AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
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Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
La llegada de la primera comenzaba a notarse mucho más por las calles de París, la gente se animaba a salir más por la noche y el buen tiempo que comenzaba a hacer se notaba, también, en el burdel. De normalidad no había mucha diferencia en las diferentes épocas del año, pero cuando la primavera llegaba el burdel por las noches cobraba mucha más vida y los clientes parecían que tenían más ánimo, o más vigor, para dejarse caer por allí. Desde hacía un par de semanas se notaba más la afluencia de los clientes, lo que nos hacía tener algo más de trabajo… y algo por lo que, la Madam, estaba encantada.
A pesar de llevar solamente la ropa interior puesta y encima una de las batas que siempre solía usar por allí, hacía demasiado calor en el burdel, y la cantidad de gente que había dentro contemplando parte del espectáculo que las chicas ofrecían no ayudaba para nada. Aparté mí pelo que llevaba suelto, cayendo en ondas, hacia un lado dejando que tapara parte de mí pecho y decidí colarme detrás de la barra a beber algo para refrescarme, y de paso, hacer algo de tiempo mientras hablaba con Diane hasta que el próximo cliente hiciera acto de presencia.
Como no tenía nada que hacer y aunque estuviera tentada de darme un baño arriba no podía hacerlo, decidí ayudarla sirviendo copas a los clientes para que las chicas lo llevaran a las mesas. Di un sorbo del vaso que me había servido, nada de alcohol, algo meramente refrescante para soportar el calor que tenía cuando una voz conocida hizo que me girara para mirarla.
-Buenas noches, querida –me saludó la Madam que acababa de hacer acto de presencia, se había ido aquella noche a ver un espectáculo de una compañía de ballet –el cual decían que era muy bueno, y que tenía pensado ir en mí noche libre- junto a su nuevo y joven amante, quien no tardó en hacer acto de presencia- Diane, pon lo de siempre cariño –la Madam se sentó enfrente de mí en la barra mientras su amante, André creo que se llamaba, se sentaba a su lado, pasaba un brazo por sus hombros y sin que ella se diera cuenta… me repasaba con la mirada todo lo que podía y más. Mirada que obvié por completo y que no presté especial atención porque, cada vez que podía, me repasaba de aquella manera que me asqueaba y que me daban ganas de decirle a la Madam… pero como sabía que era su “nuevo juguete” hasta que se cansara de él, prefería no decirle nada.
-¿Qué tal ha ido la actuación? ¿Son tan buenos como dicen? –Diane le trajo las bebidas a ambos mientras yo seguía detrás de la barra, sabía que la Madam no me iba a decir nada por estar ahí, ella sabía que si tenía algún cliente no perdería su tiempo de aquella manera, me miró cogiendo la copa que le habían puesto dando un trago para sonreírme.
-Mejor de lo que yo pensaba. Tienes que ir, Nai, te lo recomiendo. Puedes coger ciertas cosas para… bueno, para algún cliente. O para quien tú quieras –rió mirando a André durante unos segundos, riéndose ambos en un tono más bajo, como si fuera algún secreto que ninguna debíamos de saber… enarqué una ceja, realmente no estaba interesada en sus temas de cama, lo único que me interesaba era mantenerme lejos de André, porque ya se había acercado un par de veces más de la cuenta… y no podía permitirlo.
-Tomaré nota, tenía pensado ir en unos días antes de que se fueran de París, me han dicho que está muy bien y que merece la pena. Me llevaré a Alessia también, seguro que estará agradecida de salir un poco de casa –la Madam rió ante aquello con su copa en la mano.
-Es una joven muy bonita –esta vez fue el turno de André de hablar, lo miré durante unos segundos mientras él me devolvía la mirada mordiéndose el labio. No iba a permitir que estuviera cerca de Alessia, menos mal que allí la mayoría de las chicas estaban pendientes de ella por si algo pudiera pasar, aunque ella por las noches no solía estar demasiado, era muy joven para andar por un lugar como aquel – Cuando sea más mayor será preciosa, pero no tanto como tú. Tú eres... única –hizo una leve pausa, en la que fruncí el ceño- ¿Cuánto dices que cuesta un servicio tuyo? ¿Tendré un descuento por ser el amante de tú jefa? –preguntó haciendo que la Madam se riera y le diera un codazo pensando que lo decía en broma, pero el escalofrío que me recorrió y su mirada me dijeron todo lo contrario.
-¡André! –La Madam lo cogió por el cuello de la camisa que llevaba y lo acercó a ella- Ninguna de mis chicas está a tú disposición, mucho menos, la mejor que tengo. Tú debes de complacerme a mí –lo acercó a ella para besarse y opté por apartarme y dejarlos tranquilos. El ruido de unas voces y unos cristales rompiéndose nos hizo mirar en la dirección en que provenía todo aquel escándalo, mientras la Madam se separaba de su amante y junto con el hombre de seguridad que había contratado como medida de protección hace tiempo, ambos sacaron a los dos hombres que estaban peleándose para tirarlos fuera del local- Hombres, qué salvajes que son. Nunca aprenderán –suspiré asintiendo con la cabeza, en aquel oficio, una veía todo tipo de hombres que te hacían estará cada vez más desencantada con ellos; todo tipo de hombres pasaban por allí y no les importaban estar casados, comprometidos y tener una familia formada… solo venían buscando algo de placer adicional a sus vidas, repitiendo de nuevo al volver la gran mayoría, y seguir como si nada estuviera pasando- Por eso me he buscado amantes –agregó con una sonrisa, mirándome de manera cómplice a lo que reí entre dientes.
-Creo que es la mejor decisión que has podido tomar -ella rió de nuevo y dejó la copa sobre la barra.
-¿Después de haberme casado tantas veces, y separándome muchas más? Lo mejor es un amante, que tenga el trasero bien puesto y que tenga la energía suficiente como para durarte varios asaltos –se mordió el labio mirando hacia donde se había ido André con uno de los clientes, y luego me miró a mí- Hazme caso, ¡búscatelos así! Te aseguro que no te darán problemas –negué con la cabeza divertida. La confianza después de tantos años con ella llegaba a límites en los que me hablaba sin ningún tipo de pelo en la lengua. Me apoyé esta vez fuera de la barra y contemplé el lugar dando un rápido vistazo a todos, pensando quién sería mí próximo cliente en la noche.
A pesar de llevar solamente la ropa interior puesta y encima una de las batas que siempre solía usar por allí, hacía demasiado calor en el burdel, y la cantidad de gente que había dentro contemplando parte del espectáculo que las chicas ofrecían no ayudaba para nada. Aparté mí pelo que llevaba suelto, cayendo en ondas, hacia un lado dejando que tapara parte de mí pecho y decidí colarme detrás de la barra a beber algo para refrescarme, y de paso, hacer algo de tiempo mientras hablaba con Diane hasta que el próximo cliente hiciera acto de presencia.
Como no tenía nada que hacer y aunque estuviera tentada de darme un baño arriba no podía hacerlo, decidí ayudarla sirviendo copas a los clientes para que las chicas lo llevaran a las mesas. Di un sorbo del vaso que me había servido, nada de alcohol, algo meramente refrescante para soportar el calor que tenía cuando una voz conocida hizo que me girara para mirarla.
-Buenas noches, querida –me saludó la Madam que acababa de hacer acto de presencia, se había ido aquella noche a ver un espectáculo de una compañía de ballet –el cual decían que era muy bueno, y que tenía pensado ir en mí noche libre- junto a su nuevo y joven amante, quien no tardó en hacer acto de presencia- Diane, pon lo de siempre cariño –la Madam se sentó enfrente de mí en la barra mientras su amante, André creo que se llamaba, se sentaba a su lado, pasaba un brazo por sus hombros y sin que ella se diera cuenta… me repasaba con la mirada todo lo que podía y más. Mirada que obvié por completo y que no presté especial atención porque, cada vez que podía, me repasaba de aquella manera que me asqueaba y que me daban ganas de decirle a la Madam… pero como sabía que era su “nuevo juguete” hasta que se cansara de él, prefería no decirle nada.
-¿Qué tal ha ido la actuación? ¿Son tan buenos como dicen? –Diane le trajo las bebidas a ambos mientras yo seguía detrás de la barra, sabía que la Madam no me iba a decir nada por estar ahí, ella sabía que si tenía algún cliente no perdería su tiempo de aquella manera, me miró cogiendo la copa que le habían puesto dando un trago para sonreírme.
-Mejor de lo que yo pensaba. Tienes que ir, Nai, te lo recomiendo. Puedes coger ciertas cosas para… bueno, para algún cliente. O para quien tú quieras –rió mirando a André durante unos segundos, riéndose ambos en un tono más bajo, como si fuera algún secreto que ninguna debíamos de saber… enarqué una ceja, realmente no estaba interesada en sus temas de cama, lo único que me interesaba era mantenerme lejos de André, porque ya se había acercado un par de veces más de la cuenta… y no podía permitirlo.
-Tomaré nota, tenía pensado ir en unos días antes de que se fueran de París, me han dicho que está muy bien y que merece la pena. Me llevaré a Alessia también, seguro que estará agradecida de salir un poco de casa –la Madam rió ante aquello con su copa en la mano.
-Es una joven muy bonita –esta vez fue el turno de André de hablar, lo miré durante unos segundos mientras él me devolvía la mirada mordiéndose el labio. No iba a permitir que estuviera cerca de Alessia, menos mal que allí la mayoría de las chicas estaban pendientes de ella por si algo pudiera pasar, aunque ella por las noches no solía estar demasiado, era muy joven para andar por un lugar como aquel – Cuando sea más mayor será preciosa, pero no tanto como tú. Tú eres... única –hizo una leve pausa, en la que fruncí el ceño- ¿Cuánto dices que cuesta un servicio tuyo? ¿Tendré un descuento por ser el amante de tú jefa? –preguntó haciendo que la Madam se riera y le diera un codazo pensando que lo decía en broma, pero el escalofrío que me recorrió y su mirada me dijeron todo lo contrario.
-¡André! –La Madam lo cogió por el cuello de la camisa que llevaba y lo acercó a ella- Ninguna de mis chicas está a tú disposición, mucho menos, la mejor que tengo. Tú debes de complacerme a mí –lo acercó a ella para besarse y opté por apartarme y dejarlos tranquilos. El ruido de unas voces y unos cristales rompiéndose nos hizo mirar en la dirección en que provenía todo aquel escándalo, mientras la Madam se separaba de su amante y junto con el hombre de seguridad que había contratado como medida de protección hace tiempo, ambos sacaron a los dos hombres que estaban peleándose para tirarlos fuera del local- Hombres, qué salvajes que son. Nunca aprenderán –suspiré asintiendo con la cabeza, en aquel oficio, una veía todo tipo de hombres que te hacían estará cada vez más desencantada con ellos; todo tipo de hombres pasaban por allí y no les importaban estar casados, comprometidos y tener una familia formada… solo venían buscando algo de placer adicional a sus vidas, repitiendo de nuevo al volver la gran mayoría, y seguir como si nada estuviera pasando- Por eso me he buscado amantes –agregó con una sonrisa, mirándome de manera cómplice a lo que reí entre dientes.
-Creo que es la mejor decisión que has podido tomar -ella rió de nuevo y dejó la copa sobre la barra.
-¿Después de haberme casado tantas veces, y separándome muchas más? Lo mejor es un amante, que tenga el trasero bien puesto y que tenga la energía suficiente como para durarte varios asaltos –se mordió el labio mirando hacia donde se había ido André con uno de los clientes, y luego me miró a mí- Hazme caso, ¡búscatelos así! Te aseguro que no te darán problemas –negué con la cabeza divertida. La confianza después de tantos años con ella llegaba a límites en los que me hablaba sin ningún tipo de pelo en la lengua. Me apoyé esta vez fuera de la barra y contemplé el lugar dando un rápido vistazo a todos, pensando quién sería mí próximo cliente en la noche.
Última edición por Naitiri Zahir el Miér Jul 06, 2016 11:12 am, editado 1 vez
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
De nuevo noche, la oscuridad había decidido brindar de sombras las calles de París dejando a su paso la leve brisa templada un verano que se levantaba temprano. Y es que la capital francesa no era famosa por tener unos calurosos veranos, los buenos días soleados llegaban, o al menos es que sus bailarines comentaban en los ensayos. Ella carente de la vida diurna, solo podía aspirar su perfume a través de palabras ajena.
Aquella noche no había acudido a ensaya, la "madamoiselle Lakme" se sentía indispuesta, o más bien hambrienta.
La necesidad de sangre, no la llamaba como en antaño, era como si los siglos hubiese secado poco a poco su sed, haciéndola más exigente y exquisita, ya que cualquier sangre no era capaz de regalarle todo el poder que en su interior acumulada.
Pelo azabache recogido siguiendo la moda parisina, ropa ciertamente recatadas, portaba un vestido de un verde llamativo con bordados dorados, toque a su gusto. No llevaba tantas joyas como habitual, pero su colgaba sobre su pecho, aquel collar milenario, plagado de moscas de oro, signo militar en el antiguo Egipto, antigualla que conservaba con cariño de un pasado demasiado lejano, recuerdo de... ¿Dónde estaría su dueño ahora?
Una noche más como depredadora que fingía ser victima en su perfecta máscara de mortalidad. Un tanto debilitada, había palidez temprana en su piel dorada, pero sus pechos sujetos por aquel apretado corsé continuaba su vaivén indicador que había aire en sus pulmones.
No hizo falta atraerlo, ni apenas buscarlos. Él decía ser un seguidor de su exótico espectáculo, un "admirador"
y tal vez lo fuese. Lo que aquel vampiro no sabía es que la verdadera victima en tal velada era él mismo, y no la dama a la que había invitado al burdel, para saciar sus monstruosas perversidades y fantasía.
No hubo rubor, ni desinterés, encantada acepto aquel juego que el hombre le ofrecía. ¿Un par de siglos, menos? Aquel inmortal era un simple niño a su lado, un niño confiado en saborear su nueva chuchería, pero al parecer no quería hacerlo solo.
Montaron en la carroza. La actuación había comenzado. sonrisas cómplices, miradas mezcladas entre besos fugaces. La famosa bailarina traída de tierras lejanas y su admirador, contemplaban las actuaciones que ofrecían la casa de la luz roja.
Susurró, y una mano atrevida que rozaba su cuerpo por encima del vestido, incitándola. "No puedo esperar más, elige una y vayamos a una habitación..."; Lakme le sonrió ante su proposición, sus labios se acercaron a su oreja, un pequeño mordico, ademán de aceptación.
Sus ojos verdes, esmeraldas bañadas en agua, recorriendo la sala. Por un momento cerró sus ojos, aspiró el aire, y busco un plato de su gusto.
Uno de los sirvientes se acercó a la barra y habló a Naitiri.
-El señor que acompaña a la dama vestida de verde, reclaman tu compañía en privado. -Desde su asiento, Lakme levantó la copa, con sus manos enguantadas hacia ella y le sonrió. -Ofrecen más de lo normal... Yo no lo rechazaría.
Aquella noche no había acudido a ensaya, la "madamoiselle Lakme" se sentía indispuesta, o más bien hambrienta.
La necesidad de sangre, no la llamaba como en antaño, era como si los siglos hubiese secado poco a poco su sed, haciéndola más exigente y exquisita, ya que cualquier sangre no era capaz de regalarle todo el poder que en su interior acumulada.
Pelo azabache recogido siguiendo la moda parisina, ropa ciertamente recatadas, portaba un vestido de un verde llamativo con bordados dorados, toque a su gusto. No llevaba tantas joyas como habitual, pero su colgaba sobre su pecho, aquel collar milenario, plagado de moscas de oro, signo militar en el antiguo Egipto, antigualla que conservaba con cariño de un pasado demasiado lejano, recuerdo de... ¿Dónde estaría su dueño ahora?
Una noche más como depredadora que fingía ser victima en su perfecta máscara de mortalidad. Un tanto debilitada, había palidez temprana en su piel dorada, pero sus pechos sujetos por aquel apretado corsé continuaba su vaivén indicador que había aire en sus pulmones.
No hizo falta atraerlo, ni apenas buscarlos. Él decía ser un seguidor de su exótico espectáculo, un "admirador"
y tal vez lo fuese. Lo que aquel vampiro no sabía es que la verdadera victima en tal velada era él mismo, y no la dama a la que había invitado al burdel, para saciar sus monstruosas perversidades y fantasía.
No hubo rubor, ni desinterés, encantada acepto aquel juego que el hombre le ofrecía. ¿Un par de siglos, menos? Aquel inmortal era un simple niño a su lado, un niño confiado en saborear su nueva chuchería, pero al parecer no quería hacerlo solo.
Montaron en la carroza. La actuación había comenzado. sonrisas cómplices, miradas mezcladas entre besos fugaces. La famosa bailarina traída de tierras lejanas y su admirador, contemplaban las actuaciones que ofrecían la casa de la luz roja.
Susurró, y una mano atrevida que rozaba su cuerpo por encima del vestido, incitándola. "No puedo esperar más, elige una y vayamos a una habitación..."; Lakme le sonrió ante su proposición, sus labios se acercaron a su oreja, un pequeño mordico, ademán de aceptación.
Sus ojos verdes, esmeraldas bañadas en agua, recorriendo la sala. Por un momento cerró sus ojos, aspiró el aire, y busco un plato de su gusto.
Uno de los sirvientes se acercó a la barra y habló a Naitiri.
-El señor que acompaña a la dama vestida de verde, reclaman tu compañía en privado. -Desde su asiento, Lakme levantó la copa, con sus manos enguantadas hacia ella y le sonrió. -Ofrecen más de lo normal... Yo no lo rechazaría.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
La noche estaba pasando sin mayores incidentes que el que había sucedido hacía una media hora, todo seguía en su lugar y todo estaba tranquilo como de costumbre. Los clientes estaban atendidos y todas las mesas estaban llenas, el burdel aquella noche rebosaba vida y se podía notar con bastante facilidad. Como no tenía mucho más que hacer preferí quedarme en la barra junto con Diane ayudándole en lo posible.
La Madam todavía seguía en la barra con su nuevo amante, haciéndose carantoñas, mientras yo hablaba con Diane y nos reímos de ellos… no una risa mala, sino más bien nos hacía gracia ver de aquella manera a la Madam… la había visto con muchos amantes en el tiempo que llevaba allí, pero jamás la había visto así de feliz y contenta. Aunque André no me gustara porque parecía que estaba con ella solamente por lo que estaba, y porque me miraba de una forma que me asqueaba y me producía un escalofrío… pero no podía decirle nada a ella, sabía que no iban a durar mucho.
