¿Olvidar? Demasiados siglos para hacerlo. [libre]

por Erlend Cannif** Dom Mayo 08, 2016 6:45 am

Una noche más de esta eterna no vida, las luces y sombras de aquella ciudad francesa bailaban frente a mis ojos, ocultando así el rostro de personas con alma que ya en nada se parecían a mi.
Cabalgue por sus calles despacio, inundando mi nariz de los mil y un olores que desprendía. Todos aromas distintos, perfumes caros, suciedad e inmundicia, alcohol, mas ninguno de ellos tan fuerte y ansiado como aquel del que era fiel esclavo, la sangre.

Detuve mi caballo frente a una concurrida taberna, su aspecto antiguo y poco iluminado no parecía invitar a las damas de alta cuna, más era perfecta para alguien como yo. No deseaba ser molestado, solo beber lo suficiente como para olvidar.

Desmonte con suma agilidad de mi negro corcel y acaricie suavemente su hocico, que golpeo mi rostro dulcemente, seguramente tratando de disuadirme de la idea de entrar.
-Demasiados siglos para olvidar -susurre dándome la vuelta decidido a empezar así mi noche -espérame aquí.

Entre por sus puertas cuando el repiqueteo de las campanas de la catedral anunciaban la media noche, más las campanadas pronto se fundieron con el barullo de la concurrida sala.
Como sospechaba pocas mujeres de alta alcurnia, no podía presumir lo mismo sobre los hombres que la mayoría ya ebrios, parecían coger fuerzas para cometer sus infidelidades en el local de enfrente.

Olor a sudor, alcohol y humo se fundían en aquel cargado y depravado ambiente.
Tome asiento en la barra, con paso firme, no era mi intención llamar la atención aquella noche, solo buscaba la soledad en un buen vaso de alcohol.
-Pongame Whiskey -ordené parco en palabras.
No tardo en colocar frente a mi un vaso cochambroso, que se esmero en rellenar hasta los bordes.
Eche mano a la botella cuando se dispuso a llevársela, con el vaso no tenia ni para empezar, así que mejor que no se la llevara muy lejos.
Este pareció captar el mensaje, así que la dejo sobre la barra y se alejo para seguir sirviendo al resto de clientes, en los que por cierto aun no había reparado.
De un trago apure aquel vaso de liquido cristalino, sintiendo como abrasaba mi garganta con una amarga suavidad.
Para olvidar, aun necesitaría mucho mas, replete el vaso nuevamente dispuesto a repetir la misma acción en un bucle sin fin.

por **Tania Fernandez** Lun Mayo 30, 2016 2:58 pm

Esta era su realidad, lo había sido desde tanto tiempo que ya la verdad no esperada algo mejor. Su alma se había resignado a vivir entre gente de la más baja clase, mesclada con escoria de la sociedad y aunque aun así en ese lugar se había logrado una buena fama y ganado el respeto de muchos. No podía olvidar su pasado, de donde vino y lo que había significado para ella. Estaba agradecida por cada lección que le había dado la vida, eso la había convertido en una mujer fuerte, quien no se dejaría intimidar por nadie. Por eso cuando estaba en algún aprieto acudía rápidamente a su astucia y conocimiento del mundo.

Por eso cuando el borracho zapatero quiso aprovechar que no estaban en los terrenos del burdel para poder tener una probadita gratis de lo que siempre había presumido Tania sobre sus dotes de amante nocturna. Pero en este momento no estaba trabajando y tampoco estaba como encargada del burdel por esos días. Deseaba ser libre por un tiempo, lejos de lo que lo que la caracterizaba, tal vez hacer un viaje a algún lugar lejano para distraerse un poco. Pero las malas costumbres siempre terminan siendo las más fuertes y en su día libre término en una taberna… — Jhon, Hoy no estoy trabajando, si quieres tocar ve al burdel y paga — refunfuño quitando la garras del zapatero de su trasero. Este quiso reprochar, pero la mujer se retiro de su perímetro y la perdió en segundos.

Sin notarlo; pues quería era desaparecer. Termino sentada en una mesa que estaba ocupada por algún forastero que había llegado hace poco, pero que nadie se había atrevido ni a susurrar sobre esa persona, pero también estaban perdidos en su mundo y posiblemente pocos se había dado cuenta de su presencia. Hasta para la misma Tania quien se había sentado allí, sin percatarse que alguien estaba ocupando la mesa… — ¿Lo incomodo? — pregunto, ladeando su rostro, en búsqueda de molestia.

por Erlend Cannif** Mar Mayo 31, 2016 1:56 am

No tuve que girarme para ver la expectación que aquella mujer latina creo en aquella cochambrosa taberna.
Sonreí de medio lado escuchando los comentarios que se generaban a mi alrededor, al tiempo que portaba nuevamente el vaso a mis labios para apurar aquel liquido cristalino.

Los pasos de la fémina, sonaban huecos por aquel lugar, buscando sin duda, taburete libre donde sentarse sin ser molestada, aunque no tardo en ser detenida en su avance por un hombre de mediana edad.
Que ya ebrio, trato de sobrepasarse, conocido por la dama y de nombre John, quería obtener de su cuerpo y de forma gratuita al parecer, lo que aquella noche no podía pagar en el burdel.

No pude evitar recordar mi primera y ultima visita a este, sin duda me había divertido infinitamente allí. No podían decir lo mismo los muebles de aquella habitación que esperaba la señorita hubiera podido reamueblar.
Su cuerpo, ahora sí, encontrado por mis ojos, y repasado de arriba abajo, terminó en el mismo lugar donde mi soledad me había sentado minutos antes.
Una mujer de cuerpo curvilíneo, con dos buenas razones para permitirle ocupar la silla, acompañada de un rostro que invitaba al deseo y un pelo ondulado que caía salvaje hasta la mitad de su cintura.
Todo ello envuelto en una capa para no llamar la atención. Bonito lazo para tan lindo regalo pensé . Aun tratando de vislumbrar si acabaría resultando mi cena de aquella noche o por el contrario, solo una buena acompañante de borrachera.

