AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Desire +18 [Privado]
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Desire +18 [Privado]
Le hacéis regalos pero le sois infiel.
¿Se puede agradecer lo superfluo a quien nos priva de lo necesario?
Pierre-Augustin de Beaumarchais
Era esa necesidad enferma de sentir un cuerpo a su lado lo que le guiaba esa noche. Esa que quizás sería una de las noches que más recordaría, justo como recordaba perfectamente la noche en que Lorian no regreso más y así como evocaba los recuerdos de su conversión, evocaría durante muchas noches lo venidero, pero, ¿Quién sabe que se topara por el camino de la inmortalidad?. La noche había llegado avisando al inmortal que era momento de salir, de hacer su “vida” en la oscuridad. No quería estar en la mansión, cada vez le costaba más y más estar solamente en ese lugar, donde antes encontraba paz en los rincones, ahora únicamente podía detectar el maldito olor de Denisse y eso le enfermaba como hace años no enfermaba. Buscaba la manera de estar lo más alejado posible de aquella vampiresa que le arruinaba con su sola presencia y ante la cual no podía más que comportarse de manera errática o desinteresada, aparentando erróneamente que no le interesaba en lo más mínimo, cuando ambos conocían la verdad. La ausencia de aquella a quien tanto deseaba era precisamente lo que estaba llevándole a su limite, era eso lo que le guiaba en búsqueda de quienes distrajeran su mente del cuerpo de su “hermana”. Dorian no era precisamente alguien que se contuviera mucho cuando de sexo se trataba y mucho menos cuando sus deseos eran guiados por la frustración de la fruta prohibida que tenía en casa.
Esa noche no fue la excepción a lo que venía pasando desde hacía algunas semanas. Apenas encontró la oportunidad, salió al exterior, librandose de todos los aromas conocidos. En las afueras no existía Denisse, no se encontraba Brönte ni Adriel, solo Dorian y un abanico de posibilidades infinitas, como la vida que tenía por delante. Los caminos se abrían con cada paso que daba Dorian; las posibilidades cambiaban con cada mirada que daba a quienes pasaban a su lado, primero por callejones solitarios, luego por callejuelas con más gente hasta llegar al centro de París, donde la alcurnia se lucia en sus ropajes finos, exhibiendose ante los demás como los superiores mientras que su vida estaba llena de más inmundicia que la de nadie. Los ojos del vampiro buscaban una presa esa noche, no una para saciar su necesidad de sangre sino una presa que pudiera adecuar su cuerpo al del inmortal y satisficiera los deseos más oscuros de un ser como él. Un alma oscura que no podía conformarse con poco, que buscaba algo especial que le dejara el sabor de la satisfacción por mucho tiempo, porque solo de esa manera podría contenerse para no terminar peleando en la mansión o generando destrozos a donde fuera.
No existía entre las calles más aglomeradas aquel ser que atrajera la atención completa de Dorian, por el contrario, las jóvenes que le miraban le causaban una repulsión que pocas veces solía sentir y los jóvenes que llamaban su atención le recordaban en algún grado a Adriel. Maldita su suerte que le hacía recordar a quienes no deseaba en circunstancias como esa. Guiado por la esperanza idiota de alejarse de todo aquello que evocara a sus conocidos volvió a alejarse de las calles más concurridas del centro de París, entrando nuevamente en las callejuelas más solitarias y oscuras. Giraba precisamente por una de las calles hacía una que no estaba del todo vacía cuando la vio. Entre las pocas personas que andaba por aquel lugar, resaltaba una mujer de cabellos que parecían ser blancos. El aroma a inmortal fluyó en los aires y una sonrisa apareció en los labios de Dorian. Si bien con los vampiros nunca se sabía si se sería cazador o presa, esa noche le daba exactamente igual, ella había llamado su atención y no descansaría hasta poder probar de la desconocida. En un movimiento aparentemente desinteresado, ambas miradas se toparon antes de que la fémina se echara a andar.
Sin estar seguro de lo que le deparaba el futuro, siguió los pasos femeninos que solo acrecentaban el deseo de Dorian por aquella mujer que se mecía de un lado a otro con una gracia hipnótica, llevándolo de manera lenta pero segura hasta el cementerio. ¿Qué mejor lugar que aquel para un par tan peculiar?. Tras lanzar apenas una mirada, con andar decidió y los sentidos alertas entro en aquel lugar, en busca de la mujer que le llevó hasta aquel sitio.
– Yo sé que te has dado cuenta de mi presencia. No vengo en plan hostil así que no tiene caso que te ocultes, te encontrare de igual manera – con esas palabras, daba a conocer sus intenciones de no abandonar la búsqueda de la desconocida hasta que obtuviera tanto como deseaba.
¿Se puede agradecer lo superfluo a quien nos priva de lo necesario?
Pierre-Augustin de Beaumarchais
Era esa necesidad enferma de sentir un cuerpo a su lado lo que le guiaba esa noche. Esa que quizás sería una de las noches que más recordaría, justo como recordaba perfectamente la noche en que Lorian no regreso más y así como evocaba los recuerdos de su conversión, evocaría durante muchas noches lo venidero, pero, ¿Quién sabe que se topara por el camino de la inmortalidad?. La noche había llegado avisando al inmortal que era momento de salir, de hacer su “vida” en la oscuridad. No quería estar en la mansión, cada vez le costaba más y más estar solamente en ese lugar, donde antes encontraba paz en los rincones, ahora únicamente podía detectar el maldito olor de Denisse y eso le enfermaba como hace años no enfermaba. Buscaba la manera de estar lo más alejado posible de aquella vampiresa que le arruinaba con su sola presencia y ante la cual no podía más que comportarse de manera errática o desinteresada, aparentando erróneamente que no le interesaba en lo más mínimo, cuando ambos conocían la verdad. La ausencia de aquella a quien tanto deseaba era precisamente lo que estaba llevándole a su limite, era eso lo que le guiaba en búsqueda de quienes distrajeran su mente del cuerpo de su “hermana”. Dorian no era precisamente alguien que se contuviera mucho cuando de sexo se trataba y mucho menos cuando sus deseos eran guiados por la frustración de la fruta prohibida que tenía en casa.
Esa noche no fue la excepción a lo que venía pasando desde hacía algunas semanas. Apenas encontró la oportunidad, salió al exterior, librandose de todos los aromas conocidos. En las afueras no existía Denisse, no se encontraba Brönte ni Adriel, solo Dorian y un abanico de posibilidades infinitas, como la vida que tenía por delante. Los caminos se abrían con cada paso que daba Dorian; las posibilidades cambiaban con cada mirada que daba a quienes pasaban a su lado, primero por callejones solitarios, luego por callejuelas con más gente hasta llegar al centro de París, donde la alcurnia se lucia en sus ropajes finos, exhibiendose ante los demás como los superiores mientras que su vida estaba llena de más inmundicia que la de nadie. Los ojos del vampiro buscaban una presa esa noche, no una para saciar su necesidad de sangre sino una presa que pudiera adecuar su cuerpo al del inmortal y satisficiera los deseos más oscuros de un ser como él. Un alma oscura que no podía conformarse con poco, que buscaba algo especial que le dejara el sabor de la satisfacción por mucho tiempo, porque solo de esa manera podría contenerse para no terminar peleando en la mansión o generando destrozos a donde fuera.
No existía entre las calles más aglomeradas aquel ser que atrajera la atención completa de Dorian, por el contrario, las jóvenes que le miraban le causaban una repulsión que pocas veces solía sentir y los jóvenes que llamaban su atención le recordaban en algún grado a Adriel. Maldita su suerte que le hacía recordar a quienes no deseaba en circunstancias como esa. Guiado por la esperanza idiota de alejarse de todo aquello que evocara a sus conocidos volvió a alejarse de las calles más concurridas del centro de París, entrando nuevamente en las callejuelas más solitarias y oscuras. Giraba precisamente por una de las calles hacía una que no estaba del todo vacía cuando la vio. Entre las pocas personas que andaba por aquel lugar, resaltaba una mujer de cabellos que parecían ser blancos. El aroma a inmortal fluyó en los aires y una sonrisa apareció en los labios de Dorian. Si bien con los vampiros nunca se sabía si se sería cazador o presa, esa noche le daba exactamente igual, ella había llamado su atención y no descansaría hasta poder probar de la desconocida. En un movimiento aparentemente desinteresado, ambas miradas se toparon antes de que la fémina se echara a andar.
Sin estar seguro de lo que le deparaba el futuro, siguió los pasos femeninos que solo acrecentaban el deseo de Dorian por aquella mujer que se mecía de un lado a otro con una gracia hipnótica, llevándolo de manera lenta pero segura hasta el cementerio. ¿Qué mejor lugar que aquel para un par tan peculiar?. Tras lanzar apenas una mirada, con andar decidió y los sentidos alertas entro en aquel lugar, en busca de la mujer que le llevó hasta aquel sitio.
– Yo sé que te has dado cuenta de mi presencia. No vengo en plan hostil así que no tiene caso que te ocultes, te encontrare de igual manera – con esas palabras, daba a conocer sus intenciones de no abandonar la búsqueda de la desconocida hasta que obtuviera tanto como deseaba.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 124
Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: Desire +18 [Privado]
“Siempre se encuentra placer en las escenas del crimen”
Aahh, París, a ella le había resultado una completa delicia. Iba construyendo una nueva historia como le era costumbre cada vez que llegaba a un país nuevo y esta ciudad empezaba a ser manchada con sus víctimas en todo sentido y lugar, en parajes abandonados, en cualquier bar, en sus anhelos y recuerdos. Vibeke parecía tener su propia banda sonora de gritos, lágrimas y gemidos que sólo ella comprendía y con lo que amenizaba todas sus noches.
No había que explicar por qué se vestía como lo hacía ni porque su cintura pequeña era ajustada con esmero con los corsé que le levantaban más los bien dotados senos que poseía. Toda ella era una invitación a la seducción que podía obtener uno de dos resultados para quien se atreviera a hacerlo: Placer o muerte. O quizás ambas, para algunos. Con ella se podía buscar y encontrar o sencillamente perder. No se podía romper, no se podía ganar pero tampoco ignorar. No se podía modificar ni tampoco exigir. Le empalagaban demasiadas palabras bonitas y las falsedades. Le eran indiferentes la mayoría de los halagos pero disfrutaba que la alabaran como ella misma hacía frente al espejo mientras se acariciaba aquél cuerpo perfecto y placentero. Pero era mentirosa, cínica, tramposa y orgullosa de serlo. Esperaba dar en el clavo con todo y ojalá que fuera ardiendo. Tenía en sus manos las ventajas que le daban los años y la seguridad que poseía. Todo parecía fácil con ella pero la complejidad se llevaba el premio mayor y era algo que se iba descubriendo minuto a minuto en su presencia.
Su caminar por las calles en tan elevados zapatos llamaba la atención de cualquiera y sus cabellos casi blancos danzaban al viento y acompañaban la sonrisa que le otorgaba a la ciudad en labios carmín. Llevaba más o menos una hora recorriéndolo todo, observando antigüedades y otro tipo de objetos extraños que le recordaran a su natal Noruega con el firme propósito de llevarlos a la mansión de Bordeaux y darle un aire diferente a la misma. Pero en realidad no había encontrado nada que le gustara por completo. Nada ni nadie hasta que en algún momento levantó la mirada y lo vio a él…
En un acto reflejo creyó que se trataba de Lorian, pero ella le conocía cada gesto y cada prenda. Le reconocía el aroma a la distancia e incluso el corte de cabello y de la barba no le pasarían desapercibidos. Aquél que estaba al frente no era su amante sino más bien su gemelo, ese que Vibeke, en su debilidad por los gemelos y brujos había querido conocer en algún momento pero que ambos habían dado por muerto. Una enorme sonrisa se le dibujó en los labios y cambio su rumbo para salir a su encuentro más adelante. La idea de jugar con él le tentaba hasta la médula.
Haciendo uso de su don de la ilusión, logró que su cuerpo emitiera sólo el aroma de su perfume pero no de su sangre únicamente para él y lo llamó con la mirada a lo lejos, en una calle más adelante en donde lo pudo mirar sin tanta interrupción de por medio. Lo observó con coquetería, le sonrió del mismo modo y avanzó pretendiendo ser seguida por él. A eso invitaba, no cabía la menor duda. ¿Se sentiría él atraído por ella tal como había sucedido con su hermano? Estaba por averiguarlo.
Sus pasos se dirigieron al cementerio, un lugar donde los aromas se confundían y le permitían a Vibeke aprovechar su don para divertirse con aquél gemelo cuyo nombre conocía. Mantendría todo el tiempo el aroma de su sangre oculto pero le exploraría a él todo lo que le fuera posible. La idea era tentadora como siempre, su debilidad por los gemelos latente.
Caminó de prisa entre las tumbas y él habló de nuevo de pronto, llamándola, sonando tan pícaro como ella misma. –Pues ven por mí- respondió con una risa que retumbo desde varios lugares del lugar gracias de nuevo a su más preciado don. -Te dejaré tomar de mí lo que quieras si logras encontrarme, Dorian- finalizó con otra pequeña risa invitándolo a continuar con aquél juego que de algún modo podría llegar a salirle caro.
No había que explicar por qué se vestía como lo hacía ni porque su cintura pequeña era ajustada con esmero con los corsé que le levantaban más los bien dotados senos que poseía. Toda ella era una invitación a la seducción que podía obtener uno de dos resultados para quien se atreviera a hacerlo: Placer o muerte. O quizás ambas, para algunos. Con ella se podía buscar y encontrar o sencillamente perder. No se podía romper, no se podía ganar pero tampoco ignorar. No se podía modificar ni tampoco exigir. Le empalagaban demasiadas palabras bonitas y las falsedades. Le eran indiferentes la mayoría de los halagos pero disfrutaba que la alabaran como ella misma hacía frente al espejo mientras se acariciaba aquél cuerpo perfecto y placentero. Pero era mentirosa, cínica, tramposa y orgullosa de serlo. Esperaba dar en el clavo con todo y ojalá que fuera ardiendo. Tenía en sus manos las ventajas que le daban los años y la seguridad que poseía. Todo parecía fácil con ella pero la complejidad se llevaba el premio mayor y era algo que se iba descubriendo minuto a minuto en su presencia.
Su caminar por las calles en tan elevados zapatos llamaba la atención de cualquiera y sus cabellos casi blancos danzaban al viento y acompañaban la sonrisa que le otorgaba a la ciudad en labios carmín. Llevaba más o menos una hora recorriéndolo todo, observando antigüedades y otro tipo de objetos extraños que le recordaran a su natal Noruega con el firme propósito de llevarlos a la mansión de Bordeaux y darle un aire diferente a la misma. Pero en realidad no había encontrado nada que le gustara por completo. Nada ni nadie hasta que en algún momento levantó la mirada y lo vio a él…
En un acto reflejo creyó que se trataba de Lorian, pero ella le conocía cada gesto y cada prenda. Le reconocía el aroma a la distancia e incluso el corte de cabello y de la barba no le pasarían desapercibidos. Aquél que estaba al frente no era su amante sino más bien su gemelo, ese que Vibeke, en su debilidad por los gemelos y brujos había querido conocer en algún momento pero que ambos habían dado por muerto. Una enorme sonrisa se le dibujó en los labios y cambio su rumbo para salir a su encuentro más adelante. La idea de jugar con él le tentaba hasta la médula.
Haciendo uso de su don de la ilusión, logró que su cuerpo emitiera sólo el aroma de su perfume pero no de su sangre únicamente para él y lo llamó con la mirada a lo lejos, en una calle más adelante en donde lo pudo mirar sin tanta interrupción de por medio. Lo observó con coquetería, le sonrió del mismo modo y avanzó pretendiendo ser seguida por él. A eso invitaba, no cabía la menor duda. ¿Se sentiría él atraído por ella tal como había sucedido con su hermano? Estaba por averiguarlo.
Sus pasos se dirigieron al cementerio, un lugar donde los aromas se confundían y le permitían a Vibeke aprovechar su don para divertirse con aquél gemelo cuyo nombre conocía. Mantendría todo el tiempo el aroma de su sangre oculto pero le exploraría a él todo lo que le fuera posible. La idea era tentadora como siempre, su debilidad por los gemelos latente.
