kareef considera excelente para entrenar y que en ocasiones le es imposible derrotar o contener. Además de que dejar a Sayyidat Di Alessandro bajo la protección de Ra'hae es la mejor manera de mantener a Kareef concentrado en sus labores y no distraído en la figura femenina que tanto desea.
- Tú decides, nuestras ciudades son muy cercanas y no veo mejor opción que esa. Puedo enseñarle yo mismo, pero sé que todos mis movimientos mi Primera Esposa los conoce y a finales de cuentas, sea Katra mortal o no, terminará enfrentándosele... ambos lo sabemos y eso es lo que más me preocupa. Considero lo más adecuado que al tiempo que yo la entreno seas tú quien le dé los toques finales. Si será mi igual, entonces así como yo me controlaré en muchos aspectos para aparentar ser un humano ante ella, Katra deberá aprender lo suficiente para sobrevivir en mi mundo el tiempo que Alá quiera darle. Con más razón si desea transformarse. ¿Qué te parece, viejo amigo? ¿Consideras que estoy en lo correcto o no?
Toma de nuevo la narguile y vuelve a fumar, creando aros de humo mirándolos deshacerse al tiempo que espera una respuesta de Ra'hae quien como siempre medita cada punto hasta que decide. Esta vez, Kareef desea que su idea tenga futuro, sobre todo porque no la quiere tan alejada de él. Enviarla con Kala sería el acabose no porque desconfíe de su hija, todo lo contrario, si no porque no puede dejar de ver a Katra cada amanecer, ni de estar entre sus brazos, mucho menos sin gozar de sus besos. Está mucho más enamorado de ella que de su Primera Esposa, teme reconocerlo, pero acepta su realidad. Si algo le pasara... Jamás se lo perdonaría. No a ella, no a Katra... él sería capaz de todo por ella...
Entiende que lo expresado no es para dañarlo, si no para hacerle ver la realidad que hoy en día se le va de las manos. Alguna vez dio una libertad igual a la que ahora mismo Ra'hae le recomienda le dé a Katra y las cosas no funcionaron. Sin embargo, Katra no es su Primera Esposa. Nunca podría compararlas porque no tuvieron la misma educación, el mismo pensamiento, ni siquiera actuaban igual y pudiera ser que al momento de la transformación Katra no cayera en la enfermedad que su Primera Esposa padeció.
Una mascota, no es una perspectiva agradable, pero definitivamente es lo que está haciendo con la Sayyidat Di Alessandro. La cuida, la mima, la protege, la hace su mujer, pero es simple la vertiente que está usando: la está tomando como una odalisca más y no como su consorte, su igual, su pareja. Se talla la frente deshaciendo las líneas de expresión que se forman al tiempo que su mente regresa a donde ella sigue siendo protegida por sus eunucos. Cierto es que necesita guardias, pero no por las razones que Kareef tiene para asegurarse de que estén tras ella.
Quisiera tenerla en una caja y que no le pase nada, pero es imposible y si desde ahora no empieza a entrenarla como compete para que pueda defenderse sola, siempre estará a su sombra. Es una mortal y eso le pesa más porque es tan frágil como una muñeca de porcelana. Una actitud agresiva por parte de algún sobrenatural y ella podría resultar con un hueso roto. Gruñe de molestia al imaginárselo. Se incorpora caminando hacia el balcón, asomándose para volverla a ver, su hermoso cabello rubio, las ropas árabes que la cubren y se siente henchido de cariño por ella, de amor.
- Tenerla como un igual es una tarea muy difícil puesto que tengo más de tres mil años Ra'hae, pero estoy dispuesto a hacer lo que dices; deberás ayudarme porque nunca he tenido una relación parecida a ésta a diferencia de tí que has tenido demasiadas - ríe contento mirando a su amigo - no niego que soy un celoso con ella, posesivo y hasta intransigente en todo lo que versa alrededor de Sayyidat Di Alessandro, pero puedes estar seguro que deseo que sea mi igual, protegerla, cuidarla. Sólo dime cómo empiezo... quizá dejándola en manos de alguien que le enseñe a defenderse.
Se adentra en la habitación de nuevo para sentarse al lado del Jeque del Cairo mientras piensa durante largos instantes en quién confiarle esta misión, toma la narguile para fumar durante un instante, pasándosela a Ra'hae con tranquilidad, permitiendo que su hermano fume a su lado. Eso le relaja los nervios un poco al tiempo que descarta al Destructor, demasiado brutal. El Equilibrador no tiene aún la visión necesaria para darle los conocimientos necesarios para contrarrestar a la Primera Esposa o a cualquier otra amenaza que recaiga sobre ella.
Chasquea la lengua y toma de nuevo la narguile de manos de su hermano, dándole otra calada y permitiendo que el humo salga de su interior llevándose consigo muchos de los demonios que lo dominan. Mira de reojo a Ra'hae quien a su vez sonríe divertido al notar que el Jeque de Jeques medita sobre la conveniencia de que el Jeque del Cairo sea quien entrene en pelea a la joven prometida suya. Ambos ríen en silencio, mientras que entre las mentes de ellos forman los pros y los contras de que ella esté en manos del Guardián.
Un punto a favor es que Ra'hae le podría enseñar a no hacer desplantes, algo que Kareef considera realmente imposible con otros, pero no con su amigo; otro es que la técnica del Guardián es diferente a la de los demás Jeques porque al ser el más joven aprendió de todos y su estilo es una amalgama de los mejores movimientos de éstos y al mismo tiempo una adición de maniobras de defensiva y ofensiva que aún el mismo Kareef considera excelente para entrenar y que en ocasiones le es imposible derrotar o contener. Además de que dejar a Sayyidat Di Alessandro bajo la protección de Ra'hae es la mejor manera de mantener a Kareef concentrado en sus labores y no distraído en la figura femenina que tanto desea.
- Tú decides, nuestras ciudades son muy cercanas y no veo mejor opción que esa. Puedo enseñarle yo mismo, pero sé que todos mis movimientos mi Primera Esposa los conoce y a finales de cuentas, sea Katra mortal o no, terminará enfrentándosele... ambos lo sabemos y eso es lo que más me preocupa. Considero lo más adecuado que al tiempo que yo la entreno seas tú quien le dé los toques finales. Si será mi igual, entonces así como yo me controlaré en muchos aspectos para aparentar ser un humano ante ella, Katra deberá aprender lo suficiente para sobrevivir en mi mundo el tiempo que Alá quiera darle. Con más razón si desea transformarse. ¿Qué te parece, viejo amigo? ¿Consideras que estoy en lo correcto o no?
Toma de nuevo la narguile y vuelve a fumar, creando aros de humo mirándolos deshacerse al tiempo que espera una respuesta de Ra'hae quien como siempre medita cada punto hasta que decide. Esta vez, Kareef desea que su idea tenga futuro, sobre todo porque no la quiere tan alejada de él. Enviarla con Kala sería el acabose no porque desconfíe de su hija, todo lo contrario, si no porque no puede dejar de ver a Katra cada amanecer, ni de estar entre sus brazos, mucho menos sin gozar de sus besos. Está mucho más enamorado de ella que de su Primera Esposa, teme reconocerlo, pero acepta su realidad. Si algo le pasara... Jamás se lo perdonaría. No a ella, no a Katra... él sería capaz de todo por ella...
Incluso, seguirla en el camino de la muerte.
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae observó muy tranquilo como Kareef iba procesando lo que le había dicho y con transparencia sus pensamientos, como olas de un mar agitado, llegaban hasta el vástago. Al menos Kareef se admitía a si mismo lo que estaba haciendo con Katra, lo cual era bueno ya que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Ahora solo faltaba que Kareef consiguiera algo que le faltaba demasiado: Fe.
Fe en Katra, fe en si mismo, fe en que el mundo no iba a complotar contra el, fe en que todo podría llegar a salir bien. La fe obviamente no resolvería ninguno de sus problemas ni las dificultades a las que se enfrentaría... sin embargo, la fe si le daría la tranquilidad que Kareef tanto necesitaba.
Finalmente, Kareef empezó a hablar y Ra'hae iba asintiendo hasta que le dijo que el había tenido demasiadas, momento donde Ra'hae se rió sin ningún problema. "Uh oh". Pensó Ra'hae cuando escuchó las ultimas palabras de Kareef. Sabía lo que pasaría por la cabeza de su amigo en los próximos instantes cuando empezó esa linea de pensamiento, pero el Guardián se resignó desde el comienzo y siguió al hombre adentro, sentándose para fumar un poco.
Mientras que Ra'hae paladeaba el humo, se sonrió ligeramente mientras que escuchaba los pensamientos de Kareef sin problemas. Cuando finalmente después de descartar las demás opciones llegó a él y muy poco discretamente lo miró, Ra'hae se sonrió. En silencio ambos consideraron los puntos a favor y en contra y finalmente Kareef explicó en voz alta lo que opinaba.
"No tengo problemas en enseñarle todo lo que sea que quieras que le enseñe y que ella aprenda" le dijo el vástago, respondiendo a su pedido. Continuó hablando antes de que Kareef se pusiera muy contento.
"Sin embargo, ella debe entender lo que implica ser una aprendiz... le enseñare lo que debe aprender a medida que este lista y que lo merezca... no existe otra forma de enseñarle, mas aun si quieres que cambie su forma de ser. Eso lo tiene que entender tanto ella como tu, amigo mio" le dijo Ra'hae.
Si iba a hacer esto, lo iba a hacer bien. No pensaba tomar a una humana y darle el privilegio de aprender todo esto simplemente porque Kareef la amaba. Debía ganarlo, debía ser digna y debía aprender a ser mucho mas de lo que era... en especial si algún día pensaba en ser inmortal.
Fe en Katra, fe en si mismo, fe en que el mundo no iba a complotar contra el, fe en que todo podría llegar a salir bien. La fe obviamente no resolvería ninguno de sus problemas ni las dificultades a las que se enfrentaría... sin embargo, la fe si le daría la tranquilidad que Kareef tanto necesitaba.
Finalmente, Kareef empezó a hablar y Ra'hae iba asintiendo hasta que le dijo que el había tenido demasiadas, momento donde Ra'hae se rió sin ningún problema. "Uh oh". Pensó Ra'hae cuando escuchó las ultimas palabras de Kareef. Sabía lo que pasaría por la cabeza de su amigo en los próximos instantes cuando empezó esa linea de pensamiento, pero el Guardián se resignó desde el comienzo y siguió al hombre adentro, sentándose para fumar un poco.
Mientras que Ra'hae paladeaba el humo, se sonrió ligeramente mientras que escuchaba los pensamientos de Kareef sin problemas. Cuando finalmente después de descartar las demás opciones llegó a él y muy poco discretamente lo miró, Ra'hae se sonrió. En silencio ambos consideraron los puntos a favor y en contra y finalmente Kareef explicó en voz alta lo que opinaba.
"No tengo problemas en enseñarle todo lo que sea que quieras que le enseñe y que ella aprenda" le dijo el vástago, respondiendo a su pedido. Continuó hablando antes de que Kareef se pusiera muy contento.
"Sin embargo, ella debe entender lo que implica ser una aprendiz... le enseñare lo que debe aprender a medida que este lista y que lo merezca... no existe otra forma de enseñarle, mas aun si quieres que cambie su forma de ser. Eso lo tiene que entender tanto ella como tu, amigo mio" le dijo Ra'hae.
Si iba a hacer esto, lo iba a hacer bien. No pensaba tomar a una humana y darle el privilegio de aprender todo esto simplemente porque Kareef la amaba. Debía ganarlo, debía ser digna y debía aprender a ser mucho mas de lo que era... en especial si algún día pensaba en ser inmortal.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Se queda pensativo mientras vuelve a fumar soltando el aire en intervalos regulares aspirando una vez más de la narguile, lamiéndose los labios contiene el humo el mayor tiempo posible hasta que lo desecha. Las cejas se juntan hasta formar una delgada línea parpadeando lento, sin necesitar que sus ojos se lubriquen con tanta frecuencia. Lleva sus dedos índices y los frota contra sus orbes antes de mirar a Ra'hae.
No necesita hablar, sabe que su amigo le leerá la mente como lleva haciéndolo unos instantes. Se frota las manos ansioso pues confía en Sayyidat Di Alessandro, pero tiene que hablar con ella y sobre todo, advertirle primero a Ra'hae. Sus pensamientos regresan a su Primera Esposa, la belleza de sus rasgos, las formas de conducirse y expresarse que le enloquecían para bien y para mal dependiendo del instante en que se encontraran.
Las noches con ella eran tan fantásticas como los días que pasaban juntos, tenían los mismos intereses y formas de conseguir lo que se proponían, pero al final todo colapsó. Aún puede recordar y sentir el dolor que le atravesó el cuerpo en el momento que el Destructor le informó de las consecuencias de la venganza de su Primera Esposa. El aire se envicia y puede recordar cómo le dolió el pecho cuando entendió la magnitud de lo que provocó. No volverá a pasar, puede que Ra'hae tenga razón y sólo necesite fe para continuar adelante.
Le mira y palmea su espalda para pasarle la narguile mirando el cielo estrellado, aún tienen demasiadas cosas por delante, encontrar a la Shamballah, fortificar los Frentes Árabes, hacerle ver a Valerius que no tiene que utilizar la fuerza para dominar a la Inquisición. Demasiado por hacer y poco el tiempo para disfrutar. Si ella le hubiera aceptado antes, pero el hubiera no existe así que mira a Ra'hae y le informa lo que sabe de su futura esposa.
No es cualquier mujer, tiene un entrenamiento de vampiros que le fue otorgado por sus progenitores y mejores aliados, es una mujer que sabe de estrategia, que se cuida las espaldas, que puede pelear igual o mejor que un hombre, la diferencia radica en que no está acostumbrada al tipo de pelea árabe que es lo que Ra'hae tendrá que enseñarle. Si su amigo considera que deberá ganarse el derecho a que la entrene, Kareef más bien medita el hecho de qué podría enseñarle a una mujer como ella.