-¿Lo incomodo? -preguntó observarme.

Negué con la cabeza, mientras alzaba el vaso portándolo nuevamente a mis labios.

-no sabe elegir compañía, mi señora -musité con una sonrisa picara, más cargada de verdad.
De todos los hombres de aquel lugar tenia que acabar sentada posiblemente con el mas letal de ellos.

Relamí mis labios sintiendo el abrasador sabor del buen whiskey entrar por mi garganta. Una buena botella sin duda.
-¿una copa? -Pregunté por primera vez hundiendo mis ojos en los suyos -parece que ninguno de los dos desea ser molestado esta noche.

por **Tania Fernandez** Lun Jul 11, 2016 8:21 pm

¿Porque estaba allí si era un su día libre? Debía admitir que era la muchedumbre la que la hacía sentir bien. Estaba acostumbrada a ese estilo de vida, que solo pensar que debería salir a un simple paseo por la ciudad o estar sola en su pequeña habitación, la deprimía. Este era su ambiente y no podía negarlo. Se sentía bien, aunque en ocasiones sucedían algunos percances, sentía que era su lugar.

Para ella todos aquí podía ser una mala compañía, pero sabía que lo serian, solo si ella los dejaba, por eso rio suavemente, mientras terminaba de acomodarse en el asiento anteriormente libre — Si, es cierto, es algo que no sé hacer— se alzo los hombros. Le restaba importancia, pues siempre había estado rodeada de malas personas, tal vez porque ella era uno de ellos.

— Es cierto, por ahora solo deseo ser un espectro, ver como se mueve este mundo, sin ser protagonista de esta escena — pícaramente termino guiñándole el ojo, pues sabía que podría no ser la única en que pudiera querer pasar desapercibido esta noche — pero cuando eres alguien reconocible es muy difícil pasar desapercibido — en este mundo también había estrellas, que se creaban una pequeña fama entre la multitud lo que hacía que pudieran cobrar más de lo normal. Tania se había convertido en un icono, por ser la encargada del burdel más popular de la zona de París, además por ser una de las pocas que se atrevía a elegir a su clientela, no cualquiera estaba en su cama. Principalmente su clientela se formaba de importantes ministros de la corte, empresarios de clase alta y hasta altos funcionarios de la iglesia, cualquiera con suficiente dinero como para darle y no tener que trabajar por un mes.

por Erlend Cannif** Dom Jul 31, 2016 9:54 am

Mire con picarda a aquella desconocida que como yo y por aquella noche solo deseaba pasar desapercibida, ser ignorada por el resto del mundo y beber su copa tranquila, mas la verdad había elegido el peor lugar del mundo para ello.
-Quizás no pueda ayudarte en pasar desapercibida, a fin de cuentas tu belleza destaca en este local donde los hombres no son capaces de desviar sus ojos de tu cuerpo, algo de lo que no puedo culparlos -añadí deslizando mis ojos por este con picardía y descaro -mas por el contrario -susurré cogiendo el taburete de la dama y tirándolo hacia mi para quedar pegados -si puedo lograr que ni uno solo se os acerque.

Vi su cara de sorpresa frente a mi gesto, y con un mero movimiento de cabeza le señale la espada bastarde que pendía de mi espalda y que sin duda alejaría a cualquier idiota que se atreviera a tan solo cruzar la mirada con ella.
Y eso sin saber que lo mas peligroso de mi no residía en ese arma legendaria si no en el monstruo que albergaba en mi interior y que solo se saciaba, con sangre, sexo y alcohol.
Por suerte estaba ingiriendo grandes cantidades de lo tercero, aquella noche en principio solo deseaba como ella fundirme en el ambiente, ser uno mas y bebe hasta no poder sostenerme en pie.

-¿Cuénteme? -pregunté dando un nuevo sorbo de mi jarra ya casi vacía -¿que lleva a una mujer como vos a terminar en un sitio como este rodeado de chusma?
Pedí al mesonero una botella de absenta ya que tanto mi jarra como su copa parecían ya apunto de ser agotadas -y si esta botella la disfrutamos en otro sitio menos ¿cargado? -pregunté sonriendo de forma ladina -¿o acaso disfruta sintiéndose observada mamad?

Lleve mi mano a su pierna que acaricie con la yema de mis dedos lentamente sintiendo la calidez de su piel mientras mis ojos se fundían en su rostro, intentando interpretar cada gesto motivado por ese descarado roce de mi piel.

Ni toda la oscuridad de la zona donde nos entrabamos, por apartada que quedara del resto de la taberna podía opacar la belleza de aquella mujer de aspecto latino que olía a violetas, sin lugar a dudas no era una mujer del campo, su aspecto era mas bien de una dama de clase alta, mimada y bien cuidada algo que me descuadraba con que alguien como ella a esas horas de la noche no se encontrara en sus aposentos, bien custodiada o por marido o padre que se encargara de que nadie como yo mancillara su honor.

-¿Quiere cabalgar conmigo? -sin duda mis palabras estaban llenas de intención y sonaban roncas y directas, ahora le tocaba el turno a aquella dama de largos cabellos.
Acaricie con mis dedos la boquilla de la botella de absenta esperando su respuesta, tentado a llevarla a mis labios para continuar aquella noche que para mi apenas había empezado.

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