AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dark Desire - Flashback [Privado]
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Dark Desire - Flashback [Privado]
Lo único positivo que salió de aquel matrimonio no fue el tener una fachada para llevar a cabo sus oscuros deseos, de hecho, por extraño que lo pareciera lo mejor era la hija de ambos. Louane se volvía más hermosa con cada día que pasaba, con ese aire inocente, con esa pureza infantil que a los ojos de Florian comenzaban a volverla tan… ¿Cuál era la palabra que buscaba?... Tentadora. Y es que al De Molay poco le interesaba ser su progenitor y que su sangre corriendo por aquellas venas. Sus deseos oscuros eran mucho mayores y con cada día que pasaba podía contenerlos menos, de la misma manera en que le era cada vez más difícil contener la molestia que le producía la presencia de Elona, esa que no le permitía ponerle las manos encima a Louane, pero ya encontraría la forma, era cuestión de tiempo.
Así pues, mientras que el momento apropiado para apoderarse de aquella que poco a poco se convertía en su nueva obsesión, Florian no solo mataba el tiempo con las mujeres del burdel sino que también buscaba cualquier mínimo detalle sobre Elona que le hiciera enojar para desencadenar una discusión entre ambos. El hombre la conocía, la estudió durante todos aquellos años que llevaban de “feliz matrimonio” así que sabía que con el empujón necesario, Elona buscaría más oportunidades de trabajo que la llevarían a estar lejos de casa, lejos de Louane a quien hasta aquellos momentos Florian había tratado de una manera adecuada aunque no tan amorosa como otros padres. Ese día en particular, el De Molay era incapaz de encontrar una excusa para hacer molestar a su esposa, quien observaba desde una ventana a la pequeña Louane jugar en el enorme patio. Así que después de meditar unos segundos y sin despegar la mirada del cuerpo de su esposa, se decidió finalmente a hablar.
– Ese vestido que llevas, te hace lucir mal. Tiene un estilo muy juvenil como para alguien de tu edad ¿No lo crees? – mencionó despreocupado, observando en dirección a su esposa desde una silla donde permanecía plácidamente sentado – Deberías usar ropas más acordes para que Louane tenga un buen ejemplo. No querrás que ella crea que esto es lo correcto ¿o si? – prosiguió, conteniendo una carcajada por dentro ante sus propias palabras. ¿Le importaba realmente aquella chiquilla? Para nada, ya que ella al igual que su progenitora eran meros utensilios para Florian, al igual que lo era aquel juego de la familia feliz y perfecta. Fuera de la mansión, los De Molay eran una familia ejemplar, a puertas cerradas, se desencadenaba el infierno.
Una vez escupido el veneno, lo único que tenía que hacer era esperar a que su señora esposa cayera en la trampa. Aguardando entonces la respuesta de Elona, se levantó de la silla donde tanto tiempo permaneció inmóvil, únicamente con la finalidad de acercarse a otra ventana a contemplar a Louane. Cuando sus ojos dieron con la figura de su hija, una sonrisa apareció en su rostro, una que estaba muy lejos de ser pura ya que en esa mirada, solo se leían los oscuros deseos que albergaba su corazón.
Así pues, mientras que el momento apropiado para apoderarse de aquella que poco a poco se convertía en su nueva obsesión, Florian no solo mataba el tiempo con las mujeres del burdel sino que también buscaba cualquier mínimo detalle sobre Elona que le hiciera enojar para desencadenar una discusión entre ambos. El hombre la conocía, la estudió durante todos aquellos años que llevaban de “feliz matrimonio” así que sabía que con el empujón necesario, Elona buscaría más oportunidades de trabajo que la llevarían a estar lejos de casa, lejos de Louane a quien hasta aquellos momentos Florian había tratado de una manera adecuada aunque no tan amorosa como otros padres. Ese día en particular, el De Molay era incapaz de encontrar una excusa para hacer molestar a su esposa, quien observaba desde una ventana a la pequeña Louane jugar en el enorme patio. Así que después de meditar unos segundos y sin despegar la mirada del cuerpo de su esposa, se decidió finalmente a hablar.
– Ese vestido que llevas, te hace lucir mal. Tiene un estilo muy juvenil como para alguien de tu edad ¿No lo crees? – mencionó despreocupado, observando en dirección a su esposa desde una silla donde permanecía plácidamente sentado – Deberías usar ropas más acordes para que Louane tenga un buen ejemplo. No querrás que ella crea que esto es lo correcto ¿o si? – prosiguió, conteniendo una carcajada por dentro ante sus propias palabras. ¿Le importaba realmente aquella chiquilla? Para nada, ya que ella al igual que su progenitora eran meros utensilios para Florian, al igual que lo era aquel juego de la familia feliz y perfecta. Fuera de la mansión, los De Molay eran una familia ejemplar, a puertas cerradas, se desencadenaba el infierno.
