AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un fraude brillante|| Privado
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Un fraude brillante|| Privado
“Mi silencio tiene un precio.
¿Está dispuesto a pagarlo?”
Fragmento de carta
¿Está dispuesto a pagarlo?”
Fragmento de carta
El boleto de circo se asfixiaba bajo los dedos del vampiro. El barullo de la gente saliendo de la lona blanquirroja sólo provocó que la sensación de ansiedad se intensificara a niveles exorbitantes. No lograba mentalizarse positivamente el encuentro que podría acontecer en unos instantes: parte de sí estaba enfurecido con aquella carta y era probable de que el cruce que tendría con esta personalidad tan embaucadora como lo podría ser un gitano fuera—por primera vez—causa de que abandonara su semblante tan diplomático que se esforzaba en mantener. Pero tras eso sólo se hallaba una capa espesa y muy profunda de confusión. Miedo.
¿Quién era la Gacela Escarlata? Y el nombre, Judikael; aquel era el nombre que sólo Lady Margaret conocía, aquella anciana bondadosa y risueña. Ella fue quien lo contagió de aquellos aires de benevolencia. ¿Cómo es posible que alguien conociese esa parte de su historia? Era imposible. Eso diría cualquier mortal, pero él sabía la clase de artimañas que podría usar uno de los de su raza. Aunque estaba inseguro en cómo desembocaría su proceder: fácilmente podría matar a aquel que posee esa información. Pero sabía más de la cuenta, incluso más que él. No, primero tendría que extraer todo conocimiento sobre su pasado y luego podría exterminar. ¿Exterminar…?
— ¡Maldición!—masculló, sesgando el hilo de sus pensamientos. El gentío sólo traía consigo ruido que impedía regresarle la calma al vampiro. Los tonos vivos de las prendas gitanas se metían en sus pupilas y lo aturdían más de la cuenta. Ya había terminado la última función; el cielo se hallaba adormecido, ya con la oscuridad sobre él. Ni siquiera se había molestado en entrar a ver la función. El boleto, arrugado ya en su puño, sólo era para hacerle un favor al dueño del circo. Era de los caros.
Esperó un buen momento. Las últimas personas en salir le dedicaron una mirada de extrañeza al verlo parado a unas varas de la entrada. Kyros masajeó cansinamente su ceño mientras bajaba la vista. Empezó a caminar lentamente bordeando la lona cirquera, dirigiéndose a la parte de atrás. Pudo notar que alguien lo seguía. ¿Estaba listo para aquello?
Se detuvo en seco. No había nadie cerca, aparte de él y aquel individuo tras él. Antes de voltear dio un suspiro, estabilizando sus emociones y controlando a su bestia interior.
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/05/2016
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Re: Un fraude brillante|| Privado
La carta fue enviada y la cita acordada sin un poco de duda de mi parte, sin siquiera conocer al joven Kyros podría decir mucho acerca de él, o al menos de su origen, una historia fascinante que él no había llegado a conocer del todo y que aún así tenía temor de que se regara como la pólvora. Si me preguntarán, podría asegurar que alguien de su especie no le da importancia a tales tonterías que ocurrieron en su pasado y las cuales no harían diferencia en su nueva vida, la cual no es más que una mentira temporal, pero en la que se basan sus acciones del día a día, mayor razón para no tomarlo en cuenta. Además cualquiera con sólo intuir que había un gitano de por medio habría desechado la carta y olvidado el tema, pero estaba segura de que él no lo haría, que tan pronto terminará la función lo encontraría deseoso de oír aquello que tengo que decir.
Lo confirme al verlo al final de la fila de boletos al llegar el día del encuentro, al parecer por primera vez visitaba este circo porque se dejó estafar fácilmente, pagó el triple del verdadero costo de aquella pequeña entrada y no pude evitar sonreír ante tal hecho, mi objetivo era más claro ahora, si se dejó engañar por aquel truco de feria conseguir su ayuda sería increíblemente fácil. Aunque al pensarlo supe que no sería cierto, había logrado observar pequeños momentos de nuestra futura negociación y no sería fácil, a algunos les es más fácil caer en mentiras que identificar la verdad ocultas en las mismas.
Sentada en la tribuna no perdí mi tiempo buscándolo, no parecía ser de aquellos que disfrutarían dicho espectáculo y su objetivo aquí no era observarlo, por lo cual antes de que acabase fui a cambiarme mis modestas ropas por unas muchas coloridas y dignas de mi herencia.
Al salir de los vestidores la muchedumbre se había ido y pude localizar a quién buscaba unos segundos después, seguirlo parecía la opción más sensata. Mis decenas de brazaletes hacían ruido al caminar y no me sorprendió cuando notó mi presencia. Al voltearse pude detallar su rostro, el mismo que me había atormentado en mis últimas visiones, apacigüe mis pensamientos con una sonrisa digna del mejor ladrón.
—Judikael, eres menos guapo en persona. — Usar el que debió ser su nombre lo confundiría, dándome fácil acceso a sus turgentes emociones, o al menos ese era el plan. — Dime, ¿Estás listo para pagar por tus pecados?
Lo confirme al verlo al final de la fila de boletos al llegar el día del encuentro, al parecer por primera vez visitaba este circo porque se dejó estafar fácilmente, pagó el triple del verdadero costo de aquella pequeña entrada y no pude evitar sonreír ante tal hecho, mi objetivo era más claro ahora, si se dejó engañar por aquel truco de feria conseguir su ayuda sería increíblemente fácil. Aunque al pensarlo supe que no sería cierto, había logrado observar pequeños momentos de nuestra futura negociación y no sería fácil, a algunos les es más fácil caer en mentiras que identificar la verdad ocultas en las mismas.
Sentada en la tribuna no perdí mi tiempo buscándolo, no parecía ser de aquellos que disfrutarían dicho espectáculo y su objetivo aquí no era observarlo, por lo cual antes de que acabase fui a cambiarme mis modestas ropas por unas muchas coloridas y dignas de mi herencia.
Al salir de los vestidores la muchedumbre se había ido y pude localizar a quién buscaba unos segundos después, seguirlo parecía la opción más sensata. Mis decenas de brazaletes hacían ruido al caminar y no me sorprendió cuando notó mi presencia. Al voltearse pude detallar su rostro, el mismo que me había atormentado en mis últimas visiones, apacigüe mis pensamientos con una sonrisa digna del mejor ladrón.
—Judikael, eres menos guapo en persona. — Usar el que debió ser su nombre lo confundiría, dándome fácil acceso a sus turgentes emociones, o al menos ese era el plan. — Dime, ¿Estás listo para pagar por tus pecados?