Caminó de prisa entre las tumbas y él habló de nuevo de pronto, llamándola, sonando tan pícaro como ella misma. –Pues ven por mí- respondió con una risa que retumbo desde varios lugares del lugar gracias de nuevo a su más preciado don. -Te dejaré tomar de mí lo que quieras si logras encontrarme, Dorian- finalizó con otra pequeña risa invitándolo a continuar con aquél juego que de algún modo podría llegar a salirle caro.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/04/2013
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Desire +18 [Privado]
Dos cosas quiere el hombre de verdad: el peligro y el juego.
Por eso quiere la mujer, que es el juguete más peligroso.
Friedrich Nietzsche
La seducción y el deseo fue lo que encontró en aquella mujer que no traía a su mente a ninguno de los suyos, siendo de esa manera justamente lo que esperaba encontrar para esa noche. Estaba decidido a jugar de la manera que fuera con tal de probar de aquel cuerpo de diosa y que se mecía de una manera única, invitando de esa manera no solo a Dorian a probar de ella, sino a todo aquel que plantaba la vista ya fuera de manera accidental o deliberada en la inmortal. Nunca se hubiese podido imaginar que aquella a quien ahora seguía, era precisamente a quien se juro odiar por arrancarle a su hermano y que justo al igual que él, estaba cayendo en las redes de esa mujer.
Sus ojos le delineaban el cuerpo, sus pensamientos se dirigían únicamente en ideas relacionadas a tomar aquella figura de tantas formas como le fuera posible, todo hasta saciarse de ella y olvidar que en casa tenía a otra mujer de la cual también deseaba probar. La siguió como un estúpido, embelesado por todo cuanto ella parecía poseer; la figura, el aroma, hasta la sonrisa que le dedicara cuando se miraron le atrajo de un modo sin igual y por eso es que termino en el cementerio, buscando la ubicación de la fémina que se mantenía oculta, pero que no parecía buscar tampoco pelea contra él y eso volvía mucho más divertido e interesante el encuentro.
La llamo con seguridad, iniciando de esa manera el intercambio de palabras que esperaba no durara mucho. Estaba inmóvil en su lugar, tratando de encontrarla cuando la respuesta llego de todos lados y de ninguno, invitándole a seguir con la cacería, con la persecución que no haría más que aumentar sus ansias de ella. En ningún momento se detuvo a analizar el por qué ella sabía su nombre, dio por sentado que poseía uno de aquellos poderes que le permitía husmear dentro de su mente y conocer ciertos aspectos de él, así que dejo pasar algo que más tarde sería sumamente obvio.
– Espero que cuando te atrape cumplas tu promesa, porque ya tengo pensado que es lo que quiero tomar de ti – no dijo más, pero planeaba tomar todo cuanto se le ocurriera de ella – y ya que conoces mi nombre, me dejas en desventaja – rió, avanzando entre las tumbas, cauteloso – ¿Cuál es el tuyo? – pregunto sin saber que ese nombre no lo olvidaría nunca más.
Los sentidos de Dorian estaban más atentos que nunca, enfocados únicamente en darle alcance a esa mujer y no dejarla escapar de sus manos durante un buen rato. Podía detectar a momentos las risas venir de un sitio definido, únicamente para que cuando se acercara se esfumaran para ir a otro lugar. Le divertía tener que luchar, esforzarse por lo que deseaba y si de algo estaba seguro era de que no fracasaría en la misión que se imponía ahora, y la cual estaba escrita sobre el cuerpo inmortal de aquella mujer de los labios color carmín y los cabellos blanquecinos.
En un segundo creyó sentirla pasar cerca de él y le siguió más, aprovechando ambos la velocidad que les brindaba su condición de vampiros terminando únicamente mucho más dentro de aquel cementerio solitario y por supuesto, Dorian mucho más cerca de aquella que únicamente se estaba divirtiendo con él.
– Voy a atraparte más pronto de lo que esperas – rió para si mismo, animando de esa manera a su impaciencia a correr detrás de ella, sintiendo que era capaz de rozarle la piel de ve en cuando, pero sin conseguir realmente atraparla por completo. El juego era de lo más entretenido pero a diferencia de ellos, no sería eterno.
Por eso quiere la mujer, que es el juguete más peligroso.
Friedrich Nietzsche
La seducción y el deseo fue lo que encontró en aquella mujer que no traía a su mente a ninguno de los suyos, siendo de esa manera justamente lo que esperaba encontrar para esa noche. Estaba decidido a jugar de la manera que fuera con tal de probar de aquel cuerpo de diosa y que se mecía de una manera única, invitando de esa manera no solo a Dorian a probar de ella, sino a todo aquel que plantaba la vista ya fuera de manera accidental o deliberada en la inmortal. Nunca se hubiese podido imaginar que aquella a quien ahora seguía, era precisamente a quien se juro odiar por arrancarle a su hermano y que justo al igual que él, estaba cayendo en las redes de esa mujer.
Sus ojos le delineaban el cuerpo, sus pensamientos se dirigían únicamente en ideas relacionadas a tomar aquella figura de tantas formas como le fuera posible, todo hasta saciarse de ella y olvidar que en casa tenía a otra mujer de la cual también deseaba probar. La siguió como un estúpido, embelesado por todo cuanto ella parecía poseer; la figura, el aroma, hasta la sonrisa que le dedicara cuando se miraron le atrajo de un modo sin igual y por eso es que termino en el cementerio, buscando la ubicación de la fémina que se mantenía oculta, pero que no parecía buscar tampoco pelea contra él y eso volvía mucho más divertido e interesante el encuentro.
La llamo con seguridad, iniciando de esa manera el intercambio de palabras que esperaba no durara mucho. Estaba inmóvil en su lugar, tratando de encontrarla cuando la respuesta llego de todos lados y de ninguno, invitándole a seguir con la cacería, con la persecución que no haría más que aumentar sus ansias de ella. En ningún momento se detuvo a analizar el por qué ella sabía su nombre, dio por sentado que poseía uno de aquellos poderes que le permitía husmear dentro de su mente y conocer ciertos aspectos de él, así que dejo pasar algo que más tarde sería sumamente obvio.
– Espero que cuando te atrape cumplas tu promesa, porque ya tengo pensado que es lo que quiero tomar de ti – no dijo más, pero planeaba tomar todo cuanto se le ocurriera de ella – y ya que conoces mi nombre, me dejas en desventaja – rió, avanzando entre las tumbas, cauteloso – ¿Cuál es el tuyo? – pregunto sin saber que ese nombre no lo olvidaría nunca más.
Los sentidos de Dorian estaban más atentos que nunca, enfocados únicamente en darle alcance a esa mujer y no dejarla escapar de sus manos durante un buen rato. Podía detectar a momentos las risas venir de un sitio definido, únicamente para que cuando se acercara se esfumaran para ir a otro lugar. Le divertía tener que luchar, esforzarse por lo que deseaba y si de algo estaba seguro era de que no fracasaría en la misión que se imponía ahora, y la cual estaba escrita sobre el cuerpo inmortal de aquella mujer de los labios color carmín y los cabellos blanquecinos.
En un segundo creyó sentirla pasar cerca de él y le siguió más, aprovechando ambos la velocidad que les brindaba su condición de vampiros terminando únicamente mucho más dentro de aquel cementerio solitario y por supuesto, Dorian mucho más cerca de aquella que únicamente se estaba divirtiendo con él.
– Voy a atraparte más pronto de lo que esperas – rió para si mismo, animando de esa manera a su impaciencia a correr detrás de ella, sintiendo que era capaz de rozarle la piel de ve en cuando, pero sin conseguir realmente atraparla por completo. El juego era de lo más entretenido pero a diferencia de ellos, no sería eterno.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: Desire +18 [Privado]
“Tu odio resucitará sobre mis curvas, esas mismas que trazarás con tus manos”
Los motivos por los que Vibeke sentía cierta obsesión por los gemelos no radicaban en ningún lugar o historia, sencillamente le parecía una especie de broma de la naturaleza, algo digno del dios de la burla que tanto le gustaba. Dos rostros, dos personalidades, dos familias que se odiaban a muerte y el par de hermanos que posiblemente se matarían uno al otro.
El odio en la inmortal era una cuestión distinta de la mayoría, puesto que ella no buscaba matar a sus enemigos, a ella le bastaba con engañarlos, con hacerlos caer en sus trucos y trampas para que, una vez logrado su objetivo, apareciera le revelación de sus labios cual baldado de agua fría. A ella le parecía divertida aquella situación, aunque dudaba bastante que a Lorian le resultara igual cuando se enterara. Y claro que iba a hacerlo, ella misma se lo diría.
-Siempre cumplo lo que prometo- respondió poniendo una voz terriblemente preciosa, haciendo que pareciera un sereno susurro y pasó a gran velocidad tras él, dejándole sentirla cortando el viento e incitándolo de nuevo a que la siguiera, a que se moviera más rápido que ella en cada señal que daba. La noruega sonreía, esa era la primera diferencia que encontraba con su amante. Dorian era el hermano travieso.
–Vibeke. Lo recordarás muy bien- susurró de nuevo propagando su voz pero en esta ocasión no sonó desde varios lugares, era uno sólo, apenas a un par de metros de donde Dorian se había detenido y parecía aguzar sus sentidos para sentirla y detectar su ubicación. Ella tenía un nombre singular pero, si él y Lorian nunca tuvieron una conversación tranquila siendo inmortales, entonces no tendría manera de saber quién era ella. Eso sí, tenía razón cuando decía que él no podría olvidar su nombre, lo sabía muy bien.
La inmortal le susurró de nuevo pero esta vez se puso tras él y sus manos se aferraron a sus hombros con suavidad. Acercó así mismo su rostro y sus labios al oído ajeno y habló suave, para él, con una calma que no encajaba con su escape -Quizás sí me dices que planeas me deje atrapar. O quizás no-. Acto seguido pretendió moverse más rápido que él y no dejarse atrapar al instante. ¿Qué tan rápido era él? ¿Qué tan hábil para discernir el momento en que su cuerpo realmente se acercaba al suyo? Vibeke quería que todo el cítrico se adaptara a ella, que lo más fuerte de ambos le quedara impregnado en la piel y que no pudiera olvidarlo. Que los huesos cansados le marcaran los recuerdos tiranos mientras los méritos del engaño se los llevaba ella envueltos en sus sonrisas. Ella se giró rápido y en el movimiento, las telas de sus faldas tras capas le rozaron las piernas al gemelo como si acompañaran al aire.
¿Cuánto tiempo de vida y juego les quedaba? En algo se parecían, en la búsqueda de la diversión se encontraban y por eso mismo todo prometía. A Vibeke la invadía a cada segundo una curiosidad en serie y los dedos anhelaban recorrerle hasta los cabellos, que los labios ajenos se abrieran pronunciando su nombre, que fuera capaz de tomarla como si ambos se arrastraran a una condena encantados de ser culpables, que las ilusiones de la inmortal y su cuerpo fueran como una droga que lo mantuviera atado a su presencia sin perder su efecto y, que de alguna forma, dentro de aquella espiral de estaño que los soldaba como fuera el uno al otro, encontraran una caída libre que no tuviera comparación.
¿Qué hubiese pasado si el brujo al que encontrara antaño fuera Dorian y no Lorian? ¿Su sangre la hubiese atraído igual? ¿Lo hubiese convertido? esas dudas jamás serían resueltas. Pero al menos no se quedaría con todas las preguntas sin responder en la mente.
El odio en la inmortal era una cuestión distinta de la mayoría, puesto que ella no buscaba matar a sus enemigos, a ella le bastaba con engañarlos, con hacerlos caer en sus trucos y trampas para que, una vez logrado su objetivo, apareciera le revelación de sus labios cual baldado de agua fría. A ella le parecía divertida aquella situación, aunque dudaba bastante que a Lorian le resultara igual cuando se enterara. Y claro que iba a hacerlo, ella misma se lo diría.
-Siempre cumplo lo que prometo- respondió poniendo una voz terriblemente preciosa, haciendo que pareciera un sereno susurro y pasó a gran velocidad tras él, dejándole sentirla cortando el viento e incitándolo de nuevo a que la siguiera, a que se moviera más rápido que ella en cada señal que daba. La noruega sonreía, esa era la primera diferencia que encontraba con su amante. Dorian era el hermano travieso.
–Vibeke. Lo recordarás muy bien- susurró de nuevo propagando su voz pero en esta ocasión no sonó desde varios lugares, era uno sólo, apenas a un par de metros de donde Dorian se había detenido y parecía aguzar sus sentidos para sentirla y detectar su ubicación. Ella tenía un nombre singular pero, si él y Lorian nunca tuvieron una conversación tranquila siendo inmortales, entonces no tendría manera de saber quién era ella. Eso sí, tenía razón cuando decía que él no podría olvidar su nombre, lo sabía muy bien.
La inmortal le susurró de nuevo pero esta vez se puso tras él y sus manos se aferraron a sus hombros con suavidad. Acercó así mismo su rostro y sus labios al oído ajeno y habló suave, para él, con una calma que no encajaba con su escape -Quizás sí me dices que planeas me deje atrapar. O quizás no-. Acto seguido pretendió moverse más rápido que él y no dejarse atrapar al instante. ¿Qué tan rápido era él? ¿Qué tan hábil para discernir el momento en que su cuerpo realmente se acercaba al suyo? Vibeke quería que todo el cítrico se adaptara a ella, que lo más fuerte de ambos le quedara impregnado en la piel y que no pudiera olvidarlo. Que los huesos cansados le marcaran los recuerdos tiranos mientras los méritos del engaño se los llevaba ella envueltos en sus sonrisas. Ella se giró rápido y en el movimiento, las telas de sus faldas tras capas le rozaron las piernas al gemelo como si acompañaran al aire.
¿Cuánto tiempo de vida y juego les quedaba? En algo se parecían, en la búsqueda de la diversión se encontraban y por eso mismo todo prometía. A Vibeke la invadía a cada segundo una curiosidad en serie y los dedos anhelaban recorrerle hasta los cabellos, que los labios ajenos se abrieran pronunciando su nombre, que fuera capaz de tomarla como si ambos se arrastraran a una condena encantados de ser culpables, que las ilusiones de la inmortal y su cuerpo fueran como una droga que lo mantuviera atado a su presencia sin perder su efecto y, que de alguna forma, dentro de aquella espiral de estaño que los soldaba como fuera el uno al otro, encontraran una caída libre que no tuviera comparación.
¿Qué hubiese pasado si el brujo al que encontrara antaño fuera Dorian y no Lorian? ¿Su sangre la hubiese atraído igual? ¿Lo hubiese convertido? esas dudas jamás serían resueltas. Pero al menos no se quedaría con todas las preguntas sin responder en la mente.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/04/2013
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Re: Desire +18 [Privado]
Quizá la chica no se acuerde de mí, aunque sé que me engaño: no se te olvida la cara de la persona que era tu última esperanza.
Suzanne Collins
Vibeke. Un nombre que se le quedaría grabado no únicamente en la mente, sino también en parte de su cuerpo. Todas esas ocasiones en las que creyera a su hermano un idiota por dejarse atrapar y ser separado de él se desvanecerían al saberse a si mismo engatusado de misma manera, pero por esos momentos esa era una posibilidad en la que su mente no se detenía. Se sentía complacido y divertido, olvidando las preocupaciones que le llevaron en primer lugar a seguirle. Prestaba atención a lo que quería y no a los detalles que podrían indicarle que las cosas no eran normales, que aquella mujer ocultaba algo.
– Tienes un nombre peculiar, entonces si dudo olvidarlo – La inmortal lo decía por otras razones, pero en ningún momento tuvo la oportunidad de hablar con Lorian al respecto de la mujer que se lo llevaba lejos, solo lo hizo y para el gemelo no existió explicaciones o despedidas, solo la soledad.
Una sonrisa se extendió por su rostro al notar las manos femeninas sobre él, pero no hizo intento alguno de atraparle. Prefería dejar que el juego continuara y tratar un poco más de atraparle por su cuenta, no que ella le diera las cosas tan fáciles aunque por lo que estaba observando en esos momentos, ella tampoco pensaba en que las cosas sencillas fueran buenas.
