AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Predicción acertada {privado Soren}
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Predicción acertada {privado Soren}
Llevaba tan poco tiempo en París que no se sentía todavía adaptado al lugar. No lo sentía como un hogar, ni siquiera la pequeña casa en la que residía, pues era del pensar que el hogar lo hacía estar rodeado de gente que importa en la vida de uno. Se esforzaba tanto en ocultar su naturaleza como hechicero que era incapaz de abrirse a los demás, por lo que no resultaba extraño que nadie se relacionara con él más allá del trabajo. Los rumores decían que era un solitario y tal vez no iban desencaminados, llevaba tanto tiempo solo que empezaba a sentirse como uno.
Los fines de semana se convertían en un vacío temporal. Normalmente los pasaba encerrado en casa, leyendo o corrigiendo los trabajos de sus alumnos con una copa de vino que encendiera un poco la chispa de la desidia. Sin embargo aquel día decidió colgar el abrigo del aburrimiento y salir a explorar la ciudad. No le fue tan mal unos días antes, cuando se encontró por la calle con aquel gitano lector de manos. Su previsión de un fortuito accidente en su vida no le preocupaba ni le daba miedo, algo así no le impediría salir en busca de un poco de aventura.
Desconocedor de las zonas de París, se aventuró a la parte marginada donde opinaba que se respiraba filosofía en cada bocanada de aire que tomara. Sus ropas no eran caras, aunque sí elegantes; el abrigo que llevaba fue heredado de su padre, un recuerdo que siempre llevaba consigo en invierno, junto al reloj de bolsillo de su abuelo. Aún así, su aspecto desentonaba con el resto de transeúntes, de eso podía dar constancia, pero no se amedrentó. Buscaba algún sitio en el que tomarse su copa de vino, había oído hablar de cervecerías donde se leía poesía, algo que sin duda quería presenciar.
Observaba entretenido a un par de músicos callejeros de La Corte de los Milagros. Rebuscó en los bolsillos alguna moneda que poder darles, entregándosela en el sombrero junto a una sonrisa antes de seguir su camino. Inmerso estaba respirando el aire bohemio del lugar, cuando un empujón desestabilizó toda calma. A punto estuvo de caerse de bruces, pero alguien le agarró para meterlo en una esquina oscura con olor a meado y golpearle el estómago con fuerza. El dolor subió arrancándole un par de lágrimas que saltaron mientras veía las estrellas, doblándose sobre sí mismo mientras seguían zarandeándole a grito de "¡va a darnos todo lo que lleve encima si no quiere sentir el filo de la navaja!"
Más que temer por su propia vida, temió por sus padres, sus familiares. No poder despedirse de aquellos a quienes amaba. Aún compungido por el dolor, empezó a sacar el dinero de sus bolsillos, tratando en vano de ocultar el reloj que enseguida le arrebató uno de los ladrones. - ¡No! Eso no, por favor, devolvédmelo! Todo el valor que tiene es sentimental, por favor... - Otro golpe, esta vez un puñetazo en el rostro, le hizo callar por un instante antes de volver a rogar. - Llévense lo que quieran, pero el reloj no...
Eckhardt no era débil. Sabía defenderse, tanto física como esotéricamente. Unas palabras, un toque de hechicería, y podría quitárselos de encima en un momento. Sin embargo, no quería. Se negaba a recurrir a aquello, a llamar la atención, a que alguien pudiera descubrir qué era. Pero si se llevaban el reloj sería mucho peor...
Los fines de semana se convertían en un vacío temporal. Normalmente los pasaba encerrado en casa, leyendo o corrigiendo los trabajos de sus alumnos con una copa de vino que encendiera un poco la chispa de la desidia. Sin embargo aquel día decidió colgar el abrigo del aburrimiento y salir a explorar la ciudad. No le fue tan mal unos días antes, cuando se encontró por la calle con aquel gitano lector de manos. Su previsión de un fortuito accidente en su vida no le preocupaba ni le daba miedo, algo así no le impediría salir en busca de un poco de aventura.
Desconocedor de las zonas de París, se aventuró a la parte marginada donde opinaba que se respiraba filosofía en cada bocanada de aire que tomara. Sus ropas no eran caras, aunque sí elegantes; el abrigo que llevaba fue heredado de su padre, un recuerdo que siempre llevaba consigo en invierno, junto al reloj de bolsillo de su abuelo. Aún así, su aspecto desentonaba con el resto de transeúntes, de eso podía dar constancia, pero no se amedrentó. Buscaba algún sitio en el que tomarse su copa de vino, había oído hablar de cervecerías donde se leía poesía, algo que sin duda quería presenciar.
Observaba entretenido a un par de músicos callejeros de La Corte de los Milagros. Rebuscó en los bolsillos alguna moneda que poder darles, entregándosela en el sombrero junto a una sonrisa antes de seguir su camino. Inmerso estaba respirando el aire bohemio del lugar, cuando un empujón desestabilizó toda calma. A punto estuvo de caerse de bruces, pero alguien le agarró para meterlo en una esquina oscura con olor a meado y golpearle el estómago con fuerza. El dolor subió arrancándole un par de lágrimas que saltaron mientras veía las estrellas, doblándose sobre sí mismo mientras seguían zarandeándole a grito de "¡va a darnos todo lo que lleve encima si no quiere sentir el filo de la navaja!"
Más que temer por su propia vida, temió por sus padres, sus familiares. No poder despedirse de aquellos a quienes amaba. Aún compungido por el dolor, empezó a sacar el dinero de sus bolsillos, tratando en vano de ocultar el reloj que enseguida le arrebató uno de los ladrones. - ¡No! Eso no, por favor, devolvédmelo! Todo el valor que tiene es sentimental, por favor... - Otro golpe, esta vez un puñetazo en el rostro, le hizo callar por un instante antes de volver a rogar. - Llévense lo que quieran, pero el reloj no...