Ker Ahkbar- Gitano
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 21/06/2016
Re: Un fraude brillante|| Privado
La bestia golpeaba salvajemente los barrotes de la jaula. Quería salir. Rugía para que le den su libertad. Estaba azuzándola de forma desalmada, la apaleaba con recuerdos preciados de su infancia y hacía que se revolcara en furia por la incertidumbre que generaba todo aquello. No podría detenerla, pronto quedaría libre. Seguía golpeando, iba a salir…Va a salir…
— Es una lástima decepcionarla, madame—sonrió torcidamente. Había logrado mitigar a su bestia y no la dejaría salir. Si bien era una verdad irremediable que le quitaba la calma el hecho de que alguien más conociera su pasado, no iba a dejar que sus emociones salieran descarriadas. No lo iba a permitir— Ahora—, dijo, aclarándose la garganta. En un segundo se acercó de forma imprudente a la gitana , dejando apenas unos centímetros entre ambos; dos más de su raza habían aparecido a unos cuantos metros y quería asegurarse de no ser escuchado. Sus irises brillaron en fuego escarlata mientras mantenía ambos anclados a la mirada de la mujer, su sonrisa había desaparecido— , le dejaré algo en claro…, gitana—pareció escupir la palabra con asco, esa clase de mortales nunca le dieron confianza alguna— , no soy un fiel admirador de vuestros engaños, trucos o—rió suavemente— …sucias artimañas.
En efecto, el vampiro mantenía una postura alerta. Pondría todos sus instintos atentos a cualquier movimiento microscópico que pueda tener aquella mujer. Ella no quería monedas, de seguro. Podría darle joyas o tierras, pero la castaña no deseaba nada de ello. Por otro lado, temía que esa noche descubriera—por lo contrario a lo que un bohemio puede brindarte—verdades enterradas por la inclemencia del tiempo.
Su vista seguía clavada en aquellos ojos traicioneros. Inconscientemente, había aprisionado con vehemencia una de sus manos, abarrotada por alhajas brillantes. Soltaron un chillido metálico al aflojar su agarre. Se separó retrocediendo en un paso largo. Se erigió, mostrando un semblante despreciablemente imperturbable, para luego dedicarle una reverencia— . Espero que a medianoche le parezca más atractivo—frunció los labios, evitando una sonrisa condescendiente. Atinó en volver al lado menos oscuro que su personalidad podía tener— . Después de usted, madame—.
— Es una lástima decepcionarla, madame—sonrió torcidamente. Había logrado mitigar a su bestia y no la dejaría salir. Si bien era una verdad irremediable que le quitaba la calma el hecho de que alguien más conociera su pasado, no iba a dejar que sus emociones salieran descarriadas. No lo iba a permitir— Ahora—, dijo, aclarándose la garganta. En un segundo se acercó de forma imprudente a la gitana , dejando apenas unos centímetros entre ambos; dos más de su raza habían aparecido a unos cuantos metros y quería asegurarse de no ser escuchado. Sus irises brillaron en fuego escarlata mientras mantenía ambos anclados a la mirada de la mujer, su sonrisa había desaparecido— , le dejaré algo en claro…, gitana—pareció escupir la palabra con asco, esa clase de mortales nunca le dieron confianza alguna— , no soy un fiel admirador de vuestros engaños, trucos o—rió suavemente— …sucias artimañas.
En efecto, el vampiro mantenía una postura alerta. Pondría todos sus instintos atentos a cualquier movimiento microscópico que pueda tener aquella mujer. Ella no quería monedas, de seguro. Podría darle joyas o tierras, pero la castaña no deseaba nada de ello. Por otro lado, temía que esa noche descubriera—por lo contrario a lo que un bohemio puede brindarte—verdades enterradas por la inclemencia del tiempo.
Su vista seguía clavada en aquellos ojos traicioneros. Inconscientemente, había aprisionado con vehemencia una de sus manos, abarrotada por alhajas brillantes. Soltaron un chillido metálico al aflojar su agarre. Se separó retrocediendo en un paso largo. Se erigió, mostrando un semblante despreciablemente imperturbable, para luego dedicarle una reverencia— . Espero que a medianoche le parezca más atractivo—frunció los labios, evitando una sonrisa condescendiente. Atinó en volver al lado menos oscuro que su personalidad podía tener— . Después de usted, madame—.
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/05/2016
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Re: Un fraude brillante|| Privado
Algunos de mis rizos se deslizaron a mi rostro escapando de mi poco elaborado peinado, eran molestos y se sacudían al menor movimiento que ejercía, decir que estaba atenta a las inconsistentes emociones de la persona que estaba frente a mí sería mentira, tan pronto intente modificarlas noté que él era demasiado voluble para que tuviera algún efecto, las personas impulsivas siempre me parecían difíciles de manipular, con tantos saltos emocionales un arduo trabajo podría quedar reducido a nada en tan sólo segundos. Sin siquiera intentarlo podía sentir su ira, como una molesta espina clavada en mi nuca, por lo cual me vi forzada a retomar mi atención en él, en el momento justo en el que sentí aquella emoción corroyéndome desde adentro, sucia e imponente, era asco, repulsión o como queráis llamarlo. Y eso me enfureció.
Sentí su mano sujetar la mía con fuerza y luego soltarla, sin embargo, mi ira era tal que hice lo que una mujer nunca debe hacer en público. Sujete su mano devuelta con tanta fuerza como pude y me acerque a él, lo suficiente para invadir su espacio personal, cuando mis ojos se encontraron los suyos hice la mejor expresión despectiva que encontré en mi repertorio.
—No somos nosotros quienes nos aliamos con la muerte a causa de la sed, ni quienes cazan a los que alguna vez fueron los suyos por placer.—Hice una pausa, cambiando mi sonrisa por una que parecía mucho más dulce y suave.— Tú puedes no admirarme, ni mucho menos confiar en mí, pero eso ni se llega a asemejar a la cantidad de lástima que siento por ti.
Me aleje de él luego de eso, saque de un costado de mi vestido una pañoleta roja y con ella sujete mi cabello, camine adelantándome al paso de él manteniendo mi fingida sonrisa, dirigiendo a una pequeña mesa y sillas de aspecto descuidado.
— Y ahora que hemos establecido nuestras opiniones mutuas, espero que estés dispuesto a negociar, no tengo tiempo que desperdiciar contigo.
