AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Who dies first? [Adrien D. Blake]
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Who dies first? [Adrien D. Blake]
¿Mi sangre? Húngara, por cada una de mis venas corría aquella sangre de victoriosos guerreros y personas de fortaleza inquebrantable. ¿Mi piel? Una cazadora con ánimos de venganza, venganza por mis propios pares, por los cazadores que me robaron de mi cuna de oro para llevarme al mundo macabro en el que vivimos realmente. La sed de sangre y el orgullo se volvió parte de mí. Vivir para matar y disfrutar solo el instante, como si se tratara de un animal salvaje. Mi parentesco y único amor había sido asesinado por el grupo de mi padre y ahora tenía que existir bajo su mandato. Claro que tenía el dinero para irme a donde quisiera, pero, ¿a dónde podía irme si no tenía nada más por lo que luchar? No había deseos para poder experimentar y aún faltaba la confianza suficiente para poder asesinarlos a todos. ¿De qué manera podía conseguir la confianza ciega de ellos? Pues, siendo la cazadora perfecta, ellos me estaban entrenando para sus propias muertes y yo tenía que darles trofeos. Ya eran varias las veces en las que cabezas de cambiaformas rodaban a los pies del grupo. Era obvio, me manejaba mejor en soledad. No obstante, ellos se negaban a dejarme sola el tiempo que yo quisiera. El siguiente objetivo era el de un vampiro increíblemente apuesto, de rasgos marcados y con un aura algo añeja. “Como el vino” pensé entre risas cuando me terminaba de poner los guantes para la cacería. La vestimenta de cuero teñido en negro era ajustada y el bolso sujeto a la cintura llevaba todo lo que necesitaba. La ballesta y las dagas envenenadas eran suficiente para detener al inmortal hasta que llegáramos a éste. Sorpresivamente las cosas no fueron tan sencillas como las esperadas. Luego de una buena corrida y varias dagas perdidas alrededor de los bosques Escoceses, lo habíamos perdido de vista. El viaje había sido en vano. Se suponía, según quienes nos habían contratado, que éramos los mejores cazadores de ese lado del mundo. “Eso sin duda es un estúpido chiste inventado por mi propio padre para patrocinar su grupo de mala muerte”. Chasqueé los dientes y apreté mis puños haciendo tronar los dedos.
El vampiro había escapado antes de que le llegaran los primeros dos disparos sigilosos. ¡Claramente yo había hecho bien mi parte! Eran sus ruidosos y pesados pies y el olor inmundo que cargaban lo que había provocado que el tipo se diera cuenta. “Ah… Si solo pudiese metérmela antes de cortarle la garganta sería muy apropiado” Algunos me llamaban viuda negra, tenían razón. Desde siempre había matado a todos los que habían estado en un lecho conmigo. No podía tener ninguna clase de sentimiento aparte del odio atroz. Y por eso no me preocupaba más que por el día a día. No existía la posibilidad de cambio en mi rutina. Y al fin y al cabo, ahora habíamos perdido una perfecta oportunidad, aquel ‘muchacho’ estaría en guardia y sería todo mucho más tedioso.
La noche siguiente me lancé sola a caminar, era obvio que no íbamos a atacar, ‘demasiado rápido’ decía la lógica de cualquiera. Aunque, si él era lo suficientemente inteligente para dar un paso por delante de nosotros, quizá estaba vagabundeando por ahí. Y sí, yo quería dar dos pasos por delante de los cazadores y uno delante del vampiro. Me paseé por los frondosos bosques, buscando pistas, pisadas, o aroma a sangre. No encontré nada hasta pasada la media noche, la oscuridad era casi total, pero mis ojos se habían adaptado y la luminosidad de las lámparas de aceite que estaban en el camino principal del bosque me dejaba un atisbo de luces y sombras en los cuales agarrarme. Diez minutos más y le vi, exactamente como pensaba. Caminaba con soltura, parecía que nada le diera temor. Acomodé mi ballesta ya cargada y apunté justo en su pecho. Mi respiración se detuvo cuando terminé de descargar las dos flechas que tenía el disparo. Estaba a casi cinco metros y me apuré a saltar hacia un árbol cuando la descarga se dio, sin ver en absoluto dónde o cómo habían caído. Apoyé mi mano entonces en el cinturón, donde el filo de un cuchillo dormía y entrecerré los ojos, volviendo a buscar a la presa.
El vampiro había escapado antes de que le llegaran los primeros dos disparos sigilosos. ¡Claramente yo había hecho bien mi parte! Eran sus ruidosos y pesados pies y el olor inmundo que cargaban lo que había provocado que el tipo se diera cuenta. “Ah… Si solo pudiese metérmela antes de cortarle la garganta sería muy apropiado” Algunos me llamaban viuda negra, tenían razón. Desde siempre había matado a todos los que habían estado en un lecho conmigo. No podía tener ninguna clase de sentimiento aparte del odio atroz. Y por eso no me preocupaba más que por el día a día. No existía la posibilidad de cambio en mi rutina. Y al fin y al cabo, ahora habíamos perdido una perfecta oportunidad, aquel ‘muchacho’ estaría en guardia y sería todo mucho más tedioso.
La noche siguiente me lancé sola a caminar, era obvio que no íbamos a atacar, ‘demasiado rápido’ decía la lógica de cualquiera. Aunque, si él era lo suficientemente inteligente para dar un paso por delante de nosotros, quizá estaba vagabundeando por ahí. Y sí, yo quería dar dos pasos por delante de los cazadores y uno delante del vampiro. Me paseé por los frondosos bosques, buscando pistas, pisadas, o aroma a sangre. No encontré nada hasta pasada la media noche, la oscuridad era casi total, pero mis ojos se habían adaptado y la luminosidad de las lámparas de aceite que estaban en el camino principal del bosque me dejaba un atisbo de luces y sombras en los cuales agarrarme. Diez minutos más y le vi, exactamente como pensaba. Caminaba con soltura, parecía que nada le diera temor. Acomodé mi ballesta ya cargada y apunté justo en su pecho. Mi respiración se detuvo cuando terminé de descargar las dos flechas que tenía el disparo. Estaba a casi cinco metros y me apuré a saltar hacia un árbol cuando la descarga se dio, sin ver en absoluto dónde o cómo habían caído. Apoyé mi mano entonces en el cinturón, donde el filo de un cuchillo dormía y entrecerré los ojos, volviendo a buscar a la presa.
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/12/2012
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Inglaterra, mi hogar, el lugar donde residía lo que me importaba. Después de unas semanas en Paris fue todo un alivio volver a las tierras inglesas. Lastimosamente no tuve mucho tiempo libre los primeros días después de mi llegada debido a los negocios que dependían de mis decisiones. Los socios esperaban reunirse lo antes posible para determinar la expansión de nuestros negocios y Paris se encontraba en el mapa para empezar a tener actividades en aquel lugar. Mi viaje hacia allá había tenido el fin de hacer algunos contactos para mis negocios y podía decir que obtuve frutos. Aparte de ello tuve el placer, por no decir otra cosa, de encontrar nuevamente a mi hermano gemelo: Thanos. Ya que teníamos el mismo rostro no dude en usarlo a mi favor al principio pero parecía que solo me iba a jugar en contra. Thanos tenía demasiados enemigos y, como supuse, algunos nos confundieron. Definitivamente ambos teníamos una forma diferente de proceder para llevar nuestras vidas inmortales y solo esperaba que en el futuro no tuviera que intervenir en la suya para poder llevar en paz la mía. Por lo menos en Inglaterra tenía pleno control sobre todos mis negocios y la vida que cómodamente llevaba pasando desapercibido entre los mortales. Cada uno a lo suyo así que mientras tanto no me preocuparía demasiado por Thanos.
—¿Cómo va ‘ese asunto?— pregunté a la señora Brown que en ese momento parecía estar remendando unas lujosas cortinas de color vino. Mi ama de llaves dejó de bordar para emitir un suspiro de decepción que traduje como malas noticias. No estaba equivocado. En los siguientes minutos la señora Brown me explicó que los buscadores habían ido a la tumba Nº2 para revisar si Ella había estado en ese lugar. Ninguno de los buscadores regresó. —Entiendo, tendré que ir personalmente— dije y en cuanto terminé de sentenciarlo la señora Brown se puso de pie y negó con la cabeza. Obviamente mi fiel sirvienta se oponía a mi decisión porque sabía que no podía ir a meterme a la boca del dragón. —Llevaré seis buscadores, no te preocupes, diles que se preparen para marchar dentro de dos horas— ordené y la mujer salió de la habitación para cumplir mi mandato. Me puse de pie para ir hacia una cómoda cercana y tomé entre las manos un collar antiguo. Sostuve la reliquia en mis manos por unos minutos antes de devolverla a su lugar y seguido dejé la habitación para ir a prepararme para la incursión en los bosques.