"No es cualquier persona, es una princesa educada para ser una Emperatriz y no cualquiera, porque estaba acostumbrada a que la traicionaran, a ver serpientes en todos lados y descabezarlas, pero aún así tiene la inocencia de una joven de su edad. Pienso que eso es lo que debería trabajarse independientemente de las formas de combate que debería controlar"
Espero a ver qué pensaba su hermano, mientras daba otra calada antes de tomar la copa de vitae y dar un largo trago recostándose entre los cojines, cerrando los ojos, olvidándose de su realidad actual, concentrándose solamente en el rostro más hermoso del que tuviera el placer de besar.
No necesita hablar, sabe que su amigo le leerá la mente como lleva haciéndolo unos instantes. Se frota las manos ansioso pues confía en Sayyidat Di Alessandro, pero tiene que hablar con ella y sobre todo, advertirle primero a Ra'hae. Sus pensamientos regresan a su Primera Esposa, la belleza de sus rasgos, las formas de conducirse y expresarse que le enloquecían para bien y para mal dependiendo del instante en que se encontraran.
Las noches con ella eran tan fantásticas como los días que pasaban juntos, tenían los mismos intereses y formas de conseguir lo que se proponían, pero al final todo colapsó. Aún puede recordar y sentir el dolor que le atravesó el cuerpo en el momento que el Destructor le informó de las consecuencias de la venganza de su Primera Esposa. El aire se envicia y puede recordar cómo le dolió el pecho cuando entendió la magnitud de lo que provocó. No volverá a pasar, puede que Ra'hae tenga razón y sólo necesite fe para continuar adelante.
Le mira y palmea su espalda para pasarle la narguile mirando el cielo estrellado, aún tienen demasiadas cosas por delante, encontrar a la Shamballah, fortificar los Frentes Árabes, hacerle ver a Valerius que no tiene que utilizar la fuerza para dominar a la Inquisición. Demasiado por hacer y poco el tiempo para disfrutar. Si ella le hubiera aceptado antes, pero el hubiera no existe así que mira a Ra'hae y le informa lo que sabe de su futura esposa.
No es cualquier mujer, tiene un entrenamiento de vampiros que le fue otorgado por sus progenitores y mejores aliados, es una mujer que sabe de estrategia, que se cuida las espaldas, que puede pelear igual o mejor que un hombre, la diferencia radica en que no está acostumbrada al tipo de pelea árabe que es lo que Ra'hae tendrá que enseñarle. Si su amigo considera que deberá ganarse el derecho a que la entrene, Kareef más bien medita el hecho de qué podría enseñarle a una mujer como ella.
"No es cualquier persona, es una princesa educada para ser una Emperatriz y no cualquiera, porque estaba acostumbrada a que la traicionaran, a ver serpientes en todos lados y descabezarlas, pero aún así tiene la inocencia de una joven de su edad. Pienso que eso es lo que debería trabajarse independientemente de las formas de combate que debería controlar"
Espero a ver qué pensaba su hermano, mientras daba otra calada antes de tomar la copa de vitae y dar un largo trago recostándose entre los cojines, cerrando los ojos, olvidándose de su realidad actual, concentrándose solamente en el rostro más hermoso del que tuviera el placer de besar.
El de la joven Di Alesssandro.
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae esperó a su amigo con tranquilidad, observando y escuchando sus pensamientos a la par que también era consciente de como se arremolinaban los sentimientos de Kareef al recordar y pensar en todas estas cosas.
Para Ra'hae la raíz del problema estaba en la forma de amar de Kareef, esa manera enferma de obsesionarse y aferrarse de algo con tanta fuerza, casi volviéndose una locura. Aun después de todos estos miles de años, aun después de todas las cosas que había hecho su primera esposa, el hombre seguía suspirando con añoranza. Era algo que casi estaba mas allá de lo que Ra'hae podía comprender. Casi.
Tomando la narguile, Ra'hae fumó en silencio mientras que seguía escuchando a su amigo a su manera particular. Mientras paladeaba el humo dejo que Kareef le explicara todo lo que sabia de su nueva futura esposa.
"Si es una princesa entonces voy a enseñarle a ser una plebeya... a abrir sus ojos y darle sabiduría... y después le enseñare si es que es apta y digna de aprender" le dijo Ra'hae con calma.
"Cuando juzgues que esta lista para empezar quiero que venga conmigo y se separe de ti por un tiempo... te hará bien a ti y le hará bien a ella si puede compenetrarse con el entrenamiento que le voy a dar" dijo el hombre
El Guardián, dada su posición siempre había sido un hombre bastante místico. Aun así, Kareef sabía de la sabiduría del hombre y lo bueno que era con los humanos. Parecía entenderlos mas de lo que ellos se entendían a si mismos y con relativa facilidad podía interactuar y manejarse como uno de ellos.
A diferencia de Kareef, Ra'hae todavía respiraba aunque no servia para nada, aun parpadeaba de manera normal y parecía lleno de vida. Se rodeaba de humanos constantemente y vivía entre ellos. El había tenido esposas humanas a lo largo de los siglos, había amado y las había visto crecer y morir y de alguna forma había permitido que eso sucediera con una extraña sonrisa. Como lo hacia era un misterio que asombraba en secreto a todos los Jeques, y tal vez esa era una de las razones por las cuales su sire lo esquivaba como si fuera la peste. Además de ser tan extraño, Ra'hae simplemente parecía ver a través de los engaños de los que estaban alrededor suyo, atravesando cualquier mentira. El hecho de que pudiera leer mentes solo lo hacía mas capaz de saltar barreras para poder entender a los que lo rodeaban.
Estas razones eran las que hacían que Kareef confiara en Ra'hae, pero aun así, siempre seguiría siendo el mismo místico excéntrico de siempre...
Para Ra'hae la raíz del problema estaba en la forma de amar de Kareef, esa manera enferma de obsesionarse y aferrarse de algo con tanta fuerza, casi volviéndose una locura. Aun después de todos estos miles de años, aun después de todas las cosas que había hecho su primera esposa, el hombre seguía suspirando con añoranza. Era algo que casi estaba mas allá de lo que Ra'hae podía comprender. Casi.
Tomando la narguile, Ra'hae fumó en silencio mientras que seguía escuchando a su amigo a su manera particular. Mientras paladeaba el humo dejo que Kareef le explicara todo lo que sabia de su nueva futura esposa.
"Si es una princesa entonces voy a enseñarle a ser una plebeya... a abrir sus ojos y darle sabiduría... y después le enseñare si es que es apta y digna de aprender" le dijo Ra'hae con calma.
"Cuando juzgues que esta lista para empezar quiero que venga conmigo y se separe de ti por un tiempo... te hará bien a ti y le hará bien a ella si puede compenetrarse con el entrenamiento que le voy a dar" dijo el hombre
El Guardián, dada su posición siempre había sido un hombre bastante místico. Aun así, Kareef sabía de la sabiduría del hombre y lo bueno que era con los humanos. Parecía entenderlos mas de lo que ellos se entendían a si mismos y con relativa facilidad podía interactuar y manejarse como uno de ellos.
A diferencia de Kareef, Ra'hae todavía respiraba aunque no servia para nada, aun parpadeaba de manera normal y parecía lleno de vida. Se rodeaba de humanos constantemente y vivía entre ellos. El había tenido esposas humanas a lo largo de los siglos, había amado y las había visto crecer y morir y de alguna forma había permitido que eso sucediera con una extraña sonrisa. Como lo hacia era un misterio que asombraba en secreto a todos los Jeques, y tal vez esa era una de las razones por las cuales su sire lo esquivaba como si fuera la peste. Además de ser tan extraño, Ra'hae simplemente parecía ver a través de los engaños de los que estaban alrededor suyo, atravesando cualquier mentira. El hecho de que pudiera leer mentes solo lo hacía mas capaz de saltar barreras para poder entender a los que lo rodeaban.
Estas razones eran las que hacían que Kareef confiara en Ra'hae, pero aun así, siempre seguiría siendo el mismo místico excéntrico de siempre...
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Katra, una figura tan hermosa adornada de un rostro mucho más bello se posiciona en su mente cada vez que la piensa. Un carácter explosivo, porque no es fuerte como el de Kareef o el de Alastair su tío. Capaz de buenas acciones como todo humano, pero también de trastadas descomunales e increíbles con el Senado. Una mujer en el alma de una nlña. Una niña en la mente de una mujer. Vulnerable, pero capaz de recuperarse. Fragilidad y fiereza. Pasión y terquedad. Tan parecida a su Primera Esposa y tan diferentes a la vez. Emoción despierta en cada poro de su piel.
¿Su amor es enfermo? El de su Primera Esposa tuvo algo de ello, sobre todo en los últimos instantes de su relación, pero por ello mismo intenta hacer las cosas diferentes con Katra. Si tiene que padecer y acostumbrarse a verla como su igual, lo hará, pero es que no lo son. Demasiados milenios le caen encima a la joven pudiendo ahogarla con su peso. Toda la experiencia de Kareef recaerá sobre ella y si no está preparada, enloquecerá en su anhelo de estar a su altura.
Presiente que ésto no tendrá un buen fin, pero entonces ¿Qué hacer? Si Ra'hae no logra el milagro nadie lo hará. Tiene que confiar, tiene que estar tranquilo y tras ello, dejarla ir. Aunque le pese más de lo qe le hará bien, pero si Ra'hae puede ayudarla, vale la pena el no verla durante algún tiempo, aunque esa visión de una Katra plebeya no le gusta ni un poco. Ella nació para no ser una más, ¿Lo comprende Ra'hae? Aunque cierto es que en ocasiones le falta humildad para con su pueblo, un punto a favor de su amigo.
Fuma de la narguile en silencio, separarse de ella suena tan fácil aún en sus pensamientos, pero no sabe cuán pesado puede ser, la soledad cae como un mazo encima que ahoga y constriñe todo tu ser hasta que gritas intentando salir de ahí sin éxito. Tendrá que ser más fuerte él que ella, para resistir esta prueba que, sospecha, es para ambos. Si resulta, no se verá en la necesidad obsesiva de defenderla, cuidarla, vigilarla. Confiará en ella como lo hace con Kala que, sí le preocupa, pero permite que haga su vida a sabiendas que la Jequesa tiene el poder para desnivelar la balanza en caso de que esté en su contra.
Cierra los ojos meditando, de todas formas sabe que el Consejo de los Minoicos del Sanat Kumara se acerca, que debe ir a con Valerius a contarle lo que sabe en unión de Alastair y Domingo. Se viene un episodio negro en la vida de Agharta, uno mucho más intenso que el que se vive hoy en día. La muerte de tantos héroes y señores de la sociedad son indicativos de que algo está fallando y ruega a Alá que no sea el propio Valerius. Eso sería catastrófico.
- De acuerdo, hablaré con ella para que te la puedas llevar, de todas formas tengo un consejo con el Sanat Kumara pronto. Por cierto, ¿Qué tal vas con la búsqueda del Vitrol y la Heredera de la Estirpe? Sé que han tenido problemas, pero Valerius seguramente querrá saber los avances que se tienen en esta empresa. Él es otro que me preocupa, la pérdida de su equilibrio, la Shamballah, le ha desestabilizado tanto que después de tres años, aún se tambalea, puedo verlo en sus ojos.
Pasos se oyen a la distancia y por la forma en que la planta de los pies se aferra a la superficie pulida, el tintinear del metal contra el otro y el olor a especies y sándalo no dejan lugar a dudas de que es su hija y Sire de Ra'hae: Kala. Espera que esté de humor para llevar a cabo la asamblea de los Cinco Frentes, pero sobre todo, que no rehuya al Guardián y éste no la presione demasiado. Desde que regresaron de Europa está demasiado callada, por lo que no quiere problemas y se lo hace saber telepáticamente a Ra'hae, esperando se comporte. La reunión es muy importante como para suspenderla por un arrebato de su hija. Sabe que su amigo no tendría la culpa, pero no está de humor para pelearse con Kala.
¿Su amor es enfermo? El de su Primera Esposa tuvo algo de ello, sobre todo en los últimos instantes de su relación, pero por ello mismo intenta hacer las cosas diferentes con Katra. Si tiene que padecer y acostumbrarse a verla como su igual, lo hará, pero es que no lo son. Demasiados milenios le caen encima a la joven pudiendo ahogarla con su peso. Toda la experiencia de Kareef recaerá sobre ella y si no está preparada, enloquecerá en su anhelo de estar a su altura.
Presiente que ésto no tendrá un buen fin, pero entonces ¿Qué hacer? Si Ra'hae no logra el milagro nadie lo hará. Tiene que confiar, tiene que estar tranquilo y tras ello, dejarla ir. Aunque le pese más de lo qe le hará bien, pero si Ra'hae puede ayudarla, vale la pena el no verla durante algún tiempo, aunque esa visión de una Katra plebeya no le gusta ni un poco. Ella nació para no ser una más, ¿Lo comprende Ra'hae? Aunque cierto es que en ocasiones le falta humildad para con su pueblo, un punto a favor de su amigo.
Fuma de la narguile en silencio, separarse de ella suena tan fácil aún en sus pensamientos, pero no sabe cuán pesado puede ser, la soledad cae como un mazo encima que ahoga y constriñe todo tu ser hasta que gritas intentando salir de ahí sin éxito. Tendrá que ser más fuerte él que ella, para resistir esta prueba que, sospecha, es para ambos. Si resulta, no se verá en la necesidad obsesiva de defenderla, cuidarla, vigilarla. Confiará en ella como lo hace con Kala que, sí le preocupa, pero permite que haga su vida a sabiendas que la Jequesa tiene el poder para desnivelar la balanza en caso de que esté en su contra.
