AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Étincelle - Flashback [privado]
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Étincelle - Flashback [privado]
“Nada se produce por un hecho aislado,
pero un hecho aislado sí puede ser
la chispa que encienda mucha pólvora acumulada”
pero un hecho aislado sí puede ser
la chispa que encienda mucha pólvora acumulada”
1.120 D.C. Pliska- Imperio Búlgaro
La mujer caminaba con lentitud mientras su mano izquierda recorría a su paso las imperfecciones de una de las pocas paredes que seguían en pie de lo que fuera, años atrás, una imponente fortaleza. Palpaba casi que de forma inconsciente las oscilaciones y pequeñas grietas con la punta de los dedos lamentándose porque tan formidable construcción fuese incapaz de soportar el asedio al que fue sometida. Las sombras que ocultaban su figura impidieron a cualquiera observar la malévola expresión en su pálido rostro. Antaño la estructura debió ser enorme y sólida, oscura, inquietante y sobrecogedora; muy seguramente hermosa a sus ojos y merecedora de sobrevivir a la majadería humana. Una completa lástima que no resultase como ella hubiese deseado. Detuvo su andar y separó su existencia de lo que quedaba de la roca pulida. Tan vez volviese en el futuro para regodearse en medio de la absurda destrucción, por ahora tendría que contentarse con una despedida silenciosa.
Dándole la espalda a las ruinas dirigió sus pasos por uno de los tantos caminos que la llevarían a una población cercana. Una vez en ella atravesó con lentitud las calles y callejuelas. La oscuridad no impedía que algunos de los lugareños deambulasen y compartieran con sus compatriotas penas y dichas, bebidas y comidas. Alguno que otro murmullo llegó hasta sus oídos, pero era algo de esperarse, una extraña andando en medio de la oscuridad, en soledad y con el porte propio de una reina se constituía en un excelente tema de conversación. Pronto alguien con un mínimo de cerebro alertaría a los guardias sobre su presencia y ellos, tan diligentes en el presente como en el pasado en todas las civilizaciones, correrían tras su rastro en busca de la anhelada captura y posterior interrogatorio de la extranjera. Los sabuesos siempre ardían en deseos de demostrar su fuerza y marcar su territorio. Sin embargo no le encontraría, por supuesto, y en caso de que la buena fortuna guiase sus pasos ella simplemente se encargaría de cegar sin chistar sus patéticas vidas. Era tan sencillo que algunas veces resultaba, incluso, aburrido.
Después de un rato la rubia abandonó las especulaciones y se detuvo ante la puerta de una de las construcciones más alejadas de la fortaleza. El decoro le impelía a tocar pero ella, tan arrogante como siempre, se limitó a ingresar ¿Por qué se encontraba allí su hermano mayor? ¿Había decidido instalarse en ese lugar por algunos años o solo se trataba de un espacio neutral donde pudiesen encontrarse? Aunque claro, hablar de neutralidad entre los Novak resultaba irrisorio, todos tenían sus propios objetivos colmados de ambiciones egoístas, algunas más vanas que otras. Ella creía intuir lo que perseguían su mellizo y su sobrino, a su padre no se molestaba ni en analizarlo pues muy seguramente erraría con cualquier conclusión, y a Deimos… bueno, a Deimos no lo conocía lo suficiente como para realizar alguna apuesta en terreno seguro. Era su hermano, se conocían desde críos humanos y por siglos como inmortales, pero la relación entre ella y Krištof siempre había sido una barrera infranqueable para el mayor de la camada Novak. Ella le desdeñaba la mayor parte de las veces aunque no podía decirse que se tratara de una reacción dirigida pues lo hacía con prácticamente todos.
Recorrió las estancias una a una, como si fuese ama y señora, para finalmente instalarse en el salón. Así le esperó, en medio de la penumbra, pues no se dignó a encender ni el hogar ni ningún candelabro, de píe pero medio recostada contra uno de los muros, observando con parsimonia sus propias uñas y pensando en la reunión que se celebraría en poco, en las últimas ordenes de Oldrich y en lo que podrían estar haciendo Krištof y Dušan durante su ausencia.
