Remembranzas {Flashback}[Privado]

por **Doreen Jussieu** Mar Jul 31, 2012 11:14 pm

"No mires hacía atrás Doreen, no lo hagas, sigue, corre, no te detengas o vendrán por ti " Se repetía de manera acelerada, se gritaba asustada, se exigía desesperada. No, no podía volver, no deseaba volver a esa burbuja de mentiras. Sus padres eran egoístas, siempre recordándole que por ella podía cambiar su estilo de vida, llenándole los hombros con un peso insoportable. Ella iba a ser vendida, ofrecida al mejor postor como si de una piedra única y preciosa se tratara. Ellos no entendían. ¿La amaban? No, si la hubiesen amado no le habrían dado tantos dolores, el amor no te limita, mucho menos te vuelve alguien que no eres. Ella deseaba amar, pasar el resto de su vida con alguien que pudiera verla a los ojos con amor inmenso, con deseo latente, con ganas de ser uno con ella sin importar nada más. ¿Caso eso era un pecado? No, Dios ama a todos los hombres, entonces los hombres deberían amarse entre sí mismos, no venderse, no presumirse, no ponerse reglas absurdas de como formar una familia. Pobre chica, tanto dolor albergando en su pecho, nadie podía ver la realidad, lo que se escondía en su ser, una bondad, inocencia, amabilidad, un corazón enorme, y una pureza que pocos poseían, quizás la burbuja en la que había vivido no había sido tan mala, la malicia de la que la habían alejado sus padres la hacía alguien especial, sus ojos irradiaban paz, pero no en ese momento, no cuando las lagrimas nublaban sus hermosos ojos.

¿Cuánto había corrido? Ella no lo sabía, pero sus pulmones ya no aguantaban la agitación, y sus piernas temblaban con fuerza. El cielo comenzaba a oscurecerse, el miedo era latente, se detuvo cuando los gritos de sus padres se apagaron, también se detuvo cuando supo que su hermano ya no podía alcanzarla. - Keigh - Susurró de manera entrecortada, lo único que verdaderamente lamentaría de su partida sería la perdida de su hermano. Deseaba saber que estaría bien, deseaba tener la esperanza de saber que quizás el tiempo la apremiaría y lo volvería a ver. Tan ingenua Doreen. ¿Cómo podrían verse? Nadie sabía hacía dónde iba, ni siquiera ella misma.

Recargó su cuerpo sobre el tronco de un árbol. Tomaba grandes bocanas de aire con el afán de regular su respiración. Después de varios minutos de insistencia su cuerpo comenzó a ceder. Ella estaba tan nerviosa. El silencio se hizo presente, y en ocasiones se interrumpía gracias a los grillos, o incluso por el golpe del viento contra las ramas de los arboles. Se preguntó una y otra vez si estaba haciendo lo correcto. En uno de sus libros favoritos, uno que su hermano había desojado para ella, para que pudiera leer sin que su padre los descubría había leído una frase que la convenció: "Que tú corazón sea tú guía, el nunca falla". Y su corazón tan blanco y rojo, tan poco oscuro la llevó a ese momento, escapando de casa, buscando nuevas oportunidades, buscando ser ella, la hermosa jovencita que deseaba amar y ser amada.

Su cuerpo se deslizo por el tronco del árbol, su vestido cedió. Estaba sentada en las raíces, no podría seguir avanzando más, ella necesitaba un gran descanso, ya que no se escuchaba algún tipo de desperfecto a su alrededor, decidió que lo más prudente sería dormir un rato, sólo unos momentos, nadie podría dañarla, y si algo se acercaba lo más probable es que escucharía y podría esconderse. Antes de dormir pudo observar el cielo estrellado, se veía hermoso, movió un poco su cuerpo, con el afán de poner ver un poco más del cielo y entonces pudo verla, la luna estaba en lo más alto del cielo, grande, blanquecina, y llena, ¿Quién no podría disfrutar de tal espectáculo? Después de unos minutos de observar el impresionante cielo, la joven comenzó a sentir sus párpados cerrarse, todo le daba vueltas, quizás por el cansancio, quizás por todas las cosas que había tenido que experimentar ese día. Doreen se quedó completamente dormida en el pie de ese árbol, su cuerpo sentía la brisa del aire golpear su figura, pero sólo eso, nada más que eso.

por **Larden** Vie Sep 28, 2012 3:15 am

If I could start again
A million miles away
I would keep myself
I would find a way

If you are the sun
I'm the rain

Se advertía nostálgico, temeroso y arrogante cada que recordaba, solo en ocasiones y sin un patrón conocido, sus primeras transformaciones. Llegaban a su mente flashazos de él mismo encontrándose en situaciones embarazosas, peligrosas e incluso humillantes. Aunque lo más difícil siempre fue hallarse en medio de un charco de sangre o con indicios de lo que sea que fuese su victima en esa desafortunada ocasión y quien sabe cuantas más.

