AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
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Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Ultimas horas del día donde mis obligaciones como doncella de Danna aun no terminan y cuando lo hacen busco de nuevo las formas de escurrirme bajo las sabanas e ir al encuentro con Erlend, aunque esta vez no fue tras una discusión sino algo totalmente diferente donde él trato de sobrepasar unos límites que no estaba lista o más bien no estaba segura de quererlo hacer en ese momento, de hecho no sabría como hacerlo porque jamás yací con un hombre y no por que la tentación no se diera si no por que no era lo correcto u no era el indicado, más si era cierto los rumores que escuchaba en ciertos momentos referente aquél prometido que desconozco, tal vez si él no era el primero en romper la barrera no sería un matrimonio seguro, aun sabiendo seguro y sin suponer que él ya hubiera estado con otras antes de llegar a mí , si llega.
Noche que pasa con mayor rapidez por el estado de relajación de ambos, a excepción del encuentro con aquellos que mataron al mensajero de mi madre y a quien no puede entregar la carta para saber si aún seguía viva. Erlend acabo con sus vidas y lo que dijeron no fue de significado importante para mi. No obstante Erlend insistió en ir en busca de mi madre, acompañando la carta con un lazo que me pertenecía, creí que no la localizaría pero me equivoque porque al tercer día apareció en lugar de siempre con ella, tres días que no contaron en este pacto firmado con sangre.
Nuestra relación fue distante y apenas hubo abrazos o muestras de complicidad, tan solo un par de abrazos más en las que ella lloraba en mi hombro al saber que mi padre, su desliz , amor que defendía y quería buscar había muerto, aunque no exactamente como y jamás lo rebelaré, digamos que me inventé otra muerte.
La noche fue larga y hablamos mientras que quedaba a un lado Erlend, dejándonos un espacio para nosotras, para ponernos al día sobre cómo le había ido en Irlanda y como se organizaba, apenas cambio su forma de sobrevivir, aunque eso sí, ya no ejercía en un burdel. También preguntó por mi haciendo ver su interés, saber cómo me había ido todo en este tiempo, halagado mi apariencia tan diferente a cuando era niña, era lógico, ya no tenía ocho años.
Sonreí ante eso pues un halago nunca está de más, y menos viniendo de mi madre, no causa el mismo efecto que si fuera sido de alguien que hubiese vivido y compartido, incluyendo la primera vez de mi transformación, detalle que tampoco rebelé. Tampoco alargue más las cosas entre nosotras y la invite a quedarse en Paris unos días pero nada más allá, ni siquiera un acercamiento con mi familia por parte del bastardo de mi padre, no podía fingir. Pero ella se negó y prefirió regresar a Irlanda, así lo hizo al día siguiente o eso dijeron alguna de mis fuentes fuera de donde nos alojábamos Danna y yo.
El Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente
Esta quinta noche recién empieza, pero esta vez no sería en aquél lugar común si no en los exteriores del mismo a unas cuantas manzanas exactamente. En el centro de Paris, a los alrededores de un hostal, cerca de un café conocido por lo que pude saber entre cuchicheos de las doncellas, el servicio y allí lo espere, luciendo un nuevo vestido, diferente a los anteriores, donde mi busto ni siquiera se visualizaba.
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Ariyne y yo aquel día habíamos quedado en un café del centro de la ciudad. Aunque yo prefería lo lúgubre de las tabernas poco iluminadas y para que mentir con alcohol a raudales comprendía no era lugar para una dama, al menos no como ella, así que no me costo demasiado aceptar ir a aquel nuevo emplazamiento tras unos cuantos besos y varios mohines de la dama.
Quizás ella aun no lo sabia pero hubiera cruzado el mundo a pie de un lado a otro tan solo por ganarme una de sus sonrisas o saborear sus labios una vez mas.
Verla se había convertido en el único motivo que me empujaba a levantarme cada noche, no buscando la muerte, si no la vida.
Y aunque admito nuestros encuentros no siempre estaban llenos de luces, mas bien a veces todo lo contrario, aquellas sombras quedaban eclipsadas por la luz de nuestras reconciliaciones.
Últimamente nuestra relación, si es que así podía llamarla, pues no había mas promesa de futuro que un pacto de siete días que los dos, o al menos yo, se moría por alargar atravesaba un buen momento.
Y aquella noche estaba especialmente excitado por nuestro encuentro, tenia tantas ganas de verla y disfrutar de sus caricias, así que me resultaba difícil borrar aquella sonrisa instaurada en mi rostro nada mas anuncias Notredam las once campanadas de rigor.
Como alma que lleva el diablo salí de casa de Moira envuelto en un aura de felicidad solo experimentada en mis dias con Katherine ¿podria ser posible esa segunda oportunidad para nosotros?
Esa pregunta solo el tiempo la contestaría, pero hoy deseaba con todas mis fuerzas simplemente una velada de risas, confesiones, diversión y como no Adrenalina.
Ensimismado por mis propios pensamientos atravesé gran parte de la ciudad que hoy se teñía de rojo, engalardonada de flores y pétalos por doquier, al parecer se celebraba una fiesta, un baile de mascaras de esos que tanto disfrutaban los nobles. Las doncellas caminaban ataviadas de hermosos vestidos burdeos y los hombres con fracs y altos sombreros de copa las lucían como una parte mas de su adornado vestuario colgadas e sus brazos.
Pronto deje esas calles atrás y llegue al centro de París, frente a un hostal, al que no me hubiera importado subir para descargar noches de lujuria con mi dama, se encontraba aquel pequeño café, discreto, pero bien iluminado, decorado con un elegante papel florar el tonos cálidos y pequeñas mesas de madera blanca, la mayoría para dos personas que invitaba a la privacidad. Al parecer era muy frecuentado por parejas que cogidas de las manos charraban animadamente llenas de futuro y felicidad.
Una parte de mi sintió cierta envidia pues los días se me acababan, este era el quinto del pacto marcado a sangre y tan solo me quedaban dos para o contarle la verdad o enamorarla tan perdidamente que no deseara alejarse de mi jamas.
No se cual de las dos se me antojaba mas complicada, pues con la primera posiblemente se asustaría, si es que me llegase a creer cuerdo y la segunda era un imposible, pues ella con referencia al amor me llevaba siglos de ventaja.
Deje escapar el aire antes de cruzar la puerta de aquella pequeña cafetería que anuncio mi entrada con un suave repiqueteo. Y allí estaba ella, sonriente, tan bella como de costumbre, con su pelo negro recogido atrás con una cinta a juego con un vestido color crudo, con unas pequeñas flores estampadas en la tela y un cuello cuadrado que para mi desgracia cubría sus atributos mas de lo que mi vista hubiera deseado.
El can can ahuecaba una tela que caía hasta los pies con un huelo especialmente cautivador, y dejaba ver unos pequeños zapatos con apenas tacón del mismo tono que el traje.
Nuestros ojos se encontraron y con ellos nuestros labios nada mas acercarme a ella, relamí estos tomando asiento mientras una sonrisa de medio lado se instalaba en mi cara.
-Estáis preciosa -susurré frente a ella dibujando con mis ojos el contorno de sus labios que como siempre me moría por besar.
Aquel día había preparado algo especial para ambos, quizás no tuviera la adrenalina que la dama requería, pero necesitaba arrebatarle tiempo al tiempo y este era el único modo que se me ocurría.
Había preparado unas velas y una manta para extender en la playa, dos buenas botellas de vino y todo eso acompañado de una suculenta cena encargada en uno de los mejores restaurantes de París.
Quizás ese fuera el empujón que nos faltaba para que dejados llevar por la magia del ambiente y el lugar de nuestro primer encuentro, Ariyne se decidiese a dejarse llevar conmigo y poder hacerla mía de una vez por todas.