Dándole la espalda a las ruinas dirigió sus pasos por uno de los tantos caminos que la llevarían a una población cercana. Una vez en ella atravesó con lentitud las calles y callejuelas. La oscuridad no impedía que algunos de los lugareños deambulasen y compartieran con sus compatriotas penas y dichas, bebidas y comidas. Alguno que otro murmullo llegó hasta sus oídos, pero era algo de esperarse, una extraña andando en medio de la oscuridad, en soledad y con el porte propio de una reina se constituía en un excelente tema de conversación. Pronto alguien con un mínimo de cerebro alertaría a los guardias sobre su presencia y ellos, tan diligentes en el presente como en el pasado en todas las civilizaciones, correrían tras su rastro en busca de la anhelada captura y posterior interrogatorio de la extranjera. Los sabuesos siempre ardían en deseos de demostrar su fuerza y marcar su territorio. Sin embargo no le encontraría, por supuesto, y en caso de que la buena fortuna guiase sus pasos ella simplemente se encargaría de cegar sin chistar sus patéticas vidas. Era tan sencillo que algunas veces resultaba, incluso, aburrido.
Después de un rato la rubia abandonó las especulaciones y se detuvo ante la puerta de una de las construcciones más alejadas de la fortaleza. El decoro le impelía a tocar pero ella, tan arrogante como siempre, se limitó a ingresar ¿Por qué se encontraba allí su hermano mayor? ¿Había decidido instalarse en ese lugar por algunos años o solo se trataba de un espacio neutral donde pudiesen encontrarse? Aunque claro, hablar de neutralidad entre los Novak resultaba irrisorio, todos tenían sus propios objetivos colmados de ambiciones egoístas, algunas más vanas que otras. Ella creía intuir lo que perseguían su mellizo y su sobrino, a su padre no se molestaba ni en analizarlo pues muy seguramente erraría con cualquier conclusión, y a Deimos… bueno, a Deimos no lo conocía lo suficiente como para realizar alguna apuesta en terreno seguro. Era su hermano, se conocían desde críos humanos y por siglos como inmortales, pero la relación entre ella y Krištof siempre había sido una barrera infranqueable para el mayor de la camada Novak. Ella le desdeñaba la mayor parte de las veces aunque no podía decirse que se tratara de una reacción dirigida pues lo hacía con prácticamente todos.
Recorrió las estancias una a una, como si fuese ama y señora, para finalmente instalarse en el salón. Así le esperó, en medio de la penumbra, pues no se dignó a encender ni el hogar ni ningún candelabro, de píe pero medio recostada contra uno de los muros, observando con parsimonia sus propias uñas y pensando en la reunión que se celebraría en poco, en las últimas ordenes de Oldrich y en lo que podrían estar haciendo Krištof y Dušan durante su ausencia.
Neža Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 27/02/2016
Re: Étincelle - Flashback [privado]
En medio de la oscuridad, se escucha el desgarre del polvo cayendo en el vacío. El sonido superfluo de la eternidad, parece desgarrador e insuficiente con el paso de los siglos, y aunque se ha vuelto uno con el tiempo, de vez en cuando aún es capaz de aturdir y sorprender a quien lo escucha desde el interior. El aroma de la humedad, sólo parece incrementar la maldita desesperación del inquilino, ese maldito y petulante perfume que presume ser perfecto e impasible. Y, justo en el instante en que se pierden los estribos, algo hace fluctuar la finura del momento. –Ha llegado- El sonido rasposo de aquella voz, retumba dentro del ataúd. Una fría y repugnante piedra que resguarda a un demonio. Si no fuese por la oscuridad que traga todo a su paso, se podría vislumbrar la exquisitez de su sonrisa. Una que sólo emerge cuando la satisfacción toca a su puerta.
La piedra es empujada hacia un lado del sarcófago. El estruendo se hace presente en cada maldito rincón de la vieja construcción. Deimos no dormía, no era necesario hacerlo. No aún. Sus brazos se apoyan del filo para sostenerse y lanzar su torso hacia el exterior. La sombra, tan tétrica y maquiavélica, combina sublimemente con la penumbra y decadencia del lugar. Una vez fuera de su cárcel, sacude un poco el atuendo, peina sus cabellos y limpia la barba que le cae en cascada por todo el mentón. Preparado para su cita, comienza a deambular por los pasillos, persiguiendo el único efluvio ajeno a la podredumbre.