Una vez escupido el veneno, lo único que tenía que hacer era esperar a que su señora esposa cayera en la trampa. Aguardando entonces la respuesta de Elona, se levantó de la silla donde tanto tiempo permaneció inmóvil, únicamente con la finalidad de acercarse a otra ventana a contemplar a Louane. Cuando sus ojos dieron con la figura de su hija, una sonrisa apareció en su rostro, una que estaba muy lejos de ser pura ya que en esa mirada, solo se leían los oscuros deseos que albergaba su corazón.
Karl Sellers- Licántropo Clase Alta
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Re: Dark Desire - Flashback [Privado]
“ You think you're in control
But that won't last that long”
But that won't last that long”
La felicidad inundaba la mente de Elona. Nunca pensó que pudiese existir un amor tan puro y libre, tan sublime, como el que sentía por su pequeña Louane. Una sonrisa sincera se posó sobre sus labios mientras la observaba jugar en el jardín ensimismada e ignorante de la mirada atenta de su madre. Sería una mujer muy bella, eso era evidente incluso a la tierna edad en la que se encontraba. Su personalidad era delicada y humilde, tal vez un poco más tímida de lo que le gustaría a Elona, pero con el tiempo aprendería a superarlo. La mujer inclinó ligeramente la cabeza intentado averiguar lo que pretendía la pequeña que agachada luchaba contra la raíz elevada de un árbol. Entonces Louane haló con fuerza pretendiendo extraer la fuerte y arraigada raíz. Por supuesto sus esfuerzos fueron en vano y tras perder el agarre la niña fue a caer sobre sus posaderas. Para su fortuna el césped amortiguó el golpe dejándola solo con la vergüenza pintada en sus sonrojadas mejillas. Elona rio por lo bajo. Tendría que explicarle que algunas veces se requiere más que pura determinación para conseguir nuestros objetivos. Se disponía a salir junto a Louane cuando una voz masculina estropeó su buen humor. La felicidad se evaporó por completo.
Por un momento se sintió tan ofendida e indignada que fue incapaz de declarar una respuesta, solo le miró con incredulidad por las duras palabras. Aún después de todo lo vivido seguía teniendo esperanza en su marido y cada vez que él le demostraba que se equivocaba le dolía profundamente. Finalmente, y tras que él nombrase a su hija, replicó - ¿Cómo te atreves? – le preguntó irguiéndose a pesar de saber que el rubor en su rostro demostraba lo mucho que le habían afectado sus comentarios - ¿Crees acaso tener la autoridad moral para cuestionar lo que mi hija piense sobre mí? – tenía los ojos anegados en lágrimas y la voz ligeramente quebrada pero se negó a ceder al impulso de llorar, no le daría esa satisfacción – Mi vestido es más que apropiado para alguien de mi edad – prosiguió dejando filtrar un dejo de amargura. Los años pasaban y dejaban su rastro tanto en su piel como en su alma. Ya no era la doncella hermosa y deseada de antaño, su carne se ablandaba, su piel se agrietaba y arrugaba de manera que empezaba a ser perceptible y su espíritu se encogía con cada día que pasaba en la vida que ella misma había elegido por despecho. Era consciente de su propio declive y nunca había tratado de ocultarlo por medio de argucias ¿Cómo se atrevía Florian a sugerir algo así?
Él se levantó y ella no pudo evitar retroceder un paso así como no pudo contener el temor que afloró sobre su rostro. Ese día, sin embargo, resultó ser infundado. En lugar de atacarla él se dirigió a una de las ventanas que daban al jardín. Elona sintió como una escalofrió le recorría la espalda y la nuca cuando vio la sonrisa de él al observar a la hija de ambos. Una mala sensación se posó en su estómago pero decidió ignorarla. Tal vez se tratase de su mente jugándole una mala pasada. Sus pensamientos querían decantarse por caminos siniestros, pero ella se lo impidió aferrándose a la indignación que sentía. En ese momento, como en muchos otros en el futuro, desestimó la alarma interna que pretendía avisarle sobre el peligro que corría Louane. Respiró profundamente en un intento por serenarse. Luego se dirigió hasta la puerta de la estancia – Tal vez te gustaría que vistiera como una de las putas que sueles frecuentar ¿Sería ese el ejemplo que preferirías para nuestra hija? – le cuestionó dándole la espalda y aferrando el pomo de la puerta.