Lo había intentado muchas veces, mas ella parecía seguir esperando que su afamado y rico prometido viniera montado en un caballo blanco para convertirla en lo que era...aquella dama de alta alcurnia a la que yo pobre mercenario no le llegaba ni a la suela del zapato
-¿Como os fue con vuestra madre? -pregunté tomando su mano con suavidad y enlazándola a la mia.
Quizás ella aun no lo sabia pero hubiera cruzado el mundo a pie de un lado a otro tan solo por ganarme una de sus sonrisas o saborear sus labios una vez mas.
Verla se había convertido en el único motivo que me empujaba a levantarme cada noche, no buscando la muerte, si no la vida.
Y aunque admito nuestros encuentros no siempre estaban llenos de luces, mas bien a veces todo lo contrario, aquellas sombras quedaban eclipsadas por la luz de nuestras reconciliaciones.
Últimamente nuestra relación, si es que así podía llamarla, pues no había mas promesa de futuro que un pacto de siete días que los dos, o al menos yo, se moría por alargar atravesaba un buen momento.
Y aquella noche estaba especialmente excitado por nuestro encuentro, tenia tantas ganas de verla y disfrutar de sus caricias, así que me resultaba difícil borrar aquella sonrisa instaurada en mi rostro nada mas anuncias Notredam las once campanadas de rigor.
Como alma que lleva el diablo salí de casa de Moira envuelto en un aura de felicidad solo experimentada en mis dias con Katherine ¿podria ser posible esa segunda oportunidad para nosotros?
Esa pregunta solo el tiempo la contestaría, pero hoy deseaba con todas mis fuerzas simplemente una velada de risas, confesiones, diversión y como no Adrenalina.
Ensimismado por mis propios pensamientos atravesé gran parte de la ciudad que hoy se teñía de rojo, engalardonada de flores y pétalos por doquier, al parecer se celebraba una fiesta, un baile de mascaras de esos que tanto disfrutaban los nobles. Las doncellas caminaban ataviadas de hermosos vestidos burdeos y los hombres con fracs y altos sombreros de copa las lucían como una parte mas de su adornado vestuario colgadas e sus brazos.
Pronto deje esas calles atrás y llegue al centro de París, frente a un hostal, al que no me hubiera importado subir para descargar noches de lujuria con mi dama, se encontraba aquel pequeño café, discreto, pero bien iluminado, decorado con un elegante papel florar el tonos cálidos y pequeñas mesas de madera blanca, la mayoría para dos personas que invitaba a la privacidad. Al parecer era muy frecuentado por parejas que cogidas de las manos charraban animadamente llenas de futuro y felicidad.
Una parte de mi sintió cierta envidia pues los días se me acababan, este era el quinto del pacto marcado a sangre y tan solo me quedaban dos para o contarle la verdad o enamorarla tan perdidamente que no deseara alejarse de mi jamas.
No se cual de las dos se me antojaba mas complicada, pues con la primera posiblemente se asustaría, si es que me llegase a creer cuerdo y la segunda era un imposible, pues ella con referencia al amor me llevaba siglos de ventaja.
Deje escapar el aire antes de cruzar la puerta de aquella pequeña cafetería que anuncio mi entrada con un suave repiqueteo. Y allí estaba ella, sonriente, tan bella como de costumbre, con su pelo negro recogido atrás con una cinta a juego con un vestido color crudo, con unas pequeñas flores estampadas en la tela y un cuello cuadrado que para mi desgracia cubría sus atributos mas de lo que mi vista hubiera deseado.
El can can ahuecaba una tela que caía hasta los pies con un huelo especialmente cautivador, y dejaba ver unos pequeños zapatos con apenas tacón del mismo tono que el traje.
Nuestros ojos se encontraron y con ellos nuestros labios nada mas acercarme a ella, relamí estos tomando asiento mientras una sonrisa de medio lado se instalaba en mi cara.
-Estáis preciosa -susurré frente a ella dibujando con mis ojos el contorno de sus labios que como siempre me moría por besar.
Aquel día había preparado algo especial para ambos, quizás no tuviera la adrenalina que la dama requería, pero necesitaba arrebatarle tiempo al tiempo y este era el único modo que se me ocurría.
Había preparado unas velas y una manta para extender en la playa, dos buenas botellas de vino y todo eso acompañado de una suculenta cena encargada en uno de los mejores restaurantes de París.
Quizás ese fuera el empujón que nos faltaba para que dejados llevar por la magia del ambiente y el lugar de nuestro primer encuentro, Ariyne se decidiese a dejarse llevar conmigo y poder hacerla mía de una vez por todas.
Lo había intentado muchas veces, mas ella parecía seguir esperando que su afamado y rico prometido viniera montado en un caballo blanco para convertirla en lo que era...aquella dama de alta alcurnia a la que yo pobre mercenario no le llegaba ni a la suela del zapato
-¿Como os fue con vuestra madre? -pregunté tomando su mano con suavidad y enlazándola a la mia.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Con calma y paciencia esperé, viendo pasar de largo a parejas, amigos o quien sabe que lazos pudieran tener entre ellos y seguramente más definido que nuestros encuentros tan seguidos, algunos de ellos se percataron de que les miraba y me la devolvían sin más, otros cuchichean pero no conseguía aun entender del todo su idioma, sobretodo algunas palabras que eran un espacio en blanco si tuviera que escribir lo que decían. No le di importancia y mantuve una sonrisa mientras seguía ojeando sus trajes que no tenían nada que envidiar a los que poseía pero siempre me parcia curioso los detalles que llevaba el vestido en si para tomarlo prestado una vez regresáramos a Escocia.
Pronto retiré mi interés por aquellos trajes y pase curiosear su actitud, aquellos que parecían más cercanos y se veía que eran algo más que amigos, tenía que aprender con disimulo y no parecer tan torpe como el primer beso que robe a Erlend en aquella taberna, cuatro días atrás. Movimientos delicados, susurros y caricias superficiales que se dan sentidos y en cualquier momento, nada nuevo en el tiempo que observe a varios de ellos, lo que me da vergüenza y quizás un poco de miedo era aquello que iba tras lo nombrado, aquello que no le permití llegar en los bosques.
Manos inquietas que entrelazo entre si una vez y dos veces más, buscando que hacer para entretenerme con la mirada con aquello que me rodea. Apenas unos minutos más del anochecer y allí estaba, frente a mí una de esas veces que alcé la mirada con intención final de mirar a cualquier otro punto que no fuera de nuevo sobre parejas o acabarían por llamarme la atención.
No tardo en acercarse a mi, mis sonrisa se amplía más aun cuando su cercanía se borra en el avance de sus pasos y espere a que sentara. Uno frente al otro, mirando de reojo sus labios, casi al mismo tiempo podría decir, pude percatarme de ello, quedándome con las ganas de avanzar hacia adelante, por encima de aquella mesa al menos la mitad de mi para alcanzar sus labios, y no solo sonrojarme por su halago, que solo decía parte de lo que podría completar un gesto así, me toque la mejilla derecha, queriendo tapar ese sonrojo que era mayor cuando posaba los ojos en él y viceversa, más la segunda opción.
Manos que descansan por encima de la mesa como toda señorita, pues decía que era una forma más fiable y asegurarse que con aquel que compartía comida no tiene malas intenciones más conocida, envenenamiento. Una de ellas alzadas por su mano y la libre que deja de estarlo al entrelazarla por mi cuenta, notando el frio que transmitían sus manos al tocarse las palmas que ligeramente podía solapar la calidez de las mías.
Su pregunta hizo que deshiciera el agarre de aquella ultima mano e incluso que desviara la mirada uno segundos, nerviosa quizás por no saber por donde empezar- Bien, mal, como cabía esperar -dice sorprendiéndome por la sinceridad y la facilidad con la que las palabras salían de mi boca, tan natural.
