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por **Zíu Vjörnken** Jue Mar 31, 2016 4:16 pm

La fase tres estaba completa. Ya no había espacio para el error, todos los errores habían sido calculados y llevados a un plano donde las fallas se habían visto reducidas a lo máximo posible. Su objetivo estaba claro, un objetivo relativamente mas sencillo que lo que acostumbraba a perseguir el nórdico. Pero si algo había aprendido en sus años de experiencia, era que ningún enemigo debe ser subestimado. Después de todo, incluso el propio Vjörnken era un humano mas, el errar estaba en su misma naturaleza. Pero la experiencia también le había enseñado a como ser "anti natural" en cierto modo. Y si el errar es humano, era un rasgo que el cazador había reducido en sí mismo.

En su naturaleza mas primaria y esencial, Zíu es un humano que no aprecia la violencia, que no la persigue y la busca con un frenesí digno de una bestia azotada por la sed de la sangre. Por eso mismo era que había elaborado sus sistema a la hora de llevar a cabo una cacería. Un sistema simple, pero que incluso siendo simple, era muy complejo de llevar a cabo.

Fox Russell. Ese era el nombre de su presa. En la fase uno de su sistema, Zíu aprendía todo lo que correspondiera a la vida de su objetivo. Un estudio exhaustivo del sujeto que le brindaba con todos sus antecedentes e información relevante. Un neófito dentro de lo que podía ser comprendido dentro de la existencia de los licántropos. Un cachorro con actitud irreverente e impulsiva. Los que eran de esa calaña no duran en el mundo, menos aún cuando un cazador como el nórdico le pone los ojos encima. Los impulsivos son el plato mas sencillo para los estrategas. Aquellos que no piensan sus movimientos, son los mas predecibles para los que están dotados de una mente fría y calculadora. Y en el caso del cachorro lobo, había una muy buena chance de que Zíu no tuviera siquiera que soltar una gota de sudor de su cuerpo para dominarlo por completo.

La segunda fase trataba de un estudio extendido de la información brindada por la fase uno. Rutina, fortalezas, debilidades, si se encontraba actualmente en una manada numerosa o si tenía aliados dignos de consideración y que pudieran ocasionar problemas llegado sea el caso de un enfrentamiento prolongado. En el caso del niño lobo, no tenía aliados, estaba solo. Por lo cual se cercioró de una forma mucho mas precisa, de lo que ya había aprendido previamente. Que no sería una presa especialmente complicada. O al menos esa era la conjetura que mas fuerza había tomado en su mente. Pero la segunda etapa de su sistema aún tenía una parte mas. Y esta parte del sistema, era la mas esencial. Era la parte que Zíu mas disfrutaba y la que ciertamente se le daba mejor. Para completar su sistema, el nórdico dedicaba un buen tiempo a la previsión de todas las situaciones posibles y sus respectivos finales. Todo con el propósito de ingresar a la fase numero tres.

Y la tercer fase, no era mas que la aplicación de la teoría. Y ya todo estaba preparado.

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- Cantinero! - La voz de Zíu sonaba alegre, despreocupada. Una clara fachada, pero clara quizás sólo para sí mismo. Allí...era un desconocido que claramente había bebido un par de copas de mas. - Otra cerveza para mi amigo er...¿Como era tu nombre? - Preguntó al anciano al cual le estaba invitando la cerveza.

Ni siquiera había volteado en dirección al rincón derecho del bar. Pero sabía quién estaba ahí. Allí, Zíu estaba en pleno control. Incluso cuando ni siquiera había habido interacción alguna. Ya su plan estaba en pleno funcionamiento.

por **Fox Rusell** Vie Abr 01, 2016 6:15 am

Se estaba acostumbrando demasiadoa ir a la taberna o el burdel las últimas semanas, no encontraba algo que lo motivara lo suficiente, excepto aquella noche de infarto que estaría seguro de que volvería a repetir. No obstante él se dirigía sólo a tomar unos tragos, no le apetecería encontrarse con nadie, él no se sentía tranquilo siendo un centro de atención o alguien envuelto entre gente. Él era un lobo solitario como podría llamarse. Lobo realmente era un término poco ligado a él, ya que había mostrado desinterés alguno por lo que era, sin conectar con esa bestia interna que podría llegar a dominar y unir fuerzas para ser una sola alma, esa bestia que se había forjado tras la desesperación y el temor siempre de perder lo que tenía y era por eso, que no quería tener nada. Era débil y no conocía sus puntos fuertes, sólo sabía que su fuerza era sobrenatural, como su agilidad y sus sentidos, algo que no utilizaba ni mucho menos, entrenaba para mejorar con el tiempo.