Por un momento se sintió tan ofendida e indignada que fue incapaz de declarar una respuesta, solo le miró con incredulidad por las duras palabras. Aún después de todo lo vivido seguía teniendo esperanza en su marido y cada vez que él le demostraba que se equivocaba le dolía profundamente. Finalmente, y tras que él nombrase a su hija, replicó - ¿Cómo te atreves? – le preguntó irguiéndose a pesar de saber que el rubor en su rostro demostraba lo mucho que le habían afectado sus comentarios - ¿Crees acaso tener la autoridad moral para cuestionar lo que mi hija piense sobre mí? – tenía los ojos anegados en lágrimas y la voz ligeramente quebrada pero se negó a ceder al impulso de llorar, no le daría esa satisfacción – Mi vestido es más que apropiado para alguien de mi edad – prosiguió dejando filtrar un dejo de amargura. Los años pasaban y dejaban su rastro tanto en su piel como en su alma. Ya no era la doncella hermosa y deseada de antaño, su carne se ablandaba, su piel se agrietaba y arrugaba de manera que empezaba a ser perceptible y su espíritu se encogía con cada día que pasaba en la vida que ella misma había elegido por despecho. Era consciente de su propio declive y nunca había tratado de ocultarlo por medio de argucias ¿Cómo se atrevía Florian a sugerir algo así?
Él se levantó y ella no pudo evitar retroceder un paso así como no pudo contener el temor que afloró sobre su rostro. Ese día, sin embargo, resultó ser infundado. En lugar de atacarla él se dirigió a una de las ventanas que daban al jardín. Elona sintió como una escalofrió le recorría la espalda y la nuca cuando vio la sonrisa de él al observar a la hija de ambos. Una mala sensación se posó en su estómago pero decidió ignorarla. Tal vez se tratase de su mente jugándole una mala pasada. Sus pensamientos querían decantarse por caminos siniestros, pero ella se lo impidió aferrándose a la indignación que sentía. En ese momento, como en muchos otros en el futuro, desestimó la alarma interna que pretendía avisarle sobre el peligro que corría Louane. Respiró profundamente en un intento por serenarse. Luego se dirigió hasta la puerta de la estancia – Tal vez te gustaría que vistiera como una de las putas que sueles frecuentar ¿Sería ese el ejemplo que preferirías para nuestra hija? – le cuestionó dándole la espalda y aferrando el pomo de la puerta.
Elona De Molay- Humano Clase Media
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Re: Dark Desire - Flashback [Privado]
Se produjo un momento de silencio absoluto,
justo antes de que se abrieran las puertas del infierno.
Stephen King
La presencia de Elona en la misma habitación que él le daba asco, lo ponía de mal humor y llevaba su mente a buscar la manera de hacerla enojar. Su esposa era únicamente un estorbo, un pedazo de carne y huesos que no le servía realmente para nada más que para escupir su veneno y calmar su sed de dolor ajeno, así como también la usaba para calmar la necesidad creciente de Louane que crecía en su interior. Florian sabía de ante mano que esa necesidad de su hija no desaparecería sino que por el contrario, no haría más que aumentar. Los pensamientos recurrentes sobre Louane y todo cuanto deseaba hacerle, lo habían llevado ya a trazar un plan. Necesitaba que su esposa detestara tanto como él compartir un espacio durante mucho tiempo, era indispensable que ella se hartara de sus constantes ataques y buscará la libertad fuera de la casa de los Molay, solo entonces ella dejaría a Louane al cuidado de su (hasta el momento) buen padre y cuando eso ocurriera, la pureza de su hija se desvanecería, consumida por la oscuridad de Florian.
Pensando justamente en su plan y en que ese día todo trascurría con demasiada calma para su gusto, fue que Florian hizo un comentario sobre el atuendo de su esposa. La voz con la que le habló fue neutral, como si le hablará con la mejor de las intenciones y esperando no hacerle daño alguno a su autoestima aunque claro, con él nunca nada era lo que parecía ser. Mentalmente sonrió al ver la expresión en el rostro de Elona. Su esposa estaba dolida y ofendida, además de que tan sorpresivo fue su comentario que hasta se quedó sin palabras por unos segundos tras los cuales se recompuso, únicamente para reclamar a su esposo. El rostro de Florian mostro una expresión de confusión, como si no se hubiera esperado esa reacción por parte de ella.
– ¿Atreverme? Solo he dicho que creo que necesitas cambiar tu atuendo porque lo que llevas ahora me parece juvenil, no he dicho nada que no sea verdad – La siguiente pregunta de su esposa le causo gracia. Florian tenía nula autoridad moral para hablar de esas cosas, sin embargo, poco le importaba eso. Ante la sociedad se había mostrado como un hombre de principios impecables, solo su “amada” Elona conocía un poco más de la oscuridad y desfachatez que existía en su interior y ni siquiera ella conocía del todo lo que su esposo era capaz de hacer – Creo que tengo la suficiente autoridad como para no querer que mi esposa le de un mal ejemplo a nuestra hija – su voz se elevó apenas un poco, mientras que sus ojos se clavaron en los ajenos – y podre ser muchas cosas amor – aquel apelativo más que cariñoso, sonaba a burla – pero nunca me he mostrado de una manera inapropiada frente a nuestra hija – y ante eso último, ella no podía quejarse. El De Molay se mostraba como una figura paterna respetable, al menos hasta el momento.