– Bueno pues solo te diré que será algo sumamente divertido, no arruinare la sorpresa aunque creo que tienes idea de que es lo que busco en ti – aseguraba aquello porque esa manera en la que se movían era una especie de coqueteo entre ambos. Al momento en que Vibeke se alejo de él, fue tras ella, rozando a momentos las telas de ella con sus manos y en instantes la fina cintura, solo para que ella girara o cambiara de rumbo haciendo que terminara por seguirle entretenido.
Se entretenía como hacía tanto tiempo no le pasaba, disfrutaba de todo aquello y confiaba en que todo estaría bien, contrario a lo que les depararía el futuro, sobre todo a él. Giraban cerca de una tumba cuando creyó que era suficiente de aquel juego y le siguió por otro lado, tratando de que de que adelantarse a sus probables movimientos fuera la solución para que le diera alcance y preciso fue lo que le ayudo a que ambos cuerpos se estrellaran contra una de las tumbas aquellas y la sonrisa de victoria se extendiera por el rostro de Dorian. Tenerla tan cerca le gusto demasiado a lo que sus ojos recorrieron el rostro femenino, aquel cuello y llego a ver aquel par de senos sobre la ropa que usaba ella únicamente para regresar su mirada a los ojos ajenos.
– Te atrape, Vibeke – triunfaba en parte, pero eso no incluía que ya estuviera todo a su favor, aún le faltaba llegar al punto de tener aquel cuerpo perfecto desnudo y a su entera disposición no le interesaba si era ahí mismo, quería recorrerle entera y grabarsela en el cuerpo – ¿Quieres saber ahora que planeaba o te lo muestro? – la voz juguetona le salió de manera natural, apenas cualquier respuesta de parte de ella le llevaría a actuar y no se detendría hasta que la luz del sol amenazara con aparecer y acabar con ambos.
Suzanne Collins
Vibeke. Un nombre que se le quedaría grabado no únicamente en la mente, sino también en parte de su cuerpo. Todas esas ocasiones en las que creyera a su hermano un idiota por dejarse atrapar y ser separado de él se desvanecerían al saberse a si mismo engatusado de misma manera, pero por esos momentos esa era una posibilidad en la que su mente no se detenía. Se sentía complacido y divertido, olvidando las preocupaciones que le llevaron en primer lugar a seguirle. Prestaba atención a lo que quería y no a los detalles que podrían indicarle que las cosas no eran normales, que aquella mujer ocultaba algo.
– Tienes un nombre peculiar, entonces si dudo olvidarlo – La inmortal lo decía por otras razones, pero en ningún momento tuvo la oportunidad de hablar con Lorian al respecto de la mujer que se lo llevaba lejos, solo lo hizo y para el gemelo no existió explicaciones o despedidas, solo la soledad.
Una sonrisa se extendió por su rostro al notar las manos femeninas sobre él, pero no hizo intento alguno de atraparle. Prefería dejar que el juego continuara y tratar un poco más de atraparle por su cuenta, no que ella le diera las cosas tan fáciles aunque por lo que estaba observando en esos momentos, ella tampoco pensaba en que las cosas sencillas fueran buenas.
– Bueno pues solo te diré que será algo sumamente divertido, no arruinare la sorpresa aunque creo que tienes idea de que es lo que busco en ti – aseguraba aquello porque esa manera en la que se movían era una especie de coqueteo entre ambos. Al momento en que Vibeke se alejo de él, fue tras ella, rozando a momentos las telas de ella con sus manos y en instantes la fina cintura, solo para que ella girara o cambiara de rumbo haciendo que terminara por seguirle entretenido.
Se entretenía como hacía tanto tiempo no le pasaba, disfrutaba de todo aquello y confiaba en que todo estaría bien, contrario a lo que les depararía el futuro, sobre todo a él. Giraban cerca de una tumba cuando creyó que era suficiente de aquel juego y le siguió por otro lado, tratando de que de que adelantarse a sus probables movimientos fuera la solución para que le diera alcance y preciso fue lo que le ayudo a que ambos cuerpos se estrellaran contra una de las tumbas aquellas y la sonrisa de victoria se extendiera por el rostro de Dorian. Tenerla tan cerca le gusto demasiado a lo que sus ojos recorrieron el rostro femenino, aquel cuello y llego a ver aquel par de senos sobre la ropa que usaba ella únicamente para regresar su mirada a los ojos ajenos.
– Te atrape, Vibeke – triunfaba en parte, pero eso no incluía que ya estuviera todo a su favor, aún le faltaba llegar al punto de tener aquel cuerpo perfecto desnudo y a su entera disposición no le interesaba si era ahí mismo, quería recorrerle entera y grabarsela en el cuerpo – ¿Quieres saber ahora que planeaba o te lo muestro? – la voz juguetona le salió de manera natural, apenas cualquier respuesta de parte de ella le llevaría a actuar y no se detendría hasta que la luz del sol amenazara con aparecer y acabar con ambos.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
"En un mundo paralelo pudiste ser mío.
Tú no te lo preguntarás, pero yo lo probaré"
Tú no te lo preguntarás, pero yo lo probaré"
Vibeke era un veneno dulce, atractivo y fatal. Creerle era el primer error en una lista de errores. Ella era capaz de fingir amor con tal de sacar provecho propio. Era capaz de provocar con su cuerpo para satisfacerse y luego seguir sin más porque jamás se detenía a pensar en nadie que no fuera ella; excepto esta vez, donde tenía en mente algo mayor que implicaba a Lorian, que implicaba el reencuentro de los gemelos después de más de cuatrocientos años. Por supuesto ninguno lo esperaba y, en el fondo, Vibeke sabía y actuaba a propio riesgo de lograr una catástrofe que potenciara el odio de los dos hacia ella. El motivo de los dos tendría el mismo nombre pero diferente motivo: Engaño.
Dorian había cedido tan fácil como antaño cedió su hermano. De ella una sonrisa, un caminar provocador que le acentuara la cintura bajo los cabellos casi blancos y ahí estaban, dispuestos a entregarse a la pasión incontenible que representaba la noruega. Nadie creería al principio que tras esos coquetos ojos se escondía tal malicia. Ninguno de los hermanos había presentido que lo peor se les cruzaría con la aparición de aquella inmortal y Vibeke se aprovechaba de eso.
El juego le encantaba y eso era algo que rara vez tenía con Lorian, él era el serio, el difícil, el de carácter fuerte. Dorian por el contrario parecía ser dominante también pero pícaro, goloso, hambriento. La Noruega tenía muy claro que más allá de sus planes con él, se encargaría que no sólo recordara más adelante su nombre con odio, sino que también lo encegueciera la ira por el placer obtenido en una noche con la mujer equivocada. Ella desbordaría pasión y la depositaría en él, iba a marcarse en su piel con la misma intensidad con la que lo haría en su mente. –Quizás… pero me encanta que me lo digan- susurró cuando lo hubo tocado obteniendo una pronta respuesta. Acto seguido, el escape continuó, aunque era obvio que pretendía dejarse atrapar porque no usaba ninguna ilusión que pudiera confundir a su compañero de juegos ¿Qué tan hábil sería para encontrarla en poco tiempo?
Las risas de Vibeke harían que él la localizara, la picardía en ella tampoco se contenía y se manifestó en una corta risa cuando su cuerpo chocó con el ajeno y casi dieron en una tumba. Era increíble que a primera vista se pensara que eran enemigos. Pero era posible cuando se tenía en cuenta que Vibeke era una maestra de la actuación y del engaño. –Eres hábil, ahora quiero ver si eres igual para mostrarme lo que quieres- dijo ella sujetándolo por el cuello de la camisa –Quiero que me muestres tu juego que yo también te iré mostrando el mío- invitó como quien promete diversión cuando en realidad, era posible que incluso lo esperara la muerte, una que provocaría ella sin ser la mano ejecutora. Esa labor le correspondería a su amante, al hermano de su víctima, a Lorian de Bordeaux. Vibeke sonrió, la idea le resultó una delicia que se manifestó en sus labios.
Dorian había cedido tan fácil como antaño cedió su hermano. De ella una sonrisa, un caminar provocador que le acentuara la cintura bajo los cabellos casi blancos y ahí estaban, dispuestos a entregarse a la pasión incontenible que representaba la noruega. Nadie creería al principio que tras esos coquetos ojos se escondía tal malicia. Ninguno de los hermanos había presentido que lo peor se les cruzaría con la aparición de aquella inmortal y Vibeke se aprovechaba de eso.
El juego le encantaba y eso era algo que rara vez tenía con Lorian, él era el serio, el difícil, el de carácter fuerte. Dorian por el contrario parecía ser dominante también pero pícaro, goloso, hambriento. La Noruega tenía muy claro que más allá de sus planes con él, se encargaría que no sólo recordara más adelante su nombre con odio, sino que también lo encegueciera la ira por el placer obtenido en una noche con la mujer equivocada. Ella desbordaría pasión y la depositaría en él, iba a marcarse en su piel con la misma intensidad con la que lo haría en su mente. –Quizás… pero me encanta que me lo digan- susurró cuando lo hubo tocado obteniendo una pronta respuesta. Acto seguido, el escape continuó, aunque era obvio que pretendía dejarse atrapar porque no usaba ninguna ilusión que pudiera confundir a su compañero de juegos ¿Qué tan hábil sería para encontrarla en poco tiempo?
Las risas de Vibeke harían que él la localizara, la picardía en ella tampoco se contenía y se manifestó en una corta risa cuando su cuerpo chocó con el ajeno y casi dieron en una tumba. Era increíble que a primera vista se pensara que eran enemigos. Pero era posible cuando se tenía en cuenta que Vibeke era una maestra de la actuación y del engaño. –Eres hábil, ahora quiero ver si eres igual para mostrarme lo que quieres- dijo ella sujetándolo por el cuello de la camisa –Quiero que me muestres tu juego que yo también te iré mostrando el mío- invitó como quien promete diversión cuando en realidad, era posible que incluso lo esperara la muerte, una que provocaría ella sin ser la mano ejecutora. Esa labor le correspondería a su amante, al hermano de su víctima, a Lorian de Bordeaux. Vibeke sonrió, la idea le resultó una delicia que se manifestó en sus labios.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
Resulta sencillo olvidar lo lleno de personas que está el mundo, abarrotado, y cada una de ellas es susceptible de ser imaginada y, por lo tanto, de imaginarla mal.
John Green
Interesante. Esa inmortal era tan única que le resultaba imposible no seguirle cual animal en celo, dejarse llevar únicamente por el deseo que se encendía en su cuerpo mientras su mente maquinaba todo aquello que planeaba hacer con la fémina del cuerpo magnifico. Se cuestionaba mientras la risa desaparecía por el cementerio ¿Por qué no todas las inmortales eran como ella? Cierto era que Denisse tenía lo suyo, aquello que le había mantenido interesado tantos años pero apenas la presencia de la inmortal de nombre Vibeke despejo su mente de cualquier idea de Denisse, dejando solo la idea de que todas las de su raza deberían ser como la que perseguía tan afanosamente.
La seguridad que emitía su voz, incluso aún tan aterciopelada y suave le provocaba una enorme sonrisa a Dorian. Si a ella le gustaba que le dijeran las cosas, se topaba con el vampiro correcto pues al d'Auxerre, le gustaba decir las cosas, mucho más cuando estaba en situaciones como la que se encontraba o más bien, como en la que quería encontrarse al lado de aquella vampiresa.
– Ven entonces, te lo diré despacio para que nunca vayas a olvidarlo – y con la sonrisa juguetona aún en su rostro se lanzo de nuevo tras ella.
Lo que fuera a suceder entre ambos no se haría esperar demasiado pues el vampiro le dio alcance, y ambos terminaron muy cerca del otro. Las manos de Vibeke se sujetaban al cuello de su camisa y las palabras que salieron de sus labios incrementaron la apuesta en el juego. Aunque la que llevaba las de ganar era desde un inicio la de Bordeaux, después de todo conocía más de lo que Dorian creía y para obtener una victoria, en cualquier ámbito que se desarrollara se suponía que se requería mayor conocimiento sobre el enemigo.
– Pero mira quien habla de habilidad, la que se ha pasado el rato corriendo y tentando a mi ser con esos movimientos que llevas a cabo – la mano de Dorian se poso en la fina cintura femenina – Eres toda una seductora, así que creo que ya he comenzado a ver parte de tu juego ¿No es así? – no tenía ni idea de lo que se estaba metiendo, pero tal vez, incluso a sabiendas de lo que le pasaría, lo hubiera hecho igual.
– Será todo un placer que nos mostremos la manera de jugar– dijo más cerca de ella, deslizando su nariz desde la mejilla de la inmortal hasta su cuello, ese que era tan blanco y perfecto que de un momento a otro, tuvo la irresistible idea de verle cubierta de sangre. La idea le hizo sonreír, entreabrir los labios y mostrar apenas un poco del colmillo para delinear aquella piel de mármol que poseía Vibeke. La mano que antes se ajustaba con placer a la cintura femenina viajo con atrevimiento para posarse en su trasero y una risa se le escapo – Tienes todo demasiado bien en su sitio – resultaba incluso más tentadora que la sangre de una mortal. Vibeke por algo había sido la perdición de su hermano y de seguir de esa manera, sería la de ambos hermanos.
John Green
Interesante. Esa inmortal era tan única que le resultaba imposible no seguirle cual animal en celo, dejarse llevar únicamente por el deseo que se encendía en su cuerpo mientras su mente maquinaba todo aquello que planeaba hacer con la fémina del cuerpo magnifico. Se cuestionaba mientras la risa desaparecía por el cementerio ¿Por qué no todas las inmortales eran como ella? Cierto era que Denisse tenía lo suyo, aquello que le había mantenido interesado tantos años pero apenas la presencia de la inmortal de nombre Vibeke despejo su mente de cualquier idea de Denisse, dejando solo la idea de que todas las de su raza deberían ser como la que perseguía tan afanosamente.
La seguridad que emitía su voz, incluso aún tan aterciopelada y suave le provocaba una enorme sonrisa a Dorian. Si a ella le gustaba que le dijeran las cosas, se topaba con el vampiro correcto pues al d'Auxerre, le gustaba decir las cosas, mucho más cuando estaba en situaciones como la que se encontraba o más bien, como en la que quería encontrarse al lado de aquella vampiresa.
– Ven entonces, te lo diré despacio para que nunca vayas a olvidarlo – y con la sonrisa juguetona aún en su rostro se lanzo de nuevo tras ella.
Lo que fuera a suceder entre ambos no se haría esperar demasiado pues el vampiro le dio alcance, y ambos terminaron muy cerca del otro. Las manos de Vibeke se sujetaban al cuello de su camisa y las palabras que salieron de sus labios incrementaron la apuesta en el juego. Aunque la que llevaba las de ganar era desde un inicio la de Bordeaux, después de todo conocía más de lo que Dorian creía y para obtener una victoria, en cualquier ámbito que se desarrollara se suponía que se requería mayor conocimiento sobre el enemigo.
– Pero mira quien habla de habilidad, la que se ha pasado el rato corriendo y tentando a mi ser con esos movimientos que llevas a cabo – la mano de Dorian se poso en la fina cintura femenina – Eres toda una seductora, así que creo que ya he comenzado a ver parte de tu juego ¿No es así? – no tenía ni idea de lo que se estaba metiendo, pero tal vez, incluso a sabiendas de lo que le pasaría, lo hubiera hecho igual.
