AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
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Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Segunda noche de nuestro pacto, y de nuevo me debatía en el infierno de mis pensamientos. Trataba sin éxito de vislumbrar un atisbo de esperanza en el que finalmente aquella historia ya marcada por un trágico final hace siglos llegara a buen puerto.
Pacto basado en una mentira, y consciente de que había roto la norma mas importante de todas. Ser sinceros el uno con el otro, tome el caballo y avance por las calles parisinas hacia aquella taberna donde la ví por primera vez y que ahora se había convertido en nuestro lugar de encuentro.
Innumerables colores y olores se encontraban a mi paso, diría que aquella noche París se vestía de gala para una gran fiesta, más poco me importaban a mi aquellas celebraciones de humanos ricos de falsa moralidad.
Mis pensamientos se debatían entre confesar tras aquel beso una verdad que a mi mismo me daba miedo o guardar un silencio sepulcral que me consumía.
Que la amaba era un echo...pero ¿era por ella, Ariyne, por quien sentía aquello, o solo porque era la sombra de mi único amor, Katherine?
Era consciente de que necesitaba descubrir en que se unían aquellas dos mujeres idénticas como gotas de agua. Solo comprendiendo eso, seria capaz de entender donde su destino se ligaba al mio.
El tiempo jugaba en mi contra, seis miseros días de pacto en el que darle la adrenalina que buscaba y lograr que me amara.
Desde luego si le confesaba la verdad, me tomaría como a un loco, más no descartaba yo mismo serlo y estarlo, así que mejor guardar silencio y continuar aquella mentira con fecha de caducidad.
Tome aire antes de atravesar el umbral de la puerta, ya había captado su olor desde el exterior y una sonrisa picara se instauro en mis labios nada mas ver aquello ojos oscuros que me miraban brillantes desde la barra del local.
Camine con seguridad hacia ella, con la mirada oscurecida por el deseo y la sed.
Aquella sensación siempre estaba presente cuando estaba con ella, era difícil de explicar, mas representaría a la perfección el deseo sexual, la lujuria, el desenfreno y el amor, todo mezclado, agitado y servido en un recipiente perfecto cuyo nombre era Ariyne.
Aparte su pelo azabache con suavidad con mi mano y deposite en su caliente cuello un dulce beso, mis ojos bailaron por aquel rostro perfecto hasta encontrarme con esos labios que por primera vez había echo míos la noche anterior.
-Hola Lobita -susurre en su oído, antes de coger cierta distancia para pedir al camarero dos copas.
-Whisky para mi y algo afrutado para la dama -pedí con un ligero gesto y dejando unos francos sobre la barra que bien pagarían la consumición de aquella noche.
-¿y bien? -musite sin dejar de mirarla, mientras atraía su taburete con mi mano hacia mí pegando de ese modo nuestros cuerpos-¿que desea hace...?
No termine la frase cuando fuimos interrumpidos por otra pareja que al parecer conocían a la dama que me acompañaba y que muy zalameros, se ofrecieron a sentarse con nosotros.
Resople por lo bajo, no mentiré su compañía ni la buscaba ni la esperaba. No tenia tiempo que perder y aquello solo arruinaría una noche de las seis que me quedaban.
Por el contrario, mi loba, mucho mas agradable que yo con los extraños, que por supuesto para ella no lo eran, socializaba con una sonrisa.
Supongo que aquella dama de alta alcurnia estaba más que acostumbrada a fiestas y protocolo, cosa que un pobre diablo como yo no era capaz ni de entender.
Pacto basado en una mentira, y consciente de que había roto la norma mas importante de todas. Ser sinceros el uno con el otro, tome el caballo y avance por las calles parisinas hacia aquella taberna donde la ví por primera vez y que ahora se había convertido en nuestro lugar de encuentro.
Innumerables colores y olores se encontraban a mi paso, diría que aquella noche París se vestía de gala para una gran fiesta, más poco me importaban a mi aquellas celebraciones de humanos ricos de falsa moralidad.
Mis pensamientos se debatían entre confesar tras aquel beso una verdad que a mi mismo me daba miedo o guardar un silencio sepulcral que me consumía.