Volví a mirarle a los ojos- Ella volverá a Irlanda, no tiene nada más que hacer aquí en Paris - dije con frialdad y que mantuve desde que inicie a responder su pregunta hasta el final de la misma- Anuncie que me alegraba verla, saber que estaba viva con mis propios ojos y también que hubiera dejado aquél burdel ,dedicándole solo a la hechicería a ciertos encargos de los que no quiso darme detalle -dije su peculiaridad “hechicería”, en un tono más bajo pero manteniéndome en la línea de expresión.
- y otras tantas cosas… -suspiré- No puedo borrar su ausencia en años, Erlend… -dije negando por un instante, soltando lo que más me pesaba, sin negar la felicidad que me aportaba la casa a la que soy fiel, Los Diancetch.
- ¿y vos?… -asalte sobre un argumento que solo hablaba de mi y nada de él, creo que era el momento de saber y revelar- ¿y vos?, ¿Que hay de tras de ti que no conozco aún?… -dije para dar pie a un abanico de respuesta, pues era cierto, que salvo su nombre, la comodidad de ambos y la sangre que ofrecía, no habíamos profundizado en otros asuntos.
Pronto retiré mi interés por aquellos trajes y pase curiosear su actitud, aquellos que parecían más cercanos y se veía que eran algo más que amigos, tenía que aprender con disimulo y no parecer tan torpe como el primer beso que robe a Erlend en aquella taberna, cuatro días atrás. Movimientos delicados, susurros y caricias superficiales que se dan sentidos y en cualquier momento, nada nuevo en el tiempo que observe a varios de ellos, lo que me da vergüenza y quizás un poco de miedo era aquello que iba tras lo nombrado, aquello que no le permití llegar en los bosques.
Manos inquietas que entrelazo entre si una vez y dos veces más, buscando que hacer para entretenerme con la mirada con aquello que me rodea. Apenas unos minutos más del anochecer y allí estaba, frente a mí una de esas veces que alcé la mirada con intención final de mirar a cualquier otro punto que no fuera de nuevo sobre parejas o acabarían por llamarme la atención.
No tardo en acercarse a mi, mis sonrisa se amplía más aun cuando su cercanía se borra en el avance de sus pasos y espere a que sentara. Uno frente al otro, mirando de reojo sus labios, casi al mismo tiempo podría decir, pude percatarme de ello, quedándome con las ganas de avanzar hacia adelante, por encima de aquella mesa al menos la mitad de mi para alcanzar sus labios, y no solo sonrojarme por su halago, que solo decía parte de lo que podría completar un gesto así, me toque la mejilla derecha, queriendo tapar ese sonrojo que era mayor cuando posaba los ojos en él y viceversa, más la segunda opción.
Manos que descansan por encima de la mesa como toda señorita, pues decía que era una forma más fiable y asegurarse que con aquel que compartía comida no tiene malas intenciones más conocida, envenenamiento. Una de ellas alzadas por su mano y la libre que deja de estarlo al entrelazarla por mi cuenta, notando el frio que transmitían sus manos al tocarse las palmas que ligeramente podía solapar la calidez de las mías.
Su pregunta hizo que deshiciera el agarre de aquella ultima mano e incluso que desviara la mirada uno segundos, nerviosa quizás por no saber por donde empezar- Bien, mal, como cabía esperar -dice sorprendiéndome por la sinceridad y la facilidad con la que las palabras salían de mi boca, tan natural.
Volví a mirarle a los ojos- Ella volverá a Irlanda, no tiene nada más que hacer aquí en Paris - dije con frialdad y que mantuve desde que inicie a responder su pregunta hasta el final de la misma- Anuncie que me alegraba verla, saber que estaba viva con mis propios ojos y también que hubiera dejado aquél burdel ,dedicándole solo a la hechicería a ciertos encargos de los que no quiso darme detalle -dije su peculiaridad “hechicería”, en un tono más bajo pero manteniéndome en la línea de expresión.
- y otras tantas cosas… -suspiré- No puedo borrar su ausencia en años, Erlend… -dije negando por un instante, soltando lo que más me pesaba, sin negar la felicidad que me aportaba la casa a la que soy fiel, Los Diancetch.
- ¿y vos?… -asalte sobre un argumento que solo hablaba de mi y nada de él, creo que era el momento de saber y revelar- ¿y vos?, ¿Que hay de tras de ti que no conozco aún?… -dije para dar pie a un abanico de respuesta, pues era cierto, que salvo su nombre, la comodidad de ambos y la sangre que ofrecía, no habíamos profundizado en otros asuntos.
Última edición por Ariyne el Dom Jun 19, 2016 8:19 am, editado 3 veces
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Sus palabras al hablar de su madre sonaban tan frías como los filos de acero de los cuchillos antes de entrar en guerra y su voz dotada de firmeza pero carente de emoción, denotaba un dolor pasado, de posiblemente algo que jamas perdono a su madre, el abandono.
Tomé con una mano el taburete y tiré de el, atrayendo así a la dama a tan escasa distancia mía, que podía sentir su respiración sobre mis labios, mis piernas permanecían abiertas a sendos lados de este y ella en el centro analizaba cada gesto de mi rostro mientras contaba con resentimiento que su madre volvería a Irlanda. Como si yo no me percatara del énfasis que había hecho en la frase “
Ella volverá a Irlanda, no tiene nada más que hacer aquí en París”
Llevé mi mano a su cabello y retire un mechón que había escapado rebelde de su trenzado pelo acariciando con mi gesto su piel.
-Durante estos días que he pasado con tu madre, he tratado de permanecer al margen y no entablar mas que conversaciones vanas con ella, posiblemente por el miedo a tener que responder preguntas sobre vos, o nosotros de las que carecía de respuesta, o si la tenia, que pudieran alterar a vuestra madre mas de lo necesario.
Mas algo si os puedo decir de ella, es una mujer increíble, fuerte, valiente, y que al ver vuestro lazo pender de mi muñeca no dudo ni un segundo en acompañarme para llegar a vos, aun teniendo que unirse en viaje a un inmortal de rudo aspecto que intuyo en un principio le daba mas miedo que confianza.
Mis labios volvieron a pender de los suyos, y en ese preciso momento me dí cuenta de que quería dejarlos allí, colgados de los ajenos por y para siempre.
Pocas parejas de las que nos rodeaban se comían del mismo modo con los ojos que nosotros, allí, había magia, algo que nos envolvía a ambos cuando estábamos juntos.
-Supongo que hemos sido criados de modos muy distintos, yo no puedo quejarme de nada de mi niñez, aunque mi madre te enumeraría una larga lista de quejas sobre el niño inquieto que ahora de adulto tienes frente a tus ojos -bromee admirando como sus labios se curvaban en una sonrisa que acompaño a la mía -recuerdo como si fuera ayer el día que probé la cerveza por primera vez. Tenia alrededor de ocho años, y junto a mi hermana, de la misma edad y un grupo de amigos de idéntica quinta jugábamos en los acantilados con nuestras espadas de madera.
Fue entonces cuando los gritos de mi hermana de emoción contenida nos alertaron y nos acercamos asomándonos por el acantilado para ver lo que a todos los efectos parecía una piedra rosada, enganchada a las rocas, un coral. Mi hermana fantaseaba con prenderla de su cuello, así que ni corto ni perezoso, saque la daga de mis botas y me deje caer desde donde estábamos a las gélidas aguas que me abrazaron abajo, mas no con la suavidad que yo esperaba. Recuerdo que me golpee en la cabeza y sentí el calor de la sangre contrastar con el temblor del resto del cuerpo. Sumido casi en una inconsciencia llegué a la piedra deseada y moví el cuchillo sin fuerzas y tambaleado por el agua.
Después solo oscuridad, creo que me desmaye, no se si por falta de oxigeno por mi insistencia de volver con tal piedra en las manos o por los golpes recibidos.
Lo siguiente que recuerdo es abrir los ojos en mi casa, acunado esta vez si con suavidad por los brazos cálidos de mi madre y con mi cabeza reposando sobre su pecho que latía con la misma fuerza que un ciclón.