Cierra los ojos meditando, de todas formas sabe que el Consejo de los Minoicos del Sanat Kumara se acerca, que debe ir a con Valerius a contarle lo que sabe en unión de Alastair y Domingo. Se viene un episodio negro en la vida de Agharta, uno mucho más intenso que el que se vive hoy en día. La muerte de tantos héroes y señores de la sociedad son indicativos de que algo está fallando y ruega a Alá que no sea el propio Valerius. Eso sería catastrófico.
- De acuerdo, hablaré con ella para que te la puedas llevar, de todas formas tengo un consejo con el Sanat Kumara pronto. Por cierto, ¿Qué tal vas con la búsqueda del Vitrol y la Heredera de la Estirpe? Sé que han tenido problemas, pero Valerius seguramente querrá saber los avances que se tienen en esta empresa. Él es otro que me preocupa, la pérdida de su equilibrio, la Shamballah, le ha desestabilizado tanto que después de tres años, aún se tambalea, puedo verlo en sus ojos.
Pasos se oyen a la distancia y por la forma en que la planta de los pies se aferra a la superficie pulida, el tintinear del metal contra el otro y el olor a especies y sándalo no dejan lugar a dudas de que es su hija y Sire de Ra'hae: Kala. Espera que esté de humor para llevar a cabo la asamblea de los Cinco Frentes, pero sobre todo, que no rehuya al Guardián y éste no la presione demasiado. Desde que regresaron de Europa está demasiado callada, por lo que no quiere problemas y se lo hace saber telepáticamente a Ra'hae, esperando se comporte. La reunión es muy importante como para suspenderla por un arrebato de su hija. Sabe que su amigo no tendría la culpa, pero no está de humor para pelearse con Kala.
No cuando otra guerra mortal se cierne sobre sus cabezas.
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra' hae se quedo callado y pacientemente dejo que los pensamientos de Kareef pasaran a través suyo, escuchándolos con naturalidad. Desde hacia mas de un milenio que Ra'hae ya directamente tenia que hacer un esfuerzo deliberado para no escuchar las mentes de todos los que lo rodeaban, y era muy raro que hiciera ese esfuerzo.
El hombre se sonrió un poco a medida que Kareef seguía pensando y analizando su situación. No le paso desapercibida la especial ironía de que Kareef todavía no pudiera admitir lo enfermo de su forma de amar, pero eso era algo para otra discusión. Finalmente, Kareef llegó al punto que Ra'hae quería que llegara, la inescapable verdad de que Katra y el no eran iguales y nunca lo serian, y como es que podrían lograr algo a pesar de ello.
El Guardián suspiró por dentro cuando Kareef estuvo tan cerca de lograr la conclusión que tenia que hacer, pero la esquivo por completo cuando delego la responsabilidad de hacer un milagro sobre sus hombros en vez de dar el paso que Ra'hae quería que diera.
La realidad es que esto no iba a terminar bien, y nunca podría terminar bien, sin importar que hiciera el, sin importar que hiciera ella y sin importar que hiciera Ra'hae al respecto. Si hubieran sido iguales, si hubieran estado en épocas de paz, aun así las cosas eventualmente tampoco iban a terminar bien, nunca terminaban bien, al menos no en los términos en los que Ra'hae sabia que Kareef clasificaba el que algo 'terminara bien'.
De todas formas, Ra'hae sabia que era inútil el tratar de explicarle algo así a Kareef. Demasiado tiempo había pasado, demasiados milenios había sido exactamente igual. Muy de a poquito, Ra'hae podía darle un consejo y esperar que el hombre lo tomara como propio y de a poco corrigiera su andar para no golpearse con las piedras pero mas que ello el Guardián no podía hacer. Solo podía cerciorarse de que Kareef siguiera adelante lo mas íntegramente posible.
Sin embargo, la joven Katra era otra cosa... una humana de pocos años tenia una mente muchísimo mas maleable y receptiva. Cualquier cambio que pudiera introducir en ella, podría ayudar a que Kareef en si mismo cambiara. Sabia que cualquier cosa que saliera de los labios de esa humana tendría mas peso que cualquier sabiduría que el mismo pudiera decirle a su viejo amigo. Era una de esas amargas verdades que Ra'hae aceptaba sin mas.
Mas allá de la vaga opinión de Kareef sobre para que estaba hecha Katra, Ra'hae sabia muy bien que la única forma de que esta niña sobreviviera y su mente no colapsara era prepararla para ello. Hacer algo así iba a requerir mas que enseñarle a manejar una espada tal como quería Kareef... y es por eso que Ra'hae tenia que llevársela lejos de él y tener la libertad de hacer con ella lo que quisiera con tal de que aprendiera lo que necesitaba aprender. Sabia que junto a Kareef iba a ser imposible, por lo que la única opción era esta... el hecho de que Kareef también tenia cosas importantes para hacer mientras tanto solo era algo conveniente.
Ra'hae sabia que solo habían dos caminos para que Katra pudiera estar a la altura... un camino era la destrucción de su ser para dejar paso a una cosa fría y vacía... era el camino que Kala había seguido y todos podían apreciar las consecuencias de esto. El otro camino era el que Ra'hae quería proponer, uno que exaltaría a la persona y le permitiría trascender la situación sin necesitar destruir todo lo que era antes, en vez de ser menos, poder ser mas para estar a la altura... pero eso necesitaba mucho, mucho que una niña mimada y noble no tendría y que no podría tener sentada en su palacio. Las palabras de Kareef sacaron a Ra'hae de sus pensamientos y este se volvió hacia el para responderle.
-Según me informan la búsqueda va lenta... es posible que me tome un mes o dos para ir a buscarla personalmente... si eso acelera las cosas Ala sabe que seria mejor que simplemente quedarme en Cairo cruzado de brazos leyendo reportes de como no la encontraron aun...- le dijo el hombre suspirando. Algo bueno de Ra'hae era que el hombre a pesar de ser un vástago de varios milenios, no tenia ningún problema en arremangarse y hacer las cosas el mismo cuando era necesario. Mientras que tal vez el Destructor se hubiera sentido insultado por la noción de tener que ir a hacer algo así personalmente, Ra'hae era capaz de ofrecerse como voluntario para hacer una tarea así de mundana, si es que su presencia en ese lugar iba a ser mas útil que en otra parte.
Ra'hae tenia sus propias opiniones sobre Valerius y su perdida de equilibrio, pero al escuchar los pasos el hombre se calló y suspiro ligeramente al darse cuenta de quien se acercaba.
El rostro de Ra'hae se transformó ligeramente en uno de resignación por unos momentos, el cual solo se acentuó mas cuando Kareef le pidió que se 'comporte'. Aun así, el Guardián se quedo callado y a la expectativa, esperando a que Kala se acercara. Era solo una cuestión de tiempo hasta que la mujer comenzara a bombardear su mente con cosas poco placenteras...
El hombre se sonrió un poco a medida que Kareef seguía pensando y analizando su situación. No le paso desapercibida la especial ironía de que Kareef todavía no pudiera admitir lo enfermo de su forma de amar, pero eso era algo para otra discusión. Finalmente, Kareef llegó al punto que Ra'hae quería que llegara, la inescapable verdad de que Katra y el no eran iguales y nunca lo serian, y como es que podrían lograr algo a pesar de ello.
El Guardián suspiró por dentro cuando Kareef estuvo tan cerca de lograr la conclusión que tenia que hacer, pero la esquivo por completo cuando delego la responsabilidad de hacer un milagro sobre sus hombros en vez de dar el paso que Ra'hae quería que diera.
La realidad es que esto no iba a terminar bien, y nunca podría terminar bien, sin importar que hiciera el, sin importar que hiciera ella y sin importar que hiciera Ra'hae al respecto. Si hubieran sido iguales, si hubieran estado en épocas de paz, aun así las cosas eventualmente tampoco iban a terminar bien, nunca terminaban bien, al menos no en los términos en los que Ra'hae sabia que Kareef clasificaba el que algo 'terminara bien'.
De todas formas, Ra'hae sabia que era inútil el tratar de explicarle algo así a Kareef. Demasiado tiempo había pasado, demasiados milenios había sido exactamente igual. Muy de a poquito, Ra'hae podía darle un consejo y esperar que el hombre lo tomara como propio y de a poco corrigiera su andar para no golpearse con las piedras pero mas que ello el Guardián no podía hacer. Solo podía cerciorarse de que Kareef siguiera adelante lo mas íntegramente posible.
Sin embargo, la joven Katra era otra cosa... una humana de pocos años tenia una mente muchísimo mas maleable y receptiva. Cualquier cambio que pudiera introducir en ella, podría ayudar a que Kareef en si mismo cambiara. Sabia que cualquier cosa que saliera de los labios de esa humana tendría mas peso que cualquier sabiduría que el mismo pudiera decirle a su viejo amigo. Era una de esas amargas verdades que Ra'hae aceptaba sin mas.
Mas allá de la vaga opinión de Kareef sobre para que estaba hecha Katra, Ra'hae sabia muy bien que la única forma de que esta niña sobreviviera y su mente no colapsara era prepararla para ello. Hacer algo así iba a requerir mas que enseñarle a manejar una espada tal como quería Kareef... y es por eso que Ra'hae tenia que llevársela lejos de él y tener la libertad de hacer con ella lo que quisiera con tal de que aprendiera lo que necesitaba aprender. Sabia que junto a Kareef iba a ser imposible, por lo que la única opción era esta... el hecho de que Kareef también tenia cosas importantes para hacer mientras tanto solo era algo conveniente.
Ra'hae sabia que solo habían dos caminos para que Katra pudiera estar a la altura... un camino era la destrucción de su ser para dejar paso a una cosa fría y vacía... era el camino que Kala había seguido y todos podían apreciar las consecuencias de esto. El otro camino era el que Ra'hae quería proponer, uno que exaltaría a la persona y le permitiría trascender la situación sin necesitar destruir todo lo que era antes, en vez de ser menos, poder ser mas para estar a la altura... pero eso necesitaba mucho, mucho que una niña mimada y noble no tendría y que no podría tener sentada en su palacio. Las palabras de Kareef sacaron a Ra'hae de sus pensamientos y este se volvió hacia el para responderle.
-Según me informan la búsqueda va lenta... es posible que me tome un mes o dos para ir a buscarla personalmente... si eso acelera las cosas Ala sabe que seria mejor que simplemente quedarme en Cairo cruzado de brazos leyendo reportes de como no la encontraron aun...- le dijo el hombre suspirando. Algo bueno de Ra'hae era que el hombre a pesar de ser un vástago de varios milenios, no tenia ningún problema en arremangarse y hacer las cosas el mismo cuando era necesario. Mientras que tal vez el Destructor se hubiera sentido insultado por la noción de tener que ir a hacer algo así personalmente, Ra'hae era capaz de ofrecerse como voluntario para hacer una tarea así de mundana, si es que su presencia en ese lugar iba a ser mas útil que en otra parte.
Ra'hae tenia sus propias opiniones sobre Valerius y su perdida de equilibrio, pero al escuchar los pasos el hombre se calló y suspiro ligeramente al darse cuenta de quien se acercaba.
El rostro de Ra'hae se transformó ligeramente en uno de resignación por unos momentos, el cual solo se acentuó mas cuando Kareef le pidió que se 'comporte'. Aun así, el Guardián se quedo callado y a la expectativa, esperando a que Kala se acercara. Era solo una cuestión de tiempo hasta que la mujer comenzara a bombardear su mente con cosas poco placenteras...
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Camino por los pasillos del palacio de mi padre, todo es hermoso y la luz de la luna lo ilumina de una forma que me hace recordar otro lugar parecido, uno donde estuve bailando para un vampiro que se convirtió en mi adicción. Suspiro pensando en Alastair, la forma en que destrozamos la habitación que mi padre le dio como embajador y luego la mía. Tantos años habían pasado tras conocernos en Etiopía, que estallaron con violencia y pasión. Una que me dejó saciada, pero no satisfecha debo reconocerlo porque aún ahora mi cuerpo se estremece al recordar cada parte de mi piel conocida por ese infiel que se robó más que mis gemidos. Se llevó consigo tantos fantasmas entregándome enigmas imposibles de resolver, siendo la fuente de inspiración al mismo tiempo para denotar la fuerza de la que es poseedor tanto física como de voluntad.
Me robó también mi razón, mi alma y mucho después, o quizá desde Etiopía, mi corazón. Fue tan rápido todo lo que le entregué que ahora alejándome de su recámara donde estuve todo el día entre sus brazos, entre gemidos suaves, su forma de conquistar mi cuerpo con el suyo, entre susurros sensuales, jadeos eróticos y plasmados de tantas e intensas sensaciones, que me pregunto si no estoy mal. Si estoy haciendo bien a pesar de ignorar las palabras de la Princesa del Alamut que me advertía de todo ésto. Más confundida no puedo estar, pero espero que todo ésto tenga un buen final. Por el bien de mi familia, de mi pueblo, de Agharta y sé que pelearé con uñas y dientes para obtenerlo porque no puedo ceder, no puedo caer, porque no puede ser mi culpa.
Mi cuerpo cubierto por finas sedas de color salmón me envuelven de forma sensual, haciéndome recordar la forma tan metódica que Alastair tiene de desnudarme, de acariciarme hasta rogarle que me tome para sí. En su forma tan particular que ni el Destructor ni el Equilibrador tuvieron de sensibilizarme a tal grado de que pequeñas gotas de sal vaguen por mi rostro hasta perderse en sus labios. Mi hombre, un varón creado por Alá para mí, que me domina, que impone y al mismo tiempo me permite crecer a su lado. No me aplasta como el Destructor, no cede a mis convenencieros deseos como el Equilibrador. Él impone tanto como yo, llegando a un acuerdo que sólo nuestras mentes son incapaces de comprender cuando nuestros cuerpos lo aceptan sin el menor titubeo.
