AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Another heartache on my list [privado]
2 participantes
Página 1 de 1.
Another heartache on my list [privado]
“I don't wanna be lonely no more
I don't wanna have to pay for this
I don't want to know the lover at my door
Is just another heartache on my list”
I don't wanna have to pay for this
I don't want to know the lover at my door
Is just another heartache on my list”
–¡Esto es inaudito! ¿Trataría así a su madre o su esposa?– El cochero rió sin el más leve asomo de vergüenza –Mi madre murió hace años y no tengo esposa. No se enoje señora, no es un tramo tan extenso– Elona le fulminó con la mirada mientras el hombre señalaba con su mano el camino que faltaba hasta la puerta de la propiedad a la que se dirigía –No me importa si son dos pasos o trescientos, yo le pague por que me dejara en la puerta no al inicio del camino de entrada-. –Las cosas son como son señora. Que tenga un buen día- y así, sin más palabras pero con una sonrisa burlona en su rostro, el hombre dio la señal a su caballo y él, y su montura, se alejaron lenta pero inexorablemente dejando a la mujer mordiéndose el labio inferior por el disgusto.
Ella, sin otra alternativa, empezó a caminar. Le indignaba el tener que llegar a pie, detestaba la frustración de no poseer los medios para hacerle pagar al detestable cochero, la enfurecía el saberse a merced de un mundo donde su posición, por ser una viuda, sería siempre inferior a la de cualquiera pero, sobre todo lo demás, la entristecía tener que encontrarse donde se encontraba. Día a día usaba todas las artimañas conocidas, e inventaba una que otra nueva, para evitar tener que verle; pero su padre le había solicitado muy especialmente el favor de entregarle una misiva y por eso ahora caminaba en su búsqueda, envuelta en el papel de una simple mensajera y sabedora de que el encontrárselo le causaría un profundo dolor que no podría eludir. Déodat. Tantos años pasaron y la sola mención de su nombre aún convulsionaba su congelado corazón. Déodat, el esposo de una de las mujeres que formaban parte primordial de su existencia. Déodat, el hombre que había soñado como padre para sus propios hijos. Si su padre supiera el daño que causaba con tan inocente petición muy seguramente se hubiese abstenido de hacerla.
A mitad de camino se detuvo para tranquilizarse y poder demostrar una indiferencia que no sentía. Algunos de los trabajadores de la finca que se encontraban en los campos a lado y lado del camino le miraron con curiosidad antes de reanudar su pesada labor; ella, por su parte, simplemente les ignoró. Jugueteó con sus guantes, con su sombrero y acomodó la tela violeta de su vestido. Luego continuó a paso lento hasta que finalmente llegó hasta la puerta de entrada. Una amable doncella se ofreció a buscar al capataz pero no le permitió ingresar a la vivienda. No era de extrañarse, después de todo ella era una mujer de ropas modestas que preguntaba por un trabajador de la finca y nada más. Así se dispuso a esperar pacientemente la aparición de Déodat sabiendo que eso podía ocurrir en cinco minutos o en un par de horas; bien podría estar en las cercanías de la construcción principal o vigilando algún trabajo en el límite del territorio al cual ofrecía sus servicios.
Hizo un mohín, dio algunos pasos, observó la puerta y los ventanales, caminó de nuevo ¿Cuánto tiempo había pasado? No más de 10 minutos muy seguramente. Que mala suerte, todo por una insulsa carta que de seguro no contenía nada trascendental. Contempló la idea de entregarle el sobre a cualquiera que le abriera nuevamente la puerta y así liberarse de su obligación, pero al momento de buscarla no la encontró en ningún lugar. –Tiene que ser una broma- murmuró para sí misma mientras revisaba cada uno de los pliegues de su vestido sin éxito alguno. Al fin decidió deshacer sus pasos, escudriñando cuidadosamente el piso y esperando que el sobre hubiese resbalado y caído durante la parada realizada a mitad de camino. En parte sentía alivio, si no existía la carta ella no tendría ninguna razón para encontrarse con Déodat ¿verdad?