De nuevo una pareja joven entró a la sala y se sentaron en una de las mesas, una de las chicas ya había ido a atenderles y desde la barra los observé durante unos segundos. Ella era joven, y por las ropas que usaba, estaba convencida sin duda alguna que era de la alta clase… sus ropajes la delataban enseguida. Llevaba unos guantes enfundados, de esos hasta el codo, con una joya en un colgante que desde allí podía distinguirlo con facilidad. Colgante que no era barato, precisamente.
Él, en cambio, era también un joven pero a diferencia de ella con él no podía distinguir de qué clase social podría ser, porque no daba muchos signos por su vestimenta. Ella sí, pero él seguramente sería de clase media y por eso a su lado pasaba mucho más desapercibido. Los miré un par de segundos más antes de apartar la vista, no quería que pensaran nada si podían darse cuenta de que los estaba mirando.
No pasaron mucho más de diez minutos de aquellos cuando, apoyada sobre la barra, un hombre se acercó hasta mí y pensé que aquel sería el próximo cliente que tendría, o quizás solamente se había acercado a pedir algo de bebida. Me dispuse a atenderlo cuando sus palabras hicieron que enarcara una ceja y mirar en la dirección hacia donde me había dicho… para darme cuenta, para mí sorpresa, de que era la pareja que había estado mirando hacía unos minutos.
La mujer me había levantado la copa en cuanto mi mirada se puso sobre ellos, observándoles de nuevo, para luego mirar al hombre que tenía delante. Decía que iban a pagar más de lo normal y que no debería de rehusar… ¿por qué debería de hacerlo? No estaba con ningún cliente y hacía mucho tiempo que no estaba en una situación parecida a la de esa. Sonreí mirando al hombre agradeciéndole el que me lo dijera, seguramente sería el sirviente de alguno de ellos, y con paso decidido me encaminé hacia donde estaba la pareja observándoles.
Él estaba pegado por completo a ella como si quisiera devorarla ahí mismo y pasó a mirarme y a recorrerme con la mirada en cuanto me puse delante de ellos, tal y como había dicho parecía de la clase media. Era un joven normal, con el pelo moreno, la piel algo morena también y los ojos oscuros. En cambio, ella, resaltaba más y llamaba más la atención; sus ojos verdes a juego con el vestido hacían contraste con su piel morena, el corsé que llevaba hacía que sus pechos también fueran algo que resaltar en la vista y sonreí por ello. Apoyé las manos en la mesa haciendo que mis pechos quedaran más a la vista por el corsé que llevaba, y les sonreí.
-¿Habéis pedido un poco de… diversión? –sonreí de forma coqueta, mirándolos a los dos- ¿Preferís quedaros aquí un poco más o… os indico el camino hacia el paraíso? Estoy a vuestra disposición –iba a ser divertido, hacía mucho tiempo que no estaba en una situación como esta… de hecho, sería la segunda vez en toda mí vida.
La Madam todavía seguía en la barra con su nuevo amante, haciéndose carantoñas, mientras yo hablaba con Diane y nos reímos de ellos… no una risa mala, sino más bien nos hacía gracia ver de aquella manera a la Madam… la había visto con muchos amantes en el tiempo que llevaba allí, pero jamás la había visto así de feliz y contenta. Aunque André no me gustara porque parecía que estaba con ella solamente por lo que estaba, y porque me miraba de una forma que me asqueaba y me producía un escalofrío… pero no podía decirle nada a ella, sabía que no iban a durar mucho.
De nuevo una pareja joven entró a la sala y se sentaron en una de las mesas, una de las chicas ya había ido a atenderles y desde la barra los observé durante unos segundos. Ella era joven, y por las ropas que usaba, estaba convencida sin duda alguna que era de la alta clase… sus ropajes la delataban enseguida. Llevaba unos guantes enfundados, de esos hasta el codo, con una joya en un colgante que desde allí podía distinguirlo con facilidad. Colgante que no era barato, precisamente.
Él, en cambio, era también un joven pero a diferencia de ella con él no podía distinguir de qué clase social podría ser, porque no daba muchos signos por su vestimenta. Ella sí, pero él seguramente sería de clase media y por eso a su lado pasaba mucho más desapercibido. Los miré un par de segundos más antes de apartar la vista, no quería que pensaran nada si podían darse cuenta de que los estaba mirando.
No pasaron mucho más de diez minutos de aquellos cuando, apoyada sobre la barra, un hombre se acercó hasta mí y pensé que aquel sería el próximo cliente que tendría, o quizás solamente se había acercado a pedir algo de bebida. Me dispuse a atenderlo cuando sus palabras hicieron que enarcara una ceja y mirar en la dirección hacia donde me había dicho… para darme cuenta, para mí sorpresa, de que era la pareja que había estado mirando hacía unos minutos.
La mujer me había levantado la copa en cuanto mi mirada se puso sobre ellos, observándoles de nuevo, para luego mirar al hombre que tenía delante. Decía que iban a pagar más de lo normal y que no debería de rehusar… ¿por qué debería de hacerlo? No estaba con ningún cliente y hacía mucho tiempo que no estaba en una situación parecida a la de esa. Sonreí mirando al hombre agradeciéndole el que me lo dijera, seguramente sería el sirviente de alguno de ellos, y con paso decidido me encaminé hacia donde estaba la pareja observándoles.
Él estaba pegado por completo a ella como si quisiera devorarla ahí mismo y pasó a mirarme y a recorrerme con la mirada en cuanto me puse delante de ellos, tal y como había dicho parecía de la clase media. Era un joven normal, con el pelo moreno, la piel algo morena también y los ojos oscuros. En cambio, ella, resaltaba más y llamaba más la atención; sus ojos verdes a juego con el vestido hacían contraste con su piel morena, el corsé que llevaba hacía que sus pechos también fueran algo que resaltar en la vista y sonreí por ello. Apoyé las manos en la mesa haciendo que mis pechos quedaran más a la vista por el corsé que llevaba, y les sonreí.
-¿Habéis pedido un poco de… diversión? –sonreí de forma coqueta, mirándolos a los dos- ¿Preferís quedaros aquí un poco más o… os indico el camino hacia el paraíso? Estoy a vuestra disposición –iba a ser divertido, hacía mucho tiempo que no estaba en una situación como esta… de hecho, sería la segunda vez en toda mí vida.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Cuando la cortesana se les acercó con gesto descarado. Lakme no se vio sorprendida ni hizo gesto de estar impresionada por aquella belleza mortal, muy contrario a su compañero que enseguida se separó de él,a no sin antes dirigirle una apetecible mirada a la recién llegada y susurrarle en otro idioma "algo" a la inmortal.
Cuando la cortesana se les acercó con gesto descarado. Lakme no se vio sorprendida ni hizo gesto de estar impresionada por aquella belleza mortal, muy contrario a su compañero que enseguida se separó de él,a no sin antes dirigirle una apetecible mirada a la recién llegada y susurrarle en otro idioma "algo" a la inmortal.
-Madamoiselle Lakme, tiene muy buen gusto. -Había un ligero acento, dando a entender que era extranjero, de algún lugar del este probablemente. Se había levantado el moreno y tomando la mano de Naitiri la besó con elegante gesto. -Guíanos al paraíso... -Le indicó.
Ambos se levantaron para seguirle. Mientras pasaban entre las mesas algunos de los hombres comenzaron a susurrarse, reconocían a la mujer del vestido verde de los carteles que empapelaban toda la ciudad, o de incluso haber asistido a aquel escandaloso espectáculo.
Recorriendo escaleras y pasillos, llegaron por fin a una de las habitaciones privadas, de las cuales, en decoración y amueblado no escatimaba de lujos.
El hombre se había lanzado directamente a la cama acomodándose, y desabrochandose la camisa. Al parecer fue cerrar la puerta y todo el mundo perdió los modos relajándose. En cambio Lakme se paseo por un momento por la sala, meditabunda. Su caminar era elegante, y sus gestos delicados, desprendía un extraña aura que la hacía atractiva en cada mínimo movimiento.
-El señor Sven, hace un momento me planteo un reto. -Comenzó por fin a hablar la anciana, mientras se quitaba uno de los guantes y le seguía el otro. Sus brazos del color de la canela clara mostraban hermosos dibujos desde las manos creados con la "alheña". -Me dijo que buscase a la mujer más hermosa de la sala, y luego el juzgaría si lo era más que yo.
El vampiro rió, se sentía un verdadero depredados tentado por dos hermosas víctimas con la que festejar una noche como aquella. Lo que no sabía él, que el verdadero depredador ahora mismo caminaba hacia la joven prostituta dejando atrás sus zapatos.
Lakme se detuvo delante de Naitiri, su cabeza se ladeo con gesto felino y sus ojos verdes la examinaron de arriba a abajo, como si la midiese de algún modo. Se mordió sus propios labios con gesto provocador, como afirmando que había elegido bien.
-Una belleza. -Afirmó más para sí que para el resto, con aquella voz suave acariciadora en el aire.
Su mano llena de dibujos acaricio la mejilla de Naitiri, y luego con su pulgar dibujo los labios voluptuosos de la cortesana, debía de saber sabrosos pensó. Gesto gacho, y la beso con suavidad y detenimiento, su aliento era fresco, sus labios dulces y feroces, su lengua placentera.
-Desnudate. -Suspiró con aquella orden, moviendo ligeramente sus hombro, en aquel teatro de humanidad que consigo llevaban. -Para apreciar al belleza, tiene que ser al natural, la ropa es solo adorno.
Ella misma había comenzado a desnudarse, el vestido verde cayó al suelo, junto con las joyas, y las agujas que sostenía su peinado. Solo quedo vestida con aquel colgante de moscas doradas.
Su cabello de ébano, le llegaba a la cintura, desordenado le daba un aspecto más salvaje perdiendo todo lo refinado que aquellas ropas de lujo le daba. Era de cintura muy pequeña pero caderas redondeadas, pequeños pechos, y miembros lánguidos y largos. Aquella mujer de otro tiempo era una rareza, y más con todo aquel cuerpo tintado con motivos vegetales y geométricos a causa de la henna.
- Alheña:
Pasos felinos, se sentó en el regazo del hombre con una enigmática y divertida sonrisa, algo malévolo se le estaba pasando por la mente. Al oído susurro algo en otro idioma, el hombre rió. Una mirada verde de complicidad a la joven cortesana que se transformó en un leve escarlata con un guiño. Revelando la naturaleza que aquel hombre no descifraba.
-Entonces, ¿qué dices? ¿Quién es más bella? -Le besó la mejilla. -¿Tienes hambre de mí o de ella?
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Nada más llegar a la mesa donde estaban sentados ambos no pude evitar recorrer con mis ojos a cada uno de forma detenida, el joven que hasta ahora se había pegado a la mujer del vestido verde se separó y comenzó a mirarme de forma lasciva, recorriéndome por completo y centrándose en el escote que dejaba ver al llevar aquel corsé azul turquesa puesto. Sonreí de lado divertida, eran tan predecibles que sabía que al apoyar mis manos en la mesa este no tardaría en llevar su mirada en mí escote… y así fue. La mujer, sin embargo, se quedó observándome desde su asiento mientras su acompañante se levantaba, cogía mí mano, y dejaba un beso en el dorso de esta para comunicarme que les condujera arriba. Sonreí y asentí con la cabeza haciendo un gesto con mí mano para que me siguieran.
Él fue el primero en seguirme ya que era el que estaba levantado, la mujer se levantó tras de él y comencé a guiarles hacia donde estaba la escalera para subir a la habitación. Los clientes que habían por las mesas comenzaron a susurrar cuando pasamos por al lado de ellos en dirección a la escalera, y no supe si era porque íbamos los tres y aquello les estaba encendiendo más con la simple idea… o por alguien en concreto. Miré a la Madam antes de perderla de vista y me hizo un gesto hacia la mujer, como si quisiera decirme algo. Luego la vi mover las caderas y bailar como el espectáculo que había visto y… me mordí el labio.
Así que por eso me sonaba la cara de aquella mujer, era la que había traído el espectáculo del que toda la ciudad hablaba. La Madam me había dicho que era muy buena y que tenía que ir a verla… al final, iba a tener un baile privado con ella e iba a comprobar cuán de buena era realmente, si sabía mover así las caderas no quería ni imaginarme como sería en un momento como aquel… me mordí el labio, solo de pensarlo me había entrado curiosidad y quería comprobarlo de primera mano. Hacía mucho tiempo que no hacía nada con ninguna mujer, y sería todo un placer, hacerlo con ella.
Nada más llegar a la habitación el hombre se lanzó sobre la cama despojándose de la camisa que llevaba y lanzándola al suelo, mientras Lakme y yo, que así había oído que se llamaba aquella mujer, nos quedamos de pie observándolo. Ella se paseó por el lugar moviéndose con una gracia infinita que provocaba con cada paso que daba y yo la observé, mientras pasaba de aquel hombre que me recorría también a mí con la mirada seguramente pensando qué era lo que iba a hacer conmigo.
Lakme comenzó a hablar mientras se quitaba los guantes de forma lenta y su voz, exótica y aterciopelada, llegó hasta mis oídos mientras hablaba. Decía algo sobre un reto que el otro hombre, que ahora sabía que se llamaba Sven, y observé sus brazos llenos con aquellos tatuajes tan característicos. Me reí entre dientes al saber cuál era el reto y la miré de forma fija.
-Me siento halagada porque me hayas escogido a mí, de todas las chicas que hay –se quitó los zapatos y comenzó a acercarse hacia donde yo estaba, en medio de la habitación delante de la cama, hasta que se paró justo enfrente. Sus ojos verdes me recorrían con la cabeza ladeada y mis ojos hicieron exactamente lo mismo que estaba haciendo ella. Sonreí por sus palabras y noté su mano que acariciaba mí mejilla, esta estaba cálida y muy suave aún con los tatuajes que llevaba, recorrió mis labios con su pulgar y me atreví a dejar un mordisco sensual y juguetón cuando este pasó por mis labios. No pasaron más de un par de segundos cuando acercó su rostro al mío y me besó en los labios, despacio y de forma suave, como si estuviera degustando mí boca. Le correspondí el beso mientras de fondo, Sven, nos alardeaba a que siguiéramos así notando en su voz lo excitado que estaba. No me quedé quieta en el beso y me atreví a recorrer su boca con mí lengua disfrutando de aquello.
Comenzó a desnudarse y yo hice lo propio estando las dos una al lado de la otra, mientras Sven no dejaba de mirarnos pasando de Lakme a mirarme a mí, y vuelta a mirarla a ella. Desabroché el corpiño turquesa que llevaba puesto dejando que este cayera al suelo dejando mis pechos libros de prenda alguna, quité mis zapatos dejándolos detrás de mí y comencé a bajarme las medias que llevaba encima de rejilla y la ropa interior que cubría mí sexo, dejando que cayera todo al suelo. Mí pelo caía suelto con ondas y algún tirabuzón por mí pecho y por mí espalda ya que no lo llevaba recogido, quedándome completamente desnuda.
Observé a Lakme y me fijé en que éramos muy parecidas; teníamos un color dorado y tostado de piel, el pelo largo y suelto del color oscuro como la noche. Ella era un poco más alta que yo con la cintura pequeña, mientras que la mía era más marcada y mis pechos, quizás, fueran algo mayores que los suyos. No había mucha diferencia entre ambas, y a Sven le resultaría difícil escoger a una… porque ambas también éramos atractivas de rostro. Ella tenía unos ojos verdes preciosos y yo los tenía oscuros, tirando a claros cuando la luz del sol me reflejaba en ellos, y labios carnosos y sensuales. Lo que más nos diferenciaba, es que ella llevaba casi todo su cuerpo con aquellos tatuajes y yo, en cambio, tenía la piel limpia de ellos.
Se sentó en el regazo del hombre y me quedé mirándolos durante unos momentos, en cuanto ella se giró para darme una sonrisa y guiñarme un ojo fruncí el ceño, ¿habían cambiado… sus ojos de color? No, habría sido efecto de la luz quizás. No quise quedarme atrás y me encaminé a la cama, subiéndome en ella, y gateando hasta quedar cerca de ellos mientras Sven nos miraba a una y otra seguramente no sabiendo por quién decantarse. Cuando Lakme le hizo aquella pregunta, el hombre se rió, y pasó a mirarme de una forma que me dio un escalofrío lamiéndose el labio.
-Me lo has puesto muy difícil, Lakme. No sabría realmente por cual decantarme… así que os elijo a las dos –claro, no era tonto aquel hombre… así podría tener a ambas, aunque nos iba a tener realmente. Pasó a mirarme de nuevo y me acercó del brazo poniéndome más cerca de él- Tengo hambre de ella… pero quiero morderla cuando esté llegando al orgasmo –miró a Lakme y nos cogió a ambas por el pelo, como si él fuera nuestro dueño- Que empiece la fiesta hacia el paraíso.
Él fue el primero en seguirme ya que era el que estaba levantado, la mujer se levantó tras de él y comencé a guiarles hacia donde estaba la escalera para subir a la habitación. Los clientes que habían por las mesas comenzaron a susurrar cuando pasamos por al lado de ellos en dirección a la escalera, y no supe si era porque íbamos los tres y aquello les estaba encendiendo más con la simple idea… o por alguien en concreto. Miré a la Madam antes de perderla de vista y me hizo un gesto hacia la mujer, como si quisiera decirme algo. Luego la vi mover las caderas y bailar como el espectáculo que había visto y… me mordí el labio.
Así que por eso me sonaba la cara de aquella mujer, era la que había traído el espectáculo del que toda la ciudad hablaba. La Madam me había dicho que era muy buena y que tenía que ir a verla… al final, iba a tener un baile privado con ella e iba a comprobar cuán de buena era realmente, si sabía mover así las caderas no quería ni imaginarme como sería en un momento como aquel… me mordí el labio, solo de pensarlo me había entrado curiosidad y quería comprobarlo de primera mano. Hacía mucho tiempo que no hacía nada con ninguna mujer, y sería todo un placer, hacerlo con ella.
Nada más llegar a la habitación el hombre se lanzó sobre la cama despojándose de la camisa que llevaba y lanzándola al suelo, mientras Lakme y yo, que así había oído que se llamaba aquella mujer, nos quedamos de pie observándolo. Ella se paseó por el lugar moviéndose con una gracia infinita que provocaba con cada paso que daba y yo la observé, mientras pasaba de aquel hombre que me recorría también a mí con la mirada seguramente pensando qué era lo que iba a hacer conmigo.
Lakme comenzó a hablar mientras se quitaba los guantes de forma lenta y su voz, exótica y aterciopelada, llegó hasta mis oídos mientras hablaba. Decía algo sobre un reto que el otro hombre, que ahora sabía que se llamaba Sven, y observé sus brazos llenos con aquellos tatuajes tan característicos. Me reí entre dientes al saber cuál era el reto y la miré de forma fija.
