En cherchant ton parfum [Skyler]

Dimitri llevaba un par de días durmiendo en la mansión de Cáit, aunque simplemente hacía eso, dormir. Durante el día, y buena parte de la noche, se dedicaba a deambular por las calles de París, intentando encontrar de nuevo el rastro de Skyler. No sabía si se había marchado ya de la ciudad, si había vuelto a huír. ¿Se habría dado cuenta de que él estaba también allí y por eso se había marchado? Quizás no quería volver a verlo, quizás…Sacudió la cabeza. No, ella no había fingido. Él mismo había provocado que su vello se erizara y que su cuerpo se retorciera de placer. No, no estaba huyendo de él. No podía pensar que esa era la razón ahora. En el fondo sabía que para ella no había sido un cliente más, o al menos eso era lo que quería pensar. Que se había entregado a él por completo, no por algo de dinero.

Cáit lo estaba ayudando también. Fue ella la que le informó de que habían visto a una muchacha que coincidía con su descripción alojándose en un hostal del corazón de París. En cuanto se lo dijo, a pesar de que no había dormido ni tres horas, se levantó y puso rumbo hasta allí.  Estaba agotado, física y mentalmente, pero no podía esperar ni un segundo más para verla. Se dijo que era porque su maestro estaba esperando que le dijera que la había vuelto a encontrar, pero lo cierto era que había una razón mucho mayor: la echaba de menos, tal vez demasiado. La muchacha se había metido en su cabeza. Su cuerpo todavía recordaba sus caricias y se estremecía cuando su mente rememoraba todas y cada una de las escenas de esa noche. Sí, ella se había metido en su cabeza. Y no encontraba la forma de sacarla.

Estaba nervioso, como no lo había estado nunca. Se encontraba apoyado en una pared de un edificio cercano a la pensión en la que se suponía que Skyler se alojaba. Desde allí podía controlar las entradas y salidas de los huéspedes, y comprobar de primera mano si se trataba de ella realmente o no. No le importaba esperar el tiempo que hiciera falta. Llevaba semanas de un lugar a otro, intentando alcanzarla, pero parecía que Skyler siempre iba un paso por delante, sacándole demasiada ventaja. No, no iba a irse de allí hasta verla. Y si para eso tenía que pasarse el día entero apoyado en esa pared lo haría. Y si tenía que volver al día siguiente, o al otro, también lo haría.

El tiempo pasó, aunque Dimitri no podría saber exactamente si habían pasado unos minutos o unas horas, pero por fin la vio. Se quedó unos segundos observando el vaivén de sus caderas, su larga melena cayendo en cascada sobre su espalda. Su mirada se deslizó hasta sus piernas, tapadas por una abultada falda y no pudo evitar recordar la suavidad de su piel. Su entrepierna se alzó al rememorar como esas mismas piernas en las que estaba pensando se enredaron alrededor de su cintura, mientras sus propias manos apretaban sus muslos. ¡Dios! Tenía que tranquilizarse. Buscó en sus bolsillos un cigarro y se lo encendió. Quizás sería buena forma dar una vuelta, pero no quería moverse de allí, por si ella volvía a desaparecer.

Una media hora después, puede que un poco más, entró decidido a la pensión y preguntó por su habitación, sin darle posibilidad a la dueña de negarse a dársela. La mujer tampoco iba a hacerlo, quizás estaba más que acostumbrada a que caballeros pasaran por su pensión y prefería mirar hacia otro lado. Dimitri avanzó por el pasillo y abrió la puerta del habitáculo donde dormía Skyler. Lo que vio lo dejó helado. La volvía a tener frente a frente, pero ya no llevaba el vestido con el que la había visto. Ahora iba envuelta en una toalla y su cabello estaba húmedo. Se acercó a ella, la acorraló contra una pared y la besó, con todas las ganas que tenía. Bebió de sus labios, acarició su cuerpo, la pegó a su cintura…Y se separó. ¿Qué tenía esa chica que lo volvía loco? No lo sabía, pero no podía volver a tropezar con la misma piedra, volver a cometer el mismo error. No sabía cómo, pero tenía que controlarse. ─Desapareciste ─le espetó, clavando su mirada en la de ella. ─Antes de poder hablar contigo.

Dimitri no sabía muy bien cómo iba a reaccionar al volverla a ver. Le había estado dando vueltas a esa noche desde que Skyler se le escapó entre los dedos y, ahora que sabía que estaba bien y que no le había ocurrido nada, sentía la necesidad de tomarla de la mano y arrastrarla hasta el lugar en el que habitaba la manada. Quisiera o no. Ahí estaría segura y él no tendría que estar preocupándose por si le ocurría algo malo. El temor a que hubiera sido atacada o que alguien hubiera tomado represalias por lo ocurrido en el burdel no le dejaba pensar con claridad, sobre todo porque no conseguía encontrarla. Se sentía impotente ante la idea de que le ocurriera algo y él no pudiera hacer nada para evitarlo. ¡Incluso había acudido a Cait para ver si sabía algo sobre ella! Pero esa búsqueda había resultado infructuosa. Pero bueno, fuera como fuera, ahora había conseguido recuperar su rastro y era cuestión de tiempo que volviera a verla, aunque eso lo llevaba a la pregunta que rondaba por su cabeza: ¿Cómo iba a reaccionar al verla?