Mi Padre con el gesto endurecido me miraba, también mojado por las mismas aguas, posiblemente por que fue el y no otro quien me saco de ellas.
Recuerdo como las gotas resbalaban por su terco gesto y como sus ojos se hundieron en los míos cuando abrí la mano y mostré a mi hermana con entusiasmo aquella piedra rosada.
Los ojos de mi padre destilaban orgullo, los de mi hermana creo que una mezcla de varias cosas, pero principalmente culpabilidad y los de mi madre...pobre de mi madre.
Fue ahí cuando mi padre me tomo del brazo y me sentó en una de las robustas sillas del comedor, poniendo frente a mi una jarra de cerveza negra, lo mire con ilusión, a sabiendas del significado de aquel gesto y la lleve a mis labios con entusiasmo.
Sabia a rallos, arrugue la nariz e hice una mueca de asco, que no tardo en pasar tras el segundo trago, y a este le precedió un tercero.
-Hijo, te llevare con los guerreros a saquear esta primavera, mejor verte morir en el campo de batalla rodeado de valquirias, que hacerlo en un acantilado -bromeo si es que mi padre, lo hacia alguna vez, posando su mano en mi hombro con firmeza.
Con el sopor de la jarra de cerveza y completamente mareado por esta, me arropé entre las mantas.
Aquella noche oí a mis padres discutir con tal virulencia que pensé la casa se vendría abajo con nosotros dentro, obviamente mi madre, una gran escudera no estaba de acuerdo con que partiera con mi padre a tan temprana edad, pero allí las ordenes de mi padre eran claras y tras la bronca llego la reconciliación casi igual de épica junto al fuego de la chimenea y presenciada por dos niños que fingían dormir entre sus pieles.
Relamí mis labios observando los ajenos, cautivado por la belleza de sus formas. No tardo en abrirlo para pronunciar unas palabras que lograron hacerme dudar.
- ¿y vos?, ¿Que hay de tras de ti que no conozco?…
Aparte mi vista pensativo, sobre si desvelar o no el secreto tan fielmente guardado en estos días, mas supuse que tras una pregunta directa, mentir no me llevaría a nada bueno, así que tras dejar escapar el aire y echar de menos esa cerveza negra que de niño poseí entre mis manos comencé a hablar.
-Me vas a tomar por loco -advertí sin ser capaz de sostener mi mirada en la suya -pero...esta no es la primera vez que la veo. Antes de convertirme en vampiro conocí a una mujer como vos... -hice una pausa consciente de que hasta ahí mis palabras albergaban mas dudas que explicaciones.
-A como vos no me refiero a vuestra condición de licantropo, que también, si no idéntica a vos, cada rasgo, cada gesto, cada surco de vuestro rostro es idéntico al de Katherine, hasta el embriagador olor de vuestra piel -confesé alzando esta vez mis ojos hacia los suyos y esperando algún gesto que me invitara a continuar contando aquella historia que marco mi pasado, y que ahora irrumpía en mi presente sentenciando mi futuro
Tomé con una mano el taburete y tiré de el, atrayendo así a la dama a tan escasa distancia mía, que podía sentir su respiración sobre mis labios, mis piernas permanecían abiertas a sendos lados de este y ella en el centro analizaba cada gesto de mi rostro mientras contaba con resentimiento que su madre volvería a Irlanda. Como si yo no me percatara del énfasis que había hecho en la frase “
Ella volverá a Irlanda, no tiene nada más que hacer aquí en París”
Llevé mi mano a su cabello y retire un mechón que había escapado rebelde de su trenzado pelo acariciando con mi gesto su piel.
-Durante estos días que he pasado con tu madre, he tratado de permanecer al margen y no entablar mas que conversaciones vanas con ella, posiblemente por el miedo a tener que responder preguntas sobre vos, o nosotros de las que carecía de respuesta, o si la tenia, que pudieran alterar a vuestra madre mas de lo necesario.
Mas algo si os puedo decir de ella, es una mujer increíble, fuerte, valiente, y que al ver vuestro lazo pender de mi muñeca no dudo ni un segundo en acompañarme para llegar a vos, aun teniendo que unirse en viaje a un inmortal de rudo aspecto que intuyo en un principio le daba mas miedo que confianza.
Mis labios volvieron a pender de los suyos, y en ese preciso momento me dí cuenta de que quería dejarlos allí, colgados de los ajenos por y para siempre.
Pocas parejas de las que nos rodeaban se comían del mismo modo con los ojos que nosotros, allí, había magia, algo que nos envolvía a ambos cuando estábamos juntos.
-Supongo que hemos sido criados de modos muy distintos, yo no puedo quejarme de nada de mi niñez, aunque mi madre te enumeraría una larga lista de quejas sobre el niño inquieto que ahora de adulto tienes frente a tus ojos -bromee admirando como sus labios se curvaban en una sonrisa que acompaño a la mía -recuerdo como si fuera ayer el día que probé la cerveza por primera vez. Tenia alrededor de ocho años, y junto a mi hermana, de la misma edad y un grupo de amigos de idéntica quinta jugábamos en los acantilados con nuestras espadas de madera.
Fue entonces cuando los gritos de mi hermana de emoción contenida nos alertaron y nos acercamos asomándonos por el acantilado para ver lo que a todos los efectos parecía una piedra rosada, enganchada a las rocas, un coral. Mi hermana fantaseaba con prenderla de su cuello, así que ni corto ni perezoso, saque la daga de mis botas y me deje caer desde donde estábamos a las gélidas aguas que me abrazaron abajo, mas no con la suavidad que yo esperaba. Recuerdo que me golpee en la cabeza y sentí el calor de la sangre contrastar con el temblor del resto del cuerpo. Sumido casi en una inconsciencia llegué a la piedra deseada y moví el cuchillo sin fuerzas y tambaleado por el agua.
Después solo oscuridad, creo que me desmaye, no se si por falta de oxigeno por mi insistencia de volver con tal piedra en las manos o por los golpes recibidos.
Lo siguiente que recuerdo es abrir los ojos en mi casa, acunado esta vez si con suavidad por los brazos cálidos de mi madre y con mi cabeza reposando sobre su pecho que latía con la misma fuerza que un ciclón.
Mi Padre con el gesto endurecido me miraba, también mojado por las mismas aguas, posiblemente por que fue el y no otro quien me saco de ellas.
Recuerdo como las gotas resbalaban por su terco gesto y como sus ojos se hundieron en los míos cuando abrí la mano y mostré a mi hermana con entusiasmo aquella piedra rosada.
Los ojos de mi padre destilaban orgullo, los de mi hermana creo que una mezcla de varias cosas, pero principalmente culpabilidad y los de mi madre...pobre de mi madre.
Fue ahí cuando mi padre me tomo del brazo y me sentó en una de las robustas sillas del comedor, poniendo frente a mi una jarra de cerveza negra, lo mire con ilusión, a sabiendas del significado de aquel gesto y la lleve a mis labios con entusiasmo.
Sabia a rallos, arrugue la nariz e hice una mueca de asco, que no tardo en pasar tras el segundo trago, y a este le precedió un tercero.
-Hijo, te llevare con los guerreros a saquear esta primavera, mejor verte morir en el campo de batalla rodeado de valquirias, que hacerlo en un acantilado -bromeo si es que mi padre, lo hacia alguna vez, posando su mano en mi hombro con firmeza.
Con el sopor de la jarra de cerveza y completamente mareado por esta, me arropé entre las mantas.
Aquella noche oí a mis padres discutir con tal virulencia que pensé la casa se vendría abajo con nosotros dentro, obviamente mi madre, una gran escudera no estaba de acuerdo con que partiera con mi padre a tan temprana edad, pero allí las ordenes de mi padre eran claras y tras la bronca llego la reconciliación casi igual de épica junto al fuego de la chimenea y presenciada por dos niños que fingían dormir entre sus pieles.
