AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The last day [Flashback] - Privado
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The last day [Flashback] - Privado
Aquel era el día previo al que cambiaría para siempre la vida de los hombres Balzaretti. Era el día previo al que se suponía sería el día más feliz para la menor de los miembros de la familia. Minerva iba finalmente a contraer nupcias y todos, incluido Wallace, se encontraban rebosantes de alegría por ella, a pesar de que Leo no fuera el hombre que al menos Wallace esperaba para su hermana. Para él, nadie sería nunca digno de su hermana y era obvio, toda su vida los gemelos se esforzaron por hacerla feliz, mantener alejados a quienes consideraban inadecuados y de un momento a otro, apareció alguien que pronto les arrancaría a su hermana, aun así, ella era lo más importante y si deseaba de verdad casarse ninguno de los gemelos se lo impediría.
Para los gemelos Balzaretti, su pequeña hermana era lo más importante y verla feliz, los hacía felices a ambos con todo y que mantener el buen animo de Minerva llevará a Wallace a tener que usar un traje que le parecía ridículamente costoso además de incomodo, el que seguramente nunca más volvería a usar. Sin embargo, no era el tener que usar un traje lo que le estaba generando cierto malestar en él. Hacía un par de días que su hermana se comportaba un tanto extraña, como si algo le preocupase. Wallace atribuyo sus actitudes a lo cerca que se encontraba la fecha de la boda pero ahora, observando con atención el rostro de su hermana, algo en su interior le decía que debía preocuparse por ella.
Sin despegar la vista de su hermana y aprovechando que ambos estaban solos en casa, ya que su padre y su gemelo habían salido a atender algunos asuntos de ultimo momento, Wallace se atrevió a por primera vez desde que se hablara del compromiso y la boda, interrogar a su hermana sobre lo pensaba y la aquejaba.
– Minerva – llamó su nombre con aparente desinterés – ¿Realmente te sientes lista para mañana? – sus manos, las que no podía mantener quietas durante mucho tiempo, fueron a hacerse de una mascara cercana que apenas estaba decorada a la mitad – Es decir, ¿Sabes que no te diríamos nada si al final te arrepientes, verdad? – susurró aquello ultimo, insinuando con sus palabras que estaba absolutamente dispuesto a enfrentarse a Leo, su familia e incluso a su propio padre si es que ella no quería casarse. Wallace después de todo, haría cualquier cosa por su pequeña hermana.
Para los gemelos Balzaretti, su pequeña hermana era lo más importante y verla feliz, los hacía felices a ambos con todo y que mantener el buen animo de Minerva llevará a Wallace a tener que usar un traje que le parecía ridículamente costoso además de incomodo, el que seguramente nunca más volvería a usar. Sin embargo, no era el tener que usar un traje lo que le estaba generando cierto malestar en él. Hacía un par de días que su hermana se comportaba un tanto extraña, como si algo le preocupase. Wallace atribuyo sus actitudes a lo cerca que se encontraba la fecha de la boda pero ahora, observando con atención el rostro de su hermana, algo en su interior le decía que debía preocuparse por ella.
Sin despegar la vista de su hermana y aprovechando que ambos estaban solos en casa, ya que su padre y su gemelo habían salido a atender algunos asuntos de ultimo momento, Wallace se atrevió a por primera vez desde que se hablara del compromiso y la boda, interrogar a su hermana sobre lo pensaba y la aquejaba.
– Minerva – llamó su nombre con aparente desinterés – ¿Realmente te sientes lista para mañana? – sus manos, las que no podía mantener quietas durante mucho tiempo, fueron a hacerse de una mascara cercana que apenas estaba decorada a la mitad – Es decir, ¿Sabes que no te diríamos nada si al final te arrepientes, verdad? – susurró aquello ultimo, insinuando con sus palabras que estaba absolutamente dispuesto a enfrentarse a Leo, su familia e incluso a su propio padre si es que ella no quería casarse. Wallace después de todo, haría cualquier cosa por su pequeña hermana.