Que la amaba era un echo...pero ¿era por ella, Ariyne, por quien sentía aquello, o solo porque era la sombra de mi único amor, Katherine?
Era consciente de que necesitaba descubrir en que se unían aquellas dos mujeres idénticas como gotas de agua. Solo comprendiendo eso, seria capaz de entender donde su destino se ligaba al mio.
El tiempo jugaba en mi contra, seis miseros días de pacto en el que darle la adrenalina que buscaba y lograr que me amara.
Desde luego si le confesaba la verdad, me tomaría como a un loco, más no descartaba yo mismo serlo y estarlo, así que mejor guardar silencio y continuar aquella mentira con fecha de caducidad.
Tome aire antes de atravesar el umbral de la puerta, ya había captado su olor desde el exterior y una sonrisa picara se instauro en mis labios nada mas ver aquello ojos oscuros que me miraban brillantes desde la barra del local.
Camine con seguridad hacia ella, con la mirada oscurecida por el deseo y la sed.
Aquella sensación siempre estaba presente cuando estaba con ella, era difícil de explicar, mas representaría a la perfección el deseo sexual, la lujuria, el desenfreno y el amor, todo mezclado, agitado y servido en un recipiente perfecto cuyo nombre era Ariyne.
Aparte su pelo azabache con suavidad con mi mano y deposite en su caliente cuello un dulce beso, mis ojos bailaron por aquel rostro perfecto hasta encontrarme con esos labios que por primera vez había echo míos la noche anterior.
-Hola Lobita -susurre en su oído, antes de coger cierta distancia para pedir al camarero dos copas.
-Whisky para mi y algo afrutado para la dama -pedí con un ligero gesto y dejando unos francos sobre la barra que bien pagarían la consumición de aquella noche.
-¿y bien? -musite sin dejar de mirarla, mientras atraía su taburete con mi mano hacia mí pegando de ese modo nuestros cuerpos-¿que desea hace...?
No termine la frase cuando fuimos interrumpidos por otra pareja que al parecer conocían a la dama que me acompañaba y que muy zalameros, se ofrecieron a sentarse con nosotros.
Resople por lo bajo, no mentiré su compañía ni la buscaba ni la esperaba. No tenia tiempo que perder y aquello solo arruinaría una noche de las seis que me quedaban.
Por el contrario, mi loba, mucho mas agradable que yo con los extraños, que por supuesto para ella no lo eran, socializaba con una sonrisa.
Supongo que aquella dama de alta alcurnia estaba más que acostumbrada a fiestas y protocolo, cosa que un pobre diablo como yo no era capaz ni de entender.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Dormí u al menos eso intenté cuando antes del alba llegue, pies descalzos para no hacer ruido a mi regreso, en la mano derecha los zapatos que aun huelen a barro por no hablar de los bajos de del vestido, una u otra cosa podrían delatarme, por no hablar de nuestro exquisito olfato que permitiría el rastreo con simple pasada y no habiendo pasado demasiado tiempo u que la lluvia primaveral obstaculizase el seguimiento hasta ello.
Leith, el cocinero, no dijo nada cuando me vio pasar por el umbral de la puerta aun viendo que estaba echa un desastre, pelo alborotado y sin forma ninguna, por no hablar del vestido que ya dije su estado más el barro había secado in-situ quedando rígido, sin exagerar y permitiéndome moverme desde el principio de la plaza principal hasta donde nos alojábamos hasta regresar a Escocia y que esperaba fuera mayor que el pacto firmado con sangre bebida de mi cuello.
Inquieta mientras Leith me ayudaba a quietarme la capa marrón, luego se unió Camille, esposa del cocinero y ambos casi de la misma estructura fina, lo único que les diferenciaba a parte de su vestimenta el color azul cielo de los ojos de él y los verdes de ella o por el pelo castaño claro de él y elmoreno de esta, compartiendo también su tiempo de niños como yo lo hice con Danna a partir de los ocho años, cuando me trajo la Duquesa madre desde Irlanda después de saber que mi padre era con quien se había casado.