– Será todo un placer que nos mostremos la manera de jugar– dijo más cerca de ella, deslizando su nariz desde la mejilla de la inmortal hasta su cuello, ese que era tan blanco y perfecto que de un momento a otro, tuvo la irresistible idea de verle cubierta de sangre. La idea le hizo sonreír, entreabrir los labios y mostrar apenas un poco del colmillo para delinear aquella piel de mármol que poseía Vibeke. La mano que antes se ajustaba con placer a la cintura femenina viajo con atrevimiento para posarse en su trasero y una risa se le escapo – Tienes todo demasiado bien en su sitio – resultaba incluso más tentadora que la sangre de una mortal. Vibeke por algo había sido la perdición de su hermano y de seguir de esa manera, sería la de ambos hermanos.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
"Jamás deseo las buenas noches, las vivo y las doy y eso es lo que vas a recordar"
El juego se le antojó a Vibeke como la mejor idea de la noche. Los dioses la complacían y a cambio tendrían su sacrificio. Pero mientras tanto, ella disfrutaría. Él parecía también querer hacerlo, casi como si lo necesitara, y fue entonces cuando la noruega se decidió a invadirle un poco más la mente y encontrar lo que hiciera falta para ligarlo a ella.
–Soy culpable por buscar que lo desearas– susurró al oído ajeno mientras sentía que él la tomaba por la cintura –Mi juego es nuestro juego, pero quiero que lo anheles más– sin dudas, le mordió el lóbulo de la oreja y emitió una muy baja risita allí mismo. Buscaba provocarlo más, decirle que estaba ahí para jugar con él en la medida que él mismo estuviera dispuesto y que entré más ansioso se mostrara, más sería satisfecho.
Él también hizo lo suyo y la nariz se deslizó por su piel haciendo que esa respiración fría la incitara un poco más. Los colmillos en su cuello potenciaron aquello y a propósito Vibeke arqueó la espalda, como si le recordara que sus pechos seguían ahí para provocarlo. Cuando le tomó con firmeza los glúteos ella se irguió otra vez para tenerlo de frente –Voy a hacer que olvides la obsesión absurda que tienes en casa. No vas a desear tanto otra piel u otro cuerpo como voy a hacer que desees el mío– le besó el labio inferior lentamente y lo soltó luego para mirarlo a los ojos –Mi juego está más que claro, Dorian– se sonrió al pensar en sus propios planes. En el fondo quería ver que tan bueno era este gemelo en cuestiones de sexo. Ya había notado que físicamente él y Lorian eran prácticamente gemelos idénticos salvo un par de diferencias que no notaría alguien que recién los conociera. Pero la noruega recordaba hasta el más pequeño lunar del cuerpo de su amante y buscaría las similitudes con Dorian. ¿Sería tan bueno en la cama como su hermano? ¿Podría saciarla como lo hacía él? estaba dichosa porque a esas alturas estaba segura que lo lograría.
No había que ver a Dorian dos veces para saber que podía resultar insaciable, como ella misma. Era del tipo de inmortal que también disfrutaba de los juegos y cacerías y que todo eso hacía las veces de preámbulo para excitarlo más ¿Debió haberlos convertido a ambos hace años? probablemente no, pero Dorian había hecho acto de presencia en el mejor momento posible en la existencia de Vibeke y su llegada a Francia y también sería el mejor y más perverso de los regalos. –¿Hasta donde eres capaz de llegar? Quiero conocer tus límites. Porque yo no los tengo– Le desabrochó un botón de la camisa sin dejar de verlo a los ojos y jugueteó con sus uñas en el pecho ajeno –Aunque creo que no los conoces y eso me gusta. Quiero jugar contigo, extenderte toda la noche si resultas ser como pareces– Su rostro se acercó de nuevo al ajeno pero sin besarlo otra vez –Aquí no tengo todo lo que quiero– sonrió con malicia -Pero no importa, más allá de lo que digas pretendo probarte aquí–.
–Soy culpable por buscar que lo desearas– susurró al oído ajeno mientras sentía que él la tomaba por la cintura –Mi juego es nuestro juego, pero quiero que lo anheles más– sin dudas, le mordió el lóbulo de la oreja y emitió una muy baja risita allí mismo. Buscaba provocarlo más, decirle que estaba ahí para jugar con él en la medida que él mismo estuviera dispuesto y que entré más ansioso se mostrara, más sería satisfecho.
Él también hizo lo suyo y la nariz se deslizó por su piel haciendo que esa respiración fría la incitara un poco más. Los colmillos en su cuello potenciaron aquello y a propósito Vibeke arqueó la espalda, como si le recordara que sus pechos seguían ahí para provocarlo. Cuando le tomó con firmeza los glúteos ella se irguió otra vez para tenerlo de frente –Voy a hacer que olvides la obsesión absurda que tienes en casa. No vas a desear tanto otra piel u otro cuerpo como voy a hacer que desees el mío– le besó el labio inferior lentamente y lo soltó luego para mirarlo a los ojos –Mi juego está más que claro, Dorian– se sonrió al pensar en sus propios planes. En el fondo quería ver que tan bueno era este gemelo en cuestiones de sexo. Ya había notado que físicamente él y Lorian eran prácticamente gemelos idénticos salvo un par de diferencias que no notaría alguien que recién los conociera. Pero la noruega recordaba hasta el más pequeño lunar del cuerpo de su amante y buscaría las similitudes con Dorian. ¿Sería tan bueno en la cama como su hermano? ¿Podría saciarla como lo hacía él? estaba dichosa porque a esas alturas estaba segura que lo lograría.
No había que ver a Dorian dos veces para saber que podía resultar insaciable, como ella misma. Era del tipo de inmortal que también disfrutaba de los juegos y cacerías y que todo eso hacía las veces de preámbulo para excitarlo más ¿Debió haberlos convertido a ambos hace años? probablemente no, pero Dorian había hecho acto de presencia en el mejor momento posible en la existencia de Vibeke y su llegada a Francia y también sería el mejor y más perverso de los regalos. –¿Hasta donde eres capaz de llegar? Quiero conocer tus límites. Porque yo no los tengo– Le desabrochó un botón de la camisa sin dejar de verlo a los ojos y jugueteó con sus uñas en el pecho ajeno –Aunque creo que no los conoces y eso me gusta. Quiero jugar contigo, extenderte toda la noche si resultas ser como pareces– Su rostro se acercó de nuevo al ajeno pero sin besarlo otra vez –Aquí no tengo todo lo que quiero– sonrió con malicia -Pero no importa, más allá de lo que digas pretendo probarte aquí–.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
¿Es sucio el sexo? Únicamente si se hace bien.
Woody Allen
Esa manera de pensar que manifestaba la inmortal a la que sujetaba firmemente de la cintura le gustaba; ella sabía muy bien la dirección que todo estaba dando y parecía justo al igual que él, querer lanzarse con rumbo a ese destino pero esperando lo suficiente como para que la mente de Dorian deseara mucho más de ella. Río de manera audible. Como si pudiera desearle más después de haberla perseguido por todo el cementerio.
– ¿Cómo vas a conseguir eso, Vibeke? – acaricio cada delta de su nombre, con el deseo implícito que sentía él recorrerle todo el cuerpo y que le obligo también a relamerse los labios, como si tan solo el nombre de ella fuera suficiente para sacarle de sus casillas, en parte era de esa manera y lo sería en el futuro aunque él tratara de decir que no era de esa manera.
Le fascinaba esa forma suya de reaccionar a los actos que efectuaba el inmortal sobre aquella perfecta piel. El cuerpo tan tentador que poseía aquella mujer fue a recordarle que no solo una parte de ella necesita de sus atenciones y de nuevo el deseo le recorrió como una oleada, amenazando con provocarle destruir aquellas prendas que la vampira usaba y que no le eran más que de estorbo para sus fines. ¿Cómo tomaría ella la destrucción? Probablemente no fuera lo más sensato hacer, aunque si no podía rasgarle las ropas como estaba deseando, bien podrían realizar algunos destrozos por aquel cementerio.
– ¿Qué obsesión? – le sonrío divertido, haciendo como si realmente hubiera olvidado lo que estaba en casa. Aunque no era cierto del todo, gran parte de sus pensamientos ya estaban únicamente enfocados en Vibeke – Pues eso tenemos que comprobarlo antes – susurro mientras ella se acercaba a besarle – Y me encanta tu juego, así que vayamos a jugarlo de una buena maldita vez – Que todo el mundo se fuera al demonio de una y que le permitiera entonces disfrutar de aquella vampiresa como su cuerpo estaba pidiendo.
– ¿Existe algún vampiro que tenga limites respecto a esto? – Le miro con un destello juguetón en los ojos, porque sabía que quizás para muchos si existía pero para él, era complicado querer buscarlo cuando tenía frente a si un monumento como Vibeke para explorar – Pues creo que será complicado que lleguemos a un límite si es lo que buscas – Dejo que le explorara el pecho después de que desabrocho su botón. Rió al escuchar que ella se daba cuenta de la clase de vampiro con que estaba tratando – Una noche quizás no vaya a ser suficiente, pero podemos arreglarlo si es que hacemos las cosas como se debe – enarco la ceja al tener de nuevo aquel rostro tan cerca del suyo – ¿Pensaba que iba a dejar que fuéramos a otro sitio? – negó – Si lo que quiero es disfrutar de ti en este lugar, rompamos este molesto silencio con nuestra diversión – quedaba de más la ropa de hecho, así con habilidad comenzó rápidamente a deshacer todo aquello que mantenía atado el ceñido vestido a cada una de las partes del cuerpo de Vibeke, siempre deslizando los dedos por su piel cada que podía y fue besar aquellos pechos que se sobresalían en la figura femenina. La vampira había sido dotada de un cuerpo demasiado tentador tanto para humanos como para vampiros. Deslizo la lengua por la tersa piel de la inmortal, con la sonrisa aún en los labios. De un movimiento se pego más a ella, mirando aquel par de embelesadores ojos, mientras que las manos dejaban la tarea anterior ya que la parte superior se notaba ligeramente más suelta, lo suficiente como para después brindar más diversión a Dorian. Se tenso al tenerla tan cerca y esta vez quien le mordió los labios fue él – No sé como es posible que exista tanta tentación en un solo cuerpo, pero deberé averiguar tus misterios – susurro de manera decidida y divertida. Aquella sería una noche larga.
Woody Allen
Esa manera de pensar que manifestaba la inmortal a la que sujetaba firmemente de la cintura le gustaba; ella sabía muy bien la dirección que todo estaba dando y parecía justo al igual que él, querer lanzarse con rumbo a ese destino pero esperando lo suficiente como para que la mente de Dorian deseara mucho más de ella. Río de manera audible. Como si pudiera desearle más después de haberla perseguido por todo el cementerio.
– ¿Cómo vas a conseguir eso, Vibeke? – acaricio cada delta de su nombre, con el deseo implícito que sentía él recorrerle todo el cuerpo y que le obligo también a relamerse los labios, como si tan solo el nombre de ella fuera suficiente para sacarle de sus casillas, en parte era de esa manera y lo sería en el futuro aunque él tratara de decir que no era de esa manera.
Le fascinaba esa forma suya de reaccionar a los actos que efectuaba el inmortal sobre aquella perfecta piel. El cuerpo tan tentador que poseía aquella mujer fue a recordarle que no solo una parte de ella necesita de sus atenciones y de nuevo el deseo le recorrió como una oleada, amenazando con provocarle destruir aquellas prendas que la vampira usaba y que no le eran más que de estorbo para sus fines. ¿Cómo tomaría ella la destrucción? Probablemente no fuera lo más sensato hacer, aunque si no podía rasgarle las ropas como estaba deseando, bien podrían realizar algunos destrozos por aquel cementerio.
– ¿Qué obsesión? – le sonrío divertido, haciendo como si realmente hubiera olvidado lo que estaba en casa. Aunque no era cierto del todo, gran parte de sus pensamientos ya estaban únicamente enfocados en Vibeke – Pues eso tenemos que comprobarlo antes – susurro mientras ella se acercaba a besarle – Y me encanta tu juego, así que vayamos a jugarlo de una buena maldita vez – Que todo el mundo se fuera al demonio de una y que le permitiera entonces disfrutar de aquella vampiresa como su cuerpo estaba pidiendo.
– ¿Existe algún vampiro que tenga limites respecto a esto? – Le miro con un destello juguetón en los ojos, porque sabía que quizás para muchos si existía pero para él, era complicado querer buscarlo cuando tenía frente a si un monumento como Vibeke para explorar – Pues creo que será complicado que lleguemos a un límite si es lo que buscas – Dejo que le explorara el pecho después de que desabrocho su botón. Rió al escuchar que ella se daba cuenta de la clase de vampiro con que estaba tratando – Una noche quizás no vaya a ser suficiente, pero podemos arreglarlo si es que hacemos las cosas como se debe – enarco la ceja al tener de nuevo aquel rostro tan cerca del suyo – ¿Pensaba que iba a dejar que fuéramos a otro sitio? – negó – Si lo que quiero es disfrutar de ti en este lugar, rompamos este molesto silencio con nuestra diversión – quedaba de más la ropa de hecho, así con habilidad comenzó rápidamente a deshacer todo aquello que mantenía atado el ceñido vestido a cada una de las partes del cuerpo de Vibeke, siempre deslizando los dedos por su piel cada que podía y fue besar aquellos pechos que se sobresalían en la figura femenina. La vampira había sido dotada de un cuerpo demasiado tentador tanto para humanos como para vampiros. Deslizo la lengua por la tersa piel de la inmortal, con la sonrisa aún en los labios. De un movimiento se pego más a ella, mirando aquel par de embelesadores ojos, mientras que las manos dejaban la tarea anterior ya que la parte superior se notaba ligeramente más suelta, lo suficiente como para después brindar más diversión a Dorian. Se tenso al tenerla tan cerca y esta vez quien le mordió los labios fue él – No sé como es posible que exista tanta tentación en un solo cuerpo, pero deberé averiguar tus misterios – susurro de manera decidida y divertida. Aquella sería una noche larga.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
"Ven, que vamos a tomar decisiones...de las malas, de las que se recuerdan."
Vibeke jamás dudaba de lo que decía. Podía equivocarse y no le importaba, podía errar pero hacer creer que todo iba bien. Ella siempre tenía la razón o volcaba todo para que al final así fuera. –Siempre logro lo que quiero ¿Quién dice que no me crucé a propósito en tu camino para guiarte hasta acá? – le susurró con cierta fiereza. A esas alturas ya la noruega no le hablaba de otro modo. Lo seducía con las miradas, la voz, el cuerpo completo, la fantasía sobre la ilusión de estar acariciando y deseando tan carnalmente al enemigo.
–No dudo en tomar lo que quiero, como si te pasa con aquella “hermana” que persigues– extendió la mano y le acarició la zona de la cien –Tu mente me resulta tan fascinante como este cuerpo que planeo conocer– le lamió los labios, lo saboreó sin prisas y lo provocó con sus palabras –No dudaría en tomarte cada vez que te tuviera cerca ¿Por qué te desperdicias en deseos vanos que no se llevan a cabo?– confesó y preguntó sabiendo que lo que decía era verdad, eso mismo le sucedía con Lorian, a quien no podía dejar de desear bajo ninguna circunstancia. Aquél gemelo suyo era el detonante de su pasión con tal sólo cruzarse por su vista y eso, en parte, era lo que hacía que también deseara a Dorian.
–Sabes que sí. Pero ninguno de los dos somos de esos. Me encanta cómo me miras, la lujuria la llevas tan fuerte como el deseo por la sangre. Es absurdo contenerse– respondió afirmando que no tenía límites ni reproches. –Yo sé hacer las cosas como se debe, pero…– bajó la mano y la apoyó sobre el cinturón ajeno, soltó una risita y apenas le deslizó la mano hacia la entrepierna por encima del pantalón –No sé qué tanto sepas hacerlo tú– le retiró la mano y la volvió a un botón más de la camisa –Muévete– ordenó con su provocadora sonrisa y abrió la camisa de un solo tirón. Él no perdió tiempo, le deshizo los lazos que le ataban la ropa a la espalda y eso incluía el corpiño. Con el atado deshecho, las ropas se deslizaron hacia su abdomen dándole una vista más libre al vampiro. Lo haló hacia atrás y se sentó sobre una tumba alta que estaba sobre el suelo. El mármol se fundía con su frío pese a que sentía que la piel empezaba a quemarle y le deshizo el cierre del pantalón en un minuto. Sus magníficos senos estaban disponibles en todo sentido y al alcance de las manos ajenas mientras ella terminaba de deshacerse del pantalón ajeno. Observó con una sonrisa su miembro libre y levantó la mirada hacia él –Espero que sepas usar esta bendición que te dieron los dioses– estaba tan bien dotado como su gemelo aunque quizás su uso cambiara. Lorian era un completo animal en la cama y eso era lo que fascinaba a la inmortal. Detestaba que la tomaran a medias tintas, su cuerpo exigía fuerza y su masoquismo lo complementaba ¿Sería él capaz de complacerla?
