From a demons womb, the perfect angel may born

por **Belial Marcovic** Vie Mar 11, 2016 10:53 am

Belial no sabía que le esperaba al llegar al castillo de los Marcovic, la misiva decía poco aunque la falta de palabras evidenciaba la urgencia de su viaje hasta los Carpatos en donde se encontró un ambiente lúgubre y oscuro que la hiso fruncir el ceño. Antes de que fuera ella quien rompiera el silencio con una pregunta, el llanto de un niño resonó por las paredes del hogar. Los hermanos se miraron entre si y en un asentimiento solemne, subieron en silencio atreves de aquella oscuridad, sin atreverse a prender una luz que estropeara aquel extraño clima si sus ojos y oídos podían guiarlos atreves de las viejos pisos de piedra hasta la pesada puerta de madera que opacaba los gritos del infante que, como si los presintiera, decidio callarse. Curioso angelito

Empujo la puerta como si esta no pesara nada y escaneo la habitación con la mirada hasta dar con su objetivo y apenas lo vio, todas las preguntas se respondieron, cada respuesta mas espantosa que la anterior a medida que iba uniendo detalles; solo necesito mirar alrededor y recordar los pasos hacia allí y ahora aquel… sabia que iba a traer problemas; era demasiado pequeño y pudo saber, como también sabia su hermano que respiraba mal incluso sin que un medico se lo dijese. Sabia que significaba también. Los ronquidos y silbidos que hacían sus pequeños pulmoncitos eran los mismos que hacia un animal abatido por la edad `y tan nuevos, amenazaban con rendirse con cada esfuerzo gigantesco de levantar aquel minúsculo pecho unos centímetros antes de volver a descender.

Aquel difícil respirar se volvió el único sonido que marcaba el tiempo como un incomodo reloj de arena corriendo por la garganta de la licantropa quien finalmente volteo a Andras, deteniéndose un segundo al notar lo notorias que eran sus ojeras aun en aquella oscuridad. Quiso bufar molesta y en su lugar solo suspiro, regresando la mirada hacia la criatura en la cama. Pasaron otras 50 exhalaciones forzosas antes de que decidiera hablar –Llévalo a Francia contigo –Belial cerró los ojos un instante y al abrirlos, dirigió su mirada a la tormenta de nieve que sacudía los arboles fuera. Un inocente pensaría que el hombre guardaba una esperanza para su hijo, que Rumania era quizás un lugar demasiado hostil y agresivo para una criaturita tan frágil. Pero Belial conocía a su hermano y sabía que bajo ese aparente simple pedido, había una orden fija, una sentencia.

-Alexei-