La puerta de la taberna se abrió ante él para sin mirar siquiera a nadie, importándole poco las vivencias de la demás gente que allí se encontraba, se dirigió a la barra, donde pidiendo una habitual copa de Ron, fue a parar a una de las mesas más arrinconadas del lugar, sólo. No le gustaba llamar la atención ni verse observado de alguna manera. Incluso cuando un ser extraño, con pelo recogido y barba algo poblada se dirigió a la barra con un hombre, al parecer llegaron ya borrachos, los miró durante sólo unos segundos y volvió la vista a su copa, la cual bebía con calma mientras que del bolsillo sacaba un paquete de cigarrillos que previamente había ido a comprar antes de que hubieran cerrado. Prendió su cigarro, arrimándose para sí el utensilio para depositar ceniza, que por aquel entonces, eran muy diferentes a los actuales ceniceros. Dió una calada que llenó en sus pulmones, mientras que el humo ya estaba siendo expulsado por su nariz.

No sabía hasta que punto, esa persona que se encontraba bajo lo efectos del alcohol, o eso hacía creer, podía ser de peligrosa o de cauta, dependiendo de quien fuera la presa y quien la bestia. Parecía una persona que gritaba sin pudor alguno, sin avergonzarse de que todos le miraban cuando llamado al cantinero de la taberna. Entrecerró los ojos, inhalando una calada más casi antes de dejar el cigarrillo encima del 'cenicero' para tan sólo mirar el horizonte. Ni por un segundo Rusell esperaría lo que podría sucederle con el tiempo, tan sólo, que el aura de aquel cazador que era lo que realmente reflejaba. Aun aura extraña, que estaba vitalmente por encima de los demás que allí en la taberna había, siendo observado durante unos segundos por el licántropo, el cual quitaría la mirada cuando fue éste el que por un segundo, lo miró, pero como si mirara a cualquiera más de las personas existentes en el lugar, por lo que no dio mucha importancia para seguir su propósito de beberse un par de copas e irse a casa apacible. Algo que no estaba por la labor de ir a suceder.

Durante un instante, Rusell se levantó para dirigirse a la barra de nuevo, donde su bebida, casi acabada, fue dejada sobre la barra para pedir otra, justo antes de darle ese último trago y querer volver a su mesa, donde ese cigarro, le esperaba aun encendido, siendo consumido por el aire y el tiempo, un tiempo que no volvería a ser suyo. -Ron sólo con hielo.- pidió.

por **Zíu Vjörnken** Vie Abr 01, 2016 2:26 pm

"Situación primaria número tres. El objetivo llega al bar, no hace caso de sus alrededores. Se cumplen los parámetros de personalidad establecidos para con los datos obtenidos en la fase numero uno. Su comportamiento es relajado, según lo descrito por el sujeto interrogado en el cuarto día de investigación. No dice mucho, no mira a sus alrededores en exceso. No siente interés en nadie, mas parece estar dotado de un aire reacio para con los extraños, que en este caso en particular, son todos. Se encuentra en una postura defensiva pasiva, sin dar señales de que sea particularmente sencillo de irritar. Mas los datos obtenidos indican lo contrario. Primer contacto...satisfactorio. "

La mente del cazador funcionaba de esa manera. Todo el tiempo estaba asimilando información. Podía demostrar por fuera que era tan sólo un hombre simple y común. Quizás celebrando la noticia de que un hijo estaba en camino, quizás un ascenso en su trabajo en el puerto. Quizás era el hijo de un noble que se había escapado de casa y disfrutaba de lo libre de la sociedad mas mundana. Infinitas eran sus posibles identidades. Mas muy pocos habían discernido correctamente entre las cortinas que había postrado el cazador delante de sí y su verdadera naturaleza. Sus armas eran el engaño, la estrategia, y una frialdad que mas de un vampiro seguramente envidiaría. No dependía de su fuerza física, no dependía de sus instintos. Dependía de su excelente capacidad para limitar las posibilidades ajenas y retener el control de las situaciones.

