AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
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Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Apenas el sol comenzaba a decaer en la tarde, cuando Shanen, se dispuso a caminar por la playa. La mañana había sido apacible, una suave brisa mantenía el clima aún frío, mas el sol había intentado mantener el calor, entibiando la arena blanca, pero el agua era helada, como frías serían las sabanas que mantenían cobijado a su amado en el fondo del mar.
Apretó con sus manos enguantadas, el cuello de su capa, que por aquella brisa, la cual iba convirtiéndose en un viento suave, agitaba el paño como si de un juguetón duende se tratase. Sonrió con un halo de tristeza, cuando recordó a su hijo, tomando su mano e intentando que apurara el paso, - vamos mamá, vamos, papá regresará y quiero ver el barco llegando al puerto - susurró en su oído, aquel recuerdo atesorado. Cuantas veces lo habían hecho, cuantas tardes, recorriendo la bahía, camino al puerto, para esperar en el muelle, el descenso de la tripulación, y tras de ella, su gallardo marinero, Tomado a una de las cuerdas del mástil mayor, y saludando con su brazo extendido a sus dos amores.
Una lagrima solitaria se escapo de sus orbes, para recorrer el camino, por su mejilla y morir en la comisura de los labios. El salobre gusto inundó sus papilas, haciendo que recordara las veces que secó con sus besos el llanto amargo, de Alistair, cuando su dulce niño ya no estaba entre ellos. El viento se volvió mas insistente, una ráfaga golpeó su mejilla humedecida, y como si una mano invisible quisiera arrastrarla al solitario presente, la capucha cayó hacia atrás, sus cabellos recogido, desarmaron su delicado peinado y su cabellera rubia oscura se quedó danzando con la impertinente brisa, mientras las olas salpicaban la arena y su vestido.
Como alma en pena, se quedó, en un punto indefinido, entre la playa y el faro, con sus orbes ahogados en melancolía y nostalgia, observando ansiosa, el negro horizonte, como si deseara ver llegar, a lo lejos, la conocida embarcación, y aquél enamorado marinero, levantando su brazo al viento, mientras la saludaba feliz de haber llegado.
Apretó con sus manos enguantadas, el cuello de su capa, que por aquella brisa, la cual iba convirtiéndose en un viento suave, agitaba el paño como si de un juguetón duende se tratase. Sonrió con un halo de tristeza, cuando recordó a su hijo, tomando su mano e intentando que apurara el paso, - vamos mamá, vamos, papá regresará y quiero ver el barco llegando al puerto - susurró en su oído, aquel recuerdo atesorado. Cuantas veces lo habían hecho, cuantas tardes, recorriendo la bahía, camino al puerto, para esperar en el muelle, el descenso de la tripulación, y tras de ella, su gallardo marinero, Tomado a una de las cuerdas del mástil mayor, y saludando con su brazo extendido a sus dos amores.
Una lagrima solitaria se escapo de sus orbes, para recorrer el camino, por su mejilla y morir en la comisura de los labios. El salobre gusto inundó sus papilas, haciendo que recordara las veces que secó con sus besos el llanto amargo, de Alistair, cuando su dulce niño ya no estaba entre ellos. El viento se volvió mas insistente, una ráfaga golpeó su mejilla humedecida, y como si una mano invisible quisiera arrastrarla al solitario presente, la capucha cayó hacia atrás, sus cabellos recogido, desarmaron su delicado peinado y su cabellera rubia oscura se quedó danzando con la impertinente brisa, mientras las olas salpicaban la arena y su vestido.
Como alma en pena, se quedó, en un punto indefinido, entre la playa y el faro, con sus orbes ahogados en melancolía y nostalgia, observando ansiosa, el negro horizonte, como si deseara ver llegar, a lo lejos, la conocida embarcación, y aquél enamorado marinero, levantando su brazo al viento, mientras la saludaba feliz de haber llegado.
Última edición por Shanen Fraser el Mar Mayo 31, 2016 9:01 pm, editado 1 vez
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Localización : París o la playa
Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Al galope, el agua salpicaba embravecida mis botas, creando una espuma blanca contra los cascos de mi corcel. Que llevado por el mismísimo diablo corría desbocado como mi alma por aquella playa.
Alma ya vendida, empeñada y maldita hace ya siglos y que ahora el destino se empeñaba en volver a arrancar de mi pecho.
Busca destino resquicio de esta, pues nada hallaras en un corazón ya muerto, cansado de tanto dolor.
Quinto día de mi pacto, día en que la verdad fue escupida de mis labios. Historia contada y escuchada, y respondida con frialdad frente a mis ojos. día en que Airyne, también sincera confeso lo que yo ya sabia.
Quería casarse, quería olvidarme y quería seguir junto a su familia. ¿Donde quedaba yo? En el infierno, donde siempre había habitado.
Ahora incapaz de encontrar concurrencia a mis actos, no encontraba cura contra aquella enfermedad, llamada amor, mas allá del olvido o la muerte.
Muerte a la que no temía y ansiaba, muerte que buscaba cada noche, y jamás hallaba.
Ojos que no veían por donde iban, arrolle a una dama que al parecer, paseaba tranquila por aquella playa desierta.
La dama blanca brillaba en el cielo , y la oscuridad se había cernido sobre la playa ya hacia unas horas.
Desmonte de un salto, y me acerque a ella, mis intenciones, no eran puras, mas bien todo lo contrario, matarla, alimentarme y seguir mi camino, o quizás hallar la muerte con suerte de sus manos, si de un monstruo capaz se trataba.
Alma ya vendida, empeñada y maldita hace ya siglos y que ahora el destino se empeñaba en volver a arrancar de mi pecho.
Busca destino resquicio de esta, pues nada hallaras en un corazón ya muerto, cansado de tanto dolor.
Quinto día de mi pacto, día en que la verdad fue escupida de mis labios. Historia contada y escuchada, y respondida con frialdad frente a mis ojos. día en que Airyne, también sincera confeso lo que yo ya sabia.
Quería casarse, quería olvidarme y quería seguir junto a su familia. ¿Donde quedaba yo? En el infierno, donde siempre había habitado.
Ahora incapaz de encontrar concurrencia a mis actos, no encontraba cura contra aquella enfermedad, llamada amor, mas allá del olvido o la muerte.
Muerte a la que no temía y ansiaba, muerte que buscaba cada noche, y jamás hallaba.
Ojos que no veían por donde iban, arrolle a una dama que al parecer, paseaba tranquila por aquella playa desierta.
La dama blanca brillaba en el cielo , y la oscuridad se había cernido sobre la playa ya hacia unas horas.
Desmonte de un salto, y me acerque a ella, mis intenciones, no eran puras, mas bien todo lo contrario, matarla, alimentarme y seguir mi camino, o quizás hallar la muerte con suerte de sus manos, si de un monstruo capaz se trataba.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Sus lagrimas corrían libremente por sus mejillas, allí en el horizonte, le pareció contemplar aquella conocida embarcación, ¿acaso podría ser verdad? su amado Alistair, regresaba a buscarla. Claro, ¿porque no podría ser así? ella había abandonado Aberdeen, creyendo en los dichos de aquellos marineros. Pero, tal vez se habían equivocado, podía ser que su amado solo hubiera naufragado en alguna de las islas nórdicas y que hubiera regresado a su hogar, encontrando que ella había huido. Si, eso podía ser, Una amplia sonrisa se formó en su rostro, extendió su brazo y su mano saludó a ese barco que se acercaba. Si hasta le pareció que en proa estaba su esposo, aferrado a las cuerdas del navío, intentando saludarla, gritando algo que ella no podía entender. El corazón latía fuertemente, se acercó a las aguas, gritando su nombre. La playa ya se encontraba desierta, nadie la podría ver, ni pensar que esa mujer se había vuelto loca, no, solo ella y su ilusión de verle nuevamente, de poder abrazarse a su amado, negándose la dura realidad.
Mas pronto comprendió que aquello era solo una alucinación, no existía ese navío, ni en proa su amado Alistair, intentaba decirle algo, tal vez, cuanto la amaba, el terrible sufrimiento que era estar lejos de ella. Pero la realidad se impuso ante la alucinación, y el navío, su amado y sus palabras voceadas, desaparecieron con el último rayo.
Las últimas luces del día, morían en el oscuro terciopelo de la noche, y la realidad, llegó a destruir su pequeña esperanza. No había navío alguno, ni esposo intentando llegar a ella. La terrible realidad volvió a golpear su ya moribundo corazón. Sonrió tristemente, volviendo a la realidad como si fuese despertando de un aletargado sueño. Elevó su rostro mirando hacia las estrellas que en el horizonte brillaban en el manto aterciopelado de aquel cielo nocturno, - deja de soñar, él no volverá - susurró, mientras las lagrimas continuaban mojando sus mejillas.
Se alejó a penas unos metros de las olas, aún así, éstas intentaban seguir lamiendo sus pies mojados, ateridos del frío que la noche de un invierno moribundo, había decidido regalarle a la escocesa. Suspiró resignada, mientras intentaba secar sus lagrimas con el dorso de su mano derecha. Inspiró profundo, mientras hablaba al amado ausente - Amor, algún día volveremos a estar juntos... y hasta ese momento, mi alma seguirá tan enamorada de la tuya, como aquel día, en que te contemple frente a la entrada de la iglesia - sonrió, esta vez sin tristezas, sabiendo que su juramento sería firme, como la tierra que le viera nacer.
Los cascos de un corcel, llegaron a sus oídos, pero no así a sus pensamientos, que seguían enredados en los perdidos amores. Fue a pocos metros que pudo girar y contemplar al la bestia y a su jinete que se dirigían hacia ella, dispuestos a embestirla. Hizo un rápido movimiento, que la llevó a caer en la arena, golpeándose el brazo derecho, un débil grito había salido de su garganta, cuando intentó levantarse pero el dolor en el brazo le impidió hacerlo.
