New hope (libre)

por **Aldana** Sáb Feb 20, 2016 9:59 pm

La noche.

Esa amiga misteriosa la cual esconde muchos secretos.

En ella muchas personas se abrigan en la enfermiza alcoba llena de alcohol y pasión bajo unas sábanas impregnadas de sudor que siempre son usadas una y otra vez por los clientes que van al burdel cada noche. Ella se viste esa noche de negro satén para sorprender a un cliente que acostumbra verla muy de tarde, justo después de medianoche pero para ella solamente la noche acaba de empezar a ser de uno mismo. Shappire esta noche viste de negro pero no por la lujuria escondida bajo el encaje negro del ajustado vestido, sino porque esa noche uno de los amigos de su amo vampiro falleció misteriosamente, no se dispersó en cenizas pero si su cuerpo vampírico no tenía más vida en ese cuerpo muerto.

Simplemente había un funeral.

Un funeral en el que después nadie se acordaría del dolor o lo ahogarían en penas o simplemente en sangre humana para poder volver a ser esos seres fríos y calculadores que no temen quitar vidas humanas. Shappire estaba quieta en una esquina observando el cadáver inexplicable sin vida. ¿Cómo pasó? ¿Una bruja quizás? Posiblemente. Todo era posiblemente con la magia. Ella ahora y el vestido que la estilizaba iban de un lado hacia otro para poder apaciguar el dolor o el sentimiento empático hacia su amo y señor que estaba hundido en la más profunda pena.

Shappire se sienta en una de las sillas ofrecidas a los invitados. El corsé le aprieta el cuerpo lo que apenas le permite respirar y se cansa más rápido. Los clientes o personas que andaban en el funeral la miraban desde la lejanía, posiblemente inflamando su persona con rumores falsos. Su amo como pudo ver atemorizo a aquellos que pretendían dejarla en mal estado. Se lo agradecería pero no hacía falta que nadie saliera en su búsqueda. Shappire se creía alguien de la que ella misma podía cuidarse a sí misma. Era especialmente capaz de valerse por sí misma y si hubiera algún problema, antes era estudiante que prostituta a altos cargos de la alta alcurnia.

Agradecía en verdad el haber sido vendida al vampiro que hace pocos segundos la defendió frente a rumores falsos, pero le costaba admitir que le gustaba ser protegida a pesar de que siempre sería protegida por todo aquel que la conociera. Rio para si en silencio, casi apenas audible. Suspiro de soslayo, esperando que alguien le dijera que tendrían que irse de aquel establecimiento y solo ella puso en marcha aquella necesidad. Shappire salió al exterior del establecimiento permaneciendo en una perpendicular de cuatro callejones. Se fue a recostar en un banco de madera que había cerca de una fuente minimalista. Se masajeaba el cuello, sinceramente tenía un dolor en el hombro derecho que le molestaba.

por **José Alfonso De Castilla** Dom Feb 21, 2016 7:20 pm

Francia – París

Calles de la Ciudad

Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los “cómos”..
— Friedrich Nietzsche—

La noche se cierne por toda la ciudad de Paris, apenas unas precipitaciones de lluvia, las ojas caídas y el viento golpeando en un fresca y casi gélida brisa. Los humanos corren a cubrirse de las sensaciones pero son esas mismas que han despertado el apetito del monarca español. El aroma del que se baña al despertar, cada uno de las “futuras cenas” desprende un delicioso afrodisiaco para él, se debate entre una trémula humana o quizás una aguerrida vampira, quizás pueda tomar a las dos como cena y postre. Todo depende de lo que la viña del señor le ofrezca o quien sea tan estúpido para cruzarse en su camino.

Por las calles aún se ven atisbos de vidas corriendo, a sus ojos cada uno tiene una etiqueta pero no quiere simplemente una callejera cena, quiere algo más sofisticado, algo más culto a su paladar ¿puede escoger? Claro que sí, es un rey, es un dios entre hombres y se puede dar ese lujo más porque brindará el placer a un mortal de haber sido elegido por aquel para ser su cena. Va al teatro, pero antes de siquiera poder entrar, el aroma de alguien le distrae, un aroma conocido para él en lo llamado “conversión” pues cual ratón asustado se oculta en las sombras.

—Así que ahí estabas maldita— masculla regresando a la morada alejada de todas las propiedades digna de un monstruo como él.