Meditabundo, sus pasos se cierran hasta el principal de los salones. En sus recuerdos sólo se puede apreciar trozos de sangrientos acontecimientos que aún parece disfrutar. Su boca segrega más saliva de la que está acostumbrad y no es por la presencia de la dama al otro lado de la puerta. Ella nunca llamó su atención de esa manera y no lo hará ahora, en sencillamente que, si lo deseaba, Neza podría convertirse en una de sus inquebrantables memorias. Sus pupilas se ennegrecen tan sólo con el vago pensamiento.
La puerta se abre de par en par, el chillido es aterrador más no sorpresivo. Al cruzar el umbral, puede observarla tan arrogante y hermosa como le recuerda. Su figura no ha cambiado en lo absoluto, más su presencia, el aura que se desprende de ella, parece haber mutado de forma colosal, pues incluso los demonios parecen alejarse de su hermana. Sin embargo, Deimos, un hombre cuya maldad la lleva hasta en el nombre, no parece inmutarse ante la celebridad que tiene al frente. –Bienvenida, ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Un poco de vino, agua, sangre, muerte?- Al pronunciar la última palabra, la lengua de Deimos atraviesa el filo de los colmillos y es desgarrada. El líquido carmesí impregna un poco sus labios y los maquilla fúnebre y seductoramente. No, no es coqueteo, es sencillamente el porte que aquel hombre aún conserva a pesar de los siglos, incluso, aún con aquella maldición que le muta a bestia de vez en cuando. –Luces un poco impaciente, ¿Puedo saber cuál es la razón de tu despectiva actitud? Oh, ya. ¿No está él aquí, cierto? ¿Es eso lo que te incomoda o sólo cuestionas el método, el lugar y la razón de este encuentro?- Sonríe relamiéndose. – Todo a su tiempo.-
La piedra es empujada hacia un lado del sarcófago. El estruendo se hace presente en cada maldito rincón de la vieja construcción. Deimos no dormía, no era necesario hacerlo. No aún. Sus brazos se apoyan del filo para sostenerse y lanzar su torso hacia el exterior. La sombra, tan tétrica y maquiavélica, combina sublimemente con la penumbra y decadencia del lugar. Una vez fuera de su cárcel, sacude un poco el atuendo, peina sus cabellos y limpia la barba que le cae en cascada por todo el mentón. Preparado para su cita, comienza a deambular por los pasillos, persiguiendo el único efluvio ajeno a la podredumbre.
Meditabundo, sus pasos se cierran hasta el principal de los salones. En sus recuerdos sólo se puede apreciar trozos de sangrientos acontecimientos que aún parece disfrutar. Su boca segrega más saliva de la que está acostumbrad y no es por la presencia de la dama al otro lado de la puerta. Ella nunca llamó su atención de esa manera y no lo hará ahora, en sencillamente que, si lo deseaba, Neza podría convertirse en una de sus inquebrantables memorias. Sus pupilas se ennegrecen tan sólo con el vago pensamiento.
La puerta se abre de par en par, el chillido es aterrador más no sorpresivo. Al cruzar el umbral, puede observarla tan arrogante y hermosa como le recuerda. Su figura no ha cambiado en lo absoluto, más su presencia, el aura que se desprende de ella, parece haber mutado de forma colosal, pues incluso los demonios parecen alejarse de su hermana. Sin embargo, Deimos, un hombre cuya maldad la lleva hasta en el nombre, no parece inmutarse ante la celebridad que tiene al frente. –Bienvenida, ¿Puedo ofrecerle algo? ¿Un poco de vino, agua, sangre, muerte?- Al pronunciar la última palabra, la lengua de Deimos atraviesa el filo de los colmillos y es desgarrada. El líquido carmesí impregna un poco sus labios y los maquilla fúnebre y seductoramente. No, no es coqueteo, es sencillamente el porte que aquel hombre aún conserva a pesar de los siglos, incluso, aún con aquella maldición que le muta a bestia de vez en cuando. –Luces un poco impaciente, ¿Puedo saber cuál es la razón de tu despectiva actitud? Oh, ya. ¿No está él aquí, cierto? ¿Es eso lo que te incomoda o sólo cuestionas el método, el lugar y la razón de este encuentro?- Sonríe relamiéndose. – Todo a su tiempo.-
Deimos S. Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 21/03/2016
Re: Étincelle - Flashback [privado]
-¿Agua? – respondió con una mueca de genuino asco a pesar de que era obvia la falsedad tras la cortesía del ofrecimiento. –Diría que tus modales se han vuelto cuestionables con el tiempo hermano, eso claro si alguna vez los hubieses tenido – refunfuño mientras el aroma inconfundible de la sangre de su estirpe invadía el espacio y desplazaba el aroma a podredumbre que envolvía el lugar. Ella se despegó de la pared sobre la cual reposaba y empezó un pausado caminar alrededor de la figura de su hermano. Sus ojos le escudriñaban sin recato y con una mezcla de desaprobación y curiosidad. - Por supuesto que estoy impaciente, entre más pronto terminemos más pronto me largaré de este inmundo lugar – la queja estaba impregnada de un fingido desagrado - ¿Tan mal está la situación para ti que merodeas por tan descuidados tugurios? – se trataba de una pregunta retórica con el único objetivo de fastidiar a su interlocutor. Un intento bastante pobre teniendo en cuenta quienes eran, pero bueno, la noche aún era joven.
