AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Suavemente me mata [Ariyne]
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Suavemente me mata [Ariyne]
Azuzado por el mismo Odin, mi corcel galopó por el bosque, aunque juraría mas bien que Loqui era quien guiaba sus pasos aquella noche lluviosa de invierno.
Tercer día de nuestro pacto, si es que se podía decir que este seguía vigente.
Volví a la taberna de siempre, con la cabeza ligeramente embotada por la resaca.
Aun por mis venas corría la sangre y el alcohol consumidos la noche anterior, fortuito o maldito mi encuentro con aquella mujer en el cabaret que sin duda dio rienda suelta a mis demonios y posiblemente también a los suyos.
Que había ido con la esperanza de encontrarla era la verdad, que mis deseos tenían nombre de mujer era obvio, mas que esperaba no verla casi tan cierto como todo lo contrario.
La noche anterior nada tuvo de agradable, nuestro encuentro fue excesivamente salvaje, mis demonios nuevamente fueron liberados e intuía que la dama tras ver lo mejor de ellos jamás volvería a mirarme con ningún aprecio.
Quizás no necesitaba mas motivos que unos pocos, y la sensatez que debía poseer su raza, para saber que en mi alma oscura y vacía ya nada positivo quedaba.
Su compromiso inminente aun me torturaba, pero estaba dispuesto al menos a cumplir con los días de pacto que restaban.
Atravesé el umbral de la taberna, no tardo en hacerse un sepulcral silencio, pues aun la mancha de sangre del hombre al que había matado se encontraba en el suelo, ligeramente enmascarada por serrín y algún producto.
Sonrisa ladina en mi rostro cuando mas de un desgraciado corrió a atravesar la puerta completamente asustado.
No me costo encontrar sitio en la misma barra de siempre y pedí una botella de hidromiel que se me sirvió inmediatamente.
-Ha mejorado mucho el servicio -bromeé con ironía alzándola para darle un trago.
Podía oír los rumores a mis espaldas creados,¿ mas quien había dicho que yo era un hombre educado?
El tabernero trataba de mantener la calma, pero en sus ojos veía el miedo y el pánico en su alma.
-Señor...-susurró con un hilo de voz cuando vio entrar lo que yo ya había percibido.
Me gire para mirarla, allí estaba, no sabia si era cierto o solo una alucinación, pero, vestida con sus mejores galas y cubierta por una capa marrón tierra, me miraba insegura desde el umbral de la cantina.
Cabello suelto caía salvaje sobre sus hombros cubiertos por pieles, tez clara como la luna a la que fiel era su raza, ojos almendrados del mismo color que la tierra mojada y labios rosados, carnosos, aquella mujer era la imagen del mismísimo pecado.
Deje unos francos en la barra, que pagarían mi consumición con creces, y camine hacia la dama, despacio, en silencio, prestándole toda mi atención.
Nuestro encuentro fue extraño, demasiado que decir supongo.
Lleve mi mano hacia su pelo, y deslice entre mis dedos un mechón de su cabello
-no estoy preparado para dejarte ir, no aun -susurré con toda la sinceridad que pude.
Hombre parco en palabras, incapaz de expresar sentimientos, mordí mi labio inferior nervioso, intuyendo que quizás ella había venido a cancelar aquella locura de pacto.
Tercer día de nuestro pacto, si es que se podía decir que este seguía vigente.
Volví a la taberna de siempre, con la cabeza ligeramente embotada por la resaca.
Aun por mis venas corría la sangre y el alcohol consumidos la noche anterior, fortuito o maldito mi encuentro con aquella mujer en el cabaret que sin duda dio rienda suelta a mis demonios y posiblemente también a los suyos.
Que había ido con la esperanza de encontrarla era la verdad, que mis deseos tenían nombre de mujer era obvio, mas que esperaba no verla casi tan cierto como todo lo contrario.
La noche anterior nada tuvo de agradable, nuestro encuentro fue excesivamente salvaje, mis demonios nuevamente fueron liberados e intuía que la dama tras ver lo mejor de ellos jamás volvería a mirarme con ningún aprecio.
Quizás no necesitaba mas motivos que unos pocos, y la sensatez que debía poseer su raza, para saber que en mi alma oscura y vacía ya nada positivo quedaba.
Su compromiso inminente aun me torturaba, pero estaba dispuesto al menos a cumplir con los días de pacto que restaban.
Atravesé el umbral de la taberna, no tardo en hacerse un sepulcral silencio, pues aun la mancha de sangre del hombre al que había matado se encontraba en el suelo, ligeramente enmascarada por serrín y algún producto.
Sonrisa ladina en mi rostro cuando mas de un desgraciado corrió a atravesar la puerta completamente asustado.
No me costo encontrar sitio en la misma barra de siempre y pedí una botella de hidromiel que se me sirvió inmediatamente.
-Ha mejorado mucho el servicio -bromeé con ironía alzándola para darle un trago.