Limpiaron esos bordes con las manos, deshaciendo en pequeños granos el fango seco, que posteriormente barrieron, bese la mejilla de Camille y abrace por el cuello a Leith y bese también su mejilla, creo que cabe mencionar que él era una de esos hombres que me tentaban, de los que había besar a su mujer que no era más joven que yo y si no me equivoco son felices al menos al menos en apariencia, no soy quien para indagar en un matrimonio, como tampoco lo hago cuando otros conversan, por educación impuesta y mi voluntad de obedecerla.
Dormí u al menos lo intente, ya lo dije, pero apenas un par de horas logre cerrarlos los ojos antes de levantarme de nuevo y hacer frente a un nuevo día, desayunando con Danna, pequeñas charlas entre nosotras, paseos por los jardines e ir por mi cuenta a los establos para visitar a los caballos, acompañado por uno de los mastines que nos regalaron cuando éramos pequeñas, siendo mi guardián a cuatro patas desde cachorro.
Día que paso con lentitud sobre todo las últimas horas que darían paso al inicio de la oscuridad, donde todos dormían y yo de nuevo me escapaba para encontrarme con Erlend,en aquella taberna y afrontar así mi nueva dosis de adrenalina y reconozco que lo ansiaba, me sentía tan bien que no podía renunciar por esta segunda noche o tal vez la primera sin contar lo anterior.
Al igual que la anterior noche, no quería llamar la atención de los viandantes mientras me dirigía allí por lo que la discreción era primordial si quería continuar cumpliendo mi pacto, el peinado acorde con la vestimenta u al menos los intenta fue algo sencillo el pelo recogido por un lazo gris, dejando libres un par de mechones ligeramente ondulados por el peinado anterior que en lo posible mantuve ,excepto el recogido que deshice para poder dormir cómoda, de nuevo otra capa me cubriría menos larga que la anterior pero los suficientemente ancha como para taparme…
Despacio, alerta, camine por las calles hasta “Taverne Evans”, por primera vez mire su nombre antes de entrar. Cuando lo hice una bocanada de aire de diferentes olores encerrados que hizo que arrugara la nariz tras la mano con disimulo tape nariz y boca, mientras buscaba con la mirada al vampiro que no halle por lo que decidí hacerme hueco entre un par de hombre, el segundo de ellos se fue mal mirándome pero le ignore, lo único que em interesaba era ver a Erlend entrar por esa puerta que de vez en cuando miraba al resonar las bisagras en su abrir y cerrar.
Por fin lo vi, ambos nos miramos no pude evitar sonreír cuando su mano dio paso a una caricia que completaría sus labios sobre mi cuello, mejillas sonrosadas y ligeramente rígida creyendo que después de eso incluso llegase a morderme, pero no lo hizo tan solo susurró aquello que soy sonreí sin esfuerzo, dibujándose por si sola aquella sonrisa.
-Hola, vampiro - susurré casi al mismo tiempo que él, viendo como toma distancia para pedir por los dos y sentarse cerca de mi. El propietario de la Taberna se puso a ello al tiempo que echaba un ojo a sus clientes en las mesas como los que como nosotros preferían la barra.
Su pregunta no fue respondida ni tampoco completada por él al interrumpirnos una pareja que solo conocía de vista, creo haberlos visto en el barrio francés, ahora lo recuerdo, eran uno de los pintores con su mujer que esta noche decidieron calmar su sed al igual que yo, aunque por mi parte en otro sentido. La charla fue larga, mire de reojo a Erlend quien parecía algo incómodo porque en el ningún momento hablo, acerque mi mano con disimulo la mano de este, aquella tapada por lo ancho de la barra, de la que apenas toco sus dedos .Tensándome en el momento en que el tema tocaba terreno resbaladizo, no se de qué manera llegaron a sus oídos, pero hicieron y tal vez sea por aquella vez que encargue un cuadro, esta vez para mi y que fue llevado para acabar en la pared y no quedara desnudo el cabecero de la cama.
-¿ya habéis conocido a vuestro prometido, Lady Ariyne? ,¿ya hay fecha para vuestro compromiso? - dijo ella, mientras el marido la miraba incrédulo por lo que había dicho, dándole un tirón para que dejara de hablar de eso públicamente. Ya se veía que ser discreta no era parte de ella.