-No necesito explicar cómo pensaba provocarte– su cuerpo por si sólo lo hacía y a la par se inclinó apenas, mordiéndose los labios para luego asomar la lengua. Recorrió el largo de la virilidad ajena sin dejar de observarlo, saboreó la parte superior sin dedicarle mayor tiempo y se incorporó sin abandonar el miembro ajeno que ahora era acariciado por una de sus manos que se deslizaba arriba y abajo. –Quisiera verte enloquecido, tan fiero como cuando persigues y cazas. quiero ver la fuerza hecha pasión en ti– lo invitó poniéndose de pie de nuevo y retirándole la camisa que aún le pendía de los hombros –Me gustas más así, desnudo...– susurró antes de besarlo y seguir controlándolo todo. Sus pechos se pegaron a los pectorales ajenos y sus pezones duros le acariciaron la piel. Su vestido entero se mantenía firme a su cintura pero tenerlo a él desnudo primero le gustaba más. Todos esos detalles los recordaría él después, cuando entendiera a donde se dirigía todo.
–No dudo en tomar lo que quiero, como si te pasa con aquella “hermana” que persigues– extendió la mano y le acarició la zona de la cien –Tu mente me resulta tan fascinante como este cuerpo que planeo conocer– le lamió los labios, lo saboreó sin prisas y lo provocó con sus palabras –No dudaría en tomarte cada vez que te tuviera cerca ¿Por qué te desperdicias en deseos vanos que no se llevan a cabo?– confesó y preguntó sabiendo que lo que decía era verdad, eso mismo le sucedía con Lorian, a quien no podía dejar de desear bajo ninguna circunstancia. Aquél gemelo suyo era el detonante de su pasión con tal sólo cruzarse por su vista y eso, en parte, era lo que hacía que también deseara a Dorian.
–Sabes que sí. Pero ninguno de los dos somos de esos. Me encanta cómo me miras, la lujuria la llevas tan fuerte como el deseo por la sangre. Es absurdo contenerse– respondió afirmando que no tenía límites ni reproches. –Yo sé hacer las cosas como se debe, pero…– bajó la mano y la apoyó sobre el cinturón ajeno, soltó una risita y apenas le deslizó la mano hacia la entrepierna por encima del pantalón –No sé qué tanto sepas hacerlo tú– le retiró la mano y la volvió a un botón más de la camisa –Muévete– ordenó con su provocadora sonrisa y abrió la camisa de un solo tirón. Él no perdió tiempo, le deshizo los lazos que le ataban la ropa a la espalda y eso incluía el corpiño. Con el atado deshecho, las ropas se deslizaron hacia su abdomen dándole una vista más libre al vampiro. Lo haló hacia atrás y se sentó sobre una tumba alta que estaba sobre el suelo. El mármol se fundía con su frío pese a que sentía que la piel empezaba a quemarle y le deshizo el cierre del pantalón en un minuto. Sus magníficos senos estaban disponibles en todo sentido y al alcance de las manos ajenas mientras ella terminaba de deshacerse del pantalón ajeno. Observó con una sonrisa su miembro libre y levantó la mirada hacia él –Espero que sepas usar esta bendición que te dieron los dioses– estaba tan bien dotado como su gemelo aunque quizás su uso cambiara. Lorian era un completo animal en la cama y eso era lo que fascinaba a la inmortal. Detestaba que la tomaran a medias tintas, su cuerpo exigía fuerza y su masoquismo lo complementaba ¿Sería él capaz de complacerla?
-No necesito explicar cómo pensaba provocarte– su cuerpo por si sólo lo hacía y a la par se inclinó apenas, mordiéndose los labios para luego asomar la lengua. Recorrió el largo de la virilidad ajena sin dejar de observarlo, saboreó la parte superior sin dedicarle mayor tiempo y se incorporó sin abandonar el miembro ajeno que ahora era acariciado por una de sus manos que se deslizaba arriba y abajo. –Quisiera verte enloquecido, tan fiero como cuando persigues y cazas. quiero ver la fuerza hecha pasión en ti– lo invitó poniéndose de pie de nuevo y retirándole la camisa que aún le pendía de los hombros –Me gustas más así, desnudo...– susurró antes de besarlo y seguir controlándolo todo. Sus pechos se pegaron a los pectorales ajenos y sus pezones duros le acariciaron la piel. Su vestido entero se mantenía firme a su cintura pero tenerlo a él desnudo primero le gustaba más. Todos esos detalles los recordaría él después, cuando entendiera a donde se dirigía todo.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
You’re one of my kind
INX - Need you tonight
Se sentía embelesado por Vibeke, ella era un conjunto de atributos perfectamente distribuidos para enloquecer a cualquier mortal o inmortal que se acercara lo suficiente como para sufrir sus efectos. Como hombres y mujeres antes y quizás como los que después caería, Dorian se enredaba lentamente más en el atractivo veneno que despedía la inmortal. Las palabras que decía también eran en parte una duda que solo le generaba una extraña excitación ¿De verdad había pensado pasarse por su camino de manera intencional? ¿Era todo aquello un juego des destino? Sonrió con cierto aire de seguridad, mirando a la mujer que había seguido ciegamente.
– No puedo estar seguro de si lo hiciste o no, aunque tampoco puede decirse si no te seguía yo desde antes y tuve la oportunidad de no seguirte – le recorrió el cuerpo con la mirada – bueno, en realidad nunca me paso por la mente no hacerlo, pero pudo suceder – su sinceridad era absoluta, ¿Para qué mentir cuando no creía que existiera esa necesidad?
Una carcajada emergió de lo más profundo de su garganta cuando la palabra “hermana” afloró de los labios de Vibeke. Así que ella poseía la capacidad de entrar en su mente y ver todo aquello que a otros les resultaba imposible. Se mantuvo sin moverse, permitió que la lengua de la inmortal le paseara por los labios mientras que en su mente Denisse era cada vez una idea más lejana y con menos sentido; vaya que esa mujer tenía un terrible control sobre cualquiera.
– Es una obsesión complicada de sacar de mi mente, pero con un cuerpo y palabras como las tuyas ¿Quién pensaría en ella? – y con esa respuesta fueron los labios de Dorian los que recorrieron la nívea piel de la mandíbula femenina. Olía de una manera enervante, realmente creía que con Vibeke sería capaz de olvidarse de todo y eso era lo que estaba precisamente buscando. Que se fueran al demonio las obligaciones cuando entre sus manos podía estar el cuerpo de una mujer que sabía saciaría sus deseos más salvajes – Y al igual que lo has dicho ya, yo también te tomaría cada vez que te encontrara cerca de mi, sin importar el lugar ni el momento.
– No he dicho que pensara contenerme, contigo dudo mucho que llegara a hacerlo realmente – Y ella tenía razón, era absurdo contenerse cuando entre ellos parecía existir una conexión que para Dorian le resultaba inexplicable; de haber conocido un poco más de la inmortal que estaba deseando más que nada en esos momentos se hubiese sentido un traidor a si mismo y tal vez, solo tal vez, tampoco le hubiese importado, pues lo que prometía Vibeke excedía cualquier otra vivencia en esos momentos complicados de su existencia. Las ideas se volvieron simplemente deseos que se transformaron en movimientos por cada uno; Dorian no dudaba el poder demostrar lo bien que sabía hacer las cosas y se hallaba seguro de que aquella mujer sabía jugar sus cartas de maneras excepcionales.
Las ropas de ambos comenzaron a abandonar sus cuerpos que aún así, desde la perspectiva de Dorian se sentían demasiado cubiertos. Vibeke ejecutaba movimientos certeros y por su parte era lo mismo, dejando al descubierto aquel par de senos con los que enloquecería cualquier hombre y eso, no le excluía para nada.
– Eso deberías descubrirlo tu y no preguntármelo, perdemos tiempo si deseas que te explique – dijo sonriendo. Sus manos se encontraban sobre la piel de la inmortal, recorriendo sus senos hasta llegar a los pezones, que sin perder tiempo alguno tomo entre sus dedos para tirar de ellos con toda la intención de erectarlos y jugar con todo lo que ella tenía por ofrecerle. Para esos momentos en que se deleitaba con el cuerpo femenino ya sospechaba que todo aquello sería una noche inolvidable, solo que era incapaz de ver la dimensión que esa noche alcanzaría en el futuro; no solo el suyo, sino el de todos los que conformaban su familia.
Un gruñido cargado de deseo se mantuvo en su garganta cuando la lengua ajena le recorrió el miembro que deseaba más de esas atenciones, aunque recibió a cambio otra clase. Vibeke se quedo cerca de él, tanto que ambos cuando alguno hacía un movimiento, Dorian sentía los pezones de la inmortal contra su pecho y esa mano que se mantenía firme sobre su miembro, haciendo que de a poco comenzara a desear tomarla de una maldita vez y no soltarla hasta que la amenaza del sol fuera inminente.
– Puedo decir que hasta ahora, a mi también me gustas más desnuda y eso que aún me falta por descubrir– con firmeza le sujeto de la cintura y la aparto un poco de él, lo suficiente como para poder inclinarse y saborear uno de aquellos turgentes pezones; le mordía para tironear de el y las manos del d’Auxerre fueron hasta las nalgas ajenas, apretadolas sobre las ropas que de un momento a otro, deseaba fuera del cuerpo de Vibeke y sus dedos se encargaron entonces de buscar la manera de alejar aquella prenda de la inmortal. Todo estaba de sobra, menos la piel de ambos y el deseo.
INX - Need you tonight
Se sentía embelesado por Vibeke, ella era un conjunto de atributos perfectamente distribuidos para enloquecer a cualquier mortal o inmortal que se acercara lo suficiente como para sufrir sus efectos. Como hombres y mujeres antes y quizás como los que después caería, Dorian se enredaba lentamente más en el atractivo veneno que despedía la inmortal. Las palabras que decía también eran en parte una duda que solo le generaba una extraña excitación ¿De verdad había pensado pasarse por su camino de manera intencional? ¿Era todo aquello un juego des destino? Sonrió con cierto aire de seguridad, mirando a la mujer que había seguido ciegamente.
– No puedo estar seguro de si lo hiciste o no, aunque tampoco puede decirse si no te seguía yo desde antes y tuve la oportunidad de no seguirte – le recorrió el cuerpo con la mirada – bueno, en realidad nunca me paso por la mente no hacerlo, pero pudo suceder – su sinceridad era absoluta, ¿Para qué mentir cuando no creía que existiera esa necesidad?
Una carcajada emergió de lo más profundo de su garganta cuando la palabra “hermana” afloró de los labios de Vibeke. Así que ella poseía la capacidad de entrar en su mente y ver todo aquello que a otros les resultaba imposible. Se mantuvo sin moverse, permitió que la lengua de la inmortal le paseara por los labios mientras que en su mente Denisse era cada vez una idea más lejana y con menos sentido; vaya que esa mujer tenía un terrible control sobre cualquiera.
– Es una obsesión complicada de sacar de mi mente, pero con un cuerpo y palabras como las tuyas ¿Quién pensaría en ella? – y con esa respuesta fueron los labios de Dorian los que recorrieron la nívea piel de la mandíbula femenina. Olía de una manera enervante, realmente creía que con Vibeke sería capaz de olvidarse de todo y eso era lo que estaba precisamente buscando. Que se fueran al demonio las obligaciones cuando entre sus manos podía estar el cuerpo de una mujer que sabía saciaría sus deseos más salvajes – Y al igual que lo has dicho ya, yo también te tomaría cada vez que te encontrara cerca de mi, sin importar el lugar ni el momento.
– No he dicho que pensara contenerme, contigo dudo mucho que llegara a hacerlo realmente – Y ella tenía razón, era absurdo contenerse cuando entre ellos parecía existir una conexión que para Dorian le resultaba inexplicable; de haber conocido un poco más de la inmortal que estaba deseando más que nada en esos momentos se hubiese sentido un traidor a si mismo y tal vez, solo tal vez, tampoco le hubiese importado, pues lo que prometía Vibeke excedía cualquier otra vivencia en esos momentos complicados de su existencia. Las ideas se volvieron simplemente deseos que se transformaron en movimientos por cada uno; Dorian no dudaba el poder demostrar lo bien que sabía hacer las cosas y se hallaba seguro de que aquella mujer sabía jugar sus cartas de maneras excepcionales.
Las ropas de ambos comenzaron a abandonar sus cuerpos que aún así, desde la perspectiva de Dorian se sentían demasiado cubiertos. Vibeke ejecutaba movimientos certeros y por su parte era lo mismo, dejando al descubierto aquel par de senos con los que enloquecería cualquier hombre y eso, no le excluía para nada.
– Eso deberías descubrirlo tu y no preguntármelo, perdemos tiempo si deseas que te explique – dijo sonriendo. Sus manos se encontraban sobre la piel de la inmortal, recorriendo sus senos hasta llegar a los pezones, que sin perder tiempo alguno tomo entre sus dedos para tirar de ellos con toda la intención de erectarlos y jugar con todo lo que ella tenía por ofrecerle. Para esos momentos en que se deleitaba con el cuerpo femenino ya sospechaba que todo aquello sería una noche inolvidable, solo que era incapaz de ver la dimensión que esa noche alcanzaría en el futuro; no solo el suyo, sino el de todos los que conformaban su familia.
Un gruñido cargado de deseo se mantuvo en su garganta cuando la lengua ajena le recorrió el miembro que deseaba más de esas atenciones, aunque recibió a cambio otra clase. Vibeke se quedo cerca de él, tanto que ambos cuando alguno hacía un movimiento, Dorian sentía los pezones de la inmortal contra su pecho y esa mano que se mantenía firme sobre su miembro, haciendo que de a poco comenzara a desear tomarla de una maldita vez y no soltarla hasta que la amenaza del sol fuera inminente.
– Puedo decir que hasta ahora, a mi también me gustas más desnuda y eso que aún me falta por descubrir– con firmeza le sujeto de la cintura y la aparto un poco de él, lo suficiente como para poder inclinarse y saborear uno de aquellos turgentes pezones; le mordía para tironear de el y las manos del d’Auxerre fueron hasta las nalgas ajenas, apretadolas sobre las ropas que de un momento a otro, deseaba fuera del cuerpo de Vibeke y sus dedos se encargaron entonces de buscar la manera de alejar aquella prenda de la inmortal. Todo estaba de sobra, menos la piel de ambos y el deseo.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/04/2013
Re: Desire +18 [Privado]
"Un apellido o una mentira es lo de menos cuando de placer se trata"
Durante mucho tiempo se preguntó por el gemelo perdido, ese del que Lorian no hablaba mucho, pero ¿De qué hablaba mucho Lorian? Realmente, de nada. Hasta donde recordaba Vibeke, casi nunca podían hablar “civilizadamente”. Se conocían el cuerpo, las ganas, los fetiches, las fantasías, los lunares… pero un par de cuestiones se les escapaban de las manos porque no eran capaces de contenerse en presencia del otro. Sus labios se movían poco para hablar cuando estaban juntos, pero sin duda los usaban para cosas más interesantes y placenteras para ambos.
–Esta noche no podrás estar seguro de nada. Excepto que querrás más, aunque te odies después– emitió una risita que desviaba sus verdaderas intenciones o la realidad tras la máscara de placer que ofrecía Vibeke en todo tiempo. ¿Qué más daba que se sintiera cazador o presa? Al final ganaría ella y eso lo sabrían ambos. Era todo lo que importaba. El modo en que él la miraba le fascinaba, la encendía, la provocaba más porque veía curiosidad y necesidad en ellos, además de la extrema sinceridad que le impedía tanto callar lo que pensaba como dejar sus manos sin explorarla allí donde primero iba la vista.