La sorpresa que antes mostrara desapareció supliéndola por una aparente calma. Fue en ese momento que decidió levantarse de su lugar e ir a observar a su hija desde la ventana. La necesidad de destruir la pureza de Louane y los pensamientos sobre como hacerlo le atacaron la mente, provocando que una sonrisa cargada de oscuridad apareciera en los labios del hombre. Perdido en sus pensamientos, Florian fue capaz de ignorar la presencia de Elona, centrando su atención únicamente en Louane y en la manera en que caminaba despreocupada por el jardín, ignorando que el peor peligro al que pudiera enfrentarse la miraba desde la ventana.
Fueron los pasos de su esposa los que le arrancaron abruptamente del maravilloso momento mental en que se encontraba, además de ser las palabras de ella las que hicieron que por fin Florian decidiera que era momento de atacar de verdad.
– ¿Quién ha dicho que puedes irte? – Con pasos veloces se dirigió hasta la puerta de la estancia, todo para terminar situándose justo detrás de Elona y golpear con el puño la puerta, muy cerca del rostro de su esposa – Elona… – susurró entonces el nombre, acercando su nariz al cabello de su esposa para olerlo antes de proseguir – Amor… – nuevamente aquel apelativo salió de sus labios cargado de burla – Yo solo quiero lo mejor para nuestra hija y para ti. Quiero evitarte los comentarios negativos sobre tu apariencia pero estas más interesada en molestarte que en reflexionar bien lo que te digo, así que no me dejas muchas opciones – la manera tan calma en que hablaba, no correspondía al hombre que segundos atrás había golpeado la puerta ese que de un segundo a otro volvió a hacer acto de presencia cuando la mano que no se mantenía empuñada sobre la puerta fue a la cintura de la mujer, apretando con demasiada fuerza – Si tantas ganas tienes de lucir como las mujeres con las que paso mis noches, tranquila, te conseguiré la ropa adecuada así únicamente tendrás que comportarte como la puta que sé que eres en el fondo.
justo antes de que se abrieran las puertas del infierno.
Stephen King
La presencia de Elona en la misma habitación que él le daba asco, lo ponía de mal humor y llevaba su mente a buscar la manera de hacerla enojar. Su esposa era únicamente un estorbo, un pedazo de carne y huesos que no le servía realmente para nada más que para escupir su veneno y calmar su sed de dolor ajeno, así como también la usaba para calmar la necesidad creciente de Louane que crecía en su interior. Florian sabía de ante mano que esa necesidad de su hija no desaparecería sino que por el contrario, no haría más que aumentar. Los pensamientos recurrentes sobre Louane y todo cuanto deseaba hacerle, lo habían llevado ya a trazar un plan. Necesitaba que su esposa detestara tanto como él compartir un espacio durante mucho tiempo, era indispensable que ella se hartara de sus constantes ataques y buscará la libertad fuera de la casa de los Molay, solo entonces ella dejaría a Louane al cuidado de su (hasta el momento) buen padre y cuando eso ocurriera, la pureza de su hija se desvanecería, consumida por la oscuridad de Florian.
Pensando justamente en su plan y en que ese día todo trascurría con demasiada calma para su gusto, fue que Florian hizo un comentario sobre el atuendo de su esposa. La voz con la que le habló fue neutral, como si le hablará con la mejor de las intenciones y esperando no hacerle daño alguno a su autoestima aunque claro, con él nunca nada era lo que parecía ser. Mentalmente sonrió al ver la expresión en el rostro de Elona. Su esposa estaba dolida y ofendida, además de que tan sorpresivo fue su comentario que hasta se quedó sin palabras por unos segundos tras los cuales se recompuso, únicamente para reclamar a su esposo. El rostro de Florian mostro una expresión de confusión, como si no se hubiera esperado esa reacción por parte de ella.
– ¿Atreverme? Solo he dicho que creo que necesitas cambiar tu atuendo porque lo que llevas ahora me parece juvenil, no he dicho nada que no sea verdad – La siguiente pregunta de su esposa le causo gracia. Florian tenía nula autoridad moral para hablar de esas cosas, sin embargo, poco le importaba eso. Ante la sociedad se había mostrado como un hombre de principios impecables, solo su “amada” Elona conocía un poco más de la oscuridad y desfachatez que existía en su interior y ni siquiera ella conocía del todo lo que su esposo era capaz de hacer – Creo que tengo la suficiente autoridad como para no querer que mi esposa le de un mal ejemplo a nuestra hija – su voz se elevó apenas un poco, mientras que sus ojos se clavaron en los ajenos – y podre ser muchas cosas amor – aquel apelativo más que cariñoso, sonaba a burla – pero nunca me he mostrado de una manera inapropiada frente a nuestra hija – y ante eso último, ella no podía quejarse. El De Molay se mostraba como una figura paterna respetable, al menos hasta el momento.