Compromiso, aquella palabra destacaba por encima de la continuación de su pregunta, mi inquietud y tensión por mencionar aquello que no dije aumenta, ni siquiera me atrevía a mirar a Erlend….
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Los minutos se me antojaban horas en aquella conversación que sin duda estaba haciéndome perder la segunda noche más importante de mi eterna vida.
Deje escapar el aire resignado contra el vaso de vidrio que apoyado sobre mis labios, dejaba entrar el liquido trasparente que abrasaba mi garganta y con ella mis ganas de quedar a solas con Ariyne.
El hombre, que se deshacía en halagos sobre mi persona, ni que me conociera de algo, tocaba mi hombro una y otra vez, no se si en un vil intento de acaparar mi atención o solo por viejas costumbres humanas.
Yo asentía oyendo sus palabras, más por cumplir con mi dama que porque me interesara cualquier tema político o de sociedad que el hombre amablemente trataba de explicarme para ponerme al día.
Sonreí desganado imaginando como arrancaría de cuajo aquella mano si de nuevo se atrevía a golpear mi hombro y apure el vaso, volviéndome a servir otro intentando así evadirme de aquella situación absurda, que si por mi fuera hubiera concluido hacia ya unas horas.
Los dedos de Ariyne rozaron los míos ocultos por la clandestinidad de la barra, admitiré que su gesto me reconforto y enfureció a partes iguales, pues conocedor era de que lo nuestro estaba tan escondido como el pacto que nos mantenía unidos por siete noches.
Nuevamente su mano sobre mi hombro, ese hombre no aprendía, mirada furtiva hacia la dama, que al contrario parecía llevar la conversación con la pareja infinitamente mejor que yo.
Relamí mis labios imaginando su cuello entre ellos, más aplaque mi deseo con mas alcohol, al tiempo que mis ojos bailaban por el cuerpo de aquella mujer, ahora dueña de los pensamientos mas lujuriosos e inquietantes.
La bebida aflojo la lengua de los cuatro, mas la de unos que la de otros, y aquella mujer, que ya con las mejillas sonrojadas por la falta de costumbre del embriagador elixir, dejo escapar su confesión oculta.
-¿ya habéis conocido a vuestro prometido, Lady Ariyne? ¿ya hay fecha para vuestro compromiso?
Un golpe del marido hizo que esta llevara apresurada las manos sobre sus labios, consciente ahora de su indiscreción.
Mas las palabras fueron pronunciadas y oídas, y mis ojos completamente dilatados, mostraban una pupila negra, solo propia de mi condición inmortal.
Ojos que contra los de la loba fueron a parar, odio, rabia e impotencia que encerraban en una única mirada fija en la suya.
Ambas manos contra la barra que sentí se hundía bajo mis dedos, respiración agitada, esta vez no aplacada por el alcohol.
-¡¿Prometida? ! -afirmé más que pregunté con ironía.
Mis palabras sonaban tan vacías como en aquel preciso instante me sentía.
-¡¿Quizás se os olvido contarme ayer ese pequeño detalle entre beso y beso?! -rugí furioso sin apartar mis ojos de ella, y sin prestar atención a la feliz pareja que nos acompañaba.
Ambos ya recogiendo sus pertenencias para salir de allí corriendo, posiblemente asustados por mi estado.
No les culpaba, pues de haber pronunciado palabra alguna, hubieran quedado despedazados sobre esa barra que ahora parecía ser la única que sufría mi enfado.
No esperé respuesta alguna, no necesitaba explicaciones para algo que ya quedaba más que claro frente a mis ojos.
Yo no seria jamás el amor de su vida, solo la absurda distracción que durante una semana aplacaría los deseos de una niñata que veía el resto de su vida enamorada de un hombre de su estatus, con el que dar paseos por el jardín con sus retoños corriendo por sus faldas.
Me sentí un autentico gilipollas, más lo era, consciente desde el principio de que aquello no saldría bien, me auto engañe dejado llevar por unos sentimientos que hacia siglos no había dejado aflorar, y que así debían de haber seguido.
La odiaba, mas bien me odiaba a mi mismo, mis demonios cabalgaban desbocados por todo mi cuerpo, los sentía, era el momento de irme, o acabaría cometiendo una locura.
