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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Abr 03, 2016 7:42 pm

Recuerdo del primer mensaje :

El destino es un papel en blanco,
donde uno escribe su propia historia




Habían pasado varias semanas desde la última vez que había visto a Gael aquel día en la feria, donde por azares del destino nos habíamos vuelto a cruzar tras habernos visto por primera vez en el burdel, y en donde ambos habíamos podido conocer un poquito más del otro, pero para mí no había sido suficiente, ni remotamente. La curiosidad que despertaba aquel hombre en mí era tal que no sabía realmente si tendría un tope y, tratándose de mí y en mi innata curiosidad, no podría afirmar que hubiera uno.

Aquel día solo había servido para que mi curiosidad creciera más con respecto a él, tenía la intención de averiguar todo lo que aquel hombre entramaba y era algo que nadie me iba a quitar de la cabeza. Y, hasta que no lo consiguiera, no iba a parar. Había dejado ver algún que otro matiz y había descubierto alguna que otra cosa, pero quería saber mucho más. Tal y como había dicho él habría tiempo, y era eso exactamente lo que me había propuesto: tener tiempo.

Intuía que si quería saber todo acerca de él debería de ser yo quien diera el primer paso, era la percepción que había tenido en la feria, y no me importaba tener que dar yo el paso si era necesario. No sabía por qué, pero que había algo oscuro en su vida que tardaría quizás en poder averiguar, era la sensación que tenía pero, ¿no escondía mi pasado también algo oscuro? Quizás fuera por eso que lo sentía así, quizás por eso debía de dar yo el primer paso y exponerlo a la luz. Aunque para cada persona variaba lo que consideraba oscuro, y no tenía nada que ver con lo que yo ocultaba.

Aquella noche no esperaba saber todo porque hubiera sido imposible, pero tampoco esperaba que terminara de aquella manera. Y no me quejaba, para nada, me había gustado como había acabado todo y también la promesa de que tendríamos tiempo para hablar tranquilamente y no dejarnos llevar por la atracción y el deseo que sentíamos hacia el otro, como había pasado la noche de la feria.

Por eso había aceptado la invitación de ir a su casa y que cocinara para mí, y no me olvidé de repetírselo de nuevo entre risas cuando se marchó por la mañana, dándome la dirección en donde vivía y prometiéndole que le avisaría con tiempo de cuándo iría, para que no le pillara por sorpresa o, peor aún, no lo pillara en casa. Tan sólo tenía que hablar con la Madam para saber qué día era el que tenía libre para poder comunicárselo, porque tampoco sabía cómo de liado iba en su trabajo, y no quería dejar pasar la oportunidad.

Finalmente hacía una semana le había enviado una carta avisándole de cuando iría y como no obtuve una respuesta negativa asumí que él también podía aquel día. Me había pasado toda la semana deseando que se terminara rápido y que llegara el día acordado para poder verlo, tenía ganas de verlo y no sólo por saciar mi curiosidad, sino de poder estar de nuevo a solas sin nadie que pudiera interrumpirnos.

Y, por fin, el día señalado había llegado. Me había cogido aquel día libre y el siguiente también ya que aprovecharía para estar con Alessia porque no pasábamos mucho tiempo juntas y aquella noche no sabía lo que me deparaba, y si volvía seguramente ella ya estaría durmiendo. Tal y como le había dicho no iba a ir con las manos vacías por lo que preparé algo para el postre mientras Isis, en la cocina, no dejaba de mirarme con cara de lástima y de pena para que intentara darle algo… pero era dulce y no quería que aquello pudiera sentarle mal.

Dejé todo preparado en una cesta y me di una ducha relajante ya que tenía tiempo antes de cambiarme para salir de casa. Una vez cambiada, preparada y lista salí de la habitación y cogí la cesta donde llevaba el postre, salí al salón que era donde estaba Alessia tumbada en uno de los sofás con uno de mis libros en sus manos, sonreí viéndola mientras Isis no dejaba de ir detrás y delante de mí mirando la cesta y moviendo el rabo, como si pensara que le iba a dar algo. Me miró dejando el libro a un lado y me acerqué para sentarme a su lado en el sofá, con la mirada de Isis fija en la cesta y sin perderla de vista, porque no me fiaba para nada.

Le acaricié su pelo rojizo que llevaba suelto y liso y la miré durante unos segundos, no me hacía mucha gracia dejarla sola en casa cuando no era por motivos de trabajo, pero pese a que había insistido que se quedara con alguien, no me había echo caso e incluso se había llegado a enfadar, momentáneamente, cuando se lo había sugerido.



-¿Estás segura de que estarás bien aquí, tú sola? –me miró haciendo un mohín por aquello haciendo que sonriera por su cara, y pasó a mirarme a mí para mirar a Isis durante unos segundos, y luego a mí.
-No voy a estar sola, Isis se queda conmigo –suspiré, sin que siguiera gustándome la idea, pero llevaba todo el día diciéndoselo y no me había echo caso alguno. Seguía en sus trece y en eso se parecía bastante a mí. Acaricié a Isis en la cabeza y miré a Alessia.
-Está bien, no creo que pase nada porque te quedes esta noche sola. No cenes tarde y no te acuestes tarde, y puedes subirte a Isis si quieres para que duerma contigo –por si llegaba tarde, que le hiciera compañía. Tenía la habitación llena de peluches, pero no era lo mismo a que se quedara con ella Isis en caso de que pasara algo. Parecía una madre ante tanta preocupación e hice que Alessia suspirara.
-No soy una niña me dijo frunciendo un poco el ceño, a lo que evité reírme porque, ¿cómo le decía, que seguía siendo una niña? Para mí lo era y no podía evitar preocuparme.
-¡Está bien! Tú ganas, ya eres mayorcita y está Isis contigo –cedí ya que no me quedaba de otra y le di un beso en la frente antes de levantarme, y otro a la perra, para mirarla una última vez.
-Dale un beso de mi parte, y dile que quiero retarlo a los dardos la próxima vez –me reí por aquello, negando con la cabeza, y cogí la cesta para salir de la casa riéndome divertida por aquello. No le había escondido que había quedado con él al igual que sabía, sin que le hubiera dicho nada, que se había quedado aquella noche. No había comentado nada al respecto y sabía que no nos había oído, porque seguramente la hubiera notado algo rara al día siguiente, pero era demasiado lista para su edad.

Salí de allí cuando los últimos rayos del día se colaban por el horizonte dejando paso a la noche, y comencé a andar hacía donde vivía Gael. Había pasado por allí un par de veces y realmente no quedaba muy lejos de donde vivía, quizás a unos veinte minutos como mucho, dependiendo del ritmo que llevaras. Llegué finalmente al barrio donde vivía y recordé el número de la casa que me había dicho, mientras iba por la acera buscando cuál de todas era.

En dirección hacia mí venía una mujer joven con un cachorro de labrador que se acercaba tirando de la correa con la que su dueña la llevaba atada, seguramente por lo que llevaba en la cesta, y se paró cuando llegó a mí lado dando un pequeño saltito como si quisiera alcanzarla, hecho que me hizo reír y agacharme para acariciarlo, mientras su dueña nos observaba con una sonrisa.



-Hola guapo –le rasqué detrás de las orejas mientras seguramente olía en mí a Isis y me levanté finalmente para seguir mi camino, sonriendo a su dueña, porque no todos se paraban y te miraban con buena cara cuando te acercabas a sus mascotas. Di finalmente con el número de la casa y me paré en la puerta durante unos segundos antes de tocar al timbre finalmente. Ahora estaría en su territorio y él llevaba la ventaja de estar casa, me mordí el labio mientras esperaba a que me abriera la puerta sintiendo un cosquilleo en mi cuerpo, y giré mi vista mirando a una pareja que pasaba por la acera mientras el nerviosismo me podía. Maldición, que abriera la puerta de una maldita vez, la incertidumbre me estaba poniendo en aquellos momentos. Esperaba que no hubiera empezado a cocinar.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Mayo 03, 2016 8:46 pm

La satisfacción de la curiosidad es una de las
mayores fuentes de felicidad en la vida





Sin duda alguna aquella noche estaba siendo muy diferente de lo que había pensado en un principio, de todas las opciones habidas y por haber que podían haber pasado a lo largo de la noche… que acabáramos así, precisamente, no era una opción que hubiera contemplado jamás en mí vida. Aunque también había que añadir que jamás habría pensado que algo como los Nosferatu, los vampiros, los licántropos y los cambiantes pudieran existir y rondar por el mundo internándose y camuflándose junto a los humanos. La noche distaba, en cierta parte, de lo que realmente había pensado y aunque no era algo que me agradara escuchar… sentía que era totalmente necesario.

No le culpaba por contarme todo aquello y darme una lección de vida, dura, como había hecho aquella noche. Le estaba agradecida porque si me hubiera mentido después de yo haberle contado todo sobre mí historia… me habría defraudado, ya no enfadado, sino más bien decepcionado. Porque aquello significaba que no tenía la suficiente confianza conmigo como para contarme algo como aquello, y aunque había sido un golpe muy duro y un palo muy fuerte… ahí seguía, sentada sobre sus piernas, sobreponiéndome de nuevo como había hecho durante toda mí vida. Parecía que aquel era mí sino y aunque había sido terrible escuchar una verdad así de sus labios y prefiriera seguir viviendo en la ignorancia, agradecía que me lo hubiera contado. Sabía que no había sido algo fácil para él y había sido también un paso muy duro, porque sí era cierto que todavía estábamos construyendo esa confianza a nuestro alrededor, aunque ahora la sentía más sólida que nunca tras haber hablado el tema.

Cuando le dije que era una mujer muy curiosa y que tenía miles de preguntas sobre aquel tema vi como sonreía y eso me tranquilizó, porque al menos me daba a entender que respondería todas las dudas que tenía… y no eran pocas precisamente. Era algo que no podía evitar y mucho menos después de haberme soltado una bomba de relojería como aquella, explicándome cada tipo de seres que había. Algo que me producía mucha curiosidad aunque algunas razas más que otras a decir de verdad. Sonreí algo más tranquila por ello y comencé con la primera pregunta de todas, una que desde que había sabido que existían los vampiros rondaba mí mente.


-Entonces creo que nos pasaremos toda la noche yo preguntándote y tú respondiéndome –me reí entre dientes mientras lo observaba, atenta a todas y cada una de sus palabras. No me gustó para nada lo que me estaba diciendo y con cada poder que me decía menos me gustaba todavía. ¿Seducción? ¿Coraza? ¿Dolor con la mente? No, desde luego que no me estaba gustando para nada lo que me estaba diciendo- La longevidad era algo que ya sabía pero, ¿infligir dolor con la mente? –Hice una mueca ante ello- ¿Un vampiro te puede seducir si quiere? Es decir, ¿es… como un hechizo del cual no puedes resistirte? ¿Cómo que percepción del aura, qué quieres decir con eso? –Parecía una niña pequeña que acababa de descubrir el mundo a su alrededor, que había aprendido a hablar, y que tenía más curiosidad de la que tenía un gato en sus siete vidas.– Así que… mi padre tiene el control para ¿controlar la mente, no? Por eso me hizo creer que todo era un sueño y una alucinación… -miré hacia otro lado durante unos segundos, que alguien pudiera tener el control sobre ese tipo de cosas era terrible y estremecedor, y no quería ni pensar lo que se podía hacer con aquel tipo de poder, mucho menos si era una persona malvada y carente de toda humanidad- Entonces, me estás diciendo que quizás un gato o un perro que vea por la calle… ¿puede ser un cambiante? ¿Eligen ellos en qué transformasen? ¿Se transforman cuando quieren y en lo que quieren? Entiendo que no vayas tras… ellos, por lo que veo solo vas tras las razas que son un verdadero peligro para los humanos y, parece ser, que los cambiantes no entran en ese rasero –hice una leve pausa- ¿Quiere decir que Isis puede ser un cambiante? ¿Cómo los diferencias, si se transforman en animales? -¿Cuántas preguntas le había hecho en apenas cinco minutos? Muchas, y muchas más que me quedaban que no tenían nada que ver con aquel tema, sino con él.- ¿Cómo matas a un… bueno, un vampiro o un licántropo? –lo miré durante unos segundos y negué con la cabeza- ¿Sabes? Mejor olvida esa última pregunta, no quiero ni pensarlo y creo que ni necesito ni quiero saberlo –saber eso sería como saber cómo matar a mí padre, y no era algo que me hiciera especial ilusión.

Suspiré concediéndole una pequeña pausa mientras analizaba cada una de sus respuestas y cogí el vaso de agua para darle un par de sorbos y hacer también algo de tiempo, sentía la garganta seca por las últimas preguntas y sentía que mi saliva no pasaba por ello. Como siguiera así iba a necesitar mucha más agua, o en su defecto, algo de vino para saber sobrellevar todo aquello que me estaba contando. Dejé de nuevo el vaso y sonreí sintiendo su beso en mí mejilla escuchando sus palabras, mirándolo mientras me llamaba de nuevo de aquella forma haciendo que riera entre dientes, para morderme el labio.



-No sé si a eso se le puede considerar trampa pero… me gusta mucho la pantera de peluche que conseguiste. Y sí, tendrás que dejarte ganar en algún momento porque te juro que Alessia es tan cabezota como yo que no parará hasta que te gane en algún momento, y sabiendo lo que sé, tardaríamos muchos años –le miré frunciendo levemente el ceño- Por supuesto que no la pondría en peligro, acaba de cumplir catorce años y todavía es una niña. No la expondría a tales riesgos y sé que lo estás diciendo de broma –porque no pensaba en absoluto que lo dijera en serio. El saber que a veces no cazaba solo no fue algo que me tranquilizase en absoluto aunque un poquito sí que lo hacía, y lo observé de forma fija mientras dejaba un beso en mí nariz y me decía que no quería que me preocupase- ¿Cuándo sales a cazar, o cómo sabes que debes salir a cazar? ¿Piensas que me voy a quedar más tranquila con eso, o que no voy a estar preocupada cuando lo piense? No es algo que pueda evitar y no es algo que puedas cambiar, Gael, la preocupación siempre va a estar ahí quieras tú o no –dejé un beso en su frente sabiendo que por mucho que me dijera me preocuparía de igual forma, si ya estaba preocupada de pensarlo y lo tenía delante de mí… cuando supiera que iba a salir a cazar la preocupación se multiplicaría por mil seguramente. No, no iba a estar tranquila en aquel tema.

Le miré cuando dijo que la vida no es justa y me mordí el labio, era algo que ya sabía y que había descubierto a lo largo de mí vida, pero igualmente, no sabía por qué me seguía haciendo ilusiones cuando sabía que era algo que no podía ser mientras sentía cómo acariciaba mí mejilla y suspiraba por aquello. Escuché sus palabras de que llevara cuidado con él y sentí una punzada en mí interior, joder, era mí padre y aunque yo también lo pensaba no quería pensar realmente que podía hacerme algo. Asentí cuando dijo lo de Isis, quizás ella podría alertarme de que estaba allí pero, ¿qué iba a hacer? ¿Salir por la puerta y dejar a Alessia a solas con mí padre? Aquel tema era algo todavía escabroso y peliagudo, un tema delicado porque no sabía realmente las intenciones que podía llevar mí padre.



-A lo largo de mí vida aprendí que esta no es justa Gael, créeme, lo he tenido que aprender aunque no quisiera hacerlo, es sólo que… -me callé y negué con la cabeza cerrando los ojos unos segundos, para suspirar y finalmente mirarlo- Isis dormirá en mí habitación a partir de ahora, y rezo para que mí padre no le haga nada a Alessia y hasta donde sé ella no me ha dicho nada, así que, seguramente solo quiera algo para conmigo -La pregunta era, ¿el qué? Y eso me atemorizaba. Lo vi sonreír cuando cambié de tema porque no quería darle muchas más vueltas y prefería centrarme más en él que en los seres sobrenaturales y en mí padre. Sonreí cuando me dijo su nombre y apellido y reí entre dientes divertida por ello sintiendo cómo me besaba, que correspondí entre risas, dejando un mordisco en mis labios que me hizo mirarlo de forma fija. Habíamos cambiado el ambiente que nos rodeaba en cuestión de un minuto con aquella simple pregunta, ahora era algo más ameno y divertido y sentía que estaba mucho más relajada- Así que, Gael Lutz, para servirme ¿eh? –reí de nuevo negando con la cabeza divertida, ¿sabía lo que acababa de hacer aquel hombre? Suponía que no, me había dado luz verde sabiendo lo curiosa que era… estaba claro, iba a ser su perdición aquella noche- Creo que ha hecho muy mal, señor Lutz, en darme carta blanca para que pudiera preguntarle cosas, sabiendo lo curiosa que soy ¿no sabe que podría pasarme hasta la madrugada preguntándole cosas sobre usted? –No pude aguantarlo y me reí a carcajadas durante unos segundos, pasando uno de mis brazos por su cuello para mirarlo cuando terminé de reírme, y dejé en sus labios un beso antes de empezar. Bien, comenzaba el interrogatorio- Ya sé que tú plato favorito son los espaguetis a la boloñesas, así que ¿cuál es tú color favorito? ¿Flor? ¿Bebida? ¿Libro favorito? ¿Cuándo naciste? ¿De qué lado de la cama duermes? –reí ante la última pregunta apoyando mi frente en su hombro y negué divertida mientras lo miraba, en realidad, la última pregunta no me importaba pero había salido de mis labios sin que me diera cuenta- Olvídate de la última, era coña –me puse de nuevo bien para mirarlo y proseguí, solo había hecho más que empezar y podía preguntarle muchas cosas- ¿Cómo eras de pequeño; quizás eras un buen niño obediente, un travieso en potencia, le gastabas muchas bromas a tú hermana? Yo era una niña buena y obediente –rodé los ojos divertida- a la que siempre le encantaba escuchar historias de los dioses de su madre, algo que me apasiona, y de la que siempre pedía un cuento y una nana antes de irme a dormir… aunque la nana me viene desde que era un bebé, ¿tú también pedías cuentos y nanas? –Sonreí enredando mis dedos en su pelo con la otra mano que tenía libre- Seguro que eras un niño muy mono de pequeño, te imagino de pequeño con esos ojos azules, tu pelo rubio ¿quizás con pequeños rizos? Corriendo de un lado para otro llevando a tus padres de cabeza… sí, te veo más así. Muy adorable sin duda –dejé un beso en sus labios mientras volvía a coger el vaso de agua y darle un par de sorbos más mientras dejaba que me respondiera- ¿Cuándo fue tu primera incursión en el mundo del sexo y… cuando te diste cuenta –cogí su mejilla pellizcándola mientras decía las siguientes palabras, divertida- de que tienes esos aires de, y eres, un dominante? –Algo que me ponía mucho, no se lo iba a negar porque lo sabía de sobra- ¿Qué es lo que más te gusta cocinar de todo? ¿Te gusta viajar? Si pudieras elegir un lugar en el mundo que visitar, ¿cuál sería? –hice una pausa y comencé a reírme por todas las preguntas que, en un momento, acababa de hacerle… y eso que no era nada, aún tenía muchas más pero no quería asustarlo.– Tú también puedes preguntarme si quieres, pero –levanté un dedo poniéndolo sobre sus labios antes de que hablara- no se vale repetir pregunta, sería demasiado fácil. Y no me digas que no tienes preguntas, porque no me lo creo en absoluto –reí de nuevo quitando el dedo de sus labios y me incliné para dejar un mordisco en su mandíbula, bastante había aguantado sin dejar un mordisco o raspar con mis dedos su barba. Me separé y lo miré con una chispa de diversión en mis ojos- Te dije que habías echo mal –sonreí divertida y esperé por todas y cada una de sus respuestas- Ahora no vale echarse atrás, sólo por si acaso lo estabas contemplando.  
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Mensaje por Gael Lutz Lun Mayo 09, 2016 8:17 am

El aburrimiento se cura con curiosidad. La curiosidad no se cura con nada.


Sabía lo que estaba haciendo al decirle que me podía preguntar todo lo que se le ocurría por la mente. Era una persona de lo más curiosa, siempre me lo había dicho, desde el minuto uno y ahora le acababa de dar otra razón para serlo. No me importaba estar toda la noche hablando y respondiendo sus preguntas, seguro que tenía tantas que no sabía ni por donde empezar, por lo que estuve tentado de preparar café, pero no era oportuno... Si resultaba que no tenía tantas como pensaba, iba a estar toda la noche como un búho sin poder pegar ojo por la cafeína en mi sistema nervioso.

Su primera pregunta fue dirigida hacía los poderes de los vampiros. La escuché y asentí. Seguramente su padre sí que tenía ese poder y lo había utilizado con ella, aunque no para infringirle dolor, de momento solo le había  confundido para creer que todo era un sueño. ―Sí, quizás tenga ese poder, aunque aún no lo ha usado contigo.― Apreté la mandíbula. No quería ni imaginarme lo que le iba a hacer si lo cogía un día... Pobre de él. Acaricié su pelo, no podía dejar que notase que me había enfadado. ― Sí, es como lo que usan las brujas y brujos. Hacen que te atraiga que no puedas hacer nada para remediarlo.― Sonreí, me encantaba enseñarle cosas, quería que aprendiera sobre esos temas y poder plantarle cara a su padre si la cosa se ponía seria. ―¿Nunca has notado cuando un hombre o mujer te ha dado mala espina así sin más? Pues ellos tienen eso, solo que pueden verlo. Cada persona tiene un aura, según dicen de un color. Y cada color significa algo. Ellos ya saben cosas sobre las personas nada más ver su aura, aunque nunca hayan hablado con esa persona.― Yo siempre había tenido curiosidad por saber de que color era mi aura, pero nunca se lo había preguntado a ningún ser, no me gustaba perder el tiempo en eso.

Su pregunta sobre los cambiantes era mucho más compleja de responder ya que al no cazarlos, no estaba muy informado acerca de esa condición. Humedecí mis labios con la lengua para contestarle a las siguientes preguntas. ―Sí, y también pájaros, lobos, osos, ratones, leones... Cualquier animal. No sé si lo eligen ellos, no estoy muy puesto en esta especie. Quizás sí que lo elijan, aunque nose, no te lo puedo decir con seguridad. ― Me reí por lo que dijo de Isis y negué con la cabeza. ―No creo que Isis sea un cambiante, Nai. Los cambiantes aunque sean perros siguen pensando como humanos y no creo que ningún humano vaya contento a olisquear el culo a otro perro... Pero nunca se sabe. ¿Nunca te ha mirado con ojos de humano?― Me reí, como resultase ser un cambiante, me iba a reír mucho... Esa perra era demasiado adorable como para ser un humano. ―No se pueden distinguir... No a simple vista. Quizás, si los enfadas mucho se vuelvan humanos... Nunca se sabe. Un día probamos con Isis, la hacemos enfadar a ver que pasa.― Volví a reír y besé su nariz. Me dispuse a contestar a su última pregunta, sobre como se mataba a un vampiro o a un licántropo y me dejó con la palabra en la boca. ―Algún día deberás saber como se hace y te enseñaré a hacerlo. No quiero que tu padre te haga algo y no puedas defenderte.― La miré a los ojos, si un día llegase el momento, tenía que saber como acabar con su padre.

Hizo una pausa, la cual ambos aprovechamos para beber agua e hidratar nuestra boca, la cual estaba seca por tantas preguntas y tantas respuestas. ¿Que más preguntas tenía pensadas para mí? Estaba listo, tenía ganas de seguir saciando su curiosidad, aunque la mía estaba esperando latente a que fuese mi turno. Esto parecía un interrogatorio de la policía, solo que sin la presión de ser sospechoso y la compañía más agradable.

Me reí de nuevo y asentí, estaba claro que en la siguiente cita entre Alessia, ella y yo, iba a tener que dejarme ganar, no me apetecía aguantar a una Alessia enojada porque hubiera perdido en el juego. ―Está bien, me dejaré ganar. Y no se cuenta como trampa. Soy bueno en los dardos, es un hecho.― Me encogí de hombros y la miré con una sonrisa. Suspiré mientras me besaba en la frente. ―Salgo cuando me apetece, o cuando hay luna llena, que es cuando se puede cazar licántropos... O cuando ha habido muchas muertes en una zona.― Acaricié su mejilla con cariño. ―Créeme que me encantaría que no te preocupases por mí, pero al igual que yo me preocupo por ti cada noche que vas a trabajar... Sé que es inevitable.― Dejé un suave beso en sus labios.

Me quedé algo más tranquilo al ver que aceptó que Isis durmiera con ella y que Alessia no le había dicho nada acerca de su padre. ¿Qué diablos quería el cabrón? La agarré al ver que cambiaba de tema, esto era mucho mejor que hablar de cosas oscuras. ―No me importa tener que estar toda la madrugada respondiéndote cosas, para eso hemos quedado esta noche. Lo otro, podemos aplazarlo.― Le ronroneé en la oreja, dando a entender que era el sexo a lo que me estaba refiriendo está vez. Me reí, divertido por sus preguntas tan triviales. ―Mi color favorito es el amarillo, mis flores preferidas son los girasoles, mi bebida favorita sin alcohol el agua y con alcohol el whisky. Mi libro favorito... Tengo tantos que no soy capaz de elegir uno. Y nací el veintiuno de agosto.― Me reí al terminar y besé su cara por todas partes, me gustaba más este ambiente que el anterior.  Mis ojos casi se salen de mis órbitas al escuchar las muchas preguntas que me acababa de hacer. Me tomé unos segundos para pensar y comencé a responderle. ―Era algo distraído, pero siempre hacía lo que se me decía, me encantaba que me contasen cuentos antes de dormir y luego leerselos yo a mi hermana. Era ella la que me solía hacer travesuras, siempre peleábamos por cualquier tontería, era la niña consentida de la casa. Era puro amor de pequeño, aunque ahora lo soy más.― Le guiñé un ojo divertido con una sonrisa.