Concentrada en aquel dolor se encontraba cuando el jinete detuvo su bestia y bajando del animal, se dirigió a donde, Shanen, se encontraba. Levantó su vista cuando sus sentidos le dejaron comprender que el extraño se acercaba a ella. La figura esbelta del hombre, iluminada desde atrás por la luna, su rostro en sombras y el cabello un tanto largo, la hicieron dudar, ¿quien era aquel que se acercaba? Sus ojos mostraron su duda, mas su boca se animó a preguntar, - ¿Alistair? ¿Eres tú? -.
Mas pronto comprendió que aquello era solo una alucinación, no existía ese navío, ni en proa su amado Alistair, intentaba decirle algo, tal vez, cuanto la amaba, el terrible sufrimiento que era estar lejos de ella. Pero la realidad se impuso ante la alucinación, y el navío, su amado y sus palabras voceadas, desaparecieron con el último rayo.
Las últimas luces del día, morían en el oscuro terciopelo de la noche, y la realidad, llegó a destruir su pequeña esperanza. No había navío alguno, ni esposo intentando llegar a ella. La terrible realidad volvió a golpear su ya moribundo corazón. Sonrió tristemente, volviendo a la realidad como si fuese despertando de un aletargado sueño. Elevó su rostro mirando hacia las estrellas que en el horizonte brillaban en el manto aterciopelado de aquel cielo nocturno, - deja de soñar, él no volverá - susurró, mientras las lagrimas continuaban mojando sus mejillas.
Se alejó a penas unos metros de las olas, aún así, éstas intentaban seguir lamiendo sus pies mojados, ateridos del frío que la noche de un invierno moribundo, había decidido regalarle a la escocesa. Suspiró resignada, mientras intentaba secar sus lagrimas con el dorso de su mano derecha. Inspiró profundo, mientras hablaba al amado ausente - Amor, algún día volveremos a estar juntos... y hasta ese momento, mi alma seguirá tan enamorada de la tuya, como aquel día, en que te contemple frente a la entrada de la iglesia - sonrió, esta vez sin tristezas, sabiendo que su juramento sería firme, como la tierra que le viera nacer.
Los cascos de un corcel, llegaron a sus oídos, pero no así a sus pensamientos, que seguían enredados en los perdidos amores. Fue a pocos metros que pudo girar y contemplar al la bestia y a su jinete que se dirigían hacia ella, dispuestos a embestirla. Hizo un rápido movimiento, que la llevó a caer en la arena, golpeándose el brazo derecho, un débil grito había salido de su garganta, cuando intentó levantarse pero el dolor en el brazo le impidió hacerlo.
Concentrada en aquel dolor se encontraba cuando el jinete detuvo su bestia y bajando del animal, se dirigió a donde, Shanen, se encontraba. Levantó su vista cuando sus sentidos le dejaron comprender que el extraño se acercaba a ella. La figura esbelta del hombre, iluminada desde atrás por la luna, su rostro en sombras y el cabello un tanto largo, la hicieron dudar, ¿quien era aquel que se acercaba? Sus ojos mostraron su duda, mas su boca se animó a preguntar, - ¿Alistair? ¿Eres tú? -.
Última edición por Shanen Fraser el Jue Jun 02, 2016 6:42 pm, editado 2 veces
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Dolor crecía de sus labios trasformado en grito que atravesando su garganta hizo temblar la noche.
Sonrisa ladina en los míos, como si su llanto nocturno pudiera paliar el silencioso mío.
Sus ojos aterrados buscaban encontrar algo en mi rostro que al parecer no alcanzaba a ver. Si era piedad, iba por un camino muy oscuro, casi tanto como el iris de mis ojos, que ya sediento forzó a entreabrir mis labios mostrandole mi autentica naturaleza.
-¿Alistair? ¿eres tu? -preguntó posiblemente en un alarde de locura.
Me habían llamado muchas cosas, desde maldito a monstruo pasando por sanguinario. Más aquella jamas había estado entre ellas. Mujer esperanzada de cabellos ondulados y ojos penetrantes que buscaba en mi, bien no se que y solo hallaría la muerte entre mis labios.
Labios apoyados sobre su cuello y cuerpo pegado al mio, respiración agitada de ambos, cerré los ojos hundiendo en su largo cuello mis colmillos. Sangre que fluía atolondrada de su interior al mio.
Visiones extrañas que se aferraban a mi mente, barco en el horizonte, marinero ridículo y un niño. Me revolví inquieto, presionando mas su cuello.
¡Maldita bruja! Que hacia en mi cabeza aquello recuerdos de un trágico pasado.
Ambos padres de hijos perdido en una oscura eternidad cargada de dolor que ahora se entremezclaba con la misma virulencia que nuestra sangre.
Afloje mi agarre incapaz de continuar, y saque con fuerza mis colmillos de su pálido cuello jadeando frente a si.
Sangre que resbalaba de mis labios entreabiertos y ojos que se hundían en los de aquella bestia mágica.
Sonrisa ladina en los míos, como si su llanto nocturno pudiera paliar el silencioso mío.
Sus ojos aterrados buscaban encontrar algo en mi rostro que al parecer no alcanzaba a ver. Si era piedad, iba por un camino muy oscuro, casi tanto como el iris de mis ojos, que ya sediento forzó a entreabrir mis labios mostrandole mi autentica naturaleza.
-¿Alistair? ¿eres tu? -preguntó posiblemente en un alarde de locura.
Me habían llamado muchas cosas, desde maldito a monstruo pasando por sanguinario. Más aquella jamas había estado entre ellas. Mujer esperanzada de cabellos ondulados y ojos penetrantes que buscaba en mi, bien no se que y solo hallaría la muerte entre mis labios.
Labios apoyados sobre su cuello y cuerpo pegado al mio, respiración agitada de ambos, cerré los ojos hundiendo en su largo cuello mis colmillos. Sangre que fluía atolondrada de su interior al mio.
Visiones extrañas que se aferraban a mi mente, barco en el horizonte, marinero ridículo y un niño. Me revolví inquieto, presionando mas su cuello.
¡Maldita bruja! Que hacia en mi cabeza aquello recuerdos de un trágico pasado.
Ambos padres de hijos perdido en una oscura eternidad cargada de dolor que ahora se entremezclaba con la misma virulencia que nuestra sangre.
Afloje mi agarre incapaz de continuar, y saque con fuerza mis colmillos de su pálido cuello jadeando frente a si.
Sangre que resbalaba de mis labios entreabiertos y ojos que se hundían en los de aquella bestia mágica.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Sus paso apresurados, llegaron a donde Shanen se encontraba, aun en le suelo, intentando levantarse tras el atropello vivido. La joven fue tomada por sus brazos y levantada del suelo como si fuera un muñeco de trapo, solo para comprobar aterrada, que aquel hombre, ni era su amado, ni mucho menos un hombre, era una bestia sanguinaria, que sedienta del único sustento vital, había elegido a la bruja para alimentarse.
Aquellos orbes marrones, se convirtieron en rubíes llameantes, contemplándola, tan solo, un efímero instante. Unos burlones labios, dejaron entre veer blanquecinos y afilados colmillos, que desvelaban la verdadera naturaleza de aquel extraño. Intentó separarse, pero le era imposible, no solo por el amarre ejercido por aquellas fuertes manos que aprisionaban los delgados y frágiles brazos femeninos, sino, porque las puntas de sus pies apenas si rosaban la arena mojada. Angustiada, intentó no mirarlo, pero al final cedió a la curiosidad de espiar con el rabillo del ojo, jamás había cruzado sus pasos con un ser de la noche. El vampiro inclinó la cabeza y abriendo su boca mostrando sus temibles fauces. Cerró los ojos, apretando sus parpados con fuerza, ahogando un grito, al morder sus labios. Pudo sentir aquella feroz mordida, sin siquiera un remordimiento de parte del sobrenatural, ajeno a todo lo que ella pudiera hacer o suplicar. Los labios masculinos, succionaron el liquido rojizo, deleitándose en el acto, cual un niño que aprisiona el seno de su madre.
Aunque al principio intentó oponer resistencia, las fuerzas fueron mermando, - detente, no sigas alimentándote de mí - quiso gritarle, pero sus labios callaron. una succión, otra, otra mas, y su mente fue cayendo en un letargo, nublando su entendimiento, sus miedos, su angustia, apagando lentamente su vida. Fue entonces que comprendió que tal vez, aquella bestia era la solución al sufrimiento insoportable de su alma, - morir, dejar de sentir éste vacío en que me has dejado - caviló, pensando en su amado. Sus manos, que hasta ese momento, intentaban en vano golpear el pecho del monstruo, dejaron de luchar, deslizándose lentamente por el torso masculino, cayendo a los costados de su cuerpo, como si en verdad se tratase de una muñeca. - Sean, mi pequeño, no temo morir, solo temo no encontrarte al cruzar el umbral - el rostro de su hijo se hizo presente en sus recuerdos, y una timida sonrisa se formó en los palidos labios de la mujer. - Alistar, amado esposo, pronto, no volveremos a separarnos mas - susurró, mientras cerraba sus ojos entregándose al destino que el vampiro quisiera darle.
Un movimiento brusco, los colmillos separándose de su cuello, el dolor de aquella acción, hizo que la bruja volteara su rostro para enfrentarle, con lagrimas en sus orbes, y reproche en su mirada, por no haberle permitido partir a encontrase con sus seres amados. La mirada del vampiro, mostraba la duda, la sorpresa de alguien que reprocha una acción no esperada. La bruja comprendió que al beber de su sangre, su empatía se había activado, haciendo que sus propios sentimientos se transmitieran al sobrenatural.
Le mantuvo la mirada, mientras el poder de la reminiscencia, se expandía por el contacto de las manos del vampiro. Imágenes llegaron a la mente de la hechicera, al igual que emociones que torturaban al sobrenatural, dolor, rencor, desilusión, amor, demasiados sentimientos afines a los que la misma bruja había experimentado en su vida.