Última edición por Wallace Balzaretti el Dom Sep 25, 2016 7:45 pm, editado 1 vez
Wallace Balzaretti- Humano Clase Media
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Re: The last day [Flashback] - Privado
¿Cuál sería la palabra más adecuada para describir lo que sentía en aquel momento? Tal vez, nervios. No, no. Era más que eso, yo tenía miedo. Creía que había tomado la decisión incorrecta; yo ni siquiera estaba segura que quería casarme con alguien. ¡Jesús! Eso era una verdadera tontería. No estaba preparada, de ninguna manera. Mi vida era estar al lado de mi padre y hermanos; mi vida eran mis máscaras y mis risueños arlequines. No estaba rodeada de lujos; poco salía, y a veces viajaba en góndola con alguno de mis hermanos, pero tenía que admitir que, amaba todo aquello. Eran esas cosas sencillas de mi existencia lo que me hacían verdaderamente feliz. Mi padre era un buen hombre, quizás un poco atormentado por la muerte de mi madre, pero era alguien de convicciones firmes, que no solía rendirse ante nada. ¿Qué haría yo sin él? ¿Qué haría él sin mí? Sencillamente no podía hallarme lejos de él, ni de mis hermanos. También amaba mi oficio, mi hogar, y la tienda en donde aprendí a amar el arte. Si yo me casaba, todo eso debía quedar atrás. Yo no quería; estaba arrepentida.
Me desperté temprano, a pesar de no haber dormido bien; atendí a mi padre, y luego salió con uno de los gemelos. Me quedé en la tienda, confeccionando un disfraz que nunca terminaba. En ese descargaba mi frustración y mis temores; hacerlo y rehacerlo me brindaba serenidad. Era una forma de atender a mis temores sin que éstos me hundieran. Mi vida empezaba a tomar un rumbo que no me esperaba. Y me asustaba demasiado; no sabía qué hacer; quizás era muy tarde para cambiar de idea, o yo qué sé. Aún en la soledad de la tienda, entre telas coloridas, las miradas silenciosas de las máscaras y un espejo con ausentes reflejos, me hallaba en un laberinto, al que no le encontraba salida alguna.
Sin prestar mucha atención en lo que hacía, una aguja pinchó mi dedo, justo en el momento en que Wallace traspasaba el umbral de la tienda. Lo miré sorprendida; él no solía estar mucho tiempo en el negocio familiar, esto no era algo que le agradara lo suficiente.
—Creí que estarías arriba —dije, volviendo mi atención al enorme faldón del vestido que estaba en mis piernas. Él me había descubierto, ¿qué podía hacer? No mucho, obviamente—. Nuestro padre desea que termines con el inventario, tendremos muchos clientes para la semana entrante. Ya sabes cómo es de testarudo. —Sí, lo evadí descaradamente por un par de segundos, pero, no funcionó—. ¿A qué viene esa pregunta? Yo... Sí, ¿por qué habría de no estarlo?
Porque no estaba lista, por eso mismo. Era tan imbécil algunas veces.
Me rendí, tenía que confesarlo; Wallace no era tonto. Era muy observador, y, desde luego, se había fijado en mi rostro nada feliz.
—Yo... no sé —confesé, finalmente—, es tan difícil para mí todo esto. Pero no quiero decepcionar a nuestro padre. Aunque no creo que él quiera que me comprometa con nadie; prefiere que esté a su lado. —Dejé a un lado el vestido de color carmesí y tomé uno de mis títeres—. No quiero hacerlo.
Me desperté temprano, a pesar de no haber dormido bien; atendí a mi padre, y luego salió con uno de los gemelos. Me quedé en la tienda, confeccionando un disfraz que nunca terminaba. En ese descargaba mi frustración y mis temores; hacerlo y rehacerlo me brindaba serenidad. Era una forma de atender a mis temores sin que éstos me hundieran. Mi vida empezaba a tomar un rumbo que no me esperaba. Y me asustaba demasiado; no sabía qué hacer; quizás era muy tarde para cambiar de idea, o yo qué sé. Aún en la soledad de la tienda, entre telas coloridas, las miradas silenciosas de las máscaras y un espejo con ausentes reflejos, me hallaba en un laberinto, al que no le encontraba salida alguna.
Sin prestar mucha atención en lo que hacía, una aguja pinchó mi dedo, justo en el momento en que Wallace traspasaba el umbral de la tienda. Lo miré sorprendida; él no solía estar mucho tiempo en el negocio familiar, esto no era algo que le agradara lo suficiente.
—Creí que estarías arriba —dije, volviendo mi atención al enorme faldón del vestido que estaba en mis piernas. Él me había descubierto, ¿qué podía hacer? No mucho, obviamente—. Nuestro padre desea que termines con el inventario, tendremos muchos clientes para la semana entrante. Ya sabes cómo es de testarudo. —Sí, lo evadí descaradamente por un par de segundos, pero, no funcionó—. ¿A qué viene esa pregunta? Yo... Sí, ¿por qué habría de no estarlo?
Porque no estaba lista, por eso mismo. Era tan imbécil algunas veces.
Me rendí, tenía que confesarlo; Wallace no era tonto. Era muy observador, y, desde luego, se había fijado en mi rostro nada feliz.