Partimos cerca a las diez de la noche y tardamos una hora en llegar hacia el territorio. La vieja posada abandonada se encontraba en medio del bosque y en su interior, bajando muchas escaleras, se había construido un escondite que databa de hace cientos de años. Allí, una vez, había encerrado a una mujer. —No se llevaron nada pero han revisado todo— dijo quien encabezaba a los buscadores. —Los cuerpos de los otros…— dije —están allí— fue la respuesta que obtuve. De modo que una de las antiguas pupilas de Ella había vuelto al ataque. La reliquia se encontraba en mi poder y en un lugar impenetrable así que no tenía por qué preocuparme. —Además hay alguien que nos ha seguido, creemos que son mortales, el olor no es el de un sobrenatural— informó y volví la mirada al bosque pues había sentido esa presencia desde hace mucho antes de ir a la incursión. Hace días que me sentía vigilado y me imaginaba que alguien me había seguido desde Francia. —Cuatro de ustedes regresaran a la mansión y los otros dos esperen en la bifurcación del este. Iré a ver personalmente— dije partiendo por mi cuenta hacia los bosques. Gracias a mis poderes de rastreo sabía que solo me enfrentaría a un individuo y si era un cazador que mejor que entretenerme un rato con su vida. Acababa de recibir una noticia no muy grata y tenía que descargar esa molestia en alguien.
Varios minutos después estuve en la zona de ataque del cazador o, mejor dicho, cazadora, quien se percató de mi presencia. Dos flechas fueron disparadas en mi dirección pero el sonido de carga de la ballesta me había alertado antes de la posición de la cazadora. Esquivé ambas flechas y escondí mi presencia en la oscuridad para empezar con el juego. Ella estaba en un árbol y yo estaba en otro. —Aquí estoy— dije y volví a moverme a la velocidad que los vampiros usualmente emplean en ataque. —Ahora aquí…detrás de ti— dije a tres metros de donde ella se encontraba y en efecto estaba a sus espaldas. —Es de mala educación atacar a alguien que acaba de llegar. En todo caso, primero las presentaciones, ¿a quién debo el gusto de recibir estas dos flechas?— finalicé lanzando ambas flechas partidas en su dirección.
—¿Cómo va ‘ese asunto?— pregunté a la señora Brown que en ese momento parecía estar remendando unas lujosas cortinas de color vino. Mi ama de llaves dejó de bordar para emitir un suspiro de decepción que traduje como malas noticias. No estaba equivocado. En los siguientes minutos la señora Brown me explicó que los buscadores habían ido a la tumba Nº2 para revisar si Ella había estado en ese lugar. Ninguno de los buscadores regresó. —Entiendo, tendré que ir personalmente— dije y en cuanto terminé de sentenciarlo la señora Brown se puso de pie y negó con la cabeza. Obviamente mi fiel sirvienta se oponía a mi decisión porque sabía que no podía ir a meterme a la boca del dragón. —Llevaré seis buscadores, no te preocupes, diles que se preparen para marchar dentro de dos horas— ordené y la mujer salió de la habitación para cumplir mi mandato. Me puse de pie para ir hacia una cómoda cercana y tomé entre las manos un collar antiguo. Sostuve la reliquia en mis manos por unos minutos antes de devolverla a su lugar y seguido dejé la habitación para ir a prepararme para la incursión en los bosques.
Partimos cerca a las diez de la noche y tardamos una hora en llegar hacia el territorio. La vieja posada abandonada se encontraba en medio del bosque y en su interior, bajando muchas escaleras, se había construido un escondite que databa de hace cientos de años. Allí, una vez, había encerrado a una mujer. —No se llevaron nada pero han revisado todo— dijo quien encabezaba a los buscadores. —Los cuerpos de los otros…— dije —están allí— fue la respuesta que obtuve. De modo que una de las antiguas pupilas de Ella había vuelto al ataque. La reliquia se encontraba en mi poder y en un lugar impenetrable así que no tenía por qué preocuparme. —Además hay alguien que nos ha seguido, creemos que son mortales, el olor no es el de un sobrenatural— informó y volví la mirada al bosque pues había sentido esa presencia desde hace mucho antes de ir a la incursión. Hace días que me sentía vigilado y me imaginaba que alguien me había seguido desde Francia. —Cuatro de ustedes regresaran a la mansión y los otros dos esperen en la bifurcación del este. Iré a ver personalmente— dije partiendo por mi cuenta hacia los bosques. Gracias a mis poderes de rastreo sabía que solo me enfrentaría a un individuo y si era un cazador que mejor que entretenerme un rato con su vida. Acababa de recibir una noticia no muy grata y tenía que descargar esa molestia en alguien.
Varios minutos después estuve en la zona de ataque del cazador o, mejor dicho, cazadora, quien se percató de mi presencia. Dos flechas fueron disparadas en mi dirección pero el sonido de carga de la ballesta me había alertado antes de la posición de la cazadora. Esquivé ambas flechas y escondí mi presencia en la oscuridad para empezar con el juego. Ella estaba en un árbol y yo estaba en otro. —Aquí estoy— dije y volví a moverme a la velocidad que los vampiros usualmente emplean en ataque. —Ahora aquí…detrás de ti— dije a tres metros de donde ella se encontraba y en efecto estaba a sus espaldas. —Es de mala educación atacar a alguien que acaba de llegar. En todo caso, primero las presentaciones, ¿a quién debo el gusto de recibir estas dos flechas?— finalicé lanzando ambas flechas partidas en su dirección.
Invitado- Invitado
Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Los vampiros resultaban ser seres completamente antipáticos, costaba matarlos y me producían enojo en gran parte. A mi ellos no me importaban, nadie lo hacía. Era cazadora por el único deseo de matar cuando así me placía. Y cuando los planes no eran como quería empezaba a enfadarme. En mi cuerpo posaban las pecheras de metal, escondidas debajo de la holgada ropa que llevaba y en las manos un ligero guante de metal se hacía presente una vez hube distraído a vampiro. Después de todo, era obvio que él me había visto, no me imaginaba la experiencia que él tendría en persecuciones, casi todos los clanes de cazadores estaban yendo por su cabeza. Y si lo pensaba en frío, no era una injusticia en absoluto, al tipo se le daba muy bien cenar con varias presas por noche. Lo que no hacía funcionar una buena cadena alimenticia en la ciudad, y algunas personas comenzaban a sospechar de que las leyendas fueran ciertas. Eso no podía pasar, mi hermano era parte de todos ellos, le tenía que proteger su raza, incluso si era diferente y si él estaba muerto. El mundo sobrenatural debía estar en la sombras para que inmundos y despreciables cazadores no pudieran encontrarlos. Me mordí los labios con fuerzas, pero sin hacer salir sangre. Y en los segundos en los que él se metió en la oscuridad del árbol, ajusté el guante metálico a mi brazo, para ayudarme a cubrirme de sus colmillos, garras o en éste caso, de mis propias armas. Se trataba de asesinar a un animal que no merecía llamarse humano. — Hablaría contigo de no ser que asesinas demasiado mal para mi gusto. — Refuté con la intensidad de una dama que parecía algo despechada y una vez las flechas dispararon en mi dirección, alcé el brazo, bloqueándolas y recibiendo un poco de daño en los bordes, después de todo las había lanzado de cerca y con fuerza como para atravesarme de lado a lado.