–Por favor dime que no es acá donde vives– solicitó retirando con la punta de sus dedos una pequeña telaraña del espaldar de uno de los muebles para luego desecharla con un gesto altivo – Y si tanto quieres saberlo pues la respuesta es sí, me molesta que él no esté aquí pero eso no afecta en nada mi actitud – una mentira – Siempre soy despectiva y tu más que nadie debería saberlo - una verdad.
Continuó su lento recorrido observando alternativamente los objetos de la estancia y el rostro tan familiar que permanecía en la penumbra. La barba no le sentaba mal del todo pero era una lástima que en conjunto su apariencia estuviese tan descompuesta. Si fuese por ella jamás permitiría que alguien de su familia luciese así ¿Porque insistían los hombres Novak en permitir que les viesen de aquella manera? Para su eterno alivio no se trataba de una conducta repetitiva ni cotidiana, empero aquello no era una excusa ante la quisquillosa rubia. Debería amonestarlo un poco más por aquello, exigirle el respeto que ella merecía y marcharse hasta que no se mostrara de forma adecuada. La idea de lanzar aquel ultimátum le resultó muy tentadora pero la curiosidad por ver como terminaba tan inusual encuentro la contuvo.
Se acercó entonces con rapidez plantándole cara a su hermano y le miró fijamente por un momento. Era muy consciente del aura de maldad que se había aposado sobre su ser con el trascurso de los años, también lo era del poder que cada día se acumulaba en su cuerpo preternatural. Sin embargo sabía que las probabilidades de que pudiese intimidar a Deimos solo con su presencia eran tan remotas como el que se lanzaran uno a los brazos del otro y se confesaran el amor fraternal. Aun así le divertía jugar aquel papel y por eso continuaba haciéndolo aunque el único y último resultado era, por lo general, terminar con la paciencia de su interlocutor. Sonrió con sorna y retiró con la lengua parte de la sangre que impregnaba los labios de Deimos. – Acepto la sangre y nunca rechazaría un poco de muerte – manifestó apoyando sus manos sobre los fuertes y solidos hombros masculinos. Luego inclinó ligeramente la cabeza y le ofreció un gesto de inocencia tan forzado que resultaba burlón – Ninguno de los dos celebra la presencia del otro, no extendamos esta situación más de lo necesario. Todo a su tiempo dices, pues yo decreto que el tiempo es ahora – su palabra era ley o al menos así lo asumía en la perfecta y pequeña burbuja en donde convivía desde siempre con su preciada y sobrevalorada existencia –Habla ¿O es que acaso necesitas refrescar tu garganta antes de poder confesarte? – la cabeza se inclinó un poco más, dejando al descubierto la perfecta y pálida piel del cuello. Era la primera vez que invitaba Deimos a beber de su vena ¿Aceptaría o tendría la prudencia de recordar que nada era gratuito cuando de ella se trataba?
–Por favor dime que no es acá donde vives– solicitó retirando con la punta de sus dedos una pequeña telaraña del espaldar de uno de los muebles para luego desecharla con un gesto altivo – Y si tanto quieres saberlo pues la respuesta es sí, me molesta que él no esté aquí pero eso no afecta en nada mi actitud – una mentira – Siempre soy despectiva y tu más que nadie debería saberlo - una verdad.