La devoré con la mirada ante las siguientes preguntas relacionadas con el sexo. ¿Así que quería que hablásemos de ese tema? Se me ponía dura solo de pensarlo. ―Mi primera vez fue contigo.― Me aguanté la risa y negué con la cabeza. ―Fue con dieciséis años, con una chica que fue mi novia un tiempo, era la hija del panadero. Era un poco ligera. Me dejaba hacerle de todo, recrearme con ella y no sé, siempre era yo quién mandaba y ella obedecía. ― Me recoloqué el paquete, se me estaba empezando a levantar al hablar de esto. Cogí el vaso de agua y carraspeé un poco. Siguió con su bombardeo de preguntas y acaricié su pelo de nuevo mientras las respondía todas. ―Me gusta mucho hacer postres, es lo más divertido de la cocina. Sí, me gusta viajar, aunque no he podido viajar mucho, solo por las zonas de Francia, nunca he salido del País. Y me gustaría ver Egipto, quiero ver donde has nacido.― Besé su mejilla.

Ahora me cedió el turno, era mi turno para recrearme, pero no me dejaba repetir preguntas. ¿Entonces que le preguntaba? Me había preguntado tantas cosas... Me concentré y comencé con mis preguntas. ―¿En que te gustaría trabajar si no fueses...cortesana? ¿Quieres casarte? ¿Tener hijos? ― Esas tres preguntas eran las primeras que se me habían ocurrido de momento. Quería ir despacio, no quería ser un pesado con preguntas personales, aún no.
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Beyond Two Souls ~ Privado - Página 2 Empty Re: Beyond Two Souls ~ Privado

Mensaje por Naitiri Zahir Miér Mayo 11, 2016 7:12 am

La capacidad humana de sentir curiosidad siempre ha existido




Aquella noche Gael iba a conocer de primera mano lo realmente curiosa que era, no era algo que le pillara desprevenido porque se lo había dicho muchas veces… que la curiosidad me podía, era algo tan innato en mí que muchas veces me costaba controlarme. Como por ejemplo el día de la feria, había sido todo un suplicio el contenerme aquella noche y no preguntarle como había querido. Pero entendí que tampoco era el momento así que, iba a tener que responderme por todas las preguntas que aquella noche no le pude formular, más aparte, todas las que él me estaba generando conforme íbamos hablando. Un tema que nunca pensé que llegaría a conocer, que me creaba más preguntas que respuestas, y del cual quería saber todo lo que pudiera. Siempre había pensado que eso de los vampiros, los licántropos era cosa de mitos y de leyendas. Historias que la gente contaba para infundir miedo y tenerlos, de alguna forma, controlados. Saber que existían realmente y que estaba sentada sobre uno de ellos que los cazaba… era una fuente de información demasiado apetitosa como para ignorarla.

Ya había comenzado con las preguntas y esperé paciente a que me respondiera a cada una de ellas, sabía que cuanto más me contara más le preguntaría después pero al parecer no le importaba que le preguntara, porque de lo contrario, estaba segura de que me pararía o me diría algo. Pero es que no podía evitarlo, era algo totalmente nuevo para mí y me sentía como si hubiera descubierto el mundo por primera vez. Aunque… para ser exactos, así había sido. Más bien, me había dado cuenta de lo que realmente era el mundo. No podía culparme por preguntarle todas aquellas cosas. No cuando él mismo me había dicho que le preguntara. Le vi responder la primera pregunta, la del poder de mí padre, y tensar su mandíbula. No era fácil para ninguno.



-Te refieres a que puede utilizar más poderes, ¿es eso? Nunca he sentido nada parecido al dolor cuando he estado cerca  de él
–al menos, no un dolor físico- teniendo en cuenta que pensaba que era una alucinación de mí mente. ¿Qué tipo de dolor pueden infligir? ¿También emocional, o sólo físico? –no me gustaba para nada ese tipo de poder. Lo miré muy sorprendida ante sus siguientes palabras y levanté mis manos –Espera, espera, espera… ¿me estás diciendo, que existen también brujos y brujas? –Enarqué una ceja, eso no me lo había dicho.- No has mencionado nada de que habían brujos, ¿conoces alguno? ¿Qué poderes tienen? ¿Pueden manejar los elementos?, ya sabes tormentas, fuego… todo eso. ¿Tienen poderes curativos? ¿Cómo lo hacen? ¿También cazas a los brujos? –era un tema que me fascinaba un poco, el hecho de que una persona tuviera magia y pudiera controlarla… era una idea de lo más interesante. –Sí, claro que me ha dado alguien mala espina, como a todos yo creo. Así que… pueden ver el color del aura, ¿nunca has sabido cómo es la tuya? Es decir, ¿es un aura diferente para cada raza? –hice una leve pausa mientras lo miraba, cuanto más sabía más quería saber. Era un campo en el que me sentía muy perdida y el único que podía aportar algo de luz era él, por lo que no tenía más remedio que preguntarle si quería saciar toda mi curiosidad.

Sin duda alguna lo que más curiosidad y algo de fascinación me hacía sentir era el tema de los cambiantes. Al parecer era una de las razas que no cazaba porque no era un peligro para la humanidad, pero el hecho de que pudieran transformarse en cualquiera animal era algo confuso. Y eso iba a hacer que cada vez que viera un animal pensara si podría ser un cambiante o, realmente, era un animal. Porque, ¿cómo los podías distinguir? Estaba segura de que si me ponías a uno cambiante ya transformado, y al animal en que lo hiciera al lado, y me los ponías delante… no sabría distinguir cuál era cual. Lo miré mientras explicaba, se humedecía los labios,  y me mordí el labio escuchándolo ya que cada palabra que decía era un dato de información que guardaba en mí memoria.



-¿En cualquier animal? –Abrí mis ojos sorprendida- ¿Te has encontrado con alguno? Supongo que loas animales más “cotidianos” son los que más desapercibido pasan. Sería raro ver a un león, o a un oso paseándose por la ciudad. –Reí ante su respuesta de que Isis no era un cambiante y suspiré algo más tranquila, aunque si no me había echo daño en todo este tiempo dudaba de que me hiciera algo. Le di un ligero golpe en su hombro ante su pregunta, viendo que le hacía gracia todo aquello- Bueno, siempre he pensado que era una perra muy lista, y tiene unos ojos muy nobles pero… no, no creo que sea un cambiante. Ya veo que a ti te hace gracia el asunto, dime, ¿estarías tan tranquilo si supieras que Gato es un cambiante? –Sonreí- oh, eso sí que sería divertido. En la casa de todo un cazador, paseándose tranquilamente mientras tú le das de comer y él se dedica a la buena vida. Gato es demasiado listo –reí por aquello divertida, no pensaba que ninguno fuera un cambiante aunque como lo fuera alguno… me llevaría una sorpresa, y los cosería a preguntas. –No intentes enfadar a Isis, no vas a poder, te lo aviso. En todo el tiempo que la tengo jamás la he visto enfadada, o en actitud agresiva… nunca. Es un amor de perra, así que mejor la dejamos tranquila –sonreí mientras él dejaba un beso en mí nariz y le hacía la última pregunta, nada que ver con los cambiantes. Cuando terminó de hablar algo dentro de mí dio un pequeño chispazo, y quise borrar sus palabras de mí mente- No vuelvas a decir eso, por favor –dije de forma algo más seria, fijando mí mirada en la suya. Azul contra castaño. Ni yo aparté mí mirada de la suya ni él de la mía, y sabía que lo decía por mí bien pero… -Aún me cuesta asimilar lo que es, como para saber cómo matarlo. Te lo agradezco, pero no quiero saberlo. –Hice una pequeña pausa y esperé a que siguiera, y sonreí- Vale, tendrás que dejarte ganar porque sino te estará retando eternamente –rodé los ojos ante que era bueno con los dardos, y lo miré cuando dijo las veces que salía a cazar. -¿Muchas muertes, significa cosa de vampiros? ¿Cómo sabes lo que tienes que cazar? O es que vas muy armado -Sentí su mano en mí mejilla, incliné mi rostro hacia donde estaba su mano y cerré los ojos ante sus siguientes palabras, suspiré y lo miré. ¿Se preocupaba por mí? Era demasiado adorable por aquello, sonreí un poco y dejé que me besara. –Dejémoslo en un empate, porque ninguno va a convencer al otro- aunque lo mío no corriera peligro de muerte, y lo suyo sí. Y eso me daba un miedo terrible.

En la pausa que siguió yo también cogí el vaso de agua y le di un par de sorbos, quería olvidar que se había ofrecido para enseñarme a matar a mí padre, porque no era algo que contemplara de momento. Me acababa de enterar de lo que era, había vuelto a mí vida después de todos estos años y no quería ni pensar en el hecho de saber que podía saber cómo podía matarlo. Dejé el vaso de nuevo y lo miré expectante a que comenzara, dejando a un lado el tema sobrenatural y centrándome en él, sabía que él también tenía preguntas que hacerme y esperaba que las hiciera, si yo le estaba haciendo todas aquellas preguntas lo mínimo es que yo le respondiera también a todas. Sonreí por sus palabras.


-Me alegro que lo tengas en cuenta porque tengo muchas preguntas. Pero, ¿no trabajas mañana? Por mí no hay problema, tengo el día libre, y me puedo quedar toda la noche despierta, pero ¿y tú? No quiero que te quedes despierto toda la noche por mí culpa si mañana trabajas. En cuanto sientas que necesitas ir a descansar lo dices y nos vamos a dormir, ¿vale? Y no admito réplica alguna –sonreí y escuché sus palabras en mí oído de aquella forma, haciendo que me mordiera el labio- Yo también pienso lo mismo –quería demostrar que el sexo no era el motor y el pilar por lo que iba a sostenerse todo aquello. Yo también quería demostrar que podíamos estar juntos sin tener que acabar en la cama dando rienda suelta a lo que ambos sentíamos. Que lo que empezábamos a construir era más fuerte que la atracción que teníamos. ¿Qué había ganas? Claro, cada vez que estaba cerca de él. Sonreí por sus respuestas y lo miré divertida, más cómoda con el ambiente en el que estábamos ahora- El mío también es el amarillo, los nenúfares, el agua, el vino y bueno… mí libro favorito ya lo sabes. –Miré un momento la estantería- ¿Esos son todos los libros que tienes, o tienes por ahí más escondidos? –sonreí mirándolo, parecía que a él también le encantaba leer como a mí, algo que me encantaba- Porque coincidimos en casi todos, al menos, los que he visto por encima. Así que, el veintiuno… ¿sabes? Apenas nos llevamos dos semanas de diferencia, el mío es el 3. Ahora entiendo por qué los dos somos puro fuego –reí divertida por la broma y cerré los ojos sintiendo como besaba mi cara por todas partes, divertida con aquello. Lo observé tras las siguientes preguntas de cuando él era pequeño, con mis dedos enredados en su pelo, y enarqué una ceja cuando terminó- ¿De verdad? No te creo –reí entre dientes- ¿Tú eras el niño bueno? Pero si eres todo un diablillo… No me creo que Adaline fuera la que te gastara bromas, más bien, tienes toda la pinta de que eras tú –sonreí- Es que las niñas son el ojito derecho siempre, y más cuando son las pequeñas. Somos más adorables que vosotros –dejé un beso divertida y lo miré- ¿Te llevas bien con tú hermana? ¿Qué edad tiene? ¿Adaline también es rubia con ojos azules como tú? Seguro que es muy guapa. Y me alegro de que la tengas contigo –que se hubiera quedado solo habría sido un golpe muy duro, y sabía bien de lo que hablaba.- Luego si quieres cuando nos vayamos a dormir, te cuento un cuento –reí divertida por aquello- seguro que los que te cuente no los habrás oído nunca. Y me parece muy adorable que le leyeras cuentos a tu hermana, como todo buen hermano mayor –deslicé un dedo desde su frente hasta su nariz y di un golpecito en la punta- Deberías de pasar más tiempo con ella, dices que apenas os veis, y aunque no lo parezco os necesitáis el uno al otro –me mordí el labio- Lo que eres es un fanfarrón; que si soy bueno montando a caballo, que si soy bueno lanzando dardos, que si soy puro amor… -me reí divertida por aquello- Eso son puras palabras Gael, y soy una mujer de hechos. Y ya veremos quién gana a quién.

Ya le había preguntado cosas triviales, le había preguntando también por cuando era pequeño y… ahora, tocaba el sexo. Sabía bien lo que estaba haciendo al preguntarle por aquel tema, pero es que tenía mucha curiosidad porque me respondiera, aunque no iba a cebarme con él sobre ese tipo de preguntas, simplemente quería que me contestara un par y lo dejaría. Sonreí cuando comenzó a responder y me tuve que reír ante sus primeras palabras, divertida por ello.


-¿En llevarte al paraíso? Lo sé
–reí y le di un leve golpe en el hombro para que continuara hablando y dejara la broma a un lado. Lo escuché y enarqué una ceja en cierto momento mientras lo observaba, dejando que terminara de hablar.– Así que, eres un dominante per se –sonreí- No lo aparentas, la verdad –aunque si recordaba y me ponía a pensar en la primera vez… sí, había tenido gestos de dominante. ¿Cómo podía haberlos pasado por alto? Fácil, porque aquella noche me centré en disfrutar de él y no me di cuenta de nada. Pero sí, los había tenido… claro que sí- Aunque si te paras a pensarlo, sí que tienes gestos de dominante. Sabes que es algo que me gusta así que, no tengo problema alguno con eso –sonreí y me incliné para rozar su cuello con mí nariz, dejando trazos verticales por este mientras aspiraba su aroma. Sabía lo que pasaba si hablaba de aquel tema y su gesto me lo confirmó haciendo que sonriera divertida, dejando que bebiera agua. No quería que pensara que lo estaba incitando de alguna forma, porque todo era mera curiosidad, dejé un beso donde estaba y me separé para mirarlo dejando que continuara- Un día tengo que invitarte a casa y preparamos ese postre que te he traído, yo también pienso que es lo más divertido de la cocina. Será divertido darle instrucciones y órdenes a todo un chef -reí divertida- Y así si quieres hacerlo otro día ya sabes cómo –sonreí y escuché sus palabras sobre los viajes, y que no había salido del país… y que quería ir a Egipto- Me encantaría llevarte conmigo a Egipto, ¿sabes? Siempre tuve en mente que regresaría algún día, así que me gustaría que pudieras venir conmigo. Además montar en barco no es algo que me gustase hacer sola, y si vienes, me sentiría más tranquila –hice una leve pausa- Y, ¿qué mejor que una propia Egipcia como guía? Te enseñaría Giza, te llevaría a las pirámides y te contaría cosas sobre los Dioses y los Faraones, montaríamos a camello, navegaríamos por el Nilo... Seguro que hay cosas que han cambiado, pero es muy bonito igualmente. Y no tendrías problemas con el idioma, tampoco. –Sonaba todo muy idílico, y soñar era gratis.

Ya había respondido a todas mis preguntas y estaba esperando a que él me hiciera las suyas, tenía curiosidad por saber qué me iba a preguntar y esperaba estar preparada para poder contestarle. Sabía que me iba a preguntar de todo y no quería que se sintiera mal al hacerlo, porque él me había respondido a todas y así lo iba a hacer yo también. Lo que no esperé que preguntara fueron… esas tres preguntas. A cada cual más difícil que la anterior, me mordí el labio y comencé con aquello, la primera la tenía bastante clara porque era algo que siempre había tenido en mente.


-Me gustaría ser Egiptóloga. Más que trabajar, primero me gustaría estudiarlo y seguir los pasos de mí madre. Puede que haya perdido práctica por todos estos años, pero llevo desde que era un bebé viendo a mí madre trabajar con jeroglíficos, aprendiendo sus historias, aprendiendo a leerlos… He visto los manuscritos, imágenes y papiros que hay en el museo y estoy segura de que ni siquiera están traducidos, y podría trabajar como traductora, cada vez que voy me he fijado en que no tienen a nadie y… bueno, por algo se empieza. Mí madre era muy buena en su trabajo y si pudiera estaría investigando grandes hallazgos sobre las pirámides –hice una leve pausa, aquello había sido fácil de responder, las siguientes dos preguntas…- Casarme… -repetí mordiéndome el labio y dudando si decirle la verdad o no. Dado todo lo que habíamos hablado, opté por decirle la verdad. –Para mí eso implica “compromiso y fidelidad” y si te casas libremente, es porque estás enamorado de la otra persona ¿no?, he visto a muchas parejas en los que él ha proclamado cuanto la amaba, y su amor por ella, y luego ¿sabes dónde han terminado? –Hice una leve pausa, refiriéndome al burdel sin mencionarlo- He visto eso tantas veces a lo largo de mí vida que, en lo que a mí respecta, he perdido un poco la fe en cuanto a amor se refiere. Hasta que aparezca el hombre indicado que me haga perder la cabeza, y me vuelva tan loca, que solo quiera pasar el resto de mi vida junto a él –Pero, ¿cuándo pasaría? ¿Quién sería? Preguntas sin respuesta- Así que sí, me gustaría casarme algún día. Y por ende ello implica el formar una familia. Siempre he pensando que cuando tenga hijos, mí hijo o mí hija, tendrán esa infancia que yo nunca tuve, y me implicaré más porque no quiero que pasen lo que yo tuve que pasar, que sean felices, que estén con sus padres, que disfruten de su niñez… -me mordí el labio y lo miré durante unos segundos perfilando sus labios- Supongo que, en ese punto, estarás de acuerdo conmigo –ambos habíamos sufrido en diferentes edades, pero no había sido justo para ninguno de los dos, y lo que nos pasó nos había marcado a ambos. -¿Sólo tienes esas preguntas, Gael? No tengas miedo a la hora de preguntarme, o voy a pensar que no sientes curiosidad –reí entre dientes- ¿Qué es lo que más te gustaría que te hicieran, o hicieran por ti, y lo que más odiarías? ¿Cómo te definirías? Venga va, como sigas así me vas a dar una carta muy blanca –apoyé mi rostro en su hombro, en el hueco entre su cuello y suspiré.
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Mensaje por Gael Lutz Jue Mayo 12, 2016 12:50 pm

Si no tuviese sentido del humor, hubiera cometido suicidio hace mucho tiempo.



Suspiré un poco aliviado al escuchar afirmar que su padre no le había inducido ningún daño, ni siquiera físico ni emocional, aunque ese era uno que seguramente los sueños le estuviesen causando, pues había aparecido su padre de repente, sin avisar, le había confundido la mente, le había hecho creer que estaba aquí, había jugado con ella todo lo necesario y aquí estaba yo, diciéndole cosas feas relacionadas con él. Debía de estar siendo demasiado duro para ella, pero era una mujer fuerte, más fuerte de lo que ella o yo hubiésemos sido capaces de imaginar. Era una situación muy complicada y la estaba superando con creces. ―Bien. ― No dije nada más, me limite a escuchar sus preguntas acerca de este tema, las cuales eran un tanto complicadas, no tenía mucha práctica con los vampiros que follaban las mentes. ―Sé que se meten en tu mente, y hacen que te duela, como un dolor de cabeza extremo, cosas así Nai, no sé si pueden hacer que sientas tanta tristeza como para que te suicides. Nunca les doy tiempo a que hagan algo así. ― Ladeé la cabeza, divertido al ver como levantaba sus manos ante la mención de las brujas y los brujos. ¿Tampoco sabía acerca de ellos? Esta muchacha había vivido en una parra todos estos años. ―Sí si que conozco a brujos, bueno, a una bruja. Hay brujos con magia oscura y magia blanca… Ella tiene magia negra. Pero, es mi amiga, mira. ― Saqué el botón naranja del bolsillo, últimamente siempre lo llevaba conmigo, por lo que pudiera llegar a pasar. ―Aquí dentro hay un ente llamado Mordekai. Está obligado a defenderme. Lo probé con mi amiga la bruja y acabó con un cuchillo clavado en la tripa. Así que tendrás que creerme porque no pienso ponerte a ti en riesgo. ― Se lo di para que pudiera verlo y curiosear con él como si fuese Gato con un ovillo de lana. ―No, no se de que color es mi aura… Quizás algún día tu padre pueda decírmelo. La verdad, que tengo curiosidad acerca de eso. Y no se, creo que hay varios colores independientemente de la raza y de la persona. ― Me quedé pensativo con eso. ¿De que color sería? ¿Cuál sería el color de la de ella? Seguro que blanca.

Asentí a su siguiente pregunta y me encogí de hombros para la siguiente. ―Nose, quizás si que me he cruzado con alguno, pero como no lo se… Pues… Poco puedo decirte acerca de eso, Nai. ― Comencé a imaginarme que Gato era un cambiante, que vivía en mi casa como un maldito rey y sabía todo acerca de mí. Gruñí un poco y lo vi subido en su cesta, mirándonos fijamente, para después, pasar a acicalarse. Volví mi vista a la morena y reí. ―Si ese gato es un cambiante hace su papel muy bien. ― Le apreté en el hombro. ―Isis es como tú. Aún no te he visto enfadada… ¿Alguna vez te enfadarías conmigo? ¿Qué es lo que te haría enfadar por mi parte? ― Pregunté, una mujer enfadada me parecía de lo más atractivo. Era como intentar apagar el fuego con gasolina. En cualquier momento podía explotar. Noté como su actitud cambió al escuchar lo que le dije sobre aprender a matar a un vampiro, por si la cosa con su padre se ponía fea. Suspiré de nuevo, era algo que no podía insitirle aún ni meterle a la fuerza en la cabeza… Paso a paso. ―Está bien, perdona. ― Mordí mi labio mirándola de reojo, me sentía algo avergonzado por haberle planteado siquiera eso, había estado centrado en su seguridad, olvidándome de todo lo demás, de lo que eso significaba para ella. Volvimos al tema de la caza y la actitud volvió a cambiar, era como una montaña rusa. ―Tampoco, puede significar por vampiros o licántropos, o los inquisidores, ya conoces a esos de la iglesia… Cazo lo que quiero. Somos muchos cazadores, aunque no lo creas… Y bueno, cada uno tiene su preferencia, pero vamos variando por lo que siempre hay un equilibrio. Lo que más se suele cazar son vampiros, porque están siempre, los licántropos solo en luna llena, lo cual hace que se creen auténticas batidas en esas noches.

Rodé los ojos, si trabajase mañana no la hubiera invitado esta noche a cenar. Las noches con ella siempre se alargaban por una cosa o por otra. ―Mañana tengo fiesta. Me la cogí para que pudieras venir, sé que te gusta estar conmigo, al igual que a mí estar conmigo, así que no pienso irme a dormir pronto hoy, princesa. ― Sonreí con una sonrisa completa, era la primera persona que conocía que su color favorito también fuese el amarillo, la gente normal solía escoger el azul, el rojo, el negro… El amarillo era un color de lo más alegre, como me gustaba ser a mí pese a mis demonios. Miré en dirección a las estanterías que estaban por el salón y coloqué una media sonrisa. ―Tengo unos pocos más en mi habitación, son los últimos que me he leído. ― Alcé una ceja, ella también cumplía en Agosto. ―Fuego y fuego… Igual algún día hacemos arder París. ― Mordí su labio inferior con algo más de fuerza de lo habitual. Cerré los ojos mientras la escuchaba parlotear sobre mi infancia y reí. ―¿Tienes hermanos? O… ¿Tuviste? ― Pregunté y abrí los ojos para contestarle al siguiente bombardeo. ―Sí, nos llevamos bien, aunque en otros tiempos nos llevábamos mejor. Tiene tu misma edad. Es castaña y de ojos oscuros, todo lo contrario que yo. Ha salido más a mi madre, aunque el carácter que tiene es de mi padre. ― Me reí por lo de contarme un cuento y negué. ― Quizás tengas la boca ocupada besándome como para poder contarme un cuento. ― En un movimiento rápido, la tumbé en el sofá y me coloqué encima de ella, con las manos aguantando mi peso alrededor de su cuerpo. ¿Quería hechos? Aquí los iba a tener. ―Soy puro amor… Y puedo ser puro cualquier cosa que se te ocurra. ― Besé sus labios unos segundos, si seguía así iba a dejar de contestar a sus preguntas e íbamos a pasar a otras cosas, así que me obligué a parar y a colocarnos en la posición en la que estábamos antes de mi arrebato.

Sabía que era un dominante y no solo en el ámbito del sexo. No soportaba recibir órdenes de nadie, aunque en el restaurante las acataba, pero me dejaban hacer los platos que a mí me diese la gana e incorporarlos al menú… Por lo que las órdenes que recibía eran pocas. Siempre había tenido madera de líder, incluso en el colegio. Y por eso peleaba tanto con Adaline, ella quería mandar igual que yo. Rodé los ojos ¿Órdenes a un chef? Reí y negué. ―No me darás órdenes señorita. Serás mi pinche. Las órdenes las recibirás tú, seguro que soy capaz de hacerlo sin que me digas como. ― Le saqué la lengua divertido. El viaje con ella sería sin duda increíble, poder conocer Egipto de su mano sería todo lo que siempre había querido de un buen viaje… ¿Cuánto costaría dos tickest de barco? Podía ir al puerto a preguntar un día, así empezar a ahorrar algo de dinero y poder regalárselo como regalo de cumpleaños, seguro que le encantaría.