La sorpresa que antes mostrara desapareció supliéndola por una aparente calma. Fue en ese momento que decidió levantarse de su lugar e ir a observar a su hija desde la ventana. La necesidad de destruir la pureza de Louane y los pensamientos sobre como hacerlo le atacaron la mente, provocando que una sonrisa cargada de oscuridad apareciera en los labios del hombre. Perdido en sus pensamientos, Florian fue capaz de ignorar la presencia de Elona, centrando su atención únicamente en Louane y en la manera en que caminaba despreocupada por el jardín, ignorando que el peor peligro al que pudiera enfrentarse la miraba desde la ventana.
Fueron los pasos de su esposa los que le arrancaron abruptamente del maravilloso momento mental en que se encontraba, además de ser las palabras de ella las que hicieron que por fin Florian decidiera que era momento de atacar de verdad.
– ¿Quién ha dicho que puedes irte? – Con pasos veloces se dirigió hasta la puerta de la estancia, todo para terminar situándose justo detrás de Elona y golpear con el puño la puerta, muy cerca del rostro de su esposa – Elona… – susurró entonces el nombre, acercando su nariz al cabello de su esposa para olerlo antes de proseguir – Amor… – nuevamente aquel apelativo salió de sus labios cargado de burla – Yo solo quiero lo mejor para nuestra hija y para ti. Quiero evitarte los comentarios negativos sobre tu apariencia pero estas más interesada en molestarte que en reflexionar bien lo que te digo, así que no me dejas muchas opciones – la manera tan calma en que hablaba, no correspondía al hombre que segundos atrás había golpeado la puerta ese que de un segundo a otro volvió a hacer acto de presencia cuando la mano que no se mantenía empuñada sobre la puerta fue a la cintura de la mujer, apretando con demasiada fuerza – Si tantas ganas tienes de lucir como las mujeres con las que paso mis noches, tranquila, te conseguiré la ropa adecuada así únicamente tendrás que comportarte como la puta que sé que eres en el fondo.
Karl Sellers- Licántropo Clase Alta
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Re: Dark Desire - Flashback [Privado]
La pregunta cargada de malicia detuvo los movimientos de Elona en seco. Se quedó paralizada frente a la puerta, con la mano en el pomo, a un segundo y un par de movimientos de poder escapar de la amenaza que se cernía sobre ella pero incapaz de obligar a su cuerpo a reaccionar ¿En qué momento había llegado a esa situación? ¿En qué instante de locura había ella consentido que él extinguiera su vida poco a poco? No pasaba un solo día sin que se reprochara a sí misma por la estúpida decisión que tomó en un momento de dolor pueril, por pensar que aquel monstruo podría hacerla feliz. La razón le decía que lo que había vivido hasta el momento no era su culpa, sin embargo era prácticamente imposible no sentir que cargaba con el mundo a sus espaldas por sus malas decisiones ¿Era su culpa o no lo era? ¿Fue su decisión lo que les llevó a la perdición o todo recaía en el perverso espíritu de Floria? ¿Era ella quién conseguía aflorar aquella maldad en el hombre? ¿Podría él haber sido feliz con otra mujer, una que no le llenara de ira cada vez que la mirara? Había hecho todo lo que estaba en sus manos por complacerle pero nada había sido suficiente y poco a poco se acercaban más al borde de un abismo que amenazaba con engullirlos a ambos.
El golpe en la puerta liberó su mente y cuerpo, permitiéndole reaccionar aunque ya fuera tarde para escapar. Se agazapó contra la puerta y levantó una de sus manos intentando protegerse la cara. Se trató de una reacción impulsiva más que premeditada, él jamás le había lastimado en la cara pues eso sería demasiado obvio y las consecuencias de que la familia de Elona se enterase de lo que ocurría bajo su techo podrían ser desastrosas para el propio Florian. Era una lástima que ella no contase en ese momento con la valentía suficiente como para sincerarse con su padre y hermano, eso habría podido ahorrarles muchas penurias a todos los involucrados. Pero la vergüenza y el temor le impedían acercarse y confiar en su propia sangre. Estaba atrapada en las garras de su marido y quisiera o no al final de cuentas sentía que le pertenecía.
Ella se estremeció visiblemente al sentir el cálido aliento de Florian en su nuca. Las palabras que deberían haber estado cargadas de cariño en realidad sonaban como una macabra burla a sus oídos. – No - gimoteó por lo bajo presintiendo lo que vendría a continuación. Las lágrimas que había luchado por contener ahora corrían libres por sus mejillas y la mirada clavada en la madera de la puerta bien hubiese podido recordar la de un animal que descubre al cazador que le tiene en la mira. Si no hubiese estado tan aterrorizada se habría reído de las falsedades que decía ¿Preocuparse él por ella? ¡Por favor! Muchas veces sospechaba que lo que deseaba era verla muerta, las razones por las que aún no la había asesinado eran un completo misterio.