Deje escapar el aire resignado contra el vaso de vidrio que apoyado sobre mis labios, dejaba entrar el liquido trasparente que abrasaba mi garganta y con ella mis ganas de quedar a solas con Ariyne.
El hombre, que se deshacía en halagos sobre mi persona, ni que me conociera de algo, tocaba mi hombro una y otra vez, no se si en un vil intento de acaparar mi atención o solo por viejas costumbres humanas.
Yo asentía oyendo sus palabras, más por cumplir con mi dama que porque me interesara cualquier tema político o de sociedad que el hombre amablemente trataba de explicarme para ponerme al día.
Sonreí desganado imaginando como arrancaría de cuajo aquella mano si de nuevo se atrevía a golpear mi hombro y apure el vaso, volviéndome a servir otro intentando así evadirme de aquella situación absurda, que si por mi fuera hubiera concluido hacia ya unas horas.
Los dedos de Ariyne rozaron los míos ocultos por la clandestinidad de la barra, admitiré que su gesto me reconforto y enfureció a partes iguales, pues conocedor era de que lo nuestro estaba tan escondido como el pacto que nos mantenía unidos por siete noches.
Nuevamente su mano sobre mi hombro, ese hombre no aprendía, mirada furtiva hacia la dama, que al contrario parecía llevar la conversación con la pareja infinitamente mejor que yo.
Relamí mis labios imaginando su cuello entre ellos, más aplaque mi deseo con mas alcohol, al tiempo que mis ojos bailaban por el cuerpo de aquella mujer, ahora dueña de los pensamientos mas lujuriosos e inquietantes.
La bebida aflojo la lengua de los cuatro, mas la de unos que la de otros, y aquella mujer, que ya con las mejillas sonrojadas por la falta de costumbre del embriagador elixir, dejo escapar su confesión oculta.
-¿ya habéis conocido a vuestro prometido, Lady Ariyne? ¿ya hay fecha para vuestro compromiso?
Un golpe del marido hizo que esta llevara apresurada las manos sobre sus labios, consciente ahora de su indiscreción.
Mas las palabras fueron pronunciadas y oídas, y mis ojos completamente dilatados, mostraban una pupila negra, solo propia de mi condición inmortal.
Ojos que contra los de la loba fueron a parar, odio, rabia e impotencia que encerraban en una única mirada fija en la suya.
Ambas manos contra la barra que sentí se hundía bajo mis dedos, respiración agitada, esta vez no aplacada por el alcohol.
-¡¿Prometida? ! -afirmé más que pregunté con ironía.
Mis palabras sonaban tan vacías como en aquel preciso instante me sentía.
-¡¿Quizás se os olvido contarme ayer ese pequeño detalle entre beso y beso?! -rugí furioso sin apartar mis ojos de ella, y sin prestar atención a la feliz pareja que nos acompañaba.
Ambos ya recogiendo sus pertenencias para salir de allí corriendo, posiblemente asustados por mi estado.
No les culpaba, pues de haber pronunciado palabra alguna, hubieran quedado despedazados sobre esa barra que ahora parecía ser la única que sufría mi enfado.
No esperé respuesta alguna, no necesitaba explicaciones para algo que ya quedaba más que claro frente a mis ojos.
Yo no seria jamás el amor de su vida, solo la absurda distracción que durante una semana aplacaría los deseos de una niñata que veía el resto de su vida enamorada de un hombre de su estatus, con el que dar paseos por el jardín con sus retoños corriendo por sus faldas.
Me sentí un autentico gilipollas, más lo era, consciente desde el principio de que aquello no saldría bien, me auto engañe dejado llevar por unos sentimientos que hacia siglos no había dejado aflorar, y que así debían de haber seguido.
La odiaba, mas bien me odiaba a mi mismo, mis demonios cabalgaban desbocados por todo mi cuerpo, los sentía, era el momento de irme, o acabaría cometiendo una locura.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Tarde en mirarle, mi corazón casi me sale por la boca por no saber cómo controlar la situación que por culpa de la mujer había desencadenado, aun cuando mire a Erlend después de los golpes, volviendo la mirada hacia aquella pareja, viendo como después de lanzar la piedra sobre mi tejado se retiran dejándome allí sin importar cuantas tejas cayeran por mi lado.