Agradecí haber bloqueado y no haberlas intentado esquivar, de esa forma tuve el turno de poder lanzar una 'canica de sol', estaba cargada con voltios y ante el choque de partículas provocaba un cortocircuito que hacia una luz lo suficientemente luminosa para molestar a cualquier vampiro. Y sin rodeos me empujé a un lado. ¿Matarlo? ¡No se me cruzaba por la cabeza hacerlo! Es decir, su rostro parecía haber sido hecho a mano y me gritaba que no le haga daño hasta haberle disfrutado un poco más. — Sabes, me sorprende que alguien como tu, que parece tan interesado en las artes y en algunas cosas de culturas, ande matando tan alevosamente por las calles de las ciudades. — Inquirí de repente, yo parecía ser una persona cuerda, aunque claro que eso era pura apariencia. Pasé los dedos por mi cabello blanco, dejándolo por detrás de la oreja y negué un poco. Él quería entretenerse, sus ojos parecían irradiar un poco de rabia y yo estaba ansiosa por dejarlo hacer lo que quisiera. Lo habíamos vigilado, sin embargo, nada tenía sentido, parecíamos haber visto a dos personas diferentes en Francia, como si hubiésemos seguido a la parte “buena” de esa raíz. ¡Sentía curiosidad! ¿Hacía cuánto no sentía algo así? Probablemente unos diez años, mi mirada irradiaba de solo pensar que era alguien con algún estrepitoso trastorno. Sería algo bueno para observar si era esa opción. — Ah, ¿ya me preguntas mi nombre? Imara, y tu eres Thanos, un rebelde que se ha acercado lo suficiente a los cazadores e inquisidores como para que busquemos tu cabeza en otros países. No me gusta demasiado viajar, para que sepas. — Aludí en tanto la luminosidad comenzaba a dispersarse hasta hacerse nula. Era un juguete realmente valioso ese que le había lanzado, para nada fácil de conseguir aún en los suburbios. Pero la gente hacía lo que sea con tal de obtener dinero y más de un sirviente había terminado muriendo electrocutado al hacer esos regalos de dios. Y con eso y todo, lo había dejado acabar sin hacer ningún movimiento en contra del inmortal. Por el contrario, me había apoyado en la corteza del árbol, mirando hacia donde él había estado. — Es una sensación pesada, como cuando pasas por un lugar en donde murieron muchas personas. ¿Aquí traes algunos cadáveres? No creo, los hemos visto esparcidos estúpidamente por las calles. — Pasé el dedo pulgar por mi labio y lo moví suavemente a un lado, deseando ver más. Nadie sabía que estaba allí y ahora ya no tenía intenciones de cumplir la misión. No podían obligarme si no me veían. No había hechiceros que pudieran controlar mis acciones, ni tampoco quien me intente convencer con su piel. Dos, tres, dos estaban cerca, tres se alejaban, ¿todos sobrenaturales? La naturaleza no me dejaba percibir con claridad, toda aquella tierra, las hojas, los lugares que me recordaban a mi niñez me estaban flagelado el cerebro. Fruncí el entrecejo y busqué la vista de aquel hombre que era conocido por su maldad y negué de manera ofuscada, frotando mi brazo con una mano. Me negué a acercarme, sabía que ellos eran rápidos y estar al descubierto de ambos lados no me haría ningún bien. Era una humana más al final de la noche y dudaba que tuviese alguna intención de dejarme escapar, era un morir o morir. Y yo hacía mucho tiempo que había perdido el apetito de la vida.
Agradecí haber bloqueado y no haberlas intentado esquivar, de esa forma tuve el turno de poder lanzar una 'canica de sol', estaba cargada con voltios y ante el choque de partículas provocaba un cortocircuito que hacia una luz lo suficientemente luminosa para molestar a cualquier vampiro. Y sin rodeos me empujé a un lado. ¿Matarlo? ¡No se me cruzaba por la cabeza hacerlo! Es decir, su rostro parecía haber sido hecho a mano y me gritaba que no le haga daño hasta haberle disfrutado un poco más. — Sabes, me sorprende que alguien como tu, que parece tan interesado en las artes y en algunas cosas de culturas, ande matando tan alevosamente por las calles de las ciudades. — Inquirí de repente, yo parecía ser una persona cuerda, aunque claro que eso era pura apariencia. Pasé los dedos por mi cabello blanco, dejándolo por detrás de la oreja y negué un poco. Él quería entretenerse, sus ojos parecían irradiar un poco de rabia y yo estaba ansiosa por dejarlo hacer lo que quisiera. Lo habíamos vigilado, sin embargo, nada tenía sentido, parecíamos haber visto a dos personas diferentes en Francia, como si hubiésemos seguido a la parte “buena” de esa raíz. ¡Sentía curiosidad! ¿Hacía cuánto no sentía algo así? Probablemente unos diez años, mi mirada irradiaba de solo pensar que era alguien con algún estrepitoso trastorno. Sería algo bueno para observar si era esa opción. — Ah, ¿ya me preguntas mi nombre? Imara, y tu eres Thanos, un rebelde que se ha acercado lo suficiente a los cazadores e inquisidores como para que busquemos tu cabeza en otros países. No me gusta demasiado viajar, para que sepas. — Aludí en tanto la luminosidad comenzaba a dispersarse hasta hacerse nula. Era un juguete realmente valioso ese que le había lanzado, para nada fácil de conseguir aún en los suburbios. Pero la gente hacía lo que sea con tal de obtener dinero y más de un sirviente había terminado muriendo electrocutado al hacer esos regalos de dios. Y con eso y todo, lo había dejado acabar sin hacer ningún movimiento en contra del inmortal. Por el contrario, me había apoyado en la corteza del árbol, mirando hacia donde él había estado. — Es una sensación pesada, como cuando pasas por un lugar en donde murieron muchas personas. ¿Aquí traes algunos cadáveres? No creo, los hemos visto esparcidos estúpidamente por las calles. — Pasé el dedo pulgar por mi labio y lo moví suavemente a un lado, deseando ver más. Nadie sabía que estaba allí y ahora ya no tenía intenciones de cumplir la misión. No podían obligarme si no me veían. No había hechiceros que pudieran controlar mis acciones, ni tampoco quien me intente convencer con su piel. Dos, tres, dos estaban cerca, tres se alejaban, ¿todos sobrenaturales? La naturaleza no me dejaba percibir con claridad, toda aquella tierra, las hojas, los lugares que me recordaban a mi niñez me estaban flagelado el cerebro. Fruncí el entrecejo y busqué la vista de aquel hombre que era conocido por su maldad y negué de manera ofuscada, frotando mi brazo con una mano. Me negué a acercarme, sabía que ellos eran rápidos y estar al descubierto de ambos lados no me haría ningún bien. Era una humana más al final de la noche y dudaba que tuviese alguna intención de dejarme escapar, era un morir o morir. Y yo hacía mucho tiempo que había perdido el apetito de la vida.
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Las experiencias nuevas siempre eran bienvenidas para alguien que noche tras noche parece aburrirse sin novedades. El encierro siempre me había gustado pero en las últimas noches me había aburrido incluso de la compañía de mi ama de llaves. Empezaba a pensar que necesitaba un poco de aire fresco y aprovechando la visita a ese lugar no perdí el tiempo para hacer dos cosas al mismo tiempo. Por un lado tenía que encontrar el rastro de aquella mujer a la que no veía hace tanto, en caso de que estuviera demasiado cerca; y por el otro planeaba liberar un poco de estrés liberando algunas de mis manías. El matar por matar no era lo mío asó que si encontraba alguna presa en el camino me encargaría de jugar un rato antes de aburrirme. Por fortuna parecía ser que no estaba solo con mis rastreadores en ese lugar sino que también había alguien que nos seguía el rastro. Dejé ese juego en mis manos y fui solo al encuentro de la persona que estaba pisando mis talones. Cuando estuve a una distancia prudente me di cuenta que la persona me quería muerto así que obviamente me estaba enfrentando a uno de esos molestos cazadores. Los inquisidores tenían otros métodos así que fue fácil descartar a la humana de ese grupo tan poco agradable.
Las flechas que ella me envió no cumplieron el cometido esperado pero para mí si sirvieron porque me dieron la ubicación exacta de la cazadora. El juego empezaba pero aún no decidía que hacer con ella. Hace casi un año que no tenía el placer de encontrarme con uno de esos entrometidos. Permanecí en la oscuridad hasta que le devolví el favor de las flechas, de nuevo, para mi beneficio. En cuanto las recibió pude percatarme de sus movimientos y de los lugares de su cuerpo que estaban cubiertos por una armadura que ellos creían los protegería de todo. La plata no era divertida en el ataque de cuerpo a cuerpo por lo que hasta ese momento ya tenía delimitado mi espacio. —¿Para tu gusto? Qué interesante— respondí con un tono sarcástico porque ella me hablaba como si nos conociéramos. Obviamente mi memoria nunca me fallaba y por eso estaba completamente seguro que no la había visto en mi larga vida. Sin embargo, sentía curiosidad por escucharla antes de terminar con la plática así que dejé que se sintiera confiada para retarme.