También le gustaba la risa de Dorian, era de una masculinidad provocadora, como pocas. –Las obsesiones se evaporan, Dorian. – mencionó mordiendo levemente su labio inferior mientras lo sujetaba por el cuello con una de sus manos. –Sin mencionar que dudo que alguien pueda igualarme cuando de placeres se trata– le susurró sobre los labios con el ego característico suyo. Vibeke le recorría cada músculo marcado con las manos y con un deslizar de uñas sutil pero provocador. Buscaba los puntos que lo hicieran erizar, quería probar una vez las diferencias con su hermano y disfrutarlas hasta que el sol los obligara a irse. Iba a asegurarse de ser imborrable, de que el recorrido que sus manos hacían no fueran confundidos jamás con otros. Se sentía a gusto, le encantaban las comparaciones cuando se trataba de exaltarla a ella y a su cuerpo perfecto y bien dotado para complacer y ser complacido. Le permitió besarle el cuello y echó un poco su cabeza hacia atrás sin soltarlo un segundo. –Presiento que eres difícil de complacer. Pero eso es lo que me gusta, lo que probaría más veces– ¿Sería tan cínica de acostarse con él cada vez que se lo encontrara? Quizás. Ella podía mantener la ilusión una y otra vez para ocultar su esencia de Bordeaux. Sería capaz de arraigarlo a ella hasta que ni siquiera la verdad pudiera separarlo ¿Acaso Lorian no la odiaba también? No era nada nuevo, pero si era provechoso cuando de sexo se trataba. Ella necesitaba fuerza, no ternura.
Mientras le permitía besarla y ella lo recorría con las manos, sonrió. Era increíble que él se pareciera en eso en su hermano. El hecho de pensar tomarla en cada encuentro le recorría la mente y le sacaba una descarada sonrisa cada tanto. Que maravillosa noche, pensaba.
Él era casi tan cretino como ella cuando hablaba, eso era otro punto a su favor –Eso es lo que planeo, pero no quiero darte un crédito que aún no te has ganado– mencionó con picardía y se mordió los labios en el preciso momento en que los dedos ajenos se encontraron con sus pezones. Vibeke era extremadamente sensible en ese punto y se tensó apenas, deseando más, queriendo cabalgarlo de una vez por todas hasta que ya no pudieran seguir.
El sabor de su miembro no era como el de su hermano, la sangre de ambos había cambiado desde que fueran humanos y era imposible que supiera igual. Pero comprobarlo le gustaba, la sensación de acariciar con sus labios algo que ella veneraba como punto principal de placer era algo a lo que no podía resistirse cuando se trataba de Lorian, y en ello también había entrado su hermano. Cuando se puso de pie, no soltó su virilidad sino que se apegó más a él, hasta que él mismo estableció una placentera distancia para mordisquear sus pezones. Le gimió al oído, suavemente, dejándole notar que aquello le gustaba. Entre más la mordía, más le acariciaba su masculinidad.
Una vez él terminó de retirarle las prendas, ella lo tomó de los hombros y lo giró hacia donde antes estaba ella. Lo empujó sobre la tumba, le sonrió y se acomodó a horcajadas sobre él pero sin permitir una penetración completa aún. –Quiero ver cuánto me deseas– susurró y bajó las caderas un poco, acariciando una vez más su miembro pero con su feminidad, permitiéndole que sintiera que podía entrar pero retirándose al instante. De sus labios no salían palabras, pero si una especie de ronroneo que le provocaba el placer de la situación. –Descubre lo que se te dé la gana– mencionó sin detenerse.
–Esta noche no podrás estar seguro de nada. Excepto que querrás más, aunque te odies después– emitió una risita que desviaba sus verdaderas intenciones o la realidad tras la máscara de placer que ofrecía Vibeke en todo tiempo. ¿Qué más daba que se sintiera cazador o presa? Al final ganaría ella y eso lo sabrían ambos. Era todo lo que importaba. El modo en que él la miraba le fascinaba, la encendía, la provocaba más porque veía curiosidad y necesidad en ellos, además de la extrema sinceridad que le impedía tanto callar lo que pensaba como dejar sus manos sin explorarla allí donde primero iba la vista.
También le gustaba la risa de Dorian, era de una masculinidad provocadora, como pocas. –Las obsesiones se evaporan, Dorian. – mencionó mordiendo levemente su labio inferior mientras lo sujetaba por el cuello con una de sus manos. –Sin mencionar que dudo que alguien pueda igualarme cuando de placeres se trata– le susurró sobre los labios con el ego característico suyo. Vibeke le recorría cada músculo marcado con las manos y con un deslizar de uñas sutil pero provocador. Buscaba los puntos que lo hicieran erizar, quería probar una vez las diferencias con su hermano y disfrutarlas hasta que el sol los obligara a irse. Iba a asegurarse de ser imborrable, de que el recorrido que sus manos hacían no fueran confundidos jamás con otros. Se sentía a gusto, le encantaban las comparaciones cuando se trataba de exaltarla a ella y a su cuerpo perfecto y bien dotado para complacer y ser complacido. Le permitió besarle el cuello y echó un poco su cabeza hacia atrás sin soltarlo un segundo. –Presiento que eres difícil de complacer. Pero eso es lo que me gusta, lo que probaría más veces– ¿Sería tan cínica de acostarse con él cada vez que se lo encontrara? Quizás. Ella podía mantener la ilusión una y otra vez para ocultar su esencia de Bordeaux. Sería capaz de arraigarlo a ella hasta que ni siquiera la verdad pudiera separarlo ¿Acaso Lorian no la odiaba también? No era nada nuevo, pero si era provechoso cuando de sexo se trataba. Ella necesitaba fuerza, no ternura.
Mientras le permitía besarla y ella lo recorría con las manos, sonrió. Era increíble que él se pareciera en eso en su hermano. El hecho de pensar tomarla en cada encuentro le recorría la mente y le sacaba una descarada sonrisa cada tanto. Que maravillosa noche, pensaba.
Él era casi tan cretino como ella cuando hablaba, eso era otro punto a su favor –Eso es lo que planeo, pero no quiero darte un crédito que aún no te has ganado– mencionó con picardía y se mordió los labios en el preciso momento en que los dedos ajenos se encontraron con sus pezones. Vibeke era extremadamente sensible en ese punto y se tensó apenas, deseando más, queriendo cabalgarlo de una vez por todas hasta que ya no pudieran seguir.
El sabor de su miembro no era como el de su hermano, la sangre de ambos había cambiado desde que fueran humanos y era imposible que supiera igual. Pero comprobarlo le gustaba, la sensación de acariciar con sus labios algo que ella veneraba como punto principal de placer era algo a lo que no podía resistirse cuando se trataba de Lorian, y en ello también había entrado su hermano. Cuando se puso de pie, no soltó su virilidad sino que se apegó más a él, hasta que él mismo estableció una placentera distancia para mordisquear sus pezones. Le gimió al oído, suavemente, dejándole notar que aquello le gustaba. Entre más la mordía, más le acariciaba su masculinidad.
Una vez él terminó de retirarle las prendas, ella lo tomó de los hombros y lo giró hacia donde antes estaba ella. Lo empujó sobre la tumba, le sonrió y se acomodó a horcajadas sobre él pero sin permitir una penetración completa aún. –Quiero ver cuánto me deseas– susurró y bajó las caderas un poco, acariciando una vez más su miembro pero con su feminidad, permitiéndole que sintiera que podía entrar pero retirándose al instante. De sus labios no salían palabras, pero si una especie de ronroneo que le provocaba el placer de la situación. –Descubre lo que se te dé la gana– mencionó sin detenerse.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
Voraces, insaciables. Ambos parecían llevar el fuego en las venas que ya no les mantenían realmente con vida. Ante mujeres como aquella, Dorian creía de manera firme y sincera que eran el verdadero motivo de que su inmortalidad existiera. En situaciones donde se encontraba con un cuerpo y un espíritu como el de Vibeke, no existía nada más que lo mantuviera. Olvidaba a su familia, a Denisse hasta las ganas de volver a ver a Lorian y desencadenar una venganza contra aquellos que se lo habían arrebatado de las manos y sin embargo, estaba deseando tomar a una de las pertenecientes a los De Bordeaux.
Dudaba seriamente de poder odiarse cuando se notaba a leguas que debutaría un majar digno de dioses junto a ella. Pero en esa noche, se desconocían muchas cosas y el final de aquel juego era tan inesperado como la manera en que surgió el mismo encuentro de ellos.
La devoraba con lo que podía, las miradas, las palabras y hasta las manos que recorrían aquel cuerpo femenino. No pensaba olvidar ningún detalle de Vibeke, porque aunque ella decía que las obsesiones se evaporaban, en algunos casos era buena idea mantener alguna solo por el simple placer de encontrarse con una obsesión y ver si se podía terminar de determinada manera. Dorian planeaba preciso, encontrar a la inmortal en un futuro, quizás lejano o tal vez más cercano pero cuando ocurriera, planeaba volver a terminar de esa manera con ella. Una noche sería suficiente por un tiempo pero también se necesitaba refrescar la memoria después de que pasara el tiempo y ¿Qué mejor que con quien tenía el cuerpo más seductor que viera en su existencia?
– Esos aires de grandeza que te das seguramente deben ser por algo; pero incluso aunque no lo hubieras mencionado, estoy convencido de que es la verdad – respondió mientras la tenía aún cerca y no decía mentiras. En otras ocasiones era prudente mantener ciertas dudas hasta que se viera la realidad pero a lo que ya había sido capaz de ver, tenía suficiente como para saber con que clase de mujeres se trataba. ¿Por qué no eran todas de esa manera? ¿Por qué existían humanas e inmortales que actuaran como si su cuerpo y la sexualidad fuera algo que no debía disfrutarse? Ingenuas criaturas que no apreciaban lo que de verdad era bueno. Nada que ver con ellos, ese par de inmortales que se dejaban llevar por el deseo y el placer de lo carnal, no se conocerían nada más pero las ganas del otro parecían estar escritas en sus cuerpos y movimientos.
Rió ante los planes de Vibeke. Si ella quería descubrir cosas sobre él, el d’Auxerre no tenía ninguna clase de inconveniente en que lo hiciera. Que descubriera tanto como le viniera en gana, que después de todo también él se deleitara con ella de todo. Los pensamientos se suplen por las acciones y ambos se dan a la tarea de recorrerse los cuerpos, despertar los lados mas salvajes y primitivos del otro. De por si, para Dorian ya era complicado pensar en algo que no fuera ella, así que di ella seguía tocándole de la manera en que lo hacía en esos momentos, todo se iría al demonio. Le tomaría con una necesidad extrema.
Ropas era algo que no se requerían ya sobre el cuerpo de Vibeke y por eso fue que termino por sacarle todo lo que le cubría, para ver aquel glorioso templo de seducción que muy pronto adoraría hasta que ambos no pudiesen más. La posición en que se habían encontrado hasta esos momentos cambio y él no se opuso a la manera en que se encontraban ahora. Teniendo a la inmortal sobre su cuerpo le sonrió.
– Claro que pienso descubrir tanto como pueda – sus manos fueron a tomar aquel par de senos, jugaba con aquellos erectos pezones mientras que notaba como ella jugaba con él. Su miembro era tentado por la femineidad de Vibeke como si estuviese ahí solo para que ella pudiera divertirse y aunque en parte era de esa precisa manera, no iba a permitir más esos juegos. A Dorian le gustaban los juegos, sin embargo ya era demasiado tarde para resistirse a ella. Dejo de tentar aquel par de perfectos senos y sus manos fueron a sujetar sus caderas para de esa manera obligarle de una vez por todas a que se uniera a él de manera carnal, aunque al igual que ella, no lo hizo de inmediato. Entraba apenas un poco y después la retiraba, era un contacto inicial que le hacía sonreír y mirarla con más deseo que antes. Le mantuvo así unos momentos hasta que termino por entrar completamente en ella; el interior de la inmortal le recibió mucho mejor de lo que se hubiese imaginado. Todas las preocupaciones entonces desaparecieron por completo, Vibeke era lo único que existía ahí.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
"Y es que es mejor medir la venganza en besos y la ira en orgasmos."
A Vibeke le rondaba una pregunta por la mente y era la reacción del d’Auxerre al finalizar la faena. Seguramente sonreiría satisfecho por el sexo obtenido, pero la cuestión era cuando la ilusión que la noruega mantenía cayera y él notara que según la sangre, era su enemiga. Y ¿Cómo se pondría al agregar que ella era quien le había arrebatado a su hermano para hacerlo inmortal? Eran demasiadas cosas las que Dorian tendría que asimilar cuando culminara el placer y empezara la realidad con el mismo ardor que el amanecer. Lo bueno para Vibeke, es que tanto el presente como la teoría del futuro, le fascinaban. A ella le encantaba que la vida y los placeres colisionaran con ella. Le gustaba mostrar que la cura no hace eludir la enfermedad, señalarle las estaciones a los que nunca llegan, marcar con tiza la escena del crimen, ser el peldaño roto y la primera palmada en la espalda al morir.
—Nada de lo que te digo es en vano. Todo tiene un por qué. Uno que te voy demostrando a medida que avanzan nuestras manos y el tiempo— susurró aquella frase que poseía un peso inimaginable; sobre todo, considerando que Vibeke se marcaría en la piel ajena como venganza a Denisse, la amante de Dorian. Aquella determinación la había tomado cuando encontró a Lorian marcado por las uñas de la d’Auxerre en su intento por librarse de él. Habían tenido una lucha leve, pero que había penetrado la piel del amante de la noruega hasta casi llegar a los huesos. Esa misma noche prometió venganza y esa misma ejecutaba. Con la diferencia que ella sabía compensar los ataques dándose gusto, al punto, que su víctima se sintiera aún más miserable por haber caído en una trampa para ciegos.
La brisa le acarició el cuerpo desnudo a ambos y ella se enorgullecía de lo mismo. Consideraba su cuerpo un templo digno de adorar y adoraba la masculinidad de unos músculos bien formados pero no de enormes proporciones. Deslizaba las uñas de tanto en tanto por una espalda ancha que la invitaba a tirarla sobre el piso y su cuerpo rozaba el ajeno en un contacto que bien podría derretirla. Hasta el momento, todo había sido tentar al destino y al otro como si no existiera nada más en el mundo y como si no pudieran condenarlos y cazarlos como herejes por perpetrar el sacrosanto descanso de los muertos. Pero ¿Quién sería finalmente más salvaje a la hora de tomarla? ¿Lorian o Dorian? Su curiosidad por aquellos gemelos estaba a punto de ser satisfecha.
Estando a horcajadas y jugando con su propio límite, el d’Auxerre se dedicó a provocar uno de sus puntos más altos y entretener aquél par de senos bien formados que encontraba en cuanto levantaba la vista. Lo demás se podía sentir apenas en un roce que no llenaría a ninguno si duraba mucho tiempo. Dorian era de juegos, pero sólo en los que había una presa y un cazador, porque una vez aquellos estaban juntos, el juego terminaba y la hora de devorar, aparecía.
Cedió por pocos e intentó provocarla también, hasta que sus manos se afianzaron más a sus caderas y la obligó a unirse a él de una vez por todas. La inmortal cerró los ojos, levantó el mentón con la cabeza hacia atrás y emitió un gemido que parecía más un suspiro largo y complacido. Cuando bajó el rostro, se estaba mordiendo los labios y se inclinó para reclamar los ajenos, pero se detuvo a milímetros de él para buscarle la mirada —Cruza mis fronteras, como si no tuvieses permitido atravesarlas— susurró y sin darle tiempo a decir nada le reclamó los labios, jugueteo con su lengua y dejó a sus caderas a la libertad de su lujuria.
Quizás no era necesario decir más, había esperado más de trecientos años para satisfacer su deseo del gemelo perdido y no iba a detenerse ahora que lo tenía. Lo cabalgaría como si fuera suyo y como si pudiera apropiarse de él en cada embestida ajena. Lo tomaría todas las veces que pudiera antes del amanecer y le buscaría mil climax que compensaran años, curiosidades y venganzas. Le haría gemir su nombre para que cuando conociera la verdad, el odio le supiera a orgasmo y las ganas de matar a sexo.
No había que hacer planes, el destino es un maldito y compensa a los que son como él.