Volví a mirar al vampiro, intentando encajar su enfado y esa oscura mirada que me dedicaba, ira, odio, tal vez, no lo sé. Trate de explicarme pero cada vez que intentaba hacerlo él hacia una mueca como barrera para que dejara de intentarlo.
-Si lo estoy, pero,. - dije volviendo a intentarlo una vez más, mi cabezonería no me lo permitía, así que me acerque un poco más, sin limitar el espacio de separación entre nosotros incluso intuyendo que pudiera provocar si no más ira hacia mí, pero era una consecuencia que estaba dispuesta a correr con tal de poder explicarle la situación que con tan aparatosa palabra pudo interpretar de la peor de las maneras, sin saber realmente como estaban las cosas.
Apenas bebí del vaso, y después de esto las ganas eran nulas. Solo unos cuantos se vieron interrumpidos, molestos por lo que tenían que presenciar, incluso el propietario pidió calma aunque no sirvió de nada y yo tampoco lo conseguía.
-¿Podemos hablar esto fuera? -, sugerí con entrecortada voz, viendo las malas caras del personal, aunque también lo hice por mí, ya era suficiente el chismorreo llegara a oídos de la mujer del pintor, como para que cualquier oído listo y afinado supiera del desencuentro y la reacción de ambos y en n la peor de situaciones llegase a oídos de Danna.
Última edición por Ariyne el Miér Jun 01, 2016 5:46 am, editado 3 veces
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Y allí estaba tratando de acortar el estrecho espacio que había entre nosotros, como si su cercanía pudiera amansar a mis bestias.
Mis ojos aun hundidos en los suyos mantenían salvajes las distancias, supongo que le daba miedo, y para que mentir tenia razones para estar asustada.
-Si lo estoy, pero,. -farfulló casi con un hilo de voz.
Que mas prueba quería que la que sus labios me ofrecían en ese preciso momento.
Ella pertenecía a otro hombre, iba a casarse con él y yo allí estaba plantado frente a la maldita idea de vivir una segunda oportunidad.
Me reí de mi mismo y de lo patético que debía resultar en aquel mismo instante ante sus ojos.
La gente empezó a quejarse molesta por mi actitud, y el tabernero nos llamo a la calma en varias ocasiones, mas una mirada mía fue suficiente para callarlo.
-¿Podemos hablar esto fuera? -sugirió, supongo que tratando de no llamar al atención mas de la cuenta. Al fin y al cabo no le interesaba que esto llegara a oídos de su prometido.
Sonrei con odio encaminando mis pasos hacia el exterior, hasta que un hombre de unos treinta años se alzo de una mesa para increpar mi actitud con la dama.
El mundo esta lleno de valientes pensé con una sonrisa ladina sin detenerme, mas hundiendo mi mano con un golpe seco hasta alcanzar su corazón, que aun palpitante deje caer contra el suelo casi al tiempo que lo hacia su inerte cuerpo.
-También esta lleno de idiotas -farfulle siguiendo mi camino, mientras en aquella taberna se hizo el silencio.
Solo el tamborileo del corazón asustado de Ariyne seguía tras mis pasos.
¿Quería mis demonios?, pues allí los tenia, servidos en una hermosa bandeja de plata. ¿Adrenalina? Esperaba que esta fuera la dosis justa que necesitaba para toda su vida.
Tome una botella de ron, que encontré a mi paso, todavía llena y servida sobre una de las mesas de dos caballeros, que me miraban pálidos de terror.
-No os la vais a beber ¿verdad? -Afirmé más que pregunté tomándola por el cuello.
Los dos asintieron aterrorizados sin ser capaces de mover sus culos de los asientos
Una vez fuera, el viento azoto mi cabello, seguí caminando hacia un callejón, mientras daba un profundo trago a la botella que quedo medio vacía, la sangre aun goteaba por mi mano, creando una escena dantesca, y allí me detuve esperando a la dama.
Esperaba que aquel lugar fuera lo suficientemente privado para ambos, sonreí con ironía, hundiendo mis ojos en ella.
Mis ojos aun hundidos en los suyos mantenían salvajes las distancias, supongo que le daba miedo, y para que mentir tenia razones para estar asustada.