Al cabo de dos horas salen de esa mansión unos hombres con aspectos de escorias, en unos minutos más regresa a donde quería José Alfonso. El teatro, los hombres estaban listos para entrar en busca de aquello, en su carruaje aguarda con paciencia hasta escuchar los gritos y súplicas de aquella voz que le asalta arrancándole una sonrisa de una inmensa satisfacción.

Baja, los zapatos suenan en un eco muerto por las calles empedradas. Los hombres sostienen a un cuerpo delicado y femenino atado de manos con una capucha en el rostro; un ademán y le retiran a la joven de cabellos castaños la venda

—Vaya si ahí estas pequeña ratita— con un tono de desprecio y asco la llama —Espero que grites mejor de lo que has mostrado, llévenla allá, no quiero que la toquen esa es mi tarea, si estropean a esta mustia sus cabezas rodaran a los pies de ella— se aleja de la mujer antes que pueda siquiera mirarle regresando a su carruaje dejando una amenaza que se cumplirá así no la toquen o lo haga, ¿por qué? Porque puede y quiere.

Por ello abandona el teatro en su carruaje al menos unas cuadras más alejado de aquel lugar, desciende de su fúnebre coche directo a caminar por entre los simples mortales como una sonrisa de victoria por haber dado con aquella a quien buscaba hace varias lunas atrás; los pasos lo guían a adentrarse a las sombras de la ciudad, por los callejones en busca de alguna alma a la cual atormentar antes de comenzar aquel juego en la propiedad que ha consignado a sus nuevos bienes.

Y aunque para suerte o desdicha del mismísimo lucifer, ahí estaba aquella nueva diversión, a la que con sonrisa de acerca haciendo algo de ruido, como si fuera la cacería de un ratón, un sucio ratón.

por **Aldana** Dom Mar 20, 2016 6:43 pm

La rubia estaba tardando en volver al funeral, se encargaba de permanecer activa en su positividad con lo que solamente pensaba en seguir adelante, en lo que simplemente ardería en el infierno si no era creyente. El vampiro que la amaba y contentaba con espacio suficiente para soportar a cada uno de los presentes en el interior del funeral, estaba pensando donde se metía su supuesta rubia prostituta. En cambio ella estaba en un banco mirando como un hombre se acercaba hacia ella, entonces secándose las lágrimas le observo detenidamente para levantarse poco a poco la falda.

- ¿Te gusta lo que ves? –Pregunto con completa seguridad en sí misma, tanta que podría decirse que no era ella misma quien pudiera estar hablando. Era sin embargo la terminación que pondría un trabajo en esa noche justo en momentos tan delicados – Veo que no os andáis con chiquitas –Rio segura aun de sí misma pero enseguida su cuerpo se vio dominado por unos hilos invisibles que hicieron que volviera a bajarse la falda. Entonces miro y era su maestro, su amo, aquel con el que se casaría dentro de poco y ella no podría hacer nada para detener dicho enlace. Cuando fuese su esposa ella sería como él y entonces ningún hombre podría tocarla excepto él.

Shappire fue levantada por la mano de su maestro por el brazo. Este miro al hombre, hizo una reverencia sabiendo de su estatus en la corte y se llevó consigo a Shappire con el resto de vampiros. Sin embargo, metió a Shappire, su amo se quedó fuera con el individuo que era de gran importancia – Majestad…-murmuro su amo – Sé quién sois, pero eso no os permite tocar ni mirar a mi prometida, Majestad –Dijo firme y en cuanto Shappire salió afuera ella se sujetó al brazo de su maestro, de su amo para meterle dentro de la sala donde iban a cantar algo en nombre del fallecido –Malik, entra adentro –dijo con aquella dulce voz de Shappire – El fallecido espera el canto –Dijo esta vez en un susurro para después besarlo en los labios con ternura. Este asintió y se metió, pero Shappire se quedó fuera quedándose con quien era de altísima alcurnia.