Continuó su lento recorrido observando alternativamente los objetos de la estancia y el rostro tan familiar que permanecía en la penumbra. La barba no le sentaba mal del todo pero era una lástima que en conjunto su apariencia estuviese tan descompuesta. Si fuese por ella jamás permitiría que alguien de su familia luciese así ¿Porque insistían los hombres Novak en permitir que les viesen de aquella manera? Para su eterno alivio no se trataba de una conducta repetitiva ni cotidiana, empero aquello no era una excusa ante la quisquillosa rubia. Debería amonestarlo un poco más por aquello, exigirle el respeto que ella merecía y marcharse hasta que no se mostrara de forma adecuada. La idea de lanzar aquel ultimátum le resultó muy tentadora pero la curiosidad por ver como terminaba tan inusual encuentro la contuvo.
Se acercó entonces con rapidez plantándole cara a su hermano y le miró fijamente por un momento. Era muy consciente del aura de maldad que se había aposado sobre su ser con el trascurso de los años, también lo era del poder que cada día se acumulaba en su cuerpo preternatural. Sin embargo sabía que las probabilidades de que pudiese intimidar a Deimos solo con su presencia eran tan remotas como el que se lanzaran uno a los brazos del otro y se confesaran el amor fraternal. Aun así le divertía jugar aquel papel y por eso continuaba haciéndolo aunque el único y último resultado era, por lo general, terminar con la paciencia de su interlocutor. Sonrió con sorna y retiró con la lengua parte de la sangre que impregnaba los labios de Deimos. – Acepto la sangre y nunca rechazaría un poco de muerte – manifestó apoyando sus manos sobre los fuertes y solidos hombros masculinos. Luego inclinó ligeramente la cabeza y le ofreció un gesto de inocencia tan forzado que resultaba burlón – Ninguno de los dos celebra la presencia del otro, no extendamos esta situación más de lo necesario. Todo a su tiempo dices, pues yo decreto que el tiempo es ahora – su palabra era ley o al menos así lo asumía en la perfecta y pequeña burbuja en donde convivía desde siempre con su preciada y sobrevalorada existencia –Habla ¿O es que acaso necesitas refrescar tu garganta antes de poder confesarte? – la cabeza se inclinó un poco más, dejando al descubierto la perfecta y pálida piel del cuello. Era la primera vez que invitaba Deimos a beber de su vena ¿Aceptaría o tendría la prudencia de recordar que nada era gratuito cuando de ella se trataba?
Neža Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 27/02/2016
Re: Étincelle - Flashback [privado]
Mientras observaba la belleza incuestionable de su hermana y pretendía escuchar sus plabras, el murmullo del alterego comenzaba a esclarecerse dentro de su cabeza. Él deseaba aparecer en escena y mostrar cada detalle de su demencia, aprovechar el espacio casi putrefacto y sublime para lucirse ante ella. Eventualmente, hacer con el cuerpo de la mujer, lo mismo que hace con todos los demás. Deimos carraspeó. Aún no era tiempo para que el arlequín, bufón, maestro de orquesta o lo que sea que se supone sea él, saliera de su escondite. Comenzó a sobarse la cien, un movimiento involuntario que ejecuta cuando está a punto de perder la paciencia.