Turno de mis preguntas. Le lancé las tres primeras y escuché su respuesta. Egiptóloga. ¿Porqué no lo hacía? Era joven y tenía dinero para poder estudiar aquello. ―¿Porqué no lo estudias? Puedes dejar de trabajar. ― Y ahí estaba, lo que llevaba tiempo tragándome para mí, acababa de salir de mi boca como quién no quería la cosa. No me gustaba ni un pelo que ahora que la había conocido y que cada vez lo que sentía por ella me daba más miedo, estuviera con otros hombres, me ponía como un auténtico celoso empedernido y no podía ni soportarlo. Solo saber que había podido estar con otros hombres, con otras criaturas… Apreté los puños y decidí terminar mi vaso de agua. Escuché su sengunda respuesta y alcé una ceja. ―Yo te hago perder la cabeza y te vuelvo loca… ¿Nos casamos? ― Comencé a reír. ¿Yo, casado? Era algo que sin duda si ese momento llegaba, ni yo mismo me lo iba a creer. ―Sí que tengo curiosidad sobre ti, Nai. Y no te vas a librar de mis preguntas, no te preocupes. ― En el tema de los niños estaba de acuerdo con ella, pese a que los niños pequeños no me hacían mucha gracia. Sus preguntas eran difíciles, sobre todo la primera. Me quedé pensando unos minutos. ―Uf, no sé. La primera es una pregunta difícil. Me gustaría que la gente que conozco sea leal, que nunca me fallasen… Pero exactamente lo que me gustaría que hicieran por mí… Nose, no se me ocurre. Lo que mas odiaría sería una traición de alguien en que yo confío. Eso sería como una patada en los testículos. ― Reí, era insaciable. ―¿Qué es esto, una entrevista de trabajo? ¿Cómo me definirías tú? No hay nada mejor que alguien que te conoce bien para que te defina. ― Le acababa de pasar su propia pelota en su tejado. Tenía curiosidad por ver como me definía ella. ― Venga, defineme tú y luego te defino yo a ti ¿Vale? ― Besé su sien apoyada en mi hombro, esta conversación me estaba gustando mucho.
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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Mayo 15, 2016 6:52 pm

En el momento en que dejas de pensar en lo que puede
pasar, empiezas a disfrutar lo que está pasando





Me estaba gustando el rumbo que estaba tomando la noche en aquellos momentos, pese a que había tenido miedo de contarle mí historia, había superado el momento y él ahí seguía después de saber todo lo que le había contado. Después me había dado un palo y un golpe muy duro al darme toda aquella información y contarme su historia. Y aunque me costó horrores intentar aceptar que todo lo que me estaba diciendo era verdad, y de que lo creía… ahí seguía, preguntándole cosas que jamás llegué a pensar que pudiera preguntar, ya no solo a él, sino en algún momento de mí vida. También me gustaba porque estaba conociendo mucho más de él de lo que había pensado, aunque en el fondo sabía que aquella noche ambos íbamos a descubrir muchas cosas del otro, pero jamás llegué a pensar que a ese nivel.

A pesar de que con cada cosa que me contaba más y más preguntas se agolpaban en mí cabeza, estaba bastante tranquila y cómoda… además de algo divertida también por la situación. Parecía como un profesor que con una paciencia infinita respondía las preguntas que una alumna le estaba formulando, aunque cada vez le preguntase más y más cosas. En ese punto tenía que agradecérselo enormemente, porque me estaba respondiendo a todo y parecía más divertido que otra cosa al responderme, su cara era un claro ejemplo y su voz también denotaba que no le importaba que le bombardeara a preguntas.

Y no sólo con los seres oscuros, sino también con lo que a él se refería, aunque aquello era algo que ya sabía que iba a pasar. Desde el primer momento que me dijo que fuera a cenar a su casa, y acordamos en que tendríamos tiempo para hablar, estaba convencida de que él sabía perfectamente dónde se estaba metiendo porque siempre le había dicho, desde el minuto cero, que era una mujer muy curiosa. Y aquella noche lo estaba conociendo de primera mano. Tenía curiosidad por saber qué preguntas tenía para mí y estaba esperando ansiosa a que comenzara con ellas, mientras me seguía explicando más sobre aquel mundo del cual desconocía por completo.



-Creo que no me gustan ese tipo de poderes y no me quiero ni imaginar lo que podría pasar si cayera en manos de una mala persona.
–Al menos, mí padre no había llegado a tanto conmigo, y esperaba que jamás llegara a hacerlo- Sí, mejor que no les des tiempo a nada –me mordí el labio observando cómo ladeaba su cabeza, divertido, cuando comenté que no sabía nada acerca de los brujos. Era algo que me producía mucha curiosidad. Así que, ¿conocía a una bruja? Y encima, ¿una de magia negra?- ¿Qué diferencia hay entre magia blanca, y magia negra? –iba a preguntarle algo más cuando lo vi sacar aquel botón naranja del bolsillo, mirándolo durante un momento para luego pasar a mirarlo a él. No pude evitar abrir mí boca ante las siguientes palabras que pronunció, diciéndome aquello del ente, de que lo protegía y… ¿había herido a su amiga? Me obligué a cerrar la boca y a observarlo- ¿Me estás diciendo que hay… un ente en ese botón que te protege de todo mal? Creo que es algo fascinante. ¿Tú amiga está bien? –pregunté antes de coger el botón y examinarlo. Era un botón de lo más simple y común, de color naranja, de un tacto un tanto liso. Lo observé algo maravillada con que ahí dentro pudiera haber… algo, realmente.- ¿Y siempre lo llevas contigo? –se lo di para que volviera a guardarlo, si lo llevaba siempre encima, me sentía algo más tranquila… pero no el suficiente. Aquello no bastaba para que estuviera tranquila del todo- El ente, Mordekai, ¿fue… otro mago? –le miré cuando dijo lo de mí padre y, en mí fuero interno, rogué para que nunca se encontraran. No sabría lo que podría salir de ahí y no quería ni pensarlo.

Esperé a que siguiera respondiendo sobre otro tema que me fascinaba, como era el de los cambiantes, y asentí cuando dijo que no podía decirme mucho más al no cazarlos. Algo que era bastante lógico y comprensible, y me seguí quedando con la duda de si se podían transformar en lo que quisieran o estaban limitados de algún tipo o forma. Ladeé un poco mí rostro ya que conforme me iba contando cosas despejaba algunas dudas, y creaba nuevas preguntas. Debía de concederle el mérito a la paciencia, porque por más cosas que me dijera más curiosidad sentía. Sonreí viendo cómo observaba a Gato tras mis palabras y lo miré yo también, en su cesta observándonos, para pasar a mirarlo a él a ver qué me decía a eso. Sería muy divertido que resultara ser un cambiante, aunque no pensaba que ninguno lo fuera realmente.



-Quizás es que es un muy buen actor y te tiene engañado todo este tiempo –sonreí divertida por ello y lo miré cuando dijo que yo era como Isis, y que no me había visto enfada- Será porque todavía no has hecho nada que pueda enfadarme, o ¿acaso quieres verme enfadada? –Me mordí el labio ante sus siguientes preguntas y lo miré- Supongo que… sí, podría llegar a enfadarme contigo algún día. Al igual que pienso que algún día podrías enfadarte conmigo. Tengo mal carácter, pero me cuesta sacarlo a no ser que toquen algo que es muy preciado y valioso para mí. Si es así, en ese momento, me enciendo muy rápido y tengo mecha corta… y no querrías verme –reí entre dientes, pensando qué podría hacer para que me enfadara con él- Pues… que me mintieras, por ejemplo, no soporto las mentiras. Que me prometieras algo y no lo cumplieras, que intentaras controlar cada aspecto de mí vida –eso me recordaba a una mala época- que jugaras conmigo, que quedaras conmigo y luego me dieras plantón… dios, eso me enfadaría muchísimo –me mordí el labio, no sabía exactamente qué mas decirle, era algo que tendría que pasar en el momento- ¿Y a ti, qué te haría enfadar por mí parte? –tras sus siguientes palabras, y las mías, al decirle que no volviera a mencionar aquello… me sentí algo mal por cómo se lo había dicho.- Gael, no tengo nada que perdonar –llevé una de mis manos a su mejilla para que me mirara y dejé un beso en sus labios- Sé por qué lo has dicho y sé que lo has dicho con toda la buena intención del mundo pero… aún estoy asimilándolo. Que te digan que tú padre es un vampiro, y que sepa que tú los cazas… no es fácil. Sobre todo lo primero. Lo has dicho para protegerme y, créeme, es muy halagador y adorable por tú parte de verdad… dame algo de tiempo para asimilarlo todo, ¿vale? –sonreí y volví a darle un beso fugaz en los labios- Así que, hasta la iglesia está metida en todo esto. ¿Y tú vas por libre? Es decir… no es como si tuvierais una especie de gremio, ¿no? Gael… ¿por qué te hiciste tú cazador? –podía saberlo, pero quería escucharlo de sus labios.

Cada vez me sentía más y más cómoda y a gusto con todo aquello, quitando todo el mundo sobre natural, estaba descubriendo muchas cosas acerca de Gael y eso que aún me quedaba muchas más preguntas por hacerle. Le miré divertida mientras esperaba que me dijera si al día siguiente tenía que trabajar, no iba a estar del todo tranquila sabiendo que era así… y si tenía el día libre, como yo, iba a estar más relaja y despreocupada con el tema de la hora. Lo vi rodar los ojos y sonreí ante sus palabras, me alegraba saber que él también quería pasar tiempo conmigo y que no era la única que pensaba así.



-Me alegro que mañana no trabajes, eso significa que tenemos toda la noche para nosotros solos sin tener que preocuparnos del trabajo
–menos mal que Isis estaba con Alessia, o de lo contrario, no estaría tan tranquila sabiendo que saldría de aquella casa a la mañana siguiente. Lo miré divertida por cómo me había llamado y reí entre dientes- Así que princesa, ¿eh? ¿Y tú qué eres, el apuesto héroe a lomos de un blanco corcel? -No pude evitarlo y me reí por aquello y ante aquel pensamiento- Venga, ahora es cuando me dices que tú caballo de verdad es blanco, y me moriré de la risa –como me lo dijera me iba a reír mucho más de lo que lo había hecho- Parece todo sacado de un libro –sonreí y lo vi mirar las estanterías que tenía en el salón y esperé que respondiera- No me he fijado mucho cuando he subido a tú habitación, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba Gato allí –reí entre dientes- solo quería cambiarme de ropa y bajar rápido, aunque parezca mentira viniendo de mí y lo curiosa que soy, lo sé –hice una pequeña pausa y lo miré divertida- Somos puro fuego, Gael, a estas alturas no es algo que te extrañe y… bueno si así es como tiene que ser; que arda París entonces –sonreí y sentí el mordisco que dejaba en mí labio inferior. Siseé y no de dolor precisamente, removiéndome un poco sobre él, al morderme de aquella forma. Tenía una capacidad asombrosa para encenderme de aquella manera, y cuando se separó, me lamí justo donde había mordido observándole de manera algo fija. Le iba a devolver aquello, sin duda alguna y me incliné sobre sus labios- Eres muy malo conmigo –me separé y le escuché hablar de su infancia, de cómo era él y como era Adaline- No, soy hija única. Así que ella tiene mí edad, quizás alguna vez me la he cruzado, y me encantaría conocerla algún día… no me la imagino toda morena viendo lo rubio que eres tú y los ojos tan bonitos que tienes –me mordí el labio- ¿Ella sabe que… eres cazador? ¿Sabe también lo que pasó? –debía de haber sido duro también para ella en aquel momento. Sonreí divertida por la respuesta que me había dado a lo de contarle un cuento y lo miré tras sus palabras- O puede que quizás seas tú quién me esté besando, y yo pueda contarte el cuento –la imagen mental de él besándome por el cuerpo, y yo contándole un cuento, me vino a la mente de una forma tan clara que no pude evitar reírme a carcajadas por aquello… lo veía inverosímil, si aquello pasaba, lo último que se me pasaría por la cabeza era la idea de contarle un cuento.

La risa se cortó justo en el momento en el que vi como en cuestión de un segundo pasaba de estar sentada encima de él, a estar tumbada contra el sofá. Jadeé cuando me vi en aquella posición, encarcelada por sus brazos y su cuerpo y llevé una de mis manos a su costado dejándola ahí, mientras lo observaba a los ojos. Aquello me recordaba a cuando habíamos estado en mí casa, aunque yo ahora llevaba menos ropa y el motivo iba a ser algo diferente de por qué estábamos allí. Sonreí divertida por sus palabras sin dejar de mirarle a expensas de lo que iba a hacer.



-¿Puro fanfarrón también puede… -no me dio tiempo a terminar, me acalló besándome y yo le correspondí al beso al tiempo que cerré y mí mano en un puño, cogiendo su camiseta con fuerza, y obligándome a quedarme quietecita. Como arqueara mí cuerpo en busca del suyo íbamos a estar condenados. Se separó a los segundos y no tardó en ponernos de nuevo como estábamos, como si no hubiera pasado nada. Reí entre dientes divertida y me arreglé el pelo apartándolo de mí cara, dejando que cayera libre. Fruncí levemente el ceño ante sus palabras de que no iba a darle órdenes y sonreí de lado por ello- ¿Es un reto? Eso ya lo veremos. No soportas que te den órdenes, ¿verdad? –Lo podía suponer perfectamente sabiendo cómo era- Estarás en mí cocina y ya veremos quién es el que da las órdenes a quién –quise morderle la lengua cuando la sacó, pero como no pude, me incliné para devolverle el mordisco que me había dado antes y cobrármelo en pago, succionando durante los segundos que duró el mordisco su labio inferior. Él había sido malo conmigo, y yo lo iba a ser con él ahora. Fue su turno de preguntarme y me mordí el labio ante la mención del tema de mí trabajo. Sabía que iba a estudiar aquello en algún momento de mí vida, pero no sabía cuándo. Sobre dejar el trabajo… lo miré durante unos segundos. Era más difícil de lo que parecía a simple vista- Lo estudiaré, es algo que tengo muy claro pero… no lo sé, todavía no me lo he planteado de forma seria. Pero sí, no te quepa duda de que es algo que haré. En cuanto al trabajo… -me mordí el labio, sabía lo que aquello podía implicar y entendía que me preguntara. Era un trabajo que nadie quería querer, y no sólo eso, sino que podía echar para atrás a muchas personas. No sabía cómo no le había pasado a él, y de hacerlo, admiraba que no me haya dicho nada hasta ahora. Entendía por qué me lo estaba diciendo y no podía culparle, yo también haría lo mismo- Es algo más complicado de lo que parece, no es como si fuera una trabajadora más… a mí la Madam me compró, es la diferencia que hay. No soy libre del todo aunque lo parezca, ella es la que tiene digamos que el poder sobre mí, aunque no lo ejerza como tal. No lo sé, es algo que nunca me había planteado nadie Gael, y es algo que tendría que hablarlo con ella llegado ese caso –enarqué una ceja ante sus siguientes palabras y me reí llevando ambas manos a sus mejillas, moviéndolas en círculos pero en diferentes ritmos mirándolo por aquello- ¡pero qué vanidoso que eres! Está muy seguro de eso, señor Lutz, y parece muy convencido de ello –paré tras unos segundos y asentí con la cabeza- No pretendo librarme de ellas, tengo curiosidad por saber qué me vas a preguntar más bien –dejé un beso en sus labios y apoyé mi cabeza en su hombro.

Le escuché responderme a mis preguntas mientras mi mano se paseaba por su pecho creando figuras imaginarias y sonreí por sus palabras. Era un hombre con unos valores como los que tenía yo, y yo también odiaba ciertas cosas como lo hacía él. Asentí con la cabeza mientras cerraba los ojos y me centraba en sus palabras completamente relajada y tranquila, disfrutando de la conversación. Estábamos tocando muchos temas aquella noche y él aún tenía que preguntarme. No pude evitar reír cuando me devolvió la pregunta, era un completo maldito que se pensaba que se iba a librar de ello, pero no iba a ser así. Dejé un mordisco en su cuello antes de ponerme bien y mirarlo, haciendo un puchero para ver si colaba y me respondía… pero no tenía suerte.



-Está bien, maldito, voy a responder para que veas que no tengo problema alguno con ello. Pero luego me defines tú, ¿eh? No vale hacer trampa –hice una leve pausa y sonreí- ¿Cómo quieres que te defina, sexual, personal, físicamente…? –Reí divertida por ello y negué con la cabeza- Es broma, es broma. A ver; eres divertido, alegre, cariñoso, protector, amable, leal, directo, sincero, pasional, atrevido, creo que tienes unos valores y unas convicciones muy claros y una personalidad muy fuerte y extovertida. Dominante, no soportas que te den órdenes, temerario sin duda si eres cazador, muy peligroso en las distancias cortas –sonreí- sexy y tremendamente adorable. Fanfarrón también, no me olvido de ello -reí levemente- Seguro que tienes tu carácter, pero como todos. Y ¿sabes? Puede que me equivoque en esto, pero creo que guardas y callas muchas cosas y que soportas tú solo la carga –dejé una mano en su pecho- y no creo que sea bueno, aunque no sea la más indicada para decírtelo –me mordí el labio- Si me he equivocado en algo, por favor, corrígeme. Ahora te toca a ti definirme, pero antes, me gustaría preguntarte una cosa y eres libre de responderme o no –lo miré, era algo que desde que lo vi la primera vez me había estado preguntando- Dime Gael, ¿por qué fuiste aquella noche al burdel? No me malinterpretes, me alegro de que hayas ido porque de lo contrario jamás nos hubiéramos conocido y ahora yo no estaría aquí… más bien, no logro entender porqué alguien como tú necesitase de ir allí. Lo sigo pensando desde aquel día, y mantengo, que tú no lo necesitas para nada… puedes tener a la mujer que quieras y es algo que ambos sabemos –hice una leve pausa y me encogí de hombros- Simple curiosidad. Y ahora sí, estoy lista para tus preguntas –dejé un beso en sus labios y pasé uno de mis brazos por su cuello, esperando que comenzara.
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Mensaje por Gael Lutz Miér Mayo 18, 2016 12:25 pm

Nos conocimos un día, fue como por casualidad y nunca pensé que en ti encontraría, lo que he llegado a encontrar.


Me gustaba encontrarme aquí sentado, explicándole cosas como si fuese una niña pequeña, como si su cerebro fuese un árbol y sus raíces necesitasen de más conocimiento para seguir creciendo culturalmente, había vivido en una auténtica mentira, pero a veces se vivía mejor entre mentiras que entre la verdad… Yo mismo seguía viviendo una mentira con mi hermana y con mucha otra gente, de la cual desconocía su propia verdad y estaba cien por cien seguro de que todo esto, por muy feo que pintase, era mucho mejor que la cruda realidad. Y aquí me quería quedar, quería que el tiempo se parase en este momento respecto a conocimientos por mi parte, aunque era un cotilla enpedernido y eso iba a ser imposible, siempre quería saber más y más sobre las personas, cuantos más detalles chismosos mejor me sentía. Reí mirándola, casi en un gesto paternal. ― ¿Qué hay de diferente entre el color negro y el blanco? Son contrarios. La magia blanca es para hacer cosas del bien y la negra del mal. Hablar con muertos, poseer personas… Ese tipo de cosas que están mal vistas y pueden ser devastadoras si acaba en manos de alguien con un corazón podrido. ― Sonreí por como estaba mirando al botón naranja que sostenía en la palma, era exactamente la misma cara de incredulidad que yo había puesto cuando Elora me lo había enseñado. Asentí. ― Sí, lo ha obligado con alguna magia de esas que hace. Sí, ya está mejor. Se curó a si misma, menudo susto me llevé… Pensé que la perdía. ― Vi como cogía el botón y esperé paciente a las siguientes preguntas que sin duda se estaban maquinando en su cabeza. ― Casi siempre. A veces se me olvida… Pero últimamente siempre lo llevo, nunca se quien puede venir por mi espalda… ― Me encogí de hombros. Su pregunta me hizo darme cuenta de que no sabía mucho acerca del ente que me protegía. ― Pues la verdad, no tengo ni idea. ― Me rasqué la nuca y guardé el botón en mi bolsillo.

Verla enfadada tenía que ser como ver a un volcán estallar. Una mujer enfadada siempre se veía más atractiva de lo que era y si Naitiri ya lo era de por sí, enfadada tenía que ser la Diosa de Egipto. Mordí mi labio y comencé a maquinar algo con lo que enfadarla, pero hoy no iba a ser el día elegido, quizás algún día se enfadase conmigo sola, sin tener que maquinar yo nada para que eso suceda. Yo también tenía mal carácter, aunque estaba a flor de piel, si algo me molestaba lo decía o me picaba enseguida, era algo que prefería sacar en el momento y no dejar que se acumulase rabia en mi interior para luego un día que explotase con alguna persona que no tenía nada que ver y se fastidiase. Escuché todas y cada una de las cosas que le podía hacer enfadar y acaricié la pierna que tenía más pegada a mí. ― No voy a jugar contigo, ni mucho menos a darte plantón. Nadie queda con una mujer como tú y luego no acude a la cita… Y si alguna vez alguno te lo ha hecho, debe de ser un idiota. ― Pensé en las cosas que me podían hacer enojar por su parte. Obviamente la más clara era que estuviese ejerciendo, pero eso no podía decirlo, no éramos nada como para que tuviese que parar, además, era la forma que tenía de trabajar, como si ella me dijese que dejara de ser cocinero o cazador. Hice una mueca. ― Me enfadaría muchísimo que me cambiases por otro, Nai. Que compartieses tu tiempo fuera con otro hombre me pondría loco de rabia. Soy de mecha corta, me enciendo rápido con nada… Eso sería, vamos. Uf. Y además si ese hombre es un ser sobrenatural, no tendría dudas en matalo con mis propias manos. ― Mis palabras sonaban como un auténtico celoso empedernido, pero eso sería lo que más me haría enfadar, así que era la respuesta más sincera que le podía dar. Disfruté del corto beso en los labios y asentí a sus palabras después, paso a paso, poco a poco, era algo difícil de asimilar y me había precipitado. ― Está bien, iremos despacio en ese tema… ― No quise decir nada más, este tema acababa de ser zanjado para más adelante. La miré a los ojos ante las siguientes preguntas. ― Hay un gremio, a veces se hacen convenciones de cazadores para conocernos y eso, pero bueno que cazo solo o mejor dicho cazaba. Quiero hacer un equipo de cazadores. ― Ese tema tenía que hablarlo con Jane, quizás ella conociese más cazadores que yo que estuviesen interesados en formar equipo. ― Me hice cazador porque el que asesino mi padre fue un licántropo. Solo por eso. ― Dije sin más.

Me reí, mirándola divertido y negué con la cabeza. ― Pues no, no es blanco princesa, es negro y se llama Helios. ― Maldito caballo, como lo quería. Miré las estanterías al igual que ella, se podía ver en algunas de ellas que faltaban algún que otro libro, pues el hueco estaba vacío. Algunos me los había cogido Jane. Miré de reojo a Gato, que ahora se encontraba dormido en su cesta. El maldito seguro que se había subido a mi habitación para ver como se desvestía Naitiri, era un auténtico gato pervertido. ― Igual estaban en otra habitación, no lo se. A veces aparecen hasta en el lavabo. ― Reí después de dejar el mordisco en su labio inferior. La forma en la que me miraba me tentaba mucho, pero quería pasar del sexo solo por esta noche, aunque las cosas comenzasen a cambiar de temperatura. El tema de mi hermana ayudó a que las cosas no fuesen a más y la miré, era un tema complicado. ― Bueno pues imaginatela, es morena y ojos oscuros ― Reí brevemente. ― No aún no lo sabe. Y espero que tarde mucho en saberlo, no se como podría reaccionar. Siempre se le ha dicho que a nuestro padre lo mató un ladrón y eso… Tampoco sé si sabe que existen criaturas como para encima, contarle que yo las cazo. Es todo mucho más complicado que contártelo a ti. ― Le expliqué, solo de nombrar este tema, me estaba agobiando un poco. Me reí con ella por lo último, ambos nos habíamos imaginado lo mismo, yo besándola por todas partes y ella contando un cuento… Era algo que nunca iba a pasar.

La obligué a callarse cuando mis labios se posaron en los de ella tumbados en el sofá, noté como su puño envolvía mi camiseta con fuerza, pero me separé, el calor que había sentido con aquella mirada acababa de volver con fuerza y había que extinguirlo, si ardíamos, a la mierda la conversación. Le acaricié la espalda una vez que la coloqué como habíamos estado antes de mi arrebato y me apoyé en su hombro, mirándola. ― Las ódenes las doy yo, que para eso soy el mayor. ― Le guiñé un ojo. Me importaba poco estar en su cocina como entre sus piernas, yo mandaba y punto. Se cobró el mordisco que le había propinado antes y cerré los ojos, la capulla lo había cogido con fuerza. Tras eso, me tocó preguntar a mí y fue sobre su trabajo, sobre sus estudios y sobre una “mejora” en su vida laboral. Para mí, ahora que la conocía así, cualquier trabajo era mejor que el de ser cortesana. Escuché el porqué no podía dejar de ejercer el trabajo y lo entendí, aunque me doliese. ― ¿Cuánto dinero te queda por reunir para ser libre? ― Hice el gesto de las comillas con mis dedos ante la palabra libre. Quería saber cuanta deuda le quedaba por saldar, quizás pudiese ayudarle un poco, aunque ella cobraba mucho más que yo cada semana. Comenzó a mover sus manos en mis mejillas en círculos y la miré incrédulo. ¿Qué hacía? ¿Qué se pensaba, que tenía dos años? Me reí y negué con la cabeza ante ambas frases que dijo. ― Tonta. ― Quité sus manos de mis mejillas y se las sujeté, para pasar a acariciarlas con cariño.