Ella, sin otra alternativa, empezó a caminar. Le indignaba el tener que llegar a pie, detestaba la frustración de no poseer los medios para hacerle pagar al detestable cochero, la enfurecía el saberse a merced de un mundo donde su posición, por ser una viuda, sería siempre inferior a la de cualquiera pero, sobre todo lo demás, la entristecía tener que encontrarse donde se encontraba. Día a día usaba todas las artimañas conocidas, e inventaba una que otra nueva, para evitar tener que verle; pero su padre le había solicitado muy especialmente el favor de entregarle una misiva y por eso ahora caminaba en su búsqueda, envuelta en el papel de una simple mensajera y sabedora de que el encontrárselo le causaría un profundo dolor que no podría eludir. Déodat. Tantos años pasaron y la sola mención de su nombre aún convulsionaba su congelado corazón. Déodat, el esposo de una de las mujeres que formaban parte primordial de su existencia. Déodat, el hombre que había soñado como padre para sus propios hijos. Si su padre supiera el daño que causaba con tan inocente petición muy seguramente se hubiese abstenido de hacerla.
A mitad de camino se detuvo para tranquilizarse y poder demostrar una indiferencia que no sentía. Algunos de los trabajadores de la finca que se encontraban en los campos a lado y lado del camino le miraron con curiosidad antes de reanudar su pesada labor; ella, por su parte, simplemente les ignoró. Jugueteó con sus guantes, con su sombrero y acomodó la tela violeta de su vestido. Luego continuó a paso lento hasta que finalmente llegó hasta la puerta de entrada. Una amable doncella se ofreció a buscar al capataz pero no le permitió ingresar a la vivienda. No era de extrañarse, después de todo ella era una mujer de ropas modestas que preguntaba por un trabajador de la finca y nada más. Así se dispuso a esperar pacientemente la aparición de Déodat sabiendo que eso podía ocurrir en cinco minutos o en un par de horas; bien podría estar en las cercanías de la construcción principal o vigilando algún trabajo en el límite del territorio al cual ofrecía sus servicios.
Hizo un mohín, dio algunos pasos, observó la puerta y los ventanales, caminó de nuevo ¿Cuánto tiempo había pasado? No más de 10 minutos muy seguramente. Que mala suerte, todo por una insulsa carta que de seguro no contenía nada trascendental. Contempló la idea de entregarle el sobre a cualquiera que le abriera nuevamente la puerta y así liberarse de su obligación, pero al momento de buscarla no la encontró en ningún lugar. –Tiene que ser una broma- murmuró para sí misma mientras revisaba cada uno de los pliegues de su vestido sin éxito alguno. Al fin decidió deshacer sus pasos, escudriñando cuidadosamente el piso y esperando que el sobre hubiese resbalado y caído durante la parada realizada a mitad de camino. En parte sentía alivio, si no existía la carta ella no tendría ninguna razón para encontrarse con Déodat ¿verdad?
Elona De Molay- Humano Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 27/01/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Another heartache on my list [privado]
“There are no wrong turnings. Only paths we had not known we were meant to walk.”
― Guy Gavriel Kay, Tigana
― Guy Gavriel Kay, Tigana
Trabajar con las manos era lo que sabía hacer. Sus sueños de poeta eran sólo eso, ilusiones intangibles en un mundo demasiado cruel para un alma tan frágil. Sus hermanos, donde quiera que estuviesen, tenían que comer, y él… a él no le bastaba un pan y un trago de vino, necesitaba medicamento, o al menos un lugar para descansar medianamente bien. Era un pena, toda su vida era una tragedia que a nadie le interesaba escuchar.
Le habían dado una dirección y un nombre. Si quería trabajo, le dijeron, debía acudir. Aquel hombre, Déodat Vinsonneau siempre necesitaba manos en la finca donde era capataz, o esa era la esperanza. Debía dejar de vivir a base de supuestos y de caridad ajena. Tenía que trabajar, ¿y si el trabajo no era para él? No importaba, la necesidad le ganaba al deseo. Y fue hasta allá caminando. No podía pagarse lujos como un caballo, mucho menos un carruaje aunque fuera solamente de alquiler. Después de todo y a pesar de su afección respiratoria, la mayoría del camino desde Hungría hasta ahí lo había hecho a pie. Fueron meses complicados, sin embargo, al fin había llegado y no había marcha atrás.