Relamí mis labios observando los ajenos, cautivado por la belleza de sus formas. No tardo en abrirlo para pronunciar unas palabras que lograron hacerme dudar.
- ¿y vos?, ¿Que hay de tras de ti que no conozco?…
Aparte mi vista pensativo, sobre si desvelar o no el secreto tan fielmente guardado en estos días, mas supuse que tras una pregunta directa, mentir no me llevaría a nada bueno, así que tras dejar escapar el aire y echar de menos esa cerveza negra que de niño poseí entre mis manos comencé a hablar.
-Me vas a tomar por loco -advertí sin ser capaz de sostener mi mirada en la suya -pero...esta no es la primera vez que la veo. Antes de convertirme en vampiro conocí a una mujer como vos... -hice una pausa consciente de que hasta ahí mis palabras albergaban mas dudas que explicaciones.
-A como vos no me refiero a vuestra condición de licantropo, que también, si no idéntica a vos, cada rasgo, cada gesto, cada surco de vuestro rostro es idéntico al de Katherine, hasta el embriagador olor de vuestra piel -confesé alzando esta vez mis ojos hacia los suyos y esperando algún gesto que me invitara a continuar contando aquella historia que marco mi pasado, y que ahora irrumpía en mi presente sentenciando mi futuro
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Ligero balanceo hacia adelante por un movimiento, siendo arrastrada por su mano y tan cerca que su leve respirar coincidiendo en el mi propio suspiro, quedándo entre sus piernas. El corazón que ligeramente se agita por no esperarlo, acaba por calmarse mientras contaba cómo me había ido en mi reencuentro, mientras su caricia me reconforta y me permite continuar, no iba a derrumbarme, porque no lo merecía a pesar de ser mi madre.
Me detuve y lo escuche, desconocía por completo que pudieran tener ese tipo de reacción tan humano, lo cierto es que ignoraba tantas cosas en las que incluía a mi propia raza y de las que aún estoy acostumbrándome a pesar del tiempo en el que ocurrió mi primera transformación de la que solo recuerdo un dolor insoportable y el sabor a sangre en la boca de la que solo había una razón, solo esperaba no fuera humano. Asentí en sus halagos hacia mi madre que bien son ciertos pero también había otras cosas que en un conversación no revelaban.
- lo es, pero también creo que vino a Paris, buscando aquello que no puede recuperarse en un instante ¿lo entiendes?… -trague saliva, mientras lo miraba, la mano que acariciaba la ajena acaba pasándola a su barba crecida, penetrante mirada que a pesar de su oscuridad y los demonios que pudiera esconder no me hace retroceder en mi cercanía.
Sonreí al instante en el que menciono a su madre y como podría enumerar las acciones de un niño inquieto ante la tranquilidad que emanaba ella, según entendí por la forma en la que actuaría ante su agitado hijo, gesto que cambia a uno sorpresivo, no esperaba que tan pronto bebiera, cuando para ese entonces e incluso hasta hace relativamente poco tiempo bebía zumo natural en Escocia, leche y pan en Irlanda nada que ver con la cerveza como la que tome nada más llegar a Paris en compañía de Gael, mi primer amigo ante la escusa real de un regalo de cumpleaños para Danna, un recuerdo de Paris.
Escuche muy atenta su historia, mi gesto cambia reaccionando según avanzaba su relato e incluso en el instante que se tiro por el acantilado, reí sin poder contenerme, interrumpiendo unos instantes- al parecer no soy la única a quien le gusta ese tipo de adrenalina,…Erlend -dije con brevedad,alzando la mano para dejarla reposar en su pecho y seguí escuchando, sin apartar la mirada de él. Su osadía le permitió conseguir aquella piedra rosada y la aprobación como acto honor y valentía mientras su madre, su calmada madre, aún se quitaba el susto del cuerpo por lo que pudo costarle la vida. <
Note diferente a Erlend, justo antes de responderme por aquello que esconde y que aún no se si no es revelado, miradas que coinciden de nuevo. Extrañada por como empieza, puedo verse en mi rostro reflejado, ¿Cómo pudo haberme visto antes, sin yo haberlo visto hasta ahora?.
- ¿Cómo es eso posible,Erlend?¿Antepasados?… -dije dubitativa como asi el inicio de su relato al mencionarme a Katherine- ¿Quién es katherine? -añadi, pues esperaba saber mas, tratar de asimilar que yo era como a quien quería.
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Hundí mis cabeza entre mis manos, echando ligeramente mi pelo hacia atrás, como si aquel gesto de nerviosismo o agobio pudiera ayudarme a pensar mas rápido.
Sabia que si le contaba la verdad, no habría vuelta atrás me exponía a perderla, y eso me aterraba.
Si miedo, ese era el sentimiento que aquel vikingo al que nada le hacia temblar sentía frente a esa mujer que frente a él se encontraba.
Miedo a ser abandonado, a no ser entendido, a quedar nuevamente pendido del vació con sus demonios devorándolo uno a uno, miedo a la oscura soledad a la que durante siglos se había enfrentado. Tuvo tanto miedo que estuvo a punto de suplicarle que no le dejase caer de nuevo, que aferrase su mano por complicado que en ese instante le resultase entenderlo.
Pero no, aquella no era su forma de actuar, así que simplemente guardo silencio, desenterró las cabeza de sus manos y empezó a narrar la triste historia de su vida, que ya tantas veces había repasado mentalmente y que revivía con cada palabra que salía de sus labios.
-Hubo un tiempo en el que era humano, mi pueblo vikingo era un linaje fuerte de guerreros que no temían a la muerte, pero igualmente de supersticiosos que todos en aquella época.
Se decía que al otro lado del rio, existía una raza de seres sobrenaturales, emparentados con los dioses por su capacidad de trasformarse en lobos en luna llena y que gracias a ellos nuestros reinos permanecían a salvo de los inmortales.
Se decía que entre ambas razas se luchaba una guerra a vida o muerte cada noche y que por ese motivo jamás debíamos acercarnos a esa zona profunda del bosque donde el rio separaba nuestros destinos.
Mas siempre fui un niño obstinado, y aquellas leyendas se me antojaban mas cuentos de viejas. Aun así durante muchos años respete el tratado de nuestro pueblo y no me introduje en la parte mas profunda del bosque.
Todo cambio cuando un día fui de caza con unos compañeros de mi quinta, vi una presa grande que se adentra en la profundidad del bosque y me desvié del sendero trazado con intención de darle caza. Era invierno y el bosque denso estaba cubierto de nieve, la comida escaseaba y pensé que aunque aquello estaba prohibido el fin justificaba los medios. Con aquel animal comería mi familia durante una semana.
Las huellas me llevaron a la zona del rio donde posiblemente se habría detenido para beber, tras unos arbustos me escondí y tensé el arco apuntando con delicadeza a mi presa que bebía con placidez en el riachuelo.
Apunto estaba de soltar mi saeta cuando la vi, una mujer morena, con sendos kukris en las manos que se movía a una velocidad inaudita y que con dos raudos movimientos degolló al animal frente a mis ojos.
Vi como lamia el cuchillo manchando así sus labios de carmesí, era incapaz de moverme, mas no por miedo si no porque era una imagen cautivadora.
Pero ella no tardo en descubrir mi posición y enfilo sendas dagas hacia allí que sorteé como pude rodando por el suelo ahora si quedando expuesto frente a ella.
Nos analizamos durante un rato, sus ojos ámbar me dejaron claro que ella no era humana, que las leyendas eran ciertas y yo solo un incauto.
Limpio la sangre de sus labios con la manga de su camisa, tenia un aspecto tan salvaje, unos ojos tan penetrantes, creo que me enamore de ella nada mas verla.
Su pelo ondeaba al viento tan oscuro como la misma noche y tan solo cubría su tibia tez con unas pieles de osos que poco o nada dejaban a mi lasciva imaginación.
