Nunca es buen momento para decir la verdad

por **Lara Karstein** Dom Abr 17, 2016 5:30 pm

Tengo la vida llena de medidas de tiempo muerto y de monedas sucias. Llena de sueños atados en una bóveda oscura, y nacidos como en un nido de caimanes. Parezco cada vez más irónica, más muerta, más nada. Al ataque de mis impulsos, me lanzo a vacíos cuyo final de concreto no logra terminar con mis días, pero los llena de gusanos que hormiguean el cadáver de mis ya muertas ideas.

Sé que mis dedos no podrán hundirse jamás en ninguna melena, y que en cualquier abrazo, no se sienten más que mis huesos ya viejos y astillados. Los minutos parecen vengarse de mí, de las veces que he sido las manos y los colmillos de una parca inmisericorde y sorpresiva; y me retuercen las manos por haber amado su sangre como no supieron hacerlo ellos. Esto es tan simple como que mi mano derecha es la maestra de todo lo que quiere olvidar la izquierda. Supongo que jamás podré firmar una tregua conmigo, que casi siempre soy mi peor verdugo. Si no quiero que me toquen es porque soy de espinas, y no puedo decir palabras que luego no sepan a veneno. Mis emociones se caen seguido, pero el problema es que cuando caen sobre otros, se siente como ácido derramado a cuentagotas sobre las rodillas.

No sé llegar a la vida de nadie, y hace mucho que olvidé despedirme. Soy la sombra de mí que desconozco y que cada tanto me recrimina frente a un espejo. Soy el escalón por el que cualquier cae, pero no avanza. Soy una nada literal que busca mantenerlo a escondidas, pero cuyas verdades gritan como alertando con horror a todos. A la larga, no sé sacar clavos, sino más bien enterrarlos, hasta el punto que deban retirarlos con odio.

Se me han partido las uñas en el vientre, como si escarbara en él en busca de una cosa perdida que ya no recuerdo. Y tengo claro que no puedo morir antes que nadie, porque lo hice primero que todos. Me deshice en fragmentos que dejé clavados en corazones de otros, y ellos los arrojaron a la nada para que yo jamás pudiera encontrarlos. Necesito nacer de nuevo, para salir del asfalto y de la nieve a los que siento que pertenezco. Soy como la tumba desnuda de los que todos olvidan, la que finge estar dormida, en lugar de muerta. Nada.