—Yo... no sé —confesé, finalmente—, es tan difícil para mí todo esto. Pero no quiero decepcionar a nuestro padre. Aunque no creo que él quiera que me comprometa con nadie; prefiere que esté a su lado. —Dejé a un lado el vestido de color carmesí y tomé uno de mis títeres—. No quiero hacerlo.
Minerva Balzaretti- Hechicero Clase Media
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Re: The last day [Flashback] - Privado
– Pues iba a estar arriba, pero como recordaras hermanita el negocio es de todos y eso significa que en algunas ocasiones también vengo a trabajar, aunque lo dudes – aseguró Wallace con una media sonrisa en el rostro. Él sabía a la perfección lo extraño que resultaba verlo en el taller, sin embargo, su preocupación por su hermana lo había llevado hasta ahí. De manera despreocupada y bastante casual se sentó frente a Minerva, observando con atención todo lo que hacía sobre el enorme faldón rojo que descansaba sobre sus piernas. Ella siempre fue tan dedicada al trabajo, no porque se le exigiera que lo fuera sino porque aquella era su vocación. En los disfraces que confeccionaba su hermana, iba un trozo de su alma y eso era lo que siempre los hizo tan hermosos y especiales.
Sin poder aguardar más, notando la preocupación en el rostro de Minerva, Wallace le interrogó, recibiendo una respuesta que en un principio le confundió. Las palabras de su hermana respecto al negocio, el trabajo de la semana entrante y los deseos de su padre porque se encargara de hacer el inventario, eran meramente una manera de tratar de desviar la atención de Wallace, algo que Minerva no fue capaz de lograr pues después de decir aquello, su hermano no dijo nada, solo le miró fijamente durante unos segundos y jugueteando con la mascara en sus manos.
– La pregunta viene solo porque quiero estar seguro de que te sientes bien, de que esto es verdaderamente lo que quieres – dejó entonces la mascara y una sonrisa enorme apareció en sus labios – No importa lo que decidas Minerva, yo voy a respaldar tu decisión – Aunque esa fuera unir su vida con la de un hombre que Wallace jamás aceptaría del todo.
El silencio se instalo en el taller. Ahí, entre telas coloridas y trajes a medio hacer los hermanos tenían una ultima oportunidad de hablar antes de que fuera demasiado tarde y a Wallace le resultara imposible rescatar a su hermana de un destino no deseado. Cuando de los labios de su hermana salieron las palabras “no sé”, el único de los gemelos Balzaretti que se encontraba en casa se sintió aliviado pues al parecer él, su hermano y su padre no eran los únicos que habían estado ocultando la manera en como se sentían.
– No decepcionarías a nadie, de hecho de nosotros, eres la única que nunca decepcionaría a papá – y de eso tenía pruebas contundentes – y más que quererte siempre aquí a nuestro lado – se encogió de hombros – queremos verte feliz – estiro su mano, tomando una mascara terminada para ponerla sobre su rostro. La mascara lucía una enorme sonrisa – así que… ¿Qué quieres hacer? – preguntó, observando a su hermana, ocultando aún su rostro detrás de la mascara sonriente.
Sin poder aguardar más, notando la preocupación en el rostro de Minerva, Wallace le interrogó, recibiendo una respuesta que en un principio le confundió. Las palabras de su hermana respecto al negocio, el trabajo de la semana entrante y los deseos de su padre porque se encargara de hacer el inventario, eran meramente una manera de tratar de desviar la atención de Wallace, algo que Minerva no fue capaz de lograr pues después de decir aquello, su hermano no dijo nada, solo le miró fijamente durante unos segundos y jugueteando con la mascara en sus manos.
– La pregunta viene solo porque quiero estar seguro de que te sientes bien, de que esto es verdaderamente lo que quieres – dejó entonces la mascara y una sonrisa enorme apareció en sus labios – No importa lo que decidas Minerva, yo voy a respaldar tu decisión – Aunque esa fuera unir su vida con la de un hombre que Wallace jamás aceptaría del todo.
El silencio se instalo en el taller. Ahí, entre telas coloridas y trajes a medio hacer los hermanos tenían una ultima oportunidad de hablar antes de que fuera demasiado tarde y a Wallace le resultara imposible rescatar a su hermana de un destino no deseado. Cuando de los labios de su hermana salieron las palabras “no sé”, el único de los gemelos Balzaretti que se encontraba en casa se sintió aliviado pues al parecer él, su hermano y su padre no eran los únicos que habían estado ocultando la manera en como se sentían.
