Game On! [privado]

Un, dos, tres... sus dedos libres repiqueteaban sobre la madera de la barra de vez en cuando, mientras su diestra tomaba un vaso que descansaba sobre la misma, agitándolo con parsimonia antes de llevarlo hacia su boca y detenerse un momento para inhalar el líquido ardiente que poco hacía para aplacar su sed. Más bien tratábase de una especie de placebo que bebía con cierto grado de indulgencia que se otorgaba así mismo y que sabía, no habría de durar toda la noche. No tenía por qué, puesto que él era bastante dueño de sus actos y no temía en influir en los de otros.

Giró sobre el banco y escudriñó la cantina con la mirada antes de levantarse y dirigirse a una mesa de color verde, adonde se concentró en aquel juego con el que se le había antojado distraerse esa noche al golpear una bola brillante con un palo delgado. El juego era una novedad en la zona y requería precisión, por lo que le resultaba bastante divertido. Le resultaba sencillo realizar cálculos y golpear antes de ordenar otra ronda y detenerse a esperar a que su oponente realizase un movimiento.

Pareciera que toda la concentración de aquel joven esbelto de piel blanquecina estaba embebida en el juego pero lo cierto era que sus sentidos no dejaban de percibir todo lo que acontecía a su alrededor. Ruidos, olores, sensaciones, llegaban a él de todos los rincones del lugar por lo que resultó sencillo percatarse de una escena que se desarrollaba a unos pasos de distancia y que no era ni siquiera mal disimulada por los protagonistas.

Dos hombres jóvenes, de ropa que delataba a las claras su escasez de recursos se encontraban conversando, si es que a aquello se le podía llamar así. Se percató sin dificultad de que uno mangoneaba al otro, exigiéndole algún tipo de tarea que el más joven se encontraba renuente a realizar, por lo cual el primero comenzó a encolerizarse con rapidez y perdiendo los estribos alzó una mano para llevarla hasta el cuello de la camisa ajena, aferrándola con fuerza y sacudiéndole mientras el otro mozalbete palidecía.

No había que ser demasiado inteligente para percatarse de que el más dócil se encontraba a merced del primero. ¿La causa? Podía ser cualquier cosa, algún tipo de ventaja quizás por ser el otro más fuerte o por tener algún as bajo la manga. Transcurrieron unos minutos más, en los cuales los dos jóvenes se alejaron de él, minutos durante los cuales realizó una jugada que le permitió elevar los brazos al aire. Acababa de ganar, y con ello su oponente realizó una mueca de dolor pues habían apostado una suma bastante fuerte de dinero. Sin demasiada paciencia Kol le arrebató las ganancias y salió por una puerta lateral adonde se detuvo en la penumbra, ya que esta daba hacia un callejón y esa noche la luna mostrábase tímida y sus rayos escaseaban volviendo la zona aún más sombría.

Fue desde esa posición que su mirada captó la presencia de aquellos dos jóvenes de nuevo, solo que ahora el fanfarrón mantenía sujeto al otro retorciéndole con fuerza el brazo por detrás de la espalda y amedrentándole sin tapujos. Llevóse entonces Kol los dos dedos a la barbilla al ver aquello y moviéndose con rapidez sobrenatural encontróse frente a ellos en un par de segundos.

-Vaya, vaya. ¿Qué es lo que tenemos aquí?- Su voz desconcertó al bravucón, que sin mirarlo respondió una chulada, insultando al entrometido y espetándole un lárgate mientras mantenía sujeta a su victima.

-Tssk, tsssk.- la lengua de Kol chasqueó de forma reprobatoria contra el interior de su mejilla. -Esa no es manera de contestar. Por lo que se ve esta noche he de tomar cartas en el asunto.- Una sonrisa apareció lentamente en sus labios, pero más que una sonrisa parecía el gesto de un zorro que se regodea de si mismo antes de cazar a su presa.

Un suspiro, eso fue todo lo que le tomó el acercarse al hombre que ahora empujaba el brazo del otro haciéndole gemir de dolor. Un movimiento rápido y apenas percibido, en el cual tomó al bravucón del cuello elevándolo en el aire un momento en el cual su rostro normalmente apuesto se transfiguraba, marcando en él las venas de forma sobrenatural y revelando a quien le viese su naturaleza vampírica. Los ojos de quien presumía de valiente llenáronse de terror antes de que con la misma rapidez el vampiro le depositase en el suelo y sus colmillos se hincasen en su cuello para alimentarse de él. El líquido carmesí viajó hacia su sistema un par de minutos y después, sin mayor preámbulo, rompió el cuello ajeno con un simple movimiento de su brazo. Un crack seco fue todo lo que cortó el silencio antes de que el cadáver cayese en el suelo al soltarlo sobre el pavimento.

El rostro de Kol se ladeó ligeramente al observarlo antes de dirigir su mirada hacia el segundo hombre que en ese momento le miraba aturdido y paralizado por el terror. Escuchaba con claridad sus latidos, rápidos y fuertes como un tambor. Un hilillo de sangre en su boca era la única evidencia de lo acontecido y pronto fue eliminado al mover su lengua sobre sus labios, relamiéndose un momento. El callejero no era la gran cosa y su sangre tampoco por lo que no había hecho más que probar su líquido vital unos segundos antes de despacharlo hacia el otro mundo, pero el notar al otro joven tan asustado logró entretenerle. Era como estar frente a un conejillo al que observas mientras decides si le das caza para preparar un guisado o le dejas correr antes de verle caer en el cepo y romperse una pata.

-Este es el momento en que nos presentamos.- dijo rompiendo el silencio. -Esperaré a que recuperes el aliento antes de que lo hagas y me agradezcas por el favor realizado.-