-Me siento halagada porque me hayas escogido a mí, de todas las chicas que hay –se quitó los zapatos y comenzó a acercarse hacia donde yo estaba, en medio de la habitación delante de la cama, hasta que se paró justo enfrente. Sus ojos verdes me recorrían con la cabeza ladeada y mis ojos hicieron exactamente lo mismo que estaba haciendo ella. Sonreí por sus palabras y noté su mano que acariciaba mí mejilla, esta estaba cálida y muy suave aún con los tatuajes que llevaba, recorrió mis labios con su pulgar y me atreví a dejar un mordisco sensual y juguetón cuando este pasó por mis labios. No pasaron más de un par de segundos cuando acercó su rostro al mío y me besó en los labios, despacio y de forma suave, como si estuviera degustando mí boca. Le correspondí el beso mientras de fondo, Sven, nos alardeaba a que siguiéramos así notando en su voz lo excitado que estaba. No me quedé quieta en el beso y me atreví a recorrer su boca con mí lengua disfrutando de aquello.
Comenzó a desnudarse y yo hice lo propio estando las dos una al lado de la otra, mientras Sven no dejaba de mirarnos pasando de Lakme a mirarme a mí, y vuelta a mirarla a ella. Desabroché el corpiño turquesa que llevaba puesto dejando que este cayera al suelo dejando mis pechos libros de prenda alguna, quité mis zapatos dejándolos detrás de mí y comencé a bajarme las medias que llevaba encima de rejilla y la ropa interior que cubría mí sexo, dejando que cayera todo al suelo. Mí pelo caía suelto con ondas y algún tirabuzón por mí pecho y por mí espalda ya que no lo llevaba recogido, quedándome completamente desnuda.
Observé a Lakme y me fijé en que éramos muy parecidas; teníamos un color dorado y tostado de piel, el pelo largo y suelto del color oscuro como la noche. Ella era un poco más alta que yo con la cintura pequeña, mientras que la mía era más marcada y mis pechos, quizás, fueran algo mayores que los suyos. No había mucha diferencia entre ambas, y a Sven le resultaría difícil escoger a una… porque ambas también éramos atractivas de rostro. Ella tenía unos ojos verdes preciosos y yo los tenía oscuros, tirando a claros cuando la luz del sol me reflejaba en ellos, y labios carnosos y sensuales. Lo que más nos diferenciaba, es que ella llevaba casi todo su cuerpo con aquellos tatuajes y yo, en cambio, tenía la piel limpia de ellos.
Se sentó en el regazo del hombre y me quedé mirándolos durante unos momentos, en cuanto ella se giró para darme una sonrisa y guiñarme un ojo fruncí el ceño, ¿habían cambiado… sus ojos de color? No, habría sido efecto de la luz quizás. No quise quedarme atrás y me encaminé a la cama, subiéndome en ella, y gateando hasta quedar cerca de ellos mientras Sven nos miraba a una y otra seguramente no sabiendo por quién decantarse. Cuando Lakme le hizo aquella pregunta, el hombre se rió, y pasó a mirarme de una forma que me dio un escalofrío lamiéndose el labio.
-Me lo has puesto muy difícil, Lakme. No sabría realmente por cual decantarme… así que os elijo a las dos –claro, no era tonto aquel hombre… así podría tener a ambas, aunque nos iba a tener realmente. Pasó a mirarme de nuevo y me acercó del brazo poniéndome más cerca de él- Tengo hambre de ella… pero quiero morderla cuando esté llegando al orgasmo –miró a Lakme y nos cogió a ambas por el pelo, como si él fuera nuestro dueño- Que empiece la fiesta hacia el paraíso.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Ella siguió su camino, descubriendo que no tenía que envidiarle a la anciana. Su cuerpo era mucho más voluptuoso que el suyo, lleno de bellas curvas, llena de exotismo en todo su ser. Al verla junto a ella, sintió ver un reflejo de lo que puedo ser ella en un pasado, su cuerpo humano, desprendiendo aquel calor, su pequeño que levemente se balanceaba por su respiración, el latir del corazón... Hasta su aroma natural se hacía apetecible a su gusto.
Ella desprendía la energía de un lugar bien lejano a éste, un lugar que ella muy bien conocía. Es como si hubiese atrapado su esencia, podía notar que ambas tenían más en común que su simple aspecto físico.
Pronto la joven cortesana se unió al juego que ellos le habían propuesto, seguramente acostumbrada a tratar temas como aquellos, pero Lakme no le iba a ofrecer una noche corriente.
Sven había decidido jugar a ser el dueño y señor. Aquello lo había visto miles de veces, hombre joven en una sociedad de hombres, inmortal, con ganas de comerse el mundo, todo el poder, un rey, y ahora rodeado por dos hermosas mujeres y una de ella era su pequeña fantasía hecha realidad.
Aun recordaba su llegada a París hacía meses, y sus innumerables regalos. Cuando descubrió que era un joven vampiro, le atrajo la idea de cumplir sus sueños, pero a su manera.
Sven las había agarro del cabello, dispuesto a ser el depredador que creía. Lakme miro a su compañera, sus labios se curvaron con malicia, sus ojos ahora eran claramente escarlatas. Aquello bruja quería divertirse, y esperaba ver el temor en su compañera, que tal vez no supiera aun lo que era un vampiro.
Lakme se deshizo por un momento de su atadura tomándole con delicadeza por el cabello se acercó a su oído.
- ¿Por qué no empiezas con ella primero? Quiero mirar que eres capaz de hacer… Y se merecerá la pena. -Un beso en sus labios, cuando los retiros él los tenía mancillado de su propia sangre y la inmortal se relamía con gusto. Él parecía bien ajeno a lo sucedido actuaba como su piel no hubiese sangrado, era como si estuviese nublado en algún tipo de ilusión donde no era capaz de ver que su compañera era de su misma especie, y su propio dolor o sangre.
El hombre sonrió de acuerdo con la propuesta, y con rudeza tomó a Naitiri volteándola bajo su cuerpo, sus manos rozaron el cuerpo de la joven humana, el latir de su sangre bajo la piel, lo provocaba excitándolo, sus ojos se volvieron también del rojo, dispuesto a perforar la blanca pie, se había decantado por besar primero sus labios, su pechos, acariciar con sus manos todo lo íntimo que ella había para provocar sus sentidos antes de probarla.
Ella desprendía la energía de un lugar bien lejano a éste, un lugar que ella muy bien conocía. Es como si hubiese atrapado su esencia, podía notar que ambas tenían más en común que su simple aspecto físico.
Pronto la joven cortesana se unió al juego que ellos le habían propuesto, seguramente acostumbrada a tratar temas como aquellos, pero Lakme no le iba a ofrecer una noche corriente.
Sven había decidido jugar a ser el dueño y señor. Aquello lo había visto miles de veces, hombre joven en una sociedad de hombres, inmortal, con ganas de comerse el mundo, todo el poder, un rey, y ahora rodeado por dos hermosas mujeres y una de ella era su pequeña fantasía hecha realidad.
Aun recordaba su llegada a París hacía meses, y sus innumerables regalos. Cuando descubrió que era un joven vampiro, le atrajo la idea de cumplir sus sueños, pero a su manera.
Sven las había agarro del cabello, dispuesto a ser el depredador que creía. Lakme miro a su compañera, sus labios se curvaron con malicia, sus ojos ahora eran claramente escarlatas. Aquello bruja quería divertirse, y esperaba ver el temor en su compañera, que tal vez no supiera aun lo que era un vampiro.
Lakme se deshizo por un momento de su atadura tomándole con delicadeza por el cabello se acercó a su oído.
- ¿Por qué no empiezas con ella primero? Quiero mirar que eres capaz de hacer… Y se merecerá la pena. -Un beso en sus labios, cuando los retiros él los tenía mancillado de su propia sangre y la inmortal se relamía con gusto. Él parecía bien ajeno a lo sucedido actuaba como su piel no hubiese sangrado, era como si estuviese nublado en algún tipo de ilusión donde no era capaz de ver que su compañera era de su misma especie, y su propio dolor o sangre.
El hombre sonrió de acuerdo con la propuesta, y con rudeza tomó a Naitiri volteándola bajo su cuerpo, sus manos rozaron el cuerpo de la joven humana, el latir de su sangre bajo la piel, lo provocaba excitándolo, sus ojos se volvieron también del rojo, dispuesto a perforar la blanca pie, se había decantado por besar primero sus labios, su pechos, acariciar con sus manos todo lo íntimo que ella había para provocar sus sentidos antes de probarla.
Lakme- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 22/11/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Aquella noche iba a ser muy diferente de las noches que solía tener en el burdel, donde casi siempre hacía lo mismo, diferentes clientes, pero la finalidad era siempre la misma. Parecía que aquella noche iba a disfrutar de algo que hacía tiempo que no realizaba… en realidad, solo lo había hecho una vez y había sido hacía muchísimos años. Era la segunda vez en mí vida que compartiría experiencia con un hombre, y con una mujer. No era la primera vez tampoco que satisfacía a una mujer, o tenía que hacerlo… había sido instruida y entrenada para dar placer tanto a hombres como a mujeres, por lo que no sería un problema si debía de darle placer a Lakme, de hecho, hasta lo disfrutaría quizás mucho más que con aquel hombre.
En cuanto nos quedamos desnudas tal y como él había pedido, Lakme se acercó quedándose en el regazo del hombre y yo me acerqué para no estar en medio de la habitación como mera espectadora. En cuanto me acerqué y quedamos las dos relativamente cerca él tomó nuestros cabellos con las manos, como si fuera el macho dominante que debía de ejercer su domino, como si fuéramos dos sumisas que debiéramos de acatar sus órdenes… mientras esperábamos a que él decidiera.
No me gustaba la actitud que tenía, estaba claro que era el típico hombre que tenía todo cuanto quería a sus pies, y que no le costaba para nada el conseguirlo. Aborrecía a ese tipo de hombres, los encontraba de lo más ruin y con pocos valores y personalidad... hombres que miraban al resto por encima de sus hombros como si fueran menos que él, como si fuera él mismo quien tuviera el poder de juzgarlos como él quisiera, cuando y cómo quisiera.
Miré a Lakme durante unos segundos, y lo que vi, me dejó sorprendida. En un momento su mirada de color verde había pasado a tener un color más… escarlata. ¿Cómo podía ser aquello? En ese momento, lo comprendí. Supe lo que aquella mujer era y comencé a pensar también que quizás, el hombre, pudiera ser también un vampiro. Sería la primera vez que me pasaba aquello teniendo noción de que lo eran… además, ella no aparentaba para nada serlo, su piel no estaba pálida, ni fría… cosa que, aquel hombre, si que desprendía.
Lejos de asustarme como hubiera hecho en cualquier otro momento, la miré durante unos segundos fijando mí mirada en la suya, dándole a entender que no tenía miedo pese a que sabía que, entre los dos, podrían matarme perfectamente. Pero todos nos habían visto subir a los tres, si yo no aparecía, sería demasiado sospechoso que solamente bajaran ellos y yo no apareciera… por lo que, en parte, estaba algo tranquila. Ella se deshizo sin problema del agarre y se acercó a él para besarlo y decirle que comenzara conmigo, pude ver algo de sangre cuando se separó de él, sangre que él lamió sin perder tiempo.
No pasaron más de un par de segundos cuando, con fuerza, quedé tumbada bocarriba sobre la cama con aquel hombre sobre mí. No perdió el tiempo y comenzó a besar mis labios y sus manos, veloces, recorrieron primero mis pechos masajeándolos y apretando con algo de fuerza, podía sentir incluso en el beso que intentaba dominarme y sus ojos, al igual que los de ella, habían cambiado de color también al rojo. Sentí sus colmillos contra mí labio y las dudas se disiparon… eran vampiros, ambos lo eran, y yo una simple humana con la que iban a jugar aquella noche.
Siguieron bajando por mis costados hasta que llegaron a mí cadera, sujetándome contra su cuerpo solamente desnudo de cintura para arriba, para luego colar una mano hasta llegar a mí sexo que comenzó a acariciar, su boca se separó de la mía y bajó por mí cuello incluso se atrevió a acariciar la piel de este con uno de los colmillos, haciendo que un escalofrío me recorriera. No quería que me mordiera, aquello no entraba dentro de lo que se consideraban mis servicios, pero claro ¿qué podría hacer ante aquello? Solamente esperar a que no se decantara por beber de mí sangre.
Su mano comenzó a jugar en mí sexo y me arrancó un jadeo cuando su dedo pulgar presionó contra el clítoris y los otros paseaban libremente comenzando a prepararme. Llegó hasta mis pechos y se llevó uno a la boca comenzando a lamerlo y a morderlo jugando con mí pezón, mientras yo me dejaba hacer y Lakme era mera espectadora de lo que hacía su compañero. Pasó al otro pecho y cuando ya se había divertido bastante lamió hasta mí ombligo dejando un camino descendente con su lengua, para ese entonces, ya había metido dos dedos en mí interior que los sacaba y metía a buen ritmo haciendo que jadeara.
Los sacó lamiendo ambos dedos mirándome, con una sonrisa torcida, y abrió mis piernas sujetándome por la cintura, se acomodó y… dio la primera lamida con su lengua haciendo que jadeara. Siguió una segunda y una tercera, y unas cuantas más mientras no podía hacer más que dejarme hacer. Miré a Lakme en esos momentos y me pregunté por qué se quedaba ahí quieta… quería que participara, que se acercara donde estaba y pudiera recorrer su cuerpo conforme estaba… no precisaba de moverme, pero quería tocarla, recorrer su cuerpo con mis manos y con mis labios… no quería que se quedara quieta y me dejara a merced de aquel hombre.
Hombre que intensificó la velocidad y ahora torturaba mí clítoris con su lengua mientras volvía a penetrarme con sus dedos arrancándome gemidos y jadeos, haciendo que mi cadera se levantara por inercia. Pero mí vista no la aparté de ella en ningún momento, que nos observaba a los dos mientras él me iba propulsando a la cima. Agarré las sábanas con mis manos en un puño sintiendo cómo iba a llegar al orgasmo, y finalmente lo hice, observándola a ella en todo momento mientras mi respiración era errática y mis latidos como caballos desbocados. Bajé mí vista para mirar al hombre que me había dado tal orgasmos y, al bajar mí vista, vi que se relamía los labios y… mostraba unos colmillos mirándome con una sonrisa torcida, como si me estuviera mirando para que supiera lo que iba a hacerme… Maldición, ¿iba a morderme justamente en…? Me dio un escalofrío, y por más que quise alejarlo el agarre que tenía sobre mí cintura era tan férrea que no podía ni moverme. Iba a ser mí fin.
En cuanto nos quedamos desnudas tal y como él había pedido, Lakme se acercó quedándose en el regazo del hombre y yo me acerqué para no estar en medio de la habitación como mera espectadora. En cuanto me acerqué y quedamos las dos relativamente cerca él tomó nuestros cabellos con las manos, como si fuera el macho dominante que debía de ejercer su domino, como si fuéramos dos sumisas que debiéramos de acatar sus órdenes… mientras esperábamos a que él decidiera.
No me gustaba la actitud que tenía, estaba claro que era el típico hombre que tenía todo cuanto quería a sus pies, y que no le costaba para nada el conseguirlo. Aborrecía a ese tipo de hombres, los encontraba de lo más ruin y con pocos valores y personalidad... hombres que miraban al resto por encima de sus hombros como si fueran menos que él, como si fuera él mismo quien tuviera el poder de juzgarlos como él quisiera, cuando y cómo quisiera.
Miré a Lakme durante unos segundos, y lo que vi, me dejó sorprendida. En un momento su mirada de color verde había pasado a tener un color más… escarlata. ¿Cómo podía ser aquello? En ese momento, lo comprendí. Supe lo que aquella mujer era y comencé a pensar también que quizás, el hombre, pudiera ser también un vampiro. Sería la primera vez que me pasaba aquello teniendo noción de que lo eran… además, ella no aparentaba para nada serlo, su piel no estaba pálida, ni fría… cosa que, aquel hombre, si que desprendía.
Lejos de asustarme como hubiera hecho en cualquier otro momento, la miré durante unos segundos fijando mí mirada en la suya, dándole a entender que no tenía miedo pese a que sabía que, entre los dos, podrían matarme perfectamente. Pero todos nos habían visto subir a los tres, si yo no aparecía, sería demasiado sospechoso que solamente bajaran ellos y yo no apareciera… por lo que, en parte, estaba algo tranquila. Ella se deshizo sin problema del agarre y se acercó a él para besarlo y decirle que comenzara conmigo, pude ver algo de sangre cuando se separó de él, sangre que él lamió sin perder tiempo.
No pasaron más de un par de segundos cuando, con fuerza, quedé tumbada bocarriba sobre la cama con aquel hombre sobre mí. No perdió el tiempo y comenzó a besar mis labios y sus manos, veloces, recorrieron primero mis pechos masajeándolos y apretando con algo de fuerza, podía sentir incluso en el beso que intentaba dominarme y sus ojos, al igual que los de ella, habían cambiado de color también al rojo. Sentí sus colmillos contra mí labio y las dudas se disiparon… eran vampiros, ambos lo eran, y yo una simple humana con la que iban a jugar aquella noche.
Siguieron bajando por mis costados hasta que llegaron a mí cadera, sujetándome contra su cuerpo solamente desnudo de cintura para arriba, para luego colar una mano hasta llegar a mí sexo que comenzó a acariciar, su boca se separó de la mía y bajó por mí cuello incluso se atrevió a acariciar la piel de este con uno de los colmillos, haciendo que un escalofrío me recorriera. No quería que me mordiera, aquello no entraba dentro de lo que se consideraban mis servicios, pero claro ¿qué podría hacer ante aquello? Solamente esperar a que no se decantara por beber de mí sangre.
Su mano comenzó a jugar en mí sexo y me arrancó un jadeo cuando su dedo pulgar presionó contra el clítoris y los otros paseaban libremente comenzando a prepararme. Llegó hasta mis pechos y se llevó uno a la boca comenzando a lamerlo y a morderlo jugando con mí pezón, mientras yo me dejaba hacer y Lakme era mera espectadora de lo que hacía su compañero. Pasó al otro pecho y cuando ya se había divertido bastante lamió hasta mí ombligo dejando un camino descendente con su lengua, para ese entonces, ya había metido dos dedos en mí interior que los sacaba y metía a buen ritmo haciendo que jadeara.