Eckhardt no era débil. Sabía defenderse, tanto física como esotéricamente. Unas palabras, un toque de hechicería, y podría quitárselos de encima en un momento. Sin embargo, no quería. Se negaba a recurrir a aquello, a llamar la atención, a que alguien pudiera descubrir qué era. Pero si se llevaban el reloj sería mucho peor...
Eckhardt Lars- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Predicción acertada {privado Soren}
La noche apenas había caído y el depredador había salido a cazar. Habían pasado casi 4 semanas desde la última vez que había bebido sangre humana y una vez más estaba llegando a su límite y la sed cada vez se volvía más insoportable. Cuando pasaba tanto tiempo sin beber le era cada vez más difícil pensar en otra cosa que no fuera undir sus colmillos en la blanda y tierna piel de un ser humano. Pero se aguantaba, intentaba aguantar lo máximo que su cuerpo le permitiera porque cada vez que sucumbía al deseo sentía como si hubiese perdido la batalla contra el monstruo que habitaba en su interior desde el momento en el que había sido maldecido con la inmortalidad.
No le gustaba perder el control. Odiaba sentirse débil y a merced de sus impulsos más primarios.
Esa noche había salido desde su cabaña abandonada en el bosque con una única idea en mente; Beber sangre humana.
Había corrido por los tejados de las casas, resbaladizos gracias a la nieve que había caído días atrás, con gráciles saltos dignos de una criatura de la noche. Luego de deambular por los techos por una hora decidió visitar su lugar favorito para una cena fácil. La Corte de los milagros era el lugar idóneo para un ser como él, habían callejones oscuros fácilmente ocultos a los transeúntes donde uno podía morder a un desprevenido vagabundo, había poca iluminación y para completar, la policía no se molestaría en investigar el caso de un don-nadie más muerto en las calles. Era perfecto para un crímen y era fácil camuflarse y desaparecer sin ser visto.
No tardó en encontrar a una persona que le llamó la atención, un hombre bien vestido caminaba por las calles, al parecer sin notar que su vestimenta atraía miradas indeseadas. Algo en el hombre le causó curiosidad, pues no era el típico habitante de las mugrosas calles, no lucía como alguien de la clase baja y había un extraño brillo en su aura que nadie más sino él parecía poder apreciar. Le siguió en silencio por el tejado, procurando no hacer ningún ruido con sus pisadas, con los ojos fijos en él como un gato que observa a un desprevenido ratón en la penumbra. Entonces notó que no era el único que le perseguía. Dos hombres aparecieron en la escena, arrastrándole hasta un callejón oscuro, allí le golpearon en el estómago y le amenazaron con usar la navaja.
El vampiro observó la escena principalmente con curiosidad, no pensaba intervenir pues seguía sediento y quería ahorrar fuerzas para su propia cacería. Entonces el hombre más alto había golpeado el rostro, reventándole parte de la boca al pobre hombre que imploraba para que no se le llevaran un reloj. El olor de la sangre golpeó su nariz como un golpe físico, era el olor más dulce y atrayente que había percibido jamás.
Sin pensarlo dos veces Soren saltó del tejado y cayó sobre el hombre que le había arrancado el reloj y este salió volando hasta caer a un par de metros en el suelo. El hombre más bajo que llevaba un sombrero se giró sobresaltado por la inesperada aparición del Vampiro y se lanzó hacía él con la navaja en mano.
- ¡Malnacido! - Le gritó mientras intentaba cortarle con rápidos movimientos de su mano, Soren esquivó la navaja con facilidad, mientras tanto el hombre que había tumbado en la caída se levantaba quejándose y se metía la mano dentro del abrigo – ¡Quieto! O te vuelo los sesos! - Chilló sacando una pistola, apuntando a la cabeza del Vampiro.
No le gustaba perder el control. Odiaba sentirse débil y a merced de sus impulsos más primarios.
Esa noche había salido desde su cabaña abandonada en el bosque con una única idea en mente; Beber sangre humana.
Había corrido por los tejados de las casas, resbaladizos gracias a la nieve que había caído días atrás, con gráciles saltos dignos de una criatura de la noche. Luego de deambular por los techos por una hora decidió visitar su lugar favorito para una cena fácil. La Corte de los milagros era el lugar idóneo para un ser como él, habían callejones oscuros fácilmente ocultos a los transeúntes donde uno podía morder a un desprevenido vagabundo, había poca iluminación y para completar, la policía no se molestaría en investigar el caso de un don-nadie más muerto en las calles. Era perfecto para un crímen y era fácil camuflarse y desaparecer sin ser visto.
No tardó en encontrar a una persona que le llamó la atención, un hombre bien vestido caminaba por las calles, al parecer sin notar que su vestimenta atraía miradas indeseadas. Algo en el hombre le causó curiosidad, pues no era el típico habitante de las mugrosas calles, no lucía como alguien de la clase baja y había un extraño brillo en su aura que nadie más sino él parecía poder apreciar. Le siguió en silencio por el tejado, procurando no hacer ningún ruido con sus pisadas, con los ojos fijos en él como un gato que observa a un desprevenido ratón en la penumbra. Entonces notó que no era el único que le perseguía. Dos hombres aparecieron en la escena, arrastrándole hasta un callejón oscuro, allí le golpearon en el estómago y le amenazaron con usar la navaja.