Finalizando el recorrido tomé asiento y coloque unas cartas de tarot en la mesa, de todas ellas una sobresalía del resto. Un edificio envuelto en llamas. Una mujer tratando de ponerse a salvo con su bebe en brazo y los bomberos intentando apagar el fuego. La misma prevé situaciones catastróficas y es la razón por la cual necesitaba la ayuda de Kyros.
Antes de que él me alcanzara logré mascullar. —Ni aunque te encuentres en completa oscuridad lucirías mejor. —No creo que sea posible lucir mejor, pero eso último lo guarde para mi misma.
Sentí su mano sujetar la mía con fuerza y luego soltarla, sin embargo, mi ira era tal que hice lo que una mujer nunca debe hacer en público. Sujete su mano devuelta con tanta fuerza como pude y me acerque a él, lo suficiente para invadir su espacio personal, cuando mis ojos se encontraron los suyos hice la mejor expresión despectiva que encontré en mi repertorio.
—No somos nosotros quienes nos aliamos con la muerte a causa de la sed, ni quienes cazan a los que alguna vez fueron los suyos por placer.—Hice una pausa, cambiando mi sonrisa por una que parecía mucho más dulce y suave.— Tú puedes no admirarme, ni mucho menos confiar en mí, pero eso ni se llega a asemejar a la cantidad de lástima que siento por ti.
Me aleje de él luego de eso, saque de un costado de mi vestido una pañoleta roja y con ella sujete mi cabello, camine adelantándome al paso de él manteniendo mi fingida sonrisa, dirigiendo a una pequeña mesa y sillas de aspecto descuidado.
— Y ahora que hemos establecido nuestras opiniones mutuas, espero que estés dispuesto a negociar, no tengo tiempo que desperdiciar contigo.
Finalizando el recorrido tomé asiento y coloque unas cartas de tarot en la mesa, de todas ellas una sobresalía del resto. Un edificio envuelto en llamas. Una mujer tratando de ponerse a salvo con su bebe en brazo y los bomberos intentando apagar el fuego. La misma prevé situaciones catastróficas y es la razón por la cual necesitaba la ayuda de Kyros.
Antes de que él me alcanzara logré mascullar. —Ni aunque te encuentres en completa oscuridad lucirías mejor. —No creo que sea posible lucir mejor, pero eso último lo guarde para mi misma.
Ker Ahkbar- Gitano
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 21/06/2016
Re: Un fraude brillante|| Privado
Incluso cuando el vampiro era agudamente hábil para predecir los movimientos de cualquier mortal, el contra-agarre de la gitana lo tomó totalmente desprevenido, más no lo hizo notar. No movió ni un solo músculo. Sus ojos esmeraldas refulgían con más candescencia que la propia luna sobre sus cabezas. Pero luego de que vomitara aquel monólogo superficial y generalizado, su expresión se suavizó. Aquella castaña envuelta en colores llamativos y brazaletes juguetones no tenía ni idea de quién era o cómo era. Así que, contra todo pronóstico, le devolvió aquella sonrisa dulce que le brindó con desprecio y sarcasmo, pero la de él era menos fingida y más amable.
La vio alejarse rápidamente. Sin prisa, dando un miramiento fugaz por el sitio, se preguntó si realmente aquella gitana sabía realmente quién era. Aunque de algo no podía desconfiar: conocía su pasado; su vida mortal. De esa forma, se veía obligadamente encadenado a la fortuna que ella podía otorgarle. Encaminó sus pasos hacia lo que veía una mesa a lo lejos, siguiendo la silueta de la mujer en la cual descansaba las respuestas de todo aquel asunto.
El vampiro sentía que la castaña se divertía con él. Era de esperarse que no tuviera ningún tipo de respeto o trato más delicado con sus invitados. Luego pensó en que tal vez no había sido una gran idea amenazarla tan groseramente para evitar alguna que otra estafa tan típica. De todas formas, al menos en ese asunto, era difícil para Kyros domar sus sentimientos.
—Puede abandonar esas preocupaciones, milady— contestó apacible, acudiendo al trato inglés de sus tierras de origen. Su rostro era como una noche de invierno que amenazaba lloviznar: fría, adusta, expectante. El clima de su mirada era un poco menos rígido; sus ojos esmeraldas eran lo más triste de toda su existencia. Si escudriñabas con paciencia, te topabas con nostalgia y miseria. Era algo que estaba fundido a él. No obstante, no era extraño que se tornaran risueños. Incluso en las épocas más oscuras y desesperanzadoras—. También deseo concluir lo antes posible.
Se sentó lentamente, acomodándose en la silla desgastada, justo al frente de la gitana. Observó atentamente las cartas de tarot esparcidas uniforme y conjuntamente sobre la mesa. No tenía mucho conocimiento sobre aquellos trucos de los mortales bohemios, pero sabía que no todos eran trucos. Se encerraba alguna que otra verdad en sus mentiras. Esperó un momento y luego levantó la vista. Ancló una mirada interrogatoria a la de la castaña.
— ¿Cómo sabe de mi pasado?
La vio alejarse rápidamente. Sin prisa, dando un miramiento fugaz por el sitio, se preguntó si realmente aquella gitana sabía realmente quién era. Aunque de algo no podía desconfiar: conocía su pasado; su vida mortal. De esa forma, se veía obligadamente encadenado a la fortuna que ella podía otorgarle. Encaminó sus pasos hacia lo que veía una mesa a lo lejos, siguiendo la silueta de la mujer en la cual descansaba las respuestas de todo aquel asunto.
El vampiro sentía que la castaña se divertía con él. Era de esperarse que no tuviera ningún tipo de respeto o trato más delicado con sus invitados. Luego pensó en que tal vez no había sido una gran idea amenazarla tan groseramente para evitar alguna que otra estafa tan típica. De todas formas, al menos en ese asunto, era difícil para Kyros domar sus sentimientos.
—Puede abandonar esas preocupaciones, milady— contestó apacible, acudiendo al trato inglés de sus tierras de origen. Su rostro era como una noche de invierno que amenazaba lloviznar: fría, adusta, expectante. El clima de su mirada era un poco menos rígido; sus ojos esmeraldas eran lo más triste de toda su existencia. Si escudriñabas con paciencia, te topabas con nostalgia y miseria. Era algo que estaba fundido a él. No obstante, no era extraño que se tornaran risueños. Incluso en las épocas más oscuras y desesperanzadoras—. También deseo concluir lo antes posible.
Se sentó lentamente, acomodándose en la silla desgastada, justo al frente de la gitana. Observó atentamente las cartas de tarot esparcidas uniforme y conjuntamente sobre la mesa. No tenía mucho conocimiento sobre aquellos trucos de los mortales bohemios, pero sabía que no todos eran trucos. Se encerraba alguna que otra verdad en sus mentiras. Esperó un momento y luego levantó la vista. Ancló una mirada interrogatoria a la de la castaña.