—Nada de lo que te digo es en vano. Todo tiene un por qué. Uno que te voy demostrando a medida que avanzan nuestras manos y el tiempo— susurró aquella frase que poseía un peso inimaginable; sobre todo, considerando que Vibeke se marcaría en la piel ajena como venganza a Denisse, la amante de Dorian. Aquella determinación la había tomado cuando encontró a Lorian marcado por las uñas de la d’Auxerre en su intento por librarse de él. Habían tenido una lucha leve, pero que había penetrado la piel del amante de la noruega hasta casi llegar a los huesos. Esa misma noche prometió venganza y esa misma ejecutaba. Con la diferencia que ella sabía compensar los ataques dándose gusto, al punto, que su víctima se sintiera aún más miserable por haber caído en una trampa para ciegos.
La brisa le acarició el cuerpo desnudo a ambos y ella se enorgullecía de lo mismo. Consideraba su cuerpo un templo digno de adorar y adoraba la masculinidad de unos músculos bien formados pero no de enormes proporciones. Deslizaba las uñas de tanto en tanto por una espalda ancha que la invitaba a tirarla sobre el piso y su cuerpo rozaba el ajeno en un contacto que bien podría derretirla. Hasta el momento, todo había sido tentar al destino y al otro como si no existiera nada más en el mundo y como si no pudieran condenarlos y cazarlos como herejes por perpetrar el sacrosanto descanso de los muertos. Pero ¿Quién sería finalmente más salvaje a la hora de tomarla? ¿Lorian o Dorian? Su curiosidad por aquellos gemelos estaba a punto de ser satisfecha.
Estando a horcajadas y jugando con su propio límite, el d’Auxerre se dedicó a provocar uno de sus puntos más altos y entretener aquél par de senos bien formados que encontraba en cuanto levantaba la vista. Lo demás se podía sentir apenas en un roce que no llenaría a ninguno si duraba mucho tiempo. Dorian era de juegos, pero sólo en los que había una presa y un cazador, porque una vez aquellos estaban juntos, el juego terminaba y la hora de devorar, aparecía.
Cedió por pocos e intentó provocarla también, hasta que sus manos se afianzaron más a sus caderas y la obligó a unirse a él de una vez por todas. La inmortal cerró los ojos, levantó el mentón con la cabeza hacia atrás y emitió un gemido que parecía más un suspiro largo y complacido. Cuando bajó el rostro, se estaba mordiendo los labios y se inclinó para reclamar los ajenos, pero se detuvo a milímetros de él para buscarle la mirada —Cruza mis fronteras, como si no tuvieses permitido atravesarlas— susurró y sin darle tiempo a decir nada le reclamó los labios, jugueteo con su lengua y dejó a sus caderas a la libertad de su lujuria.
Quizás no era necesario decir más, había esperado más de trecientos años para satisfacer su deseo del gemelo perdido y no iba a detenerse ahora que lo tenía. Lo cabalgaría como si fuera suyo y como si pudiera apropiarse de él en cada embestida ajena. Lo tomaría todas las veces que pudiera antes del amanecer y le buscaría mil climax que compensaran años, curiosidades y venganzas. Le haría gemir su nombre para que cuando conociera la verdad, el odio le supiera a orgasmo y las ganas de matar a sexo.
No había que hacer planes, el destino es un maldito y compensa a los que son como él.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
Dejó de pensar y se limitó solo a sentir.
George Orwell
Estaba cayendo en aquella mentira. Enredadose a si mismo en una trampa bien puesta por la inmortal, una trampa de la cual no podría escapar tan fácilmente. Lo que si era sencillo, era caer en las redes de aquella vampiro. Vibeke era un misterio que se busca descubrir a base de seducción y el mero acto sexual. Por eso Dorian estaba ahí, entregado a ella y a las palabras que salían de los labios femeninos, aunque no las comprendiera del todo y la realidad era que en esos momentos no le interesaba del todo comprender los significados ocultos de las palabras de la inmortal, para eso tendría después, cuando el seductor cuerpo femenino no se encontrara tan cercano y los deseos de Dorian hubieran cedido. El único problema era que para cuando pasara, sería demasiado tarde y no existiría manera de llevar el tiempo atrás. Dorian d’Auxerre cerraría su propio destino en las curvas de quien le robará a Lorian.
Se había enterado de la reunión de Denisse con su gemelo, ella le reclamo el silencio absoluto en el que se mantuvo con la mayoría de los d’Auxerre con respecto a Lorian y aunque no podía culparla, la verdad es que no tenía ganas de aguantarla más. En parte eso le arrastraba a Vibeke; la necesidad de una mujer que no reclamara cada acto, que no necesitara que le contara absolutamente todo, alguien que como él, se dejara llevar por el momento y nada más que eso. Lo que no supo fue el daño generado, la manera en que aquel encuentro entre su hermano real y su hermana de sangre había roto la ligera barrera que separaba aún a ambos clanes de un encuentro inminente. Aquel encuentro fue el inicio del encuentro entre todos ellos y Dorian era parte de un plan perfectamente elaborado para destruir a los suyos. ¿Podía alguien culparle de estar ahí dispuesto para el enemigo? No, por supuesto que no. Cualquiera de los otros miembros seguro hubiera cedido, solo que quizás él era el más vulnerable.
El tiempo de jugueteos sin sentido llegaba a su fin, no podía perder más el tiempo cuando una delicia como la inmortal se le mostraba delante y le tentaba con descaro. Ambos estaban deseosos y eso era más que obvio por la manera en las que se tocaban, se miraban y se movían. De haberse encontrado tiempo antes, lo más seguro es que pasara lo mismo que ahora; aunque nadie sabría nunca lo que pudo haber ocurrido, solo se sabría lo que ocurría ahí y quedaría marcado por siempre.
Dorian sujeto las caderas de Vibeke reclamo entrar en ella. El interior de la inmortal le acepto sin más y una sonrisa de mero placer apareció en el rostro de Dorian al escuchar el gemido de ella. Hasta en eso era terriblemente seductora, invitándole a más, a llenarle por completo y a olvidarse del mundo a su lado. Las palabras femeninas confirmaron lo que su cuerpo ya decía y las bocas de ambos se fundieron en un beso que era más demandante que cualquier otra cosa. Se reclamaban una pertenencia que no era real pero que sabía a gloria. Ahí era donde el d’Auxerre encontraba lo maravilloso de aquella situación. Entregarse por completo a alguien más, ser enteramente suyo al menos por una noche y sin tener que reclamarse nada después.
Dejaron que sus cuerpos se dejaran llevar. Dorian le mordió el labio con algo de fuerza y sus manos se dirigieron a las nalgas de la inmortal, las cuales estrujaba y moldeaba según la forma de sus manos mientras que los cuerpos de ambos se encontraban en un movimiento rítmico, como si ambos cuerpos hubiesen estado esperando todo aquel tiempo para conocerse, para. Dorian probaba la fruta que enervara a su hermano hasta el punto de hacerle dejarlo y Vibeke saciaba una curiosidad de tiempo atrás. No tenían barrera alguna ni intención de detenerse ahora que todo había dado inicio. El d’Auxerre usaría aquel cuerpo para dejar sus propias penas de lado. La inmortal sería el templo donde vertería todos los deseos contenidos de los últimos tiempos y nada podría detenerlo ya.
George Orwell
Estaba cayendo en aquella mentira. Enredadose a si mismo en una trampa bien puesta por la inmortal, una trampa de la cual no podría escapar tan fácilmente. Lo que si era sencillo, era caer en las redes de aquella vampiro. Vibeke era un misterio que se busca descubrir a base de seducción y el mero acto sexual. Por eso Dorian estaba ahí, entregado a ella y a las palabras que salían de los labios femeninos, aunque no las comprendiera del todo y la realidad era que en esos momentos no le interesaba del todo comprender los significados ocultos de las palabras de la inmortal, para eso tendría después, cuando el seductor cuerpo femenino no se encontrara tan cercano y los deseos de Dorian hubieran cedido. El único problema era que para cuando pasara, sería demasiado tarde y no existiría manera de llevar el tiempo atrás. Dorian d’Auxerre cerraría su propio destino en las curvas de quien le robará a Lorian.
Se había enterado de la reunión de Denisse con su gemelo, ella le reclamo el silencio absoluto en el que se mantuvo con la mayoría de los d’Auxerre con respecto a Lorian y aunque no podía culparla, la verdad es que no tenía ganas de aguantarla más. En parte eso le arrastraba a Vibeke; la necesidad de una mujer que no reclamara cada acto, que no necesitara que le contara absolutamente todo, alguien que como él, se dejara llevar por el momento y nada más que eso. Lo que no supo fue el daño generado, la manera en que aquel encuentro entre su hermano real y su hermana de sangre había roto la ligera barrera que separaba aún a ambos clanes de un encuentro inminente. Aquel encuentro fue el inicio del encuentro entre todos ellos y Dorian era parte de un plan perfectamente elaborado para destruir a los suyos. ¿Podía alguien culparle de estar ahí dispuesto para el enemigo? No, por supuesto que no. Cualquiera de los otros miembros seguro hubiera cedido, solo que quizás él era el más vulnerable.
El tiempo de jugueteos sin sentido llegaba a su fin, no podía perder más el tiempo cuando una delicia como la inmortal se le mostraba delante y le tentaba con descaro. Ambos estaban deseosos y eso era más que obvio por la manera en las que se tocaban, se miraban y se movían. De haberse encontrado tiempo antes, lo más seguro es que pasara lo mismo que ahora; aunque nadie sabría nunca lo que pudo haber ocurrido, solo se sabría lo que ocurría ahí y quedaría marcado por siempre.
Dorian sujeto las caderas de Vibeke reclamo entrar en ella. El interior de la inmortal le acepto sin más y una sonrisa de mero placer apareció en el rostro de Dorian al escuchar el gemido de ella. Hasta en eso era terriblemente seductora, invitándole a más, a llenarle por completo y a olvidarse del mundo a su lado. Las palabras femeninas confirmaron lo que su cuerpo ya decía y las bocas de ambos se fundieron en un beso que era más demandante que cualquier otra cosa. Se reclamaban una pertenencia que no era real pero que sabía a gloria. Ahí era donde el d’Auxerre encontraba lo maravilloso de aquella situación. Entregarse por completo a alguien más, ser enteramente suyo al menos por una noche y sin tener que reclamarse nada después.
Dejaron que sus cuerpos se dejaran llevar. Dorian le mordió el labio con algo de fuerza y sus manos se dirigieron a las nalgas de la inmortal, las cuales estrujaba y moldeaba según la forma de sus manos mientras que los cuerpos de ambos se encontraban en un movimiento rítmico, como si ambos cuerpos hubiesen estado esperando todo aquel tiempo para conocerse, para. Dorian probaba la fruta que enervara a su hermano hasta el punto de hacerle dejarlo y Vibeke saciaba una curiosidad de tiempo atrás. No tenían barrera alguna ni intención de detenerse ahora que todo había dado inicio. El d’Auxerre usaría aquel cuerpo para dejar sus propias penas de lado. La inmortal sería el templo donde vertería todos los deseos contenidos de los últimos tiempos y nada podría detenerlo ya.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
"Si dudas, cree"
De ese rincón en su pensamiento desde donde se divisaba la dulce venganza, pasaba a mirar de frente a esa especie de víctima, aunque era más lo que disfrutaba y nada lo que padecía. Volvía a pensar, como un lanzador de cuchillos que se disfraza de ausencia y entonces sonreía mientras lo montaba, como si fueran a llegar al fin del mundo. Y así era. A él lo iban a mudar a las malas y a hacerlo girar alrededor de otro universo.
Las ilusiones cortan y los deseos mutilan si no se llevan con cuidado. La pasión desespera y atrae como un poderoso imán que no repara en consecuencia alguna y Dorian iba en caída libre y sin protección alguna. Aunque mientras Vibeke gemía para él y se movía para ella, sabía que no iba a matarlo, que aquello no sería suficiente ni complacería a nadie después de todo ¿Qué si lo llevaba a la mansión de Bordeaux y se ingeniaba la forma de tenerlo como un esclavo? Sonrió a ese pensamiento mirándolo a él, permitiendo que su sexo aumentara la velocidad y la fuerza como si pretendiera acabarlo, aunque él hacía prácticamente lo mismo. Aquella sonrisa parecía parte del placer del momento, pero en realidad tenía un gran peso de lo que sería futuro, aunque en este, la imagen de Lorian desdibujara la escena en la mente de la inmortal.
Sin embargo nada podía detenerla cuando obtenía placer y satisfacía su cuerpo de todas las formas posibles. Su boca jugueteaba con la ajena y entre mordidas que no delataban la sangre, se reclamaban sin derechos. Las manos del gemelo asían los blancos y bien torneados glúteos de Vibeke, haciendo que cada movimiento fuera más firme y lograra más gemidos por parte de ambos. Ella lo miraba, fruncía el ceño como fruto de su complacencia y reparaba en como cambiaba el rostro ajeno en cada estocada, como si llevara mucho tiempo conteniendo esa necesidad de sexo silencioso y sin quejas o cursilerías. Y en efecto ella callaba, porque casi parecía analizar ese modo del sexo de Dorian comparado con el de Lorian y ni siquiera un lunar se le escapaba a ella a la hora de notar las diferencias, o, mejor dicho, las maneras de cada uno de hacerla suya y saborearle el cuerpo cambiándole las sensaciones. Definitivamente no eran iguales y eso era lo mejor del experimento. Pero qué fácil era romperlos y acariciarles las piezas mientras se acomodaban al gusto de ella, como si se los pegara en su propio cuerpo y les dijera que no ha pasado nada, como si a su modo, les dijera que el mayor accidente de sus vidas llevaba su nombre y que eso tampoco importaba.
Y ahí sobre él, sin detenerse, sintió que debía tomarlo de nuevo, que aquél sexo de cementerio y lleno de ilusiones y mentiras debía repetirse en una hoja en blanco, una que fuera tachada con el odio y la violencia suficiente para perpetrar un orgasmo más rápido y certero a forma de venganza… Y más rápido se movía ella, y más alto gemía, sin temer a nada, sin ocultar el sonido de su sexo húmedo chocando contra la virilidad inmortal que la reclamaba como si no quisiera salir nunca de su cuerpo, como si la usara como la catarsis de lo que le tocaba soportar y encontrara en ese momento la forma de resarcirse a sí mismo y cambiar de hoja.
—Voy a hacerte más mío, Dorian d’Auxerre— le susurró entre fatigas y jadeos y con una sonrisa completa, que enseñaba los colmillos y la malicia al mismo tiempo y le impidió negarse cuando movió las caderas más que siempre, buscándole el desespero y por fin el orgasmo antes de llevarlo más adentro de su propia trampa. Una en la que parecía gustoso de haber caído.
Las ilusiones cortan y los deseos mutilan si no se llevan con cuidado. La pasión desespera y atrae como un poderoso imán que no repara en consecuencia alguna y Dorian iba en caída libre y sin protección alguna. Aunque mientras Vibeke gemía para él y se movía para ella, sabía que no iba a matarlo, que aquello no sería suficiente ni complacería a nadie después de todo ¿Qué si lo llevaba a la mansión de Bordeaux y se ingeniaba la forma de tenerlo como un esclavo? Sonrió a ese pensamiento mirándolo a él, permitiendo que su sexo aumentara la velocidad y la fuerza como si pretendiera acabarlo, aunque él hacía prácticamente lo mismo. Aquella sonrisa parecía parte del placer del momento, pero en realidad tenía un gran peso de lo que sería futuro, aunque en este, la imagen de Lorian desdibujara la escena en la mente de la inmortal.