Neza tenía razón, ninguno de los dos se soporta y al mismo tiempo, no son capaces de vivir completamente separados, había que observar la rapidez con la que ella llegó al encuentro sin saber exactamente de lo que se trataba. Cualquier excusa, es válida entre ellos. La observó aproximándose a él, ofrecerse en una danza alrededor suyo, y al final, despejar su cuello para servirse en bandeja de plata. –Por favor Neza, no caigas tan bajo. Ni tú, ni yo, estamos desesperados- Dijo apartándole de su camino. No tenía tiempo para dejarse llevar por impulsos mundanos y ella tampoco deseaba que él tocase su cuerpo de buenas a primeras. –Te llamé porque a diferencia de Kristoff, parece que tú has disfrutado bastante de la eternidad, y aunque la razón fuese olvidada en un principio, quiero proponerte algo.-
Deimos, consciente de que tarde o temprano su raciocinio desaparecería, necesitaba encontrar una persona en la cual depositar algo de su confianza. Sin embargo, no existía nadie en el maldito mundo que pudiese cargar con algo como aquello, a decir verdad, ni siquiera Neza estaba en la lista, no obstante, confió en el orgullo que su hermana posee, así como la ambición y maldad que le caracterizan. Los mejores votos a favor que se podría querer. -He estado metido en cosas referentes a la Iglesia y he notado que es indestructible pero no hermética. ¿Qué quiero decir? Simple ¿Cómo es posible dominar el mundo?- La sonrisa de Deimos se extendió más allá de lo verosímil y sus orbes se ennegrecieron lentamente. –La respuesta es sencilla y puedo regalártela, sin embargo, necesito saber si la deseas o no-
Neza tenía razón, ninguno de los dos se soporta y al mismo tiempo, no son capaces de vivir completamente separados, había que observar la rapidez con la que ella llegó al encuentro sin saber exactamente de lo que se trataba. Cualquier excusa, es válida entre ellos. La observó aproximándose a él, ofrecerse en una danza alrededor suyo, y al final, despejar su cuello para servirse en bandeja de plata. –Por favor Neza, no caigas tan bajo. Ni tú, ni yo, estamos desesperados- Dijo apartándole de su camino. No tenía tiempo para dejarse llevar por impulsos mundanos y ella tampoco deseaba que él tocase su cuerpo de buenas a primeras. –Te llamé porque a diferencia de Kristoff, parece que tú has disfrutado bastante de la eternidad, y aunque la razón fuese olvidada en un principio, quiero proponerte algo.-
Deimos, consciente de que tarde o temprano su raciocinio desaparecería, necesitaba encontrar una persona en la cual depositar algo de su confianza. Sin embargo, no existía nadie en el maldito mundo que pudiese cargar con algo como aquello, a decir verdad, ni siquiera Neza estaba en la lista, no obstante, confió en el orgullo que su hermana posee, así como la ambición y maldad que le caracterizan. Los mejores votos a favor que se podría querer. -He estado metido en cosas referentes a la Iglesia y he notado que es indestructible pero no hermética. ¿Qué quiero decir? Simple ¿Cómo es posible dominar el mundo?- La sonrisa de Deimos se extendió más allá de lo verosímil y sus orbes se ennegrecieron lentamente. –La respuesta es sencilla y puedo regalártela, sin embargo, necesito saber si la deseas o no-
Deimos S. Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 21/03/2016
Re: Étincelle - Flashback [privado]
El ego de la rubia se infló orgulloso al notar como su hermano mayor se sobaba la cien. Por lo visto no había perdido el toque único para sacar de casillas a los suyos. Un juego tan arriesgado como vano pero contra el cual nunca se podía resistir ¿Cuál era el encanto de ratificar lo exasperante que podía ser? ¿Por qué su autoestima requería de la confirmación de su efecto negativo en aquellos que compartían su misma sangre? Incluso con Krištof disfrutaba de aquella pequeña y superflua muestra de poder ¿Verdaderamente creía que la capacidad de terminar con la paciencia de otros se constituía como algún tipo de dominio? La triste realidad se desvelaba tras una respuesta afirmativa. Disfrutaba con sus pullas, con sus insolencias, de empujarlos poco a poco hasta el borde de la exasperación sin tener en cuenta que las posibles consecuencias de sus actos se verían reflejadas sobre sí misma.
Sin embargo el momento de regodearse en la pequeña victoria terminó demasiado pronto dando pasó al avivamiento de su propio temperamento gracias al rechazo de Deimos. Le observó furibunda y con el gestó avinagrado, una rabieta venía en camino, era obvio para cualquiera que la conociera. No se trataba de dolor por el hecho de que él no deseara su vena, o por el duro y veraz argumento para negarse y dejarla plantada con el cuello descubierto, sino por el que él se negase a seguir su antojo. Era una de las diferencias más marcadas entre sus dos hermanos, uno la complacía en casi todo y el otro casi nunca satisfacía sus caprichos ¿Y aun así le preguntaba si le incomodaba no estar con su gemelo? Apretó los puños, dio un paso atrás y estaba preparada para empezar a despotricar cuando las palabras del vampiro la detuvieron. La curiosidad se abrió paso a través de la neblina roja de su infantil frustración… sólo otro rápido cambio de su voluble personalidad - ¿Proponerme algo tú a mí? – preguntó con incredulidad relajando sus manos y mirándole fijamente - ¿Desde cuándo confías en tu hermana pequeña? – le cuestionó deseosa de saber lo que tras sus palabras se ocultaba y sabedora de lo débil de la relación que les unía como para permitirse pensar que él, en realidad, la quisiese a su lado para algo importante.