Mi plan de devolverle la pelota acababa de funcionar y me reí cuando me llamó maldito. Ahora tocaba un poco de regalamiento de oreja, me gustaba saber que pensaba de mí la gente, sobre todo ella. Escuché todo lo que dijo sobre mi persona y sonreí, había acertado en todo. ― Has acertado en todo Nai. Qué bien me conoces, mejor que yo a mí mismo. ― Le saqué la lengua e iba a comenzar a describirle a ella, pero me cortó con lo que dijo y mi curiosidad creció. ¿Qué me iba a preguntar que era más importante que describirla a ella? Me quedé un poco frío por su pregunta, porque la verdad no sabía muy bien que contestarle… Aunque le iba a contar la verdad, como llevaba haciendo toda la noche. Besé su brazo cuando lo pasó por mi hombro y comencé a hablar, cuanto antes mejor. ― Llevaba unas semanas malas relacionado con el licántropo que busco. Mi maestro, Thomas me pasó una información de un posible licántropo que pudo haber sido, me colé en una fiesta y acudí a hablar con ese licántropo, pero al final descubrí que él no era. Y después de eso, todo comenzó a ir mal, así que me fui a la granja de mi maestro y entre vasos de wisky salió tu apellido. Me habló de ti, no sé si de que haya sido cliente tuyo o de que conoce a alguien que lo haya sido o quizás sea amigo de la Madamme. Fue él el que me llevó a ti. Y tengo que agradecérselo una y mil veces. ― Besé sus labios, esta vez mucho más tiempo que los besos anteriores. Me separé y antes de que contestase a eso, comencé a describirla. ― Eres una mujer fuerte, más fuerte de lo que te piensas creo yo. Decidida, directa, sin pelos en la lengua, sincera, amigable, interesante, divertida, eres alguien con quien se puede hablar de todos los temas posibles, tu curiosidad me cautiva al igual que tus curvas, pero eso es otro campo. Eres una de las mejores personas que he conocido Nai. Y me alegro de que Thomas me haya llevado hasta ti. ― La miré con una sonrisa y ahora sí que esperé a ver que era lo que tenía que decir.
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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Mayo 20, 2016 10:27 am

Nada en este mundo sucede por casualidad





No sabía realmente si alguna vez dejaría de saciar mí curiosidad respecto al tema de lo sobrenatural, ya le estaba haciendo demasiadas preguntas pero es que, cada cosa nueva que me decía, más y más preguntas me generaba. Era algo que no podía evitar de hacer y solamente el ver que a él no parecía importarle en absoluto, sino al revés, que incluso me animaba y me decía muchas más cosas nuevas para preguntar era un aliciente para que yo continuara. Me gustaba que me diera esa libertad para poder preguntarle, porque en ese tema, estaba demasiado perdida.

Me alegraba poder tenerlo a él para que despejara mis dudas y me contara todo con una paciencia infinita, porque ¿cuántas preguntas le había hecho ya, solamente, de ese tema? No las había contado pero había perdido la cuenta. Muchas, muchísimas preguntas y seguramente muchas más que tendría como siguiera contándome más cosas. No sabía si aquello saciaba mí curiosidad, o por el contrario, la alimentaba aún más. Pero mientras el siguiera respondiéndome ahí iba a estar yo, preguntándole como una niña pequeña que quería saberlo todo a su alrededor, en cuanto me dijera que bastaba… pararía. Suficiente estaba aguantando y era algo que debía de reconocerle, incluso para lo curiosa que yo era, no sabía si habría podido aguantar todo aquel aluvión de preguntas.

Lo miré mientras me contaba más cosas sobre aquel botón que tenía y que su amiga, una bruja negra, le había dado para que lo protegiera. Bueno, punto a su favor por ello. Si llevaba siempre consigo aquel botón estaría más protegido y yo algo más aliviada de que lo hiciera. No iba a pedirle una demostración porque lo creía perfectamente, a estas alturas, no había nada que no pudiera creerme sobre ese tema. Era algo realmente fascinante, y no quería ni imaginarme como había logrado meter… un ente en ese pequeño botón.



-No te rías de mí, no tengo ni idea de lo que significa todo lo que dices y tengo que preguntar
–le di un ligero golpe en el hombro sonriendo levemente, cuando le pregunté la diferencia entre magia blanca y negra. Aunque por el nombre podía saber el significado, pero quería estar segura- Entonces, una bruja blanca puede curar a las personas y hacer, digamos, el bien… mientras que una negra es todo lo contrario… vaya, interesante. Y sí, no me quiero ni imaginar lo que podría causar si alguien realmente despiadado fuera un brujo negro –parecía todo sacado de un libro, de la sección de fantasía, como me dijera que también había dragones escondidos por el mundo iba a reírme muchísimo- ¿Lo puso ahí dentro mediante un… conjuro? Vaya, no quiero ni imaginarme qué más podría hacer. ¿Tú sabías que podía hacer esas cosas, es decir, poner entes en un botón? No quiero ni imaginarme lo mal que tuviste que pasarlo cuando se clavó el cuchillo –yo no sabía realmente cómo habría actuado ante aquello. Miré de nuevo el botón durante unos segundos y se lo di para que lo guardara- ¿Y por qué no te lo pones al cuello con alguna cadena? Es un simple botón, lo sé, pero si lo llevas como colgante ya no tendrás que recordar el cogerlo para llevártelo y podrías llevarlo siempre encima. Seguro que algo podemos hacer para solucionar ese pequeño problema –de hecho, ya tenía una idea de cómo podía hacerlo. Lo miré enarcando una ceja ante sus siguientes palabras- ¿Me estás diciendo… que te han dicho que han metido un ente en un botón, y no tenías ninguna preguntar que hacerle a tú amiga? No sé, como quién era, si tenía poderes mágicos, porque él precisamente… Te está protegiendo, yo querría saber muchas cosas. ¿Cómo se… manifiesta? ¿Sale del botón o… qué hace? -yo le habría preguntando muchas cosas, pero claro, yo. Él lo había aceptado sin siquiera saber nada de lo que había metido en el botón.

Su siguiente pregunta de que podía hacerme enfadar fue algo que pensé durante unos segundos, pero que contesté de forma sincera porque pensaba que era algo que debía de saber. Le había dicho un par de cosas pero estaba segura de que alguna cosa podría cambiar, o algo que no le había dicho también podría hacerme enfadar a mí… eso era algo que ninguno de los dos podríamos saber, hasta que llegara el momento. Hasta la fecha no había hecho nada que pudiera enfadarme, y ahora que lo sabía, esperaba que no hiciera ninguna de esas cosas porque realmente podría verme enfadada… y no era algo bonito de ver. Le pregunté, en cambio, qué cosas de mí parte podía hacerle enfadar y esperé la respuesta mientras acariciaba mí pierna con su mano.

Que dijera que no iba a jugar conmigo, y que no iba a darme nunca plantón, fue algo que me alivió realmente. Sonreí sin poder evitarlo ante que alguien sería idiota si lo hiciera y lo miré durante unos segundos, cierto era que nadie me había dado plantón… porque nunca había quedado con nadie. Al menos, no de la misma forma que había quedado con él en aquella noche. Su respuesta a lo que le haría enfadar por mí parte fue algo que escuché de manera atenta y que anoté para mí… si era eso, iba a ser fácil no hacerlo enfadar.



-Bueno, nadie me ha dado plantón realmente… porque no he quedado con nadie como para que me diera plantón, al menos, no de la misma forma que he quedado contigo hoy
–había tenido mis amantes, claro está, pero no había pasado de su cama en ningún momento. Estaba claro que nadie sería tan tonto como para desaprovechar la oportunidad de tener un encuentro sexual, pero ¿en plan cita y sin sexo de por medio? Nunca lo había sabido porque nunca les había dado la oportunidad- No suelo quedar con hombres –ni con nadie, realmente- después del trabajo, ni antes tampoco. Veo los suficientes hombres como para no querer saber nada de ellos… la excepción a la regla; eres –perfilé sus labios con mí dedo índice mirándolos durante unos segundos para luego mirarlo a él- Así que no debes preocuparte porque quede con ningún otro hombre, además ¿por quién te iba a cambiar? Qué tonto eres –sonreí divertida por ello. Sus palabras eran las de un hombre celoso, no había duda alguna, lo que tenía dudas era por qué me había gustado escucharlas tanto- Y no vas a tener que matar a nadie, puedes estar tranquilo en ese tema. –Dejé pasar y estar el tema de mí padre y lo miré cuando dijo que había gremios y convenciones para que se conocieran- ¿Quieres formar un equipo de cazadores? Suena bien, así os podéis cubrir más las espaldas entre vosotros –me mordí el labio ante la respuesta de por qué se había hecho cazador, y quise preguntarle más cosas… pero vi que no había necesidad de ello ni de evocarle de nuevo todo aquel horror, así que me callé pese a que tenía varias preguntas al respecto.

Quería saber qué iba a hacer con su venganza y qué haría después de que terminara esta, el camino de la venganza podía ser muy traicionero, y aunque quisieras con toda tu alma vengarte por lo que hicieron… era un arma de doble filo. Pero entendí que no era necesario hacerle recordar aquello y entendía que quisiera venganza, aunque no me gustase la idea, porque estaba segura de que iría a por aquel licántropo que mató a su padre y que no pararía hasta encontrarlo. No dije nada al respecto y esperé a que me contestara a la pregunta de cómo era su caballo, haciendo que riera por ello al responderme.


-Así que es negro y se llama Helios, seguro que es precioso. ¿Cuándo me vas a llevar a dar una vuelta con él? Ahora comienza a hacer buen tiempo y podríamos hacer un picnic. Y te demuestro que puedo ganarte cuando quieras, será divertido ver cómo pierdes con tú propio caballo
–reí por mis palabras y dejé un beso en sus labios- ¿Sabías que Helios es el nombre que los griegos daban al dios del Sol? Decían que cubría el cielo con su luz montado sobre un carro tirado por cuatro caballos de fuego –me mordí el labio por aquello y le mostré una sonrisa de disculpa- Perdona, creo que me viene de mí madre. Es oír un nombre de algún Dios y me viene solo –reí- pero me ha hecho gracia cuando me has dicho cómo se llamaba –hice una leve pausa y lo miré algo sorprendida- ¿Tienes libros por toda la casa, literalmente? –Me reí por aquello- No quiero preguntar qué haces con los libros para que estén por ahí… yo no podría, odio el desorden y siempre quiero que esté todo en su sitio –me propinó un mordisco en el labio por aquello, que me calentó sin poder evitarlo, y encima se rió por aquello totalmente divertido. Oh, se lo devolvería y con creces. Intenté imaginarme a su hermana morena y de facciones parecidas a Gael, pero no lo logré y escuché lo que me dijo- Lo entiendo, es algo que durante todos estos años has mantenido en secreto y que ahora se descubra sería algo muy duro. Pero, ¿no crees que se merece saberlo? No se puede comparar a mí caso pero, para mí, ha sido mejor el saberlo que pensar que era una mentira todo. Tampoco las soporto pero… ¿nunca te has planteado en decírselo? ¿Y qué pasa si un día vuelves a casa muy mal y ella te encuentra? No colará que sea una pelea cualquiera Gael, y se preocupará mucho más porque no sabe lo que te pasa. Pero ante todo es tú hermana y tú mejor que nadie la conoces –cogí una de sus manos entre las mías y la apreté con fuerza- Eres demasiado bueno Gael, y si pasara algo, quiero que sepas que puedes contar conmigo.

Aquel hombre tenía una facilidad asombrosa para manejarme como realmente quería, no le había costado nada tumbarme en el sofá colocándose sobre mí y luego dejarme con la palabra en la boca para pasar a besarme, mientras yo solo cogía su camiseta en un puño y me quedaba quieta. Como siguiéramos por ese camino podíamos despedirnos de todo, porque una vez empezábamos, sabía que no íbamos a parar. Era algo que no podíamos evitar hacer y bastante nos estábamos conteniendo ambos, como para ahora, dejarnos llevar. Volvió a ponerme como estaba y parecía que era una pluma, o una muñeca, por cómo me movía sin apenas inmutarse, haciendo que riera por ello. Lo observé apoyado en mí hombro y dejé un beso en su frente riéndome por sus palabras al tiempo que me acariciaba la cara, ¿de verdad había dicho aquello?


-¿Te aprovechas de tu condición de mayor, para decirme que tendré que hacerte caso? Realmente no soportas que alguien ejerza aunque sea un poco de control sobre ti, ¿eh? Ahora entiendo mucho más por qué odiaste tanto mí castigo, aunque fue realmente divertido –me reí divertida por aquello, había encontrado un punto muy flaco en él y pensaba cobrarme muchas cosas con el tiempo y aproveché para morderle y succionar su labio inferior, cuando lo vi cerrar los ojos sonreí triunfal por ello. Me divertía tratarle como si fuera un niño pequeño moviendo sus mejillas en círculos viendo su expresión de asombro mientras yo me reía por ello, apartó mis manos acariciándolas y me mordí el labio cuando me llamó tonta- Ah, pero no me puedes negar que te has reído por ello y te ha resultado divertido… serás muy mayor, pero en el fondo sigues siendo un niño. Te ha encantado, admítelo –le estaba bromeando, por supuesto,  pero me parecía de lo más divertido ver sus reacciones por ello. Suspiré ante su pregunta de cuánto me quedaba para ser libre, como había dicho él- Poco, en realidad me queda muy poco… pero no quiero que te preocupes por ello.

Me tocó esta vez a mí responder primero una de mis propias preguntas y lo miré cuando acabé de definirlo de cómo lo veía a él en el tiempo que lo había conocido. Sonreí al ver que había acertado en todo y, antes de que él pasara a definirme, le hice aquella pregunta que tanto tiempo había estado rondando por mí mente y que desde que lo vi por primera vez en el burdel me había estado preguntando. Luego sería su turno para definirme y realmente tenía curiosidad sobre ello… quería saber cómo él me veía a mí, y qué cosas eran las que había visto y si había acertado también como lo había hecho yo.


-Dudo que te conozca mejor que a ti mismo pero… me alegro de haber acertado con lo que he dicho. Eres transparente Gael, y cuando te dejas conocer y que cojan confianza contigo, son facetas que demuestras en el día a día y que puedes leer con relativa facilidad –sonreí por ello y esperé a que me respondiera. Aquel nombre me sonaba mucho pero lo dejé estar mientras seguía escuchándolo, fruncí el ceño ante la mención del licántropo y la fiesta, y pensé en cómo habría salido mi apellido entre vasos de whisky. Quise preguntarle por lo que salió mal pero lo miré de manera fija ante sus últimas frases y algo en mí interior dio un vuelco cuando dijo que le agradecía que le llevara ante mí. Le correspondí al beso con cariño y me pegué algo más a él dejando mi otra mano en su pecho. Yo también me alegraba de que le hubiera llevado hasta mí. Iba a responderle cuando se separó pero comenzó a definirme y sonreí por sus palabras, escuchando atentamente cada una que salía de sus labios. –Te ha faltado sexy, sensual y tentadora pero te lo doy por válido –reí divertida y negué con la cabeza ante la broma- Eres muy mono y muy adorable, ¿te lo han dicho alguna vez? Me conoces muy bien también -¿cómo se podía conocer tanto a una persona en tan poco tiempo? Era algo que me fascinaba y que no me había pasado nunca- ¿Sólo te cautiva mí curiosidad? –Hice un puchero ante ello- yo quiero cautivarte al completo –iba a dejar el tema físico porque no había nada que decir, ni por mí parte, ni por la suya. Era algo más que obvio.- Dos buenas personas que nos hemos encontrado es este mundo, ¿crees en las casualidades, Gael? –Y no me refería solamente por mí pregunta- Yo creo que las casualidades son actos guiados por el destino que nos llevan hasta un camino, y me alegro de que Thomas te haya llevado hasta el mío –dejé un beso en sus labios- Y hablando de eso, ya sé quién es tú maestro y claro que lo conozco, y claro que me conoce… pero no de la forma en la que tú te piensas –me acerqué algo más a su rostro, como si fuera un secreto que nadie debía de saber- ¿Sabes que fue algo más que un amigo de la Madam? –Sonreí divertida- Lo he visto por allí algunas veces, pero luego siempre estaba en la barra que es donde suele estar ella, o en la entrada. Lo sé porque una vez… los pillé –reí ante el recuerdo- Ella no suele contar mucho sobre su vida privada y yo lo respeto, he conocido a algunos pero a él… bueno, cuando los pillé no pudo negármelo. Seguramente la Madam le haya contado acerca de mí y por eso él te habló de mí –no por nada era una de las mejores que tenía la Madam- Sólo he tenido que encajar las piezas conforme ibas hablando, pero si él no te ha dicho nada no le digas que lo sabes porque te lo he dicho yo… creo que soy la única que lo sabe. –Me incliné para volver a besarlo y lo miré cuando una sonrisa- Venga Gael, me estoy impacientando con tus preguntas, quiero saber qué vas a preguntarme.
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Mensaje por Gael Lutz Dom Mayo 22, 2016 11:26 am

Si Dios hiciera de nuevo a Eva y fuera como tú, se olvidaría de hacer hombres.


No me río de ti, me río de esta situación, me hace gracia que de verdad estuvieses en una burbuja y no te enterases de todo lo que ocurría a tu alrededor… Es fascinante la mente humana cuando no queremos darnos cuenta de algo.  ―Me reí un poco por el ligero golpe que me acababa de dar y continué escuchándola con interés.  ―Sí, puede conjurar cosas… Aún está descubriendo sus poderes, creo. Pero es poderosa, si se enfada puede destruir todo a su paso…Y no, hay muchas cosas de su magia que no sé, no lo entiendo… Pero bueno, me viene bien tenerla de amiga ¿Sabes? Puede salvarme el culo este botón gracias a ella si las cosas se ponen feas.  ― ¿Ponérmelo como colgante? Nunca lo había pensado, no era un hombre que llevase joyas, ni cosas de esas, pero quizás, ponerlo como colgante fuese buena idea, así no lo perdería.  ―Si, es buena idea eso de ponérmelo en una cadena, aunque la gente me verá raro al ver que llevo un botón de color naranja chillón al cuello ¿No crees?  ― Lo volví a sacar y lo dejé encima de la mesita. Su siguientes palabras me hicieron esta vez estallar de risa, ahí llevaba toda la razón, había sido un poco estúpido al no haberle preguntado a Elora casi nada sobre el botón. Levanté las manos en su dirección como seña de paz.  ―Elora es muy reservada, por mucho que le cuente no sé hasta donde me podría contar, hay cosas sobre los entes que es mejor no saber, en realidad son gente muerta, son espíritus… Y no sale del botón, es como si algo te empujase, una ráfaga de viento, una fuerza superior… ¿Quieres probar? Sin nada que corte, por favor.  ― Le ofrecí, si quería probar bien. Sabía lo curiosa que era, así que quizás si que aceptase, pero esperaba que si lo hacíamos, Mordekai no fuese muy duro con ella, solamente un leve empujón, o algo así.

Pude notar en mi interior como mil ángeles cantaban al saber que Naitiri nunca había quedado con hombres como lo hacía conmigo, solo tenía sus clientes y nunca quedaba con ellos de esta forma, así que era especial, era VIP. Mordí su dedo cuando lo pasó por mis labios y los solté al cabo de unos segundos para continuar escuchándola.  ―¿Por qué conmigo sí que quedas? ¿Qué tengo que los demás no? No soy el más rico… Quizás si que sea el más guapo.  ― Le guiñé un ojo riéndome, me gustaba que me regalasen la oreja y más si era ella quién me dedicaba unos cuantos piropos, era un creído y no lo podía remediar, aunque también era humilde cuando debía de serlo. Asentí.  ―Sí, mi compañera está buscando cazadores, dos más. A ver si puedo convencerlos de unirnos y luchar por la misma causa, pero bueno, será complicado. Los cazadores solemos serlo por venganza y ninguno va a dejar que nadie se interponga entre él y su venganza, deberé de hacerles entender que eso no es lo que quiero. Espero que Jane escoja bien.  ― Lo último lo dije más para mí mismo que para ella ya que nunca le había hablado de Jane. ¿Se pondría celosa al saber que había otra mujer en mi vida? Esperaba que sí, al menos un poquito, así yo no me sentiría tan mal por tener tantos celos de los hombres que pasaban por su habitación en el burdel.

Podemos ir cuando quieras, un fin de semana que tenga libre o cualquier día… Puede venir Alessia con nosotros, seguro que le encantará la idea. Y creéme, no me ganarás si voy montado en Helios, ese caballo me lee la mente.  ― ¿Porqué se molestaba en retarme todo el tiempo? Era imposible que me ganase en algo si yo no me dejaba, llevaba demasiado tiempo montando en caballo como para perder… Y encima era alguien que odiaba perder, aunque al menos, no tenía mal perder.  ―¿Helios es el nombre de un Dios? Pues le va perfecto, es un caballo muy majestuoso. Ya quiero que lo conozcas, seguro que está contento de conocerte. Te dejaré elegir el caballo que quieras, en la granja de Thomas tenemos muchos.  ― Me sentía como un niño emocionado, ya quería que llegase ese día, así podría enseñarle a Thomas que Naitiri significaba más para mí de lo que él se hubiera llegado a pensar. ¿Cuánto hacía que no le presentaba a una chica? Mucho, mucho tiempo. Me encogí de hombros respecto al desorden, no era alguien muy ordenado, casi no pasaba tiempo en casa así que…  ―Bueno, últimamente está más ordenada la casa…  ― Teniendo en cuenta de que era Jane la que la solía ordenar un poco cuando venía y que yo me molestaba en no dejar mi ropa interior desperdigada por todas partes desde que estaba ella.  ― Pero sí, te puedes encontrar libros en todas partes, ya sabes, para no aburrite.  ― Me reí, tener un libro en el baño era muy entretenido cuando ibas a estar allí mucho tiempo. El tema de mi hermana me volvió a cortar la risa de nuevo, era un tema espinoso, demasiado.  ―No creo que esté preparada para afrontar la verdad, llevo mintiéndole dieciséis años, el día que se entere me va a echar de casa o la voy a perder para siempre… Dios, no quiero saber lo que ocurrirá ese día, Adaline es como un huracán cuando se enfada.  ― Me sentí mejor cuando agarró mis manos entre las de ella. Sonreí, algo tímido por lo último que dijo ¿Desde cuando yo me ponía así por unas palabras tan normales? Suspiré, Naitiri me rompía todos los esquemas.

No me gustan que me manden ya lo sabes. No me vas a cortar las alas en ese tema, yo me pido ser un águila y tu eres una pequeña ratona a la que me voy a comer como vayas de lista… Como vuelvas a hacerme un castigo así, te ataré a la cama y te tendré allí por días.  ― Obviamente, no lo iba a hacer, iba de completo farol, aunque sería divertido atarla en la cama un rato, entera para mí. Volví a sonreír, sí, a veces tenía cosas de niño y me hacía sentirme un poco más jóven, recordando pequeños episodios en los que había disfrutado de mi infancia, con cosas tan simples como que me tocase la cara en círculos. La miré esperanzado, si le quedaba poco… Iba a esperar, sin meterme en medio, era algo personal de ella y lo tenía que respetar.

Nuestros cuerpos se volvieron a juntar mientras permanecíamos sentados, en la misma posición que antes, pero está vez, nuestras bocas se estaban besando. En el momento en el que me tocó definirla, vi como sonreía. Asentí riéndome.  ―Sí, alguna que otra vez me lo han dicho.  ― Pero sonaba mejor cuando era ella la que lo decía. Recibí el beso en los labios mientras pensaba en si creía en las casualidades. ¿Creía en ellas? ¿O todo sucedía por una razón? ¿Cosa del destino? El destino podía llegar a ser muy cruel, pero también te traía cosas maravillosas. Una de cal y otra de arena. Mis ojos se abrieron al igual que mi boca al escuchar que Thomas había sido un “novio” para la Madam. ¡El muy viejo no me había contado nada! Por eso conocía el apellido de Naitiri, por eso él me lo había dicho a mí… ¿Sabían los dos que ibamos a acabar siendo algo más que cliente y cortesana? La miré y fruncí el ceño, pensativo.  ―¿Crees que se han compinchado para juntarnos? Yo llevo mucho tiempo sin estar con una mujer y tu… Bueno, quizás necesitabas un soplo de aire fresco.  ― Pase las manos por mi pelo y asentí, no le iba a decir nada a Thomas respecto a esto, sería nuestro secreto. Sonreí de medio lado, era mi turno de preguntar.  ―Está bien. ¿Qué pensaste cuando me viste en tu habitación la primera vez? ¿Te… te gustó como lo hicimos aquella noche? ¿Cuál de las noches te gustó más?  ― Me paré un poco, todas las preguntas que me apetecía hacerle iban relacionado con el sexo, por lo que me di una tregua  y cambié de tema.  ―¿Alguna vez has tenido pareja? ¿Cómo eres cuando te enamoras? ¿Qué hacéis las cortesanas cuando tenéis la menstruación? ¿Qué pasa si quedáis en cinta?  ― Mordí mi labio, tenía curiosidad por saber exactamente esas cosas y esperaba que no se lo tomase a broma, porque no lo eran en absoluto, tenía una idea.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Mayo 24, 2016 12:50 pm

Quédate con quien te bese el alma, la piel te la besa cualquiera





Cada vez que me contaba algo y me respondía a todo lo que le decía me preguntaba ¿qué sería lo siguiente que descubriría? O también si había algo más que me quedase por saber de todo aquel mundo. No sabía si me había contado casi la totalidad de todo lo él sabía, aunque imaginaba que algo se guardaba bajo la manga, y no iba a preguntar cómo mataba ni cazaba porque realmente era un tema que no me interesaba en lo más absoluto. De hecho, no sabía ya que podría preguntar mucho más… aunque quizás en algún otro momento me asaltara alguna duda, que apuntaría mentalmente, y que cuando lo viera la próxima vez le asaltaría de nuevo. Ya le había hecho demasiadas preguntas sobre ello, ¿cuántas? Muchísimas, y había tenido una paciencia infinita conmigo y con mí curiosidad porque de verdad le había hecho todo un interrogatorio con aquel tema.