Tan pronto sintió la mano que la aferraba con dureza el pánico fue desplazado momentáneamente por el enojo. Era un poco absurdo como algo le podía causar tanto miedo y ponerla tan furiosa al mismo tiempo. Tal vez fuese una combinación entre el dolor físico que sentía en la cintura con el dolor emocional que le causaban las aseveraciones que escuchaba. por las mentiras que decía con tanta facilidad y el hecho de que reconociera sin un atisbo de vergüenza en que ocupaba su tiempo por las noches. Con el impulso que la confusión de sentimientos le ofrecía empujó el sólido cuerpo de su marido y consiguió salir de la prisión entre él y la puerta. Entonces retrocedió con rapidez algunos pasos mientras le miraba furibunda – Eres un maldito – le gruñó sin dejar de poner distancia entre los dos – Nunca te he dado razones para que me trates como una mujerzuela. No he hecho más que complacerte, que tratar de hacerte feliz ¿Qué más quieres de mí? – a pesar de las lágrimas el tono de su voz denotaba toda la frustración que envolvía su existencia - ¿Por qué te casaste conmigo si tanto te desagradaba? – empezaba a dejar de lado el miedo al punto en que se atrevió a apuntarlo acusadoramente con el dedo – Eres tú quién deshonra nuestro matrimonio, tú el que amenaza este hogar… tú el que reposa con mujerzuelas y luego pretende tener la suficiente autoridad moral como para cuestionarme– Lanzó una mirada por la ventana a la inocente Louane que continuaba jugando sin enterarse del drama que ocurría al interior de su casa – He alargado demasiado lo inevitable. Me largo con nuestra hija así tendrás todo el tiempo del mundo para irte con tus putas – Era una amenaza vacía, ella no poseía la firmeza necesaria para hacerlo y él jamás lo permitiría También una carta muy arriesgada para jugar por supuesto. Pero por algún motivo lo único que parecía alcanzarlo a él era su pequeña hija y fue lo único que se le ocurrió a Elona en ese momento para intentar hacerle sufrir, para herirlo como él la hería a ella… solo otra mala decisión en su larga lista de equivocaciones.
El golpe en la puerta liberó su mente y cuerpo, permitiéndole reaccionar aunque ya fuera tarde para escapar. Se agazapó contra la puerta y levantó una de sus manos intentando protegerse la cara. Se trató de una reacción impulsiva más que premeditada, él jamás le había lastimado en la cara pues eso sería demasiado obvio y las consecuencias de que la familia de Elona se enterase de lo que ocurría bajo su techo podrían ser desastrosas para el propio Florian. Era una lástima que ella no contase en ese momento con la valentía suficiente como para sincerarse con su padre y hermano, eso habría podido ahorrarles muchas penurias a todos los involucrados. Pero la vergüenza y el temor le impedían acercarse y confiar en su propia sangre. Estaba atrapada en las garras de su marido y quisiera o no al final de cuentas sentía que le pertenecía.
Ella se estremeció visiblemente al sentir el cálido aliento de Florian en su nuca. Las palabras que deberían haber estado cargadas de cariño en realidad sonaban como una macabra burla a sus oídos. – No - gimoteó por lo bajo presintiendo lo que vendría a continuación. Las lágrimas que había luchado por contener ahora corrían libres por sus mejillas y la mirada clavada en la madera de la puerta bien hubiese podido recordar la de un animal que descubre al cazador que le tiene en la mira. Si no hubiese estado tan aterrorizada se habría reído de las falsedades que decía ¿Preocuparse él por ella? ¡Por favor! Muchas veces sospechaba que lo que deseaba era verla muerta, las razones por las que aún no la había asesinado eran un completo misterio.
Tan pronto sintió la mano que la aferraba con dureza el pánico fue desplazado momentáneamente por el enojo. Era un poco absurdo como algo le podía causar tanto miedo y ponerla tan furiosa al mismo tiempo. Tal vez fuese una combinación entre el dolor físico que sentía en la cintura con el dolor emocional que le causaban las aseveraciones que escuchaba. por las mentiras que decía con tanta facilidad y el hecho de que reconociera sin un atisbo de vergüenza en que ocupaba su tiempo por las noches. Con el impulso que la confusión de sentimientos le ofrecía empujó el sólido cuerpo de su marido y consiguió salir de la prisión entre él y la puerta. Entonces retrocedió con rapidez algunos pasos mientras le miraba furibunda – Eres un maldito – le gruñó sin dejar de poner distancia entre los dos – Nunca te he dado razones para que me trates como una mujerzuela. No he hecho más que complacerte, que tratar de hacerte feliz ¿Qué más quieres de mí? – a pesar de las lágrimas el tono de su voz denotaba toda la frustración que envolvía su existencia - ¿Por qué te casaste conmigo si tanto te desagradaba? – empezaba a dejar de lado el miedo al punto en que se atrevió a apuntarlo acusadoramente con el dedo – Eres tú quién deshonra nuestro matrimonio, tú el que amenaza este hogar… tú el que reposa con mujerzuelas y luego pretende tener la suficiente autoridad moral como para cuestionarme– Lanzó una mirada por la ventana a la inocente Louane que continuaba jugando sin enterarse del drama que ocurría al interior de su casa – He alargado demasiado lo inevitable. Me largo con nuestra hija así tendrás todo el tiempo del mundo para irte con tus putas – Era una amenaza vacía, ella no poseía la firmeza necesaria para hacerlo y él jamás lo permitiría También una carta muy arriesgada para jugar por supuesto. Pero por algún motivo lo único que parecía alcanzarlo a él era su pequeña hija y fue lo único que se le ocurrió a Elona en ese momento para intentar hacerle sufrir, para herirlo como él la hería a ella… solo otra mala decisión en su larga lista de equivocaciones.