Podía oír los rumores a mis espaldas creados,¿ mas quien había dicho que yo era un hombre educado?
El tabernero trataba de mantener la calma, pero en sus ojos veía el miedo y el pánico en su alma.
-Señor...-susurró con un hilo de voz cuando vio entrar lo que yo ya había percibido.
Me gire para mirarla, allí estaba, no sabia si era cierto o solo una alucinación, pero, vestida con sus mejores galas y cubierta por una capa marrón tierra, me miraba insegura desde el umbral de la cantina.
Cabello suelto caía salvaje sobre sus hombros cubiertos por pieles, tez clara como la luna a la que fiel era su raza, ojos almendrados del mismo color que la tierra mojada y labios rosados, carnosos, aquella mujer era la imagen del mismísimo pecado.
Deje unos francos en la barra, que pagarían mi consumición con creces, y camine hacia la dama, despacio, en silencio, prestándole toda mi atención.
Nuestro encuentro fue extraño, demasiado que decir supongo.
Lleve mi mano hacia su pelo, y deslice entre mis dedos un mechón de su cabello
-no estoy preparado para dejarte ir, no aun -susurré con toda la sinceridad que pude.
Hombre parco en palabras, incapaz de expresar sentimientos, mordí mi labio inferior nervioso, intuyendo que quizás ella había venido a cancelar aquella locura de pacto.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Aquella explicación no sirvió de nada, absolutamente de nada, una noche sin disfrutar de la compañía de aquel que me aportaba adrenalina e incluso más que eso. Le seguí corriendo al lado, sujetándome el vestido para no pisarme y caer,intente explicárselo con mejores palabras, para hacerle saber que no era algo que había elegido por mi si no la mano de otros, algo reciente a lo que no veía importancia al ser solo un rumor y no haber movimiento alguno que me hiciera sospechar que realmente iba a producirse dicho enlace, no era su carga sino la mía. No conforme reanudo su galope hasta desaparecer de mi vista.
Danna, Feith, Anne y Kylie,se convirtieron en mi distracción a lo largo del día siguiente en el que me debatía si acudir allí donde nos reuniríamos cada noche o no volverle a ver de nuevo, esperando esos días cercanos para volver a Escocia, mi hogar y olvidar lo que en pocos días viví y sentí a su lado.Era extrañamente difícil lograrlo, cada vez que cerraba los ojos se repetían la mismas imágenes, la caída libre desde el acantilado donde él me abrazo recibiendo los daños, el beso, el primero que me permitía más cercano a los labios que aquél de agradecimiento a Leith por taparme en mis escapadas y su mujer, pero ya dije que él era mi favorito entre los dos.
El transcurso del tiempo fue lento, más incluso que la noche anterior en las que deseosa e impaciente, el tiempo pasó más rápido que hoy, mi rutina no cambia, ayudar a Danna vestirse a peinarla el cabello y desayunar después, seguido de un paseo por el pequeño jardín en ausencia de rosas, el reducido establo y los mastines que viajaron con nosotras ante mi insistencia a la que tuvieron que acceder, sé que nuestros mozos cuidarían bien de ellos, pero ya fue difícil separación de nuestros caballos, teniendo solo uno al que no podía acceder si no quería dar más pistas que barro en migajas sin barrer en la cocina. Nuestro lugar de alojamiento era similar pero mucho más inmensa y extensa era la de Escocia, a la que anhelaba.
Por fin llego, la claridad desaparece para dar paso a la siguiente noche, vuelvo sobre los pasos de la noche anterior con la decisión tomada. Por esta vez tan solo una trenza adorna mi pelo, echa por mí misma, zapatos cómodos y el atuendo similar para no llamar la atención, manteniendo aquella capa marrón del primer día. Llegué a Taverne Evans, asumiendo que no le volvería a ver,sin embargo me equivoque, allí estaba, sentado en el taburete hasta que decidió acercarse a mi, con la incertidumbre si se quedaría allí conmigo o pasaría de largo.
Cerré los ojos en el contacto de su mano en mi rostro, de nuevo me recuerdo que su naturaleza no es igual a la mía, que su belleza sobrenatural está por encima .Abrí los ojos ante lo que parecía una confesión, -…tampoco lo quiero… -dije colocando mi mano derecha sobre la ajena, no aparte la mirada ni un solo segundo. Ruidos ajenos de susurros y comentarios que se escapaban de boca de otros, no fueron obstáculo para continuar-…lo siento mucho, lo siento Erlend, no quería que cargaras con un peso que no te corresponde… - Dije y trague saliva con brusquedad, el latido de mi corazón por instantes revelaba el nerviosismo, no podía evitarlo.
Última edición por Ariyne el Lun Jun 06, 2016 5:39 am, editado 1 vez
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Su confesión acorde con la mía, mostraba a ambos cuanto en el fondo nos habíamos echado de menos aquella noche pasada, en al que mis demonios, como no, habían hecho estragos en mi cuerpo y alma.