Aquellos orbes marrones, se convirtieron en rubíes llameantes, contemplándola, tan solo, un efímero instante. Unos burlones labios, dejaron entre veer blanquecinos y afilados colmillos, que desvelaban la verdadera naturaleza de aquel extraño. Intentó separarse, pero le era imposible, no solo por el amarre ejercido por aquellas fuertes manos que aprisionaban los delgados y frágiles brazos femeninos, sino, porque las puntas de sus pies apenas si rosaban la arena mojada. Angustiada, intentó no mirarlo, pero al final cedió a la curiosidad de espiar con el rabillo del ojo, jamás había cruzado sus pasos con un ser de la noche. El vampiro inclinó la cabeza y abriendo su boca mostrando sus temibles fauces. Cerró los ojos, apretando sus parpados con fuerza, ahogando un grito, al morder sus labios. Pudo sentir aquella feroz mordida, sin siquiera un remordimiento de parte del sobrenatural, ajeno a todo lo que ella pudiera hacer o suplicar. Los labios masculinos, succionaron el liquido rojizo, deleitándose en el acto, cual un niño que aprisiona el seno de su madre.
Aunque al principio intentó oponer resistencia, las fuerzas fueron mermando, - detente, no sigas alimentándote de mí - quiso gritarle, pero sus labios callaron. una succión, otra, otra mas, y su mente fue cayendo en un letargo, nublando su entendimiento, sus miedos, su angustia, apagando lentamente su vida. Fue entonces que comprendió que tal vez, aquella bestia era la solución al sufrimiento insoportable de su alma, - morir, dejar de sentir éste vacío en que me has dejado - caviló, pensando en su amado. Sus manos, que hasta ese momento, intentaban en vano golpear el pecho del monstruo, dejaron de luchar, deslizándose lentamente por el torso masculino, cayendo a los costados de su cuerpo, como si en verdad se tratase de una muñeca. - Sean, mi pequeño, no temo morir, solo temo no encontrarte al cruzar el umbral - el rostro de su hijo se hizo presente en sus recuerdos, y una timida sonrisa se formó en los palidos labios de la mujer. - Alistar, amado esposo, pronto, no volveremos a separarnos mas - susurró, mientras cerraba sus ojos entregándose al destino que el vampiro quisiera darle.
Un movimiento brusco, los colmillos separándose de su cuello, el dolor de aquella acción, hizo que la bruja volteara su rostro para enfrentarle, con lagrimas en sus orbes, y reproche en su mirada, por no haberle permitido partir a encontrase con sus seres amados. La mirada del vampiro, mostraba la duda, la sorpresa de alguien que reprocha una acción no esperada. La bruja comprendió que al beber de su sangre, su empatía se había activado, haciendo que sus propios sentimientos se transmitieran al sobrenatural.
Le mantuvo la mirada, mientras el poder de la reminiscencia, se expandía por el contacto de las manos del vampiro. Imágenes llegaron a la mente de la hechicera, al igual que emociones que torturaban al sobrenatural, dolor, rencor, desilusión, amor, demasiados sentimientos afines a los que la misma bruja había experimentado en su vida.
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Aun ligeramente aturdido por los recuerdos no esperados, hice frente a una mirada llena de reproches y lagrimas.
Sonrisa ladina en mi rostro, al ver la decepción en sus labios, al parecer la bruja prefería rendirse a la muerte en este acto.
-No suelen las mujeres defraudarse tanto al verme -bromee con ironía sin apartar mis ojos de ella con mi sonrisa ladina.
Conocedor de los peligros que encierran aquellos humanos con magia, camine a su alrededor como un lobo con su presa.
Pensé en los mas obvio, ahora que era conocedora de parte de mis recuerdos, porque no utilizarla para saciar mis demonios.
Indiferente si quería hacerlo o debía ser obligada, me acerque de frente a ella nuevamente con más ganas.
Detuve mis pasos a una corta distancia mientras nuestros ojos furtivos volvían a encontrarse como enemigos.
Me relamí frente a ella, con su sabor en mis labios, buscando las palabras justas y el momento adecuado.
-Se que deseáis la muerte, reuniros con vuestro amado, mas yo necesito ayuda con un asunto delicado. Se que habéis visto a una mujer en mi mente, su nombre es Katherine, licantropa de nacimiento que ahora viene a torturar de nuevo mi vida.
Guarde unos segundos de silencio, tratando de seguir explicando a una extraña las desgracias de mi pasado, que ahora en presente me atormentaban con descaro.
Demonios insaciados que insatisfechos acallaban mi garganta. Sed, hambre odio todo ello entremezclado, allí frente a ella, perdido como un niño.
-Necesito olvidar -añadí con rabia desprendida incapaz de expresar lo que en el fondo yo sentía.
Miedo, era un cobarde, mas jamás lo admitiría.
Sonrisa ladina en mi rostro, al ver la decepción en sus labios, al parecer la bruja prefería rendirse a la muerte en este acto.
-No suelen las mujeres defraudarse tanto al verme -bromee con ironía sin apartar mis ojos de ella con mi sonrisa ladina.
Conocedor de los peligros que encierran aquellos humanos con magia, camine a su alrededor como un lobo con su presa.
Pensé en los mas obvio, ahora que era conocedora de parte de mis recuerdos, porque no utilizarla para saciar mis demonios.
Indiferente si quería hacerlo o debía ser obligada, me acerque de frente a ella nuevamente con más ganas.
Detuve mis pasos a una corta distancia mientras nuestros ojos furtivos volvían a encontrarse como enemigos.
Me relamí frente a ella, con su sabor en mis labios, buscando las palabras justas y el momento adecuado.
-Se que deseáis la muerte, reuniros con vuestro amado, mas yo necesito ayuda con un asunto delicado. Se que habéis visto a una mujer en mi mente, su nombre es Katherine, licantropa de nacimiento que ahora viene a torturar de nuevo mi vida.
Guarde unos segundos de silencio, tratando de seguir explicando a una extraña las desgracias de mi pasado, que ahora en presente me atormentaban con descaro.
Demonios insaciados que insatisfechos acallaban mi garganta. Sed, hambre odio todo ello entremezclado, allí frente a ella, perdido como un niño.
-Necesito olvidar -añadí con rabia desprendida incapaz de expresar lo que en el fondo yo sentía.
Miedo, era un cobarde, mas jamás lo admitiría.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Le contempló, la sonrisa que portaba el sobrenatural, no le podía traer nada bueno, aunque ¿que podía ser tan malo? pues si la mataba, ella ganaba, así que perder era ganar, mientras que ganar, solo la conduciría a la continua melancolía que no menguaba al despuntar el día.
La mujer fue girando sobre si misma, a cada paso que el vampiro daba a su alrededor. Maldijo la suerte de no tener algún tipo de poder que en verdad fuera mortal para tales seres, mas sus dones eran benévolos, como siempre habían sido sus actos en toda su vida. Una mueca de disgusto asomó en los dulces y seductores labios de la bruja. No le gustaba que aquel ser, se burlara abiertamente de su situación, si ella conocía sus secretos, él, por beber de su sangre conocía lo suyos. Mas de ellos dos, solo ella lo sabía, ¿o acaso ese vampiro podía saber cuales eran sus dones? su entre ceño se arrugó con unas pequeña lineas, ¡claro que podía saberlo! pues al ver parte de su historia, de seguro habría visto la forma como los usaba.
Bajó la mirada, pues - sus dones - no eran en verdad tan maravillosos como pudieran parecer. Recordó el momento en que sus manos tomaron un trozo de madera que había pertenecido a la biblioteca de Aberdeen, era apenas un pequeño fragmento de la construcción, algo que había sobrevivido al incendio. En su mente se crearon las imágenes que tanto había temido. Ante ella, su hijo intentaba abrir una puerta, gritando el nombre de la maestra - tal vez intentando salvarla, mas de seguro ya sería tarde - pero el picaporte estaba ardiente por el calor reinante, el pequeño héroe quemó su mano, y aunque intentó dejar el lugar el humo no permitía encontrar la salida, ademas que se volvía imposible respirar. Pronto, Sean, perdía las fuerzas, a tan solo unos pasos de la salvación, caía inconsciente al suelo. Aún recordaba como había soltado el madero, como si de un hierro candente se tratase, no se había animado a contemplar el instante de la muerte de su hijo.
Gruesas lagrimas descendieron por sus mejillas, como si de un rayo se tratase, comprendió que odiaba sus dones, pues uno, no le había servido para salvar a su hijo, y el otro, solo había traído a su vida la triste certeza de que su pequeño jamás tuvo oportunidad de salir con bien de aquella tragedia.
Suspiró llena de desazón, levantó la mirada y se encontró la del sobrenatural, a una distancia tan ínfima, que le pareció que podía oler sin dificultad el aroma acre de su propia sangre. Erlend, - como se llamaba el vampiro - le habló de la mujer, que la bruja había contemplado en sus visiones, como si hubiera podido observar las escenas vividas por el sobrenatural, o éstas ser parte de su propia vida. Fue por ello que la mirada de Shanen, mostró dolor y comprensión, ante lo que el vampiro relataba.
Asintió a sus palabras, era verdad, deseaba la muerte, si no podía estar junto a su amado, ¿pero acaso podía estar segura de que Alistair estaba muerto? no, claro que no, jamás habían encontrado su navío, como tampoco su cuerpo. Entonces, éste, podía estar en cualquier lugar. Inspiró profundo y clavó sus dulces orbes color miel, en los aún rojizos ojo vampíricos, - ojalá fuera tan fácil cerrar las puertas a nuestros demonios - le dijo con voz suave, dulce como una caricia, - mas te prometo, Erlend, que si aquello que deseas está en mis manos, lo conseguiremos -.
La mujer fue girando sobre si misma, a cada paso que el vampiro daba a su alrededor. Maldijo la suerte de no tener algún tipo de poder que en verdad fuera mortal para tales seres, mas sus dones eran benévolos, como siempre habían sido sus actos en toda su vida. Una mueca de disgusto asomó en los dulces y seductores labios de la bruja. No le gustaba que aquel ser, se burlara abiertamente de su situación, si ella conocía sus secretos, él, por beber de su sangre conocía lo suyos. Mas de ellos dos, solo ella lo sabía, ¿o acaso ese vampiro podía saber cuales eran sus dones? su entre ceño se arrugó con unas pequeña lineas, ¡claro que podía saberlo! pues al ver parte de su historia, de seguro habría visto la forma como los usaba.