Y no sólo con eso, sino que también le había hecho otro preguntándole a él cosas, aunque no quería saberlo todo de él aquella noche, quería ir averiguando y conociendo conforme pasaran los días y nos fuéramos viendo… sino, perdía toda la diversión y la gracia. Aunque mi interior se muriese de curiosidad por saberlo todo, pero sabía que en una noche era imposible que lo conociera al cien por cien y que sabría más cosas de él conforme nos fuéramos viendo. Algo que tenía ya asumido, pero costaba morderme la lengua y no preguntarle… por eso, en parte, le había dicho a él que comenzara a preguntarme cosas. Le sonreí cuando dijo que no se reía de mí y lo miré mientras esperaba que me contestara.



-Vale, mejor que no te rías de mí, y no es como si quisiera obviarlo… es que realmente no tenía ni idea de todo esto. –Apenas tenía tiempo como para cruzarme con algún vampiro o licántropo- Y aunque tuviera el claro ejemplo de mí padre me había hecho creer que era un sueño, así que no cuenta. Pero ahora mí burbuja se ha roto –suspiré- en verdad, prefiero que sea así a seguir viviendo engañada –aunque en la ignorancia hubiera sido más feliz, prefería saber qué era lo que me estaba rodeando y los peligros que acechaban en las noches- Bueno, yo tampoco entiendo mucho sobre la magia y todo eso así que creo que estoy como tú, pero me alegro de que te haya dado ese botón –se lo agradecía mucho. Me reí, divertida, cuando dijo de llevarlo como colgante pero que sería algo cantoso- En verdad no tienes ni idea, ¿no? Déjamelo a mí, la próxima vez que nos veamos te daré el colgante y te aseguro que nadie sabrá que llevas un botón colgado de el –porque tenía una idea muy clara de lo que podría ser, y no le diría nada, hasta que se lo diera. Y no se vería el botón para nada, cuando lo sacó y lo dejó en la mesa lo miré durante unos segundos de forma fija grabándome como era para que lo que tenía en mente funcionara, y dirigí mí vista a él cuando comenzó a reírse- Bueno… espíritu o no yo le habría preguntado hasta que ella hubiera querido dejar de responderme –me encogí de hombros y me mordí el labio ¿me iba a dejar probarlo? Ni siquiera me lo pensé dos veces- ¿De verdad podemos? Pues sí, quiero probarlo… luego vemos qué podemos hacer. Sin nada que corte, desde luego, bajemos el nivel de riesgo –de momento no entraba en mis planes, aún estaba la conversación pendiente, probar el botón podía esperar.

Fui totalmente sincera cuando le dije que no quedaba con nadie ni antes ni después del trabajo, Alessia por las mañanas iba a clases y yo me dedicaba a las labores de la casa, a sacar a Isis de paseo… a tenerlo todo ordenado y limpio. Por las tardes era en el único momento en que podía estar con ella realmente y eran momentos que disfrutaba mucho a su lado, y luego por la noche… era cuando iba al trabajo. Así que, ¿qué tiempo podía quedarme para quedar con otras personas? Si lo hacía era con gente que apreciaba y, además, no tenía interés en quedar con nadie… hasta aquel momento. Sonreí divertida cuando me mordió el dedo que perfilaba sus labios y lo miré durante unos segundos, buscando las palabras adecuadas para responderle a aquello.



-Porque algo en mí interior me dijo que debía de quedar contigo y conocerte, realmente, desde que te vi aquella primera noche… llámalo intuición o lo que quieras, pero hace tiempo aprendí que era mejor descubrir lo que podía pasar a quedarme con la duda toda la vida. Ya te dije que no quedaba con clientes, y no te considero como tal. –Me mordí el labio- El día de la feria cuando nos encontramos por casualidad lo comprobé realmente, supe que tenía razón y que, además, conforme te fui conociendo me dieron más ganas de conocerte. En cuanto a lo que tienes… –me encogí de hombros, mirándole- no lo sé, es algo que trato de averiguar –No le había mentido en ninguna de mis palabras y era realmente lo que había pensado y sentido en aquel momento, así que no vi a esas alturas por qué tenía que escondérselo o mentirle. Reí levemente por sus siguientes palabras y esa vez acaricié su mejilla y pasé a perfilar su mandíbula- No me importa si eres rico o pobre, Gael, lo que me importa es cómo me tratas y cómo me siento cuando estoy contigo… y –hice una leve pausa, sonriendo de lado- no te voy a ensalzar tu condición física porque eres consciente de ella y de lo que provocas en las mujeres, al igual que yo también sé de la mía y lo que provoco en los hombres. Eres un completo fanfarrón, cada vez me doy más cuenta de ello –reí por aquello y lamí sus labios sabiendo que lo último lo había dicho para que le inflara algo más el ego que tenía, y que él sabía de sobra. Enarqué una ceja ante buscar compañeros para cazar- Así que, quieres formar un equipo de cuatro cazadores… ¿algo así como, los jinetes del apocalipsis? –reí por aquello algo divertida y me mordí el labio ante lo último que dijo, era lógico y normal que él conociera a más gente, que yo no lo hiciera no significaba que él también hiciera aquello. Tanto hombres como mujeres, era algo que sabía de antemano.

La idea de pasar un día haciendo un picnic con los caballos era algo que me tentaba demasiado a hacer, sobre todo ahora que había comenzado el buen tiempo y que podíamos estar al aire libre y disfrutar del día por completo. Además siempre me había gustado montar a caballo así que ya tenía ganas de que me dijera cuando podíamos ir porque me estaba apeteciendo mucho. Y de paso conocía a su caballo y lo veía, que seguro que era precioso. Sonreí cuando dijo que Alessia podía venir, por supuesto que le encantaría la idea.



-Si fuera por mí te diría de ir mañana mismo… pero le prometí a Alessia que pasaría el día libre con ella –me mordí el labio- O si quieres, mañana la recogemos y nos la llevamos en plan sorpresa, ella adora tanto como yo los animales y le apasiona los caballos… dudo que se oponga a la idea –me encogí de hombros- Tus caballos, tu granja, tú decides. Tan simple como eso –me hacía gracia que se picara por aquello y ya me daba a entender que odiaba perder así que, un motivo más para picarle- Sí, Helios es el nombre de un Dios aunque quizá te suene más Apolo como lo llamaban los romanos. Isis también es el nombre de una Diosa, “reina de los Dioses” o “gran diosa madre” ambas son válidas. A Alessia un caballo que sea dócil porque solo ha montado en ponis, tú con tu majestuoso caballo que te lee la mente –reí por ello- y yo… me dejaré guiar por mí intuición que nunca falla. Y ya veremos quién gana –era divertido picarle, de verdad que sí, y me hacía mucha gracia. Lo miré cuando se puso algo más serio por lo de su hermana y me mordí el labio, quizás no había sido buena idea hablar de ello- Hace dieciséis años fuimos marcados Gael, tú hermana era muy pequeña y lo único que has hecho ha sido protegerla durante todos estos años. Tenía mí misma edad cuando nos pasó todo y habría sido muy duro saber realmente la verdad. Le has mentido pero con la intención de protegerla y velar por ella, y lo entenderá. No la vas a perder para siempre ni te va a echar de aquí –hice una leve pausa- y si lo hace sabes dónde vivo, te adopto –dije a broma para animarlo un poco- puedes contar conmigo Gael y lo sabes, de hecho, odiaría y me enfadaría mucho el que no lo hicieras… añádelo a la lista de cosas que me haría enfadar –dejé un beso en sus labios y lo miré dando el tema por zanjado, no quería verlo mal.

Me tuve que reír por sus siguientes palabras divertida por ello ante su comparación de que él era un águila y yo una pequeña ratona, había sido de lo más divertido y no pude evitarlo… estallé en carcajadas por ello sabiendo que odiaba que le mandaran y que lo había comprobado de buena mano, y aquello me lo confirmaba aún más. Negué divertida con la cabeza por ello mientras intentaba calmar la risa para poder responderle.


-Nunca he pretendido ni pensado en cortarte las alas en ese tema Gael, solamente me hacía gracia la idea de mandarle a un chef cuando estoy segura de que sabes hacer ese postre –sonreí- Tú serás un águila pero yo seré una pequeña ratona muy lista que hará que me comas, antes incluso de que te des cuenta –mordí su labio divertida- No soy una mujer de esas sumisas que acatan y obedecen todo a la primera de cambio, tengo mi carácter y me gusta revelarme… al igual que retar señor Lutz, aunque eso ya debería de saberlo de primera mano –sonreí ladina- te desafiaría y retaría una y mil veces con tal de ver si cumples con lo que has dicho. De nuevo palabras ante una mujer de hechos –porque sí, me gustaba desafiarlo y retarlo y no era la primera vez que lo hacía, ni sería la última- ¿Atarme en la cama? –Reí entre dientes- Un aliciente más para hacerlo, disfruté mucho la última vez. -Porque a ese juego, podíamos jugar los dos.

Mí brazo rodeaba su cuello y mí mano se perdía entre su pelo estando pegados casi completamente y pasábamos al turno de definirnos el uno al otro. Sonreí cuando vi que me definía al completo y dejé un beso tras decirle lo de las casualidades y demás. Qué coincidencias que tenía la vida, resulta que incluso hasta conocía a su maestro y lo había visto un par de veces. No pude evitar reírme cuando lo vi poner esa cara de asombro ante mi confesión de que habían sido más que amigos y lo miré divertida.


-Sí, esa misma cara puse yo cuando me los encontré en mitad de… ejem –le cerré la boca divertida quitando mí mano de su pelo y reí entre dientes para luego ver cómo me miraba y esperar a ver qué era lo que estaba pensando. Enarqué una ceja por ello y lo pensé durante unos segundos- Mmm, no lo creo. De hecho dudo mucho que la Madam haya pensado en algo parecido a eso, y si es así, me sorprendería mucho si te soy sincera –no era algo propio de ella, lo miré cuando dijo aquella frase- Cuando dices sin estar, quieres decir, ¿cómo… de relación? –Como me dijera que era en plan de una cuestión de cama no me lo iba a creer, para nada. Esperé a que comenzara a preguntar ya que era su turno y sonreí de lado por las primeras preguntas… sabía que iban a ir enfocadas a mí trabajo así que no me extrañó para nada- Pues pensé que era mí noche de suerte, que quería devorarte por completo y que iba a disfrutar mucho contigo. Algo en tus ojos y en tu forma de mirarme me dijo que no iba a ser una noche cualquiera, y no me equivoqué –reí levemente por la siguiente- ¿De verdad necesitas que te responda a eso? –Hice una leve pausa- Está bien; sí, me gustó y disfruté mucho. Cada cosa que te hice me gustó, cada cosa que me hiciste la disfruté y cada cosa que te dije fue cierta, totalmente cierta. Todo fue real –me refería también a los orgasmos que había tenido, que no había tenido que fingir nada con él, y estaba segura de que eso él lo sabía… sabía cómo reaccionaba el cuerpo ante ciertas cosas y tenía claro que sabía que no había fingido nada, no hacía falta que lo dijera. Dejé un beso en sus labios y lo miré- Esa pregunta es algo más difícil –me mordí el labio- Las dos me gustaron mucho, pero si tengo que decantarme por alguna, seria por la de la feria, y no por lo que te piensas –lo miré divertida, seguro que pensaba que era porque había disfrutado castigándole- Sino porque… fue algo que surgió –vale, ambos nos habíamos estado provocando todo el tiempo, había que admitirlo- Podría no haber pasado nada y haberse quedado todo en la puerta de mí casa, y sin embargo no fue así. Tú no buscabas tener sexo ni yo estaba “obligada” a dártelo, no éramos cliente y cortesana, sino simplemente Gael y Naitiri, dos personas libres –las comillas las puse porque no me había sentido así ni incluso la primera vez- Y aunque no pude gritar y gemir como en el burdel… lo disfruté todo mucho más. Y aunque en ambas veces fui yo totalmente –porque no había habido mucha diferencia entre una noche y la otra en mí comportamiento- Me sentí más… libre, sin que pensaras en todo momento que lo hacía porque tenía que hacerlo. –Hice una leve pausa y esperé por sus siguientes preguntas que eran mucho más personales que las otras- Nunca he tenido pareja, ¿compañeros de cama, amantes…? Sí, pero jamás ninguno me ha llamado o me ha interesado como para dar el siguiente paso y simplemente se ha quedado ahí. ¿Cómo soy? Pues… cariñosa, muy cariñosa, me gusta pasar tiempo con la otra persona aunque respeto los espacios de ambos. Soy demasiado atenta incluso aunque no lo sea la otra persona… -me encogí de hombros- Sólo me he enamorado una vez, cuando tenía 16 años –y no había acabado muy bien la cosa, así que preferí omitir ese detalle- Siempre nos han dicho que las cortesanas no podemos enamorarnos porque no es algo… bueno, pero nadie elige ni decide enamorarse, es algo que pasa y que surge sin que puedas evitarlo –lo miré y pensé en las siguientes dos preguntas- Pues depende de cada sitio, cuando estaba con el proxeneta él las obligaba a ejercer incluso en esos días. Sin embargo la Madam le interesa más nuestra seguridad y salud, por lo que en ese aspecto deja que decidamos nosotras mismas. Hay muchas chicas que les da igual y somos pocas las que nos… oponemos a ello. Yo hablé con ella hace años y le dije que prefería atender en la barra o en las mesas y no se opuso –me mordí el labio- pienso que es porque ella también lo fue en su momento y sabe lo que es pasar por ello. Nos cuida y nos trata demasiado bien. En cuanto a estar en cinta… ha habido algún caso de alguna compañera estarlo, la Madam tiene preparado como… un brebaje, es como una infusión, que la tomas y según dicen es como si… bueno, ya no estuvieras en cinta –me quedé pensando en aquello, sabiendo que ella conocía a Thomas… lo miré de forma fija- ¿Puede una bruja elaborar ese tipo de pociones? Quizás la Madam sabe de todo ese mundo y tiene a alguien que se las prepara… no sería una idea muy descabellada, la verdad –me mordí el labio esperando a ver si tenía alguna pregunta más para mí y dejar pasar un poco el tiempo- ¿Probamos lo del botón? Tengo curiosidad por sentir algo mágico –y aunque no me quería mover de donde estaba porque estaba muy a gusto sentada sobre Gael, finalmente dejé un beso en sus labios y decidí levantarme y ponerme delante de él llevando mis manos a la cadera- Bien, no sé exactamente lo que tengo que hacer, ¿tú puedes darle órdenes a Mordekai y él… también las cumple? ¿Qué cosas puede hacer? –Aparté el pelo de mí rostro y esperé a que me dijera lo que tenía que hacer- ¿Servirá con… tirarte un libro, por ejemplo? Eso no duele demasiado por si acaso decide no ayudarte y te doy de lleno con el –reí divertida, expectante de lo que podía hacer aquel simple botón, iba a verlo de primera mano.
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Mensaje por Gael Lutz Sáb Mayo 28, 2016 6:43 am

No es ningún secreto que me muero por estar contigo todo el tiempo.


La miré durante unos segundos, no me reía de ella por no haber sabido nada durante toda la vida que llevaba en París, seguramente incluso se hubiese acostado con algún ser sobrenatural y ella ni se hubiese enterado… Suspiré yo también y le acaricié la cara. ―Prefiero que lo sepas de esta forma que no enterándote de otra manera, al ser atacada por uno de ellos. Eso sí que no me lo perdonaría. ¿Qué héroe deja a su damisela ser comida por un vampiro? Ninguno. ― Quizás había sonado a una broma, pero no me reí, lo decía enserio, sería un mal… Amigo si le dejaba abandonada a su suerte. ¿Qué quería hacerle al botón para que no se viese en una cadena? No sabía nada acerca de la joyería, solo sabía que los hombres solían ir, coger algo para sus esposas o queridas y a ellas le encantaba que su hombre hiciera eso, después, hablaban de lo bueno y rico que era su hombre con sus amigas mientras tomaban el té y presumían. ¿Alguna vez Naitiri sería de esas mujeres? ¿O mi hermana? ¿O Jane? Jane estaba más cerca de ser eso, teniendo en cuenta de que su tío era un hombre de mucho dinero… Fruncí el ceño, eso que había dicho de la “próxima vez que nos veamos” había sonado en un tiempo muy lejos. ―¿Mañana? ¿Pasado? Yo quiero verte muchos días. ― Me arrimé a ella y le besé en la mejilla. Asentí, nada de cuchillos, ni tenedores, ni nada… Algo más suave, no quería acabar la velada en un hospital.

La miré sin quitar una sonrisa de mis labios, estaba escuchándole con total atención sobre lo que le había impulsado a quedar conmigo más veces y ya no como cliente. Como cliente solo había sido dos encuentros y el último había estado demasiado borracho como para que eso contase como tal… Así que técnicamente, solo había pagado por ella una vez. Y ella no me consideraba su cliente. Yo tampoco la consideraba mi cortesana particular, eso ella ya lo sabía. Mi sonrisa se hizo más amplia a medida que me iba regalando más la oreja con mi condición física, tenía que estar fuerte por mi trabajo de cazar y además, me gustaba estarlo, me encantaba la forma en la que tenía ella de mirarme cada vez que me quitaba la camiseta o me quedaba completamente desnudo, era divertido ver que yo también podía ejercer ese poder de seducción con ella y no solamente ella conmigo. ―No soy un fanfarrón, soy un hombre que dice verdades y soy guapo pues te lo digo. ¿Para que te voy a mentir? ― Le saqué la lengua riéndome, para después continuar riendo sobre lo que dijo de los cuatro jinetes del apocalipsis. Asentí. ―Sí, algo así quiero montar… Ya veré a ver que sale. Necesito gente centrada, no aficionados. ― Si encontrábamos a malos cazadores eso podía ser un auténtico desastre.

Me pensé unos segundos sobre lo que hacer mañana, para ir de picnic había que salir temprano de casa, ir hasta la granja y después perdernos por ahí. ― Umm, bueno según a la hora que nos levantemos mañana, decidimos, si no es muy tarde podemos ir a recoger a Alessia y salir hacía la granja, si no, lo dejamos para el fin de semana que viene. Pero quiero ir, quiero presentarte a Thomas y a los caballos. ― Reí un poco y negué con la cabeza. ―Casi todos mis caballos son dóciles, la mayoría fueron criados desde pequeños por una única persona, y son más dóciles que Isis, pese a que son más del triple de su tamaño. No te preocupes, escogeremos uno adecuado para Alessia y uno adecuado para ti. Si queréis, os daré yeguas, que son algo más pequeñas que los machos. ¿O prefieres que para Alessia le dé un pony? ― Me reí, desconocía si Thomas tenía ponys en la granja, pero solo la idea de ver a Alessia enfadada porque ella iba en pony y nosotros no se me hacía demasiado divertida. El tema de mi hermana volvió a ensombrecer mi humor y no dije nada, ni siquiera mostré un ápice de alegría, hasta que una pequeña sonrisa se me escapó cuando dijo que ella me adoptaría. Besé sus labios y suspiré en ellos, no quería estropear la noche con este tema, todo estaba siendo muy bonito.

No quiero que seas sumisa, me gusta que me retes Nai, es muy divertido y sé que disfrutas haciéndolo, así que no dejes de hacerlo, a no ser que veas que me he puesto de color morado porque no puedo más con la rabia que eso me produce… ― Reí, mirándola, demasiado cerca al estar mi labio inferior entre sus dientes. Alcé una deja y me liberé de su mordisco. ¿Así que le había gustado mi amenaza de atarla a la cama? Bien… ―Soy un hombre que siempre cumple sus palabras, así que… No tardarás muchos días en encontrarte atada en mi cama, señorita. Quizás probemos cosas nuevas. ― Acababa de tener una idea relacionado con lo que hacerle cuando estuviera atacada de pies y manos en mi cama.

Lo de Thomas y la Madamme me había pillado completamente desprevenido, tanto que ella tuvo que cerrar mi boca para que no me entrase ninguna mosca. Quizás la Madamme le había hablado a Thomas de Naitiri y este hubiese hecho todo el solo… Eso sí que lo veía posible, para Thomas, a aparte de haber sido como un padre también era quien movía nuestros hilos… Así que, quizás hubiese sido él quien hubiera planeado todo esto. ―Sí, me refiero a estar en una relación de pareja. ― Escuché primero las respuestas a las preguntas en las que yo estaba involucrado. Para mí había sido igual la primera vez que la vi, sabía que después de estar con ella iba a querer más y más exactamente como estaba pasando. También sabía que nuestros encuentros le habían gustado, si a una mujer no le gustaba el sexo con alguien nunca volvía a repetir y ella había repetido así que… Besé su nariz cuando dijo que todo había sido real. Sabía que lo había sido, se notaba cuando una mujer fingía, aunque muchos hombres no se diesen cuenta. La escuché cuando siguió respondiéndome a las preguntas, ahora era a ella a la que le tocaba quedarse sin saliva de tanto que tenía que hablar. ―A mí también me gusto más el día de la feria, fue especial. ― Como ella había dicho, había sido sexo completamente espontáneo, no había sido ni obligado, ni pagado ni nada de ese tipo. Seguí escuchándola mientras bebía un poco de agua, dejando el vaso sin ningún líquido. ―¿Cuándo te toca la siguiente menstruación? Así podemos vernos esos días. ― ¿Quién me creía que era? Había sido una pregunta demasiado íntima. Bajé la cabeza un poco. ―Bueno, si tu quieres y te sientes bien, claro… ― Besé su cuello riendo. Me separé para escuchar sobre las cortesanas que se quedaban en cinta e hice una mueca. ―¿Tu alguna vez te has quedado en cinta? ¿Qué harías si te quedarías? ― Las preguntas que tenía sobre este tema me salían solas, sin filtro. ― Sí, sí que pueden hacer brebajes sobre eso, supongo… ¿No? Eso será algo más fácil que atar un ente a un botón. ― Reí.

Me levanté del sofá, asintiendo a su petición de probar el botón. Me reí y rodé los ojos. ―No me vas a dar con el libro, de eso puedes estar segura. Mordekai me defenderá sí o sí. ― Me puse de espaldas a ella, la cual acababa de coger un libro y no uno de los finos expresamente. ―Bien. Lánzamelo. ― Cerré los ojos, esperaba que el botón funcionase esta vez al igual que había funcionado en la buhardilla de Elora. De repente, mi cuerpo se movió en contra de mi voluntad y quedé agachado en el suelo, para después escuchar como el libro golpeaba en la pared. Gato salió corriendo de su cesta y subió a esconderse del susto. Me levanté riéndome y me giré para poder verla. ― ¿Ves como funciona? Lo he esquivado sin si quiera verlo. A veces actúa sobre mí y otras sobre la otra persona. Supongo que es según el grado de daño que pudieses hacerme. Con Elora la primera vez me hizo esquivar algo a mí y luego con lo del cuchillo actúo sobre ella. ― Me acerqué y le di el botón. ―Ten, pónmelo otro día en un colgante. ― La cogí en mis brazos cuando se guardó el botón y me senté de nuevo en el sofá, con ella encima como una princesa. ―¿Qué te apetece hacer ahora?
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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Mayo 29, 2016 3:10 pm

Y todo se resume en mirarte a los ojos, sonreír, y olvidarme del mundo a mí alrededor.





El tiempo parecía pasar de una forma tan rápida que parecía que cada minuto fuera solamente un simple segundo, o esa era la sensación que sentía cada vez que estaba cerca de Gael. Si tan sólo hacía unos momentos que había llegado a su casa, y todo había pasado tan deprisa que me mordí el labio pensando en que nos habíamos dejado llevar por el momento. Habíamos estado un buen rato cocinando y sin embargo eso me parecía que había sido tan solo un par de minutos, igual que con la cena e igual que con la charla que habíamos tenido. Y eso que había sido una historia larga de contar, al menos por mi parte, y ahora estábamos en lo que parecía la última fase de todo lo que habíamos pasado, como si fuera una especie de interrogatorio donde le tocaba responder primero a él.

Y luego por supuesto me tocaba a mí y así es como había sido porque le contesté a todas las preguntas que de momento me había hecho, fueran cuales fueran, ya que él me había respondido a todas y cada una sin oponer resistencia. Y aunque mí curiosidad debería de estar algo saciada por toda la información que había recibido, doblemente además, no tenía esa sensación. Aún seguía con ganas de más, ¿tendría realmente algún límite? Comenzaba a dudarlo de forma seria, porque cuanto más sabía más quería conocer. Tanto del mundo que me rodeaba y del cual había descubierto esta noche, como de él.

Sonreí mirándolo asintiendo con la cabeza a sus palabras dándole la razón en lo que estaba diciendo, prefería enterarme de aquella forma aunque fuera algo muy duro y difícil de entender a primera vista, que no porque me hubiera… me mordí el labio ante aquello sintiendo un escalofrío recorrer toda mí columna vertebral. No quería ni pensar cómo habría sido enterarme de que los vampiros existían cuando hubiera sido atacada por uno de ellos… no era algo que pudiera imaginar, así que prefería no pensar en ello. Cerré los ojos sintiendo su mano acariciarme el rostro y suspiré, habría sido algo muy duro… muchísimo.



