Si no puedes explicarlo, quiere decir que no lo entiendes completamente | Privado

por **Eitana Heifetz** Vie Jun 03, 2016 11:24 pm

Eitana era una joven especial, con una vida especial y una familia especial. No salía con frecuencia, su mundo era su hogar enorme, y cuando lo hacía, era en compañía de su madre y una pequeña comitiva compuesta por doncellas, cuidadores y algún que otro familiar. Y no sólo eso era particular, sino también la vestimenta que utilizaban, que llamaba la atención de propios y extraños. Las damas de los Heifetz, vestían de negro, con guantes negros y mantillas cubriéndoles el cabello y el rostro. Era impedimento que alguien apreciase su piel, salvo los hombres de la familia, y no todos los hombres. No faltaban las risas al verlos pasar, pero a Eitana eso la tenía sin cuidado, quizá porque nunca le prestaba demasiada atención a ese tipo de nimiedades, y prefería disfrutar de las cosas lindas que le regalaban sus escasos paseos.

Adoraba observar a las personas, descubrir los colores y apreciar la calidez del Sol acariciándole el cuerpo. Absorbía el mundo exterior y siempre lo miraba con los ojos de quien no ha visto nada y de quien, al mismo tiempo, lo ha visto todo. No era una muchacha sabia, era más bien soñadora y distraída, un poco aniñada también pero, por sobre todas las cosas, era insegura, y le gustaba descubrir seguridad en los otros. Se esmeraba por observarlos desde detrás de su velo, que le otorgaba cierta impunidad, y buceaba en los ojos, en las expresiones y en las posturas de aquellos desconocidos que se cruzaban por su camino.

El mercado ambulante era un verdadero crisol de culturas. Todo tipo de personas, desde pobres hasta ricos, se aunaban en un solo sitio que los cubría de colores, aromas y sonidos especiales, todo un festín para el alma curiosa de Eitana, que iba tomada del brazo de su madre y del de su prima, que detestaba los amontonamientos de gente. Eitana jamás la comprendería, como tampoco comprendería qué se le había cruzado a su madre de llevarla a un sitio como ese. Generalmente, la matriarca, prefería dar paseos tranquilos junto a la joven, evitando las multitudes, pero aquella jornada había despertado de buen humor y la había instado a ir a aquel lugar.

— ¡Qué hermosas! —exclamó, cuando logró que las mujeres la soltasen y tuviera cierta libertad para acercarse a un puesto de flores. —Mire, madre, son bellísimas y huelen delicioso —alzó la vista y se encontró con los curiosos ojos de la vendedora, que no daba crédito a la imagen de Eitana cubierta de aquella forma. La única hija de los Heifetz, sonrió detrás de su mantilla y regresó la vista hacia los fuentones que contenían las flores de estación. La Primavera traía consigo esa enorme variedad de colores, que no sólo disfrutaba en el jardín de su madre, sino ahora también en aquel espacio.

Un griterío llamó la atención de todos, incluso de Eitana, que se irguió para descubrir de dónde provenía el escándalo. Las voces se acercaban cada vez más, y la vendedora hizo un comentario sobre algún ladrón, que se abría paso entre los presentes, empujando a los transeúntes y volteando algún que otro carro, provocando estupor.

por **Brechtje Swan** Mar Ago 09, 2016 1:47 am

Aún le costaba trabajo habituarse a las actividades tan demandantes que una mujer de noble cuna normalmente hace. Abrir los ojos en aquella habitación por demás cómoda y amueblada no lograría cambiar de la noche a la mañana a una joven campesina y aunque la servidumbre y los distinguidos profesores que ayudaban en su instrucción se esmeraban en darle el mejor de los tratos y atenciones, Brechtje aún se mostraba renuente a creer que todo aquello pudiera ser suyo. La falta de carácter en la pelirroja significaba un argumento menos para rechazar aquello que por derecho había ganado, por colocarla en un contexto arbitrario. De inmediato se vistió y pidió casi en un susurro a la mujer que se encargaba del desayuno salir un par de horas a caminar. Nadie comprendía porque insistía en aquellas usanzas sencillas teniendo todos los recursos que brindan un beneplácito entre la distinguida sociedad parisina. Sus pies descalzos como normalmente solía recorrer los pasillos de la mansión sintieron la frialdad del suelo y un ligero estupor invadió sus pensamientos.

Los dedos largos paseaban sobre los bordes de la taza de té.

–Madmoiselle Swan, el carruaje y chofer están listos para partir cuando usted lo requiera–

Anunció el mayordomo quien trató de hablar lo más claro posible. Pues la mirada lúgubre de la joven no siempre mostraba un semblante razonable.

–Madmoiselle Swan–

Un ligero sobresalto le hizo ruborizarse y girar su rostro diminuto hacia el caballero.

–Me disculpo Monsieur, no le escuché con claridad en unos minutos estaré lista–

Tomó la servilleta para limpiar las comisuras y de inmediato se encaminó hacia su habitación para ser arreglada por un par de mujeres encargadas de su imagen, no hacía falta demasiada ornamenta en ella, poseía una gracia y belleza particular que ayudaba en esa pantomima de única heredera con el apellido Swan. Durante su viaje corto hacia las plazoletas de la capital Brechtje se permitió soñar despierta, admirando las actividades cotidianas de los residentes. Los colores e iconografías ahí plasmadas no dejaban de asombrarle en ningún instante. Quizás porque era el único privilegio que su nuevo apellido le brindaba y en realidad disfrutaba. Años atrás jamás se hubiera imaginado caminar en medio de la multitud con ese porte.