Bajó la mirada, pues - sus dones - no eran en verdad tan maravillosos como pudieran parecer. Recordó el momento en que sus manos tomaron un trozo de madera que había pertenecido a la biblioteca de Aberdeen, era apenas un pequeño fragmento de la construcción, algo que había sobrevivido al incendio. En su mente se crearon las imágenes que tanto había temido. Ante ella, su hijo intentaba abrir una puerta, gritando el nombre de la maestra - tal vez intentando salvarla, mas de seguro ya sería tarde - pero el picaporte estaba ardiente por el calor reinante, el pequeño héroe quemó su mano, y aunque intentó dejar el lugar el humo no permitía encontrar la salida, ademas que se volvía imposible respirar. Pronto, Sean, perdía las fuerzas, a tan solo unos pasos de la salvación, caía inconsciente al suelo. Aún recordaba como había soltado el madero, como si de un hierro candente se tratase, no se había animado a contemplar el instante de la muerte de su hijo.
Gruesas lagrimas descendieron por sus mejillas, como si de un rayo se tratase, comprendió que odiaba sus dones, pues uno, no le había servido para salvar a su hijo, y el otro, solo había traído a su vida la triste certeza de que su pequeño jamás tuvo oportunidad de salir con bien de aquella tragedia.
Suspiró llena de desazón, levantó la mirada y se encontró la del sobrenatural, a una distancia tan ínfima, que le pareció que podía oler sin dificultad el aroma acre de su propia sangre. Erlend, - como se llamaba el vampiro - le habló de la mujer, que la bruja había contemplado en sus visiones, como si hubiera podido observar las escenas vividas por el sobrenatural, o éstas ser parte de su propia vida. Fue por ello que la mirada de Shanen, mostró dolor y comprensión, ante lo que el vampiro relataba.
Asintió a sus palabras, era verdad, deseaba la muerte, si no podía estar junto a su amado, ¿pero acaso podía estar segura de que Alistair estaba muerto? no, claro que no, jamás habían encontrado su navío, como tampoco su cuerpo. Entonces, éste, podía estar en cualquier lugar. Inspiró profundo y clavó sus dulces orbes color miel, en los aún rojizos ojo vampíricos, - ojalá fuera tan fácil cerrar las puertas a nuestros demonios - le dijo con voz suave, dulce como una caricia, - mas te prometo, Erlend, que si aquello que deseas está en mis manos, lo conseguiremos -.
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Su mirada, ahora dulce me hacia dudar de sus intenciones. Desde lo acontecido horas antes de mi inmortalidad, me había convertido en un ser desconfiado por naturaleza, y los siglos de no vida no habían hecho mas que acrecentar mas si cabía aquel sentimiento de desconfianza hacia propios y ajenos.
Podría jurar que fue compasión lo que vi en su rostro, odiaba que alguien fuera capaz de sentir eso hacia mi, es por ello que mi gesto se endureció, mostrando una mandíbula cuadraba por el apretar de mis dientes y puños.
Incapaz de expresar mis sentimientos mas allá de mi muro de ironía pertrechado durante siglos, afloje el gesto irguiéndolo de nuevo frete a mi mientras escuchaba sus palabras.
De sus labios sonó mi nombre, como si jugara con una ventaja sobre mí de la que yo carecía por completo sobre ella, no controlar la situación me incomodaba, más si pretendía sacar de ella mi fiel propósito, no me quedaba otra que jugar a su juego, aunque siempre tratando de reservarme un as en la manga para los desprovistos que sin duda surgirían entre ambos.
-Veo que no necesito presentarme -musite con una picara sonrisa frente a su rostro.
Aunque nuestra cercanía era mas que patente, posiblemente juraría que podría llegar a ser incluso incomoda para ambos, me mantuve allí, sin retroceder un paso.
Mis ojos recorrieron con descaro su cuerpo, no sin mas pretensión que asegurarle que en esta relación que comenzaba, yo seria quien marcara los tiempos. Ella podía poseer la magia, más yo poseía el don de la muerte.
-¿Y bien? ¿Os llamo bruja o pensáis decirme vuestro nombre?
Relamí mis labios aun con el sabor de la sangre en ellos, mas sin perder de vista aquellas bellas facciones de la peligrosa hechicera.
Podría jurar que fue compasión lo que vi en su rostro, odiaba que alguien fuera capaz de sentir eso hacia mi, es por ello que mi gesto se endureció, mostrando una mandíbula cuadraba por el apretar de mis dientes y puños.
Incapaz de expresar mis sentimientos mas allá de mi muro de ironía pertrechado durante siglos, afloje el gesto irguiéndolo de nuevo frete a mi mientras escuchaba sus palabras.
De sus labios sonó mi nombre, como si jugara con una ventaja sobre mí de la que yo carecía por completo sobre ella, no controlar la situación me incomodaba, más si pretendía sacar de ella mi fiel propósito, no me quedaba otra que jugar a su juego, aunque siempre tratando de reservarme un as en la manga para los desprovistos que sin duda surgirían entre ambos.
-Veo que no necesito presentarme -musite con una picara sonrisa frente a su rostro.
Aunque nuestra cercanía era mas que patente, posiblemente juraría que podría llegar a ser incluso incomoda para ambos, me mantuve allí, sin retroceder un paso.
Mis ojos recorrieron con descaro su cuerpo, no sin mas pretensión que asegurarle que en esta relación que comenzaba, yo seria quien marcara los tiempos. Ella podía poseer la magia, más yo poseía el don de la muerte.
-¿Y bien? ¿Os llamo bruja o pensáis decirme vuestro nombre?
Relamí mis labios aun con el sabor de la sangre en ellos, mas sin perder de vista aquellas bellas facciones de la peligrosa hechicera.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Shanen, mantuvo sus ojos en el rostro del vampiro, demostrando de alguna manera que no era miedo lo que él le provocaba, como tampoco compasión, era distinto, pues en verdad, mas tenía que ver con una hermandad, un sentimiento afín al del inmortal. Mas sus ojos esquivaron la mirada del vampiro cuando éste le hizo comprender que había sido una gran imprudencia llamarle por su nombre, ¿quien era ella para hurgar en los recuerdos de las personas y hasta poder conocer algunos de sus secretos?
-disculpe, no suelo hacer éstas cosas - quiso explicar, - digo, llamar a un... hombre, por su nombre sin haber sido presentados - su mirada fue volviendo a posarse lentamente en los ojos del vampiro, serena, hasta que observó como se relamía los restos de sangre que aun tenia en sus labios, frunció el ceño, mientras se alejaba unos paso. Pero su disgusto solo duró unos segundos, suspiró, para luego llevar su mirada al mar, inspiró el aire frio de la noche, salobre por el mar. Cerró los ojos e intentó escuchar el golpe de las olas en una embarcación, la única que deseaba llegara alguna vez a buscarla.
- Me llamo Shanen... Fraser -, aferraba sus brazos, como si en ese abrazo simbólico pudiera encontrar las fuerzas para vivir un día mas, - pensé que de la misma manera como mi don de reminiscencia había actuado en el momento en que me sostenía. Su poder de ver mis recuerdos y mi vida al alimentarse de mí, nos había presentado - dijo, haciendo una mueca, una media sonrisa, - se ofende porque conocí su nombre, mientras fue usted quien intentó atropellarme con su montura y luego se alimentó de mis sangre sin siquiera habernos conocido... vaya que es gruñón -.
-disculpe, no suelo hacer éstas cosas - quiso explicar, - digo, llamar a un... hombre, por su nombre sin haber sido presentados - su mirada fue volviendo a posarse lentamente en los ojos del vampiro, serena, hasta que observó como se relamía los restos de sangre que aun tenia en sus labios, frunció el ceño, mientras se alejaba unos paso. Pero su disgusto solo duró unos segundos, suspiró, para luego llevar su mirada al mar, inspiró el aire frio de la noche, salobre por el mar. Cerró los ojos e intentó escuchar el golpe de las olas en una embarcación, la única que deseaba llegara alguna vez a buscarla.
- Me llamo Shanen... Fraser -, aferraba sus brazos, como si en ese abrazo simbólico pudiera encontrar las fuerzas para vivir un día mas, - pensé que de la misma manera como mi don de reminiscencia había actuado en el momento en que me sostenía. Su poder de ver mis recuerdos y mi vida al alimentarse de mí, nos había presentado - dijo, haciendo una mueca, una media sonrisa, - se ofende porque conocí su nombre, mientras fue usted quien intentó atropellarme con su montura y luego se alimentó de mis sangre sin siquiera habernos conocido... vaya que es gruñón -.
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Sonrisa ladina ilumino mi rostro cuando sus ojos se desviaron al mar, y de nuevo vi en ellos ese atisbo de tristeza que yo tan bien conocía.
Aun así seguí observándola en silencio, disfrutando de su dolor, como si eso pudiera aplacar el mio, dolor compartido por una vida llena de perdidas, no así de traiciones.
Sin duda el peso de mi tragedia encerraba mas dolores ocultos que el de solo la trágica muerte del ser amado.
No, lo mio no era eso, lo mio arrastraba el dolor de ver morir a mi linaje, a mi madre, a mi padre, a mi hermana, a mis amigos, a manos del pueblo de Katherina. Y ella allí sobre su blanco corcel con los ojos amarillentos por el olor a sangre y con mi hijo entre sus brazos, no movió un dedo por ninguno de nosotros.
Ni siquiera cuando su propio padre lucho conmigo a muerte, abandonándome a mi suerte para que los cuervos acabaran el trabajo que su pueblo desempeño con ardua violencia sobre el mio.
Y como vino se fue...dejándome el cuerpo sangrando y el corazón muerto.
No se si fue el inmortal que me arrastro a una no vida eterna quien logro pararlo o ya estaba mas que muerto aquella fría noche de invierno.