Uno pudiera pensar que tratándose de un hombre de guerra, de un general, de un noble que se hiciese llamar así gracias a sus logros militares, tendría poco o casi nulo problema con el tema de la sangre en sus manos; la verdad es que no se trabada solo de la sangre. La veces que, en el campo de batalla, se vio a si mismo dentro de en un mar rojo de muerte y militancia, tenia un solo pensamiento en la mente, uno que lo hiciese, al final de cuentas, inmune a los pensamientos compasivos que sin más pudiesen atacar a cualquier soldado; él sabia que a quienes arrebata la vida eran sus enemigos, que si bien el arrebatarle la vida a un ser vivo no es para nada decoroso, no tenia opción, quien fuese que estuviera frente a su fusil o al filo de su espada, pensaría lo mismo que él. Tales pensamientos y reflexiones, la mayoría de ellas obtenidas e impartidas desde su infancia, hacían de James inmune a los horrores de la guerra y la muerte. Lastimero fue, el mirarse indefenso antes otro tipo de muertes, este nuevo tipo al que se enfrentaba después del cobijo de la luna llena.

Con el tiempo aprendió a evitarlo, obtuvo la astucia pertinente para poder ser capaz de evitar a toda costa tales escenas, habíase sido lo suficientemente astuto como para poder, con éxito todas la veces, escapar de la vista de todos cuando se acercase la luna llena, el sitio que eligió para tal fin, para que ahogase su locura, fue el bosque a las afueras de Paris, pensamientos del alma recorriendo su cuerpo al pensar que el lobo es del bosque y en el bosque se quedara. Corrieron rumores, algunos decían que se trataba de una especie de ritual originario de las tierras de donde venia, otros decían que su ausencia en las noches de luna llena debían ser producto de un trastorno post-guerra, ese que solo les daba a quienes habían pasado toda su vida bajo el yugo mortal del sonido de los cañones y el olor a pólvora; y algunos, más osados, y evidentemente más estudiados, bromeaban con historias de hombres que bajo el manto blanco del astro lunar, convergían entre un hombre y un lobo, se convertían en bestias, fuese una, ninguna o todas, la realidad era que todos sabían ya, que si sobre sus cabezas brillaba la luna llena, con James, no podían contar.

Si bien su principal problema parecía haber quedado resuelto, aun quedaba una cosa más que exigía su atención inmediata, gran parte de la problemática, aparte y con evidentemente menos peso, era su condición después de sus transformaciones, era tal el problema que resultaba de sus noches de “locura” que el tener incluso algo de ropa rasgada o en harapos considerase suerte para él. Su solución fue el hacer construir 15 cabañas alrededor del bosque, en lugares específicos y todos ellos desconocidos para quienes construyesen la cabaña siguiente, él y solo él, hasta la fecha, conocen la ubicación exacta de las 15 cabañas. Cada una de ellas tenían un diseño y función similares, no eran nada lujoso pero eran bastante acogedoras, así fuese el lugar donde fuese que terminara después de las noches de luna siempre encontraría refugio, comida y por sobre todo ropa limpia e inmaculada. Cosa aparte era de las cabañas el resto del tiempo, empleados, montañeses y viajeros usaban y mantenían las cabañas en buen estado mientras James no las usara.

Lamentablemente, el que se refundiese a si mismo en el bosque cada que tenia esos cambios característicos que le conferían las fases de la luna y que le anunciaban la llegada de todo el esplendor de la gran blanca, no era suficiente para evitar del todo aquellas escenas de color rojo y efluvio metálico, característico de la sangre. Aunque fueron y siguen siendo contadas ocasiones, aun se vio a si mismo dentro de tal situación, un sentimiento de remordimiento. Como el de aquella noche.