Un carruaje pasó a su lado levantando polvo. Se detuvo y se cubrió el rostro, pues un ataque de tos era lo que menos necesitaba en ese instante. Observó el armatoste aquel alejarse y él reanudó su peregrinar. Poco a poco dejó la desolación de los caminos; cultivos de diferentes granos y legumbres adornaron ambos lados de la senda. Debía estar cerca. El aroma incluso cambió también; ya no olía a hierba y tierra, sino a frutas y nueces.
A la lejanía pudo apreciar el carruaje que antes lo rebasó. De ahí bajó una mujer, aunque no identificó mucho más debido a la distancia. Con paso lento continuó su camino. No quería toparse a la persona que acababa de descender porque su francés aún era malo y de todos modos jamás había sido bueno haciendo conversación. El carruaje dio vuelta y regresó por el mismo camino; de nuevo se cubrió el rostro con la desgastada chaqueta y al avanzar un par de pasos más, notó un papel en el suelo. Aunque el francés no se le daba todavía muy bien de forma hablada, lo entendía de forma escrita y aquello claramente era una carta que la dama había tirado por error. La tomó y continuó. De haber tenido mejor condición, hubiera corrido para alcanzarla, pero no podía arriesgarse.
A mitad de camino desde el punto donde el carruaje se había detenido y la finca, Izsák se encontró con la mujer de frente. A pesar de los años que ella poseía, el joven la encontró hermosa. Se retiró un mechó del crecido cabello castaño del rostro, colocándolo detrás de la oreja y extendió el sobre.
—Creo que perdió esto —habló con un acartonado pero claro francés. No había fluidez natural en sus palabras, pero sí precisión. Tampoco existía el adorno que sólo se adquiere con una educación propia. Carraspeó—. Eh, yo… yo también busco a este hombre —señaló el nombre del remitente de la carta—. Vinsonneau, ¿lo conoce? Necesito trabajo y me dijeron que él podía dármelo —no supo por qué explicaba todo eso. Dicen que cuando hablas en un idioma que no es el tuyo sueles ser más espontáneo y quizá fue eso.
—Espero no haberme equivocado —se irguió. Era alto y sumamente flaco, esmirriado como un quijote. De no ser por la chaqueta, su mala alimentación hubiera resultado más evidente. Oteó el lugar, las siembras a su lado y la finca al fondo, al final del camino, como una promesa de algo mejor. Después aterrizó los ojos azules en la mujer, y le sonrió afectado.
Izsák Kodály- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 20/03/2016
Localización : París
Re: Another heartache on my list [privado]
La pesadumbre que aquejaba su corazón ante el inminente y no deseado posible encuentro fue disolviéndose con cada uno de los pasos que daba alejándose de la casa. El sobre no era visible y suponía que quedaría como un misterio el lugar en donde lo había perdido. Levantó la mirada y relajó el semblante. Regresaría a casa sin el recuerdo fresco de su rostro, dormiría pronto sin quedarse dando vueltas en la noche acongojándose por lo que pudo ser y no fue. Incluso a ella, que no contó con la posibilidad de una educación completa ni constante, le parecía absurdo que un recuerdo y un anhelo continuaran amargándola tantos años después, pero nadie podía imponer la razón al corazón, sin importar la fortaleza ni la resolución de su propia voluntad.
Sus ojos pasaron del cielo iluminado a una figura que se acercaba por el camino que ella recorriera minutos antes. Era un hombre joven, según podía advertir, y gracias a su delgadez y atuendo concluyó que se trataba de un jornalero pero ¿Por qué no se encontraba con sus compañeros en el campo? Pensó en saludarlo cortésmente y seguir su camino de largo, después de todo no era de su incumbencia el que un trabajador descuidase sus deberes, sin embargo no le fue posible ejercer el gesto de cortés indiferencia pues él le habló mientras le ofrecía la misiva causante de tato desasosiego interno. El alivio desapareció del rostro de Elona mientras estiraba la mano, recibía el pequeño sobre y murmuraba un triste agradecimiento. Mantuvo los ojos bajos mientras él hablaba – Si, lo conozco – contestó de forma seca antes de caer en cuenta que estaba actuando de forma inculta con un extraño que pensaba le estaba haciendo un favor, así que decidió cambiar de actitud.