El vampiro observó la escena principalmente con curiosidad, no pensaba intervenir pues seguía sediento y quería ahorrar fuerzas para su propia cacería. Entonces el hombre más alto había golpeado el rostro, reventándole parte de la boca al pobre hombre que imploraba para que no se le llevaran un reloj. El olor de la sangre golpeó su nariz como un golpe físico, era el olor más dulce y atrayente que había percibido jamás.
Sin pensarlo dos veces Soren saltó del tejado y cayó sobre el hombre que le había arrancado el reloj y este salió volando hasta caer a un par de metros en el suelo. El hombre más bajo que llevaba un sombrero se giró sobresaltado por la inesperada aparición del Vampiro y se lanzó hacía él con la navaja en mano.
- ¡Malnacido! - Le gritó mientras intentaba cortarle con rápidos movimientos de su mano, Soren esquivó la navaja con facilidad, mientras tanto el hombre que había tumbado en la caída se levantaba quejándose y se metía la mano dentro del abrigo – ¡Quieto! O te vuelo los sesos! - Chilló sacando una pistola, apuntando a la cabeza del Vampiro.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Predicción acertada {privado Soren}
Eckhardt no podía creer lo que estaba ocurriendo. Su reloj, su preciado reloj familiar, todo cuanto importaba de lo material que existía en su vida iba a serle arrebatado. Pero más increíble fue la llegada de un supuesto salvador. El caos que su caída ocasionó le permitió a Eckhardt ponerse en pie, no sin dificultad pues el dolor en su estómago lo mantenía medio encorvado; se abalanzó sobre el ladrón que cargaba la navaja, cogiéndole abruptamente del hombro para darle la vuelta y atinarle un puñetazo directo en la cara que, por la sangre que empezó a salir, probablemente le hubiera roto la nariz. Le pateó la mano, alejando lo más que pudo la navaja, y se agachó a tiempo de esquivar el golpe que quiso devolverle el otro.
Odiaba pelear, pero no tenía otra salida. Aunque tuviera la oportunidad perfecta para salir corriendo y salvar el pellejo, le debía a aquel anónimo salvador el quedarse a terminar. Sin querer hacer gala de su naturaleza como hechicero, pues la refriega había llamado la atención de algunos mirones, apretó puños y siguió peleando hombre a hombre. No era su especialidad, quedó claro cuando recibió más de un golpe inesperado, pero el otro estaba recibiendo también lo suyo. Logró finalmente dejarlo noqueado cuando pudo agarrarlo del cuello y estamparlo contra la pared haciendo que perdiera el conocimiento.
Buscó desesperadamente el reloj por el callejón hasta dar con él, corriendo para alcanzarlo antes de que alguien más deseara apropiárselo. Se lo metió en el bolsillo mientras se giraba para observar el otro foco de la pelea y determinar si su salvador necesitaba ayuda... pero era obvio que no. La adrenalina del momento le impidió detenerse a pensar en el increíble salto con el que hizo su entrada. Miró al cielo, lo más cercano era la azotea del edificio lateral, pero para una persona normal era imposible caer de aquella considerable altura sin romperse ni un hueso.
Cuando la pelea terminó, se acercó no sin cierta inquietud hacia el otro, tendiendo la mano con una sonrisa. - No tengo palabras para agradecerle lo suficiente lo que ha hecho por mí... Mi nombre es Eckhardt Lars y... - frunció el ceño, mirándole mejor ahora que lo tenía de frente. - Le conozco... Usted es también profesor, ¿no es así? - Su rostro se le hacía conocido, pero su único círculo era el colegio, era el único lugar donde podía ubicarlo.
Odiaba pelear, pero no tenía otra salida. Aunque tuviera la oportunidad perfecta para salir corriendo y salvar el pellejo, le debía a aquel anónimo salvador el quedarse a terminar. Sin querer hacer gala de su naturaleza como hechicero, pues la refriega había llamado la atención de algunos mirones, apretó puños y siguió peleando hombre a hombre. No era su especialidad, quedó claro cuando recibió más de un golpe inesperado, pero el otro estaba recibiendo también lo suyo. Logró finalmente dejarlo noqueado cuando pudo agarrarlo del cuello y estamparlo contra la pared haciendo que perdiera el conocimiento.
Buscó desesperadamente el reloj por el callejón hasta dar con él, corriendo para alcanzarlo antes de que alguien más deseara apropiárselo. Se lo metió en el bolsillo mientras se giraba para observar el otro foco de la pelea y determinar si su salvador necesitaba ayuda... pero era obvio que no. La adrenalina del momento le impidió detenerse a pensar en el increíble salto con el que hizo su entrada. Miró al cielo, lo más cercano era la azotea del edificio lateral, pero para una persona normal era imposible caer de aquella considerable altura sin romperse ni un hueso.
Cuando la pelea terminó, se acercó no sin cierta inquietud hacia el otro, tendiendo la mano con una sonrisa. - No tengo palabras para agradecerle lo suficiente lo que ha hecho por mí... Mi nombre es Eckhardt Lars y... - frunció el ceño, mirándole mejor ahora que lo tenía de frente. - Le conozco... Usted es también profesor, ¿no es así? - Su rostro se le hacía conocido, pero su único círculo era el colegio, era el único lugar donde podía ubicarlo.
Eckhardt Lars- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Predicción acertada {privado Soren}
El hombre le había apuntado con el arma, Soren sabía que una bala no podría matarlo, pero si podría incapacitarlo si perdía demasiada sangre, si no se alimentaba lo suficiente su piel no se curaría rápidamente como normalmente pasaba sino que corría el riesgo de quedar demasiado débil para defenderse. Por lo tanto debía actuar rápido, sin dudarlo un segundo le lanzó un golpe en el pecho y tomó desprevenido al hombre que seguramente no esperaba que hiciera un movimiento estando amenazado con el arma. El ladrón soltó el arma gracias al impacto y cayó de espaldas con un gemido.