-Sin duda alguna prefiero que me hayas despertado de esta forma, aunque haya sido algo duro para mí, a descubrirlo porque… -me mordí el labio observándolo, no quería ni mencionarlo. ¿No se podría perdonar que me pasara algo? No quise entrar en detalles, pero sabía que no podía estar todo el día pendiente de mí, aunque era algo muy halagador escuchar esas palabras. Le miré a los ojos cuando dijo aquello de lo del héroe y sonreí levemente, me gustaba cómo sonaba aquello que fuera mí héroe- Tengo al mejor héroe del mundo a mí lado –dejé mí mano en su mejilla- Nada podría pasarme –rocé mí nariz con la suya sonriendo algo divertida, quitando un poco la seriedad que notaba en su rostro y en su mirada- Además, ¿sabes que un héroe no se lucra de ello? Me tendrás que salvar gratis, aunque estoy segura que algo pedirás a cambio –lo dije todo divertida y dejé un beso en sus labios riendo levemente en el beso. Me separé para mirarle tras decirle lo del collar y que yo me encargaría de arreglarlo para que no se viera en la cadena y alcé una ceja ante sus preguntas- Mañana me vas a ver porque voy a pasar aquí la noche, y pasado… -me encogí de hombros sonriendo por sus palabras- Yo también quiero verte muchos días, Gael, pero entiendo que ambos llevamos vidas ajetreadas, y tú tienes un trabajo encima doble. Pero seguro que podemos arreglar algo para vernos más a menudo, si es lo que quieres –porque era también lo que yo quería, si ya había estado nerviosa aquellas semanas en las que finalmente habíamos acordado estar aquí esta noche, no me imaginaba como estaría ante la incertidumbre de no saber cuándo volveríamos a vernos- Siempre puedo ir al restaurante a hacerte una visita, además te dije que iría un día con Alessia… o tú puedes sorprenderme en casa, ya sabes dónde vivo –apoyé mi frente contra la de él porque lo estaba diciendo muy en serio, siempre podíamos hacer algún arreglo para poder vernos más veces cada vez que ambos podamos, solo era cuestión de organizarnos y ver cómo lo hacíamos. Y me gustaba escuchar aquello, porque yo también quería verlo más veces.

Vi como me miraba mientras le iba respondiendo a sus preguntas y la sonrisa que llevaba en el rostro por lo que mis palabras le estaban produciendo. Pero eran totalmente ciertas, así que, ¿qué motivo tenía para mentirle en aquel momento? Además aquello que le estaba diciendo también lo hacía, en parte, para que comprendiera que pese a que nos habíamos visto dos veces en el burdel… aunque la segunda no la contaba como tal porque no había pasado nada, que entendiera que no quedaba con clientes y que él, para mí, no lo era en absoluto. Dejó de serlo en el momento en que quise quedar con él la primera vez que nos vimos en el burdel, porque yo jamás había hecho algo como aquello y jamás había concedido a nadie el quedar conmigo. Me lo habían preguntado muchas veces, sí, pero a todos les había dicho que no en ese aspecto. Reí sin poder evitarlo viendo como la sonrisa se le hacía más grande y me decía aquellas palabras.


-¡Sí que eres un fanfarrón! Tú mismo has dicho hace un momento que he acertado al definirte, y el fanfarrón entraba en ello, así que hasta tú lo has reconocido –negué con la cabeza divertida- Eres un… -me mordí el labio al decirme que era guapo y que era un hombre de verdades que no tenía por qué mentir- yo también soy guapa y tengo un cuerpo que quita el hipo –reí- pero sin embargo no verás que lo diga cada dos por tres ni alarde de ello. Con utilizarlo a mí favor me es más que suficiente –sonreí al verle sacar la lengua de nuevo como si fuera un niño pequeño y cogí con una mano sus mejillas apretándolas contra su labio, haciendo una forma graciosa, riéndome por ello y soltarlo para dejar un beso en su frente y alzar una ceja ante lo de montar equipo- Y cómo piensas hacer eso, ¿vas a hacer una… selección o una prueba para determinarlo? ¿Cómo te enteraste de que Thomas era cazador, y cómo llegaste a que te entrenara? Es algo que no me has contado y por la que siento curiosidad –sonreí ante aquello, esperando a que me contestara.

Había descubierto que me gustaba mucho picarle y meterme con él, ponía unas caras muy graciosas y el ver que no aguantaba aquello a mí me hacía mucha gracia y me divertía bastante. Por lo que me reí cuando dijo que no le ganaría montado sobre Helios, algo que ya podía intuir porque él seguramente llevara mucho más tiempo que yo montando a caballo… pero no podía evitarlo, me gustaba picarlo y retarlo de esa forma, en el fondo era como un niño pequeño en el cuerpo de un hombre adulto hecho y derecho. Y saber aquello era un punto de debilidad para él, porque sabiéndolo, podía jugarle alguna que otra mala pasada que para mí sería muy divertida, pero que para él lo sería mucho más tarde.



-Me parece una buena idea, mañana ya veremos lo que hacemos cuando nos levantemos –porque sí, la idea de ir a la granja me gustaba demasiado, pero saber que podíamos quedarnos en la cama, hasta tarde, sin tener que preocuparnos de nada más me tentaba mucho más- Aunque… Creo que me gusta más la idea de quedarme en la cama contigo hasta tarde, hace tiempo que no tengo esa despreocupación de poder quedarme hasta aborrecer la cama, y la granja siempre está ahí –aunque Gael y yo en una cama era algo peligroso, pero sabíamos controlarnos y lo estábamos demostrando con creces- ¿Me vas a invitar a desayunar mañana? ¿Qué vas a prepararme? –Sonreí de lado, divertida- ¿Sabes? Por las mañanas tengo un hambre voraz… quizás te coma a ti antes de llegar abajo a la cocina a que me prepares algo –besé sus labios durante unos segundos y me separé, no quería comenzar una guerra en aquel momento- Y quiero conocer a Helios, seguro que es precioso y majestuoso. Para Alessia un caballo, el más dócil que tengas, porque estoy segura de que como le des un poni no parará hasta que le dejes montar en un caballo. Y yo… bueno, siempre he tenido buena mano con ellos, en cuanto llegue allí sabré cuál es el caballo adecuado. Hazme caso, mí intuición rara vez falla –no dije nada más sobre su hermana y lo di por zanjado porque no quería verle mal por aquello como estaba pasando cuando decía algo, simplemente dejé que me besara y le miré acariciando su mejilla con una de mis manos, ya le había dicho que contaba con mí apoyo y que contara conmigo para lo que necesitara… más no podía hacer.

Me mordí el labio observándolo ante sus siguientes palabras, en las que me alegraba que dijera que le gustara que no fuera una sumisa como tal… porque era algo que jamás podría hacer, y que él no podría intentar que fuera. Me gustaba que dijera también que le divertía el que le retara y que siguiera haciéndolo… porque era algo que a mí me gustaba también mucho y que, él me dejara o no, seguiría haciendo porque algo innato en mí como lo era por ejemplo el que fuera tan curiosa. Salía a flote y no podía evitarlo por lo que en ese aspecto estaba algo más tranquila, sabía cómo era él y él me daba total libertad… algo que muchos hombres no dejaban hacer, así que podría ser algo muy divertido.


-Me alegra mucho que te divierta el que tenga momentos en que me revele y el que no pueda evitar retarte y desafiarte cada dos por tres… porque sí, me divierte mucho hacerlo y ver tus caras cada vez que lo hago, son también muy divertidas –reí entre dientes- porque es parte de mí carácter así como sé que el ser un dominante es parte del tuyo. Pero me gusta que me dejes algo de libertad para… bueno, ya sabes. Retarte, hacerte cosas y demás… aunque sé que no me darás el control de nuevo –sonreí ladina- oh bueno, puede que algún día lo consiga de nuevo y sea yo quien te domine –reí sin poder evitarlo mordiendo su labio, porque sería tan divertido aquello y disfrutaría tanto que ni lo imaginaba. Lo vi alzar la ceja y me mordí el labio por sus palabras removiéndome un poco sobre él… en mí mente ya se había formado aquella imagen y…- Qué malo que eres, sabes que soy una mujer de hechos y que te tomo la palabra. Ahora ya no puedes echarte atrás y haré que lo cumplas. –Sonreí aún más- Oh, me encanta probar cosas nuevas y divertidas, innovar… lo normal y convencional cansa –sí, le estaba dando vía libre- Quiero ver lo que se te ha pasado por la cabecita –le di unos golpecitos en la frente y pegué mí pecho al suyo dejando mis labios sobre los de él- Me lo has prometido –volví a morder su labio inferior y me volví a separar. Le tentaba pero no con la intención de hacer nada ahora, sino de que lo tuviera en su mente para un momento futuro.  

Ahora era yo la que quería preguntarle varias cosas aunque era repetir pregunta pero… me moría de la curiosidad. Así que primero le respondí a sus preguntas explicándole lo que sentía y pensaba realmente, porque para mí le estaba diciendo totalmente la verdad. No tenía por qué mentirle en algo y mucho menos en aquel tema. Quería que supiera lo que pensaba en todo momento y responderle de forma sincera. Sonreí cuando dejó un beso en mí nariz al decirle que todo había sido real, e hice una leve pausa escuchando sus palabras mientras esa vez era yo quien bebía agua.


-Me alegra escuchar que para ti también fue especial, porque no tuvo nada que ver con el burdel
–y eso es lo que la hacía tan especial.- ¿Qué pensaste cuando me viste aquel día en la feria? ¿Y cuándo me viste con Alessia, qué fue lo que se te ocurrió por la mente? –sí, era repetir pero sentía verdadera curiosidad. Su siguiente pregunta me hizo abrir un poco la boca, mirarlo y… reírme. Me reí divertida lejos de sentirme ofendida por su pregunta- Es algo muy íntimo pero… -me acerqué a su rostro- te diré que la pasé hace unos cuantos días –no me importaba decírselo- ¿Por qué lo preguntas? –hice una leve pausa y lo miré teniendo esta vez su rostro en mí cuello, riéndose- Gael, no tenemos por qué esperar a esos días para vernos, y sí, claro que querré verte. Pero, ¿me prometes que si luego cuando nos veamos me pongo mal… me darás mimos? –reí sin poder evitarlo porque, más que otra cosa, era lo único que iba a querer de él. Suspiré por sus siguientes dos preguntas- No, nunca me he quedado en cinta. Aunque no lo parezca lleva un control bastante exhaustivo de ello que tengo anotado, y si me quedara… bueno, solo habría una forma de que yo tuviera algún hijo, y esa no es una –por supuesto que no lo tendría sin saber quién es el padre y no dije nada más del tema, creo que quedaba por sentado lo que me refería. Trabajando no lo tendría, fuera del trabajo… sí.

Esperé a que se levantara él también y mientras cogí un libro de la estantería ya que no me había dicho que no pudiera utilizar uno, así que me acerqué y cogí uno algo bastante grueso y me giré para verlo delante de mí. Me dio la espalda y alcé una ceja, él estaba convencido de que Mordekai haría algo pero… ¿y si no lo hacía? Bueno, al menos era un libro y no un cuchillo como lo que habían utilizado la otra vez.



-¿Estás seguro? Espero que tengas razón
–y cuando lo dijo… le tiré el libro y pude ver, de primera mano, como se agachaba antes de que el libro le diera haciendo que se estampara contra la pared, haciendo que Gato saliera disparado de su cesta ante el estruendo. Llevé una mano a mi boca que estaba abierta mientras él se reía y se giraba diciendo que tenía razón- Si no lo llego a ver… no te hubiera creído. ¿Él hizo que tú amiga se clavara el cuchillo? Vale, recuérdame no enfadarme nunca contigo teniendo el botón, ¿vale? –me reí con él y sentí como me lo daba poniéndolo en mí mano. Miré el botón y luego a él- Pero, si me lo das ya no podrá protegerte hasta que te de la cadena, ¿y si te pasara algo por no llevarlo? No podría soportarlo -me mordí el labio, me preocupaba de verdad que le pasara algo por dejármelo a mí- Mira, me lo quedo si me prometes que no saldrás a cazar en un par de noches, hasta que te lo devuelva ¿vale? –Levanté el dedo meñique de mí mano y, antes de que él preguntara, lo enganché con su otro dedo meñique de su mano y las levanté entrelazadas- Es una promesa, y esta no puedes romperla –me dijo que guardara el botón pero… ¿dónde diablos podía guardarlo? Me miré un momento viendo que llevaba una simple camiseta, que el vestido y lo demás estaba arriba así que… me encogí de hombros y me guardé el botón en el sujetador, no me lo iba a quitar hasta llegar arriba así que no lo iba a perder. Cuando iba a decirle algo me levantó como si no pesara nada y rodeé su cuello con mis brazos, riéndome- Parece que sea una pluma cuando me coges –se sentó en el sofá y nos quedamos igual que antes de levantarnos- Antes quiero hacerte una pregunta –lo miré a los ojos- ¿Cómo me consideras? Es decir, ¿qué es lo que ves cuando me miras? –me mordí el labio, quería saberlo reamente antes de que rondara mucho más por la cabeza. - Me refiero a que… ¿ves a la cortesana que conociste? ¿O me ves simplemente a mí? –podía parecer una pregunta un poco tonta, pero para mí significaba más de lo que él se llegara a pensar. Necesitaba saberlo y no quería seguir con la duda y puesto que nos estábamos sincerando aquella noche… Llevé mí nariz a su cuello mientras él respondía y lo acaricié subiendo y bajando, recostada algo más contra él. Subí a su oreja cuando terminó y, con una sonrisa divertida, le hablé antes de dejar un mordisco en su lóbulo- Gael… tu ente me está tocando un pecho –me reí, a más no poder, por aquello y escondí mí rostro en su cuello, porque, ¿dónde quería que me lo guardara? Solo había dos opciones así que- No llevo bolsillos como tú, ¿dónde querías que me lo guardara? –le pregunté divertida, cuando pude parar de reírme. -¿Puedo comerte a besos? –volví a preguntar otra vez cuando dijo que me apetecía hacer, entre divertida y siendo sincera, dejando un beso en sus labios un poco más largo. Me separé y lo miré- Está bien, ya me porto bien.
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Mensaje por Gael Lutz Vie Jun 03, 2016 2:11 pm

Enamórate de una loca. Las cuerdas atan.




Ojalá todo lo que pensaba de mí, relacionado con ser el mejor héroe que podía tener fuese cierto. Quería protegerla a toda costa, el saber lo de su padre me había puesto aún más nervioso, era un peligro aún mayor que el que tener que controlar si algún cliente se ponía bruto con ella, esto eran palabras mayores y mayor era la preocupación que acababa de crecer en mí al enterarme. ―Espero de verdad ser ese héroe… Y que nada te ocurra. ― Sentencié y dejé el tema, si continuaba pensando de esta forma iba a acabar por ser su guarda espaldas o contratar a alguien que la siguiese en todo momento, incluso cuando se retiraba al servicio. Estaba pareciéndome a un auténtico acosador enfermizo y celoso con ella. Dejé escapar una sonrisa por sus siguientes palabras. Un héroe si se lucraba, ganaba fama, lo que le daba dinero y el dinero era poder, por lo que sí que se acababa lucrando aunque se pretendiese fingir que no era así. Rocé yo también ahora mi nariz con la suya, el tenerla tan cerca me hacía estar tranquilo, si podía verla y ver que estaba bien, me quedaba tranquilo. ―Ya pensaré, aunque espero no tener que ejercer de héroe en mucho tiempo, o quizás nunca. ― Junté mis labios a los suyos dando por zanjado también este tema, era mejor centrarnos en otros mucho más satisfactorios para ambos.

Suspiré, sabía que teníamos horarios distintos, yo tenía doble turno de trabajo en un día si después de trabajar en la cocina me tocaba ir a cazar, además, también había días que salía por las tardes o me pasaba todo el tiempo con Jane entrenándola o simplemente charlando con ella. Era un auténtico fastidio no poder verla cuando yo quisiera y últimamente, tenía ganas de verla todos los días, y al escuchar que ella también, sonreí. ―No quiero que tenga que pasar otro mes para verte. Tenemos que pensar algún plan para poder vernos más. ― La idea que ella misma me dio de sorprenderla en casa me hizo sonreír de nuevo. Era una idea excelente que ni siquiera se me había ocurrido. Quizás un día si tengo turno de tarde, al salir pueda llevarle la cena y cenar juntos… Sí, eso pensaba hacer. Besé su mejilla. ―Reservaré una mesa para dos el día que me avises, así podrás venir cuando quieras. ― Me apoyé en ella un poco, imaginándolas a ella y a Alessia entrar en el restaurante con elegantes vestidos, sería todo un reto servirlas esa noche, puesto que si ellas venían pensaba hacer de cocinero y de camarero, así poder cotillear que era de lo que hablaban. Mordí su oreja por su comentario sobre que era un fanfarrón y me reí. ―Tu cuerpo no solo quita el hipo, nena. ― Solo de imaginármela desnuda ya comenzaba a excitarme. ¿Qué tenía esta mujer? Su cuerpo era lo más parecido a una droga que conocía, siempre quería más, pensaba en ella una milésima de segundo y ya quería estar entre sus piernas.

Me quedé pensando un rato, hasta que se me quedaron los mofletes calmados después de tanto agarre. No sabía cómo iba a elegir a los cazadores, quizás lo más fácil fuese confiar en el criterio de Jane. Seguro que ella elegía bien. ―Thomas trabajaba como herrero a la vez que cazador. Me dio un trabajo cuando era joven para poder mantener a mi hermana, ya que mi madre era como si ya no estuviese con nosotros. Vio actitudes en mí, le conté todo lo que había pasado con mi padre, le conté las heridas y me dijo lo que ya sospechaba. No le hizo falta decir nada más. Me entrenó a la vez que a una chica. Su entrenamiento fue lo más duro, pero valió la pena, sigo vivo así que… ― Thomas era un buen hombre, pero entrenando era un auténtico diablo. Nos había hecho sufrir mucho a Xaryne y a mí cuando solamente éramos unos niños.

Asentí, estaba de acuerdo con ella pese a que tuviese muchas ganas de ir a pasear a caballo. ―Vale, mañana nos quedamos pegados a las sábanas y otro fin de semana, planeamos mejor lo de los caballos, así Alessia estará preparada. ¿Querrás traerte a Isis? Así no se quedará sola en casa todo el día, seguro que también se lo pasa bien. ― Sus palabras resultaban muy tentadoras y una corriente volvió a sacudirme. ―Puedo llevarte el desayuno a la cama, si quieres. Después de que me comas a mí, claro. ― Mordí despacito su labio inferior. Lo solté y me reí, Alessia a veces se comportaba como si tuviese dos años. ―Que coja el caballo que quiera. ― Sacudí la mano, no pensaba aguantarla todo el día quejándose porque el caballo que le hubiese dado no le gustaba.

Soy dominante pero no soy un enfermo, Naitiri. Si no te dejase libertad para que fueses tu misma, quizás sería un maltratador y no lo soy. ― Chasqueé la lengua, había muchos hombres que no dejaban a sus esposas hacer lo que les apeteciese a ellas… Y me molestaba de sobre manera. ―Aunque no lo creas, ya me dominas, señorita. ― Y lo hacía, vaya que sí lo hacía. Alcé de nuevo las cejas divertido, quizás mañana por la mañana llevase el desayuno a la cama, pero en vez de comerlo en plato, lo comería sobre ella… Le mordí el lóbulo de la oreja otra vez. ―Mañana por la mañana te enseño lo que quiero hacer. ― Me llevé la mano al paquete y volví a recolocármelo, seguramente ella ya habría notado que algo por ahí se estaba poniendo duro.

El día de la feria había sido toda una sorpresa el encontrármela. ¿Qué fue lo que pensé? ―Tenía ganas de verte, había pasado mucho tiempo. Me alegré mucho de encontrarte allí. Y cuando vi a Alessia me dio ternura. Obviamente, tu hija no era así que… No sé, creo que solo pensé que te veías tierna y dulce al estar cuidándola. ― Abrió un poco la boca al escuchar mi pregunta sobre la menstruación. ¿De verdad se iba a poner tiquismiquis con esta pregunta? Mi cabeza había estado metida entre sus piernas, esto no le tenía porque dar ninguna vergüenza. ―Te lo preguntaba por si tenías fiesta, para vernos esos días sin problemas. ― Agaché un poco la mirada, quizás estuviese pareciendo un tanto desesperado por verla, pese a que la tuviese delante. ―Te daré todos los mimos que quieras. ― Besé su frente y la apretujé fuerte entre mis brazos. ―¿Así? ― Reí y aflojé un poco el abrazo para no ahogarla. Me sentí aliviado al saber que nunca se había quedado en cinta. ―¿Cómo hacéis para no quedaros? Porque… ¿Tomáis algo? ¿O no? No sé cómo van esas cosas. ― Me reí, estaba pareciendo un auténtico inculto, pero en el tema de bebés y cosas sobre bebés no era un experto para nada.

Mordekai actuó cuando debió hacerlo y me reí tras girarme a ver la cara que estaba poniendo. ―Ya sabes nena, papi siempre tendrá razón a partir de ahora, o el botón naranja te azotará en el culo. ― La risa se me quedó atascada en la garganta al notar la preocupación que sentía si salía de caza sin el botón. Agarré sus manos entre las mías y la miré fijamente a los ojos. ―Llevo años cazando sin ese botón y no me ha ido muy mal. ¿No crees? Pero si te vas a quedar más tranquila, no saldré a cazar. ― Me reí por la promesa forzada que me acababa de hacer cumplir y suspiré negando con la cabeza, esta mujer era una cabezota al igual que yo.  Nos sentamos entonces en el sofá y escuché su pregunta. Tragué saliva. ”¿Qué es lo que ves cuando me miras?”. Mi cerebro explotó por dentro. Quería decirle muchas cosas y a la vez ninguna. ―Veo a la madre de mis hijos. ― Mordí mi labio, no se lo estaba diciendo de broma, aunque quizás lo pareciese. Me reí para que ella pensase que se lo decía de broma. ―Te veo a ti Naitiri, a mi amiga, a mi confidente, a mi amante, a la persona que me hace perder la cabeza y el control… Te veo a toda tú. ― Escuché lo que dijo a continuación y me reí, maldito ente. ―Bueno, no estoy seguro de si tiene manos, así que… ―  Su beso duró un poco más que los anteriores y sonreí. ―Te diría de ir a la habitación a tumbarnos y poder hablar a gusto, pero quizás no sea hablar lo que hagamos… Pero aguantaré, seré fuerte. Si quieres probamos. ― Reí y besé su cuello.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Jun 07, 2016 1:09 pm

Una de las mejores sensaciones del mundo
es ver sonreír a alguien, y que tú seas la razón





No esperaba que la noche se tornara por aquellos cauces a los que estábamos llegando y jamás habría pensado, incluso aunque me lo dijesen, que todo lo que me había dicho pudiera llegar a existir. Evidentemente aquella noche si que tenía pensado contarle mí historia y que él me contara la suya, conocernos algo más… pero jamás llegué a pensar que, a consecuencia de todo ello, acabaría conociendo la existencia de un mundo totalmente desconocido para mí como era el tema sobrenatural. En mí mente no tenía esa idea de cómo iba a ser la noche, pero sin embargo, de haberlo sabido no lo cambiaría. Me alegraba que él me lo dijera y no tener que descubrirlo de otra forma mucho más horrible… eso habría sido mucho peor, y mucho más terrorífico. Y no quería ni pensarlo.

Lo miré durante unos segundos en cuanto dijo eso y sonreí, debía de ser también duro para él el que supiera que mí padre era un vampiro, mucho más sabiendo que él los cazaba y que podría ser que llegaran a cruzarse algún día. Me mordí el labio y deseché esos pensamientos porque no quería ni imaginármelo, de ninguna de las formas, y no quería ponerme a pensar en algo que quizás jamás llegara a pasar. Pero sí que era cierto que tenía cierta preocupación, porque él no sabía cómo era mí padre, ¿y si en una de las noches que salía… se lo cruzaba? Negué con la cabeza y lo miré centrando mí vista en él olvidándome de todo lo demás.


-Bueno, puedes ser mí héroe en pequeñas cosas… un héroe no tiene por qué ser solo el que rescate a damiselas en peligro
–sonreí- puedes abrirme un bote que esté demasiado cerrado y yo no pueda, o puedes cogerme en mitad de una caída antes de que llegue al suelo… o el que alegre mis días sin siquiera proponérselo… -sí, lo estaba diciendo de broma para quitar un poco de hierro al asunto, lo veía demasiado serio y no quería que estuviera así. Acaricié su mejilla mientras lo observaba con una sonrisa, intentando que se animara un poco- Un héroe puede hacer muchas cosas, y además, te puedes cobrar por cada una de ellas cuando quieras –reí entre dientes cuando rozó su nariz con la mía- sabía que tus servicios no iban a ser gratis y que ibas a buscar la forma de lucrarte de ello –dejé que me besara y rodeé su cuello con uno de mis brazos recostándome algo más sobre él, poniéndome más cómoda.

Era cierto que teníamos vidas ajetreadas y que muchas veces incluso los horarios coincidirían y no tendríamos tiempo para vernos, pero saber que él también quería verme era algo que me alegraba y sonreí por ello, al menos no era la única con ese pensamiento en mente. Lo vi suspirar y me mordí el labio cuando dijo que no quería esperar un mes para vernos, perfecto, porque yo tampoco lo quería y no quería que pasara tanto tiempo hasta poder vernos de nuevo, por lo que negué con la cabeza.


-Yo tampoco quiero tener que esperar un mes para vernos, seguro que algo hacemos para arreglarlo –le di un ligero golpecito en su nariz con mí dedo índice- Vamos a ir paso por paso, ¿vale? De momento esta noche la tenemos para nosotros por completo, y el próximo fin de semana iremos a la granja ¿no es así? –Hice una leve pausa, pensando cuando me dijo que reservaría mesa cuando yo se lo dijera en su restaurante- Me parece perfecto y será como si cocinaras para mí –dejé un beso en su frente divertida- Pues, ¿qué tal si me reservas mesa… para la semana que viene? Así no tengo que cocinar en casa y salgo algo más con Alessia que seguro que le encantará la idea. El día que quieras, a mí me da igual. Luego haré tiempo con ella y podemos verte cuando termines, si te apetece claro. –Sentí su risa en mí cuello cuando le dije que era un completo fanfarrón, porque lo era, y me estremecí ante el mordisco en mí oreja, mirándolo de reojo por aquello.