Ese fue nuestro primer encuentro y a ese le siguieron otros llenos de sonrisas, besos, pasión, carreras por los bosques, con ella todo era tan excitante que caí rendido a sus pies como un niño y para que mentir, ella también a los míos.
Nos amábamos como jamas se había amado nadie y así paso un largo año de encuentros furtivos donde solo el firmamento podía ser testigo de nuestro amor envenenado.
Una noche cuando la primavera ya empezaba a derretir la nieve del siguiente invierno la vi aparecer con el gesto cambiado, sus ojos mostraban un brillo especial, pero también había algo en su mirada que me decía que tenia miedo.
Aquel día me confeso que estaba en cinta, y que temía que su padre se enterase, pues les estaba tan prohibido como a nosotros acercarse a los humanos.
Ambos habíamos roto un pacto trazado en sangre hacia miles de años y ahora nuestro hijo pagaría las consecuencias de nuestra osadía.
Trate de calmarla, y le perjure que todo se arreglaría de un modo u otro. Aun no sabia lo equivocado que estaba por ese entonces.
Volví a mi poblado con la cabeza llena de sueños, el principal ir a presentarme ante el pueblo de mi amada, y frente a su padre, el rey. Estaba dispuesto a todo, convertirme en uno de ellos, abandonarlo todo, pero necesitaba estar con ella y con mi hijo mas que respirar en aquel momento.
Pasaron nueve largos meses sin verla, yo iba cada noche al punto de encuentro con la fiel esperanza de que apareciera, mas jamas lo hizo.
Pronto descubrí la cruenta realidad, esa misma noche los licantropos cruzaron el rio y sedientos de odio y sangre mataron a todo mi pueblo. VÍ como uno a uno caían mis hermanos de lucha incapaces de hacer frente a aquellos monstruos convertidos en bestias, mi padre fue mutilado, lo desmembraron frente a mis ojos, mi madre y mi hermana violadas hasta desangrarse y yo allí estaba recibiendo golpes que ya ni me dolían incapaz de hacer nada por los míos.
El padre de Katherine me dejo con vida, si es que a el estado ese se le llamaba vida con el fin de que viera a los cuervos devorar a mi linaje.
Mi ultima visión entre el humo de las llamas fue la de Katherina con mi hijo entre sus brazos.
Tras ellos llego el turno de los vampiros que alertados por el férreo olor a sangre cruzaron el riachuelo sin enemigos que plantarles cara, uno de esos seres me trasformo, supongo que porque un vikingo le resultaba útil para sus guerras y me enseño a convertirme en el monstruo que soy ahora.
Alzo la vista para enfrentarse a sus ojos así como a la cruenta realidad que le esperara de ellos.
-Por eso esto nunca fue justo, lo que para vos es un pacto de adrenalina a cambio de sangre para mi es la segunda oportunidad de volver a los brazos de mi único amor.
No me preguntéis porque sois idéntica a ella porque lo desconozco.
Sabia que si le contaba la verdad, no habría vuelta atrás me exponía a perderla, y eso me aterraba.
Si miedo, ese era el sentimiento que aquel vikingo al que nada le hacia temblar sentía frente a esa mujer que frente a él se encontraba.
Miedo a ser abandonado, a no ser entendido, a quedar nuevamente pendido del vació con sus demonios devorándolo uno a uno, miedo a la oscura soledad a la que durante siglos se había enfrentado. Tuvo tanto miedo que estuvo a punto de suplicarle que no le dejase caer de nuevo, que aferrase su mano por complicado que en ese instante le resultase entenderlo.
Pero no, aquella no era su forma de actuar, así que simplemente guardo silencio, desenterró las cabeza de sus manos y empezó a narrar la triste historia de su vida, que ya tantas veces había repasado mentalmente y que revivía con cada palabra que salía de sus labios.
-Hubo un tiempo en el que era humano, mi pueblo vikingo era un linaje fuerte de guerreros que no temían a la muerte, pero igualmente de supersticiosos que todos en aquella época.
Se decía que al otro lado del rio, existía una raza de seres sobrenaturales, emparentados con los dioses por su capacidad de trasformarse en lobos en luna llena y que gracias a ellos nuestros reinos permanecían a salvo de los inmortales.
Se decía que entre ambas razas se luchaba una guerra a vida o muerte cada noche y que por ese motivo jamás debíamos acercarnos a esa zona profunda del bosque donde el rio separaba nuestros destinos.
Mas siempre fui un niño obstinado, y aquellas leyendas se me antojaban mas cuentos de viejas. Aun así durante muchos años respete el tratado de nuestro pueblo y no me introduje en la parte mas profunda del bosque.
Todo cambio cuando un día fui de caza con unos compañeros de mi quinta, vi una presa grande que se adentra en la profundidad del bosque y me desvié del sendero trazado con intención de darle caza. Era invierno y el bosque denso estaba cubierto de nieve, la comida escaseaba y pensé que aunque aquello estaba prohibido el fin justificaba los medios. Con aquel animal comería mi familia durante una semana.
Las huellas me llevaron a la zona del rio donde posiblemente se habría detenido para beber, tras unos arbustos me escondí y tensé el arco apuntando con delicadeza a mi presa que bebía con placidez en el riachuelo.
Apunto estaba de soltar mi saeta cuando la vi, una mujer morena, con sendos kukris en las manos que se movía a una velocidad inaudita y que con dos raudos movimientos degolló al animal frente a mis ojos.
Vi como lamia el cuchillo manchando así sus labios de carmesí, era incapaz de moverme, mas no por miedo si no porque era una imagen cautivadora.
Pero ella no tardo en descubrir mi posición y enfilo sendas dagas hacia allí que sorteé como pude rodando por el suelo ahora si quedando expuesto frente a ella.
Nos analizamos durante un rato, sus ojos ámbar me dejaron claro que ella no era humana, que las leyendas eran ciertas y yo solo un incauto.
Limpio la sangre de sus labios con la manga de su camisa, tenia un aspecto tan salvaje, unos ojos tan penetrantes, creo que me enamore de ella nada mas verla.
Su pelo ondeaba al viento tan oscuro como la misma noche y tan solo cubría su tibia tez con unas pieles de osos que poco o nada dejaban a mi lasciva imaginación.
Ese fue nuestro primer encuentro y a ese le siguieron otros llenos de sonrisas, besos, pasión, carreras por los bosques, con ella todo era tan excitante que caí rendido a sus pies como un niño y para que mentir, ella también a los míos.
Nos amábamos como jamas se había amado nadie y así paso un largo año de encuentros furtivos donde solo el firmamento podía ser testigo de nuestro amor envenenado.
Una noche cuando la primavera ya empezaba a derretir la nieve del siguiente invierno la vi aparecer con el gesto cambiado, sus ojos mostraban un brillo especial, pero también había algo en su mirada que me decía que tenia miedo.
Aquel día me confeso que estaba en cinta, y que temía que su padre se enterase, pues les estaba tan prohibido como a nosotros acercarse a los humanos.
Ambos habíamos roto un pacto trazado en sangre hacia miles de años y ahora nuestro hijo pagaría las consecuencias de nuestra osadía.
Trate de calmarla, y le perjure que todo se arreglaría de un modo u otro. Aun no sabia lo equivocado que estaba por ese entonces.
Volví a mi poblado con la cabeza llena de sueños, el principal ir a presentarme ante el pueblo de mi amada, y frente a su padre, el rey. Estaba dispuesto a todo, convertirme en uno de ellos, abandonarlo todo, pero necesitaba estar con ella y con mi hijo mas que respirar en aquel momento.
Pasaron nueve largos meses sin verla, yo iba cada noche al punto de encuentro con la fiel esperanza de que apareciera, mas jamas lo hizo.