Elona De Molay- Humano Clase Media
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Re: Dark Desire - Flashback [Privado]
Si su sufrida esposa creía que podría derrotarle en sus propios territorios, simplemente le demostraría a Florian que era más torpe e ingenua de lo que había pensado durante todos aquellos años de convivencia. Fue parte de ese impulso por mostrarle superioridad, por hacerle saber quien era el que mandaba en aquella casa y por dejarle en claro que si a él le daba la gana, haría su vida más miserable de lo que era, lo que hizo que el cuerpo del De Molay se moviera hasta impedirle a su esposa el escape de una manera amenazante. Florian le había mostrado a Elona partes oscuras de su personalidad, partes que evidentemente ella guardaba en secreto de todos los que los rodeaban, quizás por vergüenza a admitir que su esposo era un monstruo o quizás por temor, pero fuera cual fuera la razón eso hacía sentir a Florian poderoso, sin embargo, nada le daba más sensación de poder que el saber que su esposa no conocía ni una decima parte de lo oscura que era su alma. Elona muchas veces pues era una ingenua que no sabía de verdad a lo que se enfrentaba.
Ver que su queridísima mujer se cubría el rostro de manera involuntaria al escuchar el golpe en la puerta, lo hizo reír de manera descarada. Agazapada contra la puerta, parecía haber perdido toda la fuerza y los deseos de escapar que antes mostrará.
– Tranquila mi amor – susurró de una manera dulce que no calzaba para nada con la expresión de su rostro y tras esas palabras que eran como una caricia para un animal herido, las amenazas y burlas por parte de Florian continuaron mientras que su esposa era incapaz de hacer algo. El temor ajeno alimentaba al De Molay, provocando que más y más palabras cargadas de burla fueran lanzadas en contra de su esposa pero no solo hizo eso, sino que además se atrevió a tocarla de una manera intima aunque dolorosa, haciéndole saber de esa forma que ella le pertenecía y que era capaz de hacer con ella todo lo que se le viniera en gana, sin embargo, como un animal que al verse realmente amenazado reacciona, su esposa respondió a sus agresiones. Con una fuerza que aparecía de la nada y un valor que aparecía solo ella sabía por qué, puso distancia de un empujón entre ella y su esposo.
Florian observó atónito a Elona, quien rápidamente puso más distancia entre ambos. La sorpresa provocada por ese repentino ataque de valor de su esposa, desapareció de manera veloz dando paso a la ira, transformando del todo el rostro de Florian.
– ¿Te has atrevido a empujarme Elona? – nuevamente su tranquila voz no concordaba con sus expresiones o con la manera en que empuñaba con fuerza las manos – Tu eres la que quiere ser tratada de esa manera, prácticamente me lo has pedido así que ahora no vengas con quejas ridículas – respondió con burla – además admitámoslo, de puta te iría muy bien – dio un paso en dirección a ella, que seguía caminando en retroceso, poniendo toda la distancia que podía entre ambos. La pregunta de su esposa sobre lo qué deseaba de ella lo llevó a sonreír de una manera macabra. De Molay quería destrozarla, mostrarle que pese a que ella creía que su vida era miserable y que estaba rota, aún podía estarlo más – Elona, mi amor, mi vida, ¿Qué esperas que haga? Sabes bien que no soy el único hombre que disfruta de compañías femeninas que no son su esposa – se encogió de hombros casi de manera inocente – Es perfectamente común en nuestra sociedad. Más bien tú, como buena esposa deberías no decir lo que hago y aguantar todo siempre manteniendo tu bella boca cerrada o sino quieres cerrarla, solo cuida bien lo que dices – porque de otra manera, él estaba más que dispuesto a cerrársela por siempre, idea que solo se intensifico cuando las últimas palabras de ella flotaron en el aire, provocando que Florian finalmente estallará.