Después de escucharla curve una leve sonrisa. ¿por cuántas noches más me confundirían con los otros?, negué con la cabeza porque el juego empezaba a ser más que aburrido. Si la mujer creía que yo era Thanos estaba a punto de llevarse una sorpresa. —¿Qué clase de cazadora eres? Solo una auténtica pérdida de mi tiempo— dije desdeñándola por completo. Aunque esa mujer poseía una belleza peculiar no era suficiente para que me quedara a complacer sus deseos de verme en el rol de mi hermano. Gracias a este no había tenido más que tropezones desde el viaje a Francia. Su poco tacto para esconder sus actividades empezaba a colmarme la paciencia. —Imara, no parece el nombre de una tonta, pero lo eres. Lamento informarte que te has equivocado de presa y que no planeo actuar de la forma que esperas ya que Thanos y yo somos igual que una moneda, ¿sabes a qué me refiero? Puedes pensarlo si crees que tienes la suficiente capacidad— proseguí y me moví rápidamente a otro punto. Esta vez estaba al lado derecho de ella, podía ver su perfil aunque estuviera a cinco metros de distancia, y si, definitivamente me molestaba que me confundieran con él y con otro que ya estaba muerto.
—Eso de los cadáveres es demasiado simplista e insultante. Definitivamente no es lo mío, denota una total falta de tacto y estilo y, por supuesto, tampoco disfruto de las exhibiciones de esa clase. Mi forma de jugar con la comida no es desperdiciándola sino seleccionando lo que al paladar resulta más atractivo. No podrás entenderlo por tu falta de experiencia pero algunos vampiros preferimos la calidad por encima de la cantidad— expliqué como si hablara con una niña que no se ha enterado de qué va la vida. Si la única referencia que tenía sobre los vampiros era los que conocía de Francia pues tenía mucho que descubrir por delante. El camino para atrapar a un vampiro no es el mismo nunca. Cada uno tiene sus propias características y debilidades y, si ella creía que podía atraparme con lo que sabía acerca de Thanos, le iba a costar bastante acercarse. De todas formas no podía irme como a un principio pensé ya que tenía que limpiar el desastre de mi hermano y mandar a esa mujer a una mejor vida. —Como sea…supongo que el destino te ha traído a mi encuentro y es algo que no puedo dejar pasar. Los de tu clase entorpecen algunos de mis negocios y no permitiré que te quedes merodeando en mi ciudad. ¿Empezamos?— finalicé bastante aburrido. No me entretenía matar a alguien solo por deporte pero ella sabía demasiado de Thanos y ahora conocía mi rostro, que era igual al de él, según lo que los mortales podían ver. No me quedaba otra opción a menos que hubiera una negociación y con los cazadores nunca había negociado.
Las flechas que ella me envió no cumplieron el cometido esperado pero para mí si sirvieron porque me dieron la ubicación exacta de la cazadora. El juego empezaba pero aún no decidía que hacer con ella. Hace casi un año que no tenía el placer de encontrarme con uno de esos entrometidos. Permanecí en la oscuridad hasta que le devolví el favor de las flechas, de nuevo, para mi beneficio. En cuanto las recibió pude percatarme de sus movimientos y de los lugares de su cuerpo que estaban cubiertos por una armadura que ellos creían los protegería de todo. La plata no era divertida en el ataque de cuerpo a cuerpo por lo que hasta ese momento ya tenía delimitado mi espacio. —¿Para tu gusto? Qué interesante— respondí con un tono sarcástico porque ella me hablaba como si nos conociéramos. Obviamente mi memoria nunca me fallaba y por eso estaba completamente seguro que no la había visto en mi larga vida. Sin embargo, sentía curiosidad por escucharla antes de terminar con la plática así que dejé que se sintiera confiada para retarme.
Después de escucharla curve una leve sonrisa. ¿por cuántas noches más me confundirían con los otros?, negué con la cabeza porque el juego empezaba a ser más que aburrido. Si la mujer creía que yo era Thanos estaba a punto de llevarse una sorpresa. —¿Qué clase de cazadora eres? Solo una auténtica pérdida de mi tiempo— dije desdeñándola por completo. Aunque esa mujer poseía una belleza peculiar no era suficiente para que me quedara a complacer sus deseos de verme en el rol de mi hermano. Gracias a este no había tenido más que tropezones desde el viaje a Francia. Su poco tacto para esconder sus actividades empezaba a colmarme la paciencia. —Imara, no parece el nombre de una tonta, pero lo eres. Lamento informarte que te has equivocado de presa y que no planeo actuar de la forma que esperas ya que Thanos y yo somos igual que una moneda, ¿sabes a qué me refiero? Puedes pensarlo si crees que tienes la suficiente capacidad— proseguí y me moví rápidamente a otro punto. Esta vez estaba al lado derecho de ella, podía ver su perfil aunque estuviera a cinco metros de distancia, y si, definitivamente me molestaba que me confundieran con él y con otro que ya estaba muerto.
—Eso de los cadáveres es demasiado simplista e insultante. Definitivamente no es lo mío, denota una total falta de tacto y estilo y, por supuesto, tampoco disfruto de las exhibiciones de esa clase. Mi forma de jugar con la comida no es desperdiciándola sino seleccionando lo que al paladar resulta más atractivo. No podrás entenderlo por tu falta de experiencia pero algunos vampiros preferimos la calidad por encima de la cantidad— expliqué como si hablara con una niña que no se ha enterado de qué va la vida. Si la única referencia que tenía sobre los vampiros era los que conocía de Francia pues tenía mucho que descubrir por delante. El camino para atrapar a un vampiro no es el mismo nunca. Cada uno tiene sus propias características y debilidades y, si ella creía que podía atraparme con lo que sabía acerca de Thanos, le iba a costar bastante acercarse. De todas formas no podía irme como a un principio pensé ya que tenía que limpiar el desastre de mi hermano y mandar a esa mujer a una mejor vida. —Como sea…supongo que el destino te ha traído a mi encuentro y es algo que no puedo dejar pasar. Los de tu clase entorpecen algunos de mis negocios y no permitiré que te quedes merodeando en mi ciudad. ¿Empezamos?— finalicé bastante aburrido. No me entretenía matar a alguien solo por deporte pero ella sabía demasiado de Thanos y ahora conocía mi rostro, que era igual al de él, según lo que los mortales podían ver. No me quedaba otra opción a menos que hubiera una negociación y con los cazadores nunca había negociado.
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Su presencia intimidatoria no me movía un solo pelo, mi razón de vivir no era demasiado grande, la verdad es que existía porque así el destino había querido y suicidarme era perder mi orgullo. Si moría, me interesaba que fuese en batalla, que me asesinaran dando pelea hasta el final. Era mi manera de vivir, con la venganza y sin remordimientos. Mis ojos seguían sus pasos, cuidadosamente en lo que jugaba con una esfera lo suficientemente grande para que él llegara a verla a la perfección. Podía no ser una inquisidora pero era lo bastante inteligente como para aprender de química por mis propios medios. Había armado un centenar de explosivos para el grupo en el que convivía, mis propios enemigos. Había que ganárselos de alguna forma, ¿no? Escuchar al hombre me encendió por varios lugares y sentí un recelo casi enorme que viajaba por mi garganta. Me las había ingeniado durante años para que “mi familia” no sospechara que los quería ver a todos muertos y quizá esa era mi oportunidad de matar a varios pájaros de un tiro. No había venido a Inglaterra con todos, por el contrario, algunos recién iniciaban. Así que torcí el cuello, pasando el borde de mi dedo por mis labios. Necesitaba más información, todo estaba tergiversándose de formas que me sorprendían y a mí no me agradaba ese sentimiento. Me gustaba tenerlo todo tan perfectamente calculado que sucumbiera ante mi sola presencia. — Obviamente te sobra el tiempo. ¿Ajá? No me digas que son hermanitos, que dulce. Para mi suerte no fui yo la que siguió tu rastro, sin embargo me alegra en cierta forma. —
