Shades of Gray | Libre

por **Hyun Queneau** Mar Mayo 17, 2016 2:28 pm

En un abrir y cerrar de ojos los regocijos y vivencias que alimentaban su corazón jovial se habían esfumado de sus manos. De la nada le fue arrebatado todo y sin embargo poseía una fortaleza digna de aplaudir para continuar adelante y unas raíces bien cimentadas para no perder el suelo. Las memorias en su mente se desvanecían mientras las tonalidades policromas en el atardecer poco a poco cedían a la venidera oscuridad. Se encontraba dando un paseo vespertino antes de la puesta de sol, una mano dentro del bolsillo del pantalón y la otra sopesaba un par de francos, sin embargo sabía que no sería suficiente para pasar una buena noche. Trataba de maquinar una estrategia perfecta para no tener que soportar un asalto o algo peor.

Poco a poco con pasos mezquinos se abrió lugar entre el tumulto de personas que aún deambulaban como ovejas sin pastor en ese rincón alejado de las portentosas mansiones y petrificadas muecas pertenecientes a la realeza y clase alta. Los murmullos incesantes de los transeúntes le turbaban en ocasiones de sus pensamientos propios, necesitaba un lugar más sereno para descansar. Entonces a tan solo unos pasos de donde él se detuvo escudriñó a la perfección a un hombre de complexión más desarrollada que la suya, traje sobrio y reloj de bolsillo. Divisó la forma en que este tomaba un par de manzanas de un puesto, sabía que no era lo correcto pero así mismo lo que estaba a punto de hacer no lo era en lo más mínimo.

Caminó hacia él una vez guardados los francos nuevamente en el bolsillo chocando adrede en su contra. Los frutos rojos rodaron inevitablemente y en el proceso de disculpa y auxilio al caballero el chico se hizo con una facilidad del reloj de bolsillo.

–Perdón Monsieur, esto es suyo– dijo mientras devolvía las manzanas.

El hombre dirigió una mirada inquisidora, barriéndole de arriba hacia abajo sin soltar comentario alguno. Matías tomó nuevamente su dirección cuando los gritos desesperados del sujeto le percataron que venía tras él.

–¡Maldito ladronzuelo! ¡Deténganle!–

Escapar no era precisamente algo que hubiera planeado, había hurtado antes y supuso que todo sería igual de fácil que en aquel entonces. Abruptamente se vio enfrascado en una persecución, durante su trayecto hacia ningún lugar en particular se llevó consigo a un par de mujeres que charlaban plácidamente.

–¡Disculpen!– soltó, mientras sus pies le impulsaban en su escape, un par de calles había ya de distancia, no habría forma de alcanzarle ahora. Con la respiración agitada sonrió cínicamente y se detuvo en seco desplomándose sobre los arbustos.

por **Drazel Sarbu** Lun Mayo 23, 2016 5:35 pm

Necesito más de esto en mi vida. Ese momento de relajación que transciende a la suma de todo el peso y el trabajo de la semana, un yo impulsado por tu propia naturaleza. Alejarse de la piedra, del suelo duro artificial y pisar la tierra con los pies descalzos revolviéndola al caminar o pisonearla. Era día de descanso para mí, ya saben, ese momento en el que nos ponernos flojos y sólo queremos dedicarnos a aquel que es importante; tú mismo. En mis propias palabras: Yo. Camino entre los arboles hasta que encuentro uno a mi gusto y entonces, lo escalo, porque es lo que yo hago, me encanta escalar, y sentarme ante una gruesa rama y contemplar lo que sea que haya al frente.

Esa tarde de crepúsculo lento descansaba contra un grueso trono, sentado en una rama gruesa a la aunque había subido de una forma por demás ridícula que no quiero rememorar, pero que cierta cicatriz en la pierna me recordara durante un tiempo. Todo a mi alrededor cambiaba lentamente, la noche se volvía más lenta y el crujir de las criaturas alrededor comenzaban a cambiar por uno más seseante y sigiloso. Y me sentí refrescado, con los ojos cerrados y únicamente percibiendo mí alrededor con los oídos. Escuchando crujidos, unos que comenzaron a incrementarse y a tomar un ritmo familiar.

Me levanté, girándome hasta estar de lado contra el grueso tronco, los brazos cruzados y la cabeza recargada en el árbol también. Se acercaba, no aun lo suficiente, por lo que esperé un poco más, escuchando. Y continuó ascendiendo y ascendiendo para, de pronto, detenerse y a continuación escuchar un plof que dejó en silencio de nuevo el ambiente a mí alrededor. Pero yo me encontraba completamente despierto ya y esa curiosidad que cierto tipo de personas tenía, comenzaba a causarme un picor que exigía satisfacción. Ya estaba aquí, ¡qué demonios!

Descendí del árbol con más ruido del que me esperaba y me acerqué, hundiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón, con un andar desgarbado más que en alerta. Reconocí de donde provenía el ruido en aquel silencio renovado, sin embargo, me costó un poco orientarme una vez el silencio se hizo de nuevo, así que cuando encontré a quien provocó mi despertar de aquel exquisito sopor, prácticamente acabé pisándolo por un descuido. Me llevé una impresión ligera al descubrir de qué se trataba y, retrocedí un par de pasos, pisando de nuevo la tierra desnuda, lejos de los arbustos.

—A todos nos gusta correr. —comenté en voz baja, sintiendo más curiosidad por lo que lo había hecho llegar acá que por quien era, cosa que, en naturaleza, no era algo que me inquietara.

Shades of Gray | Libre

Shades of Gray | Libre

Re: Shades of Gray | Libre