-Si lo estoy, pero,. -farfulló casi con un hilo de voz.
Que mas prueba quería que la que sus labios me ofrecían en ese preciso momento.
Ella pertenecía a otro hombre, iba a casarse con él y yo allí estaba plantado frente a la maldita idea de vivir una segunda oportunidad.
Me reí de mi mismo y de lo patético que debía resultar en aquel mismo instante ante sus ojos.
La gente empezó a quejarse molesta por mi actitud, y el tabernero nos llamo a la calma en varias ocasiones, mas una mirada mía fue suficiente para callarlo.
-¿Podemos hablar esto fuera? -sugirió, supongo que tratando de no llamar al atención mas de la cuenta. Al fin y al cabo no le interesaba que esto llegara a oídos de su prometido.
Sonrei con odio encaminando mis pasos hacia el exterior, hasta que un hombre de unos treinta años se alzo de una mesa para increpar mi actitud con la dama.
El mundo esta lleno de valientes pensé con una sonrisa ladina sin detenerme, mas hundiendo mi mano con un golpe seco hasta alcanzar su corazón, que aun palpitante deje caer contra el suelo casi al tiempo que lo hacia su inerte cuerpo.
-También esta lleno de idiotas -farfulle siguiendo mi camino, mientras en aquella taberna se hizo el silencio.
Solo el tamborileo del corazón asustado de Ariyne seguía tras mis pasos.
¿Quería mis demonios?, pues allí los tenia, servidos en una hermosa bandeja de plata. ¿Adrenalina? Esperaba que esta fuera la dosis justa que necesitaba para toda su vida.
Tome una botella de ron, que encontré a mi paso, todavía llena y servida sobre una de las mesas de dos caballeros, que me miraban pálidos de terror.
-No os la vais a beber ¿verdad? -Afirmé más que pregunté tomándola por el cuello.
Los dos asintieron aterrorizados sin ser capaces de mover sus culos de los asientos
Una vez fuera, el viento azoto mi cabello, seguí caminando hacia un callejón, mientras daba un profundo trago a la botella que quedo medio vacía, la sangre aun goteaba por mi mano, creando una escena dantesca, y allí me detuve esperando a la dama.
Esperaba que aquel lugar fuera lo suficientemente privado para ambos, sonreí con ironía, hundiendo mis ojos en ella.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Calma por ambas partes, mía y de la suya, aunque me temo no lo conseguiré y menos después de aquello que vi mientras seguía sus pasos, miedo que no me abandona y vuelco del corazón cuando la razón de detenerme tras él fue de las más crueles e inmediatas muertes. Personificándose en aquel hombre hombre en quien tan rápido se alzó para defenderme, aquel que sin dudar atravesó su pecho sacando el corazón de cuajo y su cuerpo cae inerte con mirada fija a ningún lado
Jamás había visto hasta qué punto alguien podía hacer una locura extrema, más yo lo máximo que llegue a hacer como tal fue aquella idea de querer llevarme el conejo de la madriguera y que la Duquesa Madre no me permitió, y ni siquiera eso era digno de llamarse locura, aunque a mis ocho de entonces supongo que lo creía así.
Respiro agitada, no podía quitarme esa imagen de la cabeza e incluso imaginándome si fuera sido yo y no él quien caería al suelo, dejando calladas muchas de las bocas que hablaban conforme nos íbamos de allí, pero no lo fui.
Deje la puerta cerrada detrás de mi, siguiendo sus pasos un tanto distante y aun intentando controlar mi respiración y así pudiera dejarme hablar lo suficiente como para me pudieran entender y no fueran solo palabras sueltas y sin sentido.
-Erlend,Erlend.. -repetí mientras llegábamos al inicio del callejón que nos distanciaba lo suficiente de los curiosos. Tomé aire mientras me colocaba al frente de él, alcé las manos para tocarle la cara y así guiarle para que no dejara de mirarme al menos mientras le daba la explicación que creo merecía.
