AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En tierra firme · Varek ·
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En tierra firme · Varek ·
Tierra firme se avistaba desde el palo mayor. La mar estaba en calma, algo que no se podía decir de Mackenzie. La muchacha observaba como, poco a poco, la distancia que la separaba se iba haciendo más y más corta. Tragó saliva. Sabía que tenían que pisar tierra firme para recolectar algunos víveres, y para que la tripulación tuviera unos días de diversión y entretenimiento, pero no tenía ningunas ganas. Ella prefería quedarse en el barco, navegar en alta mar…El océano era su hogar y no se sentía cómoda en ningún otro lugar. Mucho menos si eso significaba tener que llevar uno de esos horrendos vestidos que impiden el movimiento natural del cuerpo y que cortan la respiración.
Bajó de donde se encontraba y caminó por la proa del barco, intentando esbozar una sonrisa en sus labios. Los ánimos estaban más que caldeados, todos comentaban lo que iban a hacer. Un buen ron, alguna que otra mujer, un par de apuestas en algún juego de cartas…Nada que escandalizara a la muchacha, pues se había criado entre ellos, había luchado muy duro para que la vieran como a un igual y no como a una damisela en apuros que solo traería problemas y mala suerte.
Suspiró y fue hasta su camerino. Sobre su alcoba se encontraba uno de los vestidos que habían conseguido como parte de un botín y lo observó entre la curiosidad y el hastío. No le quedaba de otra. Sabía muy bien que tenía que pasar desapercibida y el primer paso era ese. Sí, iba más cómoda en pantalón y camisa. Con ese ropaje era más sencillo moverse, pero todo era distinto con una de esas máquinas de tortura que las chicas de su edad llevaban. Ella no era como las otras, aunque tampoco se podía decir que hubiera tenido una referencia. Sacudió la cabeza y se dio prisa en vestirse. Pronto llegarían y tendría que pasear por las calles de París en busca de provisiones.
Al salir del camerino tuvo que callar varias risas con una sola mirada. Sus camaradas tampoco acostumbraban a verla así, por lo que las risas y las burlas eran más que normales cuando la veían vestida como toda una señorita. Mac había aprendido a ignorarlos, pero no permitían que se pasaran. No demasiado, al menos. Cuando el barco llegó a puerto, fue la primera en bajar y perderse entre la multitud. Cuanto antes acabara, antes podría regresar al barco.
Bajó de donde se encontraba y caminó por la proa del barco, intentando esbozar una sonrisa en sus labios. Los ánimos estaban más que caldeados, todos comentaban lo que iban a hacer. Un buen ron, alguna que otra mujer, un par de apuestas en algún juego de cartas…Nada que escandalizara a la muchacha, pues se había criado entre ellos, había luchado muy duro para que la vieran como a un igual y no como a una damisela en apuros que solo traería problemas y mala suerte.
Suspiró y fue hasta su camerino. Sobre su alcoba se encontraba uno de los vestidos que habían conseguido como parte de un botín y lo observó entre la curiosidad y el hastío. No le quedaba de otra. Sabía muy bien que tenía que pasar desapercibida y el primer paso era ese. Sí, iba más cómoda en pantalón y camisa. Con ese ropaje era más sencillo moverse, pero todo era distinto con una de esas máquinas de tortura que las chicas de su edad llevaban. Ella no era como las otras, aunque tampoco se podía decir que hubiera tenido una referencia. Sacudió la cabeza y se dio prisa en vestirse. Pronto llegarían y tendría que pasear por las calles de París en busca de provisiones.
Al salir del camerino tuvo que callar varias risas con una sola mirada. Sus camaradas tampoco acostumbraban a verla así, por lo que las risas y las burlas eran más que normales cuando la veían vestida como toda una señorita. Mac había aprendido a ignorarlos, pero no permitían que se pasaran. No demasiado, al menos. Cuando el barco llegó a puerto, fue la primera en bajar y perderse entre la multitud. Cuanto antes acabara, antes podría regresar al barco.
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/04/2016
Re: En tierra firme · Varek ·
Los domingo de gente de clase alta solían ser para la iglesia o para obras de caridad y familia. A estas alturas de la vida, Varek y Jean ocupaban sus domingos con distintos actos y pocas veces coincidían en ellos. Ninguno buscaba la compañía del otro pues los actos solían ser para la beneficencia y carecían de interés. Varek había salido bien temprano ataviado con ropas elegantes, pero en su mano llevaba una pequeña alforja marrón que le abastecería de lo necesario para pasar como uno más en el lugar al que iba.
El olor a sal y el ambiente húmedo hizo cerrar los ojos a Varek uno segundos, disfrutando del aroma que desprendía aquel puerto. Vestido con ropas viejas y con la alforja atada a su cintura, caminó con paso firme haciendo resonar sus botas por la madera del embarcadero que unía un lado del puerto con el otro. Solía frecuentar aquel lugar cuando quería hacerse con munición o armas de contrabando. Jamás se le había ocurrido administrarse de armamento de una forma legal, dejando patente su labor. A pesar de que muchos creerían que era para la caza, un depravación más de gente adinerada. El cazador era muy cauteloso, no sólo en eso si no también con su persona. Muchos allí le conocían, sabían su nombre e incluso apellido, pero apariencia no era la de un ricachon, más bien la de alguien de clase baja-media que había visto un buen negocio en los trapicheos del puerto. Su rumbo esta vez, no era fijo, quería ver lo nuevo que había llegado, ahora que debía defenderse con más afán y pararse a mirar antes de atacar. Eso le llevaba a poder disfrutar de la mañana de una forma pausada y pudiendo observar con más detenimiento a cada persona que se cruzaba en su camino y dedicarles un rápido análisis y una provechosa charla.
Las negras botas de Varek se pararon frente a un barco, que acababa de atracar. De el habían comenzado a bajar los tripulantes, no sin asegurarse antes de haber amarrado bien el navío. Con un agilidad pasmosa, el joven muchacho agarró la cuerda rápidamente quemándose ambas manos y tiró de ella para que los marineros no cayesen a la mar. La ayuda no tardó en llegar y cuando lo amarraron, en señal de gratitud le lanzaron una buena manzana de color rojizo. Cogiéndola al vuelo la limpió en su camisa y le dio un mordisco, viendo como los marineros amarraban con firmeza el buque.