Pronto descubrí la cruenta realidad, esa misma noche los licantropos cruzaron el rio y sedientos de odio y sangre mataron a todo mi pueblo. VÍ como uno a uno caían mis hermanos de lucha incapaces de hacer frente a aquellos monstruos convertidos en bestias, mi padre fue mutilado, lo desmembraron frente a mis ojos, mi madre y mi hermana violadas hasta desangrarse y yo allí estaba recibiendo golpes que ya ni me dolían incapaz de hacer nada por los míos.
El padre de Katherine me dejo con vida, si es que a el estado ese se le llamaba vida con el fin de que viera a los cuervos devorar a mi linaje.
Mi ultima visión entre el humo de las llamas fue la de Katherina con mi hijo entre sus brazos.
Tras ellos llego el turno de los vampiros que alertados por el férreo olor a sangre cruzaron el riachuelo sin enemigos que plantarles cara, uno de esos seres me trasformo, supongo que porque un vikingo le resultaba útil para sus guerras y me enseño a convertirme en el monstruo que soy ahora.
Alzo la vista para enfrentarse a sus ojos así como a la cruenta realidad que le esperara de ellos.
-Por eso esto nunca fue justo, lo que para vos es un pacto de adrenalina a cambio de sangre para mi es la segunda oportunidad de volver a los brazos de mi único amor.
No me preguntéis porque sois idéntica a ella porque lo desconozco.
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Me mantuve frente a él, observando sus gestos en los que se cubría la cara mostrándose inquieto, intuí su agobio que entre gestos y aura se complementaba, quizás fuera por lo que estaba a punto de contarme y que apuesto a que no era un asunto fácil, tanto que llego a arrepentirme en parte por haber formulado aquella pregunta, pero quería saber más de él, me intriga de sobremanera él y no solo la raza que me permitía tenerlo frente a mí. Me quedé con la mano en alza queriendo tocar sus manos, apretar el agarre ligeramente y destaparle la cara para calmarlo ahora que la mesa no nos separaba,desccubrirle la cara y darle el beso que retenía en los labios, pero no lo hice pues preferí dejar paso a las palabras.
Escuché atenta cada palabra de su historia dejándome envolver tanto y tan real lo sentí que podía notar el frio y el viento helado que arrastran los copos de nieve acariciar las mejillas, otros que se asientan en el suelo formando una montaña blanca tal y como lo describía. Imagen que se solapaba cuando mencionaba a los licántropos, aquellos con los que había un pacto, una tregua, pero tras el mismo también había guerra declarada si una u otra raza cruzaba el río .Echo que no tardo suceder después del encuentro de aquella bella mujer que siguió con objetivo de cazarla y de la que sin querer enamoró, impactada por la descripción en la que denota semejanza, tanto que podría decir que era idéntica a mi. Exteriormente se notó mi gesto por ello, no puede evitar tampoco caer en el hecho de que incluso era similar a lo actual, entre él y yo, encuentros que no cesan salvo por las consecuencias que tuvo su enamoramiento un fruto nacido del amor nueve meses después.
Su tratado tuvo grietas, grietas que pudieron sanarse si ellos no hubiesen dado rienda suelta a lo que sentían, si no el cumplimiento de ello. Su acto de amor trajo consigo los rumores, rumores que llegaron a oídos del padre de Katherine, quien no estaba dispuesto a nada, ni siquiera a su ofrecimiento hacia ellos con el fin de poder estar con su hija y vivir como deseaban ambos, estaba prohibido y así debía ser.
No tardaron en hacerse con el pueblo y matar a cada ser viviente, mi cara era de horror antes eso y que intensifico más aun cuando mencionó la muerte de sus padres, tan crueles que lagrimas cristalinas asomaron y se deslizaron por mi mejilla. Negué, ante la cruel acción del Rey del clan dejando a propósito con vida a Erlend para que viera caer a su pueblo, su gente y familia- masacre sangrienta… - Susurré entrecerrando los ojos, evitando interrumpir. Y si no fue suficiente, aquello desencadeno el acercamiento de otros, otros que condenaron a esta no vida a Erlend.
Volví en sí, aquellas imágenes se disiparon en mi mente. Confusión, extrañeza ante su confesión sobre la adrenalina que me proporcionaba en cada mordida y acercamiento, era otro punto de vista en el que mi gesto y mi silencio por minutos dieron una respuesta no muy diferente, pues cuesta asumir todo de golpe.
- Es difícil… -dije suspirando con pesadez, trague saliva con brusquedad e incluso por unos segundos miré hacia otro lado, antes de volver a mirarle, esta vez con el gesto cambiando, ceño fruncido- no puede ser, ¿Cómo eso es posible..?… -dije repitiéndome antes de una pausa y continuar- no solo es adrenalina Erlend, me gustáis, pero yo… -declaré tan rápido que no pude detenerme al pronunciarlo quedándome pensativa intentando buscar las palabras adecuadas.
Escuché atenta cada palabra de su historia dejándome envolver tanto y tan real lo sentí que podía notar el frio y el viento helado que arrastran los copos de nieve acariciar las mejillas, otros que se asientan en el suelo formando una montaña blanca tal y como lo describía. Imagen que se solapaba cuando mencionaba a los licántropos, aquellos con los que había un pacto, una tregua, pero tras el mismo también había guerra declarada si una u otra raza cruzaba el río .Echo que no tardo suceder después del encuentro de aquella bella mujer que siguió con objetivo de cazarla y de la que sin querer enamoró, impactada por la descripción en la que denota semejanza, tanto que podría decir que era idéntica a mi. Exteriormente se notó mi gesto por ello, no puede evitar tampoco caer en el hecho de que incluso era similar a lo actual, entre él y yo, encuentros que no cesan salvo por las consecuencias que tuvo su enamoramiento un fruto nacido del amor nueve meses después.
Su tratado tuvo grietas, grietas que pudieron sanarse si ellos no hubiesen dado rienda suelta a lo que sentían, si no el cumplimiento de ello. Su acto de amor trajo consigo los rumores, rumores que llegaron a oídos del padre de Katherine, quien no estaba dispuesto a nada, ni siquiera a su ofrecimiento hacia ellos con el fin de poder estar con su hija y vivir como deseaban ambos, estaba prohibido y así debía ser.
No tardaron en hacerse con el pueblo y matar a cada ser viviente, mi cara era de horror antes eso y que intensifico más aun cuando mencionó la muerte de sus padres, tan crueles que lagrimas cristalinas asomaron y se deslizaron por mi mejilla. Negué, ante la cruel acción del Rey del clan dejando a propósito con vida a Erlend para que viera caer a su pueblo, su gente y familia- masacre sangrienta… - Susurré entrecerrando los ojos, evitando interrumpir. Y si no fue suficiente, aquello desencadeno el acercamiento de otros, otros que condenaron a esta no vida a Erlend.
Volví en sí, aquellas imágenes se disiparon en mi mente. Confusión, extrañeza ante su confesión sobre la adrenalina que me proporcionaba en cada mordida y acercamiento, era otro punto de vista en el que mi gesto y mi silencio por minutos dieron una respuesta no muy diferente, pues cuesta asumir todo de golpe.
- Es difícil… -dije suspirando con pesadez, trague saliva con brusquedad e incluso por unos segundos miré hacia otro lado, antes de volver a mirarle, esta vez con el gesto cambiando, ceño fruncido- no puede ser, ¿Cómo eso es posible..?… -dije repitiéndome antes de una pausa y continuar- no solo es adrenalina Erlend, me gustáis, pero yo… -declaré tan rápido que no pude detenerme al pronunciarlo quedándome pensativa intentando buscar las palabras adecuadas.
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Sentí las lagrimas recorrer su rostro mientras como si lo reviviera mentalmente, mis palabras llegaban a sus oídos. Pensé en detenerme, en abrazarla, en sacarle sus húmedas mejillas con mis besos pero sabia que si lo hacia jamas aquella historia volvería a ser contada y ella lo merecía, necesitaba saber la verdad, aunque aquello significara perderla para siempre. Con mi miedo patente en cada palabra, en cada gesto, continué, casi mi voz se quebró frente a sus labios, estaba aterrado, pues no conocía si cuando la ultima silaba fuera pronunciada se alejaría de mi para siempre.