Cierro los ojos ante todas las imágenes que puedo evocar, su sonrisa, su mirada, la forma en que me besa, el sabor de sus labios, de su lengua acariciando la mía. Nuestros cuerpos uniéndonos. Estoy perdida, obsesionada con él. Enamorada de él. Aunque eso no se lo he dicho, sé que lo sabe ya a estas alturas del tiempo porque muchas cosas no son necesarias expresarlas con diálogos, él puede ver mis ojos cuando me toma para sí, cuando río después de ese acto tan mágico como especial, pero sólo entre sus brazos. Cuando le miro antes de besarlo por última vez con esa paciencia y pericia que me llena de dulzura y cariño. Tantos años buscándome y yo anhelándolo que le conozco demasiado bien a pesar de ser poco el tiempo que hemos estado juntos, de nuestros desacuerdos y sinsabores porque como toda pareja, hemos tenido esos conflictos propios de enamorados.
Sonrío al pensar en las peleas que tenemos, cómo es tan bueno desarmándome o esquivándome haciéndome exasperar cuando no logro atinarle ni una sola vez, aunque por dentro lo agradezco porque me enoja lastimarlo. Eso he descubierto a lo largo del tiempo que estamos juntos. Un golpe mal parado por él, me enfurece por mi atrevimiento y por ver su expresión dolorida. Soy tan débil. Aunque un día de éstos combatiré en serio para ver qué tan diestro es en la batalla, sólo para consolar mi corazón cuando se aleje, porque sé que puede ser presa de una emboscada como sus hermanos. Eso me preocupa y me obliga a juntar las cejas formando una sola línea. Su familia está muerta, grandes Minoicos y Vitroles. Tenemos que hacer algo y afortunadamente esta reunión es para ello. Ruego porque lleguemos a un consenso y avancemos con rapidez en todo ésto. Que pronto todo se solucione aunque no soy tan ilusa, sé que tendremos muchas piedras en el camino, algunas del tamaño de montañas, pero si estamos unidos lo lograremos.
Mis pies engalonados con joyas atadas a los dedos que envuelven mi empeine hasta llegar al tobillo anuncian mi llegada y se detienen ante la puerta cerrada. Es hora. Aunque me da cierto repelus enfrentarme a Ra'hae sé que no tengo más opciones. Antes me ocultaba de él, temerosa de que viera más de lo que los demás hacían. Sé que es el más sensible de los Cinco Frentes y me preocupa demasiado, pero ahora tengo algo más importante que mi careta y es la preocupación por todo ésto que implica a la Inquisición así que tras tocar, paso dentro mirándolos. La narguile está en medio de ambos y Ra'hae luce como pocas veces: desaliñado lo que me hace sonreír con cariño, a pesar de todo yo lo elegí como mi creación y le tengo en mucha estima y orgullo por ver en quién se ha transformado. Hago una reverencia a mi padre como el protocolo establece y me acerco con mis pantalones abombados y mi peto salmón, con un brazalete y joyas en mi frente, a sentarme sobre mis piernas al lado de mi Ab.
Espero tranquila a que éste me indique que puedo tomar una copa de vitae y cuando él lo hace, relleno primero la de los dos varones y luego la mía para degustarla. No está mal, la receta secreta de la Shamballah. Espero paciente, pero algo en el ambiente hago que mire a Ra'hae. Esta vez mis ojos no están llenos de agresividad, si no que parecen estar inmersos en un proceso de comprensión más elevado. La furia se ha ido y quién sabe a dónde puesto que le mantengo la mirada más de cinco segundos sin titubear. Luego del gran esfuerzo, volteo hacia mi Ab.
- Parece ser que somos los únicos, lamento la demora, pero estaba revisando algunos datos antes de venir, Ab. ¿Esperaremos más tiempo a los otros dos?
Me robó también mi razón, mi alma y mucho después, o quizá desde Etiopía, mi corazón. Fue tan rápido todo lo que le entregué que ahora alejándome de su recámara donde estuve todo el día entre sus brazos, entre gemidos suaves, su forma de conquistar mi cuerpo con el suyo, entre susurros sensuales, jadeos eróticos y plasmados de tantas e intensas sensaciones, que me pregunto si no estoy mal. Si estoy haciendo bien a pesar de ignorar las palabras de la Princesa del Alamut que me advertía de todo ésto. Más confundida no puedo estar, pero espero que todo ésto tenga un buen final. Por el bien de mi familia, de mi pueblo, de Agharta y sé que pelearé con uñas y dientes para obtenerlo porque no puedo ceder, no puedo caer, porque no puede ser mi culpa.
Mi cuerpo cubierto por finas sedas de color salmón me envuelven de forma sensual, haciéndome recordar la forma tan metódica que Alastair tiene de desnudarme, de acariciarme hasta rogarle que me tome para sí. En su forma tan particular que ni el Destructor ni el Equilibrador tuvieron de sensibilizarme a tal grado de que pequeñas gotas de sal vaguen por mi rostro hasta perderse en sus labios. Mi hombre, un varón creado por Alá para mí, que me domina, que impone y al mismo tiempo me permite crecer a su lado. No me aplasta como el Destructor, no cede a mis convenencieros deseos como el Equilibrador. Él impone tanto como yo, llegando a un acuerdo que sólo nuestras mentes son incapaces de comprender cuando nuestros cuerpos lo aceptan sin el menor titubeo.
Cierro los ojos ante todas las imágenes que puedo evocar, su sonrisa, su mirada, la forma en que me besa, el sabor de sus labios, de su lengua acariciando la mía. Nuestros cuerpos uniéndonos. Estoy perdida, obsesionada con él. Enamorada de él. Aunque eso no se lo he dicho, sé que lo sabe ya a estas alturas del tiempo porque muchas cosas no son necesarias expresarlas con diálogos, él puede ver mis ojos cuando me toma para sí, cuando río después de ese acto tan mágico como especial, pero sólo entre sus brazos. Cuando le miro antes de besarlo por última vez con esa paciencia y pericia que me llena de dulzura y cariño. Tantos años buscándome y yo anhelándolo que le conozco demasiado bien a pesar de ser poco el tiempo que hemos estado juntos, de nuestros desacuerdos y sinsabores porque como toda pareja, hemos tenido esos conflictos propios de enamorados.
Sonrío al pensar en las peleas que tenemos, cómo es tan bueno desarmándome o esquivándome haciéndome exasperar cuando no logro atinarle ni una sola vez, aunque por dentro lo agradezco porque me enoja lastimarlo. Eso he descubierto a lo largo del tiempo que estamos juntos. Un golpe mal parado por él, me enfurece por mi atrevimiento y por ver su expresión dolorida. Soy tan débil. Aunque un día de éstos combatiré en serio para ver qué tan diestro es en la batalla, sólo para consolar mi corazón cuando se aleje, porque sé que puede ser presa de una emboscada como sus hermanos. Eso me preocupa y me obliga a juntar las cejas formando una sola línea. Su familia está muerta, grandes Minoicos y Vitroles. Tenemos que hacer algo y afortunadamente esta reunión es para ello. Ruego porque lleguemos a un consenso y avancemos con rapidez en todo ésto. Que pronto todo se solucione aunque no soy tan ilusa, sé que tendremos muchas piedras en el camino, algunas del tamaño de montañas, pero si estamos unidos lo lograremos.
Mis pies engalonados con joyas atadas a los dedos que envuelven mi empeine hasta llegar al tobillo anuncian mi llegada y se detienen ante la puerta cerrada. Es hora. Aunque me da cierto repelus enfrentarme a Ra'hae sé que no tengo más opciones. Antes me ocultaba de él, temerosa de que viera más de lo que los demás hacían. Sé que es el más sensible de los Cinco Frentes y me preocupa demasiado, pero ahora tengo algo más importante que mi careta y es la preocupación por todo ésto que implica a la Inquisición así que tras tocar, paso dentro mirándolos. La narguile está en medio de ambos y Ra'hae luce como pocas veces: desaliñado lo que me hace sonreír con cariño, a pesar de todo yo lo elegí como mi creación y le tengo en mucha estima y orgullo por ver en quién se ha transformado. Hago una reverencia a mi padre como el protocolo establece y me acerco con mis pantalones abombados y mi peto salmón, con un brazalete y joyas en mi frente, a sentarme sobre mis piernas al lado de mi Ab.
Espero tranquila a que éste me indique que puedo tomar una copa de vitae y cuando él lo hace, relleno primero la de los dos varones y luego la mía para degustarla. No está mal, la receta secreta de la Shamballah. Espero paciente, pero algo en el ambiente hago que mire a Ra'hae. Esta vez mis ojos no están llenos de agresividad, si no que parecen estar inmersos en un proceso de comprensión más elevado. La furia se ha ido y quién sabe a dónde puesto que le mantengo la mirada más de cinco segundos sin titubear. Luego del gran esfuerzo, volteo hacia mi Ab.
- Parece ser que somos los únicos, lamento la demora, pero estaba revisando algunos datos antes de venir, Ab. ¿Esperaremos más tiempo a los otros dos?
Kala Nahid Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
Localización : Jeddah o próximamente Damasco, depende del Equilibrador
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae ya sabia que Kala se acercaba, por lo que se preparo mentalmente para la experiencia particular de estar frente a ella. Realmente era algo desconcertante la mayor parte de las veces... a diferencia de la mayor parte de las mentes, la mente de Kala tenia algo particular. Sus pensamientos perdían su hilo conductor rápidamente y de manera completamente adrede. Era como nadar en el medio del océano mientras había una tormenta, nada era claro, todo se sacudía y cambiaba de forma todo el tiempo. Era obvio que era algo consciente, pero de todas maneras era desconcertante ya que en todos sus años nunca había conocido a alguien que lograra hacer eso de una manera tan efectiva.
Ademas de eso la mujer era claramente histrionica y ciclotimica por debajo de su fachada fría, lo cual no ayudaba en nada a su predicamento. Un pensamiento que había acompañado a Ra'hae durante décadas y tal vez siglos, era si la mujer lo había convertido en lo que era simplemente en un impulso. Dado que una vez que el se había convertido en un vástago, la había visto contadas veces a lo largo de los milenios, era algo que nunca le había quedado del todo claro al hombre. Con los años Ra'hae simplemente había aprendido a dejar eso de lado y simplemente aceptar su existencia. Había sido extraño el 'crecer' sin un 'padre' o 'madre', pero se había adaptado sin demasiados problemas.
Eventualmente Kala había aparecido en su vida, o mas bien, figurado a lo largo de ella de manera espontanea. Siendo quien era Ra'hae, y poseyendo un instintivo deseo por conocer mas sobre su sire, el vástago siempre la había estudiado con el máximo detalle posible, cada palabra, gesto, aroma y pensamiento analizado en busca de algo, algo que le diera sentido a Kala. El problema era que tal vez, Ra'hae había aprendido a leer entre lineas demasiado bien con los milenios, por lo que Kala lo evitaba y lo atacaba de todas maneras posibles debido a eso. Secretamente eso en algún punto muy profundo heria a Ra'hae, quien durante tanto tiempo se había esforzado para intentar entender a esa mujer que le había otorgado una eternidad y a la cual no podía acceder, ni acercarse ni comprender.
Ya cuando la mujer se situó frente a la puerta, Ra'hae pudo sentir el rechazo que le causaba el tener que enfrentarse a su presencia. El vástago cerró sus ojos por un instante y suspiro suavemente antes de alzar su vista y mirarla entrar. Sabia exactamente como se veía, había estado viajando durante varios días, estaba sucio, cansado y poco le importaba su apariencia en este momento. El hombre se veía por primera vez en muchísimo tiempo de una forma vulnerable.
Lo que era realmente insoportable de Ra'hae era que con los milenios, a diferencia de todos los demás vástagos, incluyéndola a ella y a Kareef, era que el hombre había encontrado alguna manera de simplemente cambiar su perspectiva. Esa era la realidad. Ra'hae ya no pensaba como un ser mortal, en algún momento, de alguna manera, el vástago había trastabillado con alguna clase de entendimiento que había alterado la misma manera en la que pensaba y veía el mundo. Ya no contemplaba el mundo con los ojos de alguien que vivía en años, décadas o siglos, Ra'hae simplemente era. Y la realidad era que el vástago ya no controlaba realmente si leía los pensamientos o las emociones de los seres que lo rodeaban, simplemente pasaba. Lo cual lo convertía en una pesadilla para Kala.
Con paciencia infinita, el hombre observo como su sire se sentaba a su lado y les servia la vitae. Cuando ella alzó la vista para mirar al hombre, tal como pasara siempre, sus ojos ya estaban ahí, observándola de esta manera tan intensa y tan alienigena. Había algo terriblemente profundo e indescifrable en los ojos del hombre, algo místico, eterno y extraño que al mismo tiempo que atraía e invitaba a descubrirlo, también incomodaba y a algunos les causaba incluso miedo. Los ojos del Guardián parecieron notar el cambio en la emoción de Kala de inmediato, porque sintió definitivamente como a pesar de el aparente cansancio su mirada se volvía mas alerta, buscando algo en lo profundo de los ojos de su sire. El momento, tan mágico y raro como había sido, pronto se había esfumado, y Ra'hae espero en silencio, observando tanto a Kareef como a Kala, aunque definitivamente le prestaba muchísima mas atención a la mujer en la habitación.
Ademas de eso la mujer era claramente histrionica y ciclotimica por debajo de su fachada fría, lo cual no ayudaba en nada a su predicamento. Un pensamiento que había acompañado a Ra'hae durante décadas y tal vez siglos, era si la mujer lo había convertido en lo que era simplemente en un impulso. Dado que una vez que el se había convertido en un vástago, la había visto contadas veces a lo largo de los milenios, era algo que nunca le había quedado del todo claro al hombre. Con los años Ra'hae simplemente había aprendido a dejar eso de lado y simplemente aceptar su existencia. Había sido extraño el 'crecer' sin un 'padre' o 'madre', pero se había adaptado sin demasiados problemas.