- Malnacido - Murmuró el hombre en el suelo que al notar que su compañero había sido inmovilizado por el otro, gateó torpemente con expresión asustada y se levantó como pudo para salir corriendo por donde había llegado. Una señora se asomó desde la ventana de una de las casas de la calle sosteniendo un candelabro con una vela y cuando vio que la acción terminaba volvió a cerrar la cortina.
El vampiro se quedó de pie sintiendo la frustración manifestándose como un hormigueo por todo su cuerpo. Él olor de la sangre del humano que se encontraba inconsciente tumbado en el suelo era lo suficientemente tentador sin embargo era el olor de la sangre del hombre que ahora se encontraba presentandose el que amenazaba con hacerle perder la cordura. ¿Porqué olía tan delicioso? ¿Porque olía diferente al del otro humano?.
Se giró con las manos cerradas en puños temblando, el hombre se llamaba Eckhardt Lars y en otro momento se habría fijado en lo atractivo que resultaba su escueto y masculino rostro, sin embargo en ese momento sólo podía pensar en una cosa; ¡Morder!
Morder el cuello de ese hombre cuya sangre olía como el más delicioso de los manjares.
- Si - Murmuró intentando controlarse tanto como le era posible - Soy profesor de historia del arte... bueno, era... ya no trabajo en la Universidad... pero fui profesor allí hace 3 años - Le respondió, no reconocía a Eckhardt o quizás si le había visto en la Biblioteca (sitio que solía frecuentar constantemente) pero era malísimo recordando nombres y rostros, por lo general mantenía distraído y no prestaba atención a sus alrededores - Pero... creo que no nos hemos conocido directamente... la verdad no recuerdo, lo siento - Aceptó desviando la mirada al suelo, sus manos no paraban de temblar - Visito mucho la biblioteca, los trabajadores allí saben a que me dedico...Perdón - Se volvió a interrumpir, le costaba seguir le hilo de sus propios pensamientos - Me llamo Soren Kaarkarogf -
- Malnacido - Murmuró el hombre en el suelo que al notar que su compañero había sido inmovilizado por el otro, gateó torpemente con expresión asustada y se levantó como pudo para salir corriendo por donde había llegado. Una señora se asomó desde la ventana de una de las casas de la calle sosteniendo un candelabro con una vela y cuando vio que la acción terminaba volvió a cerrar la cortina.
El vampiro se quedó de pie sintiendo la frustración manifestándose como un hormigueo por todo su cuerpo. Él olor de la sangre del humano que se encontraba inconsciente tumbado en el suelo era lo suficientemente tentador sin embargo era el olor de la sangre del hombre que ahora se encontraba presentandose el que amenazaba con hacerle perder la cordura. ¿Porqué olía tan delicioso? ¿Porque olía diferente al del otro humano?.
Se giró con las manos cerradas en puños temblando, el hombre se llamaba Eckhardt Lars y en otro momento se habría fijado en lo atractivo que resultaba su escueto y masculino rostro, sin embargo en ese momento sólo podía pensar en una cosa; ¡Morder!
Morder el cuello de ese hombre cuya sangre olía como el más delicioso de los manjares.
- Si - Murmuró intentando controlarse tanto como le era posible - Soy profesor de historia del arte... bueno, era... ya no trabajo en la Universidad... pero fui profesor allí hace 3 años - Le respondió, no reconocía a Eckhardt o quizás si le había visto en la Biblioteca (sitio que solía frecuentar constantemente) pero era malísimo recordando nombres y rostros, por lo general mantenía distraído y no prestaba atención a sus alrededores - Pero... creo que no nos hemos conocido directamente... la verdad no recuerdo, lo siento - Aceptó desviando la mirada al suelo, sus manos no paraban de temblar - Visito mucho la biblioteca, los trabajadores allí saben a que me dedico...Perdón - Se volvió a interrumpir, le costaba seguir le hilo de sus propios pensamientos - Me llamo Soren Kaarkarogf -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Predicción acertada {privado Soren}
En el momento que el aura del otro cambió supo que algo no iba bien y reculó un paso con el ceño levemente fruncido, bajando la mano que ofrecía a modo saludo cordial. Toques rojizos dominando sobre un fondo azulado que cada vez perdía más terreno bajo el negro que lo bordeaba. Peligro, ansiedad y algo más que no lograba identificar estaban dominando al que había sido su protector aquella noche en el callejón. ¿Debía dar vuelta e irse rápidamente? Los ojos de aquel hombre decían sí, la sensación de estar en peligro iba en aumento conforme los colores de su aura seguían peleando; sin embargo, sabía que sus intenciones eran buenas, algo fuera de su alcance estaba dominando al otro.
-Eh, eh, está bien... - susurró sin alzar la voz, no quería alterarle y romper aquel autocontrol o lo que fuera que tenía a su interlocutor en aquella situación. Bajó la cabeza levemente inclinada sin perderle de vista, acercándose un poco a él. - ¿Se encuentra bien? ¿Se ha hecho daño? - Miró de nuevo arriba, el hueco entre edificios de donde había saltado. - Eso ha sido un salto impresionante... ¿seguro que está bien? - Estiró el brazo para cogerle la mano, pero en el momento que sintió en sus dedos el tacto gélido de aquel hombre la retiró con el ceño fruncido, totalmente sorprendido y bastante receloso. - Por favor, venga conmigo, está congelado... Le llevaré a tomar algo, es lo menos que puedo hacer después de que me haya ayudado.