Fue en ese momento cuando empezó a fijarse en realidad en el joven. Su cabello castaño y largo, su rostro ligeramente pálido, su expresión amistosa y su sonrisa franca. Tenía que levantar la mirada para poder observarle a pesar de no tratarse de una mujer pequeña. En conjunto él poseía una contextura que llamaría la atención fácilmente. Ella se descubrió correspondiendo a su gesto con una sonrisa propia ¿Porqué le sonreía? – No se equivoca, en estas tierras siempre es bienvenida una mano trabajadora. Si desea puedo guiarlo y presentarle a Deodát… en realidad somos parientes, él es el esposo de mi sobrina – no pudo evitar que la amargura se filtrara en sus palabras ni que sus ojos se blanquearan ligeramente, pero se repuso con rapidez.
No esperó por una respuesta, estaba segura de que a él no le importaría contar con compañía que pudiese facilitarle la introducción con su posible nuevo patrón, así que le hizo un gesto delicado con la mano y empezó a caminar de regreso a la casa. La idea de enfrentarse con Deodát la atormentó de nuevo pero esta vez fue ligeramente amortiguada por el hombre junto a sí, como si su sola compañía le alentara a acabar con aquel compromiso de la mejor manera y luego solo olvidarse del asunto ¿Cómo podía un completo extraño brindarle ese nivel de tranquilidad con su mera presencia?
– Soy Elona de Molay – se presentó escuetamente lanzándole una mirada de reojo. No solía fijarse tanto en las personas, por lo general lo único que deseaba era pasar desapercibida y ser amistosa no era una buena manera de lograrlo, pero con ese sujeto su barrera de protección bajó lo suficiente como para permitirle sentirse fisgona – Muchas gracias por encontrar mi carta y por tomarse la molestia de regresarla, es usted muy honesto – comentó intentando halagarlo sin saber si era o no efectiva. Poseía tacto para tratar y adular a los padres de sus alumnos pero ese día se sentía algo torpe en la materia. – Disculpe si sueno impertinente pero me pareció percibir un acento extranjero en sus palabras – era más que eso por supuesto, resultaba obvio que él no era francés pero no necesitaba sacrificar la cortesía por satisfacer su curiosidad. Continuó mirándole de tanto en tanto, pendiente de cualquier cambio en su expresión que pudiese indicar molestia o hastió, una señal que pudiese indicar el momento para dar por terminada la conversación aunque no fuese eso lo que deseara.
Sus ojos pasaron del cielo iluminado a una figura que se acercaba por el camino que ella recorriera minutos antes. Era un hombre joven, según podía advertir, y gracias a su delgadez y atuendo concluyó que se trataba de un jornalero pero ¿Por qué no se encontraba con sus compañeros en el campo? Pensó en saludarlo cortésmente y seguir su camino de largo, después de todo no era de su incumbencia el que un trabajador descuidase sus deberes, sin embargo no le fue posible ejercer el gesto de cortés indiferencia pues él le habló mientras le ofrecía la misiva causante de tato desasosiego interno. El alivio desapareció del rostro de Elona mientras estiraba la mano, recibía el pequeño sobre y murmuraba un triste agradecimiento. Mantuvo los ojos bajos mientras él hablaba – Si, lo conozco – contestó de forma seca antes de caer en cuenta que estaba actuando de forma inculta con un extraño que pensaba le estaba haciendo un favor, así que decidió cambiar de actitud.