Sin embargo nada podía detenerla cuando obtenía placer y satisfacía su cuerpo de todas las formas posibles. Su boca jugueteaba con la ajena y entre mordidas que no delataban la sangre, se reclamaban sin derechos. Las manos del gemelo asían los blancos y bien torneados glúteos de Vibeke, haciendo que cada movimiento fuera más firme y lograra más gemidos por parte de ambos. Ella lo miraba, fruncía el ceño como fruto de su complacencia y reparaba en como cambiaba el rostro ajeno en cada estocada, como si llevara mucho tiempo conteniendo esa necesidad de sexo silencioso y sin quejas o cursilerías. Y en efecto ella callaba, porque casi parecía analizar ese modo del sexo de Dorian comparado con el de Lorian y ni siquiera un lunar se le escapaba a ella a la hora de notar las diferencias, o, mejor dicho, las maneras de cada uno de hacerla suya y saborearle el cuerpo cambiándole las sensaciones. Definitivamente no eran iguales y eso era lo mejor del experimento. Pero qué fácil era romperlos y acariciarles las piezas mientras se acomodaban al gusto de ella, como si se los pegara en su propio cuerpo y les dijera que no ha pasado nada, como si a su modo, les dijera que el mayor accidente de sus vidas llevaba su nombre y que eso tampoco importaba.
Y ahí sobre él, sin detenerse, sintió que debía tomarlo de nuevo, que aquél sexo de cementerio y lleno de ilusiones y mentiras debía repetirse en una hoja en blanco, una que fuera tachada con el odio y la violencia suficiente para perpetrar un orgasmo más rápido y certero a forma de venganza… Y más rápido se movía ella, y más alto gemía, sin temer a nada, sin ocultar el sonido de su sexo húmedo chocando contra la virilidad inmortal que la reclamaba como si no quisiera salir nunca de su cuerpo, como si la usara como la catarsis de lo que le tocaba soportar y encontrara en ese momento la forma de resarcirse a sí mismo y cambiar de hoja.
—Voy a hacerte más mío, Dorian d’Auxerre— le susurró entre fatigas y jadeos y con una sonrisa completa, que enseñaba los colmillos y la malicia al mismo tiempo y le impidió negarse cuando movió las caderas más que siempre, buscándole el desespero y por fin el orgasmo antes de llevarlo más adentro de su propia trampa. Una en la que parecía gustoso de haber caído.
Vibeke de Bordeaux- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
Somos tan mudables como las veletas.
Emily Brontë
Las realidades son crueles, más cuando están manchadas por traiciones de sangre y deseos cumplidos, pero Dorian estaba en una fantasía, dibujaba en el cuerpo de Vibeke aquello que pensaba sería el futuro, mientras que la piel de la inmortal aquella hacía lo que deseaba con las caricias que el inmortal le otorgaba y las transformaba en un futuro más oscuro. Ese poder que ella era capaz de poseer sobre cualquiera que estuviera cerca era algo en lo que Dorian caía cada vez de manera más profunda, con cada movimiento que realizaban ambos cuerpos, volviendo aquella unión meramente carnal en el inicio del cambio de todo.
Mientras la mente del d’Auxerre estaba sumida en el deseo y una paz que otros considerarían extraña, todo lo bueno y lo malo desaparecía. Caía en el hechizo de aquel cuerpo vuelto la perdición de muchos y lo hacía de la manera más placentera posible, las cadenas que le ataban a los suyos se rompían de manera lenta y paulatina, eran meros hilos que cedían ante cada movimiento ajeno que únicamente lograba provocar en el cuerpo de Dorian ondas de placer. La exigía como lo que nunca más volvería a tener entre las manos, un majar digno de dioses pero que si se osaba probarse más de una vez, terminaba por asesinarte. En la mente del inmortal aquello era algo que no volvería a repetirse, un encuentro de una sola noche que simplemente recordaría en otros momentos y que lo llevarían a sonreír con lujuria, a que su cuerpo se llenara del deseo y las sensaciones que Vibeke le hacía experimentar, pero nada más que eso. Sabía que cuando el calmen de aquel acto se produjese, no habría nada más que los uniese y ambos partirían; la ingenuidad del vampiro era grande, tanta como para no darse cuenta que las cadenas que le union a los d’Auxerre habían sido rotas y planeaban ser unidas a otro lugar, uno que estaba dispuesto por Vibeke.
Se sumergía sin oponer resistencia y su cuerpo entero clamaba por tenerle de aquella forma. Los movimientos veloces, los gemidos placenteros y las manos de Dorian que no paraban de sujetar la palida piel ajena, deleitándose de la suavidad, de la manera en que el cuerpo de la inmortal parecía amoldarse a las peticiones ajenas; un mero acto que el cuerpo femenino desarrollaba para tenerlo atado a ella por siempre. Era curiosa la manera en la que Dorian le permitía aquello, como si de cierta manera siempre hubiese buscado aquello, el cuerpo que enloqueciera a su hermano y que prometiera tanto, quizás en parte habían sido los celos por ser únicamente Lorian el elegido lo que siempre le mantuvo deseoso de verlo nuevamente, de encontrar a aquella mujer que se lo llevara lejos y sin buscarla, la encontraba. No solo eso, sino que la tomaba como si en cualquier momento los cuerpos inmortales de ambos pudieran desaparecer de la existencia en la tierra y le daba igual que pasara, porque el sexo de Vibeke lo recibía como ningún otro, le excitaba mucho más con cada estocada y la manera en que envolvía su miembro, de manera que parecía ser que nunca le dejaría en libertad.
Le dedico una sonrisa retadora. Si ella quería hacerlo más suyo, eso debía demostrarlo primero y por eso fue que no se negó cuando las caderas femeninas se movieron más salvajemente, con una intensidad que logro detonar en ellos el orgasmo, mientras que él se aferraba a las caderas femeninas y un gemido placentero salía del vampiro; pero aquel final sobre todo, cerro completamente el destino de Dorian d’Auxerre.
– No sé como podrías hacerme más tuyo – admitió de manera divertida, carente del sentido que tendrían sus palabras desde ese momento y en delante.
Emily Brontë
Las realidades son crueles, más cuando están manchadas por traiciones de sangre y deseos cumplidos, pero Dorian estaba en una fantasía, dibujaba en el cuerpo de Vibeke aquello que pensaba sería el futuro, mientras que la piel de la inmortal aquella hacía lo que deseaba con las caricias que el inmortal le otorgaba y las transformaba en un futuro más oscuro. Ese poder que ella era capaz de poseer sobre cualquiera que estuviera cerca era algo en lo que Dorian caía cada vez de manera más profunda, con cada movimiento que realizaban ambos cuerpos, volviendo aquella unión meramente carnal en el inicio del cambio de todo.
Mientras la mente del d’Auxerre estaba sumida en el deseo y una paz que otros considerarían extraña, todo lo bueno y lo malo desaparecía. Caía en el hechizo de aquel cuerpo vuelto la perdición de muchos y lo hacía de la manera más placentera posible, las cadenas que le ataban a los suyos se rompían de manera lenta y paulatina, eran meros hilos que cedían ante cada movimiento ajeno que únicamente lograba provocar en el cuerpo de Dorian ondas de placer. La exigía como lo que nunca más volvería a tener entre las manos, un majar digno de dioses pero que si se osaba probarse más de una vez, terminaba por asesinarte. En la mente del inmortal aquello era algo que no volvería a repetirse, un encuentro de una sola noche que simplemente recordaría en otros momentos y que lo llevarían a sonreír con lujuria, a que su cuerpo se llenara del deseo y las sensaciones que Vibeke le hacía experimentar, pero nada más que eso. Sabía que cuando el calmen de aquel acto se produjese, no habría nada más que los uniese y ambos partirían; la ingenuidad del vampiro era grande, tanta como para no darse cuenta que las cadenas que le union a los d’Auxerre habían sido rotas y planeaban ser unidas a otro lugar, uno que estaba dispuesto por Vibeke.
Se sumergía sin oponer resistencia y su cuerpo entero clamaba por tenerle de aquella forma. Los movimientos veloces, los gemidos placenteros y las manos de Dorian que no paraban de sujetar la palida piel ajena, deleitándose de la suavidad, de la manera en que el cuerpo de la inmortal parecía amoldarse a las peticiones ajenas; un mero acto que el cuerpo femenino desarrollaba para tenerlo atado a ella por siempre. Era curiosa la manera en la que Dorian le permitía aquello, como si de cierta manera siempre hubiese buscado aquello, el cuerpo que enloqueciera a su hermano y que prometiera tanto, quizás en parte habían sido los celos por ser únicamente Lorian el elegido lo que siempre le mantuvo deseoso de verlo nuevamente, de encontrar a aquella mujer que se lo llevara lejos y sin buscarla, la encontraba. No solo eso, sino que la tomaba como si en cualquier momento los cuerpos inmortales de ambos pudieran desaparecer de la existencia en la tierra y le daba igual que pasara, porque el sexo de Vibeke lo recibía como ningún otro, le excitaba mucho más con cada estocada y la manera en que envolvía su miembro, de manera que parecía ser que nunca le dejaría en libertad.
Le dedico una sonrisa retadora. Si ella quería hacerlo más suyo, eso debía demostrarlo primero y por eso fue que no se negó cuando las caderas femeninas se movieron más salvajemente, con una intensidad que logro detonar en ellos el orgasmo, mientras que él se aferraba a las caderas femeninas y un gemido placentero salía del vampiro; pero aquel final sobre todo, cerro completamente el destino de Dorian d’Auxerre.
– No sé como podrías hacerme más tuyo – admitió de manera divertida, carente del sentido que tendrían sus palabras desde ese momento y en delante.
Lukian d'Auxerre- Vampiro Clase Alta
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Re: Desire +18 [Privado]
"La maldición comienza donde el placer termina"
Había prometido venganza y, jamás, ni una sola vez, había faltado a su palabra en sus más de novecientos años. El incidente de Lorian con Denisse fue el detonante principal y la mayor señal de la existencia de su gemelo, curiosamente también en París. El destino había jugado sucio al separarlos por un estúpido conflicto y luego la inmortalidad, para posteriormente lograr que la maldición en cada sangre los convirtiera en enemigos. Pero ¿No era justamente esa separación lo que hacía que Vibeke pudiera disfrutarlos a ambos? Claro que lo era, pero aún le faltaba algo. Los quería a los dos unidos y su sangre fluyendo a través de ellos.
El día en que Lorian llegó a su habitación a hurtadillas y con la carne lastimada casi permitiéndole ver el hueso bajo la misma, la noruega lo alertó de su siguiente movimiento: “Voy a quedarme con tu gemelo” le había dicho “Voy a quitarle eso que ella quiere” agregaba para entonces, sabiendo que era una jugada certera pero así mismo peligrosa. Pero era un riesgo que estaba dispuesta a correr. Le doblaba casi la edad a Dorian y, de no interferir otro miembro, lo llevaría consigo aunque para ello tuviera que emplear la fuerza. No obstante la suerte estuvo de su lado, como siempre que algún deseo se le metía en la mente y le carcomía los pensamientos. El llegar a Dorian había sido sencillo y el seducirlo mucho más. No podía quejarse, todo venía saliendo como deseara e incluso el placer hacía acto de presencia en medio de su coartada.
Los movimientos previos al orgasmo en ellos fue lo suficientemente fuerte como para saber que la tumba sobre la que estaban quedaría con secuelas, pequeñas marcas de aquél suceso que sería distinto si Vibeke no mantuviera aún la ilusión. Aunque no tenía claro si realmente él dejaría de desearla por más que la detestara cuando el velo cayera. Como fuera, no quiso arriesgarse hasta probar el manjar de sus labios y la pasión de su cuerpo. Ahora estaba satisfecha, aún a horcajadas sobre él, luego de haber gemido por minutos y saber que podría extenderlo más tiempo de estar en otro lugar, lejos del peligro que les representaba el sol. Pero debía ser hábil, en ese momento debía ser lo suficientemente astuta como para llevarlo con ella a la mansión de Bordeaux y llevar a cabo su plan. El amanecer estaba cerca y no le daría tiempo ni siquiera de vestirse. Era todo, el verdadero juego estaba por empezar.
Respiró un poco y acomodó las manos en sus hombros, para halarlo hacia ella y lograr que quedara sentado, aunque aún unidos. Lo envolvió con sus brazos, le besó la mejilla y le suspiró al oído —Yo sí sé cómo hacerte más mío y por mucho más tiempo. Has disfrutado como hace mucho no lo hacías. Pero ¿Sabes quién soy? — rozó la mejilla ajena con la suya propia en una especie de caricia y apoyó las manos en el cuello de Dorian, mirándolo a los ojos y con una sonrisa de satisfacción —Soy quien convirtió a tu hermano— señaló y giró con fuerza el cuello ajeno de inmediato, quebrándolo lo suficiente como para que el proceso de sanación le diera el tiempo suficiente de llevarlo a su propia casa e impidiéndole reaccionar. Así, desnudos, la noruega lo tomó en sus brazos y manteniendo una ilusión que los mantuviera ocultos, emprendió la marcha a la mayor velocidad que alguna vez hubiera tenido ella.
Le fue difícil no soltar carcajadas en su avance. El placer de hace unos minutos era equiparable al de su promesa cumplida. Ya en la mansión de Bordeaux tenía todo listo para él. Se había tomado el tiempo necesario para pedir lo que necesitaba y adecuar el sótano para desangrarlo, para sacarle la maldición y meterle otra, una que lo dejara más ligado a ella.
El día en que Lorian llegó a su habitación a hurtadillas y con la carne lastimada casi permitiéndole ver el hueso bajo la misma, la noruega lo alertó de su siguiente movimiento: “Voy a quedarme con tu gemelo” le había dicho “Voy a quitarle eso que ella quiere” agregaba para entonces, sabiendo que era una jugada certera pero así mismo peligrosa. Pero era un riesgo que estaba dispuesta a correr. Le doblaba casi la edad a Dorian y, de no interferir otro miembro, lo llevaría consigo aunque para ello tuviera que emplear la fuerza. No obstante la suerte estuvo de su lado, como siempre que algún deseo se le metía en la mente y le carcomía los pensamientos. El llegar a Dorian había sido sencillo y el seducirlo mucho más. No podía quejarse, todo venía saliendo como deseara e incluso el placer hacía acto de presencia en medio de su coartada.
Los movimientos previos al orgasmo en ellos fue lo suficientemente fuerte como para saber que la tumba sobre la que estaban quedaría con secuelas, pequeñas marcas de aquél suceso que sería distinto si Vibeke no mantuviera aún la ilusión. Aunque no tenía claro si realmente él dejaría de desearla por más que la detestara cuando el velo cayera. Como fuera, no quiso arriesgarse hasta probar el manjar de sus labios y la pasión de su cuerpo. Ahora estaba satisfecha, aún a horcajadas sobre él, luego de haber gemido por minutos y saber que podría extenderlo más tiempo de estar en otro lugar, lejos del peligro que les representaba el sol. Pero debía ser hábil, en ese momento debía ser lo suficientemente astuta como para llevarlo con ella a la mansión de Bordeaux y llevar a cabo su plan. El amanecer estaba cerca y no le daría tiempo ni siquiera de vestirse. Era todo, el verdadero juego estaba por empezar.
Respiró un poco y acomodó las manos en sus hombros, para halarlo hacia ella y lograr que quedara sentado, aunque aún unidos. Lo envolvió con sus brazos, le besó la mejilla y le suspiró al oído —Yo sí sé cómo hacerte más mío y por mucho más tiempo. Has disfrutado como hace mucho no lo hacías. Pero ¿Sabes quién soy? — rozó la mejilla ajena con la suya propia en una especie de caricia y apoyó las manos en el cuello de Dorian, mirándolo a los ojos y con una sonrisa de satisfacción —Soy quien convirtió a tu hermano— señaló y giró con fuerza el cuello ajeno de inmediato, quebrándolo lo suficiente como para que el proceso de sanación le diera el tiempo suficiente de llevarlo a su propia casa e impidiéndole reaccionar. Así, desnudos, la noruega lo tomó en sus brazos y manteniendo una ilusión que los mantuviera ocultos, emprendió la marcha a la mayor velocidad que alguna vez hubiera tenido ella.
Le fue difícil no soltar carcajadas en su avance. El placer de hace unos minutos era equiparable al de su promesa cumplida. Ya en la mansión de Bordeaux tenía todo listo para él. Se había tomado el tiempo necesario para pedir lo que necesitaba y adecuar el sótano para desangrarlo, para sacarle la maldición y meterle otra, una que lo dejara más ligado a ella.
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