Miró a lado y lado, lo primero era salir de aquel lugar cuanto antes por si el que escapó llegaba con refuerzos para acabar lo que ellos dos no pudieron. Asegurándose que tenía el reloj a buen recaudo en su bolsillo, se limpió un poco allí donde notaba la humedad de la sangre en su rostro y le tocó superficialmente el hombro para guiarle, recorriendo el camino fuera de allí. La noche había caído del todo, tan solo las farolas de aceite vertían algo de luz a las calles, por lo que hasta que no salieron de la estrechez de aquellos callejones no se sintió más seguro.
-Eh, eh, está bien... - susurró sin alzar la voz, no quería alterarle y romper aquel autocontrol o lo que fuera que tenía a su interlocutor en aquella situación. Bajó la cabeza levemente inclinada sin perderle de vista, acercándose un poco a él. - ¿Se encuentra bien? ¿Se ha hecho daño? - Miró de nuevo arriba, el hueco entre edificios de donde había saltado. - Eso ha sido un salto impresionante... ¿seguro que está bien? - Estiró el brazo para cogerle la mano, pero en el momento que sintió en sus dedos el tacto gélido de aquel hombre la retiró con el ceño fruncido, totalmente sorprendido y bastante receloso. - Por favor, venga conmigo, está congelado... Le llevaré a tomar algo, es lo menos que puedo hacer después de que me haya ayudado.
Miró a lado y lado, lo primero era salir de aquel lugar cuanto antes por si el que escapó llegaba con refuerzos para acabar lo que ellos dos no pudieron. Asegurándose que tenía el reloj a buen recaudo en su bolsillo, se limpió un poco allí donde notaba la humedad de la sangre en su rostro y le tocó superficialmente el hombro para guiarle, recorriendo el camino fuera de allí. La noche había caído del todo, tan solo las farolas de aceite vertían algo de luz a las calles, por lo que hasta que no salieron de la estrechez de aquellos callejones no se sintió más seguro.
Eckhardt Lars- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Predicción acertada {privado Soren}
Lars se acercó y el olor de su sangre fue casi insoportable a esa distancia, todo su cuerpo se sentía tenso y listo para lanzarse en cualquier momento a morder su cuello. Le preguntaba que si estaba bien y era obvio que estuviera sorprendido y preocupado, no cualquier persona hubiera sobrevivido a una caída de tres pisos, pero Soren no había pensado al actuar, su instinto lo había llevado a saltar, en monstruo en su interior a penas si se podía contener en su prisión ante el olor de ese manjar.
-Estoy... bien... sólo he tenido suerte – Murmuró como respuesta aunque sabía lo absurdo que sonaba, Eckhardt tocó sus manos y la tibieza de sus dedos le hizo tiritar, quería absorber ese calor, deseaba sentir el sol aunque fuera a través de su piel ¿Pero que mierda estaba pensando? ¡Si apenas acababa de conocer a ese hombre! Qué por cierto, era un colega, había mencionado que era profesor. ¡No podía morder a un profesor! ¿Cómo iba a poner en peligro a una persona que se dedicaba a la noble profesión de la educación? Él más que nada sabía lo valioso que era. No, tenía que controlar ese impulso y encontrar otra fuente de alimento lo más pronto posible.
Pero la sangre de él huele mejor que la de cualquier otro humano Soren, ¿Si huele así de bien, cómo crees que será su sabor?
El monstruo había hablado en la profundidad de su mente y por unos segundos el vampiro perdió el control. Tomó a Eckhardt por los hombros y abrió la boca enseñando sus colmillos perlados y afilados como agujas, su expresión una mezcla de necesidad y dolor, sus ojos nublados por el conflicto interior, en un rápido movimiento se dirigió al cuello de su víctima y sus colmillos apenas si rozaron la piel cálida del humano antes de que Soren retomara el control sobre ese impulso y se alejara dando un salto hacía atrás quedando contra la pared.
- Lo siento, ¡lo siento! - Exclamó llevándose ambas manos a la boca en un acto reflejo de ocultar lo que era obvio.
-Estoy... bien... sólo he tenido suerte – Murmuró como respuesta aunque sabía lo absurdo que sonaba, Eckhardt tocó sus manos y la tibieza de sus dedos le hizo tiritar, quería absorber ese calor, deseaba sentir el sol aunque fuera a través de su piel ¿Pero que mierda estaba pensando? ¡Si apenas acababa de conocer a ese hombre! Qué por cierto, era un colega, había mencionado que era profesor. ¡No podía morder a un profesor! ¿Cómo iba a poner en peligro a una persona que se dedicaba a la noble profesión de la educación? Él más que nada sabía lo valioso que era. No, tenía que controlar ese impulso y encontrar otra fuente de alimento lo más pronto posible.
Pero la sangre de él huele mejor que la de cualquier otro humano Soren, ¿Si huele así de bien, cómo crees que será su sabor?
El monstruo había hablado en la profundidad de su mente y por unos segundos el vampiro perdió el control. Tomó a Eckhardt por los hombros y abrió la boca enseñando sus colmillos perlados y afilados como agujas, su expresión una mezcla de necesidad y dolor, sus ojos nublados por el conflicto interior, en un rápido movimiento se dirigió al cuello de su víctima y sus colmillos apenas si rozaron la piel cálida del humano antes de que Soren retomara el control sobre ese impulso y se alejara dando un salto hacía atrás quedando contra la pared.