El olor a sal y el ambiente húmedo hizo cerrar los ojos a Varek uno segundos, disfrutando del aroma que desprendía aquel puerto. Vestido con ropas viejas y con la alforja atada a su cintura, caminó con paso firme haciendo resonar sus botas por la madera del embarcadero que unía un lado del puerto con el otro. Solía frecuentar aquel lugar cuando quería hacerse con munición o armas de contrabando. Jamás se le había ocurrido administrarse de armamento de una forma legal, dejando patente su labor. A pesar de que muchos creerían que era para la caza, un depravación más de gente adinerada. El cazador era muy cauteloso, no sólo en eso si no también con su persona. Muchos allí le conocían, sabían su nombre e incluso apellido, pero apariencia no era la de un ricachon, más bien la de alguien de clase baja-media que había visto un buen negocio en los trapicheos del puerto. Su rumbo esta vez, no era fijo, quería ver lo nuevo que había llegado, ahora que debía defenderse con más afán y pararse a mirar antes de atacar. Eso le llevaba a poder disfrutar de la mañana de una forma pausada y pudiendo observar con más detenimiento a cada persona que se cruzaba en su camino y dedicarles un rápido análisis y una provechosa charla.
Las negras botas de Varek se pararon frente a un barco, que acababa de atracar. De el habían comenzado a bajar los tripulantes, no sin asegurarse antes de haber amarrado bien el navío. Con un agilidad pasmosa, el joven muchacho agarró la cuerda rápidamente quemándose ambas manos y tiró de ella para que los marineros no cayesen a la mar. La ayuda no tardó en llegar y cuando lo amarraron, en señal de gratitud le lanzaron una buena manzana de color rojizo. Cogiéndola al vuelo la limpió en su camisa y le dio un mordisco, viendo como los marineros amarraban con firmeza el buque.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/10/2016
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Re: En tierra firme · Varek ·
El modo de operar siempre era el mismo; a una distancia prudencial, el verdadero barco quecaba atado y se cambiaban a uno que pasaría más desapercibido en aquella ciudad. No era que quisiesen llamar la atención gracias al altísimo mástil que coronaba el barco con el que solían navegar, eso le traerían muchos problemas además de ser perseguidos hasta la saciedad. Ella, pese a ser la única mujer enrolada en aquel barco, le acompañaban un par más que tan sólo hicieron un pequeño recorrido hasta el puerto. Meras prostitutas. Clases altas o bajas, daba igual si el ojo siempre se fijaba en los detalles que ellos solían guardar con recelo. De ahí que ella no fuese vista siendo la única mujer en el barco.
Tras poner una tabla a modo de pasadizo para llegar a tierra, Mackenzie bajó acompañada de otras dos mujeres; ella era la única que llevaba el cabello recogido en un moño del cual se le escapaban a penas dos mechones de cabello. Allí, mientras las otras dos desprendían olor a sexo y ron, ella olía a fruta fresca, aunque a simple vista no fuesen muy distinta de las otras.
- Gracias por prestar su ayuda, marinero. - Dijo directamente a aquel que llegó primero a amarrar el barco, aunque de eso ya se encargaron después los propios tripulantes. Marinero o no, el puerto era un lugar de hombres que habían pisado al menos una vez en su vida el mar, y por ende, ella los llamaba así. - Deberían de verle eso. -Dijo en referencia a sus manos, que pese a no haberlas visto, sabía el efecto causado al tirar de la soga de aquella forma. - No vaya a ser que le impida hacer su trabajo. - Culminó de forma sutíl, dando a entender que cualquiera que allí estuviese trabajaba con las manos y si carecías de ella bien acabarías más pronto que tarde sirviendo de cebo para peces.
Una vez separada de aquel y dando algún que otro paso hacia tierra firme, cada cuál eligió un rumbo, descargaban el barco con parsimonia llevando incluso el poco equipaje de la morena a la taberna dónde se alojaría los próximos días. Sin embargo, su nueva tarea sería recorrer los puestos del puerto que estaban dispuestos a lo largo de la bahía, dejando así un gran número de negocios totalmente diferentes para echar el ojo, desde pólvora, a armas, pasando por telas e incluso fruta a la cual no dudó en priorizar dado que llevaba horas sin comer.
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/04/2016
Re: En tierra firme · Varek ·
Varek acabó de comer la manzana y lanzó unas gaviotas el trozo del corazón. Se disponía a emprender el viaje cuando pasaron por delante de él dos putas y una tercera mujer con un olor característicamente diferente para ser parte de el colectivo. Miró a Varek con rapidez de arriba a abajo y este devolvió la jugada, parando de caminar y permitiendo entablar una conversación a la muchacha. Sin mirarse las manos, y ni si quiera pararse a pensar en lo que ella dice, el cazador reconoce a la muchacha pese a sus diferentes vestimentas y los años trascurridos desde el último encuentro y quizás le había resultado tan difícil por habérsela encontrado en un puerto.
Con la mano sobre su revolver bajo la larga chaqueta, camina detrás de la mujer hasta poder pararla en una zona con menos transito y sin nadie alrededor. Varek no solía interesarse por nadie más que por él, pero en dos días había encontrado a dos Cazadores de pata suelta y aquello le llamaba mucho la atención - Cazadora - masculló con asco, y un tono bastante bajo para que sólo ella le escuchase - ¿Qué os trae a tierras francesas? - le preguntó agarrando por la espalda para voltearla y pegando la con fuerza contra una pared para quedar de frente. Estaban en un callejón donde ni si quiera el sol les alumbraba - Parece que vuestras características son la torpeza y la poca memoria, mademoiselle , una vez más, le recomiendo dejar el oficio - Su brazo se aparta de ella para dejar una leve distancia de 30 cm entre sus cuerpo, sin dejar de estar alerta y con la mano izquierda sobre el revolver esbozó una sonrisa.