Mas mis difíciles decisiones no acabaron allí...
Todo ello me había convertido en el ser diabólico que ahora era, no pensaba suplicar su lastima ni su perdón, ni siquiera su comprensión.
Ahora solo me aferraba a una idea, la de borrar de mi mente a la mujer que hacia escasos días había encontrado en París.
Ariyne, replica exacta de Katherina, la mujer que amaba pero que no podría poseer jamas.
-Me llamo Shanen... Fraser -, aferraba sus brazos, como si en ese abrazo simbólico pudiera encontrar las fuerzas para vivir un día mas, - pensé que de la misma manera como mi don de reminiscencia había actuado en el momento en que me sostenía. Su poder de ver mis recuerdos y mi vida al alimentarse de mí, nos había presentado - dijo, haciendo una mueca, una media sonrisa, - se ofende porque conocí su nombre, mientras fue usted quien intentó atropellarme con su montura y luego se alimentó de mis sangre sin siquiera habernos conocido... vaya que es gruñón -.
Sonrei divertido ante la ultima frase de aquella dama, que sinceramente, me recodo a como Moira me había llamado en innumerables ocasiones desde que nos conocimos. Quizás ambas tuvieran parte de razón, pero no pensaba reconocérselo a ninguna.
-Mi atropello fue tan fortuito como casual mi señora -reconocí relamiendo nuevamente mis labios frente a ella con una picara sonrisa asomando de ellos
-Mas confesare que alimentarme de vos, fue una decisión completamente meditada, tenia hambre y mi único afán era saciarla y mataros tras hacerlo.
Para que mentir a mi futura aliada, era absurdo, pues al fin y al cavo parecía conocer gran parte de mis secretos.
-Permitame darle un consejo, deje de esperar un fantasma, a veces los deseos se hacen realidad, mas no siempre son lo que esperamos.
Estáis viva, nunca seras mas feliz o mas infeliz de lo que eres ahora, ni mas bella, ni estarás mas viva, eso es lo bueno de ser mortal, lo efímero de vuestra vida, hace que la podáis vivir con intensidad cada minuto, hasta que Odin desee cerrar vuestros ojos para siempre.
Ladee la cabeza admirando sus facciones y como mis palabras alcanzaba un corazón posiblemente tan roto como el mío.
-También es cierto que no soy un buen consejero, nací, crecí y morí para matar, desperté siendo un monstruo, supongo que para daros consejos podéis contar con otras brujas de esas que calan a los demas con solo tocarlos.
Aun así seguí observándola en silencio, disfrutando de su dolor, como si eso pudiera aplacar el mio, dolor compartido por una vida llena de perdidas, no así de traiciones.
Sin duda el peso de mi tragedia encerraba mas dolores ocultos que el de solo la trágica muerte del ser amado.
No, lo mio no era eso, lo mio arrastraba el dolor de ver morir a mi linaje, a mi madre, a mi padre, a mi hermana, a mis amigos, a manos del pueblo de Katherina. Y ella allí sobre su blanco corcel con los ojos amarillentos por el olor a sangre y con mi hijo entre sus brazos, no movió un dedo por ninguno de nosotros.
Ni siquiera cuando su propio padre lucho conmigo a muerte, abandonándome a mi suerte para que los cuervos acabaran el trabajo que su pueblo desempeño con ardua violencia sobre el mio.
Y como vino se fue...dejándome el cuerpo sangrando y el corazón muerto.
No se si fue el inmortal que me arrastro a una no vida eterna quien logro pararlo o ya estaba mas que muerto aquella fría noche de invierno.
Mas mis difíciles decisiones no acabaron allí...
Todo ello me había convertido en el ser diabólico que ahora era, no pensaba suplicar su lastima ni su perdón, ni siquiera su comprensión.
Ahora solo me aferraba a una idea, la de borrar de mi mente a la mujer que hacia escasos días había encontrado en París.
Ariyne, replica exacta de Katherina, la mujer que amaba pero que no podría poseer jamas.
-Me llamo Shanen... Fraser -, aferraba sus brazos, como si en ese abrazo simbólico pudiera encontrar las fuerzas para vivir un día mas, - pensé que de la misma manera como mi don de reminiscencia había actuado en el momento en que me sostenía. Su poder de ver mis recuerdos y mi vida al alimentarse de mí, nos había presentado - dijo, haciendo una mueca, una media sonrisa, - se ofende porque conocí su nombre, mientras fue usted quien intentó atropellarme con su montura y luego se alimentó de mis sangre sin siquiera habernos conocido... vaya que es gruñón -.
Sonrei divertido ante la ultima frase de aquella dama, que sinceramente, me recodo a como Moira me había llamado en innumerables ocasiones desde que nos conocimos. Quizás ambas tuvieran parte de razón, pero no pensaba reconocérselo a ninguna.
-Mi atropello fue tan fortuito como casual mi señora -reconocí relamiendo nuevamente mis labios frente a ella con una picara sonrisa asomando de ellos
-Mas confesare que alimentarme de vos, fue una decisión completamente meditada, tenia hambre y mi único afán era saciarla y mataros tras hacerlo.
Para que mentir a mi futura aliada, era absurdo, pues al fin y al cavo parecía conocer gran parte de mis secretos.
-Permitame darle un consejo, deje de esperar un fantasma, a veces los deseos se hacen realidad, mas no siempre son lo que esperamos.
Estáis viva, nunca seras mas feliz o mas infeliz de lo que eres ahora, ni mas bella, ni estarás mas viva, eso es lo bueno de ser mortal, lo efímero de vuestra vida, hace que la podáis vivir con intensidad cada minuto, hasta que Odin desee cerrar vuestros ojos para siempre.
Ladee la cabeza admirando sus facciones y como mis palabras alcanzaba un corazón posiblemente tan roto como el mío.
-También es cierto que no soy un buen consejero, nací, crecí y morí para matar, desperté siendo un monstruo, supongo que para daros consejos podéis contar con otras brujas de esas que calan a los demas con solo tocarlos.
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
La voz del vampiro llegó a sus oídos, mas fueron sus palabras las que golpeaban su corazón, como las olas los acantilados de Stonhaven, - "-Permitame darle un consejo, deje de esperar un fantasma, a veces los deseos se hacen realidad, mas no siempre son lo que esperamos. Estáis viva, nunca seras mas feliz o mas infeliz de lo que eres ahora, ni mas bella, ni estarás mas viva, eso es lo bueno de ser mortal, lo efímero de vuestra vida, hace que la podáis vivir con intensidad cada minuto, hasta que Odin desee cerrar vuestros ojos para siempre."- bajó su mirada, se sintió desnuda, golpeada, herida en sus debiles esperanzas. Ella no deseaba olvidar, podría pensar que era una estúpida, una romántica empedernida, pero prefería saber que su corazón, solo pertenecería a ese hombre, a su esposo, estuviera éste vivo o muerto, hubiera llegado a los dominios de Odin, o solo estuviera perdido en alguna de las innumerables islas del archipiélago que rodeaba su amada tierra.
Suspiró, derrotada, él no la podría entender, era lógico, pues tras recordar lo que había visto apenas unos momentos atrás, podía entender el odio y la frustración que lo enloquecía. Sus brazos quedaron laxos a cada lado de su cuerpo, debía resignarse a llevar su carga sola, no tenía amigos, y era muy difícil querer que un desconocido que apenas si la podía prejuzgar, entendiera lo que un amor así podía significar. Levantó su mirada y le sonrió con tristeza, - uff, esas arpías son una metiches, mejor no se fíe mucho de ellas - dijo intentando mostrar que no estaba quebrada en mil pedazos, - como le acabo de decir, haré lo que esté en mis manos para que pueda olvidar, pero recuerde que aveces, el corazón es mas fuerte que cualquier hechizo, y mas que el corazón, el amor... no el que los hombres creen encontrar, sino aquel que está escrito en los cielos, ese, que por mas que los siglos giren, permanece incorruptible... - fijó su mirada en los gélidos orbes, - ¿y si fue Odin quien decidió? ¿que haréis entonces, desovedeseréis la voluntad de vuestro dios?- enarcó sus cejas, según su respuesta, ella también desafiaría la voluntad de los cielos, le ayudaría, pero no permitiría que le hablara nuevamente de aquella manera, pues si él hubiera amado de verdad, jamás le daría como consejo el olvidar, ya que sabría por propia experiencia, que al hacerlo, simplemente moriría.
* Perdón por la tardanza, recién me estoy recuperando de mi salud x_x
Suspiró, derrotada, él no la podría entender, era lógico, pues tras recordar lo que había visto apenas unos momentos atrás, podía entender el odio y la frustración que lo enloquecía. Sus brazos quedaron laxos a cada lado de su cuerpo, debía resignarse a llevar su carga sola, no tenía amigos, y era muy difícil querer que un desconocido que apenas si la podía prejuzgar, entendiera lo que un amor así podía significar. Levantó su mirada y le sonrió con tristeza, - uff, esas arpías son una metiches, mejor no se fíe mucho de ellas - dijo intentando mostrar que no estaba quebrada en mil pedazos, - como le acabo de decir, haré lo que esté en mis manos para que pueda olvidar, pero recuerde que aveces, el corazón es mas fuerte que cualquier hechizo, y mas que el corazón, el amor... no el que los hombres creen encontrar, sino aquel que está escrito en los cielos, ese, que por mas que los siglos giren, permanece incorruptible... - fijó su mirada en los gélidos orbes, - ¿y si fue Odin quien decidió? ¿que haréis entonces, desovedeseréis la voluntad de vuestro dios?- enarcó sus cejas, según su respuesta, ella también desafiaría la voluntad de los cielos, le ayudaría, pero no permitiría que le hablara nuevamente de aquella manera, pues si él hubiera amado de verdad, jamás le daría como consejo el olvidar, ya que sabría por propia experiencia, que al hacerlo, simplemente moriría.
* Perdón por la tardanza, recién me estoy recuperando de mi salud x_x
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Oí la explicación de la bruja con la mandíbula tan tensa que se cuadriculo frente a ella, al tiempo que mis puños se cerraban tanto que gotas de sangre caliente sentí en su interior.