- Lo siento, ¡lo siento! - Exclamó llevándose ambas manos a la boca en un acto reflejo de ocultar lo que era obvio.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Predicción acertada {privado Soren}
Antes de saber siquiera qué estaba ocurriendo, Soren ya se había apartado y él seguía tan confuso como abrumado por la fugaz pero intensa experiencia. Con los ojos abiertos por la sorpresa y todos los músculos de su cuerpo tensos, miraba al otro tratando de entender la naturaleza de este. Los colmillos, el salto directo a su cuello y el color de su aura, recordó entonces las leyendas que contaban sus abuelos sobre criaturas sobrehumanas caminando entre ellos con perfecto mimetismo. ¿Existían de veras los no-muertos? Siempre pensó que eran historias que les contaban de pequeños para no hacer ninguna estupidez como salir solos de noche, pero tras aquella noche el ateo se convirtió en creyente.
Suspirando se acercó unos pasos al vampiro con una pequeña sonrisa y expresión afable a la vez que compasiva. - No te preocupes... ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Me has ayudado y eso es algo que no olvidaré. - No sabía qué más decir o hacer, se encontraba ante una situación completamente nueva para él. ¿Debería huir como siempre le aconsejaron sus abuelos como final de sus historias? Lo más sensato sería que sí, que saliera corriendo antes de que volviera a perder el control como minutos antes, mas no fue capaz. Aquel hombre le había salvado, había corrido a socorrerle sin siquiera conocerse y encima se disculpaba, no podía simplemente marcharse.
-Es sangre lo que necesitas... ¿verdad? - Se mordió los labios, mirando a lado y lado de la calle con inseguridad. "¿Qué hago? ¿Qué hago? Piensa Eckhardt, pensar se te suele dar bien". Clavó la mirada en él. Solo había una cosa que pudiera hacer. - Puedo ofrecerte algo de mi sangre si eso calmará tu sed por un rato... Pero desconozco cómo hacerlo sin poner mi vida en peligro. - Nuevamente quedó callado, pero no tardó en dar con una idea. - Espera aquí, por favor, no tardaré. No te vayas.
Salió apresurado del callejón tras recoger el utensilio afilado que cayó al suelo de uno de los asaltantes, buscando crear distancia entre él y el vampiro para llevar a cabo lo que tenía en mente. Entró en la primera taberna que encontró y se pidió una copa "de lo que sea". En el momento que el camarero no miraba, y aprovechando que el lugar estaba vacío, dejó unas monedas en la barra y salió a la calle escondiendo el vaso en su abrigo con cuidado de no derramar el líquido. Una vez fuera lo echó al suelo, no le gustaba demasiado el alcohol y de todos modos en ese momento era mejor no probarlo. Ocultándose tras la sombra de un edificio, se cortó la palma de la mano derramando sangre dentro del vaso hasta llenarlo. Lo dejó en el suelo mientras sacaba del bolsillo un pequeño frasco que siempre llevaba consigo, una mezcla de hierbas -receta familiar- que tras aplicar sobre la herida ayudaba a cicatrizar con mayor rapidez.
No habían pasado más de quince minutos cuando regresó, cargando el vaso medio oculto nuevamente en el abrigo y esperando que el vampiro no se hubiera ido. - Por favor, acepta esto...
Suspirando se acercó unos pasos al vampiro con una pequeña sonrisa y expresión afable a la vez que compasiva. - No te preocupes... ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Me has ayudado y eso es algo que no olvidaré. - No sabía qué más decir o hacer, se encontraba ante una situación completamente nueva para él. ¿Debería huir como siempre le aconsejaron sus abuelos como final de sus historias? Lo más sensato sería que sí, que saliera corriendo antes de que volviera a perder el control como minutos antes, mas no fue capaz. Aquel hombre le había salvado, había corrido a socorrerle sin siquiera conocerse y encima se disculpaba, no podía simplemente marcharse.
-Es sangre lo que necesitas... ¿verdad? - Se mordió los labios, mirando a lado y lado de la calle con inseguridad. "¿Qué hago? ¿Qué hago? Piensa Eckhardt, pensar se te suele dar bien". Clavó la mirada en él. Solo había una cosa que pudiera hacer. - Puedo ofrecerte algo de mi sangre si eso calmará tu sed por un rato... Pero desconozco cómo hacerlo sin poner mi vida en peligro. - Nuevamente quedó callado, pero no tardó en dar con una idea. - Espera aquí, por favor, no tardaré. No te vayas.
Salió apresurado del callejón tras recoger el utensilio afilado que cayó al suelo de uno de los asaltantes, buscando crear distancia entre él y el vampiro para llevar a cabo lo que tenía en mente. Entró en la primera taberna que encontró y se pidió una copa "de lo que sea". En el momento que el camarero no miraba, y aprovechando que el lugar estaba vacío, dejó unas monedas en la barra y salió a la calle escondiendo el vaso en su abrigo con cuidado de no derramar el líquido. Una vez fuera lo echó al suelo, no le gustaba demasiado el alcohol y de todos modos en ese momento era mejor no probarlo. Ocultándose tras la sombra de un edificio, se cortó la palma de la mano derramando sangre dentro del vaso hasta llenarlo. Lo dejó en el suelo mientras sacaba del bolsillo un pequeño frasco que siempre llevaba consigo, una mezcla de hierbas -receta familiar- que tras aplicar sobre la herida ayudaba a cicatrizar con mayor rapidez.
No habían pasado más de quince minutos cuando regresó, cargando el vaso medio oculto nuevamente en el abrigo y esperando que el vampiro no se hubiera ido. - Por favor, acepta esto...
Eckhardt Lars- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Predicción acertada {privado Soren}
Aquella era sin duda la situación más extraña en la que se había involucrado recientemente, había intentado morder a un humano y por algún motivo o circunstancia ajena a su entendimiento el profesor Lars no se había salido corriendo despavorido sino por el contrario se había preocupado por él y le había ofrecido su sangre. Nunca había estado en una situación así, en la que un desconocido le ofreciera su sangre de forma gratuita ¿Conocía de antemano la existencia de los vampiros y por eso no se encontraba asustado? ¿Acaso se trataba de un esclavo de sangre?.