Varek la conocía de un pequeño encuentro en la zona portuaria de Florida. Los hermanos Lachance solían ir un par de veces al año a visitar a su familia y cuando lo hacían, solían pasar la primera noche hospedados en Floridad. Varek aprovechó una de las noches para salir de caza y poner a prueba su nueva adquisición, un precioso revolver de cilindrada media con el cual quería practicar el disparo doble. La noche era abierta y clara y no se escuchaba nada. Se disponía a retirarse cuando escuchó un alarido. Los pies de Varek cambiaron el rumbo y se digirió hacía el sonido, encontrándose un percal bastante curioso en un claro. Una humana desarmada se encontraba bastante apurada y huyendo de lo que parecía un Licantropoco de edad mediana. Varek iba a dar media vuelta y dejar al destino hacer su trabajo cuando pisó con el pie izquierdo el arma de la Cazadora. La muchacha estaba prácticamente desarmada. Los ojos claros del Cazador volvieron a situarse en la escena, la cual se había acortado. El licántropo ignorando la presencia del mayor de los Lachance, agarraba con fuerza a la cazadora, dispuesto a dar su venganza. Varek necesitó tiempo para convencerse de ayudar, pero después recordó lo que había venido a hacer, y alzando su revolver, ejerció una fuerza considerable sobre el gatillo, montando el percutor y haciendo girar el tambor disparó primero al licántropoco a un hombro y cuando este se volteó por el impacto, atravesó con el segundo disparo el pecho, dándole la misericordia. El encuentro concluyó con la marcha de Varek, tras recomendar a la joven muchacha que dejara el oficio.
Con la mano sobre su revolver bajo la larga chaqueta, camina detrás de la mujer hasta poder pararla en una zona con menos transito y sin nadie alrededor. Varek no solía interesarse por nadie más que por él, pero en dos días había encontrado a dos Cazadores de pata suelta y aquello le llamaba mucho la atención - Cazadora - masculló con asco, y un tono bastante bajo para que sólo ella le escuchase - ¿Qué os trae a tierras francesas? - le preguntó agarrando por la espalda para voltearla y pegando la con fuerza contra una pared para quedar de frente. Estaban en un callejón donde ni si quiera el sol les alumbraba - Parece que vuestras características son la torpeza y la poca memoria, mademoiselle , una vez más, le recomiendo dejar el oficio - Su brazo se aparta de ella para dejar una leve distancia de 30 cm entre sus cuerpo, sin dejar de estar alerta y con la mano izquierda sobre el revolver esbozó una sonrisa.
Varek la conocía de un pequeño encuentro en la zona portuaria de Florida. Los hermanos Lachance solían ir un par de veces al año a visitar a su familia y cuando lo hacían, solían pasar la primera noche hospedados en Floridad. Varek aprovechó una de las noches para salir de caza y poner a prueba su nueva adquisición, un precioso revolver de cilindrada media con el cual quería practicar el disparo doble. La noche era abierta y clara y no se escuchaba nada. Se disponía a retirarse cuando escuchó un alarido. Los pies de Varek cambiaron el rumbo y se digirió hacía el sonido, encontrándose un percal bastante curioso en un claro. Una humana desarmada se encontraba bastante apurada y huyendo de lo que parecía un Licantropoco de edad mediana. Varek iba a dar media vuelta y dejar al destino hacer su trabajo cuando pisó con el pie izquierdo el arma de la Cazadora. La muchacha estaba prácticamente desarmada. Los ojos claros del Cazador volvieron a situarse en la escena, la cual se había acortado. El licántropo ignorando la presencia del mayor de los Lachance, agarraba con fuerza a la cazadora, dispuesto a dar su venganza. Varek necesitó tiempo para convencerse de ayudar, pero después recordó lo que había venido a hacer, y alzando su revolver, ejerció una fuerza considerable sobre el gatillo, montando el percutor y haciendo girar el tambor disparó primero al licántropoco a un hombro y cuando este se volteó por el impacto, atravesó con el segundo disparo el pecho, dándole la misericordia. El encuentro concluyó con la marcha de Varek, tras recomendar a la joven muchacha que dejara el oficio.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/10/2016
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Re: En tierra firme · Varek ·
Ella había logrado comprar algunas ciruelas maduras, que era lo único que portaba en la cesta que llevaba en el brazo. Se le daba mal hacer cosas que cualquier mujer haría de forma innata, tales como hacer la compra, pero aquellos cazurros del barco, eran quizás peor que ella, así que se tuvo que resignar a ello ya que era la única que podía hacerlo. No sería ni la primera ni la última vez que alguien la apartaba de aquella forma. La mujer, por ser tan débil ante el hombre, al menos en apariencia, ellos se creían con el poder de manejarlas como muñequitas. Ella, quiso zafarse, pero al ver que no pretendía hacer otra cosa que "asustarla" de cierto modo, ella esperó con un hilo de sonrisa a descubrir el porqué.
- Tú.- Dijo con cierto deje de sorpresa en su voz, que fué mermando hasta ser consciente de quién era realmente aquel desconocido que le resultaba tan súmamente familiar.
- Jamás te vi la cara... Y menos mal que no lo hice. - Soltó una risa burlona, haciendo que la situación no fuese para nada tensa, muy a su estilo de actuar, para nada seria, pero que nada tenía que ver con su verdadero modo de actuar. - Pero recuerdo aquella noche, cometí un error y alguien me salvó.- Ella lo atrajo hacia sí, tirando bruscamente de la solapa de su gabardina, dejando que su voz no subiese más de lo necesario, paladeando cada palabra con melosidad y descaro. - Pero tan sólo sé de él que pretendía burlarse de mí. Su voz nunca la olvidé.- Su voz terminó como un susurro, embelesando de cierta forma hasta que una risa se dibujó en su rostro, como una niña a punto de hacer una travesura. Entonces fué cuando ella agarró con fuerza la entrepierna de aquel hombre medio conocido, amenazando con apretar sus partes sensibles si decidía hacer alguna estupidez.
- Tu, que disparaste como si tuvieras una puntería escandalosamente fantástica, tu, que de seguro me hubieses matado sin ningún escrúpulo, con tal de matar a esa bestia. Reconócelo y tus pelotas estarán a salvo. - Así era ella, de voz dulce, pero agresiva, como un gatito que pretende ser una pantera. De ello que no muchos creyesen en sus aptitudes y que por eso ella tuviese que esforzarse diez veces más en lograrse un renombre en aquel mundo de hombres.¡
- Tú.- Dijo con cierto deje de sorpresa en su voz, que fué mermando hasta ser consciente de quién era realmente aquel desconocido que le resultaba tan súmamente familiar.