¿Como se atrevía a decirme algo sobre el amor? ¿acaso creía que yo no lo conocía?
No siempre fui este ser inmortal al que le faltaban sentimientos y al que los demonios del pasado ahora convertidos en futuro le atormentaban día y noche.
Hace ya mucho tiempo fui tan mortal como ella, y posiblemente igual de ingenuo.
El amor mata, el amor duele, el amor tortura pero si de algo estaba seguro es por mil guerras que abanderadas en nombre de tan hermoso sentimiento jamas saldrías triunfador ni tan siquiera de una de ellas. Pues el amor traiciona, llevándote hasta el vació y allí te libera sin red, cayendo a tu suerte. Ahí me encontraba yo, cayendo durante siglos por ese vació al que el amor me había abocado al que katherine me empujo sin piedad.
Y ahora, Ariyne, la mano que creía me sacaría de allí volvía a dejarme caer, sin mas, sin consuelo, dos batallas libradas y ninguna de ellas ganada.
-No hables del amor humana, quizás vuestro problema es que la efimidad de tu vida y el corto periodo de tiempo que has vivido enamorada no permite que te crees una visión global y mas certera de aquello que defendéis con tanta vehemencia.
¿Donde esta vuestro amado marinero? Si tanto os ama y tan dulce es el destino que os acuna ¿por que no lo hace regresar atravesando el mar en su navío.?
Hice una pausa realmente molesto, con los demonios gritando desconsolados en mi interior suplicando que la matara y acallara así su dolor.
-¿y nuestros hijos? Uno creció sin padre y otro jamas salio de las llamas. ¿Aun creéis en los dioses y sus grandes voluntades? Odio a Odin si este es el negro futuro que ha marcado para mi.
Yo creo que juegan con nosotros mientras beben hidromiel y se ríen de nuestras desgracias.
Admire su rostro descompuesto posiblemente por un discurso lleno de odio y verdad a partes iguales.
-Me ayudareis a olvidar porque eso es lo único que deseo de vos, no porque os sienta mi amiga si no porque si aun ansiáis ese reencuentro con vuestro marinero, soy el único con poder aquí para desangraros y evitar que se produzca.
Me acerque a ella y tome su mano posandola en mi pecho hundiendo mis ojos en los suyos.
-Ahondar en mi todo cuanto deseéis pero borrar ese dolor que me oprime por dentro.
Y de nuevo ese golpe de imágenes entre mezcladas de uno al otro. Entreabrí los labios dejando caer hacia atrás mi cabeza rememorando los tiempos pasados felices cuando Katherina y yo corríamos por el rio de cacería, besos, caricias, miradas cómplices, noches de pasión cuyas cicatrices de sus uñas y mordiscos aun surcan mi cuerpo, sus ojos amarillos contra los mios pardos bajo la dama blanca testigo de nuestros furtivos encuentros.
Felicidad, aquel era el reflejo de un tiempo ya pasado, el recuerdo que ahora me atravesaba era el del día que me anuncio mi próxima paternidad, con miedo e ilusión, ambos ignorantes de lo que se nos venia encima.
Esperanza de ser aceptado por los suyos, clara convicción a un compromiso que nos brindara un futuro a ella, a mi y a nuestro bebe que se gestaba en sus entrañas y que no podía desear con mas fuerza.
La siguiente vision fue dura, violenta y grotesca, un ejercito de licantropos dominados por la luna llena cruzaban el rio llegando como una tormenta a mi poblado. Sangre, sudor, lagrimas, violaciones, cuerpos desmembrados, niños desgarrados y yo alli incapaz de proteger mi linaje, mero espectador de una matanza frente a los ojos de Katherine impasible montada sobre su corcel con mi hijo entre sus brazos.
Aparte la mano de la bruja incapaz de seguir aguantando y cayendo de rodillas completamente torturado con los ojos tan oscuros como la misma noche en la que nos encontrábamos.
¿Como se atrevía a decirme algo sobre el amor? ¿acaso creía que yo no lo conocía?
No siempre fui este ser inmortal al que le faltaban sentimientos y al que los demonios del pasado ahora convertidos en futuro le atormentaban día y noche.
Hace ya mucho tiempo fui tan mortal como ella, y posiblemente igual de ingenuo.
El amor mata, el amor duele, el amor tortura pero si de algo estaba seguro es por mil guerras que abanderadas en nombre de tan hermoso sentimiento jamas saldrías triunfador ni tan siquiera de una de ellas. Pues el amor traiciona, llevándote hasta el vació y allí te libera sin red, cayendo a tu suerte. Ahí me encontraba yo, cayendo durante siglos por ese vació al que el amor me había abocado al que katherine me empujo sin piedad.
Y ahora, Ariyne, la mano que creía me sacaría de allí volvía a dejarme caer, sin mas, sin consuelo, dos batallas libradas y ninguna de ellas ganada.
-No hables del amor humana, quizás vuestro problema es que la efimidad de tu vida y el corto periodo de tiempo que has vivido enamorada no permite que te crees una visión global y mas certera de aquello que defendéis con tanta vehemencia.
¿Donde esta vuestro amado marinero? Si tanto os ama y tan dulce es el destino que os acuna ¿por que no lo hace regresar atravesando el mar en su navío.?
Hice una pausa realmente molesto, con los demonios gritando desconsolados en mi interior suplicando que la matara y acallara así su dolor.
-¿y nuestros hijos? Uno creció sin padre y otro jamas salio de las llamas. ¿Aun creéis en los dioses y sus grandes voluntades? Odio a Odin si este es el negro futuro que ha marcado para mi.
Yo creo que juegan con nosotros mientras beben hidromiel y se ríen de nuestras desgracias.
Admire su rostro descompuesto posiblemente por un discurso lleno de odio y verdad a partes iguales.
-Me ayudareis a olvidar porque eso es lo único que deseo de vos, no porque os sienta mi amiga si no porque si aun ansiáis ese reencuentro con vuestro marinero, soy el único con poder aquí para desangraros y evitar que se produzca.
Me acerque a ella y tome su mano posandola en mi pecho hundiendo mis ojos en los suyos.
-Ahondar en mi todo cuanto deseéis pero borrar ese dolor que me oprime por dentro.
Y de nuevo ese golpe de imágenes entre mezcladas de uno al otro. Entreabrí los labios dejando caer hacia atrás mi cabeza rememorando los tiempos pasados felices cuando Katherina y yo corríamos por el rio de cacería, besos, caricias, miradas cómplices, noches de pasión cuyas cicatrices de sus uñas y mordiscos aun surcan mi cuerpo, sus ojos amarillos contra los mios pardos bajo la dama blanca testigo de nuestros furtivos encuentros.
Felicidad, aquel era el reflejo de un tiempo ya pasado, el recuerdo que ahora me atravesaba era el del día que me anuncio mi próxima paternidad, con miedo e ilusión, ambos ignorantes de lo que se nos venia encima.
Esperanza de ser aceptado por los suyos, clara convicción a un compromiso que nos brindara un futuro a ella, a mi y a nuestro bebe que se gestaba en sus entrañas y que no podía desear con mas fuerza.
La siguiente vision fue dura, violenta y grotesca, un ejercito de licantropos dominados por la luna llena cruzaban el rio llegando como una tormenta a mi poblado. Sangre, sudor, lagrimas, violaciones, cuerpos desmembrados, niños desgarrados y yo alli incapaz de proteger mi linaje, mero espectador de una matanza frente a los ojos de Katherine impasible montada sobre su corcel con mi hijo entre sus brazos.
Aparte la mano de la bruja incapaz de seguir aguantando y cayendo de rodillas completamente torturado con los ojos tan oscuros como la misma noche en la que nos encontrábamos.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Deseaba gritarle, negar cada una de las palabras que el inmortal, tenía la desfachatez de soltarle en la cara. Pero tal vez no lo hacía, no por el miedo a que éste en un arranque de furia terminara desangrándola, sino, porque en el fondo sabía que su alma herida era empática a los sentimientos del vampiro.
Sus ojos destilaban el dolor y el reproche que sus labios se negaban a escupir, sus manos, cerradas en puño, se pegaban a su cuerpo para no salir disparadas al rostro o al pecho del hombre y descargar en él - un simple mensajero - toda la frustración y el odio que sentía, por ese destino traicionero, que le había dado todo y para que al sentir su alma plena, el vendaval de la desgracia, le quitara aquello que mas amaba - su familia -.
¿Entenderlo? claro que lo podía entender, si en cierta forma eran la misma desgracia, solo que, como había dicho el vampiro, la efímera existencia de la bruja, tarde o temprano, la llevaría al descanso y con éste, al reencuentro con su hijo, aquél, que como había dicho Erlend, no logró liberarse de las llamas. Bajó su mirada, sin poder soportar más sus airadas palabras, sin fuerzas para demostrar qeue se equivocaba, que ni Odin, ni Cristo, ni el ser divino que rige el horizonte lejano, tenían nada que ver con sus miseras desgracias, por que en el fondo, ella también los culpaba.
La mano del vamprio, tomando la suya, para hacer que ella pudiera conocer mas sus secretos y de alguna forma, ayudar a exorcizar aquellos que le impedían vivir, la hizo temblar, hacía demasiado tiempo que no tenía contacto con nadie. era verdad, él ya la había tocado, para alimentarse de ella, pero ésta vez, la forma suave, o no tan violenta, había provocado en ella, un recuerdo que no deseaba saliera a la luz.
Intentó concentrarse en las escenas, volvió a visualizar a esa mujer que tanto daño había causado en la vida mortal del hombre que estaba frente a ella y comprobó con profunda tristeza, que su dolor era pequeño, ante la devastación de aquellos recuerdos. intentó no llorar, no mostrar como aquello tan intimo del sobrenatural, había logrado conmover su alma. Deseaba ayudarlo, borrar aunque fuera en parte tanto sufrimiento. Pero bien sabía que jamás había realizado un hechizo que pudiera revertir el recuerdo, borrándole las escenas mas dolorosas de su vida. - ¿pero acaso hacer eso, no conllevaría cambiar la esencia del vampiro? ¿no sería un ser diferente, mas noble o a un mas demente - pensó la mujer, demasiadas preguntas para un instante delicado. - Si, te ayudaré, pero éste no es el lugar indicado, debo volver a mi hogar y allí buscar el hechizo que pueda ayudaros - sentenció.