Aun asi, aun sabiendo que estaba prometida, no podía resistir el deseo que por ella sentía, necesitaba ver a donde nos llevaba aquello, y aunque apostaba a una destrucción suave, y a una muerte segura, la necesitaba tanto como a la misma vitae por la que me sostenía en pie.
“Suavemente me mata” pensé con una irónica sonrisa en mis labios antes de que los suyos acapararan mi atención.
Como deseaba besarla, volver a probar sus labios calientes sobre los míos, entreabrí mis boca muerto de deseo.
Su mano acaricio la mía, y nuestros ojos bailaron unidos con el brillo que solo alcanzan los enamorados.
¿Era eso lo que eramos? Lo desconocía, mas lo único que sabia era que mi pacto continuaría, incapaz de perderme su aroma, su sangre y su compañía.
Tomé su mano y tire de ella con suavidad, dispuesto a entregarle nuevamente lo pactado, “Adrenalina”
Mi montura esperaba fuera, y sin soltar su mano avance hacia ella, nuevamnete ilusionado, en mi cabeza resonaba aquella frase que minutos antes me habia dicho en la taberna y a la que no quise contestar en ese preciso instante.
…lo siento mucho, lo siento Erlend, no quería que cargaras con un peso que no te corresponde…
Peso que por desgracia ya si me correspondía, pues era incapaz de imaginarla ni por un segundo junto a otro hombre, solo imaginarlo me sacaba de mi, desataba mis demonios y …
Mis ojos se oscurecieron, en lo efímero de mis pensamientos, los cerré tratando de guardar la calma, no quería perder otra noche más de aquel pacto con Ariyne.
La alce en brazos y la subí sobre el corcel con delicadeza, tras ella y de un salto ocupe mi posición sobre este y enrede mis dedos en sus crines dispuesto a coger velocidad.
-No soporto imaginarte con otro -confesé, por si aquello podía justificar mi comportamiento de la noche anterior -se que hice cosas que no son dignas ni siquiera de que una dama las escuche y mucho menos las vea, más no puedo deciros otra cosa que un lo siento.
Pose mi barbilla sobre su hombro, captando el aroma de su piel, el bombeo fuerte y rapido de su corazón, y me sentí incapaz de confesar todos los demonios que llegue a desatar la noche anterior, así que guarde silencio, corrí un tupido velo y cambie de tema.
-¿Vamos de caza Ariyne? Quiero verte en estado puro, en lo que mejor sabe hacer tu raza.
No mentiría, añoraba encontrar en ella a Katherina y aunque en el físico eran idénticas, las formas eran tan dispares como las del sol y la luna.
Katherina fiera y salvaje, una mujer guerrera por naturaleza, aun podía sentir sus marcas sobre mi piel, no negaría que era una mujer que ponía pasión en todo cuanto hacia.
Sonreí de medio lado recordando alguno de nuestros encuentros en el rio...
Aun asi, aun sabiendo que estaba prometida, no podía resistir el deseo que por ella sentía, necesitaba ver a donde nos llevaba aquello, y aunque apostaba a una destrucción suave, y a una muerte segura, la necesitaba tanto como a la misma vitae por la que me sostenía en pie.
“Suavemente me mata” pensé con una irónica sonrisa en mis labios antes de que los suyos acapararan mi atención.
Como deseaba besarla, volver a probar sus labios calientes sobre los míos, entreabrí mis boca muerto de deseo.
Su mano acaricio la mía, y nuestros ojos bailaron unidos con el brillo que solo alcanzan los enamorados.
¿Era eso lo que eramos? Lo desconocía, mas lo único que sabia era que mi pacto continuaría, incapaz de perderme su aroma, su sangre y su compañía.
Tomé su mano y tire de ella con suavidad, dispuesto a entregarle nuevamente lo pactado, “Adrenalina”
Mi montura esperaba fuera, y sin soltar su mano avance hacia ella, nuevamnete ilusionado, en mi cabeza resonaba aquella frase que minutos antes me habia dicho en la taberna y a la que no quise contestar en ese preciso instante.
…lo siento mucho, lo siento Erlend, no quería que cargaras con un peso que no te corresponde…
Peso que por desgracia ya si me correspondía, pues era incapaz de imaginarla ni por un segundo junto a otro hombre, solo imaginarlo me sacaba de mi, desataba mis demonios y …
Mis ojos se oscurecieron, en lo efímero de mis pensamientos, los cerré tratando de guardar la calma, no quería perder otra noche más de aquel pacto con Ariyne.
La alce en brazos y la subí sobre el corcel con delicadeza, tras ella y de un salto ocupe mi posición sobre este y enrede mis dedos en sus crines dispuesto a coger velocidad.