No lo sabía. Una parte de él quería ponerla a salvo, aunque eso significara que ella no lo volviera a dirigirle la palabra. Porque seguramente eso era lo que iba a ocurrir cuando la muchacha se enterara de las verdaderas razones por las que había acudido en su búsqueda esa noche, antes de que ella escapara. Porque simplemente iba a hablar con ella y a convencerla para que lo acompañara hasta la manada, pero todo había cambiado nada más verla. Fue en ese preciso instante en el que supo que ella iba a ser su perdición. Una dulce tortura de la que no iba a poder librarse tan fácilmente. Y no estaba demasiado seguro de querer hacerlo. ¿La estrecharía entre sus brazos, le robaría un beso, por la simple necesidad de sentirla, o le contaría nada más entrar la misión que lo había llevado hasta allí, antes de que su cuerpo entero, y su alma, sucumbiera ante su presencia?

Respiró profundamente, como si de esa forma pudiera calmarse, aunque sabía perfectamente que no iba a resultar tan fácil. Una vez le contara a ella quién era realmente, Skyler dejaría de hablarle, estaba más que seguro de eso. La perdería, si es que la había tenido alguna vez. Le gustaba pensar que sí, que la noche que habían compartido realmente había significado algo para ella, que los gemidos que había arrancado de su boca no fueran fingidos. No podían haberlo sido, nadie era tan buena actriz. O tal vez esas palabras no eran más que el consuelo de alguien que necesitaba revivir en su cabeza todo lo ocurrido, aunque eso significara volverse completamente loco. Atesoraría cada recuerdo, cada sensación y cada curva de su cuerpo en su memoria, grabada a fuego, para poder rememorarlo cuando ella se alejara completamente de él. Porque sus caminos se acabarían separando cuando ella regresara a la manada.

No le había dicho a su maestro lo que había ocurrido, no se atrevía a hacerlo. Por su mente rondaba la idea de abandonar la manada cuando la dejara con los suyos sana y salva, porque una parte de él sabía que no iba a poder controlarse al verla día tras día, que acabaría sucumbiendo a la necesidad de volver a sentirla, de apresar sus labios con los suyos propios mientras sus manos viajaran por su cuerpo, acariciándola de manera lenta, pausada. Necesitaba beber de ella, pero tendría que mantenerse alejado y para eso mejor que los separaran kilómetros de distancia, que no tuviera que verla a todas horas. Parpadeó un par de veces, ya cruzaría ese puente cuando llegara, ahora tenía otras cosas en las que pensar. Tantas que sentía que su cabeza iba a estallar de un momento a otro.

Se quedó unos segundos observándola, hasta que entró en la pensión y perdió de vista su silueta. Estaba ahí, a tan solo unos metros. Esta vez no iba a dejar que escapara y cuando sintió que su propio cuerpo se calmaba ligeramente entró a buscarla hasta su propia habitación. Esta vez no permitiría que se alejara, no hasta asegurarse de que estuviera a salvo. Entró en su habitación y se perdió en sus ojos, en su cuerpo. Se volvió a tensar de inmediato y su propio sexo se endureció al percatarse de su piel húmeda. Deseó acercarse a ella, colocarla sobre la cama y demostrarle cuánto la había echado de menos. Sin embargo, se conformó con un beso. Uno en el que dejó escapar todo su apetito, todas las ganas que tenía de volver a estar con ella. La sujetó de las caderas y la apretó contra él, mientras mordía sus labios y los acariciaba con su lengua.

—No vuelvas a hacerlo─susurró sobre su boca antes de volver a atrapar su boca. Necesitaba mucho más de ella, pero no podía. No otra vez, no cometería el mismo error. No si eso significaba que Skyler volviera a marcharse sin dejar rastro alguno. Al escucharle preguntarle qué hacía allí, suspiró y se separó ligeramente de ella, clavando su mirada en la de la joven. Chasqueó la lengua y desvió la mirada por la habitación, buscando unos segundos en los que poder ordenar todo lo que tenía que decirle.─Será mejor que te sientes─le dijo, haciendo él lo mismo, pero al hacerlo, al recordarse de la última vez que los dos estuvieron sobre una cama, un escalofrío recorrió su espina dorsal, por lo que tuvo que incorporarse de nuevo y fue hasta la ventana, incapaz de mirarla.─Que te encontrara esa noche no fue casual─comenzó a decir─Llevaba tiempo buscándote.