Sus ojos destilaban el dolor y el reproche que sus labios se negaban a escupir, sus manos, cerradas en puño, se pegaban a su cuerpo para no salir disparadas al rostro o al pecho del hombre y descargar en él - un simple mensajero - toda la frustración y el odio que sentía, por ese destino traicionero, que le había dado todo y para que al sentir su alma plena, el vendaval de la desgracia, le quitara aquello que mas amaba - su familia -.
¿Entenderlo? claro que lo podía entender, si en cierta forma eran la misma desgracia, solo que, como había dicho el vampiro, la efímera existencia de la bruja, tarde o temprano, la llevaría al descanso y con éste, al reencuentro con su hijo, aquél, que como había dicho Erlend, no logró liberarse de las llamas. Bajó su mirada, sin poder soportar más sus airadas palabras, sin fuerzas para demostrar qeue se equivocaba, que ni Odin, ni Cristo, ni el ser divino que rige el horizonte lejano, tenían nada que ver con sus miseras desgracias, por que en el fondo, ella también los culpaba.
La mano del vamprio, tomando la suya, para hacer que ella pudiera conocer mas sus secretos y de alguna forma, ayudar a exorcizar aquellos que le impedían vivir, la hizo temblar, hacía demasiado tiempo que no tenía contacto con nadie. era verdad, él ya la había tocado, para alimentarse de ella, pero ésta vez, la forma suave, o no tan violenta, había provocado en ella, un recuerdo que no deseaba saliera a la luz.
Intentó concentrarse en las escenas, volvió a visualizar a esa mujer que tanto daño había causado en la vida mortal del hombre que estaba frente a ella y comprobó con profunda tristeza, que su dolor era pequeño, ante la devastación de aquellos recuerdos. intentó no llorar, no mostrar como aquello tan intimo del sobrenatural, había logrado conmover su alma. Deseaba ayudarlo, borrar aunque fuera en parte tanto sufrimiento. Pero bien sabía que jamás había realizado un hechizo que pudiera revertir el recuerdo, borrándole las escenas mas dolorosas de su vida. - ¿pero acaso hacer eso, no conllevaría cambiar la esencia del vampiro? ¿no sería un ser diferente, mas noble o a un mas demente - pensó la mujer, demasiadas preguntas para un instante delicado. - Si, te ayudaré, pero éste no es el lugar indicado, debo volver a mi hogar y allí buscar el hechizo que pueda ayudaros - sentenció.
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Aun con la fina arena apretada a fuego en mis puños cerrados y con aquella postura que me hacia sentir tan débil como un recién nacido la escuche, para que fingir con ella si lo había visto todo, mi respiración estaba tan agitada como el mar embravecido que quedaba a mis espaldas rugiendo con la fuerza de las olas.
No se el tiempo que permanecí allí, arrodillado, escuchando gritar a mis demonios, desolados, furiosos, pidiendo sangre, sexo o alcohol o mejor dicho una mezcla de todo ello a partes iguales.
Cuando alce los ojos y los hundí en los ajenos todavía tenían ese color oscuro que denotaba por si se le había olvidado, el monstruo que tenia enfrente.
Lo había perdido todo, ya nada me quedaba ¿por que negar a mis demonios lo que me pedían? ¿por que no darles el festín que merecían? Solo quería que se callaran. Apreté la mandíbula que adquirió una cuadrada forma, y tense el gesto enrojeciendo mis ojos frente a ella.
Me alce, bestia frente a bruja, tan cerca que podía sentir como su respiración chocaba contra mis labios, deslice mi mano lentamente por su cuello, no se porque lo hice, pues en mi estado la hubiera tomado con la violencia propia del demonio de la ira que en ese instante se apoderaba de mi.
Entreabrí mis labios frente a los ajenos, atrapando su nuca con la mano, si escape mas aun creo que meditando esa parte racional que al parecer quedaba en mi.
Dudaba, algo que yo jamas hacia, si era buena idea o por el contrario me llevaría a la destrucción absoluta.
¿Destrucción? ¿acaso no estaba ya destruido? Acerque mi gesto, despacio, como si una fuerza sobrenatural me prohibiera hacerlo de otro modo, y casi rozando el cielo me detuve.
Sacudí la cabeza y deje escapar el aire, quizás fuera magia, o que las palabras de que me ayudaría, mi única esperanza, me habían llevado a la cordura...afloje la mano dejándola caer despacio, hasta alcanzar la parte lateral de mi cuerpo.
Destruido, así me sentía por dentro, agotado, enfadado y asustado...¿como explicarle a la mujer que tenia frente a mi, que no tenia opción, que la mujer a la que amaba se iba a casar con otro y que estaba al borde de la locura, de la frustración y del caos.
Ni siquiera sabia si llegaría a tener un segundo encuentro con aquella bruja y no solo porque desapareciera asustada por el comportamiento de un demonio. Si no porque aun no había decidido si esa noche me quedaría a ver el amanecer como hacia antaño, cuando tan solo era un niño en los brazos incansables de mi madre, férrea y fuerte, jamas imagine lugar mas seguro que su regazo.
-Lo siento -eso fue cuanto escapo de mis labios para justificar mi comportamiento, quizás por que no lo sentía, o porque estaba tan confuso y errado en todo que ya ni era capaz de discernir entre el bien y el mal, al menos aquella noche estrellada.
No se el tiempo que permanecí allí, arrodillado, escuchando gritar a mis demonios, desolados, furiosos, pidiendo sangre, sexo o alcohol o mejor dicho una mezcla de todo ello a partes iguales.
Cuando alce los ojos y los hundí en los ajenos todavía tenían ese color oscuro que denotaba por si se le había olvidado, el monstruo que tenia enfrente.
Lo había perdido todo, ya nada me quedaba ¿por que negar a mis demonios lo que me pedían? ¿por que no darles el festín que merecían? Solo quería que se callaran. Apreté la mandíbula que adquirió una cuadrada forma, y tense el gesto enrojeciendo mis ojos frente a ella.
Me alce, bestia frente a bruja, tan cerca que podía sentir como su respiración chocaba contra mis labios, deslice mi mano lentamente por su cuello, no se porque lo hice, pues en mi estado la hubiera tomado con la violencia propia del demonio de la ira que en ese instante se apoderaba de mi.
Entreabrí mis labios frente a los ajenos, atrapando su nuca con la mano, si escape mas aun creo que meditando esa parte racional que al parecer quedaba en mi.
Dudaba, algo que yo jamas hacia, si era buena idea o por el contrario me llevaría a la destrucción absoluta.
¿Destrucción? ¿acaso no estaba ya destruido? Acerque mi gesto, despacio, como si una fuerza sobrenatural me prohibiera hacerlo de otro modo, y casi rozando el cielo me detuve.
Sacudí la cabeza y deje escapar el aire, quizás fuera magia, o que las palabras de que me ayudaría, mi única esperanza, me habían llevado a la cordura...afloje la mano dejándola caer despacio, hasta alcanzar la parte lateral de mi cuerpo.
Destruido, así me sentía por dentro, agotado, enfadado y asustado...¿como explicarle a la mujer que tenia frente a mi, que no tenia opción, que la mujer a la que amaba se iba a casar con otro y que estaba al borde de la locura, de la frustración y del caos.
Ni siquiera sabia si llegaría a tener un segundo encuentro con aquella bruja y no solo porque desapareciera asustada por el comportamiento de un demonio. Si no porque aun no había decidido si esa noche me quedaría a ver el amanecer como hacia antaño, cuando tan solo era un niño en los brazos incansables de mi madre, férrea y fuerte, jamas imagine lugar mas seguro que su regazo.
-Lo siento -eso fue cuanto escapo de mis labios para justificar mi comportamiento, quizás por que no lo sentía, o porque estaba tan confuso y errado en todo que ya ni era capaz de discernir entre el bien y el mal, al menos aquella noche estrellada.
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Impredecible, ese era el adjetivo que mejor le quedaba, a ese inmortal, que por fuerzas del destino, aquella noche había aparecido en su vida. Temor, si, ese sería uno de los sentimientos que la embargó, en el momento en que el vampiro se acercó tanto a ella que sus labios, su mirada, su cuerpo casi se chocaban con el de ella. Aquellos ojos que parecían dos abismos profundos, desde donde la escrutaba. Tembló, cuando éste llevó su mano a su cuello apretando su cabeza a la altura de la nuca. La mirada de la bruja fue de sorpresa, de asombro y a la vez del terror más primigenio que jamás hubiera experimentado, ¿acaso no acababa de prometer ayudarle? Entonces, ¿porque su proceder? Por un instante pensó que le mordería en los labios, para callarla, matarla, desfigurarla. Quiso esquivar la mirada, mover su cabeza, pero era un títere en manos de aquel sobrenatural.
Su corazón bombeaba con celeridad, sus manos extendidas a los costados de sus brazos, como si intentara aferrarse a algo o a alguien, demostraba la fragilidad de su situación, ¿Qué debía hacer? Pedir ayuda, ¿a quién? Cerró sus ojos y suplicó porque pronto terminara todo, si ese monstruo la mataba, esperaba que fuera clemente y terminara su trabajo en pocos segundos. Mas también suplicó, rogó por el único ser que siempre le había cuidado, desde que su familia la entregó en matrimonio, cuando apenas cumplía los trece años. Apretó sus labios, mientras en su mente solo el nombre de Alistair, se repetía una y otra vez, - amor, te necesito, ayúdame, no me dejes, si he de vivir, te suplico que vuelvas a mi – rogó en silencio – más si he de morir, que sea tu alma la que venga a recogerme – caviló, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
* Perdon por tan escueta respuesta, la proxima será mas larga.