No tuve que pensarlo demasiado, sus palabras me armaban por sí solas el esquema en el que me encontraba. ¡Qué abrumador que sean tan estúpidos como para no darse cuenta de que había dos! Los vampiros podían moverse muy rápido, pero no tanto para cambiar de país en cuestión de horas. Dejé salir un suspiro pesado y me froté dócilmente contra un árbol, estirando el cuello en tanto me mirada las uñas ennegrecidas. Alcé la vista cuando su movimiento se quedó a unos metros perpendicularmente a mí. Si fuese a matar sin más, era la distancia exacta para dejar caer una granada con partículas de madera dentro. Pero ahora ya no quería eso, me había dado vuelta como solo yo podía hacerlo y le vi sonriendo con tanta emoción que cada uno de los brillosos dientes blancos se hicieron ver. — ¿Te molesta que te persigan buscando a tu hermano? Podrías haberlo matado o metido a dormir en un féretro. ¿O es que acaso tienes amor fraternal? Depende tu respuesta puedo darte algo muy interesante, bueno en realidad te lo diré de todas maneras. — Alcé una mano, dándole la señal que se acercara. Si había algo que podía ayudarme en matar a varias personas en sigilo de un solo tiro; era un vampiro. Llevar la reseña de que Thanos no estaba en esas tierras y que nos habían atacado otros era la coartada perfecta, sería una lástima no poder jugar un poco con sus muertes, pero últimamente estaba apurada. Los cazadores se multiplicaban en cosa de meses y yo quería verlos a todos morirse por haberme quitado a mi propio hermano de mis manos. Me lo habían arrebatado como lo hacen al arrebatar un peluche de una niña, arrancando toda ilusión y amor de su alma. — No me interesa entender a los vampiros. ¿Acaso crees que vivo para su raza? Oh, así que ésta es tu ciudad, ¿o hablas de París? Llegaste un poco tarde si es así, ya está repartida entre el Rey y la iglesia. ¿Cómo te llamas si no eres Thanos? — El simple “empezamos” hizo que activara todas mis alarmas, mantenía la esfera en mi mano y una estaca prudentemente escondida en mi chaleco. Mis cejas se alzaron y antes que pudiera hacer cualquier cosa, me subí con una elasticidad y diversión absoluta al tronco que estaba sobre mi cabeza, reposando mis piernas a los lados en lo que me abanicaba sobre la corteza como un juego de niños, mezclado con un deseo que jamás escondía. — Mmm~ Ahora tengo muchas ganas de charlar contigo. Obviamente no soy la única, los cazadores no trabajan solos, deberías saberlo. Puedes buscarlos y aplanar todo el lugar sin probablemente tener éxito o simplemente puedes preguntarme. — Susurré de una forma entre sensual y narcótica. No había nada que me hiciera más feliz que planear asesinatos en pos de venganza, entre más sangrientos mejor, pero él no era de ese estilo. En alguna parte, era tan macabra y violenta como así lo era el hermano del que tenía en frente, me gustaba verlos sufrir y horrorizarse hasta que su alma muera antes que sus cuerpos, la diferencia obvia era que yo cubría mis huellas. Y bien, si a él le molestaban los cazadores, pues teníamos algo en común. ¿Por qué no ayudarnos mutuamente? Después de todo, yo había venido con la mente específicamente diseñada para matar a un vampiro estúpido y para nada pensante. Que por cierto, ridículamente lo habían rastreado mal, algo imperdonable para el grupo, según las reglas que había. Ahora me encontraba de frente con un inmortal limpio, de aparente impunidad y goce. ¿Por qué no podía usarlo para mi gusto? Busqué sus ojos, entrecerrándolos curiosamente, apuntando mis dedos contra la textura de la arboleada.
No tuve que pensarlo demasiado, sus palabras me armaban por sí solas el esquema en el que me encontraba. ¡Qué abrumador que sean tan estúpidos como para no darse cuenta de que había dos! Los vampiros podían moverse muy rápido, pero no tanto para cambiar de país en cuestión de horas. Dejé salir un suspiro pesado y me froté dócilmente contra un árbol, estirando el cuello en tanto me mirada las uñas ennegrecidas. Alcé la vista cuando su movimiento se quedó a unos metros perpendicularmente a mí. Si fuese a matar sin más, era la distancia exacta para dejar caer una granada con partículas de madera dentro. Pero ahora ya no quería eso, me había dado vuelta como solo yo podía hacerlo y le vi sonriendo con tanta emoción que cada uno de los brillosos dientes blancos se hicieron ver. — ¿Te molesta que te persigan buscando a tu hermano? Podrías haberlo matado o metido a dormir en un féretro. ¿O es que acaso tienes amor fraternal? Depende tu respuesta puedo darte algo muy interesante, bueno en realidad te lo diré de todas maneras. — Alcé una mano, dándole la señal que se acercara. Si había algo que podía ayudarme en matar a varias personas en sigilo de un solo tiro; era un vampiro. Llevar la reseña de que Thanos no estaba en esas tierras y que nos habían atacado otros era la coartada perfecta, sería una lástima no poder jugar un poco con sus muertes, pero últimamente estaba apurada. Los cazadores se multiplicaban en cosa de meses y yo quería verlos a todos morirse por haberme quitado a mi propio hermano de mis manos. Me lo habían arrebatado como lo hacen al arrebatar un peluche de una niña, arrancando toda ilusión y amor de su alma. — No me interesa entender a los vampiros. ¿Acaso crees que vivo para su raza? Oh, así que ésta es tu ciudad, ¿o hablas de París? Llegaste un poco tarde si es así, ya está repartida entre el Rey y la iglesia. ¿Cómo te llamas si no eres Thanos? — El simple “empezamos” hizo que activara todas mis alarmas, mantenía la esfera en mi mano y una estaca prudentemente escondida en mi chaleco. Mis cejas se alzaron y antes que pudiera hacer cualquier cosa, me subí con una elasticidad y diversión absoluta al tronco que estaba sobre mi cabeza, reposando mis piernas a los lados en lo que me abanicaba sobre la corteza como un juego de niños, mezclado con un deseo que jamás escondía. — Mmm~ Ahora tengo muchas ganas de charlar contigo. Obviamente no soy la única, los cazadores no trabajan solos, deberías saberlo. Puedes buscarlos y aplanar todo el lugar sin probablemente tener éxito o simplemente puedes preguntarme. — Susurré de una forma entre sensual y narcótica. No había nada que me hiciera más feliz que planear asesinatos en pos de venganza, entre más sangrientos mejor, pero él no era de ese estilo. En alguna parte, era tan macabra y violenta como así lo era el hermano del que tenía en frente, me gustaba verlos sufrir y horrorizarse hasta que su alma muera antes que sus cuerpos, la diferencia obvia era que yo cubría mis huellas. Y bien, si a él le molestaban los cazadores, pues teníamos algo en común. ¿Por qué no ayudarnos mutuamente? Después de todo, yo había venido con la mente específicamente diseñada para matar a un vampiro estúpido y para nada pensante. Que por cierto, ridículamente lo habían rastreado mal, algo imperdonable para el grupo, según las reglas que había. Ahora me encontraba de frente con un inmortal limpio, de aparente impunidad y goce. ¿Por qué no podía usarlo para mi gusto? Busqué sus ojos, entrecerrándolos curiosamente, apuntando mis dedos contra la textura de la arboleada.
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Las palabras serían vanas de estar acompañados alguno de los dos. Si no hubiera mandado a mis ghouls a otra ronda, o si ella hubiera llegado con más cazadores, estaríamos en medio de una pelea. Las cosas resultaban diferentes estando los dos a solas en un territorio en el que las sombras jugaban a favor de ambos. Los cazadores estaban entrenados para aniquilar a los de mi raza pero los inmortales teníamos habilidades que ellos no poseían para anticipar sus movimientos y para encontrar fácilmente su ubicación. Con el tiempo los de la clase de esa chica habían usado esos descuidos de parte de los de mi raza para atraerlos a la carnada, ellos mismos, para luego lanzar a tiempo algunos de sus favoritos juguetes. Plata, balas, flechas, veneno, fuego, un mix de todo eso, lo que fuera, el ingenio de los cazadores e inquisidores no tenía límites. Por esa razón conservé una distancia prudente de la chica a pesar de saber su posición exacta. No tenía dones de clarividente para adivinar qué era lo que ella tenía y sus juguetes podían ser molestos para mí si me acercaba demasiado. Viéndolo de ese modo tenía en mente solo atacar a distancia a menos que la oportunidad de desarmarla se diera en un momento de descuido suyo. Por mientras la charla continuaba, ella con sus suposiciones y yo con mis negaciones. Cada uno tenía en mente algo erróneo acerca del otro debido a que nuestras razas determinaron nuestras reacciones ante encuentros como aquellos.
—Seas tú o quién sea, venir a Inglaterra confundiendo un vampiro con otro puede llevarlos a un gran error. El otro y yo no procedemos de la misma forma así que lamento que no puedas imaginarte lo que te espera— dije omitiendo el comentario sarcástico de mi nexo con Thanos. Si bien éramos hermanos no podíamos ser más diferentes uno del otro. Él buscaba unirse, o ya se había unido, a la pandilla de vampiros por el poder mundial; yo, por mi parte, solo quería llevar mi existencia inmortal teniendo una vida cómoda y alejada del bullicio de las peleas entre vampiros y otras razas. Para nada era un pacifista pero me resultaba una molestia, un gasto de tiempo y recursos, el tener que buscar pelea solo por deporte. La única forma en que me veía involucrado era cuando se metían en mi territorio o cuando algún interés mío estaba siendo amenazado. Fuera de eso la existencia del mundo entero no me importaba. Aunque pareciera algo egoísta solo pensar en lo mío casi siempre había sido de esa forma.