La sonrisa falsa de Zíu estaba dotada de una autenticidad previamente ensayada digna de una obra de teatro de la avenida principal. Su soltura verbal y física denotaban que estaba ebrio. Pero lo que podía soportar su cuerpo era mucho mas de lo que podían el de los demás allí presentes. Ese no era su primer rodeo y su víctima tenía un propósito mucho mayor que el de simplemente morir. No, no le servía en absoluto un simple lobo solitario muerto. ¿ Que le brindaba el matarlo allí mismo? ¿ Podía hacerlo? Claro que podía. Muchos de los escenarios previstos involucraban que el resultado no fuera el esperado. Y en esos escenarios el lobo moría. Pero eran los menos probables, estaban planeados para ser tomados y utilizados como un último recurso. ¿ Entonces por que?

" El aura del cazador pasa la prueba del olfato de la presa. Seguramente habrá notado la superior vitalidad, así como que algo con él no es lo que aparenta. Pero siguiendo el desempeño de la situación número tres, ignora su instinto y resta importancia a lo observado. El objetivo se acerca a la barra. Se mezclan los escenarios primarios número 3 y 24. "

La vista de Zíu no se fijó ni por un momento en el licántropo, que ahora estaba postrado en la barra. A unos escasos tres metros y medio de su persona. Su semblante no se modifica. No inunda su interior el nerviosismo ni la relativa proximidad del enfrentamiento. No, eso es para novatos. El nerviosismo es un cartel luminoso en el aura de uno. Los nervios afectan el ritmo cardíaco, así como la adrenalina plenamente fuera de control. Si el ritmo cardíaco aumenta, entonces el organismo se acelera. Aparece el sudor y las pupilas se dilatan. El pulso se vuelve errático y un enfrentamiento se presenta como una empinada subida por la mas alta de las montañas. Su humanidad es el mayor enemigo. Zíu no demostraba nada de eso. El olfato y los sentidos de Fox no notarían nada fuera de lo común. Nada mas allá del olor a alcohol que desprendían sus poros. Su aliento estaba también incluido en esto último.

- Oiga oiga, espere cantinero. - Dijo y soltó una de sus manos en dirección al cantinero. En otra situación el hombre pudo haber reaccionado como si lo hecho por el cazador fuera una agresión o algo por el estilo. Pero por el contrario, se detuvo a sí mismo y con una sonrisa se dispuso a escuchar al nórdico. Posponiendo así el momento de servirle al cachorro de lobo su trago. - ¿ Que le servirá a mi joven amigo de aquí cuyo nombre no conozco? - Preguntó señalando con algo de "malos modales" en dirección al joven lupino. El cantinero respondió con simpleza a lo que el Vjörnken sonrió y se echó a reír. - Ohhh vamos! ¿ Un ron, en serio? Tienes pinta de tipo rudo compañero, por que no bebes un whisky? ¿O algo quizás mas varonil? - Dijo mirando directamente al licántropo. Sus ojos eran los de un hombre afectado por el alcohol. Su aura era igual, errática, impredecible. Sin embargo su expresión se dotó de una repentina seriedad. Muy súbita e inesperada quizás. Sin embargo, mas allá del nerviosismo del cantinero, el borracho de la situación se echó a reír. - Es broma! Es broma! Te invito el trago, que ando celebrando que mi esposa va a dar a luz, así que dejame invitarte ese ron. - Dijo con calma mientras tomaba su vaso de cerveza y lo levantaba en dirección al jóven lobo. - Salud entonces.

" Salud por lo que estas a punto de experimentar...cachorro de lobo."

Pensó para sus adentros, muy en el fondo.

Su jugada estaba establecida. Una incomodidad por el exceso de confianza. El objetivo demostró en todo momento actitudes reservadas. El exceso de familiaridad y de libertades tomadas seguramente comenzarían un fuego interno que llevaría su tolerancia al punto mas nulo que fuera posible en él. Su impulsividad seguramente lo obligaría a hacer alguna estupidez marcada por su pobre experiencia en el mundo. Pero no había que adelantarse en sus conclusiones. Las situaciones posibles abarcaban incluso una recepción positiva del objetivo. En un juego de ajedrez, Zíu recién comenzaba a mover sus peones. Pero en un movimiento aparentemente indefenso que estaba ligeramente teñido por un dejo de agresividad. Una agresividad simple, concisa, a la cual apostaba el joven respondería de alguna u otra forma. Pero todas, eran favorables para él.