Fue en ese momento cuando empezó a fijarse en realidad en el joven. Su cabello castaño y largo, su rostro ligeramente pálido, su expresión amistosa y su sonrisa franca. Tenía que levantar la mirada para poder observarle a pesar de no tratarse de una mujer pequeña. En conjunto él poseía una contextura que llamaría la atención fácilmente. Ella se descubrió correspondiendo a su gesto con una sonrisa propia ¿Porqué le sonreía? – No se equivoca, en estas tierras siempre es bienvenida una mano trabajadora. Si desea puedo guiarlo y presentarle a Deodát… en realidad somos parientes, él es el esposo de mi sobrina – no pudo evitar que la amargura se filtrara en sus palabras ni que sus ojos se blanquearan ligeramente, pero se repuso con rapidez.
No esperó por una respuesta, estaba segura de que a él no le importaría contar con compañía que pudiese facilitarle la introducción con su posible nuevo patrón, así que le hizo un gesto delicado con la mano y empezó a caminar de regreso a la casa. La idea de enfrentarse con Deodát la atormentó de nuevo pero esta vez fue ligeramente amortiguada por el hombre junto a sí, como si su sola compañía le alentara a acabar con aquel compromiso de la mejor manera y luego solo olvidarse del asunto ¿Cómo podía un completo extraño brindarle ese nivel de tranquilidad con su mera presencia?
– Soy Elona de Molay – se presentó escuetamente lanzándole una mirada de reojo. No solía fijarse tanto en las personas, por lo general lo único que deseaba era pasar desapercibida y ser amistosa no era una buena manera de lograrlo, pero con ese sujeto su barrera de protección bajó lo suficiente como para permitirle sentirse fisgona – Muchas gracias por encontrar mi carta y por tomarse la molestia de regresarla, es usted muy honesto – comentó intentando halagarlo sin saber si era o no efectiva. Poseía tacto para tratar y adular a los padres de sus alumnos pero ese día se sentía algo torpe en la materia. – Disculpe si sueno impertinente pero me pareció percibir un acento extranjero en sus palabras – era más que eso por supuesto, resultaba obvio que él no era francés pero no necesitaba sacrificar la cortesía por satisfacer su curiosidad. Continuó mirándole de tanto en tanto, pendiente de cualquier cambio en su expresión que pudiese indicar molestia o hastió, una señal que pudiese indicar el momento para dar por terminada la conversación aunque no fuese eso lo que deseara.
Elona De Molay- Humano Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 27/01/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Another heartache on my list [privado]
“I wonder who hurt you. Behind your beautiful verses I can see only a broken heart.”
Nunca había sido bueno leyendo a las personas y estaba bastante al tanto de esa incapacidad. Era un sujeto que prestaba más atención a situaciones más abstractas, y eso lo hacía algo distraído en el aquí y en el ahora, sin embargo, pudo notar con cierta facilidad que en lugar de sentirse aliviada, la mujer frente a él pareció contrariada y no supo qué hacer. No obstante, se quedó ahí mismo, aguardando. Por fortuna, el semblante de la desconocida cambió, haciendo que a su vez, él acentuara su sonrisa. Asintió, con el corazón menos desbocado, más tranquilo, y cualquiera que lograra eso en él, siempre sería apreciado.
—Claro, muchas gracias —respondió ante la invitación. Eso le facilitaba mucho las cosas. Él que era algo torpe con las interacciones. Se confundió un poco con la explicación del parentesco, pero no le dio importancia. Ella se adelantó y él de inmediato reaccionó, en dos zancadas largas pudo alcanzarla y comenzó a caminar a su lado. El canto de las cigarras bajo el sol los acompañó por un buen tramo, hasta que ella rompió el silencio.
La soslayó y volvió a sonreír, aunque tan discretamente que la barba no dejó que el gesto se apreciara del todo.
—Elona —susurró—. Es un hermoso nombre para una hermosa dama —dijo. Eran esas cosas que aprendía con facilidad debido a que ahí a donde fuera, era en la bohemia donde se refugiaba. Y Dios sabía que los hombres de arte eran galantes por naturaleza. No obstante, en verdad lo creía. Tragó grueso, al darse cuenta que la caminata estaba agotándolo y que si no se controlaba, una de sus crisis podía atacarlo.