Claro que sabía lo que podía producir y hacer mí cuerpo, por eso mismo lo había dicho y era consciente de ello… pero a diferencia de él, no lo iba pregonando a los cuatro vientos. Sin duda era un fanfarrón que le gustaba presumir de ello y no se cortaba en absoluto en hacérmelo saber, algo que me parecía demasiado divertido y que hizo que me riera divertida negando con la cabeza. Escuché lo que tuvo que decir a mis preguntas de cómo sabía que Thomas era cazador y de su entrenamiento y suspiré, seguro que había sido muy difícil para él sobre todo enterarse  por otra persona que lo que sospechaba era totalmente cierto y real. Y Thomas lo había entrenado bien.



-Tuvo que ser difícil enterarte de esa forma y de que todo lo que sospechabas era cierto. Al igual que tuvo que ser muy duro el entrenamiento que os impuso Thomas, y no me quiero ni imaginar lo que os hizo pasar durante aquel tiempo… pero sí, coincido contigo en una cosa; estáis vivos gracias a ello. Aunque no me entusiasme la idea pero sin haberos entrenado quizás no estarías aquí si hubieras ido tú solo en busca de venganza.
–Me apoyé en su hombro- No lo aparenta, bueno, ninguno lo aparentáis ya que no tenéis que dar pistas de que sois cazadores y todo eso… hasta ahí llego –hice una leve pausa- pero me refiero a Thomas, lo poco que lo conozco y he tratado con él, ha sido bastante amable. También es que estaba con la Madam pero bueno, eso no cuenta mucho –reí quedamente y dejé un beso en su hombro mientras le escuchaba hablar sobre la idea de los caballos y la granja. Me incorporé para mirarlo y sonreí- ¿De verdad puedo llevarme a Isis? –Era un cielo, yo ni siquiera había pensado en llevármela porque no sabía cómo iba a reaccionar con los caballos, o por si no podía llevármela pero… si él me lo decía- Si puedo claro, estoy segura de que no le vendrá nada mal estar al aire libre y poder correr y disfrutar… al final voy a llevarme a la familia entera, Gael. Otro día nos vamos los dos a solas –dejé un beso en sus labios y sonreí- De verdad que me apetece mucho ir a montar a caballo, dar un paseo, ver la granja, ver tú caballo… pero no sé cuando vamos a poder estar así y dormir juntos, así que tenemos que aprovechar –lo miré con una sonrisa ladina por sus palabras dejando mí otra mano libre en su pecho- ¿Ah sí? Nunca me han traído el desayuno en la cama, ni he desayunado en ella nunca así que… me parece buena idea. –Reí- Claro, primero hago hambre contigo y luego ya desayunamos ¿no? Eres demasiado listo –le miré al mismo tiempo que me mordía el labio y me contuve, era un provocador innato y me obligué a quedarme donde estaba y como estaba, cogiendo su camiseta en un puño controlando las ganas- Buena idea, déjala porque sino te aseguro que no parará hasta conseguir lo que quiere. Es igual de cabezota que yo en ese aspecto; no paramos hasta conseguir lo que nos proponemos.

Escuché sus siguientes palabras y recorrí su pecho con mí mano de forma sutil mientras le oía hablar… no, para nada lo consideraba un maltratador y claro que no lo era. De serlo no estaría sentada donde estaba ni me hubiera acercado a él, no quería volver a pasar por lo mismo que había pasado cuando era más pequeña. Lo miré y suspiré, ¿por qué pensaba aquello? No le había dicho que me disgustaba que lo fuera, al contrario, sabía de sobra que me gustaba que lo fuera. Siempre en su justa medida.


-Me gusta que seas dominante, siempre lo eres pero pienso que lo eres en su justa medida. Sabes cuando tienes que serlo y cuando no, aunque a veces salga a flote por mucho que quieras evitarlo –le mordí el mentón divertida- Claro que no eres un maltratador Gael, ni siquiera lo pienses. Sé distinguir a uno y tú distas mucho de serlo, créeme. Me divierte la forma en la que tratas de imponerte sobre mí, y me divierte mucho más, retarte y desafiarte cuando lo haces… lo encuentro muy divertido. Me dejaste esa libertad y lo sé, la aproveché muy bien y a conciencia –reí levemente- Si pensara de forma diferente no estaría aquí sentada tan tranquila, hablando de esta forma y provocándote como lo estoy haciendo –mordí su labio y sonreí para luego mirarlo ante sus palabras- Tienes razón, no te creo para nada. No he hecho nada para dominarte –de momento- ¿en qué te domino, exactamente? –Reí mirándolo cuando me mordió de nuevo la oreja y suspiré negando con la cabeza divertida- Esas palabras suenan muy tentadoras… y con promesas de placer en ellas. Si te has puesto así solamente de pensarlo –sonreí divertida sintiendo su excitación- no me imagino cuando lo pongas en práctica. Mañana te diré que me muestres –dejé un mordisco en su cuello y esperé a que me contestara a sus siguientes preguntas.

Aunque habíamos dicho que aquella noche no iba a pasar nada no podíamos evitar dejar de buscarnos, cuando no era yo era él y viceversa… pero realmente me divertía todo aquello. No sabía si íbamos a aguantar mucho más pero como un flaqueara… íbamos a estar perdidos. No habíamos aguantado toda la noche para ahora fallar a la primera de cambio.
Escuché lo que pensó cuando me vio y sonreí, así que tenía ganas de verme también y pensaba que era tierna y dulce por cuidar de Alessia.


-Claro que no era mí hija, de ser así, la habría tenido con catorce años y no nos parecemos en nada… salvo en ser cabezotas –reí divertida por ello- Tierna y dulce, ¿eh? Parezco una “niña” buena hasta que descubres que soy realmente una pequeña diabla que tienta hasta al mismísimo demonio –me mordí el labio tras sus siguientes palabras y me pensé qué contestarle. Era la primera vez que un hombre me preguntaba aquello y me había dejado un poco descolocada realmente. Nadie se había interesado nunca por ello, por lo que me extrañaba. Sonreí dejando un beso en su nariz y mirarlo, entendía lo que me quería decir- Algo puedo arreglar, como cambiar el turno o…  no sé –me encogí de hombros, era la primera vez que haría aquello- Me escaparé y vendré a que me des mimos –justo fue cuando me envolvió con fuerza entre sus brazos, haciendo que riera y que soltara un leve grito divertida mientras me reía por aquello, y me aferraba con fuerza a su camiseta.– Sí, justo así puedes empezar a darme mimos… luego ya sigues como quieras –mordí su lóbulo sonriendo y escuché sus preguntas- Pues yo llevo un control que voy anotando, pero sí, la Madam realmente tiene de todo y cada vez estoy más convencida de que sabe de los hechiceros… ella dice que es de un herbolario pero, sabiendo lo que sé, creo que descarto esa idea. La pastilla es por si al mes no has… digamos que tenido la menstruación. Para eso no hay margen de errores, es algo que ella te deja claro cuando empiezas a trabajar.

Dejé estar el tema de los embarazos y como hacíamos para evitarlos levantándome para decirle de probar aquel botón, que tenía un ente dentro, y que le ayudaba y le protegía. Le lancé el libro no muy convencida de que no le fuera a dar y… para mí sorpresa, acabó esquivándolo agachándose en el suelo. Llevé una mano a mí boca mientras él se giraba y se reía por ello… ver para creer, era la primera vez en mí vida que veía algo como aquello. Lo miré frunciendo el ceño cuando dijo que siempre tendría razón y que sino Mordekai me azotaría… y me reí, divertida por aquello.


-¿Y cómo, exactamente, me va a azotar tu ente en un botón? –Sonreí divertida, llevando mis manos a las caderas- ¿No prefieres ser tú quién me azote… en vez de un ente, que a saber cómo lo hace?
–Miré el botón en mí mano y luego lo guardé haciendo que me jurara, un poco a traición todo había que decirlo, que no iba a salir en un par de noches a cazar. Sentí cómo cogía mis manos entre las suyas y me miraba de forma fija, diciéndome todo aquello y suspiré- Soy consciente de ello, Gael. Sé que llevas muchos años cazando sin el botón pero sabiendo que te lo han dado con la finalidad de protegerte, es un poco inútil que lo tenga yo ¿no te parece? Si a mí me pasara algo Mordekai no va a hacer nada, en cambio si te pasa a ti, actuará porque es su propósito –le miré, decidida con aquello- Un par de días, es lo que necesito y te daré el botón. Y sí, dormiré muchísimo más tranquila sabiendo que no vas a salir sin él. Además, ¿puedes darle órdenes? ¿Lo has intentado alguna vez? ¿Puede hacer algo más que sólo protegerte? –sí, volvía a la carga con preguntas pero tenía mucha curiosidad por saber su alcance. Dejé que me levantara y me llevara hasta el sofá sentándonos como antes, y sin poder aguantarlo más por mí cabeza, le hice aquella pregunta mientras yo perfilaba su cuello con mí nariz, inhalando su esencia. Levanté el rostro ante su primera respuesta, entrecerrando un poco los ojos, ante aquello tan a broma, cuando no lo era para nada- No lo estoy diciendo a broma, es muy en serio –le escuché finalmente y sonreí dejando un beso en sus labios, lo que quería comprobar ya lo sabía y estaba más tranquila. Reí ante lo que dijo de que no tenía manos y le señalé con el dedo- Antes has dicho que me azotará y ahora dices que no tiene manos, ¡pillado! –le pellizqué una mejilla riéndome divertida por aquello. Si no podía tocarme una teta tampoco podía azotarme, era más que lógico- ¿Eso es un reto, señor Lutz? Por mí perfecto, me encantan las conversaciones en la cama… las encuentro muy interesantes y divertidas. Si veo que te fallan las fuerzas te cuento un cuento y verás como las recuperas de nuevo –mordí su labio antes de levantarme, coger sus manos, y tirar de él- Yo haré fuerza por ti, y tú harás fuerza por mí. Estamos superando la prueba con creces, ¿qué puede salir mal? –sonreí, si yo mostraba que no tenía mucha fe tampoco… no iba a salir adelante aquello- Venga, vamos –me giré para ir a la cocina a coger agua mientras él revisaba todo y apagaba las luces y le esperé en la escalera, que comencé a subir cuando llegó a mí lado y lo miré de reojo mientras subía, divertida con aquello.

Entré en la habitación y lo primero que hice fue meter la mano hasta el sujetador y coger el botón que me había dado guardándolo en el bolso que había traído para que no se me olvidara, y luego fui hacia la cama y cogí el vestido que había dejado anteriormente para cambiarme de ropa y me mordí el labio, sin saber muy bien qué hacer. Me giré para mirarlo y pensar donde dejarlo para que no pudiera arrugarse demasiado… y sólo se me ocurría un sitio.


-¿Puedo colgar el vestido en una de las perchas?
–pregunté antes de hacer nada y cuando me dio el visto bueno lo colgué en su armario, sonriendo al ver cuánto abultaba con respecto a sus prendas- Abulta más mí vestido que todo lo que tienes colgado –me senté en la cama apoyando una pierna en el suelo y doblando la otra sobre la cama y lo miré mientras se cambiaba de ropa- ¿Me vas a dejar algo para dormir, o me quedo con la camiseta? He de reconocer que es muy cómoda. Porque no creo que sea buena idea el que duerma semi desnuda ¿verdad? –me mordí el labio, cuando llegaba el buen tiempo hasta la tela más fina me agobiaba. Esperé a ver qué era lo que se le ocurría y, una vez solucionado, me tumbé en la cama semi recostada contra el respaldo, dando golpecitos a mí lado para que se tumbara conmigo- Vamos, quiero a mí almohadón blandito –reí divertida, sin poder evitarlo, y lo miré a sus azules ojos cuando se tumbó a mí lado recorriendo su pecho de forma sutil con un dedo- ¿Sabes? No pensé que acabaría aquí la noche –y mucho menos sin hacer nada, pero era lo que habíamos prometido- Gracias por la cena Gael y por invitarme, me ha gustado mucho todo y he descubierto algo más de ti, que era lo que me proponía, ya sabes que soy una cabezota muy curiosa –me incliné para dejar un beso en sus labios, un poco más largo, y me separé con una sonrisa- Aunque… siento curiosidad. Gael, ¿tienes… -hice una leve pausa, aposta, preparándome para lo que me proponía- cosquillas? –comencé a hacerle cosquillas intentando ver si aquel hombre tenía otro punto débil que poder utilizar, mientras rogaba que él no intentara hacerme cosquillas a mí… al menos en la espalda, o sería mi perdición. Aunque yo había empezado aquella guerra, espera encontrar un punto débil y que no pudiera devolvérmela.
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Mensaje por Gael Lutz Jue Jun 09, 2016 1:01 pm

Desde mi boca llegará hasta el cielo lo que estaba dormido sobre tu alma.


Íbamos a pasar unos días juntos muy agradables o así quería pensar que iban a ser, sin ningún tipo de problema por ningún vampiro, ni ningún otro ser sobrenatural, iba a reservar ese fin de semana para ella, para Alessia y para olvidarme de toda mi vida por unas cuantas horas. Quería distraer la mente, centrarme en ellas y poder alejar un poco los demonios, que esta noche ya habían estado lo suficientemente expuestos. Me gustaba tener la vida planeada, aunque, sorpresas como estas, el de planear de repente un fin de semana así sin más, también me gustaba. ― Sí, el fin de semana siguiente vamos a la granja. Díselo a Alessia para que no haga planes. Y os reservaré mesa ¿Qué tal el Jueves? Es un buen día, habrá gente y ambiente ese día, seguro que lo pasáis bien. ― Dije sonriendo, verla en mi puesto de trabajo iba a ser emocionante y seguro que divertido y me iba a esforzar aún más que esta noche para que ambas quedasen impresionadas. El verla al acabar el turno me hizo sonreír aún más. ― Quizás acabe tarde, pero… Si os vais sé donde vives. ― Le saqué la lengua y la abracé entre mis brazos.

Reí por su comentario sobre los cazadores, muchos nos manteníamos ocultos, teniendo otros trabajos, otros llamaban a las bestias con un cartel en la cabeza donde ponía que eran cazadores, como hacía Xaryne, llevando siempre esas ropas tan típicas de nosotros a la hora de cazar. Tentaba a la muerte todos los días vistiendo así. ―Los cazadores somos amables, nena. Bueno, hay algunos que no. Algunos actúan como somos, competencia. Pero por eso quiero formar la primera alianza, se puede trabajar juntos como equipo y no hay que ir siempre en solitario. Así se abarca más terreno. ― Seguí hablando ahora sobre la granja y asentí a su pequeña pregunta sobre Isis. ―Es  de raza pastora, Nai, se llevará bien con los caballos. ― O eso esperaba, a Helios no le gustaba que le corriesen entre las patas, se ponía nervioso. La conversación se volvió algo más pervertida con mis pensamientos sobre el desayuno en la cama. Alcé una ceja divertido, pensaba hacer mañana por la mañana con ella todas y cada una de las cosas que se me habían ocurrido.

Por fin admitió que me estaba provocando antes de morder mi labio inferior y hacer que la creciente erección que estaba teniendo se notase aún más sobre mi pantalón. Preguntó en qué me dominaba y sonreí. ―Me haces sentir bien, es verte y sale el Sol. No sé, en eso me dominas, me pones de buen humor, nena. ― Rocé con suavidad mi nariz con su pelo, me gustaba como le olía. ― En esto también me dominas. ― Miré hacía mi entre pierna y me reí. La abracé para darle los mimos que le gustaría que le diese cuando estuviese con la menstruación. ¿Cómo sería pasar un día con ella en ese estado? La miré serio. ―Soy un caballero al cual no le importa mancharse la espada con sangre de dragón para conseguir a la princesa. ― Aquello, obviamente, iba con doble sentido, el cual esperaba que lo entendiese, pues si no lo hacía, iba a pensar que estaba loco por soltarle algo así de buenas a primeras.

¿Cómo le iba a azotar Mordekai? Seguro que si se lo pedía, hacía algo para azotarla, estaba seguro. Sus palabras siguientes me hicieron sonreír ladinamente. ―Te azotaré, pero hoy no. ― ¿Porqué me hablaba ahora de esto? Estaba empezando a molestarme el pantalón. Me hizo más preguntas sobre Mordekai y me quedé pensando, intentando recordar al completo la conversación acerca del botón con Elora, pero entre el cuchillo y todo, no la conseguía recordar, así que me encogí de hombros. ― No sé. Creo que sí. Ya probaremos a jugar con él fuera de casa, no quiero que rompa nada aquí. ― Me recliné en el sofá cuando me besó en la boca y le seguí el beso, para después, ver que decía a mi proposición de ir a la cama, solo por más comodidad. Reí a lo del cuento y negué con la cabeza. ―Voy a aguantar y si no puedo, siempre puedo ir al servicio. ― Rodé los ojos divertido. Se levantó primero para ir a coger más agua y yo apagué las luces del salón, dejando todo completamente a oscuras. Miré por la ventana del salón, a expensas de si venía Adaline, pero no lo iba a hacer, como casi siempre. Suspiré y me dirigí a las escaleras para ir a la habitación, donde Nai ya casi estaba.

Nada más llegar, dejó el botón en su bolso, yo por mi parte, cerré la puerta. La pregunta que me hizo me hizo poner los ojos en blanco. ―Mi casa es tu casa Naitiri. Puedes hacer lo que quieras. ― Sonreí y me agaché delante del armario, saqué de uno de los cajones un pantalón de pijama y se lo di. ―Lo tengo en corto también, por si lo prefieres así. ― Se tumbó en la cama tras ponerse el pantalón y yo me quité la camiseta, dejándola ahí mismo en el suelo. Me quité también los pantalones y me metí en la cama en calzoncillos. ―Seré tu almohada blandita. ― Me reí y metí la mano por debajo de las sábanas, cogí la última prenda que me quedaba y me la quité, tirándola al suelo también. Hoy iba a jugar sucio, como ella había hecho durante toda la noche. Ahora estábamos en mi terreno, en mi cama y era la hora de la venganza. ―Me encanta dormir desnudo. ― Le guiñé un ojo aguantándome la risa. Comenzó a agradecerme el día de hoy y besé sus labios un poco, hasta que comenzó a intentar hacerme cosquillas, las cuales, no tenía. ―No, no tengo cosquillas, al menos ahí no. Solo tengo cosquillas en una parte del cuerpo, y no, no es mi miembro. ― Reí, pues seguro que ella había estado pensando que me refería a eso. Le piqué en la cara para que parase. ―No empieces una guerra que está perdida. ― Le advertí divertido, seguro que ella sí que tenía cosquillas. Me giré, poniéndome bocabajo, con la cabeza girada para poder verla. ― ¿Sabes que es lo que me gusta mucho? Que me rasquen en la espalda. ¿Me rascas un poco? ― Hice un pucherito por si decidía negarse.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Jun 11, 2016 3:21 pm

A veces las palabras son inútiles, cuando una mirada lo dice todo




Me estaba gustando mucho como estaba acabando la noche, había empezado muy bien cocinando los dos juntos y cenando, se había enturbiado un poco después de la cena cuando le había contado mí historia y él me había descubierto el mundo que había de los sobrenaturales… pero el rato que estábamos teniendo, después eso, me estaba encantando. Estaba descubriendo cosas sobre él y saciando un poco de curiosidad, al igual que le respondía yo también a preguntas suyas y me divertía picándolo todo el rato, riéndome sin poder evitarlo.

Me gustaba también hacer planes con él, era una buena señal, y así nos asegurábamos de que no iba a pasar un maldito y completo mes para poder vernos de nuevo. La idea de irnos a la granja me gustaba muchísimo, me encantaban los caballos y estaba convencida de que nos lo pasaríamos muy bien, Alessia disfrutaría y además podría llevarme a Isis para que no se quedara sola, ¿se podía pedir algo más? No, era imposible. También vería a Thomas, que desde que ya no estaba con la Madam, no lo había vuelto a ver.


-No te preocupes, te aseguro que Alessia estará más que preparada el fin de semana que viene y estará contando los días para que lleguen en cuanto se lo diga. Y no hace falta que prepares tú nada, de la comida nos encargamos nosotras… tú solo pon los caballos y el resto déjalo en nuestras manos ¿vale?
–Dejé un beso en su mejilla y reí por las palabras de que Isis era de raza pastora- Lo sé, pero nunca la he llevado con caballos… no sé, se supone que se encarga de ovejas, cabras y cosas de esas ¿no? Aunque no creo que pase nada, es tan adorable que no habrá problema alguno –conforme era, que era un amor, estaba convencida de que no pasaría nada. Sonreí al escuchar que nos reservaría una mesa y asentí con la cabeza ante la mención del día- Si tú dices que el jueves es un buen día, por mí perfecto. Será interesante verte a ti esta vez en tu puesto de trabajo, ¿sueles llevar algún uniforme cuando trabajas? –pregunté divertida, me gustaban los hombres con uniforme, los encontraba muy sexys. Me reí entre dientes cuando me sacó la lengua y me dejé abrazar apoyando mí rostro en su cuello, cerrando los ojos por unos segundos, pasando una de mis manos por su cintura- Te esperaré despierta –comenté divertida dejando un beso en su cuello y quedándome así.

Mientras él me contaba lo que era los cazadores y cómo eran suspiré mientras en mí cabeza me hacía una imagen mental de más cazadores como Gael. Podía intuir que no todos eran buenos como lo era él, en personalidad, y que seguramente habría gente muy fría entre ellos… porque, estaba segura, que la mayoría lo eran por algo que les había pasado en el pasado con ellos, y que tenían en común que tenían una venganza por cumplir, o eso había dicho antes Gael. No entendía muy bien cómo funcionaba aquello, por lo que no tenía ni idea de cómo salían a cazar.



-Bueno, estoy convencida de que no todos sois amables per se, y que lo que os “une” a todos es vuestra venganza ¿no? –porque sino, ¿cómo sino te ibas a hacer cazador y querer arriesgar tú vida por algo que, en cierta manera, no te tocaba para nada?- Sé que debéis de esconderos bajo una máscara para que no os puedan reconocer, pero si todos tenéis en común que sois, precisamente, cazadores, ¿por qué vais en solitario? Sería mejor ir en pequeños grupos para ir más seguros ¿no? Bueno, yo no entiendo mucho de eso –me encogí de hombros porque, realmente, podría pensar en cómo estaban estructurados pero jamás llegaría a saberlo- ¿Hay como… digamos, un “jefe” de los cazadores o cada uno actúa por su cuenta? –quizás sí que tenían que responder ante alguien si había un gremio.

Aunque tenía mucha curiosidad por saber lo que se le había pasado por la cabeza preferí no preguntarle nada, ya que no quería que pensara que lo estaba provocando de forma indirecta y, porque además, estaba segura de que me iba a gustar demasiado lo que me iba a decir y quizás, de esa forma, lo provocara directamente para hacerlo. Ya me había dicho que mañana me decía, así que tendría que esperar a mañana para saberlo. Si solo de decirlo él sonaba divertido… no quería imaginar lo que podría ser, pero placentero seguro por la mirada que tenía.

Tenía que reconocer que me encantaba picarle y tentarle, lo consideraba demasiado divertido como para dejarlo pasar por alto y, aunque lo sabía, no me molestaba ni importaba decírselo. Era algo que él podía notar y que además si a él también le gustaba y le divertía que fuera así me animaba mucho más a hacerlo. Me gustaba ver las caras que ponía cada vez que hacía algo, o le retaba, o intentaba llevar el control… era bastante expresivo y me daba una idea de lo que pasaba por su mente. Mordí su labio inferior divertida y ya notaba como se iba excitando, lo miré a los ojos y sonreí de lado, ¿de verdad? Si no le estaba haciendo nada para que estuviera así, reí divertida, a saber lo que le estaría pasando por la cabeza.



-Así que te pongo de buen humor, ¿eh? –Reí entre dientes- Mientras sea algo positivo me doy por satisfecha… pero eso no es dominarte, Gael, porque no hago nada para realmente hacerlo. El día que te domine, realmente, sabrás que lo estoy haciendo –besé su mejilla con una sonrisa y luego lo miré negando con la cabeza- Ya, sé que Gael junior se alegra de verme también… puedo notar lo contento que está de verme –yo también me ponía de buen humor al verlo, por lo que no me extrañaba que a él también le pasara. Me dejé envolver de nuevo por sus brazos sintiendo su nariz en mí pelo y suspiré, me gustaba cuando se ponía cariñoso y no pude evitar reírme ante sus palabras que entendí a la perfección lo que me estaba diciendo- Ay por dios Gael –volví a reírme de nuevo y lo miré perfilando sus labios- claro, como todo buen caballero que eres. Qué descripción más gráfica, y cierta, acabas de hacer –reí de nuevo divertida por sus palabras, a veces tenía unas ocurrencias de lo más graciosas y aquella había sido una de ellas, aunque lo hubiera dicho algo serio, había sido imposible no reírme.

Sentía curiosidad por saber qué alcance podía hacer Mordekai y si podía cumplir con todas las cosas que le ordenaba Gael, era algo difícil, era un ente metido en un botón que aunque había visto como actuaba no sabía hasta qué punto podía hacer cosas. ¿Azotarme? Já, no me iba a dejar azotar por un botón solamente porque él lo quisiera… por muy gracioso que resultara. No era que quisiera que me azotara hoy, pero a poder elegir, prefería que me azotara él a no un ente que a saber lo que hacía para ello.