— ¿Cómo sabe de mi pasado?
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
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Re: Un fraude brillante|| Privado
En las cartas había una magia muy especial y precisa, el mayor problema en ellas es que con frecuencia se prestaban a interpretaciones subjetivas, haciendo que el mensaje se perdiera entre los voceros, pocos eran capaces de comprender en su totalidad lo que ellas deseaban comunicar, yo entraba entre esos pocos, las cartas no me mentían y desde que inicie mi aprendizaje sobre su manejo nunca me habían fallado por lo cual no dudaba de lo que había en ellas. Sin embargo, la primera vez que vi esa tirada me reusé a creer lo que había en ellas, las ignoré por mucho tiempo, fue cuando comenzaron los sueños de un Lord y una misteriosa mujer, luego los de un niño, un niño condenado sin saberlo siendo víctima de su propia inocencia. Judikael. Por años vi su vida desfilar ante mis ojos, sin conocerlo llegué a saber más sobre él de lo que el mismo conocía. Pero aún así, la tirada no era sobre él, era sobre mí y como nuestros destinos se entrelazaban de una forma espantosa.
Lo estudié, en el fondo sentía su tristeza, oculta, como si no quisiera que nadie supiera que estaba ahí, pero yo lo sentí y por un momento me arrepentí porque arruinaría su felicidad con el fin de salvaguardar lo que queda de la mía.
Sonreí con sorna ante sus modales y me vanaglorie de la duda en su mirada, ahora tenía el control, sin querer él me lo había cedido con facilidad podría quitarle un montón de dinero para decir lo que le estaba por contar, pero no lo haría, por mucho que lo necesitará. Dudé en contarle como conocí su pasado, no me creería y me tacharía de mentirosa sin pensarlo, no mentiré cuando puedo omitir detalles.
–¿Acaso esperas que mago te enseñe todas sus cartas? –Dije sin más
Antes de otorgar información se debe estar seguro de recibir lo que quieres a cambió, jamás revelar sin negociar, un regla importante en mis negocios. Primero él debía comprometerse a hacer aquello que yo necesitaba, de lo contrario no sabría nada.
–Primero los negocios, ¿Qué estás dispuesto a ofrecer por los secretos en tu pasado? –Hice una pausa – Dinero, propiedades, tu eterna esclavitud– Sugerí.
Lo estudié, en el fondo sentía su tristeza, oculta, como si no quisiera que nadie supiera que estaba ahí, pero yo lo sentí y por un momento me arrepentí porque arruinaría su felicidad con el fin de salvaguardar lo que queda de la mía.
Sonreí con sorna ante sus modales y me vanaglorie de la duda en su mirada, ahora tenía el control, sin querer él me lo había cedido con facilidad podría quitarle un montón de dinero para decir lo que le estaba por contar, pero no lo haría, por mucho que lo necesitará. Dudé en contarle como conocí su pasado, no me creería y me tacharía de mentirosa sin pensarlo, no mentiré cuando puedo omitir detalles.
–¿Acaso esperas que mago te enseñe todas sus cartas? –Dije sin más
Antes de otorgar información se debe estar seguro de recibir lo que quieres a cambió, jamás revelar sin negociar, un regla importante en mis negocios. Primero él debía comprometerse a hacer aquello que yo necesitaba, de lo contrario no sabría nada.
–Primero los negocios, ¿Qué estás dispuesto a ofrecer por los secretos en tu pasado? –Hice una pausa – Dinero, propiedades, tu eterna esclavitud– Sugerí.
Ker Ahkbar- Gitano
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 21/06/2016
Re: Un fraude brillante|| Privado
El vampiro se aclaró la garganta, incómodo—Dinero—acotó secamente. Kyros mantuvo contacto visual con la gitana por unos segundos con una inexpresividad absoluta. Si aquella mortal quería engatusarlo con su inservible cháchara no iba a darle chance ni momento. Su deseo era terminar con el asunto cuanto antes— Sólo dinero—volvió a repetir, sonriendo ladinamente, recordando que era casi imposible que no cumpliera con la suma que le fuera requerida. Bajó la mirada a la mesa y cogió una carta de la baraja: balanza en la mano izquierda, espada a la derecha, sonata roja y una corona adornando su cabeza. La observó un segundo para luego voltearla en sus dedos y mostrarla ante la gitana.
—¿Con esto juega con los demás mortales? — preguntó divertido. El vampiro no reconocía ni aceptaba la magia con la que los gitanos interactuaban. Si es que era magia. O simplemente eran engaños. Tal vez gente desesperada acudía a ellos con esperanza de conocer algún futuro provechoso que nunca existiría. Así de fácil era su negocio. Los llenabas de ilusiones o de malos augurios; no era un arte ni mucho menos una ciencia. En aquel banco tapizado y multicolor su existencia no concebía comodidad alguna, así que se removió un poco cuidadosamente. La gitana tenía muchos cachivaches allí: observando el desorden sólo le daba más razón para desconfiar. Ni siquiera hallaba diferencia entre la decoración y los instrumentos que utilizaba para estafar a sus clientes. ¿Qué era esa esfera traslúcida y enigmática? ¿Y aquellos cirios sin candelabro? ¿Eran esas plantas colgando? El vampiro respiro profundamente. La verdad es que tal vez supiera que eran todos esos utensilios, pero tal vez decidió olvidarlos—y con éxito— ya que no había importancia alguna en ellos. Sólo engaños e inventos en el cual Kyros no iba a tropezar. No obstante, la gitana hasta ahora sólo había dicho la verdad. Eso le molestaba— ¿Comenzamos ya? —dijo, agrio en su actitud, con el ceño ligeramente fruncido y dejando la carta con delicadeza en la mesita rústica.