—Eh, sí… —demasiado concentrado en su labor, la pregunta vino de improviso—. Vengo de Hungría, de una de las ciudades gemelas, Buda y Pest. De la primera, de hecho —explicó y se llevó una mano al pecho, cinco largos y heridos dedos tomaron su corazón—. Me llamo Izsák, es un placer. Y no tiene que agradecer, parece una carta importante —continuó hablando con un sosiego que parecía irreal. Aunque le costaba trabajo el francés, su tono, su talante, todo en él era calmo, melancólico incluso. Como una leve llovizna de verano o la primera nevada en el invierno.
—Me alegra saber que mi francés no es tan malo y que lo único que me delata es mi acento —bromeó. Sabía que su francés aún se notaba afectado. Ese segundo extra que tardaba entre cada palabra, porque necesitaba pensarla, era suficiente para evidenciarlo. Carraspeó—. ¿Usted cree que el señor Vinsonneau me contrate? Necesito el trabajo —la tristeza inherente se hizo fuerte y dolía.
Lastimaba como lastima el corte que te haces por error con una hoja de fino papel. La miró con una mezcla de angustia y nostalgia. Sin embargo, la mujer a su lado, Elona, una desconocida todavía, le daba una seguridad que hace mucho no sentía. Una palabra de ella bastaría.
Izsák Kodály- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 20/03/2016
Localización : París
Re: Another heartache on my list [privado]
La silueta de la casona se aproximaba a paso lento pero constante a medida que sus pasos avanzaban entre el delimitado camino. Elona caminaba pausadamente, percibiendo la presencia del joven junto a sí y disfrutando del momento. Espera que él se presentase sin más por lo que sus palabras la tomaron desprevenida y lograron hacer que se ruborizaba por la inesperada galantería. Alguna vez se consideró hermosa, sí, pero parecía que habían pasado siglos desde ese entonces hasta la dolida y fría mujer que era ahora. No solía recibir cortejos y cuando por alguna razón un hombre le concedía algunas palabras respecto a su apariencia las recibía como una mera cortesía, una cordialidad forzada debido a la conversación o la compañía que tuviese en ese momento. De ese mismo modo debería haber recibido las palabras del joven pero por alguna razón las reacciones por tanto tiempo enterradas surgieron sutilmente. ¡Por Dios! ¿Cuánto tiempo había pasado en realidad desde la última vez que se había sonrojado como una chiquilla? Aquel pensamiento le hizo sentir ligeramente incómoda. No era conveniente, no era apropiado y definitivamente no era posible. Reprendiéndose mentalmente se obligó a regresar a la realidad y a no alimentar voluntaria o involuntariamente fantasías absurdas que muy seguramente no serían correspondidas... Si tan solo la lógica pudiese sobreponerse con tal firmeza ante el sentir seguramente ella, y medio mundo, se harían ahorrado una cantidad inmensa de gratuito sufrimiento.
Se esforzó en concentrarse en el suelo ante sus pies, en la casa frente a ella y en la voz del extraño y las imágenes que sus palabras recreaban en su mente. Finalmente rió con él – Su francés es muy bueno, no tengo nada que reprocharle – bromeó antes de continuar – No tiene de que preocuparse Izsák, estoy segura de que Déodat apreciará la ayuda que pueda usted brindarle – ¿Y si no lo hacía? Estaba asegurando cosas sobre las que en realidad no tenía mayor influencia ¿Y si ya no necesitaban más mano de obra? La sensación de paz que la había acompañado por esos breves minutos empezó a diluirse ante la idea de que se hubiese equivocado. Sin embargo ya era tarde para deshacer lo dicho así como lo andado. La imprudencia había sido suya y tendría que tratar de solucionar la situación si las cosas no resultaban como esperaba. Se mordisqueó ligeramente el labio inferior mientras pensaba en la mejor forma de abordar a Tiphanie para que esta, a su vez, presionara a Déodat. Era su última opción, por supuesto, y esperaba de todo corazón no tener que llegar a ello.