- Jamás te vi la cara... Y menos mal que no lo hice. - Soltó una risa burlona, haciendo que la situación no fuese para nada tensa, muy a su estilo de actuar, para nada seria, pero que nada tenía que ver con su verdadero modo de actuar. - Pero recuerdo aquella noche, cometí un error y alguien me salvó.- Ella lo atrajo hacia sí, tirando bruscamente de la solapa de su gabardina, dejando que su voz no subiese más de lo necesario, paladeando cada palabra con melosidad y descaro. - Pero tan sólo sé de él que pretendía burlarse de mí. Su voz nunca la olvidé.- Su voz terminó como un susurro, embelesando de cierta forma hasta que una risa se dibujó en su rostro, como una niña a punto de hacer una travesura. Entonces fué cuando ella agarró con fuerza la entrepierna de aquel hombre medio conocido, amenazando con apretar sus partes sensibles si decidía hacer alguna estupidez.
- Tu, que disparaste como si tuvieras una puntería escandalosamente fantástica, tu, que de seguro me hubieses matado sin ningún escrúpulo, con tal de matar a esa bestia. Reconócelo y tus pelotas estarán a salvo. - Así era ella, de voz dulce, pero agresiva, como un gatito que pretende ser una pantera. De ello que no muchos creyesen en sus aptitudes y que por eso ella tuviese que esforzarse diez veces más en lograrse un renombre en aquel mundo de hombres.¡
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/04/2016
Re: En tierra firme · Varek ·
La espalda de la muchacha golpeó la fría pared de piedra y sus ojos se clavaron en los del cazador. Ambos esbozaron una amplia sonrisa, divertidos por la situación; dejando ver que los dos sabían que aquello podía acabar realmente mal, pero ese desenlace no ocurría porque los dos sabían que llamar la atención no les haría ningún favor. Varek se dejó guiar, y bajando su mano del revolver, permitió que ella le pegase de nuevo a su cuerpo, dejando ahora apenas unos centímetros de distancia. Al cazador le llamó la atención una vez más el dulce olor que desprendía la muchacha, era tan inusual que alguien que venía de navegar oliese tan fresco, que solamente aquel detalle ya le hubiese llamado la atención independientemente de saber quien era.
El cazador alzó la mano derecha y la apoyó contra la pared, para no dejar caer su cuerpo sobre el ella. Cualquiera que les viese creería que estaban teniendo un momento pasional, y nadie les prestaría más atención que un par de comentarios lujuriosos. Los labios de ella comenzaron a tratar de embriagar los sentidos de Varek, que acostumbrado a aquella trata apenas miró hacía ellos. La mano de la marinera, se deslizó como pudo entre ellos, y sus dedos rodearon su entrepierna, sin provocar ningún tipo de reacción en el muchacho, ella siguió su cantar, algo extraño, ya que la adulación hacía Varek no cesó en ningún momento.
Varek bajó la mano de la pared rozando la espalda de ella, la posó sobre su baja-espalda y con un leve empujoncito, pegó su cuerpo a el de ella - ¿Eso es lo que busca? - le susurró en el oído, rozando el lóbulo de este con sus labios mientras pronunciaba aquellas palabras - Yo no fallo - sus palabras fueron pausadas y suaves, silenciosas. Al igual que la mirada que le dedicó cuando se separó de su oído. Si Varek hubiese querido matar a aquella muchacha, lo hubiese hecho.
Si Rackham seguía mucho tiempo más con la mano ahí posada, la respuesta no tardaría en llegar.
El cazador alzó la mano derecha y la apoyó contra la pared, para no dejar caer su cuerpo sobre el ella. Cualquiera que les viese creería que estaban teniendo un momento pasional, y nadie les prestaría más atención que un par de comentarios lujuriosos. Los labios de ella comenzaron a tratar de embriagar los sentidos de Varek, que acostumbrado a aquella trata apenas miró hacía ellos. La mano de la marinera, se deslizó como pudo entre ellos, y sus dedos rodearon su entrepierna, sin provocar ningún tipo de reacción en el muchacho, ella siguió su cantar, algo extraño, ya que la adulación hacía Varek no cesó en ningún momento.
Varek bajó la mano de la pared rozando la espalda de ella, la posó sobre su baja-espalda y con un leve empujoncito, pegó su cuerpo a el de ella - ¿Eso es lo que busca? - le susurró en el oído, rozando el lóbulo de este con sus labios mientras pronunciaba aquellas palabras - Yo no fallo - sus palabras fueron pausadas y suaves, silenciosas. Al igual que la mirada que le dedicó cuando se separó de su oído. Si Varek hubiese querido matar a aquella muchacha, lo hubiese hecho.
Si Rackham seguía mucho tiempo más con la mano ahí posada, la respuesta no tardaría en llegar.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/10/2016
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Re: En tierra firme · Varek ·
La pregunta podría parecer una trampa dependiendo de la perspectiva. Ella, tan sólo quería asegurarse de lo que ya conocía. No, no le importaba que aquel se hubiese permitido el lujo de matarla para consegir un buen trofeo de caza, mucho menos si ella perseguía la muerte que parecía esquivarla con excesiva buena suerte. Pero no, de ser así, ella no sería más que una muchacha pretendiendo ser quién no es, en un traje que le quedaba grande.
- Es por eso mismo por lo que estamos aquí y ahora, gran desconocido.- Dijo con interés fingido, uno que en realidad sí que existía, al terminar por ponerle rostro a alguien que siempre había estado en sus recuerdos como una sombra. Un recuerdo que duraba a penas un par de segundos pero que para lapsique de una muchacha bien cabezota era suficiente como para reconocerle aun con el paso del tiempo. - Si te has acordado de mí tras todos éstos años, te habrás acordado también de algo que me robaste.- Pesea estar aprisionada, logró deslizar su mano libre hacia su propio muslo dónde había un pequeño cuchillo que le serviría para defenderse en caso de necesitarlo. - Haga memoria, no me valen escusas. Yo perdí algo aquella noche justo cuando me quitaron el arma, un guardapelo cayó justo dónde el arma y una vez hecha tu intervención, busqué y busqué por días, llegando a la conclusión de que te lo habías llevado. - Como si tuviera que explicarle detalladamente a un niño algo que debía entender, así se sentía, ella tenía la idea de cargar contra él, aunque tuviese las de perder, aunque le ganase en edad e incluso en altura. Ella, tenía más pelotas que muchos hombres quisieran tener y aunque aquello le diese cierta ventaja sobre el asunto, su insensatez era uno de sus puntos débiles.