-No soporto imaginarte con otro -confesé, por si aquello podía justificar mi comportamiento de la noche anterior -se que hice cosas que no son dignas ni siquiera de que una dama las escuche y mucho menos las vea, más no puedo deciros otra cosa que un lo siento.
Pose mi barbilla sobre su hombro, captando el aroma de su piel, el bombeo fuerte y rapido de su corazón, y me sentí incapaz de confesar todos los demonios que llegue a desatar la noche anterior, así que guarde silencio, corrí un tupido velo y cambie de tema.
-¿Vamos de caza Ariyne? Quiero verte en estado puro, en lo que mejor sabe hacer tu raza.
No mentiría, añoraba encontrar en ella a Katherina y aunque en el físico eran idénticas, las formas eran tan dispares como las del sol y la luna.
Katherina fiera y salvaje, una mujer guerrera por naturaleza, aun podía sentir sus marcas sobre mi piel, no negaría que era una mujer que ponía pasión en todo cuanto hacia.
Sonreí de medio lado recordando alguno de nuestros encuentros en el rio...
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Apenas parpadee, expectante por saber su reacción que no lograba averiguar antes de que sucediera como lo ocurrido la noche anterior, supongo que ese instinto aun no despierta o tal vez fuese que no era tan predecible como yo en algunas cosas, no en todo. No creí siquiera que volviéramos a hablarnos, pero aquí estábamos, mirándonos el uno al otro sin decir nada, mientras poco a poco el bullicio envuelve la taberna y yo en un paso improvisado del vampiro me vi encaminada tras de él, saliendo de allí para buscar aquel corcel que se había vuelto nuestro compañero de idas y venidas, testigo de nuestros encuentros, nuestro confidente como lo era el mastín que me acompañaba a donde fuera.
Con facilidad al igual que las otras veces me tomo de la cintura para alzarme y colocarme sobre el caballo y el poco después reincorporarse por detrás, brazos que marcan mi seguridad mientras sujetara las crines del caballo, casi el mismo protocolo solo que esta vez con la diferencia de que ni siquiera su brazo rodeaba mi cintura, por lo que si llegue a deducir que algo quedaba del enfado por la causa que no quise que fuera suya también. También agarre las crines del caballo, peor más debajo de las manos de Erlend.
Apreté mi agarre sobre la melena del corcel, tensándome por aquello que me confiesa, -yo tam… -dije sin llegar a terminar la frase, después de oir aquello último, pudiendo entender parte de lo que me decía, pero negué para mi, no quería entenderlo por lo que hice como si no lo hubiese escuchado, que solo fueron palabras sin sentido; -tampoco lo quiero… - completé en baja voz, esperando que no me hubiera oído y que se solapase con aquella pregunta que no tardé en responder. Dejando que se acomodara su barbilla en mi hombro mientras miraba al frente.
-no querras verlo pero. -dije mirándole de reojo,sin dejar que me respondiese di dos pequeños toques en el lomo del caballo para que aumentara su trote-¿algo pequeño ,tal vez?,¿un conejo? - dije y me mantuve en silencio, el caballo no me hacía caso a mi orden y gruñí molesta.
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Reí frente a la ocurrencia de la dama, ¿un conejo? ¿en serio era eso lo que pretendía cazar un licantropo?
Rodé los ojos negando con la cabeza, a sabiendas de que la respuesta de Katherina a esa pregunta hubiera sido muy distinta.
Era consciente de que me equivocaba buscando en Ariyne algo que posiblemente no seria capaz de encontrar.
Ella era una dama, una mujer de alta alcurnia, que vestida mas para ir a una de esas hermosas fiestas de cortesanos que para montar a caballo e ir de caza, jugaba a sentir la adrenalina necesaria para aguantar su aburrido día a día.
Pero ..¿y si se aburría?¿por que necesitaba esa adrenalina? ¿y si en su interior ella no era exactamente lo que mostraba?
Ensimismado en cada uno de mis pensamientos alcanzamos la parte mas profunda del bosque.
-Un oso -afirmé en un intento de ponerla a prueba.
Sonreí con picardia dando un salto de mi caballo y como de costumbre tomándola por la cintura para apearla de la montura.
Su largo vestido, rojizo, que cubría hasta sus pies, ahora manchado del barro del camino no le permitiría hacer grandes movimientos, posiblemente un oso era la peor de las ideas que había tenido en mucho tiempo, ella no era Katherina.
Aun así, y motivado no se porque razón, me adentre en el bosque tratando de seguir el rastro de una bestia, cuanto mas grande mejor.
Ella seguía mis pasos, tratando de como yo, estar pendiente de todo lo que a nuestro alrededor acontecía.
La contemple en ocasiones esperanzado, sobre todo cuando la veía ladear la cabeza ante los sonidos de ramas sacudidas por depredadores , o cualquier ruido que pudiera sobre alertarla de un peligro.