La cazadora saltó mi advertencia con seguir en el tema de Thanos e hizo una oferta que otro en mi lugar habría pensado en aceptar. Escuché pacientemente todo lo que ella tenía que decir y una vez que finalizó curve una leve sonrisa que en la distancia quizá ella no pudo notar. —Simplemente me molesta que se metan en mi camino— respondí sin entrar en detalles de si mi hermano lo hacía o no. La verdad era que nuestros caminos habían tomado diferentes cursos y que a mí no me importaba hacia donde fuera el de él mientras no llegara a Inglaterra. —Con respecto a Thanos, es un asunto que solo pueda arreglarse o terminarse en familia, no planeo discutirlo contigo por lo que te recomiendo hacer un uso más prudente del tiempo de charla que nos queda— proseguí y dirigí una mano hacia uno de los bolsillos de mi chaqueta. Lo que tenía allí no era algo que podía transportarse con facilidad pero que era letal para cualquier oponente. —¿Mi nombre? No es necesario que lo conozcas…a menos que tu retórica me convenza de ello. Antes de interrumpir esta charla con una acción, dime, ¿qué podrías saber o tener tu para acabar con los cazadores y que otras personas no sepan?— dije teniendo en cuenta que como hombre de negocios siempre tenía presente que una buena oferta tenía que ser escuchada. Sin embargo, confiar en una cazadora sería muy difícil a menos que ella quisiera cooperar. —Para empezar, no creo que en una mesa de negociación deban haber armas de por medio. Tú tienes preparado algo para mí y yo algo para ti. ¿Crees que así podemos continuar?— finalicé esperando la respuesta de la cazadora. En ese momento todo dependía de su decisión.
—Seas tú o quién sea, venir a Inglaterra confundiendo un vampiro con otro puede llevarlos a un gran error. El otro y yo no procedemos de la misma forma así que lamento que no puedas imaginarte lo que te espera— dije omitiendo el comentario sarcástico de mi nexo con Thanos. Si bien éramos hermanos no podíamos ser más diferentes uno del otro. Él buscaba unirse, o ya se había unido, a la pandilla de vampiros por el poder mundial; yo, por mi parte, solo quería llevar mi existencia inmortal teniendo una vida cómoda y alejada del bullicio de las peleas entre vampiros y otras razas. Para nada era un pacifista pero me resultaba una molestia, un gasto de tiempo y recursos, el tener que buscar pelea solo por deporte. La única forma en que me veía involucrado era cuando se metían en mi territorio o cuando algún interés mío estaba siendo amenazado. Fuera de eso la existencia del mundo entero no me importaba. Aunque pareciera algo egoísta solo pensar en lo mío casi siempre había sido de esa forma.
La cazadora saltó mi advertencia con seguir en el tema de Thanos e hizo una oferta que otro en mi lugar habría pensado en aceptar. Escuché pacientemente todo lo que ella tenía que decir y una vez que finalizó curve una leve sonrisa que en la distancia quizá ella no pudo notar. —Simplemente me molesta que se metan en mi camino— respondí sin entrar en detalles de si mi hermano lo hacía o no. La verdad era que nuestros caminos habían tomado diferentes cursos y que a mí no me importaba hacia donde fuera el de él mientras no llegara a Inglaterra. —Con respecto a Thanos, es un asunto que solo pueda arreglarse o terminarse en familia, no planeo discutirlo contigo por lo que te recomiendo hacer un uso más prudente del tiempo de charla que nos queda— proseguí y dirigí una mano hacia uno de los bolsillos de mi chaqueta. Lo que tenía allí no era algo que podía transportarse con facilidad pero que era letal para cualquier oponente. —¿Mi nombre? No es necesario que lo conozcas…a menos que tu retórica me convenza de ello. Antes de interrumpir esta charla con una acción, dime, ¿qué podrías saber o tener tu para acabar con los cazadores y que otras personas no sepan?— dije teniendo en cuenta que como hombre de negocios siempre tenía presente que una buena oferta tenía que ser escuchada. Sin embargo, confiar en una cazadora sería muy difícil a menos que ella quisiera cooperar. —Para empezar, no creo que en una mesa de negociación deban haber armas de por medio. Tú tienes preparado algo para mí y yo algo para ti. ¿Crees que así podemos continuar?— finalicé esperando la respuesta de la cazadora. En ese momento todo dependía de su decisión.
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
¿Qué era realmente lo mejor que me podía pasar? ¿O más bien, qué era lo peor? Morirme no iba a ser un descuido, no me lo permitía tan fácilmente aunque inconscientemente lo anhelaba. Si lo pensaba bien tenía bastantes cosas para hacer, saldos que cobrar, venganzas que cubrir, hombres que follar y matar. Todavía quedaban muchas personas hermosas en ese mundo que no se merecían respirar. Y la pelea no había sido lo suficientemente sorprendente como para darme ánimos de detener mi corazón. Así que esperé a que él se calmara, confiar en un vampiro era un cero a la izquierda, una estupidez en cualquier parte del mundo. Y si el tipo se lo creía me confirmaba que estaba frente a un idiota. Para mi suerte se trataba de alguien realmente inteligente y lo suficientemente astuto para comprender que en cierta manera podíamos tener algo en común, no era respirar precisamente. Para mí no había razón por la cual no mandarlo a matar a todos los demás. Él se llevaba dos premios: el territorio estaba vacío y me mandaba a confirmar que no era él el buscado y que no estaba haciendo nada en esa zona en específico. ¿Qué más podía pedir un vampiro que parecía bastante arraigado a sus negocios? A mí por supuesto que no me importaba en lo más mínimo que clase de estupideces se podían encontrar, no me iba a la historia, tampoco al dinero, ni mucho menos al poder. Vivir ya era bastante hostigante para preocuparse por lo demás. — No entiendo por qué te enfadas, ¿acaso ves muy seguido vampiros que son iguales físicamente? Mmm~ ¿Me espera algo? Eso suena bastante bien. Pero no quiero pelear contigo y si me espera algo demasiado atractivo seguramente voy a tener que hacerlo tarde o temprano. — A todo eso, solo podía pensar en su inminente sexualidad y que precisamente eso me haría tener que matarlo luego. Cortaba cabezas luego de cada deseo y realmente me gustaba la cabeza de ese hombre en su lugar.
— Si te molestan aplástalos. Que lo hagas tú seguramente es más fácil si te doy las señales correctas. La verdad es que no quiero llenarme de sangre, tenía planeado que solo cayera uno, pero me vienes bastante bien para variar un poco los cálculos. — Al final había terminado por subirme al árbol, disfrutando completamente de los movimientos de mis músculos estirándose. Casi siempre me encontraba tensa ante la rapidez con la que podía actuar o no, en ese caso solo esperaba una señal para reírme o para tirar las armas que tenía. Aunque nunca todas, quizá si me quedaba desnuda podía soltarlas, sin embargo eran tantas que de otra manera era sumamente complicado. Así que ignoré los cuchillos simples que tenía, de todos modos no importaba, no planeaba matarlo aunque tuviese la oportunidad. No era mi presa y cuando algo no era mi presa siempre podía transformarla en un aliado espontaneo. De minutos al menos, luego era como si no existiera, nadie lo hacía realmente. — ¿Nunca te cruzaste con un grupo armado de cazadores? Tienen muchas trampas, cosas que los vampiros no pueden evadir, como el fuego. Usualmente a un cazador ningún ser sobrenatural puede molestarlo de noche, probablemente se achicharrarían o terminarían bañados en ácido. — Pero eso no era lo que realmente tenía que decir, eso lo sabía perfectamente, esa sonrisa, diversión y espectáculo que le daba al vampiro no tenía nada que ver con lo que él quería escuchar para hacer valer mis intenciones, porque no conocía la historia, la amargura de vivir constantemente rodeada de enemigos. — No tengo preparado nada, solamente cuido mi espalda lindo vampiro, ¿acaso quieres que tire mis armas y quede desprotegida? No suena astuto. Como sea, desde hace años planeo la muerte de cada integrante de esta familia de cazadores. Ellos me robaron porque tenía su sangre, mataron a mi hermano. Después de unos años se pensaron que los había perdonado. Los humanos son tan patéticos como tú crees que son. Pero son hábiles, no es fácil matarlos, menos a todos juntos. Toma, te daré ésto. — Lo que quería usar para atacarlo fue puesto en mi mano, a simple y completa vista del hombre, una pequeña bola, insignificante a simple vista pero quería suponer que él podía imaginarse la inmensidad del asunto y seguramente podría usarlo para su beneficio en algún futuro. A todo esto mi sonrisa divertida y emocionada estaba completamente anulada y mi rostro era la viva imagen de alguien que quería venganza, el odio y rencor se habían escapado por unos segundos, mostrándose a raja tabla.