—¿Con esto juega con los demás mortales? — preguntó divertido. El vampiro no reconocía ni aceptaba la magia con la que los gitanos interactuaban. Si es que era magia. O simplemente eran engaños. Tal vez gente desesperada acudía a ellos con esperanza de conocer algún futuro provechoso que nunca existiría. Así de fácil era su negocio. Los llenabas de ilusiones o de malos augurios; no era un arte ni mucho menos una ciencia. En aquel banco tapizado y multicolor su existencia no concebía comodidad alguna, así que se removió un poco cuidadosamente. La gitana tenía muchos cachivaches allí: observando el desorden sólo le daba más razón para desconfiar. Ni siquiera hallaba diferencia entre la decoración y los instrumentos que utilizaba para estafar a sus clientes. ¿Qué era esa esfera traslúcida y enigmática? ¿Y aquellos cirios sin candelabro? ¿Eran esas plantas colgando? El vampiro respiro profundamente. La verdad es que tal vez supiera que eran todos esos utensilios, pero tal vez decidió olvidarlos—y con éxito— ya que no había importancia alguna en ellos. Sólo engaños e inventos en el cual Kyros no iba a tropezar. No obstante, la gitana hasta ahora sólo había dicho la verdad. Eso le molestaba— ¿Comenzamos ya? —dijo, agrio en su actitud, con el ceño ligeramente fruncido y dejando la carta con delicadeza en la mesita rústica.
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 25/05/2016
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Re: Un fraude brillante|| Privado
Su dinero me interesaba, no tenía razón para mentirme al respecto, y si no estuviera metida en lío en el que estoy ahora lo pediría, arrasaría con sus bovedas en el banco aprovechándome de esa sombra de anhelo en sus ojos que él no parece darse cuenta que posee y no miraría atrás antes de marcharme con sus francos hasta el punto de dejarlo en la calle, pero, aunque sé que esta decisión será la causa de mis dolores de cabeza los próximos meses, no lo haré, porque no era lo que deseaba en este momento y para ser sincera en ningún otro, no quería lo que para él era dar una simple limosna y sé que no estaba tan desesperado como para quedar en la calle solo por saber sus orígenes que hasta ahora han estado difusos. Lo mejor era pedir su ayuda, pero ¿Cómo explicarle? ¿Cómo decirle que lo que me aquejaba y me había llevado a buscarlo era una visión del futuro, algo que quizás nunca suceda?
Recordé a las mujeres que me enseñaron a estafar, siempre insistían en que usara mi habilidad como un arma de fuego, que las personas se mueven a través de sus emociones. Kyros no era una persona que se guiara por sus sentimientos, era mucho más complicado que eso, sus motivaciones eran complejas y difíciles de acceder a ellas. Cuando tomó la carta entre sus dedos lo noté, el no querría creer nada de lo que le dijera, pero me dio una idea.
— Es irónico, tomaste uno de los arcanos mayores — Hice una pausa y tomé la carta, mostrándole. — Representa la justicia y no es justo que únicamente me ofrezcas dinero por algo de tanto valor, no, quiero algo más, quiero que estés a mi disposición.
Asegurándome de usar tanto encanto como pude en la frase y acompañándolo con una risa sardónica no aseguraba nada, pero pedir directamente su ayuda le daba ventaja, él no podía saber que le necesitaba.
—Si, prometes mostrarte cooperador empezaremos, te recomiendo que pidas comenzar con la historia de tu madre. Era una dama sumamente interesante. —Le extendí la carta para que la tomara — Pero la justicia ha hablado y primero debes pagar.
Recordé a las mujeres que me enseñaron a estafar, siempre insistían en que usara mi habilidad como un arma de fuego, que las personas se mueven a través de sus emociones. Kyros no era una persona que se guiara por sus sentimientos, era mucho más complicado que eso, sus motivaciones eran complejas y difíciles de acceder a ellas. Cuando tomó la carta entre sus dedos lo noté, el no querría creer nada de lo que le dijera, pero me dio una idea.
— Es irónico, tomaste uno de los arcanos mayores — Hice una pausa y tomé la carta, mostrándole. — Representa la justicia y no es justo que únicamente me ofrezcas dinero por algo de tanto valor, no, quiero algo más, quiero que estés a mi disposición.
Asegurándome de usar tanto encanto como pude en la frase y acompañándolo con una risa sardónica no aseguraba nada, pero pedir directamente su ayuda le daba ventaja, él no podía saber que le necesitaba.
—Si, prometes mostrarte cooperador empezaremos, te recomiendo que pidas comenzar con la historia de tu madre. Era una dama sumamente interesante. —Le extendí la carta para que la tomara — Pero la justicia ha hablado y primero debes pagar.
Ker Ahkbar- Gitano
- Mensajes : 49
Fecha de inscripción : 21/06/2016
Re: Un fraude brillante|| Privado
— ¿Y venderme al diablo? —respondió en tono burlón, señalando a la gitana, ignorando aquel arcano mayor del que hablaba. Pasó su armoniosa mano por encima de sus labios y los acarició, pensativo. Digamos que en su juego, la castaña anhelaba tenerlo como un peón, tan poco valioso en la apertura como para poder sacrificarlo sin dudar. Al vampiro ya no le sorprendía que cada mujer que lo tratara deseara algo más de lo que podía ofrecer. Brevemente, él mismo. Estaba cansado y hasta hastiado de aquellas mortales casi patéticas. La paciencia apaciguaría sus descontrolables ansias —Aunque estaría halagándola, madame. El diablo es más decente—comentó sereno. ¿A esto había llegado? Una pocilga de trucos baratos y enredos infinitos.
—Analicemos un momento su concepto de justicia—sentenció la última palabra duramente. ¿Qué iba a saber esa mortal de lo que significaba aquello? Su negocio era inmoral y aquello era injusto. ¿Tenía las agallas para siquiera tener esa palabra en su vocabulario? —. Está ofreciendo información…—comenzó, revolviendo la vista por las cartas desordenadas de la mesa, con una molestia creciente—, por mis servicios. Si los desea, gitana, deberá ser específica—. Kyros alzó su mirar esmeralda hacia la mortal, reflejando la luz de aquella lámpara burda sobre sus cabezas. Deseaba mantener la diplomacia, aunque era claro que no duraría.
El vampiro, en un movimiento veloz y delicado, quedó a un par de centímetros del rostro de la gitana y en sus labios apareció una sonrisa encantadora—. Es una lástima, si fuera más educada y menos ordinaria—hizo una pausa. Ladeo a la izquierda su cabeza y sus labios acariciaron su oído—le daría lo que usted desea y más—susurró y su acento inglés envolvió esas últimas palabras.
"Juguemos, gitana."
—Analicemos un momento su concepto de justicia—sentenció la última palabra duramente. ¿Qué iba a saber esa mortal de lo que significaba aquello? Su negocio era inmoral y aquello era injusto. ¿Tenía las agallas para siquiera tener esa palabra en su vocabulario? —. Está ofreciendo información…—comenzó, revolviendo la vista por las cartas desordenadas de la mesa, con una molestia creciente—, por mis servicios. Si los desea, gitana, deberá ser específica—. Kyros alzó su mirar esmeralda hacia la mortal, reflejando la luz de aquella lámpara burda sobre sus cabezas. Deseaba mantener la diplomacia, aunque era claro que no duraría.