Describir la transformación de esa noche no seria tan diferente de cualquier otra, en realidad describir la transformación, aun si se tratase de esa particular noche o de cualquier otra nunca es fácil. Recordar como sus huesos son rotos más de una ves mientras que su cuerpo adopta otras formas y el dolor que si bien es intenso por unos cuantos minutos pero que permanece ahí siempre como un fantasma, nunca se va. Aunque la verdadera dificultad que reside en recordar la transformación esta en encontrarse a si mismo perdiendo el control. En un instante pero que parece eterno deja de ser hombre, pierde la característica definitoria del humano, su razón, queda a la deriva y merced de la bestia, indefenso ante su ferocidad y hambre.

Aquella noche fue tan normal, como diferente, comenzó como siempre, tomo un camino en el bosque tratando de que fuese lo más confuso para él como le fuera posible en las limitaciones de su mente y su memoria sobrenatural. Sin éxito como era de esperarse trato de adentrarse lo más que pudo pero sin llegar a la zona en la que los amantes del bosque solían vivir, un punto neutral, donde no pudiese lastimar a nadie y despertara con no más que un cuerpo desnudo para ocuparse en la mañana siguiente.

La transformación fue como cualquier otra pero igual de memorable también, en particular esa vez fue algo más violenta que de costumbre, cuando al final de todo despertó, un par de lesiones ocasionadas por los estragos de la misma se tatuaron en su cuerpo.

Ya como una bestia, James era implacable, tenia pocas cosas en su cabeza, si es que ese termino pudiese aplicarse sin errores sobre un ser como en el que se convertía, lo primero que hacia era olfatear el ambiente, con el tiempo los olores del bosque le fueron tan comunes y familiares tanto a James como a la bestia que era capaz de reconocer el más ínfimo ápice en el aroma de cualquier cosa externa al bosque, como esa noche, inconfundible fue el aroma de ella.

Habiéndola saboreado en sus dientes y paladar ya aun sin haberla visto todavía, persiguió como la vil bestia que era su aroma en el aire imaginando su forma y sabor. Cuando por fin la vio, instintivo sí pero aun como hombre, se decepciono al verla tan frágil, deseo haberla encontrado despierta, lucida y con ganas de vivir, de esa forma tendría con que jugar antes de alimentarse, con sus deseos inalcanzables hasta el momento, el lobo comenzó su ritual sobre su presa, importándole poco si su presa, aquella bella joven, lo notase o no. Comenzó a asecharla, caminaba de un lado a otro, habiéndose puesto en cuatro patas colocaba una frente a la otra lentamente mientras se acercaba a ella en un movimiento de zigzag. Era un juego y un arte a la vez, el depredador tan sigiloso sobre su presa, aun sabiéndose superior y capaz de terminar con su vida de un solo golpe. Cuando por fin estuvo tan cerca de ella que podía en todo su esplendor retomar el aroma puro y directo de su presa, lo único que atino a hacer, tal cual lobo, fue mostrar sus colmillos, imagen tan espeluznante para cualquiera como la peor pesadilla que se pueda tener.

por **Doreen Jussieu** Dom Oct 07, 2012 2:09 am

El frío de la noche no puede afectar un cuerpo cansado, cuando se hace un gran esfuerzo físico, lo único que importa es dormir, además que, mientras más incierto sea tú futuro, las posibilidades de exigencias se ven nulas. La fría y húmeda noche no afecta, las incomodas raíces de un árbol no molestas, todo se resume a las suplicas de un descanso sin interrupciones, a una búsqueda de tranquilidad, pero sobre todo de seguridad y aroma interna. Las carencias materiales no cuentan, al menos no en la situación de ella, quien a pesar de nunca haber tenido tales lujos de clases altas o realeza, siempre había vivido de una buena forma acomodada. Ahora nada de eso importaba si ella podía estar clara y amorosa en su alma. Sus gritos desesperados, sus demonios internos salieron a la luz desde ese gran maratón sin regreso a casa, sin una meta clara, todo daba vueltas incluso en sus sueños, porque aunque fueran profundos, y no les afectara el viento, tenía esos miedos llevados por la incertidumbre, la maldita ruleta de azar, quien le podría decir si estar viva es correcto, o matarla sin piedad. ¿Qué hay de diferente matarla hoy, o diez años más adelante? Quizás las vivencias que ella matara cuando sus ojos no vuelvan a abrirse, pero nada más, pues tarde que temprano su recuerdo también morirá.

