Cuando el cuerpo no espera lo que llaman amor // Lusian

por **Leήeth D'Aramitz** Sáb Mar 26, 2016 11:11 pm

Cuando el cuerpo no espera
lo que llaman amor.

El tren avanza con avidez, el característico aroma, el incesante ruido, mientras miro recargada en mi mano el paisaje gélido del cruel invierno que a cobrado vidas según las noticias que rondan desde Francia. Este año los vampiros están mas sedientos o han creado muchos mas vástagos.

El aroma del nuevo permume masculino me inunda las fozas nazales, me recuerdan a Lusian, ese maldito bastardo, últimamente pienso mucho en él ¿Es acaso por no verlo en mas de nueve mese? ¿Acaso después de todos estos años comienzo a sucumbir al casamiento?

Cada lagrima de hambre
el más puro néctar.

—Lu… Lusian— gimoteo mientras me estrella contra la pared. Moviéndose intensamente, frenético en mi interior, mas y mas entre cada delirio —Y… y decias que AH Ah ah…— mis brazos se enredan en su cuello al igual que mis muslos y piernas le rodean la cadera. —No eras… bueno…. Relacionándote AHHHHH— lo acabo de conocer.

Se suponía que solo había ido a supervisar el burdel y había terminado follando como los animales que se escondían en nuestro interior junto a Lusian Deveraux un inquisidor amargado que me había hecho desear mis días de prostituta solo una noche mas.

Nada más dulce que el deseo en cadenas.

Creer que el destino es extraño al mirar de frente a aquel que debe desposarme por conveniencia mutua entre familias, aquel que no hacia mas de cuatro noches me había follado hasta el amanecer en el burdel, aquel que me había dejado exhausta y adolorida. — Leήeth, el es Lusian Deveraux… tu futuro esposo— las palabras se vuelven extrañas en aquella que me representa, no es mi madre pero funge perfectamente como una.

No me sirven las palabras
gemir es mejor.

El viaje acaba y la llegada a casa es en verdad una decepcion agridulce que a la que ya estoy mas que acostumbrada. Su voz corriendo a las putas desnudas me mantiene tranquila en mi asiento entre las penumbras.

—¿Putas Lusian?— pregunto tranquila saliendo de mi escondite acercándome a él. Las mujeres salen despedidas sin tapar sus vergüenzas —Teniendo a una de las mejores putas de toda Francia y te buscas unas escuinclas babosa ¿Acaso…?— me acerco a la mesa sirviendo dos copas de vino. —¿Intentas fastidiarme el regreso a casa?— pregunto ofreciendo una copa a él, haciendo un suave “clinc” al chocarlas y beber de la mía. —De averlo sabido habría pasado a follar antes de llegar, con las ganas que traigo de que me den una buena follada… seguro son los años… Lusian— sonrio haciéndole ver que se esta poniendo viejo.

por **Lusian D'Aramitz** Lun Mar 28, 2016 8:43 pm

El abismo visceral de las bestias del infierno que ascienden a la tierra, los demonios en sus formas buscan hacerse de las almas inocentes hasta llevarlas a la perdición eterna. Fuego eterno que se mece entre las garras de la bestia guardiana de la entrada al infierno que es el dulce paraíso para aquellos seres cuyas almas están más que marchitas por la corrupción y la maldición de la desesperación. El hijo de la bestia milenaria ha despertado en este momento devorando mundo tras mundo inundándolo desde el centro de la decadencia humana, arruinando los principios del mundo solo para su propio entretenimiento.

La partida esta iniciada.

El sol fulgurante que brilla por los cristales de la ventana disipando las sombras para mostrar un cuerpo completamente desnudo envuelto entre las sábanas blancas de lino fino junto a otro más y otro y otro más, cuatro cuerpos yacen juntos pero de ellos el masculino se levanta empujando a las féminas a su alrededor. Sus manos frotan el cabello ennegrecido como la de su alma y así mismo su voz de lo más profundo de su ser se enmarca rasposa, fina y elegante —Es hora que se larguen putas, hoy llega mi esposa a mi mansión—

Al abandonar la habitación las mujeres han comenzado a hacer su desaprobación ante tal noticia; desciende con calma puesto solo un pantalón de vestir, sus pasos lo conducen hasta el estudio privado en la planta baja de aquella mansión, la pesada puerta se oye en el chirrido cerrarse dejando a su dueño tras él, solo el leve susurro de aquella a la que estaba esperando y cuya misiva el fuego se estaba tragando. Tomó el licor bebiéndolo de un trago por le cansancio de la faena de la noche anterior, no le importaba si su mujer se follaba a otros aunque él sabía que era imposible porque la amarraba a su lado para mantener aquello que le gustaba, y solo por el hecho de que ella era de él —Hueles a que necesitas una buena cogida, una follada que te haga llorar y desmayarte cuando te corras, hasta acá llega tu inmundo aroma de mujer en celo— sonríe dando la espalda a la mujer —Necesito mujeres que atiendan esto que tu no sabes ya atender— sin vergüenza alguna se agarra sus partes sacudiéndolas frente a su nueva esposa —Ya que como has dicho, los años que dejaste de ser puta ya no recuerdas como parármela mientras que otras, como las llamas, escuinclas babosas me la paran solo con mostrar sus senos firmes y esos pezones duros que gritan por que se los muerda. Además no fueron muchas solo unas cien o quizás mil putas que me folle en estos meses ¿Quieres saber los detalles para que vayas a un burdel a pedir a un puto que intente follarte así?— ríe con sorna recargándose sobre el escritorio con aquella sonrisa maliciosa y lujuriosa como sus mirada que recorre el cuerpo de su esposa.

La mansión queda sumida en el completo silencio, uno placentero.

Cuando el cuerpo no espera lo que llaman amor // Lusian

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