El vampiro, en un movimiento veloz y delicado, quedó a un par de centímetros del rostro de la gitana y en sus labios apareció una sonrisa encantadora—. Es una lástima, si fuera más educada y menos ordinaria—hizo una pausa. Ladeo a la izquierda su cabeza y sus labios acariciaron su oído—le daría lo que usted desea y más—susurró y su acento inglés envolvió esas últimas palabras.
"Juguemos, gitana."
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
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Re: Un fraude brillante|| Privado
Sin evitarlo lleve mis manos a cubrir mi boca en un apuro para intentar ocultar mi risa, pero fue imposible, de todos los escenarios que fui capaz de recrear este habría sido el último. Mis pensamientos se dividían entre lo increíblemente gracioso que me resultaba el hecho que este sujeto se sobrevalorara de tal modo y la pregunta sobre con qué tipo de mujeres se codeaba Kyros, tan desesperada era la mujer de hoy en día como para chantajear por unas simples caricias.
Me aleje de él de inmediato aún sin poder ocultar la gracia que me ocasionaba toda esta situación, como me alegraba en esos momentos ser ordinaria y nada refinada, porque si bien yo no era una figura de perfecto moral, jamás habría llegado a tales extremos, capaces de escandalizar a toda matriarca gitana.
—Te sorprendería saber cuánto ha bajado mi respeto por ti —Dije finalmente deteniendo mi risa. —Y aceptaré con gusto el halago que me has dado, porque si bien no soy el diablo, tú padre se le acerco mucho, cada cosa que hizo para esconder tu existencia lo convirtió en un modelo a seguir para cualquier embaucador. — Mi tono expuso toda la malicia que necesitaba para atraer su atención.
Miré hacia los lados, asegurándome que nadie estuviera cerca, entre los gitanos ya era de por sí muy malo que estuviéramos aquí sin nadie que supervisara el encuentro, si lo hubieran visto tan cerca de mí, la reputación que tenía, que ya era mala, empeoraría hasta el punto de que me podrían expulsar de la caravana.
— No sé qué tipo de insinuaciones suelas recibir, pero no deberías ser tan ignorante de la cultura gitana, donde la castidad y esos tipos de placeres podrían hacer de mi vida un infierno causado por mi propia comunidad, así que mantén tus garras lejos.
Sólo necesitaba un sí de su parte ¿Era tan difícil lograr que este hombre simplemente accediera? La única forma de convencerlo era darle una migaja de información que lo hiciera desear más, pero ¿Por dónde empezar?
Él quería jugar, pero no sabía que eso sólo lo llevaría a su fin.
—Yo sólo necesito algo como protección, vendrán tiempos difíciles para ambos, alguien poderoso y malvado nos quiere de rodillas ante él, yo sólo quiero un compromiso —Hice una pausa— La información será tuya si te comprometes a ser mi aliado a que cuando el empuñe su espada contra mí, tú seas quien lo detenga.
Me aleje de él de inmediato aún sin poder ocultar la gracia que me ocasionaba toda esta situación, como me alegraba en esos momentos ser ordinaria y nada refinada, porque si bien yo no era una figura de perfecto moral, jamás habría llegado a tales extremos, capaces de escandalizar a toda matriarca gitana.
—Te sorprendería saber cuánto ha bajado mi respeto por ti —Dije finalmente deteniendo mi risa. —Y aceptaré con gusto el halago que me has dado, porque si bien no soy el diablo, tú padre se le acerco mucho, cada cosa que hizo para esconder tu existencia lo convirtió en un modelo a seguir para cualquier embaucador. — Mi tono expuso toda la malicia que necesitaba para atraer su atención.
Miré hacia los lados, asegurándome que nadie estuviera cerca, entre los gitanos ya era de por sí muy malo que estuviéramos aquí sin nadie que supervisara el encuentro, si lo hubieran visto tan cerca de mí, la reputación que tenía, que ya era mala, empeoraría hasta el punto de que me podrían expulsar de la caravana.
— No sé qué tipo de insinuaciones suelas recibir, pero no deberías ser tan ignorante de la cultura gitana, donde la castidad y esos tipos de placeres podrían hacer de mi vida un infierno causado por mi propia comunidad, así que mantén tus garras lejos.
Sólo necesitaba un sí de su parte ¿Era tan difícil lograr que este hombre simplemente accediera? La única forma de convencerlo era darle una migaja de información que lo hiciera desear más, pero ¿Por dónde empezar?
Él quería jugar, pero no sabía que eso sólo lo llevaría a su fin.
—Yo sólo necesito algo como protección, vendrán tiempos difíciles para ambos, alguien poderoso y malvado nos quiere de rodillas ante él, yo sólo quiero un compromiso —Hice una pausa— La información será tuya si te comprometes a ser mi aliado a que cuando el empuñe su espada contra mí, tú seas quien lo detenga.
Ker Ahkbar- Gitano
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Re: Un fraude brillante|| Privado
Dedujo que su estallido eufórico combinaba a la perfección con su petición desesperada. La impaciencia escalaba torva por sus entrañas, degradando la creciente calma que se esforzaba en retener. Una tolerancia silenciosa anunciaba su huida y sus ganas por mantener la compostura evidenciaban el gesto de ir por el mismo cauce. Sus palabras, lejos de lograr un efecto desgarrador en su ego bien acicalado, lograron que se resolviera de una vez por todas. El vampiro dudaba de cantidad tremenda de asuntos, pero reconocía totalmente que existen cuestiones donde no es posible ni recomendable forjar un acuerdo. Su interés había sido asesinado, quizás, por aquella mujer tan artera y resuelta.