– No decepcionarías a nadie, de hecho de nosotros, eres la única que nunca decepcionaría a papá – y de eso tenía pruebas contundentes – y más que quererte siempre aquí a nuestro lado – se encogió de hombros – queremos verte feliz – estiro su mano, tomando una mascara terminada para ponerla sobre su rostro. La mascara lucía una enorme sonrisa – así que… ¿Qué quieres hacer? – preguntó, observando a su hermana, ocultando aún su rostro detrás de la mascara sonriente.
Wallace Balzaretti- Humano Clase Media
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Re: The last day [Flashback] - Privado
La arrogancia de los varones Balzaretti era algo que solía ponerme de mal humor. ¿No se podían estar quietos sin demostrar tanta supremacía? Veo que no. Pero mejor me salto esa parte o terminaré ahondando en temas que ni al caso; ya tengo suficiente con criar dudas en mi cabeza, resguardándolas ahí, como si de un nido se tratara. Todo había cambiado de manera repentina. Mi vida había dado un giro, las cosas tendrían que cambiar, y sólo bastaba una respuesta de mi parte para que la magia se hiciera. Sí, magia, como si algo así existiera; sería iluso de mi parte creer que semejante cosa es posible. A veces me avergüenzo por el exceso de imaginación que poseo; porque justo en el momento en que Wallace hablaba, me pareció ver como el pequeño títere me guiñaba un ojo. Parpadeé varias veces, dudando de aquella visión. Ahora sólo me faltaba que la vista me fallara. Sería el colmo.
No dije nada. Me dediqué a callar, no por las cosas dichas por mi hermano, sino por lo que había visto. ¿Sería eso posible? Era tan sólo un muñeco, y los muñecos no hacen esas cosas por voluntad. Es más, este títere en particular posee ojos estáticos, no como las muñecas de porcelana, cuyos parpados suelen cerrarse cuando se les acuesta. Por un instante sentí miedo y observé todo a mi alrededor; hasta las máscaras me causaban cierto recelo. Antes me quedaba a solas en el taller y nada como eso había ocurrido. Es más, amaba estar ahí.
—Ehm... Sí, estaré bien. Digo, estoy bien —tartamudeé y me puse de pie de forma repentina. Al darme cuenta de lo que había hecho, disimulé y empecé a caminar por el taller, evitando la mirada ausente de los títeres y los antifaces—. ¿Verme feliz? No lo sé. Es difícil despegarme de todo esto; además, Leo tendrá que irse a París dentro de poco. Ya no estaré cerca de ustedes y no creo que esté bien eso, aunque, en partes quisiera conocer otros lugares. —Me quedé observando el ventanal, a través del cual se observaba distante el gran canal—. Ese “no sé” de antes fue más por temor a que nuestro padre se quedara completamente solo. Sé que ni a Wade, ni a ti, les gusta estar metidos en este negocio. Es el único oficio que hace feliz a papá, y sería lamentable que no tenga con quien compartir su alegría.
Mis palabras sonaron como una melodía triste. Yo había convivido muchos años con mi padre y lo conocía mejor que mis hermanos; comprendía perfectamente su amor hacia su trabajo. Fui la única de sus tres hijos que heredó aquel peculiar talento. Si me iba lejos, ¿quién estaría a su lado? Me entristecía la única idea de verlo solo, lamentándose por haberme dejado ir.
—Si de verdad respaldarás mi decisión, tendrás que cuidar a nuestro padre y hacerte más responsable de todo esto —sentencié, dirigiéndole una mirada inquisitiva, de esas que no se pueden evitar tan fácilmente—. Tampoco me iré para siempre, pretendo regresar. Leo también tiene a su familia aquí; estaremos de visita en alguna que otra ocasión. Pero cuando eso suceda, quiero que Seuss esté sonriente.
No dije nada. Me dediqué a callar, no por las cosas dichas por mi hermano, sino por lo que había visto. ¿Sería eso posible? Era tan sólo un muñeco, y los muñecos no hacen esas cosas por voluntad. Es más, este títere en particular posee ojos estáticos, no como las muñecas de porcelana, cuyos parpados suelen cerrarse cuando se les acuesta. Por un instante sentí miedo y observé todo a mi alrededor; hasta las máscaras me causaban cierto recelo. Antes me quedaba a solas en el taller y nada como eso había ocurrido. Es más, amaba estar ahí.