Eventualmente Kala había aparecido en su vida, o mas bien, figurado a lo largo de ella de manera espontanea. Siendo quien era Ra'hae, y poseyendo un instintivo deseo por conocer mas sobre su sire, el vástago siempre la había estudiado con el máximo detalle posible, cada palabra, gesto, aroma y pensamiento analizado en busca de algo, algo que le diera sentido a Kala. El problema era que tal vez, Ra'hae había aprendido a leer entre lineas demasiado bien con los milenios, por lo que Kala lo evitaba y lo atacaba de todas maneras posibles debido a eso. Secretamente eso en algún punto muy profundo heria a Ra'hae, quien durante tanto tiempo se había esforzado para intentar entender a esa mujer que le había otorgado una eternidad y a la cual no podía acceder, ni acercarse ni comprender.
Ya cuando la mujer se situó frente a la puerta, Ra'hae pudo sentir el rechazo que le causaba el tener que enfrentarse a su presencia. El vástago cerró sus ojos por un instante y suspiro suavemente antes de alzar su vista y mirarla entrar. Sabia exactamente como se veía, había estado viajando durante varios días, estaba sucio, cansado y poco le importaba su apariencia en este momento. El hombre se veía por primera vez en muchísimo tiempo de una forma vulnerable.
Lo que era realmente insoportable de Ra'hae era que con los milenios, a diferencia de todos los demás vástagos, incluyéndola a ella y a Kareef, era que el hombre había encontrado alguna manera de simplemente cambiar su perspectiva. Esa era la realidad. Ra'hae ya no pensaba como un ser mortal, en algún momento, de alguna manera, el vástago había trastabillado con alguna clase de entendimiento que había alterado la misma manera en la que pensaba y veía el mundo. Ya no contemplaba el mundo con los ojos de alguien que vivía en años, décadas o siglos, Ra'hae simplemente era. Y la realidad era que el vástago ya no controlaba realmente si leía los pensamientos o las emociones de los seres que lo rodeaban, simplemente pasaba. Lo cual lo convertía en una pesadilla para Kala.
Con paciencia infinita, el hombre observo como su sire se sentaba a su lado y les servia la vitae. Cuando ella alzó la vista para mirar al hombre, tal como pasara siempre, sus ojos ya estaban ahí, observándola de esta manera tan intensa y tan alienigena. Había algo terriblemente profundo e indescifrable en los ojos del hombre, algo místico, eterno y extraño que al mismo tiempo que atraía e invitaba a descubrirlo, también incomodaba y a algunos les causaba incluso miedo. Los ojos del Guardián parecieron notar el cambio en la emoción de Kala de inmediato, porque sintió definitivamente como a pesar de el aparente cansancio su mirada se volvía mas alerta, buscando algo en lo profundo de los ojos de su sire. El momento, tan mágico y raro como había sido, pronto se había esfumado, y Ra'hae espero en silencio, observando tanto a Kareef como a Kala, aunque definitivamente le prestaba muchísima mas atención a la mujer en la habitación.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 23/10/2011
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Para Kareef no es una sorpresa que su amigo diga que irá personalmente a ver cómo van los avances para la búsqueda de la Heredera de la Estirpe, todo lo contrario, no entiende por qué no ha ido ya. Tienen muy poco tiempo para encontrarla si es que quieren tener una pista de la posición de la Shamballah. Muchos dicen que ha muerto, pero aún Kareef tiene sus dudas, con tanto poder ¿Podría desaparecer así como así? Además, hay espíritus que juran que la vieron cuando todo terminó, pero no logran dilucidar o ponerse de acuerdo del lugar. Todos los que han mencionado han sido inspeccionados sin éxito alguno. ¿Serán los resquicios de la magia del ritual que ahora la ocultan a ella también? Algunos magos han propuesto esta hipótesis y si es así, será más que complicado el hallarla. Necesitan a la Heredera, eso es definitivo. No tienen otra opción más que encontrarla y con ella, abrir el Libro de los Atlantes.
Sonríe con alegría tomando el extremo de la narguile para fumar de él en tanto observa cómo se tensa su amigo al escuchar los pasos inequívocos de su hija, esa forma de caminar, las joyas tintineando, no hay duda que es ella. Kareef está orgulloso de ella, de su forma de pelear, de triunfar siempre por sobre todo no importando si arriesga su vida. Cierto, tiene que reprenderla por la estupidez en los Pirineos, pero ya será cuando estén a solas si no es que le saca antes de quicio y remata de una vez con todo, dándole regañiza, castigo y con justa razón. Aunque quizá el Equilibrador meta las narices donde no le llamen y eso podría ser contraproducente.
Cierto es que la presencia de Kala infunde todo, excepto tranquilidad en quienes la observan, hay ocasiones en que ni siquiera alguien puede acercársele porque la simple mirada de su hija es suficiente para que se lo piensen más de una vez antes siquiera de decirle incluso "Buen día". Aún recuerda a ese embajador que llegó dispuesto a tener a su lado a la Jequesa de Jeddah costara lo que costara y en cuanto Kala salió con ese gesto adusto, de inmediato solicitó el hombre que fuera a descansar si era necesario. Sonríe ante ese recuerdo. No entiende cómo es que Alastair no la ha matado ya. Aunque quizá tenga algo que ver que desde que llegaran a Alejandría le informaran que compartirían recámara.
¿Será que por fin su relación se consolida? Si es así, primero agradecerá a Alá con algunas oraciones y también pronto estará presionando al Minoico con una boda a la usanza árabe, de seguro que Alastair eso no le agradará y al Destructor menos, pero tiene que hacerse, es la tradición. No quiere que Kala sea mal vista y sobre todo, necesita por el propio bienestar de los Cinco Frentes Árabes, que el Destructor sepa de una vez por todas que ya no es de su propiedad. Que hay alguien con quien ella está. Mientras tanto, la observa llegar, ese atuendo le gusta, el color que usa, la forma en que se arregla. Sus movimientos son pausados y no rígidos como siempre, no hay tensión y aún al servirles a ellos primero tras darle el permiso de beber, se denota que está cambiando...
Alastair parece estar haciendo el milagro que ninguno de los Jeques logró en tan poco tiempo, aunque fácil no ha sido. Aún recuerda esa noche en el Sacro Imperio Romano cuando lo vio caminar sólo con los pantalones puestos en pos de lo que parecía ser la recámara de su hija... le enseñaba modales, creo que fue la frase que utilizó... No, no, era "le enseño a perder una batalla" y desapareció en el pasillo antes de que Kareef riera divertido. Los sonidos de la recámara que los criados le vinieron a decir, fueron la certeza de que Kala tenía en su vida a alguien que no tan fácilmente se iba a dejar. El Destructor tenía mucho que no se le imponía porque ella siempre lo paraba en seco recordándole esa noche fatídica.
Noche por la que también Kareef tuvo la culpa de lo que sobrevino después. Aunque Alastair parecía cortado con otra tijera, como no tenía encima ninguna mancha que Kala utilizara, la dejaba en jaque cada vez que podía. Está sacando con sus acciones a la vieja Kala. No, en eso se equivoca. Esta vampiresa tiene algo de la vieja y la nueva... sí, la serenidad, la relajación de la que era su hija humana aunada con la alegría y el optimismo mezclado con la guerrera, lo que implica una nueva amalgama... algo que no sabe si le gusta o no, pero espera ansioso el culmen de su transformación.
Y no es el único que lo nota, de inmediato percibe que Ra'hae lo ha descubierto, la forma en que la observa, en que pareciera querer arrebatar sus pensamientos ansioso. Su amigo podrá ser muy sabio, pero Kareef sabe bien cuánto le pesa que su Sire siempre lo evite y más tras su vuelta del Alamut. Es como si el Guardián fuera una serpiente que emponzoñaría a la mujer por lo que siempre lo mantuvo lejos, no sólo físicamente si no que mentalmente le daba cada golpe que luego Kareef tenía que ayudar al vampiro a salir avante.
- Entiendo, pero aún me gustaría esperarlos un poco, quizá lleguen... tarde, pero estoy seguro que podrán acudir a la cita. No hay que desesperar, mientras tanto charlemos... quizá Ra'hae tenga algo que preguntar - sonríe divertido al tiempo que miraba a su hija abrir los ojos desorbitadamente. Quiere ver hasta dónde Alastair la ha domado...
Sonríe con alegría tomando el extremo de la narguile para fumar de él en tanto observa cómo se tensa su amigo al escuchar los pasos inequívocos de su hija, esa forma de caminar, las joyas tintineando, no hay duda que es ella. Kareef está orgulloso de ella, de su forma de pelear, de triunfar siempre por sobre todo no importando si arriesga su vida. Cierto, tiene que reprenderla por la estupidez en los Pirineos, pero ya será cuando estén a solas si no es que le saca antes de quicio y remata de una vez con todo, dándole regañiza, castigo y con justa razón. Aunque quizá el Equilibrador meta las narices donde no le llamen y eso podría ser contraproducente.
Cierto es que la presencia de Kala infunde todo, excepto tranquilidad en quienes la observan, hay ocasiones en que ni siquiera alguien puede acercársele porque la simple mirada de su hija es suficiente para que se lo piensen más de una vez antes siquiera de decirle incluso "Buen día". Aún recuerda a ese embajador que llegó dispuesto a tener a su lado a la Jequesa de Jeddah costara lo que costara y en cuanto Kala salió con ese gesto adusto, de inmediato solicitó el hombre que fuera a descansar si era necesario. Sonríe ante ese recuerdo. No entiende cómo es que Alastair no la ha matado ya. Aunque quizá tenga algo que ver que desde que llegaran a Alejandría le informaran que compartirían recámara.
¿Será que por fin su relación se consolida? Si es así, primero agradecerá a Alá con algunas oraciones y también pronto estará presionando al Minoico con una boda a la usanza árabe, de seguro que Alastair eso no le agradará y al Destructor menos, pero tiene que hacerse, es la tradición. No quiere que Kala sea mal vista y sobre todo, necesita por el propio bienestar de los Cinco Frentes Árabes, que el Destructor sepa de una vez por todas que ya no es de su propiedad. Que hay alguien con quien ella está. Mientras tanto, la observa llegar, ese atuendo le gusta, el color que usa, la forma en que se arregla. Sus movimientos son pausados y no rígidos como siempre, no hay tensión y aún al servirles a ellos primero tras darle el permiso de beber, se denota que está cambiando...
Alastair parece estar haciendo el milagro que ninguno de los Jeques logró en tan poco tiempo, aunque fácil no ha sido. Aún recuerda esa noche en el Sacro Imperio Romano cuando lo vio caminar sólo con los pantalones puestos en pos de lo que parecía ser la recámara de su hija... le enseñaba modales, creo que fue la frase que utilizó... No, no, era "le enseño a perder una batalla" y desapareció en el pasillo antes de que Kareef riera divertido. Los sonidos de la recámara que los criados le vinieron a decir, fueron la certeza de que Kala tenía en su vida a alguien que no tan fácilmente se iba a dejar. El Destructor tenía mucho que no se le imponía porque ella siempre lo paraba en seco recordándole esa noche fatídica.
Noche por la que también Kareef tuvo la culpa de lo que sobrevino después. Aunque Alastair parecía cortado con otra tijera, como no tenía encima ninguna mancha que Kala utilizara, la dejaba en jaque cada vez que podía. Está sacando con sus acciones a la vieja Kala. No, en eso se equivoca. Esta vampiresa tiene algo de la vieja y la nueva... sí, la serenidad, la relajación de la que era su hija humana aunada con la alegría y el optimismo mezclado con la guerrera, lo que implica una nueva amalgama... algo que no sabe si le gusta o no, pero espera ansioso el culmen de su transformación.
Y no es el único que lo nota, de inmediato percibe que Ra'hae lo ha descubierto, la forma en que la observa, en que pareciera querer arrebatar sus pensamientos ansioso. Su amigo podrá ser muy sabio, pero Kareef sabe bien cuánto le pesa que su Sire siempre lo evite y más tras su vuelta del Alamut. Es como si el Guardián fuera una serpiente que emponzoñaría a la mujer por lo que siempre lo mantuvo lejos, no sólo físicamente si no que mentalmente le daba cada golpe que luego Kareef tenía que ayudar al vampiro a salir avante.
- Entiendo, pero aún me gustaría esperarlos un poco, quizá lleguen... tarde, pero estoy seguro que podrán acudir a la cita. No hay que desesperar, mientras tanto charlemos... quizá Ra'hae tenga algo que preguntar - sonríe divertido al tiempo que miraba a su hija abrir los ojos desorbitadamente. Quiere ver hasta dónde Alastair la ha domado...
Será algo divertido de descubrir...
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ya estaba ahí, ya no hay marcha atrás por lo que me resigno a pensar que en cualquier momento mi padre o bien, Ra'hae me pueden poner una trampa y ahí sí que no sé cómo voy a hacerle para salir bien librada o lo menos raspada que pueda. Me quedo en silencio en tanto veo a uno y a otro observarme contrariados y no puedo evitar sonreír levemente bajo la copa que llevo a mis labios para darle un buen trago y quedarme callada aún. Ah, claro que cierro mi mente para que Ra'hae no pueda leer y sólo esté viendo los hermosos bosques de las Montañas de los Pirineos.
Tan bonitos que son, me pregunto si serán igual de hermosos mientras nieva, con esas ramas llenas de esa sustancia blanquecina que es más helada que mis propias manos cuando la toco. O quizá ¿No sería mejor verlos en primavera? Con esos árboles frondosos, tanta vegetación renaciendo, tantos pequeños pájaros, zorros, venados incluso, que podría perseguir hasta atrapar uno y verlo cerquita aunque esté enloquecido de miedo por mi proximidad.