— ¿Considera, gitana, que permanezca displicente ante tales injurias?—murmuró, logrando contener la ira tras sus dientes para no escupirla y descender al mismo nivel que la desadaptada mortal. De forma súbita comprendió que, para su desdicha, su conversación era estéril. Solo era cuestión de observar la situación: el vampiro había regresado a su trinchera, cómodamente sentado en la silla; la gitana, agitada, trataba de enmendar el tremendo error al haberse burlado de messie Kierkegaard. Pudo conservar el decoro ante la presencia de esta específica raza de estafadores, incluso mantuvo la sencillez en sus inofensivos agravios de palabra contra ella. Apostaría que su insolencia no se comparaba con ninguna antes vista en sus doscientos años de existencia. Y no era exactamente un cumplido—Comprendo—anunció y su expresión llena de antipatía se tornó a una sosegada. Hasta se permitió reír un poco: había encontrado el chiste que encerraba todo el laberíntico asunto. Kyros se levantó suavemente del asiento, lo acomodó arrimándolo a la mesita rústica y encaminó sus pasos hacia lo que sería la entrada o salida de aquella casa, si se podía llamar así. De espaldas a la gitana, resolvió en explicar sus imprevistas acciones:
—Su necesidad de abandonar esa postura de humana indefensa no se compara con la mía de obtener la información que dice ser tan valiosa para mí—murmuró con total seriedad, mirando a lo lejos la lona blanquirroja que ya se tintaba de la palidez lunar. Unos momentos antes de levantar había cogido rápidamente la carta donde un incendio devoraba un edificio. La giraba entre sus dedos, del espaldas a la gitana, tratando de encontrar solo una razón que le permitiera desistir a abandonar ese sucio circo de bribones tramposos—. No se equivoque, gitana. Realmente no soy su cliente—ladeó su cabeza para que pudiera escucharlo sin que el viento se lleve su susurro. Alzó su mano y con ella la carta entre sus dedos, a la altura de su cabeza. Luego la arrojó con la fuerza suficiente para que haga una floritura y se incrustara en la mesa, inclinada y visible para la castaña. Arregló su abrigo y se propuso iniciar su caminata hacia la salida.
— ¿Considera, gitana, que permanezca displicente ante tales injurias?—murmuró, logrando contener la ira tras sus dientes para no escupirla y descender al mismo nivel que la desadaptada mortal. De forma súbita comprendió que, para su desdicha, su conversación era estéril. Solo era cuestión de observar la situación: el vampiro había regresado a su trinchera, cómodamente sentado en la silla; la gitana, agitada, trataba de enmendar el tremendo error al haberse burlado de messie Kierkegaard. Pudo conservar el decoro ante la presencia de esta específica raza de estafadores, incluso mantuvo la sencillez en sus inofensivos agravios de palabra contra ella. Apostaría que su insolencia no se comparaba con ninguna antes vista en sus doscientos años de existencia. Y no era exactamente un cumplido—Comprendo—anunció y su expresión llena de antipatía se tornó a una sosegada. Hasta se permitió reír un poco: había encontrado el chiste que encerraba todo el laberíntico asunto. Kyros se levantó suavemente del asiento, lo acomodó arrimándolo a la mesita rústica y encaminó sus pasos hacia lo que sería la entrada o salida de aquella casa, si se podía llamar así. De espaldas a la gitana, resolvió en explicar sus imprevistas acciones:
—Su necesidad de abandonar esa postura de humana indefensa no se compara con la mía de obtener la información que dice ser tan valiosa para mí—murmuró con total seriedad, mirando a lo lejos la lona blanquirroja que ya se tintaba de la palidez lunar. Unos momentos antes de levantar había cogido rápidamente la carta donde un incendio devoraba un edificio. La giraba entre sus dedos, del espaldas a la gitana, tratando de encontrar solo una razón que le permitiera desistir a abandonar ese sucio circo de bribones tramposos—. No se equivoque, gitana. Realmente no soy su cliente—ladeó su cabeza para que pudiera escucharlo sin que el viento se lleve su susurro. Alzó su mano y con ella la carta entre sus dedos, a la altura de su cabeza. Luego la arrojó con la fuerza suficiente para que haga una floritura y se incrustara en la mesa, inclinada y visible para la castaña. Arregló su abrigo y se propuso iniciar su caminata hacia la salida.
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
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Re: Un fraude brillante|| Privado
Odié a Kyros Kierkegaard en ese preciso instante, en el que noté que no colaboraría, que realmente él no deseaba conocer su pasado, en el que entendí que todo esto había sido inútil, no más que una pérdida de tiempo, no más que un plan destruido por bases malogradas por mi propia estupidez. Involucrar a este hombre no había sido más que una muestra de desesperación, una última oportunidad para mi supervivencia y de aquel que quizás amo. Observé a Kyros regalándole una mirada llena de hastío, imposible me fue evitar tensar la mandíbula. Ahora yo estaba desprovista de mi humor y mi astucia, ya no los necesitaba, por mucho que quisiera cambiar los hechos que acontecerían en nuestras vidas mi oportunidad se había ido y no planeaba que los últimos movimientos de esta noche no fueran más que muestras de desesperación que de igual forma no obtendrían resultados.
La imagen de mi misma recibiendo la estocada que finalmente acabaría con mi vida se repetía constantemente en mi cabeza, en sueños, en pesadillas, hasta que por el azar del destino a través de las cartas encontré una opción que alargaría un poco más mi vida en esta tierra, esa opción era Kyros, que estando en el lugar y momento adecuados detendría la daga que se apoderaría de mi último aliento, sin palabras o sacrificios, sólo un movimiento limpio, un pago de un acuerdo previamente establecido. Las cartas no me mentían, lo había comprobado una y otra vez, ya no me quedaban salidas más que aceptarlo, pero eso no me impedía llenarme de rencor y de un odio que como efecto colateral destruía todas mis esperanzas. Lo peor es que él no sólo acababa de sellar mi muerte, sino también la suya propia.
Le di la espalda antes de que recogiera sus cosas, tomé el camino hacia la salida antes que él, ya buscaría a donde ir más tarde, pero simplemente ya no deseaba estar ahí, ya no deseaba encontrarme con esa bestia nunca más. Mi mascara de picardía se cayó, remplazada por una de frustración, pero antes de irme quise que él supiera, no por bondad, no está en mi ir regalando mis servicios, sino más bien porque deseaba una última reacción de su parte, algo que quizás incrementara mi odio hacia él o lo eliminara por completo.
—Tu madre, ella creía que las emociones sólo nublaban el juicio, según su parecer el amor y el aprecio no eran más que obstáculos en el camino, como la habilidosa bruja que fue, encontró una solución, una poción que anula dichos sentimientos. —Hice una pausa antes de continuar, sin titubeos. —Veo que de alguna forma tú también heredaste esa indiferencia hacia los sentimientos y eso no hace más que hacerme sentir lástima por ti que estas tan lleno de ti mismo que te es imposible ver más allá.
Miré hacia él, directamente a sus ojos, expresando en los míos toda la frustración y decepción que pude reunir hacia su persona.
—Esa es la información más valiosa que te habría dado hoy.
Sin más seguí mi camino alejándome del desastre andante de Kyros Kierkegaard, pensando que quizás fui demasiado piadosa considerando la furia que quemaba en mi interior. Esto no significaba que me daría por vencida, sólo fue un bache en el camino, porque eventualmente yo descubriría como salvar mi pellejo y el de aquel que quiero. Sin importarme si el resto de los involucrados vivían para verlo ¿Egoísta? Por supuesto, pero eso no cambiaba mi parecer.