Y aquella no era una mera joya, era bien sabido por muchos que los piratas eran avariciosos, pero ella sentía que aquella joya tenía un valor que nadie podría pagar. Era lo único que conservaba de su madre y su hermano, así como la fotografía que contenía, y ella, haría todo lo posible por tenerla de vuelta, pagando el precio que hiciera falta.
- Es por eso mismo por lo que estamos aquí y ahora, gran desconocido.- Dijo con interés fingido, uno que en realidad sí que existía, al terminar por ponerle rostro a alguien que siempre había estado en sus recuerdos como una sombra. Un recuerdo que duraba a penas un par de segundos pero que para lapsique de una muchacha bien cabezota era suficiente como para reconocerle aun con el paso del tiempo. - Si te has acordado de mí tras todos éstos años, te habrás acordado también de algo que me robaste.- Pesea estar aprisionada, logró deslizar su mano libre hacia su propio muslo dónde había un pequeño cuchillo que le serviría para defenderse en caso de necesitarlo. - Haga memoria, no me valen escusas. Yo perdí algo aquella noche justo cuando me quitaron el arma, un guardapelo cayó justo dónde el arma y una vez hecha tu intervención, busqué y busqué por días, llegando a la conclusión de que te lo habías llevado. - Como si tuviera que explicarle detalladamente a un niño algo que debía entender, así se sentía, ella tenía la idea de cargar contra él, aunque tuviese las de perder, aunque le ganase en edad e incluso en altura. Ella, tenía más pelotas que muchos hombres quisieran tener y aunque aquello le diese cierta ventaja sobre el asunto, su insensatez era uno de sus puntos débiles.
Y aquella no era una mera joya, era bien sabido por muchos que los piratas eran avariciosos, pero ella sentía que aquella joya tenía un valor que nadie podría pagar. Era lo único que conservaba de su madre y su hermano, así como la fotografía que contenía, y ella, haría todo lo posible por tenerla de vuelta, pagando el precio que hiciera falta.
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/04/2016
Re: En tierra firme · Varek ·
Aun con la mano sobre su entrepierna y con ambos cuerpos lo suficientemente pegados para ignorar lo que sucedía a su alrededor Varek anticipa el gesto amenazante de la marinera al llegar esta su mano a su cuchillo - Nunca fallo - le repite, con la sonrisa en los labios, advirtiendola, de que si hubiese querido, ya la tendría muerta entre sus brazos.
Cuando por fin, por comodidad, se separaban levemente, Varek moja sus labios deslizando su lengua por ellos. Le resulta curiosa la forma de expresarse de la muchacha, no está acostumbrado a que una mujer le hable así y menos con aquellas vestimentas. La mujeres solían dedicarle palabras muy educadas, dando igual su oficio o clase social, los Lachance nunca solían ser tratado con igualdad cuando conversaban con mujeres.
Iluminado por el sol que se filtra por el alto del edificio, Varek niega con la cabeza ante la acusación - No poseo su guardapelo - ni si quiera recordaba haberlo visto, cuando se encontró con el arma de la muchacha - Pero si puedo adelantarle que a la vuelta me crucé con dos rateros que suelen frecuentar este estuario - el joven jamás había hurtado, jamás había adquirido nada sin dejar una retribución antes - Si le place, mademoiselle, le guiaré hasta dichos ladrones para ver que no miento y disfrutaré de la disculpa que me dedicará después por tan grabe acusación - El cazador da un paso más hacía atrás, e alzando levemente la mano izquierda hacía fuera del callejón invita a la mujer a salir por delante de él.
Los ladrones tenían un pequeño puesto al fondo del la calle principal, donde vendían un montón de cosas hurtadas y de segunda mano. Seguramente el guardapelo seguiría allí, pues algo tan personal y normalmente hecho al gusto, no era vendido y la tajada se la llevaban cuando el dueño original daba con el objeto.
Cuando por fin, por comodidad, se separaban levemente, Varek moja sus labios deslizando su lengua por ellos. Le resulta curiosa la forma de expresarse de la muchacha, no está acostumbrado a que una mujer le hable así y menos con aquellas vestimentas. La mujeres solían dedicarle palabras muy educadas, dando igual su oficio o clase social, los Lachance nunca solían ser tratado con igualdad cuando conversaban con mujeres.
Iluminado por el sol que se filtra por el alto del edificio, Varek niega con la cabeza ante la acusación - No poseo su guardapelo - ni si quiera recordaba haberlo visto, cuando se encontró con el arma de la muchacha - Pero si puedo adelantarle que a la vuelta me crucé con dos rateros que suelen frecuentar este estuario - el joven jamás había hurtado, jamás había adquirido nada sin dejar una retribución antes - Si le place, mademoiselle, le guiaré hasta dichos ladrones para ver que no miento y disfrutaré de la disculpa que me dedicará después por tan grabe acusación - El cazador da un paso más hacía atrás, e alzando levemente la mano izquierda hacía fuera del callejón invita a la mujer a salir por delante de él.
Los ladrones tenían un pequeño puesto al fondo del la calle principal, donde vendían un montón de cosas hurtadas y de segunda mano. Seguramente el guardapelo seguiría allí, pues algo tan personal y normalmente hecho al gusto, no era vendido y la tajada se la llevaban cuando el dueño original daba con el objeto.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: En tierra firme · Varek ·
Podría haberle no creído, igualmente seguía siendo un desconocido y por mucho que ella se lo hubiese encontrado años atrás, eso no le daba el derecho a conocer su forma de qctuar. De igual forma le pareció extraño el cambio de actitud, como si se empecinase en limpiar su nombre o algo por el estilo. De igual forma, ella, tan ingénua, le creyó aún a regañadientes y por la tan sóla idea de estar buscandoo al tipo equivocado durante años. Pero al fin y al cabo, lo que calmaba sus ansias de recuperar tan valioso dije, era el hecho de encontrar más pistas, pistas que no creía probables dado el tiempo que había transcurrido pero algo le decía que aquel hombre, no necesitaba mentir para salirse con la suya. Porque existía un código, uno que hacía que cada cual acatase sus propias normas y en algunos casos, se trataba de ser honorable.