¡vamos despierta Katherine! Susurre en mis adentros
No tarde en alcanzar el inminente rastro de un oso, al parecer un macho. Arrodille una pierna, para poder tocar la tierra, hecha barro por las lluvias, no hacia demasiado que había pasado por allí.
Sonreí mirando a la loba, allí estaba, tan bella, con la luz de la luna iluminando sus ojos, y haciendo resplandecer mas si cabía su hermosa piel de porcelana.
Me quede ensimismado mirando sus labios rosados, los cuales moría por volver a besar.
-Mejor cazamos un conejo -bromeé con ese afán protector que de pronto me había nacido al verla.
Sentimientos encontrados, entre ver a Katherine en ella y proteger a aquella mujer de la que me estaba enamorando.
Rodé los ojos negando con la cabeza, a sabiendas de que la respuesta de Katherina a esa pregunta hubiera sido muy distinta.
Era consciente de que me equivocaba buscando en Ariyne algo que posiblemente no seria capaz de encontrar.
Ella era una dama, una mujer de alta alcurnia, que vestida mas para ir a una de esas hermosas fiestas de cortesanos que para montar a caballo e ir de caza, jugaba a sentir la adrenalina necesaria para aguantar su aburrido día a día.
Pero ..¿y si se aburría?¿por que necesitaba esa adrenalina? ¿y si en su interior ella no era exactamente lo que mostraba?
Ensimismado en cada uno de mis pensamientos alcanzamos la parte mas profunda del bosque.
-Un oso -afirmé en un intento de ponerla a prueba.
Sonreí con picardia dando un salto de mi caballo y como de costumbre tomándola por la cintura para apearla de la montura.
Su largo vestido, rojizo, que cubría hasta sus pies, ahora manchado del barro del camino no le permitiría hacer grandes movimientos, posiblemente un oso era la peor de las ideas que había tenido en mucho tiempo, ella no era Katherina.
Aun así, y motivado no se porque razón, me adentre en el bosque tratando de seguir el rastro de una bestia, cuanto mas grande mejor.
Ella seguía mis pasos, tratando de como yo, estar pendiente de todo lo que a nuestro alrededor acontecía.
La contemple en ocasiones esperanzado, sobre todo cuando la veía ladear la cabeza ante los sonidos de ramas sacudidas por depredadores , o cualquier ruido que pudiera sobre alertarla de un peligro.
¡vamos despierta Katherine! Susurre en mis adentros
No tarde en alcanzar el inminente rastro de un oso, al parecer un macho. Arrodille una pierna, para poder tocar la tierra, hecha barro por las lluvias, no hacia demasiado que había pasado por allí.
Sonreí mirando a la loba, allí estaba, tan bella, con la luz de la luna iluminando sus ojos, y haciendo resplandecer mas si cabía su hermosa piel de porcelana.
Me quede ensimismado mirando sus labios rosados, los cuales moría por volver a besar.
-Mejor cazamos un conejo -bromeé con ese afán protector que de pronto me había nacido al verla.
Sentimientos encontrados, entre ver a Katherine en ella y proteger a aquella mujer de la que me estaba enamorando.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Continuamos al frente después de que el caballo solo hiciera caso a Erlend para avanzar u dicho caso el trote más rápido que pudiera dar, esta vez me mantuve firme dejando que su barbilla aún se sostuviera sobre mi hombro y que su brazo rodeara mi cintura, atenta a mi alrededor por lo que pudiera detectar a lo largo del camino hasta llegar a los bosques. Los olores eran dispares y dispersos, atraídos a por la brisa nocturna una vez oscurece y la mayoría duerme.
-un osos será… -Dije una vez llegamos allí su ocurrencia fue sugerir que no fuera un conejo si no un oso, ni mas ni menos el doble, el cuádruple mas grande que lo que pretendía cazar como muestra, aun ni siquiera sabía manejar mi fuerza lupina sin transfórmame. El sentido del olfato y de rastreo es lo mas que podía ofrecer. Me bajo como siempre, sin que le pesara nada y le seguí, me paré cuando el lo hizo, con la mirada al frente, localizando el rastro, la dirección exacta donde estaba el animal que sugería-¿queríais un oso?,¿no?… - dije acercándome más a él, señalándole con un movimiento a la cabeza, llevando el dedo índice a los labios para pedirle que no hiciera ruido y luego un gesto con la mano para que me siguiera-por aquí.. -susurré mientras avanzo al interior del bosque, más de lo que estábamos.
Camine por delante de Erlend hasta su localización un oso negro de unos tres metros de largo y de peso no lo sé pero tampoco da tiempo a observarle por mucho tiempo, estaba comiendo algo pero nos detectó y se detiene, puedo oír como olisquea para asegurarse, para saborear aquello que se llevará pronto a la boca, -Erlendd… - dije en baja voz.