Los sacó lamiendo ambos dedos mirándome, con una sonrisa torcida, y abrió mis piernas sujetándome por la cintura, se acomodó y… dio la primera lamida con su lengua haciendo que jadeara. Siguió una segunda y una tercera, y unas cuantas más mientras no podía hacer más que dejarme hacer. Miré a Lakme en esos momentos y me pregunté por qué se quedaba ahí quieta… quería que participara, que se acercara donde estaba y pudiera recorrer su cuerpo conforme estaba… no precisaba de moverme, pero quería tocarla, recorrer su cuerpo con mis manos y con mis labios… no quería que se quedara quieta y me dejara a merced de aquel hombre.
Hombre que intensificó la velocidad y ahora torturaba mí clítoris con su lengua mientras volvía a penetrarme con sus dedos arrancándome gemidos y jadeos, haciendo que mi cadera se levantara por inercia. Pero mí vista no la aparté de ella en ningún momento, que nos observaba a los dos mientras él me iba propulsando a la cima. Agarré las sábanas con mis manos en un puño sintiendo cómo iba a llegar al orgasmo, y finalmente lo hice, observándola a ella en todo momento mientras mi respiración era errática y mis latidos como caballos desbocados. Bajé mí vista para mirar al hombre que me había dado tal orgasmos y, al bajar mí vista, vi que se relamía los labios y… mostraba unos colmillos mirándome con una sonrisa torcida, como si me estuviera mirando para que supiera lo que iba a hacerme… Maldición, ¿iba a morderme justamente en…? Me dio un escalofrío, y por más que quise alejarlo el agarre que tenía sobre mí cintura era tan férrea que no podía ni moverme. Iba a ser mí fin.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Movimientos naturales y felinos para aquella mujer que se alejó poco de sus acompañantes, más bien decidió tumbarse al lado de Naitiri, como su gemela en físico. Postura elegante que la convertía en vigilante y observadora de las acciones de aquel hombre, ni un ápice de movía, sus pulmones ya no balanceaban sus pechos, como halito que le regalaba vida, su piel dorada palidecía marcando azuladas venas… Ahí estaba el hambre de un depredador acechante. Su cuerpo a medio lado dejando ver sus leves curvas, no había emoción y respuesta ante la excitación de ella, más bien sonreía con curiosidad.
Ojos miel que le rogaban, ese ruego la excito y solo sus ojos mostro ese tipo de brillo mientras que su cuerpo había tomado la postura de algún tipo de efigie griega, con movimientos naturales aquella mujer detenida poseía un aura magnética y demasiado atrayente.
Él la trataba con rudeza, como si fuese alguna especie de juguete u otro de carne, Lakme conocía perfectamente aquel trato, ella no había sido una cortesana o prostituta en vida exactamente. Había sido sacerdotisa en Dendera de la diosa del amor, Hathor, y el amor implicaba el sexo entre muchas de sus funciones, ellas eran entrenadas en aquel arte.
El calor de la cortesana elevándose era latente en el ambiente, sentir sus latidos y el olor del placer, le hizo paladear, e impacientarse. Mientras el momento culmen se acercaba para la humana, ella gateo a su lado e inclinó su rostro dejando caer aquella cortina de color ébano sobre ambas, ocultando su rostro junto al de ella. Y allí vino el orgasmo.
-Mmmm… -Sus labios voluptuosos se movieron, su voz era un ronroneo. -Que bien hueles… -Le había dicho la inmortal, mientras sus colmillos decidían desgarrar los labios de la cortesana en forma de beso y su mano exprimía uno de sus pechos. El férreo inundo su paladar embragando sus sentidos, pero era insuficiente.
Él estaba dispuesto a comenzar con el banquete, pero el pie de la vampiro se dispuso sobre la frente de él con gesto autoritario.
-No, no… -Chasqueo la lengua. -Aun no has terminado con ella, me lo prometiste., ven. -Lakme se dejó caer al lado de Naitiri, tomando una de sus manos, y sonriéndole traviesa. Sus ojos eran el escarlata del diablo, allí se jugaba la partida a algo que solo ella controlaba, ya que el vampiro se había detenido en seco, y de repente su rostro había tomado el de un hombre en trance, se comportaba como un títere que no lograba controlar sus acciones, un títere de la anciana.
Desnudo y creyéndose dueño de sus acciones, el hombre gateo entre ambas, su cuerpo cubrió el de Naitiri como una jaula que la encerraba.
-Ella está más que preparada, otra vez. -Afirmó Lakme, rozando con sus dedos el sexo húmedo y cálido de la humana. -Levantando su torso, abrazó sus rodillas y afirmó al vampiro como dándole permiso, este se limitó a tomar los muslos de la prostituta para pegar su cuerpo al de ella y penetrarla, así comenzando aquel lento y placentero balanceo de caderas.
Lakme se apoyó su menudo cuerpo sobre la espalda del pálido hombre, sobre su hombro, mientras le susurraba al oído palabras en un idioma desconocido, mientras besaba su mejilla, su oreja. Sus ojos, de cuyo verde ya no disponían, miraban directos a los de Naitiri.
Parecía como si le diese ordenes, como su con cada embestida ella se sintiese más excitada, o incluso sintiese aquel éxtasis, ya que algún que otro suspiró fue pronunciado por Lakme, y sus propios labios eran mordidos mientras sentía su cuerpo contenidos.
El ritmo aumento, con ellos el frenesí, aquel hombre jadeaba sintiendo pronto su culmen, y la palidez de su piel comenzó a teñirse del color de la sangre que comenzaba a caer sobre el cuerpo de la prostituta. Lakme había hundido sus colmillos en el cuello de él que parecía ajeno a todo ese dolor y centrado en la tarea del sexo.
Embriagador gesto de la caníbal que parecía disfrutar del sabor, de la sangre bombeante en busca de un orgasmo que él pronto encontró derramándose en Naitiri, y cayendo desfallecido, no por la actividad, más bien desangrado y muerto.
Lakme lo empujo con aquella fuerza sobrenatural para quitarlo de encima de ella, dejándolo tumbado a un lado, y dejándose caer ella misma extasiada. Ahora solo quedaba una palpitante Naitiri tumbada al lado de un cadáver inmortal, y una anciana que había decidido que la noche no había acabado con aquel alimento.
Ojos miel que le rogaban, ese ruego la excito y solo sus ojos mostro ese tipo de brillo mientras que su cuerpo había tomado la postura de algún tipo de efigie griega, con movimientos naturales aquella mujer detenida poseía un aura magnética y demasiado atrayente.
Él la trataba con rudeza, como si fuese alguna especie de juguete u otro de carne, Lakme conocía perfectamente aquel trato, ella no había sido una cortesana o prostituta en vida exactamente. Había sido sacerdotisa en Dendera de la diosa del amor, Hathor, y el amor implicaba el sexo entre muchas de sus funciones, ellas eran entrenadas en aquel arte.
El calor de la cortesana elevándose era latente en el ambiente, sentir sus latidos y el olor del placer, le hizo paladear, e impacientarse. Mientras el momento culmen se acercaba para la humana, ella gateo a su lado e inclinó su rostro dejando caer aquella cortina de color ébano sobre ambas, ocultando su rostro junto al de ella. Y allí vino el orgasmo.
-Mmmm… -Sus labios voluptuosos se movieron, su voz era un ronroneo. -Que bien hueles… -Le había dicho la inmortal, mientras sus colmillos decidían desgarrar los labios de la cortesana en forma de beso y su mano exprimía uno de sus pechos. El férreo inundo su paladar embragando sus sentidos, pero era insuficiente.
Él estaba dispuesto a comenzar con el banquete, pero el pie de la vampiro se dispuso sobre la frente de él con gesto autoritario.
-No, no… -Chasqueo la lengua. -Aun no has terminado con ella, me lo prometiste., ven. -Lakme se dejó caer al lado de Naitiri, tomando una de sus manos, y sonriéndole traviesa. Sus ojos eran el escarlata del diablo, allí se jugaba la partida a algo que solo ella controlaba, ya que el vampiro se había detenido en seco, y de repente su rostro había tomado el de un hombre en trance, se comportaba como un títere que no lograba controlar sus acciones, un títere de la anciana.
Desnudo y creyéndose dueño de sus acciones, el hombre gateo entre ambas, su cuerpo cubrió el de Naitiri como una jaula que la encerraba.
-Ella está más que preparada, otra vez. -Afirmó Lakme, rozando con sus dedos el sexo húmedo y cálido de la humana. -Levantando su torso, abrazó sus rodillas y afirmó al vampiro como dándole permiso, este se limitó a tomar los muslos de la prostituta para pegar su cuerpo al de ella y penetrarla, así comenzando aquel lento y placentero balanceo de caderas.
Lakme se apoyó su menudo cuerpo sobre la espalda del pálido hombre, sobre su hombro, mientras le susurraba al oído palabras en un idioma desconocido, mientras besaba su mejilla, su oreja. Sus ojos, de cuyo verde ya no disponían, miraban directos a los de Naitiri.
Parecía como si le diese ordenes, como su con cada embestida ella se sintiese más excitada, o incluso sintiese aquel éxtasis, ya que algún que otro suspiró fue pronunciado por Lakme, y sus propios labios eran mordidos mientras sentía su cuerpo contenidos.
El ritmo aumento, con ellos el frenesí, aquel hombre jadeaba sintiendo pronto su culmen, y la palidez de su piel comenzó a teñirse del color de la sangre que comenzaba a caer sobre el cuerpo de la prostituta. Lakme había hundido sus colmillos en el cuello de él que parecía ajeno a todo ese dolor y centrado en la tarea del sexo.
Embriagador gesto de la caníbal que parecía disfrutar del sabor, de la sangre bombeante en busca de un orgasmo que él pronto encontró derramándose en Naitiri, y cayendo desfallecido, no por la actividad, más bien desangrado y muerto.
Lakme lo empujo con aquella fuerza sobrenatural para quitarlo de encima de ella, dejándolo tumbado a un lado, y dejándose caer ella misma extasiada. Ahora solo quedaba una palpitante Naitiri tumbada al lado de un cadáver inmortal, y una anciana que había decidido que la noche no había acabado con aquel alimento.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
El juego acababa de comenzar y, definitivamente, yo era el juego que ambos iban a tener aquella noche. El hombre no tardó en llevar su boca a mí sexo y tomarlo como si no hubiera un mañana, de forma algo ruda y salvaje, haciendo que un jadeo se escapara de mis labios mientras jugaba con el y me recorría por entera con su lengua mientras Lakme era una mera espectadora de todo aquello, tumbándose a mí lado como si de una escultura de una diosa griega se tratara y estuviera totalmente quieta, observando la escena con sus ojos puestos en los míos.
Sus ojos que antes habían sido de color verde pasaron a ser totalmente escarlata, dándome a entender que ella también era vampiro como seguramente lo fuera aquel hombre. Dos vampiros, en una habitación, con una humana… nada bueno se presagiaba de todo aquello. La miré más sorprendida aún cuando noté que dejaba de respirar ya que seguramente no le haría falta, pero no fue eso lo que llamó mí atención, sino el color del que se tornaron sus venas… fue como, si de pronto, un hechizo se hubiera desvanecido sobre su cuerpo y lo rebelase tal cual era. Ya no tenía ese dorado característico que poseía, estaba más pálido y con las venas totalmente en azul denotando lo que claramente era.
La miré esperando que hiciera algo más que estar ahí tumbada a mí lado, observando todo mientras aquel hombre del cual no recordaba el nombre, hundía varios dedos en mí interior y me arrancaba un gemido, elevando mis caderas sin poder evitarlo, pero sin apartar mí vista de ella. Sabía que en algún momento debería de entrar en juego, quizás solo estaba esperando el momento adecuado para ello.
La lengua recorriendo mí sexo, centrarse en mí clítoris, y los dedos que metía y sacaba de mí interior cada vez cobraron más y más velocidad, cerré los ojos unos momentos y aferré las sábanas con mis manos apretando con fuerza, notando el calor que recorría mí cuerpo y que me decía que pronto alcanzaría el orgasmo como siguiera de aquella forma. Los abrí para mirarla a ella, él me daba completamente igual, quería que ella también participara y pareció que leyó mis pensamientos, porque se acercó gateando hasta donde estaba yo, acercó su rostro al mío dejando que su pelo nos cubriera por completo y… en ese momento, en el que la tenía tan cerca, llegué al orgasmo. Gemí sin poder evitarlo notando como se extendía por todo mí cuerpo sin apartar mí mirada de la suya, observándola, mientras sentía como aquel hombre lamía todo mí sexo retirando los dedos y mí centro palpitando por el placer obtenido.
Sus palabras, dichas de aquella forma, me hicieron jadear y me pregunté a que podría referirse…aunque estaba claro que a mí orgasmo, no podía ser otra cosa. Iba a contestarle cuando ella se adelantó, agachó su rostro, y dejó una especie de beso en mis labios rozando su colmillo con mí carne, provocando que este sangrara y ella sin perder tiempo lamió lo que salía de sangre, y una de sus manos lo llevaba a mí pecho y lo apretaba en su mano, provocando un jadeo por mí parte sin apartar mí mirada de la suya. ¿Iba a beber de mí sangre ya? No tenía buena pinta cómo iba a acabar esto.
Y mí miedo se intensificó cuando aquel hombre agarró con más fuerza mí cintura, me mostró los dientes y bajó su cabeza… pero el pie de Lakme fue más rápido que, sin moverse de cómo estaba, apartó su rostro negando en todo momento. Parecía que ese no era el plan que tenía para aquella noche por la mirada que le estaba echando a él. Chasqueó la lengua y sus palabras me hicieron enarcar una ceja, ¿qué era lo que iban a hacer conmigo esos dos? Solo me quedaba esperar y averiguarlo sin poder hacer nada.
Lakme se tumbó a mí lado cogiendo una de sus manos con las mías y sonriéndome de aquella forma que me pregunté qué escondería esa sonrisa tan traviesa, mientras el hombre se quedó quieto y cuando lo miré… parecía que realmente no estaba allí. Lakme llevó una de sus manos a mí sexo, acariciando mí humedad, y me mordí el labio elevando mí cadera y lanzando un suspiro. No quería que él me tocara, quería que me tocara ella. Pero cuando llevé mi vista a él… parecía completamente ido.
-¿Qué es lo que…? –no me dio tiempo a preguntar más, terminó por desvestirse como si fuera un autómata, gateó entre nosotras, cogió mis piernas separándolas y… se hundió en mí interior. Gruñí. No era lo que tenía pensado exactamente y apreté con fuerza la mano que tenía aferrada a Lakme, en señal de que aquello no me había gustado- ¿Por qué está así? ¿Qué le has hecho? –no miraba a ninguna parte, sus movimientos eran mecánicos como si careciera de vida alguna. Lakme se levantó y se situó detrás de él susurrando cosas que jamás llegué a escuchar mientras él aumentaba al ritmo aferrado a mis muslos, entrando y saliendo de mí interior cada vez con mayor rapidez mientras ella no apartaba sus ojos de los míos.
De pronto sin que lo esperara para nada, mientras él aumentaba el ritmo y parecía que se acercaba al orgasmo… ella le mordió en el cuello con su vista fija en mí que no apartó en ningún momento. La sangre pronto comenzó a teñir su cuerpo y descender hasta dar con el mío. Quise apartarlo, sacarlo de mí y alejarme… pero no pude, el férreo agarre que tenía sobre mis muslos no podía soltarlo. La sangre cada vez caía a mayor velocidad, casi a la misma que aquel hombre me penetraba hasta que finalmente… llegó al orgasmo, para acto seguido, caer desplomado sobre mí cuerpo… inerte por completo.
Lakme lo quitó de encima de mí y pude ver parte de mí cuerpo cubierto de aquella sangre, una sangre mucho más oscura y espesa de lo normal. Se cayó también tras beber de él y yo me quedé quieta, sin moverme del sitio, con la respiración agitada, con el corazón martilleando con fuerza y con mí sexo insatisfecho ya que no había conseguido aquella vez que llegara al orgasmo.
Lo había matado sin contemplación alguna delante de mí, es más, le había quitado la sangre bebiéndola mientras me observaba hasta dejarlo sin vida… ¿qué significaba todo aquello? ¿Vampiros que beben de vampiros? La contemplé con algo de miedo, ¿iba a ser yo ahora su cena? No podría ir muy lejos y lo sabía, ella me atraparía sin duda alguna. Estaba a su completa merced, desnuda y excitada ante la visión de su cuerpo y la sangre bajando por su garganta.
-¿Qué… qué vas a hacer conmigo? ¿Me vas a matar, también, mientras me posees? –pregunté intentando normalizar mí respiración. Quería que hiciera una cosa, quería recorrer su cuerpo y ver los placeres que podría mostrarme… pero no quería que me matara, y ella podría hacer cualquiera de las cosas. O ambas incluso, y yo no podría poner resistencia. Si un vampiro no había podido con ella, ¿qué opciones podía tener yo?
Sus ojos que antes habían sido de color verde pasaron a ser totalmente escarlata, dándome a entender que ella también era vampiro como seguramente lo fuera aquel hombre. Dos vampiros, en una habitación, con una humana… nada bueno se presagiaba de todo aquello. La miré más sorprendida aún cuando noté que dejaba de respirar ya que seguramente no le haría falta, pero no fue eso lo que llamó mí atención, sino el color del que se tornaron sus venas… fue como, si de pronto, un hechizo se hubiera desvanecido sobre su cuerpo y lo rebelase tal cual era. Ya no tenía ese dorado característico que poseía, estaba más pálido y con las venas totalmente en azul denotando lo que claramente era.
La miré esperando que hiciera algo más que estar ahí tumbada a mí lado, observando todo mientras aquel hombre del cual no recordaba el nombre, hundía varios dedos en mí interior y me arrancaba un gemido, elevando mis caderas sin poder evitarlo, pero sin apartar mí vista de ella. Sabía que en algún momento debería de entrar en juego, quizás solo estaba esperando el momento adecuado para ello.
La lengua recorriendo mí sexo, centrarse en mí clítoris, y los dedos que metía y sacaba de mí interior cada vez cobraron más y más velocidad, cerré los ojos unos momentos y aferré las sábanas con mis manos apretando con fuerza, notando el calor que recorría mí cuerpo y que me decía que pronto alcanzaría el orgasmo como siguiera de aquella forma. Los abrí para mirarla a ella, él me daba completamente igual, quería que ella también participara y pareció que leyó mis pensamientos, porque se acercó gateando hasta donde estaba yo, acercó su rostro al mío dejando que su pelo nos cubriera por completo y… en ese momento, en el que la tenía tan cerca, llegué al orgasmo. Gemí sin poder evitarlo notando como se extendía por todo mí cuerpo sin apartar mí mirada de la suya, observándola, mientras sentía como aquel hombre lamía todo mí sexo retirando los dedos y mí centro palpitando por el placer obtenido.