Aún me pregunto si no sería mejor verlos en la nieve, porque podría buscar una cueva con osos y verlos hibernar. Acá no hay muchos, es más, no hay ninguno. Suspiro profundamente antes de que mi padre llame mi atención, parpadeo y alzo una ceja como quien no quiere la cosa pensando justamente en él y la mujer que protegiera durante todo su viaje hasta Alejandría y que al desembarcar yo, me dijeran con sorna que ya tenía nueva "mami".
¿Mami yo? No hay que decir cómo quedó el idiota que me dijo eso, simplemente le rompí de un solo golpe tres costillas y le hice sacar sangre por la boca con el otro golpe que le dí en la espalda. Creo que lo mandaron directo a la enfermería. Lo único bueno y por lo cual papá no me va a reprender demasiado, es que es vampiro, así que sanará pronto. Sonrió con diversión mientras me regodeo en el recuerdo, a sabiendas que Ra'hae lo está viendo.
Sí, el que yo lo quiera no significa que permitiré que me haga como a papá o a cualquier otro jeque o persona. Es decir, ni sueñe que podrá leer mis pensamientos tan fácil, eso sí que no. Prefiero que me lo pregunte y como normalmente le doy la vuelta, pues dudo mucho que tenga la voluntad de volverlo a indagar. Bebo de nueva cuenta de la copa y me fijo en su contenido pensando en quién proporcionó la vitae. Es buena, de un tipo de sangre que me agrada aunque de ser sincera, todos me gustan.
Mi cuerpo pide más, así que se lo concedo dando otro ligero trago. La bestia se relame a sabiendas que es poco el líquido vital que tengo en las venas. Sonrío divertida al recordar el último juego que Alastair y yo inventamos. A ver quién aguantaba más tiempo bebiendo del otro o bien, permitiendo que el otro bebiera de tí. Lo destierro con rapidez, el que Ra'hae esté recuperándose de la impresión del vampiro en el suelo no significa que no vuelva a hacer la conexión. Así que me divertiré de nuevo pensando en algún otro episodio grotesco quizá el de los licántropos en ese bosque.
Lo fiero que eran, lo agresivo y qué tan a punto estuve de morir entre sus garras. No, eso no, mejor antes, durante la pelea, cómo caían los miembros tanto de ellos como de mis hombres, mientras continuábamos enzarzados en esa disputa eterna e infernal. Suspiro pensando en quién pudo enviar a tantos hombres lobo tan bien preparados, tan conscientes de su propia esencia como para coordinarse de esa forma tan letal. ¿Acaso el Papa tenía tanto poder para hacer eso? En cierta forma me da un escalofrío al pensarlo.
Si un ser humano tiene tal poder de convocatoria y es capaz de entrenar a esos perros, qué no hará con vampiros, magos, cambiaformas que son mucho más fáciles de convencer y de organizar. Los licántropos durante la luna llena no responden más que a los miembros de su especie, quizá alguno de ellos tuviera antes la cordura para incitar a sus hermanos y lograr un entendimiento tal que pudiera ordenarles aún estando transformados. Si es así, deberemos tener mucho más cuidado.
Tengo que esperar, qué aburrido de verdad, porque hay muchas cosas de las cuales dialogar. Suspiro y me pongo en pie para acercarme a la ventana y mirar el enorme jardín que ante mis ojos se muestra. En su interior puedo ver a Katra y a su amiga, que por cierto está bastante mal anímicamente. Quizá fuera necesaria la visita de alguien que pudiera canalizar todos los pensamientos de esa muchacha y transformarlos. Quizá alguien como...
- Ra'hae - susurra con voz leve, pero a sabiendas que él la escucha a la perfección - ¿Conoces a la amiga de la nueva esposa de mi padre? Se llama Marianne no sé qué, pero acaba de regresar a Alejandría tras un episodio muy fuerte con un cazador que hizo de su casa un pandemónium y no sólo eso... terminó en la mansión del actual Papa... desde entonces, la chiquilla no ríe mucho a pesar de que decían que era muy alegre y vivaracha. ¿Crees que tienes la fuerza para regresarla del limbo en el que voluntariamente se ha metido? - volteo a verlo esta vez, mis ojos se fijan en los de mi child al tiempo que permanecen ahí durante tanto tiempo.
Miro su confusión y la comprendo. Nunca he sido tan directa con él, pero entre que juego y entre que no, le estoy demostrando que he cambiado, sólo que no lo quiero todo el tiempo sobre mí. No me daría tiempo de estar con Alastair, así que le daré una tarea que estoy segura le fascinará. Siempre se ha caracterizado Ra'hae de ayudar a las personas que lo necesitan y esa chiquilla Marianne vaya que lo requiere. No me gusta ver cómo destruyen un alma... me recuerda a cuando lo hicieron conmigo... y eso me hace rabiar...
Tan bonitos que son, me pregunto si serán igual de hermosos mientras nieva, con esas ramas llenas de esa sustancia blanquecina que es más helada que mis propias manos cuando la toco. O quizá ¿No sería mejor verlos en primavera? Con esos árboles frondosos, tanta vegetación renaciendo, tantos pequeños pájaros, zorros, venados incluso, que podría perseguir hasta atrapar uno y verlo cerquita aunque esté enloquecido de miedo por mi proximidad.
Aún me pregunto si no sería mejor verlos en la nieve, porque podría buscar una cueva con osos y verlos hibernar. Acá no hay muchos, es más, no hay ninguno. Suspiro profundamente antes de que mi padre llame mi atención, parpadeo y alzo una ceja como quien no quiere la cosa pensando justamente en él y la mujer que protegiera durante todo su viaje hasta Alejandría y que al desembarcar yo, me dijeran con sorna que ya tenía nueva "mami".
¿Mami yo? No hay que decir cómo quedó el idiota que me dijo eso, simplemente le rompí de un solo golpe tres costillas y le hice sacar sangre por la boca con el otro golpe que le dí en la espalda. Creo que lo mandaron directo a la enfermería. Lo único bueno y por lo cual papá no me va a reprender demasiado, es que es vampiro, así que sanará pronto. Sonrió con diversión mientras me regodeo en el recuerdo, a sabiendas que Ra'hae lo está viendo.
Sí, el que yo lo quiera no significa que permitiré que me haga como a papá o a cualquier otro jeque o persona. Es decir, ni sueñe que podrá leer mis pensamientos tan fácil, eso sí que no. Prefiero que me lo pregunte y como normalmente le doy la vuelta, pues dudo mucho que tenga la voluntad de volverlo a indagar. Bebo de nueva cuenta de la copa y me fijo en su contenido pensando en quién proporcionó la vitae. Es buena, de un tipo de sangre que me agrada aunque de ser sincera, todos me gustan.
Mi cuerpo pide más, así que se lo concedo dando otro ligero trago. La bestia se relame a sabiendas que es poco el líquido vital que tengo en las venas. Sonrío divertida al recordar el último juego que Alastair y yo inventamos. A ver quién aguantaba más tiempo bebiendo del otro o bien, permitiendo que el otro bebiera de tí. Lo destierro con rapidez, el que Ra'hae esté recuperándose de la impresión del vampiro en el suelo no significa que no vuelva a hacer la conexión. Así que me divertiré de nuevo pensando en algún otro episodio grotesco quizá el de los licántropos en ese bosque.
Lo fiero que eran, lo agresivo y qué tan a punto estuve de morir entre sus garras. No, eso no, mejor antes, durante la pelea, cómo caían los miembros tanto de ellos como de mis hombres, mientras continuábamos enzarzados en esa disputa eterna e infernal. Suspiro pensando en quién pudo enviar a tantos hombres lobo tan bien preparados, tan conscientes de su propia esencia como para coordinarse de esa forma tan letal. ¿Acaso el Papa tenía tanto poder para hacer eso? En cierta forma me da un escalofrío al pensarlo.
Si un ser humano tiene tal poder de convocatoria y es capaz de entrenar a esos perros, qué no hará con vampiros, magos, cambiaformas que son mucho más fáciles de convencer y de organizar. Los licántropos durante la luna llena no responden más que a los miembros de su especie, quizá alguno de ellos tuviera antes la cordura para incitar a sus hermanos y lograr un entendimiento tal que pudiera ordenarles aún estando transformados. Si es así, deberemos tener mucho más cuidado.
Tengo que esperar, qué aburrido de verdad, porque hay muchas cosas de las cuales dialogar. Suspiro y me pongo en pie para acercarme a la ventana y mirar el enorme jardín que ante mis ojos se muestra. En su interior puedo ver a Katra y a su amiga, que por cierto está bastante mal anímicamente. Quizá fuera necesaria la visita de alguien que pudiera canalizar todos los pensamientos de esa muchacha y transformarlos. Quizá alguien como...
- Ra'hae - susurra con voz leve, pero a sabiendas que él la escucha a la perfección - ¿Conoces a la amiga de la nueva esposa de mi padre? Se llama Marianne no sé qué, pero acaba de regresar a Alejandría tras un episodio muy fuerte con un cazador que hizo de su casa un pandemónium y no sólo eso... terminó en la mansión del actual Papa... desde entonces, la chiquilla no ríe mucho a pesar de que decían que era muy alegre y vivaracha. ¿Crees que tienes la fuerza para regresarla del limbo en el que voluntariamente se ha metido? - volteo a verlo esta vez, mis ojos se fijan en los de mi child al tiempo que permanecen ahí durante tanto tiempo.
Miro su confusión y la comprendo. Nunca he sido tan directa con él, pero entre que juego y entre que no, le estoy demostrando que he cambiado, sólo que no lo quiero todo el tiempo sobre mí. No me daría tiempo de estar con Alastair, así que le daré una tarea que estoy segura le fascinará. Siempre se ha caracterizado Ra'hae de ayudar a las personas que lo necesitan y esa chiquilla Marianne vaya que lo requiere. No me gusta ver cómo destruyen un alma... me recuerda a cuando lo hicieron conmigo... y eso me hace rabiar...
Kala Nahid Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/10/2011
Localización : Jeddah o próximamente Damasco, depende del Equilibrador
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Ra'hae suspiró mentalmente mientras que observaba a Kala y era bombardeado por varios hilos de pensamiento, algunos superficiales, otros mas profundos, todos caóticos, saltando de un recuerdo a otro. Kala pensaba, en parte porque Ra'hae había a propósito alimentado esa idea, de que esa clase de saltos lo 'shockeaban' o lo mareaban. Así que Ra'hae siempre seguía alimentando la noción, poniendo expresiones faciales de ligera confusión a medida que la escena cambiaba de los bosques pirineos en invierno antes de saltar a verano, a los zorros.
La realidad sin embargo era que lo único que generaban estos cambios era frustración. Ra'hae quería ver pensamientos, no recuerdos, imágenes o patrones sin sentido. Pero daba igual. Eso era lo cierto. Y era algo que tal vez Kala con los años había aprendido a notar también y por eso era que salia corriendo lo mas rápidamente posible de la presencia de Ra'hae. Eran contadas las veces en las que ambos permanecían a distancia cara a cara por mas de una hora, como máximo. Mucho antes de que se lograra ese tiempo, Kala encontraba alguna clase de excusa para irse lo mas pronto de en frente suyo, alejarse del rango en el que el podía meterse adentro de su mente y su corazón.
Eso era lo que hacia que Ra'hae fuera como una serpiente para Kala. El hombre no solo se filtraba dentro de sus pensamientos, sino que también lo hacia con sus emociones. Era como estar completamente desnudo frente al vástago. De la manera mas extraña e intima posible. Kala se defendía de eso saltando de una linea de pensamiento a la otra. Otros, como Kareef simplemente aceptaban que esto era así, que Ra'hae simplemente podía saber los pensamientos y percibir las emociones y simplemente había que dejar que eso fuera de esa forma. El hombre después de todo era leal, benévolo y altruista. ¿ Existía alguna razón mas allá de la vergüenza, para esconderse de el? E incluso a pesar de la vergüenza, la realidad era que Ra'hae no juzgaba a los seres que estaban alrededor suyo.
Pero a pesar de que Kala pensara que estaba 'segura' porque saltaba de un pensamiento al otro y 'shockeaba' a Ra'hae con lo que le mostraba. La realidad era que se necesitaba mas, mucho mas que brutalidad o sangre para descolocar al Guardián. Y lo cierto era que cada hilo de pensamiento revelaba algo, muy, muy pequeño, pero era algo al fin, de lo que Kala pensaba y sentía. Y eso era todo lo que Ra'hae necesitaba. En el pasado Kareef lo había llamado 'tejedor' porque el hombre solo necesitaba pequeños hilos para empezar a entretejer cualquier cosa. Viendo de a ratitos a Kala era el que más la entendía, a pesar de que la mujer lo único que hacia era intentar alejarlo, ahuyentarlo o confundirlo con todo lo que hacia.
Por fuera frunció el ceño cuando vio que Kala golpeaba casi hasta la muerte a otro vampiro por decirle algo que no le gustaba, más sin embargo, por dentro estaba siguiendo los otros pensamientos en paralelo que ella tenía sobre él. Era evidente que este Alastair se había convertido en alguien importante en poco tiempo. Kareef y Kala, ambos pensaban sobre él y le daban importancia. Era molesto que normalmente Kala lo mantuviera lo suficientemente lejos como para que él no se enterara de estas cosas hasta que fuera demasiado tarde.
Mientras que escuchaba de fondo las deducciones de Kala sobre el Papa, Ra'hae pensaba en todo lo que sabía sobre este nuevo ser que aparentemente era tan importante. La voz alta de Kala por un instante para Ra'hae fue simplemente otro pensamiento mas, hasta que continuó hablando dirigiéndose a él.