—Ehm... Sí, estaré bien. Digo, estoy bien —tartamudeé y me puse de pie de forma repentina. Al darme cuenta de lo que había hecho, disimulé y empecé a caminar por el taller, evitando la mirada ausente de los títeres y los antifaces—. ¿Verme feliz? No lo sé. Es difícil despegarme de todo esto; además, Leo tendrá que irse a París dentro de poco. Ya no estaré cerca de ustedes y no creo que esté bien eso, aunque, en partes quisiera conocer otros lugares. —Me quedé observando el ventanal, a través del cual se observaba distante el gran canal—. Ese “no sé” de antes fue más por temor a que nuestro padre se quedara completamente solo. Sé que ni a Wade, ni a ti, les gusta estar metidos en este negocio. Es el único oficio que hace feliz a papá, y sería lamentable que no tenga con quien compartir su alegría.
Mis palabras sonaron como una melodía triste. Yo había convivido muchos años con mi padre y lo conocía mejor que mis hermanos; comprendía perfectamente su amor hacia su trabajo. Fui la única de sus tres hijos que heredó aquel peculiar talento. Si me iba lejos, ¿quién estaría a su lado? Me entristecía la única idea de verlo solo, lamentándose por haberme dejado ir.
—Si de verdad respaldarás mi decisión, tendrás que cuidar a nuestro padre y hacerte más responsable de todo esto —sentencié, dirigiéndole una mirada inquisitiva, de esas que no se pueden evitar tan fácilmente—. Tampoco me iré para siempre, pretendo regresar. Leo también tiene a su familia aquí; estaremos de visita en alguna que otra ocasión. Pero cuando eso suceda, quiero que Seuss esté sonriente.
Minerva Balzaretti- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/09/2015
Re: The last day [Flashback] - Privado
Muchas veces no podía comprender a su hermana. Algunas ocasiones hablaba muy seria, decidida, como si conociera los destinos de todos y las cosas que iban a pasar; mientras que otras ocasiones, como ese momento en el taller, lucía temerosa y con dudas, aunque en ese momento, Wallace tomaba la ausencia mental de su hermana como una manera de hacer que él no preguntase más.
– Minerva, ponme atención – dijo tratando de ponerse en medio de lo que fuera que ella miraba o simulaba mirar – ¿Escuchaste algo de lo que te dije o te lo repito una vez más? – el mayor de los gemelos no pensaba ceder ese día ante su hermana, por más que ella fuera el punto débil de todos los hombres Balzaretti.
Enarcó la ceja en el momento que su hermana se dignaba a responder a sus preguntas, más que nada hacía aquel gesto porque lo que ella le decía no le convencía para nada, aún así, no existía nada que pudiera hacer si es que ella no le pedía su ayuda. Tanto Wade como él estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por su hermana y aunque ella lo sabía nunca se aprovechaba de eso.
– Así es, queremos verte feliz – respondió en plural mientras seguía la figura de su hermana por toda aquella habitación. Las siguientes palabras que salieron de los labios de su hermana lo hicieron dejar la máscara que momentos atrás hubiera puesto sobre su rostro. Definitivamente no le agradaba Leo, ese ladrón miserable que se llevaba lo más valioso que tanto Wade como él tenían, pero como ya había dicho, la felicidad de Minerva era lo primordial aunque eso significara aceptar a su molesto futuro cuñado y el hecho de que se llevaría a su hermana lejos – No es necesario que estés aquí en Venecia para hacer lo que te gusta, puedes poner un taller a donde quiera que vayas y si quieres conocer lugares, París es un buen sitio para comenzar, ¿No crees?.
Rió de manera inevitable. Minerva les conocía demasiado bien a todos ellos, tanto que sabía lo complicado que sería el trabajo en el taller considerando que tanto su gemelo como él, odiaban pasar muchas horas metidos ahí.
– Vamos que tampoco es como que nunca haga nada – cruzó los brazos y puso cara de ofendido – siempre he hecho lo que me corresponde aquí y no les he quedado mal, ¿o si? – Su hermana fue desde siempre la más talentosa de los hermanos Balzaretti cuando se trataba de mascaras y trajes, de hecho, había sido el ver el talento de Minerva lo que llevó a Wallace a alejarse del negocio. No soportaba ver lo común de sus creaciones contra lo especiales que eran las mascaras de su hermana.
Un suspiro salió de sus labios cuando la menor de los Balzaretti hizo su petición.
– ¡Bien! – sentenció al tiempo que se levantaba y avanzaba hasta donde estaba ella – Lo hare por ti siempre que también hagas algo por mi – sonrió divertido al ver la expresión de duda en el rostro de su hermana – Prométeme que si algo llega a pasar, te sientes incomoda o cualquier tontería pasa vas a avisarme – la seriedad llegó hasta su rostro – Prométeme Minerva que no vas a ocultarme nada y que vas a ser feliz.