Sus palabras, dichas de aquella forma, me hicieron jadear y me pregunté a que podría referirse…aunque estaba claro que a mí orgasmo, no podía ser otra cosa. Iba a contestarle cuando ella se adelantó, agachó su rostro, y dejó una especie de beso en mis labios rozando su colmillo con mí carne, provocando que este sangrara y ella sin perder tiempo lamió lo que salía de sangre, y una de sus manos lo llevaba a mí pecho y lo apretaba en su mano, provocando un jadeo por mí parte sin apartar mí mirada de la suya. ¿Iba a beber de mí sangre ya? No tenía buena pinta cómo iba a acabar esto.
Y mí miedo se intensificó cuando aquel hombre agarró con más fuerza mí cintura, me mostró los dientes y bajó su cabeza… pero el pie de Lakme fue más rápido que, sin moverse de cómo estaba, apartó su rostro negando en todo momento. Parecía que ese no era el plan que tenía para aquella noche por la mirada que le estaba echando a él. Chasqueó la lengua y sus palabras me hicieron enarcar una ceja, ¿qué era lo que iban a hacer conmigo esos dos? Solo me quedaba esperar y averiguarlo sin poder hacer nada.
Lakme se tumbó a mí lado cogiendo una de sus manos con las mías y sonriéndome de aquella forma que me pregunté qué escondería esa sonrisa tan traviesa, mientras el hombre se quedó quieto y cuando lo miré… parecía que realmente no estaba allí. Lakme llevó una de sus manos a mí sexo, acariciando mí humedad, y me mordí el labio elevando mí cadera y lanzando un suspiro. No quería que él me tocara, quería que me tocara ella. Pero cuando llevé mi vista a él… parecía completamente ido.
-¿Qué es lo que…? –no me dio tiempo a preguntar más, terminó por desvestirse como si fuera un autómata, gateó entre nosotras, cogió mis piernas separándolas y… se hundió en mí interior. Gruñí. No era lo que tenía pensado exactamente y apreté con fuerza la mano que tenía aferrada a Lakme, en señal de que aquello no me había gustado- ¿Por qué está así? ¿Qué le has hecho? –no miraba a ninguna parte, sus movimientos eran mecánicos como si careciera de vida alguna. Lakme se levantó y se situó detrás de él susurrando cosas que jamás llegué a escuchar mientras él aumentaba al ritmo aferrado a mis muslos, entrando y saliendo de mí interior cada vez con mayor rapidez mientras ella no apartaba sus ojos de los míos.
De pronto sin que lo esperara para nada, mientras él aumentaba el ritmo y parecía que se acercaba al orgasmo… ella le mordió en el cuello con su vista fija en mí que no apartó en ningún momento. La sangre pronto comenzó a teñir su cuerpo y descender hasta dar con el mío. Quise apartarlo, sacarlo de mí y alejarme… pero no pude, el férreo agarre que tenía sobre mis muslos no podía soltarlo. La sangre cada vez caía a mayor velocidad, casi a la misma que aquel hombre me penetraba hasta que finalmente… llegó al orgasmo, para acto seguido, caer desplomado sobre mí cuerpo… inerte por completo.
Lakme lo quitó de encima de mí y pude ver parte de mí cuerpo cubierto de aquella sangre, una sangre mucho más oscura y espesa de lo normal. Se cayó también tras beber de él y yo me quedé quieta, sin moverme del sitio, con la respiración agitada, con el corazón martilleando con fuerza y con mí sexo insatisfecho ya que no había conseguido aquella vez que llegara al orgasmo.
Lo había matado sin contemplación alguna delante de mí, es más, le había quitado la sangre bebiéndola mientras me observaba hasta dejarlo sin vida… ¿qué significaba todo aquello? ¿Vampiros que beben de vampiros? La contemplé con algo de miedo, ¿iba a ser yo ahora su cena? No podría ir muy lejos y lo sabía, ella me atraparía sin duda alguna. Estaba a su completa merced, desnuda y excitada ante la visión de su cuerpo y la sangre bajando por su garganta.
-¿Qué… qué vas a hacer conmigo? ¿Me vas a matar, también, mientras me posees? –pregunté intentando normalizar mí respiración. Quería que hiciera una cosa, quería recorrer su cuerpo y ver los placeres que podría mostrarme… pero no quería que me matara, y ella podría hacer cualquiera de las cosas. O ambas incluso, y yo no podría poner resistencia. Si un vampiro no había podido con ella, ¿qué opciones podía tener yo?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Su pequeño y firme pecho subía y bajaba con una respiración que se le hacía innecesaria, y todo ello a causa de la agitación y el éxtasis obtenido. Mejor que el sexo, mejor que otras placenteras situaciones, la sangre inmortal embriagaba su cuerpo anciano que ahora parecía realmente rejuvenecido. Un rubor muy humano recorría la piel que había sido de mármol, su tonalidad canela y dorada la dotaban de total mortalidad; era como si hubiese tomado un extraño elixir de eterna juventud o filtro que la rodeaba de un halo de extrema atracción y belleza.
Acto aberrante para los de su especie, acto desconocido para otros vampiros. Beber la sangre de otro era la única manera que había encontrado de saciarse y poder encontrar el poder para engañarlos a todos. En su mentalidad y forma de pensar estaba el hecho de había que mermar la población de su especie y que ya no había merecedores de aquel premio que a la vez era una maldición. Al menos para ella lo era, había sido obligada a convertirse en algo que no entendía. De un día para otro, había muerto y resucitado en la soledad y el desconocimiento, sin un Sire que le guiase, sin saber nada de aquel mundo como una huérfana. Todo lo que había aprendido sobre el vampirismo había sido un tremendo ensayo y error, y luego las respuestas que generaron más preguntas.
-¿Matarte? Podría hacerlo… Borrar todo rastro que tus hayas visto. -Miraba el techo de la habitación, no a ella. Su respiración ya era calma. -Una frágil vida humana más… Tan sencillo como eso.
Giro su cuerpo desnudo de musa y se aproximó al de ella, sus manos ahora calientes, recorriendo la piel ajena hasta llegar hasta el sexo que latía insatisfecho, caricias en el lugar adecuado para terminar lo empezado.
-No… -Susurro, cerca de su oído, besando su mejilla su cuerpo. -Naitiri tiene la piel oscura, como la tierra de Kemet, huele al loto… -Su voz se había vuelto extrañamente apetecible. -… Huele al desierto… Es descendiente de mi pueblo… -Le dio un tirón a su labio con su boca. -Y está marcada por otro vampiro… ¿Quién es el hombre que veo en tú pasado Naitiri? Creo que es de tu familia, ¿me equivoca?
Respiración agitada bajo los dedos de la vampiro, alcanzaría casi el culmen pronto ya que su excitación y humedad era latente y venida por otras acciones. No la busco, más bien quería saciarla sin dar un paso a su contraria.
Su poder de visión le había regalado el rostro de un hermano en la noche, alguien que compartía sangre que la prostituta, con origen similar a ambas, un hombre inmortal que seguía entre las sombras a su hija y tal vez ella sin saberlo.
Acto aberrante para los de su especie, acto desconocido para otros vampiros. Beber la sangre de otro era la única manera que había encontrado de saciarse y poder encontrar el poder para engañarlos a todos. En su mentalidad y forma de pensar estaba el hecho de había que mermar la población de su especie y que ya no había merecedores de aquel premio que a la vez era una maldición. Al menos para ella lo era, había sido obligada a convertirse en algo que no entendía. De un día para otro, había muerto y resucitado en la soledad y el desconocimiento, sin un Sire que le guiase, sin saber nada de aquel mundo como una huérfana. Todo lo que había aprendido sobre el vampirismo había sido un tremendo ensayo y error, y luego las respuestas que generaron más preguntas.
-¿Matarte? Podría hacerlo… Borrar todo rastro que tus hayas visto. -Miraba el techo de la habitación, no a ella. Su respiración ya era calma. -Una frágil vida humana más… Tan sencillo como eso.
Giro su cuerpo desnudo de musa y se aproximó al de ella, sus manos ahora calientes, recorriendo la piel ajena hasta llegar hasta el sexo que latía insatisfecho, caricias en el lugar adecuado para terminar lo empezado.
-No… -Susurro, cerca de su oído, besando su mejilla su cuerpo. -Naitiri tiene la piel oscura, como la tierra de Kemet, huele al loto… -Su voz se había vuelto extrañamente apetecible. -… Huele al desierto… Es descendiente de mi pueblo… -Le dio un tirón a su labio con su boca. -Y está marcada por otro vampiro… ¿Quién es el hombre que veo en tú pasado Naitiri? Creo que es de tu familia, ¿me equivoca?
Respiración agitada bajo los dedos de la vampiro, alcanzaría casi el culmen pronto ya que su excitación y humedad era latente y venida por otras acciones. No la busco, más bien quería saciarla sin dar un paso a su contraria.
Su poder de visión le había regalado el rostro de un hermano en la noche, alguien que compartía sangre que la prostituta, con origen similar a ambas, un hombre inmortal que seguía entre las sombras a su hija y tal vez ella sin saberlo.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Ahora que solamente quedábamos ella y yo en la habitación las tornas habían cambiado, hasta en cierta medida, me había aliviado que apartara a aquel hombre de mí. No podía decir que me alegraba de su muerte porque no era así, era la primera vez que veía morir una persona ante mis ojos y mucho más de aquella manera tan extraña. Era la primera vez que veía u oía que un vampiro bebía de otro vampiro para alimentarse. Todo lo que me habían dicho y contado sobre ellos era que se alimentaban de la sangre de los humanos, como aquel vampiro iba a hacer conmigo exactamente… sino fuera porque Lakme lo hubiera parado mordiéndolo ella.
Mí cuerpo aún tenía restos de la sangre de aquel vampiro cuando ella le había mordido, y como por arte de magia, pude ver asombrada con mis propios ojos como el color de la piel de Lakme volvía a cambiar de nuevo a esa tonalidad tostada que la había caracterizado desde el principio. Sus ojos volvieron a ese verde esmeralda y su pecho de nuevo comenzó a subir y bajar con rapidez, como si se estuviera recuperando de hacer un ejercicio o algo que le hubiera costado un esfuerzo.
Parecía cosa de magia, no sabía cómo podía hacerlo, pero al parecer era experta en camuflarse perfectamente… tanto, que ni aquel vampiro había podido saber que realmente la única presa que había en la habitación era él. Parecía de nuevo humana, atrás quedaba aquella palidez típica de los vampiros, los ojos color carmesí que había mostrado cuando estábamos en la habitación… su respiración, sus ojos, el rubor de sus mejillas, su tono de piel, todo absolutamente todo te hacía pensar que era humana. Me pregunté cómo es que podía hacer y ciertamente tenía que ser por la sangre de vampiro, sino, ¿por qué no había bebido de mí?
Y eso es lo que le había preguntado, temía correr la misma suerte que había corrido aquel vampiro salvo que yo, por desgracia, sabría cuál sería mí final. ¿Iba a jugar con mí cuerpo y luego iba a morderme para saciar su sed? No lo tenía del tono claro, acababa de alimentarse y parecía más humana que nunca… ¿qué narices pasaba? Sus primeras palabras me corroboraron que, efectivamente, podría matarme si quería. Más que eso, podía hacerme que ni siquiera me acordara de lo que había pasado aquella noche como si nunca jamás hubiera sucedido… tampoco quería eso.
Se movió desde donde estaba y se acercó a mí cuerpo mientras yo solamente podía observarla, se quedó casi justo encima de mí y sus manos ahora calientes tras haber bebido del vampiro se posicionaron sobre mí cuerpo y comenzaron a crear un sendero descendente hasta llegar justo al punto que más necesitado estaba. Sus dedos llegaron hasta mí sexo y no evité el gemido que escapó de mis labios al sentirlos moverlos sobre aquella zona. Su rostro quedó cerca del mío y me susurró aquel no, besando mí mejilla, mientras más palabras salen de sus labios entre jadeos y gemidos de los míos por lo que sus dedos obraban en mí sexo.
No pude evitar mirarla con cierta extrañeza ante aquellas palabras, reconocía aquel sitio que me había nombrado porque era algo que siempre había tenido muy presente por mí madre, aunque solamente hubiera vivido cinco tiernos años en aquel país. Conocía sus historias contadas por mí madre que me sabía de memoria, el que dijera aquello me hizo prestarle toda la atención que podía y que, con su mano en mí sexo, me dejaba.
-¿Qué…? –su voz era un sensual y ronca y susurró como si estuviera metida en un leve trance, sus palabras me hicieron mirarla de forma fija a su rostro. Era cierto que había cierta similitud entre nosotras; nuestros rostros eran similares, nuestra piel tenía el mismo tono… no era extraño que fuéramos y tuviéramos la misma procedencia. ¿Significaba aquello, que también era Egipcia?- Eres… -gemí cerrando los ojos unos segundos, para volver a mirarla- Egipcia como yo, ¿verdad? –la pregunta había sobrado porque me lo había confirmado con sus palabras. Sus labios se quedaron sobre los míos y dieron un suave tirón a ellos. No quise quedarme quieta conforme estaba, sus dedos en mí sexo estaban haciendo que mis caderas se arquearan buscando un mayor roce, por un camino que me iba a llevar hasta el mismísimo orgasmo.
Llevé una de mis manos a su pelo suelto que caía sobre nosotras como un manto negro por estar suelto, me atreví ya que estábamos en esa tesitura a bajar una de mis manos por su pecho hasta acariciarlo con una de mis manos y, la mano que estaba en su pelo, la acerqué a mí rostro para juntar sus labios con los míos y acallarla. Sus palabras me habían dejado algo desconcertada en aquel momento y lo único en lo que podía pensar, o más bien sentir, era la reacción de mí cuerpo ante su toque. El calor y la tensión se iban extendiendo más y más por mí cuerpo de forma potente, mí cadera se movía y arqueaba al ritmo que sus dedos marcaban y los gemidos eran acallados únicamente por sus labios.
Cogí sus pechos con ambas manos y comencé a acariciarlos y a jugar con ellos, dejando leves pellizcos por los alrededores, hasta que cogí sus pezones con mis dedos y los apreté de forma leve para luego dar un leve tirón. El calor subía más y más por mí cuerpo al mismo tiempo que yo más y más me tensaba, sentía que el orgasmos se aproximaba a una velocidad vertiginosa que iba a hacerme estallar por completo, aliviando lo que el vampiro había dejado a medias. Tiré mí cabeza hacia atrás sin soltar al menos uno de sus pechos, mis piernas se tensaron en torno a la figura de Lakme, aferré su pelo con fuerza, cerré los ojos… y me dejé llevar por el intenso orgasmo que recorrió mí cuerpo de forma arrolladora, como lava líquida en mis venas, gimiendo ante el placer otorgado y con la respiración estancada en mí garganta.
Las olas del placer se mecieron por mí cuerpo y mis músculos comenzaron a destensarse uno a uno, me mordí el labio y la miré ahora con la tención más fija y centrad en ella y en sus palabras, intentando volver a tener la respiración normal que me estaba siendo algo complicada y con los resquicios del orgasmo sacudiendo mí cuerpo de forma leve. Acaricié su rostro con uno de mis dedos pensando que, ella, todavía no había obtenido nada de placer aquella noche cosa que me resultaba muy extraño.
-¿No vas a obtener placer esta noche? –mí sonrisa fue sensual y provocativa dándole a entender, entre líneas, que me encargaría de ello. Mí mano bajó hasta dejarla en su vientre- No me importaría otorgarte placer –la miré y volví al tema que habíamos dejado a medias- ¿Cómo sabes todo eso? Es imposible que alguien te lo haya dicho –hice una leve pausa y miré hacia otro lado unos segundos- No, no te equivocas –suspiré- El vampiro que ves… es mí padre –porque sí, hacía tiempo que sabía que mí padre me rondaba, había sido duro saberlo pero poco a poco conseguía hacerme a la idea- ¿Quién eres realmente, Lakme? Tú misterio cautiva mí curiosidad… -¿Estaba loca? ¿Por qué una inmortal como ella, debía de responder a una mortal como yo que podía cargarse fácilmente? Definitivamente, mí curiosidad no tenía límites.
Mí cuerpo aún tenía restos de la sangre de aquel vampiro cuando ella le había mordido, y como por arte de magia, pude ver asombrada con mis propios ojos como el color de la piel de Lakme volvía a cambiar de nuevo a esa tonalidad tostada que la había caracterizado desde el principio. Sus ojos volvieron a ese verde esmeralda y su pecho de nuevo comenzó a subir y bajar con rapidez, como si se estuviera recuperando de hacer un ejercicio o algo que le hubiera costado un esfuerzo.
Parecía cosa de magia, no sabía cómo podía hacerlo, pero al parecer era experta en camuflarse perfectamente… tanto, que ni aquel vampiro había podido saber que realmente la única presa que había en la habitación era él. Parecía de nuevo humana, atrás quedaba aquella palidez típica de los vampiros, los ojos color carmesí que había mostrado cuando estábamos en la habitación… su respiración, sus ojos, el rubor de sus mejillas, su tono de piel, todo absolutamente todo te hacía pensar que era humana. Me pregunté cómo es que podía hacer y ciertamente tenía que ser por la sangre de vampiro, sino, ¿por qué no había bebido de mí?
Y eso es lo que le había preguntado, temía correr la misma suerte que había corrido aquel vampiro salvo que yo, por desgracia, sabría cuál sería mí final. ¿Iba a jugar con mí cuerpo y luego iba a morderme para saciar su sed? No lo tenía del tono claro, acababa de alimentarse y parecía más humana que nunca… ¿qué narices pasaba? Sus primeras palabras me corroboraron que, efectivamente, podría matarme si quería. Más que eso, podía hacerme que ni siquiera me acordara de lo que había pasado aquella noche como si nunca jamás hubiera sucedido… tampoco quería eso.
Se movió desde donde estaba y se acercó a mí cuerpo mientras yo solamente podía observarla, se quedó casi justo encima de mí y sus manos ahora calientes tras haber bebido del vampiro se posicionaron sobre mí cuerpo y comenzaron a crear un sendero descendente hasta llegar justo al punto que más necesitado estaba. Sus dedos llegaron hasta mí sexo y no evité el gemido que escapó de mis labios al sentirlos moverlos sobre aquella zona. Su rostro quedó cerca del mío y me susurró aquel no, besando mí mejilla, mientras más palabras salen de sus labios entre jadeos y gemidos de los míos por lo que sus dedos obraban en mí sexo.