Ahí el hombre giró su cabeza para mirar la espalda de Kala, o mas bien su trasero y su espalda, ya que estaba apoyada en la ventana viendo el jardín. Entendía claramente por que tantos hombres se habían arrojado a los pies de ella, esperando en vano recibir sus atenciones. Era cierto que era una pequeña diosa entre mortales... y aunque Ra'hae normalmente estaba lejos muy lejos de caer en esa clase de tentaciones mortales, no podía negar que de tanto en tanto sus ojos solos se torcían para admirar algo en ella. El Guardián siempre le echo la culpa al vinculo de sangre... pero la realidad era que ni él sabía por que sucedía. Pero a pesar de esto, el hombre la escuchó con tranquilidad y la observó voltearse. Sus ojos rápidamente buscaron los de su sire para mirar el reflejo de su alma y ver con su empatía que era lo que se escondía ahí dentro.
¿Eso era lo que ella sentía? ¿Que habían destruido su alma? Ra'hae frunció el ceño y parpadeo. El hombre pareció pensarlo por un momento mientras que miraba a Kala, con un poco de frustración y un dejo lejano de tristeza. Era evidente que él nunca iba a poder hacer nada para salvarla a ella, ella nunca lo permitiría y eso era obvio. No entendía exactamente por que, pero poco importaba entender las razones. Simplemente era de esa manera. Y eso siempre le había dolido muy profundamente por razones que no podía explicar.
"La he visto hace un rato por la ventana... si te hace sentir mejor, haré lo posible para salvarla de lo que le hayan hecho..." respondió el vástago en voz baja también. Realmente Ra'hae hubiera preferido que Kareef no estuviera allí en esos momentos, pero era imposible tener momentos con Kala los dos a solas. Generalmente Kareef estaba en el medio para mediar y asegurarse de que Kala no intentara moler a golpes a Ra'hae por algo que decía, o evitar que la mujer huyera instantáneamente de su presencia.
"Me temo que depende de ella mas que de mi el que tan bien termine... sin embargo te prometo que haré todo lo que este a mi alcance para que salga avante y vuelva a ser igual que antes..." le dijo mirándola a los ojos, dejando que tal vez, si ella lo aceptaba, un poco de empatía y simpatía se formara entre Sire y Child. Normalmente Kala lo rechazaba, cada vez que el llegaba a un punto como este, en el que podía armar una conexión con ella y entender como se sentía, la mujer lo negaba rotundamente y lo echaba a patadas.
Era un buen momento para ver que tan lejos había llegado el cambio que este Alastair había conseguido comenzar. Esperaba que por primera vez, pudiera formar un pequeño puente con su sire sin que ella lo prendiera fuego al primer instante.
La realidad sin embargo era que lo único que generaban estos cambios era frustración. Ra'hae quería ver pensamientos, no recuerdos, imágenes o patrones sin sentido. Pero daba igual. Eso era lo cierto. Y era algo que tal vez Kala con los años había aprendido a notar también y por eso era que salia corriendo lo mas rápidamente posible de la presencia de Ra'hae. Eran contadas las veces en las que ambos permanecían a distancia cara a cara por mas de una hora, como máximo. Mucho antes de que se lograra ese tiempo, Kala encontraba alguna clase de excusa para irse lo mas pronto de en frente suyo, alejarse del rango en el que el podía meterse adentro de su mente y su corazón.
Eso era lo que hacia que Ra'hae fuera como una serpiente para Kala. El hombre no solo se filtraba dentro de sus pensamientos, sino que también lo hacia con sus emociones. Era como estar completamente desnudo frente al vástago. De la manera mas extraña e intima posible. Kala se defendía de eso saltando de una linea de pensamiento a la otra. Otros, como Kareef simplemente aceptaban que esto era así, que Ra'hae simplemente podía saber los pensamientos y percibir las emociones y simplemente había que dejar que eso fuera de esa forma. El hombre después de todo era leal, benévolo y altruista. ¿ Existía alguna razón mas allá de la vergüenza, para esconderse de el? E incluso a pesar de la vergüenza, la realidad era que Ra'hae no juzgaba a los seres que estaban alrededor suyo.
Pero a pesar de que Kala pensara que estaba 'segura' porque saltaba de un pensamiento al otro y 'shockeaba' a Ra'hae con lo que le mostraba. La realidad era que se necesitaba mas, mucho mas que brutalidad o sangre para descolocar al Guardián. Y lo cierto era que cada hilo de pensamiento revelaba algo, muy, muy pequeño, pero era algo al fin, de lo que Kala pensaba y sentía. Y eso era todo lo que Ra'hae necesitaba. En el pasado Kareef lo había llamado 'tejedor' porque el hombre solo necesitaba pequeños hilos para empezar a entretejer cualquier cosa. Viendo de a ratitos a Kala era el que más la entendía, a pesar de que la mujer lo único que hacia era intentar alejarlo, ahuyentarlo o confundirlo con todo lo que hacia.
Por fuera frunció el ceño cuando vio que Kala golpeaba casi hasta la muerte a otro vampiro por decirle algo que no le gustaba, más sin embargo, por dentro estaba siguiendo los otros pensamientos en paralelo que ella tenía sobre él. Era evidente que este Alastair se había convertido en alguien importante en poco tiempo. Kareef y Kala, ambos pensaban sobre él y le daban importancia. Era molesto que normalmente Kala lo mantuviera lo suficientemente lejos como para que él no se enterara de estas cosas hasta que fuera demasiado tarde.
Mientras que escuchaba de fondo las deducciones de Kala sobre el Papa, Ra'hae pensaba en todo lo que sabía sobre este nuevo ser que aparentemente era tan importante. La voz alta de Kala por un instante para Ra'hae fue simplemente otro pensamiento mas, hasta que continuó hablando dirigiéndose a él.
Ahí el hombre giró su cabeza para mirar la espalda de Kala, o mas bien su trasero y su espalda, ya que estaba apoyada en la ventana viendo el jardín. Entendía claramente por que tantos hombres se habían arrojado a los pies de ella, esperando en vano recibir sus atenciones. Era cierto que era una pequeña diosa entre mortales... y aunque Ra'hae normalmente estaba lejos muy lejos de caer en esa clase de tentaciones mortales, no podía negar que de tanto en tanto sus ojos solos se torcían para admirar algo en ella. El Guardián siempre le echo la culpa al vinculo de sangre... pero la realidad era que ni él sabía por que sucedía. Pero a pesar de esto, el hombre la escuchó con tranquilidad y la observó voltearse. Sus ojos rápidamente buscaron los de su sire para mirar el reflejo de su alma y ver con su empatía que era lo que se escondía ahí dentro.
¿Eso era lo que ella sentía? ¿Que habían destruido su alma? Ra'hae frunció el ceño y parpadeo. El hombre pareció pensarlo por un momento mientras que miraba a Kala, con un poco de frustración y un dejo lejano de tristeza. Era evidente que él nunca iba a poder hacer nada para salvarla a ella, ella nunca lo permitiría y eso era obvio. No entendía exactamente por que, pero poco importaba entender las razones. Simplemente era de esa manera. Y eso siempre le había dolido muy profundamente por razones que no podía explicar.
"La he visto hace un rato por la ventana... si te hace sentir mejor, haré lo posible para salvarla de lo que le hayan hecho..." respondió el vástago en voz baja también. Realmente Ra'hae hubiera preferido que Kareef no estuviera allí en esos momentos, pero era imposible tener momentos con Kala los dos a solas. Generalmente Kareef estaba en el medio para mediar y asegurarse de que Kala no intentara moler a golpes a Ra'hae por algo que decía, o evitar que la mujer huyera instantáneamente de su presencia.
"Me temo que depende de ella mas que de mi el que tan bien termine... sin embargo te prometo que haré todo lo que este a mi alcance para que salga avante y vuelva a ser igual que antes..." le dijo mirándola a los ojos, dejando que tal vez, si ella lo aceptaba, un poco de empatía y simpatía se formara entre Sire y Child. Normalmente Kala lo rechazaba, cada vez que el llegaba a un punto como este, en el que podía armar una conexión con ella y entender como se sentía, la mujer lo negaba rotundamente y lo echaba a patadas.
Era un buen momento para ver que tan lejos había llegado el cambio que este Alastair había conseguido comenzar. Esperaba que por primera vez, pudiera formar un pequeño puente con su sire sin que ella lo prendiera fuego al primer instante.
Ra'hae Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/10/2011
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
La noche es un manto oscuro sobre que se cierne sobre la ciudad de alejandría. La voluntad del vampiro asi lo exige pues no soporta ninguna clase de luz. Aun las antorchas languidenzen bajo el silencioso paso de Rahman, levita sobre la ciudad y por sobre la cabeza de los hombres, sus pensamientos estan aun mas alejados. Había dormido largo tiempo aquella profunda clase de sueño en que los vampiros entran cuando al letargo se exilian. Era tiempo ya de un nuevo despertar. Los chacales que tenia por informantes le trajeron noticias sobre la presencia de Kala en la fastuosa reunión.
Hasta donde su interés le permitió enterarse se le habia convocado pues Kareef estaba reuniendo a sus fuerzas para una posible guerra abierta. Algo que hacía varios años esperada El Destructor, lleno como se encontraba siempre de un ansia sanguinaria por arrasar de nuevo ciudades y sumergirse en el caótico mundo de la guerra.
Sin embargo la amnistía con nuestros enemigos permanecía como regla imperante desde hacia mucho tiempo.
- ¡Ay! ¡Lejanos, tiempos de la gran nada! - grita desde las alturas con emoción inusitada, enervado por los recuerdos. Pudo haber mandado a algun emisario, ungido con el aroma a muerte de la Necrópolis, sin embargo la perpectiva de ver a Kala era algo que no dejaría pasar.
- "Ella vuelve como la marea a golpear la playa de mi ardiente lujuria, como una tormenta de Luna llena, voluble como toda Diosa, me hechizaba arrastrandome hacia sus encantos con miradas dulces y voz tipluda. Elevando mi ego para hacerme sentir infinito, poderoso. Su amo y señor, pero lo cierto es que cuando la luna menguaba ella desaparecía sumiéndome en una desconocida desperación"
Rahman se queda en silencio - regresa sobre sus palabras de las cuales ignora el propósito, como si hubiesen salido de un lugar ignoto de su alma - mientras mira aparecer sobre el horizonte el gran palacio de Kareef, percibiendo con los sentidos las escencias de sus hermanos. Olvidó ya la sangre y el fragor de la batalla, los gritos son ecos que se borran para dar paso a la voz de Kala. Como no sabe cual será la reacción de sus hermanos, decide entrar como rayo de luna por una ventana, descendiendo entre ellos en pleno vuelo.
Las sensaciones cargaban la sala de energía, su sensibilidad pudo sentir los lazos que Ra'hae extendía, invisibles rodeando a la hermosa hermana. Descendió sin mirar a nadie, mas una vez poniendo los pies en el suelo se incorporó suavemente dedicandoles una sonrisa a los presentes y mostrándoles sólo el reflejo de sus rostros en las pupilas con una breve y fría mirada.
Esta se detiene finalmente en ella, en el su cuerpo sugerido por los contornos de la tela que en otras noches ha devorado. El fuego en la mirada de ella le asegura que sin importar lo que esa noche se decida las llamas del infierno se elvarán a devorarlo todo, y eso enciende la sangre putrefacta aunque mas poderosa conforme pasa el tiempo que le habita, como lava dentro de un volcán.
- ¡Allah Akbar! - dice en cuierto tono sarcástico, aquel que no profesa ninguna fé.
Pudo escuchar un breve revuelo fuera de la sala pues los guardias debieron ver algo entrar a toda velocidad a la sala donde los Señores Al'Ramiz se reunían. Pronto entrarían en tropel y se toparían con los custorios de las cuatro puertas de acceso que los detendrán aduciendo que "eso" que penetró en la sagrada habitación fue nada menos que el Jeque de Luxor. El señor de la ciudad de los Palacios. Ante la mención de su nombre, los vigilantes tiemblan y se retiran.
- Veo que ya estaís todos aquí.
Hasta donde su interés le permitió enterarse se le habia convocado pues Kareef estaba reuniendo a sus fuerzas para una posible guerra abierta. Algo que hacía varios años esperada El Destructor, lleno como se encontraba siempre de un ansia sanguinaria por arrasar de nuevo ciudades y sumergirse en el caótico mundo de la guerra.
Sin embargo la amnistía con nuestros enemigos permanecía como regla imperante desde hacia mucho tiempo.
- ¡Ay! ¡Lejanos, tiempos de la gran nada! - grita desde las alturas con emoción inusitada, enervado por los recuerdos. Pudo haber mandado a algun emisario, ungido con el aroma a muerte de la Necrópolis, sin embargo la perpectiva de ver a Kala era algo que no dejaría pasar.
- "Ella vuelve como la marea a golpear la playa de mi ardiente lujuria, como una tormenta de Luna llena, voluble como toda Diosa, me hechizaba arrastrandome hacia sus encantos con miradas dulces y voz tipluda. Elevando mi ego para hacerme sentir infinito, poderoso. Su amo y señor, pero lo cierto es que cuando la luna menguaba ella desaparecía sumiéndome en una desconocida desperación"
Rahman se queda en silencio - regresa sobre sus palabras de las cuales ignora el propósito, como si hubiesen salido de un lugar ignoto de su alma - mientras mira aparecer sobre el horizonte el gran palacio de Kareef, percibiendo con los sentidos las escencias de sus hermanos. Olvidó ya la sangre y el fragor de la batalla, los gritos son ecos que se borran para dar paso a la voz de Kala. Como no sabe cual será la reacción de sus hermanos, decide entrar como rayo de luna por una ventana, descendiendo entre ellos en pleno vuelo.