- ¿Cómo sé que me dice la verdad?- Dijo, haciendo que su tono se volviese algo más natural, dejando las ansias a un lado, al igual que el cuchillo que volvió a deslizar hacia su muslo, dónde lo ocultaba bajo aquella dichosa falda.
Nada le aseguraría el regreso de tan amado objeto, ya que aquel era para ella más valioso que cualquier tesoro que pudiese encontrar hasta el día de su muerte, pero de igual forma, la persistencia era una de sus virtudes, mejor dicho, era todo lo contrario ya que le llevaba a tener mil y un problemas por culpa de buscar "la verdad".
- Sepa que ahora le ví el rostro y que sería mucho más fácil reconocerle para la próxima vez. Miéntame y será lo último que haga, monsieur.- Hizo una reverencia, sonriendo de forma ladina, haciendo caso a la guía que su mano le proporcionaba, caminando rumbo hacia aquel extenso mercado.
- ¿Cómo sé que me dice la verdad?- Dijo, haciendo que su tono se volviese algo más natural, dejando las ansias a un lado, al igual que el cuchillo que volvió a deslizar hacia su muslo, dónde lo ocultaba bajo aquella dichosa falda.
Nada le aseguraría el regreso de tan amado objeto, ya que aquel era para ella más valioso que cualquier tesoro que pudiese encontrar hasta el día de su muerte, pero de igual forma, la persistencia era una de sus virtudes, mejor dicho, era todo lo contrario ya que le llevaba a tener mil y un problemas por culpa de buscar "la verdad".
- Sepa que ahora le ví el rostro y que sería mucho más fácil reconocerle para la próxima vez. Miéntame y será lo último que haga, monsieur.- Hizo una reverencia, sonriendo de forma ladina, haciendo caso a la guía que su mano le proporcionaba, caminando rumbo hacia aquel extenso mercado.
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Re: En tierra firme · Varek ·
El calor golpeó al cazador cuando el sol le alumbró al alejarse los centímetros necesarios de ella para mantener una conversación más normal - Si estuviese mintiendo, ya estaría muerta - Pero a Varek le encantaba ver cómo ganaba, le gustaba demostrar a los demás que no tenían razón y por ello muchas veces alargaba la muerte anunciada unos minutos, horas o días. La muchacha seguía en sus trece y Varek no era menos, ambos tenían ganas de volarse el uno al otro la cabeza y ningún sabía quien daría el paso primero cuando aquello acabase.
Caminaron por los paseos cerrados de piedra, hasta salir de nuevo al muelle, para atravesarlo por la madera medio húmeda a causad e los desembarcos. La miradas eran atentas, pues todo el mundo le conocía a él, pero no a ella, y verle caminar a su lado era cuanto más curiosos, ya que ella no tenía pinta de ser una Prostituta. Muchos creyeron que quizás era algún familiar, pero ella no aparentaba ser de clase alta, y no la veían como una futura pretendienta.
Llegaron a la zona donde las mujeres tejían redes y los marineros salaban pescados, al fondo un taller con muchos carteles de viejos buques hundidos estaba abierto de par en par, y era tal la cantidad de objetos que tenía, que apenas se podía ver el interior desde fuera. Varek entró detrás de ella, y le hizo un gesto a el ladronzuelo que ya conocía de que ni se le ocurriese acercase. El ladrón asustado asintió, llevando una mano a su pistola, sabía que algo buscaban, y no era para comprarlo de buenas maneras. Varek se separó de ella para acercarse a la vitrina donde había todo tipo de detalles femeninos. Ahí había más de 4 guardapelos y seguramente alguno de ellos era el de ella.
Caminaron por los paseos cerrados de piedra, hasta salir de nuevo al muelle, para atravesarlo por la madera medio húmeda a causad e los desembarcos. La miradas eran atentas, pues todo el mundo le conocía a él, pero no a ella, y verle caminar a su lado era cuanto más curiosos, ya que ella no tenía pinta de ser una Prostituta. Muchos creyeron que quizás era algún familiar, pero ella no aparentaba ser de clase alta, y no la veían como una futura pretendienta.
Llegaron a la zona donde las mujeres tejían redes y los marineros salaban pescados, al fondo un taller con muchos carteles de viejos buques hundidos estaba abierto de par en par, y era tal la cantidad de objetos que tenía, que apenas se podía ver el interior desde fuera. Varek entró detrás de ella, y le hizo un gesto a el ladronzuelo que ya conocía de que ni se le ocurriese acercase. El ladrón asustado asintió, llevando una mano a su pistola, sabía que algo buscaban, y no era para comprarlo de buenas maneras. Varek se separó de ella para acercarse a la vitrina donde había todo tipo de detalles femeninos. Ahí había más de 4 guardapelos y seguramente alguno de ellos era el de ella.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: En tierra firme · Varek ·
¿Cansada? Jamás. Si algo había en ella tanto bueno como malo era la cabezonería, el mal humor y las pelotas suficientes como para enfrentarse a cualquiera, aunque llevase las de perder. Caminó junto al cazador, hastiada de que los ojos estuviesen encima de ellos, bien porque él también se hubiese labrado un nombre, pero igualmente la atención que recaía sobre ella no era del todo tan temible. Odiaba que la mirasen como un objeto y viendo que todo funcionaba mejor así, actuó de la mejor de las formas. Una vez entro allí, con el cabello suelto y rizado, con un vestido no muy caro pero igualmente no parecía alguien que acostumbrase a estar en los muelles, aunque sus botas masculinas denotasen lo contrario.
Una vez entró a aquel principio de mercado negro, mostró la más afable de las sonrisas y ajustándose el cabello tras la oreja, se inclinó hacia la vitrina principal, buscando algo que le recordase a lo que había perdido.