– Minerva, ponme atención – dijo tratando de ponerse en medio de lo que fuera que ella miraba o simulaba mirar – ¿Escuchaste algo de lo que te dije o te lo repito una vez más? – el mayor de los gemelos no pensaba ceder ese día ante su hermana, por más que ella fuera el punto débil de todos los hombres Balzaretti.
Enarcó la ceja en el momento que su hermana se dignaba a responder a sus preguntas, más que nada hacía aquel gesto porque lo que ella le decía no le convencía para nada, aún así, no existía nada que pudiera hacer si es que ella no le pedía su ayuda. Tanto Wade como él estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por su hermana y aunque ella lo sabía nunca se aprovechaba de eso.
– Así es, queremos verte feliz – respondió en plural mientras seguía la figura de su hermana por toda aquella habitación. Las siguientes palabras que salieron de los labios de su hermana lo hicieron dejar la máscara que momentos atrás hubiera puesto sobre su rostro. Definitivamente no le agradaba Leo, ese ladrón miserable que se llevaba lo más valioso que tanto Wade como él tenían, pero como ya había dicho, la felicidad de Minerva era lo primordial aunque eso significara aceptar a su molesto futuro cuñado y el hecho de que se llevaría a su hermana lejos – No es necesario que estés aquí en Venecia para hacer lo que te gusta, puedes poner un taller a donde quiera que vayas y si quieres conocer lugares, París es un buen sitio para comenzar, ¿No crees?.
Rió de manera inevitable. Minerva les conocía demasiado bien a todos ellos, tanto que sabía lo complicado que sería el trabajo en el taller considerando que tanto su gemelo como él, odiaban pasar muchas horas metidos ahí.
– Vamos que tampoco es como que nunca haga nada – cruzó los brazos y puso cara de ofendido – siempre he hecho lo que me corresponde aquí y no les he quedado mal, ¿o si? – Su hermana fue desde siempre la más talentosa de los hermanos Balzaretti cuando se trataba de mascaras y trajes, de hecho, había sido el ver el talento de Minerva lo que llevó a Wallace a alejarse del negocio. No soportaba ver lo común de sus creaciones contra lo especiales que eran las mascaras de su hermana.
Un suspiro salió de sus labios cuando la menor de los Balzaretti hizo su petición.
– ¡Bien! – sentenció al tiempo que se levantaba y avanzaba hasta donde estaba ella – Lo hare por ti siempre que también hagas algo por mi – sonrió divertido al ver la expresión de duda en el rostro de su hermana – Prométeme que si algo llega a pasar, te sientes incomoda o cualquier tontería pasa vas a avisarme – la seriedad llegó hasta su rostro – Prométeme Minerva que no vas a ocultarme nada y que vas a ser feliz.
Wallace Balzaretti- Humano Clase Media
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Re: The last day [Flashback] - Privado
¿Qué le pusiera atención? Oh, cierto. Estaba tan extrañada, abstraída por aquello que acababa de ver, que olvidé por completo a Wallace. Había perdido el hilo de la conversación de un momento a otro y eso era realmente difícil en mí. Sin embargo, cuando una persona es perturbada por algo que escapa de su lógica, es natural que reaccione del modo que yo lo hice. ¡Un títere no puede simplemente parpadear! Eso es imposible... o casi imposible. La verdad es que no lo sabía; solía ser una persona escéptica. No negaba de la existencia de cosas, pero tampoco me aferraba a la idea de que hubiera “algo”. Prefería dejarle eso a los expertos, y las cosas excesivamente fantásticas, bueno, esas es mejor dejarlas en los libros de leyendas míticas y esas cosas que suelen leerle a los niños.
Bien, no podía seguir evadiendo a Wallace, debía continuar el hilo de la conversación, a pesar de mi distracción. Es que hasta el tema del matrimonio había quedado muy atrás y lo recordaba con indiferencia. ¡Claro! Igual apreciaba un montón a mi familia; irme sería dejar una enorme brecha en el interior de mi padre. Aunque se hacía el fuerte, él era un hombre muy emocional que solía ocultar sus sentimientos. Si yo me casaba y me marchaba a otra ciudad, mi padre iba a terminar muy triste. Por eso mismo quería encargarme de que mis dos hermanos mayores fueran su pilar. Tenían que estar juntos ante la tempestad y no dejar que ésta los derribara. Confiaba plenamente de que Wallace me comprendería, que le transmitiría ese mensaje a Wade y pudiera irme a París plenamente confiada que mi padre estaría bien y que se sentiría protegido por ellos.