-un osos será… -Dije una vez llegamos allí su ocurrencia fue sugerir que no fuera un conejo si no un oso, ni mas ni menos el doble, el cuádruple mas grande que lo que pretendía cazar como muestra, aun ni siquiera sabía manejar mi fuerza lupina sin transfórmame. El sentido del olfato y de rastreo es lo mas que podía ofrecer. Me bajo como siempre, sin que le pesara nada y le seguí, me paré cuando el lo hizo, con la mirada al frente, localizando el rastro, la dirección exacta donde estaba el animal que sugería-¿queríais un oso?,¿no?… - dije acercándome más a él, señalándole con un movimiento a la cabeza, llevando el dedo índice a los labios para pedirle que no hiciera ruido y luego un gesto con la mano para que me siguiera-por aquí.. -susurré mientras avanzo al interior del bosque, más de lo que estábamos.
Camine por delante de Erlend hasta su localización un oso negro de unos tres metros de largo y de peso no lo sé pero tampoco da tiempo a observarle por mucho tiempo, estaba comiendo algo pero nos detectó y se detiene, puedo oír como olisquea para asegurarse, para saborear aquello que se llevará pronto a la boca, -Erlendd… - dije en baja voz.
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
En los ojos de la loba pude ver el miedo, así como el reflejo de una bestia de mas de 10 pies de longitud.
Susurro mi nombre con la suavidad con el que el viento acuna las hojas en otoño, como si de una niña indefensa se tratase, esperando a que yo la sacara de tal embrollo.
Mis ojos se oscurecieron de inmediato, desafiante, mientras mis colmillos afilados se preparaban para combatir a muerte, su muerte.
-¡Corre! -Rugí dedicándole una furtiva mirada a Ariyne antes de abalanzarme sobre aquel oso pardo que enfurecido por el hambre se erguía sobre sus patas traseras mostrando su fiereza con un rugido ensordecedor.
Pájaros levantando el vuelo, en un bosque ahora silencioso, que presagiaba la tormenta después de una tensa calma.
Choque de pieles, embestida atroz, ambos sin ceder un solo pie de distancia, hundiendo dientes y garras en el otro a partes iguales.
Su tupido pelo en mi boca, envuelto en sangre y tierra. Sus garras en mi costado sajando la piel de cuajo.
Húmeda la tierra ahora teñida de rojo, testigo de dos depredadores envueltos en ella.
Polvareda que se levanta suscitada por el viento que parece animar nuestra causa.
Sangre de ambos entremezclada y mi única preocupación que aquella bestia no la alcanzara, que ni tan siquiera la rozara.
Espada aun enfundada en mi espalda, contra la tierra mojada, imposible me resultaba alcanzarla, con aquella bestia sobre mi pecho pegada.
Y entonces una sombra salta sobre el oso, la loba desobediente, confundiendolo por un momento, tiempo suficiente para girar sobre mi mismo rodando por el suelo y tomar la espada con mi mano zurda.
Embisto nuevamente, esta vez con la hoja afilada que se hunde en su pecho de una forma macabra.
Un nuevo gruñido del oso, esta vez de dolor, conociendo que la muerte le acecha como a un buen perdedor.
Agarro la empuñadura con sendas manos, hundiendo la espada mas honda, hasta que ni siquiera queda espada al descubierto, sintiendo como mi manos bañadas de sangre caliente se introducen en su piel.
Jadeo sintiendo como su vida lo abandona, y de un tirón seco saco la espada de nuevo llena de sangre y jirones de piel.
Por su filo y mis manos gotea aquel liquido carmesí, caliente, delicioso. Mas mis ojos aun oscuros buscan a mi acompañante, sedientos, excitados y también sumamente enfurecidos.
Le dije que se fuera, ese era parte de nuestro acuerdo, pero no, allí estaba, desafiante, terca como una mula, mas Katherine que nunca.
-Teníamos un trato -Rugí furioso mirándola enfurecido.
Susurro mi nombre con la suavidad con el que el viento acuna las hojas en otoño, como si de una niña indefensa se tratase, esperando a que yo la sacara de tal embrollo.
Mis ojos se oscurecieron de inmediato, desafiante, mientras mis colmillos afilados se preparaban para combatir a muerte, su muerte.
-¡Corre! -Rugí dedicándole una furtiva mirada a Ariyne antes de abalanzarme sobre aquel oso pardo que enfurecido por el hambre se erguía sobre sus patas traseras mostrando su fiereza con un rugido ensordecedor.
Pájaros levantando el vuelo, en un bosque ahora silencioso, que presagiaba la tormenta después de una tensa calma.
Choque de pieles, embestida atroz, ambos sin ceder un solo pie de distancia, hundiendo dientes y garras en el otro a partes iguales.
Su tupido pelo en mi boca, envuelto en sangre y tierra. Sus garras en mi costado sajando la piel de cuajo.
Húmeda la tierra ahora teñida de rojo, testigo de dos depredadores envueltos en ella.
Polvareda que se levanta suscitada por el viento que parece animar nuestra causa.