-Me resulta curioso ver las limitaciones que podría tener, si no puede materializarse, ¿cómo haría ciertas cosas? Intuyo que lo tienes hace relativamente poco tiempo para no saber qué es lo que puede y no puede hacer
-bajé la vista hacia donde estaba metido durante unos segundos y suspiré después del beso, enarcando una ceja ante lo del cuento y que iría al servicio- Claro, una ducha de agua bien fría y solucionado –reí entre dientes y me levanté para ir a la habitación, estaríamos mucho más cómodos y así ya podíamos quedarnos allí hasta que decidiéramos dormir. Al entrar dejé el botón lo primero y luego lo miré cuando dijo que su casa era mí casa- Lo sé, pero prefiero preguntarte primero y salir de dudas. –Me daba mucha libertad y al final acabaría por tomarle la palabra… pero de momento no lo haría. Vi el pantalón largo que me tendió y lo miré divertida, ¿no le había dicho que dormía medio desnuda?– El pantalón corto, por favor, si no quieres que me asfixie de calor –bastante que no iba a dormir como lo hacía normalmente, solamente, para evitar tentaciones.

Me puse el pantalón corto que apenas se veía por la camiseta y me metí en la esperando a que se metiera a ella, dando unos golpecitos con la mano en la cama, mientras lo observaba. Lo miré mientras se quitaba la camiseta y lo recorrí con la mirada para luego ver cómo se quitaba el pantalón también y se metía así a la cama, asentí con la cabeza cuando dijo que sería mi almohada blandita sonriendo y, para lo siguiente que pasó, no estaba preparada. Vi como metía la mano preguntándome qué es lo que iba a hacer y… cuando vi que se había quitado la última prenda que le quedaba… lo maldije en mí fuero interno.

Cerré los ojos durante unos segundos y lo miré de forma fija preguntándome por qué había hecho aquello, era un completo maldito que me estaba tentando de sobre manera… lo tenía desnudo, a pocos centímetros de mí, y él me miraba con esa sonrisa como si fuera un niño inocente que no había roto un plato en su vida. Mil veces maldito por ello, ¿me iba a hacer sufrir de aquella manera? Bien, pues a ese juego podíamos jugar los dos perfectamente. Me debatía entre mandar todo al diablo y lanzarme sobre él, como estaba deseando hacer, o de hacerle pagar por ello. Opté por la segunda opción porque ahora estaba jugando fuera de casa, estaba en su territorio, en su cama y tenía el control como él había querido desde el primer momento… pero se estaba metiendo con la mujer equivocada. ¿Quería control? Se lo iba a arrebatar, lentamente, le iba a hacer creer que era él quien tenía todo el poder cuando no iba a ser así. Que disfrutara del momento, porque se le iba a acabar pronto.



-Lo sé, acabo de comprobarlo ahora mismo –le respondí con una sonrisa cuando me dijo que le encantaba dormir desnudo- Pero, ya que has hecho el espectáculo completo, podrías haberme dejado verlo hasta el final ¿no? –Sonreí divertida, seguramente esperaba verme sufrir por aquello y no, no se lo iba a dejar ver, por mucho que estuviera ardiendo por dentro solo de pensarlo.  Dejé que me besara en los labios y luego comencé a hacerle cosquillas buscando otro punto débil… pero no lo tenía, o no me dejar ver que así era. Le di un ligero golpe en el pecho y le puse morritos- No eres nada divertido, que lo sepas. Y no sería una guerra perdida –me aparté divertida para que no me pinchara más en la cara- Solamente tendría que buscar ese punto débil que dices que tienes, y que sé que no me vas a decir dónde es, explotarlo y… la victoria sería mía –paré porque yo sí tenía cosquillas y podía tomar ventaja de ello… y ya se había anotado un punto con lo de estar desnudo. Lo vi girarse y ponerse de esa forma y sonreí ante las palabras que dijo, poniendo esa cara que me hizo reír divertida- ¿Por qué tienes que poner esa cara de cachorro abandonado? –apoyé el codo en la cama y dejé mí cabeza reposada en la mano, y sin acercarme, estiré la otra mano y comencé a recorrer su espalda desnuda con mis dedos, notando cada músculo mientras la recorría- Eres igual que Alessia, a ella también le encanta que le rasque en la espalda y cada dos por tres me está diciendo que le rasque –negué con la cabeza- hacemos un trato; yo le rasco a ella si luego, en cambio, me rasca a mí. Nos vamos turnando y hay veces que se queda durmiendo en el sofá por ello –sonreí mientras hacía figuras por su espalda sin llevar ningún patrón alguno y lo miré- Antes me has dicho algo en mí idioma, ¿qué más sabes decir? ¿O solamente ha sido pura casualidad? –había sido raro escuchar algo así de él, pero me había gustado. No sabía que supiera decir nada en mí idioma. Suspiré sintiendo que comenzaba a tener calor y no precisamente por saber que estaba desnudo, sino porque tenía calor de verdad, acostumbraba a dormir con poca ropa y llevar la camiseta puesta me estaba agobiando un poco. Paré de rascarle, me senté en la cama, y me quité la camiseta quedándome con el pantalón corto puesto y con el sujetador. Me volví a tumbar en la cama y, esta vez, me pegué al cuerpo de Gael quedando de perfil para mirarlo y seguir rascándole como si nada, mientras mí cuerpo quedaba por completo pegado al de él desde mí pecho hasta mis piernas. Evité una sonrisa divertida al hacerlo, quería que pareciera algo casual, en vez de premeditado y pensado… él se desnudaba, bien, no necesitaba de desnudarme para devolvérselo con aquello sobraba- Menos mal que no me he puesto e pantalón largo, ¿quieres que muera abrasada? –Reí divertida y lo miré- Gael, ¿por qué tengo la sensación de que, con cada cosa que dices, suena como si fuese yo la perdedora… y tú el vencedor? –pregunté divertida perfilando con mí dedo toda su columna bajando por ella hasta el final, evitando bajar más de la cuenta, y volver a subir. Me refería a todo donde sonaba que él me iba a ganar, costara lo que costara- Las tornas cambian, ¿lo sabes no? No puedes ser perfecto en todo y ganar también en todo. Aunque… prefiero que pienses así, luego cuando te gane será todo mucho más divertido y ver tú cara será lo mejor de todo –Oh, como me encantaba picar a aquel hombre, era demasiado divertido y me lo ponía en bandeja de plata- ¿Me vas a rascar tú luego? No es justo, yo también quiero –le hice un puchero como había hecho él, moviendo un poco mí cuerpo lo justo y necesario para que se rozara contra el de él, y dejé un mordisco en su hombro… bastante era tener que aguantar quieta como estaba, sabiendo que lo tenía desnudo. Pero no iba a caer, no tan fácilmente. Él iba a sufrir más que yo y, en eso, no me iba a ganar esta vez.
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Mensaje por Gael Lutz Lun Jun 13, 2016 7:42 am

El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.



La morena seguía preguntándome cosas, su curiosidad era muy superior a la de un gato, y eso era mucho decir, pues Gato siempre estaba cotilleándolo todo, queriendo saber que traía en cada bolsa o que tenía en los bolsillos cuando volvía de cazar. Seguro, que si ella fuese una cambiante, se transformaría en uno, o quizás en alguna pantera. Le pegaba con su color de piel y los ojos felinos que tenía, pese a que su color fuese común. Besé su mejilla divertido y asentí. ―Sí, llevo un uniforme de color blanco, donde se puede ver todas las manchas... Estoy intentando que me lo cambien a negro, pero no quieren.― Encogí mis hombros entre risas, mientras ella besaba un poco mi cuello.

Asentí, todo lo que nos hacía ser cazadores era una venganza. El odio por una criatura que nos había robado todo porque le había dado la gana, porque se había creído un Dios para decidir que podía matar aquella noche.  Aunque eso es lo mismo que hacíamos los cazadores... Pese a que era un bien común. ―No, no hay ningún jefe de los cazadores. Somos autónomos. Nosotros decidimos cuando y cuanto cazar. Vamos en solitario porque algunos cazadores, son mercenarios. Cazan previo pago por la presa. Y porque muchos están obcecados en ser los mejores ellos solos. Y no es así, por eso quiero hacer un equipo.― Le expliqué. Juntos quizás pudiésemos llegar antes a nuestras respectivas venganzas y poder poner fin a esta vida.

Para mí, si que me dominaba. Que mi humor cambiase en torno a si la veía o no, ya era una forma de dominar. Dominaba mis sentimientos que cada vez eran algo mayores conforme la conocía y pasaba más tiempo con ella. Era una forma de dominar que no se podía evitar, no era como obligarla a que me hiciese caso. Había aceptado no ir de caza solo porque no quería que estuviese preocupada por mí... Nunca había dejado de ir de caza porque una mujer estuviese preocupada. ―Me dominas más de lo que te crees, Naitiri.― Reí cuando me dio a entender que había pillado mi preciosa y pervertida metáfora y la estreché entre mis brazos sin dejar de reír. ―Así soy yo. Sé que te ha encantado. Y sé que quieres que lo haga.― Besé sus labios entre risas, para después, pasar a hablar acerca de Mordekai. Tenía que quedar con Elora algún día de estos para que me explicase en profundidad las funciones del botón, para así, al día siguiente ir a contárselo todo a Naitiri, la cual estaba sedienta por obtener respuestas que yo no podía darle. ―Cuando quede con Elora, le cuento todas las dudas que tenías y que me las explique, así podré solucionarlas.

Eligió un pantalón corto, mejor que el largo y se lo cambié. Me tumbé completamente desnudo y esperé a ver que era lo que hacía o que era lo que tenía que decir. Estaba jugando demasiado sucio. No iba a poder resistirse a mí estando en estas condiciones. Intentó hacerme cosquillas sin éxito y me llamo aburrido. Fruncí el ceño y le saqué la lengua. ―Si no fuese divertido, no estarías aquí conmigo, te hubieras ido con otro que fuese divertido. Además, conmigo siempre te ríes.― Rodé los ojos y la miré, no iba a encontrar mi punto débil tan fácil, seguro que pasaba minutos buscándolo y no lo encontraría. ―No lo vas a encontrar, niña.― Me puse de espaldas, poniéndole cara de cachorrito para que comenzase a rascarme la espalda. Cerré los ojos cuando comenzó a hacérmelas, me encantaba esta sensación. Abrí un ojo cuando me habló y sonreí. ―Tengo varios libros donde hay vocabulario en otros idiomas y he estado mirando el de vocabulario árabe antes de que llegaras... Y sí, sí que sé decir más cosas.― Al poco, paró de rascarme y vi como se quitaba la camiseta, quedándose en ropa interior. ¿Qué hacía? ¿Estaba intentando devolvérmela? Intenté un silbido que falló estrepitosamente. Se acercó a mí quedándose de medio lado mientras seguía rascando mi espalda. Sus pechos cayeron sobre mi hombro por causa de la gravedad y mordí mi labio. ―¿No es incómodo llevar sujetador?― Me moría de ganas porque se lo quitase, aunque iba a perder un poco el control que ya de por sí era poco. Me reí por su siguiente pregunta. ―Sé que las tornas cambian, pero estás en mi casa. Mis reglas, mis normas, yo gano. ¿Entiendes?― Besé su hombro y la tumbé a ella boca abajo, poniéndome yo de medio lado, pegándome a su cuerpo, haciendo que notase en su pierna, mi miembro parcialmente duro. Estiré el brazo un poco y comencé a rascarle como ella había estado haciendo hace poco. Iba a ser un juego peligroso, quien se lanzase sobre el otro, perdía.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Jun 14, 2016 11:04 am

Yo tenía todas las respuestas, pero llegaste tú y me cambiaste todas las preguntas.




Sabía que estaba preguntándole muchas cosas aquella noche, cosas sobre su trabajo, cosas sobre las seres sobrenaturales, cosas sobre Mordekai, y sobre todo de él. Era una mujer muy curiosa a la que le costaba saciar las cosas, si había algo nuevo que desconocía quería saber hasta el último detalle. Y así había sido, le había hecho un interrogatorio en toda regla y me mordí el labio por ello… había aguantado mucho, a decir verdad, con mis preguntas. Pero él sabía que era muy curiosa y encima me había dado carta blanca para que pudiera preguntarle por lo que, ¿por qué debería de negarme? Era algo muy superior a mí y que no podía evitar, por lo que todas las dudas y todas las cosas que quería preguntarle habían salido de mí boca. Aunque ahora la conversación fuera mucho más amena y mucho más divertida, y me estaba gustando más que cualquiera de las anteriores.


-Me gustaría verte con el uniforme blanco, seguro que te queda muy sexy –reí divertida por ello- No sé por qué no te dejan cambiar al negro, sería mucho más práctico y más fácil de quitar las manchas… o al menos, es lo que pienso –me encogí de hombros porque realmente no tenía ni idea, pero si fuera la ropa negra sería mucho más fácil. El tema de los cazadores era algo que también desconocía por completo y del cual no tenía ni idea, así que escuché lo que dijo mientras me hacía una idea mental y general de lo que me contaba- Así que cada uno va por su cuenta y lo único que tenéis en común es que sois cazadores… entiendo –en verdad no podía entender como es que si habían tantos cazadores no tuvieran como un gremio o algo que los regulara y dejara que cada uno fuera a lo suyo, ¿qué pasaba si dos cazadores iban por la misma presa?- ¿Y si vais dos cazadores por la misma presa, qué es lo que hacéis? ¿Os lo “rifáis” por suerte? –me mordí el labio durante unos segundos pensando en aquello… deberían de tener algún tipo de control, pero no era quien para decir nada al respecto. Solo rezaba porque no se cruzara con mí padre en una noche que saliera a cazar y todo estaría solucionado, de lo contrario, estaba segura que habría problemas. Aunque decía que había muchos cazadores, por lo que el peligro de que alguno lo pudiera encontrar era elevado. Suspiré, aunque fuera un vampiro, en el fondo seguía siendo mí padre… y eso nadie iba a poder cambiarlo.

Me quedé recostada contra él conforme estaba con la cabeza apoyada en su hombro en dirección a su cuello, aspirando su olor que me tranquilizaba al tiempo que cerraba los ojos. Había dicho que lo dominaba y no pude evitar reírme por ello divertida por sus palabras, un dominante dominado… era algo extraño y difícil de ver. Conforme era él que no toleraba que se le escapara algo de control, se me hacía raro creerlo. Por eso le había dicho que el que se pusiera de buen humor cuando me veía no eran signos de dominar, él también me ponía de buen humor cuando lo veía… y no por ello pensaba que me dominara. En otros asuntos lo admitía, pero no en ese.

Enarqué una ceja cuando afirmó de nuevo que lo dominaba más de lo que yo creía y lo miré desde donde estaba elevando mí rostro para poder verlo bien. Si él lo decía y lo admitía sería porque era totalmente cierto, aunque me costara creerlo. Dudaba mucho que me mintiera en algo así, mucho menos en ese tema, y me mordí el labio pensando en qué podía dominarle… porque no me había dicho nada al respecto, solamente me había afirmado y confirmado que lo dominaba, pero no en qué. Tendría que descubrirlo por mí misma, y me lo tomaría como un reto.

Me reí sin poder evitarlo cuando dijo aquella frase de la espada y el dragón negando con la cabeza divertida, qué ocurrencias que tenía aquel hombre. Había hablado en clave pero lo había entendido a la primera de cambio, sabía lo que me estaba queriendo decir y por eso mismo me había hecho mucha más gracia. No dejaba de sorprenderme, era directo en ciertas cosas y luego en cambio te sorprendía con este tipo de comentarios que me divertían en sobre manera. Comenzó a reírse él también abrazándome y lo miré divertida.



-Claro que he entendido lo que querías decirme, lo he entendido a la primera –sonreí dejando que sus brazos me rodearan con relativa facilidad- Guarda tú espada, caballero, no hay ningún dragón a la vista para que necesites utilizarla –reí devolviéndosela de alguna manera- No es que me haya encantado, me ha parecido muy graciosa y divertida –rodé los ojos- Quizás quiera que lo hagas, o quizás no… ¿quién sabe? Das todo por hecho, y te puedes llevar una sorpresa –esperé a que me contestara a las preguntas sobre Mordekai pero parecía que en ese tema él estaba tan perdido como yo… así que me mordí el labio- De acuerdo, para la próxima vez le preguntas y me lo dices ¿vale? ¿Cómo puede ser que no sepas cómo funciona tu botón? –Reí- Menos mal que es tuyo, si fuera mío te aseguro que sabría cómo funciona –no lo dudaba, seguramente a la persona que me lo entregara le habría hecho muchas preguntas sobre ello, saciando toda mí curiosidad. Ahora esta debería de esperar porque Gael no tenía ni idea, en ese aspecto, estaba como yo.

Cuando me tendió el pantalón corto sabía que iba a durar poco con la ropa que llevaba puesta, solía dormir medio desnuda, por lo que el llevar tanta ropa me iba a ser bastante incómodo y asfixiante… me lo veía venir. Él sin embargo se había tumbado desnudo por completo y lo maldije, yo también tendría que haberme quitado más ropa… no hasta quedarme desnuda, pero si quizás en ropa interior. Enarqué una ceja cuando dijo que era divertido y negué con la cabeza, sí, claro que me reía con él… pero no me había seguido el juego aunque en el fondo realmente agradecía que lo hubiera hecho.


-Claro que eres divertido y que me río contigo –rodé los ojos- solo digo que no me has seguido el juego y me has cortado el rollo… podría haber sido divertido, pero has preferido ser un aguafiestas –le pellizqué la mejilla y reí- Vale, la próxima vez elegiré a alguien sea divertido, tomo nota –lo miré algo sorprendida por sus siguientes palabras… ¿qué me acababa de llamar? ¿Niña? Oh, maldito fuera mil veces- ¿Te has atrevido a llamarme niña? Oh Gael, qué mal has hecho al decirme eso –le di un empujón en el pecho y me puse sobre él cogiendo sus muñecas con mis manos, dejándolas en la almohada, mirándolo de forma desafiante sentada sobre su estómago y con mi pelo cayendo sobre un lado- ¿Te parece esta la actitud de una niña? –Me incliné hacia su rostro- Si fuera una niña no te habría dado ni una sola gota de todo ese placer, ni te habría mostrado el paraíso –sonreí de forma ladina- Las niñas solo saben jugar… mí juego, en cambio, está lleno de puro fuego –mordí su labio y me bajé de él antes de que me hiciera nada, mirando como se tumbaba para que le rascara. Suspiré y le hice caso viendo que cerraba los ojos y sonreí- ¿Ah sí? ¿Qué más cosas sabes decir? Aprovecha que tienes ahora a tú profesora, así puedo corregirte –me quité la camiseta que comenzaba a estorbarme y me tumbé de lado pegándome a él tras mirarlo sonriendo, para seguir rascándole.– No, no es incómodo –evité reírme como lo estaba deseando y lo miré- Pero gracias por preocuparte, así estoy bien. ¿O lo dices porque quieres quitármelo? Qué malo que eres –reí divertida y seguí rascándole hasta que escuché sus palabras, haciendo que bufara por ellas- Ajá, lo entiendo perfectamente. Inclinas la balanza hacia tu favor para salir ganando porque odias perder, y porque sabes que vas a perder… lo entiendo, sí –me divertía picarle mucho, lo admitía. En un momento me vi boca abajo y con él pegado a mí cuerpo como había estado yo. Podía notar su miembro contra mí pierna y sonreí quitando mí pelo de la espalda para darle un mejor acceso, y dejar que me rascara. Giré mí rostro para mirarle y cerré los ojos. Sus dedos me hacían cosquillas allá por donde pasaban y mí espalda se encorvaba de forma involuntaria por ello, haciendo que riera entre dientes de forma flojita. Cuando llegó a la zona del costado volví a jadear esta vez moviendo mí cadera y riéndome de nuevo entre dientes, por las cosquillas que me producía– Espera -dije antes de que siguiera y llevé las manos al broche del sujetador soltándolo– ahora sí –no me lo quité, simplemente lo hice para que los tirantes y el cierre no le molestara a la hora de rascarme y pudiera cubrir toda la espalda… era algo que me encantaba y me hacía gracia ver cómo mí cuerpo se reaccionaba de forma involuntaria cuando pasaba por ciertas zonas. Y era lo que pasaba, me reía, o jadeaba pero siempre cuando reaccionaba de aquella manera, moviendo mí cadera o la espalda, mordiéndome el labio por ello. Abrí los ojos y lo miré– Ahora sí que podría dormir –pasé una mano por su cintura y sonreí - ¿Y tú Gael, vas a poder dormir? –moví mí pierna donde notaba su miembro, cada vez que me había movido mientras me rascaba en algún momento al moverme me había rozado… y no lo había hecho aposta, aunque quizás él lo creyera así. Iba a perder él, no iba a dejar que ganara por mucho que fuera su cama, su casa y sus normas.
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Mensaje por Gael Lutz Vie Jun 17, 2016 10:41 am

Tal vez yo no sepa donde ir. Pero si pudiera una mañana abrir los ojos y ver los tuyos, sabría donde quedarme.


El tema del uniforme debía de ser hablado con el jefe urgentemente, ella pensaba lo mismo que yo, el color debería de ser distinto, exactamente como el uniforme que llevaban las camareras y camareros, todo negro salvo por el mantil. Al menos no me hacía llevar un gorro de esos horrendos. La miré divertido por su siguiente cuestión y ladeé la cabeza. No era habitual que dos cazadores se encontrasen en medio de una cacería, pero sí que sucedía, de hecho, me había pasado a mí cuando me reencontré con Xaryne el día que volvió de Berlín, pero eran encuentros ocasionales. ― No suele ser habitual, pero si eso ocurre, no pasa nada, mejor dos contra uno ¿No crees? Teniendo en cuenta de que tenemos mayor desventaja a la hora de enfrentarnos a estas criaturas.― ¿Que pasaría si en vez de ser una cacería normal, como las que hacíamos era una pagada? Eso sí sería un gran problema. Cuando se metía dinero de por medio, el mundo se paraba y dejaba de actuar con propiedad y cordura.

No aguanté la risa cuando ella se comenzó a reír por el tema de la espada y el dragón. Me alegraba de que hubiese pillado la broma o que la frase fuese completamente con segundas intenciones, me habría muerto aquí mismo si me hubiese pedido que se la explicase porque no la había entendido. De momento no había dragón al que matar... Pero tenía un mes para practicar como se mataba. Rodé los ojos al ver que me recriminaba que no supiera nada sobre Mordekai. ¿No entendía que Elora no me había dicho todo lo que le pregunté? Sonreí. ― Creeme. No conoces a Elora. Ella no te hubiese respondido ni a un tercio de las preguntas que te he respondido yo esta noche. No es como yo. Hay que sacárselo todo con sacacorchos.―  Concluí. Ni siquiera sabía nada de ella desde hacía un tiempo.

Waterparties.―  Dije frunciendo el ceño mientras mantenía la mirada en sus ojos oscuros. Que ni se le ocurriese dejarme por otro, aunque no hubiese nada que dejar prácticamente, pero me enfadaría mucho. Para mí, era ella importante y cada día que pasaba lo era más, algo que me daba pavor... ¿La estaba empezando a querer como algo más? Le había dicho que quería que fuese la madre de mis hijos, aunque ella se lo hubiese tomado a broma y yo hubiese intentando que así fuese... Suspiré y entonces fue cuando la llamé niña. La poseyó el diablo cuando le llamé así y se subió encima de mí, cogiendo mis muñecas y pasándolas por encima de mi cabeza. Se acercó hasta mi cara y dijo aquellas palabras. Tragué saliva. Tenía que ser fuerte, no podía perder ahora que la noche estaba a punto de terminar... Cerré los ojos y suspiré aliviado cuando se apartó y me giré boca a bajo para que pudiera rascarme. ¡Qué mal lo había pasado!

Cerré los ojos y sonreí, disfrutando de sus caricias. Pensé la palabra que sabía en su idioma, solo me había podido mirar y aprender como se decía una más a parte del guapa. Pero no era momento de decírsela aún. ― No te voy a decir nada... Primero quiero aprender más y luego te diré, profesora.― Me encogí de hombros y suspiré. ― No, no quiero quitártelo, pero... pensaba que estarías mejor sin el sujetador puesto, parecen que están atrapadas.―  Abrí los ojos cuando dijo que iba a perder y le clavé mil cuchillos con ellos. ―No voy a perder.― Zanjé y me levanté, ahora le tocaba a ella disfrutar de las caricias.

Las caricias fueron desde sus omóplatos hasta la parte baja de la espalda, donde quedaba la cinturilla del pantalón corto que le había prestado. Conforme pasaba por ciertas zonas, ella reía o jadeaba y eso no me hacía otra cosa más que se me colocase una sonrisa en la cara. Me encantaba que disfrutase con mis caricias y de mi compañía. Paré en el momento en el que me dijo que esperase y vi como se soltaba el broche del sujetador. ―¿Ves? Te he dicho que era mejor si no lo llevabas puesto.― Reí y seguí haciéndole cosquillas, la cosa se puso más dura cuando se movía y me rozaba la pierna en mi zona, pero tenía que aguantar como un campeón... Mañana tendríamos tiempo de hacer las cosas bien y con calma. Me preguntó a ver si iba a poder dormir, ya que ella sí que iba a poder. Sonreí pícaro. ―Claro que voy a poder dormir. Ya dormí contigo una vez.― Besé su hombro y la giré, poniéndola contra mi cuerpo. Olisqueé su pelo. ―Buenas noches, señorita Zahir.― Sonreí y cerré los ojos, dejándome vencer por el sueño y por la satisfacción de haber ganado.
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