— Si te molestan aplástalos. Que lo hagas tú seguramente es más fácil si te doy las señales correctas. La verdad es que no quiero llenarme de sangre, tenía planeado que solo cayera uno, pero me vienes bastante bien para variar un poco los cálculos. — Al final había terminado por subirme al árbol, disfrutando completamente de los movimientos de mis músculos estirándose. Casi siempre me encontraba tensa ante la rapidez con la que podía actuar o no, en ese caso solo esperaba una señal para reírme o para tirar las armas que tenía. Aunque nunca todas, quizá si me quedaba desnuda podía soltarlas, sin embargo eran tantas que de otra manera era sumamente complicado. Así que ignoré los cuchillos simples que tenía, de todos modos no importaba, no planeaba matarlo aunque tuviese la oportunidad. No era mi presa y cuando algo no era mi presa siempre podía transformarla en un aliado espontaneo. De minutos al menos, luego era como si no existiera, nadie lo hacía realmente. — ¿Nunca te cruzaste con un grupo armado de cazadores? Tienen muchas trampas, cosas que los vampiros no pueden evadir, como el fuego. Usualmente a un cazador ningún ser sobrenatural puede molestarlo de noche, probablemente se achicharrarían o terminarían bañados en ácido. — Pero eso no era lo que realmente tenía que decir, eso lo sabía perfectamente, esa sonrisa, diversión y espectáculo que le daba al vampiro no tenía nada que ver con lo que él quería escuchar para hacer valer mis intenciones, porque no conocía la historia, la amargura de vivir constantemente rodeada de enemigos. — No tengo preparado nada, solamente cuido mi espalda lindo vampiro, ¿acaso quieres que tire mis armas y quede desprotegida? No suena astuto. Como sea, desde hace años planeo la muerte de cada integrante de esta familia de cazadores. Ellos me robaron porque tenía su sangre, mataron a mi hermano. Después de unos años se pensaron que los había perdonado. Los humanos son tan patéticos como tú crees que son. Pero son hábiles, no es fácil matarlos, menos a todos juntos. Toma, te daré ésto. — Lo que quería usar para atacarlo fue puesto en mi mano, a simple y completa vista del hombre, una pequeña bola, insignificante a simple vista pero quería suponer que él podía imaginarse la inmensidad del asunto y seguramente podría usarlo para su beneficio en algún futuro. A todo esto mi sonrisa divertida y emocionada estaba completamente anulada y mi rostro era la viva imagen de alguien que quería venganza, el odio y rencor se habían escapado por unos segundos, mostrándose a raja tabla.
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Los tiempos sin duda empezaban a volverse cada vez más locos. En el pasado los cazadores no buscaban para nada el beneficio que podían obtener de algún inmortal como la chica del bosque parecía seguir. Para mala suerte de ella, yo era un vampiro muy tradicional y no confiaba en nadie más que en mí mismo. La charla empezaba a desviarse de lo que era una caza por un rostro igual al mío, hacia una propuesta de ‘mutuo beneficio’. Nada de lo que estaba diciendo ella tenía sentido para mí. —Te enfadarías también si tuvieras un doble tuyo problemático— dije intentando restarle importancia. Hasta ese momento la única conclusión certera que tenía era que estaban detrás de la cabeza de mi hermano y por obvias razones. En París intenté advertirle de lo que le esperaba si seguía con ese comportamiento irracional pero en nada me había escuchado. El producto de su descuido lo tenía que atestiguar yo y, aún peor, encargarme de ello. En Inglaterra las cosas estaban tranquilas, los inmortales teníamos una vida bastante segura y el equilibrio no pendía de un hilo como en Francia. Sin embargo, si las acciones de mi hermano estaban traspasando las fronteras era hora de ponerle un alto a los que le seguían.
—¿Tienes idea de lo extraño que es escuchar que un cazador no quiere pelear?— comenté con un tono incrédulo. Esa mujer no estaba allí solo para admirar la belleza del bosque o entrar en comunión con la luna. Sus intenciones las intentaba ocultar o simplemente creía que un inmortal aceptaría una tregua tan fácilmente. Si ella quería alguna clase de pacto primero tenía que probar su fiabilidad. Fingí escucharla con interés mientras afirmaba que podría serle útil en sus planes con respecto a los cazadores que estaban en el territorio. Ella parloteaba con respecto a las trampas que solían tener ellos y las pistas que podía darme para terminar con ellos. ¿Me importaba? En lo más mínimo. Solo me quede observándola mientras trepaba de una rama a otra. Su flexibilidad era de asombrar pero en general los cazadores poseían esos movimientos para poder hacerle frente a los sobrenaturales. Años de entrenamiento les daban buenos frutos pero nosotros lo teníamos todo aquello por naturaleza. Si no fuera por sus juguetes no tendrían como hacernos frente.
Y, hasta el final, la mujer llegó a sus razones para querer matar a los cazadores. Una historia conmovedora que tampoco me interesaba escuchar pero ella parecía pensar que con ello se acercaba a convencerme. Solo me limité a seguir escuchándola hasta que terminara de hablar. Lo último que tuve de ella fue la oferta de uno de sus juguetes. Lo miré despectivamente y no lo tomé sino que me mantuve a distancia de ella. Busqué su rostro con la mirada, un rostro muy hermoso para ser el de una cualquier humana, pero no estaba allí para valorar o no su hermosura. Al igual que en algunas cobras, esa hermosura podía ser letal. —No me interesan tus juguetes o tus historias. Hasta ahora la mitad de lo que has dicho me interesa lo mismo que tu vida— respondí fríamente. Algo tenía que hacer y era el momento decisivo. Si la atacaba todo estaría en manos de la suerte pero si le creía corría el riesgo de que me atacara por la espalda. —Si quieres un trato no estás cerca de conseguirlo pero es posible que yo pueda arreglarlo. ¿Quieres charlar con un inmortal? Tira tus armas, tu ropa, y tu palabrería absurda— dije no dándole opción a más. —Al contrario de muchos mortales, existimos vampiros que tienen palabra, te doy la mía de que haremos una tregua si dejas todas tus herramientas de cazadora. En todo caso solo pido que renuncies a lo que más odias, ¿no es así?— concluí con la firma decisión de seguir mi palabra. Al contrario de otros vampiros no tenía por qué no cumplirla. Si ella demostraba que en verdad quería un pacto limpio lo tendría.
—¿Tienes idea de lo extraño que es escuchar que un cazador no quiere pelear?— comenté con un tono incrédulo. Esa mujer no estaba allí solo para admirar la belleza del bosque o entrar en comunión con la luna. Sus intenciones las intentaba ocultar o simplemente creía que un inmortal aceptaría una tregua tan fácilmente. Si ella quería alguna clase de pacto primero tenía que probar su fiabilidad. Fingí escucharla con interés mientras afirmaba que podría serle útil en sus planes con respecto a los cazadores que estaban en el territorio. Ella parloteaba con respecto a las trampas que solían tener ellos y las pistas que podía darme para terminar con ellos. ¿Me importaba? En lo más mínimo. Solo me quede observándola mientras trepaba de una rama a otra. Su flexibilidad era de asombrar pero en general los cazadores poseían esos movimientos para poder hacerle frente a los sobrenaturales. Años de entrenamiento les daban buenos frutos pero nosotros lo teníamos todo aquello por naturaleza. Si no fuera por sus juguetes no tendrían como hacernos frente.
Y, hasta el final, la mujer llegó a sus razones para querer matar a los cazadores. Una historia conmovedora que tampoco me interesaba escuchar pero ella parecía pensar que con ello se acercaba a convencerme. Solo me limité a seguir escuchándola hasta que terminara de hablar. Lo último que tuve de ella fue la oferta de uno de sus juguetes. Lo miré despectivamente y no lo tomé sino que me mantuve a distancia de ella. Busqué su rostro con la mirada, un rostro muy hermoso para ser el de una cualquier humana, pero no estaba allí para valorar o no su hermosura. Al igual que en algunas cobras, esa hermosura podía ser letal. —No me interesan tus juguetes o tus historias. Hasta ahora la mitad de lo que has dicho me interesa lo mismo que tu vida— respondí fríamente. Algo tenía que hacer y era el momento decisivo. Si la atacaba todo estaría en manos de la suerte pero si le creía corría el riesgo de que me atacara por la espalda. —Si quieres un trato no estás cerca de conseguirlo pero es posible que yo pueda arreglarlo. ¿Quieres charlar con un inmortal? Tira tus armas, tu ropa, y tu palabrería absurda— dije no dándole opción a más. —Al contrario de muchos mortales, existimos vampiros que tienen palabra, te doy la mía de que haremos una tregua si dejas todas tus herramientas de cazadora. En todo caso solo pido que renuncies a lo que más odias, ¿no es así?— concluí con la firma decisión de seguir mi palabra. Al contrario de otros vampiros no tenía por qué no cumplirla. Si ella demostraba que en verdad quería un pacto limpio lo tendría.