-No te lo dije, porque.. -dije cerrando los ojos, suspirando,-porque ni siquiera lo conozco, jamás lo he visto.. y siéndoos sincera ,no quiero que ocurra si es verdad el rumor - dije siéndole sincera aunque quizás fue excesiva la explicación resumida para alguien que me gusta, me atrae a partes iguales. Acaricié su pelo mientras esperaba su respuesta,-…no se por qué, pero creo que no es suficiente explicación para ti… - dije en alto aun siendo un pensamiento que debí callarme.
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Re: Un pacto lleno de mentiras. [Ariyne]
Mi nombre que de sus labios siempre sonaba con dulzura, ahora me sonaba a tormenta, trueno que guiado por Thor caía sobre mi alma ya condenada dejándola vacía.
Botella en mano y con el iris de mis ojos negro como mi corazón espere que sus lentos pasos se detuvieran frente a mi.
Sonrisa ladina cuando su agitada respiración se encontró con la mía, nudo en su garganta que la obligaba a tragar saliva incomoda.
Alcohol que pasaba por la mía enfureciendo mas si cabía a cada uno de esos demonios ya desbocados y listos para entrar en combate.
Botella casi vacía estampada contra la pared, haciéndose añicos casi a nuestros pies.
Ira descontrolada en una noche fría se llevaba los resquicios de la poca humanidad que me quedaban.
Y allí ella, buscando las palabras correctas, si es que existían para confesarme su perverso engaño.
Nuevamente traicionado por el mismo rostro, misma sangre, misma dama. Demonio que no aprendía de sus errores.
No te lo dije, porque.. -dijo cerrando los ojos-porque ni siquiera lo conozco, jamás lo he visto.. y siéndoos sincera ,no quiero que ocurra si es verdad el rumor – añadió en un vil intento sibilino de convencerme acariciando mi pelo.
Mano que fue apartada con rabia e impotencia
-…no se por qué, pero creo que no es suficiente explicación para ti… -confeso siendo esta la única verdad que sentí en sus palabras.
Puño hundido contra una pared ahora hecha pedazos, maldita respuesta de mis actos, pues de mis labios no salió palabra alguna.
Rugido de ira cuando mis nudillos se astillaron y sangrantes me dirigí al corcel que soportaba cada noche los demonios presentes, pasados y futuros.
Salto salvaje sobre este, que nuevamente guiado por el trueno y azuzado por el rayo se perdía entre las calles que mis ojos ya no veían.
Dolor que doblegaba mi cuerpo y mente, aun recordando su confesión.
Continuara...
Botella en mano y con el iris de mis ojos negro como mi corazón espere que sus lentos pasos se detuvieran frente a mi.
Sonrisa ladina cuando su agitada respiración se encontró con la mía, nudo en su garganta que la obligaba a tragar saliva incomoda.
Alcohol que pasaba por la mía enfureciendo mas si cabía a cada uno de esos demonios ya desbocados y listos para entrar en combate.
Botella casi vacía estampada contra la pared, haciéndose añicos casi a nuestros pies.
Ira descontrolada en una noche fría se llevaba los resquicios de la poca humanidad que me quedaban.
Y allí ella, buscando las palabras correctas, si es que existían para confesarme su perverso engaño.
Nuevamente traicionado por el mismo rostro, misma sangre, misma dama. Demonio que no aprendía de sus errores.
No te lo dije, porque.. -dijo cerrando los ojos-porque ni siquiera lo conozco, jamás lo he visto.. y siéndoos sincera ,no quiero que ocurra si es verdad el rumor – añadió en un vil intento sibilino de convencerme acariciando mi pelo.
Mano que fue apartada con rabia e impotencia
-…no se por qué, pero creo que no es suficiente explicación para ti… -confeso siendo esta la única verdad que sentí en sus palabras.
Puño hundido contra una pared ahora hecha pedazos, maldita respuesta de mis actos, pues de mis labios no salió palabra alguna.
Rugido de ira cuando mis nudillos se astillaron y sangrantes me dirigí al corcel que soportaba cada noche los demonios presentes, pasados y futuros.
Salto salvaje sobre este, que nuevamente guiado por el trueno y azuzado por el rayo se perdía entre las calles que mis ojos ya no veían.
Dolor que doblegaba mi cuerpo y mente, aun recordando su confesión.
Continuara...
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/05/2016
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