- ¿ Vienes mucho a este bar, muchacho?

Sabía la respuesta. Quizás mas de una. Pero era todo un juego de ajedrez. Zíu tenía su estrategia, mas el joven lobo no. Había que guiarlo nada más, guiarlo hasta su escenario menos favorable y allí, terminar con todo.

por **Fox Rusell** Mar Abr 12, 2016 7:43 am

Con la mente totalmente en blanco, aquel cantinero le sirvió esa copa de Ron con hielo que había pedido y quería beber tranquilamente sin que nadie o algo le estorbara o le interrumpiera, algo que sucedió. El licántropo fijó la mirada hacia un lado, en donde aquella persona no solo iba bebida, si no que llamaba demasiado la atención, se veía ser el hombre de la fiesta, una fiesta en la que Rusell no quería participar. Una persona, a la que le apestaba el aliento y que sólo parecía querer hacerse el gracioso, no iba a funcionar con el licántropo. Esa persona le había dirigido unas palabras al hombre de la barra, comentando lo que iba a beber, mientras lo señalaba. Por su cabeza sólo aparecía la imagen de cogerle del dedo para retorcérselo, ya que señalar, estaba mal visto, pero éste tomó su copa y dio un sorbo.

No quería tener que hablarle, pero veía que necesitaba que le pararan los pies, o al menos intentarlo, ya que el cazador estaba siendo un poco impetuoso, y mira que él sí que lo era, que actuaba sin pensar y con mucha frialdad, aunque poco calculara sus movimientos, eran bastante bien asestados. -¿Lo dice quien bebe cerveza?- alzó una ceja llevando ahora su mirada hacia aquel individuo, ladeando su cuerpo apoyándose en la barra con un codo, de manera chulesca, escuchando lo que celebraba, a lo que no pudo evitar soltar una pequeña carcajada y lo miró con una mirada completamente irónica que revelaba la burla concebida de el licántropo. -Primero asegúrate de que sea tuyo, ya después podrá celebrarlo.- volvió a reir, llevándose su vaso de nuevo a sus labios, brindando con la persona que le estaba incomodando un poco, para sentir ese aroma alcoholizado que por aquel ambiente, era lo único que podía respirarse.

Rusell dirigió su mirada a la mesa en la que estaba sentado, donde ya ciertas personas habían ocupado ese lugar, junto al cigarro que se había consumido. Mostró una mueca de descontento, ya que quería volver a estar tranquilo y solo, pero una vez más, la persona de su lado volvía a dirigir su aliento hacia su rostro, por lo que tuvo que apartar algo la cara, mirando en otra dirección. -Muy de vez en cuando, por el contrario -lo miró- a usted es la primera vez que lo veo aquí, y los extraños, son de mi desagrado.- sentenció hablando en tono serio, pero despacio. -Dudo que usted sea de por aquí, su mujer, quizá lejos de aquí, pueda dar a luz en su ausencia, acontecimiento que sería una lástima perderse, ¿no cree?.- alzó de nuevo la ceja, un gesto habitual en él, haciendo saber que sus palabras, aunque no sabias, estaban llenas de completa verdad.

Era la primera vez que lo veía ahí, y parecía sentirse completamente familiarizado con el ambiente, o bien porque había estado en tantas tabernas en su vida, o bien porque ocultaba algo, pero Rusell, aun joven, la vida no le había permitido conocer a todo tipo de personas, por el contrario un vampiro experimentado y con algún siglo de vida, podría descifrar de que no era una persona normal absolutamente y que podría esconder oscuros pensamientos, algo que no llegaría a la cabeza del joven lobo, había visto poco mundo, encerrado con su padre, inculcado en el trabajo junto a él y siendo apresado por una serie de principios que para nada estaban en el deseo de cualquier persona, no obstante, él no sería menos, y actuaría como creyera mas conveniente ante lo que se le avecinaba encima.

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