—Sólo me dispersé un poco, lo lamento —dije, exhalando luego, mientras dejaba al travieso títere a un lado. Extrañaría todo aquel maravilloso lugar, pero debía aprender a crecer—. Voy a estar bien, aunque no te agrade Leo, voy a estarlo. Así que no te preocupes, hazlo más bien por nuestro padre que tanto se ha dedicado a nosotros. Es lo único que te pido, Wallace.
No era que desconfiara de ellos, son mis hermanos después de todo, pero, a diferencia de mí, no les apetecía pasar tanto tiempo en un taller en donde se confeccionaban disfraces para el carnaval. Me entristecía que ese negocio, al que tanto esfuerzo nuestro padre hubiera dedicado, no resultara del agrado de los dos hermanos mayores. Quizás, algún día, Wade y Wallace decidieran rehacer su vida, sin embargo, yo deseaba que Seuss se sintiera bien en sus últimos años de vida.
—No digo lo contrario, Wallace. Pero, estoy consciente que a ustedes les un poco complicado atarse al taller. Seuss necesita estar tranquilo durante estos últimos años de vida, quiero que esté feliz. Yo regresaré lo más pronto que pueda, lo prometo. Y ¡basta! Te digo que seré feliz al lado de Leo. Pasa que es normal que me sienta insegura en un principio —respondí con esa firmeza que repentinamente emanaba desde mi interior—. Quizás es porque nunca te has enamorado, Wallace... Deja de hacerte ideas raras en la cabecita terca que tienes.
Bien, no podía seguir evadiendo a Wallace, debía continuar el hilo de la conversación, a pesar de mi distracción. Es que hasta el tema del matrimonio había quedado muy atrás y lo recordaba con indiferencia. ¡Claro! Igual apreciaba un montón a mi familia; irme sería dejar una enorme brecha en el interior de mi padre. Aunque se hacía el fuerte, él era un hombre muy emocional que solía ocultar sus sentimientos. Si yo me casaba y me marchaba a otra ciudad, mi padre iba a terminar muy triste. Por eso mismo quería encargarme de que mis dos hermanos mayores fueran su pilar. Tenían que estar juntos ante la tempestad y no dejar que ésta los derribara. Confiaba plenamente de que Wallace me comprendería, que le transmitiría ese mensaje a Wade y pudiera irme a París plenamente confiada que mi padre estaría bien y que se sentiría protegido por ellos.
—Sólo me dispersé un poco, lo lamento —dije, exhalando luego, mientras dejaba al travieso títere a un lado. Extrañaría todo aquel maravilloso lugar, pero debía aprender a crecer—. Voy a estar bien, aunque no te agrade Leo, voy a estarlo. Así que no te preocupes, hazlo más bien por nuestro padre que tanto se ha dedicado a nosotros. Es lo único que te pido, Wallace.
No era que desconfiara de ellos, son mis hermanos después de todo, pero, a diferencia de mí, no les apetecía pasar tanto tiempo en un taller en donde se confeccionaban disfraces para el carnaval. Me entristecía que ese negocio, al que tanto esfuerzo nuestro padre hubiera dedicado, no resultara del agrado de los dos hermanos mayores. Quizás, algún día, Wade y Wallace decidieran rehacer su vida, sin embargo, yo deseaba que Seuss se sintiera bien en sus últimos años de vida.
—No digo lo contrario, Wallace. Pero, estoy consciente que a ustedes les un poco complicado atarse al taller. Seuss necesita estar tranquilo durante estos últimos años de vida, quiero que esté feliz. Yo regresaré lo más pronto que pueda, lo prometo. Y ¡basta! Te digo que seré feliz al lado de Leo. Pasa que es normal que me sienta insegura en un principio —respondí con esa firmeza que repentinamente emanaba desde mi interior—. Quizás es porque nunca te has enamorado, Wallace... Deja de hacerte ideas raras en la cabecita terca que tienes.
Minerva Balzaretti- Hechicero Clase Media
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Re: The last day [Flashback] - Privado
La distracción momentánea de su hermana no provoco que Wallace se apartara de su misión del día. El mayor de los gemelos requería saber que su hermana se encontraba bien, que estaba lista para el paso que se avecinaba y que si algo sucedía, sabría que él estaba para ella. Minerva era lo más valioso que poseían los hombres Balzaretti, quienes se habían aferrado a ella como si se tratase de la persona más importante en el mundo y al menos, en el de ellos, así lo era. Aunque ni Wade, ni su padre lo admitieran, los tres estaban más tristes que felices pero hacían tanto como podían para ocultarle su miseria a la única fémina de la familia.