Eckhardt había salido corriendo y le había pedido que esperara. Soren se había quedado perplejo aún recostado en la pared, aún sediento, pero su desesperación estaba siendo menguada por la curiosidad que sentía, en su mente todas las posibilidades se estaban formando, era como si ese hombre le hubiese ofrecido su sangre a otro vampiro antes, como si estuviera acostumbrado a eso. La espera se le hizo eterna y estuvo tentado a saltar al techo y alejarse de allí en busca de otra víctima que no le causara tantos problemas, pero esperó pacientemente y cuando el hombre regresó con ofreciéndole un vaso con el liquido rojo, no pudo evitar soltar una risita nerviosa.
Definitivamente la situación más extraña en la que se había metido.
Tomó el vaso y olfateó la sangre antes de beberla, no iba a ser tan tonto como para beber un líquido sólo porque era rojo, especialmente en las manos de un desconocido que actuaba tan raro y de inmediato supo que se trataba de la sangre del propio Eckhardt. El inconmensurable deseo volvió y alzando el vaso en el aire dijo - ¡Salud! - Antes de beber hábilmente.
El exquisito sabor lo cogió desprevenido. La sangre de Eckhardt sabía como ninguna otra que hubiese probado en otro humano (Y había probado miles), no sólo tenía un sabor diferente sino que sentía como una especie de energía danzando en su lengua y paladar para luego deslizarse deliciosamente por su garganta. Era extraño, pero increíblemente excitante al mismo tiempo. Se tomó unos momentos para recomponerse por la experiencia y se encontró deseando haber mordido a Eckhardt momentos atrás, pues beber de un vaso no era nada comparado con el éxtasis que se sentía al morder la carne humana.
- Gracias – Murmuró relamiéndose los labios como un gato, aún con los ojos cerrados perdido en la sensación. - ¿Qué eres? - Agregó luego de unos instantes y volvió a abrir los ojos cuyas pupilas estaban dilatadas de par en par - ¿Porqué tu sabor es tan delicioso? - Inquirió con cierta urgencia en su voz.
Eckhardt había salido corriendo y le había pedido que esperara. Soren se había quedado perplejo aún recostado en la pared, aún sediento, pero su desesperación estaba siendo menguada por la curiosidad que sentía, en su mente todas las posibilidades se estaban formando, era como si ese hombre le hubiese ofrecido su sangre a otro vampiro antes, como si estuviera acostumbrado a eso. La espera se le hizo eterna y estuvo tentado a saltar al techo y alejarse de allí en busca de otra víctima que no le causara tantos problemas, pero esperó pacientemente y cuando el hombre regresó con ofreciéndole un vaso con el liquido rojo, no pudo evitar soltar una risita nerviosa.
Definitivamente la situación más extraña en la que se había metido.
Tomó el vaso y olfateó la sangre antes de beberla, no iba a ser tan tonto como para beber un líquido sólo porque era rojo, especialmente en las manos de un desconocido que actuaba tan raro y de inmediato supo que se trataba de la sangre del propio Eckhardt. El inconmensurable deseo volvió y alzando el vaso en el aire dijo - ¡Salud! - Antes de beber hábilmente.
El exquisito sabor lo cogió desprevenido. La sangre de Eckhardt sabía como ninguna otra que hubiese probado en otro humano (Y había probado miles), no sólo tenía un sabor diferente sino que sentía como una especie de energía danzando en su lengua y paladar para luego deslizarse deliciosamente por su garganta. Era extraño, pero increíblemente excitante al mismo tiempo. Se tomó unos momentos para recomponerse por la experiencia y se encontró deseando haber mordido a Eckhardt momentos atrás, pues beber de un vaso no era nada comparado con el éxtasis que se sentía al morder la carne humana.
- Gracias – Murmuró relamiéndose los labios como un gato, aún con los ojos cerrados perdido en la sensación. - ¿Qué eres? - Agregó luego de unos instantes y volvió a abrir los ojos cuyas pupilas estaban dilatadas de par en par - ¿Porqué tu sabor es tan delicioso? - Inquirió con cierta urgencia en su voz.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Predicción acertada {privado Soren}
Observó embelesado cómo se bebía el contenido del vaso de un solo trago y cómo su aura apenas variaba de color. Seguía predominando el rojo, el peligro, lo cual le obligó a retroceder un paso y ponerse más en alerta. ¿Había obrado bien al ofrecerle su sangre? Su gesto solo fue de agradecimiento, otorgarle algo de alivio al ver que perdía los estribos, mas empezaba a pensar que había cometido un terrible error. Darle a probar su sangre probablemente no había sido más que una provocación, un "ven y toma el resto", así que la inquietud se plasmó en su rostro mientras se aferraba con fuerza al reloj dentro del bolsillo de su chaleco.
-No puedo responder a lo del sabor... para mí toda la sangre sabe igual de mal... Pero soy... - miró alrededor mordiéndose el labio, maldiciendo la toma de sus decisiones siempre tan precipitadas aunque tratara de buscar la lógica antes de actuar. Le miró rápidamente, temiendo que perder el contacto aunque fuera por unos segundos resultara suficiente para no ver venir un ataque de frente. - Soy hechicero... pero, se lo suplico, nadie puede saberlo, me echarían del colegio y perdería mi trabajo... - Estúpido, pensó, tu vida en peligro y sigue preocupándote más el que alguien haga tambalear tu estabilidad.