No pude evitar mirarla con cierta extrañeza ante aquellas palabras, reconocía aquel sitio que me había nombrado porque era algo que siempre había tenido muy presente por mí madre, aunque solamente hubiera vivido cinco tiernos años en aquel país. Conocía sus historias contadas por mí madre que me sabía de memoria, el que dijera aquello me hizo prestarle toda la atención que podía y que, con su mano en mí sexo, me dejaba.
-¿Qué…? –su voz era un sensual y ronca y susurró como si estuviera metida en un leve trance, sus palabras me hicieron mirarla de forma fija a su rostro. Era cierto que había cierta similitud entre nosotras; nuestros rostros eran similares, nuestra piel tenía el mismo tono… no era extraño que fuéramos y tuviéramos la misma procedencia. ¿Significaba aquello, que también era Egipcia?- Eres… -gemí cerrando los ojos unos segundos, para volver a mirarla- Egipcia como yo, ¿verdad? –la pregunta había sobrado porque me lo había confirmado con sus palabras. Sus labios se quedaron sobre los míos y dieron un suave tirón a ellos. No quise quedarme quieta conforme estaba, sus dedos en mí sexo estaban haciendo que mis caderas se arquearan buscando un mayor roce, por un camino que me iba a llevar hasta el mismísimo orgasmo.
Llevé una de mis manos a su pelo suelto que caía sobre nosotras como un manto negro por estar suelto, me atreví ya que estábamos en esa tesitura a bajar una de mis manos por su pecho hasta acariciarlo con una de mis manos y, la mano que estaba en su pelo, la acerqué a mí rostro para juntar sus labios con los míos y acallarla. Sus palabras me habían dejado algo desconcertada en aquel momento y lo único en lo que podía pensar, o más bien sentir, era la reacción de mí cuerpo ante su toque. El calor y la tensión se iban extendiendo más y más por mí cuerpo de forma potente, mí cadera se movía y arqueaba al ritmo que sus dedos marcaban y los gemidos eran acallados únicamente por sus labios.
Cogí sus pechos con ambas manos y comencé a acariciarlos y a jugar con ellos, dejando leves pellizcos por los alrededores, hasta que cogí sus pezones con mis dedos y los apreté de forma leve para luego dar un leve tirón. El calor subía más y más por mí cuerpo al mismo tiempo que yo más y más me tensaba, sentía que el orgasmos se aproximaba a una velocidad vertiginosa que iba a hacerme estallar por completo, aliviando lo que el vampiro había dejado a medias. Tiré mí cabeza hacia atrás sin soltar al menos uno de sus pechos, mis piernas se tensaron en torno a la figura de Lakme, aferré su pelo con fuerza, cerré los ojos… y me dejé llevar por el intenso orgasmo que recorrió mí cuerpo de forma arrolladora, como lava líquida en mis venas, gimiendo ante el placer otorgado y con la respiración estancada en mí garganta.
Las olas del placer se mecieron por mí cuerpo y mis músculos comenzaron a destensarse uno a uno, me mordí el labio y la miré ahora con la tención más fija y centrad en ella y en sus palabras, intentando volver a tener la respiración normal que me estaba siendo algo complicada y con los resquicios del orgasmo sacudiendo mí cuerpo de forma leve. Acaricié su rostro con uno de mis dedos pensando que, ella, todavía no había obtenido nada de placer aquella noche cosa que me resultaba muy extraño.
-¿No vas a obtener placer esta noche? –mí sonrisa fue sensual y provocativa dándole a entender, entre líneas, que me encargaría de ello. Mí mano bajó hasta dejarla en su vientre- No me importaría otorgarte placer –la miré y volví al tema que habíamos dejado a medias- ¿Cómo sabes todo eso? Es imposible que alguien te lo haya dicho –hice una leve pausa y miré hacia otro lado unos segundos- No, no te equivocas –suspiré- El vampiro que ves… es mí padre –porque sí, hacía tiempo que sabía que mí padre me rondaba, había sido duro saberlo pero poco a poco conseguía hacerme a la idea- ¿Quién eres realmente, Lakme? Tú misterio cautiva mí curiosidad… -¿Estaba loca? ¿Por qué una inmortal como ella, debía de responder a una mortal como yo que podía cargarse fácilmente? Definitivamente, mí curiosidad no tenía límites.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Tanto cálido de sus dedos en la piel de la anciana, mientras "le petite mort" invadía todos sus sentidos nublandolos y a la vez transportándola a un éxtasis y descanso
-¿Quién dice que no lo obtuve? -Dijo relamiéndose aun los labios, como si aun se deleitase de la sangre que había ingerido, del orgasmo proporcionado por aquellas manos expertas. Su mano detuvo la de Naitiri. -Sé que no te importaría y si te lo pidiese, seguro que serías muy complaciente, pero hoy no.
Realmente hacía demasiado tiempo que su especie no la saciaba del todo, que necesitaba de otros placeres para sentir una pizca de vida. Debían de ser los milenios que poco a poco la estaban convirtiendo una especie de efigie que fingía respirar y disfrutar, o incluso sentir más que nunca.
-Se muchas cosas Natiri Zahir... -Dijo girándose a ella, colocándose boca abajo, y apoyando su mejilla en uno de sus brazos de modo felino. -Demasiado diría yo... -Aquello último lo susurro apenas, y sus ojos rodaron distraídos a un efímero pensamiento.
Ella era muy diferente a todos los inmortales que había conocido, antes de morir tenía un don que muchos ansiaban, no era la única en el mundo que había nacido con aquel don, pero seguramente era la único o de las pocas que habían resistido al cambio y conservado su don. No había conocido a nadie que fuese como ella, ligado al otro lado. Muchos había usado trucos complicados para invocarlos, ella los tenía desde que tenía memoria aferrados a la piel, antiguos, primitivos... Le daban el don de la visión, y mucho más.
-Egipcia, si como tu padre, Naeem, como tú. De la sangre antigua, hay pocos con linaje largo. Pero no soy del tiempo que tu padre, soy de esa época que ahora se empieza a idealizar e interesar a los mortales, con sus libros y cuentos sobre maldiciones, tumbas... -Hablaba tan calma, hacía tiempo que no nombraba su pasado. -Además de egipcia, soy demasiado anciana entre los mios, y muy distinta a ellos, digamos que nací con cierta peculiaridad. Sin quererlo, sé varias cosas de ti... Pero eso es otra historia.
-¿Quién dice que no lo obtuve? -Dijo relamiéndose aun los labios, como si aun se deleitase de la sangre que había ingerido, del orgasmo proporcionado por aquellas manos expertas. Su mano detuvo la de Naitiri. -Sé que no te importaría y si te lo pidiese, seguro que serías muy complaciente, pero hoy no.
Realmente hacía demasiado tiempo que su especie no la saciaba del todo, que necesitaba de otros placeres para sentir una pizca de vida. Debían de ser los milenios que poco a poco la estaban convirtiendo una especie de efigie que fingía respirar y disfrutar, o incluso sentir más que nunca.
-Se muchas cosas Natiri Zahir... -Dijo girándose a ella, colocándose boca abajo, y apoyando su mejilla en uno de sus brazos de modo felino. -Demasiado diría yo... -Aquello último lo susurro apenas, y sus ojos rodaron distraídos a un efímero pensamiento.
Ella era muy diferente a todos los inmortales que había conocido, antes de morir tenía un don que muchos ansiaban, no era la única en el mundo que había nacido con aquel don, pero seguramente era la único o de las pocas que habían resistido al cambio y conservado su don. No había conocido a nadie que fuese como ella, ligado al otro lado. Muchos había usado trucos complicados para invocarlos, ella los tenía desde que tenía memoria aferrados a la piel, antiguos, primitivos... Le daban el don de la visión, y mucho más.
-Egipcia, si como tu padre, Naeem, como tú. De la sangre antigua, hay pocos con linaje largo. Pero no soy del tiempo que tu padre, soy de esa época que ahora se empieza a idealizar e interesar a los mortales, con sus libros y cuentos sobre maldiciones, tumbas... -Hablaba tan calma, hacía tiempo que no nombraba su pasado. -Además de egipcia, soy demasiado anciana entre los mios, y muy distinta a ellos, digamos que nací con cierta peculiaridad. Sin quererlo, sé varias cosas de ti... Pero eso es otra historia.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Aquella vampiro había montado todo aquello para conseguir un fin que jamás habría esperado de ninguna de las formas; había llevado a otro de los suyos y había dejado que este jugara conmigo como quisiera él, mientras ella como la buena felina que era acechaba entre las sombras sin ser realmente vista, como si todo lo que estuviera haciendo no fuera realmente lo que se iba a hacer y… de la nada, cambiaba la jugada y todo se desvanecía, como si todo fuera movido por ella entre las sombras. Aquel vampiro que pensó que yo iba a ser su cena, después de divertirse conmigo, acabó siendo la cena de aquella vampira que luego como si aquello no hubiera pasado… había hecho que alcanzara el orgasmo, como si ella misma se deleitara con ello sin necesidad de que la tocaran.
Y prueba de ello es que había apartado, de forma sutil, la mano que había dejado en su vientre y se había tumbado de perfil sobre la cama cuan larga era, como si estuviera descansando de haber hecho tales actos… como si le hubiera costado realmente algún esfuerzo. La imagen que se presentaba ante mí era una imagen un tanto extraña; una vampiro que parecía una humana, con un color de piel totalmente atípico para cualquier vampiro que era uno mucho más pálido, con las mejillas teñidas y su respiración subiendo y bajando como si realmente necesitara el aire para vivir… era algo que jamás contemplaría en mí vida.
Pero lo que más llamaba mi atención y lo que más perpleja me había dejado… era que supiera quién era mí padre. Ya no el hecho de que fuera un vampiro, sino su nombre y su procedencia. Aquella mujer, sin tan sólo decirle yo nada, había dicho quién era mí padre nombrando su nombre. El mío lo había sabido desde el principio y me pregunté si, eso que ahora veía en mí, era lo que había hecho decantarse en un principio cuando estábamos bajo. Me coloqué mejor sobre la cama quedando de lado y medio recostada contra el cabecero de la cama mientras la observaba a ella… parecía que estuviera algo “cansada”, ese susurro que apenas había podido oír pareciera que fuera como un pesar para ella. ¿Cuántos años tendría realmente?
Decía que era de un linaje más antiguo, de uno mucho más del que procedíamos mí padre y yo y eso hizo que la mirara con los ojos abiertos y mí curiosidad sobre ella creciera. La incertidumbre del principio que había sentido cuando nos quedamos las dos solas al pensar que también podría matarme quedó relegada al olvido… no cuando estaba tumbada tan desprotegida delante de mí, relajada y tranquila, como si supiera que no iba a hacerle daño y no fuera una amenaza para ella. Sus siguientes palabras hicieron que me acercara un poco más a ella.
-¿Dices… que estuviste presente hace más de cuatro mil años, cuando vivían aquellos dioses? -¿Lo estaba diciendo en serio? Es más, ¿por qué debía de mentirme? No ganaba nada con ello y un vampiro podía vivir mucho tiempo. Además, había adivinado sin decirle nada cómo se llamaba mí padre y que era un vampiro, podría haber vivido en la época dorada de los Dioses, esa que ahora muchos se interesaban por descubrir- ¿Qué más cosas es las que sabes de mí? ¿Cómo puedes saberlo? –era fascinante, ¿cómo lo haría, realmente? Me quedé observándola durante unos segundos cuan larga era su figura, cierto que tenía el porte de los antiguos, de aquellos que solo se conocía por lo que habían encontrado- ¿Sabes? Mí madre fue una gran egiptóloga que dedicó mucho tiempo al estudio de las pirámides y los secretos que entrañaban, algo que me inculcó desde que era pequeña –mí vista se perdió por unos segundos, el tono de melancolía impregnó mí voz y me perdí en su recuerdo por unos segundos, pero luego volví mí vista a ella- Pero supongo que, quizás, también sabrías eso ¿no? –Si había adivinado más cosas y eso también podría hacerlo- Cuéntame, ¿es cierto todo lo que se cuenta? ¿Hay más… vampiros como tú? –me interesaba, y mucho, mí curiosidad crecía por momentos y quería saber todo lo que ella quisiera contarme.
Y prueba de ello es que había apartado, de forma sutil, la mano que había dejado en su vientre y se había tumbado de perfil sobre la cama cuan larga era, como si estuviera descansando de haber hecho tales actos… como si le hubiera costado realmente algún esfuerzo. La imagen que se presentaba ante mí era una imagen un tanto extraña; una vampiro que parecía una humana, con un color de piel totalmente atípico para cualquier vampiro que era uno mucho más pálido, con las mejillas teñidas y su respiración subiendo y bajando como si realmente necesitara el aire para vivir… era algo que jamás contemplaría en mí vida.
Pero lo que más llamaba mi atención y lo que más perpleja me había dejado… era que supiera quién era mí padre. Ya no el hecho de que fuera un vampiro, sino su nombre y su procedencia. Aquella mujer, sin tan sólo decirle yo nada, había dicho quién era mí padre nombrando su nombre. El mío lo había sabido desde el principio y me pregunté si, eso que ahora veía en mí, era lo que había hecho decantarse en un principio cuando estábamos bajo. Me coloqué mejor sobre la cama quedando de lado y medio recostada contra el cabecero de la cama mientras la observaba a ella… parecía que estuviera algo “cansada”, ese susurro que apenas había podido oír pareciera que fuera como un pesar para ella. ¿Cuántos años tendría realmente?
Decía que era de un linaje más antiguo, de uno mucho más del que procedíamos mí padre y yo y eso hizo que la mirara con los ojos abiertos y mí curiosidad sobre ella creciera. La incertidumbre del principio que había sentido cuando nos quedamos las dos solas al pensar que también podría matarme quedó relegada al olvido… no cuando estaba tumbada tan desprotegida delante de mí, relajada y tranquila, como si supiera que no iba a hacerle daño y no fuera una amenaza para ella. Sus siguientes palabras hicieron que me acercara un poco más a ella.
-¿Dices… que estuviste presente hace más de cuatro mil años, cuando vivían aquellos dioses? -¿Lo estaba diciendo en serio? Es más, ¿por qué debía de mentirme? No ganaba nada con ello y un vampiro podía vivir mucho tiempo. Además, había adivinado sin decirle nada cómo se llamaba mí padre y que era un vampiro, podría haber vivido en la época dorada de los Dioses, esa que ahora muchos se interesaban por descubrir- ¿Qué más cosas es las que sabes de mí? ¿Cómo puedes saberlo? –era fascinante, ¿cómo lo haría, realmente? Me quedé observándola durante unos segundos cuan larga era su figura, cierto que tenía el porte de los antiguos, de aquellos que solo se conocía por lo que habían encontrado- ¿Sabes? Mí madre fue una gran egiptóloga que dedicó mucho tiempo al estudio de las pirámides y los secretos que entrañaban, algo que me inculcó desde que era pequeña –mí vista se perdió por unos segundos, el tono de melancolía impregnó mí voz y me perdí en su recuerdo por unos segundos, pero luego volví mí vista a ella- Pero supongo que, quizás, también sabrías eso ¿no? –Si había adivinado más cosas y eso también podría hacerlo- Cuéntame, ¿es cierto todo lo que se cuenta? ¿Hay más… vampiros como tú? –me interesaba, y mucho, mí curiosidad crecía por momentos y quería saber todo lo que ella quisiera contarme.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Extremidades que se estiraban aquel desnudo cuerpo con felino movimiento, un bostezo que se hizo innecesario. Cada uno de sus movimientos era una delicia cuando dejaba de fingir una condición humana que ya no poseía.
-No lo digo lo afirmo. -Su cuerpo de deslizo lejos de ella y fuera de la cama, pies que esquivaron la presencia del cadáver en el suelo, ahora la piel de aquel hombre había tomado un cierto tono azulado. Venas secas de la magia sobrenatural de la sangre ingerida, sería fácil de deshacerse de su cuerpo, cuando amaneciera lo expondría a la luz del sol y este se convertiría en mera ceniza. –Simplemente sé cosas sobre ti, no me pidas una explicación es algo un tanto “complejo”, llámalo don o intuición. Se supone que cuando nos convertimos en vampiros todo don sobrenatural que hayamos tenido antes se destruye, en mi caso se intensifico… Puedo ver “cosas” que otros no ven.
Pasos que le llevaron a la sala del al lado. Había pagado por la habitación más cara del burdel donde incluía un baño al estilo y temática clásicos.
El sonido del grifo anunció su apetencia de darse un buen baño, le encantaba el agua cálida en el contraste de lo que solía ser una piel helada.
-Madre… -Afirmó, su rostro y cabellos que caían se asomaron desde el baño, por un segundo aquellas negras pestañas cubrieron el brillo astuto de la esmeralda, una intuición que vibraba bajo su lengua. - ¿Era? -Solo dijo apoyando su delgado cuerpo en el quicio de la puerta para mirar a la bella Naitiri. -Cuando yo nací las pirámides llevaban demasiados años creadas, pero seguíamos adorando a los mismos dioses y teniendo las mismas costumbres.
>>Y ahora pocos como yo, los ancianos suelen inmolarse, no soportan los siglos.
Se acercó a la cama y tendió su mano a Naitiri para que la siguiera. Sus labios se curvaron en una sonrisa que invitaba al deleite.
-Y no… no sabía que tu madre era egiptóloga, eso no me lo han “dicho”. -Cuando se refería a se lo había dicho, era a aquellos entes que tenía la manía de aferrarse a su piel desde hacía demasiado tiempo, con sus voces confusas, eran hacedores de favores, pero a veces también de torturas. -Solo sé que tu madre no es un “era”, es un “es” presente. -Afirmó como si nada, queriéndole decir que podía intuir que su ascendencia seguía caminando por el mundo de los vivos, y tal vez no muy lejos. -Si te pidiese que me ayudases a asearme, ¿lo harías?
-No lo digo lo afirmo. -Su cuerpo de deslizo lejos de ella y fuera de la cama, pies que esquivaron la presencia del cadáver en el suelo, ahora la piel de aquel hombre había tomado un cierto tono azulado. Venas secas de la magia sobrenatural de la sangre ingerida, sería fácil de deshacerse de su cuerpo, cuando amaneciera lo expondría a la luz del sol y este se convertiría en mera ceniza. –Simplemente sé cosas sobre ti, no me pidas una explicación es algo un tanto “complejo”, llámalo don o intuición. Se supone que cuando nos convertimos en vampiros todo don sobrenatural que hayamos tenido antes se destruye, en mi caso se intensifico… Puedo ver “cosas” que otros no ven.
Pasos que le llevaron a la sala del al lado. Había pagado por la habitación más cara del burdel donde incluía un baño al estilo y temática clásicos.