Que Elona amenazará con llevarse lo único que Florian más deseaba en aquellos momentos fue suficiente para hacer que la distancia puesta por su esposa pareciera un chiste. De Molay avanzó en su dirección manteniendo la mirada fija en ella. Las manos masculinas fueron a posarse sobre los inmaculados hombros de su esposa y esta vez, le apretó con mayor fuerza que cuando hizo aquello en su cadera.
– ¡NUNCA TE LA LLEVARAS! – garantizó mientras que sacudía con rabia a su esposa – ¡ELLA ES MI HIJA, MÍA! Y SI TENGO QUE MATARTE PARA EVITAR QUE LA ALEJES DE MI, CREEME QUE NO DUDARE NI UN SEGUNDO EN HACERLO – su mano derecha abandonó entonces el hombro de su esposa para ir a posarse en su cuello de manera amenazante – Dime una vez más que te llevaras a nuestra hija o que te iras y te garantizó Elona que será lo último que digas. Hasta ahora he sido bastante tolerante contigo – su mano comenzó a apretar ligeramente el cuello de su esposa – No hagas que deje de serlo.
Ver que su queridísima mujer se cubría el rostro de manera involuntaria al escuchar el golpe en la puerta, lo hizo reír de manera descarada. Agazapada contra la puerta, parecía haber perdido toda la fuerza y los deseos de escapar que antes mostrará.
– Tranquila mi amor – susurró de una manera dulce que no calzaba para nada con la expresión de su rostro y tras esas palabras que eran como una caricia para un animal herido, las amenazas y burlas por parte de Florian continuaron mientras que su esposa era incapaz de hacer algo. El temor ajeno alimentaba al De Molay, provocando que más y más palabras cargadas de burla fueran lanzadas en contra de su esposa pero no solo hizo eso, sino que además se atrevió a tocarla de una manera intima aunque dolorosa, haciéndole saber de esa forma que ella le pertenecía y que era capaz de hacer con ella todo lo que se le viniera en gana, sin embargo, como un animal que al verse realmente amenazado reacciona, su esposa respondió a sus agresiones. Con una fuerza que aparecía de la nada y un valor que aparecía solo ella sabía por qué, puso distancia de un empujón entre ella y su esposo.
Florian observó atónito a Elona, quien rápidamente puso más distancia entre ambos. La sorpresa provocada por ese repentino ataque de valor de su esposa, desapareció de manera veloz dando paso a la ira, transformando del todo el rostro de Florian.
– ¿Te has atrevido a empujarme Elona? – nuevamente su tranquila voz no concordaba con sus expresiones o con la manera en que empuñaba con fuerza las manos – Tu eres la que quiere ser tratada de esa manera, prácticamente me lo has pedido así que ahora no vengas con quejas ridículas – respondió con burla – además admitámoslo, de puta te iría muy bien – dio un paso en dirección a ella, que seguía caminando en retroceso, poniendo toda la distancia que podía entre ambos. La pregunta de su esposa sobre lo qué deseaba de ella lo llevó a sonreír de una manera macabra. De Molay quería destrozarla, mostrarle que pese a que ella creía que su vida era miserable y que estaba rota, aún podía estarlo más – Elona, mi amor, mi vida, ¿Qué esperas que haga? Sabes bien que no soy el único hombre que disfruta de compañías femeninas que no son su esposa – se encogió de hombros casi de manera inocente – Es perfectamente común en nuestra sociedad. Más bien tú, como buena esposa deberías no decir lo que hago y aguantar todo siempre manteniendo tu bella boca cerrada o sino quieres cerrarla, solo cuida bien lo que dices – porque de otra manera, él estaba más que dispuesto a cerrársela por siempre, idea que solo se intensifico cuando las últimas palabras de ella flotaron en el aire, provocando que Florian finalmente estallará.
Que Elona amenazará con llevarse lo único que Florian más deseaba en aquellos momentos fue suficiente para hacer que la distancia puesta por su esposa pareciera un chiste. De Molay avanzó en su dirección manteniendo la mirada fija en ella. Las manos masculinas fueron a posarse sobre los inmaculados hombros de su esposa y esta vez, le apretó con mayor fuerza que cuando hizo aquello en su cadera.
– ¡NUNCA TE LA LLEVARAS! – garantizó mientras que sacudía con rabia a su esposa – ¡ELLA ES MI HIJA, MÍA! Y SI TENGO QUE MATARTE PARA EVITAR QUE LA ALEJES DE MI, CREEME QUE NO DUDARE NI UN SEGUNDO EN HACERLO – su mano derecha abandonó entonces el hombro de su esposa para ir a posarse en su cuello de manera amenazante – Dime una vez más que te llevaras a nuestra hija o que te iras y te garantizó Elona que será lo último que digas. Hasta ahora he sido bastante tolerante contigo – su mano comenzó a apretar ligeramente el cuello de su esposa – No hagas que deje de serlo.
Karl Sellers- Licántropo Clase Alta
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