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Re: Who dies first? [Adrien D. Blake]
Él debía estar loco para pensar que realmente me estaba importando todo lo que ocurría a mí alrededor. Lo único que era relevante en ese mundo era la venganza, el odio total por quienes jugaron y maldijeron una vida ajena. Así que sí, deseaba con una emoción totalmente descarrillada que él me ayudara. ¡Podía deshacerme de todos ellos juntos sin inventar una gran historia! Y claro que podía darle como recompensa limpiar su nombre y mantener a su hermano en otra parte del mundo. Matarlo con mis propias manos si era necesario, sabía que era posible, tenía muchos trucos y usarlos no se me daba en absoluto mal. Los vampiros tenían poderes y habilidades fuera de la normalidad total, sin embargo los cazadores tenían la inteligencia suficiente para hacerles frentes sin mucho trabajo. Me preguntaba muchas veces como es que podíamos llegar a vencer a inmortales de larga edad solo con un mínimo de dificultad. — No te puedo ayudar, solo hay una como yo. — Jugué al tiempo que relamía mis labios y dejaba escapar una risa entre dulce y grave sin ponerle atención a todas esas sensaciones que el otro vampiro estaba experimentando.
— ¿Sabes lo extraño que es que un vampiro pueda hablar sin ser un irrelevante o gorila testarudo? Cuando hay oportunidades siempre es bueno utilizarlas, el mundo no es tan fácil de combatir. — Eludí su pregunta con otra más, pues no tenía ni la menor idea de cuál sería la respuesta indicada a lo que me decía. ¿Pelear? ¿De qué servía si no hay un fin positivo? ¿Para qué rayos iba a intentar matarlo si no iba contra él la misión? No me dedicaba a matar a sobrenaturales “porque sí”, lo cual era bastante bueno por parte de la organización. Ellos se fijaban exactamente quien causaba problemas, si Adrien no lo hacía no tenía por qué morir. Sus ojos claros estaban bastante fríos en mi contra y decidí que no era buena opción irle de contrera, si me quería matar seguramente ya lo habría hecho y aunque tenía mil estrategias por las dudas, era obvio que no lo iba a convencer así. Suspiré y me quedé estática por un rato mirándole ir y venir. Ese vampiro, aunque bastante cuerdo, se notaba que nunca había estado en contra de ese grupo de cazadores, no eran como cualquier otro. Por lo tanto pocos vampiros podían hacerle frente, mi ayuda era lo más cercano a ganar que podría tener, estaba bastante segura de ello. — ¿Acaso eres imbécil o trabajas para afinar tus capacidades de estupidez? Eres un vampiro y si quisiera matarte lo intentaría ahora, no más tarde. — Algo enojada alcé las cejas y me dispuse a acercarme al hombre con calma, un segundo después me dispuse a desabrochar la camisa que cubría mi torso y pecho, un cuerpo pequeño aunque con buenas curvas que estaban firmes en su totalidad, los abdominales muy hermosamente se marcaban en una línea recta desde debajo de los senos hasta el principio del pantalón. — Si no fuese que se hace tarde no me molestaría en que tuviésemos una charla a cuerpo desnudo pero ya sabes, el tiempo apremia. Las cosas que no te interesan algunas veces deberían. Si no me hubiese interesado escuchar tu pena de que no eras tú hermanito ahora estaría corriendo sangre. Que terco, no seas un niño. — Sonreía de lado a su frialdad y con calma dejé caer la camisa que hizo un sonoro ruido cuando cayó contra la tierra, parecía ser de metal por la cantidad de peso pesado que se salió, alcé las manos y hundí los dedos contra la nuca y los cabellos, la sonrisa se me formó de oreja a oreja cuando estuve a poco más de dos metros de distancia y le miraba con una expresión entre dulce y pícara. — Nunca voy a renunciar a ser cazadora, eso que odio es lo único que soy. ¿Acaso puedes renunciar a ser un vampiro? Ya quisiera ver si con solo quererlo mucho no te haces arena bajo el sol. — Esta vez me burlé y seguí estirando las manos hasta tocar con la punta de los dedos una rama, dejando la parte superior de mi cuerpo a descubierto, me había quedado parada frente a él, obviamente los pantalones no me los había quitado, allí había algunos cuchillos que relucían aunque con las manos tan arriba probablemente me tomaría al menos cinco segundos sacarlas para poder atacar, tiempo de sobra para que me aniquilara. — ¿Quieres sacarme los pantalones tú? Aunque no tengo muchas intenciones de ir desnuda como indígena por este bosque. —
— ¿Sabes lo extraño que es que un vampiro pueda hablar sin ser un irrelevante o gorila testarudo? Cuando hay oportunidades siempre es bueno utilizarlas, el mundo no es tan fácil de combatir. — Eludí su pregunta con otra más, pues no tenía ni la menor idea de cuál sería la respuesta indicada a lo que me decía. ¿Pelear? ¿De qué servía si no hay un fin positivo? ¿Para qué rayos iba a intentar matarlo si no iba contra él la misión? No me dedicaba a matar a sobrenaturales “porque sí”, lo cual era bastante bueno por parte de la organización. Ellos se fijaban exactamente quien causaba problemas, si Adrien no lo hacía no tenía por qué morir. Sus ojos claros estaban bastante fríos en mi contra y decidí que no era buena opción irle de contrera, si me quería matar seguramente ya lo habría hecho y aunque tenía mil estrategias por las dudas, era obvio que no lo iba a convencer así. Suspiré y me quedé estática por un rato mirándole ir y venir. Ese vampiro, aunque bastante cuerdo, se notaba que nunca había estado en contra de ese grupo de cazadores, no eran como cualquier otro. Por lo tanto pocos vampiros podían hacerle frente, mi ayuda era lo más cercano a ganar que podría tener, estaba bastante segura de ello. — ¿Acaso eres imbécil o trabajas para afinar tus capacidades de estupidez? Eres un vampiro y si quisiera matarte lo intentaría ahora, no más tarde. — Algo enojada alcé las cejas y me dispuse a acercarme al hombre con calma, un segundo después me dispuse a desabrochar la camisa que cubría mi torso y pecho, un cuerpo pequeño aunque con buenas curvas que estaban firmes en su totalidad, los abdominales muy hermosamente se marcaban en una línea recta desde debajo de los senos hasta el principio del pantalón. — Si no fuese que se hace tarde no me molestaría en que tuviésemos una charla a cuerpo desnudo pero ya sabes, el tiempo apremia. Las cosas que no te interesan algunas veces deberían. Si no me hubiese interesado escuchar tu pena de que no eras tú hermanito ahora estaría corriendo sangre. Que terco, no seas un niño. — Sonreía de lado a su frialdad y con calma dejé caer la camisa que hizo un sonoro ruido cuando cayó contra la tierra, parecía ser de metal por la cantidad de peso pesado que se salió, alcé las manos y hundí los dedos contra la nuca y los cabellos, la sonrisa se me formó de oreja a oreja cuando estuve a poco más de dos metros de distancia y le miraba con una expresión entre dulce y pícara. — Nunca voy a renunciar a ser cazadora, eso que odio es lo único que soy. ¿Acaso puedes renunciar a ser un vampiro? Ya quisiera ver si con solo quererlo mucho no te haces arena bajo el sol. — Esta vez me burlé y seguí estirando las manos hasta tocar con la punta de los dedos una rama, dejando la parte superior de mi cuerpo a descubierto, me había quedado parada frente a él, obviamente los pantalones no me los había quitado, allí había algunos cuchillos que relucían aunque con las manos tan arriba probablemente me tomaría al menos cinco segundos sacarlas para poder atacar, tiempo de sobra para que me aniquilara. — ¿Quieres sacarme los pantalones tú? Aunque no tengo muchas intenciones de ir desnuda como indígena por este bosque. —
Imara Rákóczi- Cazador Clase Alta
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