- ¿Qué es lo que busca exactamente?- Dijo un muchacho, asomándose por el otro lado de la vitrina, con un tono no muy amable, intentando fingir cordialidad.
- Buenas, venía buscando... Un guardapelo.- Mackenzie aprovechó eso que Dios le regaló y sacó de su escote unas mil libras, haciendo que el hombre se centrase en aquel atributo y accediese más rápidamente a lo que ella le pedía. El hombre alcanzó a tomar algunos de los que tenía, pero antes de que los tomase, la morena prosigió. - No uno cualquiera, sino uno de oro viejo con una cruz de caravaca impresa, como si alguien hubiese separado ambas partes.- Contó, demostrando que sabía más de lo que pretendía de a primeras, sacando del escote de su vestido la cruz de la que había hablado previamente, ya que ella, lo que buscaba era el guardapelo en cuestión.
- No tenemos juguetes para prostitutas como tú.
- Dile a tu amiguito que guarde el juguetito o acabará con un tiro entre ceja y ceja. - El hombre se rió y al otro lado se esuchó cómo apuntaban con al menos dos armas. Mack apretó la mandíbula y de un impulso, atrajo hacia sí al muchacho que le atendía, apretando a su cuello el pañuelo que él mismo tenía, amenazando con apretar más si alguno se le ocurría hacer algo al respecto.
- Odio que me hagan perder el timpo. Sé que ustedes tomaron el guardapelo, y debe de haber algo más, sinó no se hubiesen tomado tantas molestias en ocultarlo. - Gritó con voz en firme, denotando que no era una mujer que simplemente se hacía la dura, sino a la que no le importaba mancharse las manos cuando la situación lo requería.
- Nos dijeron que vendrías, nos dijeron que tu cabeza vale mucha pasta tanto viva como muerta. Vales más viva que muerta, pero el precio es demasiado bueno, tanto que me haría rico aunque llevase tu cabeza recién cortada.
Una vez entró a aquel principio de mercado negro, mostró la más afable de las sonrisas y ajustándose el cabello tras la oreja, se inclinó hacia la vitrina principal, buscando algo que le recordase a lo que había perdido.
- ¿Qué es lo que busca exactamente?- Dijo un muchacho, asomándose por el otro lado de la vitrina, con un tono no muy amable, intentando fingir cordialidad.
- Buenas, venía buscando... Un guardapelo.- Mackenzie aprovechó eso que Dios le regaló y sacó de su escote unas mil libras, haciendo que el hombre se centrase en aquel atributo y accediese más rápidamente a lo que ella le pedía. El hombre alcanzó a tomar algunos de los que tenía, pero antes de que los tomase, la morena prosigió. - No uno cualquiera, sino uno de oro viejo con una cruz de caravaca impresa, como si alguien hubiese separado ambas partes.- Contó, demostrando que sabía más de lo que pretendía de a primeras, sacando del escote de su vestido la cruz de la que había hablado previamente, ya que ella, lo que buscaba era el guardapelo en cuestión.
- No tenemos juguetes para prostitutas como tú.
- Dile a tu amiguito que guarde el juguetito o acabará con un tiro entre ceja y ceja. - El hombre se rió y al otro lado se esuchó cómo apuntaban con al menos dos armas. Mack apretó la mandíbula y de un impulso, atrajo hacia sí al muchacho que le atendía, apretando a su cuello el pañuelo que él mismo tenía, amenazando con apretar más si alguno se le ocurría hacer algo al respecto.
- Odio que me hagan perder el timpo. Sé que ustedes tomaron el guardapelo, y debe de haber algo más, sinó no se hubiesen tomado tantas molestias en ocultarlo. - Gritó con voz en firme, denotando que no era una mujer que simplemente se hacía la dura, sino a la que no le importaba mancharse las manos cuando la situación lo requería.
- Nos dijeron que vendrías, nos dijeron que tu cabeza vale mucha pasta tanto viva como muerta. Vales más viva que muerta, pero el precio es demasiado bueno, tanto que me haría rico aunque llevase tu cabeza recién cortada.
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Re: En tierra firme · Varek ·
Varek se encontraba al lado de la mujer cuando reconoció un perfecto tomo de Hamlet en la estantería de la izquierda. Sin aguardar un segundo, caminó hasta cogerlo. El precio marcado no era elevado, seguramente porque no sabían su valor, pero aquellas tapas y la portada roñosa remarcaban el valor de aquel ejemplar. Absorto en sus pensamientos no se dio cuenta hasta que escuchó el martillo de un arma. Se giró y dejando el tomo sobre una mesa caminó entre las estanterías hasta encontrarse de bruces con la situación. Escuchó como llamaban puta a su invitada y aquello le provocó un mal estar y arrugue de nariz – Eh – gruñó llamando la atención de uno de ellos, que se giró comiéndose un cuchillo en su cuello. Varek le rebanó a una distancia prudente para no manchar sus ropajes – Puede que su cabeza cueste dinero, pero por ahora, si no os habéis dado cuenta aun, está conmigo – Sabía que entre los dos podían cargarse a ellos idiotas, que sólo querían dinero. Además el modus operandi de estos seres cuando había una baja era seguir a la víctima hasta encontrarla indefensa.
Esquivó el cuerpo pasando por encima de él sin pisarlo – Tenéis el guardapelo o no – le preguntó al tendero, de cerca, colocándose al lado de Mackenzi. Sacó un saco de francos y lo dejó sobre la vitrina de cristal que ocultaba los otros cuatro – Tengo pocas ganas de charlar, responde – le amenazó, colocando la mano izquierda reposada en el revolver. No sabía el motivo por el que estaba protegiendo a Mack, pero estaba claro que no iba a dejar que se cargaran en aquel lugar a alguien que él había traído. Además, la mujer le había hecho gracia.