Repentinamente el carromato se detuvo. Un ladronzuelo que difícilmente tenía 16 o 17 años trataba de salir avante de una riña a causa de un robo.

El corazón de la joven latía con fuerza y es que sus años en las calles, le sirvieron como lecciones de vida, si no se molestaba en hacer algo seguramente aquel mal entendido con el joven terminaría mal. Descendió como pudo del carruaje y con dificultad se abrió paso con esa abultada vestimenta.

–¡Basta por favor! ¡No más violencia!–

Se notaba ligeramente asustada y alterada hablando en medio de la multitud, realmente no sabía porque hacia ese tipo de cosas, probablemente porque en su interior el instinto de salvar a aquellos desdichados que enfrentan hambre y muchas otras penurias le orillaba a hallar fuerza que no pensaba poseer.

–Por favor– pausó unos segundos dirigiéndose a quien había robado un par de frutas –Yo pagaré lo que haya hurtado, pero no lo lastimen–

Las miradas atónitas de la concurrencia pensarían que estaba loca al inmiscuirse de ese modo, no obstante el dueño del local asintió de mala gana aceptando los francos que ella le entregaba en sus manos.

por **Eitana Heifetz** Sáb Ago 13, 2016 11:33 am

El rostro escondido de Eitana, se iluminó con una sonrisa que nade notaría. Le pareció admirable la actitud de aquella elegante joven; valiente, noble. Todos parecían tener motivos para linchar al ladronzuelo, y entre tanto odio, emergió la voz suave de la muchacha, como un coro angelical que lleva paz al mundo. Debía requerir una gran personalidad atreverse a enfrentar a un hombre fuera de sí, en defensa de un pobre muchacho. Al observarlo, Eitana notó que era muy humilde, vestía unos harapos y su malnutrición era notable. Sintió una profunda angustia por él, especialmente, porque ella no tenía idea lo que era pasar hambre. Su nivel económico le permitía llevar una vida de lujo, aunque ella no necesitaba nada. Era más bien una joven sencilla, apegada a la religión, solitaria. No era menester el dinero, aunque su padre, según decía, trabajaba para darle el mejor futuro. Eitana siempre se preguntaba quién llevaría adelante los negocios de los Heifetz, una vez muerto el jefe de la familia. En palabras de su madre, sería el futuro esposo de la muchacha quien se encargaría de administrar la fortuna. Eitana no estaba segura de querer eso.

—Qué muchacha tan admirable —le comentó a su madre, mientras la multitud se dispersaba.

— ¿Admirable? Eitana, su conducta es por demás reprobable. Una joven de buena cuna metida en una disputa callejera, ¿dónde están sus padres?

—Yo creo que es una buena persona, mamá. Mira ese pobre muchacho, está muy delgado y se nota que es pobre.

— ¿No querrás ir tú también a colaborar con el desvalido? —preguntó con ironía. —No, no te entusiasmes. Te lo prohíbo.

—No hablaré con él. Sólo le daré a la joven unos chelines para que le compre comida. ¿Me dejas? Por favor. Dios nos pide que seamos almas caritativas.

—Está bien, está bien. Pero vas, le entregas y vuelves. No quiero que converses con nadie.

— ¡Gracias! —exclamó, entusiasmada. Se cuidó de medir su alegría, y caminó entre las personas, con suma tranquilidad, hasta llegar a la muchacha. El cabello rojizo de la samaritana, la deslumbró. Nunca había visto una cabellera tan preciosa, tan exótica y espesa. Sin dudas, debía tener un séquito de pretendientes rondando a su alrededor.

Eitana le tocó el hombro para que voltease. Se encontró con un rostro aniñado con una piel preciosa. Detrás de la muchacha, el ladronzuelo miraba desconcertado los ropajes de Eitana. Era normal; todos la miraban así. Ella estaba acostumbrada, no reparaba en ello. Sí de pequeña le molestaba, le parecía vergonzoso y no entendía por qué no podía vestir como las demás; sin embargo, con los años, fue aprendiendo de sus tradiciones y haciéndolas propias. También sus doncellas se encargaban de bordarles hermosas mantillas que la hacían sentir más agradable. En el futuro, sería ella la encargada de transmitir las costumbres a su descendencia. La idea de tener hijos la aterraba, le parecía espantosa, pero no tenía opciones. Su matrimonio estaba cada día más cercano, ya no tenía escapatoria.

—Disculpa… —era tímida, le costaba entablar un diálogo. —Quería felicitarte por tu acto. Eres una gran persona —se sentía una completa estúpida. —Te entrego esto, para que le compres comida al joven —extendió su mano y le ofreció la pequeña bolsita con monedas.

por Contenido patrocinado

Si no puedes explicarlo, quiere decir que no lo entiendes completamente | Privado

Si no puedes explicarlo, quiere decir que no lo entiendes completamente | Privado

Re: Si no puedes explicarlo, quiere decir que no lo entiendes completamente | Privado

Re: Si no puedes explicarlo, quiere decir que no lo entiendes completamente | Privado

Re: Si no puedes explicarlo, quiere decir que no lo entiendes completamente | Privado