Entre sus sueños puede visualizad algo que raya en los exagerado, su miedo y paranoia la hacen querer despertarse de un sobresalto, pero no sucede pues no es dueña de tales habilidades aún, ella sabe que puede controlar sus sueños, pero no sabe como finalizarlos, se contradice entre lo real y lo ficticio en su memoria, pero entonces puede tener claridad entre lo poco real. Un animal de ojos oscuros que muestran el hambre de un ser insaciable. ¿Lo sería en realidad? Existen novelas, cuentos de terror dónde criaturas vienen a dañar a damiselas frágiles que pronto se encuentran en peligro, pero ella no se siente una damisela, ni en peligro en sus sueños, al menos algo podía controlar, y es que el miedo desaparecía al recordar su cansancio mezclado con el sueño del terror. Sonríe a la bestia, porque ante todo no le teme, siente que le sonríe y que desea las caricias suaves de la rubia, pero en realidad puede que mienta, que no diga la verdad, y que la inocencia de la criatura se pierda cuando ella en confianza se sienta. Todo da vueltas, todo es un remolino de posibilidades, y entonces despierta, pues el sonido de una rama quebrarse la hace sobresaltarse.

Se sobresalta tanto que incluso algunas hojas caídas que se encontraban a su alrededor se levantan. Su movimiento es torpe gracias a la modorra del cansancio y lo poco que había dormido. Ella ve borroso sumado a la oscuridad, siente que es vigilada pero no puede ver si eso es cierto, cualquier persona normal necesitaría acercarse para un buen alcance al mirar, pero no hay nada extraño, al menos a su alrededor humano, pues dado que no sabe de la existencia de esas criaturas sobrenaturales, no hay temores distintos que puedan despertar su seguridad, pero están por despertarse nuevos dolores, ahora el de aquellas criaturas que cree normales: los animales. ¿Uno podría dañarla así por qué si? No lo entiende, de verdad no lo hace, y quiere entenderlo, porque otra rama se rompe, pero el sonido es más fuerte, eso la perturba y la levanta de un brinco contra el árbol.

- ¿Quién anda ahí? - Su voz sale entrecortada, incluso bastante rasposa, su pecho se puede notar ansioso por sentir aire en sus pulmones, sube y baja de golpe, con bastante aceleración. Ahora si puede sentir el viento contra su cuerpo, la brisa fría erizar los bellos de cada centímetro de su piel. Aquello es tan raro y diferente; se lleva una mano al pecho intentando tranquilizar su respiración, percibe las fuertes y repetitivas palpitaciones de su corazón, su sexto sentido se despierta y le grita que salga de ahí, pues muchas más ramas son partidas en un andar que se acerca a ella, cual presa fácil rendida a ser devorada, pero ella no quiere ser una presa, sólo quiere ser un ave libre, abrir sus alas y volar sin temor a lo que existe en la tierra, en los caminos inciertos de ese futuro que no existe pues no tiene cómo construir algo imaginado.

- ¡Quién anda ahí! - Ahora no existe pregunta, sólo exigencia completa, petición que pudiera ser una suplica, pero una mujer, con esa sociedad, en medio de un bosque a oscuras no puede ser sumisa, aunque ella lo sea con todo, no sólo eso es tímida, y delicada, frágil y temerosa, pero en ese momento el valor viene proveniente del miedo, por eso las guerras son ganadas por los soldados, no por los gobiernos que los mandan, pues entre tanta muerte, pobreza, hambre, y penuria el coraje sale del miedo por mantener una vida, y ahora mismo su guerra estaba siendo declarada por un lobo, que ni en mis sueños podría llegar a creer que después de esa noche de luna llena se volvería un humano; Doreen siente la presencia de algo rondando, su mano estaba elefanta ligeramente pero siente un nariz olisqueando su mano, suelta un grito que hace resonar por todo el bosque un eco, las aves vuelan pues son despertadas por las voz de la rubia, se da dos pasos hacía atrás y cae, lo que sigue no puede recordarlo, al menos no un momento, pero puede ver al animal abrir su hocico y mostrar sus dientes, y aquel hilo de baba, ¿la estaría por atacar? Ahora no puede gritar, el miedo la paraliza.

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