-Creo que estamos ahora mismo a solas –Ahora ella hizo una reverencia, al instante se abrazó a sí misma, procurando no sentir inmediatamente el frio que se podría estar introduciendo en su mortal cuerpo – Dígame, su majestad ¿Qué le trae por aquí, a un entierro de uno de los hijos de las sombras? –Termino por volverse a sentar en el banco con la espalda recta y buena posición en la que enseguida ella volvía hacia donde se había quedado antes – Anda no creo que un Rey como usted tema a una de nosotras –Rio refiriéndose a las mujeres que ejercían de su profesión.

por **José Alfonso De Castilla** Lun Mar 21, 2016 10:48 pm

Francia – París

Calles de la Ciudad

La actitud desafiante fue como un golpe en aquel rostro que el tiempo ha decidido mantener y en ese estado de putrefacción continua pero con el engaño de una vida aparentemente normal; la sonrisa siniestra que se marca con la mirada oscura y llena de promesas silenciosas ante aquel séquito que se marcha como si pudiera darle la espalda a aquel hombre, simplemente rio por vergüenza ajena, rio por diversión, rio porque deseaba hacerlo.

Sin decir palabra a la mujer ni a su “supuesto” dueño, caminó con la calma y paciencia más grande, pero ello solo auguraba la ira contenida de su majestad, del león de España que esperaba rugir desde las entrañas del infierno llevándose a todas esas almas condenadas consigo. Observaba en el silencio de la noche, tras su propio sigilo que se asemejaba a los pasos que lo acercaban a la mujer; sus ojos brillaban al ver como despedían a un ser del mismo lugar al que ahora él provenía, sonrió negando

—Patéticos herejes que se creen demonios y no hacen más que jugar a serlo, y tu ¿Qué hablas de temer? Cuida tu lenguaje que no estás frente a la marioneta de tu dueño si no frente a un Rey, un Rey de las tinieblas de verdad— masculla tomando el brazo de la mujer que lo marca con sus largos dedos, alejándola de la banqueta para tomar él aquel asiento.

Los brazos extendidos sobre el asiento de primera fila, ojos que devoran a la presa, sonrisa que se va dibujando como el ave que alza el vuelo cuando la presencia ajena de quien dicta ser el dueño de la muñeca intenta regresar.

—Mantente alejado si no quieres terminar ardiendo con todos esos adentro o en una pira más grande— susurra viendo a la mujer directamente a los ojos —Hace unos minutos atrás habías subido tu falda, porque no lo haces nuevamente pero esta vez te quitas toda la ropa y te quedas así delante de tu prometido— sonríe mirando al ser que solo frunce el ceño y sostiene la mandíbula que se puede oír los huesos tronar.

Mira al grupo de ingenuos que agachan la mirad frente a su alteza —La próxima vez ten en cuenta el nivel de poder que tienes, estas por debajo de mí no lo olvides, si quiero hoy mismo tu chiste este puede quedar en cenizas solo con chasquear mis dedos, espero las disculpas tuyas y de tu perra o de lo contrario ambos desaparecerán— sonríe y el tono de su voz es un tono neutro, muy calmado que solo demuestra la violencia que deseaba desatar su majestad.

por **Aldana** Miér Abr 20, 2016 4:59 pm

Shappire pensó que era como cualquier otro como los que había tratado con anterioridad en el pasado cuando iba al burdel a pasar rato con clientes de la alta estirpe de la nobleza y realeza. Todos eran iguales. Bien diría en sus pensamientos que “su majestad” le infundía temor un poco, pero ella solamente había…no había dicho nada para que este se pusiera de ese modo, siniestro y atemorizador, demostrando su hombría en nombre de la corona.

¿Qué corona?

No veía ninguna, solamente un hombre deseoso de pisar a los demás, como simples cucarachas que encuentras en los escombros – Agh –Se asqueo por lo que escuchaba mas no hizo más sonidos extraños. No haría nada de lo que pidió, no deseaba morir tampoco pero no era de su gusto.

-No os conozco, no creo que deba mostrarme como usted gusta….”majestad” –Pareció decir con rintintin aquella palabra de la que todos temían, pero cuando miro hacia su prometido este le dijo con la mirada que no pasaba nada, que lo hiciera, que hiciera lo que aquel majestuoso personaje le había pedido. Ella negó – No voy…a hacer tal cosa –dijo nuevamente – Soy una humana, no sé si recuerdan que ustedes están muertos…en teoría y me puedo congelar con el frio que hace –suspiro, cruzándose de brazos sobre aquel vestido negro de encaje – Pero si tomare el camino de las disculpas, lamento si le ofendí en algún momento, pero no con este frio me desnudo – Dijo sin mirar aquel al que estaría atada el resto de su vida por toda la eternidad.

Sin embargo todos permanecían quietos, callados ahí.

Nadie movía un musculo.

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