Wallace estiró la mano para darle un pequeño golpecito en la frente a su hermana.
– Pues no te disperses, te necesito aquí conmigo, que si sigo hablando sin tener tu atención pareceré un completo idiota… o más idiota de lo normal – admitió antes de reírse y mirar los ojos de su querida hermana, que le pedía las cosas no por ella, sino por su padre – Sabes que lo hare por él y por ti. Quiero que ambos estén bien – sonrió, a pesar de que la alegría que trataba de mostrar no le llegara a la mirada – Quiero que todos lo estemos – que Minerva se fuera sería un enorme cambio para todos, algo que debía admitir, sería duro de enfrentar pero no imposible de superar, de hecho, quizás lo más complicado de enfrentar sería el estar en el taller, trabajando en cosas que jamás serían de la calidad de las de su hermana.
Un suspiro salió de sus labios, al tiempo que desviaba la mirada de su hermana. El Balzaretti busco aquella oportunidad para hablar con su hermana solamente para dejarla más tranquila, expresarle sus preocupaciones respecto a ella y decirle que estaría a su lado cuando le necesitara, sin embargo, la conversación ahora se centraba en el trabajo en el taller.
– No es que no quiera estar atado al taller Minerva, de verdad que no es lo que piensas – guardó silencio, sabiéndose incapaz de decirle a su hermana que la razón de que ellos se alejaran era ella y su habilidad – solo puedo decirte que estaremos aquí; cuando no estés, estaremos verdaderamente aquí. Tanto Wade como yo nos dedicaremos a que Seuss pase sus últimos años feliz – pasó su mano derecha sobre su corazón – Te lo prometo – y entonces, al escuchar la firmeza en la voz de su hermana al asegurarle que sería feliz, Wallace no pudo más que elevar ambas manos por encima de su cabeza y mirarla – Esta bien, ya comprendí, tranquilízate que te saldrán arrugas – sonrió – y sí, es probable que no te comprenda porque nunca me he enamorado de verdad y la verdad es que espero nunca enamorarme – se cruzó de brazos – el amor te vuelve loco… o loca – mencionó divertido antes de ocultarse tras un estante de telas, pues presentía que su hermana le diría o lanzaría algo para hacer que se callara de una buena vez.
Wallace estiró la mano para darle un pequeño golpecito en la frente a su hermana.
– Pues no te disperses, te necesito aquí conmigo, que si sigo hablando sin tener tu atención pareceré un completo idiota… o más idiota de lo normal – admitió antes de reírse y mirar los ojos de su querida hermana, que le pedía las cosas no por ella, sino por su padre – Sabes que lo hare por él y por ti. Quiero que ambos estén bien – sonrió, a pesar de que la alegría que trataba de mostrar no le llegara a la mirada – Quiero que todos lo estemos – que Minerva se fuera sería un enorme cambio para todos, algo que debía admitir, sería duro de enfrentar pero no imposible de superar, de hecho, quizás lo más complicado de enfrentar sería el estar en el taller, trabajando en cosas que jamás serían de la calidad de las de su hermana.
Un suspiro salió de sus labios, al tiempo que desviaba la mirada de su hermana. El Balzaretti busco aquella oportunidad para hablar con su hermana solamente para dejarla más tranquila, expresarle sus preocupaciones respecto a ella y decirle que estaría a su lado cuando le necesitara, sin embargo, la conversación ahora se centraba en el trabajo en el taller.
– No es que no quiera estar atado al taller Minerva, de verdad que no es lo que piensas – guardó silencio, sabiéndose incapaz de decirle a su hermana que la razón de que ellos se alejaran era ella y su habilidad – solo puedo decirte que estaremos aquí; cuando no estés, estaremos verdaderamente aquí. Tanto Wade como yo nos dedicaremos a que Seuss pase sus últimos años feliz – pasó su mano derecha sobre su corazón – Te lo prometo – y entonces, al escuchar la firmeza en la voz de su hermana al asegurarle que sería feliz, Wallace no pudo más que elevar ambas manos por encima de su cabeza y mirarla – Esta bien, ya comprendí, tranquilízate que te saldrán arrugas – sonrió – y sí, es probable que no te comprenda porque nunca me he enamorado de verdad y la verdad es que espero nunca enamorarme – se cruzó de brazos – el amor te vuelve loco… o loca – mencionó divertido antes de ocultarse tras un estante de telas, pues presentía que su hermana le diría o lanzaría algo para hacer que se callara de una buena vez.
Wallace Balzaretti- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 28/05/2016
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