La imagen de mi misma recibiendo la estocada que finalmente acabaría con mi vida se repetía constantemente en mi cabeza, en sueños, en pesadillas, hasta que por el azar del destino a través de las cartas encontré una opción que alargaría un poco más mi vida en esta tierra, esa opción era Kyros, que estando en el lugar y momento adecuados detendría la daga que se apoderaría de mi último aliento, sin palabras o sacrificios, sólo un movimiento limpio, un pago de un acuerdo previamente establecido. Las cartas no me mentían, lo había comprobado una y otra vez, ya no me quedaban salidas más que aceptarlo, pero eso no me impedía llenarme de rencor y de un odio que como efecto colateral destruía todas mis esperanzas. Lo peor es que él no sólo acababa de sellar mi muerte, sino también la suya propia.
Le di la espalda antes de que recogiera sus cosas, tomé el camino hacia la salida antes que él, ya buscaría a donde ir más tarde, pero simplemente ya no deseaba estar ahí, ya no deseaba encontrarme con esa bestia nunca más. Mi mascara de picardía se cayó, remplazada por una de frustración, pero antes de irme quise que él supiera, no por bondad, no está en mi ir regalando mis servicios, sino más bien porque deseaba una última reacción de su parte, algo que quizás incrementara mi odio hacia él o lo eliminara por completo.
—Tu madre, ella creía que las emociones sólo nublaban el juicio, según su parecer el amor y el aprecio no eran más que obstáculos en el camino, como la habilidosa bruja que fue, encontró una solución, una poción que anula dichos sentimientos. —Hice una pausa antes de continuar, sin titubeos. —Veo que de alguna forma tú también heredaste esa indiferencia hacia los sentimientos y eso no hace más que hacerme sentir lástima por ti que estas tan lleno de ti mismo que te es imposible ver más allá.
Miré hacia él, directamente a sus ojos, expresando en los míos toda la frustración y decepción que pude reunir hacia su persona.
—Esa es la información más valiosa que te habría dado hoy.
Sin más seguí mi camino alejándome del desastre andante de Kyros Kierkegaard, pensando que quizás fui demasiado piadosa considerando la furia que quemaba en mi interior. Esto no significaba que me daría por vencida, sólo fue un bache en el camino, porque eventualmente yo descubriría como salvar mi pellejo y el de aquel que quiero. Sin importarme si el resto de los involucrados vivían para verlo ¿Egoísta? Por supuesto, pero eso no cambiaba mi parecer.
Ker Ahkbar- Gitano
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Re: Un fraude brillante|| Privado
El vampiro siguió la silueta de la gitana alejándose, atónito. Kyros comprendía muy poco de su pasado, de su niñez. Sus reflexiones actuales sobre su condición de vida en antaño eran aún más complicadas y lógicas que las que se permitiría en su adolescencia, cuando el aire caliente visitaba sus pulmones y los llenaba de vida. Después de casi dos siglos aún no podía elaborar una conclusión certera de sus raíces. De su identidad en su vida mortal. Solo le quedaban buenos recuerdos, de esos que te revuelven el alma, memorias a las que se aferraba para no perder por completo la cordura ni el color dócil de su semblante. El inmortal podía sentir el enojo, la decepción y frustración de la mortal. Aquella mirada lo hirió y agujereo su resolución, lo hirió más que su descaro y desfachatez. Sus afirmaciones, por otro lado, le helaron la sangre. Su ignorancia era tal que temía atisbar la verdad, la posible verdad que una farsante por naturaleza le podía brindar. Lo único próximo a una familia que conoció el inmortal fue Lady Margaret, su amor y cuidado. Sus enseñanzas sempiternas, sus valores incorruptibles, su cariño invaluable. Se olvidó de su orfandad, del abismo en su historia, del fragmento perdido de su ser. Aquellas afirmaciones lo confundían, le arrebataban la calma, adormitaban su sagacidad. Miró el cielo estrellado y suspiró fatigado. ¿Cómo era posible que sienta la certeza en sus palabras? Lo más saludable para el inmortal era tildarla de mentirosa, desestimar sus palabras y encerrarse en su residencia. Sería una gran error si llegase a ignorarlo. ¿Qué desventajas podrían existir? ¿Qué probabilidades...?
Unos pasos veloces y el vampiro pudo posicionarse delante de la gitana, que destilaba odio en su mirada cuando lo vió cruzarse en su campo de visión. Chasqueó la lengua, inseguro de su próximo movimiento—Os ofreceré asilo, si es lo que vuestra voluntad desea—sus esmeraldas relampagueaban, deseaba retener cada gesto o movimiento de la castaña en sus pupilas. Desconocía por completo a la mortal, pero no era estúpido al proponerle su propia morada como refugio. Si podía vigilar su accionar con una lupa, si tenía la posibilidad de supervisar sus movimientos, no había nada de pérdida en su oferta. Incluso si había probabilidad de riesgo, la tomaría. El inmortal luchaba por guardar bajo llave sus prejuicios y tomaba el consejo que alguna vez recibió: Brindar oportunidades.
Sería más fácil seguir engañándose. Pero no era un fraude. Y si lo era, entonces se trataba de un fraude brillante. Su mirada penetró duramente en la gitana, esperando que ofrecimiento no haya sido tardío.
Unos pasos veloces y el vampiro pudo posicionarse delante de la gitana, que destilaba odio en su mirada cuando lo vió cruzarse en su campo de visión. Chasqueó la lengua, inseguro de su próximo movimiento—Os ofreceré asilo, si es lo que vuestra voluntad desea—sus esmeraldas relampagueaban, deseaba retener cada gesto o movimiento de la castaña en sus pupilas. Desconocía por completo a la mortal, pero no era estúpido al proponerle su propia morada como refugio. Si podía vigilar su accionar con una lupa, si tenía la posibilidad de supervisar sus movimientos, no había nada de pérdida en su oferta. Incluso si había probabilidad de riesgo, la tomaría. El inmortal luchaba por guardar bajo llave sus prejuicios y tomaba el consejo que alguna vez recibió: Brindar oportunidades.
Sería más fácil seguir engañándose. Pero no era un fraude. Y si lo era, entonces se trataba de un fraude brillante. Su mirada penetró duramente en la gitana, esperando que ofrecimiento no haya sido tardío.
Kyros Kierkegaard- Vampiro Clase Alta
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