Esquivó el cuerpo pasando por encima de él sin pisarlo – Tenéis el guardapelo o no – le preguntó al tendero, de cerca, colocándose al lado de Mackenzi. Sacó un saco de francos y lo dejó sobre la vitrina de cristal que ocultaba los otros cuatro – Tengo pocas ganas de charlar, responde – le amenazó, colocando la mano izquierda reposada en el revolver. No sabía el motivo por el que estaba protegiendo a Mack, pero estaba claro que no iba a dejar que se cargaran en aquel lugar a alguien que él había traído. Además, la mujer le había hecho gracia.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: En tierra firme · Varek ·
Aquel quejido que sonó a sus espaldas le dijo lo que había ocurrido, eso, y el hecho de que por su lado empezase por expandirse un charco de sangre. Por una vez se sintió segura, por lo que dejó que en su rostro se mostrase una mueca de agrado, le gustaba el modo de actuar de aquel tío, aunque claramente sus psiques chocasen como un par de bolas de cañón.
- ¿Creeis que sois los únicos con un as bajo la manga...? Patético.- Aquel chico empezó a reirse, sacando sus armas a paseo, que aunque no tuviese ventaja en aquella situación al parecer no quería mostrarse del todo indefenso. Algo que Mack nunca entendería de los hombres. Mack le agarró del pelo y le estampó la cara contra el cristal, pero antes de hablar, en aquel paseudo silencio se podía escuchar un murmullo que cada vez iba haciéndose más grande.
- Caballos.- Dijo mirando a Varek, con un "Oh, oh" que se podía adivinar en sus facciones.
Cuatro segundos tardó en reaccionar cuando se dió cuenta de que faltaba uno de los chicos que había visto al principio. Seguramente fuese quien había avisado a aquel grupo que parecía no ser de la guardia precisamente. No hizo falta decir el típico: "Tenemos que irnos". Era obvio que si no salían de allí lo harían con los pies por delante. Mack dejó las preguntas sin respuesta para golpear contra el cristal al chico, dejándolo inconsciente. - Seguramente se levantará con dolor de cabeza. - Dijo echándose a reir mientras pasaba la vitrina y cogía un saco para meter en él todo lo que podía a su paso (ya saben, ladrón que roba a ladrón...) y salía apresuradamente de aquel recinto, viendo, que allí tan sólo había un mero caballo con el que poder huír.
- ¿Creeis que sois los únicos con un as bajo la manga...? Patético.- Aquel chico empezó a reirse, sacando sus armas a paseo, que aunque no tuviese ventaja en aquella situación al parecer no quería mostrarse del todo indefenso. Algo que Mack nunca entendería de los hombres. Mack le agarró del pelo y le estampó la cara contra el cristal, pero antes de hablar, en aquel paseudo silencio se podía escuchar un murmullo que cada vez iba haciéndose más grande.
- Caballos.- Dijo mirando a Varek, con un "Oh, oh" que se podía adivinar en sus facciones.
Cuatro segundos tardó en reaccionar cuando se dió cuenta de que faltaba uno de los chicos que había visto al principio. Seguramente fuese quien había avisado a aquel grupo que parecía no ser de la guardia precisamente. No hizo falta decir el típico: "Tenemos que irnos". Era obvio que si no salían de allí lo harían con los pies por delante. Mack dejó las preguntas sin respuesta para golpear contra el cristal al chico, dejándolo inconsciente. - Seguramente se levantará con dolor de cabeza. - Dijo echándose a reir mientras pasaba la vitrina y cogía un saco para meter en él todo lo que podía a su paso (ya saben, ladrón que roba a ladrón...) y salía apresuradamente de aquel recinto, viendo, que allí tan sólo había un mero caballo con el que poder huír.
Mackenzie Rackham- Cazador Clase Media
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Re: En tierra firme · Varek ·
Varek se giró sobre si mismo y observó atentamente a la muchacha agarrando el pelo del caballero y estampando su rostro contra el cristal. El ladrón, aturdido, trató de zafase de las manos de la mujer, que aun agarraba con fuerza aquellos pelos grasientos. Cuando la escuchó murmurar "caballos" pensó este que su paz había llegado, pero después de aquello, lo único que llegó fue otro golpe que lo dejó inconsciente, cayendo al suelo de bruces.
El cazador esbozó una sonrisa y caminó con aires tranquilos hasta la puerta mientras Mackenzie se hacía con un buen botín. La supuesta marinera sacó un saco y metió todo lo que encontró. Desde los guardapelos hasta collares y joyas. Varek no pensaba pararle los pies. Le habían amenazado y dejaba que Mackenzie hiciese justicia por él, robando todo lo que quisiera.
Cuando salieron y doblaron la esquina, solamente había un caballo. Varek alzó a la mujer desde la cintura, subiéndola al caballo y antes de que pudiese decir nada golpeó con fuerza el trasero para que el caballo echase a galopar.
Sacudió su chaqueta y acomodó sus ropajes, volviendo a entrar en la tienda, ya habían llegado los caballos y ambos hombres habían bajado de ellos, tratando de averiguar que había pasado... caminaban desorientados por la tienda, y cuando vieron a Varek entrar por la puerta trasera, no sospecharon para nada de él. Es más, trataron de arreglar todo pensando que había sido alguna trifulca entre ladrones y Varek era muy buen comprador - Quizás en otro momento - musitó, haciendo un ademán con la mano por el desorden. Se dirigió a la puerta principal y salió de la pequeña tienda.
El cazador esbozó una sonrisa y caminó con aires tranquilos hasta la puerta mientras Mackenzie se hacía con un buen botín. La supuesta marinera sacó un saco y metió todo lo que encontró. Desde los guardapelos hasta collares y joyas. Varek no pensaba pararle los pies. Le habían amenazado y dejaba que Mackenzie hiciese justicia por él, robando todo lo que quisiera.
Cuando salieron y doblaron la esquina, solamente había un caballo. Varek alzó a la mujer desde la cintura, subiéndola al caballo y antes de que pudiese decir nada golpeó con fuerza el trasero para que el caballo echase a galopar.
Sacudió su chaqueta y acomodó sus ropajes, volviendo a entrar en la tienda, ya habían llegado los caballos y ambos hombres habían bajado de ellos, tratando de averiguar que había pasado... caminaban desorientados por la tienda, y cuando vieron a Varek entrar por la puerta trasera, no sospecharon para nada de él. Es más, trataron de arreglar todo pensando que había sido alguna trifulca entre ladrones y Varek era muy buen comprador - Quizás en otro momento - musitó, haciendo un ademán con la mano por el desorden. Se dirigió a la puerta principal y salió de la pequeña tienda.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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