El sonido del grifo anunció su apetencia de darse un buen baño, le encantaba el agua cálida en el contraste de lo que solía ser una piel helada.
-Madre… -Afirmó, su rostro y cabellos que caían se asomaron desde el baño, por un segundo aquellas negras pestañas cubrieron el brillo astuto de la esmeralda, una intuición que vibraba bajo su lengua. - ¿Era? -Solo dijo apoyando su delgado cuerpo en el quicio de la puerta para mirar a la bella Naitiri. -Cuando yo nací las pirámides llevaban demasiados años creadas, pero seguíamos adorando a los mismos dioses y teniendo las mismas costumbres.
>>Y ahora pocos como yo, los ancianos suelen inmolarse, no soportan los siglos.
Se acercó a la cama y tendió su mano a Naitiri para que la siguiera. Sus labios se curvaron en una sonrisa que invitaba al deleite.
-Y no… no sabía que tu madre era egiptóloga, eso no me lo han “dicho”. -Cuando se refería a se lo había dicho, era a aquellos entes que tenía la manía de aferrarse a su piel desde hacía demasiado tiempo, con sus voces confusas, eran hacedores de favores, pero a veces también de torturas. -Solo sé que tu madre no es un “era”, es un “es” presente. -Afirmó como si nada, queriéndole decir que podía intuir que su ascendencia seguía caminando por el mundo de los vivos, y tal vez no muy lejos. -Si te pidiese que me ayudases a asearme, ¿lo harías?
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Resultaba extraño ver comportarse así a un vampiro, ver que hacía gestos y movimientos típicos que un humano tenía cuando sabía perfectamente que quizás aquel bostezo fuera algo fingido, algo que debía de hacer para que pensaran que era una humana más vagando por el mundo y no el peligroso ser que podía acabar con sus vidas sin ningún tipo de esfuerzo. Seguramente todos aquellos movimientos los hacía de forma mecánica, ni siquiera los pensaba realmente… como el hecho de que su pecho subiera y bajara como si necesitase el mismísimo aire para vivir, como si fuera una humana. Y es que, el color que desprendía su piel, incluso hasta esas mejillas sonrosadas daban la viva imagen de un ser vivo, de una mujer como cualquier otra que vivía en el mundo.
Y cuán lejos y equivocados podían estar aquellos que lo pensaran, ni siquiera aquel vampiro que desde hacía un rato yacía en el suelo había podido escabullir a su muerte, había sido la cena desde un primer momento y ni siquiera él con su condición había podido cambiar nada. Lakme era, en todos los sentidos, la mayor rareza que había encontrado a lo largo de mí vida. Cierto que hacía poco que había conocido el mundo de los seres sobrenaturales, cierto que aún me quedaba mucho más por conocer y por ver pero ella… ella era diferente a cualquiera de los demás. Ella se empeñaba en todos los sentidos en parecer humana, ella pasaba por humana sin ningún tipo de problema y la curiosidad que me despertaba crecía cada vez con más fuerza, a cada palabra que daba.
Contemplarla moverse sobre el lugar era algo sumamente hipnótico, su cuerpo denudo parecía danzar por la habitación cada vez que se movía, se alejó de la cama y se quedó parada mirando a aquel vampiro. Sus palabras lejos de disipar cualquier atisbo de duda lo que hacían eran sumar más preguntas para las que no hallaba respuesta, incógnitas que solo ella podría descifrar y realmente denotaba lo antigua que era. A mí modo de comprender lo que estaba diciendo parecía que estuviera hablando en forma de enigmas y acertijos, como si quisiera decirme algo pero no me lo dijera en su totalidad, como si quisiera que con sus palabras tratara de averiguar lo que me estaba diciendo.
No me decía nada en claro y cuando dijo aquellas palabras mis ojos subieron a su figura que estaba parada en mitad de la habitación, y la miré con los ojos abiertos por lo que me acababa de confesar. ¿Me estaba diciendo que…? Recapitulé las palabras en mí mente, volví a repetir un par de veces aquella frase que ella había soltado como quien decía que estaba oscureciendo. Y sí, había entendido lo que me había dicho y no podía haber margen de duda… aquella mujer me suscitaba más interés conforme hablaba, quería hacerle miles de preguntas que rondaban por mí mente.
-¿Me estás diciendo, que en otra vida, fuiste una sacerdotisa de un oráculo y que al convertirte tú poder se amplificó? –pregunté incorporándome en la cama, sentándome para observarla mejor sin querer reparar en el vampiro que yacía muerto al pie de esta y que ella ahora contemplaba. Era la única solución que podía darle para aquello que me había dicho, había oído hablar de los Oráculos por mí madre cuando era pequeña, me había contado lo que eran al igual que me había dicho aquel Oráculo famoso que había en el oasis de Siwa, donde incluso hasta Alejandro Magno había acudido para consultar su ascendencia divina. Podría ser una de las razones por las que sabía de mí padre, cómo se llamaba, y que además era un vampiro.
Aún con la sorpresa que aquello representaba Lakme continuaba y ascendía aún más en la curiosidad que me presentaba, sus pasos se alejaron hasta que se perdió en el baño y pude oír el grifo del agua abierto, seguramente, estuviera llenando la bañera que había en aquella estancia. Mí mirada estaba fija en donde ella se había perdido y no tenía muchas dudas sobre lo que le había dicho, o eso o que era una vidente pero sabiendo de donde procedía… ¿Aquello era realmente posible? Al parecer sí, lo era, porque la tenía delante de mí y había sabido cosas que ni siquiera habían estado en mi pensamiento. Mí vista se fijó en ella cuando se asomó por la puerta y dijo aquellas palabras, sus ojos estaban que ya habían perdido aquel brillo carmesí y que ahora volvían a ser verdes se fijaron en los míos color miel.
-Me gustaría haber podido ver… ese mundo, al igual que mí madre llevo en las venas algo que tira hacia mí hacia aquel lugar, a descubrir sus secretos, sus misterios, a maravillarme con sus creaciones… -la miré de forma fija acomodándome sobre la cama, pero sin tumbarme en ella dudando sobre si decir aquello o no…- Dices que eres antigua y te creo –no había forma de rebatir aquello- ¿Podrías contarme aquello que viviste? Esa época, cómo eran las cosas, ¿viviste en la época bajo un reinado de alguno de los Reyes más conocidos? –todo era preguntas sobre aquello, porque nadie mejor que ella para hablarme de un mundo que había “muerto” hacía miles de años, nadie mejor que alguien que había vivido aquello y que todavía seguía para contarlo aunque fuera en condición de vampira. Volvió a acercarse de nuevo a mí y me tendió una mano con esa sonrisa, esa que te provocaba y te conducían a donde ella quisiera llevarte. Las palabras que salieron de sus labios, fueron un choque para mí.
Que dijera que mí madre no era, sino “es” fue algo que me hizo mirarla con dudas. Un tema realmente espinoso para mí pues sabía de buena mano que mi madre no estaba viva, mí padre lo había confirmado y había hecho mucho más que confirmarme aquello… me había dicho por qué sabía que mí madre estaba muerta. Saber aquello fue algo de lo que no me había recuperado todavía y que ella, precisamente ella, me dijera que no estaba muerta… ¿cómo podía ser?
-¿Qué has dicho? –pregunté levemente sintiendo una opresión en mí pecho. ¿Estaba viva? No, no podía ser… mí padre me había dicho que él mismo la había matado cuando fue transformado en vampiro- Mí madre no puede estar viva… no… -me mordí el labio con fuerza, no queriendo hacerme ilusiones para que estas me las destrozaran con fuerza y me dejaran peor de lo que ya estaba. Algo en mí pecho estalló y quiso aferrarse a lo que Lakme me estaba diciendo, mientras que yo no quería creerla… no quería volver a sufrir al saber que estaba muerta, como me había dicho mi padre- Mí madre… mí madre murió hace muchos años, el mismo que la mató me lo dijo –cogí su mano no queriendo pensar en aquello, pero mirándola ante la esperanza de que me diera algún dato, cualquier cosa, que me hiciera creer en sus palabras. Sonreí de lado por lo último que dijo y me levanté de la cama pasando aquel vampiro al que no quise mirar- Has pagado por mí, Lakme, cualquier cosa que me pidas será concedida. Vamos, ven –tiré suavemente de ella todavía con mí cabeza puesta en lo que me había dicho en la que miles de cosas rondaban mí mente acerca de mí madre y sus palabras. Cerré el grifo cuando el agua estuvo al nivel adecuado y cogí un bote de sales aromáticas que esparcí por el agua, preparé una banqueta donde dejé un par de toallas para secarla más tarde y un albornoz para cubrir su cuerpo cuando saliera. Cogí una esponja así como jabón y las dejé en el borde de la bañera, quedándome yo de pie al lado- Métete dentro, por favor –pedí de forma suave con una sonrisa. Era la primera vez que alguien me pedía que lo bañara, quizás así mí mente se despejara un poco y sentía que yo también necesitaba un baño para aclarar mis ideas.
Y cuán lejos y equivocados podían estar aquellos que lo pensaran, ni siquiera aquel vampiro que desde hacía un rato yacía en el suelo había podido escabullir a su muerte, había sido la cena desde un primer momento y ni siquiera él con su condición había podido cambiar nada. Lakme era, en todos los sentidos, la mayor rareza que había encontrado a lo largo de mí vida. Cierto que hacía poco que había conocido el mundo de los seres sobrenaturales, cierto que aún me quedaba mucho más por conocer y por ver pero ella… ella era diferente a cualquiera de los demás. Ella se empeñaba en todos los sentidos en parecer humana, ella pasaba por humana sin ningún tipo de problema y la curiosidad que me despertaba crecía cada vez con más fuerza, a cada palabra que daba.
Contemplarla moverse sobre el lugar era algo sumamente hipnótico, su cuerpo denudo parecía danzar por la habitación cada vez que se movía, se alejó de la cama y se quedó parada mirando a aquel vampiro. Sus palabras lejos de disipar cualquier atisbo de duda lo que hacían eran sumar más preguntas para las que no hallaba respuesta, incógnitas que solo ella podría descifrar y realmente denotaba lo antigua que era. A mí modo de comprender lo que estaba diciendo parecía que estuviera hablando en forma de enigmas y acertijos, como si quisiera decirme algo pero no me lo dijera en su totalidad, como si quisiera que con sus palabras tratara de averiguar lo que me estaba diciendo.
No me decía nada en claro y cuando dijo aquellas palabras mis ojos subieron a su figura que estaba parada en mitad de la habitación, y la miré con los ojos abiertos por lo que me acababa de confesar. ¿Me estaba diciendo que…? Recapitulé las palabras en mí mente, volví a repetir un par de veces aquella frase que ella había soltado como quien decía que estaba oscureciendo. Y sí, había entendido lo que me había dicho y no podía haber margen de duda… aquella mujer me suscitaba más interés conforme hablaba, quería hacerle miles de preguntas que rondaban por mí mente.
-¿Me estás diciendo, que en otra vida, fuiste una sacerdotisa de un oráculo y que al convertirte tú poder se amplificó? –pregunté incorporándome en la cama, sentándome para observarla mejor sin querer reparar en el vampiro que yacía muerto al pie de esta y que ella ahora contemplaba. Era la única solución que podía darle para aquello que me había dicho, había oído hablar de los Oráculos por mí madre cuando era pequeña, me había contado lo que eran al igual que me había dicho aquel Oráculo famoso que había en el oasis de Siwa, donde incluso hasta Alejandro Magno había acudido para consultar su ascendencia divina. Podría ser una de las razones por las que sabía de mí padre, cómo se llamaba, y que además era un vampiro.
Aún con la sorpresa que aquello representaba Lakme continuaba y ascendía aún más en la curiosidad que me presentaba, sus pasos se alejaron hasta que se perdió en el baño y pude oír el grifo del agua abierto, seguramente, estuviera llenando la bañera que había en aquella estancia. Mí mirada estaba fija en donde ella se había perdido y no tenía muchas dudas sobre lo que le había dicho, o eso o que era una vidente pero sabiendo de donde procedía… ¿Aquello era realmente posible? Al parecer sí, lo era, porque la tenía delante de mí y había sabido cosas que ni siquiera habían estado en mi pensamiento. Mí vista se fijó en ella cuando se asomó por la puerta y dijo aquellas palabras, sus ojos estaban que ya habían perdido aquel brillo carmesí y que ahora volvían a ser verdes se fijaron en los míos color miel.
-Me gustaría haber podido ver… ese mundo, al igual que mí madre llevo en las venas algo que tira hacia mí hacia aquel lugar, a descubrir sus secretos, sus misterios, a maravillarme con sus creaciones… -la miré de forma fija acomodándome sobre la cama, pero sin tumbarme en ella dudando sobre si decir aquello o no…- Dices que eres antigua y te creo –no había forma de rebatir aquello- ¿Podrías contarme aquello que viviste? Esa época, cómo eran las cosas, ¿viviste en la época bajo un reinado de alguno de los Reyes más conocidos? –todo era preguntas sobre aquello, porque nadie mejor que ella para hablarme de un mundo que había “muerto” hacía miles de años, nadie mejor que alguien que había vivido aquello y que todavía seguía para contarlo aunque fuera en condición de vampira. Volvió a acercarse de nuevo a mí y me tendió una mano con esa sonrisa, esa que te provocaba y te conducían a donde ella quisiera llevarte. Las palabras que salieron de sus labios, fueron un choque para mí.
Que dijera que mí madre no era, sino “es” fue algo que me hizo mirarla con dudas. Un tema realmente espinoso para mí pues sabía de buena mano que mi madre no estaba viva, mí padre lo había confirmado y había hecho mucho más que confirmarme aquello… me había dicho por qué sabía que mí madre estaba muerta. Saber aquello fue algo de lo que no me había recuperado todavía y que ella, precisamente ella, me dijera que no estaba muerta… ¿cómo podía ser?
-¿Qué has dicho? –pregunté levemente sintiendo una opresión en mí pecho. ¿Estaba viva? No, no podía ser… mí padre me había dicho que él mismo la había matado cuando fue transformado en vampiro- Mí madre no puede estar viva… no… -me mordí el labio con fuerza, no queriendo hacerme ilusiones para que estas me las destrozaran con fuerza y me dejaran peor de lo que ya estaba. Algo en mí pecho estalló y quiso aferrarse a lo que Lakme me estaba diciendo, mientras que yo no quería creerla… no quería volver a sufrir al saber que estaba muerta, como me había dicho mi padre- Mí madre… mí madre murió hace muchos años, el mismo que la mató me lo dijo –cogí su mano no queriendo pensar en aquello, pero mirándola ante la esperanza de que me diera algún dato, cualquier cosa, que me hiciera creer en sus palabras. Sonreí de lado por lo último que dijo y me levanté de la cama pasando aquel vampiro al que no quise mirar- Has pagado por mí, Lakme, cualquier cosa que me pidas será concedida. Vamos, ven –tiré suavemente de ella todavía con mí cabeza puesta en lo que me había dicho en la que miles de cosas rondaban mí mente acerca de mí madre y sus palabras. Cerré el grifo cuando el agua estuvo al nivel adecuado y cogí un bote de sales aromáticas que esparcí por el agua, preparé una banqueta donde dejé un par de toallas para secarla más tarde y un albornoz para cubrir su cuerpo cuando saliera. Cogí una esponja así como jabón y las dejé en el borde de la bañera, quedándome yo de pie al lado- Métete dentro, por favor –pedí de forma suave con una sonrisa. Era la primera vez que alguien me pedía que lo bañara, quizás así mí mente se despejara un poco y sentía que yo también necesitaba un baño para aclarar mis ideas.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Mientras cerraba el grifo no pudo evitar esbozar una sonrisa. Escuchar a aquella preciosa criatura de curiosidad insaciable le recordaba a ella misma en años de juventud y sobre todo humanidad.
Esa fascinación por tiempos lejanos, reflejada en una descendiente de lo que fue su grandioso pueblo, y luego aquel misterio que ni ella misma era capaz de entramar.
-No es que “pueda”, “lo está”; estoy segura… Pero su condición no es como la de antes, es… Distinta. -Su intuición, aquel poder que los “entes” le proporcionaba le permitía ver en otro más allá de todo, y ella veía aquel pequeño misterio.
Lakme obedeció introduciendo su cuerpo en la bañera, era un bálsamo para si piel aquel calor reconfortante que las aguas le ofrecía.
Ella estaba en lo cierto, había pagado por ella y podía hacer lo que quisiera con ella, poco acostumbra a pagar, ya que ella tomaba lo que quería a la fuerza simplemente.
- ¿Por qué perderte lo que yo vi, si puedes verlo con tus propios ojos? -En cuanto ella se introdujo en la bañera compartida, uso su poder para manipular la mente de los humanos y le introdujo un recuerdo de lugar, una “ilusión” que convertía aquel baño en el templo que ella habitaba en Dendera en adoración a la diosa.
Por un instante la miró sumergirse en el agua, era digna de admirar a pesar de que fuese humana, tenía esa belleza de otros tiempos, era como ver la efigie de una diosa tallada en madera. Afortunado el hombre o mujer que cayese en esos brazos definitivamente. Por un momento pudo sentir un resquicio de envía, ella había sido como Naitiri en otros tiempos, había sido como una diosa del amor. Había estado viva, había sido humana, habría dado cualquier cosa por volver a ser humana. Condición robada sin piedad o permiso, por un destino que poco a poco se revelaba.
-Nací en tiempos de cambio, difíciles y transición… Un viejo dios dio paso a otro, faraón lo llamabais ahora, aunque ese término no lo usábamos para nada. El nuevo Faraón quiso romper con las viejas tradiciones y dioses, porque decía ser visionario de uno único. Y eso no le gusto al pueblo. -Por un momento pauso, y pensativa intento regresar a esos tiempos. -Antes de llegar al templo, viví en otros antes… Nací con un raro don, que tras cambiar mi condición se intensifico en vez de morir con el poder de la inmortalidad, por eso puedo ver cosas, por eso estoy segura que tu madre está viva.
>>Después de pasar por distintos templos terminé en el de Hathor… Allí aprendí las artes de la música, el baile, y… el amor. -Le sonrió, eran reflejos sin quererlo de una misma ocupación, aunque su caso el sexo era un acto sagrado y ella podía elegir relativamente con quien consagrarlo.
Sin darse cuenta obligó a Naitiri a girar su cuerpo, y tomando el jabón empezó a bañar a la prostituta con aire dulce, calmo y entretenido. Piel envidiable que sus dedos recorrían.