Un silencio se abrió frente a nosotros cuando la verdad fue revelada, parecía intentar asimilar en su mente la historia contada y los motivos que ahora la llevaban a entender el porque de todo lo nuestro. Nuestras citas, su sangre recorriendo mi cuerpo, nuestra cercanía, el pacto, todo basado en una mentira o al menos en una medio verdad.
Tiempo que se me hizo eterno, necesitaba que para bien o para mal asimilase que aquella mujer de mi pasado, estaba ahora allí frente a mis ojos, que ya no era un maldito fantasma que me torturaba, ahora era de carne y hueso.
Necesitaba escuchar que lo entendía,que me quería, que lo solucionaríamos juntos, que esta vez nada seria como lo fue antes, que con la firmeza de sus actos acallara mis demonios y que me besara y abrazara porque en aquel momento estaba temblando.
Oculte mis manos bajo la mesa intentando mantener la compostura, esconder bajo mi mascara aquello sentimientos que afloraban por mi piel, y que casi escapaban de mis labios.
Entonces sus cejas se fruncieron, y con ese gesto tan sencillo mi mundo se vino abajo, tense el gesto frente al suyo, no por enfado, si no por dolor, dolor que subía por mi garganta y llegaba a mis ojos, los sentí humedecerse. Trague saliva no podía permitirme derrumbarme frente a ella, no podía dejar ver que en aquel momento me sentía débil.
Aguante el tipo como pude, escuchando ahora si sus palabras, que como dagas afiladas se hundían en mi pecho dejándome negras marcas.
- Es difícil… -dijo suspirando con pesadez, incluso apartando su mirada de la mia.
De nuevo pendía del vació, sentía como caia y no podía agarrarme ni siquiera al filo de sus pestañas, pues no me miraba, ni eso había logrado merecer en estos días.
- no puede ser, ¿Cómo eso es posible..?… -Añadió insegura
no solo es adrenalina Erlend, me gustáis, pero yo… sentenció.
Acababa de firmar mi sentencia de muerte y ella ni siquiera lo sabia ¿me gustas? ¿después de lo contado eso era todo cuanto decía? Un me gustas y un pero...
Negué con la cabeza, ahora fue la rabia enmascarada en mi sarcasmo y con el escudo del odio quien atajo sus palabras, no dejándola acabar ¿para que hacerlo? Conocía la continuación de aquella frase, conocía las escusas, conocía su fría mirada, ella no lo entendía pero la conocía desde hacia un maldito milenio.
Maldije en ese preciso instante su existencia , el haberla conocido y con los puños apretados golpee la mesa enfurecido.
-Pero estas prometida -rugí molesto acabando su frase sin sentido.
Los ojos cambiaron a un negro profundo y de el a aquella tonalidad roja que pocas veces me invadía.
Ya estaba suelta la bestia, desatada, atroz y sin sentimientos. Pertrechada la muralla para que las punzadas de dolor no me atravesaran.
Mas aun así lo sentía, dolía, me ahogaba, me moría allí frente a sus ojos mas ella no lo veía.
Un silencio se abrió frente a nosotros cuando la verdad fue revelada, parecía intentar asimilar en su mente la historia contada y los motivos que ahora la llevaban a entender el porque de todo lo nuestro. Nuestras citas, su sangre recorriendo mi cuerpo, nuestra cercanía, el pacto, todo basado en una mentira o al menos en una medio verdad.
Tiempo que se me hizo eterno, necesitaba que para bien o para mal asimilase que aquella mujer de mi pasado, estaba ahora allí frente a mis ojos, que ya no era un maldito fantasma que me torturaba, ahora era de carne y hueso.
Necesitaba escuchar que lo entendía,que me quería, que lo solucionaríamos juntos, que esta vez nada seria como lo fue antes, que con la firmeza de sus actos acallara mis demonios y que me besara y abrazara porque en aquel momento estaba temblando.
Oculte mis manos bajo la mesa intentando mantener la compostura, esconder bajo mi mascara aquello sentimientos que afloraban por mi piel, y que casi escapaban de mis labios.
Entonces sus cejas se fruncieron, y con ese gesto tan sencillo mi mundo se vino abajo, tense el gesto frente al suyo, no por enfado, si no por dolor, dolor que subía por mi garganta y llegaba a mis ojos, los sentí humedecerse. Trague saliva no podía permitirme derrumbarme frente a ella, no podía dejar ver que en aquel momento me sentía débil.
Aguante el tipo como pude, escuchando ahora si sus palabras, que como dagas afiladas se hundían en mi pecho dejándome negras marcas.
- Es difícil… -dijo suspirando con pesadez, incluso apartando su mirada de la mia.
De nuevo pendía del vació, sentía como caia y no podía agarrarme ni siquiera al filo de sus pestañas, pues no me miraba, ni eso había logrado merecer en estos días.
- no puede ser, ¿Cómo eso es posible..?… -Añadió insegura
no solo es adrenalina Erlend, me gustáis, pero yo… sentenció.
Acababa de firmar mi sentencia de muerte y ella ni siquiera lo sabia ¿me gustas? ¿después de lo contado eso era todo cuanto decía? Un me gustas y un pero...
Negué con la cabeza, ahora fue la rabia enmascarada en mi sarcasmo y con el escudo del odio quien atajo sus palabras, no dejándola acabar ¿para que hacerlo? Conocía la continuación de aquella frase, conocía las escusas, conocía su fría mirada, ella no lo entendía pero la conocía desde hacia un maldito milenio.
Maldije en ese preciso instante su existencia , el haberla conocido y con los puños apretados golpee la mesa enfurecido.
-Pero estas prometida -rugí molesto acabando su frase sin sentido.
Los ojos cambiaron a un negro profundo y de el a aquella tonalidad roja que pocas veces me invadía.
Ya estaba suelta la bestia, desatada, atroz y sin sentimientos. Pertrechada la muralla para que las punzadas de dolor no me atravesaran.
Mas aun así lo sentía, dolía, me ahogaba, me moría allí frente a sus ojos mas ella no lo veía.
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Re: Quinto Día: Revelaciones del Pasado y Presente [Priv-Erlend Cannif]
Aquél pequeño espacio de tiempo donde trate de buscar las palabras adecuadas para hacerme entender, hacer saber que su historia no distanciaba mucho de la realidad, que lo creía e incluso que éramos idénticas tal y como la describió, pude verla. Pero ese corto tiempo para mí, dio pie a su reacción pude ver su gesto que cambiaba en la espera pero jamás la reacción posterior al menos de tal manera tan agitada, donde completaba mi frase ante mi tardanza.
Aquella respuesta hizo que mi gesto tranquilo donde solo lo marcaba el fruncir el ceño pasara a cambiar todo mi gesto, mirada fulminante hacia el vampiro que golpeo la mesa y lo que acabo por hacerse ver mi reacción. Por un instante halos pequeños alrededor de mis pupilas se muestran ámbar mientras observo ese destello rojizo de sus ojos, mi gesto se endurece más aún.
- ¡Claro!¡ Así lo.. lo…jummm! - Dije levantándome de golpe de la silla, tirándola tras de mi aun sin apartarle La Mirada con el gesto que no cambia no saliendo más de mi salvo la bofetada en su mejilla derecha que dejo marca.
Los dueños, como era habitual en estos desencuentros entre ambos se quejaron y pidieron que continuáramos fuera porque no quería romper la tranquilidad. Pero me fui de allí antes de que volvieran a pedírnoslo dejando a Erlend en el interior. Necesitaba calmarme y no lo conseguiría en el estado que nos encontrábamos ambos. El pacto parece que se quiebra.
Fin de la Quinta Noche
Ariyne- Licántropo Clase Alta
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