Las revelaciones que siguieron la confundieron incluso más que el que Deimos desease hacerle una propuesta – La iglesia – repitió como una tonta mientras aquello que escuchaba se instalaba en su mente. Poco a poco su egoísmo y ambición desmedida surgieron dando forma a la desdibujada y vaga idea que aún ni siquiera era expuesta en su totalidad – Vaya, tu avidez por el poder es incluso superior a la mía, yo quedaría satisfecha solo con escapar de las garras de nuestro padre – medio bromeaba, medio mentía. Sin embargo el brillo en sus ojos delataba lo que en realidad pasaba por su cabeza en ese momento. Le dio la espalda a su hermano y empezó una lenta caminata por la estancia mientras meditaba sobre lo dicho… y sobre lo omitido. También lo hacía para fastidiarlo a él, por supuesto, dilatar el momento de su respuesta tanto como le fuese posible a pesar de ya saber con exactitud lo que deseaba hacer – Bueno, me alegra saber que al menos no he perdido por completo mi tiempo al acudir, pero no puedo evitar preguntarme ¿Por qué me lo dices a mí? Me resisto a creer que se debe solo a mi disposición por disfrutar en lo que tú y papá me convirtieron ¿Qué me estas ocultando? – le cuestionó mientras se acercaba nuevamente a él hasta invadir su espacio personal – y más importante aún ¿Qué es lo que deseas a cambio de tan favorable información hermanito? -
Sin embargo el momento de regodearse en la pequeña victoria terminó demasiado pronto dando pasó al avivamiento de su propio temperamento gracias al rechazo de Deimos. Le observó furibunda y con el gestó avinagrado, una rabieta venía en camino, era obvio para cualquiera que la conociera. No se trataba de dolor por el hecho de que él no deseara su vena, o por el duro y veraz argumento para negarse y dejarla plantada con el cuello descubierto, sino por el que él se negase a seguir su antojo. Era una de las diferencias más marcadas entre sus dos hermanos, uno la complacía en casi todo y el otro casi nunca satisfacía sus caprichos ¿Y aun así le preguntaba si le incomodaba no estar con su gemelo? Apretó los puños, dio un paso atrás y estaba preparada para empezar a despotricar cuando las palabras del vampiro la detuvieron. La curiosidad se abrió paso a través de la neblina roja de su infantil frustración… sólo otro rápido cambio de su voluble personalidad - ¿Proponerme algo tú a mí? – preguntó con incredulidad relajando sus manos y mirándole fijamente - ¿Desde cuándo confías en tu hermana pequeña? – le cuestionó deseosa de saber lo que tras sus palabras se ocultaba y sabedora de lo débil de la relación que les unía como para permitirse pensar que él, en realidad, la quisiese a su lado para algo importante.
Las revelaciones que siguieron la confundieron incluso más que el que Deimos desease hacerle una propuesta – La iglesia – repitió como una tonta mientras aquello que escuchaba se instalaba en su mente. Poco a poco su egoísmo y ambición desmedida surgieron dando forma a la desdibujada y vaga idea que aún ni siquiera era expuesta en su totalidad – Vaya, tu avidez por el poder es incluso superior a la mía, yo quedaría satisfecha solo con escapar de las garras de nuestro padre – medio bromeaba, medio mentía. Sin embargo el brillo en sus ojos delataba lo que en realidad pasaba por su cabeza en ese momento. Le dio la espalda a su hermano y empezó una lenta caminata por la estancia mientras meditaba sobre lo dicho… y sobre lo omitido. También lo hacía para fastidiarlo a él, por supuesto, dilatar el momento de su respuesta tanto como le fuese posible a pesar de ya saber con exactitud lo que deseaba hacer – Bueno, me alegra saber que al menos no he perdido por completo mi tiempo al acudir, pero no puedo evitar preguntarme ¿Por qué me lo dices a mí? Me resisto a creer que se debe solo a mi disposición por disfrutar en lo que tú y papá me convirtieron ¿Qué me estas ocultando? – le cuestionó mientras se acercaba nuevamente a él hasta invadir su espacio personal – y más importante aún ¿Qué es lo que deseas a cambio de tan favorable información hermanito? -
Neža Novak- Vampiro Clase Alta
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