-Faraón cambio todo, y vinieron los días del hambre... Algunos nobles nos ayudaron a seguir, a cambio de continuar con nuestras celebraciones. -En su visión ilusoria, mujeres con cabello rapados juntaban su cuerpo con aceites estirando sus cuerpos, preparándolo de perfumenes, pelucas; para danzar frente al sol abrazador desnudas, simplemente cubriendo sus cinturas con un faldellín y junto al sonido de la música. -Todo a cambio de su diversión como era lógico… Hasta que… -Ahí se silenció, aquel recuerdo que le llevo a aquel estado, aquella inmortalidad. Pronto cambio de tema. -¿Qué sabes de tu pueblo, qué te enseño tu madre?
Esa fascinación por tiempos lejanos, reflejada en una descendiente de lo que fue su grandioso pueblo, y luego aquel misterio que ni ella misma era capaz de entramar.
-No es que “pueda”, “lo está”; estoy segura… Pero su condición no es como la de antes, es… Distinta. -Su intuición, aquel poder que los “entes” le proporcionaba le permitía ver en otro más allá de todo, y ella veía aquel pequeño misterio.
Lakme obedeció introduciendo su cuerpo en la bañera, era un bálsamo para si piel aquel calor reconfortante que las aguas le ofrecía.
Ella estaba en lo cierto, había pagado por ella y podía hacer lo que quisiera con ella, poco acostumbra a pagar, ya que ella tomaba lo que quería a la fuerza simplemente.
- ¿Por qué perderte lo que yo vi, si puedes verlo con tus propios ojos? -En cuanto ella se introdujo en la bañera compartida, uso su poder para manipular la mente de los humanos y le introdujo un recuerdo de lugar, una “ilusión” que convertía aquel baño en el templo que ella habitaba en Dendera en adoración a la diosa.
Por un instante la miró sumergirse en el agua, era digna de admirar a pesar de que fuese humana, tenía esa belleza de otros tiempos, era como ver la efigie de una diosa tallada en madera. Afortunado el hombre o mujer que cayese en esos brazos definitivamente. Por un momento pudo sentir un resquicio de envía, ella había sido como Naitiri en otros tiempos, había sido como una diosa del amor. Había estado viva, había sido humana, habría dado cualquier cosa por volver a ser humana. Condición robada sin piedad o permiso, por un destino que poco a poco se revelaba.
-Nací en tiempos de cambio, difíciles y transición… Un viejo dios dio paso a otro, faraón lo llamabais ahora, aunque ese término no lo usábamos para nada. El nuevo Faraón quiso romper con las viejas tradiciones y dioses, porque decía ser visionario de uno único. Y eso no le gusto al pueblo. -Por un momento pauso, y pensativa intento regresar a esos tiempos. -Antes de llegar al templo, viví en otros antes… Nací con un raro don, que tras cambiar mi condición se intensifico en vez de morir con el poder de la inmortalidad, por eso puedo ver cosas, por eso estoy segura que tu madre está viva.
>>Después de pasar por distintos templos terminé en el de Hathor… Allí aprendí las artes de la música, el baile, y… el amor. -Le sonrió, eran reflejos sin quererlo de una misma ocupación, aunque su caso el sexo era un acto sagrado y ella podía elegir relativamente con quien consagrarlo.
Sin darse cuenta obligó a Naitiri a girar su cuerpo, y tomando el jabón empezó a bañar a la prostituta con aire dulce, calmo y entretenido. Piel envidiable que sus dedos recorrían.
-Faraón cambio todo, y vinieron los días del hambre... Algunos nobles nos ayudaron a seguir, a cambio de continuar con nuestras celebraciones. -En su visión ilusoria, mujeres con cabello rapados juntaban su cuerpo con aceites estirando sus cuerpos, preparándolo de perfumenes, pelucas; para danzar frente al sol abrazador desnudas, simplemente cubriendo sus cinturas con un faldellín y junto al sonido de la música. -Todo a cambio de su diversión como era lógico… Hasta que… -Ahí se silenció, aquel recuerdo que le llevo a aquel estado, aquella inmortalidad. Pronto cambio de tema. -¿Qué sabes de tu pueblo, qué te enseño tu madre?
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
No quería seguir pensando en lo que ella me había dicho sobre mí madre, mí padre me había dicho una terrible y horrible verdad sobre ella, sabía que estaba muerta pero saber que había sido él precisamente quien la había matado… me había terminado de destrozar por completo. Muchos años albergué la idea de que pudieran estar vivos, y si lo estaban, lo único que deseaba era que fueran felices allá donde estuvieran. Tuve muchas dudas sobre si ir a buscarlos o no, pero el hecho de saber la verdad era lo que me frenaba por si no los encontraba con vida… por eso no los busqué, por eso preferí quedarme con el recuerdo de lo que habían sido para mí, queriéndoles con todo mí corazón, y rezando porque estuvieran bien allá donde se encontraran.
Saber que ella pudiera saber algo más de mí madre, con esa certeza que desprendía su voz, saber que Lakme podía aportar más información era algo que me producía un escalofrío. Había sido duro saber la verdad por mí padre, como para ahora que ella me dijera que realmente no estaba muerta… entonces, ¿qué habría pasado con ella? Quería no creerla, algo dentro de mí me decía que no escuchara sus palabras, una voz en mí interior me dijo que no preguntara por ello, pero si mi madre estaba viva… tenía que saberlo. La necesitaba, ahora más que nunca, necesitaba sentir un abrazo de ella, esa comprensión que sólo una madre entendía y tenía para con su hija… quería verla de nuevo, igual que había querido y deseado ver a mí padre.
El recuerdo de él fue algo que me entristeció por la forma en la que había acabado todo, me había marchado de su casa diciéndole que no quería volver a verlo en mí vida siendo lo único de mí familia que me quedaba… había sido duro, decirle aquello en aquel momento, llamarlo monstruo por matar a mí madre… pero el dolor había sido más fuerte que yo en ese momento y las palabras salieron de mis labios antes incluso pudiera llegar a pensar en lo que estaba diciendo realmente. Suspiré parada al lado de la bañera y la voz de Lakme fue lo que me sacó de mis pensamientos. Levanté mí vista hacia ella y escuché sus palabras.
Ella me afirmaba que mí madre estaba viva pero no en la misma condición, eso quería decir… ¿Qué era también vampira? Demasiada información de golpe como para asimilarla del todo. Distinta era la palabra que había empleado, la cuestión era, ¿distinta en qué? Le dije que se metiera en la bañera y observé como su cuerpo se movía y se introducía en el agua que estaba caliente, esperando que entrara del todo para comenzar el baño. Me hizo un gesto para que entrara con ella y no me lo pensé dos veces, el calor del agua me aliviaría para despejar todo lo que cruzaba por mí mente. En cuanto ella habló… lo que había a nuestro alrededor cambió por completo.
Abrí la boca ante lo que podía ver en aquella habitación que ahora parecía muy diferente de cómo siempre había sido. Más lujosa de una manera diferente, con los toques de mí tierra, con los grabados en las paredes, las pinturas… todas aquellas joyas que portaban. Incluso la vista desde la ventana que había en el lugar había cambiado por completo, era como si de alguna manera me estuviera haciendo ver lo que ella veía cuando estaba en aquel templo… y era simplemente maravilloso, pero algo similar a como lo habría imaginado. La miré cuando aquello terminó y esperé a que me contestara la pregunta. Ella decía que había sido un tiempo difícil y de transición, el pasar por esos templos, el don que ya antes me había mencionado y por el cual sabía que mí madre estaba viva. Hathor, aquel nombre me sonaba muchísimo.
-Hathor, se lo oía a mí madre muchas veces, fue una divinidad cósmica, diosa nutricia, diosa del amor, de la alegría, la danza y las artes musicales ¿no es así? –le sonreí a la par que lo había hecho ella, sí, en ese aspecto del “amor” ambas nos parecíamos muchísimo… salvo que, en aquella época y para lo que ella representaba, ella tenía mucho más valor del que podría tener yo en aquel lugar. Parecidos pero, al mismo tiempo, diferentes en lo que respectaba a cada una. Antes de que pudiera empezar yo a lavarla, fue ella quien me giró y comenzó a pasar el jabón por mí cuerpo, a lo que enarqué una ceja ante aquello- Debería ser yo quien te lavara, Lakme –dije sintiendo cómo estaba iba desde mí cuello bajando por mí espalda, como si fuera una lenta caricia. Nuevas imágenes se sucedieron esta vez de algo muy diferente, contándome algo que no había oído de mí madre y por las que presté atención… me di cuenta de que era algo que ella también hacía, que fue algo que también hizo en aquella época.
En cuando paró de hablar y ya no hubo ninguna imagen… entendí, sin necesidad de que me dijera nada, lo que había pasado. Hasta que la convirtieron, seguramente. No quise preguntarle nada al respecto porque entendí que, si ella no me lo decía, sería porque era algo duro para ella que quizás no quisiera recordar. Una de mis manos fue hacia la que recorría mí cuerpo llenándolo de jabón y di un leve apretón, había veces, ciertos momentos pasados en la historia de alguien que no podían ser contados… y la entendía perfectamente, porque yo misma tenía algo que no podía sacar de mí interior y contarlo.
-Creo que soy demasiado afortunada de conocerte, Lakme. Jamás he conocido a un vampiro como tú que proceda del mismo lugar que yo y que, además, haya vivido todo aquello con lo que mí madre un día soñó en conocer, y con lo que yo ansío aprender –giré un poco mí rostro para verla, con una sonrisa- Gracias por mostrarme un pedacito de lo que fue aquello y compartirlo conmigo, siempre he querido estudiar todo lo que acontece a nuestro pueblo y si tú quisieras, me gustaría aprender de ti –volví mí vista al frente y suspiré ante aquella pregunta- Me enseñó muchas cosas, aunque no me acuerdo muy bien también me enseñó algo sobre la escritura… me contaba historias de los Dioses y los Faraones, siempre la veía estudiando alguna nueva cosa y recuerdo que acudía mucho a las pirámides, y que me llevaba con ella… -hice una pausa- tampoco me contaba mucho porque yo era muy pequeña, supongo que me contó lo que una niña podría saber y se centró más en cuentos y leyendas que en la propia realidad… pero siempre quería saber más y ella se reía por ello –me perdí en aquel recuerdo durante unos segundos, en los que el agua calentaba mí cuerpo y sus manos me enjabonaban cuando debería de ser yo quien lo hiciera.
Saber que ella pudiera saber algo más de mí madre, con esa certeza que desprendía su voz, saber que Lakme podía aportar más información era algo que me producía un escalofrío. Había sido duro saber la verdad por mí padre, como para ahora que ella me dijera que realmente no estaba muerta… entonces, ¿qué habría pasado con ella? Quería no creerla, algo dentro de mí me decía que no escuchara sus palabras, una voz en mí interior me dijo que no preguntara por ello, pero si mi madre estaba viva… tenía que saberlo. La necesitaba, ahora más que nunca, necesitaba sentir un abrazo de ella, esa comprensión que sólo una madre entendía y tenía para con su hija… quería verla de nuevo, igual que había querido y deseado ver a mí padre.
El recuerdo de él fue algo que me entristeció por la forma en la que había acabado todo, me había marchado de su casa diciéndole que no quería volver a verlo en mí vida siendo lo único de mí familia que me quedaba… había sido duro, decirle aquello en aquel momento, llamarlo monstruo por matar a mí madre… pero el dolor había sido más fuerte que yo en ese momento y las palabras salieron de mis labios antes incluso pudiera llegar a pensar en lo que estaba diciendo realmente. Suspiré parada al lado de la bañera y la voz de Lakme fue lo que me sacó de mis pensamientos. Levanté mí vista hacia ella y escuché sus palabras.
Ella me afirmaba que mí madre estaba viva pero no en la misma condición, eso quería decir… ¿Qué era también vampira? Demasiada información de golpe como para asimilarla del todo. Distinta era la palabra que había empleado, la cuestión era, ¿distinta en qué? Le dije que se metiera en la bañera y observé como su cuerpo se movía y se introducía en el agua que estaba caliente, esperando que entrara del todo para comenzar el baño. Me hizo un gesto para que entrara con ella y no me lo pensé dos veces, el calor del agua me aliviaría para despejar todo lo que cruzaba por mí mente. En cuanto ella habló… lo que había a nuestro alrededor cambió por completo.
Abrí la boca ante lo que podía ver en aquella habitación que ahora parecía muy diferente de cómo siempre había sido. Más lujosa de una manera diferente, con los toques de mí tierra, con los grabados en las paredes, las pinturas… todas aquellas joyas que portaban. Incluso la vista desde la ventana que había en el lugar había cambiado por completo, era como si de alguna manera me estuviera haciendo ver lo que ella veía cuando estaba en aquel templo… y era simplemente maravilloso, pero algo similar a como lo habría imaginado. La miré cuando aquello terminó y esperé a que me contestara la pregunta. Ella decía que había sido un tiempo difícil y de transición, el pasar por esos templos, el don que ya antes me había mencionado y por el cual sabía que mí madre estaba viva. Hathor, aquel nombre me sonaba muchísimo.
-Hathor, se lo oía a mí madre muchas veces, fue una divinidad cósmica, diosa nutricia, diosa del amor, de la alegría, la danza y las artes musicales ¿no es así? –le sonreí a la par que lo había hecho ella, sí, en ese aspecto del “amor” ambas nos parecíamos muchísimo… salvo que, en aquella época y para lo que ella representaba, ella tenía mucho más valor del que podría tener yo en aquel lugar. Parecidos pero, al mismo tiempo, diferentes en lo que respectaba a cada una. Antes de que pudiera empezar yo a lavarla, fue ella quien me giró y comenzó a pasar el jabón por mí cuerpo, a lo que enarqué una ceja ante aquello- Debería ser yo quien te lavara, Lakme –dije sintiendo cómo estaba iba desde mí cuello bajando por mí espalda, como si fuera una lenta caricia. Nuevas imágenes se sucedieron esta vez de algo muy diferente, contándome algo que no había oído de mí madre y por las que presté atención… me di cuenta de que era algo que ella también hacía, que fue algo que también hizo en aquella época.
En cuando paró de hablar y ya no hubo ninguna imagen… entendí, sin necesidad de que me dijera nada, lo que había pasado. Hasta que la convirtieron, seguramente. No quise preguntarle nada al respecto porque entendí que, si ella no me lo decía, sería porque era algo duro para ella que quizás no quisiera recordar. Una de mis manos fue hacia la que recorría mí cuerpo llenándolo de jabón y di un leve apretón, había veces, ciertos momentos pasados en la historia de alguien que no podían ser contados… y la entendía perfectamente, porque yo misma tenía algo que no podía sacar de mí interior y contarlo.
-Creo que soy demasiado afortunada de conocerte, Lakme. Jamás he conocido a un vampiro como tú que proceda del mismo lugar que yo y que, además, haya vivido todo aquello con lo que mí madre un día soñó en conocer, y con lo que yo ansío aprender –giré un poco mí rostro para verla, con una sonrisa- Gracias por mostrarme un pedacito de lo que fue aquello y compartirlo conmigo, siempre he querido estudiar todo lo que acontece a nuestro pueblo y si tú quisieras, me gustaría aprender de ti –volví mí vista al frente y suspiré ante aquella pregunta- Me enseñó muchas cosas, aunque no me acuerdo muy bien también me enseñó algo sobre la escritura… me contaba historias de los Dioses y los Faraones, siempre la veía estudiando alguna nueva cosa y recuerdo que acudía mucho a las pirámides, y que me llevaba con ella… -hice una pausa- tampoco me contaba mucho porque yo era muy pequeña, supongo que me contó lo que una niña podría saber y se centró más en cuentos y leyendas que en la propia realidad… pero siempre quería saber más y ella se reía por ello –me perdí en aquel recuerdo durante unos segundos, en los que el agua calentaba mí cuerpo y sus manos me enjabonaban cuando debería de ser yo quien lo hiciera.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Les Plaisirs Charnels ~ Privado [+18]
Hechizo que finalizaba como imágenes de su pasado, Lakme notó que Naitiri disfrutaba de aquellos instantes de esos recuerdos, con fascinación.
La historia de su madre y su muestra de conocimientos sobre su cultura y antepasados, le hizo sentirse orgullosa de ella.
Eran muy parecidas no solo en físico, pero a pesar de todo, personalidades muy distintas. Lakme le ganaba en más de mil años de experiencia, era lógico que su caracter hubiese evolucionado de otro modo.
Relajada en aquel instante, se dejo hacer por la joven. Tenía razón era ella la que había pagado por sus servicio, pero era un costumbre ya adherida a ella. Y también le daba gusta deslizar sus manos por aquel cuerpo lleno de belleza, ajeno al suyo.
-[color=darkmagenta]Nunca abandones tus recuerdos, ni dejes de tened sed de conocer... Es lo único que podemos poseer como nuestro, y ese legado. No lo olvides. icho. -[color=darkmagenta]Estoy segura que en un futuro volverás a verla, créeme... No suelo equivocarme.
Y así era, en su visión la había visto, el problema es que no tenía naturaleza humana y ella no supo apreciar cual sería.
La noche transcurría con calma, hasta que llego de nuevo el momento de separarse.
Una humana muy parecida a una inmortal milenaria, y una inmortal milenaria que se sintió humana y orgullosa de un legado que aun quedaba con vida en aquella muchachita. Había sentido envidia por ella, había que admitirlo, si hubiese podido elegir en su día, su vida no hubiese sido la de aquellos que no mueren ni envejecen.
La historia de su madre y su muestra de conocimientos sobre su cultura y antepasados, le hizo sentirse orgullosa de ella.
Eran muy parecidas no solo en físico, pero a pesar de todo, personalidades muy distintas. Lakme le ganaba en más de mil años de experiencia, era lógico que su caracter hubiese evolucionado de otro modo.
Relajada en aquel instante, se dejo hacer por la joven. Tenía razón era ella la que había pagado por sus servicio, pero era un costumbre ya adherida a ella. Y también le daba gusta deslizar sus manos por aquel cuerpo lleno de belleza, ajeno al suyo.
-[color=darkmagenta]Nunca abandones tus recuerdos, ni dejes de tened sed de conocer... Es lo único que podemos poseer como nuestro, y ese legado. No lo olvides. icho. -[color=darkmagenta]Estoy segura que en un futuro volverás a verla, créeme... No suelo equivocarme.
Y así era, en su visión la había visto, el problema es que no tenía naturaleza humana y ella no supo apreciar cual sería.
La noche transcurría con calma, hasta que llego de nuevo el momento de separarse.
Una humana muy parecida a una inmortal milenaria, y una inmortal milenaria que se sintió humana y orgullosa de un legado que aun quedaba con vida en aquella muchachita. Había sentido envidia por ella, había que admitirlo, si hubiese podido elegir en su día, su vida no hubiese sido la de aquellos que no mueren ni envejecen.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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