Encuentros casuales [Privado - Zouleth]

por **Esteban Valenzuela** Dom Mar 06, 2016 4:53 pm

De nuevo el insomnio ha hecho que Esteban se levante a las tantas de la madrugada, el sol no tiene intenciones de asomarse todavía, pero el Duque no puede conciliar el sueño de nueva cuenta. Siente el sudor frío adherirse a su piel y perlar su frente. Se pasa las manos por el rostro mientras medita un poco de la situación que se le ha presentado de nuevo, sus pesadillas cada vez se haces más reales, siente como los oídos le retumban por las armas que no existen.

Se pone en pie y bebe un poco de agua, se coloca un pantalón de franela y una camisa cualquiera, para después colocar su abrigo largo, tendrá que salir, pensaba que hoy la caminata nocturna no sería requerida, pero se ha intentando engañar a sí mismo, sigue necesitando aquél cansancio que le deje completamente fuera de juego, que no le permita pensar en otra cosa más que dormir, sólo eso. Baja las escaleras, no hay nada en la mansión, al menos no aún, seguramente todos duermen en sus aposentos.

Al salir, el frío es palpable y congela sus mejillas. Pero eso mismo le devuelve a la realidad, por mucho que se arrepienta de lo que hizo o lo que no hizo no hay nada que pueda cambiar, a pesar de que pasen los años unos tras otros, el tormento sigue igual, las pesadillas vuelven y él sigue pensando que era mejor dejar que acabaran con su vida, esa era la justicia que necesitaba, para terminar con aquello, pero su cobardía no lo había dejado actuar.

Las calles estaban completamente vacías, apenas si invitaban a caminarles, algunas farolas inundaban con su luz, mientras otras se mostraban tintineantes, hasta que cedían en sus esfuerzos, terminando por apagarse y dejar la penumbra a su paso. Un ruido captó su atención y giró el rostro, para observar la silueta de una persona que se iba acercando ¿Quién pasearía a esas horas? No lo sabía, pero al parecer no era el único que vagaba por aquellas calles.

por **Zouleth Bourque** Miér Mar 23, 2016 10:12 am

Observó a su primo, viéndolo solamente deseaba estar, lo amaba tanto que la verdad a veces dolía esto. Se enojaba consigo misma por no poder olvidarlo ¿Cómo pasó, cuando, donde y porque? Él era, todo lo que Zouleth algún día soñó: Un caballero, de buena posición, amable, tierno, en fin, un caballero en toda la extensión de la palabra, claro, mientras que una mujer no se acercara, sería perfecto, notó que en esas situación olvidaba su respeto hacia ellas, aunque para la cambiante era perfecto esa absurda fobia que, bueno, llegó de repente hacia su primo. Suspiró un poco, ahí parada en medio del despacho, simplemente viéndolo como si fuera una quinceañera, se encontraba, no sabía del porque el llamado, de hecho en estos días no había hecho absolutamente nada grave, ¿o sí? Deseaba preguntarle, pero temía que la regañara, con ella siempre ha sido un poco especial, ya que él era el jefe de la familia Dragonitt, por equis o ye, él siempre mandaba, y la mujer debería de aceptar cada determinación que Baltazar tomaba.

-Prima, te llame porque quiero que mandes esta carta al correo. Tiene que llegar a Italia lo más pronto posible. Sé que podría enviarlo con un mozo, pero quiero que tú lo hagas porque eres de mi confianza, es importante y solo en ti o en tú hermano tengo la completa confianza para dársela, nana podría ir, pero es lo bastante anciana para defenderse si la atacas, tú, aunque eres mujer, sé que te puedes defender, siempre lo ha hecho y lo harás. –Sonrío, para levantarse e ir con ella, le entrego el sobre en mano, para tomar su mano y besarla la palma de esta, y viéndole. ¿Cómo no enamorarse de él si es tan… lindo? Pensó Zouleth después de verlo retirarse, suspiro, no quería que su animal en celo le saltara, no quería perderlo como primo, amigo estaba bien, por primera vez amaba a un hombre tan fuerte que lo único que deseaba era estar junto con él, sin importar la situación y sabia perfectamente que Baltazar nunca la tomaría como su amante, era tan él en esa cuestión, tan correcto y tan anticuado.

Al ya estar vestida, solamente pido que alguien le preparara el carruaje, era tan perezosa a veces Zouleth que no tenía intenciones de caminar, tal vez su zapatilla de marca se estropearía en el camino, caminos que están cada vez más feos, cubierto de arena y personas de mala muerte. Sabía perfectamente Baltazar que era de noche, por ello fue llamada, su primo tan inteligente y desconfiado con los demás, claro. Al estar ya adentro del carruaje, observo el sello, sello de la familia Dragonitt, acaricio, no sabía lo mucho que lo amaba y no lo sabrá nunca eso sí, diez minutos después, se bajó y arrastrando por debajo de la puerta para empujarlo y meterlo, fue su decisión, iría a tomar algo en la taberna, necesitaba olvidarlo, y el alcohol hacia su magia a veces, le pido al cochero que se fuera, que no le digiera nada a Baltazar. Pasó por un callejón un poco solitario, húmedo y sucio para su gusto, de repente tiro unas botellas vacías y escucho unos pasos, de sus faldas saco su pequeña pero filosa daga, sonriéndole, era una mujer de armas tomar. Comenzó acercarse hasta encontrar a un hombre que ambulaba ahí, haciendo que cortara su mejilla. –Buenas noches mi lord. –Fue lo único que salió de su boca, lamiendo con la punta de su lengua los labios que se le rascaron de repente.

por **Esteban Valenzuela** Vie Mar 25, 2016 4:24 pm

La noche se cubría con su vestido negro de gala, mientras él seguía atormentándose con los recuerdos que le estaban calando una y otra vez, recordando que había sido bastante inepto cuando todos dependían de él, no había podido hacer nada de la forma más adecuada, se maldecía, no era el primer día, eso lo hacía siempre, cada que podía recordaba que estaba maldito, que esas almas habían caído sobre sus espaldas, llevando a cuestas las mismas, por todo el tiempo que él viviera.

Sacó uno de sus puros que siempre le acompañaba para encenderle, se gira a la voz femenina que le habla, había olvidado el estruendo de hacía un par de minutos, es que cuando se sumía en sus fantasmas aquello le atormentaba que olvidaba la realidad, se desconectaba por completo de lo que sucedía, incluso de que el aire le golpeaba las mejillas y alborotaba su cabello sin darle tregua, pero al mirar a la joven, mostró una sonrisa, dejando que el puro se consumiera con el viento, para no incomodarle con el humo e incluso con el olor, que en aquellos rumbos no era nada molesto, pues la podredumbre era peor.

-Buena noche, señorita, ¿No cree usted que es demasiado peligroso que ande por estas calles?- Pregunta con la cortesía habitual que maneja, aunque sus ojos se distraen apenas unos segundos con los labios femeninos que hacen aquél juego, el mismo que alguna fémina usa como un arma inocente, que puede derretir a cualquiera, para el Duque en esa ocasión le causa una sonrisa ladina, mientras da un par de pasos hacia ella, detallando con la mirada el cuerpo de la mujer, parece frágil, aunque no inocente, fijándose en las manos de la fémina en donde encuentra aquella filosa arma, lo que provoca asombro en el rostro masculino. -¿Sucede algo?- Cuestiona con la confusión marcada en el tono que ocupa.

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