Miró el reloj, buscando una excusa que cerrara aquel encuentro antes de que alguien más saliera herido, o de que llegaran refuerzos de los tipos que le asaltaron. - Es tarde... - empezó -, debería irme. Ambos, deberíamos. Esos hombres pueden volver con refuerzos, no es seguro quedarse aquí. Además, algo me dice que el latir de mi corazón altera aún más a su persona... y aprecio demasiado mi vida para ponerle ante más riesgo - se le escapó una sonrisa resignada. - Le agradezco mucho lo que ha hecho por mí esta noche, de no ser por usted... bueno, algunas cosas habrían salido mal. Seguro. - Miró de nuevo alrededor, algo inseguro sobre qué hacer o decir, así que solamente le miró una vez más y sonrió diciendo - Buenas noches, Soren, y gracias - antes de darse la vuelta para irse de allí.
-No puedo responder a lo del sabor... para mí toda la sangre sabe igual de mal... Pero soy... - miró alrededor mordiéndose el labio, maldiciendo la toma de sus decisiones siempre tan precipitadas aunque tratara de buscar la lógica antes de actuar. Le miró rápidamente, temiendo que perder el contacto aunque fuera por unos segundos resultara suficiente para no ver venir un ataque de frente. - Soy hechicero... pero, se lo suplico, nadie puede saberlo, me echarían del colegio y perdería mi trabajo... - Estúpido, pensó, tu vida en peligro y sigue preocupándote más el que alguien haga tambalear tu estabilidad.
Miró el reloj, buscando una excusa que cerrara aquel encuentro antes de que alguien más saliera herido, o de que llegaran refuerzos de los tipos que le asaltaron. - Es tarde... - empezó -, debería irme. Ambos, deberíamos. Esos hombres pueden volver con refuerzos, no es seguro quedarse aquí. Además, algo me dice que el latir de mi corazón altera aún más a su persona... y aprecio demasiado mi vida para ponerle ante más riesgo - se le escapó una sonrisa resignada. - Le agradezco mucho lo que ha hecho por mí esta noche, de no ser por usted... bueno, algunas cosas habrían salido mal. Seguro. - Miró de nuevo alrededor, algo inseguro sobre qué hacer o decir, así que solamente le miró una vez más y sonrió diciendo - Buenas noches, Soren, y gracias - antes de darse la vuelta para irse de allí.
Eckhardt Lars- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 02/04/2016
Re: Predicción acertada {privado Soren}
Abrió los ojos de par en par ante la revelación. Ese hombre era un practicante de la artes oscuras prohibidas por la iglesia. No era la primera vez que conocía a una bruja, pero si era la primera vez que probaba su sangre. No tenía idea que la sangre de un hechicero tuviera un sabor diferente al de un humano común, aquello si que era una revelación inesperada.
-Tu secreto está a salvo conmigo... si tu guardas el mio – Respondió inmediatamente, él también mantenía una fachada y sabia muy bien lo que significaba tener una doble vida, no iba a revelar la identidad secreta de Eckhardt sin motivo alguno.
Le escuchó decir que debían irse de allí pues aquellos hombres podían volver, Soren no estaba preocupado por lo que pudiera pasar con un par de humanos, él sabía que podía defenderse, en ese momento sólo deseaba volver a beber la deliciosa sangre de ese brujo. Pero no era como si pudiera pedirle otro vaso de su sangre, sabía que la situación había obligado al profesor a darle de su sangre voluntariamente. Aún así no podía evitar sentirse atraído, el depredador dentro de si mismo seguía interesado.
-La verdad es que... puedo controlarme... generalmente – Murmuró sintiéndose incómodo con la acusación – Esta noche ha sido un deliz... estaba demasiado sediento y tu... bueno... tu sabes diferente a los mortales a los cuales estoy acostumbrado – De repente se encontró con las mejillas encendidas en un sonrojo que en su pálida piel era bastante evidente – Puedo controlar mis impulsos... te lo aseguro... de lo contrario no llevaría vivo casi 300 años ¿No crees? -
Entonces Eckhardt pareció no tener intención alguna de continuar con esa conversación como tampoco quería tener más contacto con él, a Soren no le gustó la idea de que se llevara una imagen errónea de él por lo sucedido.
- Espera... - Murmuró con expresión dubitativa - ¿Quizás podríamos conocernos bajo otras circunstancias? -
-Tu secreto está a salvo conmigo... si tu guardas el mio – Respondió inmediatamente, él también mantenía una fachada y sabia muy bien lo que significaba tener una doble vida, no iba a revelar la identidad secreta de Eckhardt sin motivo alguno.
Le escuchó decir que debían irse de allí pues aquellos hombres podían volver, Soren no estaba preocupado por lo que pudiera pasar con un par de humanos, él sabía que podía defenderse, en ese momento sólo deseaba volver a beber la deliciosa sangre de ese brujo. Pero no era como si pudiera pedirle otro vaso de su sangre, sabía que la situación había obligado al profesor a darle de su sangre voluntariamente. Aún así no podía evitar sentirse atraído, el depredador dentro de si mismo seguía interesado.
-La verdad es que... puedo controlarme... generalmente – Murmuró sintiéndose incómodo con la acusación – Esta noche ha sido un deliz... estaba demasiado sediento y tu... bueno... tu sabes diferente a los mortales a los cuales estoy acostumbrado – De repente se encontró con las mejillas encendidas en un sonrojo que en su pálida piel era bastante evidente – Puedo controlar mis impulsos... te lo aseguro... de lo contrario no llevaría vivo casi 300 años ¿No crees? -
Entonces Eckhardt pareció no tener intención alguna de continuar con esa conversación como tampoco quería tener más contacto con él, a Soren no le gustó la idea de que se llevara una imagen errónea de él por lo sucedido.
- Espera... - Murmuró con expresión dubitativa - ¿Quizás podríamos conocernos bajo otras circunstancias? -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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