Sangre de ambos entremezclada y mi única preocupación que aquella bestia no la alcanzara, que ni tan siquiera la rozara.
Espada aun enfundada en mi espalda, contra la tierra mojada, imposible me resultaba alcanzarla, con aquella bestia sobre mi pecho pegada.
Y entonces una sombra salta sobre el oso, la loba desobediente, confundiendolo por un momento, tiempo suficiente para girar sobre mi mismo rodando por el suelo y tomar la espada con mi mano zurda.
Embisto nuevamente, esta vez con la hoja afilada que se hunde en su pecho de una forma macabra.
Un nuevo gruñido del oso, esta vez de dolor, conociendo que la muerte le acecha como a un buen perdedor.
Agarro la empuñadura con sendas manos, hundiendo la espada mas honda, hasta que ni siquiera queda espada al descubierto, sintiendo como mi manos bañadas de sangre caliente se introducen en su piel.
Jadeo sintiendo como su vida lo abandona, y de un tirón seco saco la espada de nuevo llena de sangre y jirones de piel.
Por su filo y mis manos gotea aquel liquido carmesí, caliente, delicioso. Mas mis ojos aun oscuros buscan a mi acompañante, sedientos, excitados y también sumamente enfurecidos.
Le dije que se fuera, ese era parte de nuestro acuerdo, pero no, allí estaba, desafiante, terca como una mula, mas Katherine que nunca.
-Teníamos un trato -Rugí furioso mirándola enfurecido.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Miedo sin llegar a sentirme aterrada ante la situación, el oso al igual que cualquier raza incluyendo a Erlend, debían buscar su alimento para vivir o sobrevivir mientras el mundo gire y el sol aparezca para dar paso a un nuevo día y hoy seríamos uno de nosotros si no reaccionamos a tiempo.
Fruncí el ceño molesta por su orden y grito, negué de inmediato, tal y como mi reacción al rugido seguido del oso, que vio como señal por la que alterarse y decidir atacarnos. Pero Erlend fue más rápido en reacción y para cuando quiso dar las primeras zancadas, él ya estaba encima. El oso no se quedó atrás y ambos forcejearon, gritos y rugidos que solapan los primeros al ser más fuertes y profundos. Paralizada ante una lucha de interminables minutos, varias de las veces en las que el oso parecía que iba a vencer por fuerza pero el vampiro remontaba.
No para de dar vueltas a su orden y bien puede girarme e irme, pero me negaba a perderlo allí mismo. Yo lo llevé allí y tenía que hacer algo, antes que pereciera por un estúpido reto de caza que por orgullo acepté siendo mejor presa que un simple conejo.
-no voy a dejar que mueras, no por este estúpido reto de caza -Hablo para sí refunfuñando mientras andaba decidida hacia ellos con las manos desnudas y sin saber si sería capaz de hacer algo útil. Mis ojos se abrieron más de lo común en el instante que el oso se alza para asestarle un zarpazo que no llega por la rápida reacción de Erelnd, segundos de distracción que pudieron acabar con su vida.
Corrí hacia él cuando el oso cayó encima de este y el oso da su exhalación final, ahogado y menos fuerte que cuando uno al otro se embestían. Hice fuerza con ambas manos, flexionando un poco las piernas para quitarle el oso de encima, manos impregnadas de sangre que no sabía diferenciar cual parte pertenecía a quien hasta que no oliera más cerca, instante que oigo su manifiesto, tan enfurecido como hizo con aquella orden que no cumplí.
-¡Callaos!-dije con molestia, mas bajo que su queja. Hice una pausa, mas tranquila continué-…podía haberos matado, vampiro - dije mientras llevaba la mano a la nariz para oler la. Miré a Erlend-…. no podía permitirlo - dije mientras tocaba su cara viendo heridas en su mejilla, su labio e incluso en un lado de la frente, tan solo hay sangre que marca el lugar donde hubo golpe. Pasé a mirar su torso, no había rasguño alguno, tan solo sangre hasta llegar a un arañazo marcado en su abdomen que alcé para ver y pase mis dedos, sin apartar la mirada de Erlend-Casi os mata.. -hablé bajo para mi, acercándose a los labios que no beso y se alza para ofrecer su mano-vámonos de aquí, ¡se acabó!.. - dije aquello ultimo mas alto sin ser grito a medio pulmón .
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Me ordeno guardar silencio, como si pensase que en ese instante ella poseía el poder para hacerlo, mientras ensimismada en si misma inspeccionaba cada centímetro de mi piel, buscando heridas preocupada.
No aprecio que mis ojos estaban completamente ennegrecidos, brillantes y que la miraban con esa excitación que un monstruo siente tras la batalla, entreabrí mis labios cuando sus dedos recorrieron la sangre que derramaba mi costado mientras seguía balbuceando palabras que yo no escuchaba.