Las sensaciones cargaban la sala de energía, su sensibilidad pudo sentir los lazos que Ra'hae extendía, invisibles rodeando a la hermosa hermana. Descendió sin mirar a nadie, mas una vez poniendo los pies en el suelo se incorporó suavemente dedicandoles una sonrisa a los presentes y mostrándoles sólo el reflejo de sus rostros en las pupilas con una breve y fría mirada.
Esta se detiene finalmente en ella, en el su cuerpo sugerido por los contornos de la tela que en otras noches ha devorado. El fuego en la mirada de ella le asegura que sin importar lo que esa noche se decida las llamas del infierno se elvarán a devorarlo todo, y eso enciende la sangre putrefacta aunque mas poderosa conforme pasa el tiempo que le habita, como lava dentro de un volcán.
- ¡Allah Akbar! - dice en cuierto tono sarcástico, aquel que no profesa ninguna fé.
Pudo escuchar un breve revuelo fuera de la sala pues los guardias debieron ver algo entrar a toda velocidad a la sala donde los Señores Al'Ramiz se reunían. Pronto entrarían en tropel y se toparían con los custorios de las cuatro puertas de acceso que los detendrán aduciendo que "eso" que penetró en la sagrada habitación fue nada menos que el Jeque de Luxor. El señor de la ciudad de los Palacios. Ante la mención de su nombre, los vigilantes tiemblan y se retiran.
- Veo que ya estaís todos aquí.
Rahman Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/04/2012
Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Verlos es recordar por qué viven tan separados de los demás. Empezando por Kala quien se da el lujo de confundir a todos los que la observan. Ra'hae quien tiene por costumbre analizar y profundizar aún en contra de los deseos de los demás. Rahman que busca la guerra sólo por ansiar la sangre en sus manos. Y Tariq que siempre es la cabeza fría de todos. Aún así el Jeque tiene que reconocer que en ocasiones le frustran, le desesperan y anhela darles a todos una lección para que sus caracteres equidistantes puedan llegar a un punto en común. Innegable que los quiera, que sean su familia y como tal los acepte sin dudar, que los proteja y resguarde, pero también les exija cuando es necesario sobre todo cuando hay algo tan grande que perder como el día de hoy.
Los planos y mapas, los entresijos de la nueva aventura de Agharta no son más que un fiero recordatorio de todo lo que está aconteciendo en el mundo y que ellos como Guardianes de las Cinco Puertas deberán enfrentar. Las reuniones con el Sanat Kumara no están funcionando y es ahora, en el instante en que Kala y Ra'hae se enfrascan en una de sus habituales jugarretas del gato y el ratón que el Jeque medita en silencio. Si Valerius quiere salir al mundo y llevar a cabo sus ímpetus de venganza y de descontrol por no encontrar a su cónyuge, tendrán grandes dolores de cabeza y habrá muchas pérdidas. Tienen que detenerlo antes de que ponga a Agharta en peligro.
La llegada de Rahman no arregla las cosas, pareciera empeorarlas. Kareef se acaricia el tabique nasal... volando... no encontró otra mejor forma de llamar la atención que... volar... aspira profundo un aire que no necesita en tanto piensa qué va a hacer con este vampiro que no aparenta los más de mil años que tiene. Es más, ni siquiera pareciera tener la edad de un niño de un lustro. De reojo observa cómo los guardias, en la más completa justificación, entran a la habitación y al ver quién está presente, bajan la cabeza y se retiran. Kareef se lame los labios recostándose sobre los cojines mirando el techo, ignorando por completo ahora a todos. ¿Es mucho pedir un poco de madurez en vampiros de más de varios milenios? ¿Un poco de serenidad? ¿De olvidar sus egoístas motivos para concentrarse en la reunión.
- No, aún falta el Equilibrador - susurra bajo deseando completar la frase, pero no evita el pensarla "Yo cuento a cuatro, somos cinco... cinco menos cuatro, uno... uno falta... ¿Acaso no sabe contar?" Es en estos momentos que se pregunta cómo pueden dirigir a un pueblo si no se pueden gobernar a sí mismos. Sí, necesita a alguien a su lado, una persona que sea su brazo derecho y que ponga en su lugar a todos cuando Kareef esté harto. En muchos momentos ha pensado que le tienen tomada la medida... alguien nuevo podría ser el balance, pero ¿Seis Frentes Árabes? Imposible... A menos que... su mirada se dirige a su hija. Son Jeques... no Jequesas. ¿Podría darle el lugar a...? La dejaría como miembro honorario del Consejo. Chasquea la lengua con una sonrisa que se ensancha. Sí... ¿Por qué no...?
Los planos y mapas, los entresijos de la nueva aventura de Agharta no son más que un fiero recordatorio de todo lo que está aconteciendo en el mundo y que ellos como Guardianes de las Cinco Puertas deberán enfrentar. Las reuniones con el Sanat Kumara no están funcionando y es ahora, en el instante en que Kala y Ra'hae se enfrascan en una de sus habituales jugarretas del gato y el ratón que el Jeque medita en silencio. Si Valerius quiere salir al mundo y llevar a cabo sus ímpetus de venganza y de descontrol por no encontrar a su cónyuge, tendrán grandes dolores de cabeza y habrá muchas pérdidas. Tienen que detenerlo antes de que ponga a Agharta en peligro.
La llegada de Rahman no arregla las cosas, pareciera empeorarlas. Kareef se acaricia el tabique nasal... volando... no encontró otra mejor forma de llamar la atención que... volar... aspira profundo un aire que no necesita en tanto piensa qué va a hacer con este vampiro que no aparenta los más de mil años que tiene. Es más, ni siquiera pareciera tener la edad de un niño de un lustro. De reojo observa cómo los guardias, en la más completa justificación, entran a la habitación y al ver quién está presente, bajan la cabeza y se retiran. Kareef se lame los labios recostándose sobre los cojines mirando el techo, ignorando por completo ahora a todos. ¿Es mucho pedir un poco de madurez en vampiros de más de varios milenios? ¿Un poco de serenidad? ¿De olvidar sus egoístas motivos para concentrarse en la reunión.
- No, aún falta el Equilibrador - susurra bajo deseando completar la frase, pero no evita el pensarla "Yo cuento a cuatro, somos cinco... cinco menos cuatro, uno... uno falta... ¿Acaso no sabe contar?" Es en estos momentos que se pregunta cómo pueden dirigir a un pueblo si no se pueden gobernar a sí mismos. Sí, necesita a alguien a su lado, una persona que sea su brazo derecho y que ponga en su lugar a todos cuando Kareef esté harto. En muchos momentos ha pensado que le tienen tomada la medida... alguien nuevo podría ser el balance, pero ¿Seis Frentes Árabes? Imposible... A menos que... su mirada se dirige a su hija. Son Jeques... no Jequesas. ¿Podría darle el lugar a...? La dejaría como miembro honorario del Consejo. Chasquea la lengua con una sonrisa que se ensancha. Sí... ¿Por qué no...?
Kareef Al'Ramiz- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/10/2011
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Re: A las orillas del mar, las arenas siempre se encuentran (Alejandría) (Ra'hae Al'Ramiz y otros)
Si me preguntasen que esperaba obtener de aquel viaje a Alejandría luego de la discusión con la jequesa, mi respuesta hubiese sido una sola, nada. Pero la verdad es que el impulso de protegerla, traspasando el límite que nadie se atreviese a cruzar, dio giro inesperado a mis expectativas. Desde aquel momento, e incluso después que nos instalásemos en la majestuosa ciudad de Alejandría, en el palacio del Jeque Al’Ramiz, no hubo noche o más bien, mañana que no compartiésemos lecho , la habitación de ella paso a ser testigo de nuestros encuentros, encuentros que contrario a lo que se pueden imaginar, no solo eran de carácter sexual. No negaré que en su comienzo así fuese, recorrí a la joven de cuantos modos pude imaginar y le robe cuantos orgamos pudiese alcanzar con provocaciones tan diversas y bizarras como el enigma de los cinco frentes. Luego vinieron encuentros dedicados a develar, como si fuesen los pétalos de una flor, algunos de los momentos más memorables de los milenios de existencia.
Se podría decir las últimas semanas han sido un oasis en el desierto, un espejismo para aquel vástago que se pierde en el desierto y cree encontrar un refugio. Eso representa el tiempo vivido con ella, aunque Kala ha sido un mar de contradicciones, en la intimidad un mar calmo y sereno que puedo navegar aun entre las turbulencias de la pasión, pero en público ante sus escoltas e incluso ante su padre, regresaba a ser la fía y distante jequesa, cuyo carácter es insufrible y quien no tolera compartir a su padre. Aunque curiosamente, no se atrevió a recriminarle su boda, no tiene moral para exigirle nada, era fácil leer la respuesta de Kareef ante cualquier insinuación al respecto. Pero por sobre todo se trataba de una especie de vacaciones, lejos de los problemas de Europa y sus misiones, casi ignorantes de las novedades de Agharta. Aunque ello era solo una apariencia, pero ambos sabíamos de nuestros deberes, de los cuales poco compartíamos el uno con el otro. Fue así como hace tres noches me despedí de ella, para sumergirme en las profundidades de la tierra, y presentarme ante un irreconocible Sanat Kumara.
Ahora vestido a la usanza árabe, con una túnica de un color gris me encaminaba desde la habitación que horas compartiese con Kala al salon donde los cinco Jeques se reunirían, sabía bien que los mapas ya se encontraban allí, al igual que la tablilla que Valerius me entregase con la nueva organización de cada circulo de minoicos y su respectivo Hiperboréano. Junto a la tablilla debía entregar un mensaje, uno cuyo contenido era del todo desconocido apra mi. Llegue a la puerta tallada en preciso momento que uno de los lacayos comentaba la infantil llegada del Destructor, de quien solo sabía de su fama de sanguinario y la historia que compartiese con Nahid. Mi semblante se endureció, no por celos, sino por la línea de pensamiento del lacayo - El hereje será desplazado - fueron las palabras que distinguió, antes de entrar sin anunciarse al salón donde lo aguardaba el Jeque de Jeques.
- Buenas noches - salude a los presentes, sin intención de presentarme, solo cruzando una fugaz mirada con la jequesa, un gesto territorial - Kareef, Señores de los cinco Frentes, lamento interrumpir, pero cumplo con la voluntad de Sanat Kumara - expreso pasando la vista de uno en uno, para luego regresar hasta el Jeque de Jeques, quien inexpresivo en apariencia lanzo una significaba mirada ante mi presencia, y el tardío momento en que reportaba mi regreso, aunque en aquella habitación aparte de mi dos personas más conocían la explicación a mi tardanza - Kareef, Valerius envía esto para ser leído ante los convocados - extiendo el pergamino, sospechando su contenido al notar la ausencia de uno de ellos - Los nuevos planos se encuentra ya dispuestos para ser analizados, al igual que los nuevos minoicos y los hiperboréanos. Podrás notar que no son pocos los decesos - Enfatizo aquello, pues aquel antecedente puede significar un enfrentamiento directo y un pronto consejo de guerra.
Se podría decir las últimas semanas han sido un oasis en el desierto, un espejismo para aquel vástago que se pierde en el desierto y cree encontrar un refugio. Eso representa el tiempo vivido con ella, aunque Kala ha sido un mar de contradicciones, en la intimidad un mar calmo y sereno que puedo navegar aun entre las turbulencias de la pasión, pero en público ante sus escoltas e incluso ante su padre, regresaba a ser la fía y distante jequesa, cuyo carácter es insufrible y quien no tolera compartir a su padre. Aunque curiosamente, no se atrevió a recriminarle su boda, no tiene moral para exigirle nada, era fácil leer la respuesta de Kareef ante cualquier insinuación al respecto. Pero por sobre todo se trataba de una especie de vacaciones, lejos de los problemas de Europa y sus misiones, casi ignorantes de las novedades de Agharta. Aunque ello era solo una apariencia, pero ambos sabíamos de nuestros deberes, de los cuales poco compartíamos el uno con el otro. Fue así como hace tres noches me despedí de ella, para sumergirme en las profundidades de la tierra, y presentarme ante un irreconocible Sanat Kumara.
Ahora vestido a la usanza árabe, con una túnica de un color gris me encaminaba desde la habitación que horas compartiese con Kala al salon donde los cinco Jeques se reunirían, sabía bien que los mapas ya se encontraban allí, al igual que la tablilla que Valerius me entregase con la nueva organización de cada circulo de minoicos y su respectivo Hiperboréano. Junto a la tablilla debía entregar un mensaje, uno cuyo contenido era del todo desconocido apra mi. Llegue a la puerta tallada en preciso momento que uno de los lacayos comentaba la infantil llegada del Destructor, de quien solo sabía de su fama de sanguinario y la historia que compartiese con Nahid. Mi semblante se endureció, no por celos, sino por la línea de pensamiento del lacayo - El hereje será desplazado - fueron las palabras que distinguió, antes de entrar sin anunciarse al salón donde lo aguardaba el Jeque de Jeques.
- Buenas noches - salude a los presentes, sin intención de presentarme, solo cruzando una fugaz mirada con la jequesa, un gesto territorial - Kareef, Señores de los cinco Frentes, lamento interrumpir, pero cumplo con la voluntad de Sanat Kumara - expreso pasando la vista de uno en uno, para luego regresar hasta el Jeque de Jeques, quien inexpresivo en apariencia lanzo una significaba mirada ante mi presencia, y el tardío momento en que reportaba mi regreso, aunque en aquella habitación aparte de mi dos personas más conocían la explicación a mi tardanza - Kareef, Valerius envía esto para ser leído ante los convocados - extiendo el pergamino, sospechando su contenido al notar la ausencia de uno de ellos - Los nuevos planos se encuentra ya dispuestos para ser analizados, al igual que los nuevos minoicos y los hiperboréanos. Podrás notar que no son pocos los decesos - Enfatizo aquello, pues aquel antecedente puede significar un enfrentamiento directo y un pronto consejo de guerra.
Alastair Parthenopaeus- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 17/06/2011
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