End of innocence | Privado

por **Svein Yngling** Vie Mayo 13, 2016 11:32 pm

La partida de Dipti durante el último año le había marcado fuertemente. Era el único esclavo de sangre en su vida que se había ido, pero como siempre los que había tenido habían estado a su lado de forma voluntaria, no tuvo el valor de obligarla a quedarse en contra de su voluntad. Todos sus esclavos hasta la fecha habían tenido aquella opción, siempre, aunque nunca la había dicho de forma explícita, pero nadie estaba estrictamente obligado, pues al final, tenía tremendamente claro que a veces vivir con él era un suplicio para los demás. Ahora, se quedaba con sus otros dos esclavos, Anneka y Yoltic, siendo ellos quienes más tiempo llevaban a su lado; pero no estaba del todo contento con aquello, y es que él era un ser de costumbres, de rutinas y de ningún tipo de excepciones. Él nada más estaba conforme siempre y cuando se siguieran ciertos tipos de patrones y procedimientos de los cuáles él era el director y, si había algo que no soportaba, por más infantil o idiota que sonara, eran los números pares. Por lo que o se deshacía de uno de sus esclavos o se conseguía otro, pero tener solo dos no era una opción; y por esa misma razón era que históricamente siempre había tenido tres.

Sin embargo, no iba a permitir que este nuevo esclavo se le escapara de su lado, como Dipti había hecho. De allí en adelante, todo aquel con quien compartiera su sangre no iba a preguntarle antes de invitarlo ni a hacerle una oferta maravillosa que no iba a poder rechazar, ni iba a aparecérsele como si se tratase de un Dios que venía a su salvación. No, esta vez andaba caprichoso, iba a darse el lujo de mirar humano por humano para ver cuál le apetecía más tener bajo su control y, aquel que le gustara, simplemente lo iba a tomar. Sí, ese iba a ser su plan. Así fue que se encaminó hacia una parte de París que jamás antes había pisado: el burdel. ¿Por qué el burdel? Porque por más antagónicos que sonaran sus propósitos, en realidad no pretendía hacer sufrir a nadie, sino satisfacer un capricho, por lo que se fue a donde pensó que podría encontrar personas con gran desdicha, tan grande que aunque fueran abducidos por un vampiro maldito como él, aquello no sería una desdicha más grande en la que ya se encontraban.

Así, comenzó a pasearse sigilosamente por entre los pasillos de aquel lugar con olores de dudosa procedencia, olores que le desagradaban y lo cuales había olvidado ya en su vida humana. Se paseó mientras que se concentraba y usaba la clarividencia para tener visiones sobre sus pasados. hasta que un humano en general le llamó tremendamente la atención. Era un muchacho de cabellos rojizos que al buscar visiones sobre su vida, lo veía disfrutar de una posición de clase alta, más no le calzaba para nada de cómo alguien de clase alta iría a decidir mezclarse y relaconarse de tal forma en un lugar como ese. Curioso, esperó a que se desocupara con el cliente con el que estaba y, apenas que se encontró solo en una de las habitaciones, se adentró en ella sin siquiera tocar la puerta, sino nada más cerrándola y pasando el pestillo una vez dentro. Le miró con intensidad, no a los ojos, pero sí hacia su dirección en general. Se quedó allí de pie, con sus ojos azul cielo bien abiertos.- ¿Cómo te llamas? Quiero saber tu nombre. -Demandó saber, saltándose saludos y cordialidades. Él tenía un propósito, nada más que eso importaba.