Mis ojos se perdieron en la curvatura que sus labios dibujaban con cada una de esas silabas pronunciadas.
¿Como podía desearla tanto? Su sangre desprendía una invitación personal a la lujuria, su piel era un pecado de porcelana y sus labios del color del carmesí invitaban a ser tomados por los míos con frenesí.
Incapaz de contenerme acorte la distancia que nos separaba, pegando así nuestras bocas y dejando que mi respiración agitada le mostrara el camino de la perdición que mi sexo ya en alza había tomado por si mismo.
Introduje mi lengua entre sendos labios acallando así sus palabras al tiempo que mis manos alzaban salvajes sus faldas buscando la intimidad de su cuerpo desnudo, que a mi se me antojaba en llamas.
Mis dedos se hundían en aquella piel tersa y suave, recorriendola lentamente, queriendo recrearme en sus muslos y alcanzar así sus caderas para pegarlas contra las mías.
Deslice mis labios por su mandíbula, dibujándola con mis dientes, y lamiéndola entre besos. Jadee nuevamente contra su piel, excitado, perdido, necesitado.
Su cuello tentaba a mi razón, colmillos que ansiaban su yugular, el calor de su sangre en mi interior, alimentarme de ella y a la vez entrar en su húmedo interior adueñándome de lo que durante años había guardado para otro.
Labios contra su cuello, jadee nuevamente casi suplicando que me dejara hacer, cerre los ojos sin buscar redimir mis actos, pues eso es lo que era una bestia que en aquel momento necesitaba el perdón que aquella dama solo era capaz de concederme.
-Te deseo -ronroneé con la voz ronca por la necesidad.
No aprecio que mis ojos estaban completamente ennegrecidos, brillantes y que la miraban con esa excitación que un monstruo siente tras la batalla, entreabrí mis labios cuando sus dedos recorrieron la sangre que derramaba mi costado mientras seguía balbuceando palabras que yo no escuchaba.
Mis ojos se perdieron en la curvatura que sus labios dibujaban con cada una de esas silabas pronunciadas.
¿Como podía desearla tanto? Su sangre desprendía una invitación personal a la lujuria, su piel era un pecado de porcelana y sus labios del color del carmesí invitaban a ser tomados por los míos con frenesí.
Incapaz de contenerme acorte la distancia que nos separaba, pegando así nuestras bocas y dejando que mi respiración agitada le mostrara el camino de la perdición que mi sexo ya en alza había tomado por si mismo.
Introduje mi lengua entre sendos labios acallando así sus palabras al tiempo que mis manos alzaban salvajes sus faldas buscando la intimidad de su cuerpo desnudo, que a mi se me antojaba en llamas.
Mis dedos se hundían en aquella piel tersa y suave, recorriendola lentamente, queriendo recrearme en sus muslos y alcanzar así sus caderas para pegarlas contra las mías.
Deslice mis labios por su mandíbula, dibujándola con mis dientes, y lamiéndola entre besos. Jadee nuevamente contra su piel, excitado, perdido, necesitado.
Su cuello tentaba a mi razón, colmillos que ansiaban su yugular, el calor de su sangre en mi interior, alimentarme de ella y a la vez entrar en su húmedo interior adueñándome de lo que durante años había guardado para otro.
Labios contra su cuello, jadee nuevamente casi suplicando que me dejara hacer, cerre los ojos sin buscar redimir mis actos, pues eso es lo que era una bestia que en aquel momento necesitaba el perdón que aquella dama solo era capaz de concederme.
-Te deseo -ronroneé con la voz ronca por la necesidad.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Suavemente me mata [Ariyne]
Quede con la mano en alza, encogiendo los dedos de la mano en el instante que su cercanía era mayor, reduciendo distancias y permitiéndome ver de reojo aquellos ojos que me tensan al igual que cada roce sobre mi piel, recordando que nuestra naturaleza eran distintas, como el sol y la luna y las bestias que despiertan sin necesidad de ser algo si no simplemente el hombre cuando deja de lado su bondad y saca lo peor de él o viceversa.
Quise hablar para que el sonido de nuestra respiración no fuera lo único que rompiera el silencio, no había brizna ni animalillos a la vista pues todos huyeron cuando la batalla inicio creyendo que ellos caerían como víctimas de una batalla que no buscaban, tal vez, tan solo es una suposición. Lo único que llego a silenciarlo fue aquel húmedo inesperado que apenas continúe por el desvió del mismo, piel que se eriza, mejillas sonrojadas conforme recorría con los labios la línea de la mandíbula y no detuve en ningún momento, por el contario y aunque tardío detuve aquella mano que recorría el muslo hacia un lugar que cruzaba las líneas íntimas, no estaba lista, no así.
-No puedo,Erlend, no puedo…no estoy lista - dije, respondiendo a su confesión, bajando al mismo tiempo aquella mano, retirándola de mi, separándome y dando media vuelta para irme a casa...
Fin del Tercer Día
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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