La tristeza que emanaba de la mirada de su acompañante sirvió para ahondar su inquietud con el desenlace de aquel encuentro casual - ¿Hace cuánto está en París? – El tiempo necesario para aprender un nuevo idioma varía de persona a persona, pero igual, por hábil que fuese, requeriría al menos de algunas semanas ¿Había estado sin cómo ganarse la vida desde entonces? ¿Dónde comía? ¿Dónde dormía? Las respuestas a estas inquietudes se las daba parcialmente su actitud y ella, siendo incapaz de evitarlo, permitió que su empatía aflorara.
Desde donde se encontraban ya veían claramente la entrada de la gran casa. La puerta principal estaba parcialmente abierta y en el umbral se podía apreciar dos figuras masculinas, una de ellas, sin lugar a dudas, perteneciente a Deodát. Su estómago se retorció con el nudo que solía sentir cada vez que lo veía, sin embargo ahora otra sensación la acompañaba. Guiada más por impulso que por la lógica tomó la mano de Izsák y le obligó a detenerse. La piel le hormigueó allí donde hicieron contacto y sus mejillas ardieron nuevamente. Aun así se obligó a mirarle a cara y a continuar con el interrogatorio - ¿Por qué abandonó su país natal? – pretendía saciar su curiosidad y afirmar o negar una conclusión que empezaba a formarse en su mente… además, muy oculto en su pensamiento latía el anhelo de compartir algunos minutos más con aquel extraño antes de tener que enfrentarse a una de sus más agridulces pesadillas.
Se esforzó en concentrarse en el suelo ante sus pies, en la casa frente a ella y en la voz del extraño y las imágenes que sus palabras recreaban en su mente. Finalmente rió con él – Su francés es muy bueno, no tengo nada que reprocharle – bromeó antes de continuar – No tiene de que preocuparse Izsák, estoy segura de que Déodat apreciará la ayuda que pueda usted brindarle – ¿Y si no lo hacía? Estaba asegurando cosas sobre las que en realidad no tenía mayor influencia ¿Y si ya no necesitaban más mano de obra? La sensación de paz que la había acompañado por esos breves minutos empezó a diluirse ante la idea de que se hubiese equivocado. Sin embargo ya era tarde para deshacer lo dicho así como lo andado. La imprudencia había sido suya y tendría que tratar de solucionar la situación si las cosas no resultaban como esperaba. Se mordisqueó ligeramente el labio inferior mientras pensaba en la mejor forma de abordar a Tiphanie para que esta, a su vez, presionara a Déodat. Era su última opción, por supuesto, y esperaba de todo corazón no tener que llegar a ello.
La tristeza que emanaba de la mirada de su acompañante sirvió para ahondar su inquietud con el desenlace de aquel encuentro casual - ¿Hace cuánto está en París? – El tiempo necesario para aprender un nuevo idioma varía de persona a persona, pero igual, por hábil que fuese, requeriría al menos de algunas semanas ¿Había estado sin cómo ganarse la vida desde entonces? ¿Dónde comía? ¿Dónde dormía? Las respuestas a estas inquietudes se las daba parcialmente su actitud y ella, siendo incapaz de evitarlo, permitió que su empatía aflorara.
Desde donde se encontraban ya veían claramente la entrada de la gran casa. La puerta principal estaba parcialmente abierta y en el umbral se podía apreciar dos figuras masculinas, una de ellas, sin lugar a dudas, perteneciente a Deodát. Su estómago se retorció con el nudo que solía sentir cada vez que lo veía, sin embargo ahora otra sensación la acompañaba. Guiada más por impulso que por la lógica tomó la mano de Izsák y le obligó a detenerse. La piel le hormigueó allí donde hicieron contacto y sus mejillas ardieron nuevamente. Aun así se obligó a mirarle a cara y a continuar con el interrogatorio - ¿Por qué abandonó su país natal? – pretendía saciar su curiosidad y afirmar o negar una conclusión que empezaba a formarse en su mente… además, muy oculto en su pensamiento latía el anhelo de compartir algunos minutos más con aquel extraño antes de tener que enfrentarse a una de sus más agridulces pesadillas.
