Bird [Privado]

La desgracia es diversa y llega al mundo plagándolo de múltiples horrores; muchas veces nos hace ceder ante la desesperación perpetua, hostigándonos con delirios hasta que nos lleva a la inevitable muerte que nos arranca de este mundo, arrojándonos al mar más oscuro, en donde las aguas turbias nos hacen perder la razón. Nuestras memorias se van marchitando hasta que se convierten en nada.

Ante mi despertar, no recuerdo demasiadas cosas, ha sido muy pronto en que me he hallado vagando por este mundo físico. No sé por cuánto estuve navegando por el océano de la ignorancia; sólo voy recordando conforme he estado avanzando por los parajes solitarios. He notado el gran cambio que ha habido desde que estuve por última vez en estas tierras. Nuevas ciudades se han erigido y la sociedad de ahora es diferente a la de antaño. También me sorprende reconocer la cantidad de sobrenaturales que se pasean libremente pese al número de cazadores y hombres de la Iglesia que hay en cada esquina al acecho, para blandir sin piedad sus espadas; encender hogueras y realizar sacrificios en nombre de sus creencias más perversas.

Hay cosas que me falta por entender de esta nueva época y, aunque no me gusten la mayoría de cosas que vea, debo acostumbrarme inevitablemente a una situación que no será como yo quiera, sino como el destino dicte. Hace mucho que mi cuerpo se exintiguió, formando parte del lecho de tierra en donde me hundí con los siglos. Bajo aguas profundas me encontraba hasta que la voz pícara de una jovencita curiosa quebró el letargo en el que estuve. Toda la laguna se estremeció ante las energías elementales que evocó su poder y yo me vi inevitablemente arrastrado a la superficie, pereciendo en la confusión.

Ahí en donde las luciérnagas reposan y los fuegos fatuos danzan, me detuve; me quedé abstraído en el reflejo de la albina luna sobre las plácidas aguas, que parecían dormitar por siempre. La escena me hizo recordar a aquella visión que tuve cuando apenas era un muchacho. En vida pude verme a mí mismo en el campo de batalla, manchado por el hollín de decenas de hogueras encendidas; era un paisaje siniestro, una imagen que agitó mi corazón mortal y sembró en mi mente la más terrible melancolía de la que puede ser presa una persona. Entonces mi ser espectral evocó en su memoria desfallecida el rostro del ser que tanto anhelaba encontrar.

Morrigan...

Susurraron los fragmentos de los recuerdos de mi mortalidad y descubrí el motivo de mi inesperado despertar. Pero, al igual que yo, ¿será que ella también estará en este mundo? ¿Habrá cruzado la fina línea entre la vida y la muerte? La duda me asalta, pero con la serenidad de mi carácter, las he tomado como parte de una misión que apenas comienza. Tengo que apartarme de la presencia de la laguna y quizás, en las luces de las farolas y los candelabros, encuentre las pistas que me lleven a ella. Decidí entonces iniciar mi divagar y entre las formas extrañas de la bruma, noté la figura de un ave. Era un pájaro de alas abiertas que me recordó a un cuervo y hasta me pareció haber escuchado un graznido a lo lejos. Pero no era ningún ser alado quien se acercaba, sino, un joven con la energía propia de un brujo.

¿Será capaz de hallar mis energías en la niebla?