Su corazón bombeaba con celeridad, sus manos extendidas a los costados de sus brazos, como si intentara aferrarse a algo o a alguien, demostraba la fragilidad de su situación, ¿Qué debía hacer? Pedir ayuda, ¿a quién? Cerró sus ojos y suplicó porque pronto terminara todo, si ese monstruo la mataba, esperaba que fuera clemente y terminara su trabajo en pocos segundos. Mas también suplicó, rogó por el único ser que siempre le había cuidado, desde que su familia la entregó en matrimonio, cuando apenas cumplía los trece años. Apretó sus labios, mientras en su mente solo el nombre de Alistair, se repetía una y otra vez, - amor, te necesito, ayúdame, no me dejes, si he de vivir, te suplico que vuelvas a mi – rogó en silencio – más si he de morir, que sea tu alma la que venga a recogerme – caviló, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
* Perdon por tan escueta respuesta, la proxima será mas larga.
Última edición por Shanen Fraser el Miér Jul 06, 2016 7:56 pm, editado 2 veces
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
Sus lagrimas resbalaban por su mejillas, acaso me extrañaba, aquella era la reacción justa a mis actos, ella había dicho que me ayudaría mas mi desesperación me había llevado a lo de siempre Deje escapar el aire resignado y alce las manos para demostrarle que no volvería a ni tan siquiera rozarla, esta vez me sentía capaz de empalizar con su miedo, con su dolor, quizás a ser una bestia que consumida por la ira no daba tregua a sus demonios.
porque frente a mi se alzaba la esperanza de olvidar a Ariyne y continuar con mi camino en tierras lejanas.
-¿Donde he de ir para poder olvidarla? -pregunté, ahora si, mas calmado y manteniendo las distancias que nos separaban.
La mire pensativo, consciente de que aquello que pedía se antojaba complicado y que posiblemente aquella bruja para lograrlo necesitaría consultar libros de hechicería o hablar con un aquelarre. La verdad me era indiferente como lograra el hechizo necesario, me era indiferente si para ello tenia que bajar al mismo infierno a conseguirlo ,solo quería saber el donde ¿donde tenia que ir para que hiciera desaparecer de mi todo rastro de que esa mujer había existido, de sus besos sobre mis labios, de su cuerpo tembloroso pegado al mio en aquella playa donde el precipicio marco el inicio de un pacto lleno de adrenalina para ambos.
Esa era mi petición y aquella bruja que ahora se lazaba temblorosa e incapaz de defenderse frente a mi, iba a concederme todo cuanto le pidiera, luego yo continuaría mi camino, abandonaría París para no volver y ella podría encontrar o no, a ese prometido al que la parecer tanto añoraba y amaba.
Aquí ambos teníamos fantasmas del pasado, ella esperaba un muerto y yo seguía enamorado de Katherina la loba que me traiciono hace un milenio arrebatandomelo todo a su paso.
Me acerque a mi negra montura y me encarame a ella de un salto, la conversación había terminado, solo esperaba que saliera de su boca el lugar y la fecha de nuestro próximo encuentro, sin duda seria puntual como un reloj pues en ese momento nada ansiaba mas que eliminar aquel recuerdo para siempre.
porque frente a mi se alzaba la esperanza de olvidar a Ariyne y continuar con mi camino en tierras lejanas.
-¿Donde he de ir para poder olvidarla? -pregunté, ahora si, mas calmado y manteniendo las distancias que nos separaban.
La mire pensativo, consciente de que aquello que pedía se antojaba complicado y que posiblemente aquella bruja para lograrlo necesitaría consultar libros de hechicería o hablar con un aquelarre. La verdad me era indiferente como lograra el hechizo necesario, me era indiferente si para ello tenia que bajar al mismo infierno a conseguirlo ,solo quería saber el donde ¿donde tenia que ir para que hiciera desaparecer de mi todo rastro de que esa mujer había existido, de sus besos sobre mis labios, de su cuerpo tembloroso pegado al mio en aquella playa donde el precipicio marco el inicio de un pacto lleno de adrenalina para ambos.
Esa era mi petición y aquella bruja que ahora se lazaba temblorosa e incapaz de defenderse frente a mi, iba a concederme todo cuanto le pidiera, luego yo continuaría mi camino, abandonaría París para no volver y ella podría encontrar o no, a ese prometido al que la parecer tanto añoraba y amaba.
Aquí ambos teníamos fantasmas del pasado, ella esperaba un muerto y yo seguía enamorado de Katherina la loba que me traiciono hace un milenio arrebatandomelo todo a su paso.
Me acerque a mi negra montura y me encarame a ella de un salto, la conversación había terminado, solo esperaba que saliera de su boca el lugar y la fecha de nuestro próximo encuentro, sin duda seria puntual como un reloj pues en ese momento nada ansiaba mas que eliminar aquel recuerdo para siempre.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Salobre encuentro en el atardecer (Erlend Cannif)
La calma pareció volver al inmortal, alejándose un poco de la bruja, intentando controlar ese dolor que lo embargaba y que le volvía demasiado peligroso para cualquier mortal tuviera la desgracia de tenerle cerca. – deberás darme tiempo, pues no es tan sencillo, he de buscar los materiales necesarios para lo que me pides, además de consultar a hechiceros de magia poderosa, pues ni tú eres un simple mortal, ni tu petición es tan simple – suspiró, sabía que se estaba metiendo en un buen problema, pero no dejaba de sentir empatía, ella comprendía cabalmente lo que significaba vivir con el vacío en el alma, el enorme peso de la soledad.
Le observó subir al caballo, el inmortal parecía desde su altura, un ser imponente, mucho más terrible y aterrador que momentos atrás, más la mirada del sobrenatural, continuaba siendo calmada. La bruja se acercó a la montura, acarició el cuello del animal, mientras éste subía y bajaba la cabeza en señal de aceptación a las caricias, sonrió ante la mansedumbre del animal y se preguntó cómo podía ser posible tanta genuina unidad entre el animal y su amo, más pronto comprendió que no debía inmiscuirse en historias vedadas. Dirigió su mirada a la de Erlend, inspiró profundamente, sintiendo que sus pulmones recibían el frío de la noche, frunció levemente el ceño, - debes estar seguro de lo que harás, perder recuerdos puede ser bueno, o la devastación de tu alma, reflexiona mientras me aboco en conseguir realizar tu pedido, cuando estés seguro, mándame una nota, mi hogar se encuentra en los acantilados, siguiendo éstas playas, allí, donde el faro marca los peligros del mar - palmeó con suavidad el cuello del caballo, - dos o tres lunas – pensó en voz alta – en ese tiempo, creo que tendré lo que me has pedido… hasta entonces… nos volveremos ver – dijo alejándose del jinete, temblando porque el frio de la noche se hacía mucho más fuerte, pero también porque era consciente que de fallarle, el resultado podía ser perder su vida. Le observó alejarse, se mantuvo quieta, con la mirada fija en el hombre que se perdían en la lejanía. Ella estaba segura que no necesitaba darle dirección alguna, para saber dónde podría encontrarla, de algún modo, sus vidas se habían entrelazado, desde ahora a la eternidad, como en un complicado nudo gordiano.
Giró su cuerpo, enfrentando la inmensidad del mar, dejó que la briza marina le desordenara los cabellos, inspiró profundamente mientras sus mejillas eran bañadas por las lágrimas, ¿acaso a ella no le convendría olvidar? ¿Seguir el ejemplo del inmortal, tratando de olvidar un pasado que le desgarraba el alma? Negó con un leve movimiento de cabeza, -no, jamás podría olvidarte, amor, es la única forma que encuentro para mantenerte vivo, para sentirte cerca – susurró, esperando que sus palabras surcaran la eterna distancia que la separaba de Alistair.
Le observó subir al caballo, el inmortal parecía desde su altura, un ser imponente, mucho más terrible y aterrador que momentos atrás, más la mirada del sobrenatural, continuaba siendo calmada. La bruja se acercó a la montura, acarició el cuello del animal, mientras éste subía y bajaba la cabeza en señal de aceptación a las caricias, sonrió ante la mansedumbre del animal y se preguntó cómo podía ser posible tanta genuina unidad entre el animal y su amo, más pronto comprendió que no debía inmiscuirse en historias vedadas. Dirigió su mirada a la de Erlend, inspiró profundamente, sintiendo que sus pulmones recibían el frío de la noche, frunció levemente el ceño, - debes estar seguro de lo que harás, perder recuerdos puede ser bueno, o la devastación de tu alma, reflexiona mientras me aboco en conseguir realizar tu pedido, cuando estés seguro, mándame una nota, mi hogar se encuentra en los acantilados, siguiendo éstas playas, allí, donde el faro marca los peligros del mar - palmeó con suavidad el cuello del caballo, - dos o tres lunas – pensó en voz alta – en ese tiempo, creo que tendré lo que me has pedido… hasta entonces… nos volveremos ver – dijo alejándose del jinete, temblando porque el frio de la noche se hacía mucho más fuerte, pero también porque era consciente que de fallarle, el resultado podía ser perder su vida. Le observó alejarse, se mantuvo quieta, con la mirada fija en el hombre que se perdían en la lejanía. Ella estaba segura que no necesitaba darle dirección alguna, para saber dónde podría encontrarla, de algún modo, sus vidas se habían entrelazado, desde ahora a la eternidad, como en un complicado nudo gordiano.
Giró su cuerpo, enfrentando la inmensidad del mar, dejó que la briza marina le desordenara los cabellos, inspiró profundamente mientras sus mejillas eran bañadas por las lágrimas, ¿acaso a ella no le convendría olvidar? ¿Seguir el ejemplo del inmortal, tratando de olvidar un pasado que le desgarraba el alma? Negó con un leve movimiento de cabeza, -no, jamás podría olvidarte, amor, es la única forma que encuentro para mantenerte vivo, para sentirte cerca – susurró, esperando que sus palabras surcaran la eterna distancia que la separaba de Alistair.
Fin del Tema
Shanen Fraser- Hechicero Clase Alta
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