Elona De Molay- Humano Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 27/01/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Another heartache on my list [privado]
“My past is everything I failed to be.”
― Fernando Pessoa, The Book of Disquiet
― Fernando Pessoa, The Book of Disquiet
Esa calma que la mujer le brindaba nunca la olvidaría. No importaba si nunca más se volvían a ver, la sensación jamás se iba a apartar de él. Trataría de rememorarla en sus momentos más difíciles. Giró el rostro y le sonrió, agradecido, queriéndole creer. No supo si ella hablaba con verdad o sólo lo hacía porque era lo correcto, pero Izsák en ese instante vio a la mujer como alguien incapaz de mentir. Santa como Santa Helena de Constantinopla.
Entonces la pregunta que vino luego lo hizo reflexionar. Había perdido la noción del tiempo. Usualmente creía que había llegado hace un par de meses, pero la verdad era que había pasado mucho más tiempo. Había sobrevivido haciendo trabajos menores, ayudando a quitar las escamas de los pescados en el mercado, cargando bultos en construcciones nuevas o recogiendo naranjas en las afueras. Nada demasiado significativo, ni duradero. Sin embargo, fue incapaz de cuantificar cuánto tiempo en verdad había pasado. ¿Cuántas noches habían transcurrido desde que esa velada lluviosa, se enredó con la desconocida en un granero abandonado?
—Un par de meses —respondió con vaguedad, dándose cuenta que tenía que poner en orden su vida. Y es que sin un trabajo estable, como el que, con suerte, estaba a punto de adquirir, le era imposible darse cuenta cuándo terminaba un día y empezaba el otro.
Se dio cuenta entonces que la casa principal estaba cada vez más cerca. Enorme, imponente, le recordó aquellas donde laboró en su natal Hungría. Las memorias de toda su familia sirviendo a los Csontváry vinieron a él tempestuosas e imprudentes. Trató de controlar la nostalgia. Su batalla interna se vio interrumpida por la mano de la señorita Elona que lo tomaba y lo obligó a detenerse. La miró no sabiendo qué significaba todo aquello. Pero dócil, no dijo, ni hizo nada.
—Ah —entonces soltó. Más como un hálito que como una palabra. Tragó grueso. La explicación era larga y dolorosa, además, nunca le había gustado levantar lástima. Desvió la mirada y se dio cuenta que había tardado en responder más de lo que era correcto—. Yo… tengo un par de hermanos menores, busco darles un buen futuro —dijo, aunque ni siquiera supiera dónde estaban Gizella y Jákob en ese instante, necesitaba primero los medios para poder volver a contactarlos; eran chicos fuertes, seguro estarían bien. Meditó un segundo más y cerró los ojos, sin embargo, lejos de querer retirar su mano del contacto con ella, deseó que jamás lo soltara, o iba a caerse.
—Además… hace tiempo conocí a un francés, Alain Zola, vine a buscarlo también —explicó, aunque no el motivo de ello. Bien pudo quedarse en Viena o Múnich, más cerca de su país natal, sin embargo, por algo había decidido llegar hasta París. Por ese hombre que le vio talento y que sin embargo, no pudo volver a ver. No dijo nada respecto a sus poemas, le avergonzaba un poco. No iba con él el alardear de algo, y cada vez que las palabras «soy escritor» salían de su boca, se sentía ridículo.
—No lo conocerá de casualidad, ¿verdad? —Decidió que era suficiente de tanta pena y dijo de un modo más cándido. Cuando conoció a Zola, él ya era viejo, por lo que sabía, podía estar muerto. De todos modos, la motivación de aquel hombre servía, pues aunque jamás lo encontrara, París era un sitio más propenso para los artistas que su natal Buda. El sueño de ser un escritor reconocido no moría con Alain.
Izsák Kodály- Humano Clase Baja
- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 20/03/2016
Localización : París
Temas similares
» Hate and Heartache [Dennis Vallespir]
» Saga´s List
» Neru's List
» All We Have || Privado
» Departure List [Relaciones]
» Saga´s List
» Neru's List
» All We Have || Privado
» Departure List [Relaciones]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour